DIRECTORA DEL CIEC Adriana Laión PROGRAMA DE INVESTIGACIÓN: CINE, PSICOANÁLISIS Y OTRAS MIRADAS Diana Paulozky (coordinadora) Gisela Smania Jorge Castillo Claudia Lijtinstens José Vidal Mariana Gómez Beatriz Gregoret Jorge Assef COMITÉ EDITORIAL Diana Paulozky José Vidal Gisela Smania Jorge Assef ASESORA Hilda Vittar DIRECTOR José Vidal SECRETARÍA DE REDACCIÓN Lourdes Marini Milagros Rodríguez Gonzalo Zabala DISEÑO MULTIMEDIAL Gonzalo Zabala ÍNDICE EDITORIAL Por Jorge Assef 05 ¿POR QUÉ CINE Y PSICOANÁLISIS? VIDEOENTREVISTA A MARIE-hélène BROUSSE 07 Eso muestra, se da a ver: cine y locura 08 Por Marcela Antelo PSINÉFILOS VIDEOENTREVISTA A DIANA PAULOZKY 13 LA CARA QUE MERECEN 14 Por Roger Koza PSERIES Series de TV. Fragmentos y detalles de... Por Equipo de Investigación Series Relatos del Siglo XXI. Temporada 2 16 PINTA TU ALDEA... ENTREVISTA A ALEJANDRO COZZA 21 En la otra orilla de la tonada 26 Por Gisela Smania Por Jorge Castillo Lo que se escucha La música en el cine y un pájaro que parece hombre Por José Halac 28 DESTELLOS El lugar del niño en la actualidad 32 La culpa de los padres 36 Ciudad de Dios, Cuidad de Uno 40 Por Claudia Lijtinstens Por José Vidal Por Mariana Gómez EDITORIAL Jorge Assef Psicoanalista en Córdoba, Argentina [email protected] A LA ALTURA DE UN DESEO ran los primeros años de la década del’90,laEOLacababa de fundarse, y la ciudad, que disfrutaba de otro modo el centro como espacio urbano de construcción social, tenía un cine de culto llamado El Ángel Azul. Esa tarde una psicoanalista lacaniana fue invitada a comentar una película de Woody Allen. E Así, con esa fecha de nacimiento “arbitraria” en la cual Diana Paulozky comentaba La Otra Mujer (1988), es como marcaría el inicio de casi 30 años de conversación entre los psicoanalistas y el cine en la ciudad de Córdoba. Unos años después, la Escuela de Orientación Lacaniana Sección Córdoba, proponía en la agenda de sus noches una serie de intervenciones dedicadas a la televisión, dónde se abordaron fenómenos populares que iban de los talk shows a The Simpsons. Y apenas empezando el nuevo milenio un grupo de psicoanalistas funda en la Universidad Nacional de Córdoba el Ciclo de Cine y Psicoanálisis, un espacio que se transformó en una cita cultural de los meses de otoño en la ciudad y desde hace 15 años convoca cientos de asistentes que acuden a las noches en Pabellón Argentina de la Ciudad Universitaria a escuchar a los psicoanalistas conversar con otros agentes de la cultura local entorno a un tema representado en una serie de films. Un año después, en el Cine Club Municipal Hugo del Carril se ponía en marcha un seminario anual sobre Cine y Psicoanálisis que aún funciona con una frecuencia semanal y que mantiene una convocatoria interesada cada año. A partir de entonces los ciclos y los espacios de encuentro entre el cine y la orientación lacaniana se diversificaban, desde la EOL en el Centro de Estudios Avanzados de la UNC, en el Centro Cultural Galileo, en el Buen Pastor, o desde el CIEC en el Cine Cepia, la oferta se ampliaba, el tema se volvía popular, las Jornadas Anuales de la EOL Sección Córdoba proponía una mesa plenaria que trataba la relación entre el cine y psicoanálisis en su programa general. Y así, llegamos al año 2012 cuando se funda el Programa de Investigación del CIEC: Cine, Psicoanálisis y otras Miradas. REVISTA PSIne • AGOSTO 2015 5 EDITORIAL Con este acotado recorrido advertimos que la construcción del programa de investigación Cine, Psicoanálisis y otras Miradas no fue un hecho antojadizo, no nació de un interés exploratorio, ni provino de ninguna moda, se trata de la precipitación de 30 años de trabajo en torno a lo que el cine nos enseña a los psicoanalistas sobre la subjetividad de nuestra época, y el intento de los psicoanalistas por dialogar con los cinéfilos, los cineastas, los críticos y los curiosos que mantienen un interés por el psicoanálisis. Entonces, si el programa de investigación fue una precipitación, esta publicación: PSIne. ¿Por qué Cine y Psicoanálisis?, la primera publicación on-line multimedia sobre cine y psicoanálisis, es el producto de ese acto fundador, lo que lo sella y lo que lo actualiza cada vez, una invitación a dar cuenta de un encuentro que creemos fecundo, que valoramos, y del cual, aún, pretendemos obtener los mejores resultados. Pero además este primer número hay que interpretarlo como un festejo de lo que no podría haber nacido en otro lugar que en Córdoba, después de tantas noches de ciclos, conferencias, artículos, debates, papers… aquí estamos. Y elegimos poner en el centro una pregunta que vale como una lectura apres-coup de nuestra historia, esa será la orientación, lo que nos interroga en nuestra práctica psicoanalítica, y desde donde podemos encontrar en el cine algunas pistas, más allá, incluso, de aquellas que el cine sabe que brida. Primer número de PSIne. ¿Por qué Cine y Psicoanálisis?, esperamos hacerle honor a nuestra historia, no se trata de tradición, sólo de estar a la altura de un deseo que nos anima desde hace tanto tiempo. REVISTA PSIne • AGOSTO 2015 6 ¿POR QUÉ CINE Y PSICOANÁLISIS? Marie-Hélèn Brousse Psicoanalista (AME) en París, Francia [email protected] Click para reproducir l 19 de Marzo de 2015, la Asociación Mundial de Psicoanálisis participó en la 59ª Sesión de la Comisión del Estatus de las Mujeres (CSW) de las Naciones Unidas. Esta fue la razón por la cual coincidimos con Marie-Hélène Brousse en la ciudad de Nueva York, y el momento justo para invitarla a ser la primera entrevistada internacional de PSIne. Así, el 20 de marzo, caminamos bajo la nieve buscando un lugar silencioso para grabar nuestra entrevista en una ciudad que puede ofrecer todo, menos un lugar silencioso. E Finalmente en un café frente al Carnegie Hall, y la nieve de fondo, Marie-Hélène Brousse tuvo la generosidad de responder nuestras preguntas por casi 20 minutos imperdibles. REVISTA PSIne • AGOSTO 2015 7 ¿POR QUÉ CINE Y PSICOANÁLISIS? ESO MUESTRA, SE DA A VER: CINE Y LOCURA* Marcela Antelo Psicoanalista en Salvador de Bahía, Brasil [email protected] “...de la locura (...) que ensordece la tierra con su sonido y su furia” Lacan, Jacques (1949 [2010], p.105) Usina de sueños – la locura del cine, la locura en el cine l viento de las alas de la locura, como dice el poeta Baudelaire, sopla en la imagen cinematográfica desde los inicios de la Usina de Sueños (Ehrenburg, 1931 [s/d]). Hay películas locas y películas sobre locos. La luna de miel análoga entre el cine y las formaciones del inconsciente —el sueño, el mito, el lapsus, el síntoma— ya posee una historia escrita tanto por analistas como por cineastas. E Sea por la trama, sea por la modalidad de su experiencia —situación pre-hipnótica, festival de afectos—, sea por la lógica de su montaje, el cine puede alojar la locura. Sus consecuencias, en la experiencia sobre el espectador vulnerable a la imagen por estructura, sus efectos de verdad, son del orden de lo real. De tiempo en tiempo el cine consigue generar objetos de arte que “exponiéndonos incesantemente a lo múltiple, a la diferencia, al extrañamiento familiar, nos hace ser tomados por la palabra” (Laia, 1993 [s/d]), p.56). Versiones de la locura se ponen en escena, acting-out de verdaderos o falsos semblantes convocan al cifrado y al desciframiento de los afectados. Recordemos que Godard definía el cine como el decir de la verdad 24 veces por segundo y que Lacan identificó en la verdad su estructura de ficción. Si “(…) la locura es vivida íntegra en el registro del sentido” (Lacan, 1946 [2002], p.164), el cine que es hecho a partir de la escritura en imágenes que lo persiguen, es atravesado de punta a punta por la locura. El propio carácter de espejismo de la visibilidad lo corrobora, sobre todo cuando REVISTA PSIne • AGOSTO 2015 8 ¿POR QUÉ CINE Y PSICOANÁLISIS? es la imagen la que reina en la estructura. La proyección como mecanismo y el desciframiento como invitación fundan el parentesco entre el sueño y la lucidez que caracteriza ambas prácticas. La imagen, el fantasma y la mirada son tres aspectos en común desbrozados por la colega Heloisa Caldas en su artículo Cine-sueño diurno (2001). La serie de los parientes del semblante: afecto, pasión, acting-out, implica la puesta en juego del plus de gozar y sus diferentes modalizaciones. Los géneros de la sátira, de la tragedia, de la comedia, del drama y de la parodia los distribuyen a lo largo de la historia de las películas sobre la locura y a partir de ella. Jalonar diferentes vértices de entrecruzamiento entre cine y locura al tomar la noción de semblante como orientador, es el rumbo a tomar a partir de la siguiente pregunta: si Lacan decía que no es loco quien quiere, ¿significa que puede pasar por loco el que quiera? Loco-Letra Cuando la escritura cinematográfica toma al loco como objeto, recurre a la vasta historia de representaciones de la locura. Lo real de la locura se asocia a diversos semblantes, proféticos, religiosos, creacionistas, médicos, hermenéuticos que intentan domesticar su imposibilidad de representación. Stephan Malysse (2001), antropólogo visual, señaló en su minucioso trabajo sobre la imagen de la locura, tanto la proliferación de discursos y representaciones como la polisemia de la misma. Los semblantes del loco suelen estar al servicio de la desestabilización del sentido establecido, se tornan, por tanto, semblantes de una verdad reprimida, no-dicha y casi siempre mal-dita. La locura esporádica que ilumina actos aberrantes, consagrada por la tragedia griega, toma a veces la función terapéutica de permitir la ruptura de algún semblante hipócrita haciendo del loco el portavoz de una verdad que no quiere callar. La recurrencia de las revelaciones del loco sobre el sexo, la muerte y el goce en las narrativas ilustran la experiencia trágica de la locura denegada por el discurso de la ciencia: el loco, como semblante, da a ver lo que en el discurso resiste a la significación, parloteando sobre el cuchillo afilado, la cuerda floja, el litoral de lo simbólico con lo real. En este sentido, el loco escenifica lo que Lacan dice sobre la letra —un significante que resiste a hacer cadena, sustrato último de lo imposible de decir sobre la Cosa—. Es justamente comentando la última escena de La dolce vita (1960) donde Fellini, según Lacan, encuentra, ve, un punto de estructura, mi Cosa que mira… “muestra de qué modo la angustia emerge en la visión en el lugar del deseo gobernado por a” (Lacan, 1971 [2012], p.274). De ahí la resonancia de la letra con la escritura, que en Lituratierra recurre a la metáfora meteorológica de la precipitación de las nubessemblante: como efecto de ruptura de los semblantes bajo la forma de la lluvia, hay goce. “Lo que se evoca de goce al romperse un semblante es lo que en lo real se presenta como abarrancamiento. Por el mismo efecto, la escritura es en lo real abarrancamiento del significado, lo que ha llovido del semblante en tanto que él hace el significante” (Lacan, 1971 [2012], p.25). A la vez que evoca el goce por hacer vacilar el semblante, la letra también constituye el significante, o sea, es un significante que por su vaciamiento de significado señala los límites de la significación decir que la letra es loca no sería aquí un disparate. REVISTA PSIne • AGOSTO 2015 9 ¿POR QUÉ CINE Y PSICOANÁLISIS? La locura de la experiencia Si el semblante del loco da a ver lo que en lo simbólico resiste a la significación —de ahí su implicancia con la noción de letra—, veremos a continuación cómo la experiencia cinematográfica propiamente dicha puede provocar en el espectador un efecto que escapa al orden del semblante, aproximándose de este modo a la propia locura. Es decir, ¿qué hay de loco en la experiencia del cine? Sabemos que en la tragedia antigua quien se turbaba era el coro. “Si nuestro tercer ojo no se excita suficientemente, se lo excita un poquito más con la puesta en escena” dice Lacan antes de comentar largamente la misma escena de Fellini en el seminario La ética del psicoanálisis (1960 [1988], p.304). La puesta en escena, el montaje en el cine, nos interesa para localizar el ombligo de la película y su posible acceso a partir del semblante, de lo que se muestra y de lo que se oculta y que nos hace gozar de la mirada en tanto objeto. La mesa de edición es el lugar del artificio, los “usos del cuchillo” de David Mamet el “tesoro poético” de Eiseinstein sobre el “soporte audiovisual” —expresión de Lacan a propósito de la letra— (1971 [2009], p.81). La mesa de corte, hoy digitalizada, es el lugar donde se escribe el cine. Por otro lado, Barthes (1975 [s/d]) inventarió maneras de caer fuera de la fascinación hipnótica que el cine propicia. La primera y que más nos interesa debido al uso de los semblantes es reduplicar la fascinación haciendo existir dos cuerpos al mismo tiempo, uno narcisista, pegado al espejo y otro perverso que fetichiza todo menos la imagen, complica la relación con la pantalla en situación de sala oscura. El loco que disparó contra la audiencia en la exhibición de El club de la pelea (Fincher, 1999) no era un espectador. Ombligo de la Película Quien se dedica a este arte de vocación pornográfica puede muy bien disputar una butaca en el lugar común “de médicos y de locos todos tenemos un poco”. Con la generalización de la cámara, que de tan familiar se torna casera, y con la popularización del saber médico, todos acaban siendo un poco cineastas, un poco científicos, y un poco locos. En el seminario De la naturaleza de los semblantes (2002), Miller hace vacilar el semblante de la creación: “Hacemos mal en pensar la creación como el nec plus ultra del acabamiento del sujeto, cuando Lacan, por el contrario, muestra en ella una producción de semblante muy emparentada con la posición perversa, y que no es incompatible con la posición psicótica” (p.256). Parece que en el cine contemporáneo podemos comprobar la eficacia de la elección forzada: o locura o debilidad mental. Por otro lado, provocados por una afirmación de Lacan: “en los límites del discurso, por cuanto este se esfuerza en sostener el semblante mismo, hay de tiempo en tiempo real” (1971 [2009], p.32), decidimos durante el año aislar aquellas ocasiones accidentales de encuentro con lo real de la sala oscura, tocando el trozo más íntimo del espectador, dispensando tratamiento a una experiencia singular del orden de lo inexplicable. Es en este nivel que la experiencia cinematográfica es también compuesta por un carácter traumático. El mismo montaje de semblantes en la narrativa de una película puede apaciguar como puede hacer vacilar la escena fantasmática. Frente a una experiencia cuyo código propone la suspensión temporaria del juicio de realidad y la disponibilidad corporal para entregarse a un discurso del Otro, la posición subjetiva del espectador de cine es por lo menos, según Fuery: inestable y tumultuosa (2004, p.32). El silencio solicitado en la experiencia cinematográfica dice mucho sobre el despojo de la escena-del-mundo que el espectador hace para entrar en el juego escénico del cine. Tal como la posibilidad del encuadre está en la condición de que la cámara esta “desde afuera” de la escena, la condición para la realización de una película es la posición “desde afuera” en que un espectador se coloca, sea en relación a la vida corriente, sea en relación a la propia película. En ese terreno de suspensión, el espectador se aproxima al loco justamente por estar a una distancia delicadamente cerca del discurso del Otro, un punto ombligo. Ahí cualquier semblante sea imagético, discursivo o inclusive sonoro que toque inadvertidamente algún rasgo de la escena fantasmática de Un espectador, es suficiente para causar una desestabilización —es cuando REVISTA PSIne • AGOSTO 2015 10 ¿POR QUÉ CINE Y PSICOANÁLISIS? se muestran las caras de la angustia en una sala de proyección— efectos de Real mediados por el arreglo de semblantes en lo particular de cada uno. Literalmente, es cuando una película muerde. Como Hitchcock dijo: “apenas un toque de címbalo puede perturbar una familia americana”. Otro ejemplo: la película Psicosis (1960) se sostiene en el hecho que no es posible reconocer los signos de la locura en Norman Bates (Anthony Perkins), ombligo del montaje de la locura en escena. Recién al final vemos a Bates con su “cara de loco” mirando la cámara, haciendo del espectador un cómplice. Como ya dijimos la muestra indudable del pathos de la locura se monta en discursos diversos. Cuando el saber sobre la locura ocupa el lugar de agente del discurso el resultado son los procesos crecientes de segregación —recordemos al médico y al padre como los semblantes mayores de la exclusión del Quijote, así como los efectos nefastos del guion de la última novela de la Globo (Caminho das índias, Schechtman, 2009) que suscitó en la comunidad promover a identificar al esquizofrénico que todos podemos tener dentro de casa—. en la certeza de ser traicionado. Culminando, el montaje se encarga de mostrar la alucinación mientras la irrupción del significante en lo real, a través de la disociación entre imagen visual e imagen acústica: vemos a la interlocutora del protagonista, seria y de boca cerrada, mientras oímos su carcajada en off. El sujeto, de mirada alucinada, interpela: “¿Usted se está riendo de mí?”. Dos ocurrencias de la aparición del objeto en la escena comandando el discurso: Nunca en domingo de Jules Dassin (1960) donde Lacan identifica una caja registradora contabilizando el goce y O cheiro do ralo (Dhalia, 2006) cuando el semblante ya no se sostiene más en la función de plus de gozar y el agujero emerge. Calcutta de Malle (1969), donde el hambre como objeto comanda el documental, Calcutta es lo real dice Lacan. Mostrar lo que no puede ser dicho presentifica el vacío del goce. La dimensión traumática potencialmente vivida en el cine nos remite a la agudeza de Roland Barthes cuando discute en su Cámara Lúcida El lugar del semblante ocupado por el significante amo rindió múltiples filmes, desde Calígula (Brass, 1979), a La locura del Rey Jorge (Hytner, 1994), poniendo en escena la locura del poder cuando el sujeto se identifica con él, desde Peeping Tom (Powell, 1960) a El último Rey de Escocia (Macdonald, 2006). El sujeto barrado ocupando el lugar del semblante tal vez coleccione la mayor parte de los filmes sobre la locura femenina —siempre más performativa, dice Malysse— de la historia del cine. La histérica de Charcot necesitaba de la imagen en movimiento para poder realizar su performance contrariamente al criminal nato de Lombroso que se deleitaba con la muerte consumada por el “escalpelo de la fotografía” (Malysse, 2001). Erotómanas como la Aimée de Lacan recibieron y reciben la atención de incontables cineastas. Neuróticos obsesivos de comportamientos ritualistas, celosos feroces. El —alucinado— de Buñuel (1963), también comentado por Lacan en el seminario, sirviéndose tanto de la trama como del recurso al montaje, consigue mostrar la locura a través del drama in crescendo de un sujeto paranoico, cuya estructura va revelándose desde los celos delirantes hasta el franco desencadenamiento del brote psicótico, REVISTA PSIne • AGOSTO 2015 11 ¿POR QUÉ CINE Y PSICOANÁLISIS? (1989 [s/d]) lo que hay de loco en el encuentro de Uno con la fotografía. Dice: “La fotografía se convierte entonces para mí en un curioso médium, en una nueva forma de alucinación (…) una alucinación templada de algún modo, modesta, dividida (por un lado, “no está ahí”, por el otro, “sin embargo ha sido efectivamente”: imagen demente, barnizada de realidad” (p.172). Lo mismo puede decirse sobre el cine en su potencialidad traumática, por eso mismo se sostiene la proposición de que así como existen filmes sobre locos hay en el propio filme una dimensión alucinatoria, propiamente loca. Es lo que se constata en historias del primordio del cine: el tren como actor, encarna el vehículo dramático que anuncia la llegada de una nueva experiencia traumática que avanza sin cabeza en dirección al espantado espectador. Si, como Lacan afirmó que no es loco quien quiere, la posibilidad que tiene alguien de pasar por loco en escena y con eso afectar al espectador, es la prueba del carácter dividido del semblante: miente cuando vela la verdad, justamente por darse a ver – eso muestra. Traducción: Josefina Elías * Isso mostra, dá-se a ver: cinema e loucura. Artículo publicado en “Letra Clínica”, Revista da Escola Brasileira de Psicanálise, Seção Pernambuco, N° 3. 2010. Recife: Ed. Universitária da UFPE (pp.75-85). Antelo, Marcela; Monteiro, Luiz Felipe (redactor) y colaboradores. Barthes, R. (1975 [s/d]) “Upon leaving the movie theatre” en Communications, N° 23. Barthes, R. (1989 [s/d]) La cámara lúcida. Barcelona: Paidós. Caldas, H. (2001) “Cinema-sonho diurno?” en Escola brasileira de psicanálise. Imagem rainha. Rio de Janeiro: Sete Letras. Coni Campos, F. (2003) Cinema: Sonho e Lucidez. Brasil: Beco do Azougue. Ehrenburg, I. (1931 [s/d]) Die Traumfabrik: Chronik des Films. Berlin: Malik-Verlag. Fluery, P. (2004) Madness and cinema: Psychoanalysis, spectatorship and culture. Nueva York: Palgrave Mac Millan. Foucault, M. (1975 [1993]) Surveiller et punir. Francia: Gallimard. Kirby, L. (1997) Parallel Tracks. The railroad and silent cinema. EEUU: Duke University Press Books. Lacan, J. (1949 [2010]) “El estadio del espejo como formador...” en Escritos 1. Buenos Aires: Siglo XXI Editores. Lacan, J. (1946 [2010]) “Acerca de la casualidad psíquica” en Escritos 1. Buenos Aires: Siglo XXI Editores. Lacan, J. (1971 [2012]) “Lituratierra” en Otros Escritos. Buenos Aires: Siglo XXI Editores. Lacan, J. (1960 [1988]) “La ética del psicoanálisis” en El Seminario de Jacques Lacan, Libro 7. Buenos Aires: Paidós. Lacan, J. (1962-1963 [2012]) “La angustia” en El Seminario de Jacques Lacan, Libro 10. Buenos Aires: Paidós. Lacan, J. (1971 [2009]) “De un discurso que no fuera del semblante” en El Seminario de Jacques Lacan, Libro 18. Buenos Aires: Paidós. Laia, S. (1993 [s/d]) O imaginário no cinema em Curinga. Brasil: Publicação do setor mineiro do campo freudiano, Iniciativa escola. Malysse, S. (2001) Images et représentations de la folie: De l’autre coté du miroir de la normalité. Disponible en: http:// www.each.usp.br/opuscorpus/PDF/t8f1.pdf. Miller, J.-A. (2012) De la naturaleza de los semblantes. Buenos Aires: Paidós. Sota Fuentes, M. J. (2008) “Cuando los objetos suben a escena: el olor del caño”, en Virtualia. Revista digital de la Escuela de la Orientación Lacaniana. Disponible en: http://virtualia.eol.org.ar/017/default.asp?dossier/fuentes.html. REVISTA PSIne • AGOSTO 2015 12 PSINÉFILOS Diana Paulozky Psicoanalista (AME) en Córdoba, Argentina [email protected] Click para reproducir iana Paulozky, vanguardia en lo que hace al diálogo posible entre cine y psicoanálisis, ni bien se estrenó la película Birdman nos comentó de su riqueza para producir ese encuentro. En esta ocasión los personajes de Michel Keaton y Edward Norton le permiten una aguda lectura de la compleja cuestión de la identificación y la identidad en una época en la que justamente las referencias faltan y los sujetos parecen llevados a tomar de donde pueden lo que antes brindaban las tradiciones. D La entrevista a Diana tiene muchos puntos de contacto con el artículo de José Halac sobre la música de las películas que publicamos en este mismo número. New York, lugar donde hicimos la entrevista a M.-H. Brousse, emerge como un ícono de lo que es occidente y su problemática en estos tres lugares de PSIne. REVISTA PSIne • AGOSTO 2015 13 PSINÉFILOS LA CARA QUE SE MERECEN Roger Koza Crítico de Cine en Córdoba, Argentina [email protected] n una reciente ronda de preguntas y respuestas en el festival de Rotterdam expresé en inglés lo siguiente: In cinema, to keep stuck with a plot is like to have sex with a doll. Lo expresé primero en inglés solamente por la musicalidad de la frase, pero al decir que “estar atorado en el argumento es como tener sexo con una muñeca” pretendo subrayar una especie de obsesión generalizada con el argumento de las películas, como si ahí estuviera signada la experiencia medular de una película. Esta obsesión explica, entre otras cosas, el ejercicio policíaco de denunciar a todo aquel que revele los giros argumentativos de un film. La doctrina del argumento es poderosa, una lógica a la que se le rinde pleitesía por razones que exceden al cine. E Un crítico genial como Manny Farber (19172008) apenas contaba en sus escritos de qué iban las películas sobre las que escribía. Un argumento resultaba una anécdota, y lo que a él le interesaba consistía en establecer relaciones de otro orden en el interior de las películas. Una crítica suya podía circunscribirse a un movimiento de un actor en una habitación o a desenmascarar los trucos exhibicionistas — encuadres ampulosos, travellings pirotécnicos, falsos raccords, etc.— a los que un director apelaba para demostrar la legitimidad de su arte, mientras que la vitalidad de una película tenía lugar en otro lado. En sintonía con el descentramiento perceptivo, en tanto que la atención no tendría que pasar estrictamente por el seguimiento de un relato, se podría indicar una vía sensible para identificar patrones de posibles experiencias a lo largo de las películas. He aquí una propuesta discreta: detectar formas de filmar el rostro humano en ciertas películas en un tiempo histórico en el que la estética de la selfie sustituye al retrato y destruye, aparentemente para siempre, el poder originario de la fotogenia, acaso una de las primeras revelaciones de la invención del cine. REVISTA PSIne • AGOSTO 2015 14 PSINÉFILOS Por fotogenia habría que entender una experiencia según la cual una cámara mecánica captura(ba) una expresión del rostro en la que la persona filmada no trabaja(ba) conscientemente para producir una expresión controlada, una mueca del yo. Lo que sucede en una escena secretamente extraordinaria de Cavalo Dinheiro (Costa, 2014), reenvía el conjunto de planos de la secuencia a ese período en el que la gente no posaba frente a la cámara y ni siquiera había adquirido el sentido de pudor frente a ella. Ventura y Vitalina (Varela) mantienen una conversación en un hospital. Nada particular sucede, pero en cierto momento el rostro de Vitalina adquirirá una expresión que ningún actor del Método podría conseguir, ni siquiera tras décadas de entrenamiento. La escena culminará con una ligera sonrisa de Vitalina, antes de despedirse de Ventura. Costa es un verdadero genio: nadie sabe descifrar muy bien cómo consigue desmarcar el rostro de su banalización contemporánea. Sospecho que hay un trabajo puntilloso de intimidad con sus actores y una forma de dirección que anula la tendencia narcisista a presumir autenticidad frente a una cámara. Lo real de un rostro pasa por otro lado. Y si se trata de fotogenia, la gran película se llama Poselenie (Loznitsa, 2002). Hay en ella una escena que también puede relacionarse con el glorioso fragmento musical de Cavalo Dinheiro. Los 7 minutos finales de este retrato a la distancia de presuntos enfermos mentales que viven en una comunidad en el campo embiste contra la naturalización, tan instalada, de ver personas frente a una cámara como si todas fueran potenciales modelos de indumentaria. Si la palabra dignidad tiene algún sentido, es aquí en donde puede verificarse la expresión de ese concepto tan usual como abstracto. REVISTA PSIne • AGOSTO 2015 15 PSERIES SERIES DE TV. Fragmentos y detalles de un universo muy actual Elaboración Colectiva del Equipo de Investigación “Series Relatos del Siglo XXI. Temporada 2”. Integrantes: Lorena Beloso, Juan Pablo Duarte, Natalia Fernández, Lorena Figueroa, Natali Ivanier, Gonzalo Valenci. Coordinación: Jorge Assef PILOTO Las series de TV, del mundo posible al divino detalle uizás podamos pensar a las nuevas series americanas de TV como un maridaje narrativo de lo que Jacques Alain Miller llamó la sociedad de la debilidad (2005), ese contexto del lazo social propio de la época del Otro que no existe marcado por la deliberación y la conversación infinita. Q Las nuevas series de TV no responden a las formas clásicas del relato, tienen saltos, elipses, flashbacks, y múltiples líneas narrativas que se extienden sin cerrarse en un sentido conclusivo. Este estilo hace de ellas relatos acordes al espíritu de la época actual. Buena parte de los fragmentos que se acumulan durante el largo progreso de una serie permanecen desconectados —flotando— sin ordenarse en un discurso. En su ensayo de teoría de la serialidad, Mónica Dall´Asta (2012) señala que esta debilidad hace a la potencia de lo serial. Al igual que el Kinoglaz (1924) de Dziga Vértov —ese montaje compuesto de elementos no REVISTA PSIne • AGOSTO 2015 16 PSERIES contiguos ni congruentes— el discurso serial contemporáneo requiere de un espectador dispuesto a imaginar mundos posibles entre los fragmentos inconexos. Pero este tipo de obras también hacen posible otra apuesta: transformar los fragmentos en detalles, en divinos detalles. Entonces, en lugar de relatar el sutil entramado de intimidades en constante exposición de Gossip Girl (The CW: 2007-2012), apuntar a lo que nos enseña acerca de la preponderancia del chisme en la era de la imagen. O, en lugar de perderse en los laberintos conspiranoicos de 24 (FOX: 20012010), señalar el goce de verlo todo que enlaza al espectador al frenético mundo de Jack Bauer (Kiefer Sutherland). Buscar en el detrás de escena de Girls Girls (HBO: 2012), los nuevos síntomas de la histeria. Orientarse por la función del tóxico en lugar de desentrañar el sutil mecanismo de esa máquina perfecta que demostró ser Breaking Bad (AMC: 2008-2013) o intuir en Mad Men (AMC: 2007) la evasión donjuanesca del protagonista ante la inexistencia de la relación sexual. Estos son algunos de los detalles que destacan los seis episodios de esta breve serie de series que les proponemos en este escrito. Un ensayo que intenta localizar en diferentes exponentes del género algunos temas candentes de la conversación que el psicoanálisis mantiene con la civilización actual. EPISODIO 1 Gossip Girl, la fascinación de la imagen Por Lorena Beloso Gossip Girl (The CW: 2007-2012) sin duda es una serie que versa sobre sujetos hipermodernos. Su argumento: jóvenes populares y adinerados que viven en Manhattan, donde cada paso de su cotidianidad es registrado en fotografías y subido a un blog del cual todo el Upper East Side está pendiente. Esto desencadena líos amorosos, ruptura de pactos comerciales, de amistad y decisiones familiares trascendentales, entre otras cosas. En ningún momento de sus seis temporadas, Gossip Girl plantea algo en relación al efecto de la imagen sobre las subjetividades. La serie no problematiza su incidencia. Todos los personajes simplemente están capturados por ella. Lo que la imagen muestra, es un hecho indiscutible, nadie lo cuestiona, es ley. Incluso la única manera de remediar un conflicto ocasionado por una fotografía es subiendo otra. En este mundo no pareciera existir la posibilidad de una solución mediatizada por la palabra. Gossip Girl enseña algo sobre la época que la produce, sobre la naturalización del registro de la imagen que gobierna la vida de los sujetos contemporáneos, haciendo interferencia en el campo del lenguaje. REVISTA PSIne • AGOSTO 2015 17 PSERIES EPISODIO 3 24, los héroes de nuestro tiempo Por Natalia Fernández 24 (FOX: 2001-2010) es una historia construida en veinticuatro capítulos. Cada uno refleja una hora entera del día de su protagonista Jack Bauer, un agente antiterrorista de la ciudad de Los Ángeles. 24 comienza a proyectarse el mismo año del atentado terrorista al World Trade Center y tematiza esta preocupación lanzando su trama a partir de la amenaza de muerte de quien sería el primer candidato afroamericano a la presidencia de EE.UU. Dos detalles interesantes que las series de televisión de la tercera Edad Dorada (Cascajosa, 2013) como 24 nos presentan: la figura del héroe y la relación a la imagen. Jack Bauer es un héroe moderno. Si bien funciona como garante del orden, la narración no esconde sus fisuras si no que las pone en evidencia. Por otro lado es interesante observar en esta serie la fascinación por verlo todo, en la fragmentación de la imagen del televisor, cuatro recuadros simultáneos crean la ilusión de ver todo lo que sucede alrededor de Jack en tiempo real. EPISODIO 4 Breaking Bad, la obsenidad del objeto Por Lorena Figueroa Breaking Bad (AMC: 2008-2013) toma impulso a partir del encuentro entre Walter White (Bryan Cranston) y Jesse Pinkman (Aaron Paul), una contingencia que los embarca en la aventura de producir metanfetamina en el colorado desierto de Albuquerque (Nuevo México). Lo singular de esta serie es que este objeto de consumo de altísima calidad, ofrecido al mercado para paliar el dolor de existir, se transforma en el protagonista de la historia, ocupa el centro de la escena, su fabricación se muestra en planos secuencia detalles, en primeros planos largos, en múltiples momentos ¡todo el relato parece girar a su alrededor! El mundo de Breaking Bad representa el ascenso del objeto al cenit, y la serie misma se ofrece como un objeto posible, un objeto que habla de otro objeto pero que resulta bastante adictivo también. Sus millones de telespectadores también parecen estar atrapados sin salida. No pueden dejar de verla, y la siguen cada temporada con esa fascinación que el sujeto encuentra en el circuito del goce escópico, como lo señalaba Lacan (1964 [2003]), ese elemento de fascinación en la función de la mirada, donde toda subsistencia subjetiva parece perderse. REVISTA PSIne • AGOSTO 2015 18 PSERIES EPISODIO 5 Girls, goces desregulados en serie Por Natali Ivanier Girls (HBO: 2012), lado B de Sex & the City (HBO: 1998-2004) y quizá su versión menos encantadora y más mundana. Cuatro chicas de entre veinte y treinta años, tratando de sobrevivir al empuje al goce neoyorquino. La trama resulta algo familiar, solo que esta vez no hay consumo que logre regularlas. Con una estética poco fálica, lejos de usar grandes marcas en figuras modeladas, Girls pone en serie los desarreglos del cuerpo de estas jóvenes, en los cuales los llamados “trastornos de conducta” no alcanzan para nombrar el goce que irrumpe y que nada orienta. Como consecuencia, vemos los diferentes pasajes al acto de estas protagonistas desordenadas. Aunque aparentemente la cámara nos muestre una serie de capítulos, tampoco logra ordenar el sentido del sufrimiento de sus personajes. Girls, en la época del “Imperio de las Imágenes” muestra escenas que lejos de ser bellas, dan a ver estas formas de sufrimiento que escapan a la clasificación habitual, y que no engendran ningún discurso. EPISODIO 6 Don Draper, ¿libertad absoluta o la búsqueda de la salvación? Por Gonzalo Valenci El mito de Don Juan planteado por Juan Carlos Benavente separa al Don Juan creado por Tirso de Molina (El burlador de Sevilla, 16121620) de la actual frivolización del mito. Don Draper (Jon Hamm) en Mad Men (AMC: 2007) se presenta como aquel que vive sin reglas, con una identidad robada para lograr su cometido; experto en seducción, engaño y huida. Aquel que desde el primer capítulo de la serie aparece engañando a su esposa, encarnando la conducta que interroga Claudia Lucía Borensztejn cuando se pregunta. ¿a quién busca Don Draper yendo de mujer en mujer? A medida que las temporadas avanzan Don Draper se encuentra sumergido cada vez más en su depresión, en su adicción al alcohol, el tabaco y a los encuentros sexuales con mujeres, generando así un choque con el Mito de Don Juan. ¿Es acaso Draper la representación de la libertad absoluta que significa hoy en día ser un Don Juan?, ¿o es la búsqueda constante de salvación que José Zorrilla (Don Juan Tenorio, 1844) decide otorgar a su Don Juan redimido por el amor de Inés? Lo cierto es que en vísperas del final de la serie, Draper ha saboteado cada intento de salvación que se le ha presentado. REVISTA PSIne • AGOSTO 2015 19 PSERIES EPISODIO 7 Final de temporada, un final sin fin Por Juan Pablo Duarte Luego de ochenta y seis capítulos y ante la mirada de más de once millones de televidentes de todo el mundo, The Sopranos (HBO: 1999-2007) —el poderoso ariete con el que David Chase abre el camino de esta nueva Edad Dorada de la TV— finaliza con el fundido a negro de la imagen luego de una escena algo anodina. Los instantes previos transcurren en una cafetería en la que no sucede casi nada significativo. Esperamos una tragedia o una resolución heroica —o antiheroica, lo mismo da— pero solo asistimos a una conversación que se debate entre el laconismo y la nostalgia entre Tony (James Gandolfini), su esposa y su hijo. Aquella escena final en la que nada concluye, constituye uno de los hitos de la historia reciente de la ficción televisiva. Es además una temprana apuesta a un espectador cuyo lazo con la ficción depende en buena medida de aquello que la historia no revela y él mismo debe producir. El fondo negro del final de The Sopranos angustió a muchos y fascino a otros. Quizá ese gesto marcó con cierta crudeza el momento en el cual el espectador dejó de mirar la televisión para comenzar a verse en ella. Benavente, J. C. Don Juan. Sobre Mitos y Estereotipos. (Blog Tierra de nadie). Recogido el 5/4/2015 de http://www. tierradenadie.de/archivo/literatura/mitos/mitos.htm. Borensztejn, C. L. Cómo reconocer a un Don Juan. (Página 12, 24 de septiembre de 2009). Recogido el 5/04/2015 de http:// www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-132288-2009-09-24.html Cascajosa Virino, C. (2007) “ La nueva edad dorada de la televisión americana” en Secuencias, N° 29. Madrid: Universidad Autónoma de Madrid. Dall´ Asta, M . (2012) “Para una teoría de la serialidad” en Revista Kilómetro 111, Nº 10. Buenos Aires: Mayo. Lacan, J. (1962-1963 [2007]) “La angustia” en El Seminario de Jacques Lacan, Libro 10. Buenos Aires: Paidós. Lacan, J. (1964 [2003]) “Los cuatro conceptos fundamentales del Psicoanálisis” en El Seminario de Jacques Lacan, Libro 11. Buenos Aires: Paidós. Miller, J.-A. y Laurent, E. (2005) El Otro que no existe y sus comités de ética. Buenos Aires: Paidós. Miller, J.-A. (2011) Los divinos detalles. Buenos Aires: Paidós. REVISTA PSIne • AGOSTO 2015 20 PINTA TU ALDEA... Una mesa en el foyer del Cineclub Municipal Hugo del Carril de la ciudad de Córdoba sirvió de plano para esta jugosa charla con Alejandro Cozza. Los invito especialmente a recorrer sus construcciones, sus detalles, su mirada. ENTREVISTA A ALEJANDRO COZZA por gisela smania Alejandro Cozza Crítico de cine en Córdoba, Argentina G.S.: El espíritu de esta publicación es impulsar una reflexión sobre el cine. Como los psicoanalistas en muchas ocasiones somos identificados como “comentadores de películas”, nuestra idea es poder ir más allá de ese lugar esperado, y poder introducir una conversación con quienes saben de cine, para dejarnos enseñar, entendiendo —con Lacan— que son quienes nos llevan la delantera. En este caso, queremos sumarnos al debate de la ciudad, o más bien, llevar a nuestra Revista algunos de los ecos de ese debate, respecto del auge que en los últimos años ha tenido la realización de cine en Córdoba. Conocemos tu inquietud por este asunto, así que queríamos preguntarte por el llamado “nuevo cine cordobés”, tanto para interrogar “lo nuevo” como “lo cordobés”, ¿qué nombramos con eso?, ¿se deja el cine adjetivar por “lo cordobés”? A.C.: Con respecto al cine cordobés, sin duda ha habido —entre comillas— un “fenómeno” y un surgimiento de cosas que antes no existían. Creo que la variedad ha sido la tónica de este cine, algo sumamente heterogéneo, donde no hay lugares comunes a la hora de realizar, más que compartir un espacio que es la ciudad. La ciudad nuclea, en la ciudad te cruzas, en la ciudad trabajas conjuntamente, un tiempo con unos, un tiempo con otros. En la ciudad venís a ver películas al mismo lugar, te formas en núcleos determinados de enseñanza, con determinadas personas, etc. Eso va formando lazos. G.S.: Es interesante, trasladar ese gentilicio de “cordobés” que da resguardo a la idea de un “nosotros” al hecho de pensar en un lugar y en un lazo, los lazos generados en una ciudad. REVISTA PSIne • AGOSTO 2015 21 PINTA TU ALDEA... A.C.: Lo cordobés por sí mismo no existe. Pero mira qué llamativo, no existe quizás como lugar de creación pero sí como lugar de no hacer, de reacción, de ir contra algo. Es al menos una experiencia que he conversado con algunos. En lo personal, he trabajado en De Caravana (Ruíz, 2011), en donde no se trató de ir a buscar un modelo sino alguna seña vinculada a Córdoba, a lo que acá acontece. Creo que De Caravana tiene, a diferencia de otras películas, eso de no renegar de algunos clichés o estereotipos, sino de hacerse cargo y poder trascenderlos. Las otras tratan, en cambio, de ir contra. Por ejemplo, si lo cordobés tiene que ser el humor, entonces que no haya humor. G.S.: ¿Cómo podemos pensar esto a nivel de la lengua cordobesa, su tonada, su canto? ¿Puede en algún caso eso incidir a la hora —por ejemplo— que querer acentuarse o disimularse, para traspasar fronteras? A.C.: No, me opongo absolutamente a la idea de buscar un habla común. Por ejemplo, en Salsipuedes, Mario Luque quería alejarse de lugares recurrentes frente a lo cordobés, como el humor, pero sí mantener fuertemente la idiosincrasia, la manera de hablar. Y no es sólo una cuestión de habla sino de escucha. Porque lo primero que suele decirse cuando se escucha una tonada es que un actor actúa mal, no como Robert De Niro o Al Pacino. Y no, el asunto es que tu escucha no está preparada para sentir en la pantalla tu propio idioma, y sí te bancas, en cambio, el neutro de la televisión. G.S.: Una especie de retorno desde la pantalla de algo demasiado familiar, que por ser lo más propio suena como lo más extraño… A.C.: Exactamente. Muchos entonces son conscientes de esto y lo usan —aunque a más de uno le suene molesto cuando está muy exacerbado— no para provocar, sino respetando esos tonalidades de la voz, sirviéndose de esa manera de hablar. También la forma de hablar es el reflejo de la forma de un director particular. Hay un cineasta argentino, Felipe Campuzano, que es muy notorio en eso. Sus personajes, por lo general de clases populares, hablan de una forma absolutamente singular, y si lo escuchas a Campuzano, él habla así. Por ejemplo, una persona marginal dice “tengo un pesar existencial terrible”, es fuerte. Ahora en el Bafici estuvo su última película y lleva eso a la clase alta, y hablan igual. Entonces, el habla de Campuzano no es la de la clase alta ni de la baja, es la suya, y él busca algo de eso en sus actores. Después, a lo cordobés no se trata de negarlo ni de exacerbarlo. Quien lo busca con fines netamente comerciales o industriales, va al fracaso o le irá bien en algunos circuitos que entienden que el cordobés es eso, la Mole Moli, por ejemplo. G.S.: Y el cine en Córdoba ¿sobre qué temas avanza y sobre cuáles no?, no tanto en relación a una fuerza argumentativa determinada, sino más para pensar qué lo anima. A.C.: El año pasado escribí algo de eso en Deodoro, tratando de encontrar las señas de algo en común y era difícil. Pero, si vamos a lo hecho hasta ahora, en general es un cine juvenil, los realizadores son todos jóvenes, debajo de los cuarenta años. La forma de encarar las cosas, las problemáticas tiene que ver con la REVISTA PSIne • AGOSTO 2015 22 PINTA TU ALDEA... adolescencia, en general. El Grillo en ese punto es una excepción saludable, fue un salto casi al vacío por parte de Matías Herrera Córdoba, un riesgo grande el que tomó al meterse con personajes adultos, creo que los que lo hacen tienen ese riesgo. Después, al ser juvenil, no hay gravedad en el cine cordobés hasta ahora, ese es un tema muy interesante. No hay crueldad, no hay gravedad, no hay intención de politizar ninguna temática, no hay denuncia. Me pregunto si eso tendrá que ver con la ciudad también. La ciudad de Córdoba es una ciudad amable si la comparamos con grandes urbes. Dentro del ámbito de la creación y de la cultura la cosa es amable. Incluso los documentales que han tratado temas políticos, lo han hecho con una tibieza llamativa. Nadie niega que Criada (Herrera, 2009) es profundamente política, igual que Yatasto (Paralluelo, 2011), De Caravana o El tercero (Guerrero, 2014) que tiene una política de género increíble. Pero la política aparece desde otras coordenadas. Tampoco hay desde la perspectiva del psicoanálisis ningún tema fuerte en ese aspecto, no hay trauma. Esa densidad existencial que uno puede ver en el cine de Europa del Este o el cine ruso, o el cine de Michael Haneke, cruel, ni cerca. Hasta ahora en lo personal me parece llamativo esto y me parece saludable. No hay relatos salvajes. Mi miedo con la cinematografía cordobesa es que empiecen a aparecer relatos salvajes. Ese cine con ganas de decir cosas. El cine de córdoba no pretende grandes cosas. Las películas de Córdoba son chiquitas y qué problema hay con que lo sean. Pasa con Yatasto, te dan ganas de ver como es ese carrero. Esa es la parte de este cine que me gusta. Agradezco eso, en realidad todo depende de qué le pide uno al arte. G.S.: ¿Y este pasaje en el cine de Córdoba, de la forma documental a la ficción?, ¿cómo podemos pensar este binomio documental– ficción? Desde el sentido común, uno puede pensar que un documental está más apegado a lo verdadero, mientras que la ficción se da la libertad de recrear más la cosa. Y esto nos interesa particularmente desde el psicoanálisis, entendiendo —como decía Lacan— que la verdad misma tiene estructura de ficción, distinta al registro de lo real, imposible de representar. A.C.: A lo ficcional lo entiendo como narración. Es interesante pensar en los esquemas narrativos, y lo esquemas narrativos se pueden aplicar tanto a lo documental como a la ficción. Siempre hay narración. La narración es lo que nos conforma y lo que indirectamente termina, si se quiere, formando nuestro inconsciente. Distinta es la narración que busca aleccionar y de la que reniego —a veces en los circuitos de cine y psicoanálisis se busca mucho la ficción aleccionadora— ahí donde se busca aleccionar, donde no se banca no saber dónde se está parado, a dónde se va, qué pasa. Y eso vale tanto para un documental como para una ficción. Sin ir más lejos, uno puede encontrar algo casi freudiano en Criada, que es un documental, y sin embargo ahí Matías Herrera Córdoba está yendo contra su familia, contra un mandato, y esa pulsión es de otro orden. Son búsquedas personales. Con Tres D (Ruíz, 2014) tenemos otro ejemplo, allí nos interesaba confundir esas categorías. De repente se hace una entrevista a una persona que es un actor, o Campuzano aparece haciendo de actor en la ficción, exacerbando incluso los elementos de su cine para la ficción. Por otro lado, estamos actualmente haciendo con Rosendo Ruíz un guión de lo que creemos va a ser una superproducción en Córdoba, basándonos en hechos reales, y lo que menos nos importa es lo que pasó realmente. En definitiva, el punto es ese, el acercamiento a lo real que un director pueda tener. G.S.: Como nuestro programa de investigación incluye al cine pero también incluye otras pantallas, quería preguntarte sobre el lugar de la imagen hoy, cómo se ha pluralizado el imperio de la imagen en nuestro tiempo. A.C.: Si, obviamente la ficción es la que siempre gana porque es el arma del Imperio, a su manera. Eso que es real, en el mundo entero está supuestamente controlado por las pantallas. Así se impone el imperio de la ficción, que es complejo sin duda. Se impone un determinado tipo de ficción, personajes para esa ficción, una tiempo de duración determinado, etc. G.S.: Un imperio extendido más allá de las hormas a las que estábamos habituados, con el fenómeno de internet, por ejemplo. A.C.: Si, y a veces no tanto. Creo que el que está ligado a cierto tipo de educación audiovisual en la ficción, la televisión o en el cine, es difícil que en internet busque alguna alternativa muy marcada. El que está habituado a ver Harry Potter en su casa desde chico, cuando esté en internet va a bajar Harry Potter; no creo que, teniendo la posibilidad de bajar a Tarkovsky lo busque. Internet es genial en REVISTA PSIne • AGOSTO 2015 23 PINTA TU ALDEA... cuanto a todas las posibilidades creativas que brinda, de exhibición, de búsqueda, etc. pero no sé si estamos preparados para esa búsqueda. Sí se verifica que aparecen nuevas forma de relato, más rápidas, que van del celular a la computadora, a la notebook. Es un asunto de movilidad y tiempo. Podíamos pensar que la gente joven se dedicaría a ver cortos, y no. Podíamos pensar que el videoclip reinaría en internet, y no. Aparecen también los concursos de video minuto, de celu minuto, pero cuántos ven o consumen a conciencia eso. Por eso digo, internet es el lugar de todas las promesas, pero no sé de cuantas concreciones. No sé cuánto de eso que nos promete la Gran Red afecta y alcanza nuestras vidas, sí es un hecho que un chico está todo el día frente a la pantalla… G.S.: Tomando estas nuevas formas del relato ¿qué pensás del auge y el lugar de las series hoy? A.C.: Bueno, eso sí ha crecido, es un asunto interesante. Las series, sobre todo las norteamericanas, tienen por suerte una libertad creativa y narrativa —por su mismo tipo de formato— que no tiene el cine. El gran cine americano, un cine narrativo en un sentido clásico, es decir, que entendía la esencia de una narración, ese cine de Hollywood de los últimos años, es como si le hubiera inyectado anabólicos a la narración. Se dejó de cuidar el cómo se cuenta, y se le inyectó el anabólico de las imágenes. G.S.: La figura de la imagen como anabólico me gusta... A.C.: Y así me olvido de la narración pura. Antes, un cineasta de clase B, de la década del 40 o 50, dominaba el relato a la perfección. No tenía recursos ni elementos, era un cine pobre. Es más, los mejores directores elegían la clase B porque en la A los controlaban demasiado. Las series creo que tienen ese margen de libertad por la misma posibilidad del formato, en donde no hay control porque tenés que filmar sin parar y generar mucho contenido, entonces de golpe aparecen aberraciones hermosas como Breaking Bad, Twen Peaks, o Lost que era clase B a rajatabla. En Lost dominaban —por ejemplo— a la perfección el fuera de campo, que es un recurso hermoso del cine. Es como crear un inconsciente, donde todo está fuera, no está dentro de la narración, y tenés que construirlo con astucia, con movimientos de cámara, con sonidos, etc. Ahí creo que las series están ganando hoy un lugar que el cine de Hollywood ha perdido, que es el de saber usar las herramientas audiovisuales para contar bien una historia. G.S.: El guión resulta en ese punto fundamental, es casi el protagonista. A.C.: Claro, con la serie tenés que enganchar con esos recursos nobles. Cuando vas a ver una serie no buscas ser aleccionado, ni podés dar mucha moraleja, eso no funciona. Tenés que ser ágil a la hora de recrear dinámicas, ritmos, movimiento. G.S.: Algunos analizan el asunto desde el detalle de lo no conclusivo, el manejo de los eternos puntos suspensivos, lo que no cesa de las series. A.C.: Si, puede ser, pero ese elemento de la serie estuvo siempre, el famoso continuará de Batman. Tal vez lo que cambió es que hoy, con el consumo on line, no tenés necesidad de esperar. Si me interesa, más que en eso, REVISTA PSIne • AGOSTO 2015 24 PINTA TU ALDEA... situar lo que sucede con la imagen digital con respecto a la cinematográfica, ahí sí creo que hay un cambio, que a mí en lo personal me preocupa mucho. Porque en cierta manera hemos perdido el cine como elemento físico, material y concreto. El cine ha perdido en su densidad, en su imagen, en su plano. No es por supuesto en todos los casos. Pero cuando uno va al Bafici y ve —por ejemplo— cuarenta películas en siete días, se da cuenta que el digital ha ganado y no sé si eso es para mejor. Son pocos los directores que logran una densidad en su obra, en su plano y son pocos los que están sabiendo sortear la trampa del digital. El digital se ve bonito, en el digital se ve todo, el digital es luminoso, y el cine no tiene porqué ser luminoso, el cine es oscuro, el cine trabaja sobre las sombras. El cine requiere el lugar de las sombras, la luz sobre lo negro. Ahora en el digital ves todo, nadie piensa en el negro. Con el cine, en cambio, partís del negro para pensar algo, y desde allí te toca ver hasta dónde llenas ese negro con luz para que imprima el celuloide. Ahí sí te diría que hay un cambio radical. G.S.: Esto que decís tiene mucha precisión, y resulta importante para nosotros a la hora de pensar cómo hoy el ojo queda subyugado frente a la posibilidad de verlo todo. A.C.: Yo no puedo ver películas en esos super televisores, donde todo es recontra HD ¡No las reconozco! Incluso películas clásicas, no las puedo ver. Y no sé si quiero ver tanto, con tanto brillo, tan luminoso. G.S.: Entonces ¿qué lugar para el cine en nuestro tiempo? A.C.: Estamos en un proceso de transformación muy grande. Pasa por encontrar las formas novedosas de contar, comprender el nuevo formato digital y usarlo en función de lo que es. Hay ejemplos de eso increíbles, grandes películas digitales, Pedro Costa es uno de ellos, incluso retoma desde ahí esa necesidad de lo negro, pero está a conciencia filmando desde la década de los 50. Es necesario pensar el formato y no salir a filmar porque sí. La discusión planteada hoy es: ¿qué estás contando?, ¿por qué haces cine? G.S.: Esas preguntas vienen bien, volviendo a Córdoba, para pensar qué pasa con este movimiento fuerte que se está dando en los ámbitos de formación, en las Escuelas de Cine. A.C.: Retomando lo del cine en Córdoba, lo que se está contando no resulta de acuerdo al modelo reinante. Si bien es un cine juvenil, no por ello es ni rápido, ni ágil, ni postmoderno. Es un cine de planos largos, fijos, donde el transcurrir en el tiempo es un valor en sí mismo; jóvenes que han recuperado el poder sobre el tiempo. Uno supone que el joven va por el lado de la cámara en mano, moviéndose, cortando y pegando como si fueran videoclips. Al contrario, se trata de películas muy bellas que se toman —para emular la película de Rosendo— ”todo el tiempo del mundo”. Son Jóvenes que pueden retomar el poder de una temporalidad, contar con el tiempo como recurso, sobre todo a la hora de ver, a la hora de proponerte una mirada para las cosas. G.S.: Te agradezco la disposición para conversar, seguramente extraeremos consecuencias de esta charla entretenida. A.C: Ojalá sirva, gracias a Uds. Fotografía: Martina Sipowicz REVISTA PSIne • AGOSTO 2015 25 PINTA TU ALDEA... EN LA OTRA ORILLA DE LA TONADA Jorge Castillo Psicoanalista en Córdoba, Argentina [email protected] ivimos con entusiasmo una suerte de edad de oro del cine cordobés. En esta primavera con muchas flores y algunos —no pocos— frutos en sazón hemos visto surgir, no una industria sino algo quizás mejor: una comunidad de trabajo. Realizadores, actores, técnicos, críticos. También salas, videoclubes, revistas, ¡público! Un movimiento vivo, joven, luminoso. Auspicioso para una ciudad conservadora como la nuestra, tan lejos del mar y tan poblada de cuarteles, iglesias y universidades. V Desde nuestro programa, Cine Psicoanálisis y Otras Miradas (PICPOM) del CIEC, hemos querido beneficiarnos de esta agitación invitando a dialogar en nuestras actividades a algunos de sus protagonistas como los realizadores Rosendo Ruiz (De Caravana, 2011) y Mariano Luque (Salsipuedes, 2014), y también al crítico Roger Koza. Lo que se ha dado en llamar el boom del Cine Cordobés obedece a causas múltiples y quizás imposibles de desentrañar completamente. Sin embargo sería impensable sin que un otro externo lo reconociese. La prensa especializada, el circuito de los festivales, los realizadores foráneos, dan sobradas cuentas de que el cine cordobés ha logrado pasar al otro. Hacerse un pequeño lugar en ese gran Otro del mundo del cine. Quiero detenerme sobre este último punto, a saber, la forma en que se hace el pasaje al otro. Para el psicoanálisis, este es un tema crucial ya que la experiencia analítica tal como la concibe Lacan, está presidida y orientada por el pase: un dispositivo que soporta la idea —al menos como posibilidad— de que al final del recorrido, lo que se dice en la intimidad análisis y bajo la más REVISTA PSIne • AGOSTO 2015 26 PINTA TU ALDEA... estricta confidencialidad, sea trasmitido al público —en el más abarcativo de sus sentidos— por el mismo analizante. Elijo, para mi elucubración lacaniana un detalle, un divino detalle, pequeño y valioso como una joya: la cuestión de la tonada. Creo que es posible constatar un cambio en el modo de tratamiento que el cine de Córdoba hace de la tonada, y creo también que ese cambio está en relación directa con este logrado pasaje al Otro. Tradicionalmente, la tonada cordobesa ha tenido dos formas tratamiento, tanto en el cine como en la televisión, la radio y el teatro: el disimulo y la hilaridad. Para el psicoanálisis, estas dos modalidades están en relación directa con lo que Lacan llamaba “la figura obscena de superyó”: la experiencia de la satisfacción pulsional en su costado negativo, sufriente, insoportable. Se intenta reprimir la tonada con la intención de acomodarse a un ideal que estaría en el Otro. Un ideal neutro, puro y petrificado. El mecanismo del superyó —identificado primero por Freud y reformulado luego por Lacan— lleva a que esa satisfacción que se rechaza por el ideal, se acumule siempre en el mismo lugar de su sacrificio. Aquello que llamamos “tonada”, el modo de entonar o de acentuar las palabras, delata nuestro lugar de origen, la capilla a la que pertenecemos. Es una marca de goce que podemos asociar al concepto lacaniano de lalengua escrito todo junto, si lo entendemos como la huella que deja el lenguaje en el cuerpo más allá de cualquier efecto de significación o intento de comunicación. La tonada, el cantito, pone de manifiesto también el valor del objeto voz en la pulsión invocante. Su efecto en el cuerpo es inexplicable en tanto cae por fuera de la lógica significante. Podríamos delirar, inyectar sentido en el fenómeno y extraviarnos en él. No llegaríamos a ningún lado respecto de esas cosquillas en el cuerpo con las que los artistas del varieté han sabido hacer tanto dinero. Se da la razón aquí a Lacan, quien planteaba que el objeto de la pulsión, que él transformó en su objeto a, es equivalente a la plusvalía de Carlos Marx. La explotación humorística de la tonada cordobesa nos reenvía al concepto del superyó en tanto que el humor es una de sus formas privilegiadas de tramitación. Sin embargo, es evidente que es un camino muy estrecho comparado con las posibilidades que ofrece la sublimación que Freud pensaba como la forma de satisfacer la pulsión sin pasar por la represión. En cambio, se trata aquí de la sátira que, colocando al objeto en el lugar del desecho, nos deja nuevamente en la oscuridad que dibujan la risa y el rubor. Entre las cosquillas y la parrilla, que es para Lacan el recorrido del goce. En las películas que hoy se filman en Córdoba, nos encontramos con actores que no actúan de cordobeses sino que simplemente actúan —bien o mal— pero sin el trabajo extra que implica defenderse de la tonada; y en esta falta de defensa hay una ganancia de placer, al menos para el espectador. En Lacan tenemos una premisa, una aspiración que es a la vez una suerte de fórmula del análisis que nos orienta en la práctica: ir más allá del padre a condición de valerse de él. No se trata de una fórmula edípica —aunque para un neurótico pueda serlo— sino de una concepción más general del goce en el cual el padre no es más que parte de las ficciones que un sujeto puede urdir para construirse un ser ahí donde solo hay agujero. Un agujero que no es metafísico ni existencial sino que es experiencia inefable en el cuerpo. Ir más allá del padre implica desprenderse de la historia como destino y transformarla en una caja de herramientas. De ella podemos servirnos eligiendo los fragmentos que nos sirvan para con-vivir con el extraño tubo de nuestro cuerpo. Se trata de un saber hacer allí que implica necesariamente la invención. El cine de Córdoba tiene eso para enseñarnos, no lo que podemos hacer con nuestra tonada cordobesa —como rasgo identificatorio de masas— sino con la tonada de cada uno, la insoportable, la inacallable materialidad de nuestra propia voz. Normalmente en el psicoanálisis pensamos al cine relacionado al objeto mirada, sin embargo desde El Cantante de Jazz (Crosland, 1927), o sea desde la llegada del cine sonoro, el objeto voz ha ido cobrando cada vez más relevancia. Pienso que podemos incluir en este registro de satisfacción, no solo a la voz humana sino en general a todo el espectro acústico asociado a la imagen en movimiento a la que llamamos cine. REVISTA PSIne • AGOSTO 2015 27 LO QUE SE ESCUCHA LA MÚSICA, LA MÚSICA EN EL CINE Y UN PÁJARO QUE PARECE HOMBRE José Halac Compositor, investigador y docente de la UNC en Córdoba, Argentina [email protected] escribimos a la música como un estado sonoro simbólico porque es la manera más exacta y científica por la cual nuestro cerebro procesa todo lo percibido, es decir, a través de una simbolización. El estado de simbolización humano es el que lleva a poder inteligir aquello que es ininteligible. Por eso, el “detrás” del símbolo figura en el mundo de concepto del Arte como lo vital, lo humano y aquello que el Arte se encarga de simbolizar, para poder transmitir o expresar un conocimiento que sólo el Arte puede comunicar. En el caso de la música, la iridiscencia impide des-cubrir el velo del sentido pero podemos, con el sonido, encontrar en una entrega total y física, la sensación de que “sabemos de qué se trata”. D El sólo entender una textura sonora nos permite disfrutarla y entrar en la intuición de que estamos ante una verdad, un algo que podemos nombrar como conocimiento verdadero. Ninguna construcción sonora o musical miente. Sólo esconde, y la escucha atenta puede dilucidar de entre esa iridiscencia mítica y ritual, un sentido que en realidad son infinitos sentidos. El reconocimiento de lo simbólico, que en la escucha musical se hace casi imperceptiblemente es el mismo que ocurre en el psicoanálisis cuando un oculto sentimiento o trauma surge a la luz a través de la palabra, otro símbolo intelectual, racional no iridiscente, es decir, consumado. En el caso de la música para cine, esta definición aplica sin dudas. El espectador no va al cine para escuchar música pero encuentra — consciente o inconscientemente— a la música como el refugio del conocimiento verdadero REVISTA PSIne • AGOSTO 2015 28 LO QUE SE ESCUCHA que le permite superar el trauma profundo que propone la película y así poder alejarse de la inmersión que propone una escena o una historia. Este alejarse se puede describir como un momento de racionalización objetiva, por la cual el sujeto que mira descubre —o siente— que hay algo en la escena que le permite “hacer sentido” de todo lo que está viendo y escuchando. Ese algo es siempre —cuando está presente—, la música. Notablemente, lo que sucede en escenas en las que hay música incidental, es que es casi inmediatamente queda olvidada. Este olvido no es casual. Lo que hacen los buenos cineastas actuales es tratar de volver al símbolo de sus películas en lo más cercano a algo verdadero. Cuando lo logran, se dan cuenta de que su película ya no es la pura representación y ha adquirido visos de conocimiento verdadero, que es el que siempre propone la música. Cuando descubren que su film ha logrado este grado de verdad, pueden prescindir de la música y sus escenas quedan resueltas en los puros silencios y sonidos de esta realidad inventada, las voces, los ambientes, los sonidos de la naturaleza, los sonidos de los objetos en las ciudades. Lo que los cineastas olvidan a veces es que el cine no es para contestar sino para plantear cuestionamientos, es acerca de lo incierto más que de lo cierto. Aquellos que entienden bien esto pueden trabajar con la música porque esta opera de la misma manera. Lo incierto no es lo falso. Lo incierto es lo que en el arremeternos a una realidad —o una historia o una aventura en el cine— aún no ha sido develado. El cine hace muy bien en usar la música como una herramienta de revelación y develación. El código El problema viene cuando la música es usada para ratificar lo que ya está siendo dicho, como si el público necesitara usar ese salvavidas simbólico, ese refugio contra el trauma de lo incierto, en absolutamente todas las ocasiones en que algo no es tan claro. El cine de Hollywood y clásico, sobretodo el de la industria más cercana al mercado comercial, usa la codificación natural que la música permite, haciendo de estos códigos una colección de íconos que responden todas las REVISTA PSIne • AGOSTO 2015 29 LO QUE SE ESCUCHA preguntas, como una manera de asegurarse de que todo lo dicho —y lo no dicho— por la imagen, sea expresado, revelado y contestado por lo sonoro. La cualidad iridiscente de la música tiene tanto poder que es extremadamente fácil dejarla funcionando en escenas de cualquier índole, produciendo el sentido buscado en vez de generar nuevas búsquedas en el espectador. En otras palabras, generando meta-mensajes para volver a la escena en una posibilidad polisémica, un mundo para indagar y no para resolver. El cine tiene su propio concepto de realidad y cada vez más lo hace notar. BIRDMAN (Iñárritu, 2014). Hombre - Pájaro. Un hombre que imagina ser hombre escucha su dolor de no ser hombre y de no poder vibrar en la dimensión de su deseo. Palpita su deseo a velocidades en tiempos inenarrables pero sólo entendibles desde la locura y la pulsión de volar, de tirarse por el balcón de un edificio, de arrojarse a una función teatral imposible de integrar. Sus tiempos ya no son los tiempos que corren sino son tiempos de una vida que nunca será la de él. No podrá ser y no podrá vibrar en consonancia con nadie. Todo en él palpita en contra de su fascinación por el amor que no hay ya en él y que ha perdido pero que nunca tuvo, un paraíso como le definió Borges —cuando dijo que sólo existen los paraísos perdidos—. El movimiento transita y lo transita y él debe transitar los movimientos, danzando inexorablemente sobre una línea de fuga que hará su vida un camino sin retornos. Lejos están todos y cerca está el camino. Los amores ya no se ven ni se oyen y él no puede escuchar lo que quiere. Sus voces interiores laten a ritmos tan frenéticos que prefiere golpearse el cuerpo para no escuchar. No escuchar que el viaje no tiene retorno. Que se acaba todo y que las salidas son todas dolorosas. El Hombre Pájaro sólo puede volar a su destino final. Ruidos en mi cabeza Golpes de batería son la única música extradiegética de la película Birdman —hay otras músicas pero pertenecen a las citas de otros films, los del pasado de este astro de la fantasía y esa música es la orquestal y que ilustra y emociona en ese tipo de film y está cuando nuestro héroe es tentado a volver a su pasado—. Un imaginario baterista trama ritmos que provienen del jazz o algo parecido y se pueden escuchar a lo largo del film en momentos diversos: cuando lucha en su camarín, cuando corre por los pasillos, cuando corre por la famosa Times Square, en calzoncillos. ¿Podemos entender por qué esta irregular y alocada serie de golpes rítmicos del REVISTA PSIne • AGOSTO 2015 30 LO QUE SE ESCUCHA jazz andan por toda la película, persiguiéndolo, ritmizandolo, apurándolo, danzando con él y sus trémulas sensaciones de pérdida y fracaso, de temor a la desaparición? Este film tiene un afuera y un adentro: la calle y el teatro. El adentro tiene un afuera y un adentro: el escenario y el camarín. Y este adentro tiene un afuera y un adentro: el interior del camarín y el interior de la cabeza de Birdman. Esta formación de exteriores e interiores está unida por la batería. Resulta que este instrumento del jazz, con raíces africanas y por eso podemos decir sin problemas que es negro de alma, es el nexo entre el afuera-afuera-afuera y el adentroadentro-adentro. También puedo certificar por conocer esta zona personalmente que Times Square, la esquina que reúne varias esquinas pero que podemos localizarla en 7ma avenida, Broadway y la calle 43 o 44 o 45 o 46 o 47, en Manhattan, Nueva York, es una esquina irreal, un “mitin” de culturas, de turistas de todo el planeta, de buenas y las peores intenciones, de King Kong, del Hombre Araña, de putas, ricos, sueños de grandeza, judíos ortodoxos vendiendo sus diamantes con lupas, de taxistas pakistaníes, hoteles 5 estrellas y media estrella, de luces que gastan en un día la energía de un año en un país pequeño. Esta esquina no puede ser más real que la escena de Raymond Carver que se juega en la sala que Birdman ha elegido para representar su caída o su elevación al cielo. Y esta esquina está siempre sonorizada por bateristas ocasionales que tocan sentados en la calle esperando un dólar y con sonidos que se mezclan con todos los sonidos de coches, tiendas, gritos, radios, que tocan con el jazz infernal noche y día. Esos sonidos nos llevan el afuera para adentro, todos los afueras hacia todos los adentros y viceversa, de modo tal que Birdman nunca sabe dónde está y cuando se queda atascado en una puerta, no sabe si corre hacia afuera o hacia adentro porque en él ya no hay límites que cruzar. Todo es un continuum, una escena, una puesta en escena de su vida que la cámara busca, con un truco, hacer de cuenta que nunca se ha detenido, la vida en una sola secuencia, un sólo acting que nunca le servirá para recibir el upgrade de actor de cine sensacionalista a actor de teatro serio. Sólo por un segundo, en la alocada gira mágica y misteriosa de nuestro héroe, podemos ver al baterista dentro —¿dentro?— del teatro sentado y tocando como dando cuenta de que él tampoco existe extra-diegéticamente sino que es parte del decorado sonoro y teatral. La esquizofrenia puede sonar a Times Square. REVISTA PSIne • AGOSTO 2015 31 DESTELLOS El lugar del niño en la actualidad. Cuerpo y goce. Una lectura de la época, la familia, los niños y las nuevas formas de satisfacción Claudia Lijtinstens Psicoanalista en Córdoba, Argentina [email protected] ara situar algunas características actuales de los lazos, de las modalidades de emparejarse, de hacer familia, voy a hacer referencia a algunos nuevos regímenes de satisfacción y su relación a los cuerpos. P Resulta ineludible retomar la cuestión de cómo la lógica del consumo (Brousse, 2012) rige los lazos de una manera generalizada. Estos toman las mismas valoraciones mercantilizadas de etiquetas y fechas de caducidad, de lo fácilmente descartable, de las liquidaciones o las buenas ofertas. Esto produce, por un lado, la deriva hacia un anonimato del sujeto en tanto bien de consumo generalizable; y por otro, la manipulación del desecho, lo trucho, falso o no original que se ofrece como un objeto en sí mismo devaluado, a menor costo pero muy fascinador en el plano imaginario. La avidez desenfrenada por alcanzar estos objetos y apresar la felicidad como sostén social organiza un circuito claramente siniestro en relación al empuje a la satisfacción autoerótica, componiendo extremas soledades con los desconciertos identificatorios que estas conllevan. Si los lazos sociales quedan liberados de las tradiciones y sueltos de todo discurso —a excepción del discurso capitalista— la moral sexual y las prácticas sexuales quedan también eximidas de la represión ancestral en el Otro. Afirmada en un polimorfismo extravagante, la sexualidad adulta se acerca cada vez más a la perversión tal REVISTA PSIne • AGOSTO 2015 32 DESTELLOS como Freud (1905 [2008]) la planteó en el sentido perverso-polimorfo de la sexualidad infantil, con el agregado, por supuesto, de la dimensión del acto sexual. En tanto el goce se ha liberado de la creencia, se ha fracturado el anudamiento del deseo y el amor, lo que se produce un estallido manifiesto al pasaje al acto. Podemos definir a esta época como la de una “modernidad avanzada” (Berenger, 2006), en la que existe, por un lado, una tendencia a la democratización y a la liberalización de los vínculos, pero a la vez se percibe una inestabilidad y desarraigo de esos lazos. La marcada tendencia a la individualización hace que el sujeto se vea impulsado a construir su existencia alrededor de su narcisismo y su satisfacción. En el mismo sentido y con gran frecuencia los hijos mismos obstaculizan este proceso, o por el contrario, recae en ellos el antídoto contra la soledad. Si antes eran las parejas las que, idealmente, programaban los nacimientos y se encargaban de trasmitir el nombre y el apellido familiar como un derecho de los niños, hoy se visualiza cómo es a partir del niño que se constituye una familia. “El niño crea la familia” (Laurent, 2010, p.21), sea cual fuese el lazo social (no necesariamente biológico) que determina esta asociación. Las transformaciones de la familia moderna (Fleisher, 2004) pueden situarse como consecuencia directa de las transformaciones de la moral sexual, que está condicionada a su vez, no sólo por los cambios generacionales, sino también por lo las nuevas tecnologías y las formas discursivas que promueven tomar al niño como objeto de consumo o como el desecho de los lazos familiares mismos (El niño resto). Observamos cómo la simetría reina en estas nuevas configuraciones, y los medios de comunicación funcionan, muchas veces, más bien como medios masivos de identificación, justamente cuando los referentes familiares o los de una autoridad permanecen frágiles para decodificar sus mensajes y acercar alguna interpretación. El niño queda, simplemente captado por la imagen, sin poder descifrar los imperativos a agruparse bajo el mismo rasgo común, bajo la misma satisfacción, sin la necesidad de pasar por el otro. Así es como funciona la primacía de lo imaginario y lo virtual en la tendencia actual de la comunicación. Por la inmediatez de la información, el saber que el niño construye alrededor de aquello que no tiene una sencilla representación —la sexualidad, la muerte, el devenir humano—, resulta insuficiente o excesivo para construir un sentido que organice temporalmente su decir y su lazo. Lo que permanece ausente es un referente que sirva de traducción a los asuntos de la satisfacción. Cuando ese saber no logra servir de soporte de una ficción que permita acomodar e interpretar la realidad, irrumpen la angustia, las inhibiciones y los síntomas como arreglos inusitados e ineludibles. En cuanto a las parejas y el amor… Las declinaciones del amor y de la sexualidad, el adormecimiento o el embelesamiento por la imagen y las pantallas, impactan en las nuevas particularidades que asume la sexualidad. Cada uno con su estandarte de goce se construye una lista de nominaciones que devienen de las prácticas de goce que se vuelve interminable. Y estas nominaciones son ofrecidas para promover más identificaciones a esa caracterización de satisfacción. Tan interminable es esa lista como los modos de gozar, aspirando a eliminar el malentendido, la castración y dejando reducido cada sujeto al extremo del sentido común a partir de ese broche imaginario de satisfacción. Estasmodalidadesdeeleccionesmenosestándares, delinean formas novedosas de anudamiento que se vuelven compatibles con la variedad y la multiplicidad de nuestro tiempo. Nuevas formas subjetivas no ancladas del todo al Nombre del Padre (NP) ni al falo, “…donde el NP está, pero no pueden hacer uso de este instrumento…” (Laurent (1998) s/d) trayendo aparejadas neo-identidades. REVISTA PSIne • AGOSTO 2015 33 DESTELLOS Un artículo publicado en abril de 2013 en el New York Times da cuenta del fenómeno haciendo referencia a la nueva sigla que proponen los militantes universitarios por los derechos por la diversidad sexual: LGBTQIAP. A la conocida Lesbians, Gays, Bisexual and Transexuals, agregan la “A” por Asexual, para quienes carecen de atracción sexual, la “Q” para los Questioning o confundido, la “I” de Intersexual, personas de sexo ambiguo, y la “P”, para quienes se consideran Pansexuales o poliamorosos. Esta aspiración al reconocimiento de los derechos de quien se reconoce como homosexual, poliamoroso o andrógino, como héterocurioso o pansexual, gira en realidad, también, en torno a la cuestión de la legalización, de la normalización de las conductas. Este empuje a modos de goce segregativos, resultante del multiculturalismo contemporáneo, traduce también la fragmentación del NP. Las identidades múltiples, simétricas, semejantes, la vecindad de goces, es lo que viene al lugar de la identificación, donde el cuerpo, el amor y la sexualidad son claramente devaluados, promoviendo semblantes fugaces, efímeros que deprecian en el mismo nivel el encuentro con el otro sexo. y lo subjetivo, donde lo íntimo se vuelve público, donde los derechos y leyes entre padres e hijos están permanentemente manipulados, donde el anonimato es una protección y la felicidad un bien supremo al que es posible de arribar. Se pueden apreciar las simetrías entre padres e hijos, entre madres e hijas, las analogías de goces en las que prevalece como ordenador el ideal de esos cuerpos, los que pueden alcanzar el éxtasis de un goce desconocido. Desligándose de las relaciones y de los lazos, los cuerpos se encuentran sin la trama discursiva que los envuelve. Cuerpos adormecidos, entumecidos, freezados o aburridos, protegidos y sumergidos en un goce autoerótico fuertemente expuestos al goce de la mirada. Padres ocupados en sus propios goces interrumpidos, o en sus propios fracasos por la fractura silenciada entre el amor y el deseo, transforman el amparo y la protección en sinónimo de vigilancia. Producto de sus propias decepciones y desilusiones, se encargan de volverse centinelas de lo imaginario y de lo imposible de programar del encuentro siempre equívoco de los sexos. Reclaman porque sus hijos no relatan o confiesan sus angustias cuando en realidad, no hay quién escuche ni se detenga a mirar. En el film, Hombres, mujeres y niños (Reitman, 2014) se investiga el efecto de esta devaluación sobre las familias, los adolescentes y sus padres. Las pantallas funcionan como espejos de cuerpos excesivamente delgados, de pornografía o de videojuegos, en los que adolescentes y padres quedan atrapados en un goce virtual/visual del espejo, en una inmersión en la imagen que crea la ilusión preventiva de hacer desaparecer el propio cuerpo a partir de lograr ausentarse lo más posible del otro. Allí se muestra cómo la pornografía y las redes sociales en general son, al mismo tiempo, la evasiva y la causa de una trama de conflicto dentro de lo familiar Así también, la pornografía explorada por padres e hijos se convierte en una especie “orgía de partes sin cuerpo y sin amor” (Stiglitz, 2015). Satisfacciones asociadas esencialmente a un objeto sin el entramado del entrecruzamiento entre el amor, deseo y goce. La elocuencia del film permite apreciar que, cuando el REVISTA PSIne • AGOSTO 2015 34 DESTELLOS malentendido y el síntoma de la pareja parental se reducen al rechazo sexual del partenaire, el adolescente vive su iniciación sexual con el mismo rasgo de rechazo, impotencia y angustia para acceder a un goce sexual. Inhibiciones severas, anorexias extremas, desamparo, soledades agudas, angustias y extravíos, miedos, hasta la depresión y el pasaje al acto es lo que muestran muchos jóvenes frente al mandato despiadado de un cuerpo que luzca como el trofeo ideal, ya sea el del deportista triunfador o el de la belleza extrema. Lacan, en La tercera (1988 [1998]), habla de la angustia y se pregunta ¿a qué tenemos miedo? Y responde que tememos a nuestro cuerpo. Es el sentimiento que surge de esa sospecha que nos viene de reducirnos a nuestro propio cuerpo. Es el miedo del miedo. Allí, cuando el sujeto queda sólo reducido a un objeto de satisfacción pulsional, la pulsión queda taponada por sus objetos y allí emerge el miedo y la angustia. Lo vemos en la joven anoréxica más abruptamente, en los padres y sus propios desvaríos. Pero también vemos que cuando ingresa el amor en el lazo, como en el film, asoma en Tim (Ansel Elgort) la posibilidad de frenar esa tendencia del sujeto a la identificación al objeto y con ello, algo importante en la vida puede suceder. La posibilidad de restituir algo de un sentimiento de vida, luego del abandono y rechazo de la madre, y del apartar él mismo, el futbol como el significante y la vía que hasta ese momento le permitía el acceso al padre y a la vida. Hay alguien que toma el lugar de Otro, de un significante vivo, de un cuerpo y de una palabra y eso alivia. Muchas veces el analista viene a ese lugar. A ofrecerse como un significante vivo, un cuerpo, una palabra….intentando despertar del adormecimiento, a sacar al niño o al joven de esa absorción por la imagen. Lo hace de manera discreta, acompañándolo en la lectura de esos nuevos semblantes para tratar de hacer con lo imposible, localizando una posición singular de goce en un cuerpo animado. Berenguer, E. (2006) “El lugar de la familia en la actualidad” en Virtualia N°15, Revista Digital De la Escuela de la Orientación Lacaniana. Disponible en: http://virtualia.eol.org.ar/015/default.asp?dossier/berenguer.html Brousse, M.-H. (2012) Los nuevos desordenes. Nel Mexico. Disponible en: http://www.nel-mexico.org/articulos/seccion/ varite/edicion/La-vida-sexual-contemporanea/558/Los-nuevos-desordenes Fleisher, D (2004) Clínica de las Transformaciones Familiares. Buenos Aires: Grama. Freud, S. (1905 [2008]). “Tres ensayos sobre teoría sexual” en Obras Completas. Volumen VII. Buenos Aires: Amorrortu. Lacan, J. (1988 [1998]) “La tercera” en Intervenciones y textos 2. Buenos Aires: Manantial. Laurent, E. (1998) ”El goce Toxicómano” en Sujeto Goce y Modernidad. Buenos Aires: Atuel. Laurent, E. (2010) ”Es el niño el que hace la familia” en El psicoanálisis con niños 3. Tramar lo singular. Buenos Aires: Grama. Stigliz, G. (2015): “Entrevista Express” previa al XI Seminario Internacional del CIEC Como vivimos hoy. Nuevos Goces: el cuerpo y la aversión por el lenguaje en el siglo XXI. Disponible en: http://www.cieccordoba.com.ar/ensenanzas/seminario-internacional/ seminario-internacional-2015/65-ensenianzas/seminario-internacional/seminario-internacional-2015/157-video REVISTA PSIne • AGOSTO 2015 35 DESTELLOS José Vidal Psicoanalista en Córdoba, Argentina [email protected] LA CULPA DE LOS PADRES he Bling Ring (Sofía Coppola, 2013) más que una película sobre la frivolidad de los fans, se propone ella misma como un tratamiento de lo superficial por la superficialidad. Esto se nota desde la tipografía de los créditos, la fotografía, pasando por su tono de comedia liviana que nos recuerda las películas para adolescentes de Lindsay Lohan, hasta su final moralizante. T la religión basada en “El secreto” en la que una madre intenta vivir con sus hijas. Las conductas de los jóvenes aparecen así como la consecuencia de la falta de los padres, en lo que podemos reconocer la posición propia de la neurosis. Los hijos, en la película, van en busca de su identidad a partir de la apropiación, al menos por un rato, Hay, en la filmografía de Sofía Coppola, una insistencia en algo como un reclamo hacia los padres, también presente en Las Vírgenes Suicidas (1999), en Somewere (2010) y también en Perdidos en Tokio (2003). Los hijos aparecen como descuidados, olvidados por unos padres que viven tras los objetos materiales y que dejan a los hijos sin referencias. The Bling Ring también critica la inconsistencia de los padres desde la perspectiva de los hijos, la vacuidad de sus valores que apenas se sostienen, o son objetos de consumo, como se ve bien con REVISTA PSIne • AGOSTO 2015 36 DESTELLOS de los objetos distintivos de los ídolos del cine. La adoración fetichista de objetos de los famosos no es algo excluyente de nuestra época, pero la película muestra una novedad que es hacerse una identidad a partir de esos objetos que son robados, el ídolo deviene entonces una víctima de sus fans y el fan se eleva en la fama por sobre el ídolo. Es un esquema interesante: por un lado, hay la exigencia de una identidad definida, de “ser uno mismo”, de un signo para inscribirse en el campo del Otro y, por otro lado, el rechazo a lo que viene del lado de la familia o las tradiciones. Entonces, la opción que queda son las propuestas identificatorias de los medios, el cine, la tv o internet, es decir, el consumo. Finalmente lo que resta es apropiarse de cualquier modo de esos bienes que son inaccesibles. El atractivo de Paris Hilton o de Linsay Lohan, emblemáticas en la película, parece estar en que son una especie de self made man, gente que se hace a sí misma como dice Lacan en Televisión (1973 [2012]). El que se hace a sí mismo no le debe nada al Otro, lo ha tomado de lo real y ha construido desde allí su identidad. Este es clásicamente un paradigma norteamericano que reproduce a nivel individual el modelo de lo que fue la conquista de América, donde el pasado, los padres, las tradiciones, el país, quedaban atrás para ir por la creación de un nuevo mundo. A nivel individual se puede obtener un rasgo de identidad a partir de lo real. Los colonos norteamericanos, por ejemplo, de algún modo se jugaron la vida, por ejemplo, buscando oro en California, para escribir un significante amo (S1), arrancando de las entrañas de la tierra su nombre y generando luego un linaje, a partir de ese primer significante amo. Los chicos de la película buscan un atajo, una vía rápida para la obtención de aquello que les daría un nombre. Robar unas joyas a famosos y poner la hazaña en Facebook. Bling, en el slang americano, es el sonido que figuradamente hace el brillo de una joya ostentosa. El brillo inmediato de la fama. Algo que pudimos ver aquí en Córdoba durante los saqueos de diciembre de 2013 cuando los ladrones publicaban en internet fotos con su botín lo que condujo finalmente, como en la película, a su detención. Ahora bien, ¿qué es la identidad?, ¿en qué se funda la identidad ? Lacan se detiene en el tema en El Seminario L’insu que sait de l’unebévue s’aile à mourre (1977 [s/d]) donde repasa los distintos tipos de identificaciones que propone Freud para obtener de allí lo que sería para el Psicoanálisis la salida la maldición de la identificación. Porque la identidad es, como dice Wittgenstein, un demonio. Y es un demonio porque no conduce a nada. A=A no quiere decir nada, la segunda A no agrega nada a la primera. La salida que Lacan busca no es la de la identidad sino la de la identificación a un modo de gozar nominado con un signo que no estuviera inscrito ya en el Otro. Parecido a lo de los colonos norteamericanos. De modo que la perspectiva del Psicoanálisis va en las antípodas de lo que buscan los ladrones de fama, que es la identificación al modo de gozar del Otro del mercado. Coppola capta el cinismo de sus personajes pero los defiende. Para ella los chicos son como niños y los responsables de sus delitos son los padres, impotentes para mostrar una salida satisfactoria para los hijos. REVISTA PSIne • AGOSTO 2015 37 DESTELLOS Tomemos la escena en la que el joven muchacho, después de su condena, es trasladado en una fila de presos encadenados. Se buscó para la escena a tipos que parecieran criminales: Un negro obeso pelado, un hippie con pelo largo y colita atada, un latino y otro que no se ve bien, pero todos hombres de más de cuarenta años, con los brazos tatuados. Es claro que esos tipos son asesinos, peligrosos, pesados. El chico, de manera ostensible, desentona con el conjunto, él es un inocente chico w.a-s.p1, un blanco anglosajón y protestante, es decir, es una víctima de su desorientación. A diferencia de los demás de la fila, el chico está confundido y triste. Mientras los otros tipos son verdaderos criminales, él ha llegado a esa situación casi por accidente y no sabe muy bien qué es lo que está ocurriendo. La directora nos muestra que su ingreso en el mundo de la delincuencia estuvo marcado por un no saber, por un no darse cuenta de las consecuencias posibles de sus actos y por una inocencia que acompañó a una travesura. Es decir, la idea es que los chicos, ansiosos de fama, se metieron en un problema sin tomar conciencia de las posibles derivaciones. Pero nosotros sabemos, por nuestra clínica que esa es la posición de cobardía moral que Lacan propone en Televisión, en la que el sujeto que no quiere saber nada con lo que es su propio deseo y deja en el lugar del Otro la responsabilidad de lo que le ocurre. Este mismo personaje, el muchacho, en una escena anterior, en su terapia, muestra que tiene claras las cosas, que no tiene nada de inocente, y hace la única reflexión interesante de la película cuando dice que “este país tiene una fascinación por Bonnie and Clyde”. Es como una clave desde la que podríamos leer toda la película: Coppola muestra que el Otro social, el Otro del capitalismo, a la vez que exige éxito y fama aún por la vía de la transgresión, y hay que ver que el individualismo es en definitiva una trasgresión al Otro social, es una fuerza superyoica impresionante que, como Saturno, va a terminar devorando a de sus hijos. La cosa va a terminar mal, en el sacrificio de sus jóvenes. La policía, unos patoteros tremendos entrando a las casas, empujando, al grito de “tenemos una orden”, muestra que el sueño de impunidad es una trampa en la que caen los incautos y que, de la mano de esos ángeles de la venganza, el castigo le llega a todos sin excepción. Es el mismo modelo que pudimos ver en la inolvidable Thelma and Louise (Ridley Scott, 1991) primero el empuje a la libertad, al individualismo, que en segundo plano muestra la transgresión y luego el castigo que cae sobre ellos como sobre cualquier criminal. Los chicos en The Bling Ring, desamparados, llaman a su mamá. White Anlgo-Saxon Protestant: Blanco, anglosajón y protestante. Término de uso coloquial que hace referencia a un grupo de ciudadanos estadounidenses de posición social alta y con poder económico. 1 Lacan, J. (1976-1977 [s/d]) L’insu que sait de l’une-bévue s’aile à mourre. Inédito Lacan, J. (1973 [2012]) “Televisión” en Otros Escritos. Buenos Aires: Paidós. REVISTA PSIne • AGOSTO 2015 38 DESTELLOS Ciudad de Dios, ciudad del Uno iudad de Dios (Meirelles, 2002) es el nombre de una favela en Rio de Janeiro. Es el lugar donde nacen y viven dos chicos; Ze Pequeño (Leandro Firmino) y Buscape (Alexandre Rodrigues), cuyas historias se cruzan y se separan al mismo tiempo, cada una empujada por un modo de satisfacción singular. C Ciudad de Dios, lejos de ser un “no lugar”—como nombraba Marc Auge (1993) a aquellos espacios desprovistos de singularidad y subjetividad, los lugares de tránsito, como los shoppings, los aeropuertos, las estaciones de servicio— es, más bien, un todo lugar, o un lugar todo. Todo exceso, puro gozar. Un espacio donde lo ilimitado y la satisfacción más pura y dura es lo que impera, aunque, no sin sufrimiento. Podríamos decir que ambos, Ze Pequeño y Buscape, tienen éxito en las vicisitudes de sus pulsiones. Ze Pequeño, comandado por su pulsión, irrefrenable desde niño, terminará convirtiéndose en el narcotraficante más temido y respetado de Rio de Janeiro. Sus objetos de goce: las armas y las drogas. Encuentra, finalmente, lo que irremediablemente buscaba, su propia muerte. Buscapé, de manera diferente, logra un modo de hacer con las terribles piezas de su vida. Efectivamente escondido, defendido, detrás de su propio objeto: la cámara de fotos, llega a convertirse en reportero gráfico. Y lo decide el día en que ve cómo la cámara de fotos de un periodista Mariana Gómez Psicoanalista en Córdoba, Argentina [email protected] REVISTA PSIne • AGOSTO 2015 39 DESTELLOS desconocido capturaba el cuerpo de su compañero, Velludo, que acababa de morir asesinado a balazos. Termina, así, mirando la vida a través de la lente. Como un modo de defensa entre él y el horroroso mundo. Pero también, entre él y su propio agujero. Y hace de eso, un medio de vida. Esta película, una verdadera y preciosa obra de arte, me ha enseñado y me ha permitido pensar sobre dos ejes de trabajo para extraer de ellos algunas consecuencias epistémicas. Por un lado, el campo de las compulsiones, como fenómeno que encontramos en la clínica y raíz de diversas patologías; y por el otro, el concepto lacaniano de extimidad. Los abordaré en ese orden. Compulsivos. Eso que no cesa Dice Ze Pequeño: “Un bandido no se detiene”. Esta es para mí la frase que marca lo compulsivo en esta película. Eso que no cesa. Fue Freud (1920 [2007]) quien primero trabajó el fenómeno de la compulsión. Y lo hace fundamentalmente en 1920 cuando descubre la pulsión de muerte y nos dice que ella se nos presenta como compulsión de repetición. La compulsión de repetición está más allá del principio de placer y es lo que lleva al sujeto a actuar en contra de su propio beneficio. Entonces, el sujeto no puede detenerse en ese acto, compulsivo, que puede llevarlo, incluso hasta la muerte. Hay un no detenerse. Un imperativo inconsciente. Así, encontramos lo compulsivo en ciertos actos, ciertas situaciones, en la vida que se repiten una y otra vez. Repetir siempre la misma historia en la vida, en la elección de pareja, en lo laboral, situaciones de las cuales el sujeto puede ser consciente de ello pero, sin embargo, caer una y otra vez en la misma trampa. Así, lo trabaja el mismo Freud en su obra Más allá del principio de placer (1920 [2007]). Para Lacan, lo compulsivo se trata de un modo de satisfacción o de un goce solitario que acontece y donde el cuerpo del sujeto es el protagonista. Porque la satisfacción es siempre del cuerpo. Uno del goce que se repite en el cuerpo. Retorna siempre al mismo lugar, más allá del sentido. Un goce que itera y abre el cuerpo a lo ilimitado. Y como no hay modo de hacer pasar dicho goce por los desfiladeros de la palabra, en esta iteración no hay pérdida de goce, sino repetición cada vez, como nos lo decía Fabián Fajnwaks (2015) en el último Seminario Internacional del CIEC. Esta iteración, entonces, es la reiteración de los efectos producidos en aquel impacto REVISTA PSIne • AGOSTO 2015 40 DESTELLOS originario que subyace en el encuentro traumático entre cuerpo y lenguaje. Es la iteración del Uno. que cada uno se rija por su propio goce. Esto es lo que produce la violencia, dice Miller (2010). Es el cuerpo, en definitiva, el que empuja al más y más. Y esta tiranía del cuerpo, muchas veces, responde u obedece a hacer existir algo que no hay. Tiene que ver con un vacío subjetivo difícil de soportar, como parece ser el de Ze Pequeño. Este vacío, este dolor de existir, hace que un sujeto busque irrefrenablemente algo que lo distraiga de su soledad, del desamparo, del sufrimiento. Pero la cuestión es que, como decía Freud, es imposible amar al otro. Y esto, porque yo mismo no me amo. Y entonces, se trata de que uno se reconoce en el otro. Se trata de un real fuera del campo del Otro, que no se dirige al Otro. Es el Uno sin el Otro. Un punto de goce desabonado del inconsciente, como lo trabaja Lacan en su Seminario 3 (1955-1956 [2007]). A este lugar puede venir también el consumo de objetos, de drogas, de sexo, de porno. Como modo de llenar ese agujero. Entonces, “eso que no cesa” se apodera del sujeto y se fija allí. Ze Pequeño no puede dejar de matar, en el extremo de la iteración. El director lo muestra implacable. Sin culpas ni remordimientos. Pura satisfacción. Un goce solitario, donde está sólo él. A pesar de que lo veremos derrumbarse a partir de la muerte de su amigo. De su partenaire en la vida. Lo único que él tenía. Jacques Lacan en su Proposición del 9 de octubre sobre el psicoanalista de la Escuela nos advertía: “Nuestro porvenir de mercados comunes será balanceado por la extensión cada vez más dura de los procesos de segregación” (1967 [2012] p.276). El segregacionismo es aquella política que tiene como práctica separar, excluir al Otro. Un otro que generalmente es minoría. Se trata de apartar al diferente. De allí que tanto Freud —con su teorización sobre el “narcisismo de las pequeñas diferencias”— como Lacan, se hayan interesado por los fenómenos de segregación para concluir, Lacan, que las comunidades, las fraternidades están atravesadas por un goce que expulsa lo extraño en el Otro pero al mismo tiempo, en uno mismo. Extimidad. Odiar el goce del Otro. Lacan (1958-1959 [1995]) inventa una palabra para nombrar esto: extimidad, neologismo que une dos términos: lo íntimo, por un lado, y lo extranjero o extraño, por el otro. Esta palabra nos ofrece una topología para situar lo que vacila entre interior y exterior a través de dos círculos de representaciones. Ciudad de Dios es un lugar donde no impera la ley del Otro, más bien, la ley del otro perverso. Y entremedio se cuela el horror. Niños con pistolas, tráfico de drogas y abandono. Esto hace El concepto de extimidad nos permite entender que el acto de la segregación es el odio al goce del Otro. Esto es lo que podemos captar en el horror del racismo moderno, en donde no basta REVISTA PSIne • AGOSTO 2015 41 DESTELLOS con cuestionar al Otro y en donde se puede advertir algo más que la agresividad, aunque ésta implique a la violencia. No se trata sólo de agresividad imaginaria que se dirige al semejante. En el racismo se odia la manera particular en la que se imagina el goce del Otro. Se trata del odio al goce del Otro. Se odia especialmente la manera particular en que el Otro goza, nos dice Miller (2011). Pero que en realidad, se trata del odio a sí mismo, de manera éxtima. La película muestra claramente esto: hay dos bandos que tienen orígenes más o menos comunes, con costumbres parecidas, y sin embargo, se odian. Y hasta buscan razones para el odio. Especie de puntos de abrochamiento discursivos que den sentido al sinsentido. Por ejemplo, en la escena en donde se les pregunta a cada uno por qué quiere servir para dicho bando. Entonces, extimidad es un concepto que nos lleva a pensar en aquella satisfacción que no es ni interior ni exterior, sino ambas cosas a la vez, y que impide en definitiva, como lo vimos en esta película, el lazo social y la posibilidad de un encuentro con el otro. Aunque se compartan desgracias, carencias y opresiones. Por último y para concluir, encuentro que se trata de una película donde siempre aparece el dos, más que el tres. Dos amigos, dos bandos, dos salidas diferentes. Y lo paradójico es que en la Ciudad de Dios, que hace referencia a un padre, al Dios padre, no hay lugar para un tercero. Para lo que en psicoanálisis llamamos un nombre del padre, un tercer registro que pueda introducirse, en la relación imaginaria del dos. Tal vez, por eso, como un modo de invocarlo, fallidamente por cierto, esta ciudad se haya hecho llamar así: Ciudad de Dios. Auge, M. (1993) Los no lugares Espacios del anonimato. Antropología sobre la modernidad. Barcelona. Gedisa. Freud, S. (1920 [2007]) “Más allá del principio de Placer” en Obras Completas. Volumen XVIII. Buenos Aires: Amorrortu editores. Lacan J. (1967 [2012]) “Proposición del 9 de octubre de 1967. Sobre el psicoanalista en la Escuela” en Otros Escritos. Buenos Aires: Paidós. Lacan, J. (1955-1956 [2007]) “Las psicosis” en El seminario de Jacques Lacan, Libro 3. Buenos Aires: Paidós Lacan, J. (1958-1959 [1995]) “La ética del psicoanálisis”en El seminario de Jacques Lacan, Libro 7. Buenos Aires: Paidós Miller J.- A. (2010) Extimidad. Buenos Aires: Paidós. Miller, J.-A. (2011-1012) “El ser y el Uno”. Curso de la Orientación Lacaniana. Inédito. Najles, A. R. (2013) Delicias de la intimidad. De la extimidad al sinthome. Buenos Aires: Paidós. REVISTA PSIne • AGOSTO 2015 42
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