[ cu rso ] Inscripción en Recepción C. Loyola Los ejercicios son... Nombre: “Todo lo mejor que yo en esta vida puedo pensar, sentir y entender, así para el hombre poderse aprovechar a sí mismo, como para poder fructificar, ayudar y aprovechar a otros muchos...” Correo electrónico: San Ignacio de Loyola (Carta a Manuel Miona, 16-11-1536) Apellidos: Teléfono: Marca con una cruz lo que proceda: 20 14 -2 01 5 iniciación a la experiencia de Dios Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola * Deseo Acompañamiento Espiritual * Deseo realizar los Ejercicios Espirituales Gastos de matrícula 15 euros Centro Loyola de Alicante -Compañía de Jesús- Centro Loyola de Alicante C/ Gravina nº 4, 1º (03002 Alicante) Telf. 965208029 Fax. 965209523 e mail: [email protected] Equipo Acompañantes (jesuitas y laicos) www.centroloyola.com www.centroloyola.com S. Ignacio de Loyola propuso los ejercicios espirituales como un modo de ayudar a encontrarse con Dios y desde ahí orientar la propia vida. Un encuentro donde se busca sentir y gustar el amor de Dios para transmitirlo después, en cualquier circunstancia y momento. Ejercicios Espirituales en la vida diaria Acompañamiento personal EN GRUPO A) Iniciación Ayudar a toda persona que desee iniciarse en la experiencia de Dios a través de la oración en la vida diaria, y sensibilizarse en los valores humanos y cristianos para que le ayuden a dar sentido tanto a su vida interior como apostólica. B) Profundización Abordar la imagen de Dios y el encuentro personal con Él, donde desborda su perdón sobre el mal y el pecado, completando el proceso con contemplaciones de la vida de Cristo, de su muerte y resurrección. INDIVIDUAL Se trata de realizar la experiencia espiritual que San Ignacio de Loyola concibió y sistematizó. Consiste en un proceso de conversión y liberación profunda con el fin de buscar y hallar la voluntad de Dios para uno mismo, para así orientar desde la auténtica libertad la propia vida y fortalecer la adhesión y el seguimiento a Jesús. ...La tarea se centra en ayudar a la persona acompañada a objetivar lo que vive. Por tanto, la comunicación versará sobre aquellas vivencias y resonancias interiores que conviene descifrar para reconocer las sendas del Espíritu y las posibles desviaciones. El acompañante no ha de dar su parecer sobre las dudas que se planten en la vida o en la oración, ni enseñar, planificar o exhortar, sino colaborar a que la vida de Dios vaya fluyendo en la persona acompañada y vaya fecundándola. (J.Mª Rambla revista espiritualidad Manresa)
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