Primera ponencia. Esquema La Iniciación Cristiana de Adultos 1

XXVII Jornadas Diocesanas de Liturgia
Archidiócesis de Sevilla
10-11 de febrero. Seminario Metropolitano
Primera ponencia. Esquema
La Iniciación Cristiana de Adultos
M. I. Sr. D. Alejandro Pérez Verdugo
1.
Introducción.
2.
Dificultades actuales para la Iniciación Cristiana.
3.
La maternidad de la Iglesia se realiza en la Iniciación Cristiana.
3.1
3.2
3.3
3.3
¿Quién inicia?
¿A quién inicia la Iglesia?
¿Cómo se inicia?
¿Cuándo acaba la iniciación cristiana?
4.
La Iniciación Cristiana del adulto, un todo único.
4.1
Breve repaso de los pasos actuales de la Iniciación Cristiana.
5.
Una liturgia mistérica.
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“Sed et caro abluitur, ut anima emaculetur; caro unguitur, ut anima consecretur;
caro signatur, ut (et) anima muniatur; caro manus impositione adumbratur, ut (et)
anima spiritu inluminetur; caro corpore et sanguine christi vescitur, ut et anima
de deo saginetur”.
“Se lava la carne para que se purifique el alma; se unge la carne para que se
consagre el alma, se marca la carne para que también sea protegida el alma; se
somete la carne a la imposición de la mano para que también el alma sea
iluminada por el Espíritu; se alimenta la carne con el cuerpo y sangre de Cristo,
para que también el alma se sacie de Dios”.
(Tertullianus. De resurrectione mortuorum. VIII, 3).
1. Introducción
A partir de 1889 comienza a recuperarse el concepto de iniciación cristiana
en la teología de los sacramentos a manos del liturgista Duchesne y su obra
“Orígenes del culto Cristiano”.
El Concilio Vaticano II y sus documentos lo fueron incorporando. Del
mismo modo el Código de Derecho Canónico lo asume en sus cánones:
788/2, 842/2, 851/2, 872, 879, 920/1.
Y es que la iniciación cristiana es para hacer cristianos, porque “uno no
nace cristiano, sino que tiene que hacerse cristiano” (Tertuliano, De
testimonio animae, 1, 7). Por ello dirá el RICA 8 que “la iniciación
cristiana no es otra cosa que la primera participación sacramental en la
muerte y resurrección de Cristo”. Esto significa que la persona que se inicia
se hace miembro del Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. Y la Iglesia es
misterio que requiere una preparación para entrar en ella porque en ella se
encuentra el depósito de la fe que se expresa a través de sus misterios, los
sacramentos.
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2. Dificultades actuales para la Iniciación Cristiana
- El clima religioso ha cambiado mucho en pocos años. Se está
produciendo un debilitamiento de la vida moral, personal, familiar y social.
La gente vive al margen de Dios (el estadio de fútbol o el carrefour). Parece
que Dios no es necesario y es mas cómodo vivir al margen de él, de un
modo indiferente.
- Nuevas generaciones no tienen noticias de un Dios vivo y no conocen qué
significa la muerte y resurrección de Cristo.
- Por otro lado vemos como muchos iniciados que han sido bautizados,
adultos y jóvenes, no están iniciados en la fe, o están de un modo deficiente
e incompleto, al contrario que en otros momentos de la historia,
precisamente hoy que tenemos tantos medios. Y la hora semanal de
catequesis es evidente que resulta insuficiente.
- Frente a la “parcelación” del saber la Iniciación Cristiana supone un
aprendizaje integral: vivencial-celebrativo, experiencial-oracional y de
contenidos catequético-bíblicos.
- Mientras que la pertenencia hoy a grupos o asociaciones es un
complemento o voluntariado para los tiempos libres, la Iniciación Cristiana
afecta a toda la vida, no es la catequesis una tarea para el tiempo libre, ni lo
que asumo en ella, parte del horario de la semana, sino que afecta a toda mi
vida y es un acto tanto para el niño como para el catequista primordial en la
semana.
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- La Iniciación Cristiana es para siempre y exige fidelidad a Cristo,
mientras que la sociedad ofrece actividades pasajeras. La catequesis no es
una actividad más.
- Frente al disfrute de lo inmediato, la Iniciación Cristiana forma para que
el individuo viva en la esperanza de un futuro final, que exige el gozo
presente de la presencia de Cristo. Se trata de la inmaterialidad de la
felicidad frente a la felicidad materialista que nos plantea nuestro mundo.
- Ante estas dificultades no solo no hemos de desanimarnos sino como
cristianos ver un reto que se nos plantea y afrontarlo apoyados en el Dueño
de la Viña. El nos encarga abrir nuevos surcos y caminos y preparar una
tierra bien dispuesta donde pueda germinar y dar fruto de nuevos cristianos.
3. La maternidad de la Iglesia se realiza en la Iniciación Cristiana
- La Iniciación Cristiana está incluida en el mandato misionero de Jesús:
“Id y haced discípulos”, “enseñad”, “bautizad”. Estas tres dimensiones
(comunidad misionera, palabra y sacramento) son elementos interiores del
mandato misionero (Mt 28, 19-20). A la luz del mandato del Señor y como
respuesta a él se entiende la tarea de la iniciación cristiana. La Iniciación
Cristiana no es una decisión que nace del interior de la comunidad cristiana
sino que viene dada y urgida por el Señor.
- La catequesis implica un itinerario de fe desarrollado con gradualidad y
progresión, articulado en un proceso por etapas. Este proceder tiene su
origen en el modo como Dios ha actuado a lo largo de la historia de la
salvación y en la condición del propio hombre respetando el tiempo de
maduración y el ritmo de crecimiento de cada persona en concreto con sus
progresivos avances.
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- Está en juego la construcción del cristiano en la transformación radical de
su ser, no es una mera información sobre la fe o actualización de la misma.
Lo que identifica y cualifica al itinerario de la iniciación cristiana es ser el
cumplimiento gradual de un “misterio”, el misterio pascual, en la vida del
iniciando; es ser la realización concreta del acontecimiento de la inserción
en la persona de Cristo.
- La iniciativa amorosa de Dios se realiza en la Iglesia y por mediación de
la Iglesia. Cristo le ha encomendado a ella la misión que, a su vez, él había
recibido del Padre (Jn 20, 21). La función maternal de la Iglesia consiste en
engendrar a la vida a los hijos de Dios. De este modo, la Iglesia, mediante
la Iniciación Cristiana, manifiesta su identidad de madre porque a la vez
que incorpora al hombre a Cristo, lo incorpora al Cuerpo de Cristo, y ejerce
su condición maternal al engendrar al cristiano y al introducirlo en la gran
familia de los Hijos de Dios.
- Nadie puede quedarse desamparado del regazo de la Iglesia. Es Dios
quien se adelanta, en donación gratuita, a ofrecer su vida antes que el
hombre se la pida, igual que los padres ofrecen su amor y acogen a la vida
a un hijo. (Las quejas de los sacerdotes ante los bautismos ¿?)
- Se trata de un Dios lleno de infinita ternura por la humanidad que quiere
que “todos los hombres se salve y lleguen al conocimiento de la verdad”
(1Tim 2, 3). Es un Dios que no condiciona su amor salvífico a la respuesta
de los hombres, al contrario, se trata de que “El nos amo primero” (1 Jn 4,
19). Por eso la actitud maternal de la Iglesia en el Bautismo de niños quiere
canalizar el don del amor universal, precedente y gratuito del Padre.
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- La Iniciación Cristiana es una tarea de todos los fieles, pero de un modo
especial de aquellos a los que la Iglesia encomienda la tarea de hacer
nuevos cristianos, como son los catequistas. Esto reclama una conversión
de nuestras comunidades, fomentando la comunión eclesial como
presupuesto para la credibilidad y eficacia de la misión. En definitiva, cada
persona iniciada pasa de una existencia individual a una existencia eclesial,
y por ello debe sentirse realmente a gusto y realizado allí donde se va a
encontrar inserto. Por eso no basta “dar a luz” a los nuevos miembros, sino
que la comunidad debe acoger y ofrecer un espacio de vida cristiana.
- Otra estructura básica de la Iniciación Cristiana es la familia donde la
labor de los padres debe entenderse como un verdadero “ministerio” que
brota del sacramento del matrimonio.
- Los padres son testigos de la fe para sus hijos, que acompañan con la
palabra, el ejemplo y el estilo de vida a los miembros del hogar que están
madurando en la vida de fe. La transmisión de la fe pasa por el testimonio
directo de la familia, por el contagio de la experiencia de los padres. Dar a
conocer a Jesús no es comunicar una idea ni explicar una lección: es
comunicar y compartir una experiencia de vida.
- Las lagunas y dificultades en la Iniciación son fruto, por desgracia, de una
deficiente identidad creyente de tantas familias cristianas.
- La tarea de educar hoy en la fe implica considerar a la comunidad familiar
como “lugar” de la catequesis.
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- En la Iniciación la Iglesia engendra a los nuevos hijos y los cuida y los
alimenta con la Palabra, los acompaña y los alienta con su testimonio y los
sostiene con la oración y la participación en las celebraciones litúrgicas.
- La Iglesia muestra así su rostro maternal y ofrece lo mejor de sí misma a
cada persona que busca un sentido a su existencia y una razón para vivir.
Las entrañas de madre de la Iglesia la mueven a que nadie se quede fuera,
huérfano y desamparado del don gratuito que Dios hace de sí mismo.
- La Iglesia es servidora del hombre y ¿acaso puede hacer algo mejor por el
hombre y por su humanización verdadera que conducirle al encuentro con
el Señor? El objetivo es que todo ser humano sea acompañado en su deseo
implícito y su búsqueda explícita de Dios, de modo que pueda alcanzar la
conversión y la intimidad de vida con El.
- Mediante los sacramentos de la Iniciación el hombre se hace poseedor de
los más grandes bienes que puede desear como son: el perdón de los
pecados, la fe, la santificación, el don del Espíritu Santo, la adopción de
hijos de Dios y la vida eterna.
3.1 ¿Quién inicia?
Inicia la Iglesia porque es Madre y tiene que enseñar a andar a sus hijos en
el seguimiento de su Hijo. La Ecclesia Mater al mismo tiempo que inicia se
ve reiniciada porque a través del proceso de iniciación es como ella recibe
nuevos hijos. Por ello afirmamos que la Ecclesia es Mater semper
initianda. En definitiva el verdadero iniciador es Dios que es quien toma la
iniciativa del proceso. Así nos lo recuerda el RICA 7 (observaciones
generales), 37, 41-48. En el nº 41 dirá: “el pueblo de Dios representado por
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la Iglesia local, siempre debe entender y mostrar que la iniciación de los
adultos es cosa suya y asunto que atañe a todos los bautizados”.
3.2 ¿A quién inicia la Iglesia?
La iniciación cristiana se ofrece a todos, sin discriminación; es decir, a todo
hombre o mujer libre, capaz de actos personales y conscientes, con
voluntad de agregarse al grupo. Este se somete libremente a un proceso
personal de transformación radical en su condición social o religiosa. Por
ello la iniciación cristiana se articula sobre la conversión y el
adiestramiento del candidato a la vida cristiana, porque al final del proceso
será otro, una criatura nueva, un neófito. El RICA 10 dice que “de la
evangelización, llevada a cabo con el auxilio de Dios, brotan la fe y la
conversión inicial, con las que cada uno se siente arrancar del pecado e
inclinado al misterio del amor divino. A esta evangelización se dedica
íntegramente el tiempo del precatecumenado,
para que madure la
verdadera voluntad de seguir a Cristo y de pedir el Bautismo”.
3.3 ¿Cómo se inicia?
¿Cómo se hace un cristiano?
Como venimos diciendo el primer
paso es la evangelización que tiene como finalidad la conversión y la fe.
Luego viene la formación en la fe o instrucción, pero no se trata solo de
una instrucción doctrinal sino también del aprendizaje de un nuevo género
de vida, para que el discípulo se una a Cristo, su Maestro (AG 14). En
realidad el cristianismo es ante todo una historia de salvación, antes que un
cuerpo de doctrina o un código de normas éticas. Por ello los instrumentos
de que se vale para introducir en el misterio son símbolos reales,
sacramentales, acciones del Seño de la gloria, memorial eficaz del misterio
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de salvación en el que son iniciados los nuevos miembros; así nos lo
recuerda el nº 1-2 del RICA).
Finalmente la recepción de los tres sacramentos de la iniciación
cristiana: bautismo, confirmación y eucaristía, culmina un único
acontecimiento de todo un proceso, de tal modo que podemos hablar del
gran sacramento de la iniciación cristiana. Estos sacramentos ponen los
fundamentos de la vida cristiana (Catecismo 1212). Estos sacramentos son
el último grado o etapa, cumbre, del itinerario de la iniciación cristiana
(RICA 27).
Estos tres sacramentos aunque concurren en una sola celebración, su
unidad refleja una unidad más profunda, teológica, es decir están juntos
para asegurar la progresiva configuración del creyente con Cristo y su
plena entrada en la Iglesia y para llevar a los fieles a su pleno desarrollo
(RICA 1-2). Así nos lo recuerda el Código de Derecho Canónico 842/2:
“Los sacramentos del bautismo, de la confirmación y de la santísima
Eucaristía están tan íntimamente unidos entre sí, que todos son necesarios
para la plena iniciación cristiana”.
En realidad en la Iglesia Occidental, en la que nos encontramos, este
proceso unitario se vio eclipsado, como en un largo paréntesis, hasta el
siglo XX prácticamente, aunque ya se venían haciendo estudios desde
finales del S. XVII.
Ciertamente que “la iniciación cristiana alcanza su culmen en la
comunión del Cuerpo y de la Sangre de Cristo” como nos recuerda el
Ritual de la Confirmación nº 13, pero no son tres sacramentos
independientes y autónomos, sino que están unidos internamente entre
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ellos, porque tienen un objetivo común: la introducción del catecúmeno en
el misterio de Cristo (P.O. nº 5 a la mitad) y en la Iglesia (RICA
observaciones generales 1-2, observaciones previas 27, 34).
Pablo VI en la Constitución Apostólica “Divinae consortium naturae”
que precede al Ritual de la Confirmación, señala una cierta analogía entre
los sacramentos del iniciación cristiana y la vida humana. Dice así: la
iniciación cristiana “tiene cierta analogía con el origen, el crecimiento y el
sustento de la vida natural. En efecto, los fieles renacidos en el bautismo se
fortalecen con el sacramento de la confirmación y, finalmente, son
alimentados en la Eucaristía con el manjar de la vida eterna, y, así por
medio de estos sacramentos de la iniciación cristiana, reciben cada vez con
más abundancia los tesoros de la vida divina y avanzan hacia la perfección
de la caridad.”
3.3 ¿Cuándo acaba la iniciación cristiana?
Algunos, muy atrevidos, podrían decir que la iniciación culmina con la
Confirmación del catecúmeno. Otros con más conocimiento dirían que en
sentido estricto la iniciación termina en la Eucaristía. En realidad ni una
cosa ni otra. La iniciación cristiana es también sólo el comienzo de la
existencia cristiana; sólo abre la puerta a la vida cristiana, hasta el punto
que toda la vida ha de considerarse como un proceso de conversión e
iniciación permanentes.
La verdadera iniciación se dará sólo a través de la muerte, con el ingreso
en el goce de la vida eterna. Esta será la culminación de aquello que se
inició. Esta perspectiva de la meta final del que se inicia nunca debe
perderse de vista porque le da a todo el proceso una tensión escatológica,
propia del cristiano que aspira a un más allá definitivo.
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4. La Iniciación Cristiana del adulto, un todo único
- La Iniciación Cristiana es un todo en el que la crismación es la perfección
del Bautismo, y la Eucaristía la consumación de los dos. Estos 3
sacramentos constituyen una unidad, aunque mantienen su especificidad.
- El Ritual de la Iniciación Cristiana de adultos afirma que los 3
sacramentos de Iniciación Cristiana están estrechamente relacionados y
dice que el adulto recibe después del Bautismo la Confirmación y al
enlazar ambos sacramentos se significa la unidad del misterio pascual, y el
vínculo entre la misión del Hijo y la efusión del Espíritu Santo.
- Pero como dirá Tertuliano “uno no nace cristiano, sino que tiene que
hacerse cristiano” (De testimonio animae), por ello la Iniciación Cristiana
es para hacer cristianos. La Iniciación se articula sobre la conversión y el
adiestramiento del candidato a la vida cristiana (RICA 10). La instrucción
es elemento importante en toda iniciación, pero no es sólo comunicación de
esquemas de pensamiento; no es sólo enseñanza doctrinal. Es también
aprendizaje de nuevo género de vida.
- La Iniciación es un proceso eclesial: no hay que olvidar que en esta
acción de la Iglesia toma cuerpo y forma la iniciativa de Dios, que es quien
da peso a todo el proceso: El es el verdadero iniciador. Los ritos que
jalonan la marcha del catecúmeno celebran como don de Dios los progresos
que va haciendo el catecúmeno en todos los sentidos.
- La Iniciación Cristiana es también sólo el comienzo de la existencia
cristiana; sólo abre la puerta a la vida cristiana, que toda ella ha de
considerarse como un proceso de conversión e iniciación permanentes. La
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verdadera iniciación definitiva sólo se dará, a través de la muerte, del
ingreso en el goce de la vida eterna. Este es el carácter escatológico que le
da una perspectiva de meta final a todo el proceso.
- Todos los agentes, elementos y etapas de la Iniciación Cristiana están
articulados entre sí de forma que todo el proceso constituye un único
acontecimiento. De ahí que podamos hablar del gran sacramento de la
Iniciación Cristiana.
- Los sacramentos de la Iniciación Cristiana que actualmente, en la mayoría
de los casos, se reciben de modo aislado en el tiempo, son un todo único.
Estas 3 celebraciones son momentos claves y cumbre de toda la Iniciación
Cristiana, que condensan mejor que ningún otro momento el significado de
todo el proceso, su orientación y dinamismo.
- En épocas más remotas se presentaban como una unidad, formando parte
de una única celebración. Esto se ha recuperado en el RICA después del
Concilio. Los 3 concurren juntos para asegurar la progresiva configuración
del creyente con Cristo y su plena agregación a la Iglesia. La iniciación no
será completa mientras no se hayan recorrido estas tres etapas.
- No son tres ritos de paso independientes, cerrados en sí mismos; ni
siquiera tres etapas autónomas. Son tres etapas de un único proceso de
progresiva introducción en el misterio de Cristo, de configuración con
Cristo y de agregación a la Iglesia.
- La Eucaristía es la meta final de la iniciación donde ésta alcanza su
culmen: en la comunión del cuerpo y la sangre de Cristo (Rit. Confr. 13).
El Bautismo, puerta de la vida espiritual, primera participación en el
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misterio cristiano, marca el comienzo del itinerario iniciático. La
Confirmación, perfeccionamiento y prolongación del Bautismo, hace
avanzar a los bautizados por el camino de la Iniciación Cristiana (RConf.
1), disponiéndonos para participar plenamente en la Eucaristía.
- La Iniciación Cristiana se parece en cierto modo al origen, crecimiento y
sustento de la vida natural. Si, los fieles renacidos en el Bautismo se
fortalecen con el sacramento de la Confirmación y, finalmente, son
alimentados en la Eucaristía con el manjar de la vida eterna (Pablo VI
Const. Apost. Divinae Consortium Naturae).
4.1 Breve repaso de los pasos actuales de la Iniciación Cristiana
- Hoy día hay dos formas de recorrer el camino de la Iniciación Cristiana:
la más común es la que afecta a los niños que son incorporados en los
primeros meses de su vida al misterio de Cristo en la Iglesia por el
Bautismo, y se recorre a lo largo de la infancia, la adolescencia y la
juventud mediante un itinerario catequético y sacramental.
La otra forma que se va abriendo cada vez mas camino a través de
los niños en edad catequética que piden el bautismo, y por jóvenes y
adultos que quieren acceder a la fe, es la forma del catecumenado y
culmina en la celebración de los tres sacramentos de la Iniciación.
- Para ver como quedan los pasos actuales de la Iniciación Cristiana os
remito a las páginas 19-22 de nuestro Proyecto de Pastoral de Iniciación
Cristiana. Solo enuncio cuáles son esos pasos que están inspirados en los
prenotandas del RICA:
El anuncio misionero y pre-catecumenado
La entrada en el catecumenado
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El tiempo de catecumenado
El tiempo de la purificación y de la iluminación
Celebración de los sacramentos de la Iniciación cristiana
El tiempo de la mistagogía
5. Una liturgia mistérica.
- El bautismo, puerta de la vida cristiana. La vida cristiana hay que verla,
desde nuestro bautismo, como un misterio de muerte y resurrección. Los
ritos del bautismo expresan de manera incluso dramática este morir al
pecado, al bajar a la fuente bautismal, y este resucitar a la vida nueva, al
subir de la fuente, una vez regenerados. Recordamos las palabras de S.
Pablo: “Os revestís del hombre nuevo creado a imagen de Dios, para llevar
una vida verdaderamente recta y santa” (Ef 4, 24)
- Se trata de convertirse en aquello que el bautismo nos ha hecho, es decir,
en Cristo. Nadie puede entrar en el reino de Dios si no nace del agua y del
Espíritu (Jn 4, 23).
Se trata de morir y resucitar con Cristo. Así nos lo dirá S. León
Magno:
“El mejor modo de honrar la pasión, la muerte y la resurrección de
Cristo es sufrir, morir y resucitar con él. Este misterio comenzó en los hijos
de la Iglesia con su bautismo, en el cual la muerte del pecado es vida del
que renace, y la triple inmersión, figura de los tres días de la muerte del
Señor. Se vio, por decirlo así, entreabrirse la tumba y salir revestidos de
nueva juventud a los que habían descendido viejos a la fuente bautismal.
Más, conviene que responda la vida a la significación del sacramento y
que todos los nacidos del Espíritu Santo no pretendan eximirse, mientras
vivan en este cuerpo, de cargar la cruz sobre sus hombros”.
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- El sacramento del bautismo ha inaugurado para nosotros una vida nueva
en Cristo. En el batisterio de Letrán, en Roma, está escrita una bella
inscripción sobre el bautismo donde se dice que “el agua sacará nuevo al
que había recibido viejo” (quem veterem accepit, proferet unde novum).
Toda la espiritualidad cristiana se basa en la vida bautismal, porque es la
espiritualidad de los hijos de Dios en Cristo y en el Espíritu (1 Pe 2, 13).
- La Penitencia, segundo bautismo. El bautismo supone una auténtica
muerte al pecado; pero la realidad pecadora de nuestro ser cristiano exige
de parte de Dios su continua benevolencia y perdón hacia nosotros. Por la
penitencia tiene lugar la muerte al pecado que no cesamos de cometer cada
día (Rom 6, 4).
- El bautismo continúa viviéndose cada día en la lucha contra el mal y la
penitencia es vista como la segunda tabla de salvación. Es el refugio de
gracia que Dios ha permitido, una vez cerrada la puerta del bautismo.
- El anuncio de la conversión, como exigencia imprescindible del amor
cristiano es, como dice el Papa, particularmente importante en la sociedad
actual.
- La penitencia será siempre la actitud del cristiano que deberá volver
continuamente a su bautismo, como a la tierra prometida, donde se
encuentra con su Señor en diálogo continuo. Con ella se adquiere vigor y
una renovación continua y constante, posibilitando una actitud de
permanente conversión interior del espíritu.
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