Segunda Carta aTimoteo

Biblia de Jerusalén. Ed. Desclée de Brouwer, 2009
SEGUNDA EPÍSTOLA A TIMOTEO INTRODUCCIÓN A
LAS EPÍSTOLAS DE SAN PABLO
Y A LAS EPÍSTOLAS PASTORALES:
TITO Y I-II TIMOTEO
Datos biográficos.
A San Pablo le conocemos mejor que a ninguna otra
personalidad del NT por sus Espístolas y por los
Hechos de los Apóstoles, dos fuentes independientes
que se confirman y se completan, a pesar de algunas
divergencias de detalle. Algunos sincronismos con
sucesos históricos conocidos —sobre todo el
proconsulado de Galión en Corinto, Hch 18 12—
permiten además fijar algunas fechas y establecer así
una cronología relativamente exacta de la vida del
Apóstol.
Nacido en Tarso de Cilicia, Hch 9 11; 21 39; 22 3, en
los inicios de nuestra era, Flm 9, de una familia judía
de la tribu de Benjamín, Rm 11 1; Flp 3 5, pero al
mismo tiempo ciudadano romano, Hch 16 37s; 22 2528; 23 27, ya desde su juventud recibió de Gamaliel, en
Jerusalén, una profunda educación religiosa según las
doctrinas fariseas, Hch 22 3; 26 4s; Ga 1 14; Flp 3 5.
Encarnizado perseguidor, en un principio, de la
naciente Iglesia cristiana, Hch 22 4s; 26 9-12; Ga 1
13, sufrió un brusco cambio en el camino de Damasco,
por la aparición de Jesús resucitado, que le manifestó
la verdad de la fe cristiana y le dio a conocer su misión
especial de Apóstol de los gentiles, Hch 9 3-19p; Ga 1
12.15s; Ef 3 2s. Desde aquel momento (hacia el año
33) dedica toda su vida activa al servicio de Cristo,
que le había «alcanzado», Flp 3 12. Después de
permanecer en Arabia y de volver a Damasco, Ga 1
17, donde ya predica, Hch 9 20, sube a Jerusalén hacia
el año 37, Ga 1 18; Hch 9 26-29, luego se retira a
Siria-Cilicia, Ga 1 21; Hch 9 30, de allí le lleva
consigo Bernabé a Antioquía, convertido en
colaborador suyo, Hch 11 25s; ver ya 9 27. En una
primera misión apostólica, al principio de los años 40,
anuncia el Evangelio en Chipre, Panfilia, Pisidia y
Licaonia, Hch 13- 14; según San Lucas, a partir de
este momento utiliza el nombre romano de Pablo, con
preferencia al nombre judío Saulo, Hch 13 9, y
empieza a destacar sobre su compañero Bernabé por
la excelencia de su predicación, Hch 14 12. En su
segundo viaje misionero, Hch 15 36 - 18 22, entre los
años 47 y 51, llega a Europa. En el verano del 51 se
encuentra en Corinto con Galión; después sube a
Jerusalén para intervenir en la asamblea apostólica.
En aquella asamblea, y, por influencia suya, se admite
que la Ley judía no obliga a los cristianos convertidos
del paganismo, Hch 15; Ga 2 3-6; al mismo tiempo se
reconoce oficialmente su misión de Apóstol de los
gentiles, Ga 2 7-9, y vuelve a partir para nuevos viajes
apostólicos. El segundo, Hch 15 36 - 18 22, y el
tercero, Hch 18 23 - 21 17, ocupan, respectivamente,
los años 50-52 y 53-58. Volveremos a tratar de ellos al
situar las diversas epístolas que los jalonan. Es
detenido en Jerusalén el 58, Hch 21 27 - 23 22, y
mantenido en prisión en Cesarea de Palestina hasta el
60, Hch 23 23 - 26 32. En el otoño del 60, el
procurador Festo lo remite con escolta a Roma, Hch
27 1 - 28 16, donde Pablo permanece dos años, Hch 28
30, del 61 al 63. Estos son los datos seguros sobrela
vida de Pablo. Tradiciones antiguas, apoyadas en
parte por las Epístolas pastorales (cuyo valor histórico
se comenta más adelante), afirman que, dos años
después, el proceso fue sobreseído por falta de pruebas
y que Pablo pudo viajar de nuevo hacia el Este —o
quizá pudo cumplir su deseo de ir a España, Rm 15
24.28—. Un nuevo cautiverio en Roma, atestiguado
por la tradición, culminó con el martirio de Pablo,
entre los años 64 y 68.
Personalidad de Pablo.
Las Epístolas y los Hechos también nos pintan un
impresionante retrato de la personalidad del Apóstol.
Pablo es un apasionado, un alma de fuego que se
entrega sin medida a un ideal. Y este ideal es
esencialmente religioso. Dios es todo para él, y a Dios
sirve con una lealtad absoluta, primero persiguiendo a
los que considera herejes, Ga 1 13; ver Hch 24 5.14,
luego predicando a Cristo, cuando, por revelación, ha
comprendido que sólo en él está la salvación. Este celo
incondicional se traduce en una vida de entrega total
al servicio de Aquél a quien ama. Trabajos, fatigas,
padecimientos, privaciones, peligros de muerte, 1 Co 4
9-13; 2 Co 4 8s; 6 4-10; 11 23-27, nada cuenta a sus
ojos con tal de cumplir la tarea de que se siente
responsable, 1 Co 9 16s. Nada de eso puede separarle
del amor de Dios y de Cristo, Rm 8 35-39; o mejor,
todo eso es de gran valor porque le configura con la
Pasión y la Cruz de su Maestro, 2 Co 4 10s; Flp 3 10s.
El sentimiento de su singular elección suscita en él
inmensas aspiraciones. Cuando confiesa su solicitud
por todas las iglesias, 2 Co 11 28; ver Col 1 24,
cuando afirma haber trabajado más que los demás,
1Co 15 10; ver 2 Co 11 5, cuando pide a sus fieles que
le imiten, 1 Co 11 1+, no lo hace por arrogancia; más
bien se trata de la legítima y humilde satisfacción de
un santo, que se reconoce como el último de todos, ya
que fue perseguidor, 1 Co 15 9; Ef 3 8; y sólo a la
gracia de Dios atribuye las grandes cosas que se
realizan por su intervención, 1 Co 15 10; 2 Co 4 7: Flp
4 13; Col 1 29; Ef 3 7.
El fuego de su sensible corazón queda bien patente en
sus sentimientos para con sus fieles. Lleno de confiado
abandono con los de Filipos, Flp 1 7s; 4 10-20, sufre
un acceso de indignación cuando los de Galacia se
disponen a traicionar su fe, Ga 1 6; 3 1-3; y
experimenta una dolorosa contrariedad ante la
inconstancia vanidosa de los de Corinto, 2 Co 12 11 13 10. Sabe manejar la ironía para fustigar a los
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SEGUNDA EPÍSTOLA A TIMOTEO
inconstantes, 1 Co 4 8; 2 Co 11 7; 12 13, e incluso los
reproches severos, Ga 3 1-3; 4 11; 1 Co 3 1-3; 5 1-2; 6
5; 11 17-22; 2 Co 11 3s. Pero es por su bien, 2 Co 7 813. Y no tarda en suavizar sus reprensiones con
acentos de conmovedora ternura, 2 Co 11 1-2; 12 14s:
¿no es acaso su único padre, 1 Co 4 14s; 2 Co 6 13;
ver 1 Ts 2 11; Flm 10, su madre, 1 Ts 2 7; Ga 4 19?
¡Que se reanuden, pues, las buenas relaciones de
antes, Ga 4 12-20; 2 Co 7 11-13!
En realidad, no les acusa tanto a ellos cuanto a los
adversarios que tratan de seducirles: esos cristianos
judaizantes que quieren someter a sus convertidos al
yugo de la Ley, Ga 1 7; 2 4, 6 12s. Ningún miramiento
con ellos, 1 Ts 2 15s; Ga 5 12; Flp 3 2. A sus
pretensiones, orgullosas y carnales, opone el auténtico
poder espiritual que se manifiesta en su débil persona,
2 Co 10 1 - 12 12, y la sinceridad de su desinterés
demuestra Hch 18 3+. Se ha afirmado que sus rivales
eran los grandes apóstoles de Jerusalén. No hay nada
que lo pruebe; más bien se trata de judeo-cristianos
integristas que decían apoyarse en Pedro, 1 Co 1 12, y
en Santiago, Ga 2 12, para destruir el prestigio de
Pablo. En realidad, él siempre respeta la autoridad de
los verdaderos apóstoles, Ga 1 18; 2 2, sin dejar de
sostener la igualdad de su título como testigo de
Cristo, Ga 1 11s: 1 Co 9 1;15 8-11; y si bien resiste al
mismo Pedro en un punto particular, Ga 2 11-14, sabe
también mostrarse conciliador, Hch 21 18-26, y pone
su mayor esmero en la colecta a favor de los pobres de
Jerusalén, Ga 2 10, colecta que considera como la
prenda mejor de la unión entre los cristianos de la
gentilidad y los de la iglesia madre, 2 Co 8 14; 9 1213; Rm 15 26s.
Predicación de Pablo.
Su predicación es ante todo el «kerygma» apostólico,
Hch 2 22+, proclamación de Cristo crucificado y
resucitado conforme a las Escrituras, 1 Co 2 2; 15 3-4;
Ga 3 1. «Su» evangelio, Rm 2 16; 16 25, no es cosa
suya; es el evangelio de la fe común, Ga 1 6-9; 2 2;
Col 1 5-7, sólo que con una aplicación especial a la
conversión de los gentiles, Ga 1 16; 2 7-9, en la línea
universalista inaugurada en Antioquía. Pablo se siente
solidario de las tradiciones apostólicas; las cita
cuando se le presenta la ocasión, 1 Co 11 23-25; 15 37, las supone siempre, y ciertamente les debe mucho.
Parece no haber visto en vida a Cristo, ver 2 Co 5
16+, pero conoce sus enseñanzas, 1 Co 7 10s; 9 14.
Además, es también un testigo directo, y su irresistible
convicción se apoya en una experiencia personal:
porque también él ha «visto» a Cristo, 1 Co 9 1; 15 8.
Ha sido favorecido con revelaciones y éxtasis, 2 Co 12
1-4. Lo que ha recibido de la tradición puede también
atribuirlo, y con entera verdad, a las comunicaciones
directas del Señor, Ga 1 12; 1 Co 11 23.
Se ha querido atribuir estos fenómenos místicos a un
temperamento exaltado y enfermizo. Pero sin
2 fundamento alguno. La enfermedad que le detuvo en
Galacia, Ga 4 13-15, sólo parece haber sido un ataque
de paludismo; y «el aguijón de la carne», 2 Co 12 7,
pudo ser muy bien la oposición en el seno de sus
comunidades. No era hombre imaginativo, a juzgar por
las imágenes que emplea, pocas y corrientes: el
estadio, 1 Co 9 24-27; Flp 3 12-14; 2 Tm 4 7s, el mar,
Ef 4 14, la agricultura, 1 Co 3 6-8, y la construcción, 1
Co 3 10-17; Rm 15 20; Ef 2 20-22, dos temas que
fácilmente asocia y combina, 1 Co 3 9; Col2 7; Ef 3
17; ver Col 2 19; Ef 4 16. Es más bien un cerebral. A
un corazón ardiente se une en él una inteligencia
lúcida, lógica, exigente, solícita por exponer la fe
según las necesidades de sus oyentes. A esto se deben
las admirables exposiciones teológicas de que rodea al
Kerygma según las circunstancias. Cierto que esa
lógica no es la nuestra. Pablo argumenta en ocasiones
como rabino, según los métodos exegéticos recibidos
de su ambiente y de su educación (por ejemplo, Ga 3
16; 4 21-31). Pero su genio hace saltar los límites de
aquella herencia tradicional, y hace pasar una
doctrina profunda a través de canales un tanto
anticuados para nosotros.
Por otra parte, este semita también posee una cultura
griega aceptable, recibida quizá desde su infancia en
Tarso, enriquecida por reiterados contactos con el
mundo grecorromano. Esta influencia se refleja en su
modo de pensar, lo mismo que en su lenguaje y en su
estilo. Cita autores clásicos si la ocasión se presenta, 1
Co 15 33, y conoce ciertamente la filosofía popular
basada en el estoicismo. Debe a la «diatriba» cínicoestoica su estilo de razonamiento riguroso por medio
de breves preguntas y respuestas, Rm 3 1-9.27-31, o
sus amplificaciones por acumulación retórica, 2 Co 6
4-10; y cuando por el contrario emplea frases largas y
recargadas, donde las proposiciones se empujan en
oleadas sucesivas, Ef 1 3-14; Col 1 9-20, puede
también tener sus modelos en la literatura religiosa
helenista. Maneja corrientemente el griego con pocos
semitismos. Es el griego de su tiempo, la «koiné»
elegante, pero sin pretensiones aticistas. Pues
desprecia la afectación de la elocuencia humana y sólo
quiere atribuir su fuerza de persuasión al poder de la
Palabra de fe confirmada por los signos del Espíritu, 1
Ts 1 5; 1 Co 2 4s; 2 Co 11 6; Rm 15 18. Incluso, a
veces, su expresión es incorrecta e incompleta, 1 Co 9
15, pues el molde del lenguaje resulta incapaz de
contener la presión de un pensamiento demasiado rico
o de emociones demasiado vivas. Salvo raras
excepciones, Flm 19, dicta, Rm 16 22, en la forma
acostumbrada por los antiguos, contentándose con
escribir el saludo final, 2 Ts 3 17; Ga 6 11; 1 Co 16
21; Col 4 18; y si bien algunos fragmentos parecen
fruto de una redacción largamente meditada, muchos
otros producen la impresión de un primer impulso
espontáneo y sin retoques. A pesar de estos defectos, o
quizá precisamente por ellos, este estilo fogoso es de
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SEGUNDA EPÍSTOLA A TIMOTEO una densidad extraordinaria. Un pensamiento tan
elevado, expresado de manera tan ardorosa, ofrece al
lector más de una dificultad (2 P 3 16); pero también
le ofrece textos cuyo vigor religioso y aun literario no
tienen quizá igual en la historia de los epistolarios
humanos.
Las epístolas de Pablo.
No hemos de olvidar que estas epístolas que Pablo nos
ha dejado son escritos de ocasión; no tratados de
teología, sino respuestas a situaciones concretas.
Verdaderas cartas con el formulario entonces en uso,
Rm 1+, no son ni «cartas» puramente privadas ni
«epístolas» puramente literarias, sino exposiciones que
Pablo destina a lectores concretos y, en último
término, a todos los fieles de Cristo. No hemos de
buscar, pues, en ellas una formulación sistemática y
completa del pensamiento del Apóstol; hemos de
suponer siempre, en el fondo, la palabra viva, de la
que son comentarios sobre puntos particulares. Mas no
dejan de ser por eso extraordinariamente valiosas,
tanto más cuanto que su riqueza y variedad nos
permiten encontrar verdaderamente lo esencial del
mensaje paulino. Al hilo de las circunstancias y según
los diferentes auditorios, se descubre una misma
doctrina fundamental, centrada en torno a Cristo,
muerto y resucitado, pero adaptada, desarrollada,
enriquecida a lo largo de aquella vida entregada toda
a todos, 1 Co 9 19-22. Algunos intérpretes han
atribuido a Pablo un eclecticismo que a tenor de las
circunstancias le habría hecho adoptar puntos de vista
divergentes y aun contradictorios, sin concederles
valor absoluto, pues sólo le interesaba ganar los
corazones para Cristo. Otros han contrapuesto a este
punto de vista, un «fijismo» según el cual el
pensamiento de Pablo, estructurado desde un principio
por la experiencia de su conversión, no habría
experimentado luego ninguna evolución. La verdad
está entre ambos extremos: la teología de San Pablo,
evolucionada en una línea homogénea, se ha
desarrollado realmente bajo el impulso del Espíritu
que dirigía su apostolado. Podemos distinguir las
etapas de esta evolución recorriendo sus diversas
epístolas según el orden cronológico, que no es el del
Canon del NT, donde han sido ordenadas según su
extensión decreciente, y que es el que mantienen la
mayoría de las traducciones.
INTRODUCCIÓN A LAS
EPÍSTOLAS PASTORALES
Estas cartas dirigidas a dos de los más fieles discípulos
de Pablo, Hch 16 14; 2 Co 2 13, ofrecen directrices
para la organización y el régimen de las comunidades
cristianas que se les han confiado. Por esta razón se
las llama «pastorales» desde el siglo XVIII. Estas
cartas presentan divergencias notables con las otras de
Pablo. Difieren considerablemente en el vocabulario.
Muchas palabras de uso frecuente en las anteriores
epístolas no aparecen en éstas, y sí en cambio otras, y
en gran proporción, que no figuran en las primeras. El
estilo ya no es apasionado ni entusiasta, sino frío y
burocrático. El modo de abordar los problemas ha
cambiado. Pablo se limita a condenar las falsas
doctrinas en lugar de oponerse a ellas con argumentos
persuasivos. Finalmente es difícil situar estas cartas en
el decurso de la vida de Pablo, tal como los Hechos
nos la describen. Se comprende así que se cuestione la
autenticidad de las Pastorales. Frecuentemente se
explican estas diferencias invocando la edad avanzada
de Pablo, que habría dejado más libertad a un
secretario (quizás Lucas, 2 Tm 4 11) y la deficiente
información sobre los detalles de la vida de Pablo
después de su liberación de la prisión romana. Pero
muchos críticos rechazan estos argumentos por
demasiado subjetivos, y sostienen que las Pastorales
son obra de un discípulo de Pablo, de fines del siglo I,
escritas con el objeto de resolver problemas de una
Iglesia bastante diferente. Esta hipótesis no es en
absoluto imposible, pero no hay ningún testimonio que
indique que existían ya las cartas pseudoepigráficas y
que tuvieran alguna aceptación. 2 Ts 2 2 y Ap 22 18
demuestran que los primeros cristianos veían la
necesidad de distinguir los escritos auténticos de los
falsos. Unos pocos críticos defienden una posición
intermedia entre estos dos extremos: según ellos un
cristiano, discípulo de Pablo, habría heredado las tres
cartas personales conservadas por Timoteo y Tito
hasta su muerte. Las completó añadiendo lo que creía
que Pablo habría respondido a los nuevos problemas
de la Iglesia. Las Pastorales no serían, pues, del
Apóstol, pero contendrían fragmentos auténticos: por
ejemplo 2 Tm 1 15-18; 4 9-15; Tt 3 12-14. Las dudas
sobre la extensión y el numero de estos fragmentos
restan valor a la hipótesis, carente de pruebas en
apoyo de tal práctica editorial en aquella época.
La insuficiencia de estas hipótesis hace pensar en un
error metodológico cuando se toman las Pastorales
como un conjunto unificado, por lo cual ciertas
observaciones válidas para una carta se las aplica a
las demás, creando confusión. Por el contrario, el
estudio detallado de cada una de las cartas demuestra
una proximidad mayor entre 1 Tm y Tt que entre
cualquiera de éstas y 2 Tm. Si se estudia esta última
aisladamente, no existe ninguna objeción convincente
que impida admitir que haya sido escrita por Pablo. Al
tener como destinatario una persona, difiere de las
cartas dirigidas a las iglesias, como la carta de
Ignacio a la iglesia de Esmirna difiere de su carta a
Policarpo, obispo de la misma iglesia. Si admitimos
que 2 Tm 4 6 no alude a una muerte próxima, 2 Tm se
enmarca naturalmente en el final del cautiverio de
Pablo en Roma, Hch 28 16s, mientras esperaba su
liberación. Y si admitimos la autenticidad de 2 Tm, el
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SEGUNDA EPÍSTOLA A TIMOTEO
carácter heterógeneo de 1 Tm y Tt resulta más evidente
dentro del corpus paulino. De modo particular, la
visión del ministerio que en ellas se desarrolla
contrasta vivamente con la dinámica misionera propia
de Pablo, 1 Tm 1 6-8; Flp 2 14-16. Lo que domina aquí
es la preocupación por una conducta ciudadana
respetuosa y sumisa, 1 Tm 2 1-2; 6 2; Tt 3 1-2, y las
cualidades requeridas para los ministros son las
propias de cualquier burócrata, 1 Tm 3 1-13; Tt 1 5-9.
Se ha producido, pues, una clara evolución en las
iglesias paulinas. De una Iglesia entusiasta, inflamada
por el Espíritu, se ha pasado a una comunidad
organizada. El jefe carismático ha dejado su puesto a
una direccción institucional; pero no hay todavía
trazas del tipo de episcopado monárquico, atestiguado
por Ignacio de Antioquía. La autoridad en la Iglesia es
colegiada, y los «epíscopos», 1 Tm 3 2-5, tienen la
misma función que los «presbíteros», 1 Tm 5 17. Cada
presbítero debe tener las cualidades de un «epíscopo»,
Tt 1 6-9. No conviene, pues, señalar para 1 Tm y Tt
una fecha demasiado tardía dentro del siglo I.
4 SEGUNDA EPÍSTOLA A TIMOTEO
Saludo y acción de gracias.
1
1 Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de
Dios, encargado de anunciar la promesa de vida
2
que está en Cristo Jesús,
a Timoteo, hijo
querido. Gracia, misericordia y paz de parte de
Dios Padre y de Cristo Jesús Señor nuestro.
3
Doy gracias a Dios, a quien, como mis
antepasados, rindo culto con una conciencia pura,
cuando continuamente, noche y día, me acuerdo
4
de ti en mis oraciones. Al acordarme de tus
lágrimas, siento vivos deseos de verte, para
5
llenarme de alegría. Pues evoco el recuerdo de
la fe sincera que tú tienes, fe que arraigó primero
en tu abuela Loida y en tu madre Eunice, y sé que
también ha arraigado en ti.
Los favores recibidos por Timoteo.
6
Por tal motivo, te recomiendo que reavives el
carisma de Dios que está en ti por la imposición
7
de mis manos. Piensa que el Señor no nos dio
un espíritu de timidez, sino de fortaleza, de
8
caridad y de templanza.
No te avergüences,
pues, ni del testimonio que has de dar de nuestro
Señor, ni de mí, su prisionero. Al contrario,
soporta conmigo los sufrimientos por el
9
Evangelio, ayudado por la fuerza de Dios, que
nos ha salvado y nos ha llamado con una
vocación santa, no por nuestras obras, sino por
su propia determinación y por su gracia, que nos
concedió desde toda la eternidad en Cristo Jesús.
10
Esta gracia se ha hecho patente ahora con la
Manifestación de nuestro Salvador Cristo Jesús,
quien ha destruido la muerte y ha hecho irradiar
11
vida e inmortalidad por medio del Evangelio,
para cuyo servicio he sido yo constituido heraldo,
apóstol y maestro.
12
Por esto precisamente soporto los sufrimientos
que me aquejan. Pero no me siento un fracasado,
porque sé muy bien en quién tengo puesta mi fe;
y estoy convencido de que es poderoso para
guardar mi depósito hasta aquel Día.
13
Ten por norma las palabras sanas que oíste de
mí, basadas en la fe y en la caridad de Cristo
14
Jesús.
Conserva el buen depósito mediante el
Espíritu Santo que habita en nosotros.
15
Ya sabes que todos los de Asia me han
16
abandonado; entre ellos, Figelo y Hermógenes.
Que el Señor conceda misericordia a la familia de
Onesíforo, pues me reconfortó muchas veces y
17
no se avergonzó de que yo estuviera preso. Al
contrario, en cuanto llegó a Roma, me buscó
18
solícitamente, hasta dar conmigo. Que el Señor
le conceda disfrutar de la misericordia ante el
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SEGUNDA EPÍSTOLA A TIMOTEO Señor aquel Día. Además, tú sabes muy bien los
buenos servicios que me prestó en Éfeso.
Sentido de los sufrimientos del apóstol
cristiano.
1
2
Hijo mío, manténte fuerte en la gracia de
2
Cristo Jesús; y cuanto me has oído en presencia
de muchos testigos confíalo a hombres fieles, que
3
sean capaces, a su vez, de instruir a otros.
Soporta las fatigas conmigo, como un buen
4
soldado de Cristo Jesús. Nadie que se dedica a
la milicia se enreda en los negocios de la vida, si
5
quiere complacer al que le ha alistado.
Y lo
mismo el atleta, que no recibe la corona si no ha
6
competido según el reglamento. Y el labrador
que trabaja es el primero que tiene derecho a
7
percibir los frutos.
Entiende lo que quiero
decirte; seguro que el Señor te hará comprender
todo.
8
Acuérdate de Jesucristo, resucitado de entre los
muertos, descendiente de David, según mi
9
Evangelio. Por él estoy sufriendo en la cárcel,
como si fuera un malhechor; pero la palabra de
10
Dios no está encadenada.
Así que todo lo
soporto por los elegidos, para que también ellos
alcancen la salvación y la gloria eterna que están
en Cristo Jesús.
11
Es cierta esta afirmación:
Si hemos muerto con él, también viviremos con
él;
12
si nos mantenemos firmes, también reinaremos
con él;
si le negamos, también él nos negará;
13
si somos infieles, él permanece fiel, pues no
puede negarse a sí mismo.
Lucha contra el peligro presente de los falsos
doctores.
14
Esto has de enseñar. Y exige en presencia de
Dios que se eviten las discusiones de palabras,
que no sirven para nada, si no es para perdición
15
de los que las oyen.
Procura cuidadosamente
presentarte ante Dios como hombre probado,
como obrero que no tiene por qué avergonzarse,
como fiel propagador de la palabra de la verdad.
16
Evita las palabrerías profanas, pues los que se
dan a ellas crecerán cada vez más en impiedad,
17
y su palabra irá cundiendo como gangrena.
18
Himeneo y Fileto son de éstos: se han desviado
de la verdad al afirmar que la resurrección ya ha
sucedido, pervirtiendo así la fe de algunos.
19
Sin embargo, el sólido fundamento puesto por
Dios se mantiene firme, marcado con este sello:
El Señor conoce a los que son suyos; y: Apártese
de la iniquidad todo el que pronuncia el nombre
del Señor.
20
En una casa grande no hay solamente
utensilios de oro y de plata, sino también de
madera y de barro; unos están destinados a usos
21
nobles y otros al uso diario.
Si alguno se
mantiene limpio de las faltas mencionadas, será
como un utensilio para uso noble, santificado y
útil para su Dueño, dispuesto para toda obra
buena.
22
Huye de las pasiones juveniles y corre al
alcance de la justicia, de la fe, de la caridad y de
la paz, en unión de los que invocan al Señor con
23
corazón puro.
Evita las discusiones necias y
estúpidas; sabes muy bien que engendran
24
altercados.
Y a un siervo del Señor no le
conviene altercar, sino ser amable con todos,
25
pronto a enseñar, sufrido;
que sepa corregir
con mansedumbre a los adversarios, por si Dios
les otorga la conversión que les haga conocer
26
plenamente la verdad y volver al buen sentido,
librándose así de los lazos del diablo que los tiene
cautivos, rendidos a su voluntad.
Prevención contra los peligros de los últimos
tiempos.
1
3
Ten presente que en los últimos días
2
sobrevendrán momentos difíciles. Los hombres
serán egoístas, avaros, fanfarrones, soberbios,
difamadores, rebeldes a los padres, ingratos,
3
irreligiosos,
desnaturalizados, implacables,
calumniadores, disolutos, despiadados, enemigos
4
del bien, traidores, temerarios, infatuados, más
5
amantes de los placeres que de Dios.
Aparentarán tener piedad, pero en la práctica
renegarán de su eficacia. Guárdate también de
ellos.
6
A éstos pertenecen los que se introducen en las
casas y conquistan a mujerzuelas cargadas de
7
pecados y agitadas por toda clase de pasiones,
que siempre están aprendiendo y no son capaces
8
de llegar al pleno conocimiento de la verdad. Del
mismo modo que Janés y Jambrés se enfrentaron
a Moisés, así también éstos se oponen a la
verdad; son hombres de mente corrompida,
9
descalificados en la fe.
Pero no progresarán
más, porque su insensatez quedará patente a
todos, como sucedió con la de aquéllos.
10
Tú, en cambio, me has seguido asiduamente
en mis enseñanzas, conducta, planes, fe,
11
paciencia, caridad, constancia,
en mis
persecuciones y sufrimientos, como los que
soporté en Antioquía, en Iconio, en Listra. ¡Qué
persecuciones hube de sufrir! Pero de todas me
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libró el Señor.
Además, todos los que quieran
vivir piadosamente en Cristo Jesús tendrán que
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soportar persecuciones. En cambio, los malos y
los embaucadores irán de mal en peor; serán
seductores y a la vez seducidos.
IPB-SCA
5 5 Biblia de Jerusalén, Ed. Desclée de Brouwer, 2009
SEGUNDA EPÍSTOLA A TIMOTEO
14
Tú, en cambio, persevera en lo que aprendiste
y en lo que creíste, teniendo presente de quiénes
15
lo aprendiste.
Recuerda que desde niño
conoces las sagradas Letras; ellas pueden
proporcionarte la sabiduría que lleva a la
16
salvación mediante la fe en Cristo Jesús. Toda
Escritura es inspirada por Dios y útil para
enseñar, para argüir, para corregir y para educar
17
en la justicia;
así el hombre de Dios se
encuentra religiosamente maduro y preparado
para toda obra buena.
Solemne exhortación.
1
4 Te conjuro en presencia de Dios y de Cristo
Jesús que ha de venir a juzgar a vivos y muertos,
2
por su Manifestación y por su Reino: Proclama
la palabra, insiste a tiempo y a destiempo;
reprende, amenaza, exhorta con toda paciencia y
3
doctrina. Porque vendrá un tiempo en que los
hombres no soportarán la doctrina sana, sino que,
arrastrados por su propias pasiones, se harán con
un montón de maestros por el prurito de oír
4
novedades; apartarán sus oídos de la verdad y
5
se volverán a las fábulas. Tú, en cambio, pórtate
en todo con prudencia, soporta los sufrimientos,
realiza la función de evangelizador, desempeña a
la perfección tu ministerio.
6
Porque yo estoy a punto de ser derramado en
libación, y el momento de mi partida es inminente.
7
He participado en una noble competición, he
llegado a la meta en la carrera, he conservado la
8
fe. Y desde ahora me aguarda la corona de la
justicia que aquel Día me entregará el Señor, el
justo Juez; y no solamente a mí, sino también a
todos los que hayan esperado con amor su
Manifestación.
18
librado de la boca del león. El Señor me librará
de toda obra mala y me salvará, guardándome
para su Reino celestial. A él la gloria por los siglos
de los siglos. Amén.
Saludo final.
19
Saluda a Prisca y Áquila, y a la familia de
20
Onesíforo.
Erasto se quedó en Corinto; a
21
Trófimo lo dejé enfermo en Mileto.
Procura
darte prisa y venir antes del invierno.
Te saludan Eúbulo, Pudente, Lino, Claudia y
todos los hermanos.
22
El Señor esté con tu espíritu. Y que la gracia os
acompañe.
Últimas recomendaciones.
9
10
Apresúrate a venir a mí cuanto antes, porque
me ha abandonado Demas por amor a este
mundo y se ha marchado a Tesalónica;
11
Crescente, a Galacia; Tito, a Dalmacia. El único
que está conmigo es Lucas. Toma a Marcos y
tráele contigo, pues me es muy útil para el
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13
ministerio. A Tíquico le he mandado a Éfeso.
Cuando vengas, tráeme el abrigo que me dejé en
Tróade, en casa de Carpo, y los libros, en
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especial los pergaminos.
Alejandro, el herrero,
me ha hecho mucho mal. El Señor le retribuirá
15
según sus obras.
Tú también guárdate de él,
pues se ha opuesto tenazmente a nuestra
predicación.
16
En mi primera defensa nadie me asistió; antes
bien, todos me abandonaron. Que no se les tome
17
en cuenta.
Pero el Señor me asistió y me dio
fuerzas para poder proclamar plenamente el
mensaje, y que lo oyeran todos los gentiles. Y fui
6 IPB-SCA