La cesión de derechos hereditarios y la escritura pública

Buenos Aires, miércoles 9 de septiembre de 2015 • ISSN 1666-8987 • Nº 13.808 • AÑO LIII
• ED 264
Director:
Guillermo F. Peyrano
D i a r i o
d e
D o c t r i n a
y
J u r i s p r u d e n c i a
La cesión de derechos hereditarios y la escritura pública
por Julio Chiappini
Sumario: 1. El
tual.
régimen primigenio.
– 3. Diversas
versiones. a)
a título singular. b)
unilateral. c)
La
El
– 2. El
régimen ac-
cesionario es sucesor
cesión como contrato y como acto
La cesión obligada por escritura pública
$ 1.000 o más: art. 3345 anterior. d) La escritura pública suplantada por acta judicial. e) La cesión
hecha por instrumento público o privado: efectos. f) Cesión y renuncia a la herencia: equivalencias. g) Validez y
prueba de la cesión. h) Son innecesarios los certificados
de libre inhibición. i) Embargo sobre los bienes relictos
previo a la cesión. j) Cesión delictiva. – 4. Conclusiones.
– 5. Excurso: la sistemática.
es por
1
El régimen primigenio
Conforme al art. 1184 del cód. civil: “Deben ser hechos
en escritura pública, con excepción de los que fuesen celebrados en subasta pública: (...) 6. La cesión, repudiación
o renuncia de derechos hereditarios”. En la cita, Vélez
Sarsfield dice basarse en el art. 1003 del Proyecto Goyena. Que, en realidad, se llamaba Florencio García
Goyena. Fue quien inspiró el Código Civil español de
1888. Presidió en 1851 la comisión encargada de redactar
el ordenamiento; y al año siguiente publicó Concordancias, motivos y comentarios del proyecto de Código Civil
español (4 volúmenes, Madrid, Imprenta de la Sociedad
Tipográfica). Esta obra, en buen estado, vale una ponchada
de euros.
Goyena se limitó a traducir el Código Civil francés
de 1804, año en el que murió Kant. Sus fechas fueron
1783-1855. Influyó mucho en el código chileno a cargo de
Andrés Bello; y en el mexicano, a cargo de Justo Sierra, encomendado por el presidente Benito Juárez. Tan
admirado por el padre de Mussolini que impuso a su hijo
su nombre de pila. Un Mussolini que con el tiempo clamaría: “La credulidad del hombre moderno es increíble”. Y
eso es cierto, ¿no?
Según Segovia, que combinó tan bien el talento con
la erudición, Vélez tomó unos 300 artículos del Proyecto
Goyena. Y fue, agrega, la única obra española que convocó. En rigor hubo otro texto español que Vélez tuvo en
Nota de Redacción: Sobre el tema ver, además, los siguientes trabajos publicados en El Derecho: Sucesión: Cesión de derechos hereditarios: Escritura Pública como requisito de existencia legal, por María
Angélica Sánchez del Río, ED, 234-1019; La cesión de derechos
hereditarios bajo la formalidad ad solemnitatem, por Osvaldo Onofre
Álvarez, ED, 239-561; Una sucesión de errores, por María del Luján
Cecilia Cabrera, ED, 240-610; Protección de la vulnerabilidad en el
derecho civil. Personas, familia y sucesiones, por Jorge Carlos Berbere Delgado, ED 242-884; Cesión de derechos hereditarios y bienes
gananciales, por Carla Luciana Gamberoni, EDFA, 19/-24; Locación
y cesión del uso y goce de los bienes hereditarios, por Agustín Sojo,
EDFA, 39/-14; Fundamento del derecho de sucesiones: la reforma anunciada, por Marcos M. Córdoba, EDFA, 52/-3; Cuestiones relativas a la
cesión gratuita de derechos hereditarios en torno a un conflicto familiar,
por Agustín Sojo, EDFA, 52/-26. Todos los artículos citados pueden
consultarse en www.elderecho.com.ar.
cuenta: de Pedro Gómez de la Serna, La ley hipotecaria comentada y concordada con la legislación anterior
española y extranjera (Imprenta de la Revista de Legislación, Madrid, 1862). Gómez de la Serna lució como
un reconocido jurista. Además se refugió en la política y
en el desempeño de muy encumbradas magistraturas judiciales. No contento, fue iusnaturalista y abuelo de Ramón
Gómez de la Serna. A quien Eugenio d’Ors calificó,
con alguna hipérbole, como “un espejo mágico”. Tal vez
no era para tanto. Sí resulta indisputable que Ramón se
graduó de abogado a sus 17 años; que nunca ejerció tamaña profesión y que vivió durante años en Buenos Aires
plumeando sus entretenidas greguerías.
Y no olvidábamos comentar que, en rigor, el texto original del código demandaba escritura pública si la cesión era
por mil pesos o más. La ley 17.711 suprimió el requisito.
2
El régimen actual
Los arts. 969 y 1017 no quitan ni ponen rey. Pero el
1618, inc. a), exige escritura pública para la cesión de derechos hereditarios. Es decir, el Código Civil y Comercial
prorroga el ancien régime. Seguramente se considera que
el acto es de tal relevancia que necesita de un acta a su vez
de gran relevancia: la escritura pública. Formalidad ad solemnitatem. O, tal vez, no tanto. Lo cierto es que hay casos
en los que Vélez fue terminante. Por ejemplo: “Bajo otra
forma será de ningún valor”, art. 2753. Lo mismo respecto del art. 1184: “bajo pena de nulidad”. Anatema que
la reforma por ley 17.711 eliminó. Como “abriendo una
puerta”(1). Coadyuva a esa interpretación extensiva que el
art. 3346 permitía que la renuncia a los derechos hereditarios sea hecha mediante instrumento privado.
El nuevo ordenamiento, en cambio, en general es más
escueto. Esto pasa cuando el legislador sabe mucho o es
impaciente. O porque da cosas por sentadas. Con los consiguientes trajines, luego, para la dogmática. Que se patentiza en la doctrina y en la jurisprudencia. La dogmática,
a nuestro juicio la única manera de interpretar la ley, es
legalista y repudia la interpretación por el resultado. Y, en
lo posible, las analogías. La dogmática, palabra acuñada
por Savigny, se fundó con el derecho romano, magistral
enclave del racionalismo. Luego, y entre otros hitos, se
exhibe en la Escuela de la Exégesis y en Kelsen.
Hoy en día, en verdad, esta dogmática está de capa caída. Porque la ley ha dejado de ser la única fuente formal del derecho. Pasa que la potestad legislativa suele ser
(1) Los arts. 1184 y ahora el 1618 escriben “Deben” y “debe”. Lo
cual se ha colegido y, con base en el art. 18 anterior, sanciona con nulidad el incumplimiento: acto írrito, contrario al rito. Así inteligencia
López de Zavalía, Fernando, Teoría de los contratos. Parte general,
Buenos Aires, Zavalía, 1975, pág. 189. Para otros, defenestrar la sanción
de nulidad careció de sentido atento a la subsistencia de los arts. 1183,
976 y 977. Sin embargo, se replicó, la posibilidad de la conversión, art.
1185, explica la supresión de la frase. Todo un batiburrillo.
Consejo de Redacción:
Gabriel Fernando Limodio
Daniel Alejandro Herrera
Nelson G. A. Cossari
Luis Alfredo Anaya
NUEVO CÓDIGO CIVIL Y
COMERCIAL DE LA NACIÓN
Análisis doctrinarios,
comentarios y apostillas
usurpada por los llamados “operadores del derecho”: autores, autoridades, jueces, profesores, y público en general. Y claro que los abogados también. Pasa que cuentan
con cierta legítima patente de corso: el derecho de defensa
(respecto del cliente y... propia). Spota aleccionó que “el
abogado es el primer juez de la causa”. Y Lafaille, que
“es el soldado desconocido de la jurisprudencia”.
Cuando los poderes públicos incurren en esta anomalía, el derecho se frustra, aflige el revés del derecho. Y el
Estado deja de ser un Estado de derecho. Que es tal en la
medida en que respeta su propio derecho. Ya que no hay
Estado de derecho por el solo hecho de que haya derecho
en el Estado. En cuanto lo contrario, resulta inconcebible:
ubi ius, ibi societas; ubi societas, ibi ius.
Kelsen, y opinado sea de paso, fue quien expuso con
mejor organización cerebral el crudo legalismo. La Teoría
pura del derecho es de 1931. Y tomó la idea, casi al pie de
la letra, de Ernst Rudolf Bierling (1841-1919). Bierling, que resultó también un destacado canonista, consagró el normativismo en Juristische Prinzipienlehre (5
vols., 1894-1917).
En cuanto a la afortunada metáfora arquitectónica
“pirámide jurídica”, fue concebida por Adolf Julius
Merkl, amigo y discípulo de Kelsen. Merkl, y así lo
reconoció, tomó la noción de rangos o escalonamientos de
las leyes también de Bierling. De modo que, y al menos
según el dictamen de Salomón, “toda novedad no es más
que olvido”. El nihil novum... así traducido por Cansinos
Assens. Con gran belleza literaria.
El concepto de “pirámide jurídica” es tan atractivo y
pedagógico que nuestra Constitución Nacional exhibe dos:
arts. 31 y 75, inc. 22. Son contradictorios entre sí. Pero tampoco es cuestión de que seamos demasiado puntillosos. O escrupulosos. Ya que el escrupuloso ve pecado
donde no lo hay; o ve pecado grande cuando lo hay chico.
¿Es eso vesania o perversión? ¿O el hecho de que el escrupuloso nada perdona a nadie pero todo se lo perdona a sí
mismo?
Uno cree también que dadas las ventajas de las pirámides jurídicas, en la próxima reforma constitucional agregaremos otra. Después de todo, “lo que abunda no daña”.
Curiosísimo dictamen. Ya que, por ejemplo, la maldad y la
estupidez, me dicen, abundan. Y supongo que dañan.
Retomamos. Es moda hoy en día, y la moda no incomoda, una teoría de pamplinada: que la ley siempre ofrece
varias soluciones. De modo que muy sencillo: hay que
escoger la más justa. Y sanseacabó.
Falso: la ley depara una sola solución dogmática. No es
una “bombonera”, ordinaria palabra, de la cual elegimos
caramelillos. Por lo cual esta manga ancha que denunciamos es consabida en los intérpretes corruptos o que se
sienten activistas –en el procedimiento– o justicieros: en la
sentencia.
CONTENIDO
DOCTRINA
CUENTA Nº 13.547
La cesión de derechos hereditarios y la escritura pública, por Julio Chiappini.............................................................................................................................................. 1
JURISPRUDENCIA
Corte Suprema
Recurso Extraordinario: Admisibilidad: leyes 26.529 y 26.742; supresión de medidas terapéuticas que mantienen la vida en forma artificial; integración de tribunales locales;
improcedencia; agravios vinculados a la doble instancia; inadmisibilidad. Bioética: Leyes 26.529 y 26.742: art. 5º; finalidad; pacientes en estado terminal o irreversible;
abstención de tratamiento; diferencia con la eutanasia; prohibición legal; finalidad de la ley; equiparación en el caso de la alimentación e hidratación a “tratamiento médico”;
paciente sin conciencia; ausencia de disposiciones previas; intención real del causante; búsqueda; aceptación o rechazo de un tratamiento; autodeterminación; art. 19 de la
Constitución Nacional; personas autorizadas a expresar la voluntad del causante; previsión legal; judicialización de la cuestión; innecesariedad; encuadre; instituciones
sanitarias; objeciones de conciencia; implementación de procedimientos adecuados (CS, julio 7-2015) (Conclusión del diario del 8 de septiembre de 2015)........................ 4
CO
ARG
CASA
2
Buenos Aires, miércoles 9 de septiembre de 2015
3
Diversas versiones
a) El cesionario es sucesor a título singular
La cesión de herencia no implica la cesión de la condición de heredero, que es intransferible. El cesionario, pese
a que se sobrelleva buena parte de la doctrina y de la jurisprudencia en contra, no es un sucesor universal del de
cuius sino particular o individual. Pasa que es inexistente la
sucesión universal por contrato: nota al art. 3280. Además,
las obligaciones contraídas por el causante no se transmiten
plenamente al cesionario, quien no responde ultra vires. En
cualquiera de los casos, la cesión exige una sucesión ya
abierta. De lo contrario, importa un pacto de herencia futura interdicto por la ley por orden público absoluto: arts.
848, 1175, 1449 y 3311; hoy 1010 y 2286. Tanta normativa
agolpada delata que el legislador repudia toda autopreterición prematura. El principio viene del derecho romano,
aunque había alguna excepción. Y el derecho francés lo
relativizó casi completamente hasta el Code. Que, como
en nuestro caso, fulminó la precoz abdicación. Que a veces
se consuma con instrumentos privados que omiten fecha:
tras la muerte del causante, el documento se data y surge
la obligación de escriturar, por ejemplo, una renuncia a la
herencia o cesiones de derechos y acciones. “Hecha la ley,
hecha la trampa”. Es que por algo dice Benavente: “Lo
más parecido a la inteligencia es la pillería”.
Si la cesión es de bienes individualizados, a fortiori
que el cesionario se emplaza a título individual. El cedente
puede transferir todo o parte de lo que se le transmitió.
Los mismos derechos, no más; sí, acaso, menos.
Con todo, es frecuente la teoría de que el cesionario
opera en representación del cedente. Sin embargo, validada la cesión, postula iure proprio. Son sucesores uti singuli del sucesor, ahora por actos entre vivos. Tienen, simplemente, que documentar, en orden al derecho transferido,
su participación en el proceso sucesorio.
b) La cesión como contrato y como acto unilateral
Se predica que la cesión de los derechos hereditarios es
un contrato, y la renuncia, un acto unilateral que resuelve una vocación sucesoria(2). Discrepamos. Pues no vemos obstáculo a una cesión unilateral que se perfeccionará
cuando el cesionario la acepte. Algo así como la estipulación a favor de un tercero del art. 504, hoy 1027.
A la cesión de herencia, en tanto, y como su continente,
que es la cesión de créditos, si es por dinero son aplicables
las normas de la compraventa; si hay trueque, las de la
permuta, y si hay gratuidad, las de la donación. Y, en general, son del caso las reglas de la renuncia a una herencia.
c) La cesión obligada por escritura pública
es por $ 1000 o más: art. 3345 anterior
Se colige que la cortapisa quedó tácitamente derogada
por la reforma, vimos, de la ley 17.711 al art. 1184, inc. 6º.
Disentimos. No hay por qué presumir error en el legislador.
Además, la cesión suele ser onerosa y la renuncia no. De allí
la posible justificación de que la cifra haya permanecido.
d) La escritura pública suplantada por acta judicial
La exigencia de escritura pública para la cessio in iure
de derechos y acciones hereditarios delata una desconfianza del legislador: teme que a un heredero le hagan firmar, abusando de su distracción, de sus necesidades o de
su estado de salud, una cesión lesiva. Incluso antes de la
muerte del causante. Cuando la persona está enferma y
hasta postrada, es costumbre que el escribano concurra a
su domicilio. Algunos proceden directamente. Otros, mejores profesionales, tratan de que quien otorga el acto sepa
de qué se trata. Y hasta dejan constancia de su diligencia
en la escritura. En cuyo caso ciertos notarios, es cierto que
harto precavidos, procuran testigos del acto.
La firma, decíamos, que se le arranca al causante más
o menos en ciernes, forma parte de la populosa captación
de herencia. La insidiosa, la dolosa, la brutal. O la más civilizada. Cicerón la llamó captatio benevolentiae; basada
en la simpatía y halagos prodigados por el pillo/a engatusador. Las Partidas retomaron el asunto al distinguir entre
el dolo malo y el dolo bueno. Podría objetarse que las dos
frases incurren en un oxímoron. Sin embargo no: el dolo
bueno era la astucia destinada a evitar que a uno lo desplumaran. El dolo malo, en cambio, derechamente se destinaba a esquilmar a los otros: Partida VII, tít. XVI, ley 1ª.
(2) Lavalle Cobo, Jorge E., Código Civil y leyes complementarias.
Comentado, anotado y concordado, Augusto C. Belluscio (dir.) y Eduardo A. Zannoni (coord.), Buenos Aires, Astrea, 1984, t. 5, pág. 830.
En fin: la captación de herencia, aunque el lector proteste que en la realidad jamás se inflige, debe ser tratada por
la teoría jurídica. Además, el derecho, y después de todo,
es casualmente eso, una teoría. Law in books. Sobre todo
en los países populistas y subdesarrollados. La Argentina,
y por suerte, nunca ha descendido a semejantes infiernos.
Evidentemente, y reasumimos, la ley patentiza que le
da más garantías el trámite notarial que el hecho de que
el cedente concurra al tribunal, firme un acta ante el secretario, pida la homologación y, tras que sea cohonestada
su voluntad mediante el auto judicial, se notifique y consienta. Sea expresamente, sea tácitamente: se le noticia y
deja pasar el plazo de impugnación. Lo cual no quita que,
como en el caso de la escritura, pueda luego denunciar
vicios de la voluntad (como error, dolo o violencia) o del
acto jurídico; como simulación y fraude. Bien que, si se
trata de simulación a la que coadyuvó (colusión), le costará remontar el aforismo “nadie puede alegar su propia torpeza”. No obstante, es posible. Y ni hablar, por ejemplo,
acreedores del cedente.
A nuestro juicio, ninguno de los dos procedimientos da
mejores garantías que el otro. O acaso las dé el trámite en
tribunales. La ley protege al cedente y eventualmente al
cesionario. Pues sobrecogen cesiones, al menos de tanto
en tanto, demasiado onerosas para ese cesionario. Contamos, entonces, con la escritura pública y, a lo mejor, por
vía pretoriana, con el acta judicial. Lo ideal, parece, es que
la ley contemple la escritura y el contrato procesal. Ya que
esa es la naturaleza de la cesión hecha en el juzgado.
Y ¿qué había pasado? Pues que la ley, a menudo, exige
formas para los actos. Hay formas con las que no transige.
Por ejemplo, el casamiento. Si se quiere que valga inter
partes y frente a terceros, hay que celebrarlo. O el derecho
real de hipoteca: si se quiere que valga frente a terceros,
hay que inscribirlo. Si no, rige solamente entre las partes.
Incluso por esa falta de publicidad no es un derecho real
con todas las barbas.
La ley, entonces, demanda por que ciertas actividades
han de rodearse de ritos. Y demanda porque recela. Y obra
perfectamente bien. Ya que aquí es inaplicable la recomendación de Guicciardini a Maquiavelo en una carta:
“Desconfía. Pero no lo des a entender”. También lo aleccionó: “Busca honor, no honores”. Lo conocía. Si es que
el hombre de genio puede conocerse de veras.
Entretanto, es criterio acaso mayoritario que la escritura pública puede ser suplantada por acta celebrada en el
tribunal con certificación del actuario(3). Bien que, mejor,
vimos, concurran cedente y cesionario y el juzgado homologue la concertación –art. 162 del CPCN– y las partes
luego se notifiquen del auto que legitima y se abstengan
de impugnarlo. En los casos dudosos, preferible acumular
astucias.
También discrepamos. Pues de admitirse la forma ad
probationem, mal puede propinarse sin ponerle un taparrabos a la ley. Hay que declararla inconstitucional por omisión o, sin acudir a semejante ultima ratio (frase grabada
en los cañones de Luis XIV), discurrir al menos que puede
rebajarse la exigencia ad solemnitatem en base a que la seguridad jurídica está igualmente resguardada. Recuérdese
que para Vélez el secretario del tribunal era “escribano”;
por ejemplo, art. 979, inc. 4º.
En rigor: si la escritura pública es inexorable para la
cesión de derechos hereditarios, ¿por qué no también la
partición judicial? Cuando se inscribe la declaratoria de
herederos o la aprobación de un testamento, si a esos documentos acompañamos una cesión de derechos hereditarios válida, se verifica una partición que hace cesar el
estado de indivisión.
La palabra cedente viene del latín “marchar”. En el lenguaje militar de época significaba “retirarse”. Con lo cual
el término podría ser antónimo en sí mismo. Como ahora
pasa, por ejemplo, con crepúsculo, distensión, huésped y
nimio. De modo que “un error nimio” puede ser una pequeñez o una barbaridad. Son, claro, paradojas del castellano.
En cuanto a herencia, proviene del latín “estar adherido”. Peculiaridades de las etimologías. Esta adhesión bien
se patentiza en la chusca rima “del hoyo al bollo”. Demasiado suspicaz respecto de los desconsolados herederos.
e) La cesión hecha por instrumento público o privado:
efectos
Suele promulgarse que, si la cesión omitió la escritura
pública, carece de efectos.
(3) Es la opinión, al menos respecto de la renuncia, de Borda, Goyena Copello, Llerena, Machado, Maffía, Pérez Lasala y Quinteros, y nutrida jurisprudencia.
Otra vez censuramos: al menos obliga a escriturar. Sea
por publicidad, sea por la importancia del acto, sea porque
tácitamente se contrajo una obligación de hacer: art. 1185,
hoy 969 y 1018.
Mientras la cesión por escritura pública (art. 299) no se
allegue al expediente sucesorio o se inscriba, es un acto
privado: res inter alios acta vel judicata, alteri nec prodest, nec nocet. El escribano no es un funcionario público
sino que ocasionalmente ejerce funciones públicas. Los
actos gubernamentales, en cambio, son públicos: administrativos, judiciales, etc. Por su naturaleza, no por su eventual difusión o presunción de legitimidad.
De modo que la escritura pública es pública no desde
su consumación, no in fieri, sino por su emplazamiento
ulterior. Se predispone a la garantía de autenticidad y publicidad.
Esta escritura debe nomás ser tal: inviable la reemplace
un acta notarial, pues la ley lo prohíbe: art. 312.
f) Cesión y renuncia a la herencia: equivalencias
Se ha equiparado la cesión de la herencia a la renuncia
en cuanto “se juzga al renunciante como no habiendo sido
nunca heredero y la sucesión se defiere como si el renunciante no hubiese existido”: art. 3353, hoy 2301. Discurre
entonces Eduardo Prayones: “De manera que el heredero que hace manifestación de voluntad repudiando la herencia, queda en la situación de un extraño, de un tercero
en la sucesión”(4).
Habría que ver el momento de la renuncia y si, antes,
quien resignó se involucró en contingencias relativas a la
sucesión previas a la aceptación de la herencia. Es decir, no siempre se suprimirá toda retroactividad. Desde ya,
los acreedores del renunciante pueden (acción pauliana u
oblicua, subrogación, etc.) ejercer derechos sucesorios de
quien abdicó: art. 3351.
Si la cesión es no de herencia sino de un legado de cantidad, se interpretó que la escritura pública puede omitirse:
Cám. Civ. 1ª Cap. Fed., LL, 49-721.
g) Validez y prueba de la cesión
La forma del contrato atañe a su validez y a su prueba.
Cuando la convención demanda formalidades ad solemnitatem, si incumplidas, la regla es la nulidad. Se exigió la
forma ad substantiam actus. Por ejemplo, la cesión de derechos hereditarios. Se demanda un requisito (formalismo
= formulismo) que atañe a la esencia del acto: forma dat
esse rei, la forma depara el ser de la cosa. Algo un tanto
análogo respecto de la categorización de las sociedades
comerciales: la forme emporte le fond.
Cuando basta con la forma ad probationem (para probar), importa no la esencia del acto sino la demostración
de su existencia. De lo cual se sigue que si se omitieron
los recaudos ad probationem, el acto no es que sea válido
o nulo: sencillamente sucede que el tribunal rechaza su
celebración. Ya que la parte mostró sin demostrar.
De modo que la forma ad probationem basta para que
el contrato se acredite en un proceso judicial. Rige la libertad de formas: art. 284 actual. Pero en un juicio, dijimos, se necesita una instrumentación escrita y firmada.
Estos son principios generales con algunas excepciones.
Son tan pocas que confirman la regla. En cambio, si fueran
muchas, la devorarían.
Las formas ad solemnitatem, en tanto, pueden ser relativas o absolutas. La exteriorización absoluta se advierte,
por ejemplo, en el matrimonio: art. 420. La transacción
también requiere pruritos ad solemnitatem: art. 1643. Debe ser escrita, y si dirime derechos litigiosos, presentada
al juez.
La formalidad ad solemnitatem relativa carece de efectos propios pero genera efectos diferidos. Por ejemplo, la
obligación de concurrir luego a una escritura pública; caso
del ex art. 1185. En tanto, la cesión de derechos hereditarios podría catalogarse como un acto formal no solemne.
Como la cesión de créditos o la tradición traslativa de derechos reales: arts. 1454 y 2378 de antaño.
El problema, y retornamos, radica en los protocolos
intermedios. V. gr., una cesión de derechos hereditarios,
especie del género cesión de créditos, hecha verbalmente.
Es inválida e incluso inexistente. Pero, si tuvo un principio de ejecución, hipótesis de que haya sido tramitada en
un juzgado (enseguida volvemos con más detalle sobre el
(4) Prayones, Eduardo R., Nociones de derecho civil. Derecho de
sucesión, Buenos Aires, Abeledo, 1949, pág. 118. Eduardo Prayones
(Buenos Aires, 1880-1929) cuenta también con un didáctico Derecho de
familia, de 1914, 8ª ed. 1927, y un elaborado ensayo sobre el derecho hipotecario de 1924. Evidentemente, murió malogrado. Pues todavía podía
dar muchísimo de sí.
Buenos Aires, miércoles 9 de septiembre de 2015
asunto), si finalmente fracasa la concertación, puede encuadrarse como ad solemnitatem relativa. Fuerza, y ni hablar si hubo onerosidad, a la escritura pública por parte de
cedente y cesionario. Bien que lo opinado es un postulado.
En orden a la forma de los contratos, los Fundamentos
del Anteproyecto –hoy ley 26.994– comentan que “se siguen los lineamientos generales de la doctrina y proyectos
anteriores”. Como en nuestro caso de ahora no hubo variaciones, tan vasta generalidad bien puede congraciarse.
h) Son innecesarios los certificados de libre inhibición
Se debate si antes de la cesión por escritura pública el
notario debe pedir certificados de inhibición. Con error, se
los ha decretado imprescindibles(5). Equivale a exigir ese
certificado, por ejemplo, en los boletos de compraventa.
La cesión se limita a una publicidad cartular. Luego podrá
ser procesal: agregación al expediente sucesorio; y luego
registral: ahora con oponibilidad a terceros. La carencia
de certificado desde luego supone un riesgo para el cesionario; máxime si la cesión fue onerosa. Ahora, imponer
por imponer y en ese mismo caso, ¿por qué no reclamar
además subsistencia de dominio, gravámenes, impuestos
al día y demás recelos?
De todos modos, si la cesión es a título oneroso, vimos,
conviene el certificado y, concertada la escritura, su inscripción y su incorporación a los autos. Cuantos más recaudos tome el cesionario, mejor. Lo mismo el cedente, si
lo que quiso es una insolvencia fraudulenta (art. 179, cód.
penal). La cual no a la fuerza fue hecha con colusión: el
cesionario puede ignorar la maniobra dolosa. En tanto, si
bien la publicidad registral no deja de ser bastante ficcional, mucho más lo es la de los edictos sucesorios.
Es de prever también cesiones sucesivas hechas por
el mismo heredero y sobre los mismos bienes. Algunos
dan preferencia al primero que presentó la escritura en el
proceso sucesorio. Otros, al que contrató primero. Lo que
realmente prevalece es la fecha de la inscripción registral.
Ya que las otras tesis se basan en actividades precarias
en orden a la oponibilidad frente a terceros. Por ello, mejor que se encomiende al notario la inscripción si hay escritura. Ya que, es algo corriente, el escribano omite esa
comisión o incluso consigna que las partes lo eximen de
hacerla.
Lo ideal es la anotación personal (arts. 30-32, ley
17.801) y a la par en folio real. Inscripta también la declaratoria de herederos, ya es posible la venta de un inmueble
cedido incluso por tracto abreviado: la universalidad sucesoria queda desplazada por la determinación de la cosa
cedida. Que también puede ser un bien mueble registrable.
La cesión de derechos hereditarios puede formularse
tras la partición. En contra, dictamen de las XXIII Jornadas Nacionales de Derecho Civil, Tucumán, 2011. ¿Por
qué la cortapisa? ¿Acaso la partición es inviable se modifique por voluntad de las partes, judicializada y luego
cohonestada por (en) el Registro? La repartición es ajena
a preclusiones procesales como la que criticamos. Registra
lo que el juez le dice que registre; sin perjuicio de que al
calificar haga observaciones, inscripciones provisionales,
denegaciones y demás obstáculos. El problema consiste en
que hay, bien que a ojo de mal cubero, 25 leyes registrales:
la nacional y la de cada una de las jurisdicciones. Esta promiscuidad es anómala en cuanto están en danza derechos
reales, que son del derecho de fondo.
Sí parece indisputable que hay óbice a la cesión si los
bienes ya han sido inscriptos en los registros administrativos. La partición, o cuenta particionaria, en tanto, nada
tiene que ver. Pues de lo contrario, con ese criterio, si hay
un solo heredero, le sería inviable transferir. También es
posible que se cedan algunos bienes y otros no. Caso en el
que el heredero o sucesor queda con el remanente a su disposición: el acervo menguó pero lo que queda se verifica
aún en la universalidad.
La palabra partición viene del latín partire, dividir en
partes. Y la frase cuenta particionaria se refiere no al
­cálculo, no a la contabilidad, sino al documento en que
consta(6).
i) Embargo sobre los bienes relictos previo a la cesión
El embargo registrado predomina sobre la cesión de derechos hereditarios hecha en cualquier tiempo; salvo que
haya sido registrada con anterioridad a la medida cautelar.
(5) Cám. Civ. Cap. Fed., sala C, ED, 21-276; 65-130; Culaciatti,
Miguel A., Los certificados del Registro de la Propiedad, JA, 1947-IV70; Lezana, Julio I., Los inhibidos no pueden ceder derechos hereditarios si en el acervo sucesorio existen inmuebles, JA, 1948-II-699.
(6) Couture, Eduardo J., Vocabulario jurídico, Buenos Aires, Depalma, 1976, págs. 190 y 445.
j) Cesión delictiva
Quien cede dos veces los mismos derechos comete un
delito, desbaratar derechos acordados: art. 173, inc. 11,
cód. penal.
4
Conclusiones
Ninguna. Pues la palabra es pomposa y el derecho,
“una verdad en movimiento”.
Simplemente, opinar que la nueva ley bien podía haber
permitido el instrumento público labrado en los tribunales
como reseñamos. Con lo cual deslizamos un criterio de
lege ferenda. Lo que la ley no dice pero mejor que lo hubiera dicho. En cuyo caso con notarial contrariedad.
En cuanto a una interpretación de lege lata o de iure
condito, que se limita a lo que la ley sí dice, si el tribunal
admite la cesión en sus estrados y luego el Registro de
la propiedad no cuestiona si –verbigracia– un inmueble
cambia de propietario por ese tipo de cesión, la actividad
es válida. Si es que la imposición de la escritura pública
resulta meramente ad probationem(7); o ad solemnitatem
relativa.
Como se sabe, la oposición administrativa puede ser revisada en sede judicial. Todo un fatigoso camino. Aunque
seguramente no tanto como escalar la ladera sur del Aconcagua y con tormentas.
La dogmática repudia las dudas en las cuestiones de
puro derecho, y solamente las admite en las cuestiones de
hecho. En el primer caso, sin embargo, a veces vacilamos.
En el trance, la duda puede ser una máscara de la inteligencia que depara comodidades. Por ejemplo, “en la
duda, abstente”; o “en la duda, sigue dudando”. Cuando,
en cambio, tenemos nomás que decidir, ha de tenderse a la
legalidad. Es decir, y salvo el eventual éxito del subterfugio o sucedáneo que sugerimos, ha de estarse a la escritura
pública. Aunque el protocolo judicial bien hecho proporcione iguales garantías. Dura lex, sed lex. Para colmo, el
art. 1184, inc. 6º, ya fue reformado dos veces y se prorroga: el legislador “la tiene clara”.
Mientras, para que la cesión hecha de cualquier forma
sea oponible a terceros interesados, desde ya acreedores
del cedente, es preciso su inscripción registral(8). Además,
hay que distinguir entre acreedores del causante y del heredero, y personas que han contratado con el heredero tras
la cesión(9).
Entretanto, el cesionario –y ahora el art. 2364 disipa
toda duda– puede pedir la partición(10). Bien que luego de
las operaciones de inventario y avalúo: arts. 726 del CPCN
y 2365 del cód. civil y comercial, codex superveniens. En
el trance, la oposición a la partición por parte de herederos
no obsta. Ya que el cesionario exhibe su quantum determinado y quiere materializarlo. No hay por qué someterlo
a una indivisión forzada como la de la ley 14.394, arts.
51 a 53; o a la de la ley 24.441. Es ajeno a la partición
como negocio jurídico procesal, salvo que el cedente, por
ejemplo, se haya excedido en lo que transmitió (o transferido derechos discutibles). Lo mejor es que quien pide
proponga cómo. Que determine el qué y el cómo. Luego
se verá. Tras la licitación, art. 2372, el último recurso será
la subasta judicial: art. 2374. Raramente un bon marché
(7) Cám. Civ. Cap. Fed., sala A, ED, 5-88, LL, 108-669; LL, 1979D-536; sala B, ED, 33-531; sala C, ED, 21-165; sala E, ED, 27-447 y
35-531; sala F, JA, 1986-III-329; CApel.CC Morón, sala II, JA, 2001-IV808; C1ªCC Bahía Blanca, sala II, LL Buenos Aires, 2007-626; Doctrina
Judicial, 2007-II-1185. En contra, fallo plenario de la CNCiv., LL, 1986B-155; JA, 1986-II-73 y ED, 117-311; Cám. Civ., Com. y Laboral Rafaela, JA, 1999-II-231; Zannoni, Eduardo A., Derecho de las sucesiones,
Buenos Aires, Astrea, 2008, t. 1, pág. 601, y en Forma de la cesión de
derechos hereditarios. La exigencia de la escritura pública, JA, 1976III-330; Sabene, Sebastián E., Forma y publicidad de la cesión de acciones y derechos hereditarios, JA, 2012-III; Mosset Iturraspe, Jorge,
Teoría general del contrato, Rosario, Orbir, 1970, pág. 285.
(8) CNCiv., fallo plenario, LL, 1980-A-327.
(9) Fornieles, Salvador, Tratado de las sucesiones, Buenos Aires,
Abeledo, 1941, t. II, pág. 256.
(10) Neri, Argentino I., Tratado teórico y práctico de derecho notarial, Buenos Aires, Depalma, 1971, t. 4, pág. 334; Borda, Guillermo
A., Tratado de derecho civil. Sucesiones, Buenos Aires, La Ley, 2008,
t. I, pág. 457; Llambías, Jorge J. - Méndez Costa, María J., Código
Civil anotado, Buenos Aires, Abeledo-Perrot, 1992, t. V-B, pág. 93. Lo
mismo Segovia, Llerena, Machado, Lafaille y Zannoni. Y el derecho francés: Colin, Ambrosio - Capitant, Henri, Curso elemental
de derecho civil, Madrid, Reus, 1928, t. 8, pág. 433, trad. de Demófilo
de Buen. Sea la cesión total o parcial. En contra, respecto de esto último,
CCivil 1ª Cap. Fed., JA, 17-484, 28-850 y 29-413; CCivil 2ª Cap. Fed.,
Gaceta del Foro 5, 17; C1ªCC Corrientes, JA, 1953-II-366. Confunden
al cesionario con un simple acreedor y desairan el art. 3465, inc. 2º; hoy
2371, inc. b).
3
para los sucesores: muchos gastos y el aleatorio precio
obtenido en los remates. O almonedas, si se trata de bienes
muebles.
En cuanto a la composición de los lotes, “debe evitarse
el parcelamiento de los inmuebles”: art. 2377. Pero esto, y
aunque la ley no lo diga, es relativo. Ya que si las partes se
rehúsan a repartir, se supone que tras departir, y a vender,
la mejor solución a mano es el condominio; o que el bien
quede en estado de indivisión. Pues, si se omitió registrar
el inmueble, es posible que ese estado se prorrogue de hecho tras la partición. En algunos casos se le han deparado
demasiadas facultades al juez de la sucesión. A la par, abogados que fuerzan la marcha de las cosas por obvios motivos. Lo mismo respecto de liquidar la sociedad conyugal.
Se erigen como Alejandro Magno en Gordio.
La apuntada composición de los lotes, frase acaso a veces insuficiente dado el tenor del acervo y su razonable divisibilidad, es justamente el fin de la partición: clasificar y
asignar los bienes a fin de concretar los derechos de cuota.
Antes, y para decirlo de una manera censurable, los herederos eran copropietarios. Y con la partición se pasa de la
propiedad colectiva a la individual: hijuelas o alícuotas(11).
Esto es un derecho subjetivo y, se pregona, un beneficio
social en orden al derecho de propiedad políticamente liberal o individualista.
Cuando la partición es consensual, hay un “negocio de
fijación”(12). Esta partición puede hacerse aunque haya un
estado de indivisión forzosa: no hay problema en patentizar los derechos(13). La indivisión, en tanto, prosigue. Pasa
que la partición es inviable se efectivice, que se ejecute.
Por ejemplo, el caso del art. 2331: partición provisional.
Sin perjuicio de que el juez la concluya por razones de
notable utilidad: arts. 2330 y 2331.
Puede ocurrir, ya que “los hechos siempre rebasarán
la ciencia” (Gény), que haya una partición incorporada
al expediente y otra por contrato privado. Si aún no hubo transferencias, para algunos, el instrumento judicial de
partición es público: CCiv. y Com. Santa Fe, sala III, Juris
89-486. Pero ello no obsta, agregó el tribunal con acierto,
que pueda ser dejado sin efecto por convenio posterior.
Para otros, prevalece la concertación hecha ante el juez:
CCiv. y Com. Rosario, sala IV, Juris 93-818.
Ante esta disparidad, y si ya se inscribieron los derechos, se puede rectificar. Para algunos, en el mismo proceso sucesorio. Para otros, es necesario un proceso por
separado sin perjuicio de que haya acumulación de autos:
conexidad objetiva y subjetiva, continencia de la causa,
etc. En cualquiera de los casos, lo gravitante es el fuero de
atracción: art. 3284, hoy arts. 2336 y 2643.
El contrato, en tanto, es ley para las partes. No así,
eventualmente, respecto de terceros: art. 1194, actual 298.
5
Excurso: la sistemática
Héctor Lafaille analiza, con su consabida competencia, si la cesión de derechos hereditarios debe legislarse entre los contratos o en el régimen sucesorio(14). En
cualquier caso, y salvo excepciones expresas, es válida en
(11) Josserand, Louis, Derecho civil, Buenos Aires, Ejea-Bosch,
1951, vol. 2, t. II, pág. 271, trad. de Santiago Cunchillos Manterola.
Étienne Louis Josserand, 1868-1941, prefirió el tratado a la exégesis.
Fue profesor en Lyon y autor de un proyecto de código de las obligaciones y los contratos para el Líbano; y de varias monografías. Su obra magna, que es la que aquí citamos, es el Cours de droit civil positif français.
Al contar con ordenamiento, la doctrina francesa habló de cours. La alemana, al carecer, de sistema. En cuanto a “positif”, se trata de una superflua y comteana reminiscencia de la Exégesis. Un siglo antes, el profesor
Bugnet habría reprochado. Pues trompeteó: “Yo no enseño derecho civil,
enseño Código Civil”.
(12) Cariota Ferrara, Luigi, El negocio jurídico, Madrid, Aguilar,
1956, pág. 236, trad. de M. Albaladejo García.
(13) Chiappini, Julio, Código Procesal Civil y Comercial de la provincia de Santa Fe comentado, Rosario, Fas, 2011, t. 5-A, pág. 508. En
contra, Natale, Roberto, Código Procesal Civil y Comercial de la provincia de Santa Fe. Análisis doctrinario y jurisprudencial, Rosario, Juris,
1998, t. 3, pág. 115. La indivisión forzosa impuesta por el causante puede
incluso ser dejada de lado por voluntad unánime de los herederos: Zannoni, Eduardo, Derecho de sucesiones, cit., t. 1, pág. 663; Borda, Guillermo, Tratado de derecho civil, t. I, pág. 432; CNCiv., sala G, ED, 183-301.
(14) Curso de derecho civil (Sucesiones), Buenos Aires, Biblioteca
Jurídica Argentina, 1932, t. I, pág. 256. Lafaille nació en Montevideo
en 1883. Con medalla de oro, en 1906 se graduó de abogado en la Universidad de Buenos Aires. Al año siguiente, doctor en jurisprudencia
y sus comienzos como profesor. Falleció en Buenos Aires en 1956. En
1922 creó un consultorio jurídico gratuito, y, junto a Julio César Cueto
Rúa y a Eduardo Benito Carlos, resultó pionero de la “clínica jurídica”. Su obra comprende las seis materias del derecho civil. De modo
que con Guillermo Antonio Borda son los únicos en culminar tamaña
tratadística. Bien que los textos de Lafaille sobre Parte General y Familia son arduos de conseguir.
4
Buenos Aires, miércoles 9 de septiembre de 2015
los términos del art. 1444, ahora 1616(15). Se verifica una
adquisición derivada en la cual “el derecho puede cambiar
de sujeto sin perder su identidad”(16).
Vélez Sarsfield, en la nota al art. 1484, prometió tratar la cesión de herencia en la materia sucesiones. Pero
luego olvidó el paladino augurio. Es que, da la sensación,
llegó a poco de exhausto a la última parte del Código Civil.
Y no era para menos: una labor ciclópea. O, tal vez, imagina Luis de Gásperi, “la omisión observada no puede atribuirse sino a involuntario olvido de Vélez, a menos que a
última hora juzgase él innecesario hacerlo, acuciado, como
estaba, por la necesidad de dar cabo a la obra legislativa
que se le había confiado”(17). Se non è vero, è ben trovato.
En la cesión de derechos hereditarios, resulta impropio
hablar de “derechos sobre derechos”. Sí los hay, por ejemplo, en la prenda sobre créditos, pignus nominis(18).
El derecho de sucesiones es un álgebra, un cúmulo de
ecuaciones y logaritmos entretejidos. Dominar la materia
equivale a uno de los trabajos de Hércules. Y, si uno no la
ama, a uno de los suplicios de Tántalo. Y tanto es así que,
cuanto mucho, debemos contentarnos con conocimientos
parciales. Para colmo, aquí también el todo es mucho más
que la suma de las partes.
VOCES: SUCESIONES - CESIÓN DE DERECHOS - ESCRITURA PÚBLICA - CÓDIGO CIVIL Y COMERCIAL
(15) Juan Carlos Rébora puntualiza la cesión de derechos hereditarios desperdigada en el Código Civil: Derecho de las sucesiones, Buenos
Aires, Bibliográfica Argentina, 1952, t. I, pág. 352. Rébora (Baradero,
1880 - Buenos Aires, 1964) fue un conspicuo civilista, destacado profesor, funcionario público y embajador en Francia. De obra prolífica,
monumental sus Instituciones de la familia en cuatro tomos.
(16) Tuhr, Andreas von, Derecho civil. Teoría general del derecho
civil alemán, Buenos Aires, Depalma, 1947, vol. II, 1, pág. 39, trad.
de Tito Ravà. Von Tuhr nació en San Petersburgo en 1864 y murió en
Zúrich en 1925. En 1885 se doctoró en Heidelberg y fue profesor, como Ihering y Windscheid, en Basilea. Como cuadraba a los civilistas
alemanes del siglo XIX, también se desempeñó como pandectista (estudiosos del Digesto). Fue de los pioneros comentaristas del Código Civil
alemán: BGB, Bürgerliches Gesetzbuch, de 1900; tardío pero al fin se
sancionó. Y rigió.
(17) De Gásperi, Luis, Tratado de derecho hereditario, Buenos Aires, TEA, 1953, t. II, pág. 122.
(18) Marín Pérez, Pascual, Estudios sobre el derecho privado y
sus transformaciones actuales, Barcelona, Bosch, 1959, pág. 49. En el
derecho español se habla, con alguna imprecisión, de venta de herencia:
Puig Brutau, José, Fundamentos de derecho civil, Barcelona, Bosch,
1956, vol. II, t. II, pág. 239.
JURISPRUDENCIA
Recurso Extraordinario:
Admisibilidad: leyes 26.529 y 26.742; supresión de medidas terapéuticas que mantienen la
vida en forma artificial; integración de tribunales locales; improcedencia; agravios vinculados
a la doble instancia; inadmisibilidad. Bioética: Leyes 26.529 y 26.742: art. 5º; finalidad;
pacientes en estado terminal o irreversible; abstención de tratamiento; diferencia con la eutanasia; prohibición legal; finalidad de la ley;
equiparación en el caso de la alimentación e hidratación a “tratamiento médico”; paciente sin
conciencia; ausencia de disposiciones previas;
intención real del causante; búsqueda; aceptación o rechazo de un tratamiento; autodeterminación; art. 19 de la Constitución Nacional;
personas autorizadas a expresar la voluntad del
causante; previsión legal; judicialización de la
cuestión; innecesariedad; encuadre; instituciones sanitarias; objeciones de conciencia; implementación de procedimientos adecuados.
(Conclusión del diario del 8 de septiembre de 2015)
VIII. Por otro lado, los apelantes enfatizan que el retiro de la
hidratación y la alimentación no está previsto por la ley 26.529,
modificada por la ley 26.742, en tanto no se trata de un tratamiento médico extraordinario, sino de la provisión de necesidades básicas de todo ser viviente.
Sin embargo, la interpretación de la letra y de la finalidad del
artículo 2, inciso e, de la ley muestra que el agravio no puede
prosperar. Esa norma menciona los tratamientos que pueden ser
rechazados siempre que sean extraordinarios o desproporcionados en relación con la perspectiva de mejoría, o que produzcan
un sufrimiento desmesurado. Luego, agrega expresamente que
el paciente “[t]ambién podrá rechazar procedimientos de hidratación o alimentación cuando los mismos produzcan como único
efecto la prolongación en el tiempo de ese estadio terminal irreversible o incurable” (art. 2, inc. e, ley citada).
El caso del retiro de la hidratación y la alimentación fue especialmente debatido por los diputados y senadores en el marco de
las sesiones parlamentarias. Justamente, allí se consideró que si
bien la hidratación y la alimentación no pueden ser consideradas
extraordinarias o desmesuradas, su rechazo puede ser decidido
por el paciente en un estado irreversible, incurable o terminal en
atención a que en muchas situaciones son fútiles, esto es, no tienen aptitud para lograr una mejoría de la salud del paciente, sino
que su único efecto es prolongar el estadio terminal, irreversible
o incurable.
En una de las exposiciones se dijo que “[a]lgunos diputados
mencionaron que respecto de ciertas situaciones como la alimentación y la hidratación, si se plantea el requisito de que sean
extraordinarias o desproporcionadas, efectivamente nunca se va
a poder hacer lugar porque no son tratamientos desproporcionados, sino que simplemente son procedimientos fútiles, esto
es, alargan la situación de mantener latente una vida vegetativa,
en estado terminal e irreversible, pero no alivian el sufrimiento,
no mejoran y no curan. Por tal motivo, en cuanto al rechazo de
procedimientos quirúrgicos, de reanimación artificial o el retiro
de medidas de soporte vital, se exige que sean extraordinarios o
desproporcionados en relación con las perspectivas de mejoría.
Y también se podrán rechazar procedimientos de hidratación o
alimentación cuando éstos produzcan, como único efecto, la prolongación en el tiempo, del estadio terminal irreversible o incurable. De esta forma, abarcamos todos los tipos de procedimientos
mencionados, a los efectos de que claramente rija la autonomía
de la voluntad para rechazarlos y que la muerte se produzca naturalmente sin necesidad de prolongarla de manera artificial, dando
lugar así al encarnizamiento médico, a procedimientos fútiles
o al alargamiento de situaciones de vida vegetativa” (Diario de
Sesiones H. Cámara de Diputados de la Nación citado, tercera
intervención de la Diputada Ibarra).
Además, la solución que sugiero es la que mejor satisface la
finalidad de la ley 26.742. En efecto, robustece la libertad personal al precisar que lo que genera el derecho a decidir libremente
es la situación crítica de una enfermedad irreversible, incurable o
terminal, y la inutilidad, desproporción, o carácter extraordinario
de diversos tratamientos, sin efectuar una distinción en razón de
la naturaleza del tratamiento en cuestión, que resultaría en desmedro de los derechos que la norma busca tutelar.
IX. El representante del Ministerio Público de Incapaces enfatiza que el paciente no expresó su voluntad respecto del retiro
del soporte vital, y que no puede desconocerse que en el caso el
consentimiento es otorgado por sus hermanas.
Al respecto, cabe señalar que una de las incorporaciones introducidas por la ley 26.742 es la posibilidad de que ante la incapacidad del paciente para prestar el consentimiento informado a
causa de su estado físico o psíquico, éste pueda ser prestado por
las personas mencionadas en el artículo 21 de la Ley de Trasplantes de Órganos y Materiales Anatómicos (art. 6, ley 26.742).
Esa introducción de la ley responde al reconocimiento de que,
en la práctica, en muchos casos el paciente se encuentra en estado de inconsciencia o por alguna otra razón física o psíquica
imposibilitado o incapacitado para dar su consentimiento. A su
vez, la existencia de directrices anticipadas del propio paciente
es aún escasa.
De este modo, la norma viene a establecer un mecanismo
para garantizar la vigencia efectiva del derecho a la libertad personal previsto en la Constitución Nacional y en los instrumentos
internacionales, y regulado por el artículo 2, inciso e, de la ley
26.529, modificada por la ley 26.742. Así, la norma deja la decisión sobre la aceptación y el rechazo de tratamientos médicos y
biológicos en el paciente y, en el supuesto de que sea necesario
reconstruir cuál es su voluntad, en su ámbito familiar, libre de
intromisiones del Estado o de terceros. La ley entiende que los
familiares son quienes están en mejor posición para saber cuál
sería la voluntad del paciente. En efecto, ellos son quienes conocen sus preferencias y creencias, y con quienes es probable que
él haya discutido acerca de estos temas y expresado sus opiniones al respecto.
En este caso, las hermanas de M. A. D. tienen legitimación
para dar consentimiento en su representación en tanto se encuentran en primer lugar de acuerdo con el orden de prelación dispuesto por la ley 24.193 y a las circunstancias de la causa –M. A.
D. no tiene cónyuge ni hijos y sus progenitores han fallecido–.
A su vez, no hay divergencias entre ellas acerca de cuál sería la
voluntad de su hermano. Si bien el recurrente realiza algunos
reproches con relación a la conducta de las hermanas, lo cierto es
que las mismas lucen desprovistas de sustento fáctico. De hecho,
el apelante no planteó agravios concretos que permitan dudar de
que las hermanas de M. A. D. hayan peticionado la supresión de
medidas de soporte vital de buena fe y en el convencimiento de
que su hermano habría decidido de ese modo de tener la capacidad de hacerlo.
Asimismo, la petición de las representantes de M. A. D. se
encuentra respaldada en la causa por las opiniones vertidas por
diversos comités de bioética (informe del Comité de Bioética de
la Dirección Provincial de Calidad de la Gestión - Subsecretaría
de Salud de la Provincia de Neuquén a fs. 378/80; del Comité
de Bioética de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva a fs.
381/3; y del Comité de Bioética del INCUCAI a fs. 543/53). Todos los comités intervinientes coinciden en su apoyo a la decisión
de la familia de M. A. D., teniendo en cuenta su estado de salud y
la imposibilidad de mejoría o reversión del cuadro. En particular,
el Comité de Bioética del INCUCAI concluyó que “no se trata
de ponerle fin a la vida de [M. A. D.]. Sólo se trata de legitimar
moralmente el permitir que la muerte acontezca sin interferencia
tecnológica, que en este caso se interpone como obstáculo empecinado en claro perjuicio de la dignidad humana” (fs. 553).
X. Finalmente, los apelantes aducen que la decisión recurrida
atenta contra el derecho a la vida de M. A. D., que se encuentra
tutelado en nuestra Constitución Nacional y en los instrumentos
internacionales (art. 75, inc. 22, Constitución Nacional; art. 4,
Convención Americana sobre Derechos Humanos; art. 6, Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos; art. I, Declaración
Americana de los Derechos y Deberes del Hombre; y art. 3, Declaración Universal de los Derechos del Hombre). Sin embargo,
las leyes 26.529 y 26.742 acogen el derecho a la vida y reconocen que comprende el derecho del titular a decidir sobre ella en
el caso de una enfermedad incurable, irreversible o terminal, y
ante la existencia de tratamientos médicos y biológicos extraordinarios, desproporcionados o fútiles. Dicho de otro modo, las
normas buscan tutelar el derecho a la vida no como un mero
hecho biológico, sino también como un conjunto de atribuciones
que convierten en soberano a su titular. Así, las normas armonizan el derecho a la vida con la autonomía personal, la dignidad
humana y la intimidad.
Al respecto, cabe recordar que la Corte Interamericana de
Derechos Humanos ha afirmado que el derecho fundamental a la
vida comprende el derecho de todo ser humano a no ser privado
de la vida arbitrariamente y el derecho a que no se le impida el
acceso a las condiciones que le garanticen una existencia digna (Corte Interamericana de Derechos Humanos, “Caso de los
Niños de la Calle” [Villagrán Morales y Otros] vs. Guatemala”,
sentencia del 19 de noviembre 1999, parágrafo 144). En este
marco, la pretensión de M. A. D., a través de sus representantes,
no implica una privación arbitraria, sino una petición fundada en
la vigencia del derecho a la vida digna y autónoma.
En conclusión, entiendo que la decisión de M. A. D., a través
de sus hermanas, sobre el retiro, cese y abstención de todas las
medidas de soporte vital que lo mantienen con vida en forma
artificial pertenece a su zona de reserva, garantizada por el derecho a la autonomía personal (arts. 19 y 75, inc. 22, Constitución
Nacional; art. 11, Convención Americana sobre Derechos Humanos; Preámbulo y art. 17, Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; art. V, Declaración Americana de los Derechos y
Deberes del Hombre; y Preámbulo y art. 12, Declaración Universal de los Derechos del Hombre), y regulado en las leyes 26.529
y 26.742, y, por lo tanto, se encuentra libre de las injerencias del
Estado y de terceros.
Como acertadamente lo ha destacado el tribunal a quo, las peticiones comprendidas en las citadas leyes no requieren autorización judicial dado que precisamente uno de los propósitos de la
norma es evitar que estas decisiones se judicialicen y trasciendan
de la esfera privada del paciente, su familia y el médico. No obstante, a pesar de la falta de necesidad de la autorización judicial,
en atención a las circunstancias del caso –especialmente, el tiempo transcurrido desde que M. A. D. padece un estado vegetativo
irreversible, y desde que sus hermanas han instado la presente
petición, que recorrió cuatro instancias judiciales– corresponde
hacer lugar a la pretensión deducida a fin de garantizar la vigencia efectiva de los derechos del paciente (Fallos: 335:197), en las
condiciones establecidas por la ley 26.529, modificada por la ley
26.742. En particular, el artículo 2, inciso e, in fine precisa que,
en los casos en que corresponde proceder al retiro de las medidas
que lo mantienen con vida en forma artificial, es menester adoptar las providencias y acciones para el adecuado control y alivio
del sufrimiento del paciente.
Además, ante la posición asumida por los profesionales y la
institución de la salud que atienden a M. A. D., se solicita a esa
Corte Suprema que arbitre las medidas que estime pertinentes a
fin de asegurar la protección efectiva a los derechos constitucionales invocados.
XI. Por todo lo expuesto, opino que cabe declarar formalmente
admisibles los recursos extraordinarios interpuestos y confirmar
la sentencia apelada con el alcance indicado en la sección anterior. Buenos Aires, 9 de abril de 2014. – Alejandra M. Gils Carbó.
Buenos Aires, 7 de julio de 2015
Vistos los autos: “D., M. A. s/declaración de incapacidad”.
Buenos Aires, miércoles 9 de septiembre de 2015
Considerando:
1º) Que el Tribunal Superior de Justicia de la Provincia
del Neuquén dejó sin efecto la sentencia que, al confirmar
la de primera instancia, había rechazado la pretensión de
las representantes de M. A. D. para que se ordenara la
supresión de su hidratación y la alimentación enteral, así
como de todas las medidas terapéuticas que lo mantienen
con vida en forma artificial (fs. 978/1002).
Para decidir de esa forma, el a quo señaló que tal petición se encuentra comprendida en la Ley de Derechos del
Paciente en su Relación con los Profesionales e Instituciones de la Salud (ley 26.529, modificada por la ley 26.742)
por lo que no resulta necesario que las representantes de
M. A. D. requieran autorización judicial alguna.
Sostuvo el tribunal que existe en autos un conflicto entre derechos constitucionales, a saber, el derecho a la vida
y el derecho a la autonomía personal. A su entender, un
sujeto puede en determinadas circunstancias adoptar decisiones que tengan como fin previsible la culminación de
su vida, en tanto se trata de cuestiones que se encuentran
dentro de la zona de reserva que asegura el derecho a la
autonomía personal. Destacó que en esa zona de reserva el
individuo es dueño de hacer elecciones sobre su propia vida sin intromisión del Estado, en tanto no afecten la moral,
el orden público ni a terceros. Aseguró que esas decisiones
libres hacen a la dignidad de la persona y al pleno ejercicio de la libertad.
Agregó que la ley 26.529, modificada por la ley 26.742,
procura asegurar el goce del derecho a la autonomía personal en la etapa final de la vida y que ese derecho se plasma en la posibilidad de aceptar o rechazar determinadas
terapias o procedimientos médicos o biológicos.
Señaló que la ley garantiza la formación de un consentimiento informado por parte del paciente, y prevé la
posibilidad de que, en determinados supuestos, este sea
otorgado por los representantes legales. Apuntó que la
norma pretende que estos asuntos no se desplacen desde
el ámbito íntimo del paciente, su familia y el médico a la
esfera judicial. Aclaró que, en el ámbito provincial, la ley
2611 persigue la misma finalidad.
Por estas razones, consideró que la petición de las hermanas y curadoras de M. A. D. se halla comprendida en
las disposiciones de la ley citada. En consecuencia, sostuvo que tienen legitimación para dar consentimiento informado en representación de su hermano, M. A. D., quien
se encuentra desde 1994 en estado vegetativo persistente e
irreversible. También destacó que el pedido del retiro, cese
y abstención de la hidratación y la alimentación enteral,
así como de todas las medidas de sostén vital que mantienen a M. A. D. con vida en forma artificial, está contemplado en la nueva normativa.
Finalmente, enfatizó que la ley establece un mecanismo
que no requiere intervención judicial, por lo que dejó sin
efecto la sentencia apelada y declaró que la petición debe
tramitar conforme a ese procedimiento.
2º) Que contra este pronunciamiento, el curador ad
litem y el representante del Ministerio Público de Incapaces interpusieron sendos recursos extraordinarios (fs.
1010/1030 y 1032/1063, respectivamente), que fueron
concedidos por el tribunal a quo (fs. 1103/1106).
El curador ad litem sostiene que la sentencia es arbitraria en tanto prescinde de pruebas conducentes y aplica
erróneamente el derecho vigente, así como que se aparta
de las normas constitucionales y de los instrumentos internacionales que consagran el derecho a la vida y a la integridad física, psíquica y moral.
Afirma que el a quo no valoró las pericias médicas de
las que surge que el paciente no padece una enfermedad
terminal, sino que se encuentra en estado vegetativo permanente y tiene un estado de salud estable. Se agravia de
que las representantes de M. A. D. pretendan la supresión
de la hidratación y la alimentación, pese a que no enfrenta
una situación de muerte inminente.
Aduce que la ley 26.529, modificada por la ley 26.742,
es inaplicable al caso, en tanto exige que el paciente se
encuentre en estado terminal para autorizar el retiro de la
hidratación y la alimentación. Sostiene que para esta medida el precepto exige que ellas no satisfagan su finalidad
específica, esto es, hidratar y alimentar al paciente. Manifiesta que una interpretación diversa autorizaría prácticas
eutanásicas, que se encuentran prohibidas por el artículo
11 de la ley en cuestión. Enfatiza que en este caso el retiro
peticionado habilitaría una muerte por deshidratación e
inanición, que dista de un final en paz.
Por su parte, el representante del Ministerio Público de
Incapaces alega, en primer lugar, que la ley 26.529, modi-
ficada por la ley 26.742, fue aplicada en forma retroactiva,
por lo que los jueces han incurrido en un exceso de jurisdicción ignorando el valladar impuesto por el artículo 3º
del Código Civil.
Además, manifiesta que esa ley es inaplicable al caso.
Destaca que el paciente no se encuentra en una situación
terminal y que solo necesita para vivir hidratación y alimentación, sin requerir algún mecanismo artificial respiratorio o de otra índole. Agrega que la hidratación y la
alimentación no configuran en este caso procedimientos
extraordinarios o desproporcionados, sino necesidades básicas de todo ser viviente.
A su vez, enfatiza que el paciente no expresó su voluntad respecto al retiro del soporte vital, lo que debe guiar el
análisis de las garantías constitucionales en juego. Aduce
que morir con dignidad es un derecho inherente a la persona y que, como tal, solo puede ser ejercido por su titular.
Por otro lado, sostiene que la decisión apelada viola la
garantía de la doble instancia pues lo decidido no podrá
ser revisado en forma amplia por otro tribunal. Por último,
postula que el tribunal no se integró correctamente, lo que
afecta el principio del juez natural.
3º) Que a fs. 1116/1127 vta. obra el dictamen de la
Procuradora General de la Nación del 9 de abril de 2014
quien por los argumentos allí expuestos propone confirmar
la sentencia impugnada.
Con fecha 30 de abril, 26 de agosto y 30 de septiembre
de 2014 el Tribunal ordenó al Cuerpo Médico Forense la
realización de estudios científicos al paciente, los que fueron concretados el 2 de junio, 12 de septiembre y 15 de
octubre de 2014.
Asimismo, el 28 de octubre de 2014, como medida para
mejor proveer, la Corte efectuó una consulta científica al
Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro respecto de la situación del paciente M. A. D., que fue respondida el 18 de febrero de 2015.
El curador ad litem, las peticionantes y la Defensora General de la Nación, en su carácter de representante del Ministerio Público Pupilar ante esta instancia, se expidieron
respecto de esos estudios los días 6, 7 y 8 de abril de 2015.
Finalmente, el 15 de junio del corriente la Defensora
General de la Nación presentó su dictamen en el que también propone que se confirme la resolución impugnada,
quedando de esta forma la causa en condiciones de ser
fallada.
4º) Que los recursos extraordinarios son admisibles,
en cuanto los agravios formulados suscitan cuestión federal suficiente pues los planteos deducidos conducen a
determinar el alcance de los derechos constitucionales en
juego: el derecho a la vida, a la autonomía personal, a la
dignidad humana y a la intimidad (artículo 14, inc. 3º de
la ley 48; Fallos: 330:399; 331:1530; 332:2559; 335:799,
entre otros); y la resolución apelada ha sido contraria al
derecho invocado por los recurrentes.
Por otra parte, las cuestiones referentes a la interpretación de los derechos constitucionales involucrados y a
la arbitrariedad atribuida a la sentencia impugnada se encuentran inescindiblemente ligadas entre sí, por lo que corresponde examinar los agravios de manera conjunta.
5º) Que, sin perjuicio de lo expuesto, el recurso del representante del Ministerio de Incapaces es inadmisible en
tanto pone en tela de juicio la aplicación de normas locales
en relación con la conformación del tribunal superior de la
causa pues, como ha sostenido esta Corte, las cuestiones
sobre la aplicación de las normas provinciales que organizan el funcionamiento de la justicia son de derecho público local y se encuentran reservadas, en principio, a los
jueces de la causa, máxime cuando la decisión en recurso
cuenta con fundamentos suficientes que bastan para descartar la tacha de arbitrariedad (conf. doctrina de Fallos:
262:212; 312:2110, entre otros).
Por otra parte, resulta inadmisible el agravio vinculado
a la doble instancia en atención a lo decidido por el Tribunal en Fallos: 320:2145 y 329:5994.
6º) Que según resulta de las constancias de autos, el 23
de octubre de 1994 M. A. D. sufrió un accidente automovilístico que le ocasionó un traumatismo encéfalocraneano
severo con pérdida del conocimiento, politraumatismos
graves y epilepsia postraumática. Fue internado en el Hospital Castro Rendón de la Provincia del Neuquén y luego
derivado a la Clínica Bazterrica de la Ciudad de Buenos
Aires. Allí fue sometido a varias intervenciones quirúrgicas y tratamientos médicos. A fs. 7/8 obra el resumen
de su historia clínica elaborada en este último nosocomio
–fechada 5 de febrero de 1995– en la que se establece
5
que “durante la internación el paciente evoluciona con
estado vegetativo persistente”. Posteriormente, en el año
2003, fue ingresado en el Instituto Luncec de la Provincia
del Neuquén, destacándose en la historia clínica de esa
institución que M. A. D. presenta estado vegetativo permanente (fs. 502/506). También en el informe de estado
neurológico del Instituto de Neurología y Neurocirugía de
Neuquén, del 30 de junio de 2006, se señaló que el paciente se encuentra en estado vegetativo persistente (fs. 510),
diagnóstico que fue ratificado en el año 2009, por el Jefe
del Servicio de Terapia Intensiva del Hospital Castro Rendón de la Provincia del Neuquén, profesional que atendió
al paciente durante la primera etapa posterior al trauma
(conf. fs. 378, 385/386 y 805).
7º) Que de acuerdo con lo señalado por el galeno citado
en último término, desde la fecha del accidente, M. A.
D. carece de conciencia de sí mismo o del medio que lo
rodea, de capacidad de elaborar una comunicación, comprensión o expresión a través de lenguaje alguno y no presenta evidencia de actividad cognitiva residual (conf. fs.
385/386 y 805).
También en el informe producido por el Jefe del Cuerpo Médico Forense del Poder Judicial de Neuquén, que
considerara la jueza de primera instancia en la sentencia
de fs. 819/825 vta., se señaló que, a esa fecha, el paciente
se hallaba en estado vegetativo desde hacía 15 años sin
conexión con el mundo exterior y presentaba una grave secuela con desconexión entre ambos cerebros, destrucción
del lóbulo frontal y severas lesiones en los lóbulos temporales y occipitales, con participación del tronco encefálico,
el que mostraba atrofia (conf. fs. 712/721).
8º) Que, atento a la complejidad científica, ética y deontológica que presenta la cuestión planteada y, teniendo en
cuenta que se encuentra involucrado el derecho a la vida,
a la salud, a la autodeterminación y a la dignidad de M. A.
D., el Tribunal consideró necesario requerir la opinión técnica del Cuerpo Médico Forense de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación y del Instituto de Neurociencias de la
Fundación Favaloro a los efectos de contar con la mayor
cantidad de información científica posible y actualizada
para decidir un caso de tal trascendencia. En razón de ello,
profesionales de ambas instituciones realizaron evaluaciones directas del paciente, adjuntando no solo los informes
periciales pertinentes, sino también registros audiovisuales
de los estudios realizados. En efecto, dichos profesionales
acompañaron junto con sus informes escritos dos discos
compactos que contienen una filmación de la revisación
que los médicos hicieron al paciente M. A. D. A través de
esos videos e informes, este Tribunal pudo tomar acabado
conocimiento de las condiciones en las que se encuentra
actualmente el paciente.
Los informes producidos por el Cuerpo Médico Forense destacan que el paciente sufre un evidente trastorno de
conciencia grave (fs. 1149) y que los resultados del examen efectuado a M. A. D. son prácticamente idénticos a
los arrojados por el estudio neurológico realizado por el
Instituto de Neurología y Neurocirugía de Neuquén en el
año 2006 (conf. fs. 1152).
Agregan que el paciente no habla, no muestra respuestas gestuales o verbales simples (sí/no), risa, sonrisa
o llanto. No vocaliza ni gesticula ante estímulos verbales. Tampoco muestra respuestas ante estímulos visuales
(conf. fs. 1168/1169).
En este mismo sentido, el Instituto de Neurociencias
de la Fundación Favaloro afirma que M. A. D. permanece
desde su accidente con un profundo trastorno de conciencia, no comprende órdenes simples, no emite ningún tipo
de vocalización y, al estímulo auditivo, no localiza ni presenta respuesta de sobresalto (conf. fs. 1186).
9º) Que, desde el momento de su hospitalización M. A.
D. ha sufrido varias dolencias como epilepsia postraumática, esofagitis por reflujo y hemorragia digestiva alta, neumonitis química broncoaspirativa, neumonía intrahospitalaria tardía e infección del tracto urinario por pseudomona
multirresistente (conf. fs. 502/504 y 667).
Para atender algunas de estas afecciones se le suministra, diariamente, medicación anticonvulsionante, antieméticos, antirreflujos y un gastroprotector.
Además, requiere de atención permanente para satisfacer sus necesidades básicas. Por ello, ante la imposibilidad
de deglutir, M. A. D. es alimentado por yeyunostomia, procedimiento por el cual se realiza una apertura permanente
en el intestino delgado para administrar nutrientes a través
de una sonda. También, se le ha colocado una sonda vesical
permanente y pañales, por incontinencia vesical y rectal.
6
Buenos Aires, miércoles 9 de septiembre de 2015
10) Que la condición descripta ha perdurado por un lapso que supera los veinte años. El cuadro clínico de M. A.
D. no ha sufrido cambios y los profesionales que se han
pronunciado en las instancias anteriores coinciden en que
no tiene posibilidad alguna de recuperación neurológica o
de revertir su actual estado.
Así lo señaló el Jefe del Servicio de Terapia Intensiva
del Hospital Castro Rendón en su informe obrante a fs.
385/386. Por su parte, el Jefe del Cuerpo Médico Forense
del Poder Judicial de Neuquén sostuvo que la situación de
M. A. D. es irreversible, es decir que “...no hay posibilidad de mejoría neurológica, por lo tanto se transforma en
un desahuciado en cuanto a la posibilidad de abandonar
algún día su estado vegetativo”. En su criterio, M. A. D.
es un paciente desahuciado en estado terminal (conf. fs.
712/721).
Si bien las evaluaciones médicas solicitadas por esta
Corte difieren respecto al diagnóstico de estado vegetativo permanente que efectuaran los profesionales que han
intervenido en la causa, resultan coincidentes en cuanto al
pronóstico del cuadro que presenta el paciente.
En efecto, el Cuerpo Médico Forense afirma que M. A.
D. padece de un estado de conciencia mínima, variante
minus (fs. 1169), no obstante lo cual, en todos los informes que realizara a requerimiento del Tribunal expresamente destaca que, a los fines de valorar la reversibilidad
del cuadro, la diferencia de diagnóstico resulta irrelevante
pues, a casi dos décadas del hecho generador, sin cambios
de mejoría manifiesta y sostenida, las probabilidades son
estadísticamente las mismas (fs. 1152/1153).
El cotejo de los informes de este Cuerpo Médico obrantes a fs. 1137/1154 y 1167 bis/1172 resulta por demás demostrativo de esta circunstancia. En efecto, en el primero
de ellos se manifestó que en el caso de “...pacientes con
Estado Vegetativo Persistente, de origen traumático y de
más de 12 meses de duración, prácticamente no muestran
probabilidad de recuperación. La supervivencia no suele
superar los 5 años. La posibilidad de supervivencia mayor a
15 años es de 1/15.000 a 1/75.000. El índice de mortalidad
dentro del primer año, según informe de la Multi-Society
Task Force sobre ‘Estado vegetativo persistente’, en pacientes adultos, es 53% en el daño hipóxico-isquémico y, 33%
en el daño traumático. A los 3-5 años, se observó que el índice de mortalidad es del 65-73% y, a los 10 años, 90%...”.
Asimismo, al ser requerido específicamente respecto de
las posibilidades de reversibilidad del cuadro de M. A. D.,
el mismo Cuerpo Médico en su segundo informe, y no
obstante haber diagnosticado el estado de conciencia mínima, señala que “...a dos décadas del hecho generador,
sin cambios clínicos ni mejoría manifiesta y sostenida, la
probabilidad estadística de reversibilidad es extremadamente baja, tanto espontáneamente como mediante la aplicación de los recursos terapéuticos...”. Agrega que “...El
cuadro se considera como permanente si perdura más allá
de 12 meses. El índice de mortalidad a 10 años es 90%.
La posibilidad de supervivencia mayor a 15 años es de
1/15.000 a 1/75.000 [...] por ello, existen sólo muy pocos
casos –comunicados en la literatura especializada–, de estados vegetativos o de conciencia mínima de 20 años de
evolución, tal como es el del paciente de autos. Los casos
internacionalmente más notorios de trastorno de conciencia persistente/permanente, de K. A. Quinlan y T. Schiavo,
duraron 10 y 15 años respectivamente; M. A. D. es, por lo
tanto, excepcional”.
También el Instituto de Neurociencias de la Fundación
Favaloro concluye que M. A. D. se encuentra en un estado
de mínima conciencia al que califica como permanente y,
en cuanto a su pronóstico, afirma que: “Las chances de recuperación del ‘estado de mínima conciencia’ (EMC) disminuyen con el tiempo. La mayoría de los pacientes que
han evolucionado lo han hecho dentro de los 2 años posteriores a la instalación del cuadro. Si bien hay casos aislados de mejoría tardía, la bibliografía remarca que las chances de recuperación disminuyen con el tiempo y luego de
los 5 años del evento son extremadamente raras e inexorablemente los pacientes que se recuperan quedan profundamente secuelados. Por otro lado los estudios remarcan,
además del tiempo, que la trayectoria de recuperación es
un indicador pronóstico, entendiéndose a esta última como
mejoría en el nivel de respuesta con el transcurso del tiempo. Como conclusión aquellos pacientes que permanecen
en EMC por 5 años sin signos que demuestren mejoría en
la capacidad de respuesta deben ser diagnosticados como
‘EMC permanente’ y las chances de recuperación son casi
nulas. El paciente M. A. D. se encuentra en esta situación
desde hace más de 20 años sin evidencia de mejoría en
todo este tiempo. Por estos motivos se concluye que el
paciente se encuentra en EMC permanente y sus posibilidades de recuperación son excepcionales” (fs. 1186/1190).
11) Que descriptos los antecedentes del caso, así como
el diagnóstico y el pronóstico que efectuaron los profesionales médicos que tuvieron contacto con M. A. D., corresponde ingresar en el examen de los planteos formulados
por las recurrentes.
Al respecto, cabe en el primer lugar señalar que no pueden prosperar las impugnaciones formuladas por el Ministerio de Incapaces en el sentido de que el fallo apelado
es arbitrario dado que la ley 26.529, modificada por la ley
26.742, no puede ser aplicada en forma retroactiva. Ello es
así en tanto, como se sostiene en el dictamen de la señora
Procuradora General, no se demostró la arbitrariedad de la
decisión del a quo de aplicar en forma inmediata la referida normativa a la situación del paciente.
12) Que, aclarado ello, es importante remarcar que la
ley 26.529 reconoce el derecho del paciente a aceptar o rechazar determinadas terapias o procedimientos médicos o
biológicos, con o sin expresión de causa, como así también
a revocar posteriormente su manifestación de voluntad.
El artículo 2º, inciso e, prevé que “el paciente tiene derecho a aceptar o rechazar determinadas terapias o procedimientos médicos o biológicos, con o sin expresión de
causa, como así también a revocar posteriormente su manifestación de la voluntad. Los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a intervenir en los términos de la Ley
26.061 a los fines de la toma de decisión sobre terapias o
procedimientos médicos o biológicos que involucren su
vida o salud. En el marco de esta potestad, el paciente
que presente una enfermedad irreversible, incurable o se
encuentre en estadio terminal, o haya sufrido lesiones que
lo coloquen en igual situación, informado en forma fehaciente, tiene el derecho a manifestar su voluntad en cuanto
al rechazo de procedimientos quirúrgicos, de reanimación
artificial o al retiro de medidas de soporte vital cuando
sean extraordinarias o desproporcionadas en relación con
la perspectiva de mejoría, o produzcan un sufrimiento desmesurado. También podrá rechazar procedimientos de hidratación o alimentación cuando los mismos produzcan
como único efecto la prolongación en el tiempo de ese
estadio terminal irreversible o incurable. En todos los casos la negativa o el rechazo de los procedimientos mencionados no significará la interrupción de aquellas medidas y
acciones para el adecuado control y alivio del sufrimiento
del paciente”.
Por su parte, el artículo 5º establece que debe entenderse “por consentimiento informado la declaración de
voluntad suficiente efectuada por el paciente, o por sus representantes legales, en su caso, emitida luego de recibir,
por parte del profesional interviniente, información clara,
precisa y adecuada con respecto a: (...) g) El derecho que
le asiste en caso de padecer una enfermedad irreversible,
incurable, o cuando se encuentre en estadio terminal, o haya sufrido lesiones que lo coloquen en igual situación, en
cuanto al rechazo de procedimientos quirúrgicos, de hidratación, alimentación, de reanimación artificial o al retiro
de medidas de soporte vital, cuando sean extraordinarios o
desproporcionados en relación con las perspectivas de mejoría, o que produzcan sufrimiento desmesurado, también
del derecho de rechazar procedimientos de hidratación y
alimentación cuando los mismos produzcan como único
efecto la prolongación en el tiempo de ese estadio terminal
irreversible e incurable”.
13) Que el texto legal transcripto es el resultado de la
modificación recientemente introducida a la Ley de Derechos del Paciente por la ley 26.742 luego de un amplio debate parlamentario y que tuvo por principal objetivo atender a los casos de los pacientes aquejados por enfermedades irreversibles, incurables o que se encuentren en estado
terminal o que hayan sufrido lesiones que los coloquen en
igual situación (conf. Diario de Sesiones de la H. Cámara
de Diputados de la Nación, Reunión 10 - 7ª Sesión Ordinaria [Especial] - 30 de noviembre de 2011; y Diario de
Sesiones de la H. Cámara de Senadores de la Nación, 5ª
Reunión - 3ª Sesión Ordinaria - 9 de mayo de 2012).
De esta manera, se reconoció a las personas que se hallan en esas situaciones límite, como forma de ejercer la
autodeterminación, la posibilidad de rechazar tratamientos
médicos o biológicos.
No fue intención del legislador autorizar las prácticas
eutanásicas, expresamente vedadas en el artículo 11 del
precepto, sino admitir en el marco de ciertas situaciones
específicas la “abstención” terapéutica ante la solicitud del
paciente (conf. Fallos: 335:799, considerando 16).
Por lo demás, sobre este punto, cabe señalar que estas previsiones consagradas por la legislación especial no
resultan incompatibles con las normas del nuevo Código
Civil y Comercial de la Nación, promulgado por la ley
26.994 y que, de acuerdo a la ley 27.077, entrará en vigencia a partir del lº de agosto de 2015.
14) Que si bien M. A. D. no padece una enfermedad, lo
cierto es que, como consecuencia de un accidente automovilístico, ha sufrido lesiones que lo colocan en un estado
irreversible e incurable. En efecto, tal como se ha señalado anteriormente, hay coincidencia entre los profesionales
que lo han examinado en cuanto a la irreversibilidad o
incurabilidad de su situación, sin que se hayan expresado fundamentos médicos –según los estándares científicos
reconocidos a nivel internacional– o acompañado antecedentes que permitan suponer que tenga posibilidades de
recuperarse de su actual estado. Esta circunstancia llevó a
uno de los profesionales médicos que relevó su situación
a manifestar que se trata de un paciente desahuciado en
estado terminal (confr. fs. 721).
Es por este motivo que resulta posible encuadrar su estado, así como la petición formulada de retiro de medidas
de soporte vital, dentro de lo contemplado en los artículos
2º, inciso e, y 5º, inciso g, de la ley 26.529.
15) Que abonan esta conclusión las expresiones de los
legisladores que participaron del debate parlamentario que
precedió a la sanción de la ley 26.742, que introdujo la
actual redacción de los artículos 2º, inciso e, y 5º, inciso
g, de la ley 26.529. En esa oportunidad, al exponer los
motivos por los que se entendía necesaria la modificación
de la Ley de Derechos del Paciente, se hizo expresa referencia a la necesidad de atender a situaciones como la
que atraviesa M. A. D. (conf. Diario de Sesiones de la H.
Cámara de Senadores de la Nación, págs. 30, 38, 39 y 58
y Diario de Sesiones de la H. Cámara de Diputados de la
Nación, Reunión 10 - 7ª Sesión Ordinaria [Especial] - 30
de noviembre de 2011).
Asimismo, al regular lo atinente a los procedimientos
de alimentación e hidratación artificial en los términos ya
reseñados, se consideró que estos también pueden ser rechazados cuando “...produzcan, como único efecto, la prolongación, en el tiempo, del estadio terminal irreversible
o incurable. De esta forma, abarcamos todos los tipos de
procedimientos mencionados, a los efectos de que claramente rija la autonomía de la voluntad para rechazarlos
y que la muerte se produzca naturalmente sin necesidad
de prolongarla de manera artificial, dando lugar así al encarnizamiento médico [...] o al alargamiento de situaciones de vida vegetativa...” (conf. diputada Ibarra, Diario
de Sesiones de la H. Cámara de Diputados de la Nación,
Reunión 10 - 7ª Sesión Ordinaria [Especial] - 30 de noviembre de 2011).
16) Que este Tribunal entiende adecuado resaltar que
la solicitud incoada para que cesen los procedimientos de
hidratación y alimentación artificial que recibe M. A. D.
puede ser encuadrada en los distintos supuestos previstos
en forma alternativa por los artículos 2º, inciso e, y 5º,
inciso g.
Ello es así por cuanto, más allá de la especificidad de
estos procedimientos y de la expresa referencia que estas
normas contienen al respecto, lo cierto es que en el marco
de una situación como la que se encuentra M. A. D. existe
consenso en la ciencia médica en cuanto a que estos, en
tanto brindan al paciente soporte vital, constituyen en sí
mismos una forma de tratamiento médico.
Esta conclusión también resulta del dictamen de fs.
1137/1154 al expresar que “el soporte vital incluye tratamientos de alta complejidad (técnicas de circulación asistida, oxigenación extracorpórea, reanimación cardiopulmonar, la ventilación mecánica, la diálisis, etc.) y de baja
complejidad (empleo de derivados sanguíneos, sustancias
vasoactivas y fármacos –antibióticos, diuréticos, quimioterápicos, etc.–) entre los que se encuentran la alimentación
e hidratación artificiales. El soporte vital excluye la prolongación de vida solamente biológica...”.
En este sentido, en ese mismo informe se señala que las
medidas de alimentación e hidratación que se suministran
a M. A. D. “...no tienen la finalidad de recuperar la conciencia [...] sino, suplir la función de uno o más órganos o
sistemas cuya afectación compromete el pronóstico vital,
con el objeto de mantener la vida en un paciente crítico
como el de autos...” (fs. 1153).
Similares consideraciones se expresaron en los dictámenes de los Comités de Bioética agregados al expediente
en los que se destaca que estos procedimientos también
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Buenos Aires, miércoles 9 de septiembre de 2015
pueden ser rechazados en situaciones análogas a la que se
encuentra M. A. D. (cf. fs. 378/380; 381/383 y 543/553).
17) Que, por lo demás, el relevamiento de la jurisprudencia comparada demuestra que la hidratación y la alimentación han sido reconocidos como tratamientos médicos, aun en ausencia de previsiones normativas expresas,
en distintos precedentes dictados por los tribunales extranjeros de máxima instancia al decidir peticiones similares a
las planteadas en autos respecto a pacientes que carecían
de conciencia de sí mismos y del mundo exterior y cuyos
estados resultaban también irreversibles (cf. Suprema Corte de los Estados Unidos, “Cruzan v. Director Missouri
Departament of Health”, 497 U. S. 261, voto concurrente
de la jueza O’Connor, sentencia del 25 de junio de 1990;
Cámara de los Lores del Reino Unido, “Airedale NHS
Trust v. Bland” [1993] 1 All ER 821, sentencia del 4 de
febrero de 1993; Corte Suprema de Casación de Italia,
sección primera civil, sentencia Nº 21748/07 del 16 de
octubre de 2007 [caso “Englaro”]; Suprema Corte de la
India, “Aruna Ramchandra Shanbaug v. Union of India
& Ors.”, sentencia del 7 de marzo de 2011; Consejo de
Estado Francés, “Mme. F. I. et autres”, sentencia del 24 de
junio de 2014).
Este encuadre fue admitido, con sustento en las disposiciones de la Guía del Consejo de Europa para el Proceso
de Toma de Decisiones relativas al Tratamiento Médico en
Situaciones del Final de la Vida, por el Tribunal Europeo
de Derechos Humanos al convalidar, en fecha reciente,
una decisión del Consejo de Estado Francés que autorizó
el retiro de la nutrición y la reducción de la hidratación de
una persona que se encontraba en un estado similar al de
M. A. D. (conf. “Lambert y otros c. Francia”, fallo del 5
de junio de 2015).
18) Que la situación concreta en la que se halla M. A.
D. permite aseverar que, en el presente caso, se está en presencia de un paciente mayor de edad que hace más de 20
años que se encuentra internado sin conciencia de sí mismo ni del mundo que lo rodea, alimentado por yeyunostomia, con las complicaciones médicas que naturalmente se
derivan de la circunstancia de que esté postrado y con una
apertura permanente en su intestino delgado para recibir, a
través de una sonda, los nutrientes que prolongan su vida.
Asimismo, de las constancias de la causa surge que M.
A. D. no ha brindado ninguna directiva anticipada formalizada por escrito respecto a qué conducta médica debe
adoptarse con relación a la situación en la que se halla
actualmente. Tal omisión no puede entenderse indicativa
de voluntad alguna si se tiene en consideración que al momento del accidente no solo no se encontraban vigentes
las normas que aquí se examinan, sino que esa práctica no
era habitual ni se hallaba tan difundida socialmente la posibilidad de hacerlo como ocurre en la actualidad.
Asimismo, atento a su condición médica, no puede ahora ni podrá en el futuro declarar por sí mismo la decisión
relativa a la continuidad del tratamiento médico y del soporte vital que viene recibiendo desde el año 1994.
Es decir, en el sub lite lo que corresponde examinar es
si pese a estas circunstancias es posible conocer cuál es la
voluntad de M. A. D. respecto de esta cuestión.
El Juzgado de 1ª Instancia en lo Civil
y Comercial Nº 9, Secretaría Única del
Departamento Judicial de San Martín,
sito en calle Av. R. Balbín 1753 Piso
3, San Martín (1650), Ptdo. Gral. San
Martín, Provincia de Buenos Aires, cita
por el término de DOS días a ACEVEDO LEANDRO JOSE o quien se considere con derecho para que se presente en autos “CREDITO PARA TODOS
S.A. C/ ACEVEDO LEANDRO JOSE S/
COBRO EJECUTIVO” en el término de
CINCO días a contestar demanda, bajo
apercibimiento de designarse Defensor
Oficial. El presente debe publíquese
por dos días en el Boletín Judicial y en
el diario El Derecho de Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 8 de mayo de
2015. Mariana Cecilia Gariglio, sec.
I. 9-9-15. V. 10-9-15
5067
CIUDADANÍA
Juz. Civ. y Com. Federal Nº 1 Sec Nº 2
de la Cap Fed. Hace saber que MARÍA
ADELA RAMIREZ URBINA DNI Nº
93.792.563 Peruana ha solicitado la
concesión de la CARTA DE CIUDADA-
20) Que en este punto resulta oportuno recordar que,
como fuera sentado en el ya citado precedente de Fallos:
335:799 y sus citas, “...el art. 19 de la Ley Fundamental
[...] protege jurídicamente un ámbito de autonomía individual constituida por los sentimientos, hábitos y costumbres, las relaciones familiares, la situación económica, las
creencias religiosas, la salud mental y física y, en suma,
las acciones, hechos o datos que, teniendo en cuenta las
formas de vida aceptadas por la comunidad están reservadas al propio individuo [...]. En rigor, el derecho a la privacidad comprende no sólo la esfera doméstica, el círculo
familiar y de amistad, sino a otros aspectos de la personalidad espiritual o física de las personas tales como la integridad corporal o la imagen y nadie puede inmiscuirse en
la vida privada de una persona ni violar áreas de su actividad no destinadas a ser difundidas, sin su consentimiento
o el de sus familiares autorizados para ello”.
21) Que en la ley 26.529 se prevé la situación de los
pacientes que, como en el caso de M. A. D., se encuentran
incapacitados o imposibilitados de expresar su consentimiento informado a causa de su estado físico o psíquico.
Así, en el artículo 6º se establece que en estos supuestos
el consentimiento del paciente “[...] podrá ser dado por las
personas mencionadas en el artículo 21 de la ley 24.193
[Trasplante de Órganos], con los requisitos y con el orden
de prelación allí establecido. Sin perjuicio de la aplicación
del párrafo anterior, deberá garantizarse que el paciente,
en la medida de sus posibilidades, participe en la toma de
decisiones a lo largo del proceso sanitario”.
NIA ARGENTINA. Se deja constancia
que deberá publicarse por dos días
en El Derecho. Buenos Aires, 31 de
agosto de 2015. Mercedes Maquieira,
sec. int.
El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil Nº 54, cita y emplaza a herederos y acreedores de CARMEN EDEMIRA SASTRE KUHN por
el término de treinta días. Publíquese
por tres días en el diario El Derecho.
Buenos Aires, 13 de julio de 2015.
Fabiana Salgado, sec.
I. 8-9-15. V. 9-9-15
I. 7-9-15. V. 9-9-15
EDICTOS
CITACIONES
19) Que, ello aclarado, cabe reiterar que, como se estableciera anteriormente, la decisión de aceptar o rechazar un tratamiento médico constituye un ejercicio de la
autodeterminación que asiste a toda persona por imperio
constitucional.
En efecto, esta Corte, en innumerables precedentes ha
resaltado el valor de la autodeterminación de la persona
humana con fundamento en el artículo 19 de la Constitución Nacional, no solo como límite a la injerencia del
Estado en las decisiones del individuo concernientes a su
plan de vida, sino también como ámbito soberano de este
para la toma de decisiones libres vinculadas a sí mismo
(Fallos: 332:1963; 335:799).
En este orden, ha dejado claramente establecido que el
artículo 19 de la Constitución Nacional otorga al individuo
un ámbito de libertad en el cual puede adoptar libremente las decisiones fundamentales acerca de su persona, sin
interferencia alguna por parte del Estado o de los particulares, en tanto dichas decisiones no violen derechos de
terceros (Fallos: 316:479; 324:5).
En la misma línea, ha recordado que nuestro sistema
jurídico recoge una concepción antropológica que no admite la cosificación del ser humano y, por ende, rechaza
su consideración en cualquier otra forma que no sea como
persona, lo que presupone su condición de ente capaz de
autodeterminación (Fallos: 328:4343).
Es en este marco que la ley 26.529 reconoce este derecho a toda persona y dispone lo necesario para asegurar
su pleno ejercicio, incluso para casos como el que aquí se
examina (conf. artículo 11).
5063
SUCESIONES
268
El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil nº 74, sito en Avda.
de los Inmigrantes 1950, PB, cita y
emplaza por treinta días a herederos
y acreedores de RICARDO LÓPEZ TOME. Publíquese por tres días en El Derecho. Buenos Aires, 21 de agosto de
2015. Graciela Susana Rosetti, sec.
El Juzgado Nacional de 1ª Instancia
en lo Civil nº 16, sito en Av. de los
Inmigrantes 1950 EP de esta ciudad,
cita y emplaza por treinta días a herederos y acreedores de CONCEPCION
SAMMITO a fin que comparezcan a
hacer valer sus derechos. Publíquese
por tres días. Buenos Aires, 2 de julio
de 2015. Mariela Oddi, sec. int.
I. 8-9-15. V. 10-9-15
I. 7-9-15. V. 9-9-15
269
5058
El Juzgado Nacional de 1ª Instancia
en lo Civil Nº 105, cita y emplaza a
herederos y acreedores de MARIA
JOSEFA LIZZA, por el plazo de treinta días, a fin de que hagan valer sus
derechos. El presente edicto deberá
publicarse por tres días en el diario El
Derecho. Buenos Aires, diciembre 29
de 2014. Georgina Grapsas, sec. int.
El Juzgado Nacional de 1ª Instancia
en lo Civil N° 105, cita y emplaza a
herederos y acreedores de MARIA LUISA STANG por el plazo de treinta días,
a fin de que hagan valer sus derechos.
El presente edicto deberá publicarse
por tres días en el diario El Derecho.
Buenos Aires, julio 16 de 2015. Georgina Grapsas, sec. int.
I. 7-9-15. V. 9-9-15
I. 9-9-15. V. 11-9-15
5060
5072
El Juzgado Nacional en lo Civil Nº
109, Secretaría Unica, cita y emplaza por treinta días a herederos y
acreedores de JUAN PABLO EMILIO
CONCARO, a fin de que comparezcan a hacer valer sus derechos. Publíquese por tres días en el diario El
Derecho. Buenos Aires, 14 de agosto
de 2015. Claudia Romina Giardinieri,
sec. P.A.S.
I. 8-9-15. V. 10-9-15
5065
El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil N° 20, Secretaría
Única a mi cargo, cita y emplaza por
el término de treinta días a herederos
y acreedores de JUANA CATALINA
BRIK a efectos de hacer valer sus derechos. Publíquese por tres días en El
Derecho. Buenos Aires, 3 de agosto de
2015. Juan Carlos Pasini, sec.
I. 9-9-15. V. 11-9-15
5069
El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil Nº 103 a cargo del
Dr. Martín A. Christello, Secretaría a
mi cargo, sito en la Av. de los Inmigrantes 1.950 piso 1º. Cita y emplaza
por el término de treinta días a herederos y acreedores de Don NORBERTO
EDUARDO MARINO a los efectos de
hacer valer sus derechos. Publíque-
De acuerdo con los términos del citado artículo 21, y
al orden de prelación allí establecido, los hermanos se encuentran autorizados a dar testimonio de la voluntad del
paciente.
22) Que teniendo en cuenta el principio de autodeterminación del paciente que, como se señaló, posee raigambre
constitucional y la aplicación que efectuó el a quo de la
norma señalada, corresponde formular las siguientes precisiones.
Por aplicación del sistema establecido por el legislador,
son determinadas personas vinculadas al paciente –impedido para expresar por sí y en forma plena esta clase de decisión–, los que hacen operativa la voluntad de este y resultan sus interlocutores ante los médicos a la hora de decidir
la continuidad del tratamiento o el cese del soporte vital.
En este sentido, debe aclararse y resaltarse que por tratarse la vida y la salud de derechos personalísimos, de ningún modo puede considerarse que el legislador haya transferido a las personas indicadas un poder incondicionado
para disponer la suerte del paciente mayor de edad que se
encuentra en un estado total y permanente de inconsciencia.
En efecto, no se trata de que las personas autorizadas
por la ley –en el caso, las hermanas de M. A. D.–, decidan
la cuestión relativa a la continuidad del tratamiento médico o de la provisión del soporte vital de su hermano en
función de sus propios valores, principios o preferencias
sino que, como resulta claro del texto del artículo 21 de
la ley 24.193 al que remite el artículo 6º de la ley 26.529,
ellas solo pueden testimoniar, bajo declaración jurada,
en qué consiste la voluntad de aquel a este respecto.
Los términos del artículo 21 de la ley son claros en
cuanto a que, quienes pueden transmitir el consentimiento informado del paciente no actúan a partir de sus convicciones propias sino dando testimonio de la voluntad
de este. Es decir que no deciden ni “en el lugar” del
paciente ni “por” el paciente sino comunicando su voluntad. Ello, a diferencia de diversas soluciones adoptadas en el derecho comparado que permiten reconstruir la
presunta voluntad del paciente teniendo en cuenta para
ello tanto los deseos expresados antes de caer en estado
de inconsciencia como su personalidad, su estilo de vida,
sus valores y sus convicciones éticas, religiosas, filosóficas
o culturales (conf. Corte Suprema de Casación de Italia,
sección primera civil, sentencia Nº 21748/07 del 16 de
octubre de 2007 [caso “Englaro”]; Código Civil alemán
[BGB] parágrafo 1901a).
De este modo, la decisión respecto de la continuidad
del tratamiento no puede ni debe responder a meros sentimientos de compasión hacia el enfermo, ni al juicio que
la persona designada por la ley se forme sobre la calidad
de vida del paciente, aunque esta sea parte de su círculo
familiar íntimo. Tampoco puede basarse en criterios utilitaristas que desatiendan que toda persona es un fin en sí
mismo. Lo que la manifestación de la persona designada
por ley debe reflejar es la voluntad de quien se encuentra privado de conciencia y su modo personal de concebir
para sí, antes de caer en este estado de inconsciencia permanente e irreversible, su personal e intransferible idea de
dignidad humana.
se por tres días en el diario El Derecho. Buenos Aires, abril 16 de 2015.
Eduardo Alberto Villante, sec.
I. 7-9-15. V. 9-9-15
5061
VARIOS
CAMARA de COMERCIANTES
en REPUESTOS del AUTOMOTOR
ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA
CONVOCATORIA
Buenos Aires, setiembre 2 de 2015.
La Comisión Directiva de la CÁMARA
DE COMERCIANTES EN REPUESTOS
DEL AUTOMOTOR, de acuerdo a lo establecido en el Título IV - Artículo 12
al 15 del Estatuto vigente, convoca a
los señores asociados a la ASAMBLEA
GENERAL ORDINARIA que tendrá lugar el día 23 de Setiembre de 2015, a
las 18:30 horas, en la sede social, Bernardo de Irigoyen 546 - 7° Piso - Capital Federal, para tratar el siguiente:
ORDEN DEL DÍA
ASAMBLEA ORDINARIA:
1º) Designación de dos Socios, para
revisar y firmar el Acta, con el Presidente de la Asamblea.
2°) Consideración de la Memoria - Balance - Cuenta de Gastos y Recursos
- Inventario e Informe de la Comisión
Revisora de Cuentas, correspondientes
al 60° Ejercicio, desde el 1° de Julio
de 2014 al 30 de Junio de 2015.
3°) Elección por dos años, por caducidad de mandato de: Vicepresidente
2° - Secretario General - Secretario de
Actas - Cinco Vocales Titulares - Dos
Vocales Suplentes.
4°) Informe a la Asamblea del Artículo
33 - Inc. “J” referente a la modificación de las cuotas sociales del Ejercicio.
Del artículo 13 No lográndose Quórum
a la hora determinada en la Convocatoria se iniciará la Asamblea después
de media hora de espera, con el número de Socios Activos presentes.
Del artículo 16 Para intervenir en la
Asamblea deberán los asociados...
b) encontrarse al día con Tesorería,
es decir, haber abonado la cuota correspondiente al bimestre en que se
celebra la AsambleaNOTA: Memoria - Balance e Inventario a disposición de los asociados en
nuestra Secretaría.
Rafael Szejnberg Roberto Morales
Secretario General
Presidente
Firmantes designados y autorizados
por Acta de Asamblea General Ordinaria del 24 de Septiembre de 2014.
I. 9-9-15. V. 9-9-15
Interior: Bahía Blanca: Notas Jurídicas: Tel. (0291) 4527524 / La Plata: José Panfili Tel./Fax (0221) 155770480 / Mar del Plata: Jorge Rabini Tel./Fax (0223) 4893109 / Córdoba: Alveroni Libros Jurídicos (0351) 4217842
Mendoza, San Juan, San Luis: José Graffigna Tel. (0261) 1534849616 / S. S. Jujuy: Librería Universitaria Tel./Fax (0388) 4237963 / San Miguel de Tucumán: Bibliotex Tel. (0381) 4217089
Noreste: Jorge Thea Tel. (011) 1564660335 / Patagonia: Nelson Ramírez Tel. (011) 1564629553
5068
Buenos Aires, miércoles 9 de septiembre de 2015
Nº 13.808
AÑO LIII
Primer Director: Jorge S. Fornieles (1961 - 1978)
Propietario Universitas S.R.L. Cuit 30-50015162-1
Tucumán 1436/38 (1050) Capital Federal
Redacción y Administración:
Tel. / Fax: 4371-2004 (líneas rotativas)
D i a r i o
d e
J u r i s p r u d e n c i a
Esta premisa, por otra parte, encuentra plena correspondencia con los principios del artículo 12 de la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con
Discapacidad, aprobada por la ley 26.378, que integra el
bloque de constitucionalidad en virtud de lo dispuesto en
la ley 27.044.
23) Que, en igual sentido, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, en el ya citado caso “Lambert”, destacó
que el paciente es la parte principal en el proceso de toma
de decisiones y que su consentimiento debe permanecer
en el centro de este último; esto es cierto incluso cuando
el paciente es incapaz de expresar sus deseos. Recordó ese
tribunal que la Guía del Consejo de Europa para el Proceso de Toma de Decisiones relativas al Tratamiento Médico
en Situaciones del Final de la Vida recomienda que el paciente debe participar en el proceso de toma de decisiones
a través de cualquier deseo expresado anteriormente que
pueda haber sido confiado por vía oral a un miembro de la
familia.
24) Que en razón de los valores en juego y con el objeto de evitar cualquier equívoco relativo al alcance de este pronunciamiento, corresponde remarcar que no está en
discusión que M. A. D., es una persona en sentido pleno
que debe ser tutelada en sus derechos fundamentales, sin
discriminación alguna (artículos 16 y 19 de la Constitución Nacional).
Asimismo, debe subrayarse que de la dignidad que le
asiste por el simple hecho de ser humano, reconocida en
distintas normas convencionales, se desprende el principio
de inviolabilidad de las personas que proscribe tratarlo con
base en consideraciones utilitarias (Fallos: 335:197, considerando 16).
Es justamente por ello que goza tanto del derecho a la
autodeterminación de decidir cesar un tratamiento médico
como también, en sentido opuesto, a recibir las necesarias
prestaciones de salud y a que se respete su vida, en tanto
primer derecho de la persona humana que resulta reconocido y garantizado por la Constitución Nacional (Fallos:
323:3229; 324:3569; 331:453; CSJ 698/2011 [47-P], “P.,
A. C. s/ insania”, fallada el 11 de diciembre de 2014; CSJ
9/2013 [49-R] “R., S. E. c/ Provincia Servicios de Salud
S.A. s/ cumplimiento de contrato”, fallada el 30 de diciembre de 2014; entre otros).
25) Que es en razón de estas esenciales premisas que
se impone aclarar que la solución que aquí se adopta respecto de la solicitud formulada por las hermanas de M.
A. D. de ninguna manera avala o permite establecer una
discriminación entre vidas dignas e indignas de ser vividas
ni tampoco admite que, con base en la severidad o profundidad de una patología física o mental, se restrinja el
derecho a la vida o se consienta idea alguna que implique
cercenar el derecho a acceder a las prestaciones médicas o
sociales destinadas a garantizar su calidad de vida (Fallos:
327:2127; 335:76, 452).
Por el contrario, partiendo del concepto de que justamente por tratarse M. A. D. de una persona humana que
posee derechos fundamentales garantizados por normas de
superior jerarquía, lo que este pronunciamiento procura es
garantizar el máximo respeto a su autonomía y asegurar
que esta sea respetada, en los términos dispuestos por la
ley, en una situación en la que él no puede manifestar por sí
mismo su voluntad a causa del estado en que se encuentra.
Es decir, no se trata de valorar si la vida de M. A. D.,
tal como hoy transcurre, merece ser vivida pues ese es un
juicio que, de acuerdo con el sistema de valores y principios consagrado en nuestra Constitución Nacional, a ningún poder del Estado, institución o particular corresponde
realizar. Como esta Corte ha señalado “en un Estado, que
se proclama de derecho y tiene como premisa el principio
republicano de gobierno, la Constitución no puede admitir
que el propio Estado se arrogue la potestad sobrehumana de juzgar la existencia misma de la persona, su proyecto de vida y la realización del mismo, sin que importe a través de qué mecanismo pretenda hacerlo” (Fallos:
329:3680).
26) Que resulta claro, entonces, que el artículo 6º de
la ley 26.529 no autoriza a las personas allí designadas a
y
D o c t r i n a
decidir por sí, y a partir de sus propias valoraciones subjetivas y personales, con relación del tratamiento médico
de quien se encuentra impedido de expresarse en forma
absoluta y permanente a su respecto. De este modo, lo
que la norma exclusivamente les permite es intervenir
dando testimonio juramentado de la voluntad del paciente con el objeto de hacerla efectiva y garantizar la
autodeterminación de este.
27) Que, en este contexto y a partir de todo lo afirmado precedentemente, resulta indispensable valorar que las
hermanas de M. A. D., que son mayores de edad y, a su
vez, fueron designadas como sus curadoras, solicitaron el
cese de la provisión de tratamiento médico y de medidas
de soporte vital manifestando con carácter de declaración
jurada que esta solicitud responde a la voluntad de su hermano (conf. fs. 424 vta. y 428).
Asimismo, reviste interés resaltar las concordantes manifestaciones posteriormente efectuadas por la Sra. A. D.
en el sentido que “está representando a su hermano, que
ella sabe cuál era su voluntad y quiere que se respeten los
derechos de su hermano” (conf. fs. 710) y que ratificó, al
contestar el traslado de los recursos extraordinarios interpuestos en autos, cuando señaló que estaban “...cumpliendo la voluntad explícita manifestada por él, en vida a una
de sus hermanas...” (fs. 1089).
Por último, en esta línea corresponde dejar asentado
que en el sub examine no se ha alegado ni aportado elemento alguno ante esta instancia tendiente a sostener que
la aplicación del sistema adoptado por el legislador pueda
implicar, en este caso concreto, desconocer la voluntad de
M. A. D. al respecto.
Tampoco hay en el expediente consideración o testimonio alguno que permita albergar dudas acerca de que esta
es la voluntad de M. A. D. ni existen constancias de que
esta voluntad hubiere sido modificada con posterioridad a
las manifestaciones de las que se da testimonio en autos.
La ausencia de una controversia sobre estos extremos permiten diferenciar claramente a la situación planteada en el
sub examine de la examinada en el precedente de Fallos:
335:799.
28) Que, en este contexto, es insoslayable señalar que
este Tribunal advierte la situación de extrema vulnerabilidad en la que se encuentra M. A. D., así como las derivaciones en el plano de sus derechos humanos que plantea la
cuestión debatida.
Por ello, se estima necesario destacar que, con el objeto
de garantizarlos, en el curso del proceso sus intereses fueron defendidos por una persona especialmente designada
a esos efectos y distinta de las curadoras nominadas en los
términos de la legislación civil. De esta forma, se extremaron los cuidados destinados a asegurar que, en el marco
de un profundo examen de las cuestiones médicas y éticas
involucradas, todos los puntos de vista sobre la cuestión
fueran expresados y escuchados (conf. arg. CSJ 698/2011
[47-P] “P., A. C. s/ insania”, fallada el 11 de diciembre de
2014).
29) Que, por ello, debe descartarse el agravio de arbitrariedad invocado, pues cabe concluir que la petición
efectuada por las hermanas de M. A. D. –en el sentido de
que los profesionales de la salud se abstengan de proveerle a este todo tratamiento médico– se enmarca dentro de
los supuestos previstos en la ley, al ser efectuada por los
familiares legitimados, sin que los testimonios por ellos
brindados fueran contrarrestados.
Por lo tanto, y atento a que se ha dado cumplimiento
con los requisitos exigidos, la petición debe aparejar todos los efectos previstos en el citado marco normativo. En
tales términos, y teniendo en cuenta las circunstancias ya
descriptas, corresponde admitir la pretensión deducida a
fin de garantizar la vigencia efectiva de los derechos del
paciente en las condiciones establecidas por la ley 26.529.
En especial, deberá darse cumplimiento con el artículo 2,
inciso e, in fine, en cuanto precisa que en los casos en
que corresponde proceder al retiro de las medidas de
soporte vital es menester adoptar las providencias y acciones para el adecuado control y alivio de un eventual
sufrimiento del paciente.
e-mail: [email protected] • www.elderecho.com.ar
30) Que si bien en este caso particular no corresponde
realizar juicio alguno relativo a la circunstancia de que la
solicitud efectuada por las hermanas de M. A. D. fue judicializada, el Tribunal estima conveniente formular algunas
precisiones respecto de cómo deberán tratarse, en el futuro,
situaciones en las que se pretenda hacer efectivo el derecho
a la autodeterminación en materia de tratamientos médicos.
31) Que, para ello, resulta necesario recordar que esta
Corte ha sostenido que la primera fuente de interpretación de la ley es su letra (Fallos: 307:2153; 312:2078 y
314:458, entre muchos otros) pero a ello cabe agregar que
su comprensión no se agota con la remisión a su texto,
sino que debe indagarse, también, lo que ella dice jurídicamente, dando pleno efecto a la intención del legislador,
y computando la totalidad de sus preceptos de manera que
armonicen con el ordenamiento jurídico restante y con los
principios y garantías de la Constitución Nacional (Fallos:
334:13; CSJ 369/2013 [49-R] /CS1 “Rizzo, Jorge Gabriel
[apoderado Lista 3 Gente de Derecho] s/ acción de amparo
c/ Poder Ejecutivo Nacional, ley 26.855, medida cautelar”,
sentencia del 18 de junio de 2013).
De este modo, partiendo de estas premisas interpretativas, debe resaltarse que en lo que se refiere a esta importante cuestión y para el supuesto que aquí nos ocupa,
el legislador no ha exigido que el ejercicio del derecho a
aceptar o rechazar las prácticas médicas ya referidas quede supeditado a una autorización judicial previa.
Esta conclusión, basada en la lectura del texto de la
norma que no formula ninguna referencia a esta cuestión,
se ve corroborada al acudirse a los antecedentes parlamentarios. De ellos surge que distintos legisladores manifestaron en forma contundente que la normativa introducida
pretendía evitar la judicialización de las decisiones de los
pacientes (conf. senadores Cano, Lores y Fellner, Diario
de Sesiones de la H. Cámara de Senadores de la Nación,
págs. 32, 39 y 49).
32) Que, por lo tanto, aquí resultan aplicables las consideraciones expuestas por el Tribunal en el precedente “F.,
A. L.” (Fallos: 335:197) en cuanto a que “por imperio del
artículo 19 in fine de la Constitución Nacional, que consagra el principio de reserva como complemento de la legalidad penal, ha quedado expresamente dicho por voluntad
del constituyente que ningún habitante de la Nación será
obligado a hacer lo que no manda la ley, ni privado de lo
que ella no prohíbe” (considerando 20).
Por tal razón, no debe exigirse una autorización judicial
para convalidar las decisiones tomadas por los pacientes
respecto de la continuidad de los tratamientos médicos,
en la medida en que estas se ajusten a los supuestos y
requisitos establecidos en la ley 26.529, se satisfagan las
garantías y resguardos consagrados en las leyes 26.061,
26.378 y 26.657 y no surjan controversias respecto de la
expresión de voluntad en el proceso de toma de decisión.
33) Que, por otra parte, la particular situación que se
suscitó en la institución en la que se atendió a M. A. D.
pone de manifiesto la necesidad de que, las autoridades
correspondientes, contemplen mediante un protocolo las
vías por las que el personal sanitario pueda ejercer su derecho de objeción de conciencia sin que ello se traduzca
en derivaciones o demoras que comprometan la atención
del paciente.
A tales efectos, deberá exigirse que la objeción sea manifestada en el momento de la implementación del protocolo o al inicio de las actividades en el establecimiento
de salud correspondiente, de forma tal que toda institución que atienda a las situaciones aquí examinadas cuente
con recursos humanos suficientes para garantizar, en forma permanente, el ejercicio de los derechos que la ley les
confiere a los pacientes que se encuentren en la situación
contemplada en la ley 26.529.
Por ello, habiendo dictaminado la señora Procuradora
General de la Nación, se declaran parcialmente admisibles
los recursos extraordinarios interpuestos y se confirma la
sentencia apelada en los términos y con los alcances indicados en el considerando 29, segundo párrafo. Notifíquese
y oportunamente devuélvase. – Ricardo L. Lorenzetti. –
Elena I. Highton de Nolasco. – Juan C. Maqueda.