COMUNIDAD DE CASTILLA-LA MANCHA PROVINCIA DE GUADALAJARA La villa de Pioz y el castillo de los Mendoza Por desgracia suele ser más frecuente de lo que pensamos el hecho de buscar, en puntos más o menos alejados de nuestra habitual residencia, lugares o monumentos que por diferentes causas, generalmente relacionados con el hecho de haber sido publicitados en los medios de comunicación masiva, llaman nuestra atención, y sin embargo suele ocurrir que a corta distancia, casi podríamos decir que “al lado de casa” existen otros de gran valor histórico o artístico casi desconocidos para el común de la gente, como sucede con nuestro actual destino, la villa alcarreña de Pioz y su castillo, que iniciado por don Pedro González de Mendoza, el poderoso Cardenal Mendoza, fue concluido por don Alvar Gómez de Ciudad Real, el Viejo. Sencilla cruz de piedra granítica que se alza en el lugar en que se levantaba una antigua ermita tras la que se divisa la gran mole pétrea del Castillo de Pioz, cuya construcción fue iniciada en el siglo XV d.C. por don Pedro González de Mendoza, el Cardenal Mendoza. Al estar la villa de Pioz situada en el límite entre la Comunidad de Madrid y la provincia de Guadalajara perteneciente a la Comunidad de Castilla-La Mancha, vamos a tomar las localidades de Madrid y Guadalajara como puntos de partida de nuestro recorrido. Situación del término PIOZ municipal de Pioz en la provincia de Guadalajara. Desde Madrid-capital la ruta más habitual para llegar a esta localidad es a partir de la autovía A-2 / Madrid - Barcelona, los más pudientes puede optar por circular los primeros kilómetros, hasta enlazar con la anterior, por la carretera radial de peaje R-2 / Madrid – Guadalajara, no obstante y en cualquiera de las opciones, se deberá abandonar la citada autovía A-2, en la desviación situada en el punto kilométrico 38 para continuar por la carretera provincial M-226 en dirección a la localidad de Los Santos de la Humosa y tras cruzar su casco urbano, seguir nuestro recorrido por la carretera provincial M-235 en dirección a la población de El Pozo de Guadalajara, lugar en el que tomaremos la carretera autonómica CM-2004 que nos conducirá sin pérdida hasta nuestro destino, Pioz. Si nuestro origen es la ciudad de Guadalajara la ruta más indicada es circular por la autovía A-2 en sentido Madrid hasta, como en el caso anterior, la desviación situada en el punto kilométrico 38 y seguir la ruta ya descrita que discurre por Los Santos de la Humosa, El Pozo de Guadalajara y Pioz. No obstante, y partiendo de Madrid, existe una segunda alternativa que sería circular por la citada autovía A-2 y desviarnos en el punto kilométrico 22, situado antes de llegar a la población de Alcalá de Henares, para tomar la carretera provincial M-300 en dirección a las localidades de Anchuelo y Santorcaz, para ascender el llamado Alto del Gurugú y, tras atravesar el casco urbano de esta última, continuar por la carretera provincial M-227 en dirección a El Pozo de Guadalajara, lugar en el que, como en los casos anteriores, tomaremos la carretera autonómica CM-2004 hasta Pioz. El castillo de Pioz sigue dominando los accesos a la villa, en este caso se yergue junto a uno de los márgenes de la carretera autonómica CM-2004. Los escasos 20 kilómetros cuadrados del término municipal de la señorial villa de Pioz, limita con los pertenecientes a los municipios de El Pozo de Guadalajara y Loranca de Tajuña de la provincia de Guadalajara y Corpa, Pezuela de las Torres y Santorcaz de la Comunidad de Madrid. Su población, fuertemente incrementada en los últimos años, se distribuye entre la capital, Pioz, y modernas urbanizaciones como Trascastillo, Los Molinos, El Bosque del Henares, Valcastillo, Las Matillas, Las Suertes, Montealto, La Arboleda o Los Charquillos. DERECHA : Escudo oficial de la Villa de Pioz (Guadalajara). ABAJO : Casa Consistorial del Ayuntamiento de Pioz, ubicada en la localidad del mismo nombre. HISTORIA : Como sucede con otras muchas localidades que en su día formaron parte del territorio de Taifa de Toledo su origen se encuentra envuelto en las brumas de la historia. No obstante, en el llamado “Índice de Guadalajara”, relación publicada en el año 1750 d.C., la conquista de Guadalajara y sus territorios anejos se atribuye a un capitán de las mesnadas castellanas del rey Alfonso VI, don Alvar (Añez) Fáñez Minaya según se desprende del texto siguiente : “.. el dho. Alvar Añez siendo capitan del Rey Dn. Fernando el primero de este nombre que por sobre nombre se llamo el Grande, crio aquel Caballero Alvar Añez, y á su tio el Cid Ruy Diaz, y en el año 1.057, ganó a Guadalajara, y la saco del poder de los moros, siendo Sumo Pontifice en Roma Stephano nono de este nombre ..” La organización administrativa de los territorios conquistados se realizó a partir de la creación de los denominados Comunes o Comunidades de Villa y Tierra, quedando la villa de Pioz englobada en la Comunidad de Villa y Tierra de Guadalajara, entidad que llegó a contar con cerca de 50 núcleos de población divididos en dos sexmos, el “de el Campo” y el “de la Alcarria” separados por el cauce del río Henares, ambos bajo el dominio directo de la Corona al serles concedido, alrededor del año 1140 d.C., el llamado “Fuero Viejo de Castilla” por el monarca Alfonso VII de Castilla. Alfonso VII, rey de León y de Castilla, según una miniatura del Tumbo A de la Catedral de Santiago de Compostela Fue bajo el reinado de Fernando III de Castilla, apodado el Santo, cuando le es otorgado el conocido como "Fuero de Guadalajara”, texto que fue dado en Toledo el 26 de mayo de 1219 d.C., de contenido más extenso que el anterior pero con menores privilegios fiscales. ARRIBA : Fernando III, rey de León y de Castilla, según una miniatura del Tumbo A de la Catedral de Santiago de Compostela. DERECHA : Distribución de las Comunidades de Villa y Tierra de la antigua Guadalajara en el siglo XII d.C. La benéfica influencia del amparo regio provoca que la Comunidad, a principios del siglo XIV d.C., alcance su máximo esplendor al englobar sesenta y una aldeas que se distribuían en seis sexmos cuyas “cabezas” eran Bujés y Málaga del Fresno en el antiguo “de el Campo”, situados en la orilla derecha del rio Henares y Albolleque, Lupiana, Renera y Valdeavellano en el “de la Alcarria”, en la orilla izquierda. Esta privilegiada dependencia se ve bruscamente interrumpida en noviembre del año en 1420 d.C. cuando el rey Juan II de Castilla desgaja de la Comunidad esta villa al incluirla entre las habían de formar parte de la dote que entrega a su hermana la Infanta Catalina de Castilla por su matrimonio con el Infante Enrique de Trastamara, tercer hijo de Fernando I de Antequera, rey de Aragón. Sello en plomo del rey Juan II de Castilla. No obstante lo anterior existe una segunda versión que señala que la entrega de la villa no tuvo lugar en esa fecha sino posteriormente, en torno al mes de marzo del año 1428 d.C., cuando el Infante de Aragón, Enrique de Trastamara en virtud de la herencia que le correspondía por parte de su padre el rey Enrique III de Castilla a su esposa la Infanta Catalina, reclama y recibe las villas de Trujillo, Alcaraz y Andújar y las aldeas de Aranzueque, Armuña de Tajuña, Fuentelviejo, Retuerta, Pioz, El Pozo de Guadalajara, Yélamos de Arriba, Yélamos de Abajo, Balconete, Yunquera, Serracines y Daganzo, del Común de Guadalajara. En cualquiera de los anteriores supuestos, más probable el segundo, el Infante Enrique de Trastamara, en esas fechas, duque de Alburquerque, duque de Villena, señor de Ledesma y gran maestre de la Orden de Santiago, alcanza un poder territorial en Castilla que le permite iniciar, junto a diversos nobles, una nueva revuelta contra el rey Juan II. Portada de una edición sevillana de la Crónica del rey Juan II de Castilla compilada a mediados del siglo XV d.C. por el judío converso Álvar García de Santa María. La muerte del Infante Enrique en mayo de 1445 d.C. a consecuencia de las heridas sufridas en una de sus manos durante la batalla de Olmedo pone fin a este periodo de luchas nobiliarias, momento que el rey Juan II aprovecha para repartir entre los nobles que se habían mantenido fieles a su persona, como premio por su apoyo y fidelidad, las posesiones confiscadas a la levantisca nobleza derrotada, correspondiendo el lote formado por los lugares de Armuña, Pioz, Meco, Retuerta, Yélamos de Suso, Yélamos de Ayuso, Miralcampo, Aranzueque, El Pozo, Yunquera y Balconete, a don Íñigo López de Mendoza, nombrado el 2 de agosto de 1445 d.C., marqués de Santillana, título utilizado por vez primera en el reino de Castilla, a pesar de haber sido uno de los más importantes aliados del Infante Enrique tanto en el llamado Golpe de Tordesillas en julio de 1420 d.C., como en el cerco del castillo de la Puebla de Montalbán, en diciembre de ese mismo año. Retrato de don Íñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana, según una obra de Jorge Ingles, fechada en el siglo XV d.C. Tras la muerte en el año 1455 d.C. de su esposa Catalina Suárez de Figueroa, tal vez hastiado de las luchas nobiliarias que sacuden el Reino de Castilla y tras una poco brillante campaña contra el Reino Nazarí de Granada, se recluye en su palacio de Guadalajara dictando testamento el día 8 de mayo de 1455 d.C. por el cual instituye como heredero de los lugares de Pioz y el Pozo de Guadalajara a su hijo don Pedro González de Mendoza, en aquellas fechas Obispo de Sigüenza, quien llegaría a ser posteriormente Arzobispo de Toledo y Cardenal de Santa María in Dominica, título cardenalicio que trocó por el de Santa Cruz de Toledo, y que pasaría a la posteridad con el sobrenombre del Cardenal Mendoza, cuyo poder e influencia en la Corte alcanzó tal magnitud que fue denominado por el Papa Sixto IV en tiempos de los Reyes Católicos como el "tercer rey". Y fue este interesante personaje fundamental en el devenir de los acontecimientos del siglo XV d.C. castellano a quien debe la pequeña localidad de Pioz su más importante “tesoro”, el castillo de Pioz, cuya construcción fue encargada a finales de la década de los años cincuenta del citado siglo al arquitecto Lorenzo Vázquez, persona al servicio de la poderosa Casa de Mendoza para quienes había dirigido anteriormente otros encargos. Retrato de don Pedro González de Mendoza, el Cardenal Mendoza, rodeado de obispos, según una obra de Juan Rodríguez de Segovia, conocido como el Maestro de los Luna, fechada en el año 1484 d.C. El proyecto, que trataba de aunar en un mismo edificio un recinto defensivo, seguro en caso de ataque, y una residencia palaciega, digna de su promotor, refleja una fuerte influencia de las corrientes artísticas predominantes en ese periodo en la península itálica, en este caso evidentes al ser su traza muy semejante al del Castello de la Rocca Pía de Tivoli, localidad situada en el Lacio, que fue encargado a los arquitectos Nicolás y Varrón por el Sumo Pontífice Pio II, Francesco Todeschini Piccolomini, en el año 1461 d.C. Iniciada su construcción alrededor del año 1460 d.C., los vaivenes políticos del reinado de Enrique IV de Castilla a consecuencia de la llamada “cuestión sucesoria” provocaron que su promotor, en el mismo año, 1469 d.C., en que era nombrado Arzobispo de Sevilla, considerara la necesidad de incrementar su poder en sus dominios toledanos proponiendo al noble castellano Alvar Gómez de Ciudad Real, llamado el Viejo, secretario del rey Enrique IV, un trato consistente en el intercambio de la villa de Pioz, con el ya iniciado castillo, junto a los lugares de El Pozo de Guadalajara, Yélamos de Arriba, Yélamos de Abajo y otros enclaves de la Alcarria, por la fortaleza y villa amurallada de Maqueda, necesaria para consolidar su poder en tierras toledanas donde ya contaba con otros importantes enclaves. Grabado antiguo del Castillo de Pioz. El Castello de la Rocca Pía en Tivoli, considerado modelo utilizado por el arquitecto Lorenzo Vázquez para la traza del castillo de Pioz. Imagen actual del Castillo de Pioz. Aceptado el intercambio, sus nuevos propietarios continuaron la construcción del proyectado castillo estableciéndose el término de las obras en los años finales del siglo XV d.C., pudiéndose decir que a partir de esa fecha la sehistoria de ambos, villa y castillo, van unidas. El primer poseedor del Señorío de Pioz, como ya hemos señalado, fue don Alvar Gómez de Ciudad Real, secretario de los monarcas de Castilla, Juan II y Enrique IV, personaje no muy apreciado en su tiempo si hacemos caso de lo anotado por el historiador Alfonso de Palencia: “Cierto Álvar García de Villarreal, hombre ignorante, necio, de oscuro origen y bajas inclinaciones, y a quien por esto mismo nombró su secretario apenas subió al trono, cual si el cargo y su ejercicio correspondieran de derecho a persona imperita, oscura y de costumbres relajadas”. No obstante logró del monarca castellano la autorización necesaria para fundar en el año 1475 d.C. un mayorazgo a favor de su hijo primogénito, Pedro Gómez, quien a su muerte lo transfiere al suyo, Álvar Gómez de Ciudad Real, el Joven, destacado poeta latino. Excelente escritor cuyas obras se incluyen dentro del género denominado de la épica religiosa y que hicieron que el propio Antonio de Nebrija le apodara el Virgilio cristiano, se le considera, no obstante, un pésimo administrador hasta el punto de haber quedado reducido el Mayorazgo únicamente a las villas de Pioz y Atanzón. Portada de una edición de “El vellocino dorado”, obra original en verso de Alvar Gómez, Señor de Pioz como aparece citado en su exordio, impresa en el año 1546 d.C. Este Mayorazgo se mantienen ininterrumpidamente en manos de miembros de la familia tal y como se recoge en el capítulo dedicado a esta villa en las “Relaciones” compiladas en el reinado de Felipe II, cuyo preámbulo señala : En la Villa de Pioz a onze dias del mes de Mayo de mil e quinientos setenta y nuebe años se hizo ayuntamiento por la Justicia, y Regimiento, y Diputados dél en las casas de su Ayuntamiento á campana tañida, ………… Expresión, a campaña tañida, que nos recuerda que ese era el sistema tradicional de convocatoria vecinal y que explica el motivo por el cual, aún hoy en día, las Casas Consistoriales mantienen una campana en el edificio, y en cuyo punto octavo se señalaba que : Al octavo Capitulo dixeron que esta Villa de presente es de un Jusepe Gomez de Mendoza que la obo y la eredó de Don Pedro Gomez de Mendoza, su padre, por su persona y muerte, vezino que fue de la dicha ciudad de Guadalaxara, y que saben que a los susos dichos les heresdio don Pedro Gomez y Alvar Gomez abuelo y bisaguelo del dicho Don Jusepe Gomez de Mendoza, y lo demás que no lo saven. Estatua en bronce de Felipe II obra de los Leoni. Bajo su reinado se elaboraron las llamadas “Relaciones Topográficas de los pueblos de España, hechas de orden de Felipe II“, obra inconclusa en la que a base de un cuestionario de 24 preguntas o capítulos se intentaba, como señala su preámbulo, “El Rey, Por haber entendido que hasta ahora no se ha hecho ni hay descripción particular de los pueblos de estos reinos, cual conviene a la autoridad y grandeza de ellos, habemos acordado que se haga la dicha descripción y una historia de las particularidades y cosas notables de los dichos pueblos”. Retrato de Ambrosio de Morales. Humanista, historiador y arqueólogo al servicio del monarca Felipe II, uno de los encargados de elaborar las “Relaciones Topográficas de los pueblos de España”. La muerte sin descendencia directa del citado Jusepe Gómez de Ciudad Real y Mendoza en el año 1614 d.C., provoca el inicio de una serie de pleitos por su propiedad, los cuales concluyen en el año 1619 d.C. cuando se dicta sentencia entregando el Señorío de Pioz, junto a su villa y castillo como Séptimo Señor de Pioz, a Don Antonio de la Cerda Zárate, descendiente directo de doña Inés Gómez, hija primogénita de Don Alvar Gómez, Primer Señor de Pioz. La familia de la Cerda continuó en su posesión durante largos años como se deduce de lo recogido en la llamada “Relación” datada en el año 1759 d.C. en cuyos primeros puntos se señala que : 1.ª y 2.ª Dijeron llamarse esta población la villa de Pioz, y es de la provincia de la ciudad de Guadalajara; que es de señorío y pertenece á D. José de la Cerda, residente en la ciudad de Calatayud y los derechos que percibe son: Martiniega, portazgo y dos regalos al año que por razón de reconocimiento de vasayaje le hacen de tiempo inmemorial ………….. El fallecimiento en el año 1840 d.C. de doña Vicenta de la Cerda y Oña, última descendiente directa de los iniciales dueños, junto a la supresión de los señoríos durante el llamado Trienio Liberal por Real Decreto de 11 de septiembre de 1820 d.C., hecho que supuso la desaparición de la servidumbre de la localidad, unido a la extinción de los mayorazgos, disposición que entró en vigor el 26 de agosto de 1837 d.C. durante la Regencia de María Cristina de Borbón, propició la venta del castillo. Es a partir de ese hecho, la venta, pues a pesar de no residir en él sus propietarios habían mantenido un alcaide o encargado de su conservación y custodia, cuando sufrirá el mayor deterioro al cegarse el foso del puente levadizo y convertirse parte de sus torres en palomares, al tiempo que comienzan a desaparecer merlones y elementos pétreos de sus muros. El deterioro se incrementa en el pasado siglo al ser prácticamente eliminados todos sus elementos interiores quedando convertido en una ruina próxima a desaparecer, situación que sufre una importante mutación en esta última década cuando se desarrollan en su término municipal diversas urbanizaciones residenciales, cuyos ingresos junto a las aportaciones vecinales han posibilitado la compra del castillo y su recuperación para el patrimonio municipal, acometiéndose diversas actuaciones tendentes tanto a su rehabilitación como, fundamentalmente, a la estabilización de los muros. Esperemos que a pesar de la delicada situación económica en que se encuentra el Ayuntamiento de Pioz, el castillo no vuelva a ser abandonado a su suerte. VISITA AL CASTILLO DE PIOZ : Algo alejado del casco urbano de la villa, la fortaleza se levanta sobre un pequeño y pelado otero en el que destaca la gran torre del homenaje. Como muestra de su carácter militar, un grueso muro exterior construido mediante el sistema de levantar dos paredes de piedra separadas una cierta distancia, escuadrada y en escarpa poco pronunciada la exterior, vertical y más tosca la interior, cuyo hueco se rellenaba de piedras, arena y argamasa, sobre el cual se trazaba el camino de ronda originalmente rematado por un conjunto de merlones y saeteras que formaban un resguardado adarve, conjunto que estaba rodeado por un foso, que el tiempo ha ido colmatando, destinado a proteger el recinto interior, el auténtico castillo. El anterior sistema defensivo, que podríamos considerar primera línea de resistencia aun cuando los estudiosos no descartan la existencia de un muro de tapial protegiendo el borde exterior del foso, se completaba con una serie de torreones esquineros que protegían sus ángulos, siendo el situado al pie de la gran Torre del Homenaje de mayores dimensiones, así otros de flanqueo en sus puntos medios salvo en el correspondiente al lienzo meridional donde se abre el gran portón de acceso al recinto. Torreón esquinero del ángulo suroccidental del castillo de Pioz. Muro de la primera línea de defensa del castillo de Pioz en el que se observa la escarpa exterior. Restos del muro exterior del castillo de Pioz en el que, gracias a una labor de rapiña de siglos, se aprecia el sistema constructivo utilizado. Torre esquinera del muro exterior del castillo de Pioz situado al pie de la Torre del Homenaje. En sus tiempos gloriosos para acceder al recinto interior de la fortaleza, la liza, que no al propio castillo, era preciso salvar el foso, hoy cegado, mediante un puente levadizo que se abatía sobre una plataforma o pontón levantada con la misma técnica que el muro exterior, que hoy queda prácticamente oculta y de la que únicamente se intuye la parte superior del arco, defendido por dos fuertes machones semicilíndricos, cuya altura en origen debía ser mucho más elevada, que soportan un gran arco en medio punto que conserva en algunos lugares, como en uno de los huecos destinados a encajar una de las hojas de la puerta, restos de la característica decoración de bolas de ese periodo, y sobre el que originalmente se debía situar una segunda estructura en la que además de figurar el pertinente escudo con las armas de su propietario, se levantaría el habitual matacán de protección de la puerta de entrada. Este elemento avanzado suele recibir el nombre de barbacana y la progresiva introducción de la artillería en los asedios hizo que fuera perdiendo su importancia, aun cuando siguieron construyéndose, más a efectos de prestigio que de defensa, hasta bien entrado el siglo XVI d.C. Dibujo de una barbacana de acceso a un castillo medieval cuya entrada pudiera ser muy semejante a la que en su día presentaba la del castillo de Pioz. Barbacana de acceso al castillo de Pioz. Pontón de acceso sobre el foso, hoy día prácticamente cegado (arriba) y camino que ocupa el lugar del antiguo puente levadizo (abajo) del castillo de Pioz. Parte interna del arco de entrada al castillo de Pioz en el que se conservan restos de decoración de bolas en la piedra soporte de una de las hojas del desaparecido portón de entrada. Ante la imposibilidad de acceder al interior del recinto por este punto, una reja de hierro asegurada con candados nos impide el paso, no obstante, y según nos comentan, simplemente hay que ponerse en comunicación con el Ayuntamiento para que te faciliten la entrada a su interior, iniciamos un recorrido bordeando su perímetro exterior en sentido contrario a las agujas del reloj en busca de un acceso alternativo. Este paseo por el exterior de la fortificación nos permite comprobar que en su construcción se utilizaron las técnicas de ingeniería militar más avanzadas de la época que se ejemplariza en el hecho de que tanto las torres esquineras como las de flanqueo sean de reducida altura con extensas plataformas dotadas de matacanes, que podían ser ampliadas en caso necesario tal y como parece indicar la existencia de múltiples canes que sobresalen del borde de sus muros, preparadas para ubicar ellas piezas de artillería del tipo bombardas trabuqueras, culebrinas o falconetes, al tiempo que grandes saeteras del tipo orbe con cruz se abren bajo este nivel las cuales por sus dimensiones, eran adecuadas para la utilización de arcabuces y ballestas. Nuestro recorrido se interrumpe en el muro opuesto al que se encontraba la entrada principal donde localizamos una pequeña poterna abierta en el muro. Torre esquinera del ángulo sureste del muro exterior del castillo de Pioz. Torre de flanqueo situada en el punto medio del muro exterior del castillo de Pioz en el que se observan los canes que sobresalen en su parte superior destinados en su día a soportar posibles matacanes. ARRIBA : Saetera del tipo orbe con cruz de una de las torres del recinto exterior del castillo de Pioz. DERECHA : Torre del recinto interior situada en el ángulo noreste del castillo de Pioz, en la que parece conservarse el arranque de su primitivo coronamiento. Muro septentrional del castillo de Pioz en el que se abre el portillo de acceso. Pequeño portillo abierto en el muro septentrional del castillo de Pioz. Situada al pie del foso, se trata de una estrecha abertura en arco de medio punto cuyo intradós se levantó con ladrillo cocido mientras que interior y exteriormente se utilizaron escuadradas piedras, que da acceso a una empinada escalera en ángulo por la que se accede a su interior a la altura del camino que separa el muro exterior de las paredes de la fortaleza interior, la liza, que recorreremos en su totalidad para comprobar que siguiendo las normas más elementales de defensa, la puerta de acceso al interior del núcleo central no se localiza frente a esta entrada ni, como ya pudimos comprobar, la principal, sino en el lateral más próximo a la Torre del Homenaje. Protegida por esta última, poco queda de ella salvo el hueco en el que se abría y un par de piedras del dintel superior cuya forma nos permite suponer que se trataba de una puerta en arco de medio punto levantado a base de grandes dovelas de piedra protegido por gruesas puertas de madera tras cuyo umbral nos encontramos con un gran espacio de planta rectangular, vacío, en el que únicamente se mantienen en pie los muros exteriores y los torreones que ocupan sus ángulos, brotando por doquier restos de muros derruidos de lo que en su día, y si consideramos que su diseño seguía la traza del ya citado Castello de Rocca Pía, debían formar parte de un gran patio. Escalera que comunica el portillo del muro septentrional con el recinto interior del castillo de Pioz. Vista desde el recinto interior del portillo abierto del muro septentrional del castillo de Pioz. Puerta de acceso al recinto interior del castillo de Pioz. Los torreones situados en las esquinas sureste, noreste y noroeste presentan parecida traza, planta circular, estando originalmente sus accesos, unas estrechas aberturas, situados al nivel del patio, pero que hoy quedan a una cierta altura al desaparecer el suelo original del que solo se conservan los huecos abiertos en los muros en los que encajaban los extremos de la vigas de madera que lo soportaban. Por las marcas conservadas en sus muros podemos deducir que las torres tenían al menos dos plantas, abriéndose a diferentes alturas huecos que en la mayoría de los casos no parecen corresponderse con las originales sino con los abiertos durante su utilización como palomares. Respecto a la dominante Torre del Homenaje es de destacar su planta, circular en sus caras exteriores y recta en las interiores, en una de las cuales se localiza su puerta de acceso que, situada a una cierta altura sobre el nivel del patio, se encontraba protegida por un pequeño puente levadizo de los denominados de contrapeso, con brazo y eje central, que abierto descansaba sobre un resalte del muro que se conserva en parte, disposición que permitía que en caso de perder el control del muro exterior y del propio patio, se pudiera convertir esta Torre en el último reducto, casi inexpugnable, de la defensa. Desolado interior de la fortaleza del castillo de Pioz. Puerta de acceso desde el recinto interior a la escalera de caracol del torreón situado en el ángulo suroeste del recinto interior del castillo de Pioz. La Torre del Homenaje de planta exterior circular e interior cuadrada ocupa el ángulo noroeste de la fortaleza del castillo de Pioz. Vista del acceso al interior de la Torre del Homenaje de la fortaleza del castillo de Pioz en el que se aprecia el resalte del muro en que descansaba el puente levadizo y el arranque de la escalera de caracol de subida a las plantas superiores. Poco más podemos comentar de este bastión, cuyo interior, tal y como hemos señalado, debía contar con un hermoso patio, quien sabe si con galerías cubiertas, dado que en el año 1840 d.C., a consecuencia de la desaparición de los señoríos y mayorazgos, junto al fallecimiento de su última propietaria, doña Vicenta de la Cerda y Oña, sus herederos proceden a la venta del castillo que es adquirido por un particular que ordena demoler el interior de las torres para destinarlas a palomares. Cruzamos nuevamente la puerta de acceso a este recinto interior, que en tiempos debió ser un espléndido ejemplo de fortaleza militar, aun cuando nunca se puso a prueba pues en ningún momento de su historia fue sitiado ni asaltado, para regresar a la liza y encaminarnos hacia los baluartes del muro exterior, cuyo interior, que se cubre con una bóveda semiesférica, estaba dividido en dos niveles; uno superior en el que se abren saeteras del tipo orbe y cruz donde situar arcabuceros o mosqueteros y, otro inferior probablemente destinado al almacenaje de los bastimentos, pólvora y proyectiles, lugar en el que en algunos casos también se abren estrechas aspilleras que parecen más destinadas a la vigilancia que a ser utilizadas para ubicar armas. Vista del derruido interior de la Torre del Homenaje del castillo de Pioz, que fue convertida en el siglo XIX d.C. en un enorme palomar. Vista de la puerta de acceso al recinto interior del castillo de Pioz en cuya parte superior se conservan los restos de los huecos en que se encajaba la puerta. Vista del interior de una de las torres esquineras del castillo de Pioz en la que se observan la saetera del tipo orbe con cruz y los huecos del nivel inferior. Vista del interior de una de las torres de flanqueo cuya estructura es idéntica al de las torres esquineras. Vista de una de las saeteras del tipo orbe y cruz del interior de una de las torres de flanqueo del castillo de Pioz. Interior vaciado de una de las torres esquineras del castillo de Pioz cuya saetera ha sido cegada. Nuestro recorrido por el interior del castillo nos conduce hasta la puerta de entrada, aquella por la que no pudimos acceder, y que, tras cruzar el portón dejaba al visitante ante la elevada cortina del recinto interior, prácticamente sin casi espacio para desplazarse, hecho que obligaba al intruso no deseado a tener que recorrer la liza sin posible protección y sometido al castigo tanto de los defensores emplazados en el adarve como los situados en las torres y cortinas del recinto central de la fortaleza. Inmenso muro de piedra al que los asaltantes debían enfrentarse una vez hubieran accedido al recinto interior del castillo de Pioz. Todo el conjunto de torres que refuerzan el perímetro exterior, esquineras y de flanqueo, están comunicadas por un estrecho camino de ronda que en su día estuvo protegido por un adarve, hoy prácticamente desaparecido, cuyo parapeto exterior estaría formado por elevados merlones que protegieran a los defensores y al que se accedía mediante escaleras dobles cuyo estado de conservación no invita a ascender al mismo, aun cuando las vistas desde ese lugar han de ser francamente interesantes. Nuestro paseo concluye en el mismo punto en el que lo iniciamos, la portilla posterior, tras comprobar que la boca de un antiguo aljibe ha sido cegada, posiblemente por motivos de seguridad. Restos de una de las escaleras dobles de acceso al adarve (arriba), y de la cegada boca del antiguo aljibe (abajo) del castillo de Pioz. Nuevamente en el exterior ha llegado el momento de dejar atrás esta fortaleza levantada en los turbulentos tiempos de los últimos monarcas de la Casa de Trastamara, que fue mudo testigo de las incesantes luchas nobiliarias que asolaron el Reino de Castilla bajo los reyes Juan II, Enrique IV y, a pesar de algunos hagiógrafos, Isabel I, cuyos recios muros en lugar de escuchar disparos de arcos, ballestas, bombardas o culebrinas oyeron los versos latinos de don Alvar Gómez, el Joven, afamado poeta de la Corte de Carlos I de Habsburgo, y pésimo administrador de su patrimonio. La poderosa silueta de la Torre del Homenaje del castillo de Pioz, nos despide en nuestro regreso a la villa que le da nombre. Un corto paseo, el acceso a la fortaleza puede realizarse bien en nuestro automóvil, se puede estacionar en la gran explanada que circunda el castillo, o bien caminando el corto trecho que separa este lugar de la Plaza Mayor de la Villa, lugar en el que también se puede aparcar y en el que, como es habitual, se dan la mano el poder civil, representado por la Casa Consistorial, y el poder eclesiástico, pues en ese lugar se alza la iglesia parroquial dedicada a San Sebastián, un interesante ejemplo de la riqueza que en otros tiempos gozaban estas pequeñas localidades Plaza Mayor de la Villa de Pioz, al fondo, casi tapada por la arboleda, la iglesia parroquial de San Sebastián. LA IGLESIA DE SAN SEBASTIAN : Se trata de un interesante edificio cuya fábrica muestra las sucesivas ampliaciones y modificaciones sufridas por el mismo a lo largo de los siglos y cuyos elementos más característicos son su ábside semicircular y la achatada y recia torre. Las primeras referencias históricas del templo las encontramos en las ya citadas “Relaciones”, una suerte de encuesta mandada realizar por el monarca Felipe II en cuyo capítulo 38 se señala que : A los treinta y ocho Capitulos dixeron que en esta Villa no hay Yglesia Catedral mas de una Parroquia, que se dize San Sebastian, por ser su bocazión, y lo demás que no las hay en esta Villa. Perteneciente al Arzobispado de Toledo cuyos señores Arzobispo y Canónigos percibían los diezmos, al igual que el Arcediano de Guadalajara de quien dependía canónicamente. Iglesia parroquial de San Sebastián en la villa de Pioz. Construida en piedra de sillarejo y ladrillo cocido, presenta una única nave de planta rectangular con la torre situada a sus pies y crucero cuadrado sobre elevado que se cierra en un ábside semicircular, habiéndose adosado a ambos lados diversas capillas y dependencias, sacristía, baptisterio así como un atrio cubierto, que han alterado su traza original. A destacar el ábside, posiblemente el elemento más antiguo del edificio, levantado con piedra de sillarejo alternado con filas simples de ladrillo cocido, técnica propia de alarifes mudéjares y que proporciona una mayor solidez al conjunto al actuar estos últimos como “junta de dilatación”. El coronamiento está realizado igualmente en ladrillo cocido formando una cenefa en dientes de sierra, mientras que en su parte central se sitúa una pequeña ventana abocinada hoy cegada, habiéndose abierto otra sin ningún interés artístico en uno de sus laterales. A la derecha del ábside, sobre una de las capillas adosadas a la nave del templo, destaca una linterna, posiblemente levantada en el año 1906 d.C. con la llegada a la localidad de la imagen de San Donato, patrón de la villa. Cabecera de la Iglesia parroquial de San Sebastián en la villa de Pioz. Ábside de la Iglesia parroquial de San Sebastián en la villa de Pioz. ARRIBA : Detalle del sistema constructivo del ábside de la iglesia parroquial de San Sebastián. DERECHA : Linterna situada en una de las capillas de la Iglesia parroquial de San Sebastián en la villa de Pioz. Respecto a la torre campanario, de un solo cuerpo y planta cuadrada, presenta en la parte superior de cada una de sus caras una abertura en arco de medio punto que cobijaban las campanas, de las que únicamente se conserva una, eso sí, de gran tamaño. Para concluir señalar que las ya tan citadas “Relaciones” del rey Felipe II en otro de sus capítulos, el número 40 del cuestionario, nos descubre que en aquellos tiempos la villa poseía dos ermitas : A los quarenta Capitulos dixeron que en esta Villa y su jurisdizion hay dos Hermitas; la una que se dize nuestra Señora de la Mata, y la otra se dize San Roque, que son debotas y acuden á ellas ciertos pueblos comarcanos en tiempo de necesidad con sus prozesiones. De las citadas ermitas no se conservan restos visibles ni siquiera memoria exacta del lugar donde se levantaban, o de cuándo o como desaparecieron, no obstante en uno de los márgenes de la carretera autonómica CM-2004 se alza sobre un podio bastante deteriorado, una sencilla cruz de piedra, posible resto de un calvario, que en opinión de algunos vecinos recuerda el emplazamiento de una de ellas, posiblemente la dedicada a San Roque. DERECHA : Torre de la Iglesia parroquial de San Sebastián en la villa de Pioz. IZQUIERDA : Vista posterior de la torre de la Iglesia parroquial de San Sebastián en la villa de Pioz. ABAJO : Sencilla cruz de piedra, posible resto de un Calvario, que se alza sobre el supuesto lugar en que se levantaba la ermita de san Roque. Y en este punto damos por concluida nuestra visita a esta localidad alcarreña en la que, para información de aquellas personas interesadas en visitarla, existe una muy variada y amplia oferta gastronómica. El castillo de Pioz y Chico III, el vehículo que ha sido un buen compañero en los recorridos por los “pueblitos” de España y otros países limítrofes. 2ª versión : Colonia Lindavista – Ciudad de México, a 17 de abril de 2015, festividad de san Panatágato de Vienne, obispo. 1ª versión : Coca, a 10 de febrero de 2012, festividad de Santa Escolastica de Nursia, abadesa. José María Duchel de Mumbert.
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