¿No hay crisis que dure cien años? Eduardo Dargent B. Decir que los partidos políticos en el Perú están en crisis ya suena a broma. Si bien dicha crisis se inicia tras el colapso del sistema de partidos a inicios de los noventa1, fue durante la década de los ochenta en que estos fueron desapareciendo o debilitándose, mientras que los que surgieron fueron pocos y débiles. Y aunque se pensó que con la caída del fujimorismo viejos partidos podrían resurgir y nuevos constituirse2, la «crisis» continuó. Si bien la palabra crisis nos hace pensar en un evento pasajero, tras el cual todo volverá a la normalidad, la realidad es que hoy vivimos en una suerte de condición permanente de «democracia sin partidos»3. 1 Lynch, Nicolás. Una tragedia sin héroes: La derrota de los partidos y el origen de los independientes. Perú, 1980-1992. Lima: Fondo Editorial de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), 1999; y Tanaka, Martín. Los espejismos de la democracia: el colapso del sistema de partidos en el Perú, 1980-1995, en perspectiva comparada. Lima: Instituto de Estudios Peruanos (IEP), 1998. 2 Kenney, Charles D. «The Death and Rebirth of a Party System, Peru 1978-2001». Comparative Political Studies, vol. 36. New York: SAGE Publications, 2003, pp. 1210-1239. 3 Levitsky, Steven y Cameron, Max. «Democracy without Parties? Political Parties and Regime Change in Fujimori’s Peru». Latin American Politics and Society, vol. 45. Malden: John Wiley & Sons Inc., 2003, pp. 1-33; y Levitsky, Steven. «Peru: Challenges of a Democracy without Parties». En: Jorge Domínguez y Michael Shifter, eds. Constructing Democratic Governance in Latin America. Baltimore: The Johns Hopkins University Press, 2013. 42 ¿No hay crisis que dure cien años? Aunque incluso en su mejor momento los partidos de los ochenta eran comparativamente débiles4, estos tenían militantes y simpatizantes, ganaban elecciones nacionales y subnacionales, atraían élites económicas, intelectuales y sociales a sus liderazgos, y estructuraban la política en términos ideológicos. Hoy ello parece ciencia ficción en un país donde la «ideología» la pone el candidato presidencial, los partidos son invitados menores en las elecciones locales, las élites no militan (o lo hacen antes de la campaña) y los cuadros partidarios tienen en general un bajo nivel académico y técnico. Aun así, el fujimorismo, el APRA y Alianza para el Progreso, nuestros partidos más fuertes5, son débiles en perspectiva comparada. Más aún, en el Perú tampoco encontramos partidos regionales fuertes pues la debilidad política se repite a nivel subnacional, donde la mejor descripción es la de una desarticulación y debilidad a todo nivel6. Lo que se ve en las regiones son movimientos que ganan elecciones pero que no se articulan en organizaciones duraderas. «Coaliciones de independientes», las ha llamado Mauricio Zavaleta7, pues carecen de la vocación de continuidad 4 Mainwaring, Scott y Scully, Timothy. «Introduction». En: Scott Mainwaring y Timothy Scully, eds. Building Democratic Institutions: Party Systems in Latin America. Stanford: Stanford University Press, 1995. 5 Meléndez, Carlos. «Is there a Right Track in Post-Party System Collapse Scenarios? Comparing the Andean Countries». En: Juan Pablo Luna y Cristóbal Rovira Kaltwasser, eds. The Resilience of the Latin American Right. Baltimore: Johns Hopkins University Press, 2014; y Cyr, Jennifer. «¿Por qué no muere el APRA?». En: Carlos Meléndez, ed. Pos-Candidatos en el Perú. Lima: Mitin Editores, 2011. 6 Muñoz, Paula y García, Andrea. «Balance de las elecciones regionales 2010: Tendencias, particularidades y perfil de los candidatos más exitosos». Perú Debate. El nuevo poder en las regiones, año 1, número 1. Lima: Departamento de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), 2011, pp. 8-17; Remy María, Isabel. «Un balance final de las elecciones municipales y regionales: ¿En qué puntos quedaron los partidos políticos?». Revista Argumentos, año 5, n.° 1. Lima: IEP, 2011. Ver en: goo.gl/gxNsvH; y Zavaleta, Mauricio. Coaliciones de independientes. Las reglas no escritas de la política electoral. Lima: IEP, 2014. 7 Zavaleta, Mauricio. Coaliciones de independientes. Las reglas no escritas de la política electoral. Lima: IEP, 2014. Eduardo Dargent B. 43 que suele caracterizar a los partidos. Una vez pasada la elección estas alianzas funcionales entre candidatos regionales, provinciales y distritales se desbandan, incluso cuando ganan la elección. Si bien hay casos de mayor articulación y permanencia8, salvo Chim Pum Callao, hasta ahora ningún movimiento regional ha logrado mantenerse competitivo tras la partida de su líder. Este artículo intenta responder a tres preguntas sobre este panorama: (1) ¿por qué el sistema político peruano hace difícil el surgimiento de partidos nacionales?; (2) ¿cómo afecta esta debilidad partidaria a una adecuada representación política?; y, vinculado a ello, (3) ¿qué deficiencias y problemas de los últimos gobiernos pueden asignársele al hecho de que detrás de los presidentes de la República no exista un partido político fuerte? Las respuestas dadas a continuación son tentativas, pues, además del espacio limitado, no es fácil determinar qué impide el surgimiento de partidos en el Perú ni las consecuencias precisas de esta debilidad partidaria. Y si bien comparar al Perú con otros países donde sí existe mayor articulación partidaria ayudará en este esfuerzo, igual quedarán varias preguntas abiertas. Un dato adicional: no encontrarán en estas líneas una defensa ingenua de los beneficios que brindan los partidos políticos a una sociedad. No siempre tener partidos fuertes garantiza una buena representación o permite un buen gobierno. Los que vivimos en los ochenta deberíamos saberlo muy bien. Pero, en general, es bastante claro que carecer de partidos sólidos que recojan y traduzcan en políticas las demandas e intereses ciudadanos sí afecta seriamente la calidad de la democracia y su legitimidad. 8 Barrenechea, Rodrigo. Becas, bases y votos: Alianza para el Progreso y la política subnacional en el Perú. Lima: IEP, 2014; Rojas, José Carlos. «Fiesta y regalo: los vínculos clientelares y la maquinaria política de Chimpum Callao». Tesis. Lima: Facultad de Ciencias Sociales de la PUCP, 2011; y De Gramont, Diane. «¿Se está quedando Lima atrás? Las elecciones regionales de 2006 y el ascenso de los movimientos regionales en el Perú». Revista de Ciencia Política Politai, n.° 1. Lima: Asociación Civil Politai Especialidad de Ciencia Política y Gobierno de la PUCP, 2010, pp. 56-72. 44 ¿No hay crisis que dure cien años? Lo que se cayó y por qué es difícil re-construirlo Una amplia literatura de política comparada veía el surgimiento de partidos como casi natural en una democracia9, pues la experiencia histórica hacía plausible esa relación. Así tenemos que el partido político fue un actor central en la política del siglo XIX y el XX, tanto en países desarrollados como en desarrollo. Así mismo, los partidos políticos fueron especialmente necesarios en el caso de quienes promovían demandas de inclusión: sin una organización partidaria sólida eran vulnerables frente al poder de las élites económicas y su frecuente alianza con las fuerzas de seguridad. Desde hace ya un par de décadas esa relación necesaria, natural, entre partidos y democracia, se viene cuestionando, donde el caso peruano, entre otros en el mundo, nos muestra que la sucesión de elecciones no lleva necesariamente al surgimiento de partidos nacionales fuertes. Es muy probable pues que estemos, en parte, ante un fenómeno mundial de debilidad partidaria producto de los tiempos. Si los partidos hoy son menos necesarios que en el pasado para hacer campaña y ganar elecciones, los incentivos para articularse en organizaciones resultan menores. Así tenemos que actualmente los fondos, la publicidad, los consultores y la importancia de medios de comunicación masiva han llenado los espacios que antes requerían de aparatos y militantes10. En ese sentido, no olvidemos que organizarse puede brindar fuerza, pero también implica una serie de costos para los líderes partidarios11. Además, el desprestigio ganado por ocupar el poder por mucho tiempo, el 9 Al respecto puede consultarse: Levitsky, Steven; Loxton, James; y Van Dycke, Brandon. «Introduction». En: S. Levitsky, J. Loxton y B. Van Dycke, eds. Challenges of Party-Building in Latin America. En prensa. 10 Levitsky, Steven y Cameron, Max. «Democracy without Parties? Political Parties and Regime Change in Fujimori’s Peru». Latin American Politics and Society, vol. 45. Malden: John Wiley & Sons Inc., 2003, pp. 1-33. 11 Hale, Henry E. Why not Parties in Russia? Democracy, Federalism and the State. Cambridge: Cambridge University Press, 2006. Eduardo Dargent B. 45 fallar en sus promesas y sufrir escándalos de corrupción también parece haberles pasado factura a los partidos en diversos países. Sin embargo, todavía en la mayoría de países desarrollados y en desarrollo los partidos estructuran la política. Hoy vemos en España, por ejemplo, que los viejos y desprestigiados partidos de la transición son enfrentados por nuevos partidos. Y, más importante para nuestro tema actual, en América Latina más que una crisis general de los partidos observamos mucha variación en cuanto a fortaleza partidaria12. Y aunque en esta región hay varios países con sistemas de partidos débiles, también encontramos sistemas relativamente sólidos, como en Chile, Brasil, El Salvador, etc., mientras que en otras naciones observamos un partido fuerte estructurando la política, como por ejemplo en Bolivia y Argentina (con las particularidades organizativas del peronismo). Hoy, desde la política comparada, buscamos entender qué explica esta variación en niveles de fortaleza partidaria en América Latina y qué condiciones permiten el surgimiento de nuevos partidos13. Especialmente interesante es evaluar qué dificultades particulares se presentan en aquellos lugares donde el sistema colapsó14. Pareciera que cuando caen algunos partidos y otros quedan en pie, se hace necesario para competir que las nuevas fuerzas que surgen se organicen igualmente en partidos. En el 12 Levitsky, Steven; Loxton, James; y Van Dycke, Brandon. «Introduction». En: S. Levitsky, J. Loxton y B. Van Dycke, eds. Challenges of Party-Building in Latin America. En prensa. 13 Levitsky, Steven; Loxton, James; y Van Dycke, Brandon. «Introduction». En: S. Levitsky, J. Loxton y B. Van Dycke, eds. Challenges of Party-Building in Latin America. En prensa. 14 Morgan, Jana. Bankrupt Representation and Party System Collapse. University Park: Penn State University Press, 2011; Levitsky, Steven y Cameron, Max. «Democracy without Parties? Political Parties and Regime Change in Fujimori’s Peru». Latin American Politics and Society, vol. 45. Malden: John Wiley & Sons Inc., 2003, pp. 1-33; y Dargent, Eduardo y Muñoz, Paula. «Democracy Against Parties? Party System Deinstitutionalization in Colombia». Journal of Politics in Latin America, vol. 3, n.° 2. Hamburgo: German Institute of Global and Area Studies (GIGA) - Institute of Latin American Studies (ILAS), 2011, pp. 43-71. 46 ¿No hay crisis que dure cien años? páramo que queda después de la caída de todo un sistema sin que surja un reemplazo inmediato (como en Bolivia), los incentivos para invertir en organización se reducen. Imposible discutir toda la literatura sobre estos temas o intentar dar una respuesta definitiva a una pregunta tan elusiva como por qué no partidos en el Perú en este breve espacio. Aun así, algunos textos nos ayudan a entender nuestra dificultad para construir partidos15. Cabe recalcar que todos estos trabajos ponen énfasis en algunos vínculos que permiten a los partidos atraer votantes y articularse a través del territorio16, los mismos que también posibilitan la captación de candidatos competitivos que de otra manera actuarían como independientes o crearían sus propios vehículos locales. Un primer vínculo a tomar en cuenta para dar «respuesta» a esta problemática son los programas, ideas y/o conflictos que dan identidad a un partido frente a sus votantes y que sirven de banderas electorales. Así, un partido debe poder vender un ideario o ser reconocido como portador de temas de importancia 15 Morgan, Jana. Bankrupt Representation and Party System Collapse. University Park: Penn State University Press, 2011; Levitsky, Steven; Loxton, James; y Van Dycke, Brandon. «Introduction». En: S. Levitsky, J. Loxton y B. Van Dycke, eds. Challenges of Party-Building in Latin America. En prensa; Vergara, Alberto. «United by Discord, Divided by Consensus: National and Subnational Articulation in Bolivia and Peru, 2000-2010». Journal of Politics in Latin America, vol. 3, n.° 3. Hamburgo: GIGA - ILAS, 2011, pp. 65-93; Hale, Henry E. Why not Parties in Russia? Democracy, Federalism and the State. Cambridge: Cambridge University Press, 2006; y Mainwaring, Scott y Scully, Timothy. «Introduction». En: Scott Mainwaring y Timothy Scully, eds. Building Democratic Institutions: Party Systems in Latin America. Stanford: Stanford University Press, 1995. De igual modo, una estupenda revisión de literatura sobre articulación partidaria se encuentra en: Zavaleta, Mauricio. Coaliciones de independientes. Las reglas no escritas de la política electoral. Lima: IEP, 2014. 16 A diferencia del resto de autores que dan énfasis a uno o dos de estos vínculos para explicar la dificultad de construir partidos, Jana Morgan se centra en explicar la caída de los sistemas de partidos cuando se da la erosión simultánea de estos tres tipos de vínculos. Sin embargo, la incluyo entre estos autores pues lógicamente sin la posibilidad de establecer vínculos programáticos, clientelares o asociativos, será más difícil construir partidos. Ver: Morgan, Jana. Bankrupt Representation and Party System Collapse. University Park: Penn State University Press, 2011. Eduardo Dargent B. 47 para la población. En ese sentido, no solo hablamos de vínculos programáticos. Como señalan Levitsky y sus coautores17, también sucesos violentos que marcaron y dividieron a la sociedad pueden generar identidades partidarias (la persecución al APRA, por ejemplo), aunque estos deben ser eventos o ideas que resuenen fuertemente entre la población, que tengan la posibilidad de movilizar militantes y electores. Un segundo vínculo importante es material. Nos referimos aquí a los recursos con los que cuenta el partido18. Si bien parece difícil que partidos nacionales puedan construirse desde arriba con estrategias únicamente clientelistas, en América Latina históricamente los partidos fuertes han sido capaces de distribuir bienes tanto para electores como para sus candidatos. Desde el Partido Revolucionario Institucional (PRI) hasta el peronismo, pasando por liberales y conservadores en Colombia, el clientelismo ha sido una estrategia tanto para competir como para mantener el poder19. Finalmente, un tercer vínculo clave para mantener la fortaleza de un partido o crear uno nuevo es si existen organizaciones sociales que puedan prestar su esqueleto y recursos al partido. Por ejemplo, el Movimiento al Socialismo (MAS) en Bolivia se construyó de la mano de una serie de asociaciones populares que le prestaron cuadros y recursos20. De igual modo, los sindicatos 17 Levitsky, Steven; Loxton, James; y Van Dycke, Brandon. «Introduction». En: S. Levitsky, J. Loxton y B. Van Dycke, eds. Challenges of Party-Building in Latin America. En prensa. 18 Hale, Henry E. Why not Parties in Russia? Democracy, Federalism and the State. Cambridge: Cambridge University Press, 2006; y Mainwaring, Scott y Scully, Timothy. «Introduction». En: Scott Mainwaring y Timothy Scully, eds. Building Democratic Institutions: Party Systems in Latin America. Stanford: Stanford University Press, 1995. 19 Dargent, Eduardo y Muñoz, Paula. «Democracy Against Parties? Party System Deinstitutionalization in Colombia». Journal of Politics in Latin America, vol. 3, n.° 2. Hamburgo: GIGA - ILAS, 2011, pp. 43-71. 20 Vergara, Alberto. «United by Discord, Divided by Consensus: National and Subnational Articulation in Bolivia and Peru, 2000-2010». Journal of Politics in Latin America, vol. 3, n.° 3. Hamburgo: GIGA - ILAS, 2011, pp. 65-93. 48 ¿No hay crisis que dure cien años? y asociaciones civiles han sido claves en la historia del Partido de los Trabajadores (PT) y del peronismo. Los tres vínculos mencionados pueden ayudar a entender lo que pasó en el Perú con la caída de los partidos y por qué es tan difícil la reconstrucción. De su explicación podemos inferir que el sistema cayó pues los partidos perdieron esas relaciones, habiendo poco sobre que construir nuevos. Así como el caos de los ochenta y el mal gobierno cercenó vínculos programáticos con la población21, diferentes procesos políticos y económicos también cortaron otros tipos de articulaciones con las personas y sus organizaciones22: la guerra interna causó la muerte de cientos de dirigentes partidarios y sociales, erosionando los vínculos en el territorio; la crisis económica empobreció a asociaciones sociales vinculadas a la izquierda o el APRA, y a otros partidos políticos; las reformas de mercado debilitaron organizaciones sociales vinculadas a los partidos; un gobierno jugó sucio a la oposición y concentró los recursos estatales para clientelismo. Así tenemos que todos estos procesos hicieron trizas las articulaciones asociativas en el territorio y los grupos sociales en los que se apoyaban algunos partidos. Tras la transición del año 2000 estos vínculos siguieron rotos. La división antifujimorismo y fujimorismo no alcanzó para producir partidos programáticos. Futuras divisiones, como la de los incluidos y excluidos del modelo que en Bolivia o Argentina permitieron la articulación de nuevos actores, en el Perú produjeron a Ollanta Humala en el 2006, aunque no alcanzaron para establecer vínculos permanentes ni en las regiones ni a nivel nacional. Un ejemplo de ello es que Humala no ganó casi nada en la elección 21 Seawright, Jason. Party-System Collapse: The Roots of Crisis in Peru and Venezuela. Stanford: Stanford University Press, 2012; Lynch, Nicolás. Una tragedia sin héroes: La derrota de los partidos y el origen de los independientes. Perú, 1980-1992. Lima: Fondo Editorial de la UNMSM, 1999; y Tanaka, Martín. Los espejismos de la democracia: el colapso del sistema de partidos en el Perú, 1980-1995, en perspectiva comparada. Lima: IEP, 1998. 22 Morgan, Jana. Bankrupt Representation and Party System Collapse. University Park: Penn State University Press, 2011. Eduardo Dargent B. 49 regional de ese mismo año23. Si bien los resultados electorales muestran divisiones sociales, estas no alcanzan para construir organización24. En general, los partidos nacionales no cuentan con recursos, ni siquiera financiación pública, para intentar atraer o formar candidatos competitivos, por lo que les es más eficiente competir en organizaciones regionales. El caso clientelista de mayor éxito es el de César Acuña con su partido Alianza para el Progreso, aunque este está lejos de ser una fuerza nacional de peso25. Hay por supuesto otras razones a considerar para esta dificultad de construir partidos en el caso peruano. Una razón, desde la economía política, es que las zonas excluidas del crecimiento en el Perú no tengan una ciudad importante que congregue élites afectadas por los cambios económicos dispuestas a invertir en organización y politizar dichas divisiones en forma permanente26. Otra idea interesante a explorar es que la propia debilidad es a su vez causa de que no se puedan aprovechar oportunidades para fortalecerse: partidos huérfanos de ideas y liderazgos no pueden explotar ventanas de oportunidad para politizar temas de interés de la población. La agencia es muy difícil sin recursos. Asimismo, las tradiciones internas y las formas de organización también explican que no se aprovechen ciertas ventanas de oportunidad. Toda persona que se haya topado con la izquierda peruana puede dar testimonio de cómo los espacios electorales no se aprovechan por negociaciones entre dirigentes, repertorios 23 Cameron, Maxwell A. «El giro a la izquierda frustrado en Perú: el caso de Ollanta Humala». Convergencia. Revista de Ciencias Sociales, vol. 16. Toluca: Universidad Autónoma del Estado de México, 2009, pp. 275-302. 24 Vergara, Alberto. «United by Discord, Divided by Consensus: National and Subnational Articulation in Bolivia and Peru, 2000-2010». Journal of Politics in Latin America, vol. 3, n.° 3. Hamburgo: GIGA - ILAS, 2011, pp. 65-93. 25 Barrenechea, Rodrigo. Becas, bases y votos: Alianza para el Progreso y la política subnacional en el Perú. Lima: IEP, 2014. 26 Vergara, Alberto. Conflicto regional, estado central y sociedad periférica en Bolivia y Perú. Un análisis histórico comparado. Tesis para obtener el grado de Doctor en Ciencia Política por la Universidad de Montreal. Montreal: Universidad de Montreal, 2012. 50 ¿No hay crisis que dure cien años? gastados u organizaciones incapaces de escapar de debates internos sin impacto externo. A continuación me centraré en la dimensión representativa de esta debilidad y sus consecuencias para el buen gobierno, aunque es bueno tener en cuenta que pueden haber muchas otras consecuencias: la penetración de la criminalidad en la política, el aumento del poder de actores económicos, la despolitización de la esfera pública, la debilidad de la fiscalización política, por mencionar algunas otras. Los problemas de representación Una de las principales funciones de un partido político en una democracia es garantizar la representación27. Si consideramos que la democracia es un régimen político que tiene en su base las preferencias de los electores, lograr esos canales de representación es esencial para la calidad (o incluso existencia) de este régimen, pues a través de los órganos de elección popular, sean el Ejecutivo, el Congreso o los gobiernos locales, estas ideas e intereses se traducen en políticas públicas. En ese sentido, cabe recalcar que no es que los partidos políticos fuertes sean una panacea de representación. Como vemos en diversos países, hay partidos fuertes que defienden agendas particulares o privilegian sus vínculos clientelares. Pero, por lo general, un sistema de partidos fuerte canalizará mejor estos intereses y preferencias que partidos 27 Mainwaring, Scott y Scully, Timothy. «Introduction». En: Scott Mainwaring y Timothy Scully, eds. Building Democratic Institutions: Party Systems in Latin America. Stanford: Stanford University Press, 1995; y Levitsky, Steven. «Peru: Challenges of a Democracy without Parties». En: Jorge Domínguez y Michael Shifter, eds. Constructing Democratic Governance in Latin America. Baltimore: The Johns Hopkins University Press, 2013. Eduardo Dargent B. 51 débiles, permitiendo además procesar temas urgentes en el marco institucional28. Pues bien, en el Perú las elecciones solo traducen las preferencias ciudadanas en opciones de política y gobierno de manera parcial. Estas ideas y preferencias no marcan la conducta de los que gobiernan, se diluyen en representantes que no actúan de acuerdo a las preferencias de quienes votaron por ellos. Primero, a nivel de la competencia por el Ejecutivo, tenemos una política personalista, centrada en temas de campaña que no solo son de menor calidad que la deseada, sino que luego no se respetan cuando el ganador llega al gobierno. Al carecer de partidos de gobierno fuertes, el presidente, una vez en el poder, puede hacer lo que le plazca y decidir la posición ideológica desde la que gobernará, pues no hay un partido que lo «jale» hacia sus promesas de campaña. Y dado el balance de poder en el Perú, por lo general será atraído hacia la derecha, jalado por los sectores empresariales más organizados y las preferencias electorales urbanas. Un ejemplo claro de esta dinámica es que sea cual sea la evaluación que hagamos del modelo económico, es obvio que en el 2006 y en el 2011, e incluso en menor medida en el 2001, se votó por gobiernos más reformistas de lo que finalmente fueron. En otras palabras, sus votantes no fueron adecuadamente representados. Es más, muchas de sus decisiones representaban más bien la de sus rivales electorales situados a la derecha. Esta debilidad partidaria abre en el Ejecutivo un amplio espacio para los tecnócratas y sus preferencias29. Los ministros son cada vez más técnicos independientes que militantes del partido de gobierno. Estos técnicos pueden determinar sus políticas sin estar atados a 28 Levitsky, Steven. «Peru: Challenges of a Democracy without Parties». En: Jorge Domínguez y Michael Shifter, eds. Constructing Democratic Governance in Latin America. Baltimore: The Johns Hopkins University Press, 2013, pp. 299-302. 29 Dargent, Eduardo. Technocracy and Democracy in Latin America. New York: Cambridge University Press, 2015. 52 ¿No hay crisis que dure cien años? las propuestas del partido. Y si bien dichas preferencias pueden ser propias o determinadas por intereses particulares (captura), lo que es claro es que con frecuencia no están en la línea de lo prometido en campaña. Al respecto, de nuevo, no hay que soñar que partidos fuertes significarían gobiernos representativos con buenas políticas. Probablemente políticas o reformas tecnocráticas positivas, como un manejo macroeconómico prudente o la actual reforma de la educación, hubiesen sido difíciles de realizar con partidos clientelistas fuertes. Aun así, en general, este poder tecnocrático muestra un problema serio de representación democrática. En ese sentido, un mejor balance sería posible si los partidos contaran con cuadros que marquen la dirección de las reformas con criterios técnicos pero alineadas con lo prometido en campaña. A nivel del Congreso el problema también es considerable. Aunque sea en la elección presidencial los candidatos ocupan ciertos espacios ideológicos o se vinculan con determinadas agendas y temas. Pero las listas para el Congreso de esos candidatos son otra cosa. Con frecuencia sus integrantes tienen ideas muy distintas a lo que señala su líder. Esta situación se debe en gran medida a que los partidos, si son débiles, tienen problemas para atraer candidatos atractivos, es más, deben buscar candidatos que les presten dos cosas que les hacen falta: popularidad y dinero. Como en las coaliciones de independientes regionales, en la elección al Congreso vemos alianzas construidas entre candidatos locales que pueden aportar recursos o votos a la lista nacional, y candidatos presidenciales que pueden jalar esas listas al Congreso30. Obviamente así se cuelan una serie de personajes con agendas particulares en la lista, donde además es bastante usual que existan grandes distancias entre las ideas de sus integrantes. Por ello la fidelidad será limitada, pues el futuro político de los congresistas no está atado a sus líderes, menos si pierden la elección. 30 Zavaleta, Mauricio. Coaliciones de independientes. Las reglas no escritas de la política electoral. Lima: IEP, 2014. Eduardo Dargent B. 53 El resultado de esta dinámica es el que hemos visto en los últimos tres periodos congresales. Con la excepción del APRA y el fujimorismo, en la mayoría de partidos se dan deserciones (a veces masivas, como Unión por el Perú –UPP– con Humala en el 2006), transfuguismo y fragmentación. Así se tiene que la «bancada» por la que se votó, asumiendo que seguiría de alguna manera los lineamientos del candidato presidencial, se atomiza o reduce, y sus «representados» son invisibles31. Este problema es menor para los que apuestan por el statu quo y la continuidad en la medida en que sus preferencias e intereses están protegidos por otros poderosos actores fuera del Congreso, aunque ciertamente buena parte de la población no tiene quien represente sus preferencias. Finalmente, de esta situación podemos concluir que si bien en ningún lugar la campaña determina el tipo de gobierno que se hará, sin partidos sólidos será más difícil poder ejercer presión sobre el nivel de representación que se espera. ¿Cuál es el costo de esta ausencia de representación para la legitimidad de instituciones y autoridades? Es difícil evaluarlo con precisión. Al hablar de legitimidad estamos refiriéndonos a algo más profundo y más complejo que meros índices de popularidad, tomando en cuenta además que dichos índices también muestran malas evaluaciones en países con partidos fuertes. Por ello, echarle la culpa de una mala evaluación de las instituciones de gobierno solo a la debilidad partidaria sería impreciso. Sin embargo, la muy baja evaluación en perspectiva comparada de la que gozan los presidentes y el Congreso en el Perú casi con seguridad está relacionada con la ausencia de vínculos entre ciudadanos y autoridades; con la constatación de que el voto importa poco para determinar la forma en que se gobierna o se ejerce el poder. 31 Un problema adicional es que en el Perú el número de congresistas es muy bajo en relación a su población. Más allá de la calidad de los congresistas, hay un problema de cercanía difícil de solucionar con tan pocos representantes. 54 ¿No hay crisis que dure cien años? ¿Cómo asociamos la debilidad partidaria al buen gobierno? Las tendencias vistas en los tres últimos gobiernos apuntan a otro problema serio causado por la debilidad partidaria: partidos de gobierno débiles que tienen problemas para gobernar bien. La debilidad del Estado peruano probablemente haría que incluso políticos que gobiernen como anuncian en campaña tengan problemas para lograr gobiernos estables, pues sin músculo político es mucho más difícil hacerlo bien. Sobre este punto me concentraré en dos temas: la dificultad de tener una presencia efectiva en el territorio y la de diseñar políticas públicas para el mediano y largo plazo. Sobre lo primero, es indudable que un partido de gobierno débil carece de presencia efectiva en el territorio pues, como ya hemos mencionado, los partidos renuncian a presentar candidatos a nivel subnacional y los candidatos locales rehúyen estas alianzas. Así, los líderes locales tienen pocos vínculos con liderazgos políticos nacionales, por lo que las agendas locales y nacionales no van de la mano. Sumado a ello encontramos que hay una gran distancia entre los actores relevantes regionales y los políticos locales32, lo que hace que la situación de presencia y representación empeore. Esta debilidad del partido de gobierno, y de otros partidos nacionales, hace que este no pueda mediar conflictos, canalizar demandas y responder preventivamente a los problemas a nivel local, los que se incrementan en tiempos de precios altos de commodities. La razón de que estos problemas no escalen y reten al gobierno, como en Bolivia en los años 2004-2006, no está en el mejor desempeño del Estado peruano, sino que probablemente sea la misma causa 32 Tanaka, Martín. La dinámica de los actores regionales y el proceso de descentralización. Documento de trabajo n.° 125. Lima: IEP, 2002; y Meléndez, Carlos. La soledad de la política. Transformaciones estructurales, intermediación política y conflictos sociales en el Perú (2000-2012). Lima: Mitin Editores, 2009. Eduardo Dargent B. 55 que dificulta la articulación partidaria: la ausencia de vínculos nacionales asociativos, que también afecta a quienes protestan a nivel local, que no logran conectar sus agendas con otros actores que comparten su problemática. Asimismo, partidos sin horizontes de vida medios o largos, centrados en personas antes que ideas, no serán promotores de reformas o políticas públicas ni tendrán el músculo suficiente para empujarlas33. Los cambios estructurales requieren de políticos que se jueguen su prestigio en reformas que respondan a problemas de la población. Partidos compuestos de individualidades, preocupados en agendas particulares, y sin conocimientos especializados en distintos temas, difícilmente conducirán estas reformas desde el Congreso o el Ejecutivo. Piense en las últimas normas creadas por el Congreso o las acciones de fiscalización impulsadas por congresistas: suele haber atrás de ellas un político de carrera interesado en el mediano plazo. En esas condiciones, las reformas dependen de tecnócratas, y sabemos bien que la implementación de políticas requiere de mucho más que técnicos para romper las resistencias a las mismas. En ese sentido, y reiterando una advertencia ya señalada varias veces: no hay que idealizar los efectos positivos de la presencia de partidos en el territorio ni la supuesta vocación reformista de los mismos, tenemos el ejemplo del PRI en México o del peronismo en Argentina que nos enseña que esas redes pueden usarse para acallar protestas o restringir el pluralismo antes que para canalizar demandas. De igual modo, debemos tomar en cuenta que partidos fuertes en estos países y otros, como Colombia y Venezuela, también han optado por mantener políticas clientelistas que los beneficiaban y no por reformas de impacto general. Es bueno no olvidar estos efectos nocivos de los partidos, pues es común 33 Levitsky, Steven. «Peru: Challenges of a Democracy without Parties». En: Jorge Domínguez y Michael Shifter, eds. Constructing Democratic Governance in Latin America. Baltimore: The Johns Hopkins University Press, 2013, pp. 301-302. 56 ¿No hay crisis que dure cien años? encontrar entre los políticos una queja a su mala fama, como si en el Perú esta naciera de una injusta evaluación y no de su actuación pasada y presente. Conclusión La presente revisión ha buscado dar algunas respuestas sobre la dificultad de construir partidos, evaluar los problemas de representación que ello trae y, más tentativamente, vincular todo ello a los problemas de buen gobierno que vemos en los últimos años en el país. Es indudable que las causas de esta debilidad son profundas. Y si este es mi diagnóstico, para el lector no será una sorpresa que dude que reformas políticas como las que se discuten hoy (con frecuencia respondiendo a los resultados fallidos de una reforma anterior) sean suficientes para romper este estado de cosas y promover la articulación partidaria. Y si bien nada hace pensar que esta situación cambie en un plazo cercano, quién sabe, pues la ciencia política suele ser mejor en determinar las causas de la continuidad que las posibilidades de cambio. ¿Será posible que la politización de nuevas agendas e ideas, que eventos que marquen a la sociedad, incremente la articulación partidaria a través del territorio? ¿Podrá inyectarse política a una sociedad bastante despolitizada tras años de ausencia de referentes partidarios y ninguneo mediático de la política y sus actores? Parece difícil.
© Copyright 2024