1 EXPRESIÓN VISUAL DE LA IDENTIDAD EN LA

EXPRESIÓN VISUAL DE LA IDENTIDAD EN LA ARQUITECTURA
DE LA VIVIENDA DE PUEBLOS ALTAMENTE INDÍGENAS
DEL ESTADO DE MÉXICO Y CHIAPAS, MÉXICO
Mesa 3
Talía Esther Figueroa Esquinca. [email protected] 1
José Alonso Figueroa Gallegos. [email protected] 2
René Lauro Sánchez-Vértiz Ruiz. [email protected] 3
Resumen
En la colonia los pueblos del territorio mexicano estuvieron expuestos a una
colonización ideológica y cultural que buscó consolidar una identidad extendida de
valores sociales del tipo europeo. Tal acción estableció debate entre las prácticas de los
pueblos originarios y las creencias de los españoles que significó el establecimiento del
sincretismo en la identidad de la ahora República Mexicana.
Hoy en día, la identidad del mexicano está marcada por la pluriculturalidad que da paso
a la existencia de diversas identidades a lo largo y ancho del territorio; lo cual, abre la
posiblidad de contraste entre éstas.
Este trabajo expone y analiza la expresión visual de la identidad en la arquitectura de la
vivienda de pueblos altamente indígenas, con índices de migración similares a Estados
Unidos, del Estado de México y Chiapas. Cabe señalar que esto último obedece a la
posibilidad de importación de expresiones identitarias ajenas a la historia mexicana.
Palabras clave
Identidad, Vivienda y México
1
Maestra en Diseño. Universidad Intercultural del Estado de México.
Doctor en Ciencias Técnicas. Universidad Autónoma de Chiapas.
3
Doctor Arquitecto. Universidad Autónoma del Estado de México.
2
1
Abstract
At colonial times, the people of mexian territory were exposed to an ideological and
cultural colonization which sought to consolidate an extended identity of social values of
the European type. Such act based debate between indigenous practices and of
Spaniards beliefs that established syncretism in the formed identity of Mexico.
Nowadays the Mexican identity is marked by the multiculturalism that leads to the
existence of diverse identities throughout the territory; which gives the possibility of
contrast between them.
This paper describes and analyzes the visual expression of identity in housing
architecture of indigenous towns in the State of Mexico and Chiapas, that are similar in
migration rates to the United States. Note that the last is due to the possibility of
importing expressions of identity far away from Mexican history.
Key words
Identity, Housing, Mexico
Introducción
En épocas de la colonia los pueblos del territorio mexicano estuvieron expuestos a una
colonización ideológica y cultural, a través de la evangelización y occidentalización, que
buscó consolidar una identidad extendida de valores sociales del tipo europeo. Tal
acción estableció debate entre las prácticas de los pueblos originarios y las creencias
de los españoles que significó el establecimiento del sincretismo en la identidad de lo
que se conformaría como la República Mexicana.
Hoy en día, la identidad del mexicano está marcada por la pluriculturalidad que da paso
a la existencia de diversas identidades a lo largo y ancho del territorio; lo cual, abre la
posiblidad de contraste entre éstas.
En las siguientes líneas analizaremos la expresión visual de la identidad en la
arquitectura de la vivienda de pueblos altamente indígenas, con índices de migración
similares a Estados Unidos, del Estado de México y Chiapas. Cabe señalar que esto
2
último obedece a la posibilidad de importación de ideas y expresiones identitarias
ajenas a la historia mexicana.
La colonización
A pesar de los esfuerzos de Cuitláhuac y Cuauhtémoc, quienes defendieron la libertad
e independencia de su pueblo, es imposible negar que la historia cultural de México
está marcada por el choque de sus civilizaciones autóctonas con la occidental; siendo
el inicio de la conquista de Hernán Cortés entre su llegada a Veracruz, el 21 de abril de
1519, y la caída de Tenochtitlan, 13 de agosto de 1521, el principio del sometimiento al
Imperio Azteca y sus aliados. (Gómez Robledo, 2011)
Si bien se ha mencionado que la conquista, desde el punto de vista español, tuvo una
justificación principalmente religiosa, en México se experimentó una colonización
primordialmente ideológica y cultural a partir de “eliminar la autonomía política, militar,
social y religiosa de la población autóctona” (Pérez Flores, 2013, p. 19) que propició el
ingreso de los nativos americanos a las corrientes políticas, sociales y culturales
hispanas. (Díaz Serrano, 2010)
Además, junto con las letras sagradas, arribaron de Europa las letras y artes de todo
género pertenecientes a las culturas griega, romana, helenística, bizantina, medieval y
renacentista (Gómez Robledo, 2011); lo cual representó el inicio de la llamada
occidentalización de los naturales, quienes adoptaron “formas de vida 'civilizada', vestir
sayos, camisas y zarangüelles, cortar sus largas cabelleras y vivir en la ciudad” cual
conquistadores. (Díaz Serrano, 2010)
En el afán de concretar una sociedad meramente católica, la evangelización y la
occidentalización ayudaron a formar y a consolidad una nueva identidad extendida
donde, como dice Díaz Serrano, “[l]a conversión fue ante todo un ejercicio de
asimilación colectiva de los nuevos preceptos exportados desde Europa, que
transformaron la vida pública y privada, e incluso la intimidad, de los naturales” (2010).
Fue así como nacieron los indígenas conquistadores, quienes siendo naturales
católicos combatieron a favor de la corona española contra otros indígenas que
conservaban su libertad política y religión propia a cambio de privilegios y concesiones;
3
propiciando que, en la necesidad de efectuar alianzas políticas en pro de la conquista,
existiera una conciliación entre las creencias de los españoles y las prácticas
arraigadas de los nativos. (Díaz Serrano, 2010)
El mestizaje
No obstante que la corona española desarrolló un sistema político para españoles y
otro para indígenas, ambas culturas interactuaron a tal grado que “los matrimonios
mixtos eran relativamente comunes y muchos mestizos se integraban a la sociedad
española. Es decir, dentro de los confines de estas comunidades ni la vida pública ni la
privada eran exclusivamente españolas.” (Brain, 2010)
Es de esta manera que nace el mestizaje, tanto físico como ideológico, un largo
proceso de conversión religiosa así como un ideal de occidentalización universal que
para muchos fue, desde distintas perspectivas, imperfecto e inconcluso (Díaz Serrano,
2010; Plá, 2014); que con el tiempo dio como consecuencia la contradicción entre la
busca de una nacionalidad mexicana en oposición a lo europeo y la preocupación de no
excluir la herencia de las estructuras de la cultura europea, entre ellos los criollos.
(Torres Salazar, 2008)
Dentro de esta misma ambigüedad ideológica, en épocas de la Independencia, se
debatió entre la posibilidad de ser Monarquía o República; donde la primera fue la
tendencia conservadora que quería que se continuaran siguiendo los pasos de
impuestos por la tradición europea y la segunda la representante de la tendencia liberal
que pretendía seguir el camino trazado por la vecina república norteamericana. Tal
como dice Torres Salazar “[e]ste debate trascendió no sólo en la lucha armada que
polarizó a los bandos insurrectos en insurgentes y realistas, sino llegó hasta la lucha
ontológica en busca del nombre que diera identidad y pertenencia al ‘ser nacional’.”
(2008)
La identidad mexicana
La historia de México como Nación comienza a partir de la declaración de su
independencia; sin embargo, inicialmente no logró escapar de sus antecedentes
europeos con el Imperio. En este surgimiento de la nueva entidad política existe una
4
incongruencia con su entidad histórica, pues nace una nueva nación sobre viejas
estructuras políticas, ejemplo claro del sincretismo que ha marcado la historia de la
nación. (Torres Salazar, 2008)
La consolidación de México como república fue una cuestión de tiempo; sin embargo,
existen dudas sobre la creación del país como nacimiento de la mexicanidad a modo de
elemento de identidad y pertenencia (Torres Salazar, 2008), entendiendo por identidad
a la imagen que se construye de sí mismo, que condiciona la conducta y el
comportamiento social. (Collin Harguindeguy, 2006)
Para comprender mejor vale la pena retomar la explicación de Collin Harguindeguy
sobre la relación entre identidad social e historia, pues
[h]ay casos donde el rasgo es seleccionado por los otros, asignado y aceptado por el
nosotros. Así, lo arbitrario y subjetivo se convierte en determinante y característico. Si bien
esta explicación no agota la génesis o los mecanismos de constitución de la identidad
social, la siguiente pregunta remite al depositario del material de donde se toman dichos
rasgos diacríticos. Obviamente no radica en los sujetos privados y su individualidad. Es
preciso buscar el material en un patrimonio común y este remite a la memoria histórica, que
es y será siempre una memoria construida. Memoria que proporciona héroes, antihéroes,
arquetipos y prototipos. En los procesos de construcción de la identidad social, la reflexión
sobre el pasado ocupa un papel sustantivo. Los identificadores se eligen precisamente, de
entre las conductas compartidas, y estas se vinculan y se justifican casi siempre en términos
históricos. (2006, p. 31)
Siendo, entonces, que la historia tiene un papel determinante en la construcción de la
identidad de una sociedad.
Expresiones visuales: Estado de México y Chiapas
No obstante los esfuerzos de evangelización y occidentalización realizados durante la
conquista, hoy en día “[l]a Nación tiene una composición pluricultural sustentada
originalmente en sus pueblos indígenas que son aquellos que descienden de
poblaciones que habitaban en el territorio actual del país al iniciarse la colonización y
que conservan sus propias instituciones sociales, económicas, culturales y políticas, o
parte de ellas” (Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, 1917); siendo
5
así que actualmente, en México, existen 53 pueblos indígenas registrados. (Comisión
Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, 2009b)
Habiendo un gran número de poblaciones, aún vivas, que habitaron el territorio al
momento de la colonización y partiendo de que la historia tiene un papel determinante
en la construcción de la identidad de una sociedad; es de inferir que, a pesar del
pasado común de la colonia, existen diversas identidades a lo largo del actual territorio
nacional.
Según muchos autores, México se conforma por una sociedad que lee poco; empero, el
lenguaje visual tiene gran impacto, por lo que se lee poco en el lenguaje escrito pero
mucho en el visual (Collin Harguindeguy, 2006). Es este el motivo por el que el lenguaje
arquitectónico y urbano tienen gran potencial para ser de ayuda en el análisis de la
identidad de los pueblos de México a través de conductas reiterativas compartidas.
Un buen ejemplo del contraste de identidades de los distintos pueblos es el Estado de
México, cercano al movimiento de colonización, y Chiapas, una región identificada
como aislada y poco occidentalizada (Díaz Serrano, 2010). Pese a la diferencia
geográfica y de condición durante la colonia, el Estado de México y Chiapas tienen
municipios catalogados por la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos
Indígenas (2012) como “municipios altamente indígenas” y con índices de migración a
Estados Unidos similares (Consejo Nacional de Población, 2014)
tales como San
Felipe del Progreso y Tapalapa respectivamente. En la imagen 1 se puede apreciar la
ubicación geográfica de cada uno.
6
Imagen 1. Ubicación de San Felipe del Progreso, Estado de México, y Tapalapa,
Chiapas, respectivamente. (Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos
Indígenas 2009a, 2009c)
Por un lado, el municipio San Felipe del Progreso, Estado de México, se encuentra
ocupado por habitantes de la etnia mazahua; cuya cosmogonía es descrita por la
Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas –CDI– como “una
combinación de elementos católicos y prehispánicos, sincretismo que guía algunas
concepciones del grupo, como son el culto a los muertos, la creencia en ciertas
enfermedades, la vida cotidiana y la importancia de los sueños que prevalecen en la
vida mazahua”. (Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas,
2009a).
Además, respecto a las relaciones sociales entre mazahuas y mestizos, CDI (2009a)
declara que
[l]a relación que se establece entre los mazahuas y los mestizos se caracteriza porque estos
últimos consideran inferiores a los indígenas; es pues una relación asimétrica, ya que los
mestizos tienen el control del mercado local, son los intermediarios y los que puede dar
empleo al indígena. Entre estos dos grupos se establecen ocasionalmente relaciones de
compadrazgo, generalmente porque un mestizo apadrina a un niño indígena; no es común
que un mazahua apadrine a un niño mestizo.
Por otro lado, el Municipio de Tapalapa, Chiapas, se encuentra ocupado por la
población zoque; de su parte, la cosmogonía descrita por la Comisión Nacional para el
Desarrollo de los Pueblos Indígenas (2009c) es definida de la siguiente manera:
7
[E]l sol juega un papel importante ya que es la deidad principal y se asocia directamente
con Jesucristo. Existen entidades malignas que en todo momento amenazan la vida de los
zoques y hay que estar preparado respecto a ellas y saber cómo evitar su ira. (…) El
diablo, aunque es una entidad católica, se asocia con distintos espíritus del mal, que
encarnan en animales. Encontramos tres grupos religiosos entre los zoques: los católicos,
los adventistas o protestantes y los que se reconocen como "costumbreros". Existe un
rechazo y una falta de reconocimiento de unos a otros, lo que propicia conflictos por la
obtención de poder.
Es importante señalar que entre los costumbreros, a pesar de no reconocer al sacerdote
católico como la máxima autoridad, admiten y celebran a los santos católicos; llevan a
cabo fiestas tradicionales, danzas y sacrificios rituales. Para estas celebraciones existe un
complejo sistema de organización, cuya jerarquía se basa en la edad de los participantes:
los más ancianos ocupan los cargos más importantes y los jóvenes los de auxiliares.
Tienen como lugares sagrados, además de las ermitas y las casas de los "cargueros", las
cuevas y las montañas del territorio.
En torno al contexto social de los zoques el esquema de subordinación frente a los
mestizos antes visto no cambia; sin embargo, CDI (2009c) expresa que “[e]n las
ciudades, los zoques mantienen una constante relación con la población mestiza, en
calidad de empleados domésticos, conductores de camiones de carga, etcétera. Esta
interacción no les impide seguir reconociéndose como zoques, utilizar su lengua entre
ellos o bien acudir a su localidad de origen en los días de fiestas.”
En cuestiones de vivienda de la zona mazahua, tal como lo dice la Comisión Nacional
para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (2009a), existen pocas viviendas
tradicionales de adobe y teja para observarse una mayoría construida de cemento,
tabique o tabicón que podemos apreciar en las imágenes 2 y 3.
8
Imagen 2. Vivienda tradicional en la zona mazahua de San Felipe del Progreso, Estado
de México. Fotografía por autores
Imagen 3. Viviendas actuales comunes en la zona mazahua de San Felipe del
Progreso, Estado de México. Fotografía por autores
9
Respecto a la vivienda zoque, la tradicional es de piso de tierra, muros de bajareque y
techo de zacate que solamente se encuentran en rancherías lejanas (Comisión
Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, 2009c); lo que significa que en la
actualidad predominan viviendas de materiales como cemento, tabique, piedra y
lámina; comúnmente rectangulares, de una habitación y con un pequeño espacio
adjunto de cocina. Ambos tipos de vivienda se observan en las imágenes 4 y 5.
Imagen 4. Vivienda tradicional en la zona zoque de Tapalapa, Chiapas. (Estrada
Discua, R., 1939-1946)
10
Imagen 5. Viviendas actuales comunes en la zona zoque de Tapalapa, Chiapas.
Fotografía por los autores
Es importante destacar que, en ambos casos, existen viviendas que advierten un
cambio dramático de diseño entre éstas y las tradicionales. Un ejemplo de estas
viviendas se puede apreciar en las imágenes 6 y 7 respectivamente, y una comparación
entre viviendas tradicionales y viviendas con diseño distanciado de éstas en la imagen
8.
11
Imagen 6. Vivienda con diseño distanciado del diseño de la vivienda tradicional en San
Felipe del Progreso, Estado de México. Fotografía por autores
12
Imagen 7. Vivienda con diseño distanciado del diseño de la vivienda tradicional en
Tapalapa,
Chiapas.
Fotografía
por
autores.
13
Imagen 8. Comparación entre viviendas tradicionales y viviendas con diseño
distanciado de éstas. A la derecha San Felipe del Progreso, Estado de México, y a la
izquierda Tapalapa, Chiapas. Fotografía por autores y Estrada Discua (1939-1946).
Como podemos observar, en las viviendas tradicionales de ambos pueblos se puede
identificar claramente el pasado colonial compartido a través del uso de techumbre a
dos aguas de tejas y el uso de una sola planta (imágenes 2 y 4); sin embargo, en las
viviendas actuales únicamente se puede apreciar convergencia en el uso de concreto
ya que, en términos de diseño, en San Felipe del Progreso se observan viviendas de
dos plantas de geometría mixta (imagen 3) mientras que en Tapalapa las viviendas son
más bien reproducciones de las tradicionales a través del uso de nuevos materiales
(imagen 5).
Respecto a las viviendas que presentan un cambio dramático de diseño entre éstas y
las tradicionales, en el caso de San Felipe del Progreso se pueden observar
construcciones de tres plantas con tipologías externas a las expresiones identitarias
históricamente identificadas como mazahuas o coloniales (imagen 6 y 8); mientras que,
en el caso de Tapalapa se pueden observar viviendas de dos plantas con elementos
14
coloniales o que aparentan ser dos viviendas tradicionales de ladillo y concreto
sobrepuestas una a la otra (imagen 7 y 8). Es importante señalar que en el caso de
Tapalapa, Chiapas, el fenómeno de vivienda con diseño distanciado al de la vivienda
tradicional es menos reiterativo que en San Felipe del Progreso, Estado de México.
Cabe mencionar que no pocos pobladores de San Felipe del Progreso laboran como
trabajadores de la construcción en ciudades cercanas donde abundan los materiales
basados en cemento y de donde importan técnicas y formas (Atlacomulco, Toluca o la
Ciudad de México, citadas en orden de distancia). Asimismo, también existen acabados
que imitan los de las viviendas de los Estados Unidos, otro de los destinos de algunos
constructores locales. No obstante, las influencias norteamericanas son adaptadas a la
idiosincrasia local, pues en lugar de madera se emplean concretos o morteros por
considerados más duraderos y aptos para heredar a la descendencia.
Conclusiones
En la pluriculturalidad del mexicano existen diversas expresiones visuales de la
identidad en la arquitectura de la vivienda de los pueblos que contrastan entre sí. En el
caso de la zona mazahua de San Felipe del Progreso, Estado de México, y Tapalapa,
Chiapas, la presencia y reiteración -o falta de los mismos- de elementos ajenos a las
expresiones identitarias historicamente identificadas como mexicanas -de los pueblos
originarios o de la colonia- podrían responder al manejo de las relaciones sociales entre
indígenas y mestizos -recordemos que en la historia existieron naturales más prestos a
la evangelización y occidentalización que otros-; por lo que, la carencia de elementos
históricos externos en la zona zoque de Tapalapa, Chiapas, podría responder a la
continua identidad de ser “una región identificada como aislada y poco occidentalizada”
como Díaz Serrano expresó.
Referencias
Brain, C. (2010). Aprendizaje de lenguas indígenas por parte de españoles en Nueva
España en los primeros cien años después de la conquista. Colonial Latin American
Review, 19(2), 279–300. doi:10.1080/10609164.2010.493686
15
Collin Harguindeguy, L. (2006). Identidad regional y fronteras étincas: La historia de la
conquista según los tlaxcaltecas. Scripta Ethnologica, XXVIII, 21–40.
Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas. (2009a). Mazahuas.
Recuperado
de
http://www.cdi.gob.mx/index.php?option=com_content&view=article&id=616:mazahua
s&catid=54:monografias-de-los-pueblos-indigenas&Itemid=62
Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas. (2009b). Monografías
de
los
pueblos
indígenas.
Recuperado
de
http://www.cdi.gob.mx/index.php?option=com_content&view=category&id=54&Itemid
=62&limitstart=50
Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas. (2009c). Zoques de
Chiapas-
O'
De
püt.
Recuperado
de
http://www.cdi.gob.mx/index.php?option=com_content&task=view&id=623&Itemid=62
Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas. (2012). Catálogo de
localidades
indígenas
2010.
México.
Recuperado
de
http://www.cdi.gob.mx/index.php?option=com_content&view=article&id=2578:catalog
o-de-localidades-indigenas-2010&catid=38:indicadores-y-estadisticas&Itemid=54
Consejo Nacional de Población. (2014) Índices de intensidad migratoria MéxicoEstados Unidos 2010 (Índeces sociodemográficos). México. Recuperado de
http://www.omi.gob.mx/es/OMI/Indices_de_intensidad_migratoria_MexicoEstados_Unidos_2010
Díaz Serrano, A. (2010). Políticas de la conversión. Memoria, testimonio y materialidad
de la hispanización en la Nueva España (siglo XVI). Araucaria. Revias
Iberoamericana de Filosofía, Política y Humanidades, 12(24), 79–98.
Estrada Discua, R. (1939-1946). Casa habitación zoque, 5125. Zoques. México:
Instituto
de
Investigaciones
Sociales.
Recuperado
de
http://ru.iis.sociales.unam.mx/jspui/handle/IIS/4222
Gómez Robledo, A. (2011). México a velapluma. Estudios 98, IX, 77–96.
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, H. Congreso de la Unión 1917.
16
Pérez Flores, J. L. (2013). Indígenas guerreros de la nueva españa del siglo XVI. La
representación de sí mismos como conquistadores. Fronteras de la historia, 18(1),
15–43.
Plá, S. (2014). Mestizos e inconclusos: Interpretaciones sobre la Historia de México en
bachillerato. Revista Mexicana de Investigación Educativa, 19(61), 483–509.
Torres Salazar, H. (2008). La conquista de la nacionalidad mexicana una alternativa
ontológica en los documentos insurgentes 1810-1821. Káñina. Revista de Artes y
Letras, XXXII(1), 125–133.
17