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UNIDAD DE ADOLESCENCIA
CONSULTORIO ALEJANDRO DEL RÍO
PUENTE ALTO
EL EMBARAZO ADOLESCENTE:
SU TRANSMISIÓN INTERGENERACIONAL.
PSICOLOGA XIMENA CANDIA CORVALAN
INTRODUCCIÓN
El objetivo de este poster es mostrar secuencialmente el fenómeno del embarazo
adolescente, considerando variables de la organización familiar tales como: establecimiento de normas,
vínculos afectivos y construcción de explicaciones. La pauta de relación de estas variables permite
identificar diferentes etapas de la mantención del embarazo adolescente de una generación a otra. La
distinción de las fases resulta útil para el diseño de estrategias de intervención desde el sector salud y
educación preferentemente. Algunos datos presentados avalan esta hipótesis transgeneracional, sin
embargo resulta necesaria la realización de un estudio longitudinal para su prueba.
DESARROLLO :
El tema del embarazo adolescente ha sido exhaustivamente estudiado desde diversas
perspectivas, a modo de contextualización se presenta un resumen de los resultados de algunos
estudios.
Desde una perspectiva individual, en la adolescente embarazada se ha encontrado un
predominio del pensamiento concreto ( MUÑOZ, 1987), escasa visión de futuro, dificultades en la
anticipación de consecuencias de la propia conducta, autoimagen negativa, infantilización de las
relaciones interpersonales, escasa propositividad vital y predominio de emociones de tonalidad negativa
entre otras características psicológicas (HAMEL, 1993). Estos hallazgos deben contextualizarse en un
período que es de suyo tormentoso por los procesos involucrados en la formación de la identidad.
Dentro del contexto familiar de la adolescente embarazada, se ha encontrado que la
relación con su madre resulta conflictiva o distante, no llegando a constituir ésta un modelo de
identificación satisfactorio. La figura del padre es inestable, ya sea por ausencia o por un rol definido
como de escasa participación en la toma de decisiones familiares. La comunicación afectiva es escasa,
predominan los mensajes descalificatorios y están ausentes las caricias físicas. Frecuentemente, la
adolescente ha debido encargarse del cuidado de hermanos menores y esta parentalización trae consigo
sentimientos de desvalimiento, soledad y un sentido de vida definido en torno al cuidado de otros (op.
Cit). Se ha encontrado también una alta correlación entre el embarazo adolescente y la presencia de un
miembro familiar alcohólico o drogadicto(VÉLIZ, 1986; DRYFOOS, 1990).
En el ámbito macrosocial, se ha estudiado también al embarazo adolescente como uno
de los eslabones significativos en el circuito de mantenimiento de la pobreza. Esto, por cuanto la
adolescente al abandonar el sistema educacional, presenta una escolaridad incompleta, accediendo por
tanto a ocupaciones de escasa calificación o prolongando indefinidamente su condición de dependencia
económica ya sea de su familia de origen o de una pareja (RODO, 1992). Una de las últimas líneas de
investigación en el tema, se refiere al impacto económico que significa el embarazo adolescente para el
estado, no sólo desde la perspectiva de los cuidados de salud que requiere sino también desde las
posibilidades de desarrollo personal, laboral y social, perdidas.
Desde la perspectiva cultural, se ha encontrado que las adolescentes que se
embarazan cuentan con una socialización de género basada en la subordinación de la mujer, su
desarrollo en interiores y la responsabilidad por las labores domésticas (ARANDA, 1895). La imagen
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femenina se encuentra desvalorizada y se visualiza el rol de esposa y madre como los más importantes
(RACZYRASKI y SERRANO, 1986; HAMEL et. Als.,1985).es así como un 37% de las adolescentes
embarazadas que han desertado del sistema escolar, considera que en el futuro debe dedicarse al
cuidado de sus hijos y abandonar otras posibilidades (SAGREDO, 2000).
En lo que concierne al hijo de una adolescente se ha encontrado que éste presenta
mayores probabilidades de ser víctima de negligencia y/o violencia familiar (KLEIN, 1978), mayor riesgo
de presentar enfermedades respiratorias y menor desarrollo psicomotor después del año de vida(
DESCHAMPS, 1979).
Como una forma de comprender psicosocialmente el entrelazamiento de estas variables
sociodemográficas, se propone y describe aquí un proceso intergeneracional, que a través de la sucesión
de eventos encadenados, explica la alta frecuencia del embarazo adolescente en algunas familias. Se
describirá este circuito a grosso modo y dividido por razones didácticas y metodológicas.
1.
EMBARAZO EN LA ADOLESCENCIA:
El impacto individual, familiar y en la pareja del embarazo adolescente pareciera ser
inversamente proporcional a la funcionalidad familiar, es decir mientras más “aproblemada” se
encuentre una familia, el surgimiento de un problema más parece no alterar su organización; por el
contrario si la familia se percibe a sí misma como “sin problemas” el embarazo genera una serie de
cambios en su manera de organizarse. Así nos encontramos con que en muchos casos, el embarazo
es claramente un mensaje para explicitar que las cosas no están tan bien como parecen y en
muchos otros, que el embarazarse opera como un refugio o intento de solución frente a un contexto
altamente convulsionado. De acuerdo a un estudio un 63% de las familias de adolescentes
embarazadas presenta “estrés familiar” es decir, se trata de familias con duelos recientes, presencia
de un miembro drogadicto o alcohólico, cesantía, enfermedades graves entre otras (op. cit).
Habitualmente, luego del impacto inicial, las familias se adaptan a las nuevas condiciones de un
modo particular, que determinará si la adolescente continuará con su desarrollo o su proyecto de vida
estará truncado por su embarazo precoz.
Es importante destacar que el embarazo precoz es también visto como un intento de
individuación, una forma de independizarse de la autoridad paterna. Sin embargo es un movimiento
que por lo general genera mayor dependencia familiar (STANTON, 1982) . Uno de los factores que
se relaciona con esta “pseudoindividuación” es la elección de pareja, cerca de la mitad de los
progenitores podrían considerarse inadecuados en términos de permitir la independencia en tanto
presentan características de incompetencia social: adicción a drogas, delincuencia, matrimonios
previos, otros hijos entre otros (op.cit.).
2.
ABUELOS ASUMEN LA CRIANZA:
Por lo general, la adolescente y su hijo deben vivir con los abuelos de éste (op.cit).
Habitualmente, los abuelos asumen un rol activo en la crianza del nieto(a) de modo que la madre
queda en un nivel jerárquico inferior respecto a la toma de decisiones en relación a su hijo. Esta
situación se estructura así por cuanto la adolescente es descalificada como madre por su falta de
experiencia, inmadurez, irresponsabilidad entre otras. Por otra parte, la joven se siente en deuda con
sus padres por acogerla con su hijo y se siente inmovilizada para hacer valer sus derechos de
madre. También es frecuente observar que, si la abuela trabaja en especial, la adolescente pasa a
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cumplir el rol de dueña de casa encargándose de los quehaceres domésticos y del cuidado de sus
hermanos menores. Siendo entonces su maternidad funcional a la organización familiar.
3.
MADRE JOVEN EN ROL INDEFINIDO:
A medida que su hijo crece, la adolescente va experimentando una intensa
confusión respecto a la posición que juega en la familia. Por una parte conserva las obligaciones de
su calidad de hija: obedecer, pedir permiso, cuidar, colaborar etc., pero por otra, ha perdido sus
derechos de hija: ya no es cuidada ni protegida, por cuanto esas conductas están dirigidas ahora al
cuidado de su hijo. Tampoco es madre completamente, en tanto no toma decisiones importantes al
respecto, limitándose a cumplir instrucciones de los abuelos, en temas de salud, hábitos y normas
de conducta.
Algunos estudios muestran que el hijo de una adolescente en relación a su
desarrollo psicomotor y lenguaje, presenta desventajas al ser comparado con el hijo de una adulta
(SALAS y otros, 2000). Esto resulta comprensible si se considera que hasta el año de vida la familia
parece estar en “luna de miel” respecto a la llegada de un nuevo miembro, pero cuando éste ya
desarrolla la deambulación y la estimulación debe ser más activa y dirigida, la dualidad jerárquica
producida entre abuelos y madre tiene claros efectos perjudiciales para el niño. Todos y nadie están
a su cargo, las instrucciones para él son contradictorias y finalmente su confusión no le permite
desarrollarse armónicamente.
4.
BÚSQUEDA DE PAREJA:
En este contexto, la joven, a estas alturas ya adulta, sin claridad respecto a su
posición familiar y habiéndose creado una barrera en el vínculo con su hijo (a), ansía la real
independencia de su familia. Surge con mayor fuerza la idea de formar su propio hogar, ya sea con
el padre de su hijo o con una nueva pareja que es lo más frecuente. Esta situación, habitualmente es
vista como amenazante por la familia por los cambios que esto podría traer. En cierto modo, la
familia experimenta una nueva crisis en relación al crecimiento e independencia de los hijos, proceso
evolutivo que ha sido interrumpido o modificado por la vivencia del embarazo en la adolescencia de
una de sus miembros.
5.INICIO DE CONVIVENCIA:
Ya sea formal o informalmente, la mujer establece un hogar intentando
estructurar límites entre su familia de origen y su nueva red afectiva. En ocasiones, en donde se
presentan tal vez más dificultades con la salidas de miembros de la familia, este nuevo hogar se
genera en la misma vivienda asumiendo la calidad de allegados. Si la pareja de la mujer no es el
padre biológico de su hijo, se genera a su alrededor una serie de advertencias respecto a cómo y
cuánto tiene permitido acercarse al niño (a) y cuál ha de ser su relación con él (ella). En esta
definición de relación participa tanto la madre como toda la familia extensa, dificultando
frecuentemente la relación de la pareja de la madre con el hijo(a).
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6.
NACIMIENTO DE OTROS HIJOS:
En la formación y establecimiento definitivo de un nuevo hogar el nacimiento de otros
hijos resulta un evento altamente significativo, en ocasiones ambos miembros de la pareja tienen
hijos de relaciones anteriores estructurándose entonces una “familia simultánea” (“los tuyos, los míos
y los nuestros”). En la familia de origen de la madre se produce una intensa crisis en donde debe
definirse con toda claridad la pertenencia del primer hijo de la joven. En este momento surgen toda
clase de negociaciones respecto de con quien debe vivir este hijo. Los abuelos defienden sus
derechos a seguir viviendo con el nieto con los siguientes argumentos: ellos han costeado todos o
gran parte de sus gastos, lo han cuidado en circunstancias importantes (enfermedades, accidentes,
salidas de la madre etc), han sacrificado su tiempo, espacio y dinero por él (ella) y descalifican a la
madre, o a los padres, por haberse limitado a tenerlo y nada más. Por otro lado, la madre argumenta
que tanto ella como el niño tiene derecho a estar juntos y que quiere imponer su propio estilo de
crianza a su familia.
7.
PRIMER HIJO EN CONFUSIÓN DE NORMAS:
Habitualmente, el problema de la pertenencia del primer hijo se resuelve
parcialmente, de modo que el ahora púber o pre-adolescente, al mismo tiempo que comienza a
definir su identidad y que empieza a experimentar conductas de mayor exploración, se encuentra en
un contexto en que las normas familiares son muy confusas. Si se ha quedado en casa de sus
abuelos, éstos tienden a ser más permisivos que los padres, si está en casa de sus padres éstos
son susceptibles de ser descalificados por el hijo en tanto el niño aduce que ellos no lo se han
encargado de su cuidado o que la pareja de su madre no es su padre y por tanto no tiene derecho a
imponer su autoridad, entre otras ideas afines. Se produce así una organización en que las reglas de
comportamiento son inconstantes y el púber se encarga de acomodarlas a sus propios intereses.
8.
ADOLESCENTE EN RIESGO:
En esta etapa el hijo de adolescente ha crecido y él (ella) está en esa etapa
del desarrollo. Ha crecido en un sistema familiar que carga con diversos tipos de estrés, en donde la
jerarquía familiar es confusa, en desacuerdo o al menos dual; se ha producido un distanciamiento
afectivo importante con su madre; su sentido de pertenencia está profundamente alterado y estando
rodeado de varias figuras que han cuidado de él no se siente especialmente vinculado con ninguno
(a). Varias de estas últimas características son consideradas variables de riesgo para un
adolescente, probablemente las más significativas son la falta de límites familiares claros y la
carencia afectiva. Es esta última la que un (a) adolescente trata de satisfacer mediante una relación
sentimental muy intensa, cargada de fantasías de compensación de las carencias vividas y entonces
la idea de tener un hijo pasa a ser una buena alternativa para resolver tanto la falta de pertenencia
como el sueño de sentirse vinculado(a) a alguien significativo y de paso intentar independizarse de
un sistema familiar complejo.
CONCLUSIONES:
En esta muestra se ha visto como se entrelazan una serie de eventos que
dan cuenta de la transmisión intergeneracional del embarazo adolescente y se confirma porqué la
prevención en este tema es una tarea de largo plazo y que no se limita a la afectividad, la proyección
vital o el conocimiento de los métodos anticonceptivos. Las intervenciones en el tema requieren
considerar :marco cultural (socialización de género en especial); variables sociodemográficas,
variables familiares estructurales y las necesidades afectivas individuales.
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El circuito del embarazo precoz (gráfico nº1 ), es un instrumento útil para
ser utilizado como modelo psicoeducativo con los jóvenes, opera como guía anticipatoria para la
adolescencte y su familia; guía la acción de los equipos de salud y permite distinguir contenidos
relevantes para la intervención en determinados momentos vitales.
Desde la posición de un centro de salud, el conocer este circuito de
mantención intergeneracional permite identificar tres momentos en que resulta importante intervenir
(ver gráfico nº1) :En el segmento nº8 JOVEN EN RIESGO: en el que el adolescente consulta por
atención psicológica (ver tabla), en el segmento 1.EMBARAZO ADOLESCENTE: en que la
adolescente debe acudir por los controles prenatales y en ese sentido es una “paciente cautiva” para
abordar contenidos relevantes y en el nº 2. ABUELOS ASUMEN LA CRIANZA, período en el que
para efectos del control sano y retiro de la leche también debe acudir al centro de salud.
FIGURA N° 1: Secuencia de eventos intergeneracionales que
Dan cuenta de la transmisión familiar del embarazo adolescente.
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ALGUNOS DATOS :
74,3 % de las madres adolescentes pobres fueron hijos de madres adolescentes
(VALENZUELA, 1992).
Pacientes en atención psicológica por año.
% de hijos de padres adolescentes
1991 – 1992
31,8%( n = 115)
1998 – 1999
37,3%( n = 137)
2000
43,6 %( n = 211)
Totales
35,8% ( N = 463)
Tabla nº 1 : Pacientes con ficha de atención psicológica en la Unidad de Adolescencia del
Consultorio Alejandro del Río de Puente Alto, Santiago. Se observa un significativo número de hijos
de padres adolescentes, frecuencia que va en aumento a través de los años. Es posible hipotetizar
que el tener padres precoces es un factor de riesgo para los adolescentes.
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