Journal of the Institute of Iberoamerican Studies JANUARY- DECEMBER 2013 | pp. 107~130 Vol. 15. No. 2 Los términos de parentesco como marcador conversacional en el lenguaje juvenil de Buenos Aires, Madrid y Santiago de Chile* ** Choi, Hong‐Joo 1 Resumen. Este estudio intenta explorar las funciones discursivas y pragmáticas de los vocativos de parentesco en las diferentes variantes del lenguaje juvenil español. Es bien sabido que el lenguaje juvenil se caracteriza por un patrón de conducta diferenciador de las demás generaciones. Los adolescentes suelen crear sus propios términos o hacen uso del lenguaje contra lo normativo. El objeto de la investigación son los títulos familiares que se utilizan fuera del parentesco con otros significados. Nos interesa averiguar, por un lado, qué tipo de tratamientos familiares desempeñan el papel del marcador discursivo en el lenguaje de los adolescentes. Por otro lado, si estos recursos discursivos se utilizan de igual frecuencia y función en las algunas variantes del español: la de Buenos Aires, Madrid y Santiago de Chile. El resultado del análisis demuestra casos de extensión semántica en que se amplía la dimensión semántica para designar otras relaciones no asociadas con las palabras. Las relaciones interpersonales dan lugar, conforme al grado de confianza, a nuevas denominaciones de nuestros interlocutores. Los datos analizados también confirman que no todas las palabras de parentesco se emplean como marcadores discursivos por los adolescentes y existen apelativos que son formas preferidas que otras. Palabras Claves: términos de parentesco/ vocativos/ marcador del discurso/ lenguaje juvenil/ lingüística de corpus * This research was supported by University of Ulsan Research Fund, 2012. ** University of Ulsan E-mail: [email protected] 108 Journal of the Institute of Iberoamerican Studies Ⅰ. Introducción Es bien sabido que el lenguaje juvenil se caracteriza por un patrón de conducta diferenciador de las demás generaciones. Los adolescentes suelen crear sus propios términos o hacen uso del lenguaje contra lo normativo. Las particularidades lingüísticas del lenguaje de los adolescentes están estrechamente relacionadas con la identidad y solidaridad grupal. El uso de ciertas palabras o expresiones entre ellos sirve para puntualizar los intereses y valores del dicho sociolecto. En este sentido, analizar los sistemas de tratamiento del lenguaje juvenil tiene un especial interés, ya que las fórmulas de tratamiento se basan principalmente en la relación interpersonal que tienen los hablantes y en los elementos tanto lingüísticos como extralingüísticos. Debido a ello, muchas veces la forma de dirigirse de una persona a otra puede crear nuevas denominaciones o una forma puede ser utilizada para designar alguien que no corresponde a la forma, es decir, se adapta a las necesidades expresivas del hablante. Este estudio intenta explorar las funciones discursivas y pragmáticas de los vocativos de parentesco en las diferentes variantes del lenguaje juvenil español. El objeto de la investigación son los títulos familiares que se utilizan fuera del parentesco con otros significados. Los vocativos van a ser analizados como medio expresivo de comunicación, que se emplean como mecanismos de identidad entre las personas que los enuncian y a las que van dirigidos. La razón por la que los tratamientos de parentesco son el objeto del análisis se debe a la observación nuestra de la aparición frecuente de tío y tía en el habla juvenil peninsular. Tío y tía son términos que designan un determinado parentesco, que se han ido alejando progresivamente de la acepción original (Cascón Martín 2000, 66). Su mayor función en el lenguaje juvenil es discursiva. Nos interesa averiguar, por un lado, si existen más u otros tratamientos familiares que desempeñan el papel del marcador discursivo en el lenguaje de los adolescentes. Por otro lado, la curiosidad que motiva el análisis es que si estos recursos discursivos se utilizan de igual frecuencia y función en otras variantes del español, concretamente, en el de Buenos Aires y Santiago de Chile. Para ello, el presente estudio se ha basado en los datos reales del corpus COLA (Corpus Oral de Lenguaje Adolescente).1 Es verdad que ya es bien conocido que el empleo como marcador discursivo de algunos términos familiares (tío/a) es la característica del español peninsular y que 1 www.cola.org: los detalles del proyecto COLA se exponen en el apartado de Metodología. Los términos de parentesco como marcador conversacional en el lenguaje juvenil de 109 Buenos Aires, Madrid y Santiago de Chile en el habla de otras comunidades hispanohablantes este uso no se registra. No obstante, nuestra intención es comprobar dicha realidad lingüística a través de la estadística sustentada en los datos reales. Ⅱ. El vocativo como marcador conversacional 1. El vocativo Desde el punto de vista gramatical el vocativo es el nombre de la persona o cosa personificada a quien dirigimos la palabra y su función principal es la apelativa (RAE 1973, 407). Los vocativos son las palabras que señalan al destinatario de los enunciados y que llaman la atención del interlocutor. En la gramática formalista los vocativos han sido tratados como partes oracionales de escasa importancia, que sólo tienen una función apelativa. Sin embargo, desde el punto de vista funcionalista aquellos elementos están incluidos dentro de la categoría de los marcadores discursivos, que desempeñan un papel importante en la estructura y orden del discurso (Portolés 1998). En este sentido, Bañon (1993, 22‐26), reclamando la autosuficiencia pragmática del vocativo en el discurso cotidiano, propone una clasificación de las clases de vocativo independiente. A continuación se presenta cada una de estas clasificaciones, ya que, en nuestra opinión, es interesante e importante explorar detalladamente la función discursiva de los vocativos. Vocativo salutatorio y honorativo: un vocativo independiente puede ser utilizado perfectamente para saludar a una o varias personas con las que se inicia una interacción verbal. El vocativo honorativo se emplea para mostrar deferencia a una persona a la que se debe una especial cortesía por el cargo que ocupa en el contexto discursivo de la comunicación. El comienzo de las intervenciones del Congreso de los Diputados es un buen ejemplo. Todas las intervenciones se inician con una respetuosa apelación al presidente de la Cámara. Vocativo de llamada o apelativo puro: es el tipo del vocativo de función pura. En la mayoría de los estudios que tratan el tema se destaca este rasgo del vocativo. El hablante se dirige al oyente para llamar la atención empleando un nombre o 110 Journal of the Institute of Iberoamerican Studies pronombre. Vocativo exclamativo: los vocativos exclamativos son los que expresan la reacción del hablante ante algo dicho o hecho por su interlocutor. Podría estar incluida dentro de esta categoría la reacción ante un posible peligro del que es avisada la persona llamada exclamativamente. Vocativo de mandato: las apelaciones como ¡mamá! o ¡chacha! pueden desempeñar el papel de mandato. La verdad es que los vocativos y los imperativos se destacan por connotaciones semántica y pragmática muy similares: los imperativos ¡mira!, ¡oye! cumplen al mismo tiempo la función apelativa. Vocativo de ruego: es otra peculiar característica social de los vocativos. A diferencia de los vocativos de mandato, la dirección de la jerarquía social de los de ruego es de abajo hacia arriba. Es necesario indicar que dicha jerarquía no está determinada sino que existen casos en los que se forma simultáneamente con el contexto de enunciación. Por ejemplo, en la conversación entre personas sin desequilibrio jerárquico, parejas o amigos, la que emite un vocativo de ruego se sitúa ella misma en un desnivel jerárquico para que el ruego cumpla su función. Vocativo de delimitación de turno conversacional: el vocativo puede desempeñar el papel del conector discursivo o pragmático y aparece como enunciado independiente en el contexto de la distribución de turnos conversacionales. Su empleo sirve para el avance de la conversación, el debate, el coloquio, etc. En una reunión es suficiente con que el que la dirige emplee un vocativo, por ejemplo, “Dr. Jiménez”, para que éste sepa que es su turno de palabra. Vocativo axiológico: los vocativos pueden ser utilizados de forma independiente para valorar, positiva o negativamente, al receptor inmediato de la comunicación. Como se aprecia, la clasificación expuesta justifica claramente la función pragmática de los vocativos en el discurso. Los vocativos pueden ser distinguidos de dos tipos principales: los de apelación pura y los de tratamiento (Alonso Cortés 1999, 4038). Por un lado, el pronombre personal de segunda persona y ciertos imperativos verbales como ¡oye! se emplean como vocativos de apelación pura. Y, por otro lado, los nombres y pronombres en función apelativa pueden servir como formas de tratamiento tanto Los términos de parentesco como marcador conversacional en el lenguaje juvenil de 111 Buenos Aires, Madrid y Santiago de Chile para mostrar el respeto (cortesía negativa) como formas de dirigirse al oyente sin indicar convencionalidad en el trato. Los pronombres personales de segunda persona son formas más utilizadas de apelación informal en el español. Los términos de parentesco como marcador del discurso se incluyen dentro de esta categoría. Lógicamente, el fenómeno que nos interesa es cuando aquellos términos se emplean fuera del ámbito familiar, es decir, para apelar a las personas que no son familiares del hablante. Algunos sustantivos como tío o primo usados como formas de tratamiento reconocen al hablante y al oyente como miembros de un grupo propio distinto de otros, que es el uso que va a ser analizado en este estudio. Las formas nominales de tratamiento pueden ser denotativas o connotativas. El vocativo denotativo por excelencia es el nombre. El nombre propio en sí no tiene carácter denotativo sino indicativo. Lo que ocurre es que se maneja en el vocativo como dispositivo deíctico. Otros vocativos se utilizan para la apelación de determinadas connotaciones. Carricaburo (1997, 50) señala distintas marcas de los vocativos connotativos: - relaciones de familiaridad (padre, abuelo, tío, etc.), estado civil (señorita o niña frente a señora) o papeles sociales (patrón, doctor, etc.); - énfasis en la afectividad (querido,‐a, amor, mi vida); - señal de la edad o de la etapa vital del interpelado (señor, joven, nene, abuelo, etc.); - rasgos físicos, intelectuales o morales del interlocutor (gordo, genio, basura, etc.); - procedencia étnica o racial (negrita, china, gringo, turco, etc.). Los vocativos cumplen con la doble función: la de indicar y la de valorar. Lógicamente, tienen un carácter deíctico puesto que permite identificar el referente y son demostrativos de las relaciones sociales de los hablantes. En este sentido, McCarthy y O´Keeffe (2003), tras realizar un análisis contrastivo entre conversaciones de un programa de radio y conversaciones espontáneas, subrayan que el uso de vocativo puede indicar el tipo de relación que quieren2 plantear los participantes de la conversación. Dicho de otro modo, su uso refleja la intención de los hablantes. Son varios los estudios que se enfocan en las funciones discursivas de los 2 El énfasis es nuestro. 112 Journal of the Institute of Iberoamerican Studies vocativos desde el punto de vista del concepto de la cortesía verbal y de los ya bien conocidos de poder y solidaridad (Brown y Gilman 1960). Murillo (2003, 138), en su investigación sobre la cortesía verbal en Costa Rica, afirma que los apelativos, usados deícticamente, constituyen verdaderos actos de habla. Su función principal es hacer evidente la relación social entre hablante y oyente. Y agrega que aquellos vocativos codifican información relevante para el análisis de la cortesía verbal. Esta afirmación tiene la importancia para entender el papel que desempeñan los vocativos en el discurso, ya que su empleo puede ser interpretado como estrategia conversacional de los hablantes, que quieren lograr ciertos propósitos. Por otro lado, Alba de Diego y Sánchez Lobato (1980, 21) sugieren que el grado de distancia puede determinar el uso y no‐uso del nombre propio y proponen el siguiente esquema paradigmático: - relaciones en las que domina la solidaridad: tratamiento simétrico a través del nombre propio o hipocorístico o apodo; - relaciones donde domina el poder y la no solidaridad: tratamiento asimétrico. El superior usa o puede usar el nombre propio y los términos más específicos: apellido, hijo, joven, etc. Por el contrario, el inferior tiene dos posibilidades: título genérico (señor, caballero, profesor, etc.) o dependiendo de la clase social, nombre propio con la distancia del don, nombre propio o apellido con la distancia de señor. Según el resultado del análisis de la encuesta que los investigadores realizaron con los jóvenes (de entre catorce a diecinueve años), se resalta la aparición de nombres comunes (tío/a, macho, tronco/a, cabrón, etc.) en lugar del nombre propio. Los nombres comunes responden a modas que son más acusadas en el lenguaje juvenil, pero que, sin duda alguna, ejemplifican una realidad del habla del grupo (Alba de Diego y Sánchez Lobato 1980, 33). Los jóvenes utilizan tratamientos nominales directos para reconocerse como miembro del grupo, es decir, para marcar la personalidad colectiva. Aunque se trata de un estudio del inglés y del lenguaje de los niños, Wootton (1981) demuestra también la función de los vocativos de crear vínculos o de indicar el tipo de relación interpersonal, al comprobar que los niños los utilizan como marcadores de identidad. Para cerrar este apartado y para argumentar un poco más el tema de la investigación, mencionaremos someramente la forma con la que están tratados los Los términos de parentesco como marcador conversacional en el lenguaje juvenil de 113 Buenos Aires, Madrid y Santiago de Chile apelativos familiares fuera de su ámbito en el habla coloquial coreano. Varios estudios empíricos (Kang 2002; Kim 2003; Go 2007) se aproximan a la función de los términos de parentesco desde el punto de vista de un uso extendido o metafórico, así como el fenómeno de la variación lingüística. Como bien se sabe, la lengua coreana dispone de un sistema muy desarrollado del tratamiento de parentesco. Según el resultado de los estudios citados arriba se aprecia un uso notablemente extendido de los términos familiares como eon‐ni 3 (hermana mayor: vocativo femenino entre las hermanas), i‐mo (tía materna) y sam‐chon (tío paterno), especialmente en las secciones del servicio industrial, entre clientes y empleados. En el lenguaje de los universitarios también se observa la alta frecuencia del empleo de los apelativos familiares op‐pa (hermano mayor: vocativo masculino utilizado por las mujeres), nu‐na (hermana mayor: vocativo femenino utilizado por los hombres), hyeong (hermano mayor: vocativo masculino utilizado por los hombres) (Hong 1997, 500). Este fenómeno se interpreta como estrategia conversacional que optan los hablantes para mostrar empatía o cercanía. 2. Los marcadores conversacionales en el lenguaje juvenil Según Zorraquino y Portolés (1999, 4057), los marcadores del discurso son “unidades lingüísticas invariables, no ejercen una función sintáctica en el marco de la predicación oracional ‐son, pues, elementos marginales‐ y poseen un cometido coincidente en el discurso: el de guiar, de acuerdo con sus distintas propiedades morfosintácticas, semánticas y pragmáticas, las inferencias que se realizan en la comunicación.” Los investigadores, cuyo estudio es uno de los más exhaustivos sobre los marcadores del discurso, distinguen cinco grupos de marcadores teniendo en cuenta el papel que los marcadores cumplen en la comunicación: - estructuradores de la información - conectores - reformuladores - operadores argumentativos - marcadores conversacionales.4 3 La romanización (transliteralización) de las letras coreanas en la presente investigación se realiza conforme a las normas propuestas por el Instituto Nacional de la Lengua Coreana (The National Institute of the Korean Language). 4 Para una clasificación detallada con ejemplos de marcadores de cada grupo, véanse 114 Journal of the Institute of Iberoamerican Studies En el primer grupo se incluyen los marcadores que sirven, esencialmente, para señalar la organización informativa de los discursos. El segundo grupo se trata de los conectores, que vinculan semántica y pragmáticamente un miembro del discurso con otro anterior. Los reformuladores presentan el miembro del discurso en el que se encuentran como una expresión más adecuada de lo que se pretendió decir con un miembro precedente. En el cuarto grupo aparecen los marcadores que condicionan por su significado las posibilidades argumentativas del miembro en el que se incluyen sin relacionarlo con otro anterior. Por último, las partículas discursivas que aparecen más frecuentemente en la conversación están clasificadas dentro del grupo de los marcadores conversacionales. Los marcadores conversacionales se presentan divididos en cuatro grupos: ‘marcadores de modalidad epistémica’, ‘marcadores de modalidad deóntica’, ‘enfocadores de la alteridad’ y ‘metadiscursivos conversacionales’.5 Según el análisis del corpus del presente estudio, que se presentará más adelante, entre los cuatro grupos de los marcadores conversacionales el que más se asemeja a la función de los vocativos en el habla juvenil, entre otros, es el cuarto. Los marcadores metadiscursivos conversacionales se entienden como parte del proceso para elaborar las conversaciones. Briz (1998, 201) afirma que “la función de tales marcadores se vincula a la organización de la actividad discursiva; son trazos de una estrategia (de una relación estratégico‐comunicativa), de una técnica de producción y formulación de los mensajes; marcas además de la estructuración del discurso”. En la conversación oral, algunos conectores como y, pues, entonces, o sea, es decir, esto es, bueno, oye, a lo que iba, total, en fin, ¿sabes?, ¿no? toman el papel, no sólo de controlar y organizar el mensaje, sino también de controlar el contacto entre los participantes de la conversación. Pues bien, el aspecto que nos interesa es el último mencionado: marcadores Zorraquino y Portolés (1999, 4080‐4082). 5 Los cuatro grupos clasificados están basados en sendos tipos de funciones discrusivas que se identifican la conversación. A continuación, se presenta la explicación detallada de los demás marcadores conversacionales (Zorraquino y Portolés 1999, 4143‐4199). - Marcadores de modalidad epistémica: aparecen, principalmente, en enunciados declarativos (claro, desde luego, por lo visto). - Marcadores de modalidad deóntica: reflejan actitudes del hablante relacionadas con la expresión de la voluntad o de lo afectivo (bueno, bien, vale). - Enfocadores de la alteridad: son un conjunto de unidades que coinciden en que apuntan, en su origen, fundamentalmente, al oyente (oye, mira) y, a veces, a ambos interlocutores (vamos). Los términos de parentesco como marcador conversacional en el lenguaje juvenil de 115 Buenos Aires, Madrid y Santiago de Chile metadiscursivos de control del contacto. Como bien se sabe, la conversación cumple, además de la función informativa, la interaccional. Esta función interpersonal es la que motiva a los interlocutores a que hagan uso de las estrategias conversacionales para tomar y retomar el turno de palabras, así como para indicar la relación entre los participantes de la conversación. Algunos marcadores regulan la interacción entre los participantes de la conversación y negocian el acuerdo de la misma. Por lo tanto, la aparición constante de las marcas que indican la relación social se hace más patente cuando se trata del habla coloquial y, más aún, del lenguaje juvenil debido a la frecuente alternancia de turnos. De ahí que en el lenguaje de los adolescentes se aprecie el uso destacado, a veces, redundante de determinados marcadores, entre ellos, vocativos. Los vocativos como marcadores del discurso del lenguaje juvenil han despertado bastante interés a los investigadores estos últimos años. Gracias a ello podemos contar con los estudios que nos ofrecen datos y resultados relevantes. Por ejemplo, Enajas (2004), con los datos obtenidos de la encuesta, analiza el vocativo amoroso en el habla juvenil almeriense y expone que cari y cariño son los apelativos más utilizados entre las parejas jóvenes. Jørgensen y Martínez (2007) intentan describir el uso que hacen los adolescentes madrileños de las funciones estándar de los marcadores discursivos. Es llamativo el resultado de su investigación: los jóvenes de Madrid establecen un uso diferente de las funciones de los marcadores del lenguaje adulto. Las funciones con más registro en su corpus son las de marcadores conversacionales como o sea, bueno, oye, hombre, claro, por lo visto, e, eh. Es interesante, también, el estudio comparativo entre el habla juvenil madrileño y el londinense sobre la función fática de los apelativos (Stenström y Jørgensen 2008). Una de las características más llamativas del lenguaje juvenil está vinculada con el uso de ciertos marcadores discursivos. Su empleo está relacionado con categorías semánticas extralingüísticas de propiedades psicosociales y socioculturales (Alba de Diego y Sánchez Lobato 1980,16). Ⅲ. Metodología Como se ha indicado al principio, intentamos, por una parte, averiguar qué clase de vocativos familiares funcionan como marcador del discurso en el lenguaje 116 Journal of the Institute of Iberoamerican Studies juvenil y, por la otra, realizar un análisis contrastivo entre el español de Buenos Aires, Madrid y Santiago de Chile. Con el fin de llevar a cabo un análisis cuantitativo que revela la frecuencia de los términos de parentesco con función apelativa en el lenguaje juvenil de cada ciudad, hemos utilizado el corpus COLA (Corpus Oral de Lenguaje Adolescente). COLA es un proyecto que se arrancó en 2001 por un equipo de la Universidad de Bergen, Noruega. El objetivo consiste en establecer la base de datos del lenguaje de los adolescentes informal de Madrid y de otras ciudades de habla hispana. Es oportuno mencionar que es una herramienta excelente para explorar el lenguaje juvenil, ya que son conversaciones coloquiales espontáneas mantenidas por adolescentes de entre 13 y 19 años. Las clases sociales de los informantes están clasificadas basándose en el nivel educativo, ingresos y vivienda de los padres. En las transcripciones, los informantes aparecen en siglas que representan dichas clasificaciones. Por ejemplo, MABPE2G01 significa que el informante es de Madrid, clase baja (MABPE) y masculino (G). Así, SCFAB8J01 es una informante (J) de Santiago de Chile, de clase media y BABAS4J01 es una informante (J) de Buenos Aires, de clase alta.6 Según la información ofrecida en la página web oficial del proyecto, los adolescentes, es decir, los informantes mismos, realizaron las grabaciones con una grabadora, sin presencia de adultos, aunque hay algunas escenas familiares. Este hecho hace aún más interesante y provechoso el corpus como instrumento de investigación, puesto que podemos observar el comportamiento lingüístico real de los adolescentes sin ningún tipo de filtros, en un contexto natural. Las transcripciones pueden ser consultadas en la red con sonido. Cuando nosotros empezamos la búsqueda de los términos familiares en su base de datos, el corpus de Madrid constaba de 451,730 palabras transcritas, 55,836 del material de Buenos Aires y 70,354 de Santiago de Chile. Actualmente el corpus está en un proceso de corrección que durará hasta el verano del 2013 y se incorporará el material de Guatemala, que está en la fase de transcripción. Con el corpus se puede trabajar de dos maneras: realizar la búsqueda de palabras o elegir uno de los archivos de texto examinando un extracto de una conversación como una unidad definida. Para el propósito del presente estudio, optamos por hacer la búsqueda de los términos familiares, que la página web ofrece el programa de búsqueda. Pero utilizamos los archivos de los extractos de 6 La explicación detallada sobre la clasificación de la clase social de los informantes: http://www.colam.org/klassifiser‐esp.html. Los términos de parentesco como marcador conversacional en el lenguaje juvenil de 117 Buenos Aires, Madrid y Santiago de Chile conversaciones para observar y demostrar algunos usos específicos y citamos los fragmentos. Entonces queda por determinar qué términos de parentesco van a ser sometidos a la búsqueda. Con el fin de no delimitar la categoría de los objetos de investigación de manera subjetiva, nos hemos basado en la antropología del parentesco,7 que muchas sociedades del mundo disponen, más o menos, de los mismos patrones terminológicos de parentesco. Con lo cual, las relaciones de parentesco por afinidad y por consanguinidad estarían reflejados en los sistemas terminológicos de parentesco de la lengua española. En un principio, nuestra intención era examinar todos los posibles o existentes términos de relaciones familiares. Sin embargo, nos pareció conveniente tener en cuenta de que los informantes del corpus son adolescentes y probablemente algunas relaciones familiares, de ahí, los términos correspondientes a ellas pueden ser insignificantes para ellos. Con lo cual, los términos de parientes que provienen de la alianza matrimonial (cónyuge, suegros, cuñados, yernos, nueras y nietos) han sido excluidos.8 No obstante, hemos incluido hijo/a, términos de relación consanguínea que se vinculan necesariamente con la unión matrimonial. Esto se debe a la observación nuestra del uso de aquellas palabras como marcador del discurso en las conversaciones coloquiales. Esto significa que establecemos dos hipótesis importantes: una es que no todas las palabras de parentesco se emplean como marcadores conversacionales en el lenguaje juvenil y la otra implica que existen algunos apelativos que son formas preferidas que otras. De modo que definimos el esquema de las relaciones de parentesco poniendo yo (ego) en el centro de la organización, puesto que en la antropología de la familia, yo (ego) toma el papel de referencia para la descripción del sistema de parentesco: 7 Para una aproximación más completa sobre los aspectos de la antropología de la familia desde una perspectiva socio‐histórica, véanse Segalen (1992): Antropología histórica de la familia. 8 De hecho, al terminar la búsqueda de todos los términos de parentesco que son objetos del análisis, realizamos una búsqueda adicional de aquellos términos excluidos para comprobar si nuestra intervención o manipulación es correcta o equívoca. En ningún corpus de las tres ciudades, aparecieron los apelativos familiares derivados de la unión matrimonial en función discursiva. 118 Journal of the Institute of Iberoamerican Studies <Fig. 1> Intentamos no delimitar o predeterminar la categoría de los términos de parentesco subjetivamente pero, tal y como hemos concretado en líneas anteriores, algunas intervenciones o ajustes han sido necesarios. Atendiendo a los aspectos mencionados, los términos de parentesco que han sido analizados son los siguientes: - ascendencia en línea directa: abuelo/abuela; padre/madre (papá/mamá; papi/mami) - descendencia en línea directa: hijo/hija - parientes laterales en línea ascendente: tío/tía - parientes laterales en la misma generación: hermano/hermana; primo/prima. Una vez que se haya realizado la búsqueda de palabras, fue necesario, por un lado, clasificar los términos de parentesco que se usan como vocativos conforme a las propiedades sintácticas de los vocativos (Alonso Cortés 1999, 4045‐4047): - el vocativo no ocurre con artículo, demostrativos y cuantificadores - puede concurrir con posesivo - concurre con la interjección - recibe complementos - puede recibir una aposición - no puede ser término de una preposición - no aparece en oración subordinada - no puede posicionarse dentro de una perífrasis verbal o interrumpiendo Los términos de parentesco como marcador conversacional en el lenguaje juvenil de 119 Buenos Aires, Madrid y Santiago de Chile una frase preposicional - no puede aparecer dentro de una frase que contiene un verbo modal con infinitivos. Desde que los términos de parentesco que se emplean como formas de tratamiento son el objeto de investigación, no los del uso técnico o literal, se llevó a cabo una segunda recopilación de los datos. Primero, la codificación de los datos se ha realizado atendiendo a la estadística.Y después, hemos realizado un análisis cualitativo para estudiar el contexto específico donde aparecen los términos de parentesco con funciones pragmática y discursiva. En las líneas que siguen se va proceder al análisis detallado de las conversaciones que aparecen los vocativos de parentesco como formas de tratamiento con mayor número de incidencias en el corpus de cada ciudad. Ⅳ. Análisis de los datos 1. Análisis cuantitativo Se presenta el número de términos de parentesco que aparecen con función apelativa en el corpus de las ciudades analizadas9: <Tabla 1> Total Buenos Aires N % 13 9,2 70,354 100 Madrid N % 3063 13,8 451,730 100 Santiago de Chile N % 24 13,4 55,836 100 Entre las tres variantes, Madrid y Santiago de Chile indican un porcentaje similar en cuanto al uso de los vocativos familiares (13,8% de los informantes de Madrid y 13,4% de los de Santiago de Chile) en comparación con el resultado de Buenos 9 Creemos necesario dejar claro que las cifras que se presentan en el presente estudio no pretenden ser las absolutas ni exactas. Somos conscientes de que es posible que en el proceso de la codificación y clasificación pudo haber errores o interpretaciones equívocas por nuestra parte. 120 Journal of the Institute of Iberoamerican Studies Aires (9,2%). A continuación, se exponen los resultados de su uso como tratamiento, no como apelación pura. Como se ha explicado ya, los siguientes términos de parentesco se sometieron al análisis: abuelo/abuela; padre/madre (papá/mamá; papi/mami); hijo/hija; tío/tía; hermano/hermana; primo/prima. Llama la atención la diferencia que revelan los datos de Madrid, si los comparamos con los de las demás ciudades. Los informantes de Madrid no sólo mostraron la tendencia o preferencia bastante marcada por el uso de los apelativos familiares, sino también la variedad de los mismos: <Tabla 2> Vocativos de parentesco (Madrid) tía tío hija hijo primo Total Frecuencia de uso N 1,482 1,416 77 12 8 2,995 % 49,5% 47,3% 2,6% 0,4% 0,2% 100% (1) que no tía vamos a ver mi chica que no tía no me (MAORE2J02) (2) Dios tía acompañame a la cafetería por favor (MALCE2J01) (3) no tía ahí no que conduce tía (MALCE2J03) (4) lo que pasa es que se saca poco partido tía joder tía cuando mi tía le obliga a vestirse en plan bien (MAORE2J01) (5) qué tonto tía encima trece años (MALCE2J03) (6) yo el martes tío como veía que iba a llegar más tarde ya me confié y me (MAESB2G02) (7) no hubieses jugado tío con mi viejo al fútbol (MALCE4G04) (8) de su hermano tío las movidas tío que le regala mi prima (MALCE4G03) (9) ahí todo buenas tío fuera panchos pero las panchas no tío las panchas que se queden (MALCE4G01) (10) sí que le dijooo joder tío que estoy desesperao venga tío (11) hija ha dicho hola que quieres que diga tía (MAORE2J01) (12) pues nada hija cuando cumplas dieciocho años te vas de casa y haces lo (MAORE2J02) (13) es que lo digo hija mía que hoy no me apetece nada irme hasta Los términos de parentesco como marcador conversacional en el lenguaje juvenil de 121 Buenos Aires, Madrid y Santiago de Chile (MABPE2G01) (14) toma hijo ... no te los metes tampoco (MALCC2J01) (15) para mí que no llegas primo (MALCE4G03) Se resalta el alto porcentaje de la aparición de tío y tía, que llega a cubrir casi todo el uso de los tratamientos familiares en función discursiva en el corpus madrileño. Este resultado coincide con las afirmaciones de otras investigaciones al respecto. Stenström y Jørgensen (2008) señalan que los marcadores de control de contacto más usados entre los adolescentes madrileños son tía (1,696 casos) y tío (802 casos), seguidos de tronco (493 casos) y chaval (365 casos). En este sentido Sánchez Lobato y Alba de Diego (2009: 30) destacan el uso bastante desarrollado del empleo de nombres comunes (un 22,5% del uso de tío entre los jóvenes masculinos) en lugar del nombre propio (25%). Los autores justifican que dicha pauta lingüística responde a modas que son más acusadas en el lenguaje juvenil, pero que ejemplifican una realidad de habla del grupo. Tal y como se suponía al establecer los cuestionarios de este estudio, los resultados del corpus de Santiago de Chile y de Buenos Aires confirmaron el escaso uso de los vocativos de parentesco como marcador discursivo. Los adolescentes de Santiago de Chile que participaron en el proyecto COLA utilizaron solamente cuatro tipos de vocativos familiares con función del marcador discursivo en siete ocasiones. Se registraron cuatro casos de papi y un sólo caso de hermano y tía: (16) dale papi (SCFOB8G1) (17) ya ya pegándome mi truco ahora yo te digo hermano no cantó así como cuarenta años mira pero igual, la (SCFOB8G05) (18) cagada de la risa como es divertido es muy <xxx/> tía (SCACB8J01) En el corpus bonaerense aparecieron 24 vocativos familiares, entre ellos, solamente siete de ellos responden al uso discursivo. Tío e hija aparecieron en tres ocasiones respectivamente y pudimos observar un sólo caso de hermana: (19) hola tía, eh eh eh eh es un gusto conocerte (BABSU2GV3) (20) si importa hija mía esa mina es una garca esa mina (BABAS4J01) (21) no seas así hermana mía (BABSG2G01) Una vez presentado el resultado del análisis cuantitativo, que confirma que el 122 Journal of the Institute of Iberoamerican Studies uso de ciertos vocativos familiares como marcador del discurso es la característica del español peninsular, creemos que es de interés plantear la siguiente pregunta: ¿cuáles son las formas de tratamiento preferidas por los jóvenes de Santiago de Chile y de Buenos Aires para marcar o identificar la personalidad colectiva? Existen escasos estudios al respecto, que tratan el tema al nivel nacional. Según Carricaburo (1997, 56‐57), en Argentina el uso de vocativo es frecuente en la adolescencia y en la juventud. Las formas como boludo/a, bolas, forro/a, nabo y el anglicismo man son vocativos nominales preferidos. Añade también que el término de parentesco hermano/a es un tratamiento de amistad en el lenguaje juvenil. Dicha forma provino del campo pero luego se difundió en la ciudad entre iguales y coetáneos. No obstante, en el corpus de Buenos Aires de COLA no encontramos ningún caso de hermano que haya sido empleado como forma de tratamiento. La forma femenina hermana tampoco apareció como marcador discursivo, sino que se observaron tan solo dos casos con función de apelación pura. Y, en Chile, loco, cabro, flaco y guatón son formas utilizadas entre amigos, así como cabros es empleado como tratamiento colectivo. Sanou, Leánez y Albiñana (2004) realizan un estudio comparativo entre EE. UU. y Argentina sobre el uso de los vocativos en sitcoms. Sostienen que en los datos argentinos se registran alrededor de un 15 por ciento del empleo de los vocativos parentescos como brother, son (hijo en inglés), papito, hermano. Pues bien, con el fin de completar el análisis, realizamos una segunda búsqueda de algunos vocativos de parentesco en los corpus de Santiago de Chile y de Buenos Aires, atendiendo a los resultados de algunos estudios empíricos. Los vocativos examinados son los siguientes: papito, mamita, son, brother (broder). El resultado fue nulo. En ninguno de los dos corpus reexaminados aparecieron los casos en los que papito, mamita, son, brother (broder) hayan sido usados ni como apelación pura ni como forma de tratamiento. Esto no significa que los adolescentes de ambas ciudades no hagan uso de las formas de tratamiento como marcador del discurso o que hagan menos uso que los hablantes jóvenes madrileños. Se puede deducir, asumiendo el riesgo que supone este tipo de interpretación, que en el habla juvenil de Santiago de Chile y Buenos Aires también abundarán las formas de tratamiento nominales con función discursiva pero que no son tratamientos de parentesco. Como afirma Carricaburo (1997), en las ciudades latinoamericanas también los adolescentes son los más propensos al uso de algunos vocativos familiares. En México se observa el uso de primo, cuñado, hermano entre hablantes jóvenes para expresar confianza o cuando hay Los términos de parentesco como marcador conversacional en el lenguaje juvenil de 123 Buenos Aires, Madrid y Santiago de Chile cosas en común (lugar de origen, trabajo, profesión etc.). Los cubanos, por su parte, también se apoyan en algunos términos de parentesco como papito, mamita, mi hermano, mi hijita, mi tío con el propósito de marcar la cercanía entre los interlocutores.10 En el apartado que sigue, se procede al análisis cualitativo en el que intentamos aproximar a una explicación convincente del uso abundante de tío y tía en el habla peninsular, así como indagar en las funciones de los términos de parentesco registrados en el corpus. 2. Análisis cualitativo Según una de las acepciones del diccionario de RAE, tío y tía se usan como apelativo para designar a un amigo o compañero. Estos términos de parentesco han desarrollado otros usos y valores que se han ido alejando progresivamente de la acepción original. Entonces se puede preguntar de dónde viene su uso como forma de tratamiento. Cascón Martín (2000, 66) nos ofrece una explicación convincente de su origen: El ambiente, en cierto modo familiar, de las pequeñas poblaciones rurales, ha ocasionado que tío, más cercano, se haya convertido en la fórmula aplicada a las personas mayores del mismo nivel socioeconómico [...] Así, cuando en muchos pueblos se oyen expresiones como Tengo que hablar con el tío Ambrosio, no se trata de un pariente, sino simplemente de alguien de la vecindad. Este uso se introdujo en los barrios populares urbanos merced a la inmigración de origen rural. El autor añade que cuando dichos términos aparecen de forma abundante en el habla de los adolescentes, son equivalentes a homre y mujer o macho y hembra. Estas formas de apelación pueden tener carácter, dependiendo de cada caso, encomiástico o despectivo. Los datos analizados revelan, en el habla juvenil peninsular, tío y tía aparecen como marcador conversacional con una función fática para llamarse unos a otros 10 Las muestras han sido sacadas de un artículo publicado en la red por Manuel González Bello, que se titula Apelativos: http://213‐4‐112‐143.rad.tsai.es/cubahora/opinion/1999/diciembre/21/apela.html 124 Journal of the Institute of Iberoamerican Studies señalando la identidad colectiva. Toman el papel de captar la atención de su interlocutor, al mismo tiempo que intentan mantener el hilo de la conversación. Éstas son las principales funciones que cumplen los términos de parentesco. Por un lado, operan como enfocador de la alteridad. Apuntan al oyente y señalan el enfoque de las relaciones que el hablante establece con el interlocutor, además de mostrar la actitud del hablante respecto al fragmento de discurso al que remite (Zorraquino y Portolés 1999, 4171‐4172): (22) tía qué buena estaba la calle esa por ahí de la profesora (MALCE2J02) (23) qué horror tía qué vergüenza yo me muero (MAORE2J06) (24) me daban ganas de ahorcarle tío y yo nooo (MALCE2J01) (25) tío que fue la risa (MAESB2G02) (26) tú te echo un tres en raya primo va <pausa/> yo me pido los brazos tío (MALCE4G03) Por otro lado, como marcadores metadiscursivos de control del contacto, organizan la actividad discursiva para tomar y retomar el turno de palabras, controlando el contacto entre los participantes de la conversación (Briz 1998, 201): (27) MALCE4J01: no es que el sujetador fijo que no gusta fijo MALCE4J03: ya tía pero qué vas a hacer/ así/ mmm je je MALCE4J02: no tía yo hago así y y (28) MAMTE2J01:pues nunca te lo he visto MAMTE2J03: sí tía MAMTE2J01: no tía MAMTE2J03: sí tía pues me lo pongo MAMTE2J01: no tía (29) MAMTE2G04: se agacha el nota MAMTE2G03: ah ya sé de qué MAMTE2G02: tío la batería mazo de baja (30) MAMTE2J01: es que <sonido gutural/> o sea no hay nada más/ que un botellón en esta vida\ qué hacer\ jugamos a las cartas en el Emilio mira es que sois subnormal se lo toma a cachondeo pero en serio o sea tienes esa men/ esa mente tan retorcida que no hay nada más que hacer un botellón\ Los términos de parentesco como marcador conversacional en el lenguaje juvenil de 125 Buenos Aires, Madrid y Santiago de Chile MAMTE2J02: tío iros al parque de atracciones MAMTE2J01: no no en serio es que esss un poco patético (31) MAMTE2J02: ese no bebe no/ @nombre @nombre eh/ ese no bebe no/ MAMTE2J01: tío así somos once o doce<ruido de chicle/> bueno trece o quince o veinte qué mas/ MAMTE2J02: no quince (32) MALCE2J01: tía qué tal os salió el examen\ MALCE2J06: de inglés/ pues bien fue un examen penoso MALCE2J01: penoso pooor/ fatal no/ MALCE2J03: tía porque… no es que se hay diferentes interpretaciones sobre todo no/ MALCE2J01: tía mi hermana mi herm mi hermana empieza fataloso y yo Sin embargo, algunos marcadores como tío y tía aparecen tan compulsivamente repetidos en el corpus madrileño, que se convierten en una muletilla. Se ha registrado una cantidad considerable de estos casos de marcador metadiscursivo de la progresión del discurso. Los vocativos familiares empleados sirven para llenar el hueco entre dos enunciados. Este uso redundante puede deberse a la inseguridad que tienen los jóvenes por la carencia de la competencia comunicativa. Pueden sentir la necesidad de llamar la atención, exagerar o quieren tomar el turno de palabras simplemente por decir algo sin tener algo que decir: (33) tía es que me deprimes tía cuando me dices... es que está muy mal tía me deprimo (MALCE3J06) (34) lo digo eh / un pibee cómo es el @nombre tío \ es tío un escache de cejas (MALCE4G01) (35) una polla yo no dormía desde el sábado tío ayer dormí ocho horas tío llegué tronco con los ojos hinchados (MABPE2J02) (36) tía imagínate pobrecito... pero tía es que @nombre pasa de mí ay tía yo siempreee buscándomelo (MALCE2J01) Según afirman Jørgensen y Martínez (2007), en el lenguaje juvenil no se registran todas las funciones de los marcadores discursivos del lenguaje estándar, sino que los jóvenes usan o abusan de determinadas funciones. Creemos que nuestro resultado del análisis del corpus madrileño reafirma dicha pauta lingüística. Hemos establecido el esquema de las relaciones de parentesco poniendo yo 126 Journal of the Institute of Iberoamerican Studies (ego) en el centro de la organización (véanse 3.). El esquema puede ser interpretado según la jerarquía. Así, cuando un adolescente llama a su amigo o compañero hijo o hija, el hablante se posiciona como subordinante, poniendo a su interlocutor en una posición baja. Y este uso podría ser interpretado como una actitud de arrogancia o de superioridad en el aspecto del que se está tratando en el contexto: (37) a mi me parece bien lo que hagáis peroooo pues hija sabes que da igual sabes es una idiotez a ver si (MAORE2J01) (38) pues hijo entonces no sé cómo vas a saber que estoy buena (MALCE2J01) (39) fumar no es gratis hijo que fumar no es gratis (MABPE2J01) Otro uso que se ha observado en los datos examinados está relacionado con la posición sintáctica de los vocativos. Desde que los vocativos son característicos del lenguaje hablado, no es fácil determinar su posición sintáctica exacta. Por las limitaciones que suponen las transcripciones ortográficas puede haber ambigüedades al determinar las posiciones de los vocativos de nuestros datos. En este aspecto, Leech (1999), en su estudio comparativo de los vocativos entre el inglés americano y británico, advierte la dificultad de definir el comienzo y el cierre de los enunciados. Y propone el concepto de la unidad comunicativa (the C‐ Unit): [...] is essentially the spoken analogue of a written sentence. It is a unit with optimal syntactic independence, in that it is not part of a larger syntactic unit, except by means of coordination. A C‐unit is a useful concept, since the concept of sentencehood is difficult to sustain in reference to spoken language. It is important to notice, however, that a C‐ Unit need not contain a finite verb: indeed, syntactically independent units in speech, such as Yes, Sorry, or No wonder, frequently have no finite verb, and vocatives themselves can constitute a C‐Unit when they occur as stand‐alone elements, as in Marj! (Leech 1999, 108). El aplicar este concepto de la unidad comunicativa nos facilita el manejo de los fragmentos de los enunciados del lenguaje hablado. Leech (1999) divide cuatro posiciones de los vocativos en la unidad C: inicial, media, independiente y final.11 Los términos de parentesco que aparecen en la posición inicial o final Los términos de parentesco como marcador conversacional en el lenguaje juvenil de 127 Buenos Aires, Madrid y Santiago de Chile funcionan como elementos de apretura o de cierre: (40) MALCE2J02: los grabas disimuladamente MALCE2J01: no si los está grabando @nombre MALCE2G03: joder MALCE2J01: tía lo malo es que hay mazo de ruido y que estooo je je vete a saber lo que cojo (41) MALCE2J02: sí a @nombre ese pa tí MALCE2J01: @nombre tiene otro MALCE2J03: ya MALCE2J01: tía pero es queee sabes qué/ imagínate con vocabulario que puede tenerme todoooel @nombre y todos esoos con el nuestro es que para nada eh (42) MALCE2J04: pueden ser más conversaciones interesantes tía MALCE2J01: no sé MALCE2J03: ahora qué nos toca/ ah MALCE2J01: tía me queda bien el pelo/ es que lo tengo un poco a la virulé (43) BABAS4J03:ah ah y fue el momento en que ciñó la espada no sé qué mierda BABAS4J01: ja ja ja el buen buen si da el bueno no hija ja ja BABAS4J06: ah me hiciste acordar/ el otro día mi prima me dio para probar incacola es lo peor/ que hay es un asco (44) MALCE2G04: yo saqué un notable MALCE2J01: nooo noo no no porque es que hay un cartel ahí pa los que han suspendido tecnología el año pasado MALCE2G02: ah el año pasado MALCE2G03: yo yo creo que lo que mejor tengo tengo es la tecnología tío MALCE2G02: notable tío MALCE2G03: qué flipado (45) BABSU2JV1: abajo lo copiamos con fecha del día de hoy, (X) de página, las 11 Bañon (1993: 32), por su parte, presenta la siguiente tipología posicional más especificada: posicionalidad vocativo central vocativo marginal inicial vocativo marginal final vocativo premarginal vocativo posmargianl vocativo precentral vocativo poscentral interposicionalidad vocativo axial 128 Journal of the Institute of Iberoamerican Studies alturas, del triángulo, se cortan, Fátima, están medias ausentes hija BABSU2J02: luli, las armas\ Son ejemplos que pueden acreditar que los vocativos de parentesco ejercen la función metadiscursiva de inicio y cierre. Se posicionan en el inicio llamando la atención del oyente para iniciar el turno, mientras que los que aparecen al final del turno conversacional indican el cierre de su intervención, invitando a su interlocutor a iniciar otra nueva. Se han expuesto varias funciones que ejercen los términos de parentesco empleados en función apelativa en el lenguaje juvenil. Al concluir el análisis, nos preguntamos por qué los términos de parentesco, si para marcar la identidad colectiva y para cumplir funciones de marcadores conversacionales hay otras formas de tratamiento. Respecto a las implicaciones en el plano semántico‐ pragmático del uso de los términos de parentesco como marcador conversacional, encontramos una posible respuesta en la cercanía afectiva que envuelven los términos familiares. Los adolescentes, que quieren marcar la identidad y solidaridad grupal, los utilizan, ya que evidencian una relación de cercanía. Ⅴ. Conclusión Este estudio ha intentado demostrar que algunos términos de parentesco funcionan como marcadores conversacionales con propiedad apelativa en el lenguaje juvenil coloquial de Buenos Aires, Madrid y Santiago de Chile. El intento nos ha demostrado casos de extensión semántica en que se amplía la dimensión semántica para designar otras relaciones no asociadas con las palabras. Y, las relaciones interpersonales dan lugar, conforme al grado de confianza, a nuevas denominaciones de nuestros interlocutores. Respecto a las hipótesis que establecimos, se podría decir que el resultado del análisis las corrobora: no todas las palabras de parentesco se emplean como marcadores discursivos por los adolescentes y existen apelativos que son formas preferidas que otras. Partimos de la suposición de que el uso de algunos términos de parentesco, especialmente, tío y tía, en función discursiva y pragmática es la peculiaridad lingüística del español juvenil peninsular y que en el habla de otras comunidades hispanohablantes este uso no se registra. El análisis cuantitativo realizado con el Los términos de parentesco como marcador conversacional en el lenguaje juvenil de 129 Buenos Aires, Madrid y Santiago de Chile material de COLA, parece que nos la confirma. Sin embargo, las observaciones de otros investigadores indican un uso bastante marcado de los apelativos familiares en otras comunidades hispanohablantes como estrategia conversacional. Asimismo, por un lado, el análisis realizado satisface el principal objetivo del presente estudio pero, por lo otro, nos reclama un modo diferente de explorar el tema, quizá con otro corpus u otro tipo de registro conversacional. Esta tarea queda pendiente por nuestra parte, que intentaremos llevarla a cabo cuando nos sea oportuno. Bibliografía Alonso Cortés, Á. (1999), “Las construcciones exclamativas. La interjección y las expresiones vocativas” en RAE, Gramática descriptiva de la lengua española, Espasa, pp. 3993‐4050. Bañon, A. M. (1993), El vocativo en español: propuestas para su análisis lingüístico, Barcelona, Octaedro. Briz, A. (1998), El español coloquial en la conversación, Barcelona, Ariel Lingüística. Brown, R. y Gilman, A. (1960), “The pronouns of power and solidarity” en Sebeok T. A. (ed.) Style in Language, Cambridge, MIT Press, pp. 253‐276. Cascón Martín, E. (2000), El español coloquial: rasgos, formas y fraseología de la lengua diaria, Madrid, Edinumen. Carricaburo, N. (1997), Las fórmulas de tratamiento en el español actual, Madrid, Arco Libros. Enajas, R. (2004), “El vocativo amoroso en el lenguaje juvenil almeriense”, www.um.es/tonosdigital/znum7/estudios/eelvocativo.htm Go, L. Y. 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