Grupo JOLY / Pablo Bujalance

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Domingo 13 de Diciembre de 2015 | GRANADA HOY
ACTUAL
DE LIBROS
El tema
de la
semana
● Blackie Books reúne en un volumen todas las historias
ilustradas que el francés Jean de Brunhoff dedicó al elefante
Babar entre 1931 y 1937, con prólogo de Maurice Sendak
EL AMABLE COLONIZADO
BABAR. TODAS LAS HISTORIAS
Jean de Brunhoff. Trad. Juan Carlos Silvi. Prólogo de Maurice Sendak.
Blackie Books. Barcelona, 2015. 316
páginas. 22 euros
Pablo Bujalance
El elefante Babar nació, como Bilbo Bolsón, en la boca de un progenitor dispuesto a entretener a sus
pequeños al calor del hogar. Fue
Cecile, la mujer del ilustrador francés Jean de Brunhoff (1889-1937),
la que acuñó el nombre y la que
imaginó al personaje a modo de
canción de cuna para sus polluelos.
El artista cayó igualmente rendido
y decidió trasladar aquel relato al
papel, con sus dibujos y textos sencillos para incipientes lectores. Así
vio la luz en 1931 Historia de Babar, que se convirtió en un éxito
tan descomunal como inesperado:
el pequeño elefante adquirió la categoría de icono popular y no tardó en hacerse querer también fuera de Francia. De Brunhoff realizó
otros cinco álbumes ilustrados hasta su muerte en 1937, si bien los últimos vieron la luz de manera póstuma en diversas entregas hasta 1941. Para entonces Babar había vendido cuatro millones de
ejemplares, pero
el fenómeno no
se detuvo con el
fin del autor. Su
hijo, Laurent de Brunhoff, continuó la saga con igual fortuna, permitió la adaptación televisiva de
1969 y convirtió a Babar en un imperio comercial dejándolo en manos de la estadounidense Clifford
Ross Company a mediados de los
80. Mucho antes, en 1940, el compositor Francis Poulenc alumbró
un acompañamiento musical pensado para la lectura en voz alta de
Historia de Babar, inspirado en Pedro y el lobo de Prokofiev (inspiración que el mismo Poulenc siempre
negó), pieza compuesta sólo cuatro años antes. Una legendaria grabación de esta partitura con
Jacques Brel como narrador terminó de ganar a Babar, también, para la causa de la élite cultural francesa en un siglo desquiciado. Ahora, el sello Blackie Books acaba de
lanzar un volumen que contiene
todos los libros de Babar realizados
por Jean de Brunhoff: La historia
de Babar, El viaje de Babar, El rey
Babar, Las vacaciones de Zefir, Babar en familia y Babar y Papá Noel,
en una exquisita edición con porta-
2
1 y 4. Dos ilustraciones de ‘Historia
de Babar’ (1931), la primera entrega
de la serie. 2. El ilustrador francés
Jean de Brunhoff (1889-1937). 3.
Una ilustración de ‘Babar y Papá
Noel’, la última obra de Jean de
Brunhoff, aparecida de forma
póstuma en 1941.
1
D. S.
3
das alternativas, una nueva traducción a cargo de Juan Carlos Silvi y, a modo de apetitoso prólogo,
el artículo que Maurice Sendak (el
autor de Donde viven los monstruos) escribió en 1981 para celebrar el cincuenta aniversario de
Historia de Babar. Si busca usted,
lector, un libro con el que ganar el
corazón de pequeños y grandes esta Navidad, esta opción resultará
fetén para su regalo.
La importancia esencial de Babar tiene que ver con su condición
fundacional en la historia del libro
ilustrado: la sencillez del trazo, el
gusto por el detalle, la fabulosa recreación de ambientes (tanto los
más exóticos como los más caseros) y, especialmente, el uso de colores vivos y vistosos, en una con-
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junción armoniosa con la depurada caligrafía para la inserción de
los textos, ejercieron un atractivo
irresistible no sólo para lectores de
todas las edades, también para artistas que vieron en el libro ilustrado una forma por derecho de expresión artística, al mismo nivel
que cualquiera de las categorías
ilustradas y académicas. Uno de
ellos fue el estadounidense Maurice Sendak (1928-2012), que compartió una larga y honda amistad
con Laurent de Brunhoff y que en
su texto de 1981 apunta: “Al fin y al
cabo, los franceses prácticamente
reinventaron el libro ilustrado entre finales del siglo XIX y principios
del XX. Jean de Brunhoff comparte con André Hellé, Edy Legrand,
Boutet de Monvel, Félix Valloton y
Pierre Bonnard una libertad de encanto y una visión fresca que te seducen y te cortan la respiración.
Como las composiciones poéticas
virtuosas, la interacción entre unas
pocas palabras y la imagen, lo que
solemos llamar álbum ilustrado, es
una técnica difícil y exquisita en la
que muy pocos han sobresalido.
Los trabajos conseguidos son tan
brillantes y profundos que, con todo el derecho, deberían situarse
entre las obras de arte para adultos
con un nivel comparable de sofisticación”. A este ideal, la definición
del libro infantil ilustrado como
objeto artístico mucho más allá del
mero pasatiempo y de los rancios
criterios distributivos en torno a la
edad, se consagró Sendak como
artista (y también, cierto, como
hombre). Y, con él, toda una legión
de creadores que, por más que la
excelencia siga quedando al alcance tan sólo de unos pocos, han regalado al género un esplendor que
se extiende hasta el presente.
Desde su misma aparición, no
obstante, y especialmente en las
tres últimas décadas, Babar tampoco se ha visto exento de polémicas al ser considerado por algunos
como un cándido promotor de las
actitudes colonialistas con las que
Europa se condujo en el siglo XX. Y
los dardos han ido dirigidos, de
nuevo, al primer álbum de la serie,
Historia de Babar: en él, el pequeño elefante africano queda huérfano cuando un cazador mata a su
madre y emprende la huida. Sin
detener su rumbo, llega a una ciudad en la que se queda maravillado por sus edificios y automóviles.
Allí, una anciana señora siente
compasión por él y decide adoptarlo, haciendo de Babar un europeo
ejemplar: le compra trajes a medida, le inculca las costumbres civilizadas y se lo lleva de paseo en su
coche. Cuando, ya adulto, Babar
decide regresar a África, su superioridad respecto a los demás animales es palpable y no tarda en alzarse como rey. El escritor chileno
Ariel Dorfman, uno de los más crí-
La consideración del
libro infantil ilustrado
como obra de arte sería
muy distinta sin Babar
ticos con la obra de Jean de
Brunhoff, denunció la presentación de Babar como indígena asimilado desde el tercer mundo por
el primero, y la de la anciana señora como agente asimilador, a la
manera del imperio o la Iglesia. Las
ideas de Dorfman fueron a su vez
duramente criticadas por otros autores como Mario Vargas Llosa,
aunque la sombra de la sospecha
nunca se ha separado del todo de
Babar. Lo cierto es que en el segundo libro, El viaje de Babar, Jean de
Brunhoff lleva a su héroe y a su esposa Celeste a las manos de un empresario de circo llamado Fernando que muestra un perfil bien distinto del imperio, seguramente
con ánimo corrector. La polémica
de Babar, de cualquier forma, nunca revistió los delirios que afectaron a Tintín en el Congo, y el tiempo, más o menos, ha ido poniendo
las cosas en su sitio.
Sendak apunta otra clave en el
prólogo: Jean de Brunhoff contrajo la tuberculosis en 1930 y empezó a dibujar a Babar sabiendo que
no le quedaba mucho tiempo por
delante, lo que se traducía a menudo en una sombría preocupación
por su familia; sin la enfermedad,
por tanto, Babar no habría tenido
su oportunidad. “La verdad es que
no es fácil criar a los hijos”, dice el
elefante en Babar en familia. Esa
melancolía impregna todas y cada
una de las ilustraciones. Hasta parecerse tanto a la vida.
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GRANADA HOY | Domingo 13 de Diciembre de 2015
ACTUAL
● Ignacio Romero de Solís publica la primera parte de una trilogía narrativa
donde refleja el ocaso de la nobleza andaluza en vísperas de la Guerra Civil
Fin de raza
PALMAGALLARDA. ROSAS,
CALAS Y MAGNOLIAS
Ignacio Romero de Solís. Renacimiento. Sevilla, 2015. 688 páginas. 20 euros
Ignacio F. Garmendia
Después de toda una vida dedicada primero a la política, como
camarada de Semprún o Pradera, y después al periodismo, Ignacio Romero de Solís ha debutado como novelista a una edad
en la que otros escritores o viven casi retirados del oficio o
preparan sus obras completas,
que en su caso deberían contener unas memorias –de momento sólo orales– para las que lleva años tomando notas. Subtitulada Rosas, calas y magnolias,
la primera entrega de Palmagallarda abre una trilogía donde
se nos cuentan las peripecias de
una familia de la aristocracia
andaluza que vive, sin saberlo,
el final de una época, recreada
con brillantez y exquisitas maneras por un autor que conoce
bien, por sus orígenes y vivencias, el medio al que se refiere,
pero ha sabido trascender los
recuerdos o las historias vinculados a su linaje para construir
un relato de aire lampedusiano
e indudable ambición panorámica. La novela tiene, ciertamente, una lectura sociológica
que la hace valiosa por razones
no sólo literarias, pero Romero
de Solís ofrece en ella mucho
más que un vasto cuadro de costumbres.
El marco espacial se sitúa en
la ficticia Recuerda, una vieja
ciudad de Andalucía la Baja, pero abarca también Sevilla y Lisboa en el turbulento periodo de
la inmediata anteguerra –los
meses previos a julio del 36–
que señalaría el declive de la
LA ÚLTIMA NOCHE DEL RAIS
Yasmina Khadra. Trad. WenceslaoCarlos Lozano. Alianza. Madrid, 2015.
176 páginas. 16 euros
Manuel Gregorio González
En La última noche del Rais se narran las horas finales de Muamar
el Gadafi, incluido el momento de
su captura y su muerte en las inmediaciones de Sirte. No parece
casual, por tanto, que el argelino
Yasmina Khadra haya querido
acudir a un formato tan estrechamente vinculado a la tradición hispana como la novela de dictador
para fabular la agónica postrimería de Gadafi. La propia mitología
asociada a su figura, así como su
clase social protagonista de la
novela, esa nobleza de raíz
agraria –desplazada por la alta
burguesía de no siempre bien
ganada fortuna– que ha sido
abordada en incontables ocasiones por los británicos, pero
no ha tenido entre nosotros demasiados desarrollos que merezcan la pena. En efecto, el cercano ámbito de aquella Andalucía rural –su antigua forma de
vida, con todo lo bueno y lo malo que la fundamentaba– sigue
siendo un mundo reducido a
cuatro clichés que no hacen justicia a la complejidad de las relaciones ni, sobre todo, a la riqueza de sus tipos humanos. En
esto precisamente, en el vivo y
variado retrato
de personajes,
se cifra uno de
los logros del
novelista.
De una parte, la dignísima
marquesa de
Monsalves de
Tous, sus dos
hijos medio enfrentados, la
atormentada condesa de Palmagallarda o su primogénito el
joven Jerónimo, presumible héroe de la saga. De otra, el duro
mozo de comedor, el mozo de
cuadra y aspirante a torero, el
ambiguo valet de chambre o la
entrañable nodriza. A ellos se
suman la institutriz francesa, el
padre jesuita de confianza y
otros secundarios extranjeros.
A grandes rasgos, Romero de
Solís ha optado por el clásico
planteamiento –arriba y abajo–
que contrapone la vida de los
señores y la del servicio. Frente
a los modelos habituales, sin
embargo, caracterizados por un
costumbrismo de buen tono, el
autor cultiva la evocación, lla-
El autor cultiva la
evocación proustiana
pero no renuncia al
apunte solanesco
gido marco que dibuja. Si los
distinguidos miembros de la familia canalizan sus pasiones a
través de la comida –es bien visible la afición por la gastrono-
tan un universo cerrado sobre sí
mismo pero están conectados al
mundo exterior por una corriente de afinidades cosmopolitas. Las detalladas descripciones, la cuidada composición de
escenas o el modo como se insertan en las conversaciones las
notas culturalistas o las pinceladas de contexto histórico, son
otros tantos aciertos de una novela que dilata y prestigia la materia de Andalucía, sólo reducible a regional desde una concepción estrecha. Es de la condición humana de lo que nos habla Palmagallarda, que como todas las buenas novelas extrae de
las vidas particulares ideas, sentimientos o caracteres de alcance universal.
relato periodístico, que de la reconstrucción de aquellos mecanismos que propician y mantienen el poder de las dictaduras. A
este fin, Khadra intercala pasajes
biográficos de la juventud del
Rais con la acuciante situación
de sus últimas horas. Pero el resultado no es tanto la descripción de un país, el retrato de un
cataclismo político, como la justificación de un hombre ante sí
mismo; un hombre, no lo olvidemos, que ha conocido el poder y
su ominoso arbitrio.
Con lo cual, en estas breves y
concisas páginas de Khadra lo que
hallamos es el esbozo de una personalidad mesiánica, cuando ese
mesianismo declina abruptamente. No asistimos, sin embargo, a
los movimientos que lo conducen
al poder; y tampoco a la misteriosa trama que lo sustenta. Una trama que invariablemente se urde
de abajo arriba, y en la que el dictador no deja de ser un papel –arquetípico, si se quiere– de reparto. Digamos que este Gadafi de
Khadra es el perfil urgente de un
gran solitario, movido por la cólera, la soberbia y el miedo. De su
soledad final no se desprende, en
cualquier caso, la magnitud y el
alcance de su caída.
MARÍA MEDINA
El escritor y periodista Ignacio Romero de Solís (Sevilla, 1937).
mémosla proustiana, pero no
renuncia al apunte solanesco
–fiestas flamencas, burdeles,
capeas– ni a trazar perfiles
transgresores que escapan al rí-
El pastor airado
ascenso y su precipitado fin, invitan a incluir al autarca libio en esa
rama de la literatura que participa, a un tiempo, de la épica revolucionaria, del terror político y de
la iniquidad moral.
Como el lector no ignora, la última gran novela dedicada a tal
tema fue La fiesta del Chivo de
Vargas Llosa. Pero Vargas Llosa
operaba sobre un sólido linaje literario que abarca desde ValleInclán (como inventor del género), desde Roa Bastos, Miguel
Ángel Asturias, Carpentier y
mía–, las devociones estéticas
–la música, la literatura, la pintura de aquel tiempo, fielmente
representadas en los diálogos–
o en algún caso la política, los
de la servidumbre no se reprimen a la hora de enfrentarse al
sexo, en escenas que pueden
sorprender, por su erotismo no
velado ni siempre ortodoxo, a
los lectores más timoratos.
Demorado en una primera
parte más descriptiva, el ritmo
se va acelerando conforme el
clima de agitación y violencia,
hasta ese momento reflejado indirectamente o como en sordina, se apodera de la narración
hasta conducirla a un final
–dramático, abierto– de los que
llaman trepidantes. El orden secular de la casa, la inercia de un
mundo que ha permanecido
inalterable durante generaciones, se ven entonces confrontados con las tensiones sociales
que estallaron en la Guerra Civil. Romero de Solís no se aproxima a la tragedia con una mirada, digamos, ideológica, sino
desde dentro de la mentalidad
de sus protagonistas, que habi-
García Márquez, hasta el Francisco Umbral de El César visionario. En este sentido, en el sentido
de una tradición fielmente asumida, no cabe conceptuar a La
última noche del Rais como una
novela de dictador. A pesar de
formularse como un monólogo del dirigente
libio, dicho monólogo está más
cerca del género
confesional, del