NUESTRO PATRIMONIO

2ª Época - Año 2 - No. 7 - La Paz, Enero de 2016
Ikthapiña
Alasita
Alasita
Ayer y Hoy
Nuestro
patrimonio
Presentación
La Multimedia Medea con sus Productos Qamasa (Prensa escrita, Periódico Digital y revistas institucionales (federaciones, asociaciones,
sindicatos, fraternidades), trabaja
en la difusión de nuestras expresiones culturales; investigación, folklore,
turismo, y sociedad, además sobre
trabajo arqueológico en pos del engrandecimiento del vasto patrimonio
nacional.
Por eso, la Multimedia Medea en
esta edición especial de la Alasita
2016, presenta su Periódico Folklórico-Cultural Qamasita, con la recopilación de artículos relacionados
a la celebración de esta fiesta de
la miniatura en la cuidad de La Paz,
Bolivia.
Los artículos publicados tienen el carácter patrimonial del personaje central de la Alasita, el Ekeko. Esperamos que esta publicación sirva para
promocionar y reivindicar el origen
de tan importante evento costumbrista en nuestro país.
Nuestro agradecimiento al Arq. Lautaro Chanove S., por facilitarnos la
información que difundimos en esta
edición.
Staff
Consejo Editorial
Tatiana R. Borda
Galia Ramos B.
Flavia Boram
fotógrafo
Oscar Murillo M.
Fredy Zabala
director web
Oscar Murillo M.
diseño gráfico
Cristobal F. Bautista Calle
Karen L. Magne Cortez
DIRECCIÓN:
Av. Montes. Edif. Ursic Motors.
#716
Piso 3. Oficina 301
Fuente:
2007
Lautaro Chanoue Saluatierr
[email protected]
Origen de Alasitas
Ramiro Prudencio Lizón.
En un diario de la ciudad se manifiesta
que hay muchos mitos y leyendas que
señalan el origen de Alasitas “porque
no se cuenta con evidencias escritas”. Y
su causa sería que la colonización española no permitió desarrollar ciertos
sistemas de creencias, aparte de la
cristiana.
En verdad, es un grave error la creencia de que Alasitas hubiese sido una
fiesta autóctona aimara. Si esto fuese
cierto, entonces también la población
de Puno, que es de cultura aimara,
tendría pleno derecho a considerar a
Alasitas como parte de sus tradiciones.
Pero, por el contrario, Alasitas es una
fiesta citadina, perteneciente a la ciudad de La Paz.
Como se tiene conocimiento, el emperador Carlos V dispuso que una villa
del Alto Perú tomase el nombre de la
Virgen de la Paz, cuya festividad se
celebra el 24 de enero, para que en
ella perviviese el recuerdo de la pacificación del Perú, luego de las terribles
guerras civiles entre los conquistadores españoles que asolaron las tierras
del antiguo incanato y que llegaron a
provocar una rebelión contra la misma
corona hispánica. Por este motivo, cada
24 de enero, la hermosa imagen donada por dicho emperador a la recién
fundada ciudad de Nuestra Señora de
La Paz recibía como ofrenda del pueblo trabajador de la villa el fruto de su
habilidad y esfuerzo en forma simbólica y de reducido tamaño. Así surgió la
feria de Alasitas. Por eso, además esta
feria se realizaba en la Plaza Mayor,
frente a la Catedral, donde la gente
ingresaba para hacer bendecir por la
Virgen los productos adquiridos en la
feria.
Muchos años después surgió el Ekeko,
como una alegoría del habitante ciudadano que se consagra a la Virgen como
su más ferviente servidor. Este personaje, aunque de origen pagano, no representaba a un absurdo dios indígena,
como actualmente se trata de insistir,
sino al verdadero hombre del pueblo
paceño: pequeño, retaco, blancón y con
bigotes. Este Ekeko personificaba, asimismo, el espíritu del paceño colonial,
un hombre alegre, lleno de confianza
en que la madre de Dios le concedería
el cumplimiento de sus anhelos.
Por lo tanto, Alasitas es una fiesta netamente cristiana, creada para honrar
a la patrona de la ciudad, la Virgen
de la Paz. Pero, increíblemente, ahora
la gente se ha olvidado de ella y de
que el 24 de enero se constituyó durante la Colonia en el día de la ciudad.
Además, es muy triste observar que ni
la Alcaldía se acuerda de la relación
directa entre Alasitas y Nuestra Señora
de La Paz.
En los primeros años de nuestra existencia republicana, se decidió mudar el
día de la ciudad al 16 de julio, con el
fin de rendir un homenaje más vigoroso
a la gesta de Murillo. Pero si las autoridades elogiaban a la Revolución del
16 de Julio, nuestro pueblo, consciente
de sus tradiciones, siguió enalteciendo
a su patrona en Alasitas. De este modo,
en la práctica, la ciudad tuvo dos festividades conmemorativas: la del 24 de
enero, más tradicional y acorde con el
símbolo de la paz; y la del 16 de julio,
donde se exaltaba el temple revolucionario del pueblo paceño. Da lugar
a pensar que esta situación de existir
al mismo tiempo dos fiestas opuestas
fue un reflejo del alma paceña: por un
lado, generosa, emotiva y acogedora;
y por otro, impetuosa, apasionada e
intransigente.
Ahora bien, se podría decir que la modificación del aniversario de la ciudad
tuvo un sino trágico. Pareciera que el
pueblo paceño, y el boliviano en general, en vez de la paz y la concordia
que la Virgen representaba, eligieron
la revolución y la violencia. En consecuencia, en estos días en que se conmemora a nuestra Virgen patronal, se
debe buscar su intercesión para que se
efectúe un cambio radical en el alma
del pueblo paceño, desechando su parte violenta e intolerante, y ensalzando
su lado generoso y sentimental. Sólo
de este modo podremos integrarnos
a Nuestra Señora de La Paz y lo que
ella representa: la paz, el consenso, el
entendimiento y la fraternidad que debiera reinar entre todos los bolivianos.
Ramiro Prudencio Lizón.
Alasita Ayer y Hoy
Gonzalo Iñiguez V. G.
Con la misma devoción y fe de cada
24 de enero, se lleva a cabo en la
urbe de Nuestra Señora de La Paz,
la paceñisima festividad de la Alasita, donde miles de ciudadanos piden a través de miniaturas al antiguo
Dios Aymara Ekhekho, que sus deseos
de prosperidad se cumplan durante
el año.
Esta sincrética devoción a una deidad andina y a otra católica, hacen
posible esta feria de miniaturas
donde el creyente pueda “comprar”
simbólicamente sus deseos y según su
fe hacerlos realidad.
Se trata pues, de una festividad tradicional de corte mágico religioso,
que tiene mucho que ver con talismanes (illas) y con la Virgen de La Paz,
bajo premisas de raíces campesinas
prehispánicas y otras urbanas de
tipo colonial, republicana con notoria
vigencia, pues en la actualidad, las
ferias se llevan a cabo tanto en su
punto central que es la Plaza Murillo,
alrededor de todas las parroquias,
el campo ferial y otros ámbitos, tal es
así que el día 24 de enero a las 12
del medio día la efervescencia de la
gente es intensa.
Alasita Ayer
Prácticamente desde el siglo XVIII,
época en que toma cuerpo esta festividad y feria bajo la advocación de
la Virgen de La Paz como patrona
de la ciudad y como espacio central
la plaza de armas, se fue desarrollando la estructura festiva bajo la
participación de los devotos, prestes, artesanos y bailarines. Al lao
de los actos litúrgicos como la misa
y procesión que eran centrales, estar
presente la feria de objetos en miniatura o Alasita (en aymara: cómprame) para deleite del público en
general, a través de la cual los maestros artesanos demostraban toda su
habilidad y creatividad a través de
una diversidad de excelentes miniaturas que hoy podemos apreciar con
admiración en nuestros museos; es
que las organizaciones y los gremios
artesanales eran reconocidos y premiados por las autoridades nacionales y prefecturales en actos solemnes
realizados en salones de la antigua
Universidad de Loreto (hoy Palacio
Legislativo). La feria se instalaba n la
plaza el 23 por la mañana y se cerraba el 25 de enero. Con el correr
del tiempo también se llevo a cabo
en la plaza de San Sebastián y San
Pedro.
Alasita Hoy
Si bien esa efervescencia mágico
religiosa prácticamente no ha variado, la feria en estos tiempos tiene características más comerciales y
las miniaturas que eran su ancestral
esencia se van sustituyendo por todo
tipo de otros objetos del mercado –
incluyendo los plásticos-. A la fecha,
se mantiene la convocatoria municipal sobre la obligatoriedad de la
realización de objetos en miniatura
como parte central de la feria y aun
se otorgan premios a los mejores
trabajos artesanales, los mismos van
bajando de calidad artística y creatividad, salvo raras excepciones. Sería importante que las autoridades
de la municipales actuales, los gremiales y los investigadores, se reúnan
a fin de hacer un profundo análisis
de este acontecimiento socio cultural
religioso tan caro para el paceño y
su identidad, a fin de hacer un profundo análisis de este acontecimiento
no siga desvirtuándose cada año y
solo se convierta en un acto de proselitismo y propaganda partidaria y
vuelva a su esencia cultural.
La Presencia del Ekeko en Alasita
Fernando Cajias De la Vega.
Pese a los valiosos estudios que existen sobre el Ekeko, todavía existen
interrogantes sobre su origen, más un
sobre la presencia de dios andino en
la actual fiesta urbana de Alasita.
Posteriormente, durante los señoríos
aymaras (1200-1452), según varios investigadores, sobre la base
del diccionario colonial, elaborado
por Ludovico Bertonio, el Ekeko se
identifica con el principal dios de los
aymaras: Tunupa, dios que, según
las circunstancias, adquiría forma de
hombre o de mujer, estado vinculado
al fuego, al agua, al rayo, a la lluvia
u a la fecundidad.
Varios investigadores coinciden en
afirmar que el ritual y mercado de
las miniaturas estuvo vinculado al
Ekeko desde tiempos prehipánicos.
En varios rituales de origen andino,
tienen un rol muy importante las illas,
que a decir, de Martha Teresa Cajías, son objetos que representan algún bien, están relacionadas.
El conocido arqueólogo Carlos Ponce
encabeza un grupo de investigadores que afirman que la representación escultórica tiwanakota de un
dios jorobado es la primera imagen
que se tiene del dios de la abundancia, por lo tanto el origen del Ekeko, según los citados investigadores,
proviene de Tiwanaku, cuya época
clásica y expansiva data del siglo I
d. C. el siglo XII.
Al ser Ekeko del dios de la abundancia, su relación con las ellas es
fundamental y proviene desde épocas prehispánicas; pero la forma de
representar al dios, como a las illas
que se le colocan, han sufrido varias
transformaciones, así como el espacio de la fiesta y la forma de intercambio.
Según el historiador José de Mesa y
otros autores, la presencia del Ekeko en la fiesta urbana de Alasita, se
habría iniciado después del cerco de
Túpac Katari a la ciudad de La Paz,
cuando el comandante vencedor,
Sebastián Segurola, decidió organizar una fiesta dedicada a Nuestra
Señora de La paz, el 24 de enero,
vinculada a la fiesta indígena de las
miniaturas.
Si bien esta versión del siglo XYIII no
está lo suficientemente documentada,
para el siglo XIX, si existen muchas
fuentes periodísticas. Precisamente Doris Butrón en sus libro “La festividad de
Nuestra Señora de LA Paz, Alasitas y
Artesanos”, publicado en 19990, ha
demostrado que desd los primeros años
republicanos, Nuestra Señora de La
Paz, era la patrona del Departamento
de La Paz y , en su honor, se organizaba una enorme fiesta todos los 24 de
enero, la misma que se realizaba en la
Plaza Murillo.
Esta fiesta ya tenía muchas de las características que hoy se prestan: mercado miniaturas, juegos asistencia de autoridades, periodiquitos. La diferencia
con la actualidad, es que en los medios
de comunicación del siglo XIX se destaca a Nuestra Señora de La Paz y Ekeko
pasa desapercibido, justamente al revés de lo que pasa ahora.
La ausencia del Ekeko en las notas de
prensa no significa, sin embargo, que
no haya estado presente en Alasita.
Se conservan varias representaciones
artesanales del siglo XIX, del Ekeko,
con su imagen mestiza y cargada de
objetos de miniatura.
No se tiene la fecha exacta, en la que
el Ekeko se convierte en el principal
señor de la Fiesta. Actualmente, el dios
de la abundancia tiene una imagen
mestiza, de piernas y brazos cortos,
de sombrero y bigote, de poncho, de
barriga ancha y lleno de ellas en miniaturas que representan la tradición y
la modernidad.
Si bien el culto a Nuestra Señora de
La Paz ha disminuido, la síntesis de
lo andino con lo católico permanece,
ya que la compre de las miniaturas y
el ritual posterior dedicado al Ekeko,
es complementado por la bendición
masiva en una de las iglesias de la
ciudad de La Paz.
Re- Acuerdo con el Ekeko
Flavia C. Ramos B.
A la fiesta de la miniatura se la recuerda con la presencia del diminuto hombrecillo, regordete, blancoide y cargado de varios objetos, que cada 24 de
enero recibe el sahumerio y la ch’alla
ara que en el transcurso del año, no falte nada en el hogar, sin embargo otra
es la historia.
Muchos lo veneran, aunque es extraño
que el común de la gente nos se percate que este “hombrecillo”, es la imagen
del español que llegó hace más de 500
años para sojuzgar a capa y espada a
toda una nación.
“La creencia es la que vale” dicen muchos pero valdría más conocer la verdad, recordar y reconocer al diosecillo
andino, llamado Ekeko, pequeño en
estatura, con una amplia joroba y su
falo erecto, que sólo demuestra la fertilidad de la tierra, pero no de la tierra
material, sino de la espiritualidad del
hombre ligado a sus deidades andinas.
Es necesario ver esta realidad y así lo
refiere Gullermo Lange Loma en su libro ”El mensaje secreto de los Símbolos
de Tiwanaku y del Lago Titikaka”, que
señala, que los incensarios que representan al Ekeko Tiwanacota al igual
que Huehueteoti (Dios viejo del fuego)
de Mexico, con la espalda combada o
jorobada son el receptáculo del fuego
y el falo erecto por el que se insuflaba
el aire “para avivar el fuego”, servían
para buscar la iluminación.
La enseñanza de los antepasados es
clara para quien desee conocer la verdad, el profundo significado microcósmico y microcósmico es poco entendible
en la actualidad, pero quien tienen la
fuerza y voluntad, es posible lograrlo, de tal manera que del Ekeko en
su figura lleva el mensaje del “fuego
sagrada que asciende por la espalda
(…) por su espinazo”, tiene quizá que
ver con las energías sexuales, como se
ha aseverado en muchas de las culturas
del mundo.
Es necesario recordar al Ekeko y
re-acordar con él, un pacto que permita a todos, mirar el pasado, viviendo y
trabando en el presente, para construir
un verdadero futuro.
Flavia C. Ramos B.
Ikthapiña Alasita
Es un momento de ilusión colectiva, da
soñar con lo posible, con lo que se puede, pero que por alguna razón se ha
truncado, es momento de asegurar lo
anhelado. Es la alasita, la ocasión para
que nuestras costumbres ancestrales nos
regalen un espacio de creer nuevamente en la vida, en nuestras potencialidades y posibilidades.
Es un instante mágico al medio día del
24 de enero, la hora indicada para
creer que todos los sueños son posibles.
L importancia de la Alasita, parece ser
un culto al interés individual, al anhelo
individual; tan miserable, pero es reaEl sueño más grande: la construcción o
la compra de una vivienda. Que tremenda miseria la de nuestra sociedad,
un techo el mayor anhelo, un vehículo
un sueño.
El gobierno prometido la construcción
de viviendas, un sueño posible de
realizar. Por esto, ahora habrá que
comprar una casita de estuco con la
esperanza luego, de tener un ministro
honesto que no se deje seducir por la
colmas ni los “bissnes”.
De cumplirse el anhelo de tener una
buena autoridad, todos los recursos
del Estado serían bien utilizados y
muchos sectores obtendrían los beneficios. Así, la “pesadilla” de un
imposible, se tornaría al contrario:
obtener un techo propio.
Y se esto es así, entonces ¿no sería
mejor que en vez de velar por nuestros interés individual, nos ilusionemos
con cristalizar ese anhelo de hace
tanto tiempo, ese que se frustró en
octubre, ese anhelo que nos permita
acceder a la vivienda a todos?
Es mejor pensar que se puede alcanzar una sociedad más justa equitativa, que nos permita concretar este
CAMBIO, y alcanzar la revolución
cultural.
Las necesidades son varias, pero los
sectores sociales y las autoridades
deben trabajar juntos para que esta
nuestra “cacareada” Democracia, no
sólo sirva para engatusar a los ingenuos que creen en la Constituyente.
Alasita ilusión colectiva, Alasita creo
en ti, porque creo en la posibilidades
y las potencialidades del cambio, en
la fuerza de los marginados y en las
formas propias de poner en marcha
nuestros desafíos.