Los ritmos circadianos y el trastorno bipolar ■ La etiología del trastorno bipolar (TB) es altamente com- pleja e incluye la interacción de factores psicológicos, fisiológicos, genéticos y del ambiente. Desde hace varios años surgió el interés por investigar los cambios de ritmo de las funciones circadianas durante las diferentes fases de este padecimiento. De acuerdo a la denominada “Teoría Social Zeitgeber”, los eventos vitales pueden facilitar la aparición de alteraciones de los ritmos circadianos, lo cual lleva al desarrollo de episodios emocionales en aquellos individuos con vulnerabilidad, tales como los sujetos con TB. Las alteraciones del componente genético de los ritmos circadianos, particularmente el de los genes involucrados en estas funciones (genes candidatos), puede hacer que el organismo pierda la capacidad y la velocidad de adaptación de los ritmos ante la presencia de condiciones ambientales cambiantes. Desde el punto de vista anatómico, el marcapasos circadiano primario se localiza en el núcleo supraquiasmático (NSQ). Se conforma por un cúmulo de cerca de 10 000 neuronas localizadas en el hipotálamo anterior. Los mecanismos que componen su funcionamiento incluyen una compleja red de sistemas interconectados de transcripción y de traslación, que dan como resultado la expresión rítmica de los genes circadianos. El ritmo circadiano intrínseco es de alrededor de 24 horas y no depende de ninguna señal externa de tiempo. No obstante, las oscilaciones endógenas pueden sincronizar las señales temporales del ambiente, siendo los cambios de luz-oscuridad las señales más importantes al respecto. Las células ganglionares de la retina envían proyecciones a lo largo del tracto retino-hipotalámico y son la principal vía de ingreso del estímulo luminoso que arriba al NSQ. A su vez, este núcleo envía información a través de varías vías de salida con lo cual se regula la expresión rítmica de los genes circadianos. La expresión de estos genes controla las funciones rítmicas tales como el ciclo sueño/vigilia, la conducta alimenticia, la temperatura corporal y la regulación hormonal y metabólica. Tanto la expresión como la regulación rítmica de estos genes tienen una amplia distribución en diversas células del organismo, como las del hígado, el corazón y el músculo esquelético. Un segundo elemento que participa en el sistema circadiano es la glándula pineal que sintetiza a la hormona melatonina. La secreción de melatonina está regulada por el ciclo ambiental luz-oscuridad a través del NSQ. La secreción se eleva en las fases de oscuridad y se reduce en respuesta a la presencia de luz. También responde a las modificaciones lumínicas estacionales. De esta forma la melatonina fun- Vol. 26, Número 2, Febrero 2015 ciona como un reloj o marcador interno del organismo. La concentración circulante de melatonina se incrementa antes del sueño nocturno, permanece alta durante la noche y se reduce rápidamente en el momento cercano al despertar. Tanto la temperatura corporal como el cortisol circulante muestran variaciones circadianas pero inversas a la de la melatonina. Ahora se sabe que los sistemas circadianos y los sistemas de neurotransmisión cerebral están íntimamente conectados. Con respecto al TB, se considera que es posible que las variaciones rítmicas de ciertas vías de neurotransmisión expliquen parte de la patofisiología de este padecimiento. Varios de los neurotransmisores implicados en la regulación del ánimo (dopamina, serotonina y noradrenalina, principalmente), muestran variaciones circadianas al igual que las enzimas responsables de su síntesis y catabolismo. Las zonas adyacentes al NSQ son regiones cerebrales densamente pobladas por neuronas serotoninérgicas, las cuales conforman los denominados núcleos del rafé. Las señalizaciones de estas neuronas a través de las vías eferentes regulan a los ritmos circadianos. Por ello a esta zona integral se le considera como la región anatómica de interacción que conecta funcionalmente a los estados anímicos con los ritmos circadianos. De hecho, se ha comprobado que la actividad serotoninérgica se regula por las condiciones de luz ambiental y varía de acuerdo a las estaciones del año. Por otra parte, el triptófano es el precursor común para la serotonina y la melatonina por lo que su disponibilidad es esencial para la generación de estos compuestos. Las alteraciones de los ritmos circadianos se han utilizado como marcadores de rasgo del TB. Estos pacientes muestran alteraciones persistentes de la ritmicidad cíclica que se detectan durante los periodos de eutimia y que además están presentes en sus familiares de primer grado sanos. Uno de estos marcadores es el de la valoración de la regularidad del estilo de vida que considera los ritmos de las rutinas diarias incluyendo las sociales, ocupacionales, del dormir, etc. Se ha comprobado que los pacientes con TB muestran una menor regularidad de estos aspectos cuando se les compara con sujetos sanos. Otros más son la tipología matutina-vespertina (también denominada cronotipo) y el estilo del ciclo sueño-vigilia. La evidencia de que los pacientes con TB muestran alteraciones de los ritmos circadianos y de que éstas son, al parecer, características heredables, sugiere la participación de posibles genes de susceptibilidad que codifiquen a las proteínas involucradas en estos procesos cronobiológicos. Algunos de estos genes circadianos se han relacionado con el TB. Entre los más implicados se mencionan a los genes CLOCK, NPAS2, ARNTL1, NR1D1 y PER3, los cuales han sido identificados por varios estudios clínicos en 15 Ciclo sueño/vigilia Cronotipo Preferencia vespertina, sensibilidad aumentada a la reducción de sueño Trastorno del espectro bipolar Mayor variación en los patrones sueño/vigilia, alta densidad de sueño MOR, latencia al sueño más larga, más despertares después del inicio del sueño, menor eficiencia de sueño, reducción de la actividad diaria Función de la glándula pineal Regularidad del estilo de vida Hipersensibilidad a la luz, reducción de los niveles de melatonina inducidos por luz, retardo en el pico de secreción de melatonina Eje HPA Menor regularidad del estilo de vida, ritmo reducido de las pistas sociales Secreción elevada de cortisol, reducción del ARNm de glucocorticoide Figura 1 los pacientes. Otra manera de comprobar la participación de estos genes es por medio de estudios moleculares. Por ejemplo, se han hecho cultivos de fibroblastos de pacientes con el trastorno y en ellos se han estudiado sus ritmos circadianos, encontrando una elevada correlación de éstos con las características del cronotipo de los sujetos. Finalmente, los genes circadianos también están implicados en las conductas “tipo bipolar” en modelos animales. Los ritmos circadianos están regulados por numerosos factores de transcripción, que de manera integral se conocen como el “reloj molecular”. Diversos estudios han demostrado que las variaciones en el polimorfismo o en la expresión de los genes que modulan estas transcripciones son más frecuentes en los pacientes bipolares y en aquellos individuos con un riesgo elevado de presentar la enfermedad. Por ello, el estudio de los fenotipos circadianos y de sus genes en el TB constituye un campo importante tanto para la investigación clínica como básica de esta enfermedad, que puede 16 ayudar a dilucidar con mayor precisión los mecanismos fisiopatológicos responsables. Esto finalmente ayudaría a encontrar y desarrollar tratamientos más individualizados para estos pacientes. En conclusión, y como se observa en la figura 1, aun en los periodos de eutimia los pacientes con trastornos del espectro bipolar muestran signos de que sus ritmos circadianos son diferentes a los de los sujetos sanos, si bien estas alteraciones también se han encontrado en familiares sin la enfermedad. Sin embargo, aun no se puede determinar si la enfermedad genera alteraciones en los relojes internos del organismo o si el TB se produce, en parte, por las alteraciones circadianas previamente establecidas (figura 1). Bibliografía MILHIET V, BOUDEBESSE C, BELLIVIER F y cols.: Circadian abnormalities as markers of susceptibility in bipolar disorder. Front Bioscience, S6:120-137, 2014. Vol. 26, Número 2, Febrero 2015
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