del domingo

EL DÍA, domingo, 3 de enero de 2016
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EL MILAGRO ESPAÑOL
más famoso, el del Cojo de Calanda,
en el s. XVI, desmontado por dos
concienzudos investigadores. 6/7
del domingo
revista semanal de EL DÍA
El coleccionismo
arqueológico en Tenerife
Texto: Fabio Carreiro Lago
David Rodríguez Fidel
(graduados en Historia)
D
esde la conquista castellana surge el interés por
la cultura de los primeros pobladores de Canarias, lo cual puede ser inferido a partir de las alusiones sobre el
modo de vida de los aborígenes en las
primeras descripciones, relatos, crónicas o historias sobre la Conquista
(Gomes de Sintra, Espinosa, Abreu Galindo, etc.), pero hasta el siglo XVIII
hubo una importante conservación de
lo que hoy consideramos como bienes arqueológicos.
Existen referencias al expolio y al
coleccionismo a partir del siglo XVIII
al acaparar interés la captura comercial de momias, que sobre todo tendrá importancia en el siglo siguiente,
como se puede reconocer a partir de
algunos comentarios de viajeros sobre
cómo algunas momias y otros objetos eran destinados a gabinetes científicos en Europa(1).
Sin embargo, las evidencias de la captación de determinados restos materiales y su organización sistemática en
colecciones no la encontramos hasta
el siglo XIX, por una contribución externa, paralela a la producción de los
primeros trabajos de contenido arqueológico en Tenerife, como Bory de SaintVicent en 1803(2). En las décadas siguientes, la literatura científica sobre
las Islas en ese marco se complementaría
con las aportaciones destacadas de Barker-Webb y Berthelot, en 1835, Berthelot
en 1842 y Verneau en 1891(3). En estos
inicios del coleccionismo, se buscaban especialmente cráneos que sirvieran
para establecer un origen racial, en el
progreso de la concepción de una equivalencia entre raza y cultura(4).
Todo este proceso va adquiriendo
una mayor relevancia cuando miembros de la burguesía canaria y tinerfeña, particularmente, promovieron
un enfoque más científico del pasado
aborigen, con la creación de los primeros gabinetes o pequeños museos,
como sería el caso del doctor Gregorio Chil y Naranjo, en Gran Canaria,
y Bethencourt Alfonso, en Tenerife,
a finales del siglo XIX(5). Esta primera
etapa, que podemos conceptuar como
de “coleccionismo científico”, perduraría, con distinta intensidad, hasta la
segunda mitad del siglo XX.
Paralelamente a la labor de esta elite
de científicos extranjeros y canarios, se producía un coleccionismo de
aficionados, que sería de alguna manera como el germen del coleccionismo
que se desarrolla plenamente desde
la segunda mitad del siglo XX en adelante. A esto habría que añadir los efectos del expolio, los hábitos de ciertos
canarios que destruían cualquier
resto que se
encontraban y la
utilización de cuevas por los pastores, que llevó a la
pérdida de numerosos yacimientos
arqueológicos(6).
En la búsqueda
del pasado más remoto de las Islas, a
partir de bien entrada la segunda
mitad del siglo XX,
los parámetros que
estaban detrás del
coleccionismo cambiaron sustancialmente, pero las prácticas detrás de
estos procesos no y el expolio y el
coleccionismo continuaron, generando una honda preocupación, sobre
todo en los círculos científicos y académicos(7).
La continuidad de la práctica del coleccionismo estaría estrechamente vinculada en esta segunda etapa, que podríamos denominar “coleccionismo
identitario o nacionalista”, y que lle-
Museo Villa
Benítez (arriba) y
antiguo Museo
Arqueológico de
Tenerife (época de
Luis Diego Cuscoy).
ga hasta nuestros días, con
el proceso de construcción
de identidades(8), a pesar
de una evolución en la
concepción y preocupación social por la conservación del patrimonio,
teniendo en cuenta este
como los vestigios que se
han conservado del pasado de un pueblo durante
su desarrollo y existencia(9). Entre estos vestigios, los componentes
materiales representan, sin
lugar a dudas, un aspecto
fundamental, no sólo por
ser la expresión viva de
una comunidad, sino
también porque, como
ocurre en el caso de algunas de las sociedades de
la Antigüedad, al ser la de
los guanches una cultura ágrafa, este es el principal elemento para su estudio y conocimiento(10).
El valor que se le da a
estos elementos del pasado es importante, pero
siempre teniendo en cuenta que no
es el mismo para toda la sociedad. En
este sentido, bastaría como ejemplo
la consideración de los yacimientos
arqueológicos para un sector de la sociedad como poseedores de valores
emblemáticos o de identidad, mientras que para otros tendrían un valor
fundamentalmente científico(11).
Mediados de los años 70 del siglo
XX es un período crucial donde el coleccionismo se desarrolló vivamente. Analizando el estado de la investigación
arqueológica en aquel momento en
Canarias, se conocía la existencia de
una gran cantidad de materiales arqueológicos recuperados, tanto en museos como en colecciones privadas(12). Precisamente fue durante
esa época de intensos cambios sociales y políticos en nuestro país cuando
tuvo más profusión el coleccionismo
privado, por factores como la influencia del movimiento independentista
MPAIAC, que en cierta medida instrumentalizaba la cultura guanche, y
alguno de cuyos miembros alentaba
las prospecciones, el saqueo y el coleccionismo privado, basándose en que
los materiales de los “antepasados”
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domingo, 3 de enero de 2016, EL DÍA
EN PORTADA
no debían caer en manos de un poder que consideraba colonial.
La existencia de importantes colecciones privadas era un asunto conocido en ciertas instancias políticas y
científicas al que, sin embargo, no se
puede otorgar en este contexto una
significación negativa por cuanto la
normativa hasta mediados de los
años 80 (Ley 16/1985 de Patrimonio
Histórico Español, la ley autonómica
se aprobaría en 1999) no impedía expresamente este tipo de prácticas, que eran
realizadas con cierta permisividad. Pese
al actual panorama jurídico y administrativo, estas actividades, han llegado,
de forma un tanto sorprendente,
hasta nuestros días.
El Museo Arqueológico de Tenerife y
el coleccionismo
Del fenómeno coleccionista se ha
nutrido el Museo Arqueológico de Tenerife, inaugurado en 1958, siendo su primer director Luis Diego Cuscoy, que
dio cabida en sus fondos a colecciones insulares que se habían formado
con anterioridad. Entre estas colecciones
cabría mencionar los fondos que se custodiaban en el Museo Municipal, que
había heredado, a su vez, las colecciones
del Gabinete Científico de Santa Cruz,
al que habían contribuido, entre otras
personalidades, el doctor Juan Bethencourt Alfonso, que había formado inte-
resantes colecciones antropológicas
y arqueológicas, especialmente de cerámicas. El Cabildo, como responsable
del Museo, anteriormente había adquirido también los fondos del museo denominado Museo Villa Benítez, que
había fundado a finales del siglo XIX
Anselmo Benítez, y de la misma manera entraron a formar parte del museo la colección Vallabriga y donaciones
como las de la Casa-Museo Ossuna de
La Laguna y de otros donantes particulares(13).
A estas colecciones, que se corresponderían con la primera etapa aludida de “coleccionismo científico”, se
unieron aquellas que, como consecuencia de las disposiciones de la Ley
16/1985 de Patrimonio Histórico Español, se fueron integrando en el Museo
Arqueológico, con las donaciones de
muchos coleccionistas, comenzando
por Juan Mazuelas, en 1989, siendo
un caso aparte lo ocurrido con la colección de Hermógenes Afonso (Hupalupa), que fue confiscada por la Dirección General de Patrimonio tras una
Año de entrega o donación
1985/1988
Coleccionista
Juan Mazuelas
1992
Hermanos Bauza Castro
1994
Hermógenes Afonso (Hupalupa)
1994
Fernando Massanet
1995
Santiago Melián
1995
Santiago de la Rosa
NOTAS
(1)R. González Antón, M.C. del Arco Aguilar, M.
del Arco Aguilar, C. Rosario Adrián, C. Benito Mateo,
C. Rodríguez Martín y M. Martín Oval “El pasado
imaginado. Reconstituyendo momias”, en P. Atoche Peña, C. Rodríguez Martín y A. Ramírez Rodríguez. Mummies and Science. World Rumies Research. Ed. Academia canaria de la Historia et al.
Santa Cruz de Tenerife, 2008. Pág. 75.
(2)J. Farrujia de la Rosa. En busca del pasado guanche. Historia de la Arqueología en Canarias. Ed.
Ka. Santa Cruz de Tenerife, 2010. Págs. 88-89.
(3)M. García Morales. Collecting the others, searching for ourselves. The biography of a Collection
of aboriginal objects. Trabajo fin de Máster (iné-
Actual Museo
Arqueológico de
Tenerife (área 1: las
colecciones).
Tabla 1. Principales
colecciones
arqueológicas
del Museo de la
Naturaleza y el
Hombre.
tido). University of London, 2003. Págs. 14-15.
(4)F. Estévez González. Indigenismo, raza y evolución. El pensamiento antropológico canario (17501900). Ed. Aula Cultural de Tenerife y Museo Etnográfico. Santa Cruz de Tenerife, 1987. Págs. 123-131.
(5)M. Ramírez Sánchez .”Un acercamiento historiográfico a los orígenes de la investigación arqueológica en Canarias: las sociedades científicas del
siglo XIX” en G. Mora Rodríguez y M. Díaz-Andreu
García, La cristalización del pasado: génesis y desarrollo del marco institucional de la arqueología en
España”. Madrid, 1997. Págs. 311-319.
(6)M. Álvarez Sosa e I. Morfini. Tierras de Momias.
Ed. ad Aegyptum. 2014. Pág. 147.
(7)M.C. del Arco Aguilar y J. F. Navarro Mede-
denuncia.
Una selección de los materiales más
representativos de estas colecciones
se encuentran actualmente en una sala
del Museo de la Naturaleza y el Hombre (en el que está integrado el Museo
Arqueológico), conocida como Área 1,
en la que se pretende agradecer la confianza que han mostrado las personas
e instituciones que han depositado estos
materiales en la institución con el objetivo de la custodia y el disfrute social
del patrimonio(14).
En cualquier caso, es necesario señalar que estas colecciones presentan
una serie de problemas metodológicos a la hora de afrontar su estudio,
por su descontextualización, que
provoca dificultades en su interpretación, datación e incluso, a veces, en
su atribución cultural.
Resulta evidente que las colecciones formadas en esta segunda etapa
del coleccionismo surgen de un interés particular de determinadas personas
por la cultura canaria, su identificación del pasado aborigen con el propio pasado y su conservación, seguramente cargadas de buenas intenciones, pero desde un punto de vista bastante simplista. La selección de materiales en la composición de las colecciones parece una constante,
recogiéndose solo elementos que
morfológica o estéticamente genera-
ros. Los aborígenes. Ed. Centro de la Cultura Popular Canaria. 1987. Pág. 12.
(8)J.F. Navarro Mederos. “Arqueología, identidad y patrimonio. Un diálogo en construcción permanente”. TABONA, 11. 2002. Págs. 8-17.
(9)M.C. Jiménez Gómez “El tratamiento del patrimonio arqueológico en la Ley 4/1999 de Patrimonio
Histórico Canario”. Estudios Canarios. LIII. 2009.
Pág. 76.
(10)A. Tejera Gaspar. Tenerife y los guanches.
Ed. Centro de la Cultura Popular Canaria. Santa Cruz
de Tenerife, 1992. Pág. 101.
(11)E. Pérez González, E. Chávez Álvarez y A. Quinteiro Goñi. “La evaluación del patrimonio arqueológico. Una propuesta aplicada a parte del conjunto
ban atracción o interés en determinados
casos. En algunos coleccionistas se aprecia también la obsesión por coleccionar
cráneos y, como mucho, ciertos huesos largos, tal vez como herencia de
la práctica coleccionista anterior. Toda esta selección ha hecho que se pierda
mucha información, destruida para
siempre.
Desde 1995 hasta 2015, prácticamente
todos los años se han entregado colecciones en el Museo Arqueológico
de Tenerife, no siempre de la importancia (en cuanto a abundancia de materiales) y significación de las grandes
colecciones anteriormente relacionadas,
pero sí pequeños repertorios o piezas
individuales e, incluso, como refiere
la prensa, grandes repertorios que sorprenden pero que no deben hacer considerar este fenómeno como excepcional.
El fenómeno del coleccionismo
privado de arqueología sólo encontrará
su fin, más allá de las prohibiciones
legales, con la educación y concienciación social, con la comprensión de
que estos restos del pasado nos pertenecen a todos y, por lo tanto, más
allá de imágenes idílicas del pasado,
sólo la adecuada documentación
científica del patrimonio acrecienta
el saber y permite transmitir su conocimiento.
de yacimientos del Barranco de Agua de Dios”.
TABONA, nº 18. 2009-2010. Pág. 136.
(12)D. Martín Socas y M.D. Cámalich Massieu.
“El hábitat de los aborígenes prehispánicos” en A.
Millares Torres. Historia general de las Islas Canarias. Tomo I. Ed. Edirca. Santa Cruz de Tenerife,
1975. Pág. 304.
(13)L. Diego Cuscoy. Museo Arqueológico de Tenerife. Ed. Publicaciones del Museo Arqueológico.
Santa Cruz de Tenerife, 1973. Págs. 5-6.
(14)M. del Arco Aguilar, R. González Antón y C.
Rosario Adrián. “Inauguración Museo de la Naturaleza y el Hombre. Arqueología”. ERES, 11. 2003.
Pág. 95.
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EL DÍA, domingo, 3 de enero de 2016
EN PORTADA
Melecio Hernández Pérez: cronista
del Puerto de la Cruz
Texto: José Melchor Hernández
Castilla
Dedicado a Melecio Hernández
Pérez por haberse brindado a
comentar parte de la historia de su
vida
M
elecio Hernández
Pérez nace el 14 de
diciembre de 1933, en
la casa familiar del
Botánico, en el Puerto
de la Cruz. Es uno de los hijos menores del matrimonio formado por
Adoración Pérez Perera y Melecio Hernández Benítez, que tienen además
de 8 hijos – 4 hembras y 4 varones–,
una niña y un niño que fallecen a corta
edad.
El 14 de abril de 1931, su padre, Melecio Hernández Benítez, es uno de los
miembros constituyentes del primer ayuntamiento republicano del
Puerto de la Cruz. Ocupará la Alcaldía a partir del día 21 de dicho mes
Florencio Sosa Acevedo, acompañado
de los concejales Ildefonso Padilla
Yanes, Juan Ríos Pérez, Domingo Perera
Hernández, Nicolás López y López,
Manuel Carrillo Jordán, Gonzalo
Cáceres y Cáceres, Pedro Pacheco Delgado, José López, Ángel Hernández,
Inocencio Sosa Hernández, Santiago
Yanes Amador, Martín Pérez Trujillo,
Luis Martin Hernández y José González Hernández (2). El 24 de octubre de 1934, se constituye un nuevo
gobierno local bajo el mandato de Isidoro Luz Carpenter(3).
Melecio Hernández Benítez forma
parte de los 17 hombres de ideas socialistas que son acusados de “asaltar”
el Círculo Iriarte en el Puerto de la Cruz
el 19 de julio de 1936 (fecha en que
fue detenido), si nos atenemos a la
causa 58 de 1936. Catorce de ellos son
acusados de “auxilio a la rebelión”,
entre ellos, Melecio, y tres de “incitación a la rebelión”(4). De la sentencia
celebrada en Consejo de Guerra el 22
de febrero de 1937, en la plaza de Santa
Cruz de Tenerife, 11 personas son condenadas a penas que oscilan entre 6
meses y un día y 10 años de prisión
mayor: Alfonso Carrillo Hernández,
Domingo Hernández Hernández,
Manuel Hernández Llanos, Francisco Sánchez Santana, Inocencio Sosa
Hernández, Francisco Jiménez Martín, Pedro García Barrera, Juan Álvarez Real, José Rodríguez Barreto, Melecio Hernández Benítez, Pío Pérez Pérez;
4 personas son condenadas a la
pena de 1 año y 8 meses de prisión
menor: Plácido Sánchez Martí y Martín, Olegario Álvarez Real, Antonio
Pérez Hernández, Eduardo Curbelo
Díaz; y 2 personas son condenadas a
“Melecio Hernández se ha convertido, por méritos propios, en el cronista del Puerto de la Cruz, en esa
especie de renovador del espacio que le rodea. Ha captado todo aquello que forma parte de la idiosincrasia,
de la ciencia, de su gente, a la que conoce profundamente” (Marcos Brito Gutiérrez, 1991, “Anecdotario del
Puerto de la Cruz”) (1).
la pena de 3 meses de arresto mayor:
Julio Sánchez Espina y Domingo
Gómez Díaz (4). Además, con fecha
de 22 de junio de 1938, todos son declarados responsables civiles e individualmente deben pagar la cantidad
de 100.000 pesetas, que cada uno ha
de satisfacer con sus bienes (5). De
las 17 personas, sólo 2 corresponden
a concejales del ayuntamiento portuense de 1931: Melecio Hernández
Benítez e Inocencio Sosa Hernández.
A Melecio Hernández Benítez lo condenan a 8 años y 1 día de cárcel mayor,
de la que cumple aproximadamente
4 años, saliendo bajo libertad condicional el 2 de julio de 1940. Transcurre este itinerante y duro encierro
en las prisiones de San Miguel, o la
llamada Provincial, Fyffes, y en los
barcos flotantes “Isora”, primero, y
después en el “Porto Pi”, en la bahía
del puerto de Santa Cruz de Tenerife,
así como en Gando, en Gran Canaria,
con la consiguiente pérdida del mantenimiento familiar.
En el difícil periodo de 1936 a 1940,
la situación familiar es paliada por
haber formado parte Melecio, desde
1927, de la sociedad mercantil de alimentación Juan Ríos y Cía., ubicada
en el Puerto de la Cruz, y también por
el trabajo de los hijos mayores. Asimismo, durante el tiempo de la prisión e inicios de la excarcelación, Melecio Hernández Benítez recibe el
apoyo de sus parientes y propietarios
de Villa Benítez, residentes en Santa
Cruz, donde inicia un negocio sin la
deseada prosperidad, y donde distribuye productos procedentes de la
isla de El Hierro.
Los Linares y la gestión empresarial
en Los Realejos
Melecio Hernández Pérez recibe la
mejor educación que se pueda tener
después de la Guerra Civil, pues entre sus maestros más destacados figuran María Pérez Trujillo, José Curbelo y Luis Gálvez, entre otros, y sobre
todo el profesor Inocencio Sosa Hernández, amigo de su padre, y que tendría una gran influencia sobre su formación profesional y su amor por los
libros y la poesía.
Melecio es un lector empedernido desde la infancia y pese a que
la biblioteca de su padre se ve mermada por la confiscación de libros por
parte del régimen político del
momento, él se las ingenia para ir comprando libros en la librería de Vicente
Cartaya, del Puerto de la Cruz, y así
satisfacer su afán de lectura. La
hijo, apodera y más tarde delega la
gerencia en Melecio Hernández Pérez(10).
El padre de Melecio fallece en
1964, a la edad de 73 años. En 1966,
Melecio se casa con María Luisa
Castro García, hermana del que fuera
alcalde del Puerto de la Cruz entre 1974
y 1976, Antonio Castro García, y del
matrimonio nacen dos hijos, Mele y
Mavi.
En 1981, fallece Nicolás Hernández–Siverio Pérez, en su mesa de despacho, mientras conversa con Melecio. Después esta pérdida, tras una
larga negociación de las partes hereditarias y resuelta la situación, Melecio, tras 33 años de trabajo, decide retirarse de la empresa para empezar en
su propio y pequeño negocio librero.
situación económica familiar le
impide acometer estudios universitarios; no obstante, se prepara concienzudamente para la contabilidad
empresarial, no sólo con distintos profesores sino también con su padre,
tenedor de libros(7).
Alrededor de 1945, su padre, que
había trabajado como contable y
viajante en varias firmas comerciales como la Elder Dempster Limited
de Tenerife, o la empresa Antonio
Topham, del Puerto de la Cruz, entre
otras, es llamado para trabajar como
gestor empresarial por una empresa
de Los Barros, en Los Realejos,
regentada por Nicolás Hernández Siverio, familia conocida con el sobrenombre de “Los Linares”. En 1949,
Melecio, hijo, entra a trabajar como
auxiliar de contabilidad en la misma
empresa de su padre, donde también
lo hacían sus hermanos Dora y Fernando, este último como hábil viajante. Dicha empresa, “Los Linares”, por esas fechas se convierte en
mayorista de importación y exportación de víveres y artículos en
general(8), momento en que ya es
regentada por el hijo del dueño,
Nicolás Hernández–Siverio Pérez.
Las dependencias del negocio se
ubican en una enorme casona, los bajos
son los almacenes y en un gran
solar abierto se depositan los envases(9). A principios de los años 60 es
uno de los negocios mayoristas más
importantes de Tenerife, y Nicolás,
Melecio
Hernández
Benítez (18921964). Archivo
privado de Melecio
Hernández Pérez.
El cronista del Puerto de la Cruz
Melecio comienza a escribir públicamente en 1952, y lo hace en revistas y periódicos como “Aguere”, “El
Día”, “La Tarde”, “La Voz de La Isla”,
“La Voz de la Ciudad”..., aunque, sus
primeros escritos proceden de temas
deportivos en la publicación “Aire
Libre” y en otras, firmando con su nombre propio y distintos seudónimos(11). Su mayor número de publicaciones se suceden en “El Día”, y particularmente en su suplemento La
Prensa, en el que sigue colaborando.
En 1986, Melecio abre su propia librería, en la casa de sus padres del Botánico, en el Puerto de la Cruz, lo cual
supone la culminación a una vida llena
de interés por los de libros. Se jubila
en 1999 y cierra la librería, no así su
vida de escritor. Ahora sigue disfrutando de su vida familiar, de los libros
y de la escritura.
Ha participado en varios libros propios y colectivos: “Anecdotario del
Puerto de la Cruz” (1991), con motivo
del centenario del Gran Hotel Taoro;
“Alrededor del Charco: historias y
leyendas del Puerto de la Cruz”
(1995); es coautor de “El Puerto de la
Cruz, de ciudad portuaria a turística”
(2005), con Nicolás González Lemus
e Isidoro Sánchez García, “El turismo
en la historia del Puerto de la Cruz a
través de sus protagonistas”, con Nicolás González Lemus (2010), “La familia Talg y la hospedería moderna en
Canarias”, revista “Turismo”, de la
Escuela Universitaria de Turismo
Iriarte (2009), con Nicolás González
Lemus, y también ha colaborado en
libros de variada temática: “Homenaje a Ulpiano Pérez Barrios” (1996),
con el capítulo “Turismo y hospedaje
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domingo, 3 de enero de 2016, EL DÍA
EN PORTADA
de tiempos antiguos en el Puerto de
la Cruz”; “Sol, fuego, cabras y mar en
las noches de San Juan”, de Chucho
Dorta – Benahuya– (1992), con el capítulo “Pastores y pescadores, vinculados por San Juan”, entre muchos
otros. Igualmente, figura referenciado
y reproducidos sus textos en obras
como “La Virgen de Candelaria y las
Islas Canarias”, “El hotel Taoro, cien
años de turismo en Tenerife
1890–1990” y “Vuelos históricos en
Tenerife”, entre otros. Independientemente, ha escrito prólogos de
libros. Valgan sólo dos muestras: “50
años de sanidad municipal. Puerto de
la Cruz 1947–1997”, y “El modelo turístico en el Puerto de la Cruz: presente
y futuro” (2012), de Oswaldo Ledesma
González (12).
Los artículos de prensa publicados
ascienden a varios centenares, con los
que tiene el propósito de elaborar un
libro con una selección de los mismos,
además de otras tantas anécdotas dadas
a conocer en prensa que no fueron
recogidas en el libro de 1991. Ha pronunciado conferencias, presentado
libros, y ha sido pregonero de las fiestas de San Juan (1989), Semana
Santa (2000), Fiestas de Julio (1986)
y de San Telmo, de su Puerto de la
Cruz (13). Fue también miembro
fundador de la Casa de la Cultura
Rómulo Betancourt en 1986, y de la
Asociación Wolfgang Köhler en 1995,
así como integrante actual de la
Junta Directiva del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias. Entre sus
distinciones cuenta con el testimonio unánime de reconocimiento y gratitud de la Comisión Municipal Per-
V
apego a su familia, herencia del
manente del Ayuntamiento del
Puerto, por la publicación de trabajos relativos al quehacer creativo de
escritores y poetas de la ciudad
(1984); premio y distinción del Centro de Iniciativas Turísticas “Simpatía y Popularidad” (1988), y Medalla
de Plata del mismo centro (1995), por
sus conocimientos de la vida, cultura
e historia portuenses. Entre sus últimos galardones, la Distinción Memorialista otorgada el 10 de noviembre
de 2015 por la Junta de Cronistas Oficiales de Canarias, en acto celebrado en el IEHC, y el Premio Paco
Afonso a la Cultura, el 26 de noviembre de 2015 (ex aequo) (14).
Un hombre bueno
A Melecio Hernández Pérez lo conozco desde el año 1992, cuando regentaba la librería Bótanico. Cuando lo
conocí pensé que siempre había tenido la librería, por la manera de
hablarme y por la pasión que expresaba por los libros.
De nuestras conversaciones a través de los años me gustaría resaltar
la exquisita cultura de Melecio y su
sentido de la moral, donde el buen
hacer es la expresión de esas dos cualidades. Pero más allá de eso, para mí,
por encima de todo, Melecio es un
hombre bueno, lo que se manifiesta
en su vida diaria, en la sensibilidad
hacia los demás y en un profundo
BIBLIOGRAFÍA:
Información escrita:
1) Hernández Pérez, Melecio (1991). Anecdotario del Puerto de la Cruz. Edita Casino Taoro.
La Orotava.
2) González Lemus, Nicolás; Hernández Pérez,
Melecio (2010). El turismo en la historia del
Puerto de la Cruz a través de sus protagonistas. Escuela
Universitaria de Turismo Iriarte. España. Página 241.
3) Ídem. Página 244.
4) Blog de Pedro Medina Sanabria. Memoria e His-
oy a contarles una graciosa anécdota que tuvo como
coprotagonista a un matrimonio amigo de La Laguna,
ya que los verdaderos protagonistas lo fueron sus
dos hijos varones gemelos, que al poco tiempo se dieron
cuenta de que uno de ellos no hablaba, padecía una afasia severa y era mudo total, y lo que más bien se le daba
era “hacer mutis por el foro” por más que obvias razones.
Tiempo después se entera este matrimonio –que quisiera que en este artículo permanezca en el más firme anonimato– de que en Cádiz hay un especialista y reputado
logopeda del que cuentan maravillas, que podría obrar casi
un milagro y que el infante hablara, por lo que no se lo
piensan dos veces y el padre y el gemelo mudo se van en
barco para Cádiz al encuentro con el especialista, que había
impartido charlas y conferencias en distintas Universidades.
Llegan a la Tacita de Plata después de cerca de tres días
de travesía, y cuando desembarcan en el puerto gaditano
de una grúa se zafa una paca de paja prensada golpeándole en la cabeza al niño “mudo”, cuando, para asombro
y a la vez alegría para el padre, el chiquillo, mirando al
conductor de la grúa, le dice: “Mira, me voy a cagar en la
muy puta madre que te parió”, palabras que fueron oídas
nítidamente por el padre, al que le faltó tiempo para ir a
una cabina telefónica para llamar a su mujer y decirle: “El
milagro se ha producido en el mismo puerto de Cádiz, pues
la carga de una grúa se desprendió y le dio en la cabeza
a nuestro hijo, quien, repuesto del golpe, rompió a hablar
diciendo que se cagaba en la muy puta madre del de la
grúa”. Contestándole su esposa y madre de los chiquillos:
“¿Sabes lo que te digo?, que la que se va a cagar pero en
todos tus muertos, en línea ascendente o descendente,
soy yo. ¿Todavía no te das cuenta de que el gemelo que
te llevaste para Cádiz es el que hablaba y que su hermano
el mudo lo dejaste en Tenerife?”.
Melecio
Hernández Pérez.
toria de Canarias: diecisiete vecinos del Puerto de
la Cruz, los militares, eran unos salvajes y unos canallas, encartados en la causa 58 de 1936.
5) Ibídem.
6) Ibídem.
7) Melecio Hernández Pérez (2015). Currículo de
Melecio Hernández Pérez como Memorialista.
Junta de Cronistas Oficiales de Canarias.
8) Ibídem.
9) Aguayo (2014). “Nicolás Hernández Siverio”.
EL DIA, Santa Cruz de Tenerife, 17-3-2014.
El niño mudo parlante Y el viaje
de la orquesta “Los
Universitarios” a Munich
HUMOR ANTICRISIS
Juan Oliva-Tristán Fernández*
Luego no supe más de esta familia, por lo que desconozco si al final el mudo “cantó” por el trabajo del famoso
especialista logopeda, que de conocer la presente anécdota se seguirá descojonando, eso sí, fuera del recinto portuario, por lo de las pacas locas, que en este caso no llegó
a epidemia.
La primera orquesta moderna la creamos en el año 1959
en mi ciudad de La Laguna Paco Ucelay, que, aparte de
poner su casa para los ensayos, tocaba la trompeta y la
guitarra de acompañamiento, Domingo Luis Martín, al piano,
Julio Fajardo, que le daba al acordeón, Falo Perera, al contrabajo, Domingo Díaz, que era el vocalista, y quien esto
les cuenta a los mandos de la batería. Perdón, y Leoncito
Bacallado, guitarra de punteo.
En el Puerto de la Cruz actuábamos en el Lido San Telmo,
en la sala de fiestas “Skandinavia” y en el hotel Las Vegas
de Ángel Piñeiro, padre de mis buenos amigos Alo y Berta
Piñeiro, y con las “perras” que ganamos en el citado hotel
decidimos ir a actuar a Alemania, y concretamente a Munich,
embarcando un 8 de diciembre de 1960 en el “Ernesto Anastasio”, rumbo a Málaga, y tras una breve escala proseguimos
amor de sus padres por sus hijos.
10) Ibídem.
11) Melecio Hernández Pérez (2015). Currículo de
Melecio Hernández Pérez como memorialista.
Junta de Cronistas Oficiales de Canarias.
12) Ibídem.
13) Ibídem.
14) Ibídem.
Información oral:
– Melecio Hernández Pérez.
– Mavi Hernández Castro.
– Salvador García Llanos
para Barcelona, para coger un autobús y entrar en Francia por La Junquera, pasando por Nimes y Besanson, llegando ya de noche a Lyon, donde pernoctamos, no sin antes
meternos en un cine para ver la película “A bout de soufle”,
de Alain Delon.
Al día siguiente entramos en Alemania, atravesando la
Selva Negra para llegar por la noche a Munich, que nos
recibió con 22 grados bajo cero, bajándonos del autobús
y venga una carrerita por aquí, otra por allá, con el fin de
entrar en calor, al punto que uno de los empleados teutones nos preguntó: “¿Oigan, ustedes son canarios?”, y Quique el Peta le contesta: “Canarios no, pingüinos, coño”.
Agarramos varios taxis que nos dejaron en el hotel Ventilator, lugar de nuestra residencia, actuando en el barrio
de Schwaving, donde estaban ubicadas las salas de fiestas, cabarets y casinos de la ciudad, y en uno de los locales donde cantamos la dueña, sargentona ella, a cada momento
le pedía a Domingo Luis que cantara “Granada”.
La vuelta a España nos la vino a solucionar la venta de
un excelente microscopio cuyo destinatario era Antonio
González, que fuera senador por designación real, y en
tren, y tras una parada en Ginebra, llegamos por el puesto
fronterizo de Port Bou a Barcelona, a la que llegamos la
víspera de Reyes, durmiendo en una pensionucha de esas
que Sanidad no dudaría un segundo en clausurar.
Al día siguiente, y en el Villa de Madrid, para Tenerife,
moviéndose el barco más que la compresa de una coja,
echando la “mascada” todos, acojonándonos cuando vimos
también al capitán y al primer oficial abrazados, momento
en el que nos dimos cuenta de la gravedad de la situación.
*Pensionista de larga duración y parrandero vitalicio. Pueden comprobarlo entrando en You Toube con
la clave: la bodega de Julián: con viejos sabandeños.
De nada.
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EL DÍA, domingo, 3 de enero de 2016
INVESTIGACIÓN
EN PORTADA
TURISMO
Pepe Rodríguez Rey
(Óleo sobre lienzo de 100 cmx100 cm)
Conocido como jurado del concurso MasterChef España, Pepe Rodríguez Rey es un cocinero de largo recorrido, que a través del restaurante familiar El Bohío muestra una cocina mediterránea anclada en el recetario tradicional manchego, las técnicas modernas y la elegancia
de sus presentaciones. Nacido en Illescas (Toledo), se crió
en el entorno del restaurante familiar El Bohío, fundado
como casa de comidas unos años antes de la Guerra Civil española por su abuela Valentina. Luego pasaron a hacerse cargo sus padres y, al acabar el instituto, empezó a
trabajar como camarero. Cuando su madre no pudo hacerse cargo de la cocina, tanto Pepe como su hermano Diego (actual jefe de sala) empezaron a turnarse entre los fogones. Pero allí, con 22 años, Pepe descubrió su pasión como cocinero. En Vitoria conoció a los principales chefs españoles y franceses de los años 80 y, durante los ocho primeros años entre los fogones de El Bohío aprovechó las
vacaciones del restaurante para trabajar con grandes maestros de la cocina, sobre todo con Martín Berasategui, a quien
considera su mentor. El Bohío, reconocido con 3 soles de
la Guía Repsol 2014, recibió la estrella Michelin en 1999
y la preserva desde entonces. En 2010, Pepe fue galardonado
con el Premio Nacional de Gastronomía. Ese mismo año
fundó, junto a su hermano Diego, Iván Cerdeño y Rodrigo Delgado, el restaurante La Casa de Carmen (Olías del
Rey, Toledo), que en noviembre de 2013 también consiguió una estrella Michelin. Además de ser copropietario
de ambos restaurantes, Pepe también cuenta con una empresa de asesoramiento de restaurantes, empresas y colectividades a través del grupo Bohío.
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domingo, 3 de enero de 2016, EL DÍA
CLAVES DEL CAMINO
EL MILAGRO MÁS ASOMBROSO
El prodigio del Cojo de Calanda
En la historia del cristianismo existen pocos milagros tan asombrosos y desestabilizantes como el que experimentó hacia 1640 Miguel
Juan Pellicer, un joven labriego de 20 años de edad al que en el transcurso de una noche le sería restituida la pierna que le habían
amputado años atrás. Ahora, cuatro siglos después, los investigadores Antonio Gascón y Ángel Briongos han publicado el análisis más
completo y exhaustivo sobre el llamado “milagro del Cojo de Calanda”. Sus documentadas conclusiones nos ponen tras la pista de una
trama de inconfesables intereses y mucha picaresca.
Texto:
José Gregorio González
L
a verdad es que la historia
del Cojo de Calanda se las
trae. No estamos ante una
aparición celestial “al uso”,
una curación contra todo
pronóstico o un portento divino que
inclina el desarrollo de una batalla hacia el bando de los creyentes. La historia de Miguel Pellicer es la de un joven
de la Villa de Calanda –a unos 100 km
de Zaragoza y Teruel– que, tras ser atropellado en julio de 1637 por un carro
de trigo en Castellón de la Plana, termina, después de deambular por varias ciudades, perdiendo la pierna derecha como consecuencia de la gangrena
y los malos cuidados que recibió la herida. Es en el Hospital Real y General
de Nuestra Señora de Gracia de Zaragoza donde, por decisión del catedrático
Juan de Estanga y el cirujano Miguel
Beltrán, se le amputa la pierna cuatro dedos por debajo de la rodilla,
permaneciendo ingresado en el citado
centro por espacio de medio año para
recuperarse. De allí salió con una prótesis de madera, que terminaría quitándose por dolores e incomodidades
diversas. La triste historia de nuestro
protagonista pronto fue conocida en
el entorno de la Basílica del Pilar, pues
allí acudió por espacio de dos años a
pedir limosna en la entrada del templo, así como a untarse el aceite de las
lámparas del Pilar buscando aliviar el
dolor de su muñón. Cada día buscaba
el amparo de la Virgen, tras descargarse
de las muletas que le servía de apoyo.
Finalmente regresó a Calanda, con su
familia, haciendo posible que el milagro tomara forma la noche del 29 de
marzo de 1640, dos años y medio después de serle amputada la pierna.
El relato que ha llegado hasta nuestros días cuenta cómo su madre se
acercó a la habitación en la que descansaba, sobrecogiéndose al observar
que de entre las ropas de la cama sobresalían dos piernas. Tras comprobar que
no era un intruso, la casa se llenó con
los gritos de la madre ante tan milagroso acontecimiento, del que fueron
testigos varias personas que esa
noche compartían mesa y conversación en el hogar familiar de Pellicer.
Un casa, que por cierto, se convirtió
Representación
del portento de
Calanda y los autores
de la investigación.
en oratorio público poco después del
portento. La pierna había sido restituida..., mostrando incluso algunas viejas cicatrices y lo que a todas luces parecía la marca de la propia amputación.
Pellicer, igual de sorprendido por lo
que estaba sucediendo, solo atina a decir
que estaba soñando que se encontraba
en el templo del Pilar untándose la
herida aceite. El notario Miguel
Andreu levantaría un acta cuatro
días más tarde con el testimonio
pormenorizado del protagonista, acta
conocida como Protocolo de Mazaleón,
y que permanecería extraviado hasta
1938. Poco después, Miguel Pellicer se
convertiría en una celebridad tras
“autentificarse” el milagro por las autoridades eclesiásticas, publicándose los
resultados de lo que hasta la fecha ha
venido siendo considerada la investigación histórica y a tiempo real de
los hechos bajo el nombre de Sentencia
en abril de 1641. Ese documento, firmado por el arzobispo de Zaragoza
Pedro de Apaolaza, declara milagro-
sos los hechos al sentenciar: “Pronunciamos y declaramos, que á Miguel
Juan Pellicer, natural de Calanda, de
quien en este Proceso se trata, le ha sido
restituida milagrosamente su pierna derecha, que antes le habían cortado, y que
tal restitución no ha sido obrada
naturalmente, sino prodigiosa y milagrosamente; debiéndose juzgar y tener
por milagro, por haber concurrido en
ella todas las circunstancias que el Derecho exige para constituir un verdadero
milagro, como por el presente la atribuimos á milagro, y por tal milagro lo
aprobamos, declaramos y autorizamos,
y así lo decimos”.
Como ejemplo vivo del más asombroso de los milagros, Pellicer se
convirtió en una suerte de embajador
del Pilar, siendo recibido por gobernantes, recaudando fondos para el sostenimiento del templo y atribuyéndosele
también la intermediación en un milagro, como sí de un santo se tratara,
en 1900.
Detectives en busca de la verdad
Hay que reconocer que el trabajo de
Gascón y Briongos El milagro del Cojo de Calanda. La génesis de un mito
(Editorial Geoda) es monumental y defi-
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EL DÍA, domingo, 3 de enero de 2016
CLAVES DEL CAMINO
nitivo. Nos brindan una lección de buen
hacer, llegando al fondo del que para
muchos es el milagro más increíble de
todos los tiempos. Sin embargo, sus
conclusiones están del lado de la verdad, y esa verdad parece hablarnos de
cosas muy diferentes a la intervención
divina, hasta el punto de revelar que
el portento de la restitución salamandrina de un miembro amputado no es
tampoco exclusivo del Cojo de Calanda.
Los autores cotejan todas las fuentes
documentales existentes, detectando
ya en las primeras versiones discrepancias y contradicciones muy evidentes, que con criterio se pueden atribuir a la inventiva de los autores, que
llenaron lagunas de forma imaginativa e incluso interesada. Tal y como
explican los autores, “todo lo que rompe
la armonía y beatitud de la historia de
Calanda ha sido hábilmente ignorado
o descartado por todos y cada uno de
los autores que hasta esta fecha han
tocado el tema, faltos de respuestas coherentes a dichas anomalías o sorprendidos, tras el análisis, de que las respuestas racionales a ellas dieran como
resultado el entrar en franca oposición
a lo que hasta aquel momento se había aceptado como inamovible, hecho
en principio inadmisible desde la perspectiva de la fe”.
Desde las primeras páginas los autores nos ponen sobre la pista de un
proceso manipulado, de actuaciones
poco claras en notarios, médicos y clero,
de una utilización de las fuentes a lo
largo de los siglos interesada e incluso
tergiversada, o de una biografía nada
piadosa del protagonista, con lances
vitales que lo sitúan incluso en la cárcel por apropiarse de las limosnas y
llevar una vida indecorosa.
Oficialmente, Miguel Pellicer fallece
el 12 de septiembre de 1647 en Velilla de Ebro, aunque otra versión lo sitúa
años después en Pamplona muriendo
ajusticiado, lo que nos permite hacernos una idea de la naturaleza del actor
principal.
Sería temerario intentar resumir las
740 páginas de El Milagro del Cojo de
Calanda, escrito por Antonio Gascón
y Ángel Briongos, en esta breve crónica dominical. Necesariamente invitamos a su lectura pausada y sosegada,
un auténtico y pedagógico placer. Ahora
Otra recreación
pictórica del falso
milagro y portada del
libro que lo explica
todo.
bien, no podemos pasar por alto varios apuntes relevantes, y por ello incómodos, que despuntan en este monumental trabajo, al entender que pueden estimular el interés del lector potencial.
Uno de ellos tiene al vicario de Calanda, Jusepe Herrero, como protagonista. Como Gascón y Briongos señalan, Herrero ha sido un personaje generalmente desatendido a pesar de su
papel clave avalando desde un primer
momento el portento. En el momento
del milagro, el vicario tenía un proceso abierto por el Santo Oficio por sus
“malos modales”, por una mala uva
que brotaba de manera colérica incluso
durante la celebración de los oficios
religiosos, llegando a ser encarcelado
durante días por la Inquisición. Una
de las paradojas que se dan en este caso
es que algunos de los sujetos que testifican en su contra por ese comportamiento deplorable también testifican a favor del milagro de Calanda
cuando se comienzan a tomar declaraciones. Es decir, el “milagro” les coloca
en el mismo bando. El portento del Cojo
de Calanda fue de lo más oportuno para
Herrero, desviando la atención y diluyendo su propio proceso, una providencial carta que el vicario supo jugar
y que terminaría años después con la
sorpresa de ser él mismo, Jusepe Herrero, nombrado notario del Santo Oficio.
Otro aspecto que los autores rescatan
y que hará las delicias del lector es el
relativo a la exhumación de sus hipotéticos restos mortales en el cementerio viejo de Velilla de Ebro, en
1950, un asunto silenciado durante años
y sometido a los rigores de una con-
fidencialidad legal que lo condenaba
al olvido hasta dentro de unas décadas. Finalmente, los autores lograron
la autorización necesaria para consultar
el expediente. En aquel tiempo la iniciativa de examinar los restos partió
de Vicente Lope Onde y de Emilio Alfaro
Lapuerta, juez y periodista respectivamente. Se excavó en la zona en la
que la memoria popular situaba el cadáver de Pellicer y se encontró un esqueleto casi completo, encontrándose
en la parte superior de la tibia derecha una marca o hendidura, además
de algunas anomalías adicionales. Pero,
como a estas alturas será fácil suponer, las cosas no sucedieron exactamente así, apuntándose a varios cadáveres exhumados durante días, a la manipulación de los restos recolocando huesos, al ir y venir de personas participando en el proceso sin el debido control, etc., etc. Este capítulo, sin duda,
no dejará indiferente a nadie.
A todas éstas ¿hubo milagro en Calanda? Todo apunta a que no fue así.
Es muy posible que jamás le fuese amputada la pierna a Pellicer, y que éste,
hábilmente, la ocultase dando esa impresión para recoger más limosnas. La
noche de autos, quizá por un descuido,
quedó al descubierto su pierna deformada y arrancó la historia del milagro, que por miedo inicialmente, e intereses diversos después, se consolidó
con rapidez. Interesaba más que
aquella historia prosperase que fuese
cortada de raíz, ganando cómplices con
el transcurrir de los años en los autores que se aproximaron a la misma.
Si quieren conocer la verdad, El Milagro del Cojo de Calanda. La génesis de
un mito es la fuente.
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domingo, 3 de enero de 2016, EL DÍA
www.eldia.es/laprensa
Revista semanal de EL DÍA. Segunda época, número 1.013
BALCÓN DE VENEZUELA
LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS Y EL RETO
DEL TRATO HUMANO.
EL TURISMO QUE VIENE, A EXAMEN
Texto: Antonio Pedro Tejera Reyes
(del Grupo de Expertos de la
Organización Mundial del Turismo.
UNTWO.)
Nada podrá superar en el mundo del turismo el trato personal, la
recepción y acogida amable y cordial en cualquiera de sus
manifestaciones, acompañada del calor humano detrás de una sonrisa
sincera… Algo imposible de sustituir.
N
o dejamos cada día que
pasa de asombrarnos de
los increíbles avances de
las nuevas tecnologías y
su implicación en el desarrollo del turismo. Ahora tenemos los
nuevos parámetros del hotel del futuro,
donde se puede desde nuestra propia
casa hacer la reserva, alojarse debidamente en él, disfrutar de todos sus servicios, pagar lo que haya que pagar y
regresar saliendo por sus puertas automáticas, sin prácticamente tener ninguna necesidad de ver a persona
alguna. Algo realmente increíble si nos
remontásemos siquiera hace apenas
veinte años atrás.
Sin lugar a ninguna duda razonable,
este es el futuro del turismo llamado
de masas. Ese del viaje con los niños
metidos en una mochila, en el pecho
o en la espalda, una maleta pequeña
con sus ruedecitas y la clásica bandolera a la cintura donde van los documentos personales del viaje, las tarjetas de crédito y algún dinero suelto para
pequeñas necesidades. Seguro que no
para comprar un periódico, porque el
viajero de masas apenas se ocupa de
lo que pasa por el mundo.
Este es el enorme porcentaje espectacular del turismo creciente que este
año ha vuelto a batir récords con sus
1.200 millones de turistas internacionales, cuando el año pasado llegaba a
1.133, lo que supone, antes de terminar el año, un porcentaje de aumento
de un 4,3%. Espectacular. Unos setenta
millones mas de turistas moviéndose
por el mundo, trasladándose de un país
a otro.
Indiscutiblemente, las nuevas tecnologías tienen mucho que decir en todo
esto. El abaratamiento de los precios
debido a ellas, los nuevos tipos de transporte y su influencia en todos los servicios que el viaje precisa forman parte
destacada de este movimento mundial
imparable, como hemos visto en el transcurso de los años, cuando ni siquiera
los enfrentamientos bélicos han podido
parar esta corriente multitudinaria de
los viajes, que, ante estos trágicos e indeseables hechos, lo más que han conseguido es desviar estas corrientes turísticas hasta otros lugares donde encuentran las condiciones elementales
para cubrir sus expectativas.
Todo este impresionante desarrollo
del turismo nos ha llevado a segmen-
tarlo según sus apetencias, lo cual deja
focalizadas las acciones de los destinos receptivos emergentes –y los tradicionales también– en conseguir estudiar su oferta de forma inteligible para
sus posibles mercados, en lo cual
juega una más que importante cualidad
el saber determinar los valores que se
poseen y la capacidad de adquisición
de los mercados a los cuales les pueda
interesar la oferta.
El mercado chino, uno de los principales emergentes del mundo, presenta
un marcado interés cultural, por lo cual
Grecia, Francia, Italia, España, etc. son
principales puntos de sus destinos. Las
playas del Caribe, las nieves de Suiza,
Chile o Argentina, o los casinos de Montecarlo y de Burdeos no están en sus
principales apetencias. Este es un
simple ejemplo.
Otro de ellos está en las ofertas de
los parques de atracciones, donde
Disney World se lleva la palma. Un ejemplo vivo lo tenemos en la isla de
Tenerife, con su famoso Loro Parque
(catalogado por TripAvisor como el mejor
de Europa y número 2 del mundo), que
con su mayor colección de papagayos
y unas instalaciones modélicas con actividades de orcas, delfines, leones
marinos, la presencia de tigres, monos…
,¡una colonia de pingüinos!, etc., ha
logrado la supervivencia de un destino
turístico tradicional de los años 60-70
del pasado siglo, maltratado duramente
por erradas acciones políticas.
El turismo llamado de lujo es otra de
las muchas caras de este movimiento
que también avanza con las debidas limitaciones económicas, no bien interpretadas por todos sus empresarios,
algunos de ellos confundidos al intentar aplicar tecnologías avanzadas,
donde ese viajero acostumbrado al trato
personal sale completamente desilusionado.
Aún está en nuestro recuerdo la habitación del superlujoso hotel Acapulco
Princess, cuando en una visita profesional que realizamos al mismo –año
1973– observamos, puestos en fila, treinta
y dos pares de zapatos que llevaba su
Stand de Perú, en
la FITUR 2012. Se
hace presente la
atención personal
como un
insustituible
elemento de alto
atractivo para el
turismo. Debajo, el
galardonado hotel
Tigaiga.
La curiosa vajilla
del Hotel Real
Intercontinental
Guatemala, es un
ejemplo de tipismo y
excelencia en su
presentación.
ocupante. ¿Podía este ocupante de tan
sorprendente suite movilizarse usando
los sistemas “inteligentes” del turismo
de masas?
Ese turismo del contacto humano
nunca podrá ser atendido con llaves de
plástico o self-service. Es otra apuesta
que tiene que ser conjugada con unos
servicios añadidos en los que entra de
lleno la labor de los municipios donde
florezcan estos hoteles. En este simple
reportaje no podemos extendernos más
en el tema, pero es una de las grandes
fallas que presenta este sector del llamado turismo de lujo.
En toda esta estructura del nuevo
turismo, o el turismo que viene,
venimos insistiendo desde hace
muchos años en nuestros multitudinarios encuentros, aulas,
seminarios, congresos, convenciones, etc. en el valor insustituible
del trato humano.
El mundo está compuestos
por personas que, de una forma
u otra, necesitan y valoran el trato
cordial y amable de sus semejantes.
Son múltiples los ejemplos que
podemos aportar de esa poderosa verdad, donde la acogida
que se nos dispense a la entrada
en cualquier lugar hace que el
receptor sienta ese calor humano
que se recibe cuando se percibe
la amabilidad en el trato que trasmite su presencia. La acogida en
las empresas de turismo –así
como en cualquier otro lugar–,
donde el recepcionista le llama
a uno por su nombre, es una señal
de la excelencia imposible de sustituir.
Poderosos valores de gestión
son aquellos personajes que han
sabido ganarse con su trato la confianza
de sus clientes, casos concretos en aquellos hoteles cuya clientela asiste año tras
año al mismo en sus vacaciones –o a
invernar, como ocurre en la isla de Tenerife–, donde, inclusive, le son reservadas
las mismas habitaciones, las mismas
mesas en los comedores, y se atiende
en sus mas mínimos detalles conociendo
sus preferencias. Caso concreto el
hotel Tigaiga, en Puerto de la Cruz, uno
de los mas galardonados del mundo –21
veces ganador consecutivamente,
desde 1995, del prestigioso premio TUI
HOLLY, por la calidad de sus servicios–,
donde la saga familiar Talg, en tercera
generación, ha sabido conservar toda
una tradición que le ha valido esos múltiples premios internacionales como un
lugar de acogida de primera clase.
El trato personal es el valor insustituible del turismo por mucha tecnología
que aportemos a este. Los miles de ejemplos que podemos citar sobre este tema
los hemos puesto de modelos incontrovertibles, como decimos, en cientos de ocasiones ante millares de personas, la mayoría de ellas en plena formación para desempeñar puestos de
gestión en el turismo, en lo cual nos cabe
la enorme satisfacción de unos resultados más que positivos, regados por
esos mundos de Dios.