LECTURAS DE VERANO FRAY MOCHO José Sixto Álvarez EL LECHERO A LA HORA DEL TE EN LAS ANTESALAS DEL CONGRESO FRAY MOCHO José Sixto Álvarez (Gualeguaychú, 1858 - Buenos Aires, 1903) Periodista y narrador argentino que dio amplitud a la literatura costumbrista, tanto en las descripciones rurales como en los cuadros urbanos, y en agudas viñetas reflejó el habla popular porteña de principios del siglo XX, como testigo de los efectos de la modernización y el crecimiento demográfico. Estudió en el prestigioso Colegio Nacional de Concepción del Uruguay, donde inició su actividad periodística. A los veintiún años se trasladó a Buenos Aires; colaboró con El Nacional, La Pampa, La Patria Argentina, La Nación y La Razón, pero no tuvo éxito con la edición de la revista humorística Fray Gerundio de la que fue fundador. Su primera obra fue Esmeraldas, cuentos mundanos (1885). El cargo de funcionario y cronista policial le permitió observar los tipos del hampa porteña, que trasladó a numerosas narraciones: Galería de ladrones de la Capital (1880-1887) y Vida de los ladrones célebres y sus maneras de robar (1887). En su única novela, Memorias de un vigilante (1897), elogió la institución policial. Publicó las descripciones regionalistas Un viaje al país de los matreros (1897) y En el mar austral; Croquis fueguinos (1898), fue escrita sin conocimiento directo de la región. En 1898 fundó la revista Caras y Caretas, que dirigió durante los cinco años siguientes y en la cual popularizó sus semblanzas festivas, firmadas con el seudónimo de Fray Mocho. La publicación tuvo enorme popularidad en Argentina durante las primeras décadas del siglo XX. Álvarez usó también otros apodos, como Nemesio Machuca o Fabio Carrizo. Estas producciones fueron compiladas póstumamente en Cuentos de Fray Mocho (1906), que se reeditaron en muchas ocasiones, y Fray Mocho desconocido (1979), que reúne la totalidad de los cuentos y las viñetas aparecidos en la revista. En las variaciones del lenguaje coloquial y las formas de conducta de los personajes, Álvarez supo captar el carácter ridículo de ciertas convenciones sociales. 1 2 EL LECHERO CUENTOS DE COSTUMBRES, 1900 Siendo la leche el primer alimento que se da a los recién nacidos, necesario era que mi primer articulo para Caras y Caretas tuviese sabor lácteo, para lo cual ningún tipo de los que me obligaron a presentar se acomodaba tanto a mi propósito, como el del lechero. Ya se fue el marchante de los buenos tiempos viejos, que los niños esperábamos ansiosos por la yapa de la leche, exigua y por ello sabrosa, y los más grandecitos y traviesos, por el mancarrón cargado con los tarros, sobre cuyas tapas envueltas en trapos, se extendía el cuero de carnero que le servia de trono v sobre el cual, arrodillado y erguido el busto, marchaba a trote el lechero, como se decía, el viejo vasco cantor y alegre. Qué famosos galopes hasta la bocacalle, con corridas de todos los perros vecinos! Se fue el marchante y con él se ha ido una nota típica de Buenos Aires y también el arreador usado como cetro; la boina terciada sobre la oreja; el chiripá de granos de oro cayendo apenas sobre la bota de becerro chueca y embarrada; el tirador que era una especie de cafarnaún en que se halla- FRAY MOCHO EL LECHERO 3 ban botones desertores, cartas de mucamas aventureras que comenzaban con el invariable “cerido, marchante digamé ci es cierto que irle dará el hanivito ci le doy el veso”, pesos chicos con carnerito, cabellos mezclados con flores secas, horquillas para la novia preferida -la paisana- que le esperaba entre sus patos y gallinas, allá por Morón o San justo, y a veces el papelito en que “la patrona gorda”, “la flaca de Maypú”, “1a vieja del Socorro”, cono él designaba a su clientela, le encargaban manteca fresca o huevos caseros para la niña y también las milongas en vascuence, entonadas al bordear un charco suburbano y la original “fonda de vascos” donde entre copa y copa de vino se comentaba a gritos toda la vida porteña, mirada desde la cocina. A otros tiempos otros tipos. Ahora tenemos el carrito con vasijas de latón, lustrosas de puro limpias: el lechero de delantal y gorro blanco, serio, grave, que no canta ni ríe, ni dice chicoleos; la manteca en panes de ilusión y la harina y el agua y la sofisticación reinando omnipotentes con sellos, patentes, certificados químicos y tapas higiénicas! Y ahí va la vida, siguiendo su tortuoso camino. cada día menos pintoresca, menos nacional, diremos, pero más arreglada a las leves y ordenanzas, por más que el viejo marchante desalojado, diga melancólicamente, al ver pasar uno de lo carritos triunfadores: -¡Arodá no más... masón condenao, que ya te allegará tu hora! FRAY MOCHO A LA HORA DEL TE A LA HORA DEL TE CUENTOS DE COSTUMBRES, 1900 -¡No me digas, che!... Estos de ahora ya no son mozos... ¡Los muchachos parece que nacieran viejos y de las muchachas no te digo nada!... Vos las ves reunidas y es un cotorreo y una charla y unas risas, que cres por lo menos está desfilando todo Buenos Aires ridículo por delante del grupo y te ponés a escuchar... ¡Hijita!... ¡Qué insulsez!... Todo ese barullo es para hablar de baratillos y de pichincheo con las costureras o ponderaciones de lo tiradas que eran en París, según les contó fulanita las puntillas que aquí cuestan un sentido ... Parece que fueran dependientes de tienda... Mirá, cuando nosotras!... ¿Te acordás?... El día nos era corta para nuestras cosas y nuestro tijereteo... ilbamos a perder el tiempo en discutir centavitos... ¡cómo no! -¿Qué me vas a decir, Feliciana, si esa es mi guerra todos los días? Vos las ves a mis hijas que gastan un platal en monadas y en adornos y eso que no puedo acusarlas de que sean ahorradas... ¿Y para qué)... ¡Para irse a Palermo en el coche, como estatuas! ¿Te eres que siquiera se dicen algo de la gente que ven?... ¡Pues no, che!... ¡No faltaba más! ¡Van como si estuviesen en misa, porque no hay importancia sin formalidá! -Pero si no se usa hablar, che... a lo menos en castilla ... ¡Parece que es muy ordinario, muy guarango!... 4 FRAY MOCHO A LA HORA DEL TE 5 -Vez pasada me dijo a mí una amiga, que acababa de venir de Europa y que me vio en Palermo con Federico, charlando a más y mejor, que en París che, cuando se veía en un paseo una señora y un caballero que iban conversando y riendosé, ¡se podía asegurar que no eran casados!... ¡Figurate! -¡A propósito de los que vienen de París, hijita, te voy a contar lo que me sucedió el otro día en lo de Mariquita, mi sobrina, que como sabrás, recién ha Venido!... ¡Voy a visitarla y si vieras qué comedia!... Llego a la casa y lo primero con que me topo es un francés todo afeitado 38 y vestido de fraque que no entendía ni jota; de balde le decía, desgañitándome: “Vaya, dígale que está su tía Feliciana... “ ¡Nada!... Al fin busco en la cartera y le doy una tarjeta, pero en vez de darle una mía, con el apuro y la agitación, hijita, le doy una de Pepita Aguirre que tenía guardada y lo oigo que gritaba desde la puerta cancel a otro sirviente que estaba en el descanso de la escalera... ¡Madame Vassilicós!... ¡y oigo que el otro repetía la cosa y que el grito seguía!... Entonces, me subo ligerita para decirles a aquellos condenados mi equivocación y tomo para el lado del comedor, donde siempre acostumbraba recibirme Mariquita; pero me ataja el sirviente y me mete a la sala, que a las tres de la tarde estaba ya con luz encendida y con todas las ventanas cerradas... ¿Crerás?... Tuve miedo del cú de charol che, y estaba pensando en escaparme de algún modo, cuando se aparece Mariquita en una de las puertas, de gran cola y me hace una cortesía a uso de minué... ¡Claro!... Corrí a abrazarle diciéndole: “sí, soy yo, m’hijita”, pero ella con una sonrisa seria en que solamente me mostraba el colmillo de un lado, me estiró la mano en silencio y con una frialdad que me heló, che, a pesar del calor... Nos sentamos y naturalmen- FRAY MOCHO A LA HORA DEL TE te le pregunté por su esposo, por González, que era, como sabrás, antes de sacarse la lotería que se sacó, uno de los escribientes del ministerio que nombró tatita... Apenas me dijo que estaba bien preguntándome de paso por Mamerto... ¡Si vieras la cara que puso cuando le dije que todavía seguía con sus pobres pies y que lo atendía Federico, tu marido!... Y después de esto, se estiró bien en el sofá y no me habló una palabra más... -Así es la moda de ahora, Felicianita de mi alma... ¿Que no ves los bailes que se usan?... ¿Acaso son como aquellos de nuestro tiempo en que las muchachas y los mozos podían bailar y conversar?... Ahora para bailar se necesita ser casi un ingeniero para estar contando los pasitos y golpecitos con el pie... -Miró, m’hijita, ¿sabés una cosa?... Yo no creo que en París la gente sea como esta que va y vuelve... ¿Qué querés?... A mí me parece que éstos toman por franceses a los maniquís de alguna tienda... ¡Mirá!... ¡En esto ha de estar sucediendo alguna gran barbaridá! 6 FRAY MOCHO EN LAS ANTESALAS DEL CONGRESO 7 EN LAS ANTESALAS DEL CONGRESO CUENTOS DE COSTUMBRES, 1900 -¿Mirá quién en la casa de las leyes?. .. De seguro viene tormenta... -El tisne le dijo a la olla: ¡agarrate Catalina!... ¿Y cómo te va?... -¡La pregunta!... ¡Lindo, nomás, pues!... ¿Que no sabés que le pedí la’ija a tu comadre?... -Las muchachas leyeron la cosa en la crónica social de La Clase... pero no había detalles. -¿Y qué detalles me has dan a guardar?... La pedí y me la dieron y aquí paz y después gloria, como decía el finau Aneiros. -Hombre, que sea pa tiempos y pa güeno... ¡Bien te lo merecés, qué diablos!... Porque vos l’has peliao a tu posición actual com’un tigre... -Bueno... un poco yo y otro la suerte... -¡Qué suerte ni qué demonios!... Cuántos como vos han sido mucamos o citadores de jujao y no han llegao al Congreso u los ministerios... ¡No, che, lo qu’es justo es justo!... Y de la muchacha no te digo nada, porque todo sería poco... Mirá... ahí te llama aquel diputao... -¿Cuál? FRAY MOCHO EN LAS ANTESALAS DEL CONGRESO -Ese grandote.. picau de virgüelas... -¡Ah! ¡No importa!... ¡Qu’espere!... Ese’s de los que van al muere... ¿Y qué andás queriendo? -Es que ando de pobre... que no ladro de miedo de que me tomen por perro y cobren la patente ¿sabés?, y m’he metido a corredor... -¿A corredor? ¿Con esas patas?... -Escuchá con formalidá, que vale la pena... Quiero que le hablés a García y lo interesés pa que busqu’en la carpeta e su ministro, una solicitú e doña Jesusa Paredes... Mirá... Ahí te llama aquel diputao, che... -¿Cuál? -Ese flaquito e galera... -¡Ah! Mosca mansa ... Es’es también de los que se van pa no volver... ¡Que lo atienda otro!... ¡Seguí nomás!... -¡Bueno! Doña Jesusa me ha ofrecido doscientos pesos por ese despacho y yo, che, como el melón tiene muchas tajadas, t’invito a que lo partás... Mirá... ahí te llama ese señor de sobretodo... Ha e ser otro... -No... Es’es de los que quedan... Esperáte que aura vengo... ¡Ah! ¡Lo atendió González! Seguí... -¿Y cómo partimos el queso ? -Entre vos y yo y García... ¡igualitos! -Perfectamente... Mirá... ahí te llama otro señor... aquel de sombrerito... -Que reviente. Es’es también de los mortales... -Pero, che... Estoy viendo que ustedes aquí no sirven a naides... -¿No servimos?... ¡Demonio! Lo que hay es que a estos payucaces que acaban el período y no van a ser reletos, no tenemos pa qué atenderlos... ¿Qué van a hacer esos desgra- 8 FRAY MOCHO EN LAS ANTESALAS DEL CONGRESO ciaos, si no pueden ni con la figura?... Son parientes de gobernadores que han caído u miembros de poderes caducaos. -Sí, perfectamente... pero ¿y si se quejan de que ustedes no los sirven? -¿Y quién los v’cer caso, che? Aquí, diputao que pierde la releción no se para ni con muletas... Nos, otros ¿sabés? conocemos bien a nuestra gente y servimos a los hombres que pueden servirnos... ¡El sabalaje que se las campané como pueda! Hombre qu’estando arriba se va barranc’abajo no tiene alce , che, ¡y jiede a muerto! -Lo qu’es la política, ¿no? -¿Y qué más querés que sea?... Estos han tramitao su vida cuatro años y se les cierra el debate... No les queda más remedio que levantar la sesión y seguir viaje... -Pero, ¿y si vuelven? -Y si vuelven los agasajamos, y con la alegría de dentrar al recinto ni se acuerdan de antes... Mirá... ¡Vos pa saber si un diputao o senador d’estos de a vainte la docena, s’entiende, anda en la güena con Roca, no tenés más que venirte aquí, y si ves que los empliaos lo miramos como a público le podés echar el fallo sin miedo! -¿Qué me contás?... -¿Ves ese que va dentrando?... ¡Bueno!... Ese v’a ser diputado el año que viene... Fijate cómo le mueven la cola y oservales las sonrisas... -Bueno, hermano, ¿y le hablarás a García? -¿Y cómo no?... Mañana lo ves en el despacho pa darle los datos... Sacale garantía a la interesada... No te vayás a olvidar... Ya sabés que seguro... no caí preso y el que traga , gana el cielo. 9 FRAY MOCHO EN LAS ANTESALAS DEL CONGRESO 10 LECTURAS DE VERANO
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