La lucha electoral de 1910-1920 y la caída de Carranza

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Ciertamente los grupos de rebeldes armados, que además de los
zapatistas comprendían sobre todo las tropas mandadas por Félix Díaz y
Manuel Peláez en el sur y en la zona del Golfo, respectivamente, así como
los indómitos guerrilleros villistas del norte, ocuparon al gobierno de
Carranza hasta el final. No obstante, el verdadero peligro no provenía
tanto de estos focos de rebelión armada, sino más bien del recrudecimiento
de las diferencias políticas internas en vísperas de las elecciones presidenciales de 1920, es decir, del cada vez más patente antagonismo entre
Carranza y Obregón."
Porfirio Díaz." Finalmente atacó las prácticas del ejército constitucionalista:
La soldadesca llamada constitucionalista se ha convertido en el azote de las
poblaciones y de las campañas... Esa soldadesca,en los campos roba semillas,
ganado y animales de labranza; en los pueblos pequeños incendia o saquea los
hogares de los humildes, y en las. grandes poblaciones especula en grande
escala con los cereales y semovientes robados, comete asesinatos a la luz del
día, asalta automóvilesy efectúa plagios en la vía pública, a la hora de la mayor
circulación...sl
Pese a la debilidad militar de los zapatistas, el gobierno de Carranza
tenía gran interés en destruir a Zapata como cabeza y símbolo de su
movimiento. Puesto que en los enfrentamientos militares no había logrado
apoderarse de él, lo intentó mediante un acto de traición. Esta maniobra
tuvo éxito. El coronel de caballería gonzalista Guajardo pudo establecer
contacto con Zapata -bajo el pretexto de pasarse con tropa y equipo al
lado de los zapatistas-, tenderle una trampa y asesinarlo ahí ellO de abril
de 1919.52
De las luchas por la sucesión de Zapata finalmente Gildardo Magaña
salió como nuevo jefe del Ejército Libertador del Sur. No obstante, la
evidente consolidación del dominio carrancista privó a los restos del
ejército zapatista de una influencia significativa en el ámbito de la política
nacional. En vista de la peligrosa agudización del conflicto entre México
y Estados Unidos, en noviembre de 1919 algunos líderes zapatistas
aprovecharon la oportunidad de deponer honrosamente sus armas bajo el
signo de la unidad nacional; otros generales se pasaron con Félix Díaz a
comienzos de 1920.53 La estrategia seguida por Magaña fue políticamente
la más inteligente y trascendental, al preparar una incorporación de los
restos del movimiento zapatista en el partido anticarrancista encabezado
por Obregón, proceso al que se volverá brevemente más abajo.
La transcripción de la carta, en Archivo Amezcua, Condumex, carp. 5 doc. 363.
Véanse los detalles acerca de los antecedentes del asesinato de Zapata, en Womack,
pp. 317-325. El asesinato de Zapata, "un simple bandido", fue celebrado con gran publicidad
por los carrancistas: Guajardo fue ascendido a general de brigada y recibió una recompensa
de 50 mil pesos.
53 Womack, pp. 326-350.
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La oposición de Carranza a la candidatura de Obregón para la presidencia
empezó a perfilarse cada vez más en el curso del año '1919. En enero de
1919, el presidente declaró que sería prematuro iniciar campañas políticas
para las elecciones presidenciales de 1920, y en vez de ello llamó a la
unidad de todos los revolucionarios en apoyo al gobierno, que en opinión
de Carranza aún estaba amenazado en su existencia." Los adversarios
políticos de Carranza seguramente no sin razón interpretaron esta medida
como indicio de la intención del presidente de promover como sucesor a
un candidato propio (al amparo de la moratoria política impuesta por él
mismo), para extender así su hegemonía más allá del fin de su mandato.
Esta política se dirigía principalmente contra Obregón, quien había renunciado a su puesto como secretario de Guerra en 1917 y cuyos seguidores
en el ejército, la administración y el Congreso se vieron expuestos a
creciente presión por parte del gobierno, o incluso tuvieron que abandonar
54 En contraste con la situación que reinó durante el régimen de Díaz y luego de Huerta,
durante el gobierno de Carranza el foco principal de la resistencia militar quedaba menos al
norte que en el sureste y la zona del Golfo, así como en algunas regiones del altiplano central
y norte. El cuerpo más importante de estas tropas era controlado por Félix Díaz. Otros
poderosos generales estaban más o menos estrechamente aliados .con él, como Manu~l
Peláez, Higinio Aguilar, Juan Andrew Almazán y los hermanos Cedillo en San LUISPotosí.
También rebeliones militares más pequeñas, como por ejemplo las de Puebla, Tlaxcala, Tamaulipas y Guerrero, pronto cayeron bajo control felixista; cf, Womack, p. 297. Sobre la
resistencia de los guerrilleros villistas contra las tropas de Carranza en el norte, véase Katz,
Deutschland, pp. 384 Y 385.
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.
55 Narciso Bassols, El pensamiento político de Alvaro Obregón, p. 28 .
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sus cargos. Por último, en vista de la fuerte presión del gobierno, también
el Partido Liberal Constitucionalista, que simpatizaba con Obregón, perdió su anterior mayoría en las elecciones para la XXVIII Legislatura." Así,
todo parecía indicar que Carranza no estaba dispuesto a dar el apoyo
oficial a la candidatura de Obregón.
Bajo estas circunstancias, Obregón sólo pudo lanzar su candidatura
para la presidencia bajo signos claramente anticarrancistas. Ello. de junio
de 1919 hizo su declaración oficial como candidato a la presidencia y
explicó este paso con un extenso manifiesto electoral que, si bien contenía
una evidente crítica al gobierno de Carranza, no comprendía ningún
verdadero programa electoral Y En él Obregón se declaraba portaestandarte de aquellas amplias corrientes liberales que a lo largo de la historia
mexicana ciertamente siempre habían triunfado sobre los conservadores
en los campos de batalla, pero cuyas conquistas una y otra vez se habían
convertido en victorias pírricas debido a la gran susceptibilidad de sus
líderes a la corrupción. Obregón creía reconocer tal peligro de una
restauración neoconservadora también en el régimen de Carranza. Mientras que el presidente personalmente sólo fue criticado en forma indirecta
y velada, resultó tanto más duro su ataque contra los ex revolucionarios
neoconservadores protegidos por éste, que "llevan inscrito como supremo
anhelo en sus banderas el tema de 'poder y riqueza'". En esta situación,
según Obregón, tampoco se requería un programa electoral específico,
que al final de todos modos se revelaría como "prosa rimada", sino más
bien la integridad moral del candidato a la presidencia. Por esto colocó, en
forma, por demás apegada al modelo maderista, en el centro de su programa el principio del "sufragio efectivo", que había "servido de eje cardinal al movimiento armado". La solución del "problema de índole polítiea", es decir, la calidad moral del futuro presidente y el sufragio efectivo,
dejaría "automáticamente resueltos muchos otros de capital importancia".
56 ldem., p. 33. En mayo de 1919 Carranza trató de poner bajo su control la base de
Obrcgón en el estado de Sonora, mediante el nombramiento de destacados políticos sonorcnscs como Calles y De la Huerta para cargos en el gobierno central o para puestos
diplomáticos, y realizando modificaciones en el mando de las tropas federales emplazadas
en Sonora; el Edwin Lieuwen, Mexican Militarism, p. 50.
57 El manifiesto de Obregón del lo. de junio de 1919 es transcrito en forma íntegra, entre
otros, por Daniel Moreno. Los partidos políticos del México contemporáneo (1916-1971),
segunda edición, México, 1971, pp. 19-32.
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Si bien las referencias a estos otros problemas "de capital importancia"
quedaron muy vagas en el manifiesto de Obregón, en cambio resultaron
muy significativos los acentos que ponía. Mientras que abogaba claramente por una mayor flexibilidad en la política exterior, lo que sólo podía
significar una mayor disponibilidad a concesiones frente al capital extranjero, su programa no contenía ninguna referencia a la necesidad de realizar
reformas estructurales en el campo de la economía y la sociedad. La
posición social fundamentalmente conservadora de Obregón finalmente
se puso de manifiesto sobre todo en las ideas agrarias que desarrolló en
noviembre de 1919 en un discurso ante los latifundistas de Jalisco. En
plena conformidad con su posición de agricultor capitalista ambicioso, se
pronunció en favor de la pequeña propiedad pero decididamente en contra
del reparto forzado de los latifundios."
Ya el 9 de junio de 1919, el carácter conservador del manifiesto
electoral de Obregón fue comentado con satisfacción por el periódico
Excélsior en la capital:
[Obregón] no aparece ya con ninguna de las perturbacionesjacobinas que se
le achacaban. Ya no descubrimosen él tendencias socialistasde aquellas que,
en tiempos ponían espanto en la mente de las personas que conjeturaban que
algún día se pondría en camino de la Primera Magistratura. No, todo lo
contrario, en el manifiesto no hay una sola salida de tono."
En general, la lucha electoral de 1919-1920 se llevó a cabo bajo
consignas conservadoras, como se manifiesta también en el programa y
la personalidad de los rivales de Obregón. El candidato del gobierno
favorecido por Catranza, Ignacio Bonillas, embajador de Washington,
casi no era conocido en México. Se le consideraba un personaje deslucido
y era identificado con el gobierno y su política." El tercer candidato era
.el general Pablo González, ambicioso pero desafortunado en asuntos
militares, ex comandante del Ejército del Noreste y ahora candidato de
una liga democrática. En noviembre de 1919 proclamó una "plataforma
mínima" que mostraba rasgos aún más restaurativos que el manifiesto de
A. Obregón, "El problema agrícola y agrario".
Cit. por Bassols, p. 30.
'- 60 Cumberland, Constitutionalist
Years, p. 404; John W.F. Dulles, Yesterday in Mexico.
A Chronicle ofthe Revolution, 1919-1936, Austin, 1961, pp. 19 Y 20.
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Obregón." Si bien es cierto que a manera de introducción se reconocía
como base la Constitución de 1917, al mismo tiempo se anunciaba la
revisión de "todo aquello que la experiencia de la vida nacional vaya
señalando como irrealizable, excesivo o deficiente". En la política agraria,
González coincidía completamente con las declaraciones de Obregón ante
los latifundistas de Jalisco. También él establecía que "la esencia del
problema agrario nacional no estriba tanto en el fraccionamiento de
las propiedades cuanto en la integral explotación de la tierra laborable".
Finalmente, en lo que se refería a las relaciones con Estados Unidos, se
exigían "conclusiones amistosas" y el reconocimiento de los derechos
adquiridos en forma legítima por los extranjeros. No es de sorprender, por
lo tanto, que González haya gozado inmediatamente del amplio apoyo de
hacendados y empresarios mexicanos y extranjeros, así como del clero,
debido a su actitud menos hostil frente a la Iglesia."
El contenido fundamentalmente conservador de todos los programas
de los candidatos presidenciales revela con claridad cuán limitada fue la
voluntad al cambio social dentro de la élite revolucionaria en su conjunto.
A sólo dos años de los debates constituyentes de Querétaro, las verdaderas
aspiraciones de la nueva élite revolucionaria se revelaron sin tapujos en
los enfrentamientos en torno a las elecciones presidenciales de 1920.
Como Obregón había analizado con mucho acierto en su manifiesto, se
pretendía menos realizar los "principios liberales", o sea, un auténtico
cambio político y social, que afianzar las posiciones de poder personal.
Bajo estas premisas se inició la campaña electoral en el otoño de 1919,
en la que el general Pablo González tenía pocas perspectivas de ganar
contra el protegido del presidente, Bonillas, y el mucho más popular
general Obregón. De modo que el enfrentamiento principal se dio entre
Bonillas, presentado como candidato "civil" contra los generales, y Obregón. Mientras que el primero, sin embargo, pudo llevar a cabo su campaña
electoral con el amplio apoyo del aparato de gobierno, Obregón se veía
expuesto a crecientes trabas de las autoridades en sus mítines electorales.s'
Al lanzar su candidatura en junio de 1919, Obregón se declaró completamente independiente, "sin ligas ni compromisos de ninguna clase",
El texto de esta plataforma mínima, en Moreno, pp. 36-48.
Lieuwen, p. 55; Cumberland, 404.
63 Dulles, pp. 19 Y 20; Lieuwen, pp. 51 Y 52.
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de acuerdo con los términos ambiguos de su programa. En julio de 1919
admitió, sin embargo, que su candidatura fuera respaldada por el Partido
Liberal Constitucionalista (PLC), y en agosto él, que había sido el verdadero autor del pacto con la Casa del Obrero Mundial de 1915, inició
negociaciones discretas con el Partido Laborista Mexicano (PLM). Las
conversaciones llevaron a un pacto secreto según el cual Obregón, una
vez elegido presidente, prometía apoyo oficial al PLM y a la CROM, a
cambio del apoyo electoral que le hubiesen brindado." De mayor importancia fueron, sin embargo. los contactos que Obregón pudo entablar
durante su gira electoral con gobernadores simpatizantes y comandantes
y jefes del ejército, no mostrándose nada quisquilloso en la selección de
posibles aliados. Así también entró en contacto, entre otros, con el general
anticarrancista Manuel Peláez, que como era de dominio público, ejercía
funciones "protectoras" al servicio de las compañías petroleras estadunidenses en la zona del Golfo/"
En abril de 1920 Carranza intentó eliminar al peligroso rival de su
protegido Bonillas desde antes de las elecciones. Bajo sospecha de estar
involucrado en una conspiración militar del general Cejudo contra Carranza, Obregón fue citado a comparecer como testigo ante el tribunal
militar en la ciudad de México. Durante su estancia en la capital, vigilada
estrictamente por la policía, el 11 de abril de 1920 se enteró de que el
64 Véase con detalle sobre los antecedentes de este pacto secreto de agosto de 1919 entre
Obregón y el líder sindical Luis Morones, Carr, El movimiento, 1, pp. 141-144. Obregón
mismo parece haber tomado la iniciativa para el acuerdo, que en el punto 6 hacía constar que
un futuro gobierno encabezado por él reconocería "la autoridad legal del comité central de
la CROM para tratar directamente con la Secretaría de Trabajo todos los asuntos que afectaran
a los sindicatos, adquiriendo así la CROM el derecho exclusivo de representar al movimiento
obrero"; Carr, p. 144.
65 Lieuwen, Mexican Militarism,
p. 53; Dulles, Yesterday, p. 24. Así también es
significativo que Peláez figurara ente los acompañantes más cercanos a Obregón durante su
entrada triunfal a la capital a comienzos de mayo de 1920; Bassols, El Pensamiento, pp. 29
Y 30. Carranza naturalmente tenía que ver un considerable riesgo en estos contactos con
Obregón, que con facilidad podían convertirse en una rebelión militar. Magaña, por ejemplo,
ya en junio de 1919 predijo una nueva guerra civil entre obregonistas y el gobierno de
Carranza, funesta para el presidente, aunque es posible, desde luego, que hasta cierto punto
su propio deseo haya engendrado la idea; véase su carta a Amezcua del 24 de junio de 1919,
en Archivo Amezcua, Condumex (CEHM), carp. 5, doc. 381. En todo caso, estos contactos
militares de Obregón a principios de 1920 tenían que parccerle conspiradores a Carranza, y
es probable que esto haya sido también una razón para su intervención en Sonora y el intento
de eliminar de antemano a Obregón de la lucha electoral.
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gobierno central había destituido a su cercano partidario Adolfo de la
Huerta del cargo de gobernador de Sonora, lo que sólo podía significar
que se pretendía privarlo de su fuerte base en Sonora. Al mismo tiempo
fue advertido de que sería detenido al día siguiente. No obstante, Obregón
logró sustraerse a este arresto escapando de la capital disfrazado de
ferrocarrilero, refugiándose en Guerrero."
Ahora se había hecho inevitable un conflicto abierto entre el gobierno
de Carranza y los partidarios de Obregón, que forzosamente tendría que
desembocar en enfrentamiento s armados. En Sonora el gobernador Adolfo de la Huerta, destituido por Carranza, y los jefes obregonistas del
ejército agrupados en tomo a Calles y Alvarado se opusieron a las órdenes
de la capital y con recursos locales comenzaron a organizar la resistencia
contra la llegada inminente de las tropas leales al gobierno. El propio
Obregón cayó en manos del comandante de las tropas gubernamentales
en Guerrero, que al igual que todos los jefes de tropa y gobernadores,
contaba con instrucciones estrictas para arrestar sin demora a Obregón y
llevarlo a la ciudad de México. No obstante, el general Fortunato Maycotte, comandante en Guerrero y antiguo compañero de armas de Obregón
durante las luchas contra Villa, se negó a cumplir esta orden en contra de
su anterior jefe y en vez de ello, junto con sus tropas se puso a disposición
del sonerense.s' De esta manera, la rebelión del ejército contra Carranza
encontró también en el sur del país una base de arranque.
Para demostrar ante la nación que la rápida expansión dellevantamiento armado contra Carranza no sólo era justificada sino indispensable, el
23 de abril de 1920 los rebeldes en Sonora proclamaron el Plan de Agua
Prieta. Este manifiesto, que en sí no contenía un verdadero programa,
acusaba a Carranza de intervención anticonstitucional en la soberanía de
un estado (Sonora) y de la imposición de un candidato a la sucesión, con
lo cual había violado los derechos electorales del pueblo. La restauración
66 Se encuentran detalladas referencias anecdóticas sobre estos acontecimientos en
Dulles, pp. 24-31, así como en Ronald Atkin, Revolution! Mexico 1910-20, Londres, 1969,
pp. 313 Y 314. El conflicto entre el gobierno central y Sonora fue despertado por Carranza
yu desde finales de 1919, cuando el presidente declaró el dominio federal sobre las aguas
d l río Sonora. En marzo de 1920 Manuel Diéguez, adversario de Obreg6n, fue nombrado
1IIlI1IIIOdante
de las tropas federales en Sonora porCarranza. Todas estas medidas preparativas
nlmlnaron, finalmente, en la destituci6n de De la Huerta.
~I uIles, pp. 31 Y32. El gobernador de Guerrero, el general Francisco Figueroa, también
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Carranza.
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de los derechos constitucionales fue encargada al Ejército Liberal OIlStitucionalista cuyo mando supremo se hallaba en manos de Adolfo d ' ItI
Huerta, aunque evidentemente el propio Obregón estaba a la cabeza del
movimiento contra Carranza.r"
Difícilmente se podrá calificar al levantamiento de Agua Prieta como
un auténtico movimiento popular, aunque aquí y allá ciertos grupos de la
población se unieron espontáneamente a las tropas rebeldes.s? El acelerado crecimiento del ejército rebelde se debió, antes bien, a la deserción
de los altos jefes del ejército, que con las tropas regulares a su mando
reforzaron el movimiento. Al principio, estas deserciones al campo contrario seguramente podían atribuirse sobre todo a la reputación de Obregón dentro del ejército. No obstante, con el aumento de su fuerza el
movimiento' desarrolló un creciente poder de atracción sobre aquellos
generales indecisos que antes que nada pretendían adherirse al partido
más prometedor."
A fines de abril de 1920, los más importantes generales del norte, del
oeste y de la costa del Golfo, ya se habían alineado contra Carranza." Por
último, en Morelos, el ejército zapatista, otra vez en proceso de rápido
crecimiento, se afilió a la causa obregonista y se incorporó al movimiento
de Agua Prieta bajo el mando de Magaña." No obstante, a estas alturas
68 Dulles, pp. 33 Y 34.
Cf. ~rriba, nota 40 de este capítulo, acerca de la adhesión de los campesinos
antícarrancistas al levantamiento de Agua Prieta. También los obreros fueron ahora llamados
por los líderes del PLM para apoyar en forma activa a Obreg6n y De la Huerta; Dulles,
Yesterday, p. 32. Sin embargo, a pesar de estos elementos populares, el levantamiento de
Agua Prieta fue en el fondo una sublevación de tropas regulares contra el gobierno
de Carranza.
70 Junto a las relaciones de lealtad personal, sumamente importantes, desde luego
desempeñaron un papel destacado también las garantías y promesas materiales dadas a estos
comandantes. Véase al respecto más abajo, cap. 3 de la tercera parte, pp. 505-507.
71 Lieuwen, p. 54.
.69
72 En vista de la crisis en la política exterior con Estados Unidos, el propio Magaña había
entrado en contacto con Carranza en diciembre de 1919, lo que prácticamente llev6 a la
neutralizaci6n de las tropas zapa tistas encabezadas por él frente al gobierno; cf, arriba, p. 392.
En marzo de 1920, cuando se hacía cada vez más probable un conflicto armado entre Obregón
y Carranza, y un emisario obregonista había entablado contacto con Magaña, los zapa tistas,
bajo la influencia de su jefe, decidieron intervenir activamente a favor de Obreg6n. El
veterano zapatista Genovevo de la O consigui6 poner a salvo fuera de territorio carrancista
a uno de los más íntimos colaboradores de Obregón, el general Benjamín Hill, quien
igualmente había huido de su puesto de comandante de las tropas metropolitanas. Como alto
.
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Carranza aún parecía poder apoyarse en las fuertes unidades militares que
bajo el mando supremo de Pablo González formaban un amplio cinturón
alrededor de la capital. Sin embargo, en vista de la creciente fuerza del
movimiento obregonista, González prefirió abandonar la capital y acabó
por colocarse también del lado anticarrancista."
Con ello la posición de Carranza se había vuelto insostenible militarmente. Con la ayuda de las pocas tropas aún leales al mando de sus
partidarios más cercanos, emprendió el camino a Veracruz en tren el 7 de
mayo de 1920, acompañado por su Estado Mayor y un séquito de miles
de hombres. Pero ya en el estado de Puebla la columna fue detenida por
el enemigo. Si bien Carranza y un pequeño grupo de íntimos colaboradores lograron huir a caballo a través de la sierra de Puebla, al amparo de
las escaramuzas libradas entre tropas leales y rebeldes, el 21 de mayo
de 1920 el presidente fugitivo fue asesinado en una choza del pueblito de
Tlaxcalantongo, por un oficial que se le había ofrecido como guía." Así,
el segundo presidente salido de las filas del movimiento revolucionario
después de Madero también cayó víctima de un asesinato, aunque en esta
ocasión no fue destituido y finalmente eliminado por la generalidad
reaccionaria sino por sus propios partidarios de antaño.
El asesinato de Carranza no fue precedido por una verdadera guerra
civil. En el fondo seguramente es acertada la afirmación de Cabrera, un
ministro de Carranza, de que el levantamiento de Agua Prieta no fue una
auténtica rebelión sino una "huelga de generales", al rehusarse a la lealtad
que debían al gobierno. No obstante, esta "huelga de generales" precisamente pone de manifiesto cuán poco controlaba realmente Carranza al
ejército, como el factor de poder político más importante. Si Carranza
pensaba que podía imponer su política desde las alturas del palacio de
Chapultepec sólo en virtud de la autoridad de su cargo, esto fue una
equivocación fatal en la evaluación de la situación real de poder.
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representante de los zapatistas, posteriormente le sería asignado a De la O un lugar entre los
acompañantes más cercanos a Obreg6n, durante su entrada a la capital; Womack, Zapata,
pp. 352 Y ss.
73 Dulles, pp. 35 Y 36; Lieuwen, p. 54.
74 Con detalles sobre los sucesos que finalmente condujeron al asesinato de Carra,llza,
Dulles, pp. 36-48; ef también Ram6n Beteta, Camino a Tlaxcalantongo, México, 1961.
Entre partidarios y adversarios de Obreg6n se discutía de manera muy controvertida la
cuesti6n de si el asesinato de Carranza debía atribuirse s610 a cuenta de su asesino, el general
Rodolfo Herrero, o si Obreg6n también estuvo involucrado de alguna manera.
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Al contrario de Carranza, los sonorenses qu '1I1'/',lIlllIllIlplldl 11111
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Y los villistas- pudieron ser integrados en una política de pn .illcu ,1 11
nacional. De esta manera, la destitución del gobierno de Cnrruuzn IIlIIUguró una nueva fase en la historia de la Revolución Mexicana: 15 ti os ti '
dominio político de los sonorenses a nivel nacional.