Reseñas - Fundación para el análisis y los estudios sociales

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CUADERNOS
de pensamiento político
CUADERNOS
de pensamiento político
EDITA
FAES: FUNDACIÓN PARA EL ANÁLISIS Y LOS ESTUDIOS SOCIALES
PATRONATO
PRESIDENTE: JOSÉ MARÍA AZNAR
VICEPRESIDENTA: MARÍA DOLORES DE COSPEDAL
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VOCALES
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ANA PASTOR
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CARLOS ROBLES PIQUER
JOSÉ MANUEL ROMAY BECCARÍA
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JAVIER RUPÉREZ
PEDRO SCHWARTZ
DANIEL SIRERA
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ISABEL TOCINO
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CUADERNOS
de pensamiento político
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CUADERNOS
de pensamiento político
Índice
7
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Julio / Septiembre
2015
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NOTA EDITORIAL
ROGER SCRUTON
El conservador convencido
21
GIANFRANCO PASQUINO
Populismo, instituciones y Unión Europea
35
MARCO OLIVETTI
La reforma electoral italiana de 2015
53
JAVIER REDONDO
Orígenes y justificación del presidencialismo americano
69
JAVIER CORRALES
83
ANTONIS KLAPSIS
El legalismo autocrático en Venezuela
Syriza en el Gobierno: “Tomar el cielo por asalto”
97
ÁNGEL RIVERO
“Asaltar el cielo”
113
LUIS ARRANZ NOTARIO
El denostado siglo XIX
137
CARLOS ECHEVERRÍA JESÚS
El desmoronamiento del Estado libio. Consecuencia de decisiones precipitadas
en política exterior y de seguridad
149
ANA BELÉN PERIANES BERMÚDEZ
La extensión del Estado Islámico por el norte de África y el África Subsahariana.
Consecuencias para la seguridad europea
183
JUAN TOVAR RUIZ
¿Giro hacia el Pacífico? La política exterior de la Administración Obama hacia
Asia Oriental
RESEÑAS
199
204
IGNACIO MARTÍN BLANCO: El acuerdo del “seny”: Superar el nacionalismo desde
la libertad (Juan Milián Querol)
ROGELIO ALONSO: Agujeros del sistema. Más de 300 asesinatos de ETA sin resolver
(Juanfer F. Calderín)
208
CARLOS DARDÉ: La razón conservadora. Gonzalo Fernández de la Mora, una biografía
político-intelectual (Pedro Carlos González Cuevas)
211
213
216
GABRIEL CORTINA: ISIS, el retorno de la yihad (Patrick Cockburn)
LEAH BONNÍN: Mi tierra prometida. El triunfo y la tragedia de Israel (Ari Shavit)
GUILLERMO HIRSCHFELD: ¡Crear o morir! La esperanza de Latinoamérica y las cinco
claves de la innovación (Andrés Oppenheimer)
CUADERNOS
de pensamiento político
Presentación
Cuadernos de Pensamiento Político es una revista trimestral editada por la Fundación
FAES que pretende contribuir al fortalecimiento de los valores de la libertad, la democracia y el humanismo occidental y promover y difundir ideas basadas en la libertad
política, intelectual y económica, así como divulgar los frutos de la política y de las políticas que se fundamentan en la tradición liberal-conservadora.
Cuadernos de Pensamiento Político se dirige al público interesado en la política española e internacional.
Instrucciones para los autores
TEMAS: Cuadernos de Pensamiento Político publica artículos sobre Derecho Político,
Ciencia Política, Economía, Sociología, Relaciones Internacionales, Cultura o cualquier
otra área de conocimiento relevante para el estudio de la política española e internacional.
ENVÍO DE ORIGINALES Y NORMAS DE EDICIÓN: Los autores interesados pueden enviar sus trabajos a [email protected]. La extensión máxima de los originales será de 12.000 palabras en el caso de los artículos y de 2.000 en el caso de
las reseñas, y estarán escritos en lengua española y en Microsoft Word. Las citas de
los artículos se efectuarán según el modelo Harvard; las reseñas no incluirán notas y
sí una imagen escaneada (a más de 200 ppp) de la portada de la obra reseñada, así
como su referencia bibliográfica completa. En los artículos se hará constar un breve
resumen del contenido y una breve lista de palabras clave. Cuadernos de Pensamiento
Político no se obliga a sostener correspondencia acerca de los originales recibidos, que
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manteniendo el anonimato de los autores.
NOTA EDITORIAL
l Partido Socialista ha decidido que los resultados electorales del pasado 24 de mayo provoquen el mayor impacto posible en los gobiernos municipales y autonómicos. Un cambio político muy por
encima del cambio social y electoral realmente registrado que no solo se
ha dejado notar ya en las tomas de posesión y en los primeros actos oficiales, sino que irradiará esa misma sustancia política alegremente contrainstitucional, fresca en su sectarismo, desenfadada en su inexperiencia,
durante cuatro años completos. El estilo con regusto Braveheart de blandir el bastón de mando municipal que tanto ha abundado en las últimas semanas, suscita legítimas dudas sobre la idea que algunos tienen de las
instituciones y de sus actos oficiales.
E
Pensar que la decisión de haber hecho posible este espectáculo político
puede revertirse sin coste es tener una idea poco clara de lo que es y de lo
que produce el ejercicio del poder en manos de quien sabe lo que quiere
hacer con él.
Puede que el PSOE haya pensado que “librar del PP a los españoles”
constituye hoy un servicio que estos sabrán recompensarle, pero es posible que esté haciendo una lectura precipitada de la situación y que lo
que reciba sea el señalamiento público de su responsabilidad por haber
activado el mayor proceso de degradación institucional de los últimos
cuarenta años.
La necesidad de consolidar un liderazgo precario y la subordinación en
la que vive el socialismo desde hace ya demasiados años en su relación
con la extrema izquierda y con el secesionismo, lo ha mostrado como el
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CUADERNOS de pensamiento político
reverso de un partido nacional. Se ha convertido en un factor de desestabilización e incertidumbre, de centrifugación social y territorial, de polarización y fractura, un agente multiplicador de las tensiones de España. Inició
la legislatura con un peligroso desmarque de los compromisos europeos
que él mismo había solicitado al PP y desde entonces ha desarrollado numerosas variantes de esa misma puerilidad institucional, hasta desembocar
en su actual extenuación como fuerza cohesiva.
La intensidad que el PSOE tendría que poner en los próximos meses en
el descrédito del PP y del sistema común para poder agrupar el voto radical en su actual desenfreno, causaría sobre su electorado tradicional una
erosión muy superior a la que ya le produjo en 2008 y en 2011, probablemente definitiva.
La ostentosa presencia de los símbolos nacionales en un acto de partido
–ingrata para muchos asistentes– no debe pensarse como la expresión gráfica de una rectificación de fondo, sino como un vano intento de distraer
la atención del único proceso real acreditado en el que trabaja el socialismo español desde hace años: la sumisión completa al marco conceptual,
al lenguaje y a la agenda del radicalismo y, en su defecto, a la del nacionalismo.
Esto deja en manos del Partido Popular la oportunidad y la responsabilidad de la centralidad política. No el espacio en sí, mecánicamente transferido, sino la oportunidad de ocuparlo y la responsabilidad de hacerlo.
Quienes dudaran de que en España el verdadero poder está en las urnas
y no en otro sitio, han podido despejar sus sospechas. Ni había candado ni
hay garantía de que estemos a salvo de los peores escenarios. Democracia
es esto, y en España la hay de verdad. El voto es demasiado importante
como para experimentar con él sobre la idea del castigo, del miedo o de
las operaciones políticas a tres o a cuatro bandas. Lo que se requiere es la
revitalización del concepto político sobre el que debe sostenerse la con8
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NOTA EDITORIAL
fianza, que es el concepto de mandato democrático. No se trata de privar
a los representantes de su indispensable y legítimo margen de interpretación, de selección y de mando, sino de fortalecer el vínculo entre esas funciones y las razones que justificaron el voto recibido.
Ningún fetichismo “participativo”, habitualmente poco meditado, puede
sustituir a esa actitud de respeto al votante y de rendición de cuentas permanente. Y, al contrario, si se genera y se protege ese vínculo, ningún error
bastará para quebrar la confianza de base que sustenta la fortaleza del espacio electoral.
Esta tarea, como siempre, requiere ideas y sentidos para la acción política. Y eso es lo que sigue proporcionando la Fundación para el Análisis y
los Estudios Sociales en todos sus trabajos, también en este número de
verano de Cuadernos de Pensamiento Político, que aborda las siguientes cuestiones: “El conservador convencido”, de Roger Scruton; “Populismo, instituciones y Unión Europea”, de Gianfranco Pasquino; “La reforma
electoral italiana de 2015”, de Marco Olivetti; “Orígenes y justificación del
presidencialismo americano”, de Javier Redondo; “El legalismo autocrático en Venezuela”, de Javier Corrales; “Syriza en el Gobierno: ‘Tomar el
cielo por asalto’”, de Antonis Klapsis; “Asaltar el cielo”, de Ángel Rivero;
“El denostado siglo XIX”, de Luis Arranz Notario; “El desmoronamiento
del Estado libio. Consecuencia de decisiones precipitadas en política exterior y de seguridad”, de Carlos Echeverría Jesús; “La extensión del Estado
Islámico por el norte de África y el África Subsahariana. Consecuencias
para la seguridad europea”, de Ana Belén Perianes Bermúdez, y “¿Giro
hacia el Pacífico? La política exterior de la Administración Obama hacia
Asia Oriental”, de Juan Tovar Ruiz.
Los libros reseñados en este número 47 son: El acuerdo del “seny”: Superar el nacionalismo desde la libertad (Juan Milián Querol), por Ignacio Martín Blanco; Agujeros del sistema. Más de 300 asesinatos de ETA sin resolver
(Juanfer F. Calderín), por Rogelio Alonso; La razón conservadora. Gonzalo
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CUADERNOS de pensamiento político
Fernández de la Mora, una biografía político-intelectual (Pedro Carlos González Cuevas), por Carlos Dardé; ISIS, el retorno de la yihad (Patrick Cockburn), por Gabriel Cortina; Mi tierra prometida. El triunfo y la tragedia de
Israel (Ari Shavit), por Leah Bonnín, y ¡Crear o morir! La esperanza de Latinoamérica y las cinco claves de la innovación (Andrés Oppenheimer), por Guillermo Hirschfeld.
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ROGER SCRUTON
EL CONSERVADOR CONVENCIDO
n Gran Bretaña acabamos de vivir unas elecciones generales en las
que, para sorpresa general, el Partido Conservador ha ganado con
mayoría absoluta. La sorpresa se debe al hecho de que ahora las campañas electorales se dirigen casi exclusivamente a aquellos que no tienen
las ideas claras, de forma que las cuestiones realmente importantes ya no
se discuten por miedo a asustar a gente que se asusta fácilmente. Así, la
forma más simple de ganar unas elecciones consiste en mantener a tu electorado fiel mientras tratas de lograr el “voto flotante”. Puesto que tus votantes fieles lo serán mientras las alternativas sean peores, la estrategia más
recomendable será dirigir toda la propaganda a aquellos que están permanentemente cambiando de opinión. Esto implica que todo el debate político se concentre sobre una pequeña parte del electorado que no tiene
creencias, ni ideales, ni preocupaciones fijas, sino tan solo una pregunta:
“¿Qué hará el Gobierno por mí?” En estas circunstancias es poco probable
que los políticos se vean animados a la reflexión filosófica; tampoco lo es
que las políticas respondan a las necesidades e intereses reales de la gente.
Y sin embargo, solo bajo la perspectiva filosófica pueden estas necesidades
e intereses ser entendidos completamente.
E
Lo que hacía tan inciertos los resultados electorales no era el voto flotante.
Tampoco el hecho de que durante el Gobierno de coalición (2010-2015) el
Roger Scruton ha dado clases en las Universidades de Cambridge, Londres, Oxford, Princeton y
Boston. Durante los últimos veinte años ha trabajado como escritor y comentarista.
Traducción de José Ruiz Vicioso.
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CUADERNOS de pensamiento político
Partido Conservador haya tratado a sus más leales seguidores –esos firmes
conservadores convencidos– con indiferencia o incluso desprecio, lo que ha
provocado que muchos de ellos se volvieran hacia UKIP –Partido de la Independencia del Reino Unido–, como el único partido que creía con claridad en el principal valor conservador, que es la nación, su identidad, su
continuidad y su legado compartido de lealtad y ley.
Este error se debe, en parte, a la voluntaria renuncia a asumir la cuestión de la propia filosofía que el Partido Conservador ha mantenido desde
los últimos años de Thatcher. ¿Qué es exactamente lo que piensa un conservador y por qué? La pregunta es tan relevante en la Europa continental
como en las Islas Británicas. De hecho, cuanto más al sur se mira, más evidente resulta la necesidad de una política conservadora que se ha ido alejando de sus fundamentos filosóficos.
El conservadurismo parte de un sentimiento que toda persona adulta
puede compartir sin reparo: el sentimiento de que las cosas buenas se destruyen fácilmente, pero no se crean fácilmente. Esto es especialmente cierto
de las cosas buenas que recibimos como valores colectivos: paz, libertad,
ley, civilidad, espíritu público, seguridad en la propiedad y en la vida familiar… bienes en los que dependemos de la cooperación ajena y que no podemos obtener sin el concurso de los demás. Respecto a todas esas cosas,
el trabajo para destruirlas es fácil e inmediato, mientras que el crearlas supone una tarea lenta y laboriosa. Esa es una de las lecciones del siglo XX.
También es una de las razones de la desventaja que afrontan los conservadores ante la opinión pública: su posición es verdadera pero aburrida,
mientras que la de los oponentes es emocionante, aunque falsa.
La verdad del conservadurismo parte de que la sociedad civil puede ser
aniquilada desde arriba pero se forma desde abajo. Crece del impulso asociativo de los seres humanos, que crean asociaciones civiles que constituyen no empresas con un objetivo predeterminado, sino espacios de
encuentro libremente organizados. Con frecuencia los políticos presionan
para adaptar estas asociaciones a propósitos externos, muchas veces en
conflicto con su verdadero carácter. Esto es lo que pasó con los colegios
públicos cuando los socialistas les prescribieron como objetivo la igualdad
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EL
CONSERVADOR CONVENCIDO
/ ROGER SCRUTON
social. Es lo que pasó con las universidades, cuando los gobiernos establecieron los indicadores de resultados como requisito para su financiación.
Es lo que pasó con todos los little platoons1 de Hungría, Eslovaquia y Chequia cuando el Partido Comunista los convirtió en correas de transmisión
de la agenda socialista. Es lo que está pasando con muchas de nuestras
costumbres sociales bajo la jurisdicción de la maquinaria europea de “derechos humanos” cuando condena como “discriminación” nuestros intentos de mantener viejos hábitos sociales, maritales y sexuales.
No sorprende, pues, que la posición conservadora, por más que recoja
la fundamental experiencia de la pertenencia a la comunidad, no esté ya
asegurada. Políticos que jamás se preguntan sobre las raíces del orden social, que no tienen una idea sobre la nación ni sobre su personalidad moral,
que miran el legado de la civilización cristiana solo para ridiculizarlo o despreciarlo, que no son capaces de entender que el matrimonio y la familia
son la condición sine qua non de la reproducción social… Esos políticos
son los que han permitido a nuestro continente entrar en un periodo de
profunda incerteza, al tiempo que han impedido un debate que todos necesitamos: el debate sobre la identidad. ¿Quiénes somos? ¿Qué nos hace
una comunidad, cómo hacemos que los jóvenes se sientan parte de la
misma, y qué hacemos con aquellos que la rechazan? El islam radical ha
dado mayor trascendencia a esta pregunta, planteada ante el previsible silencio de la nueva clase política, que carece completamente de medios para
responderla.
Tradicionalmente, el conservadurismo ha sido hostil a los intelectuales
–con buena razón si pensamos en el daño que los intelectuales han infligido a la causa conservadora–. Sin embargo, no ha sido hostil a las ideas.
La idea de identidad es de hecho la base sobre la que reposa la filosofía
conservadora. Las elaboraciones de Burke y Hume lo recogen muy claramente. Una comunidad política no es un mero contrato ni una compañía
de negocios. Es una construcción histórica –unida por la costumbre, la le-
1
Los little platoons, famosa expresión de Edmund Burke, constituyen las asociaciones y organizaciones que forman la sociedad civil y por las que el individuo participa de la vida de la comunidad, desarrollando su sentimiento de pertenencia a la misma (Nota del traductor).
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CUADERNOS de pensamiento político
altad y el sentimiento de pertenencia– que encuentra su más alta expresión
en una cultura nacional. Se asienta en el sentimiento de vecindad, en los little platoons y en ese amor intergeneracional que solo la familia puede despertar. La reflexión sobre el resto de cosas que la comunidad requiere –el
qué, por ejemplo, en cuanto a la religión, a la educación, al orden legal o a
la soberanía– ha sido asunto de la filosofía conservadora desde entonces.
Consideraciones muy importantes sobre esta concepción de la comunidad política fueron elaboradas, además de por Burke y Hume, por
autores de la tradición continental como Hegel y Maistre. Nadie que estudie con seriedad esos argumentos podrá concebir que las políticas seguidas por los sucesivos Gobiernos europeos respecto a la inmigración,
el papel del Estado o la regulación de la sociedad civil puedan llevar a
largo plazo a algo distinto a la pérdida de identidad. Algo que vemos en
los jóvenes de hoy y que conduce a una creciente –y potencialmente peligrosa– alienación.
Cuando Burke escribió sus Reflexiones sobre la Revolución en Francia sabía
que pasaría a ser considerado un enemigo público. Pero también sabía que
la clase política a la que pertenecía se vería influida por sus argumentos y
que empezaría a entender que una sociedad construida desde abajo, fundada en la costumbre y la common law, es mucho más estable que una impuesta desde arriba, como estaba ocurriendo en la Francia revolucionaria.
Esa idea ha inspirado a generaciones de políticos británicos y además impulsó la democratización gradual de nuestra vida política. Burke nos ofrece
así una prueba clara de que el conservadurismo, cuando es guiado por la
filosofía, puede alcanzar su objetivo, que es el que su propio nombre indica:
la conservación del orden social existente. Este fin es concebido de forma
diferente en los distintos países de Europa, pues no existe un único legado
religioso, institucional o legal. Pero la base de la filosofía conservadora sí es
algo compartido en todo el continente.
¿Qué debemos esperar de la filosofía conservadora? Primero, debe desarrollar una idea reforzada del Estado-nación, en la que la integración activa de las minorías en la cultura política compartida reemplace a la actual
política de separación. Una concepción que reconozca la influencia que
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EL
CONSERVADOR CONVENCIDO
/ ROGER SCRUTON
nuestro legado religioso ha tenido en la formación de nuestra soberanía y
nuestro derecho; que sea adecuada para confrontar la teocracia islámica y
las invasivas reivindicaciones de la shari’ah; que desarrolle un relato viable
sobre la familia y el matrimonio, y sobre la amenaza que el socialismo supone para estas instituciones; y que incluya una concepción de la ciudadanía que preserve tanto la creencia ilustrada en la libertad como el respeto
por las fronteras nacionales.
En este sentido, un conservador no puede evitar sentirse escéptico respecto a la Unión Europea y al gran, aunque raras veces confesado, proyecto del que surgió: el proyecto de disolver las fronteras para imponer la
economía social de mercado a lo largo y ancho del continente. Apoyada
en este proyecto imperial, se levanta toda esa legislación social diseñada
para desarraigar y marginalizar nuestra herencia cristiana, y para abolir los
valores maritales y familiares surgidos de ella.
Frente al gobierno que dirige a la sociedad desde arriba, Burke elaboró
la teoría de la sociedad formada desde abajo por las tradiciones que surgen
de nuestra necesidad natural de asociarnos. Las tradiciones sociales no son
solo costumbres arbitrarias, que pueden o no haber sobrevivido hasta nuestros días. Son formas de conocimiento. Contienen la experiencia de muchas pruebas y errores, pues la gente trata de ajustar su conducta a la
conducta de los demás. Son las soluciones que se han encontrado a problemas de coordinación que van surgiendo a lo largo del tiempo. Existen
porque proporcionan información sin la que una sociedad no sería capaz
de reproducirse a sí misma. Si se destruyen se elimina el caudal de conocimiento que cada generación ofrece a la siguiente.
Al hablar de tradición no nos estamos refiriendo a reglas o convenciones arbitrarias. Hablamos de “respuestas” que se han encontrado a “preguntas” que se mantienen en el tiempo. Estas respuestas son tácitas,
compartidas, contenidas en nuestras prácticas y expectativas sociales.
Aquellos que las adoptan no necesariamente serán capaces de explicarlas,
menos aún de justificarlas. Por eso Burke las calificó como “prejuicios” que
defendió argumentando que si bien la razón humana es limitada, la sociedad nos proporciona esa sabiduría que solo en nuestro perjuicio rechazaJULIO / SEPTIEMBRE 2015
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CUADERNOS de pensamiento político
remos. La razón se muestra realmente en todo aquello que no podemos razonar –eso es lo que llamamos tradiciones–, especialmente en aquellas
cosas que implican un sacrificio, como el honor militar, el vínculo familiar,
las formas y los currículos educativos, las instituciones caritativas o las normas de urbanidad.
La tradición no constituye un conocimiento teórico, relativo a hechos
y verdades. Tampoco se refiere a un know-how para la vida ordinaria. Se refiere a otro tipo de conocimiento, que implica la resolución de situaciones,
el saber qué hacer para completar una tarea de forma exitosa, cifrándose
ese éxito no en la consecución de un objetivo predeterminado sino en la
armonía entre el resultado y nuestros intereses. El saber qué hacer cuando
estamos en compañía de los demás, el qué decir, el qué sentir, son cosas
que aprendemos por inmersión en la sociedad. No se aprenden como
aprendemos a deletrear, sino por ósmosis; y sin embargo, todo aquel que
no haya adquirido esos conocimientos será descrito como ignorante. Las
divisiones del día, el reparto de tareas familiares, los ritos de una escuela,
de un equipo o de un tribunal, la liturgia de una iglesia, los pesos y medidas utilizados en los negocios del día a día, la ropa adecuada para esta o
aquella situación social: todo ello contiene un conocimiento social tácito
sin el cual nuestras sociedades se desmoronarían. También hay ejemplos referentes a la vida política: los procedimientos parlamentarios, con sus formalidades y prerrogativas; la ley y sus instituciones; el curriculum de la
escuela y la universidad –hoy casi destruido tras medio siglo de activismo
socialista–, etc.
Los pensadores políticos de la Ilustración, de Hobbes y Locke a John
Rawls y sus seguidores en nuestros días, han descrito los fundamentos del
orden político y la justificación de la obligación política como un contrato
social –un acuerdo, explícito o tácito– por el que todo ciudadano razonable presta su consentimiento a someterse a unos principios comunes. Aunque el contrato social ha recibido formulaciones diversas, su principio
fundamental fue enunciado por Hobbes: “no puede haber obligación para
ningún hombre que no surja de sus propios actos”2. Mis obligaciones son
2
Thomas Hobbes, Leviatán, parte 2, cap. 21.
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EL
CONSERVADOR CONVENCIDO
/ ROGER SCRUTON
una creación mía, y me vinculan porque han sido elegidas libremente.
Cuando establecemos un compromiso con alguien, el contrato resultante
ha sido creado de forma libre, y su incumplimiento no solo perjudica al
otro sino a nosotros mismos, puesto que constituye una repulsa a nuestra
propia decisión razonada. Si pudiéramos construir nuestra obligación política con el Estado según el modelo del contrato, entonces quedaría justificada de forma que todos los seres racionales deberían aceptarla. Los
contratos son el paradigma de las obligaciones establecidas voluntariamente. Obligaciones que no se imponen ni se ordenan coercitivamente,
sino que se eligen con libertad. Cuando la ley se funda en un contrato social, la obediencia a la misma es simplemente el reverso de esa libre elección. Libertad y obediencia son las dos caras de la misma moneda.
Tal contrato se refiere a un homo oeconomicus abstracto y universal, que
viene al mundo sin ligaduras, o como afirma Rawls, sin “concepción del
bien” ni nada más que su interés propio para que lo guíe. Las sociedades
humanas, sin embargo, son por naturaleza exclusivas, y establecen privilegios y beneficios que se otorgan solo a sus miembros y que no pueden ser
concedidos a todo el que llega sin sacrificar la confianza en la que reposa
la armonía social. El contrato social surge de un experimento teórico en el
que un grupo de personas se reúne para decidir su futuro en común. Pero
en realidad, si se encuentran para decidir juntos ese futuro es porque ya tienen uno: porque reconocen su dependencia mutua deben establecer cómo
van a gobernarse bajo la misma jurisdicción en un territorio determinado.
Los teóricos del contrato social escriben como si este supusiera una elección libre y racional en primera persona del singular cuando realmente
presupone la primera persona del plural, en la que las cargas de la pertenencia al grupo ya han sido asumidas.
La contradicción, el desacuerdo, la libre expresión del disenso, la regla
del compromiso, todas estas cosas presuponen una identidad compartida. Tiene que haber esa primera persona del plural, ese “nosotros”, si un
grupo de individuos quiere permanecer unido, aceptando las opiniones
y los deseos de los demás por encima de desacuerdos. La religión proporciona ese nosotros: definirnos como cristianos o musulmanes es suficiente para vincular a los que comparten esa misma fe, incluso cuando no
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CUADERNOS de pensamiento político
estemos de acuerdo sobre cuestiones del día a día del gobierno. Pero esa
primera persona del plural no se acomoda fácilmente a la política democrática. En concreto, no acepta el desacuerdo fundamental que dentro de un Estado divide a los creyentes que aceptan la doctrina
dominante de aquellos que no.
Las democracias, por ello, necesitan un “nosotros” nacional más que
uno religioso o étnico. El Estado-nación, tal y como lo concebimos, es el
resultado del sentimiento de pertenencia a la comunidad, moldeado por
una “mano invisible” de entre los incontables acuerdos que se forman por
las personas que hablan la misma lengua y viven unos junto a otros. Resulta
de los compromisos alcanzados tras muchos conflictos y expresa el
acuerdo formado lentamente entre vecinos para garantizarse unos a otros
un espacio y proteger juntos el territorio común. Ha integrado conscientemente a las minorías étnicas y religiosas, que a su vez se han ajustado al
Estado-nación. Se asienta sobre determinadas costumbres y en unos mismos ritos de tolerancia. Su ley es territorial más que religiosa y no invoca
más fuente de autoridad que los bienes intangibles que los ciudadanos comparten. El Estado-nación, así concebido, es lo que constituye el principal
objetivo de la política conservadora en nuestro tiempo, y ese objetivo es tan
importante para los españoles como lo es para los ingleses.
Hoy el Estado-nación debe confrontar la cuestión del separatismo. La
sorprendente consecuencia de la dictadura bruselense ha sido no la abolición de las naciones sino su multiplicación, pues la gente busca desesperadamente una fuente de lealtad real y duradera con la que resistir a la
forma de gobierno puramente contractual que le ha sido impuesta desde
arriba. En el Reino Unido estamos viviendo una creciente división entre Inglaterra y Escocia similar a lo que está sucediendo entre Cataluña y el resto
de España. Un fenómeno que supone una llamada para que entendamos
los principios filosóficos del gobierno secular y democrático, y para que
encontremos una solución a las nuevas tensiones nacionales.
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JULIO / SEPTIEMBRE 2015
EL
CONSERVADOR CONVENCIDO
/ ROGER SCRUTON
PALABRAS CLAVE
•
•Europa•Valores occidentales•Principios
Conservadurismo Reino Unido
filosóficos Estado-nación
•
RESUMEN
ABSTRACT
Roger Scruton parte de una simple pregunta –¿qué es exactamente lo que
piensa un conservador y por qué?– para
recorrer los principales valores y fundamentos filosóficos –nación, identidad,
continuidad histórica, paz, libertad ley,
civilidad, seguridad, propiedad privada,
familia, tradición y civilización cristiana–
que hoy identifican a un conservador
tanto en el Reino Unido como en todo
el continente europeo. En este sentido,
el autor no disimula cierto escepticismo
hacia una Unión Europea que desarrolla
una legislación social capaz de desarraigar muchos de estos valores (sobre
todo en los más jóvenes) y disolver el
espíritu integrador de la antigua naciónEstado.
Roger Scruton starts from a simple question – what exactly does a conservative
think and why? – in order to review the
main values and philosophical foundations – nation, identity, historical continuity, peace, liberty, law, civility, security,
private property, family, tradition and
Christian civilization – which today identify a conservative both in the UK and in
the whole European continent. In this
sense, the author does not conceal
some scepticism toward a European
Union that is developing a social legislation capable of uprooting many of these
values (especially among the young) and
of dissolving the integrating spirit of the
old nation-State.
JULIO / SEPTIEMBRE 2015
19
GIANFRANCO PASQUINO
POPULISMO, INSTITUCIONES
Y UNIÓN EUROPEA
PREMISA
frontar el tema del populismo, hoy más visible y seguramente más difuso que en el pasado, significa entrar en una dantesca selva oscura
sin ninguna guía segura. De entrada señalo que en su eficaz análisis de
los populismos en Italia, Marco Tarchi (2015) ha incluido una exacta, prácticamente exhaustiva y muy incisiva recensión crítica de los estudios hasta
ahora publicados. Sería poco generoso criticar a todos (o casi) los autores que
se han ocupado de este tema por no haber sabido ofrecer una definición convincente ni “operacionalizable” de este fenómeno. Pese a todo, junto a algunos textos banales y repetitivos, disponemos también de óptimos estudios
–entre ellos el pionero libro de Canovan, 1981– y de tentativas de análisis
comparado –entre ellos Giusto, Kitching y Rizzo, 2013– que son útiles y sugestivos. La dificultad de la definición no debe impedirnos dar cuenta de las
manifestaciones más importantes del populismo, investigar las condiciones
que permiten su aparición y favorecen su afirmación y, por último, evaluar su
impacto y las consecuencias actuales y futuras sobre los sistemas políticos democráticos y sobre la Unión Europea.
A
Gianfranco Pasquino es Profesor emérito de Ciencia Política de la Università di Bologna. Sus libros
más recientes son Partiti, isstituzioni, democrazie (Bologna, Il Mulino, 2014) y Cittadini senza scettro. Le riforme sbagliate (Milán, Egea, 2015). Es co-compilador del Oxford Handbook of Italian Politics (de próxima publicación en 2015).
Traducción de José Ruiz Vicioso.
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CUADERNOS de pensamiento político
No es este el lugar en el que escribir una imposible historia del populismo
en el mundo. Dos observaciones preliminares son, en todo caso, absolutamente
indispensables. La primera es que existe una conexión entre las sociedades en
las que los ciudadanos se movilizan y la posibilidad del populismo. La segunda
es que, si bien las primeras manifestaciones de populismo aparecieron en Rusia
y en los Estados Unidos, el continente que ha estado y que continúa estando
más expuesto al populismo en todas sus formas es América Latina (Zanatta,
2013). Por tanto, ninguna comprensión del fenómeno del populismo será adecuada si no ha tenido en cuenta los muchos países y casos de Latinoamérica,
tratando de extraer las lecciones que estos ofrecen todavía hoy. Bajo una perspectiva histórico-comparada es justo sostener que los sistemas políticos europeos han sido, hasta tiempos recientes, relativamente inmunes a las llamadas,
a los líderes y a los movimientos populistas. Y es demasiado fácil afirmar que
el populismo recorre Europa como un espectro sin después tratar de identificar con precisión sus manifestaciones en los diversos países. Se vería entonces,
pero no quiero agotar aquí el argumento, que en Europa los populismos no solo
no han vencido, pese a su amplificada presencia mediática, sino que generalmente permanecen en condiciones de minoría y precariedad. Por otro lado,
sería erróneo ignorar las múltiples posibilidades/probabilidades que tienen los
regímenes democráticos –en los cuales (etimológicamente) el poder pertenece
al pueblo–, lo que en la línea de Mény y Surel llamaré “filones” de populismo.
Volviendo a la primera observación, mientras que las sociedades son estáticas, los cambios, tanto positivos como negativos, son limitados. La política es un quehacer de pocas personas y grupos; no es practicable ningún
discurso populista. Cuando se inicia un proceso de cambio más intenso y
se extiende la movilización, entonces aparece la oportunidad para que el
líder populista entre en la escena política. En puridad, estas afirmaciones
radiografían los populismos originarios, desde Rusia a los Estados Unidos
y a los países de América Latina, con las diferencias consecuentes al nivel
de desarrollo y de movilización de cada Estado.
En el caso de Europa, los procesos históricos de cambio y la movilización
gradual de los europeos han ocurrido dentro de aparatos estatales bastante
bien consolidados, siendo controlados desde arriba por las monarquías. Tras
las dos guerras mundiales se han producido fenómenos de populismo, pero
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POPULISMO, INSTITUCIONES Y UNIÓN EUROPEA / GIANFRANCO
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sería un error grave confundir el fascismo y el nazismo con el populismo.
Aunque Mussolini y Hitler explotaron, en parte, el discurso populista, tanto
el autoritarismo del primero como el totalitarismo del segundo se basaron en
la conquista y en la creación de estructuras como sus respectivos partidos. Il
popolo/Das Volk era primero movilizado y después “enjaulado”, pero nunca
quedaba fluctuante. En cualquier caso, también en el de Franco, el autoritarismo tuvo poco de populista. En cuanto a la gran expansión y larga vida del
populismo latinoamericano, que no ha quedado ciertamente enterrado por la
muerte de Chávez y que mantiene muchas de sus posibilidades, es en referencia a las condiciones sociopolíticas de cada país donde encontramos los
elementos que ponen en evidencia la relación entre populismo, a menudo
movimentismo, e instituciones.
En este artículo me detendré en tres aspectos fundamentales. En primer
lugar, trataré de explicar por qué el populismo goza regularmente de condiciones favorables a su aparición en casi todos los regímenes democráticos, con
la única excepción de Gran Bretaña. Segundo, sostendré que, no obstante la
notable variedad de sus expresiones, el populismo no debe confundirse con la
antipolítica, con el liberismo, con movimientos o partidos de extrema derecha.
Las raíces del populismo son otras. En particular, la ansiedad y el miedo colectivos ante la amenaza de una pérdida de la identidad y el deseo de confiar
el futuro a un hombre que sabrá derrotar a los numerosos enemigos. En tercer lugar, trataré de identificar las relaciones entre la aparición de los fenómenos y de los movimientos populistas y el tipo de orden institucional de los
sistemas políticos contemporáneos. Por último, reflexionaré sobre la construcción de la Unión Europea para tratar de entender y evaluar si, y en qué
forma, la existencia de la Unión, sus mecanismos de funcionamiento y sus líneas de desarrollo futuro son en algún modo responsables de la aparición del
populismo en los Estados miembros y de su eventual expansión en el futuro.
DEMOCRACIA Y POPULISMO
Por definición, la democracia es el régimen político en el que el pueblo (demos)
tiene/ejercita el poder (kratós). Algunas, ya que no todas, de las Constituciones democráticas ponen de manifiesto de forma clara el poder del pueblo. Me
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CUADERNOS de pensamiento político
limitaré a citar el preámbulo de la Constitución de los Estados Unidos en el
cual es el pueblo mismo el que da vida a la Constitución: “We the people of the
United States… do ordain and establish the Constitution of the United States of America”. En 1861, en el famoso Discurso de Gettysburg, el presidente Abraham Lincoln, seguramente no un populista, dio la que a mí parecer es una de las más
bellas definiciones de la democracia: “Government of the people, by the people, for
the people”. Alrededor de un siglo después, en el apartado segundo del primer
artículo de la Constitución italiana se establece que “la soberanía pertenece al
pueblo, que la ejercita en las formas y en los límites de la Constitución”. En
otros sitios, en cambio, como en Gran Bretaña y en Alemania (tomo en consideración dos situaciones muy distintas) el espacio constitucional que se ofrece
al populismo resulta inexistente o mínimo. En Gran Bretaña nadie duda de que
la soberanía resida en Westminster, en el Parlamento, ni de que el primer ministro derive su poder, no del voto popular sino del apoyo de la mayoría parlamentaria, y que lo ejerce no con una llamada al pueblo, sino gracias a su
capacidad de convertirse, como escribió Max Weber, en el “dictador del campo
de batalla parlamentario”. Muy comprensiblemente la Ley Fundamental alemana ha evitado cuidadosamente establecer situaciones electorales e institucionales que ofrezcan oportunidades a un líder y a una dinámica populista. En
el caso alemán, la trágica experiencia de la República de Weimar, con la elección popular directa del Presidente de la República, que abrió el camino del
poder a Hitler, ha resultado una lección dolorosamente inolvidable.
Volviendo a la visión de la democracia formulada por Lincoln, el pueblo resulta central sea en la versión electoral de formación de la democracia representativa (government of the people), sea en la versión de democracia directa
(government by the people): iniciativa legislativa –en inglés proposition–, referéndum y revocación de los cargos electos –recall–; sea, en fin, como destinatario
de las políticas elaboradas por los gobernantes (government for the people). La llamada al pueblo tampoco ha de llevarnos a calificar a Lincoln como un líder
populista. Tampoco mi firme convicción, compartida por Mény y Surel, de
que efectivamente existe una veta de populismo en la democracia estadounidense puede exagerarse hasta el extremo de calificar a los Estados Unidos
como una democracia populista. Si bien no hay duda de que la elección popular directa del presidente y de los gobernadores de los estados alimenta discursos, modos y estilos populistas y consiente la aparición de aspirantes
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POPULISMO, INSTITUCIONES Y UNIÓN EUROPEA / GIANFRANCO
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populistas, la situación contiene elementos de ambigüedad. Por un lado, el populismo no fue ciertamente un peligro previsto por los padres constituyentes,
los cuales, si acaso, temían bien el faccionalismo, bien la dictadura de la mayoría. Por otro, el orden institucional de la república presidencial puede también consentir, en el momento de la competición electoral, la aparición e
incluso la victoria de un líder populista. Sin embargo, en la práctica, ningún populista ha conquistado nunca la presidencia, y el principio constitucional “instituciones separadas que compartan el poder” ha funcionado como obstáculo
insuperable a la concentración de poder, que es la ambición de los populistas.
Completamente distinto es el caso de América Latina, que nos permite ilustrar mejor el contexto europeo. Los populismos latinoamericanos son el producto conjunto de la elección popular directa de los presidentes de las diferentes
repúblicas del continente y de la debilidad, más que de los aparatos institucionales en cuanto tales, de los partidos políticos. El principal alimento que nutre
los populismos latinoamericanos es el movimentismo. De una parte, hace difícil
la vida y a menudo la misma existencia de los partidos, que en ningún país son
organizaciones sólidas, radicadas y duraderas, excepto en Chile. De otra, impide
cualquier forma de institucionalización. La letal combinación entre la necesidad de hacer una llamada al pueblo para lograr el cargo presidencial y la debilidad de los partidos, que pueden ser controlados por los candidatos y que no
constituirán, después, ningún obstáculo a la modalidad de gobierno de los presidentes, conscientes de que ni su recandidatura ni su reelección dependen de
los partidos, tiene como consecuencia que el populismo se mueva en espacios
amplios, sin constricciones ni limitaciones institucionales –técnicamente podríamos decir sin checks and balances–. Aquí se sitúa la preocupación institucional y política de Linz (1994). El presidente populista victorioso que desperdicia
los recursos y manipula las políticas públicas en perjuicio de su propio país no
puede ser removido, obligando a sus competidores a imitar su lenguaje y a
hacer promesas que no podrán cumplir. En el pasado, la consecuencia más
probable era el derrocamiento militar de los presidentes incapaces y perjudiciales. Hoy, el riesgo es que los presidentes populistas dejen, precisamente como
Hugo Chávez, sus países sumidos en serias crisis económicas y políticas.
La lección institucional a aprender del caso latinoamericano es que la
elección popular directa del presidente permite a los populistas, también
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CUADERNOS de pensamiento político
cuando no vencen, obtener gran visibilidad e influir de un modo o de otro,
bien en las políticas públicas bien en la gestión del gobierno.
En las democracias de Europa occidental, solo la V República francesa
y, con anterioridad Austria y Finlandia, recogen la elección popular directa
del presidente. En Francia es además el jefe del poder ejecutivo, mientras
en Austria y en Finlandia es una figura esencialmente ceremonial. Ni los
presidentes franceses ni los austriacos han mostrado características populistas, si bien Sarkozy (2007-2012) recurrió en alguna ocasión a elementos
del discurso populista. En la Europa centro-oriental hay países en los cuales el presidente combina su tradición comunista con discursos y comportamientos populistas, pero se trata seguramente de situaciones no definibles
como democráticas, sino autoritarias.
Sin entrar en un imposible estudio de todas las expresiones populistas
transmutadas en partidos que han logrado votos y escaños en elecciones democráticas, es posible formular dos hipótesis explicativas que me parecen suficientemente confirmadas por los hechos. La primera es que las democracias
parlamentarias no son fácilmente escalables por los movimientos o partidos
populistas. Ciertamente, los sistemas electorales proporcionales, de Alemania
a Suecia, de Holanda a Bélgica –e Italia– ofrecen a los populistas grandes
oportunidades de presentar listas de candidatos y de obtener cierto éxito de
representación, aunque este raramente les ha llevado a tener responsabilidades de gobierno, como brevemente ocurrió en Austria y Suiza; en Dinamarca,
Países Bajos y Noruega, alguna vez han dado apoyo externo al gobierno. Italia merece –y no por la nacionalidad del autor– una reflexión más profunda.
POPULISMO ITALIAN-STYLE
Evitando recurrir a explicaciones de naturaleza histórica y, sobre todo, como
ya he dicho, apoyado por una amplia literatura en la materia, no considero a
Mussolini un líder populista, si bien alguna vez recurrió a comportamientos y
discursos de corte populista. Por mantenernos en la actualidad, me parece
oportuno restringir el análisis de Italia a los últimos treinta años más o menos,
centrándome en tres actores populistas (el mejor estudio sobre populismo en
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POPULISMO, INSTITUCIONES Y UNIÓN EUROPEA / GIANFRANCO
PASQUINO
Italia, el citado de Tarchi, también analiza otros menores): Bossi y la Lega Nord;
Berlusconi y el movimiento político Forza Italia, que es la definición inicial;
Grillo y el Movimento 5 Stelle (Pasquino, 2014). Por más que sean muy distintos entre ellos, estos tres movimientos tienen diversos elementos que los acercan. Aquí se ubica mi segunda hipótesis: en el contexto de Europa sobre todo
occidental, la aparición y el ascenso de movimientos populistas están fuertemente determinados por las condiciones de los partidos existentes y del sistema
político en su conjunto. Donde los partidos son sólidos, como en Gran Bretaña
y en Alemania y, hasta hace poco, en España, y donde el sistema de partidos
es competitivo y permite la alternancia –acogiendo los desafíos y las tensiones–,
allí la insatisfacción del electorado es canalizada por los partidos existentes,
que se han demostrado capaces de integrarla y, por así decir, de transmitirla al
gobierno. Si los partidos son relativamente débiles o están en vías de desestructuración y la competición entre ellos produce meros ajustes de políticas y
cambios limitados del personal político, allí la insatisfacción ciudadana desemboca en otro lugar. Si existe lo que llamaré una “oferta de populismo”, muchos ciudadanos-electores se dispondrán a tomarla en consideración.
En efecto, en el contexto italiano se han presentado tres ofertas de populismo sucesivas. La primera, al inicio de los ochenta, fue la de Umberto Bossi y
su Lega Nord. La segunda, a partir de 1994, fue la de Silvio Berlusconi con Forza
Italia. La tercera oferta, a partir de 2008, fue la de Beppe Grillo y el Movimento
5 Stelle. Todas fueron ofertas ganadoras. Las de Bossi y Berlusconi se basaban
también en el componente identitario. Bossi apelaba a la identidad regional de
los padanos; además de resaltar la “italianidad” (contra una izquierda acusada
de ser poco patriótica) tanto en el discurso de lanzamiento de su movimiento
como en el propio nombre Forza Italia, Berlusconi hacía y ha seguido haciendo
una llamada a los “moderados” contra los comunistas, los excomunistas y los
postcomunistas. Lo que hace a Berlusconi especialmente populista es su convicción, frecuentemente repetida, de que el voto de millones de italianos vale
más que cualquier división de poderes. Quien ha obtenido la mayoría de los
votos –en el caso de Berlusconi nunca fue una mayoría absoluta– no puede ser
frenado por el Parlamento, no puede ser obstaculizado por el Presidente de la
República, no debe ser encausado por los tribunales. La única relación que
cuenta es la del líder con el pueblo (de los moderados). Menos visible, pero no
menos explícita es la identidad reclamada por Grillo: los ciudadanos –que es
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CUADERNOS de pensamiento político
también el título con el que desean ser llamados los parlamentarios del Movimento 5 Stelle– contra los políticos de profesión; la sociedad honesta, limpia, laboriosa contra la política corrupta, que se mueve solo en interés propio. Esta
es una clásica contraposición populista. De hecho, aquí aparece un segundo
elemento especialmente, aunque no únicamente, italiano: la antipolítica. Cierto,
la crítica de los políticos y de la política también existe en España, antes con los
indignados, después con Podemos y recientemente con el movimiento Ciudadanos. Tsipras también ha recogido en Grecia los votos de aquellos que quieren acabar con la vieja política, monopolizada por un reducido grupo de
familias históricas. Seguramente los Piratas en Suecia y en Alemania han fundado parte de su (muy limitado) éxito en la antipolítica, pero el sustrato antipolítico italiano es, con gran diferencia, más fuerte y extenso. Continuamente
alimentado también por algunos intelectuales, está destinado a durar.
El tercer factor que facilita la aparición de movimientos y partidos populistas lo constituye el tipo de partidos y de sistemas de partidos existentes en
cada país. En toda Europa, los partidos no pasan su mejor momento. Tienen
dificultades para reclutar nuevos miembros. Pierden capacidad de representación política. Son considerados responsables de la mala situación económica e incapaces de resolverla. Aunque existen diferencias de un sistema
político a otro, allí donde los partidos son más sólidos han sabido neutralizar
el desafío de los populismos y adaptarse sin abrir muchos espacios. Es el caso
de Alemania, de Gran Bretaña, de Suecia y, visto desde fuera, en parte también de España. En Italia, en cambio, Bossi aprovechó el declive de los partidos de gobierno en los años ochenta y la caída del Muro de Berlín, que se
desplomó sobre el Partito Comunista italiano e hizo innecesario el voto a la Democrazia Cristiana, “liberando” a millones de electores que no podían ser comunistas de la necesidad de votar “DC” y suscitando una identidad territorial,
la del norte. En 1994, Berlusconi se infiltró en un sistema de partidos totalmente disgregado por la desaparición de todos los partidos que habían formado parte del gobierno desde 1947 a 1992. Desde el 2008, Grillo ha sacado
ventaja no solo del descrédito de todos los partidos, sino sobre todo de la
erosión del partido de Berlusconi, de la insatisfacción con un Partito Democratico serpenteante entre muchos electores potencialmente de izquierdas y,
en fin, del hecho de que los jóvenes que votan por primera vez se encuentran
totalmente desvinculados de cualquier pertenencia político-partidista.
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POPULISMO, INSTITUCIONES Y UNIÓN EUROPEA / GIANFRANCO
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POPULISMO, ANTIPOLÍTICA Y EXTREMA DERECHA
Creo que es posible y justificado sacar una doble conclusión de carácter comparado. Por un lado, cualquier experimento populista encuentra grandes obstáculos en un contexto institucional en el que el Parlamento funciona y en
el que los liderazgos derivan su legitimidad del apoyo parlamentario de partidos sólidos. Por otro, partidos que se debilitan y sistemas de partidos que
se disgregan abren enormes espacios a los sentimientos y movimientos populistas. Cualquier éxito es todavía más fácil cuando los populistas son capaces de aprovecharse de una (in)cultura política modelada por la
propaganda antipolítica, y también de experiencias históricas precedentes
en las cuales la antipolítica ha jugado un papel desacreditando la política y
a los políticos (algo en lo que estos, a menudo, tienen mucha responsabilidad). Me limito a citar un ejemplo lejano en el espacio y en el tiempo. En los
años setenta, la afirmación del candidato republicano Ronald Reagan “el gobierno no es la solución, es el problema” reveló que el populismo estaba vivo.
No puede sorprender que, con poquísimas excepciones, los candidatos a la
Casa Blanca hayan hecho su campaña electoral contra Washington D. C., la
capital, y contra la política que allí se hace, prometiendo no hacerse prisioneros de los rituales, de los lobbies, del big government. Más recientemente la
Lega Nord juró que no se dejaría domesticar por el Parlamento ni por Roma
ladrona, mientras los dirigentes y parlamentarios de 5 Stelle, bajo explícita
orden de Grillo, mantuvieron su rechazo a participar en debates televisivos.
Casi nada de esto aparece en los partidos de extrema derecha que no
deben, por tanto, ser automáticamente clasificados como populistas. Es verdad que los partidos de extrema derecha tienen una carga antisistema, en el
sentido de que si pudieran cambiarían el sistema político aboliendo la democracia y dando el poder a un solo gobernante. Pero seguramente no desean
debilitar el Estado, sino reforzarlo. Es verdad que apelan a la identidad nacional, histórica, tradicional, pero esto no significa que sean siempre xenófobos y enemigos de los inmigrantes, como los populistas. Al contrario, con
frecuencia los partidos de extrema derecha buscan asimilar e integrar a todos
los inmigrantes de forma que se reconozcan en los principios fundamentales
de la identidad nacional existente. Por último, los partidos de extrema derecha nunca son liberistas, sino que defienden la intervención del Estado en la
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CUADERNOS de pensamiento político
economía. El mejor ejemplo de partido de extrema derecha y de más éxito
dentro del contexto europeo es indudablemente el Front National en Francia,
ciertamente no un movimiento populista. No muy distante a este es posible
colocar al United Kingdom Independence Party (UKIP), Aurora Dorada en Grecia y al PVV holandés. Partidos seguramente de derecha que tienen todas las
características a las que me he referido son también los Democráticos suecos y
los Griegos Independientes. Elemento unificador de todos estos partidos, además de la exasperación del sentimiento de identidad nacional, es una profunda hostilidad hacia la Unión Europea. Esta hostilidad deriva de hecho del
temor a que la Unión termine por anular las identidades nacionales y, en segundo lugar, y quizá un poco artificialmente, de la convicción de que los tecnócratas, los banqueros, los capitalistas, son los que han prevalecido en las
instituciones europeas, en particular en la Comisión, y en la formulación de
políticas europeas que son impuestas a los Estados miembros.
Algunos partidos de la extrema derecha y los movimientos populistas
coinciden sobre el terreno antieuropeo. La prueba más convincente la proporcionan, por un lado el Front National y la Lega Nord (de hecho, el nuevo
secretario de la Lega, Matteo Salvini, trata de construir una alianza sobre
temas comunes con Marine Le Pen, la líder del Front National), y por otro,
el Movimento 5 Stelle y UKIP. Ambas parejas de partidos, por necesidad
numérica pero también por voluntad política, han decidido dar vida a dos
grupos en el Parlamento Europeo. Son grupos algo distintos, compuestos
de pocos parlamentarios que, seguramente, no son los únicos que expresan críticas y reservas hacia las instituciones europeas y su funcionamiento.
Algunas de esas críticas no son además tan distintas de las posiciones de
los conservadores ingleses y de los europarlamentarios de Forza Italia.
El resultado global de los partidos euroescépticos, eurocríticos, eurohostiles, en particular del conjunto de partidos populistas y de extrema derecha en
las elecciones europeas de 2014, permaneció más bien por debajo de las expectativas y de los temores. Menos del 25% de los europarlamentarios electos
pueden ser considerados contrarios a la Unión Europea, a sus instituciones y a
su funcionamiento. Sin embargo, el dato que no debemos olvidar nunca ni minusvalorar es que en torno a la mitad de los ciudadanos de la Unión Europea
no acude a las urnas, manifestando de esta forma una mezcla de desinterés y
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de desacuerdo con la idea de Europa encarnada en las instituciones europeas.
Bajo el punto de vista de estas instituciones es posible sostener que el sistema
electoral utilizado en todos los Estados miembros, la representación proporcional, permite a críticos, populistas y extrema derecha de la Unión obtener un
número de representantes que refleja su apoyo electoral. Los populistas y los
dirigentes de extrema derecha aprovechan de hecho las campañas electorales
para adquirir visibilidad política. Por lo demás, resulta irónico que sean precisamente los que se oponen a la Unión Europea los que hacen propaganda de
los temas más específicamente europeos, mientras los dirigentes de los partidos
europeístas las más de las veces no saben ofrecer un juicio, que en conjunto es
muy positivo, de cuanto la UE ha hecho por los ciudadanos europeos.
DÉFICIT DE LA UNIÓN EUROPEA Y ESPACIOS POPULISTAS
La crítica más frecuente e incisiva a la Unión Europea se refiere al déficit democrático que padecen sus instituciones. Este asunto es analizado por Norris,
que sostiene que la idea original de déficit contrapone “la legitimidad de los
procedimientos de decisión en la Unión Europea” a los “estándares democráticos de las naciones-Estado europeas” (Norris, 2011: 5). Mi perspectiva es distinta y, espero, más centrada y correcta. La tecnocracia de la Comisión, la
burocracia de la Unión y la proliferación de los comités han convertido a la
Unión en un organismo mucho menos democrático que cualquier Estado
miembro. Que esta crítica tiene arraigo entre mayorías de ciudadanos europeos que valoran mejor el funcionamiento de sus respectivas democracias lo
ponen de manifiesto los sondeos periódicos del Eurobarómetro. Sin embargo,
la crítica del déficit democrático de la Unión Europea no es correcta. El Parlamento europeo es elegido por los ciudadanos de los Estados miembros, por lo
que tiene legitimidad democrática. El Consejo está compuesto por los jefes de
Gobierno a los que apoyan las mayorías parlamentarias de sus respectivos países, de forma que también gozan de una específica legitimación democrática.
Aunque el presidente de la Comisión no es elegido directamente, sino por el
Consejo de los jefes de Gobierno, ya desde 2014 esta nominación debe ser la
del candidato del grupo parlamentario que ha obtenido más escaños. Tras algún
titubeo, así ha resultado con la elección de Jean-Claude Juncker, que después
recibió lo que podríamos llamar el voto de confianza del Parlamento. Estamos,
por tanto, ante una situación asimilable a la de las democracias parlamentarias
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clásicas. Es verdad que la legitimidad de los comisarios, que son nombrados por
los Estados miembros (con el visto bueno del presidente de la Comisión), es indirecta, pero también lo es que solo asumen el cargo con el voto favorable del
Parlamento. En sustancia, pues, también la Comisión puede preciarse de contar con una legitimidad democrática, no popular sino indirecta.
Quienes mantienen la existencia de un déficit democrático a menudo proponen la elección popular directa del Presidente de la Unión. Sin entrar en detalles, esta solución parece caminar en la dirección de los Estados Unidos de
Europa como una república presidencial. Casi con toda seguridad, los candidatos serían expresión de las principales familias europeas de partidos y el peso
de las campañas electorales sería asumido por los partidos de cada “familia” en
cada uno de los países. Naturalmente, un eventual presidencialismo europeo
podría también encuadrarse en las críticas de Juan Linz, sea cuanto a la oportunidad ofrecida a los populismos, sea en cuanto fórmula demasiado rígida en
el caso de que el vencedor se revelase inadecuado. Una segunda crítica resulta
insuperable: el riesgo de una situación de bloqueo político y decisional. Un
presidente elegido por el pueblo no puede ser removido de su cargo durante
su mandato, pero sabemos que el Parlamento podría hacerle muy difícil la vida
política, neutralizando cualquier iniciativa o actividad. Bajo la óptica del peligro populista la primera crítica se vería muy atenuada, ya que el candidato respondería a una coalición de partidos afines, no a la iniciativa de un “tsunami”
personal impulsado por propuestas populistas. Mucho dependería todo del
sistema de elección, que presumiblemente sería una doble vuelta que enfrentaría en segunda votación a los dos candidatos más votados en la primera. Parece improbable que un candidato común de los distintos movimientos y
partidos populistas pudiera desbancar a populares y socialistas y pasar a la segunda vuelta. Sin embargo, la elección popular directa del presidente de la
Unión Europea constituiría el mejor de los mundos posible para dar espacio
e impulso al populismo a nivel europeo, aunque también para provocar una dinámica potencialmente bipolar entre las dos principales posiciones que sostuvieran a los candidatos a la presidencia.
CONCLUSIÓN
El populismo está destinado a permanecer como desafío en todas las democracias, nacionales y supranacionales. Es una historia paralela a la historia y la
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evolución de la democracia que continúa hoy. Donde las instituciones son sólidas y gozan de legitimidad, donde los partidos son organizaciones representativas y el sistema de partidos es competitivo, el desafío de los populismos
podrá incidir en el funcionamiento del sistema político, pero no tendrá éxito.
En otros lugares podrá vencer, pero hasta ahora solo ha dado malas pruebas
de sí mismo, mostrándose siempre incapaz de institucionalizarse.
PALABRAS CLAVE
•
•
•
•
Instituciones Democracia Populismo Partidos políticos Unión Europea
RESUMEN
ABSTRACT
Es inherente a todos los sistemas políticos democráticos que estos contengan
una “veta” o más de populismo. Que el populismo aumente su presencia e impacto
dependerá de los acuerdos institucionales
y de los partidos y sus sistemas de partido. Este artículo explora las diferentes
posibilidades de que se abra espacio político al populismo en las repúblicas presidenciales, especialmente aquellas de
América Latina y en las democracias parlamentarias europeas. También analiza las
relaciones entre sistemas de partido y populismo, centrándose en un caso italiano,
que exhibe tres ejemplos de movimientos
populistas de éxito. El trasfondo cultural
del populismo está representado por sentimientos antipolíticos. A pesar de compartir algunos componentes, en concreto
la xenofobia y el énfasis en la identidad,
los movimientos populistas no deben confundirse con los partidos de extrema derecha que exaltan el rol y el poder del
Estado. Las instituciones de la Unión Europea, aunque a menudo se critican por un
supuesto déficit democrático, son bastante legítimas y hasta ahora sus normativas no han demostrado ser especialmente
hospitalarias a los desafíos populistas.
Inherently, in all democratic political
systems there is a “streak” or more of
populism. Whether populism will expand its
presence and increase its impact depends
on the institutional arrangements and on
the parties and their party systems. This
article explores the differences in the
likelihood of opening political space to
populism between presidential republics,
especially those in Latin America, and
European parliamentary democracies. It
also analyzes the relationships between
party systems and populism, focusing on
the Italian case that exhibits three
successful examples of populist
movements. The cultural background of
populism is represented by anti-political
feelings. In spite of some similar
components, namely, xenofobia and the
stress on identity, populist movements are
not to be confused with extreme right-wing
parties which exalt the role of the State
and its strength. Though often criticized
because of an alleged democratic deficit,
the institutions of the European Union are
quite legitimate and so far their
arrangements have not proved to be
particularly hospitable to populist
challenges.
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LA REFORMA ELECTORAL ITALIANA
DE 2015
La aprobación de la ley del 6 de mayo de 2015, nº 52, que contiene Disposiciones en materia de elección de la Cámara de Diputados
constituye un importante giro en la “historia infinita” del debate
sobre la reforma constitucional y electoral1 que viene produciéndose en
Italia desde hace casi tres décadas. Se trata, sin embargo, solo de una etapa
intermedia dentro de la agenda de reformas del sistema político que el Gobierno de Matteo Renzi y su mayoría parlamentaria pretende sacar adelante en el curso de la actual legislatura –la XVII–, iniciada con las
legislativas de 2013. Sucesivas etapas deberán ser superadas en los próximos meses, y la aprobación exitosa del conjunto de reformas no aparece
de momento del todo asegurada.
1.
La necesidad de aprobar una nueva ley electoral obedecía a razones
tanto del plano de la política constitucional como del plano del derecho
constitucional.
Marco Olivetti es profesor ordinario de Derecho constitucional de la Universidad LUMSA de Roma.
Ha sido miembro de la comisión de expertos para las reformas constitucionales nombrada por
el Gobierno de Enrico Letta en 2013.
Traducción del italiano de José Ruiz Vicioso.
1
Para una síntesis de tal historia reenvío a Il referendum costituzionale del 2006 e la storia infinita (e incompiuta) delle riforme costituzionali in Italia, en Cuestiones Constitucionales, EneroJunio 2008, n. 18, p. 107-167. En particular, sobre el origen del debate en materia electoral,
ver M. Luciani, Il voto e la democrazia. La questione delle riforme elettorali in Italia, Editori Riuniti, Roma, 1991.
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CUADERNOS de pensamiento político
Por un lado, la ley electoral precedente –ley 270/2005–2 había sido
aprobada por la mayoría parlamentaria de centro-derecha de la XIV legislatura con la oposición del centro-izquierda, y en seguida se convirtió en
objeto de extendidas críticas provenientes de diversas fuerzas políticas (incluidas aquellas que originalmente habían concurrido a su aprobación) y de
amplios sectores de la opinión pública3. Los principales motivos de crítica
fueron el establecimiento de un premio de la mayoría en beneficio de la
lista (o coalición de listas) que hubiese obtenido el mayor número de votos
en las elecciones a la Cámara de Diputados; en las elecciones al Senado se
preveía un premio análogo destinado a favorecer la lista o coalición de listas que hubiera obtenido el mayor número de votos en cada una de las regiones4; de otra parte, la crítica se dirigió a la elección de los diputados y
senadores en circunscripciones plurinominales de grandes dimensiones5
sin voto de preferencia. A consecuencia de las mismas, durante las dos legislaturas siguientes –XV (2006-2008) y XVI (2008-2013)– se sucedieron las
2
3
4
5
Véase M. Carrer, La riforma della legge elettorale: un proporzionale “maggioritario”, en B. Pezzini, S. Troilo (a cargo de), La Costituzione riscritta. Ombre e luci nella revisione del 2005, Giuffré, Milano, 2006, p. 177-196; A. Pertici, Il sistema elettorale del Senato e della Camera dopo
la legge n. 270 del 2005, en S. Panizza, R. Romboli (a cura di), L’attuazione della Costituzione.
Recenti riforme e ipotesi di revisione, III ed., Plus-Pisa University Press, Pisa, 2006, p. 263-274;
G. Vegas, Il nuovo sistema elettorale. Un proporzionale a maggioranza garantita, Mondadori, Milano, 2006; C. Fusaro, La legge elettorale del 2005. Profili ordina mentali e costituzionali, in R.
D’Alimonte, A. Chiaramonte (a cargo de), Proporzionale ma non solo. Le elezioni politiche del
2006, Il Mulino, Bologna, 2007, p. 89-120; C. De Fiores (a cargo de), Rappresentanza politica
e legge elettorale, Giappichelli, Torino, 2007; en R. D’Alimonte, C. Fusaro (a cargo de), La legislazione elettorale italiana, Il Mulino, Bologna, 2008.
Véase, por ejemplo, AA.VV. (Astrid), La riforma elettorale, Passigli Editori, Firenze, 2007; Presidenza del Consiglio dei Ministri – Ministro per i rapporti con il Parlamento e le riforme istituzionali – Dipartimento per le riforme istituzionali, Legge elettorale e forma di governo: ipotesi per
una riforma condivisa, Atti del Seminario di Studi, Firenze – Fondazione Spadolini – Nuova Antologia, 3 febrero de 2007; F. Bassanini, R. Gualtieri (a cargo de), Per una moderna democrazia europea. L’Italia e la sfida delle riforme istituzionali, Passigli Editori, Firenze, 2009 y AA.VV.,
Forma di governo, legge elettorale, riforma del bicameralismo paritario. Seminario promovido por
el Forum Riforma dello Stato, Cámara de Diputados, sala de la Reina, 14 junio de 2010, Partito Democratico, Roma, 2010.
En consecuencia, mientras en la Cámara de Diputados la coalición de listas que hubiese obtenido la mayoría relativa aunque con pocos votos de diferencia respecto a la segunda habría
conseguido 340 diputados sobre 630, en el Senado esa misma coalición no tenía la seguridad de obtener la mayoría de escaños, puesto que el premio operaba región por región, de
forma que el premio obtenido en una región por una lista o coalición se podía ver compensado
por el obtenido por otra lista o coalición en otra región. Así ocurrió en 2006 y de forma aún
más evidente en 2013.
Por ejemplo, en la circunscripción de Puglia se elegía a 44 diputados, y en la de Emilia-Romagna 43.
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propuestas de reforma del sistema de elección de las cámaras legislativas,
si bien ninguna fue coronada con éxito.
La ley 270/2005 fue además objeto de dos peticiones de referéndum
derogatorio presentadas por grupos de 500.000 electores, según lo previsto
en el artículo 75 de la Constitución italiana. La primera, que fue admitida
por la Corte constitucional, proponía la derogación de algunos aspectos de
la ley. Aunque la petición obtuvo la mayoría de los votos válidos emitidos
en la consulta de los días 21 y 22 de junio de 2009, no alcanzó el mínimo
del 50% de participación exigido por el art. 75 de la Constitución para que
el referéndum sea válido. La segunda, que planteaba la derogación total
de la ley con el objetivo de volver a poner en vigor la anterior legislación
electoral (leyes 276 y 277/1993), no fue en cambio admitida por la Corte
constitucional (sentencia 13/2002).
Al inicio de la actual legislatura, la reforma electoral fue una de las propuestas planteadas por los dos grupos de “sabios” designados primero por
el presidente de la República (marzo de 2013) y después por el Gobierno
de Letta (junio de 2013)6.
2. En diciembre de 2013, a la razón política para la reforma electoral se
añadió una de carácter constitucional. La sentencia 1/2014 de la Corte
Constitucional7 declaró inconstitucionales algunos aspectos de la ley
270/2005. En particular, el premio de la mayoría previsto para la elección
de la Cámara y, de otra forma, para el Senado, fue considerado contrario
al principio de igualdad del voto: este último entendido como principio
de igualdad de voto “en salida” (es decir, como obligación de reconocer a
todos los votos individuales la misma eficacia) ante el cual podrían ser ad6
7
Véase el informe de esta última Comisión: AA.VV. (Commissione per le Riforme istituzionali presieduta da G. Quagliariello), Per una democrazia migliore. Relazione finale e documentazione,
Dipartimento per l’Informazione e l’editoria – Presidenza del Consiglio dei Ministri (Gangemi editore), Roma, 2013.
El contenido de la sentencia fue hecho público por la oficina de prensa de la Corte constitucional el 4 de diciembre de 2014. La sentencia fue, sin embargo, publicada un mes después
(siguiendo una mala costumbre que la Corte desafortunatamene utiliza con frecuencia) por lo
que la fecha de la misma es el 13 de enero de 2014. Sobre tal sentencia véase A. Rauti, I sistemi elettorali dopo la sentenza n. 1 del 2014. Problemi e prospettive, Edizioni Scientifiche Italiane, Napoli, 2014.
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CUADERNOS de pensamiento político
misibles excepciones justificadas por la consecución de una finalidad constitucionalmente apreciable, como es sin duda la gobernabilidad. Sin embargo, la Corte consideró excesivo el premio de la mayoría dada la ausencia
de un umbral mínimo de votos para que la lista –o coalición de listas– más
votada obtuviera el premio. También respecto al Senado, donde se atribuía
el premio en función de la mayoría en cada región— la Corte opinó que el
premio era ilegítimo, tanto por la falta de un porcentaje mínimo para poder
atribuirlo como por la distribución del mismo según una base regional, algo
contradictorio con la finalidad de favorecer la formación de una mayoría,
que justifica en abstracto la previsión del premio. Por último, la Corte declaró
también que la falta del voto de preferencia violaba el principio de libertad
del voto, pues impedía a los electores elegir a sus representantes, reservando
esa elección en exclusiva a los partidos políticos.
Pese a que la sentencia de la Corte constitucional se planteaba como una
sentencia “aditiva”, —pues además de anular parte de la ley 270/2005 recogía el sistema electoral aplicable en caso de nuevas elecciones (el resultante
del sistema previsto por la ley una vez eliminados los mecanismos declarados inconstitucionales)–8 este quedaba como sistema proporcional casi puro,
rechazado por aquellos que consideraban necesario un modelo que incorporase los correctivos tales de permitir al electorado elegir una mayoría de
gobierno en las elecciones generales. Entre los que apoyaban un sistema de
este tipo se contaban los líderes de los principales partidos italianos.
3. El 2 de enero de 2014 el secretario general del Partito Democratico (PD)
Matteo Renzi, que había sido elegido en las primarias de su partido en los
mismos días en que se daba a conocer la sentencia de la Corte constitucional, anunció la disponibilidad del PD de abordar tres hipótesis de reforma
electoral con los otros partidos: un sistema de tipo español –proporcional
con circunscripciones de pequeñas dimensiones–, la vuelta (con correcciones) a la ley Mattarella con la que se celebraron las elecciones de 1994, 1996
y 2001, o un sistema a dos vueltas similar al utilizado en las elecciones municipales pero sin la elección directa de la jefatura del poder ejecutivo. El 18 de
8
Se trataría de un sistema proporcional corregido con una barrera legal de entrada y voto de preferencia en los mismos colegios previstos por la ley 270/2005.
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enero el secretario del PD alcanzó un acuerdo con el líder de Forza Italia Silvio Berlusconi (el llamado Pacto del Nazareno, tomado del nombre de la sede
nacional del PD, donde los líderes se reunieron para formalizar el acuerdo)
sobre un sistema proporcional corregido con una barrera legal elevada (8%)
y con premio de la mayoría para la lista o coalición de listas más votada. Si
ninguna lista o coalición de listas hubiera obtenido al menos el 37% de los
votos, se celebraría una segunda vuelta entre las dos listas o coaliciones de listas más votadas, otorgándose el premio entonces a la más votada.
Este primer borrador de reforma electoral, definida como Italicum para
señalar su continuidad con otros sistemas que han estado en vigor en Italia en los últimos veinte años –en los niveles municipal9, provincial10 y regional11, sin considerar la misma ley 270/2005– fue presentada a la Cámara
de Diputados, que la aprobó en primera lectura el 12 de marzo de 201412,
pocas semanas después de que el líder del PD asumiera la presidencia del
Consejo de Ministros. En el curso de 2014, los firmantes del Pacto del Nazareno acordaron una serie de modificaciones al proyecto de ley que fueron aprobadas por el Senado el 27 de enero de 201513. El texto resultante
de la tramitación en el Senado fue posteriormente aprobado sin modificaciones por la Cámara el 4 de mayo de 2015, con 334 votos a favor, 61 votos
en contra y 4 abstenciones, en medio de graves tensiones políticas entre la
mayoría y la oposición14 pero también dentro del Partito Democratico15 que
domina la mayoría de la Cámara.
9
10
11
12
13
14
15
Véase la ley 81/1993 sobre la elección de ayuntamientos y alcaldes.
Véase la ley 81/1993 sobre la elección de consejos provinciales y de presidentes de las juntas provinciales. Esta parte de la ley fue derogada por la ley 56/2014.
Véase la ley 43/1995, la ley constitucional 1/1999 y las leyes electorales aprobadas en las
diversas regiones italianas.
Acto de la Cámara nº 3 y otros de la XVII legislatura.
Acto del Senado nº 1385 de la XVII legislatura.
En el momento de la votación final los diputados de la oposición decidieron no participar en
la misma.
El conflicto interno causó las dimisiones del presidente del grupo parlamentario del Partito Democratico; además, el grupo PD sustituyó a los diputados del partido que eran miembros de
la Comisión de asuntos constitucionales. El gobierno planteó un voto de confianza sobre la
aprobación de tres artículos de la ley electoral, pese a lo cual los miembros de la minoría del
PD votaron en contra. (Sobre este último asunto ver S. Curreri, Questione di fiducia e legge elettorale, in Quad. Cost., 2015, anticipado en www.forumcostituzionale.it, 11.5.2015).
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CUADERNOS de pensamiento político
4. Antes de examinar brevemente el contenido de la ley electoral
52/2015 y de avanzar algunas valoraciones sumarias sobre la misma conviene precisar su alcance y su eficacia.
En primer lugar, la ley ha entrado en vigor el 23 de mayo de 2015, al término de los 15 días regulares de vacatio legis, pero ella misma contiene una
provisión que difiere su eficacia –en lo que se refiere al sistema electoral de
la Cámara– al 1 de julio de 2016 (la llamada cláusula de salvaguardia) de
forma que, si se produjera una disolución anticipada de las cámaras legislativas con anterioridad a esa fecha, las elecciones se verían reguladas por el sistema resultante de la ley 270/2005 según la modificación consiguiente a la
declaración de inconstitucionalidad de la sentencia 1/201416.
En segundo lugar, la ley 52/2015 –al contrario que las leyes 276/1993
y 270/2005 y análogamente a la ley 148/1953 conocida como “ley
Scelba”17– regula únicamente el régimen electoral de la Cámara de Diputados, a pesar de que en el sistema constitucional italiano, también el Senado deba ser elegido por sufragio universal y se equipare a la Cámara
en cuanto a funciones legislativas18 y de dirección política (especialmente
en cuanto a la votación de confianza al inicio de la actividad del gobierno
y a la moción de censura)19. La reforma electoral, de hecho, se plantea de
forma coordinada a la reforma constitucional, ya aprobada en primera
lectura por ambas cámaras20 y que sustituiría la elección por sufragio universal del Senado por una elección indirecta de los consejos regionales.
Reforma que también excluiría a la Cámara Alta de las votaciones sobre
confianza al gobierno y redimensionaría su participación en el procedimiento legislativo.
16
17
18
19
20
Además, la ley electoral será completa solo una vez que el gobierno, mediante decreto legislativo delegado, haya individuado los cien colegios electorales previstos por la ley 52/2015,
cuyo artículo 4.1 ha previsto una delegación legislativa a ejercitarse en el plazo de 90 días
desde la entrada en vigor de la ley.
Sobre tal ley véase Quagliariello G., La riforma elettorale del 1953, en U. De Siervo, S. Guerrieri, A. Varsori (a cargo de), La prima legislatura repubblicana. Continuità e discontinuità nell’azione delle istituzioni, vol. I, Carocci, Roma, 2004, p. 277-304.
Art. 70 Constitución italiana.
Art. 94 Constitución italiana.
Véanse Acto del Senado nº 1429 y Acto de la Cámara nº 2613 de la XVII legislatura.
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La reforma electoral presupone por tanto la reforma constitucional21: de
hecho, si esta no se realizara, la modificación electoral valdría solo para la
Cámara, con la consecuencia de que su ratio de fondo, (permitir la formación de una mayoría la noche misma de las elecciones en base a los resultados de las elecciones a la Cámara), se desvanecería. En ausencia de una
reforma constitucional el gobierno podría formarse solo si contara con la
confianza de la Cámara y del Senado (según lo previsto actualmente en el
artículo 94 de la Constitución). Pero el Senado se elegiría según el sistema
proporcional resultante de la sentencia de la Corte constitucional, con la
consecuencia que la mayoría de la Cámara “construida” por el premio de
la mayoría previsto por el Italicum podría no reproducirse en el Senado,
quedando sin efecto la misma ratio justificativa del premio de la mayoría
introducido en la ley de 2015. Así, podría producirse una situación similar
a la ocurrida tras las elecciones de febrero de 2013.
Obviamente, la ley de reforma constitucional dirigida a introducir la
elección indirecta del Senado y a excluir esta asamblea de la votación de
confianza no solo deberá ser aprobada por las dos asambleas parlamentarias (aprobación, por cierto, por mayoría absoluta en la segunda deliberación de la misma) sino que deberá obtener también la aprobación del
electorado en el referéndum que puede ser solicitado para todas aquellas
leyes constitucionales aprobadas sin una mayoría de dos tercios de ambas
cámaras22. No solo no parece probable que los votos favorables a la reforma alcancen el mínimo de dos tercios de los componentes de cada una
de las dos cámaras, sino que el presidente del Consejo Renzi ya ha anunciado que considera necesaria la celebración de un referéndum para confirmar la aprobación de la misma por los electores. Por tanto, aunque este
referéndum no fuese exigido por otras fuerzas políticas, será solicitado por
los miembros de los grupos parlamentarios del PD23. En todo caso, el con21
22
23
F. Clementi, Intorno all’Italicum: prime considerazioni, en http://questionegiustizia.it/articolo/intorno-all-italicum_prime-considerazioni_28-05-2015.php, habla al respecto de un
“vínculo estrechísimo”.
Véase el procedimiento de revisión constitucional previsto por el artículo 138 de la Constitución italiana.
Según el artículo 138 el referéndum constitucional no es obligatorio, pero puede ser solicitado
por un quinto de los miembros de una de las dos cámaras, por 500.000 electores o por cinco
consejos regionales.
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senso del electorado –como demuestra el precedente de junio de 2006–
no puede darse por descontado, aunque tampoco parezca improbable.
5. El nuevo sistema electoral para la Cámara de Diputados puede sintetizarse según cuatro características estructurales con las que podremos
valorar su alcance de conjunto: la base proporcional (nº 6), el premio de
la mayoría (nº 7 y nº 8), el voto de preferencia limitado (nº 9) y la barrera
legal de entrada (nº 10).
6. La primera característica del nuevo sistema electoral es la “naturaleza
proporcional” de la fórmula utilizada para el reparto de escaños.
La competición electoral se desarrolla en 20 circunscripciones regionales o pluriprovinciales24, subdivididas en un total de 100 colegios
plurinominales, cada uno de los cuales elige un mínimo de 3 y un máximo de 9 diputados. En cada colegio compiten las listas de candidatos
–cada una presumiblemente corresponderá a un partido político– que
pueden ser presentadas por los electores. Bajo este punto de vista, la
nueva ley 52/2015 mantiene la continuidad con la ley de 2005, descartando la fórmula alternativa de los distritos uninominales mayoritarios
que en Italia, con base en la llamada ley Mattarella de 1993, reguló las
elecciones de 1994, 1996 y 2001.
El reparto de escaños entre las listas se produce a escala nacional25,
si bien el voto de los electores se reparte en 100 colegios que eligen entre
3 y 9 diputados, como acabamos de mencionar. En este sentido se pro24
25
A las 20 circunscripciones ahora citadas se añaden las de las regiones del Valle de Aosta y
Trentino-Alto Adige, reguladas de manera diferenciada para favorecer la representación de las
minorías lingüísticas. Al Valle de Aosta le corresponde un diputado elegido en distrito uninominal en una vuelta. Al Trentino-Alto Adige le corresponden 10 diputados, 8 de los cuales elegidos en otros tantos colegios uninominales mayoritarios a una vuelta y dos elegidos de forma
proporcional (art. 1-bis y título VI del t. u. de las leyes electorales 361/1957, según la modificación de la ley 52/2015). Para algunas observaciones críticas sobre este perfil de la ley
52/2015, véase L. Spadacini, L’Italicum e alcune sue ulteriori criticità: la disciplina per Valle d’Aosta e Trentino Alto Adige, la distribuzione dei seggi tra i collegi e il differimento dell’applicazione
della riforma, Audizione alla Commissione affari costituzionali della Camera, en www.forumcostituzionale.it.
Los escaños a repartir son 618, es decir, aquellos distribuidos sobre el territorio nacional. A
ellos se añaden 12 diputados de la circunscripción exterior.
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duce una ruptura clara con el modelo de las circunscripciones regionales o (en las regiones más grandes) pluriprovinciales que caracterizaba
la ley de 2005. Esta opción por los colegios de pequeñas dimensiones
busca superar una de las objeciones de la sentencia de la Corte constitucional que consideraba que los colegios de grandes dimensiones, en los
que se elegía a decenas de diputados, junto a la imposibilidad de expresar un voto de preferencia y a la posibilidad de las candidaturas múltiples26, impedían al elector la emisión de un voto consciente sobre los
candidatos, y que por tanto violaba la libertad de elector. A estos, de
hecho, no les estaba permitido ni expresar su voto de preferencia por determinados candidatos ni expresar un voto de partido que fuese consciente de los destinatarios individuales de tal voto. La reducción de las
dimensiones de los colegios no se ha llevado sin embargo tan lejos como
para adoptar el sistema español, según el cual la provincia es la circunscripción electoral y es únicamente a este nivel como se calcula, con método proporcional, el reparto de escaños, que experimenta un evidente
efecto mayoritario dado el reducido número de diputados elegidos en
cada cirscunscripción.
La nueva ley italiana se basa en cambio en el cálculo proporcional a
escala nacional, efectuado según el método de los cocientes enteros y los
restos más altos27: la primera operación que deberá realizarse para repartir los escaños en juego será calcular los escaños correspondientes a
cada lista a escala nacional. El hecho de que el reparto proporcional se
corrija con un premio de la mayoría produce que solo en parte se respete la distribución del voto original de cada colegio. El voto en cada colegio tendrá por tanto influencia, pero el reparto final de los escaños de
aquel distrito estará en buena medida determinado por la corrección
que la atribución del premio tendrá en el reparto proporcional. El partido que obtenga el premio a nivel nacional podría así atribuirse el mayor
número de diputados también en los colegios en los que haya obtenido
menos votos que otras fuerzas políticas.
26
27
Por “candidaturas múltiples” se entiende la posibilidad de presentar la propia candidatura a
diputado en diversas circunscripciones electorales, aunque sea en listas del mismo partido.
Art, 1.d) ley 52/2015.
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7. La segunda característica viene constituida por por el “premio de la
mayoría”28, es decir, por una cuota de escaños que se atribuye al partido que
obtiene el mayor número de votos a escala nacional, de forma que consiga así
la mayoría de los escaños de la Cámara de Diputados (más precisamente 340
sobre 630) y pueda formar un gobierno que obtenga la confianza de la cámara29. Se trata de un mecanismo que tiene raíces profundas en la historia italiana: estaba ya previsto en la ley Acerbo de 1923 y en la ley Scelba de 1953 (en
ambos casos solo para la elección de la Cámara de Diputados); fue retomado
en la ley 81/1993 para la elección de los ayuntamientos y las provincias de régimen ordinario (combinándolo con la elección directa de alcaldes y presidentes de provincia); la ley 43/1995 la extendió a la elección de los consejos
regionales, y la ley constitucional 1/1999 la constitucionalizó en parte, al
menos como régimen transitorio, hasta que los estatutos y leyes regionales
hayan elegido su respectiva forma de gobierno (y todas lo han confirmado,
aunque con diversas modalidades); en fin, la ley 270/2005 había reintroducido
el premio a la mayoría a nivel nacional, y lo preveía por primera vez también
para el Senado, aunque en este caso aplicado a escala regional.
La declaración de inconstitucionalidad de la sentencia de 2014 golpeó al
premio de la mayoría con el argumento de que violaba el principio de proporcionalidad (entendido como técnica de limitación de los derechos fundamentales): el mecanismo del “premio” puede ser justificable, en cuanto
persiga la finalidad de favorecer la formación de una mayoría de gobierno,
que la Corte consideró idóneo para limitar el principio de representación
proporcional, reflejo del principio de igualdad del voto; será excesivo, sin
embargo, en cuanto –especialmente en caso de resultados electorales caracterizados por la fragmentación del voto entre muchos partidos y coaliciones
(como ha pasado en las elecciones legislativas de febrero de 2013)– sacrificara de manera no proporcionada la exigencia de representatividad, premiando de manera no razonable a la lista o coalición de listas más votada,
como ocurrió en 2013 cuando la coalición de centro izquierda que obtuvo
el 29,6% de los votos se hizo con el 54% de los escaños de la Cámara.
28
29
Sobre este mecanismo, ver A. Chiaramonte, G. Tarli Barbieri (a cargo de), Il premio di maggioranza. Origini, applicazioni e implicazioni di una peculiarità italiana, Carocci, Roma, 2011.
Como se ha mencionado, en este punto se percibe cómo la reforma electoral presupone la reforma constitucional.
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La ley de 2015 ha tenido en cuenta solo en parte esta indicación. La ley
n° 52 ha aceptado la idea de que la atribución del premio a la lista más votada esté subordinada a la obtención de un porcentaje mínimo de votos que
ha sido fijado en el 40% del voto válido. El premio a la mayoría, por tanto,
se atribuye solo si se alcanza dicho nivel de consenso que nos parece razonable, tal y como sucede en otros sistemas electorales en los que se concede un suplemento de escaños al partido que alcance más o menos un
porcentaje similar.
Ante la ausencia de tal nivel de consenso, la nueva ley electoral no ha
previsto la aplicación integral del sistema proporcional, ni se ha limitado a
reconocer para la lista más votada un premio fijo de escaños (como establece la ley electoral griega). El objetivo, tantas veces afirmado por el presidente del Consejo Matteo Renzi, es el de lograr la individuación del
vencedor (partido o coalición, programa, líder) “la noche misma de las
elecciones”. Excluido el mecanismo de la ley 270/2005 (atribución en todo
caso del premio de la mayoría al más votado) no quedaba otra alternativa
que el recurso a la segunda vuelta, (el llamado balotaje que debe celebrarse
el segundo domingo siguiente al día de las elecciones)30. Por tanto, siempre que ninguna lista obtenga un 40% de votos en primera vuelta, se celebrará un segundo turno en el que participarán solo las dos listas que hayan
obtenido el mayor número de votos. La que consiga el mayor número de
votos válidos obtendrá la mayoría de escaños de la Cámara de Diputados.
8. El impacto del premio de la mayoría ha sido reforzado aún más por
una innovación introducida en la ley durante su trámite en el Senado: el
premio electoral se atribuirá a “la lista” que obtenga más votos en el primer
turno (superando el umbral del 40%) o en el segundo. No se admite por
tanto el recurso a las coaliciones de listas distintas para tratar de obtener
el 40% en la primera vuelta, ni tampoco en la alianza (“apparentamento”)
en la segunda vuelta entre una lista admitida y otra excluida en la segunda,
como ocurre en el único caso de doble vuelta ya previsto en el ordenamiento italiano que toca a las elecciones de los ayuntamientos con más de
15.000 habitantes, ley 81/1993. Esto no debería excluir que varios partidos
30
Art. 11.5 del texto único 361/1957, según modificación por la ley 52/2015.
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puedan formar una lista única con la que presentarse. No podrán hacerlo
con listas distintas, aunque estén coaligadas (ley 270/2005), ni con alianzas concluidas entre el primer y el segundo turno que incorporen a listas
excluidas del segundo turno (ley 81/1993).
Eliminándose estas dos posibilidades, ha desaparecido del ordenamiento italiano –al menos para la elección de la Cámara– el fenómeno de
la coalición electoral jurídicamente relevante que ha caracterizado las leyes
electorales sucesivas a 1993. Si las coaliciones han sido una constante en
la política italiana desde la posguerra hasta nuestros días, desde 1994 en
adelante la coalición había asumido la naturaleza no solo de un pacto postelectoral (el llamado “acuerdo de coalición”) para sostener a un gobierno,
sino la de un verdadero “sujeto” –coalición de partidos– que se formaba
antes de las elecciones y se presentaba al electorado para obtener su respaldo31.
El impacto de esta innovación, ciertamente justificada por el mal rendimiento de las coaliciones electorales en Italia, que se han revelado heterogéneas e “insinceras” y no han resistido la prueba del gobierno y
tampoco la de la oposición (los ejemplos en todas las legislaturas sucesivas
a 1994 son superfluos por exceso de material al que referirse), podrá valorarse solo ante la evidencia de la aplicación concreta, aunque por el momento pueda parecer un elemento de mayor cohesión de la representación
a través de la disciplina de partido.
La combinación entre el premio a la lista y no a la coalición y la falta
de un porcentaje mínimo exigible en el primer turno para poder recibir el
premio de la mayoría en el segundo, plantea algunas dudas acerca del respeto de la ley 52/2015 a los criterios elaborados por la Corte constitucional en la sentencia 1/2014. De todos modos, hay que subrayar que la
segunda vuelta constituye un nuevo voto que corresponde a todos los ciudadanos. El problema es, sin embargo, si se trata de un mecanismo sufi31
Bajo la ley de 1993 las coaliciones se formaban por la exigencia de competir en colegios uninominales. La ley electoral de 2005 reconocía en cambio expresamente la agrupación en coaliciones de las listas electorales que lo desearan y les relacionaba tanto la atribución del
premio de la mayoría como la operatividad de la barrera legal de entrada.
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ciente para introducir ese suplemento de legitimidad democrática para una
lista que, por ejemplo, al haber obtenido un 20% de votos en el primer
turno y el 50% más uno de los votos en la segunda, obtendría la mayoría
de los escaños.
9. La cuarta característica de fondo se refiere a las facultades reconocidas al votante en la elección de los candidatos incluidos en la lista del
partido al que decida votar. Como hemos visto, la sentencia 1/2014 había
censurado la imposibilidad de expresar al menos un voto de preferencia.
Esta crítica a la ley de 2005, que la opinión pública llegó a tildar de “Parlamento de designados” (y no de diputados elegidos por los electores), ha
sido repetida constantemente desde diversas partes.
Por esta razón, la ley 52/2015 ha reintroducido el “voto de preferencia”,
es decir, la posibilidad de que el elector exprese un voto no solo por la lista,
sino también por uno de los candidatos que la compongan. Se trata de un
mecanismo ya previsto en la ley electoral de 1948 para la Cámara de Diputados, que se mantuvo en la reforma de 195332 pero que se eliminó en
la ley semimayoritaria de 199333 y en la de 2005, aunque se mantuvo para
la elección de los ayuntamientos y de los consejos regionales.
Aunque la ley de 2015 reintroduce el voto de preferencia, queda circunscrito de una forma rigurosa. El elector puede expresar un máximo
de dos preferencias entre los candidatos de la lista elegida, pero con un
doble límite.
Por un lado, las preferencias podrán referirse solo a candidatos distintos del cabeza de lista, que está “blindado”, en el sentido de que el primer
escaño que corresponda a dicha lista en esa circunscripción, siempre le
será atribuido a ese primer candidato. Los electores pueden, por tanto, expresar sus preferencias solo por el resto de candidatos, e influir solo en la
elección del segundo elegido de cada lista.
32
33
En 1991 un referéndum derogatorio redujo a una las preferencias que el elector podía
expresar.
La ley Mattarella preveía la elección del 75% de los diputados en colegios uninominales mayoritarios a una vuelta y la elección del 25% restante mediante listas regionales bloqueadas.
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CUADERNOS de pensamiento político
Por otro, las dos preferencias a disposición del elector están vinculadas
a la llamada “preferencia de género”, introducida por primera vez en el ordenamiento italiano por la ley electoral de Campania, que la Corte constitucional en la discutible sentencia 4/2010 declaró compatible con la
Constitución. El elector podrá atribuir un voto de preferencia a cualquier
candidato incluido en la lista por él elegida, independientemente de su
sexo, pero solo podrá emitir una segunda preferencia a favor de un candidato de sexo distinto al de la primera preferencia34. Cuando la segunda
preferencia sea para un candidato del mismo sexo que el de la primera,
será nula mientras que la primera se mantendrá como válida.
A pesar de que la preferencia de género parezca criticable a la luz de los
principios de igualdad y de libertad del voto, si se consideran conjuntamente35, es al “bloqueo” de los cabezas de lista a lo que se han dirigido las
más encendidas críticas, que por otra parte recuerdan a aquellas que se hicieron anteriormente a las listas completamente bloqueadas de la ley
270/2005 y que fueron confirmadas en el proyecto de ley electoral del
Pacto del Nazareno entre los líderes del Partito Democratico y Forza Italia,
que está en el origen de la ley 52/2015.
El bloqueo de los cabezas de lista, efectivamente, reduce de manera sensible la incidencia del voto de preferencia: dada la existencia simultánea
del premio de la mayoría, que sobrerrepresentará al primer partido, es verosímil que solo en el partido más votado se elijan a diputados mediante
el voto de preferencia, mientras que para los partidos menores serán elegidos probablemente solo los cabezas de lista, que serán miembros de la
Cámara con independencia de las preferencias del elector. Si este mecanismo –unido a los colegios de dimensiones relativamente reducidas combinado con la posibilidad de recurrir a las candidaturas múltiples– será
capaz de superar la censura de inconstitucionalidad de la sentencia 1/2014
34
35
Art. 4.2 de la ley 52/2015. La ley prevé además la obligación de la alternancia entre candidatos de sexo masculino y femenino en las listas. Se establece también un máximo del 60%
de cabezas de lista del mismo sexo para cada una de las 20 circunscripciones (art. 18-bis 3
del t. u. 361/1957 según modificación por la ley 52/2015).
Véase al respecto M. Olivetti, La c.d. «preferenza di genere» al vaglio del sindacato di costituzionalità. Alcuni rilievi critici, in Giurisprudenza costituzionale, 2010, n. 1, pp. 84-92.
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es difícil de decir, al menos en abstracto. Que la ley logre reconstruir la relación entre el elector y el elegido es algo que solo podrá verificarse en la
aplicación concreta, teniendo en cuenta la pluralidad de factores en juego.
10. La ley 52/2015 ha previsto además una “barrera de entrada” para
el reparto de escaños, fijándola en el 3% a escala nacional. Se trata de
una exigencia más bien baja si se compara con otras, como son el caso
alemán (5%), el sueco (4%), e incluso es más baja que la prevista por la
ley de 2005 para las listas no coaligadas, fijada en el 4%36. En realidad, la
barrera se ha visto muy rebajada respecto al 8% previsto para listas no coaligadas en la versión original del Pacto del Nazareno, del cual (como se
ha visto en el nº 2) deriva la ley 52/201537. Esto puede producir un exceso de fragmentación de la representación, al tiempo que el número de
escaños del primer partido se vería artificialmente inflado.
Obviamente, puesto que se ha eliminado la posibilidad de coaligar
listas tanto en la primera como en la segunda vuelta, ha desaparecido la
distinción entre listas coaligadas y listas no coaligadas que en la ley
270/2005 tenía mucha relevancia, al establecerse distintas barreras según
los partidos se presentasen en coalición (2% a la Cámara y 3% al Senado) y para los partidos que presentasen listas autónomas (4% a la Cámara y 8% al Senado).
11. La valoración del sistema creado por la ley 52/2015 ha sido expresada hasta ahora en las encendidas controversias que han marcado su aprobación, y aunque no han escatimado argumentos de notable espesor
constitucional, han estado condicionadas por exigencias de táctica política. Lo relevante ahora es que valoremos las objeciones de legitimidad
constitucional que eventualmente puedan plantearse y que evidentemente
encuentran en la sentencia de 2014 un punto de referencia esencial, como
hemos visto. Habrá pues que comprobar si la estrategia argumentativa de
36
37
También la ley 276/1993 preveía una barrera del 4% a escala nacional para el acceso al reparto de escaños para la cuota proporcional (un cuarto) de la Cámara.
El Pacto del Nazareno preveía las coaliciones de listas, después suprimidas del texto legal
aprobado en enero por el Senado y en mayo por la Cámara.
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CUADERNOS de pensamiento político
la Corte se mantiene en el tiempo o si, como parece probable e incluso
oportuno, es redimensionada en nombre de un prudente self-restraint de
dicho tribunal ante una materia tan política como es la electoral, en la cual
–sobre todo en ausencia de reglas constitucionales expresas sobre las características del sistema electoral38– debe quedar un espacio relevante de
autonomía para la política. En todo caso, los dos argumentos de fondo
sobre los que pivota la sentencia constituyen un parámetro de valoración
de la ley 52/2015. Así, las dudas sobre la constitucionalidad de la nueva ley
electoral no pueden disiparse del todo ex ante.
En particular, nos podemos preguntar si la previsión de una segunda
vuelta es suficiente para justificar el premio de la mayoría, al menos en la
hipótesis de un porcentaje de voto muy bajo obtenido en el primer turno
por la lista que resulte vencedora. En base a la nueva ley, un partido que
reciba el 18% o el 20% de los votos y sea admitido en el segundo turno,
podrá obtener en este la mayoría de los escaños de la Cámara si obtiene el
mayor número de votos en el balotaje. Es verdad que eso solo ocurrirá con
un segundo voto de los electores, pero queda la duda de si el criterio proporcional en el que la ley se inspira no es de este modo alterado excesivamente, deformando la configuración política del Parlamento respecto a las
preferencias expresadas por los electores en el primer turno.
Y nos podemos preguntar si un premio de la mayoría configurado de
esta forma no altera la lógica del sistema parlamentario con el fin de elegir un candidato a la presidencia del Consejo de Ministros y de asegurar a
este último una mayoría. La doble vuelta a escala nacional hace que a los
electores no se les haga elegir un partido y, a través de este, el candidato a
primer ministro (como ocurre en el sistema británico), sino elegir el candidato a primer ministro, determinando mediante esta elección la composición de la Cámara. El riesgo es, por tanto, que la elección de la Cámara
de Diputados se transforme en un plebiscito a dos vueltas sobre el nombre
del candidato a dirigir el gobierno, en vez de configurarse como una competición entre diversos partidos, con candidatos a diputados, líder nacional y programa para la conquista de la mayoría.
38
Esta, como es sabido, es una importante diferencia entre la Constitución italiana y la española.
50
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También la cuestión sobre la relación entre los electores y sus representantes plantea una serie de dudas: la ley 52/2015 ha evitado los tres
mecanismos (ninguno de los cuales exento de inconvenientes) que hubiesen tenido más probabilidad de reconstruir ese vínculo: colegios uninominales (a una o dos vueltas), voto de referencia para todos los candidatos de
la lista o colegios de pequeñas dimensiones “a la española”, es decir, sin
cálculo nacional. La fórmula elegida (colegios pequeños pero con cálculo
nacional y voto de preferencia limitado) es una solución de compromiso
cuyos efectos serán verificados con la experiencia, y que si no parece ictu
oculi inconstitucional a la luz de la sentencia 1/2014, no parece tampoco
destinada a desarrollar completamente sus argumentos (que corresponden
a demandas presentes en sectores no marginales del electorado).
12. Más allá de las razones técnicas indicadas al comienzo, relativas al
proceso de reformas iniciado y a la eficacia (por ahora diferida) de la ley
52/2015, el debate sobre la reforma electoral parece destinado a permanecer abierto aun después de la aprobación del Italicum. Un debate (en
curso al menos desde fines de los años setenta) que no parece destinado a
una rápida conclusión, por lo que las reglas del juego, en particular esa que
ha sido definida como “la más importante ley política”, no parecen haber
conseguido el nivel de estabilización que caracteriza a muchas de las principales democracias liberales contemporáneas.
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CUADERNOS de pensamiento político
PALABRAS CLAVE
Italia
•Sistema electoral•Reforma constitucional•Matteo Renzi
RESUMEN
ABSTRACT
El presente artículo estudia los aspectos fundamentales de la reforma de la
ley electoral italiana emprendida por el
Gobierno de Matteo Renzi. Tanto el proceso seguido en la tramitación jurídica
de la nueva ley como las principales características de su contenido son analizadas bajo una doble perspectiva,
política y constitucional, ambas esenciales para comprender adecuadamente
la nueva configuración del sistema electoral italiano.
This article explores the main aspects of
the reform in the Italian electoral system
undertaken by the government of Matteo
Renzi. Both the legal procedures followed
and the features of the new law’s content are analysed under a double perspective, political and constitutional,
which are essential to understand properly the reconfiguration of the Italian
electoral system.
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JAVIER REDONDO
ORÍGENES Y JUSTIFICACIÓN
DEL PRESIDENCIALISMO AMERICANO
ESTADOS UNIDOS: REPÚBLICA, PRESIDENCIAL,
ANTIPÁTICA Y PERFECTA
a cuestión inicial es por qué Estados Unidos es una República. La
cuestión actual y que nos ocupa es explicar por qué decimos que
es presidencialista y, derivada de ella, identificar el rol del poder
Ejecutivo. La cuestión irresuelta y colateral es averiguar por qué se critica y desprestigia a la democracia moderna –en sentido genérico– más
antigua y “perfecta”1 del mundo. Respecto de lo de “antigua” no cabe
discusión. Afortunadamente, en los últimos años se ha desarrollado una
suerte de positivismo histórico que pone las cosas en su sitio y el
mundo contemporáneo a rodar a partir de 1776, año de la independencia de las colonias del Norte de América. Cierto que los efectos de
la posterior Revolución francesa son de mucho más largo alcance
–sobre todo desde una perspectiva “europeocentrista”–. Sin embargo, la
Revolución Norteamericana inaugura un tiempo nuevo y nutre de ideas
y experiencias a los revolucionarios franceses. Fueron los miembros de
L
Javier Redondo es profesor de Ciencia Política, Universidad Carlos III de Madrid. Director de la
revista La Aventura de la Historia.
1
Utilizamos el provocador adjetivo para llamar la atención sobre las virtudes del modelo
constitucional. Constituye un tipo ideal de democracia formulado ex novo. Obviamente, no
pretendemos obviar algunos de los estigmas que han lastrado el devenir histórico de la nación
–esclavitud, segregación o sometimiento de las tribus indias durante el proceso de expansión
territorial– ni pasar por alto sus imperfecciones.
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CUADERNOS de pensamiento político
los Congresos Continentales americanos (celebrados entre 1774 y 1781)
los auténticos innovadores, con permiso de los revolucionarios y reformistas británicos del XVII. En cuanto a la más controvertida noción
de “perfecta”, la calificamos así en función de los mecanismos que la
Constitución de 1787 establece para evitar los abusos de poder. La manera, las razones y el sentido que adquiere el proceso de inserción del
poder Ejecutivo en este dispositivo constitucional constituyen el núcleo de esta exposición.
Cuando nos referimos a James Madison (1809-1817)2, el cuarto presidente de la Unión, como el “mecánico de la libertad”, buscamos el
juego de palabras: pudimos llamarle arquitecto o ingeniero, ya que edificó el sistema, diseñó la estructura, puso los cimientos y levantó el edificio constitucional. Sin embargo nos nutrimos del apunte de uno de
sus principales biógrafos, Jack Rakove, quien define a América como
“el taller de la libertad” en el mundo. La Convención de Filadelfia –y
previamente los Congresos Continentales, donde se estableció por vez
primera la figura del comandante en jefe– creó una máquina de gobierno única (una república y una federación de estados); los padres de
la nación tuvieron que determinar la utilidad de las piezas, dotar de engranaje al mecanismo y ponerlo en funcionamiento. Era una democracia “fabricada” para funcionar en un tiempo en el que no había espejo
en el que mirarse, excepto la que por aquel entonces consideraban “decadente” monarquía constitucional y parlamentaria británica. En suma,
en 1787 ya se había teorizado suficientemente sobre el poder y los resortes necesarios para limitarlo; faltaba articular el prodigio que los hiciera compatibles y estableciera un sistema funcional. Asimismo, los
padres fundadores idearon un artefacto democrático radicalmente
nuevo: la presidencia.
2
Citamos entre paréntesis los años de comienzo y final de cada presidencia, y lo hacemos
únicamente la primera vez que mencionamos a un presidente. Los presidentes ganan la
elección en noviembre del año anterior a la primera fecha indicada y toman posesión en marzo
o enero del año señalado como primero de su mandato. Hasta 1937, los presidentes tomaban
posesión en marzo, desde esa fecha, año de inicio de la segunda Administración de Franklin
Delano Roosevelt (1933-1945), lo hacen en enero (Vigésima Enmienda de la Constitución,
ratificada en 1933).
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ORÍGENES
Y JUSTIFICACIÓN DEL PRESIDENCIALISMO AMERICANO
/ JAVIER REDONDO
He aquí también una de las muchas diferencias entre la Convención
de Filadelfia y la Convención francesa de 1792, que ni instauró una democracia ni era funcional: desastrosamente montada, la tiránica máquina jacobina devoró los principios de la revolución original y
finalmente se colapsó3. En resumidas cuentas: la americana es una democracia “perfecta” porque el poder está repartido, sin solapamientos,
entre varios centros y esferas, cada una de las cuales se controla mutuamente. Todo ello con el complemento indispensable de que todos
los poderes emanan del pueblo, su depositario originario. Es una democracia diseñada por quienes fueron colonos británicos que aceptaban
como buenos los principios del constitucionalismo británico pero se
consideraron víctimas de los vicios adquiridos por sus instituciones. Finalmente concluyeron que no debían importar de la “madre patria” ni
tanto Parlamento ni tanto rey (poder Ejecutivo). En definitiva, establecieron más espacio entre cada poder, una clara delimitación de sus
competencias, pero más control sobre sus funciones. Además trataron
de resguardar el modelo de las divisiones partidistas y no depositaron
una confianza ciega en el pueblo4.
Esta última reserva nos da pie a detenernos en una idea sobre la que
no se insiste lo suficiente, quizás porque a medida que el poder presidencial creció paralelamente al desarrollo de la democracia de masas, el
objetivo inicial de los constituyentes se diluyó, pero es clave para entender la diferencia entre el proceso revolucionario americano y la segunda fase del francés: para que el pueblo participara del poder, las
instituciones debían también corregir y limitar los posibles excesos de su
pueblo. De tal modo que, por un lado, la relación y concesión de legitimidad entre el pueblo y las instituciones es bidireccional y, por otro, la
“república de la virtud” –cuyo sentido falseó Robespierre– necesita del
3
4
Como señala el revolucionario y panfletista Thomas Paine en Derechos del hombre, publicada
en 1792: “Una Constitución es algo que antecede a un gobierno, y un gobierno no es más que
la criatura de una Constitución. La Constitución de un país no es el acto de su gobierno, sino
del pueblo que constituye su gobierno” (de la edición de Alianza, 2008: 66-69). Esto es lo que
no entendieron los sectores radicales de la Convención francesa.
Las corrientes historiográficas progresistas consideran que los Congresos Continentales de
Filadelfia frenaron la verdadera revolución social y constituyeron el instrumento de lo que fue
simplemente un proceso de independencia guiado por una aristocracia colonial.
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CUADERNOS de pensamiento político
pueblo, pero ante todo, de lo que Jefferson (1801-1809) denominó una
“aristocracia natural”, integrada por aquellas almas escogidas de entre
el pueblo en razón de sus cualidades excepcionales. Cuando el pueblo se
dota de leyes, estas se convierten en las protectoras de una parte del
pueblo contra las hipotéticas imposiciones y derivas tiránicas de la otra
parte. Esta reflexión nos será útil al final de la argumentación.
Dicho lo cual, todavía no hemos respondido a ninguna de las tres
preguntas planteadas al inicio, aunque hayamos esbozado algunas de las
ideas que permitirán hacerlo inmediatamente y de manera resumida.
Todavía hoy, la monumental La democracia en América (publicada entre
1835 y 1840) constituye el retrato más actual y certero del modelo americano y su cultura política. Para el diplomático francés, que viajó por
América en los años en los que Andrew Jackson (1829-1837) accedió a
la Presidencia de Estados Unidos5, el “instinto secreto” de las “clases
inferiores” por apartar a las “superiores” del poder no es exclusivo de
Francia ni de Europa. Ocurre igual en Estados Unidos, con la única diferencia de que allí el pueblo no siente “odio por las clases elevadas”,
que se alejan de la política aunque no de la dirección de la sociedad.
En definitiva, para los americanos, como señala el intuitivo y fino observador francés, “el sufragio universal tiene otras ventajas”6, pero no necesariamente una de ellas es “hacer buena” la elección. Lo que nos quiere
transmitir Tocqueville a lo largo de toda la obra, ya lo hemos sugerido con
otras palabras, es que hay algo más importante que la elección popular, o
mejor dicho, que hemos de considerar dos elementos que dotan de sentido
a la participación del pueblo en el proceso de toma de decisiones: la división de poderes y el imperio de la ley. Tocqueville pretende prevenirnos
–previamente lo habían hecho los padres fundadores– de la tiranía de la
mayoría: “La Justicia forma, por tanto, el límite del derecho [a mandar] de
5
6
Lo cual no es un hecho irrelevante en el análisis de su obra: el séptimo presidente fue el
primer populista de la Historia norteamericana; el primer adalid de la emergente democracia
de masas; el primero que acertó a identificarse con el pueblo, a considerar los beneficios que
eso le podría deparar e ignorar el perjuicio que podía causar a su nación. Jackson fue “el rey
de la multitud”.
Alexis de Tocqueville, de la edición de Trotta, 2010, p. 378.
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ORÍGENES
Y JUSTIFICACIÓN DEL PRESIDENCIALISMO AMERICANO
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cada pueblo” (2010: 453). He aquí la razón última de la perfección democrática que atribuimos al modelo estadounidense: la voluntad popular tiene
diques de contención que operan como garantes de la libertad individual.
Moderar y limitar la tiranía de la mayoría fue la obsesión de los padres fundadores, igual que para los parlamentarios ingleses de 1628 lo era reducir
a la mínima expresión la prerrogativa regia. Por eso los americanos no estaban dispuestos a depositar todo el poder en manos del Congreso ni a
disponer de un poder Ejecutivo que no rindiera cuentas por una doble vía:
la legislativa y la popular.
Entonces, y después de todo lo expuesto, por qué se desprestigia a
la democracia americana. De manera muy simplificada y reduccionista:
en términos generales porque desde Europa no entendemos que la libertad tiene un profundo arraigo cultural que trasciende lo político y
entronca con el derecho de propiedad; y, en términos específicos, porque desconocemos su Historia y sus instituciones. En primer lugar,
identificamos equivocadamente presidencialismo con autocracia y poliarquía con plutocracia. Después, sospechamos del modelo por defecto
porque no enraizó el socialismo, sin tener en cuenta su excepcionalidad7: el asalariado era propietario y la cultura del individualismo debilitó la conciencia obrera. El “sueño americano” se impuso sobre la lucha
de clases. En este sentido, Theodore Roosevelt (1901-1909) combatió
por un lado a los trust –para evitar la corrupción y los abusos derivados
de los monopolios– y por otro a los alborotadores, huelguistas, anarquistas, socialistas y populistas. Aseguró que la mejor manera de erradicarlos y anular parte de su razón de ser era emprender una cruzada
antitrust y satisfacer demandas sociales y laborales. En Estados Unidos,
el movimiento obrero no se articuló sobre la dialéctica de la lucha
de clases, lo cual no quiere decir que no existiera8. Más tarde, Roose7
8
Seymour Martin Lipset define el Credo Americano en función de cinco términos que explican
su “excepcionalismo”: libertad, igualitarismo –de oportunidades, no de resultados–, individualismo, populismo y laissez-faire.
En 1892 concurrió a las elecciones presidenciales el candidato populista James B. Weaver, que
cosechó poco más del 9% de los sufragios. En 1896, los populistas se presentaron junto con
la candidatura demócrata de William Jennings Bryan (47%). Posteriormente, el candidato
socialista Eugene V. Debs obtuvo el 3% en 1904, 1908 y 1920 y el 6% en 1912 (no se presentó
en 1916).
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velt se presentaría a las elecciones presidenciales al frente de una
candidatura progresista.
Por último, reprochamos a la gran potencia americana su imperialismo. Sin embargo, en puridad, de las 44 presidencias y 43 presidentes
–Grover Cleveland (1885-1889 y 1893-1897) es el único presidente
cuyos dos mandatos se produjeron en presidencias alternas: presidencias 22 y 24– únicamente podemos advertir cierta vocación imperialista –con todos los matices con los que hay que considerar la noción,
de los que nos advierte Stefan Rinke– en William McKinley (18971901), que se vio envuelto en una guerra contra España, de la que no
era partidario, por presiones comerciales, y en Theodore Roosevelt, que
se erigió en “gendarme internacional”. Ni James Monroe (1817-1825),
que proclamó aquello de “América para los americanos”, ni James Polk
(1845-1849) son, stricto sensu, imperialistas. El uno quería mantener a las
potencias europeas fuera del continente; el otro, bien es cierto, emprendió una guerra contra México para extender los límites de la nación, cosa que nos permitiría abrir un debate sobre el asunto.
Posteriormente, Estados Unidos fue reacio a entrar en cada una de las
dos guerras mundiales. No obstante, la propaganda procomunista latinoamericana acuñó a partir de la década de los 50 la expresión “imperialismo americano”, asumida por parte de la historiografía –ya en
desuso en círculos académicos independientes–, que prescindió de tener
en cuenta el tradicional aislacionismo que caracterizó hasta el comienzo
de la Guerra Fría la política exterior estadounidense. Como expresó
con tino el citado Thomas Paine, en 1776 el “plan” de América era y
solo podía ser “el comercio”. Si Estados Unidos quería ser una potencia hegemónica debía imponerse por la vía de las relaciones económicas amistosas.
De los ocho inquilinos del Despacho Oval entre Truman (19451953) y Reagan (1981-1989), solo este último manifestó sin ambages
que su propósito no era contener al comunismo sino derrotarlo y hacerle desaparecer de la faz de la tierra. Únicamente si consentimos separar las intervenciones americanas en América Latina y Asia del
contexto de la Guerra Fría podríamos aplicar el atributo “imperialista”
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ORÍGENES
Y JUSTIFICACIÓN DEL PRESIDENCIALISMO AMERICANO
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a la segunda mitad del siglo XX estadounidense. Por último, Bush Sr.
(1989-1993), Clinton (1993-2001) y Obama (2009-[…]) buscaron en
todo momento los consensos internacionales en sus intervenciones en
el exterior. Bush Jr. (2001-2009) no siguió esta senda (integró una coalición, pero no un consenso amplio), lo cual no es razón para considerar imperialistas sus intervenciones en Irak y Afganistán. Hacerlo así
supone asumir que ambas guerras obedecieron a criterios estrictamente
económicos y soslayar que el 11-S fue su detonante.
LA FÓRMULA QUE TRANSFORMÓ LAS IDEAS EN GOBIERNO
Ahora volvamos sobre nuestros pasos: por qué Estados Unidos es una
República. La respuesta está en dos de los grandes autores que han interpretado la Revolución Norteamericana en términos ideológicos, Bernard Bailyn y John Pocock. Completa el análisis el historiador
americano Gordon S. Wood, ganador del Premio Pulitzer con su obra
sobre el radicalismo en la Revolución americana. Bailyn analiza más de
10.000 documentos publicados en los años previos y durante la Revolución para concluir que los colonos americanos no se rebelaron espontáneamente contra la opresión británica, sino que existía un caldo
de cultivo, unas ideas que dotaron de armazón intelectual y constructivo a sus propósitos. De este modo, hubo Revolución porque circulaban ideas ilustradas, de tal suerte que, una vez consumada, los objetivos
eran perfectamente identificables. Es decir, los congresistas sabían lo
que querían y lo que no querían. Este aspecto incluye la regulación del
poder Ejecutivo.
Por su parte, John Pocock recorre el trayecto de la “virtud republicana” desde el siglo XV hasta la contemporaneidad. Explica la Revolución en términos de lucha contra la corrupción. El modelo que toman
los rebeldes americanos son las ciudades-estado italianas, pequeñas repúblicas con un elevado grado de libertad individual y participación
política. Pocock nos permite entender varias cosas: i) que el presidente
sea identificado como Primer Magistrado –propone a los miembros del
Tribunal Supremo–, institución propia de las ciudades-estado; ii) que
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CUADERNOS de pensamiento político
la libertad y la igualdad eran principios asociados exclusivamente a la
forma republicana de gobierno; iii) que la obsesión última de los fundadores era parcelar el poder para reducir el riesgo de que la República
se desintegrase víctima de los abusos y la corrupción y, por último, y en
este punto entronca con Wood: iv) que el fortalecimiento de la Unión
y, por extensión, de la presidencia, en cierto modo subvierte el significado original de la Revolución, pues, por un lado, la presidencia no fue
concebida para predominar sobre el Congreso –tampoco a la inversa–
y, por otro, la “virtud republicana” se fundamenta sobre una estrecha relación de proximidad entre representantes y representados que se diluye
en el proceso federativo.
No se trata, por tanto, de que el radicalismo y el antifederalismo defendieran la fragmentación territorial en aras exclusivamente de la autonomía de los estados, sino que entendían que una república de
enormes dimensiones desvirtuaba sus principios. No obstante, fue precisamente James Madison quien, primero como congresista y redactor
de El Federalista y más tarde como presidente, defendió la fortaleza del
poder Ejecutivo. Para Madison –federalista de Virginia– la Unión y un
poder Ejecutivo recio garantizaban la independencia de la nueva nación, la fortalecían y, en consecuencia, aseguraban su supervivencia. En
seguida insistiremos en esta tesis. Precisamente, durante la presidencia
de Madison, por una serie de malos entendidos, avatares y engaños, Estados Unidos entró en Guerra con Inglaterra. La contienda concluyó en
empate. Por última vez los americanos vieron tropas extranjeras en su
territorio.
Por último, para Wood, el establecimiento del poder Ejecutivo es
producto de un proceso de “republicanización de la monarquía”. En
cierto modo, esta idea nos puso sobre la pista para titular la introducción de la obra Presidentes de Estados Unidos “El trono de los hombres
comunes”. Tanto Alexander Hamilton (otra figura –y muy controvertida, por cierto– de la Revolución que no alcanzó la presidencia, junto
con John Dickinson y Benjamin Franklin), como John Adams (17971801) dudaban del significado de un término que únicamente existía
como referencia teórica y de otro tiempo: “republicanismo puede sig60
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Y JUSTIFICACIÓN DEL PRESIDENCIALISMO AMERICANO
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nificar algo, todo o nada”, escribió Adams, puede ser un modelo esencialmente distinto del monárquico o no distinguirse de él; puede ser
solo un ideal o representar la propia naturaleza de un sistema constitucional, esto es, una forma de gobierno. “En esencia –sostiene Wood–
el republicanismo fue la ideología de la Ilustración” (1993: 95-109). Requería un notable arrojo político e intelectual convertir un principio
cuasi filosófico o normativo en una fórmula de gobierno. Las discusiones sobre monarquía o república no se demoraron en exceso. Estados
Unidos se constituiría como república no solo porque nació de la separación de una monarquía, sino por las cualidades inherentes al republicanismo.
Por otra parte, cuando aseguramos que el sistema americano es presidencialista solemos hacerlo en función de las elevadas atribuciones
del poder Ejecutivo. Sin embargo, esta percepción nos desvía de la verdadera raíz del presidencialismo americano. En cierto modo, las atribuciones ganadas por el Ejecutivo son consecuencia del presidencialismo más que su causa. El sistema político americano no se diseñó deliberadamente presidencialista, se pensó como “gobierno mixto”.
El presidencialismo es resultado de la evolución de la posición en la
que se sitúa el Ejecutivo respecto del Legislativo. El centro neurálgico
de la vida política habría de ser el Congreso, pero el mandato del presidente no estaba sometido a la voluntad del Congreso. Se produjo una
acalorada discusión entre federalistas y antifederalistas en la Convención constitucional: para los primeros, la figura y autonomía del Ejecutivo era esencial en la Constitución por razones expresadas en los
párrafos anteriores; los antifederalistas, en cambio, veían en el cargo de
presidente una deriva monárquica y autocrática de la nueva República.
Hamilton declaró en el Artículo LXVII de El Federalista, escrito el 11
de marzo de 1788, que los que decían oponerse al Ejecutivo realmente
manifestaban su rechazo a la Constitución (2012: 285-288).
Tres días más tarde, el 14 de marzo de 1788, en el Artículo LXIX,
Hamilton desmontó los argumentos antifederalistas: el principio electivo; el procedimiento de censura, revocación o impeachment y el derecho limitado de veto sobre las leyes aprobadas por el Congreso
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CUADERNOS de pensamiento político
diferenciaban y reducían las atribuciones del presidente respecto de las
del rey de Inglaterra. En cuanto a su designación como comandante en
jefe también era ponderada: “Su autoridad sería nominalmente la misma
que la del rey de la Gran Bretaña, pero de hecho resultará bastante inferior a aquella”. En resumidas cuentas, necesita de la aprobación del
Congreso para emprender una guerra, reclutar ejércitos y aprobar reglas para gobernarlos (2012: 291-297). Por último, su condición de comandante en jefe no le habilita para aprobar indultos sobre casos
relacionados con delitos oficiales. Por tales motivos, concluye en el Artículo LXX, carecen de razón quienes creen “que un Ejecutivo vigoroso
resulta incompatible con el espíritu de gobierno republicano”; al contrario, es esencial “para proteger a la comunidad contra los ataques del
exterior; es no menos esencial para la firme administración de las leyes;
para la protección de la propiedad contra esas combinaciones irregulares y arbitrarias que a veces interrumpen el curso normal de la justicia;
para la seguridad de la libertad en contra de las empresas y los ataques
de la ambición, del espíritu faccioso y de la anarquía” (2012: 297).
No cabe duda, para los federalistas, la República es viable bajo una
Unión pujante y una presidencia robusta. De ahí que constitucionalistas, historiadores y politólogos hayamos elaborado un análisis concomitante entre fortalecimiento de la Unión y presidencialismo.
Ciertamente, existen vasos comunicantes, pero la base del presidencialismo se halla en el origen de su poder, no en las competencias que progresivamente asume el presidente. Dicho de otra manera, la presidencia
era para los federalistas la mejor garantía de que la Unión no perecería
víctima de las divisiones partidistas o territoriales. Los años previos a la
Guerra Civil les dieron la razón. El país se encontraba paralizado y dividido en la Cámara de Representantes y el Senado entre facciones y territorios irreconciliables. Ninguno de los “presidentes pigmeos”
(Zachary Taylor, Millard Fillmore, Franklin Pierce y James Buchanan,
que ocuparon el despacho Oval entre 1849 y 1861) enderezó la situación. El país sobrevivió a la secesión y a la guerra por el empeño y los
poderes excepcionales que se atribuyó Abraham Lincoln (1861-1865)
dentro de los márgenes concedidos por la Constitución al comandante
en jefe en tiempos de guerra.
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ORÍGENES
Y JUSTIFICACIÓN DEL PRESIDENCIALISMO AMERICANO
/ JAVIER REDONDO
Decíamos que el sistema es presidencialista porque el poder del presidente –que es a la vez jefe de Estado y de gobierno– emana del pueblo, su ritmo de elección no está condicionado por el de la elección de
los congresistas ni su designación sujeta a la mayoría en las cámaras. He
aquí la diferencia sustancial respecto de otras repúblicas constituidas
con posterioridad, la mayoría en el siglo XX. El presidencialismo radica en el principio de independencia del Ejecutivo. La Convención de
Filadelfia discutió también si entregar el poder Ejecutivo a un Primer
Magistrado o a una magistratura colegiada. Se decantaron por lo primero. En todo caso, huyendo de las divisiones partidistas, el cargo de
vicepresidente recayó en el segundo de los preferidos por el Colegio
Electoral. Esta decisión duró poco, el tiempo que tardaron Thomas Jefferson y el marrullero Aaron Burr en disputarse la presidencia9.
Para moderar la participación del pueblo en la elección presidencial,
los padres fundadores crearon el Colegio Electoral, una institución que
no se reúne como cuerpo, integrada por un número de compromisarios
equivalente a la suma de representantes de la Cámara y senadores (hoy
son 538: 435 representantes, 100 senadores y tres delegados del Distrito de Columbia). La elección de compromisarios se realiza de
acuerdo a las normas de cada estado. En principio, correspondía a las
asambleas de los estados designar a los electores. Progresivamente,
desde comienzos del siglo XIX, se introdujo el voto popular.
A cada estado le corresponde un número de compromisarios coincidente con el de representantes que tiene en el Capitolio. Hoy, el Colegio Electoral es una mera reminiscencia que muestra el respeto de los
9
A priori, estaba claro que Burr acompañaría a Jefferson como candidato a vicepresidente de su
formación “republicana” frente a la “federal”, liderada por John Adams. Sin embargo, el Colegio
Electoral concedió el mismo número de votos a uno y a otro y Burr reclamó su derecho a la
presidencia. El Congreso se decidió por Jefferson, la relación con Burr, tiempo después acusado
de traición, se deterioró y la relación se tornó insostenible. La Décimosegunda Enmienda separó
en el Colegio las papeletas de presidente y vicepresidente. Debía por tanto quedar
taxativamente definida la composición de la candidatura, de tal modo que el vicepresidente no
concurriría a la elección presidencial. Así nació el ticket. Igualmente, los partidos iban tomando
forma y constituían una realidad inevitable, de manera que en la práctica resultaba imposible
la cohabitación en la presidencia entre los líderes de partidos distintos. En este punto, los
constituyentes también fracasaron: no pudieron aislar la presidencia de las disputas partidistas.
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CUADERNOS de pensamiento político
americanos por las tradiciones y rituales, nada más. La última elección
donde el Colegio asumió un papel destacado fue en 1876. Entre acusaciones de fraude, Rutherfod Hayes (1877-1881) fue finalmente proclamado presidente por una Comisión del Congreso10. Desde entonces, el
Colegio Electoral es apenas la fórmula de recuento, un protocolo de
carácter puramente formal y nominal.
Nos queda por resolver una última cuestión asociada todavía a la
configuración presidencial del sistema, la que nos permitirá llegar sin
muchos rodeos a las dos conclusiones con las que pretendo cerrar esta
síntesis sobre el origen de la presidencia americana. De uno u otro
modo, las ideas han sido apuntadas, ahora simplemente las sistematizamos. Los delegados de la Convención de Filadelfia rechazaron tres
fórmulas: i) La elección del presidente en el Congreso (eran partidarios
de que el Primer Magistrado rindiera cuentas al Congreso, no de que
la administración de los asuntos de su gobierno dependiera de las cámaras, lo cual era fundamental para apuntalar la división de poderes y
el sistema de checks and balances). ii) La propuesta para su designación
por parte de las asambleas estatales, pues hubiera puesto en riesgo el
delicado equilibro entre los poderes de los estados y de la Unión: los
estados hubieran cobrado un protagonismo desproporcionado y hubieran surgido rencillas e incluso enjuagues entre ellos. iii) También se
desestimó la elección directa, tanto por razones expuestas –voluntad de
filtrar las pulsiones populares– como por otras relacionadas con el
punto anterior: evitar que los ciudadanos se decantaran por candidatos de sus estados y convertir la elección presidencial en una disputa
entre estados.
Finalmente, el 8 de septiembre de 1787 se aprobó la fórmula del Colegio Electoral. El sistema mayoritario según el cual el candidato que se
impone en un estado obtiene todos los votos de los compromisarios de
ese estado se introdujo progresivamente por puro pragmatismo: sim-
10
El complejo affaire lo explicamos en el libro Presidentes de Estados Unidos (2015: 279-288).
Solo tres presidentes han sido elegidos en el Congreso: Jefferson, John Quincy Adams (18251829) y Hayes.
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ORÍGENES
Y JUSTIFICACIÓN DEL PRESIDENCIALISMO AMERICANO
/ JAVIER REDONDO
plificar el proceso y evitar que el mismo estado presentase varios candidatos. En el Artículo LXVIII de El Federalista, Hamilton admitió que
“si el método no era perfecto, es al menos excelente. Reúne en alto
grado todas las ventajas a las que se podía aspirar” y gozó del beneplácito de hasta los detractores de la institución presidencial (2012: 288291). Para los delegados de la Convención, el Colegio sabría escoger a
los hombres adecuados en virtud de sus excepcionales cualidades. El
presidente sería pues un hombre común y a la vez honorable.
A MODO DE CONCLUSIÓN: LA PROPENSIÓN AL POPULISMO
Y LA PRESIDENCIA FRENTE AL CONGRESO
Decíamos en un apartado anterior que el populismo es un rasgo del
“excepcionalismo” americano. Hay al menos cuatro razones que explican la propensión populista de la presidencia: la elección popular; la
condición personalista de la elección; la consideración del presidente
como “hombre común” y la atribución conferida por la Constitución
como comandante en jefe. Ya hemos señalado que el primer presidente
populista de la Historia fue Andrew Jackson, un militar11. Los presidentes con rasgos populistas hacían valer su autoridad como los auténticos representantes de la gente frente a los intereses creados –e
irreconciliables– en el Capitolio u otros de carácter espurio.
Por otra parte, hay al menos tres razones por las cuales la presidencia ha arañado protagonismo al Congreso a lo largo de estos dos siglos
y medio: el liderazgo ejercido por el presidente, la configuración de las
mayorías en las cámaras y el contexto internacional. Los “hiperlíderes”
han fortalecido el poder de la Unión en virtud de su habilidad y personalidad. El primer presidente que prescindió del Congreso y buscó a
posteriori una ratificación de una decisión previamente tomada fue Tho-
11
Otros presidentes militares que le sucedieron fueron: William H. Harrison (1841-1841), Zachary
Taylor, Ulysses Grant (1869-1877) y Dwight Eisenhower (1953-1961). Por su parte, algunos
otros que no lo fueron no dudaron en dotarse de una narrativa como héroes de guerra: el
propio John F. Kennedy (1961-1963), Theodore Roosevelt o George Bush Sr.
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CUADERNOS de pensamiento político
mas Jefferson tras la compra de Luisiana. La determinación de Jackson,
Lincoln o los dos Roosevelt fortalecieron progresivamente la presidencia. En primer lugar, no se vieron en la tesitura de obstruir y vetar las
leyes emanadas del Congreso; y, lo que era mucho más importante, podían sacar adelante sus propias propuestas y solicitar del Congreso
poderes extraordinarios.
Obviamente, la decisión del Congreso de delegar funciones en el
presidente depende a su vez de dos factores: i) La composición de las
cámaras. De los cuatro presidentes que acabamos de citar, Jackson
siempre dispuso de mayoría demócrata en la Cámara de Representantes; la de Lincoln fue aplastante tanto en la Cámara de Representantes
como en el Senado; así como la de los dos Roosevelt. ii) El contexto político. En situaciones críticas o de emergencia, normalmente relacionadas con la política exterior, el presidente asume poderes excepcionales
conferidos por las cámaras: fue el caso de Lincoln, pero también el de
George Bush Jr.12 (2001-2009). En este sentido, en virtud de su facultad
constitucional para celebrar tratados internacionales con el consentimiento último del Senado, los presidentes que han volcado parte de su
actividad en las relaciones exteriores han contribuido a consolidar el
poder presidencial, hacia fuera y hacia dentro. En la medida en que Estados Unidos se abría paulatinamente al mundo, el presidente adquiría
un rol distinguido.
Por último, pretendo llamar la atención sobre una última cuestión,
íntimamente relacionada con el primero de los epígrafes. El sistema institucional americano, tal y como lo concibieron sus fundadores, ha sobrevivido a tres episodios o momentos críticos en orden de trascendencia
descendente: la Guerra Civil (1861-1865); la corrupción (último tercio
del siglo XIX) y la “crisis del 29”. Por eso podemos hablar de linealidad
12
En el siglo XX, Richard Nixon (1969-1974), Gerald Ford (1974-1977), Ronald Reagan y George Bush
Sr. siempre tuvieron a la Cámara en contra. Mientras que, además, Theodore Roosevelt y Franklin
Delano Roosevelt, William McKinley, Warren G. Harding (1921-1923), Calvin Coolidge (1923-1929),
J.F. Kennedy, Lyndon B. Johnson (1963-1969), Jimmy Carter (1977-1981) y George Bush Jr. tuvieron
la Cámara de Representantes a favor: en total, nueve de diecinueve presidentes del siglo XX han
podido ejercer su autoridad sin la oposición de la Cámara de Representantes. Si computamos por
legislaturas, el saldo a favor de la autonomía del presidente se eleva considerablemente.
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ORÍGENES
Y JUSTIFICACIÓN DEL PRESIDENCIALISMO AMERICANO
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y continuidad en la Historia de Estados Unidos. Asimismo, el modelo
constitucional, basado en la división y equilibrio de poderes, protege a
la nación de los malos gobernantes. Así pues, independientemente de la
categoría de los presidentes, de su gestión y de su honorabilidad, la institución de la presidencia goza del mismo prestigio del que la dotó su
primer depositario, George Washington (1789-1797). Esta reflexión nos
devuelve al comienzo: las instituciones protegen la libertad de los individuos.
PALABRAS CLAVE
•
•Presidencialismo •Padres fundadores•Constitución
EE.UU. República
Populismo
•
RESUMEN
ABSTRACT
Estados Unidos es una república presidencialista. Sin embargo, el presidencialismo no se define en razón de la
acumulación de competencias del poder
Ejecutivo, ni tampoco por el hecho de
que coincidan en la misma persona las
figuras de jefe del Gobierno y del Estado. El presidencialismo es fundamentalmente resultado, por un lado, de la
posición del Ejecutivo respecto del resto
de poderes y, por otro, del origen de su
poder. Los constituyentes americanos
tuvieron muy claro cuál era el papel que
debía desempeñar el Primer Magistrado
de la República como garante de la
Unión y primer representante del pueblo. Este artículo analiza la visión de los
padres fundadores, la evolución de la
Presidencia y los factores que propician
su creciente protagonismo.
The United States is a presidential republic. However, presidentialism is not
defined by adding capacities to the executive power, or by the fact that the Head
of Government and the Head of State
are represented by the same person.
Presidentialism is basically the result, on
the one hand, of the position of the Executive power with respect to the other
powers and, on the other, of the origin of
its power. The American founding fathers
had a very clear notion of the role that
the Republic’s Head of State had to play
as the guarantor of the Union and first
representative of the people. This article
analyses the vision of the founding fathers, the evolution of the presidency
and the features that propitiate its growing prominence.
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CUADERNOS de pensamiento político
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JAVIER CORRALES
EL LEGALISMO AUTOCRÁTICO
EN VENEZUELA
l concepto de los regímenes híbridos, también conocidos como “autoritario-competitivos” –aquellos que manifiestan simultáneamente
prácticas democráticas y autoritarias– ya está bien establecido y entendido en la literatura de Ciencias Políticas. En los regímenes híbridos el
partido de gobierno compite en elecciones (ejemplo de práctica democrática), pero el presidente gobierna con un sistema de frenos y contrapesos socavados (ejemplo de práctica autoritaria). Hoy en día, estos
regímenes son tan o más comunes a través de todo el mundo que los regímenes netamente autoritarios, si lo medimos utilizando la clasificación
de Freedom House de regímenes “parcialmente libres”. Venezuela se convirtió durante el mandato de Hugo Chávez (1999-2013) y su Partido Socialista Unido (PSUV) en el mejor ejemplo de este tipo de régimen híbrido
en América Latina.
E
Lo que no es bien entendido sobre estos regímenes es la dinámica de
los mismos, es decir, por qué algunos se mantienen estables mientras que
Javier Corrales es profesor Dwight W. Morrow 1895 de Ciencia Política en Amherst College, Massachusetts. Ha publicado varios libros sobre la política de Cuba, Argentina y Venezuela. Coautor
de Dragon in the Tropics: Hugo Chávez and the Political Economy of Revolution in Venezuela (con
Michael Penfold, 2011). Una segunda edición actualizada, The Legacy of Hugo Chávez (Brookings
Institution Press, 2015).
* Este texto es una adaptación del artículo “The Authoritarian Resurgence: Autocratic Legalism
in Venezuela”, publicado en el número de abril 2015 de Journal of Democracy.
Traducción y adaptación a cargo de Juan Gabriel Delgado.
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CUADERNOS de pensamiento político
otros se democratizan y otros se vuelven más autocráticos en el tiempo. Venezuela bajo Hugo Chávez (1999-2013) también es un caso de un régimen
híbrido que rápidamente se convirtió en más autocrático. Este giro hacia
la autocracia se ha venido acelerando sobre todo al final del mandato de
Chávez y en especial durante el de su sucesor, Nicolás Maduro (2013-presente). Hoy en día, Venezuela aparece clasificado como el país “menos
libre” de todos los regímenes “parcialmente libres” de América Latina.
Esta tendencia introduce dos interrogantes. Primero, ¿cuáles son los
“mecanismos” a través de los cuales un régimen autoritario competitivo se
convierte en más autocrático? Este ensayo examina la trayectoria de Venezuela desde 1999 para demostrar cómo se lleva a cabo dicha transformación. Mi argumento se enfoca en el uso, abuso y desuso de la ley, lo que
se pudiera denominar como legalismo autoritario.
Segundo, ¿cuáles fueron las “causas” del movimiento acelerado de Venezuela hacia el autoritarismo, en particular los últimos cinco años del
“chavismo”? Utilizando mis trabajos anteriores (frecuentemente en colaboración con otros autores), presento un argumento sencillo: el declive
de la competitividad electoral del régimen, en combinación con la trayectoria institucional del país (path dependence), explica el giro hacia un
mayor autoritarismo.
TRES ELEMENTOS CLAVES
El mecanismo principal que facilita el creciente autoritarismo en Venezuela
se puede describir como “legalismo autocrático”. El legalismo autocrático
tiene tres elementos clave: el “uso”, “abuso”, y “desuso” de la ley al servicio del poder Ejecutivo.
Empecemos con el “uso”. Desde que el PSUV llegó al poder, el partido
de gobierno se ha aprovechado de su dominancia sobre los cuerpos legislativos (la Constitución de 1999, el “Congresillo” de 1999-2000 y la Asamblea Nacional desde el 2000 al presente), junto con su control absoluto de
la Corte Suprema desde el 2005, para promulgar leyes que dan mayor
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EL
LEGALISMO AUTOCRÁTICO EN
VENEZUELA / JAVIER CORRALES
poder al Ejecutivo a costa de otras ramas del Estado. Estos son algunos
ejemplos notables:
1) La Constitución de 1999 que, a pesar de poseer varias innovaciones democráticas, incrementó el poder del presidente: eliminó el Senado (un
actor con veto importante); prohibió el destino de fondos públicos para
organizaciones políticas (partidos políticos); y le dio el poder al presidente para llamar referendos, destituir legisladores, disolver el Congreso
y proponer cambios constitucionales.
2) Las “leyes habilitantes” le dan al presidente el poder de gobernar mediante decretos. La legislatura chavista aprobó cuatro leyes habilitantes durante el mandato Chávez –en 1999, 2000, 2007 y 2010– y una vez
(hasta ahora) durante el Gobierno de Maduro, en el 2013.
3) La Ley Orgánica de Telecomunicaciones (2000), que permite que el
gobierno suspenda o revoque las licencias de transmisión de los medios
privados “cuando lo juzgue conveniente a los intereses de la Nación, o
cuando así lo exigiere el orden público o la seguridad” (Art. 209). Esta
ley fue modificada el 2011 para incorporar cable y televisión y redujo
la licencia de canales de radio de 25 a 15 años.
4) La Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión (2004) prohíbe
la transmisión de material que pueda promover odio o violencia. Fue
extendida en el 2010 para aplicarse a internet. Como consecuencia, los
medios electrónicos no pueden transmitir mensajes que “fomenten zozobra en la ciudadanía o alteren el orden público”, “inciten o promuevan el incumplimiento del ordenamiento jurídico vigente”, “desconozcan las autoridades legítimamente constituidas”, o “inciten o promuevan el odio y la intolerancia” (Art. 27).
5) La Ley de Reforma Parcial del Código Penal (2005) expandió la ley de
desacato, de tal manera que es ilegal que uno “irrespetase a un funcionario público”, extendiendo aún más el número de funcionarios a los
cuales se aplica esta ley. Además, restringió de manera significante el
uso de espacios públicos para manifestaciones.
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CUADERNOS de pensamiento político
6) Las “leyes que regulan los consejos comunales” –Ley Orgánica de
Poder Popular (2010), Ley Orgánica de Planificación Pública y Popular (2010), Ley Orgánica de Contraloría (2010), y la Ley Orgánica de
las Comunas (2010)– proporcionan fondos públicos y prerrogativas legales a estos cuerpos poco definidos, los cuales deben trabajar con el
Estado para llevar a cabo obras públicas y participar en el desarrollo de
la comunidad. Mediante estas leyes, los consejos comunales suplantan
a los alcaldes y consejos municipales. Ninguna de estas leyes requiere
que los consejos comunales lleven a cabo elecciones competitivas para
sus representantes.
7) La Ley de la Defensa de la Soberanía Política y Autodeterminación
Nacional (2010) impide que los grupos defensores de los derechos humanos reciban ayuda internacional. Las organizaciones no gubernamentales (ONG) que “defiendan derechos políticos” tienen prohibido
recibir fondos del extranjero. Los extranjeros invitados a Venezuela por
estos grupos que “emitan opiniones que ofendan las instituciones del
Estado” también están sujetos a ser expulsados. Además, las ONG pueden enfrentar grandes multas y sus directores pueden perder el derecho a postularse para funciones públicas.
8) La Ley de Ilícitos Cambiarios (2010) le da al Gobierno un monopolio
en todos los cambios de divisas, incluyendo el de los bonos. Toda divisa proveniente de exportación se debe vender al Banco Central de Venezuela (BCV) a la tasa oficial. La ley también prohíbe “ofertas” en
divisas hechas entre entidades venezolanas o individuos por la venta de
bienes o servicios.
9) La Ley de Partidos Políticos, Reuniones Públicas y Manifestaciones
(2011) prohíbe que los diputados se aparten de “las orientaciones y posiciones políticas” adoptadas por su partido durante elecciones (Art.
28). Esta ley tiene el propósito de impedir que los legisladores voten en
contra del partido.
10) La Ley Orgánica de Precios Justos (2014) actualiza la Ley de Costos y Precios Justos del 2011, la cual legaliza el amplísimo sistema de
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EL
LEGALISMO AUTOCRÁTICO EN
VENEZUELA / JAVIER CORRALES
control de precios del régimen. La versión de 2014 expandió el número de infracciones al incluir la reventa de bienes “esenciales” tanto
como los actos que “perjudiquen la estabilidad económica”. Además,
la inclusión imprecisa del concepto de “estabilidad económica” en la
ley incrementa las justificaciones subjetivas que el Estado puede invocar para sancionar actores privados. Desde el 2011, esta ley también es una de las mayores causas de la escasez y el desarrollo de
mercados informales.
Este arsenal de leyes autocráticas en Venezuela exhibe dos rasgos. Primero, los aspectos autocráticos en sí de estas leyes no siempre son evidentes, no se ven a simple vista. Por contra, están frecuentemente enterrados
entre cláusulas y artículos que en su mayoría otorgan poder a ciudadanos u
otros grupos políticos, y que por lo tanto incentivan los grupos apoderados
a apoyar dichas leyes. Sin embargo, todas estas leyes contienen al menos
una cláusula que apodera al poder Ejecutivo más que a los otros actores.
Segundo, estas leyes son promulgadas constitucionalmente en cuanto a
que son aprobadas mediante un proceso delineado por la Constitución.
Esta paradoja presenta un doble problema a la oposición: 1) Dichas leyes
incrementan la capacidad del Estado para controlar actores que no son
parte del Estado; y 2) ellas no pueden ser fácilmente impugnadas ya que
son promulgadas mediante procesos constitucionales.
EL “ABUSO” DE LA LEY: “HEGEMONÍA COMUNICACIONAL”
El segundo elemento del legalismo autocrático es el “abuso” de la ley, lo
que significa la interpretación parcial e inconsistente de leyes y regulaciones. En Venezuela esto es especialmente notorio en el ámbito mediático.
El abuso de la ley ha permitido que el sistema de medios de Venezuela
haya perdido su pluralismo. Pero antes de explicar esto, repasemos la pérdida del pluralismo de los medios en Venezuela.
Un modo de ver la evolución del pluralismo de los medios es ver que
la relación entre medios privados e independientes y los medios controlaJULIO / SEPTIEMBRE 2015
73
CUADERNOS de pensamiento político
dos por el Gobierno favoreció a estos últimos. Hoy en día, es mucho más
probable que un venezolano común se vea expuesto a medios públicos o
pro-PSUV, los cuales son más abundantes y asequibles que los medios privados independientes. La consecuencia es un declive pronunciado en el
pluralismo de medios. Esta falta de pluralismo lleva un nombre en Venezuela: la “hegemonía comunicacional”. Fue una estrategia premeditada del
chavismo y privilegiada por Maduro1.
TABLA 1
Medios impresos y televisados independientes (porcentaje)
Impresos
Todos los periódicos
de los cuales, periódicos locales y regionales
Televisión
Todos los canales de televisión
de los cuales, canales locales y regionales
1998
2014
100%
100%
56%
49%
88%
50%
46%
39%
Nota: Independiente significa 1) privado; 2) cubre política; 3) no comunitario;
y 4) no censura sistemáticamente información favorable a la oposición
Medios venezolanos impresos y televisados (% que son independientes)
100
Todo periódicos
80
de los cuales, regionales
Todo televisión
60
de los cuales, locales y
regionales
40
1998
1
2014
Véase “Grandes Objetivos Históricos y Objetivos Nacionales”, Programa de la Patria 20132019, http://blog.chavez.org.ve/programa-patria-venezuela-2013-2019/idependencia-nacional/#.VPmcVuGLiJ8.
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EL
LEGALISMO AUTOCRÁTICO EN
VENEZUELA / JAVIER CORRALES
Para fines del 2014, mediante el uso y abuso de la ley, la hegemonía comunicacional ya estaba bien establecida tanto en los medios impresos
como en la televisión. Por ejemplo, en 1998 había 89 periódicos en Venezuela2. Todos eran privados e independientes. En el 2014, Venezuela contaba con 102 periódicos, pero solo el 56% eran privados e independientes;
el 8% eran públicos; un 15% eran privados pero “no independientes”, lo
que significa que sistemáticamente se inclinaban a favor del PSUV; y un
22% eran “indeterminados”, lo cual significa que o eran demasiado pequeños o no había información para clasificarlos3. Los periódicos en manos del
Estado son poco comunes en democracias, pero en Venezuela son abundantes y, encima, excesivamente parciales. Mientras que la prensa privada
es criticada por ser demasiado propensa a denuncias, los periódicos del
Estado merecen la crítica de suprimir sistemáticamente la información positiva sobre los actores no-estatales y la información adversa a los actores
estatales, todo ello pagado con fondos públicos. La Administración de Maduro está comprometida a continuar la política de expandir la prensa pública, ya que ha establecido periódicos públicos en Valencia, Maracay,
Cojedes, Guárico y Petare.
La contracción de los medios independientes es aun más pronunciada
en el ámbito televisivo. En 1998 había veinticuatro canales de televisión
nacional, de los cuales solo tres eran públicos (y no eran parciales). En
cambio, en el 2014 había 105 canales de televisión, pero solo el 46% eran
privados. Los canales de Estado son el 17% de todos los canales de televisión. Además, bajo el chavismo emergió una nueva categoría de canales comunitarios, radicados en ciudades pequeñas y que en el 2014 significaban
el 37% de todos los canales de televisión. Se supone que los canales co2
3
Esta cifra se basa en el directorio de medios anual de Juvenal Mavares, Directorio de relaciones públicas y medios de comunicación social (Caracas: J&M Asociados, 1998); véase también la lista de prensa escrita de periódicos venezolanos en http://www.prensaescrita.
com/america/venezuela.php.
Le agradezco a Franz von Bergen y a Juan Gabriel Delgado por su ayuda en esta investigación.
Para determinar si un periódico es independiente, verificamos si había reporteros formales de
ese medio o si otros medios reportaron casos de censura de información en la cobertura de
noticias de manera que era favorable a la oposición. Sin duda, se usó un poco de juicio cualitativo. Sin embargo, excluyendo mi cuenta de medios no independientes, las pruebas son las
mismas: el tamaño de los medios impresos independientes se ha contraído considerablemente bajo el chavismo.
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CUADERNOS de pensamiento político
munitarios son independientes, sin embargo muchos encuentran difícil establecerse con cierto grado de autonomía respecto del Estado4, ya que solo
los canales pro Gobierno reciben fondos y apoyos estatales. Dado que hay
muy pocas fuentes de financiamiento alternativas, los canales comunitarios resultan inevitablemente complacientes al Estado.
Esta hegemonía comunicacional en Venezuela ha sido lograda a través
del “uso” y el “abuso” sistemático de la ley5. El Gobierno ha utilizado regulaciones existentes para establecer nuevos periódicos públicos. Varios de
estos periódicos circulan gratuitamente, ganando de este modo ventaja a
la competencia privada, una práctica legal que tiene como propósito desplazar a los medios independientes. Pero el Estado también abusa de la ley
al hostigar a varios periódicos independientes, dictando multas, acusando
de violación de la ley de medios o negándoles estratégicamente el acceso
a las divisas necesarias para comprar papel de periódico. Según Reporteros Sin Fronteras, al menos treinta y siete periódicos han sido forzados a
reducir su circulación por falta de papel6. Otras tácticas incluyen que las
agencias estatales rehúsen a comprar espacio publicitario en ciertos periódicos privados, para presionar a los editores a publicar los artículos “correctos”. La meta del régimen es forzar a los medios privados hacia
problemas financieros mediante el abuso de la ley, y por lo tanto presionarlos a reducir su circulación (como es el caso del diario Tal Cual, que
tuvo que reducir su circulación y pasar a publicarse semanalmente en el
2015) o vender el periódico a nuevos dueños (como El Universal). Si la
línea editorial de un periódico cambia, el Gobierno perdona las multas y
le provee de divisas.
Este mismo uso y abuso de la ley se aplica a la televisión. La contracción del pluralismo de medios comenzó en el 2003, cuando Diosdado Ca4
5
6
Véase Sujatha Fernandes, Who Can Stop The Drums? [¿Quién puede detener los tambores?]
Urban Social Movements in Chávez’s Venezuela (Duke University Press, 2010).
Philip Bennet y Moisés Naim. “21st-Century Censorship”, [Censura en el Siglo 21] Columbia
Journalism Review, 5 de enero de 2015, http://moisesnaim.com/columns/21st-century-censorship/.
“Unos cuarenta periódicos, afectados por la escasez de papel en Venezuela”, Reporteros Sin
Fronteras, 12 de septiembre de 2014, http://es.rsf.org/venezuela-unos-cuarenta-periodicosafectados-12-09-2014,46951.html.
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EL
LEGALISMO AUTOCRÁTICO EN
VENEZUELA / JAVIER CORRALES
bello encabezaba la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel).
Bajo Cabello, esta agencia encargada de regular la televisión y la radio rediseñó las relaciones con los medios. Ahora Conatel determina si es que las
estaciones de radio cualifican como canal comunitario (y por lo tanto si son
elegibles de recibir fondos estatales). Conatel también se ha dirigido hacia
los canales de televisión privados al revocar arbitrariamente sus licencias
(tal como RCTV en el 2007) o imponer multas excesivas por supuestas
violaciones de la ley de medios (tal como le ocurrió a Globovisión hasta
el 2013). En Venezuela, la única manera para que un canal de televisión
pueda asegurar su supervivencia financiera es mediante la autocensura política (tal como Globovisión viene haciendo desde 2013) o abstenerse totalmente de la cobertura de eventos políticos (tal como hacen
rutinariamente Venevisión y Televén). Este crecimiento de los medios estatales y no independientes tiene un impacto significativo en la accesibilidad a la información.
EL “DESUSO” DE LA LEY: IRREGULARIDADES ELECTORALES
El tercer elemento del legalismo autocrático es, paradójicamente, su dependencia en la ilegalidad. Este ha sido especialmente importante en la
política electoral. Uno de los legados más importantes de Chávez es un
ambiente electoral plagado de irregularidades y gobernado por un ente
regulatorio parcializado, el Consejo Nacional Electoral (CNE). En
efecto, en las dieciséis elecciones llevadas a cabo durante la era chavista,
a mi cuenta hay más de cuarenta y cinco tipos o incidencias de irregularidades, por lo general involucrando la aplicación parcial de leyes electorales y hasta violaciones crasas. Por ejemplo, el Gobierno permite al
PSUV exceder límites de gasto público y acceso a publicidad; le niega
fondos estatales a la oposición pero no le pone ningún límite al financiamiento público del PSUV; prohíbe arbitrariamente la postulación de
ciertos candidatos u observadores; manipula las leyes de votación a favor
del partido de gobierno; hostiga a los votantes en centros de votación;
amenaza con privar de fondos a distritos que elijen candidatos de la oposición; coacciona a los empleados del Estado y participantes de misiones sociales a votar por el PSUV; realiza auditorías superficiales de sus
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CUADERNOS de pensamiento político
resultados7. A través de los años, ciertas irregularidades se corrigen permanentemente –gracias a demandas de la oposición–, pero otras persisten
junto con otras irregularidades que emergen con cada nueva elección8.
Este ámbito de irregularidades frecuentes se ha deteriorado desde la
muerte de Chávez en marzo del 2013, comenzando con la elección de su sucesor el mes siguiente. En esa elección, Maduro le ganó a su contrincante,
Henrique Capriles Radonski, por tan solo 235.000 votos (un margen del
1,5%). La oposición rechazó, por primer vez desde el 2005, el resultado oficial. Reclamó que había habido numerosas irregularidades repetidas y nuevas
(por ejemplo, simpatizantes del PSUV fueron vistos llevando votantes a centros de votación bajo el falso pretexto de ser escoltas para asistir al votante;
pagando a ciudadanos para que trajeran consigo más ciudadanos a votar; y
posiblemente fraude en ciertos centros de votación), las cuales le brindaron a
Maduro una victoria. La oposición exigió una auditoría completa de los resultados, la cual fue rechazada (aunque el CNE sí auditó los votos electrónicos, pero no los votos en el balotaje). La oposición terminó reclamando la
anulación de los resultados o su repetición en casi 5.700 mesas electorales.
Todos estos pedidos fueron rechazados, lo cual llevó a la oposición a elevar sus quejas al Tribunal Supremo de Justicia. Pero las Cortes de Venezuela son
otro elemento más del “desuso” de la ley por parte del régimen. Un sinfín de
altos funcionarios y jueces se han vuelto conspicuamente parciales desde que
el Gobierno copara las Cortes de Justicia en el 2004 con simpatizantes, y varios jueces de menor cargo fueran penalizados por fallar de manera “incorrecta”. Además, según un estudio reciente, ni una de las 45.474 decisiones del
Tribunal Supremo desde el 2005 ha fallado en contra del Gobierno9. Por lo
tanto, no fue ninguna sorpresa que el Tribunal también rechazase el reclamo
de la oposición.
7
8
9
Javier Corrales, “Electoral Irregularities Under Chavismo: A Tally”, [Irregularidades electorales
bajo Chávez: un cuento] Americas Quarterly, 11 de abril de 2013.
Miriam Kornblith, “Latin America’s Authoritarian Drift: Chavismo After Chávez?” [El creciente
autoritarismo en América Latina: ¿Chavismo después de Chávez?] Journal of Democracy 24, 3
(julio de 2013): 47-61.
Edgar López, “En nueve años el TSJ no ha dictado ni una sentencia contra el Gobierno”, El Nacional, 1 de diciembre de 2014, www.el-nacional.com/politica/anos-TSJ-dictado-sentencia-gobierno_0_529147208.html.
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EL
LEGALISMO AUTOCRÁTICO EN
VENEZUELA / JAVIER CORRALES
Aunque las elecciones municipales del siguiente diciembre mostraron
menos irregularidades que las presidenciales de abril, también se vio en
ellas el uso del poder de Estado para favorecer a los candidatos del PSUV.
Esto incluyó gastos más allá de lo reglamentado, el uso ilegal de fondos
públicos y de los medios del Estado. Asimismo, al momento de la elección, los mandatos de tres de los cinco miembros del CNE –un cuerpo
con solo un representante no gubernamental– habían caducado, y el Gobierno poco hizo para resolver este problema legal. Con las elecciones del
2013, la Administración de Maduro demostró que no solo había heredado
el legado semiautoritario de Chávez, sino que más bien estaba construyendo sobre él.
El creciente legalismo autoritario bajo Maduro ha resultado ser desestabilizador10. Originalmente, a comienzos del 2013 la oposición estaba dividida sobre cómo responder a las fallas del proceso electoral. Una facción
clamaba por manifestaciones populares, las cuales eventualmente se desataron entre febrero y abril de 2014, bajo la consigna #lasalida. Figuras prominentes de la oposición, incluyendo Leopoldo López (exalcalde de la
municipalidad de Chacao de Caracas), Maria Corina Machado (una diputada en la Asamblea Nacional) y Antonio Ledezma (alcalde de Caracas) se
incorporaron a las manifestaciones. En su conjunto, se estima que 800.000
personas en casi dieciséis estados y hasta treinta y ocho ciudades participaron en las manifestaciones por un mínimo de tres meses. Los manifestantes establecieron barricadas en vecindarios de clase media, y algunos
lanzaron botellas, piedras y cocteles incendiarios.
Estas manifestaciones, las mayores en la historia del chavismo, fueron
recibidas por la peor represión bajo el chavismo, y tal vez bajo cualquier gobierno electo en la historia del país. Hubo arrestos domiciliarios, lo que
significa que no solo se reprimió para estabilizar el orden público, sino también para castigar y amedrentar a los ciudadanos. El Gobierno desplegó la
Guardia Nacional y la Policía Nacional Bolivariana para reprimir las manifestaciones, y además pudieron haber incitado a los “colectivos” (grupos
10
Esta sección se basa en Javier Corrales y Michael Penfold, Dragon in the Tropics, 2a edición
(próximamente en Brookings Institution Press).
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CUADERNOS de pensamiento político
de ciudadanos pro Gobierno armados) a intimidar a los manifestantes11.
Según los reportes de las organizaciones de derechos humanos, el Gobierno subyugó el 34% de las manifestaciones y detuvo 3.100 personas, un
porcentaje mucho mayor aun que la represión más intensa bajo Chávez, de
solo el 7% en el 200912.
Más sorprendente aun es el hecho de que el Gobierno persiguió a los
líderes de la oposición y no solo a los manifestantes comunes. López fue
arrestado por “incitar a la violencia”, aun sin ninguna prueba más que su
escrito apoyando un cambio de gobierno, lo cual supuestamente habría incitado de forma “subliminal” a los manifestantes. Machado fue acusada de
traición por hablar sobre los abusos de derechos humanos en Venezuela y
expulsada de la Asamblea Nacional. Ella y otros líderes de la oposición
han sido acusados por intento de asesinar al presidente, y en diciembre del
2014 Machado fue formalmente acusada por traición y por conspirar. Finalmente, Ledezma fue arrestado a fines de febrero del 2015 bajo el cargo
de intentar derrocar al Gobierno.
PERDIENDO COMPETITIVIDAD
Si el uso, abuso y desuso de la ley son los mecanismos mediantes los cuales Venezuela explica la dinámica del régimen (su avance hacia un mayor
autoritarismo), ¿cuáles son las causas? En la última versión de nuestro libro,
Dragón en el Trópico, Michael Penfold y yo mismo planteamos que la causa
más importante es una combinación de la “dependencia de trayectoria”
junto con el declive de la competitividad electoral del régimen. Dependencia de trayectoria se refiere al hecho que cuando suficientes instituciones son establecidas para permitir al Estado gobernar de manera
autoritaria, entonces estas instituciones se convierten en los métodos pre11
12
International Crisis Group, “Venezuela: Dangerous Inertia”, [Venezuela: inercia peligrosa] Latin
America Policy Briefing, 31 de septiembre de 2014.
Programa Venezolano de Educación-Acción en Derechos Humanos (PROVEA), “Venezuela 2014:
Protestas y derechos humanos”, Informe, febrero-marzo 2014, www.derechos.org.ve/pw/wpcontent/uploads/Informe-final-protestas2.pdf; “Maduro supera a Chávez en represión”, Hoy
(Quito), 8 de julio de 2014, www.hoy.com.ec/noticias-ecuador/maduro-supera-a-chavez-en-represion-609719.html.
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EL
LEGALISMO AUTOCRÁTICO EN
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feridos de gobernar. Dado que Chávez ya había erigido la estructura para
facilitar la represión, la Administración de Maduro, teniendo estos instrumentos e ideología justificante, se valió de los mismos a la hora de tener
que enfrentar una sociedad menos obsecuente.
La segunda razón del creciente autoritarismo es más sistemático: la pérdida de competitividad del partido de gobierno. Durante el régimen chavista, la característica fundamental del partido de gobierno era su
competitividad suprema: le era fácil ganar en elecciones, y a veces hasta por
amplios márgenes. En las elecciones presidenciales del 2006, Chávez ganó
fácilmente con el 63% de los votos. Sin embargo, desde el 2006, la oposición ha estado ganando votos en términos absolutos y relativos. En las
elecciones presidenciales de abril 2013, Maduro ganó con tan solo el 51%
del voto. En las elecciones municipales del 2013, el PSUV ganó por un
margen del 2,7%, si se suman todos los votos de los partidos opositores,
lejos de sus márgenes anteriores.
Al ir perdiendo su competitividad electoral, cualquier régimen autoritario competitivo empieza a percibir crecientes incentivos de mostrar su
lado autoritario. Si no puede competir, tiene que reprimir. Por lo tanto, no
debería ser una sorpresa que un régimen híbrido como el venezolano decida ser más autoritario cuando sus instrumentos para competir por los
votos –ideología, recursos económicos, innovación de política y buena gestión gubernamental– se encuentran ya agotados, por no decir, en crisis. Es
por eso que con el transcurso del tiempo, el chavismo ha venido usando
prácticas autoritarias con mayor frecuencia.
CONCLUSIÓN
El creciente autoritarismo de un régimen híbrido no es inevitable. Pero los
regímenes híbridos van creando con el tiempo –a través del uso, abuso, y
desuso de leyes– un mayor número de instrumentos que sirven para conducir a sus países hacia más autoritarismo. Mientras tengan competitividad
electoral se pueden dar el lujo de permitir mayores libertades políticas.
Pero con la pérdida de competitividad, como pasó en Venezuela, el régiJULIO / SEPTIEMBRE 2015
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CUADERNOS de pensamiento político
men está sujeto a mayor presión. En el caso de Venezuela, tanto la economía como el panorama electoral han puesto a Maduro en una situación política mucho menos favorable a cualquiera de las que enfrentó Chávez
desde el 2003. ¿Será que Maduro accederá a estas presiones o que las contratacará? Visto su mandato, Maduro parece estar suficientemente confiado en tener el control institucional necesario para seguir el curso de
mayores restricciones para con sus enemigos dentro y fuera de su partido.
Su discurso de enfrentar una guerra económica le da la justificación para
llevar a cabo un contrataque. Por lo tanto, es muy posible que uno de los
regímenes más restrictivos de América Latina termine respondiendo a su
crisis volviéndose más restrictivo.
PALABRAS CLAVE
•Autocracia•Hugo Chávez•Nicolás Maduro•América Latina
Venezuela
RESUMEN
ABSTRACT
El presente artículo parte de la concepción del sistema político venezolano
como régimen híbrido: a saber, régimen
que combina simultáneamente prácticas democráticas y autoritarias. A continuación el texto señala que la pérdida
de competitividad electoral del chavismo explica la progresiva recurrencia
del régimen venezolano a prácticas autoritarias que se sustancian, entre
otras, en un sistema de frenos y contrapesos al poder socavados.
This article elaborates on a consideration of Venezuela’s political system as a
hybrid regime: that is, a regime that combines simultaneously democratic and authoritarian practices. Furthermore, the
text indicates that the loss of electoral
competitiveness of Chavism explains why
the Venezuelan regime is increasingly resorting to authoritarian practices which
ground themselves, among others, in a
system of undermined checks and balances to power.
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ANTONIS KLAPSIS
SYRIZA EN EL GOBIERNO:
“TOMAR EL CIELO POR ASALTO”
INTRODUCCIÓN
n los últimos meses, los acontecimientos políticos en Grecia han atraído la atención internacional. La victoria de la Coalición de la Izquierda Radical (más conocida por su acrónimo SYRIZA) en las
elecciones del 25 de enero de 2015 ha conducido a la formación de un Gobierno de coalición con su líder, Alexis Tsipras, como primer ministro. Este
artículo describe en pocas palabras cómo Syriza ha conseguido llegar al
poder así como los desafíos a los que se ha enfrentado en los meses siguientes a la formación del Gabinete de Tsipras, sobre todo en lo referente
a los grandes problemas económicos y financieros que asolan al país.
E
LOS ORÍGENES
Syriza fue fundada originalmente en 2004. Al principio no era un único partido sino más bien una alianza de diversos partidos y grupos de izquierda y
ultraizquierda, entre ellos había socialdemócratas, neocomunistas, marxistas-leninistas, trotskistas, maoístas, ecologistas, etc. Como es lógico, no
Dr. Antonis Klapsis es profesor adjunto, Hellenic Open University & Open University of Cyprus.
Traducción de Estefanía Pipino.
Este artículo se concluyó el 4 de junio de 2015, pero el autor ha tomado en consideración acontecimientos previstos para después de esta fecha.
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CUADERNOS de pensamiento político
todos los miembros de esta complicada alianza compartían las mismas opiniones. La divergencia de ideas era evidente en muchas cuestiones, desde
la economía y la política social hasta la política exterior y de defensa.
Durante casi una década, esta colorida constelación continuó siendo
pequeña y recibía el voto de una pequeña parte del electorado griego,
que variaba aproximadamente entre el 3 y el 5%. Al no tener ninguna expectativa realista de llegar al poder, Syriza era el típico partido pequeño
de izquierdas de la oposición. Su retórica incluía elementos anticapitalistas y antiliberales. Apoyaba sin reservas la protección de los derechos
humanos, especialmente los derechos de las minorías étnicas, religiosas,
lingüísticas y sociales, así como los de los inmigrantes. También era muy
activo en el apoyo de las exigencias de los sindicatos y otros grupos no
políticos. Se oponía firmemente a que Grecia participase en la OTAN y
mantenía una posición ambigua sobre la integración europea (la respuesta a esta última cuestión variaba según el miembro de Syriza al que
se le preguntase). Muchos de sus miembros se mostraban bastante comprensivos con diversas formas de extremismo político, en algunos casos
incluso con terroristas. En general, Syriza se creó un perfil de partido
de izquierdas más o menos antisistema que combinaba estrategias políticas tradicionales con el activismo político.
CRISIS ECONÓMICA E IMPULSO ELECTORAL
La posición de Syriza en el escenario político griego probablemente habría permanecido inalterada si no fuera por la gravedad de la crisis económica que golpeó al país heleno. En las elecciones parlamentarias
griegas de octubre de 2009, Syriza (que concurría a las elecciones por
primera vez bajo el liderazgo de Alexis Tsipras) consiguió solo el 4,60%
de los votos, un 0,44% menos que lo conseguido en las elecciones parlamentarias convocadas dos años antes. En cambio, el Partido Socialista
Panhelénico (PASOK) consiguió una aplastante victoria, con un 43,92%
de los votos y por tanto con una mayoría absoluta de 160 de los 300 escaños disponibles en el Parlamento. Nadie en ese momento podría haber
predicho el maremoto que estaba por llegar. En abril de 2010, ante la
84
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SYRIZA
EN EL
GOBIERNO: “TOMAR EL CIELO POR
ASALTO”
/ ANTONIS KLAPSIS
perspectiva de entrar en default, el primer ministro socialista Yorgos Papandréu aceptaba un paquete de medidas de rescate, conocido popularmente como “memorándum”. Este sería el punto de inflexión para el
Pasok y para Syriza.
Las medidas de austeridad incluidas en este paquete y la recesión económica que provocaron condujeron a una rápida caída de la popularidad
del Pasok. Syriza se apresuró a llenar el vacío rechazando el memorándum
y culpándolo de todas las penurias sufridas por los griegos. Muchos miembros importantes del Pasok (entre ellos, diputados, exdiputados y exministros) comenzaron a abandonar el partido socialista para pasar a formar
parte de Syriza. Muchas figuras destacadas de diversos sindicatos (algunas
de estas personas eran bastante conocidas entre el público general), que
hasta entonces habían pertenecido a Pasok, siguieron el mismo camino:
esto fue muy importante porque estas personas tradicionalmente habían
sido capaces de afectar la decisión de voto de un número significativo de
sus afiliados. Era evidente que, poco a poco, Syriza comenzaba a reemplazar al Pasok y se estaba convirtiendo en el principal partido de la izquierda del espectro político griego.
PRINCIPAL PARTIDO DE LA OPOSICIÓN
El éxito de la estrategia de Syriza se demostró más allá de toda duda en
las siguientes elecciones parlamentarias de mayo de 2012. El Pasok literalmente se hundió, el partido de centro-derecha Nueva Democracia alcanzó un mínimo histórico (18,85%), mientras que, por primera vez en
su historia, Syriza obtuvo el segundo lugar con el 16,78% de los votos.
En las nuevas elecciones que se celebraron al mes siguiente, los porcentajes de Syriza alcanzaron nuevas cifras récord con el 26,89%, más del
doble que Pasok. Para entonces, Syriza era, de lejos, el segundo mayor
partido político de Grecia. La formación del Gobierno de coalición entre
Nueva Democracia, Pasok y la moderada Izquierda Democrática supuso
el nombramiento de Antonis Samaras, el líder de Nueva Democracia,
como primer ministro y que Syriza se convirtiera en el principal partido
de la oposición.
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CUADERNOS de pensamiento político
Joven y ambicioso, Tsipras comprendió que esta era su gran oportunidad. Bajo su liderazgo, la retórica de Syriza se basó en una oposición férrea
hacia las políticas de austeridad asociadas con la aplicación del memorándum. Syriza no solo hablaba en contra del memorándum sino que iba un
paso más allá: el Gobierno de coalición a favor del memorándum se describía como una mera marioneta de los acreedores de Grecia. Según este
mismo análisis, el memorándum había impuesto una especie de junta militar, un término con un gran significado histórico en Grecia, ya que se asocia
con la dictadura militar de 1967-1974. Si el memorándum era un instrumento
en manos de Gobiernos extranjeros y de la Troika (la Comisión Europea, el
Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional) para imponer
su voluntad sobre el pueblo heleno, a nadie puede sorprender, entonces, que
aquellos que estaban aplicando el memorándum fueran descritos como colaboracionistas y colaboradores de los alemanes: nuevamente se generaba un
profundo simbolismo dado el sufrimiento del pueblo heleno durante la ocupación nazi de Grecia (1941-1944) y el hecho de que, en la mente de la
gente, Alemania se consideraba como el principal impulsor de las políticas
de austeridad. Los miembros de Syriza a menudo describían a Grecia como
una colonia de la deuda, y la deuda pública griega como insostenible: esta última solo sería sostenible tras una quita profunda. Algunos incluso hablaban
abiertamente sobre la posibilidad de que Grecia no pagase sus deudas, incluso si eso significase dejar la eurozona. En la misma línea, el propio Tsipras
declaró en repetidas ocasiones que las decisiones tomadas por el Gobierno
de Samaras (por ejemplo, las privatizaciones de las propiedades del Estado)
no eran vinculantes para Grecia y cualquier gobierno nuevo (es decir, un
Gobierno de Syriza) no se sentiría obligado a cumplir ningún acuerdo asociado con las políticas de sus predecesores.
ELECCIONES DE ENERO DE 2015
Solo unos meses después de las elecciones de junio de 2012, Syriza exigió
que se convocaran unas nuevas elecciones diciendo que el Gobierno de
Samaras ya no tenía el apoyo de la mayoría del pueblo griego. Durante un
tiempo, las estrategias de Syriza no parecían dar resultado. Cuando en
marzo de 2013 la crisis golpeó a Chipre, un país muy relacionado con Gre86
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SYRIZA
EN EL
GOBIERNO: “TOMAR EL CIELO POR
ASALTO”
/ ANTONIS KLAPSIS
cia, la popularidad de Syriza recibió un duro golpe. Sin embargo, no solo
consiguió reponerse rápidamente sino que, para finales de 2013, ya había
conseguido posicionarse en primer lugar por delante de Nueva Democracia1. Los resultados de las elecciones al Parlamento Europeo de mayo de
2014 confirmaron las predicciones. Por primera vez en su historia, Syriza
salió primera en unas grandes elecciones, con una ventaja aproximada del
3,8% con respecto a Nueva Democracia. No era un triunfo, pero sí una victoria clara. Nuevamente volvieron a exigir que se convocaran unas elecciones nacionales, ahora incluso con más vehemencia.
Tsipras tenía una as en la manga: la elección del nuevo Presidente de la
República helena. Al no dar su consentimiento al Gobierno, era casi imposible que el Parlamento lo pudiera elegir. Y como consecuencia de que
el Parlamento no pudiera elegir un nuevo Presidente de la República, se
convocaron elecciones generales para el 25 de enero de 2015. A pesar de
que todas las encuestas vaticinaban que Syriza ganaría fácilmente las elecciones, Tsipras y otros miembros destacados del partido no se abstuvieron
de hacer grandes promesas al electorado griego que se incluyeron en el
llamado “Programa Thessaloniki”: fin del memorándum y de las políticas
de austeridad relacionadas con él, aumento inmediato de las inversiones
públicas, aumento de los salarios y de las pensiones, reducción de los impuestos para la gran mayoría de la población griega, medidas inmediatas
de alivio para la población necesitada2. Los votantes griegos estaban deseosos de aceptar las propuestas de Syriza: en las elecciones, consiguió el
36,34% de los votos que le garantizaban el primer puesto, 7,5 puntos por
delante de Nueva Democracia, que quedó segunda.
EN EL GOBIERNO
A pesar de su gran victoria, Syriza no pudo conseguir la mayoría parlamentaria: necesitaba al menos 151 escaños y solo tenía 149. La solución se dio de forma aparentemente sorprendente y paradójica: un
1
2
http://www.mavris.gr/3843/syriza-vote-share-2012-14/ (consultado el 31 de mayo de 2015).
http://www.syriza.gr/article/Syriza—-THE-THESSALONIKI-PROGRAMME.html#.VW7Sbs_tmko
(consultado el 29 de mayo de 2015).
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87
CUADERNOS de pensamiento político
Gobierno de coalición entre Syriza y el partido populista de ultraderecha Griegos Independientes. El nuevo Gobierno, con Tsipras como
primer ministro, se describió a sí mismo como un “gobierno de salvación social”. Desde los primeros días de su formación, el nuevo Gobierno anunció un programa antiausteridad que incluía la congelación
de los recortes a las pensiones, una revisión del impuesto sobre bienes
inmuebles, electricidad gratis para aquellas personas a las que les había
sido cortada, reinserción laboral y el aumento del salario mínimo. En
su primer discurso ante el Parlamento, Tsipras dijo que su Gobierno no
tenía derecho a prolongar el acuerdo de rescate a cinco años, ya que
este era el culpable de haber impuesto la austeridad en Grecia, y que
tenía el deber de “no decepcionar” a aquellos que le habían votado.
El nuevo primer ministro fijó como primera prioridad del Gobierno
de coalición entre Syriza y los Griegos Independientes sanar las “grandes lesiones” que el rescate había provocado en la economía y la sociedad griegas. También reafirmó las promesas que había realizado antes de
las elecciones sobre la “crisis humanitaria”. “Vemos que la esperanza, la
dignidad y el orgullo regresan a los ciudadanos griegos. Nuestra obligación y deber es no defraudarlos”, dijo en su discurso de investidura ante
el Parlamento. “Somos conscientes de que las negociaciones [con los
acreedores extranjeros] no serán fáciles... Pero tenemos fe en nuestra
lucha, porque la justicia está de nuestro lado”. En esta situación, el nuevo
Gobierno rechazó aceptar la posibilidad de una ampliación del acuerdo
de rescate y estableció como meta llegar a un acuerdo sobre algún tipo
de préstamo puente con los acreedores de Grecia que ayudase al país a
subsistir3.
UN HÍBRIDO POPULISTA
La formación de un Gobierno entre Syriza y los Griegos Independientes
parecía algo extraño. La coalición entre una izquierda radical y un partido
3
http://www.theguardian.com/world/2015/feb/08/greece-prime-minister-alexis-tsipras-unveilanti-austerity-plan-parliament (consultado el 30 de mayo de 2015).
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SYRIZA
EN EL
GOBIERNO: “TOMAR EL CIELO POR
ASALTO”
/ ANTONIS KLAPSIS
nacionalista de derechas era algo incongruente. Sin embargo, en realidad
no eran unos compañeros de cama tan extraños, ambos contaban con
unas características que los unía: una feroz retórica antimemorándum y,
lo más importante, su trasfondo populista. Ambos culpaban a los acuerdos de rescate de todos los males que afectaban a Grecia desde 2010, olvidando que el rescate no era la causa sino más bien el síntoma de la crisis
económica. Para aquellos que entienden el poder del populismo en la política griega, este emparejamiento entre Syriza y los Griegos Independientes no resultaba sorprendente4. Después de todo, la cooperación entre
ellos se había discutido ya numerosas veces mucho antes de las elecciones de enero de 2015.
Este híbrido populista también se veía alimentado por el poder del
voluntarismo. Los socios estaban absolutamente convencidos de que
podrían revertir casi inmediatamente los efectos negativos de la crisis, al
mismo tiempo que podrían conseguir un mejor acuerdo con los acreedores de Grecia, incluida una quita de la deuda pública griega. Su razonamiento era increíblemente simple: el pueblo griego lo había
decidido así con su voto, y como el pueblo griego lo había decidido,
entonces esto milagrosamente se daría sin importar lo que los demás
(incluidos los propios acreedores) pensasen. El establecimiento de una
Comisión de Auditoría de la Deuda Pública por la mayoría Syriza-Griegos Independientes en el Parlamento griego constituye un ejemplo
típico, pues su misión era examinar qué proporción de la deuda pública griega puede considerarse unilateralmente “odiosa” y, por tanto,
ilegítima.
NEGOCIACIONES CON LOS ACREEDORES DE GRECIA
Fue en este escenario cuando el Gobierno de Tsipras comenzó las negociaciones con los acreedores de Grecia. Lo que el nuevo Gobierno
quería era un “programa puente” que les diera el suficiente “espacio fis4
Véase, por ejemplo, Takis S. Pappas, Populism and crisis politics in Greece (Houndmills: Palgrave Macmillan, 2014).
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CUADERNOS de pensamiento político
cal” requerido por una “negociación sincera”5. El nuevo y llamativo ministro de economía, Yanis Varoufakis, fue un paso más allá: “Todo lo que
pedimos –anunció– es una oportunidad para diseñar una propuesta que
minimice el coste del préstamo griego y que nos dé la oportunidad de
respirar nuevamente tras una políticas que han instigado una depravación social masiva en el país”6. La Grecia de Tsipras no pedía dinero
sino tiempo.
Sin embargo, pronto se hizo evidente que al Gobierno griego le faltaba la preparación necesaria para presentar propuestas coherentes durante la negociación con los acreedores. Además, el Ejecutivo de Syriza
mostraba una ignorancia y falta de respeto total hacia los procedimientos seguidos en la Unión Europea. Al contrario, permanecían atrapados
en el catastrófico error de pensar que la discusión de los asuntos técnicos apenas revestía importancia, y que se encontraría una solución a máximo nivel político que fuera suficiente para eclipsar el resto de detalles
técnicos. Esta fue una de las razones por la que Tsipras y sus ministros
malinterpretaron repetidamente las intenciones de los acreedores de
Grecia y, una y otra vez, profetizaron erróneamente el cierre de un
acuerdo definitivo con la Unión Europea, el Banco Central Europeo y
el Fondo Monetario Internacional. De hecho, lo único que el Gobierno
de Tsipras consiguió fue renombrar la Troika como las “instituciones”
–no se puede decir que fuese un gran éxito–. El único otro acuerdo que
Tsipras consiguió se concluyó en el Eurogrupo del 20 de febrero de
2015: sin embargo, de hecho, este acuerdo únicamente preveía una prórroga de cuatro meses del –odiado– memorándum (que ahora se llamaba oficialmente Programa Máster de Asistencia Financiera)7. Las
estrategias de negociación del nuevo Gobierno griego no solo eran ine5
6
7
http://www.theguardian.com/world/2015/feb/08/greece-prime-minister-alexis-tsipras-unveilanti-austerity-plan-parliament (consultado el 30 de mayo de 2015).
http://www.nytimes.com/2015/01/30/business/international/greeces-feisty-finance-minister-tries-a-more-moderate-message.html?_r=0&module=ArrowsNav&contentCollection=International%20Business&action=keypress&region=FixedLeft&pgtype=article (consultado el 25 de
mayo de 2015).
http://www.consilium.europa.eu/el/press/press-releases/2015/02/150220-eurogroup-statement-greece/ (consultado el 28 de mayo de 2015).
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SYRIZA
EN EL
GOBIERNO: “TOMAR EL CIELO POR
ASALTO”
/ ANTONIS KLAPSIS
ficientes, sino que también le restaban credibilidad: la conducta
inapropiada y provocadora de Varoufakis demostró ser una pesada carga
adicional para la posición de Grecia.
¿SOLUCIONES ALTERNATIVAS?
La estrategia de Tsipras se basaba en la creencia de que la victoria de
Syriza en las elecciones griegas no sería un incidente aislado en la política europea, sino que más bien sería el primer paso hacia un cambio
radical en el escenario político a nivel paneuropeo. Los dirigentes de
Syriza estaban convencidos de que su éxito crearía una avalancha política de la izquierda que expulsaría a muchos de los Gobiernos en países
de Europa que se habían mostrado a favor de los planes de austeridad.
De acuerdo con el mismo análisis, incluso si este giro político hacia la
izquierda no tenía lugar inmediatamente en Europa, Grecia aún podría
contar con la creación de una “alianza” con los países del sur de Europa,
como Italia, España, Portugal y Chipre, países que debían hacer frente
a dificultades económicas similares y que, por tanto, tenían todos los
motivos para crear un frente común contra los alemanes y el resto de
miembros “inflexibles” del bloque nórdico de la Unión Europea. E incluso si esto no llegase a suceder, entonces Atenas disponía de otras soluciones alternativas para garantizarse un respaldo diplomático y
financiero: Rusia era su primera opción y China la segunda.
En realidad, todo esto no era más que una mera formulación de deseos. A pesar de la victoria de Syriza, el panorama político en el resto
de Europa permanecía bastante estable y si se produjeron cambios fueron en la dirección opuesta a lo que Syriza esperaba (véase, por ejemplo, los resultados de las últimas elecciones parlamentarias en el Reino
Unido y las recientes elecciones presidenciales en Polonia). Del mismo
modo, la “alianza del sur” nunca llegó a producirse: al contrario, en repetidas ocasiones Grecia se vio totalmente aislada a nivel europeo, ya
que ningún país del sur de Europa apoyó nunca ninguna de sus posiciones. Igualmente ilusorio resultó ser el concepto de la alternativa rusa
o china. A pesar de los esfuerzos de Atenas, ni Moscú ni Pekín parecían
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CUADERNOS de pensamiento político
dispuestos a prestar ninguna ayuda real. Una vez más, la estrategia de
Tsipras se reveló como totalmente infructuosa evidenciando que la
única alternativa real de Grecia era llegar a un acuerdo con los “malos”:
la Unión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario internacional –la vieja Troika o las tres “instituciones”, según su nuevo
nombre–. El problema era que se había perdido mucho tiempo y con
cada día que pasaba el acuerdo sería aún más doloroso para Grecia. Para
empeorar las cosas, incluso dentro de Syriza no había consenso absoluto
sobre si la permanencia de Grecia en la eurozona era deseable o no:
muchos miembros destacados del partido (incluidos parlamentarios o
incluso ministros en funciones) parecían preferir un “Grexit” y un retorno a una divisa nacional.
ENEMIGOS EXTERNOS E INTERNOS
El hecho de que Syriza no pudiese cumplir su promesa de llegar a un
compromiso favorable a los intereses griegos con los acreedores sumió
al país heleno en una fuerte recesión. En todo el país existía un sentimiento generalizado de incertidumbre. Como consecuencia, la economía griega se enfrentó a una tremenda falta de liquidez a medida que se
retiraban millones de euros de los bancos y se reducía drásticamente el
número de depósitos. Después de mucho tiempo, el debate sobre la posibilidad de que Grecia saliese de la eurozona y regresase al dracma preocupaba internacionalmente. Para los miembros de Syriza, la explicación
de esta dramática situación era totalmente simplista y estaba basada en
una conspiración: se trataba de un plan urdido por los acreedores de
Grecia para derrocar al nuevo Gobierno griego. Esta forma de pensar
encajaba con la ingenuidad populista de una gran parte de los dirigentes de Syriza. Como los europeos y el Fondo Monetario Internacional
querían continuar aplicando el viejo memorándum e imponer nuevas y
duras medidas de austeridad al pueblo griego, era lógico que se quisieran deshacerse de Tsipras y su Gobierno. Para empeorar aún más las
cosas, Tsipras declaró públicamente que los acreedores habían engañado deliberadamente a su Gobierno en lo referente al significado real
del acuerdo del 20 de febrero de 2015.
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SYRIZA
EN EL
GOBIERNO: “TOMAR EL CIELO POR
ASALTO”
/ ANTONIS KLAPSIS
La narrativa de Syriza se basaba en la existencia de un enemigo externo. Se trataba de una solución cómoda para que el Gobierno griego
no aceptase ninguna responsabilidad por su incapacidad para garantizar
un gobierno viable. Sin embargo, el enemigo externo no era suficiente.
Debía añadirse uno interno y, convenientemente para el Gobierno de
Tsipras, este se encontró en cualquier persona que criticase su estrategia: aquellos que no apoyasen al Gobierno “evidentemente” no se estaban comportando de forma patriótica, al contrario, perjudicaban el
“esfuerzo nacional”. La “Troika externa” tenía como equivalente la
“Troika interna”, que estaba compuesta por los tres partidos proeuropeos del Parlamento griego, es decir, Nueva Democracia, Pasok y el partido de centro-izquierda moderada To Potami (El Río). La teoría
colaboracionista, que había gozado de gran popularidad entre los miembros de Syriza en el pasado, volvía a usarse abiertamente.
PROMESAS Y REALIDAD
Independientemente de las explicaciones de Syriza, lo cierto es que no
podían cumplir las promesas poco realistas que habían hecho todos los
años anteriores y, sobre todo, antes de las elecciones del 25 de enero de
2015. Cuatro meses después de su formación, el nuevo Gobierno no ha
podido aumentar el salario mínimo ni bajar los impuestos. Los miembros de Syriza han tenido que aprender de la forma más dura que el dinero no crece en los árboles. Para poder asegurarse una mayor cantidad
de ingresos públicos que pueda cubrir parte del déficit creado por la incertidumbre económica derivada de las prolongadas negociaciones, el
Gobierno de Tsipras se ha visto forzado a acordar con los acreedores de
Grecia, por un lado, no eliminar el impuesto de propiedades ya existente (que solo unos meses antes ellos mismos habían descrito como socialmente injusto) y, por otro, aumentar el IVA (una medida que hasta
ese momento habían rechazado calificándola de recesiva).
El Gobierno griego estaba acorralado. La teoría de juegos de Varoufakis no era suficiente para traer dinero a las arcas públicas. La economía real iba de mal en peor y era cada vez más difícil para el Gobierno
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CUADERNOS de pensamiento político
pagar los salarios y las pensiones. Existían serias dudas acerca de si Grecia, en los meses o incluso semanas siguientes, estaría en posición de
cumplir sus obligaciones para con sus acreedores, como el Fondo Monetario Internacional. Sin perspectivas reales de obtener algún tipo de financiación sin firmar un acuerdo con los acreedores de Grecia, poco a
poco el Gobierno de Tsipras había llegado a un punto de inflexión
donde debía decidir qué rumbo seguir.
¿PLAN A O PLAN B?
A finales de mayo de 2015 se hizo evidente que Tsipras en realidad tenía
dos opciones. La primera era llegar a un acuerdo con los acreedores de
Grecia, que en la práctica significaría un nuevo acuerdo de rescate independientemente de cómo lo llame Syriza para que resultase menos impopular entre la opinión publica griega: evidentemente esta solución
conllevaría la adopción de nuevas medidas de austeridad y la realización
de una serie de reformas profundas en la economía griega. La segunda opción era la quiebra, lo que probablemente significaría que, antes o después
(o incluso inmediatamente), Grecia debería salir de la eurozona: en este
caso nadie podría predecir realmente las consecuencias que esto tendría
para la economía helena, aparte del hecho de que durante mucho tiempo
significaría un golpe irreversible para una gran parte de la población.
Antes de las elecciones de 2015, una de las preguntas más frecuentes
que les hacían a los miembros de Syriza era si tenían un plan B en caso
de que algo fallase con su plan inicial. “¿Qué pasará si los acreedores no
aceptan sus posturas?”, les preguntaban en repetidas ocasiones. “Continuaremos negociando”, era la respuesta típica. En este escenario, las negociaciones no parecían el medio para alcanzar una meta concreta sino
que, más bien, se habían transformado en la meta en sí misma. Lo que
los primeros cuatro meses de Syriza en el Gobierno ponían de manifiesto es que la razón por la que no tenían un plan B era simplemente
porque ni siquiera tenían un plan A. Incluso después de llegar al poder,
en lo más profundo, Syriza seguía siendo lo que siempre había sido: un
partido minoritario de la oposición cuyos miembros no tenían expe94
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SYRIZA
EN EL
GOBIERNO: “TOMAR EL CIELO POR
ASALTO”
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riencia de gobierno y abrazaban ideas marginales sin ninguna conexión
con el mundo real. En muchos casos, lograr que miembros de Syriza llegasen a un acuerdo entre ellos mismos demostró ser un desafío mayor
que llegar a un acuerdo con personas de fuera del partido.
CONCLUSIONES
Más de cuatro meses después de las elecciones griegas y de la formación
del Gobierno de Tsipras no se había alcanzado ningún acuerdo entre
estos y los acreedores. Tsipras se había visto obligado a olvidar muchas
de sus promesas y cruzar bastantes de sus “líneas rojas de negociación”.
Sin embargo, la distancia entre Atenas y Bruselas no se había acortado.
Para empeorar las cosas, incluso si se lograse llegar a un acuerdo, es muy
dudoso que Syriza pudiera o quisiera implantarlo. Está en juego el futuro
de Grecia en la eurozona y no es fácil predecir qué pasará a continuación. Lo que es totalmente seguro es que el Gobierno de Tsipras ha perdido un tiempo muy valioso. En palabras de Karl Marx, al ganar las
elecciones y convertirse en el socio principal del Gobierno, Tsipras
“tomó el cielo por asalto”: el único problema es que después de conquistar el cielo Syriza no sabía qué hacer.
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CUADERNOS de pensamiento político
PALABRAS CLAVE
•
•Economía•Política monetaria•Banco Central Europeo
Grecia Unión Europea
Euro
•
RESUMEN
ABSTRACT
El autor describe las circunstancias y
promesas populistas que facilitaron la
llegada de SYRIZA al Gobierno de Grecia, así como las realidades a las que
el primer ministro Tsipras ha debido enfrentarse, de modo especial los graves
problemas económicos y financieros,
que no han permitido estos últimos
meses alcanzar un acuerdo de renegociación de la deuda con sus acreedores
y que amenaza con la quiebra y la salida de Grecia del euro.
The author describes the circumstances
and populist promises that encouraged
SYRIZA’s arrival to the Government in
Greece, as well as the realities that the
Prime Minister Tsipras has had to face,
particularly the serious economic and financial problems, which in recent
months have not enabled Greece and its
creditors to reach an agreement over a
restructuring of its debt and which
threaten to make the country default
and exit the euro.
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ÁNGEL RIVERO
“ASALTAR EL CIELO”
a expresión “asaltar el cielo” ha recibido una renovada atención en el
discurso público español. La razón determinante de esta nueva circulación de lo que fue un antiguo lugar común se debe a su utilización por Pablo Iglesias, el líder carismático de Podemos, en el cónclave
organizado en Vistalegre el 18 de octubre de 2014. Su discurso se cerraba
con la afirmación de que una “lección fundamental de la historia” es que
“el cielo no se toma por consenso, el cielo se toma por asalto”.
L
El discurso allí pronunciado debe enmarcarse en el contexto de la presentación pública de su partido tras las elecciones europeas del 25 de mayo
de 2014, donde obtuvieron cinco diputados, alcanzando por primera vez
la representación política. Transcurridos unos meses de organización interna, Vistalegre era la puesta de largo de la nueva formación política. El
mismo día que Iglesias pronunció las palabras citadas, el diario El País publicaba una nota en su edición electrónica sobre la autoría de la expresión.
En ella se apuntaba a que su origen estaba en la carta que Karl Marx dirigió a Ludwig Kugelmann el 12 de abril de 1871, donde este habría utilizado
la expresión “asaltar los cielos” en referencia al episodio revolucionario de
la Comuna de París. En realidad, Marx utiliza en singular la expresión,
habla de “asaltar el cielo”, y la utiliza para calificar el heroísmo suicida del
proletariado francés, que se embarca en una revolución, sin posibilidad de
victoria, en el contexto de una Francia humillada y derrotada por Prusia,
que proclamará en Versalles el Segundo Reich germano. Para Marx, asaltar
Ángel Rivero es profesor de Teoría Política, Universidad Autónoma de Madrid.
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CUADERNOS de pensamiento político
el cielo refiere al intento de antemano fallido por alcanzar un poder que se
ambiciona. Como veremos, Marx nos remite al locus clásico, pero Iglesias,
que hace otra lectura del mito, parece dar a entender que la historia nos ha
enseñado que el cielo, el poder político, solo se puede tomar al asalto. En
suma, en Marx, asaltar el cielo es sinónimo de fracaso anunciado en el intento de ocupar el poder político, pero para Iglesias, como veremos, el
cielo se puede conquistar, eso sí, no por consenso sino al asalto.
La nota de El País recordaba además otros asaltos a los cielos, en plural, que forman parte de la cultura comunista hispana: las memorias de
Irene Falcón, la secretaria de Dolores Ibarruri, Asalto a los cielos (1996) y el
documental sobre el asesinato de León Trotsky realizado por José Luis
López Linares y Javier Rioyo, titulado Asaltar los cielos. Rioyo, se informa
en la nota del diario, apunta a que la expresión la tomaron los comunistas
del romanticismo alemán, en particular de la poesía de Hölderlin, que a su
vez se habría inspirado en la mitología griega.
Al día siguiente de la reunión de Vistalegre, el diario El País publicaba
un severo editorial donde de nuevo se hacía eco de la expresión: “Frases
como el cielo no se toma por consenso, sino por asalto pueden interpretarse de
muchas maneras, desde una simple ocurrencia del repertorio marxista
hasta la insinuación de estar dispuesto a operaciones que no tienen que
ver con el respeto a los principios democráticos y al juego limpio en las
urnas”. El editorial señalaba algo importante: el asalto al cielo se opone, en
Iglesias, al consenso, algo sobre lo que volveré más adelante y que ha sido
pasado por alto por los comentaristas. Evidentemente, ni Marx ni los románticos se ocuparon de la cuestión del consenso en el asalto al cielo.
Además, el politólogo y periodista José Ignacio Torreblanca ha publicado un libro que llama nuevamente la atención sobre la expresión: Asaltar los cielos. Podemos o la política después de la crisis (2015). Como explica en
el prólogo, ha titulado así su obra en referencia a la frase final del discurso
de Vistalegre, porque transmite la audacia, la impaciencia y el liderazgo de
Iglesias. Además dedica unas líneas a la genealogía de la expresión, repitiendo en lo sustantivo la nota de El País, aunque ampliada y adornada
con referencias textuales. Evidentemente, como nos muestran las referen98
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“ASALTAR EL CIELO” / ÁNGEL RIVERO
cias de Hölderlin que se aportan, el poeta sabía de qué hablaba cuando citaba el asalto al cielo. Pero esto no está tan claro con Torreblanca, a quien
le choca el uso de la frase por el padre del marxismo: “que Marx, el artífice
del materialismo histórico hablara del cielo no deja de resultar irónico”
(Torreblanca, p. 14). La ironía está, como veremos, en que el cielo del que
aquí hablamos es muy material y no un arrebato romántico. No obstante,
en su ampliación de lo apuntado por El País, se pasa por algo importante
sobre lo que luego trataré. La carta a Kugelmann fue publicada por Lenin,
y es en la presentación que este hace de la correspondencia de Marx a Kugelmann, donde la expresión inicia una circulación nueva en el mundo del
comunismo. Porque lo que en Marx no es más que una línea que muestra
su cultura clásica, en el prólogo de Lenin a dicha correspondencia se convierte en un latiguillo, reiterado una y otra vez, que acaba por conformar
una teoría muy particular de la revolución.
Por último, el también periodista Jacobo Rivero saca de nuevo a colación la expresión en su libro apologético Podemos. Objetivo: asaltar los cielos
(2015), donde la parte final rescata el título de la obra, reiterando lo dicho
en la nota de El País, y vinculando la expresión al poder de destrucción creadora de la iconoclastia. Resulta curioso que en un libro cuyo principal interés es la información interna que se proporciona sobre Podemos, no se
nos facilite la opinión de Pablo Iglesias sobre el particular: ¿qué quería decir
al utilizar una frase con tantas resonancias?; ¿de dónde tomó él en particular
la expresión?; ¿fue idea suya o es obra del equipo de asesores y publicistas
que supervisan al detalle todo lo que hace Podemos? No tenemos esa respuesta, pero espero proporcionar alguna hipótesis que arroje luz sobre
estos interrogantes en las líneas que siguen.
Pues bien, cierto es que el asalto al cielo tiene relación con Marx, con
Hölderlin, con la mitología griega, pero también con los poetas romanos
Horacio y Virgilio y con el gran Cicerón. Este último, hablando por boca
de Catón en Sobre la vejez, al señalar que la muerte es el fin natural del
hombre y que por tanto debe aceptarse resignadamente, subraya que oponerse a las leyes de la naturaleza es un esfuerzo tan vano como la lucha de
los gigantes contra los dioses (Cicerón, p. 57). Es decir, luchar contra los
dioses, asaltar el cielo es, como veremos, embarcarse en una batalla perdida
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99
CUADERNOS de pensamiento político
de antemano. El asalto al cielo, el hogar de los dioses, es protagonizado en
el mito clásico por los gigantes, y el verdadero divulgador en sentido político de la poderosa imagen de la batalla celestial es Publio Ovidio Nasón
(43 a.C.-17 d.C.) en su obra Metamorfosis.
Allí, en las primeras páginas del primer libro, se describen las edades del
hombre, un proceso de decadencia que concluye en la edad de hierro, caracterizada por la guerra, y en la que se vive del botín y nadie vive seguro:
ni el suegro con el yerno, ni hay avenencia entre hermanos y donde el
hombre trama la muerte de la esposa y viceversa. Pues bien, es aquí, en
esta tierra insegura y ensangrentada desde la que se organiza el asalto al
cielo: “y para que el elevado cielo no estuviera más seguro que la tierra, los
gigantes [nacidos de la tierra] aspiraron (…) al reino celestial, y levantaron
montañas apiladas hasta las altas estrellas. Entonces el padre omnipotente
lanzó su rayo, hizo añicos el Olimpo y derribó al Pelión del Osa que lo
sostenía. Mientras aquellos fieros cuerpos yacían aplastados por su propia
mole, la tierra (…) regada, se empapó de la abundante sangre de sus hijos,
dio vida a aquella sangre caliente (…) y la convirtió en figuras humanas”
(Ovidio, pp. 71-72). El episodio del intento de asalto al cielo se conoce
como la batalla de los gigantes o Gigantomaquia.
Como ha señalado con erudito detalle A.G. Lee en su edición del libro
primero de las Metamorfosis de Ovidio, la batalla de los gigantes no es mencionada ni en Homero ni en Hesíodo. Este último, en la Teogonía se limita a
decir que los gigantes fueron fruto de la tierra y de la sangre de Urano. Homero, por su parte, señala cómo Oto y Efialtes, hermanos gemelos y gigantes, se afanaron por apilar el monte Osa sobre los montes Olimpo y Pelión
para así escalar hasta el cielo. Sobre estos mimbres, la tradición acabó por
mezclar la lucha de los titanes con la narración de Oto y Efialtes, preparando
así el relato magistral de Ovidio. La tradición señala que la batalla de los gigantes tuvo lugar en la llanura de Flegra, identificada con varios lugares en
la antigüedad: Palene, Tesalia y Campania. Todas ellas zonas volcánicas, lo
que hace pensar a Lee que el origen de la historia fue una erupción o un terremoto. Virgilio escribió “no canta mi obra la funesta guerra de Júpiter, ni
tiene en consideración los estrépitos con que un día, ay, ardió Flegra, cuya
tierra fue rociada con la sangre de los Gigantes” (Virgilio, Culex, 25-29).
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“ASALTAR EL CIELO” / ÁNGEL RIVERO
Philip R. Hardie enmarca la gigantomaquia en el contexto más amplio de
la mitología griega para acercarlo después a la utilidad política del mito en el
mundo romano. En sus palabras: “el tema de la lucha de los dioses por la supremacía frente a los monstruos divinos o frente a los oponentes demoníacos,
tal como se manifiesta en las guerras de los Titanes, los Gigantes y Tifón, es
uno de los más populares de la mitología griega y un tema recurrente en escritores y artistas en busca de un motivo grandioso o sublime” (Hardie, p. 85).
Las luchas de los Titanes y de Tifón remiten al ordenamiento original de universo olímpico, la salida del caos y la instauración del orden. Sin embargo, la
oposición entre fuerzas del orden y del desorden hacía que el mito, en particular tal como es presentado en la Gigantomaquia, fácilmente rebasara su
significado original para alcanzar otros usos, en concreto los propios de la
ideología política y del panegírico. En el mundo latino esta opción es desarrollada al máximo particularmente en el tiempo de Augusto: el uso alegórico de la Gigantomaquia para referirse a la supremacía de Augusto se puede
ver de la manera más clara y directa en la cuarta de las Odas Romanas de Horacio en la que se refiere con detalle el asalto al cielo. La narración comienza
con la afirmación de la “superioridad del imperio cósmico de Júpiter sobre las
fuerzas del caos” (Ibíd., pp. 87-88) y la dimensión política del mismo radica en
la descripción del combate como un ataque al gobernante del mundo.
Buchheit, citado por Hardie, señala que Ovidio esconde, tras la narración mítica de la creación del mundo y las victorias del Olimpo, la intención de establecer un paralelismo entre la creación del orden y la victoria
sobre el mal de Augusto (Ibíd., p.88). Hardie presume que el uso de la Gigantomaquia como instrumento político debió de ser masivo, aunque las
evidencias exactas se han perdido, hasta el punto de que se volvió un cliché para reiterar “la impiedad de los enemigos de Roma y la dimensión
enorme de la lucha contra los mismos” (Ibíd., p. 89).
Así pues, podemos presuponer que la historia de los gigantes intentando asaltar el cielo y siendo derrotados, fue desde su origen un mito político y como tal ha sido utilizado ampliamente. Como ilustración, y sin
ánimo alguno de exhaustividad, podemos ver un ejemplo de su utilización
en el sentido original que le era propio: un ejemplo de cómo el intento ilegítimo por usurpar el poder político es derrotado y castigado.
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CUADERNOS de pensamiento político
Alonso de Castrillo, en 1521, utiliza este mito para explicar los motivos
y el previsible resultado del levantamiento comunero de las ciudades de
Castilla contra el joven Carlos I, que poco después se hará emperador:
“Ciertamente, por la parte del celo y amor del bien común que a mí me
cabe, no querría yo (…) que a los comunes les acaeciese aquello que (…)
Ovidio (…) cuenta por una fábula que les hubiese acaecido a los gigantes
con el dios Júpiter, diciendo que los gigantes, engendrados sin padre y nacidos de la tierra se juntaron y se concertaron entre sí, afirmando que no
era razón que el cielo estuviese más seguro que la tierra, y de esta manera
juntos los gigantes tomaron a Osa, Pelión y Olimpo, los tres más altos
montes del mundo, y sobrepusieron monte sobre monte, haciendo (…)
camino o escalas con los montes para poder llegar y combatir el cielo, y
derribar a Júpiter, dios de los dioses, de su poderosa silla, y echar de sus
casas a los otros dioses menores. Y entonces el dios Júpiter con sus armas,
que son sus rayos, rompió y partió en pedazos los montes. Y cayendo los
gigantes debajo de los montes, allí pereció su fortaleza juntamente con su
soberbia” (Castrillo, prólogo).
Una vez presentado el relato en la versión de Ovidio, Castrillo lo utiliza
para crear un marco conceptual en el que encuadrar la convulsa realidad
política de su tiempo:
“En verdad a mí me pesa porque en esta fábula tan al natural son pintados los hechos de los comunes. Porque por los gigantes, nacidos de la tierra y engendrados sin padres, entendemos la gente común de varios
estados, de cuya generación ni parece fama, ni título, ni memoria; y por la
conspiración y congregación de estos gigantes contra el cielo y contra Júpiter, entendemos el concierto y la junta de las comunidades, hecha contra la voluntad de su rey, a lo que parece; y por los montes que juntaron
para combatir el cielo y derribar de su silla al dios Júpiter y echar de sus
casas a los otros dioses menores, entendemos que juntando los pueblos, sobrepusieron ciudad sobre ciudad y añadieron soberbia sobre soberbia, para
ofender la voluntad de su rey, según que se nos figura, y para echar de sus
casas a los otros dioses menores que son los caballeros; y por los rayos
que Júpiter echó del cielo y por los montes que derribó sobre los gigantes
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“ASALTAR EL CIELO” / ÁNGEL RIVERO
entendemos que Júpiter es el rey, y el cielo su alto imperio, y los rayos son
su fuerza y su gran poder con que podrá derribar y destruir los montes, que
son los pueblos y oprimir los gigantes que son las gentes comunes soberbias. Porque este nombre gigante así significa soberbio como grande” (Castrillo, prólogo).
En suma, para Castrillo, la guerra de las comunidades es vista como un
intento de asalto al cielo, el lugar donde reside el poder, el trono de Carlos I, por parte de unos usurpadores sin títulos legítimos, los comunes, que
animados por la soberbia han amontonado una ciudad sobre otra para alcanzar aquello que estaba por encima de ellos. El tono de Castrillo es admonitorio porque en el momento de publicación de su Tratado de República
aún no se ha producido el desenlace final de la guerra de las comunidades.
Es por ello que Castrillo empieza por decir que no querría que a los comunes les ocurriera lo mismo que a los gigantes, esto es, que intentando
usurpar el poder político acabaran por ser derrotados y aplastados hasta
desaparecer. Más adelante volveré sobre los gigantes, ahora basta añadir
que el capítulo XVII de su libro está dedicado monográficamente al tema
y que se cierra con estas palabras: “Y ciertamente esta fábula de los gigantes con esclarecido ingenio la compusieron los poetas, porque la moralidad
de esta fábula maravillosamente amonesta la soberbia de las gentes” (Castrillo, cap. XVII).
El libro de Castrillo tenía en su última página un colofón en el que se
nos informaba de que la obra terminó de imprimirse el veintiuno de abril
de 1521. Pues bien, dos días después de publicado el libro, el martes veintitrés de abril de 1521, día lluvioso, el ejército comunero comandado por
Juan de Padilla se dirigía a Toro “resuelto a fortalecerse” cuando se vio atacado con gran daño por los imperiales. “Y viéndose furiosamente acometidos de los contrarios, y estorbados del lodo hasta las rodillas, y de un
gran aguacero que sobrevino cuando batallaban y les daba en la cara, se
quitaban algunos las cruces coloradas, insignia de los comuneros, y se las
ponían blancas que era de los imperiales, batallando desdichadamente cruces contra cruces y hermanos contra hermanos”. Sobre el campo de Villalar
quedaron más de cien muertos y fueron presos mil y doscientos comuneros, “siendo muchos los heridos que en aquellos campos pedían a voces
confesión sin haber quien les oyese, habiendo muchos que les desnudasen
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CUADERNOS de pensamiento político
en carnes; que nunca la guerra conoció más Dios que la venganza y el interés” (Colmenares, II, pp. 200-201). Al día siguiente de la batalla los capitanes comuneros Padilla y Bravo fueron degollados y la guerra, que
continuó, no hizo sino aplazar una derrota ya inevitable.
Como señala Malcolm Bull, en la iconografía del Renacimiento, de
manera general, se hizo caso omiso de los rasgos diferenciadores de los
gigantes, tal como eran descritos en la mitología clásica (con pies de serpientes), para centrarse en una única característica: los gigantes eran
hombres muy grandes. Puesto que había evidencia de que han existido y
existen personas de gran tamaño, el mito adquirió en el Renacimiento
verosimilitud y se fusionó con un mito judeo-cristiano de parecida moraleja: la torre de Babel, donde los hombres, nuevamente por soberbia,
buscan ocupar el lugar de Dios ascendiendo al cielo. Erasmo, siguiendo
a Horacio, interpretó el mito de la rebelión de los gigantes como ejemplo del uso de la fuerza sin inteligencia, pero para la mayoría de los autores lo que caracterizaba a los gigantes era la soberbia. Si en la Edad
Media el mito identificaba a los gigantes con príncipes codiciosos y tiranos, el Renacimiento, como hemos visto en Castrillo, identificó a los gigantes con el “vulgo tumultuoso, que se rebela contra los príncipes que
son dioses”. Bull señala algo importante en esta interpretación: “este cambio interpretativo es en gran medida responsabilidad de la apropiación
del mito por Carlos V” (Bull, p. 151). Así, nos señala que cuando este visitó Génova en 1533 y en 1536 permaneció en el Palazzo del Príncipe
donde despachó los asuntos de gobierno en la Sala di Giove (Júpiter),
cuyo techo estaba decorado con el fresco de Piero Buonaccorsi, alias Perino del Vaga, de la derrota de los Gigantes. La decoración del palacio
había sido encargada a Perino por Andrea Doria en 1527. El centro de la
pintura está ocupado por un banco de nubes en el cual se sitúa Júpiter
lanzando sus rayos sobre los gigantes, algunos de los cuales, en el fondo
de la composición, aún continúan la lucha, pero los que aparecen en primer plano se muestran derrotados, contorsionados, y en algunos casos
llevan turbante. Carlos, como Júpiter, derrota a todos aquellos soberbios
humanos que amenazan su trono, frente a él, esta es la moraleja que busca
alojar en la mente de súbditos y enemigos, no hay esperanza para los humanos rebeldes (Ibíd.).
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Resulta interesante constatar cómo, casi desde su llegada al trono de
España y con anterioridad a su coronación como Rey de Romanos y después Emperador, Carlos instrumentaliza el mito. Este uso se inicia, de
manera probablemente pionera, en el relato de Castrillo e, inmediatamente después, en el despliegue de un programa iconográfico en el que
de manera sistemática sus enemigos desfilan sucesivamente caracterizados como derrotados gigantes. Así, tal como hemos visto, en Castrillo, los
comunes son vistos como gigantes y en una carta de Pietro Aretino remitida a Carlos V el 20 de mayo de 1536 se identifica posteriormente a
turcos, franceses, suizos e italianos con estos humanoides. Tras la batalla
de Mühlberg, en la que Carlos V derrotó al protestante elector de Sajonia, en 1547, Leone Leoni creó una medalla del emperador, en la que
este aparecía en el anverso coronado de laureles como César; y que mostraba la derrota de los gigantes en su reverso, acompañada de la elocuente
inscripción DISCITE IUSTITIAM MONITI (Del verso de Virgilio en la
Eneida: Discite Iustitiam Moniti, et non Temnere Divos: Aprended a conocer la justicia y no despreciéis a los dioses). Como ha señalado Falomir,
la Gigantomaquia como alegoría del triunfo del Emperador sobre quienes desafiaban su poder fue objeto recurrente de representación hasta el
punto de formar un lugar común en la propaganda imperial (Falomir, 2728). Cuando se produjo la abdicación de Carlos V, Felipe II heredó de su
padre el papel de Júpiter.
A través de esta pequeña muestra he querido denotar que el asalto al
cielo no es una novedad introducida por los románticos ni por sus herederos revolucionarios, sino un lugar común en la mitología política de occidente desde la antigüedad hasta nuestros días. Así, el gran músico
Sebastián Durón dedicó la primera ópera española, en 1702, a La guerra de
los gigantes. En esta, la narración mítica, dramatizada y musicalizada maravillosamente no puede interpretarse como un mero divertimento en honor
al Conde de Salvatierra sino como una loa a Felipe V, enfrentado a la Gran
Alianza de gigantes: el Sacro Imperio, Inglaterra, las Provincias Unidas de
los Países Bajos, Prusia y la mayoría de los estados alemanes. Como proclama el caudillo gigante en el libreto: “Extender nuestro imperio quiero al
Olimpo (…) para que al Cielo llegue nuestra asechanza, un monte sobre
otro podrán tejer una arenosa escala” (Durón, pp. 29-30). Los ejemplos del
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CUADERNOS de pensamiento político
uso político del mito podrían ser infinitos y el hecho de que todavía nos
acompañe, señala su extraordinaria vitalidad.
Por apuntar una última referencia, durante el trienio liberal (1820-1822),
Gregorio González Azaloa, diputado a cortes por Sevilla, tradujo en prosa
el poema de Alexander Pope Ensayo sobre el hombre, donde el mito, en un
sentido moral, juega un papel importante: “La gran ley del cielo es el orden;
y sentado ya este principio, es claro que debe haber hombres más ricos, poderosos y hábiles que otros; pero sería querer chocar con todo sentido
común el inferir por eso de aquí que también han de ser más felices” (…)
“¡Hijos de la tierra! ¿Queréis otra vez subir hasta el cielo amontonando montañas unas sobre otras? El cielo se burlará de vuestro vano empeño sepultándoos bajo las masas enormes que levantó vuestra locura” (Pope, pp.
56-57). La reflexión de Pope aparece en la epístola cuarta de su poema, dedicada a “la naturaleza y estado del hombre con respecto a la felicidad”,
donde se nos explica que las riquezas del mundo están desigualmente repartidas pero que en cambio la felicidad es tan patrimonio del pobre como
del rico. La persecución de la igualdad es vana soberbia y conduce a la pérdida de la felicidad. Está misma moraleja moral aparece en Castrillo, donde
el combustible que alimenta la soberbia es la búsqueda de igualdad que los
menores, los comunes, ambicionan frente a sus mayores, el rey y la nobleza.
La soberbia es el exceso de consideración que se tienen los inferiores
respecto a sí mismos y este exceso de humanidad, de imperfección, es lo
que les califica de gigantes: seres de una humanidad excesiva, esto es, de
una deformidad humana ampliada, que les hace acreedores de un “exceso
de grandeza”, de un exceso de imperfección humana: quieren ocupar el
lugar de los dioses, del rey, el centro del imperio, por ser, precisamente,
exageradamente humanos. Como ha señalado Heather Rae, en la antigüedad la deformidad era percibida como expresión de moralidad, de
modo que un humanoide de gran tamaño, un gigante, mostraba un exceso
de naturaleza humana, esto es, un exceso de violencia y de pasión, de ahí
que los gigantes fueran únicamente varones (Rae, pp. 2-3).
Ciertamente, habría que explicar por qué esta visión negativa del gigante, que se asociaba inmediatamente a la imperfección y limitación
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del hombre, ha sido sustituida en el presente por una visión positiva del
gigante y de la grandeza humana, pero esto nos alejaría de nuestro tema.
El último lugar en que he encontrado un eco de esta antigua imagen de
la imperfección humana y de su soberbia en la forma del gigante es en
Gershom Scholem, quien en una carta de 20 de enero de 1915 decía:
“Resulta obvio que no creo en un Dios personal, ¡y mucho menos en un
ser que encarne la idea de moralidad! Mi Dios no es otra cosa que un
ideal producido por los sueños de una vida humana plena (…) Durante
el siglo pasado [el s. XIX], el viejo cielo ha sido despedazado de tal manera que ha desaparecido para siempre”. Entre los destructores de ese
viejo cielo cita Scholem como atacante más poderoso e importante a
Marx, porque lo habría destruido para las masas, obligándolas a aceptar
su nueva religión. Marx es un gigante, el profeta de la revolución contra
el cielo que, armado de la razón ha apartado a las masas de la posibilidad de su disfrute (Scholem, p. 47).
Así pues, si hay un significado unívoco que pueda atribuirse al mito del
asalto al cielo en su versión clásica, es que se trata del intento de alcanzar
por la fuerza el poder político, condenado al fracaso y realizado por seres
inferiores que por ignorancia o por soberbia se consideran iguales ante
quien es superior. Evidentemente, este es el significado que late en la frase
de la carta de Marx a Kugelman, aunque se diga esta vez en un tono irónico o más bien sarcástico: “la insurrección de París, incluso en el caso de
ser aplastada por los lobos, los cerdos y los viles perros de la vieja sociedad, constituye la proeza más heroica de nuestro partido desde la época de
la insurrección de junio. ¡Que se compare a estos parisienses, prestos a asaltar el cielo, con los siervos del cielo del Sacro Imperio Romano GermánicoPrusiano, con sus mascaradas antediluvianas, que huelen a cuartel, a iglesia,
a Junkers [nobleza terrateniente] y, sobre todo, a filisteismo!” (Marx, 12
abril de 1871).
Los rebeldes franceses estaban dispuestos a asaltar el poder político
pese a lo comprometido de la empresa, mientras los súbitos del imperio
germánico recién constituido, siervos de otro cielo, parecen mostrar una figura francamente lamentable. Filisteismo refiere a la cerrazón frente a la
novedad, y filisteo denota en español a la persona de poco conocimiento
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CUADERNOS de pensamiento político
y de intereses mezquinos y también, paradójicamente, a la persona de
mucha estatura y corpulencia. Lenin, en su prólogo a la correspondencia
Marx-Kugelmann, instrumentaliza las palabras del fundador del marxismo
y le convierte en un apóstol de la revolución a cualquier hora, frente a los
revolucionarios de salón rusos que, en el contexto del intento revolucionario de 1905, aspiraban a una reforma constitucional y buscaban enterrar
la revolución cuanto antes. Como señala de manera elocuente Lenin,
“Marx sabía apreciar también el hecho de que hay momentos en la historia en que la lucha desesperada de las masas, incluso por una causa sin perspectiva, es indispensable para los fines de la educación ulterior de estas
masas y de su preparación para la lucha siguiente” (Lenin, prólogo). Como
vemos, Lenin otorga un nuevo sentido al mito: en primer lugar, asaltar el
cielo no es tomar el camino del fracaso en la lucha política; asaltar el cielo
es siempre valioso porque constituye permanentemente un paso adelante;
puede otorgar el triunfo o, en el peor de los casos, el aprendizaje para el siguiente asalto. En segundo lugar, este nuevo significado del mito subraya
el valor superior y único de la vía revolucionaria frente a la reforma constitucional. La transacción con el cielo, en su opinión, es el mecanismo que
agosta su conquista. ¿Estaba pensando en todo esto Iglesias al concluir su
discurso de Vistalegre? ¿Estaba de verdad hablando en cripto-leninismo
para una audiencia más predispuesta al storytelling populista que a la épica
de la lucha de clases?
Como recoge Christian Salmon, “sin una buena historia, no hay ni
poder ni gloria” (Salmon, p. 9), una opinión sin duda compartida por Carlos I de España, después Emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico, que utilizó masivamente la historia del intento de asalto al cielo para
proyectar sobre sus súbditos rebeldes y sobre sus enemigos la creencia de
su invencibilidad. El marxismo también creó su historia, su mito, basado
en la creencia de la invencibilidad de la clase obrera y en el ineluctable
triunfo de la revolución. Pero este mito se ha debilitado de manera irreversible en Occidente porque su realización no ha conducido al cielo sino
al infierno. La fe en la revolución anda huérfana de nuevas historias.
Cuando Iglesias habla de sus referentes intelectuales suele citar al Nicolás
Maquiavelo consejero de dictadores y a sus técnicas sobre cómo conseguir y conservar el poder; a Carl Schmitt, el jurista del nacionalsocialismo
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que colocaba el núcleo de lo político en el enfrentamiento antagónico
amigo-enemigo y que demandaba un poder absolutamente soberano en
su decisionismo; a Ernesto Laclau, el filósofo del posmarxismo que encontró en el populismo, arraigado tan fuertemente un su Argentina natal,
el instrumento que la secular lucha contra el capitalismo necesitaba, tras
la disolución del sujeto revolucionario clásico, la clase obrera, para la toma
del poder; y a Antonio Gramsci, el sardo fundador del Partido Comunista
italiano que añadió la teoría de la hegemonía, el poder supremo y dominante, a la ortodoxia del leninismo.
Sin embargo, hay otros autores que nos pueden hablar más elocuentemente del asalto al cielo en una lengua muy próxima a la de Pablo Iglesias.
Por ejemplo, los que se mencionan como bibliografía en los cursos de activismo político que se imparten en la madrileña librería Traficantes de
Sueños, en concreto, los que desde 2013 se han dedicado al tema “Asaltar
los cielos” o, más recientemente y acomodándose a los acontecimientos, al
“Poder constituyente”. En la presentación de los mismos, que está accesible a cualquiera en internet, uno encontrará la misma storytelling sobre la
democracia española que puede verse en el discurso de Podemos, y también el uso reiterado y constante del mismo vocabulario con el que intentan reconceptualizar la vida política española y formar a futuros activistas.
Entre los autores citados, el lugar sobresaliente lo ocupa Antonio Negri, el
plúmbeo apóstol de la violencia proletaria.
Si echamos la vista atrás, antes de la constitución del régimen de 1978,
por utilizar los ideologemas de Podemos, encontraremos un librito de
Negri publicado en España en 1977 que lleva por título Dominio y sabotaje.
En el prólogo, a cargo del traductor, Santiago López Petit, catedrático de
filosofía de la Universidad de Barcelona, militante de la autonomía obrera
y también invitado especial al curso “Asaltar los cielos”, encontraremos
unas palabras que, a pesar del tiempo transcurrido desde su escritura, nos
sonarán a ecos de voces de nuestro presente más inmediato: “el libro de A.
Negri no cae realmente del cielo, sino que conecta muy bien con la realidad que nos ha tocado vivir. La situación italiana y la española no son tan
distintas, aunque a primera vista pudiera parecerlo. En ambos países, existe
una determinada forma de consenso que se traduce en una alianza estrucJULIO / SEPTIEMBRE 2015
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CUADERNOS de pensamiento político
tural entre el reformismo del capital y el reformismo obrero, encaminada
a utilizar la crisis contra la clase trabajadora. Lama en Italia o CamachoRedondo en España, se han convertido en los curas predicadores de la austeridad” (López Petit, en Negri, p. 8).
Que se nos diga que el libro “no caía del cielo” debe entenderse como
un guiño al tema de este artículo, puesto que la obra de Negri termina justamente con el capítulo X, titulado “…y los proletarios asaltan el cielo”. En
su lenguaje verboso, críptico y agitado por una pasión violenta, Negri nos
cuenta que ante la “presencia de la crisis, el capital responde acentuando
la rigidez de sus propios mecanismos, la pura indiferencia del mando se
transforma en brutalidad (…). He ahí, pues, que ha llegado el final del
asalto al cielo (…). Ya basta, es hora de empezar (…). Ya no es posible (…)
olvidar esta paradoja producida por las luchas: cuanto más se perfecciona
la forma del dominio, más vacía es, cuanto más crece el rechazo obrero,
más pleno está de racionalidad y de valor. La fuerza, la violencia, el poder,
solo pueden medirse desde esta ley (…). Nuestro sabotaje organiza el
asalto al cielo. ¡Y al final habrá desaparecido este maldito cielo!” (Negri,
pp. 116-123).
Puesto que Iglesias no nos ha proporcionado la hermenéutica de sus
palabras, mi interpretación se sitúa en el terreno de la conjetura. Sin embargo, creo queda meridianamente probado que Iglesias es un seguidor de
la versión leninista del mito, la que predica la oportunidad permanente de
la toma revolucionaria del poder político, pues solo así se entiende que
haya antepuesto al locus clásico la apelación a una historia, que no especifica, y el rechazo, en abstracto, al consenso.
Para los seguidores de la versión leninista del mito, llevar la violencia al
conflicto social y político está siempre justificado, pues permitirá destruir
el cielo ahora, mañana o en un futuro indeterminado. Esta apología de la
violencia y su fuerza sanadora es la que llevó en su día al cisma de los partidos obreros de Occidente: los comunistas sostuvieron el mito durante
décadas, hasta su conversión a la democracia en la forma del eurocomunismo (uno de los demonios de Negri); los socialistas, mucho antes, abandonaron la violencia en favor de la democracia, y se convirtieron en
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socialdemócratas. Al hacerlo pasaron a formar parte del consenso de posguerra, esto es de la defensa pluralista de la democracia representativa y del
Estado del bienestar, junto a liberales y conservadores.
La historia nos enseña, en contra de lo que dice Iglesias, que el asalto
al cielo ha sido siempre un fracaso: o acabó en dolorosa derrota o conquistado el cielo vino el infierno. La versión leninista del mito se convirtió
en un credo para alimentar la fe de los seducidos por la magia de la revolución, pero la historia como experiencia nos señala una lección muy distinta respecto a la inherente bondad del asalto al cielo. Si atendemos al
significado original del mito, en su versión clásica, Iglesias no tendría reservado el grandioso papel de gigante revolucionario, sino que sería meramente un hombre deformado por la soberbia y que, por tanto, acabará
aplastado por el peso de su ambición. En último término, la historia de
verdad, no la teleología a la que apela Iglesias, es la única que podrá decirnos qué versión del mito ha resultado a la postre más acertada.
PALABRAS CLAVE
•
•Populismo•Partidos Políticos•Podemos
Socialismo Marxismo
Pablo Iglesias
•
RESUMEN
ABSTRACT
La expresión “asaltar el cielo” ha alcanzado cierta circulación reciente en
España debido a su utilización por el
líder populista Pablo Iglesias. En este
artículo se detalla el origen de dichas
palabras y cómo están vinculadas a un
mito político occidental que puede interpretarse de maneras diversas. Una,
la clásica, hace referencia a la soberbia
de los que ambicionan el poder. Otra, la
leninista, remite al valor de la violencia
de la revolución en toda ocasión. Pablo
Iglesias es heredero de esta última tradición pero bien pudiera aplicarle el sentido clásico del mito.
The words “assault on heaven” are now
fashionable in Spain due to their use by
Pablo Iglesias, the charismatic leader of
the populist party Podemos. This article
seeks to deliver an account of the history of these words and their connection
with an ancient western political myth.
As every myth, it is open to interpretation. There is a classical reading of the
myth that illustrates the fate of those
who have lust for power. And there is another, coined by Lenin, that highlights
the value of revolutionary violence. Pablo
Iglesias belongs to this last tradition,
however, the classical meaning of the
myth can illustrate his political aims.
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CUADERNOS de pensamiento político
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LUIS ARRANZ NOTARIO
EL DENOSTADO SIGLO XIX
“ÉPOCA SORDA SIN OJOS NI NERVIOS”
a ideología del siglo XIX (…), parece una pobre cosa, tosca, maniática, imprecisa, inelegante y sin remedio periclitada”. Así se manifestaba Ortega y Gasset acerca del siglo liberal por excelencia. Al
mismo tiempo, entendía que el liberalismo constituía “la idea más alta que
hasta ahora [noviembre de 1919] ha inventado la humanidad”1. Eso sí, “la idea
europea por excelencia” se adornaba con una “nativa elegancia”: no sabía luchar “si no es regalando antes la propia arma al enemigo”. Lo cual podría interpretarse como cierta proclividad liberal al suicidio. La descalificación
primera la dirigía Ortega a los intelectuales y al público culto en general, la segunda, a los entusiastas del bolchevismo y a los sindicalistas. El veterano político liberal conde de Romanones, hablaba por su parte, en esas mismas fechas,
“del gran siglo XIX”, pero de forma melancólica y con aires de derrota respecto a los valores que entrañaba: “Los grandes principios de la Revolución
francesa [y aquí resonaba aún el eco de los exaltados y progresistas en la génesis del liberalismo español] polarizaron en los pueblos el nunca extinto amor
a la libertad. (….), hoy los nietos de aquellos que murieron o estuvieron dispuestos a morir por la libertad niegan esa libertad. (…) La tiranía se acepta, se
disculpa y hasta se razona; (…)2”.
“L
Luis Arranz Notario es profesor titular (acreditado de catedrático) de Historia del Pensamiento y
de los Movimientos Sociales y Políticos, Universidad Complutense de Madrid.
1
“Prólogo a la biblioteca de ideas del siglo XX”, O.C., T. III, p. 411. Id. “Ante el movimiento social”, O.C. T III, Madrid, Fund. Ortega y Gasset y Edit. Taurus, p. 278.
2
Romanones, “Las responsabilidades del Antiguo Régimen” (1924), O.C., T. II, pp. 683-684.
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Así estaban las cosas en el campo liberal sobre la estimación del siglo
XIX a comienzos del siglo siguiente. Campo que adolecía de una división
profunda pues, no en vano, Ortega se había referido a Romanones como
“ese conde exclaustrado de todo idealismo”, diatriba y menosprecio que
extendía a toda la Restauración y a cada uno de sus políticos. “Época sorda
sin ojos ni nervios, sin curiosidades científicas ni humanas, sin respeto hacia
lo egregio ni asco hacia lo abyecto”3. Por tanto, no es extraño que ni para
la derecha integrista y contrarreformista ni para la izquierda marxista, el
siglo XIX figure como favorito. Al contrario, aunque por razones opuestas,
todos los males de la modernidad derivan de él. No se trata solo del menosprecio de Ortega que sintetiza el despectivo mote de “decimonónico”,
sino de una auténtica aversión. Este rechazo no es específico de España.
Puede constatarse que, cuanto más profundamente ha calado en un país la
economía de mercado y el gobierno representativo, más feliz y en mayor
estima se tiene al siglo de la industria y de las constituciones. Es el caso del
Reino Unido y los grandes dominios de la Corona británica, de los Estados Unidos y de los integrantes del pequeño Benelux. Por el contrario, en
los países europeos continentales, con muy distintos matices, el XIX es un
siglo polémico y controvertido por distintos factores.
El historiador inglés Hugh Trevor-Roper, en su penetrante análisis de la
crisis europea del siglo XVII y las raíces de la Ilustración, propone que pensemos en la España borbónica del reformismo ilustrado para hacernos una
idea de lo que hubiera podido ser la continuación inmediata del legado de los
Reyes Católicos, si su herencia no se hubiera visto distorsionada totalmente
por la elección imperial de Carlos I. Esto es, si no hubiéramos pasado de incipiente nación unida por la Monarquía a la condición arcaizante de Imperio
universal al servicio del catolicismo. Trevor-Roper subraya la fuerte continuidad, al igual que en los principales países europeos, entre el humanismo
erasmista de nuestro Renacimiento y los caminos posteriores de la Ilustración en España. Pero esta verosímil equiparación no ha impedido que, hasta
la segunda mitad del siglo pasado, el siglo XVIII fuera ignorado o menospreciado en las referencias históricas del primer tercio del siglo XX4.
3
4
José Ortega y Gasset, “Los señoritos de la Regencia”, El Sol, nov. 1918. O.C. T. III, cit. p. 148.
Hugh Trevor-Roper, La crisis del siglo XVII, Uruguay, Katz, 2005.
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Con el XIX se pasó directamente a la denigración. Para el integrismo, ya
escamado y hostil con la Ilustración y horrorizado con la Revolución francesa, toda sociedad que se alejase de una base agraria y rechazara una autoridad política legitimada por la religión y tutelada por la iglesia, estaba
irremisiblemente condenada a la anarquía. Era la consecuencia inevitable de
lo que Donoso Cortés diagnosticó agudamente como el destino de la “sociedad discutidora”, la sociedad liberal, individualista, competitiva, abierta al
cambio y con instituciones “artificiales” como el Parlamento y los partidos,
en lugar de “orgánicas”, es decir, corporativas y jerárquicamente ordenadas.
En el campo de la izquierda el siglo XIX había decepcionado, en primer lugar, a los que movidos por un espíritu roussoniano habían abrazado la política como instrumento revolucionario al servicio de una
democracia basada en la virtud pública de una ciudadanía entregada al
bien de la nación por encima de los intereses materiales. Para los marxistas, cuyo peso en la historiografía llegó a ser considerable durante las décadas de los sesenta y setenta del siglo pasado, se trataba de un siglo
puramente instrumental. De un lado, la explotación capitalista servía para
crear la “base material” del socialismo, gracias a una industrialización que
convertía al “proletariado” en una mayoría social. El Estado constitucional, en su fase democrática, servía para “contar” la creciente envergadura
de esa mayoría por el socialismo que, junto con las clases, terminaría por
abolir también el Estado y la política, incluida la democracia. Las cosas se
complicaron para ellos cuando, primero, los trabajadores de la industria
no se convirtieron en mayoría social frente a un puñado de explotadores;
segundo, cuando a más industrialización y urbanización de un país, menos
proclividad revolucionaria mostraban esos trabajadores (ninguna en los
Estados Unidos). Tercero, cuando la implantación de los totalitarismos
dejó claro lo que significaba en los hechos la abolición de la política constitucional y democrática.
EN ESPAÑA SÍ HUBO “REVOLUCIÓN BURGUESA”
Hubo, no obstante, un fenómeno colateral en la ortodoxia marxista que
llegó a revestir máxima importancia con la escisión comunista de los parJULIO / SEPTIEMBRE 2015
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CUADERNOS de pensamiento político
tidos socialistas y socialdemócratas. Al principio, los nuevos partidos revolucionarios le declararon la guerra más implacable a los socialistas en
nombre de la abolición de la “democracia burguesa” y su gestión reformista a cargo de los socialdemócratas. Su objetivo inmediato era imponer
por la fuerza la dictadura del proletariado en forma de sóviets (léase del
partido único y la policía política). Pero ante el rápido fracaso de esta estrategia, agravado por los sucesivos triunfos del fascismo en Italia y del nacionalsocialismo en Alemania, los comunistas trataron de justificar su
retroceso político a la alianza con los odiados socialistas y los partidos burgueses de izquierda de los Frentes Populares con un argumento de historia “científica”. Además de la tarea política inmediata de frenar al fascismo,
existían países, como España, en donde “NO” había tenido lugar la “revolución burguesa”, o bien, esta había degenerado rápidamente en un cambio mínimo en beneficio de una escueta “oligarquía” sustitutoria del
Antiguo Régimen.
Correspondía pues a la clase obrera, dirigida por el partido comunista
correspondiente, encabezar en los países atrasados una amplia alianza de
“fuerzas progresistas” que, aboliendo las “supervivencias feudales”, diera en
tierra más tarde con los “terratenientes”, los bancos y los “monopolios”. Su
arcaísmo no impedía a la susodicha oligarquía refugiarse tras un genérico
fascismo, mientras la coalición de izquierdas era como tal la “democracia”.
Se formulaba así un proceso de transición histórica más elaborado que el
brutal asalto al poder de Lenin en 1919-20. El caso es que el triunfo de los
bolcheviques en Rusia determinó una progresiva “asiatización” del marxismo. Este pasó de partero de las Democracias Populares a gran comadrona de los nuevos Estados emancipados del imperialismo, que ansiaban
quemar etapas en su marcha hacia el poder industrial y militar, como lo
había conseguido la URSS. La subversión del marxismo, a título de
“desarrollo creativo” por el leninismo y posteriores revoluciones tercermundistas, llegó a ser total. Los factores determinantes del socialismo original, la industrialización, la abundancia de trabajadores industriales
educados en la democracia “de masas” de los países avanzados de Occidente, pasaron a ser irrelevantes. El motor del socialismo no era ya el progreso al máximo nivel de las “fuerzas productivas”, sino el atraso puro y
duro en todos los órdenes.
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De este modo, la impotencia del comunismo para llevar a cabo su revolución en Occidente se convirtió en países relativamente atrasados en lo
social y lo económico como España en un argumento mayor de la política
comunista y, en general, progresista. Su destino no consistió en ser puesto
a prueba por la investigación histórica, sino verse corroborado por la “historiografía progresista”, que revestía la forma dominante de historia económica y social. Todavía en el debate entre Santiago Carrillo y Fernando
Claudín en el castillo de Praga, allá por 1965, la cuestión de si el desarrollo económico habido bajo el franquismo había liquidado o no “las supervivencias feudales” y con ellas la necesidad de la “revolución burguesa”
revistió un carácter políticamente crucial. La historia económica de inspiración nacionalista encontró en todo este argumentario un apoyo muy
conveniente para sus propósitos apologéticos. El denominado “bloque de
poder” en su vertiente económica, esto es, la alianza de los terratenientes
castellanos y andaluces y los banqueros y siderúrgicos vascos (“españolistas” a ultranza estos últimos, por cierto) cargaban con la culpa de un
desarrollo capitalista insuficiente que no había proporcionado a la burguesía catalana, pionera y motor de la industrialización en España, un mercado lo bastante diversificado y rentable. De ahí las debilidades del
capitalismo español y, sobre todo, el sentimiento de frustración ante “el
fracaso de la industrialización” en nuestro suelo. Una de las versiones que
se sucederían sobre “el fracaso de España”.
Este planteamiento fue desmontado en los años ochenta del pasado siglo
por los historiadores de la denominada “Nueva historia económica”5. Pertrechados de un exhaustivo análisis cuantitativo de las series de la economía
española, que reconstruyeron en muchos casos, así como de un completo
dominio de la teoría económica, este grupo de historiadores demostró no
solo que, efectivamente y como, por otra parte, ponía de manifiesto la historia política, sí había habido en España una “revolución burguesa”, sino
que, además, las pautas del desarrollo económico en el siglo XIX distaban
de representar un fracaso. Los liberales españoles de distinto signo, en el
5
Entre otros títulos fundamentales, Gabriel Tortella, El desarrollo de la España contemporánea,
Madrid, Alianza, Madrid, 1994. Leandro Prados de la Escosura, De Imperio a Nación, Madrid,
Alianza, 1988.
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largo periodo comprendido entre 1808 y 1874, con antecedentes en el Gobierno de Godoy durante el reinado de Carlos IV, articularon un mercado
nacional que palió y compensó la pérdida de los reinos americanos, y fue y
sigue siendo hoy la base esencial de nuestro crecimiento. Desmontaron la
propiedad institucional y corporativa en beneficio de la propiedad privada
individual, hicieron de la inversión y de la producción económicas un
asunto de primera importancia para la prosperidad de la nación. Gracias a
unos intercambios favorables de nuestras exportaciones de materias primas,
agricultura y productos semielaborados, junto con la inversión extranjera, se
pudo financiar el tendido del ferrocarril o los comienzos de la banca de crédito. Cambiaron las leyes y elaboraron los códigos legales buscando la seguridad jurídica. Los moderados, en particular, reformaron la Hacienda y
trataron de estabilizar y mejorar el crédito público. Una empresa esta última,
como la del control del déficit, amenazada constantemente por la inestabilidad política interna y la sangría de las guerras coloniales. Aun así, la España liberal no hizo ninguna bancarrota como la contrarreformista de Felipe
II, que sí llevó a cabo unas cuantas.
Aunque hubo momentos muy negros en las tres primeras décadas del
siglo, España no perdió nunca el crédito internacional ni vio amenazada su
independencia tras el fracaso de la invasión napoleónica. Todavía en el Sexenio de 1868 a 1874 se llevó a cabo la desamortización del subsuelo y se
abordó una política exterior librecambista. Si hubo un giro negativo en toda
esa política económica, este lo representó el giro proteccionista de los años
noventa, cuando España se sumó a esa corriente nefasta en auge en la Europa continental y, aunque siempre derrotada, también en Gran Bretaña. De
ahí el mérito especial que tuvo la demostración, por los miembros del grupo
de historiadores citado, de haber sido la renuncia a la exportación en beneficio de los cómodos aranceles impuestos a una España despreciada, la
verdadera razón del desarrollo limitado del textil catalán y de la siderurgia
vasca, supuestas víctimas del fracaso de la industrialización española6.
Cierto que no fuimos los primeros de la clase ni tampoco estuvimos
entre los más brillantes. Hubo crecimientos demográficos más nutridos y
6
Pedro Fraile, Industrialización y grupos de presión, Madrid, Alianza, 1991.
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procesos de industrialización (el inglés, el belga, la cuenca del Ruhr alemana fundamentalmente) más intensos y fulgurantes. España estaba además en una posición demasiado excéntrica respecto a los grandes focos de
la industrialización europea como los tres citados. Pero el país que empezó
el siglo XIX con algo más de diez millones de habitantes, lo terminó con
dieciséis. Comparativamente, nunca había habido hasta entonces una España más poblada y más rica. El problema no consistía en que no avanzáramos o que fracasáramos. La cuestión consistía en que algunos lo
hacían más deprisa.
REVOLUCIÓN LIBERAL, REVOLUCIÓN ESPAÑOLA
Si hubo entre nosotros desarrollo de la economía de mercado y de sus presupuestos legales e institucionales, hubo necesariamente revolución política
liberal. La hubo incluso demasiado. El ciclo de la revolución liberal lo
desencadenó, del modo más traumático imaginable, la guerra contra las
Monarquías europeas en que se había transformado la Revolución francesa ya desde 1792, cuando Luis XVI declaró en la Asamblea Legislativa
la guerra al “Rey de Bohemia y Hungría”, Francisco II, sobrino de la reina
María Antonieta. España, vecina de Francia y enfrentada al Reino Unido
por nuestra presencia en América, se vio confrontada a una pavorosa presión en tenaza tanto en su metrópoli, por la Francia revolucionaria, como
en América por los ingleses.
Cada vez con mayor pesadumbre y peor fama, Carlos IV y Godoy consiguieron escabullirse de la nefasta situación hasta 1808. Seguramente quedamos sentenciados por nuestro nulo deseo de someter Portugal. Tampoco
podía España aceptar por mucho tiempo el Bloqueo comercial contra Inglaterra, impuesto a toda la Europa continental en 1807 por un Napoleón
Bonaparte triunfador de Austria en Austerlitz (1805) y de Prusia en Jena
(1806). Todo lo precipitó el enfrentamiento suicida del Príncipe de Asturias con su padre Carlos IV y Godoy, quien, por su parte, había perdido la
confianza de Napoleón. Una vez invadido taimadamente el país por los
franceses, la Monarquía fue descabezada con las abdicaciones de Bayona
a los pocos días del Dos de Mayo madrileño. La rebelión popular ejemJULIO / SEPTIEMBRE 2015
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plificada en esa histórica jornada desencadenó una crisis que supuso la
práctica disolución del Estado del Antiguo Régimen.
Un factor de especial gravedad fue la división de la élite ilustrada de
manera irreversible y radical en relación a todos esos acontecimientos. Una
parte considerable y muy valiosa optó por obedecer a Fernando VII y colaborar con el Rey impuesto por Napoleón, José I Bonaparte. El Estatuto
de Bayona dibujó una Monarquía limitada que hubiera podido llegar a ser
constitucional. Pero la estrategia colaboracionista y del mal menor de los
josefinos quedó gravemente comprometida cuando pudo comprobarse
que, al igual que en Italia o Portugal, Bélgica y los Países Bajos, Bonaparte
aplicaba una política de ocupación militar, de represión y saqueo. Pronto
quedó claro que ni su hermano ni sus partidarios pintarían nada frente a los
generales del Emperador. Esta pérdida de autoridad desde el minuto uno
de la crisis del Antiguo Régimen pasaría una importante y amarga factura
al cambio político en España. Sin embargo, este desgarrón distó de ser el
único. Los patriotas refugiados en Cádiz al amparo de la flota inglesa poco
tardaron en dividirse a su vez.
Tras formarse la Junta Central por cesión relativa de las juntas provinciales, surgidas del levantamiento antifrancés, que troceó la soberanía, y
poner aquella en marcha la Consulta al país y la convocatoria de Cortes,
una Regencia inane presenció cómo los elementos más radicales de la Comisión encargada de la convocatoria de Cortes conseguían marginar a los
elementos moderados de la talla de Jovellanos. La posibilidad de abrir camino al liberalismo al modo inglés, esto es, negociando los cambios con la
representación del Antiguo Régimen, quedó eliminada. Ante la ausencia
del Rey se reivindicó la soberanía nacional, pero al precio de forzar en exceso la realidad. El colaboracionismo de los afrancesados se explica en gran
medida por su rechazo al carácter ultra de la movilización popular, ajena
por completo no ya al liberalismo sino también a todo reformismo ilustrado. Los frailes y el clero secular, sus principales enemigos, eran el alma
de la sublevación. Se clamaba por el Rey legítimo (legitimidad fruto, sin
embargo, del motín de Aranjuez) y la religión católica. Si esta situación espeluznaba a los afrancesados, llevó a los radicales de Cádiz (entre los que
figuraba una abundante representación del clero catedralicio en general
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defensor de un catolicismo alternativo) a un sistemático esfuerzo, no ya
político sino también educativo y cultural, para conseguir que el pueblo en
armas se identificara con la causa liberal y volviera la espalda a la reaccionaria, lo que estuvo muy lejos de ser cierto entonces y más tarde con la rebelión carlista.
Sin duda, el mayor mérito de la Constitución de Cádiz consiste en haber
proclamado el principio de la soberanía nacional. Pero también mantuvo
la unidad católica, sin mención alguna no ya de la libertad de conciencia,
sino ni siquiera de la tolerancia de otras confesiones cristianas. Los constituyentes gaditanos alentaban la esperanza de convertir a la iglesia en un
aparato educativo que coadyuvase con el Estado a fundir en la conciencia
popular los principios religiosos católicos y los liberales. Con todo, el modelo gaditano resultó un modelo fracasado en el plano político porque resultó incapaz de aunar los principios de libertad y estabilidad. Su
inspiración vino de la efímera Constitución francesa de 1791, que rigió apenas un año y terminó trágicamente con el derrocamiento de la Monarquía
constitucional y la ejecución posterior de Luis XVI.
Pese a las constantes proclamaciones de lealtad al cautivo Fernando
VII, el texto doceañista enfilaba también un conflicto permanente entre el
poder ejecutivo del Rey y el poder legislativo de las Cortes. No pocos advirtieron que, en el fondo, era una Constitución más adecuada a una República que a una Monarquía. Tal como se puso de manifiesto plenamente
en el Trienio de 1820 a 1823, las Cortes podían censurar la acción del Rey
y sus ministros, pero de ninguna manera asumir responsabilidades ejecutivas. La tendencia apuntaba a resolver esta crisis constante mediante la
absorción final de todos los poderes en las Cortes, convertidas de este
modo en una Convención7. Así ocurrió durante la invasión francesa de
los Cien mil hijos de San Luis, a lo largo de la huida del Poder Legislativo
con el Rey, prisionero de Madrid a Sevilla, donde fue declarado incapaz
y depuesto de sus funciones, y llevado de la capital andaluza a Cádiz ya
como oficialmente “loco”. El fracaso de la Constitución de 1812 se manifestó plenamente en el hecho de que, mientras en 1808 hubo un levanta7
Joaquín Varela Suanzes-Carpegna, La Monarquía doceañista, Madrid, Marcial Pons, 2013.
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miento nacional en toda regla contra la presencia de los franceses, en 1823
el duque de Angulema, sobrino de Luis XVIII de Francia, pudo recorrer
la península de punta a cabo al frente de los “Cien mil” sin encontrar prácticamente resistencia.
Sin perjuicio de esta cruda experiencia, los defensores a ultranza de la
Constitución del Doce convirtieron el desastre del Trienio en una tradición insurreccional y revolucionaria que sus defensores a ultranza siguieron identificando con la auténtica concepción y práctica de la libertad. El
fracaso lo cargaron los exaltados por completo en el debe de la maligna
astucia y felonía de Fernando VII. No se podía ser auténticamente liberal
y no abrazar aquel “Código sagrado”. Cierto que catorce años después,
las Constituyentes de 1837, con mayoría del recién pergeñado progresismo, revisaron a fondo el consagrado texto. El vergonzoso motín de los
sargentos de la guardia real en el palacio de La Granja se lo había impuesto a la regente de la Reina niña Isabel II, María Cristina de Borbón,
durante el verano del año anterior. Pero a la vista de lo ocurrido a lo largo
de este reinado con los progresistas, así como de la experiencia política del
Sexenio revolucionario de 1868 a 1874, puede afirmarse que la izquierda
liberal, aunque monárquica, no se liberó totalmente del mito gaditano y
de sus prácticas revolucionarias hasta su integración en la Monarquía de
la Restauración.
La Constitución del Doce ostentó aún otra dimensión de incoherencia
e irrealidad que cabe solo mencionar de pasada: su pretensión de que aquel
texto rigiera igualmente en la metrópoli y en los reinos americanos. El principio de la soberanía nacional entraba en este punto en un terreno insostenible y plagado de contradicciones. Durante el proceso constituyente
gaditano era evidente que el vínculo entre España y los reinos americanos
no podía basarse en el reformismo centralizador que había alentado también en América las reformas de Carlos III, centralismo que trataría de restaurar de malas maneras, pero en vano, Fernando VII. Aun así tampoco
podía servir una Constitución que pretendiese regir en “ambos hemisferios” sobre la suposición de una soberanía española única. Conviene recordar que las colonias norteamericanas se sublevaron contra el Gobierno
del Parlamento de Westminster, no contra la Corona inglesa. Por eso exis122
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ten hoy países totalmente soberanos como Canadá, Australia o Nueva Zelanda que la comparten. Con el planteamiento de Cádiz eso era imposible
de imaginar para los virreinatos americanos.
Lógicamente no todos los liberales españoles perseguidos y desterrados
por Fernando VII en dos ocasiones, 1814 y 1823, permanecieron aferrados
al texto gaditano y sus concepciones. El exilio en Inglaterra y Francia tras
esas dos fechas resultó fundamental para que una gran parte de ellos entendiera cómo funcionaba la libertad en la Monarquía británica, caso de
José María Blanco White y de Antonio Alcalá Galiano, o en la Francia de
la Carta Otorgada por el restaurado Luis XVIII, los de Martínez de la Rosa
y Toreno, entre otros. En una y otra circunstancia resultó fundamental la
revisión llevada a cabo de la experiencia revolucionaria francesa. La del
Trienio decantó también las cosas. Lentamente confluyeron en un planteamiento liberal que se denominaría inicialmente “jovellanista” o “anillero”
(por la sociedad secreta que en esos años agrupó a los elementos liberales
más templados), y así también llamados los doceañistas críticos del modelo
constitucional que entendían fracasado y los afrancesados vueltos a la patria al comienzo del Trienio. Ya en la regencia de María Cristina de Borbón estos liberales serían conocidos como “moderados”. Oficialmente, fue
el partido monárquico constitucional, en un proceso paralelo de agregación
y definición al de los progresistas.
Los antiguos josefinos vueltos a España en 1820 fueron críticos acervos del liberalismo exaltado, conspirador y amigo del motín y del pronunciamiento. De la mano de Alberto Lista, hicieron algo más. Integrar
y alentar el partido del reformismo administrativo cerca de Fernando
VII, el cual con personajes como Cea Bermúdez y Javier de Burgos
orientarían al Rey hacia posiciones cada vez más alejadas de los “apostólicos” y futuros carlistas que daban por segura la sucesión de su hermano Carlos María Isidro. Tras el cuarto matrimonio de Fernando con
María Cristina de Borbón (cuarenta y seis años él, veintiséis ella) y el
nacimiento de la princesa Isabel en 1830, los antiguos afrancesados contribuyeron en gran medida a una transición pacífica hacia el liberalismo
que cristalizó en la proclamación del Estatuto Real de 1834, pero frustró la insurrección carlista.
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Tanto en las concepciones como, sobre todo, en las estrategias políticas,
la división de los liberales, pese a que ante la rebelión carlista se hablara una
y otra vez de “unión liberal”, se hizo evidente y profunda. Frente al modelo
gaditano que seguía inspirando a una buena parte de los que empezaban a
llamarse “progresistas”, los “moderados” huían del motín y de la violencia popular. La política liberal debía ser un asunto de las élites funcionariales, militares y sociales, que habían cambiado mucho de actitud hacia el régimen
constitucional entre 1814 y 1834, siempre que no se tratara de la vuelta al
texto de 1812. El principio de la soberanía nacional lo concretaron y ciñeron a la soberanía de “las Cortes con el Rey”, de manera que todo proceso
constituyente fuera imposible sin el acuerdo con la Corona. Como elemento
de continuidad histórica y factor de legitimidad, el liberalismo moderado se
afirmaba rotundamente monárquico y borbónico. Fusionó la legitimidad de
la sucesión de Isabel II con la del régimen constitucional.
En el terreno económico, moderados y progresistas pensaban esencialmente lo mismo respecto a la transformación de la propiedad y de las instituciones económicas. Además los moderados entendían que esa
transformación implicaba la funcionarización de la Iglesia católica con la
abolición del diezmo y la desamortización de la propiedad eclesiástica,
también de la municipal (los ayuntamientos eran los mayores terratenientes de España por delante de la nobleza y la iglesia). El moderantismo huía,
no obstante, de cualquier instrumentalización de la iglesia y lo reducía todo
al concordato con la Santa Sede. Tampoco ellos plantearon siquiera la tolerancia religiosa y el final de la unidad católica. Por otro lado, los moderados rechazaron en el plano electoral el voto indirecto del sistema
gaditano, en parte porque lo consideraban un sufragio universal encubierto,
pero antes que nada porque en dicho modelo, al final, no llegaban a quinientos los compromisarios de segundo grado que elegían efectivamente
a los diputados. Pese al censo electoral elevado que planteaban, el cuerpo
de electores sobrepasó con ellos los noventa mil electores.
Hubo un punto, sin embargo, que hundió el compromiso constitucional de 1837 y puso en evidencia la mayor debilidad del régimen liberal que
se venía construyendo en España desde la muerte de Fernando VII. Fue la
Ley de Ayuntamientos. La Constitución de Cádiz había multiplicado el
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número de aquellos a título de principal instrumento para materializar la
ciudadanía y los derechos civiles y políticos de la gente. Los ayuntamientos eran los principales colectores de impuestos del Estado, los que sorteaban a los quintos y los enrolaban, los depositarios de los bienes del común
y de propio. Además, con el régimen constitucional, eran parte ineludible
del aparato electoral. Ante ellos, los moderados sostenían una posición
centralista. Para la vigencia efectiva de una Administración legal y eficaz,
los ayuntamientos debían ser la representación del Estado en cada pueblo,
y no a la inversa. De ahí que correspondiera al Gobierno o a los nuevos gobernadores civiles la selección de entre una terna del alcalde correspondiente. La guerra carlista llevó a la ilegalidad a muchos de los ayuntamientos del País Vasco y Navarra, que se negaron a aplicar las leyes del
Gobierno y asumir sus funciones constitucionales. Nada debía impedir que
el Poder ejecutivo tuviera entonces medios eficaces para reducir a la obediencia a los ayuntamientos rebeldes, en concreto, a través de resoluciones
del Consejo de Estado.
Por el contrario, los progresistas entendían el régimen municipal como la
institucionalización de aquellas juntas revolucionarias locales que en 1808
se habían sublevado contra el francés. Conforme a su doctrina de la “insurrección legal”, esto es, del derecho exclusivo de los progresistas a llamar al
levantamiento si entendían que peligraban las libertades, los ayuntamientos
debían ser autónomos, disolverse solo por mandato de las Cortes y elegir a
sus alcaldes. Los veían como la representación “del pueblo” ante el Estado;
portadores, en definitiva, de la soberanía nacional. Quedaba en evidencia de
esta forma que los progresistas, antes que un modelo de Monarquía constitucional, poseían en realidad uno de agitación y movilización revolucionaria basado en el pronunciamiento militar y la creación de juntas
revolucionarias con los ayuntamientos afines. Un modelo eficaz para asustar a la Corona y a los moderados, pero con el inconveniente de que a renglón seguido devoraba, por un proceso imparable de radicalización, el poder
revolucionario así erigido. De ahí lo efímero de las situaciones de poder progresista, aunque lo acapararan por completo.
Se registró además otra experiencia durante ese periodo decisivo de la
regencia de María Cristina de Borbón. Las Cortes elegidas tras la constiJULIO / SEPTIEMBRE 2015
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tuyente del 37 tuvieron una mayoría de perfiles imprecisos, pero de orientación moderada. Sería una de las veces en todo el siglo que la oposición
ganara unas elecciones. Y la mejor oportunidad, probablemente, de que
en los usos constitucionales de España se hubiera instalado la competencia electoral para decidir la formación de los Gobiernos. Fue en todo caso
esa mayoría moderada la que aprobó y trató de aplicar la Ley de Ayuntamientos. La respuesta de los progresistas fue una nueva revolución juntista. Consiguieron también el respaldo de Espartero, cuyo apoyo había
tratado en vano de ganarse la Regente. El vencedor del carlismo y coprotagonista del Acuerdo de Vergara inclinó la balanza del lado progresista.
Planteó un ultimátum a María Cristina que esta rechazó prefiriendo el exilio, y de esta forma los moderados quedaron borrados del mapa político.
Dos años después, sin embargo, los progresistas se habían escindido, el denominado progresismo civil se alió con el moderantismo marginado y exiliado y con el apoyo de otro general, ahora Narváez, echaron del poder a
Espartero, a cuya cabeza se llegó a poner precio, y que acabó buscando refugio en Inglaterra. Ahora los moderados aprovecharían la ocasión para
consolidar la transformación liberal de acuerdo con su propia óptica, de lo
que fueron muestra la Constitución rectificada de 1845, la conflictiva Ley
de Ayuntamientos y una Ley electoral (1846) que introdujo los distritos
uninominales (en principio no más manejables para el Gobierno, pero sí
debilitadoras de los partidos) en lugar de las circunscripciones. Una ley en
la que el tiempo tendería a convertir las elecciones en una función más ministerial que de efectiva competencia política.
El caso es que en el modelo de Monarquía constitucional, en el que los
partidos en gestación habían acabado por coincidir, imperaba el principio
de la “doble confianza”. Estamos en las antípodas del modelo de Cádiz. La
Corona podía nombrar y destituir libremente a sus ministros, pero el Gobierno necesitaba asimismo de la confianza de la mayoría de las Cortes.
Para obtenerla, la Corona podía disolverlas si su Gobierno no la encontraba, o podía cambiar el Gobierno para acordarlo con la mayoría de las
Cortes. En todo caso, disueltas estas, debían convocarse elecciones en un
plazo máximo de tres meses. Este era el funcionamiento efectivo del principio constitucional de “las Cortes con el Rey” y no contra el Rey como en
Cádiz. Sentada esta base, se inició en algunos países un largo, pero efectivo,
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camino político en el que confluyeron los efectos de los cambios económicos y sociales consiguientes a los procesos de urbanización e industrialización, la ampliación y diversificación de las clases medias, el desarrollo
de nuevas pautas de información, educación y cultura. De modo que, a
medida que el número de electores fue aumentando y el nivel de la “capacidad” requerida para figurar en el censo electoral fue disminuyendo, los
partidos se dotaron de instrumentos más complejos de movilización y encuadramiento porque las elecciones se hicieron más y más masivas y políticas. Si en este modelo constitucional de la doble confianza, la política
empezó reservada a la élite parlamentaria y la Corona representaba el eje
de rotación, la tendencia apuntaba, sin embargo, a multiplicar el poder del
voto ciudadano como fuente esencial de la legitimidad. Del fondo del escenario, las elecciones fueron pasando al proscenio.
En España, este proceso se vio entorpecido, de un lado, por la querencia revolucionaria del progresismo y, de otro, por la tendencia de la mayoría (no de todo el moderantismo) al centralismo, la burocratización y la
gestión administrativa como instrumentos fundamentales del progreso, el
orden y la estabilidad políticos. Otro problema se añadió todavía. El pueblo y el ejército eran ya los héroes de la independencia nacional en la mitología progresista, frente a una Corona y unas élites rendidas al extranjero
cuando la invasión francesa. Vino después el peor efecto de la guerra carlista, que fue la creciente intervención en política de militares ambiciosos.
No tanto del ejército, sino de generales con apoyos y autoridad en el
mismo. Este protagonismo se destacó con la guerra civil, y los políticos de
levita no tuvieron más opción que tratar de ganárselos como elementos
de prestigio y dueños de unos recursos decisivos para el acceso al poder.
Todos los partidos tuvieron así su protector o “espadón”.
Los primeros, los progresistas con el limitado Espartero, uno de los personajes más populares en la España de la primera mitad del XIX. Los moderados contaron con Narváez, cuyos servicios políticos resultaron
bastante más destacados, y lo mismo ocurriría con el general O’Donnell y
el nuevo partido de la Unión Liberal. La aparición de esta última fuerza política en 1858, fruto de la confluencia del sector llamado “puritano” del partido moderado –que creía que el sistema constitucional requería del
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compromiso de gobierno de, al menos, dos partidos– y del ala civil de los
progresistas –hartos de la tradición revolucionaria de su partido– supuso
una gran oportunidad de estabilización del régimen constitucional. Por primera vez, en la última década del reinado de Isabel II, hubo un relevo pacífico en el poder entre los moderados y los unionistas. Ambas fuerzas y sus
líderes se esforzaron por convencer a los progresistas de optar definitivamente por las vías políticas de la legalidad y olvidarse de juntas revolucionarias y pronunciamientos militares. No fue posible. El progresismo
rechazó la integración, y la represión de sus tentativas insurreccionales, en
las que destacaría el general Prim, llevó a la ruptura de la estabilidad constitucional. O’Donnell rompió con Isabel II por el grado de represión a utilizar con el progresismo rebelde y murió a finales de 1867 retirado en
Francia. Narváez desapareció, a su vez, en el verano del 68, y esa situación,
que despejaba el camino del poder a los dos nuevos “espadones”, Serrano,
a la cabeza del unionismo, y Prim, del progresismo, exacerbó al máximo la
ambición de ambos. Los dos procedieron, frente a una Reina aislada y sin
recursos políticos, a la última gran ruptura política del XIX: la del Sexenio
revolucionario de 1868 a 1874.
Pero la ambición del ahora regente Serrano y de Prim, jefe del Gobierno, resultaron estériles. La dinámica de la radicalización se impuso
lo mismo que en las etapas revolucionarias anteriores. Empezó por
hacer estallar la coalición revolucionaria que había ocupado el poder:
la formada por los progresistas, los unionistas y los demócratas, que
eran accidentalistas en materia de formas de gobierno. Federales y carlistas se erigieron en potentes polos antisistema a uno y otro extremo
de la coalición. La implantación del sufragio universal no cambió las
costumbres políticas. La insurrección siguió vigente para carlistas y federales; no hubo Gobierno que no ganara las elecciones que convocaba
(cinco consultas generales en los seis años); el parlamento acentuó su
carácter de órgano de la confrontación y de las maniobras políticas,
antes que de la estabilidad de los Gobiernos y de su eficacia legislativa.
España perdió su crédito internacional, primero, con la patética búsqueda de un rey extranjero por parte de una de las monarquías más veteranas del continente. Búsqueda que posibilitó a Bismarck provocar al
Gobierno de Napoleón III y encender la guerra franco-prusiana, y a los
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españoles les proporcionó, ya asesinado Prim, su mentor, un Amadeo
de Saboya bienintencionado y honesto, pero irrelevante. Tras su venida, se rompió la coalición que solo en parte había votado por él. Los
dos partidos resultantes se mostraron incapaces de turnarse en el poder
con un mínimo de tolerancia, lo que obligó al saboyano a marcharse sin
llevar a cabo el trámite de la abdicación.
Vino así la Primera República violando la Constitución vigente de 1869.
Rápidamente los federales se hicieron con ella, expulsando del poder a los
radicales exmonárquicos que habían hecho posible con la ilegalidad el cambio de régimen. Nuevas Constituyentes en medio de una insurrección cantonal que tradujo en la práctica lo que el quimérico Pi y Margall, padre
espiritual y jefe político del federalismo, denominaba “pactos federales sinalagmáticos y conmutativos”. Se trataba de un intento de demoler el Estado de origen ilustrado y realización liberal, pues se le suponía el mayor
obstáculo para el ejercicio efectivo de la libertad individual y colectiva. Pero
la anarquía resultante empujó a Estanislao Figueras, el primero de los “Presidentes del Poder ejecutivo”, que huyó sigilosamente a Francia ante el panorama que presentaba la Federal. Pi y Margall se mostró impotente ante
el cantonalismo y Salmerón rechazó restablecer la pena de muerte por rebelión militar. Únicamente Castelar, el último de ellos, encaró el pavoroso
problema cantonal con poderes excepcionales y las Cortes cerradas. La
insurrección cantonal se añadió al levantamiento carlista iniciado el año
anterior, todavía con Amadeo de Saboya en el trono, y a la Guerra grande
en Cuba, cuyo inicio se remontaba al comienzo del Sexenio.
La República se suicidó la madrugada del 3 de enero de 1874. Las Cortes de exclusiva composición federal, cerradas durante el mandato restaurador de Castelar, estaban bajo la doble presión de los voluntarios
republicanos y de las tropas del capitán general de Castilla y Madrid, el
general asimismo republicano Pavía. Pi y Margall y Salmerón vilipendiaron
a su sucesor por “desnaturalizar” la República y la mayoría federal optó
por elegir a un candidato procantonal, Palanca, en lugar de renovarle los
poderes de excepción al ilustre orador. Pavía cumplió entonces su palabra
de disolver las Cortes si algo así sucedía, y los grupos armados de voluntarios no se presentaron a salvar la República.
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LA RESTAURACIÓN ESTABILIZADORA Y SUS LÍMITES
No cabe duda de que la amarga experiencia del Sexenio, al igual que ocurriera con la del Trienio, determinó una rectificación política que está en
la base de la Restauración. De nuevo la Monarquía y la dinastía, ahora en
la persona de un joven Rey de diecisiete años, Alfonso XII, sirvieron de
fulcro para restablecer un orden constitucional. Cierto que el pronunciamiento del general Martínez Campos en Sagunto impidió que la Restauración hubiese venido por una proclamación en Cortes, tras unas
elecciones que Cánovas estaba seguro de ganar. En todo caso, dejó claro
que se evitaría el exclusivismo moderado. Provenía Cánovas al fin y al cabo
del ala puritana de aquel partido y había pertenecido a la Unión Liberal,
de modo que tenía claro que la estabilización del régimen constitucional
tendría que venir de la normalización de las relaciones entre los partidos
que aceptaran la Monarquía restaurada. Para facilitar la integración, no restableció la Constitución de 1845 y prescindió también de la elaborada por
la revolución de septiembre de 1869, incluido el sufragio universal, que empleó, no obstante, en las Constituyentes que elaboraron la nueva Constitución de 1876. Con frecuencia se emplea el término Monarquía de
Sagunto para minusvalorar la envergadura constitucional de la Restauración y recordar su origen militar. Por no hablar de la pesada lápida con el
epitafio “caciquismo” con el cual Costa y otros autores regeneracionistas
trataron de sepultar al régimen en un escarnio perpetuo.
El “lado bueno” consistió, efectivamente, en dicha estabilización, la cual
más que con un texto constitucional determinado, se consiguió gracias a
la adopción de unas costumbres y usos políticos congruentes con el sistema
constitucional. Lo que durante el reinado de Isabel II no fue posible para
que los Moderados y la Unión Liberal se alternaran pacíficamente en el
poder, se logró en el de Alfonso XII para una renacida Unión Liberal en
forma de Partido Liberal Conservador y un “fusionismo” que acabó recogiendo a toda la vieja y revolucionaria Coalición de Septiembre bajo la jefatura de Sagasta. Por tanto, punto final a la injerencia política de militares
ambiciosos con sendos políticos civiles al frente de los partidos constitucionales. Este logro fundamental requirió, sin embargo, pagar un precio
que a la larga anquilosaría y llevaría a la inoperancia al sistema de partidos
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de la Restauración. El precio en cuestión se lo puso Sagasta al Rey y a Cánovas. El jefe liberal, junto a Alonso Martínez, redactor destacado de la
nueva Constitución, formularon su exigencia ante el Congreso de los Diputados allá por 1880. Puesto que los Gobiernos solían ganar las elecciones que convocaban, la Corona debía responsabilizarse de permitir a cada
partido “la realización” de “sus” elecciones a fin de que hubiera una alternancia efectiva en el poder. Esto es, las elecciones generales, a iniciativa de
los que habían expulsado a Isabel II en nombre de la soberanía nacional y
del sufragio universal (que volvieron a restablecer en 1890), pasaban a un
segundo plano en cuanto a las decisiones políticas fundamentales del acceso y la salida del poder. Venía primero la formación del Gobierno y luego
la celebración de las elecciones, y no a la inversa.
Cierto es que durante toda la primera etapa de los regímenes constitucionales euro-occidentales, la política empezaba después de que se cerraran las urnas. Las ideas, los programas, eran fundamentalmente
parlamentarios y los criterios del Poder moderador tenían una influencia a
menudo determinante. Sin embargo, la demanda de los liberales en el caso
español exigía el poder a plazo fijo, sin tener que someterse a la incertidumbre electoral. Solo así terminaría definitivamente la era de las revueltas populares y los pronunciamientos militares. Cánovas subrayó entonces
hasta qué punto se desnaturalizaba el significado más profundo del régimen
constitucional. Pero fue en vano. El precio de volver a la inestabilidad pasada era demasiado alto como para que, salvo los republicanos y los carlistas, estuvieran dispuestos a pagarlo e, incluso, entre ellos, no todos.
Se creó así una situación casi “consociacional”, como se ha dicho, entre
los dos partidos. Lo esencial de las elecciones no eran la corrupción, el “caciquismo” o los distritos sin oposición, fenómenos característicos de la
política de notables en toda Europa. Lo específico de la Restauración fue
el sistema del “encasillado”, por el cual desde el Ministerio de la Gobernación se elaboraba un gran cuadro del reparto de los escaños en toda
España pensando no solo en el tamaño de la victoria del partido que llevaba a cabo las elecciones, sino los escaños a conseguir por la oposición
constitucional y el resto de las opciones políticas antisistema. No era algo
automático ni fácil y había no pocas luchas de distinto signo en unos y
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CUADERNOS de pensamiento político
otros distritos y, sobre todo, en las circunscripciones urbanas. Pero la clave
de la situación la proporcionaba el esfuerzo de conservadores y liberales
para que el desgaste de un partido por la dificultad de la labor de gobierno,
de una crisis de liderazgo o de alguna catástrofe imprevista, no diera al
traste con “ese” partido.
El turno evitaba que esa posibilidad obedeciera a que unas elecciones
competitivas forzaran a uno de los dos partidos a permanecer dos o más
legislaturas en la oposición. Nadie parecía creer que, sobre todo, el partido
liberal fuera capaz de arrostrar situación semejante sin desintegrarse o
echarse al monte. De este modo, si alguna crisis total de gobierno daba
lugar a la dimisión de este con el líder de la mayoría a la cabeza, el de la
oposición formaba el gabinete de recambio, que entraba a gobernar y se
podía mantener meses en el poder sin temor a ser derribado por la mayoría saliente. Luego, si la Corona estimaba consolidada la confianza depositada en el nuevo Gobierno, entregaba a este el decreto de disolución de
Cortes para obtener así su propia mayoría. En estas condiciones, el partido
saliente no se planteaba ganar las elecciones, sino obtener la representación
más nutrida posible.
Esta conducta del bipartidismo español, que se deterioró gravemente
durante el primer tercio del siglo XX, no podía producir los resultados del
inglés. En el Reino Unido, los tories y los whigs habían permanecido alternativamente décadas en la oposición sin descomponerse ni rebelarse. Fueron los conservadores de Disraeli quienes, tras la reforma electoral de 1867
que impulsaron, comenzaron a colocar la rivalidad entre los dos partidos
en un terreno electoral cada vez más competitivo. Uno y otro partido desarrollaron “máquinas electorales” permanentes de carácter nacional, sin
perjuicio de estar subordinadas a los respectivos grupos parlamentarios.
Una situación como la descrita para España, entre el partido saliente y entrante del poder, se hizo imposible en Gran Bretaña, también a iniciativa
de Disraeli, durante los años setenta del XIX. Si un Gobierno tenía problemas en los Comunes, debía disolver y someterse a las urnas. Algo que
la Corona sancionaba de forma automática. En España, el aparato electoral de conservadores y liberales siguió siendo la Administración del Estado
en sus distintos niveles, y también la judicatura si era menester, sin perjui132
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cio de que existieran pequeñas máquinas electorales de partido locales o
provinciales. La Corona, por tanto, estaba sometida a un peligroso desgaste, al tener que mediar entre liderazgos rivales de los dos partidos, pero
que también eran a menudo intrapartidistas. Cuando un líder conservador
o liberal ambicionaba el poder o consideraba llegada su hora, dirigía su
mensaje a la Corona antes que a los electores. Los Presidentes de Gobierno
siguieron careciendo pues de un aparato de partido, profesional y permanente, que disciplinara los grupos parlamentarios, asegurara la estabilidad
de los Gobiernos y permitiera a estos satisfacer las demandas de un intervencionismo social y económico creciente que contentara la opinión y relegitimase el régimen de la Monarquía parlamentaria.
EPÍLOGO
Si nos fijamos en estas últimas consideraciones, vemos que se refieren al
primer cuarto del siglo XX, y es que lo que suele achacarse al fracaso del
XIX proviene exactamente de esas dos décadas, que se iniciaron con el desastre del 98 que marcó el comienzo del nuevo siglo. Hubo entonces un
cambio en el clima intelectual que, si por un lado, dio paso a las realizaciones literarias que bautizaron de “Edad de Plata” la cultura española del
periodo, por otro, en el terreno del pensamiento político y social8, se adentró en una confusión cada vez más alejada de los valores liberales. A esa
confusión contribuyó el alejamiento y la subestimación de la política, de la
historia política, así como la ignorancia de la economía.
La proliferación de Constituciones en el siglo XIX dio paso al menosprecio y la burla de la ingeniería constitucional, puro formalismo que no
tocaba la auténtica hondura de los problemas históricos que, en lo esencial, no eran políticos. Por la misma razón la “intrahistoria” unamuniana
o, con anterioridad, el tratamiento literario de nuestra historia contemporánea en los Episodios Nacionales de Pérez Galdós, dio de lado la rica experiencia de toda esa trayectoria política, que se consideraba un conjunto
8
Un excelente y contenido análisis de ese clima intelectual y sus limitaciones, en Julián Marías,
España ante la historia y ante sí misma (1898-1936), Madrid, Espasa-Calpe, 1996.
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de luchas inextricables y a menudo estériles. Limitémonos a mencionar
que, pese a tanta execración del caciquismo, no se desarrollaron los estudios electorales. Ni pese a los intensos debates sobre la Ley de 1907, de
Maura, puede decirse que se tuviera conciencia de la importancia de los
sistemas electorales para despejar el camino a la democracia representativa moderna, cuya gestación en distintos países europeos no era objeto
de análisis comparativo alguno. En realidad, porque la democracia en las
sociedades urbanas e industrializadas distaba de ser un ideal, ni siquiera un
horizonte deseado con claridad. El debate sobre los nuevos partidos “máquina” y sus efectos sobre el régimen parlamentario, así como su papel en
la movilización y organización de una democracia, tampoco tuvo eco en
el nuevo clima intelectual.
De esta desorientación da idea que el debate suscitado por el libro de
Moisei Ostrogorski (1912) sobre los nuevos partidos surgidos en el mundo
anglosajón y sus efectos sobre el régimen liberal parlamentario no tuviera
repercusión en España. Tampoco las matizaciones del inglés Lowell al hipercrítico autor ruso. El estudio coetáneo de Robert Michels sobre las paradojas de la democracia en la socialdemocracia alemana, que producía
una élite prácticamente inamovible, o las lúcidas consideraciones de Max
Weber en su conferencia El Político, de 1920, con su distinción entre la
ética de la responsabilidad y de la convicción, y su concepción de la democracia como la competencia de líderes políticos con o sin “carisma”,
apoyados en “máquinas” electorales profesionalizadas, tampoco encontraron resonancia.
Por el contrario, a lo largo de estos años es posible encontrar una creciente deriva corporativista y autoritaria frente al parlamentarismo inoperante, al tiempo que políticos e intelectuales de primera fila, como Maura
y Romanones u Ortega y Gasset, consideraban periclitados los que denominaban los “grandes partidos”, que identificaban sin embargo con las agrupaciones parlamentarias tradicionales de los conservadores y los liberales,
ignorando las realidades organizativas de la democracia de masas. Nada estremecedor, sin embargo, si comparamos este desconcierto y batiburrillo
reinantes en el territorio del regeneracionismo español con las corrientes
en auge para el periodo en otros países europeos, que describe y analiza sin
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la menor concesión Hannah Arendt en el primer y segundo de los tomos
de su trilogía sobre el totalitarismo, titulados elocuentemente Antisemitismo
e Imperialismo (y Racismo), respectivamente.
Para terminar, una muestra de la dificultad de enfocar la preservación y
el desarrollo de la herencia liberal del XIX en todos los planos, pero sobre
todo en el político. Al comienzo de este artículo comentaba algunos de los
juicios, con y sin firma, pero inconfundibles, que Ortega y Gasset expuso
con gran asiduidad en el recién fundado periódico El Sol. Desde sus columnas siguió las vicisitudes de los últimos años de la Restauración exhibiendo un enfoque severo y despectivo que le llevó, entre otras cosas, a
lamentar que las Juntas de Defensa no hubieran liquidado la herencia de
Cánovas en junio de 1917. Por el contrario, en sus Ideas políticas (julio de
1922) distingue entre los problemas políticos de España que, no sin flagrantes contradicciones, diagnostica causados por la ausencia de un Parlamento sin partidos, pero dotado de difusas “articulaciones parlamentarias”
en el lugar de los nefastos partidos “históricos”.
Sin embargo, cuando en España invertebrada (octubre de 1922) pasa a
examinar el “mal histórico” que genera la decadencia de España, algo por
tanto mucho más profundo que el problema del tipo de parlamentarismo,
nos quedamos atónitos ante el juicio siguiente: “Va de Francia a España lo
que va del franco al visigodo”. Habían tenido los hispano-romanos la mala
suerte, según Ortega, de ser conquistados por una tribu germánica demasiado romanizada, en lugar de otra más poseída por el espíritu de conquista
y el elitismo guerrero que, al parecer, era lo que le había venido faltando a
los españoles durante siglos: élites. De ahí que “La historia de España entera, y salvas fugaces jornadas, ha sido la de una decadencia”9. Habíamos
dejado atrás el siglo de la libertad política y del progreso económico para
entrar en la centuria de las enormidades.
9
Ortega y Gasset, O.C. cit. pp. 497 y 502.
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PALABRAS CLAVE
•
•
•Progresismo•Moderantismo
España Siglo XIX Liberalismo
Monarquía constitucional
•
RESUMEN
ABSTRACT
El siglo XIX fue decisivo en la Historia
de España por tres motivos fundamentales. Durante sus años se aclimató
entre nosotros el régimen monárquico
constitucional, se consolidó y racionalizó la unidad del Estado y se organizó la
economía de mercado, que lentamente
fue pasando del predominio rural y agrario al urbano e industrial. Asimismo, prosiguió la emancipación de la cultura
laica en todos los órdenes de la tutela
eclesiástica que se había iniciado en la
Ilustración.
The 19th century was essential in the
History of Spain for three main reasons.
In those years our regime as a constitutional monarchy settled amongst us, the
unity of the State became consolidated
and rationalised, and a market based
economy was organised, slowly shifting
from a rural and agrarian predominance
to a urban and industrial one. Furthermore, the emancipation of secular culture continued throughout all orders of
the church tutelage that had stared with
the Enlightenment.
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CARLOS ECHEVERRÍA JESÚS
EL DESMORONAMIENTO
DEL ESTADO LIBIO
Consecuencia de decisiones precipitadas
en política exterior y de seguridad
INTRODUCCIÓN
as revueltas en Libia comenzaron el 15 de febrero de 2011 y, como las
que estallaron en Siria el 25 de marzo del mismo año, han desembocado desde entonces y hasta la actualidad en sendos procesos de deterioro de la seguridad con agudas consecuencias dentro y fuera de las
fronteras de ambos Estados árabes. Concentrándonos en el caso de Libia
veremos cómo en algo más de cuatro años desde su inicio, las revueltas
degeneraron rápidamente en una guerra civil en la que intervinieron directamente diversos actores foráneos, y aunque algunos pusieron fin formal a la misma con el linchamiento del coronel Muammar El Gadaffi, el
20 de octubre de 2011 en Sirte, la realidad es que el país sigue siendo hoy,
en la primavera de 2015, escenario de caos y conflictos sin visos de una
pronta solución1.
L
Carlos Echeverría Jesús es profesor de Relaciones Internacionales de la UNED y analista del GEES.
1
Para ilustrar las revueltas y la guerra civil en Libia, tema en el que no entramos en detalle en
el presente artículo, véase Carlos Echeverría Jesús, “Revueltas, guerra civil tribal e intervención militar extranjera en Libia”, Anuario Español de Derecho Internacional, nº 27, Editorial de
la Universidad de Navarra, 2011, pp. 185-201.
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CUADERNOS de pensamiento político
FICCIÓN DEMOCRÁTICA EN UNA SOCIEDAD TRIBAL Y
DESESTRUCTURADA SOMETIDA A UN PROCESO TRAUMÁTICO
DE CAMBIO
Las revueltas en Libia generaron, como en el resto de Estados árabes
afectados por dicho proceso, que muchos voluntaristas rápidamente
bautizaron como “Revoluciones Árabes” o incluso “Primaveras Árabes”,
caos y violencia con intensidades diversas. En Libia, Siria o Yemen agudizaron tensiones y degeneraron en situaciones de guerras abiertas en los
tres casos que llegan hasta la actualidad; en Túnez y Egipto al caos inicial le siguieron procesos de reconducción política que, en cualquier
caso, han alterado la seguridad de ambos Estados; en Bahrein las revueltas fueron abortadas violentamente con una intervención militar foránea liderada por Arabia Saudí; y, finalmente, los esbozos de revueltas
en Argelia (en enero de 2011) y en Marruecos (en febrero del mismo
año) pudieron ser reconducidos pero también llevaron a algunos cambios políticos.
En Libia, Gadaffi había subido al poder como resultado del golpe de
Estado que el 1 de septiembre de 1969 derrocó la monarquía de Idriss
I, aprovechando la ausencia del monarca del país. Los cuarenta y dos
años de régimen gadaffista fueron complejos, sobre todo por el perfil de
un Jefe de Estado pintoresco, que no solo inició arriesgadas aventuras exteriores –propiciando procesos de unidad árabes y/o africanos, apoyando a movimientos revolucionarios y terroristas por doquier y
provocando y enfrentándose a importantes actores como los EE.UU.–,
sino que de puertas adentro diseñó desde mediados de los setenta un
surrealista modelo de Estado.
La Jamahiriya o “Estado de las Masas” en la que no había Jefe de Estado sino “Líder”, en la que “cada libio era presidente” en aplicación del
Libro Verde y sus excéntricos contenidos, y en la que una red de Comités y Consejos Populares constituían formalmente la superestructura del
Estado, mantuvo al país y a su población ajenos a las corrientes de la historia. Por ende, Libia era y es un país con muy poca población, con una
compleja estructura tribal que Gadaffi controlaba bien en su dimensión
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DESMORONAMIENTO DEL
ESTADO LIBIO / CARLOS ECHEVERRÍA
JESÚS
de líder de la tribu de los Gadarfa, y enormemente rico gracias a los
abundantes hidrocarburos que se extraen de su subsuelo desde la década de los setenta2.
Libia había sido creado como Estado por la ONU en 1951, agrupando
territorios que en parte habían sido colonia italiana desde la invasión iniciada tardíamente, en 1911, y que fueron también campo de batalla durante la Segunda Guerra Mundial. Un conglomerado de tribus controladas
por Gadaffi con una mezcla de coacción y generosas dádivas, escasa población, endebles estructuras estatales y abundante población extranjera
atraída por la enorme riqueza del país, fue el escenario en el que estallaron
las revueltas en febrero de 2011. A ello hemos de añadir, además, el hecho
de que la oposición al régimen gadaffista había sufrido importantes reveses en las décadas que duró su régimen y, aunque en tan largo tiempo reunió a actores muy variados, los que despuntaron siempre fueron los
islamistas más o menos radicalizados. También es importante señalar que
dichos islamistas opositores se concentraban tradicionalmente en la región
oriental del país, en la Cirenaica.
Por todo lo dicho, a nadie sorprendió que las revueltas estallaran también en Libia, que tuvieran su implantación más visible en dicha región
de la Cirenaica –con su epicentro en la capital de la misma, Bengasi–,
que los islamistas tuvieran un protagonismo evidente en las mismas, que
provocaran rápidamente fracturas en el seno de un “Estado” endeble y,
finalmente, que cosecharan no pocos apoyos fuera de Libia dada la escasez de aliados y de amigos que mostró tener Gadaffi en tales momentos de dificultad3.
La desaparición física del líder libio y la ruptura con un statu quo que
cuando menos había dado estabilidad a una sociedad compleja por tribal, el estancamiento del Estado en términos económicos –combinándose la paralización de la extracción y exportación de hidrocarburos y
la huida de muchos inmigrantes que mantenían operativos los diversos
2
3
Guy Georgy, Khadafi: Le berger des Syrtes, París, Flammarion, 1996, pp. 71-177.
Roula Khalaf, “Misplaced nostalgia for Libya’s Colonel Gaddafi”, Financial Times, 5 de mayo de
2015.
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CUADERNOS de pensamiento político
sectores económicos– y la multiplicación de actores armados, caracterizaron a la Libia resultante de la guerra civil y del derrocamiento del
régimen. Tal situación ha perdurado hasta hoy, independientemente de
que se hayan celebrado ya dos elecciones generales –en los veranos de
2012 y de 2014– y de que diversos primeros ministros junto con sus
respectivos gabinetes, puedan inventariarse hasta la fecha. Como veremos en los siguientes epígrafes, el activismo armado de diversos grupos
y milicias, más el protagonizado por actores islamistas varios, alimenta
el caos en el país y lo acerca a su transformación en un verdadero Estado fallido4.
Los campos de batalla son múltiples en Libia hoy, con epicentros en
términos de actualidad en tres barrios de la ciudad de Bengasi, con combates en Sirte, en las inmediaciones de Trípoli, en regiones meridionales del
Fezzan –estos, entre elementos tribales Tubu y Tuareg– y en la frontera
con Túnez, pero hemos de advertir de que este esbozo de inventario de escenarios bélicos en clave de actualidad no es exhaustivo dada la fluidez de
la situación5. El caos actual lo ilustra en buena medida la realidad que
vamos a analizar en el siguiente epígrafe, caracterizada por la existencia simultánea de dos Gobiernos y de dos Parlamentos desde que hace casi un
año se celebraran las segundas elecciones legislativas.
DOS GOBIERNOS Y DOS PARLAMENTOS, PERO NI SIQUIERA
DOS BANDOS
Referirse a dos Ejecutivos y a dos Legislativos –unos en Trípoli, formados
por quienes no aceptando los resultados de las elecciones de junio de 2014
se consideran herederos en términos de legitimidad de los órganos preexistentes a dichos comicios, y los otros huidos a la Cirenaica y que surgieron de los resultados de las elecciones que los anteriores cuestionaban y
siguen cuestionando– es hoy la primera aproximación al caos libio. En rea4
5
“Militia: Libya tackles Islamist militant groups”, Jane’s Islamic Affairs Analyst (Section: Africa.
Country: Libya), 28 de mayo de 2014.
“En Bref. Libye”, El Watan (Argelia), 27 mayo de 2015.
140
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lidad, Libia en términos políticos y de seguridad es aún más contradictoria y compleja de lo que dicha realidad refleja.
Ello es así porque ambos bandos están trufados cada uno de ellos de
múltiples contradicciones, haciendo del presente y del futuro de Libia un
gran interrogante y haciendo aún más difícil el trabajo de quienes desde
fuera, con la Organización de Naciones Unidas (ONU) a la cabeza, pretenden encontrar fórmulas de entendimiento entre el máximo número posible de actores para que se pueda desembocar en un proceso de
normalización y estabilización pacíficas del país.
Tal es el esfuerzo canalizado a través de la Misión de Naciones Unidas
de Apoyo a Libia (UNSMIL, en sus siglas en inglés) liderada por el diplomático español Bernardino León. Este ha agotado hasta la actualidad
(mayo de 2015) un total de tres planes sometidos a los actores políticos libios reunidos en diversos escenarios (Lausana, Argel o la marroquí Sjirat),
y los tres han sido rechazados por los participantes e ignorados por los ausentes. A los esfuerzos protagonizados por Bernardino León se unen los
que tratan, con su epicentro en Egipto, de atraer al máximo de líderes tribales libios, recuperando con ello –y aunque no se diga– la estrategia aplicada con éxito por Gadaffi durante décadas: el problema es que tal
iniciativa, ahora mismo en curso en una nueva fase, no logra atraer a un número suficiente de representantes tribales, quedando además fuera por
ahora de las reuniones, y por decisión propia, algunas de las tribus más importantes del país6. De las 140 tribus diferentes censadas por la ONU, Gadaffi tenía bajo control, al menos, a los quince grandes jefes tribales que
agrupaban a las principales –y entre ellas a federaciones de varias–, pero
ahora el caos imperante en el país se ha extendido a la dinámica de las tribus y sus representantes: el presidente del Comité de Notables Libios para
la Reconciliación, Mohamed El Mobachir, expresaba su rechazo a la reu-
6
En octubre de 2014, Egipto ya intentó reunir a los principales líderes tribales de la Cirenaica, para tratar precisamente de acabar con el creciente número de secuestros de súbditos egipcios en dicha región. Con respecto a la reunión de ahora en El Cairo, el rechazo
de los líderes Tuareg y de la tribu de Zintán deslucen sin duda la celebración. Véase
Eva Dadrian, “Long-delayed tribes conference under way in Cairo”, Libya Herald, 26 de mayo
de 2015.
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CUADERNOS de pensamiento político
nión de mayo en El Cairo al considerar, como han hecho también los representantes de Zintán y de los Tuareg libios, que tal reunión no debe celebrarse en el extranjero, sino en Libia7.
Aunque es una obviedad y también lo trataremos más adelante, debemos
recordar aquí la eficaz labor de acoso y derribo que contra los esfuerzos negociadores llevan adelante los diversos grupos terroristas yihadistas actuando
en Libia, desde las diversas antenas de Ansar Al Sharía hasta el Estado Islámico
(EI)8. La actitud refractaria de los distintos actores libios ante cualquier atisbo
de injerencia directa en los asuntos propios hace y hará difícil lograr avances
en este tipo de negociaciones. Es ilustrativa la expresión de rechazo a la reunión de líderes tribales de El Cairo por considerarla, por algunos actores libios, como un intento de encontrar un “Hamid Karzai” para Libia. Se evoca
con ello la Loya Jirga, forzada por Occidente y por la ONU en Afganistán en
2002, que hizo emerger la figura de quien sería durante años presidente del país
e interlocutor con el mundo. Por otro lado, la dinámica de enfrentamientos
entre tribus sigue además adelante en plena celebración de la reunión cairota,
destacándose un escenario no tratado hasta ahora y que es el meridional del
Fezzan, donde se enfrentan los Tubu y los Tuareg sin que el intento de mediación del primer ministro Abullah Al Thinni haya dado resultado alguno9.
EL GOBIERNO DE TRÍPOLI Y LOS HEREDEROS DEL CONSEJO NACIONAL
GENERAL (CNG): LA COALICIÓN AMANECER LIBIO
El Gobierno de Trípoli, dominado en buena medida por los grupos y
actores islamistas arropados militarmente por poderosas milicias como
la de Misrata, no es el internacionalmente reconocido, aunque en términos de desarrollo político y judicial interno sí fue reconocido como
el único Gobierno de Libia por el Tribunal Supremo del país el pasado
otoño. Si los jueces decidieron en libertad o no es otra cuestión, pero
7
8
9
“En bref: Libye”, El Watan, 26 de mayo de 2015.
“IS terror attacks aim to wreck the Dialogue: UNSMIL”, Libya Herald, 23 de mayo de 2015.
Mustapha Khalifa, “Tebu-Tuareg clashes continue in Obari despite mediation attempts”, Libya
Herald, 24 de mayo de 2015.
142
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que dicha sentencia está ahí y que algunos la invocan es una evidencia.
Dicho Gobierno está arropado por una coalición de milicias, la mayoría de ellas dominadas por islamistas y siendo la más poderosa de entre
ellas la de la ciudad de Misrata, que se conoce como Fajr Libia (Amanecer Libio)10.
Como quiera que los Hermanos Musulmanes tienen una presencia dominante en este “bloque”, ello le ha venido permitiendo al mismo contar
con importantes apoyos exteriores, particularmente de Qatar y de Turquía.
La labor de los Hermanos Musulmanes dominando el Consejo Nacional
General durante prácticamente dos años permitió consolidar un bloque islamista potente, algo que se agilizó además usando la legislación producida
en beneficio propio. Una de las herramientas más visibles y eficaces fue la
adopción por el CNG, el 5 de mayo de 2013, de la llamada Ley sobre la
Exclusión Política aplicada a responsables del antiguo régimen, un instrumento ideal para “limpiar” el campo político de opositores abonándolo a
unos sectores islamistas que jamás tuvieron contacto alguno con el régimen
dada la hostilidad manifestada hacia los mismos por Gadaffi11.
En realidad Faj Libia es un conglomerado de tribus y de milicias armadas de mayor o menor envergadura, y cuya fidelidad a un poder superior
–el del Gobierno de Trípoli– no es plena. Buen ejemplo en términos de
actualidad era el secuestro por la katiba o falange Al Madfayia Wal Sawarikh, formalmente aliada de Fajr Libia y de la milicia de Misrata, de 172
ciudadanos tunecinos con el fin de canjearlos por Walid El Klibi, jefe de
dicha milicia capturado por la Policía tunecina el 14 de mayo en el Aeropuerto de Túnez-Cartago12.
10
11
12
Carlos Echeverría Jesús, La milicia de Misrata, Documento de Investigación del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE), nº 03/2015, Colección Grupos Militantes de Ideología Radical y Carácter Violento, Área 2, Región MENA y Asia Central, mayo de 2015, pp. 1-14, en
www.ieee.es.
Mourad Sellami, “La Libye se dirige t-elle vers la partition? Les islamistes veulent ressusciter
le Conseil national général”, El Watan, 25 de agosto de 2014.
Túnez vive con preocupación dicha situación recordando el secuestro durante varios meses de
dos de sus diplomáticos, en Trípoli en 2014, o el asesinato de dos periodistas tunecinos el
pasado enero. Véase “Libye: 172 tunisiens pris en otages par une milice islamiste du groupe
Fajr Libya”, Jeune Afrique, 18 de mayo de 2015.
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CUADERNOS de pensamiento político
EL GOBIERNO DE AL BAIDA Y EL PARLAMENTO DE TOBRUK
La violencia generada en la región de la Tripolitania en el verano de 2014
provocó la huida de los representantes populares elegidos en las elecciones de junio, que constituyen el Parlamento con sede en Tobruk y del que
ha salido el Gobierno con sede en Al Baida13. Estos son los órganos Ejecutivo y Legislativo reconocidos por la comunidad internacional desde entonces y hasta hoy. El destino inicial de dicho Parlamento era Bengasi,
pero los combates en dicha ciudad –que aún siguen casi un año después–
lo impidieron, trasladándose en su lugar a un lujoso hotel en Tobruk. Un
atentado suicida en el acceso al mismo, el pasado diciembre, llevó al Ejecutivo a instalarse en un barco en la base naval de la ciudad14.
Incluso este Gobierno y este Parlamento no constituyen un todo coherente, sino que también aquí tenemos fisuras y contradicciones varias entre
actores abundantes. Formalmente dichos órganos incluyen a liberales, a
antiislamistas y a exgadaffistas, listado que ya da muestras de lo variado
por contradictorio del “bando”.
El frente armado de este supuesto “bando” oficialista lo componen actores varios que van desde otra milicia importante durante las revueltas y
la guerra civil, como es la de Zintán, hasta el embrión de Ejército libio cuyo
proyecto es dirigido por el general Khalifa Haftar. Este último, antiguo oficial gadaffista autoexiliado a los EE.UU. en la década de los ochenta, fue
nombrado a principios de marzo jefe de Estado Mayor del Ejército libio
–mejor sería hablar de “embrión de Ejército”–, pero no debe ser considerado de forma automática como aliado incondicional del Gobierno que le
ha aupado a tal posición.
En términos de apoyos exteriores, son los enemigos de la formación
de los Hermanos Musulmanes –fundamentalmente Arabia Saudí,
13
14
La huida se produjo cuando en agosto de 2014 la coalición Amanecer Libio se hizo con el control de la capital. Véase Mourad Sellami, “Les enjeux de la bataille de l’aéroport de Tripoli”, El
Watan, 22 de julio de 2014.
Ayman Al Warfalli, “Libyan prime minister says survives assassination attempt”, Reuters, 27
de mayo de 2015.
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EL
DESMORONAMIENTO DEL
ESTADO LIBIO / CARLOS ECHEVERRÍA
JESÚS
Egipto y Emiratos Árabes Unidos (EAU)– los que sostienen financiera
y armamentísticamente a este “bando”. Por otro lado, y dada la complejidad descrita, algunos países árabes no pueden permitirse relacionarse claramente con un bando frente a otro, sino que cuestiones como
la presencia de nacionales suyos en territorio libio y/o la proximidad
geográfica les obligan a tratar con los dos: es el caso de Túnez, cuyo
pragmatismo obligado le ha llevado a reabrir el Consulado en Trípoli,
que había sido cerrado por el Gobierno anterior, del primer ministro
Mehdi Jomaa. Este había privilegiado las relaciones con el Gobierno
de Tobruk siguiendo la estela en términos de reconocimiento de la comunidad internacional y había llegado incluso a suspender la conexión
aérea entre Túnez y Trípoli15.
El intento de asesinato del primer ministro Al Thinni, en Tobruk, el 26
de mayo, es el mejor indicador de la gravedad de la situación y de la complejidad de la misma. Algunos analistas centran además tal intento de asesinato en oscuras disputas entre actores varios para controlar herramientas
importantes del Estado libio como es la Libyan Investment Authority
(LIA), que no solo se disputan uno y otro bando sino también diversos actores dentro de cada uno de ellos16. Recordemos, por otro lado, que el primer ministro Al Thinni ya había sufrido otra agresión en abril de 2014, y
que su predecesor Alí Zeidán había llegado incluso a ser secuestrado durante algunos días por una milicia17.
15
16
17
Diversos secuestros e incluso asesinatos de ciudadanos tunecinos, y el hecho de que la mayoría de los inmigrantes tunecinos en suelo libio estén establecidos en la Tripolitania, justifican la actitud pragmática explicada por su ministro de Asuntos Exteriores, Taieb Baccouche,
en visita oficial a España. Véase “Es difícil evitar la infiltración de yihadistas de Libia en Túnez”,
El País, 27 de mayo de 2015, en http://internacional.elpais.com/internacional/
2015/05/27/actualidad/1432741051_323496.html
La LIA, junto con otros órganos como la National Oil Company (NOC) o el Banco Central son
órganos en disputa entre ambos Ejecutivos. Véase Frédéric Bobin, “En Libye, le premier
ministre du gouvernement de Tobrouk visé par un attentat”, Le Monde Afrique, 27 de mayo
de 2015.
“Le premier ministre libyen échappe à une tentative d’assassinat”, Le Monde Afrique, 26 de
mayo de 2015 y “Gunmen attack Thinni’s car in Tobruk”, Libya Herald, 26 mayo de 2015 y
“Libye: Abdallah Al Theni échappe à un attentat”, El Watan, 28 de mayo de 2015.
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CUADERNOS de pensamiento político
CAOS CRECIENTE, EMERGENCIA DE ACTORES TERRORISTAS
Y GRAN PASILLO PARA LA INMIGRACIÓN IRREGULAR MASIVA
El caos aquí analizado allana el camino a dos tipos de actores que desafían
la seguridad de Libia y de su entorno más o menos inmediato: la proliferación de grupos terroristas, con especial atención al EI, y el agravamiento
de la situación de Libia en términos de zona de tránsito para los tráficos ilícitos, particularmente el de seres humanos.
La consolidación de grupos armados de perfil yihadista, como las diversas antenas libias de Ansar Al Sharía (en Bengasi, Sirte y Dernah) y la
irrupción de un EI que controla ya ciudades como Dernah (en su totalidad
y tras absorber y/o imponerse a Ansar Al Sharía, y Sirte, en buena parte
de sus barrios) y que incluso ha tenido la osadía de declarar tres provincias
que abarcan la totalidad del territorio libio (Barqa o Cirenaica, Tripolitania
y el suroccidental Fezzan), nos obliga a destacar en términos de presente
y de futuro tales actores. A título de ejemplo, las fuerzas del general Haftar, que incluyen las únicas unidades aéreas existentes en el país, llevan
meses tratando de desalojar a Ansar Al Sharía de Bengasi sin éxito hasta
la fecha, pues el Consejo de la Shura de los Revolucionarios de Libia surgido en las revueltas sigue siendo el actor protagonista en la segunda ciudad de Libia e importante valedor de grupos yihadistas salafistas varios18.
Desde que estallaran las revueltas y en menos de una semana estas se
transformaran en una guerra civil, la violencia en Libia no ha hecho sino
alimentar a actores también violentos en su entorno geográfico más o
menos inmediato, tanto por la proliferación de armas liberadas de los bien
nutridos arsenales libios, como por la irradiación de grupos yihadistas salafistas libios redinamizados; y tanto a todos los países vecinos (Argelia,
Egipto, Níger y Túnez), como a destinos más lejanos pero igualmente importantes para el altar yihadista como es Siria, y ello sin olvidar los ataques terroristas a intereses diplomáticos en suelo libio19.
18
19
Ayman Amzien, “Libyan National Army takes more casualties in Leithi and Sabri”, Libya Herald,
24 de mayo de 2015.
“Bomb explodes at Spanish embassy in Libyan capital”, Reuters, 21 de abril de 2015.
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EL
DESMORONAMIENTO DEL
ESTADO LIBIO / CARLOS ECHEVERRÍA
JESÚS
De las consecuencias más inmediatas recordemos en primer lugar la
desestabilización de Malí, a la que hay que sumar ataques lanzados desde
suelo libio, como el de la planta de gas de Tiguentourine, cerca de In Amenas, en la región argelina de Illizli, en enero de 2013, o los dos atentados
suicidas sufridos por Níger en mayo de ese año. Con respecto a Egipto
destacaremos el ataque en su suelo que costó la vida a treinta y dos militares en el verano de 2014, cerca de la frontera común. Finalmente, recordemos también que los terroristas que atacaron el Museo Nacional de El
Bardo, el pasado 18 de marzo en Túnez, provocando veintidós muertos
(veintiún turistas extranjeros y un policía tunecino), habían sido entrenados en un campo terrorista libio20.
En cuanto al desafío migratorio irregular de carácter masivo, los últimos
meses han mostrado el agravamiento del problema, pues el caos libio ha
sido y es aprovechado por unos traficantes que han convertido al país magrebí en una gran autopista de canalización de irregulares hacia las aguas
del Mediterráneo para acceder a Europa21. A la gestión de la inmigración
irregular masiva se dedican la multiplicidad de actores hostiles inventariados en suelo libio: de la trata de seres humanos acusan algunas fuentes a
la milicia de Zintán, dominante en la región occidental de la Tripolitania,
que es de donde parten la mayoría de los irregulares22.
Pero en esto también es destacable el bloque contrario al de Tobruk
–evocado al referirnos a la milicia de Zintán–, pues también las fuerzas de
Amanecer Libio, que amparan al Gobierno de Trípoli, destacan en las últimas semanas por su colaboración en la lucha contra la inmigración irregular masiva, aunque lo hacen en el contexto de la planificación europea
de operaciones militares para destruir las redes logísticas de los traficantes.
Su actitud, ahora colaboradora, no debe engañar a nadie, pues con ella, y
aparte de intentar arrogarse un reconocimiento internacional como actor,
20
21
22
Frédéric Bobin, “Le douloureux dilemma diplomatique de la Tunisie sur la Libye”, Le Monde
Afrique, 18 de mayo de 2015.
“EU must help stop all smuggling, not just human traffickiers: Wafa Bugaighis”, Libya Herald,
23 de mayo de 2015.
Elena González, “Lo que Europa no quiere contar de la gestión de fronteras en África”, Eldiario.es, 21 de mayo de 2015.
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CUADERNOS de pensamiento político
se demuestra que capacidades no faltaban para haber impedido ofensivas
migratorias masivas desde la Tripolitania como las que se vienen produciendo desde enero23.
A modo de conclusión, podemos destacar que la aparición de actores
y de factores producida en Libia desde la primavera de 2011, unida a las
características propias del país y a la influencia en el mismo y en la región
de riesgos y amenazas de difícil gestión por su envergadura y gravedad,
permiten prever que la inseguridad perdurará.
PALABRAS CLAVE
•
•
África Libia Seguridad internacional
Instituciones democráticas
•
•Islamismo•Estado de Derecho
RESUMEN
ABSTRACT
Libia sufre desde febrero de 2011,
cuando comenzaron las revueltas, un
acelerado proceso de deterioro de la seguridad reflejado en violencia generalizada, caos económico, incremento de
los tráficos ilícitos y creciente amenaza
de fraccionamiento del país. Nacido artificialmente a la independencia en
1951, es buen ejemplo de Estado endeble, una compleja sociedad tribal
unida por el peculiar régimen establecido por Muammar El Gadaffi que, tras
su desaparición, se ve cada vez más
cuestionado.
Libya is suffering, ever since the revolts
started in February 2011, a rapid deterioration of security which can be seen in
the country’s widespread violence, economic chaos, increase of illicit trafficking, and the growing threat of the
country splitting up. Artificially born to independence in 1951, it stands as a good
example of a weak State, a complex
tribal society joined by the peculiar
regime established by Muammar alGaddafi which, after disappearing, is increasingly questioned.
23
En dos semanas de mayo las fuerzas de Amanecer Libio habían evitado la salida desde la Tripolitania de un millar de irregulares, y en sus centros de detención o internamiento se estimaban en 7.000 los irregulares concentrados. Véase “Libya Dawn nabs 600 more migrants”,
Libya Herald, 23 de mayo de 2015.
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ANA BELÉN PERIANES BERMÚDEZ
LA EXTENSIÓN DEL ESTADO ISLÁMICO
POR EL NORTE DE ÁFRICA Y EL ÁFRICA
SUBSAHARIANA
Consecuencias para la seguridad europea
INTRODUCCIÓN
a estabilidad en el norte de África y el África Subsahariana (al igual
que el Sahel) es un objetivo clave para Europa, ya que el nivel de seguridad interna de los países que forman estas regiones produce consecuencias tanto a nivel regional como global.
L
A la inseguridad estructural que plantea el Sahel para Europa al haberse
constatado que su territorio es zona de retaguardia, de adiestramiento y
campo de batalla de al-Qaeda en el Magreb Islámico en colaboración con
las redes del crimen organizado transnacional, se ha de añadir el riesgo que
supone la organización del Estado Islámico (también conocida como
Daesh) para la estabilidad del norte de África y el África Subsahariana y, por
ende, para la seguridad europea. El denominado Estado Islámico no solo supone una amenaza para los millones de habitantes a los que somete en la
actualidad con su totalitaria y despiadada forma de dominio, sino que a traAna Belén Perianes Bermúdez. Experta en seguridad en el Mediterráneo, Próximo Oriente y Oriente
Medio. Miembro de la Asociación de Diplomados Españoles en Seguridad y Defensa (ADESyD).
JULIO / SEPTIEMBRE 2015
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CUADERNOS de pensamiento político
vés de su expansión por el norte de África y el África Subsahariana adquiere
una dimensión global, acercándose cada vez más a Europa.
Libia se convirtió en la punta de lanza de la expansión del Estado Islámico por el norte de África tras la fundación en octubre de 2014 en la ciudad oriental de Derna de la primera franquicia de la organización fuera de
Siria e Irak, esto es, el conocido como Estado Islámico de Barqa. Desde la
zona oriental libia, se propagó su presencia al Estado Islámico de Tripolitana y al Estado Islámico de Fezzan. Además, en su avance por el norte de
África, también se produjo en Egipto el juramento de lealtad de Ansar Beit
al Maqdis, así como el del grupo argelino Soldados del Califato. La situación de caos y deterioro de la seguridad que sufre Libia favorece la propagación de la violencia yihadista tanto en las fronteras internas del país como
por los países de la región.
Respecto a Túnez, cabe apuntar que junto al repunte de la actividad yihadista que venía sufriendo en la región de Kasserine, en la frontera oeste
con Argelia, el atentado cometido en la capital del país el 18 de marzo de
2015 y reivindicado por la organización del Estado Islámico, sacudió la frágil transición política que vive el país. Las amenazas a la seguridad e inestabilidad que afectan tanto al propio país y a su vecina Libia como al resto
de la región podrían detener los avances que ha realizado la transición política tunecina. Además, es probable que debido al elevado número de víctimas extranjeras que se produjo en el anteriormente referido atentado, se
frene el turismo en el país y, con ello, uno de los pilares económicos fundamentales para el PIB tunecino.
La organización del Estado Islámico extendió, además, su presencia
hasta el África Subsahariana tras aceptar el juramento de lealtad mostrado
por el líder de Boko Haram a principios de marzo de 2015. De este modo,
el noroeste de Nigeria, el área en que la referida organización terrorista desarrolla sus operaciones, pasó a formar parte de las provincias del denominado
Estado Islámico. Con la incorporación de esta provincia el EI busca legitimidad y demostrar que no tiene límites y, por su parte, Boko Haram quiere
propaganda y una alternativa a la creciente ofensiva que recibe de las tropas de Nigeria, Níger, Chad y Camerún.
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JULIO / SEPTIEMBRE 2015
LA EXTENSIÓN DEL ESTADO ISLÁMICO POR EL NORTE DE ÁFRICA Y EL ÁFRICA SUBSAHARIANA / ANA BELÉN PERIANES
Respecto a la amenaza que supone en el norte de África la organización
del Estado Islámico, los varios miles de militantes que han logrado captar
en la región se presentan como un riesgo y un motivo de preocupación a
su vuelta de las zonas de conflicto iraquí y sirias.
El Estado Islámico ha conseguido en Europa una movilización y captación yihadista sin precedentes que ha afectado a países europeos como
Francia, Reino Unido, Alemania, Bélgica, Dinamarca, Países Bajos o Suecia,
sin olvidarnos de España. El peligro de que los retornados de zonas de conflicto con experiencia en técnicas de combate puedan radicalizar a más individuos y cometer atentados en suelo europeo es una de las preocupaciones más serias de la agenda europea de seguridad. Además, el riesgo
de que “lobos solitarios” radicalizados en internet u otros foros actúen de
forma violenta, también es un hecho.
La instauración de franquicias de la organización del Estado Islámico frente
a las costas de Italia y Grecia, en un entorno muy próximo a la Europa del Mediterráneo (incluyendo a España), supone una gravísima amenaza terrorista a
las puertas de Europa. Además, el pulso que mantienen entre sí al-Qaeda y el
Estado Islámico en su búsqueda por catalizar y dirigir el movimiento de las
redes militantes del yihadismo mundial es otro de los elementos que provocan una especial preocupación en la agenda de seguridad, tanto europea como
internacional, debido a las imprevisibles consecuencias que pueda comportar.
EL ESTADO ISLÁMICO DE IRAK Y LEVANTE (EIIL),
PRECEDENTE DE LA ORGANIZACIÓN DEL ESTADO ISLÁMICO
El EIIL hunde sus raíces en Irak en el año 2004 con el nombre de al-Qaeda
en Irak y el liderazgo del jordano Abu Musad al Zarqawi, quien combatió
junto a Osama bin Laden en el Afganistán ocupado por los soviéticos. Al
Zarqawi fue eliminado en territorio iraquí en 2006 como consecuencia de
un bombardeo selectivo estadounidense (Núñez, 2014, 110).
En sus comienzos, al-Qaeda en Irak operaba muy activamente como un
grupo de militancia yihadista con capacidad para llevar a cabo su actividad
JULIO / SEPTIEMBRE 2015
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CUADERNOS de pensamiento político
terrorista en territorio tanto iraquí como jordano. Por aquel entonces, se
dedicaba a cometer atentados puntuales contra árabes chiíes en general y
personas o bienes vinculados a los regímenes políticos que buscaba deponer. La organización no disponía en aquel momento de capacidades que le
permitiesen proponerse controlar de modo efectivo un territorio propio en
la línea de sus pretensiones de instaurar un emirato (Núñez, 2014, 111).
Tras el Surge estadounidense iniciado en 2007 con la cooperación de
los Consejos del Despertar suníes, al-Qaeda en Irak se mantuvo bajo mínimos hasta su vuelta a escena en 2013 en Siria, influida y favorecida probablemente por el interés saudí en financiar a grupos suníes para hacer
frente al régimen sirio y frenar así el incremento de la influencia iraní en
la región.
La nueva estrategia que implementó en Irak la Administración de George W. Bush, The New Way Forward (The Surge), fue la respuesta de Estados
Unidos ante el incesante incremento de insurgencia, terrorismo, sectarismo
y delincuencia, con un significativo aumento del número de fuerzas desplegadas en el país, sobre todo en Bagdad y la provincia de al-Anbar, que
se encontraban fuera de control tanto del ejército norteamericano como
del Gobierno iraquí (Arteaga y García, 2008, 1-8).
El empuje de The Surge redujo notoriamente los indicadores de violencia, desplazando a los combatientes afines a al-Qaeda a la provincia de Diyala y al “triángulo de la muerte”. A ello también contribuyeron factores
exógenos a The Surge, como la reducción del número de combatientes yihadistas extranjeros procedentes de Siria, debido al propósito sirio de recomponer sus relaciones con Estados Unidos y al continuo desplazamiento
de civiles voluntario o forzado por la limpieza étnica desde las zonas mixtas a las seguras (Arteaga y García, 2008, 1-8).
Al-Qaeda en Irak emergió en el escenario del conflicto bélico sirio bajo
la denominación de Estado Islámico de Irak y Levante, pero no bajo las
instrucciones dispuestas por Ayman al Zawahiri, sustituto de bin Laden al
frente de al-Qaeda (Núñez, 2014, 111). El nuevo número uno de la organización, Al Bagdadi, hizo caso omiso de las órdenes de Al Zawahiri, quien
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JULIO / SEPTIEMBRE 2015
LA EXTENSIÓN DEL ESTADO ISLÁMICO POR EL NORTE DE ÁFRICA Y EL ÁFRICA SUBSAHARIANA / ANA BELÉN PERIANES
le exigía que abandonara el territorio sirio a favor de la rama local de alQaeda, el Frente al-Nusra.
El Estado Islámico de Irak y Levante extendió su campo de operaciones
tanto a las provincias sirias del este como a Alepo, incluso realizando acciones esporádicas en la costa mediterránea. En sus acciones adoptó una
elevada disciplina y capacidad operativa, y fue integrando en sus filas combatientes de diversos orígenes, incluyendo a ciudadanos occidentales radicalizados (Núñez, 2014, 111).
Sin embargo, la derrota en sus feudos sirios a manos del Frente Islámico
al-Nusra llevó al líder de al-Qaeda, Ayman al Zawahiri, en noviembre de
2013 a considerar al Frente al-Nusra como la única filial de al-Qaeda en
Siria y a anular la actuación del EIIL en este país, que debería a partir de ese
momento llevar a cabo su actividad terrorista únicamente en territorio iraquí (Arteaga, 2014, 9).
A finales de 2013, la detención de Ahmed al Aluani, diputado crítico
con el ex primer ministro iraquí Nuri al-Maliki y afín a las protestas suníes,
produjo una serie de manifestaciones masivas de miles de suníes en diversas ciudades de Irak para exigir reformas en el proceso político y la liberación de los detenidos.
Estas protestas derivaron en movilizaciones permanentes en las capitales de las provincias de mayoría suní, incluida Anbar. La tensión derivó en
un estallido de violencia por parte del EIIL y grupos sunitas locales muy radicalizados contra las fuerzas de seguridad en Ramadi, en primer lugar, extendiéndose posteriormente a Faluya y a Bagdad (Arteaga, 2014, 10).
Por vez primera en varios años, ni las fuerzas de seguridad ni las milicias
Sahwa contrarias a los grupos insurgentes suníes pudieron hacer frente al
avance de la violencia yihadista. Con la toma de Faluya en Irak y la ocupación de Raqqa en Siria, el EIIL hizo patente la recuperación de la capacidad de lucha de las redes yihadistas y el éxito de su nueva estrategia,
consistente en aprovechar el caos regional para ocupar territorios y hacerse
con el poder en los mismos.
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CUADERNOS de pensamiento político
El Gobierno del ex primer ministro iraquí Nuri al-Maliki fue incapaz
de controlar su territorio a través de las fuerzas de seguridad de Irak, formadas por combatientes suníes, combatientes (peshmerga) kurdos y combatientes chiíes.
El embate de la insurgencia suní en Irak, formada por diversos grupos
entre los que destacan las milicias yihadistas del EIIL, las milicias de autodefensa de los Consejos Locales, antiguos baasistas, cuadros y miembros
del Ejército iraquí de Sadam y sectores escindidos de las milicias antiyihadistas (Hijos de Irak y Awakening), incrementaron muy notoriamente el
nivel de descomposición y fragmentación del Estado de Irak tras la ocupación insurgente a principios y mediados de junio de 2014 de Mosul, la
segunda ciudad más importante del país, y de otras ciudades y tras su acercamiento a Bagdad.
La toma de Mosul por parte del EIIL tras la derrota del Ejército iraquí
se erigió como un hito de primer orden en el cada vez más profundo conflicto entre suníes y chiíes al que asiste Oriente Medio. La ocupación de la
ciudad se debió en buena medida a los errores cometidos por el Ejército iraquí al concentrar buena parte de sus fuerzas en los principales núcleos insurgentes en la provincia de Anbar, sobre todo en la ciudad de Faluya,
reduciendo así considerablemente sus tropas en la segunda ciudad del país
(Calvo, 2014). A estos hechos se unieron las ocupaciones de otras ciudades
como Faluya, Ramadi y Samarra (Arteaga, 2014, 1).
Estos acontecimientos han producido el desplazamiento masivo de civiles iraquíes, obligados a huir de la violencia derivada de la ocupación de
ciudades por parte del EIIL (ONU, 2014). Naciones Unidas enumera noticias y pruebas de numerosas ejecuciones sumarias y extrajudiciales.
La violación de los derechos humanos más fundamentales ha producido un grave deterioro de la situación humanitaria de cientos de miles
de civiles tanto iraquíes como sirios, principalmente de minorías étnicas
como las de los yazidíes y los cristianos, que se ven obligados a huir de
zonas de conflicto y que sufren el rápido deterioro del acceso a los servicios básicos.
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LA EXTENSIÓN DEL ESTADO ISLÁMICO POR EL NORTE DE ÁFRICA Y EL ÁFRICA SUBSAHARIANA / ANA BELÉN PERIANES
Naciones Unidas elevó en agosto de 2014 la crisis humanitaria de Irak
al nivel 3 de emergencia, el más alto para este tipo de crisis. Tras la oleada
de ataques y violencia iniciada por el EIIL en junio de 2014, Irak cuenta con
una de las poblaciones de desplazados más numerosas del mundo.
La difícil situación que soporta Irak y que permitió un rápido avance del
EIIL en las provincias suníes del norte deriva en buena medida de la incompetencia profesional de los mandos del Ejército iraquí (Fuente, 2014,
7); de la desmoralización de las fuerzas de seguridad iraquíes (Arteaga,
2014, 2), en su mayoría chiíes que defienden una tierra que no consideran
como propia y conscientes de que se posicionan como el objetivo preferente de la insurgencia suní; de la hostilidad que sufren por parte de la población dependiendo de las zonas de afinidad étnica en las que se ubiquen;
del continuo incremento de la polarización suní-chií y de una manifiesta
desafección de buena parte de la población suní hacia las autoridades gubernamentales de Irak y de las dificultades que implican combatir a la insurgencia en las ciudades.
Los aspectos anteriormente señalados han producido un constante aumento del número de deserciones e incorporación a las filas de la insurgencia suní de fuerzas de seguridad iraquíes.
Los combatientes del EIIL, muchos de ellos voluntarios extranjeros, han
ofrecido una moral de combate muy superior y una capacidad operativa
mucho más eficiente que las fuerzas armadas iraquíes que, tal como se acaba
de señalar, han presentado una débil oposición (Fuente, 2014, 7). A este
respecto, actúan muy motivados y guiados por una ideología visionaria que
les lleva a no poner reparos a asumir situaciones de riesgo que otros grupos
no aceptarían (Núñez, 2014, 112).
Además, el EIIL desarrolla unas tácticas militares más propias de un
Ejército regular que de un grupo terrorista, comportándose como un grupo
híbrido que emplea tanto métodos terroristas como tácticas militares avanzadas (Fuente, 2014, 7). De este modo es como se entiende que una fuerza
de poco más de 1.000 combatientes del EIIL con armas y vehículos ligeros
consiguiera hacer huir a 30.000 soldados del Ejército regular iraquí.
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CUADERNOS de pensamiento político
En cuanto al Ejército iraquí, cabría destacar que cuenta con notables deficiencias en el plano organizativo y doctrinal que le restan eficiencia en el
campo de batalla (Fuente, 2014, 8). Sus cuadros de mando carecen de adiestramiento y los puestos de mando más relevantes han sido ocupados por
personas leales al ex primer ministro Nuri al-Maliki, no por personas que
cumplan con criterios de profesionalidad y meritocracia.
Los referidos acontecimientos demuestran que las condiciones que soporta el país hacen prácticamente inviable la existencia de un Ejército nacional iraquí y que el país conserve su unidad a pesar de las diferencias
étnicas y religiosas de su población.
La situación de caos y violencia que soporta Irak se vio notoriamente
afectada y agravada por la intervención del principal líder espiritual de los
chiíes de Irak, el gran ayatolá Ali Husein Sistani, que solicitó a través de su
representante en Kerbala el 13 de junio de 2014 la entrada en combate de
los ciudadanos iraquíes para detener la ofensiva de la insurgencia suní.
La llamada del gran ayatolá Sistani se constituye como un hecho excepcional desde el inicio de la invasión estadounidense a Irak en 2003, ya
que ha sido la primera vez que ha realizado una apelación semejante. Hasta
junio de 2014, el gran ayatolá había predicado contención y moderación. En
este sentido, no había admitido la actuación de las milicias chiíes que ejercían la violencia, como las de Muqtada el Sadr. Todo ello, junto con la defensa realizada por la Asociación de Ulemas, el equivalente suní de los
ayatolás chiíes, del derecho de la insurgencia suní a avanzar sobre Bagdad
para derrocar el régimen de Maliki, deriva en la ruptura total de las dos
principales comunidades religiosas del país.
CALIFATO
De acuerdo a su ideario, centrado en la construcción de un santuario
bajo su ideología salafista en Mesopotamia y regido por la sharia en su
versión más rigorista y en la idea de proveerse de un Estado propio conforme a los usos y costumbres del siglo VII, el EIIL declaró el 29 de
156
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LA EXTENSIÓN DEL ESTADO ISLÁMICO POR EL NORTE DE ÁFRICA Y EL ÁFRICA SUBSAHARIANA / ANA BELÉN PERIANES
junio del año 2014 un Califato panislámico en un territorio sin fronteras habitado por unos ocho millones de personas que abarca el este de
Siria y un amplio territorio del norte y oeste de Irak bajo el mando político y religioso de su líder, Al Bagdadi. Este último se autoproclamó
bajo la formulación doctrinal clásica del Islam suní y una supuesta suprema legitimidad que deriva de la familia y de la tribu del Profeta, como
máxima autoridad espiritual y política de los musulmanes, a quienes exigió lealtad (Rupérez, 2014).
El a partir de ese momento autodenominado como Estado Islámico entendió que debía actuar como un Estado y emprendió una estrategia con
objetivos concretos como dar cobertura y asistencia social a la población
que vive en los territorios ocupados, impulsar la actividad económica y la
difusión mediática (Barrancos, 2014, 4) comportándose como una auténtica
administración con gestión profesional.
El Califato permite a la organización del Estado Islámico contar con
un territorio en el que entrenarse y ganar experiencia tanto para el
campo de batalla como para extender a otros lugares su singular visión
y actividad. El grupo posee una amplia experiencia de combate, sobre
todo en escenarios de insurgencia y guerra asimétrica, que le posibilita
llevar a cabo acciones puntuales de elevada intensidad concentrando
fuerzas sobre un punto concreto para difuminarse posteriormente
(Núñez, 2014, 112).
Además, se beneficio del vacío de poder derivado de la inoperancia del
Gobierno del ex primer ministro iraquí Nuri al-Maliki y del apoyo ofrecido
por parte de los sectores críticos con el anterior. Así, ha sumado combatientes procedentes de diversas milicias suníes como Jamaat Ansar al-Sunnah, Jaish al Mujahideen y Naqshaban diyya Way (Núñez, 2014, 112).
En su modus operandi combina la extrema violencia y brutalidad con métodos tan extremos o más que los que al-Qaeda utiliza en tiempos presentes (pero no por ética sino por oportunismo en el sentido de querer ganarse
a las poblaciones musulmanas y mejorar su imagen global) con el uso audaz
de las tecnologías de la información (Ruiz, 2014, 54).
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CUADERNOS de pensamiento político
La organización publicita su mensaje en las redes sociales y en medios
de comunicación a través de la propaganda que realizan sus simpatizantes
y militantes, muchos de los cuales se dedicaban con anterioridad al diseño
gráfico y a la dirección cinematográfica de manera profesional (Barrancos,
2014, 7).
El Estado Islámico utiliza las redes sociales a modo de community managers para expandir sus mensajes, adaptándose a los lenguajes particulares de
Twitter, Facebook o Instagram y ajustando sus herramientas de comunicación social a sus objetivos estratégicos y operativos, conscientes del carácter esencial adquirido por la comunicación en línea en las sociedades debido
al rápido incremento del uso de internet (Barrancos, 2014, 8).
A través de la difusión de su propaganda online, la organización pretende
atemorizar a los soldados de los Ejércitos de Irak y Siria; buscar apoyo a
nivel mundial; captar a nuevos militantes para que se unan a su causa; radicalizar a jóvenes en los países occidentales y establecer nuevas alianzas
con otras organizaciones terroristas (Barrancos, 2014, 8).
El hábil y sagaz manejo de las redes sociales por parte de la organización
del Estado Islámico exhibiendo su extrema crueldad le posibilita salir victorioso frente a sus enemigos con el mínimo de enfrentamientos. El impacto internacional de su propaganda y de sus métodos podría producir un
efecto de imitación en otros grupos terroristas.
La extrema violencia de los combatientes puede sugerir que forman
parte de los sectores más radicalizados de la militancia yihadista internacional y, por lo tanto, de los individuos que más peligro pueden suponer
para la seguridad internacional (Berenguer, 2014, 14).
Cabe apuntar la vulnerabilidad a la que se enfrenta la organización del
Estado Islámico al haberse fijado en el terreno y seguir los modos de un
Ejército, con todas las reservas, convencional (Berenguer, 2014, 14). A este
respecto, la zona que controla cuenta con una extensión lo suficientemente
amplia como para poder exceder sus capacidades militares y mantener a
medio o largo plazo el control del territorio que domina (Núñez, 2014, 113).
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Por ello, es más sensible a la actuación de las Fuerzas Armadas regulares de
los países que forman parte de la coalición internacional liderada por Estados Unidos para combatir a la organización, al haberse establecido en un territorio concreto (Berenguer, 2014, 14).
Además, los grupos suníes armados que coyunturalmente le ofrecieron
su apoyo podrían no resultar fieles aliados de lucha, ya que su interés giraba
en inicio en torno a su voluntad de derrocar al Gobierno del ex primer ministro iraquí Nuri al-Maliki y conseguir objetivos políticos o económicos
exigidos al Gobierno iraquí. La posibilidad de tener que enfrentarse a un
Estado iraquí más fuerte y a la coalición internacional surgida para luchar
contra la organización del Estado Islámico podría alterar la política de alianzas de los primeros.
Como afirma el profesor Echeverría (Echeverría, 2014, 15), el Estado Islámico ha sabido aprovechar el vacío de poder y los obstáculos políticos y
de seguridad que existen en la región. El análisis de la situación induce a prever que el conflicto continuará afectando tanto a Irak como a Siria debido
principalmente a su compleja cuestión tribal y confesional, a las profundas
tensiones existentes entre suníes y chiíes y al redimensionamiento de la
cuestión kurda.
La coalición internacional liderada por Estados Unidos y gestada tras el
Acuerdo de París de 15 de septiembre de 2014 (tras la Cumbre de la OTAN
celebrada en Newport, Gales, a principios de septiembre del mismo año) está
luchando contra las posiciones de la organización del Estado Islámico. En el
mejor de los casos, podrá contener la expansión de la organización del Estado
Islámico, pero no a corto plazo (Arteaga, 2014, 1). Tampoco existen garantías de que la coalición pueda acabar con él realmente. La amenaza es global
y afecta directamente a Europa tras la internacionalización de su agenda con
su expansión por el norte de África y el África Subsahariana.
Como se explicará más adelante, existen grupos yihadistas que ejercen
su actividad terrorista por el norte de África y el África Subsahariana que ya
se han supeditado a la obediencia de la organización del Estado Islámico,
configurándose como una seria amenaza para la seguridad europea.
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CUADERNOS de pensamiento político
LA FINANCIACIÓN DE LA ORGANIZACIÓN DEL ESTADO ISLÁMICO
El Estado Islámico se ha convertido en la organización yihadista mejor financiada del mundo (Laborie, 2014). Utiliza los cuantiosos recursos económicos de los que dispone para retribuir a sus combatientes (a los que
ofrece sueldos mucho más altos que otras organizaciones de ideología semejante), para adquirir armamento sofisticado y sobornar a los líderes tribales para que cooperen en su lucha contra los regímenes sirio e iraquí.
Al igual que otras entidades yihadistas, la organización se ha nutrido
de donaciones de origen turco, kuwaití, qatarí y de otros países del Golfo
Pérsico. Sin embargo, esta fuente de financiación se ha reducido notablemente en los últimos meses debido al inicio por parte de los Gobiernos
árabes de la imposición de controles más serios a los movimientos monetarios en la región. En la misma línea, se ha incrementado la presión occidental sobre personas y empresas bajo sospecha de colaboración con
grupos yihadistas.
La opacidad de las transacciones de los sistemas bancarios y comerciales de Oriente Medio proporciona tanto a la organización del Estado Islámico como a otras redes yihadistas una protección que respalda sus
actividades y que complica a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad de los Estados combatir las redes clandestinas internacionales que las sustentan (Laborie, 2014).
La fuente principal de financiación para la organización del Estado Islámico procede de la venta de hidrocarburos en el mercado negro. Controla
una serie de campos de petróleo y gas en las provincias sirias de Raqqa y
Deir Ezzour, diversas refinerías en Siria e Irak y el oleoducto más importante
que conecta Irak con Turquía. Se estima que consigue unos 25.000 barriles
de crudo diarios en Irak, mientras que en Siria obtiene unos 50.000 barriles
al día, país en el que controlan el 60% de sus instalaciones petrolíferas (Laborie, 2014).
La organización yihadista vende petróleo y combustible diésel a través
de una compleja red de contrabando. Ofrece el crudo de 25 a 60 dólares por
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barril, un precio sustancialmente reducido si se tiene en cuenta que su precio en el mercado legal ronda casi los 100 dólares. Mediante este negocio
ilícito, percibiría entre dos y tres millones de dólares diarios. Por este motivo, desde los inicios de la campaña aérea estadounidense y de sus aliados
contra posiciones de la organización del Estado Islámico, los complejos gasísticos y petrolíferos controlados por el grupo yihadista se han convertido
en uno de sus objetivos primordiales.
Respecto a los territorios que ocupa, instauró un sistema que alterna una
forma islámica de tributación con actividades características del crimen organizado como son las extorsiones, la intimidación, los robos, los saqueos
y el contrabando de mercancías y personas. Asimismo, el secuestro se constata como otro importante negocio para la organización (Laborie, 2014).
LA FRANJA DEL SAHEL
El Sahel es una vasta y volátil región natural en términos de seguridad, que
conecta África Occidental con el cuerno de África, dos de las regiones más
inestables políticamente del Continente. La franja también enlaza el norte
de África con el África Subsahariana, y buena parte de sus problemas y retos
se encuentran estrechamente conectados con países como Libia, Argelia y
Marruecos (Echeverría, 2011, 213-214).
Además de por la criminalidad, el terrorismo y la aridez de sus territorios, la región también se caracteriza por la primacía de las estructuras
tribales sobre la de los propios Estados. La dificultad para controlar y
ejecutar el monopolio de la violencia en el Sahel ha permitido a al-Qaeda
en el Magreb Islámico su establecimiento en la región. Al tiempo, el Sahel
multiplica su grado de inseguridad estructural al haberse constatado
como zona de despliegue y campo de batalla del salafismo yihadista, y
presenta unas circunstancias singulares que favorecen la actividad terrorista
(Ruiz, 2011, 2):
— La pobreza endémica de su población, que cuenta con uno de los índices de desarrollo humano más bajos del planeta.
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— El descontento de las poblaciones de zonas remotas con la escasez o ausencia de servicios ofrecidos por los Gobiernos estatales.
— La extensión de una interpretación radical del islam. La llegada de combatientes extranjeros procedentes de Irak o Pakistán, así como nuevos
predicadores financiados desde Arabia Saudí, está extendiendo la corriente wahabí y multiplicando el número de nuevos templos.
— La presencia de enormes fronteras, que fueron artificialmente trazadas durante la época colonial y que los Estados no son capaces de controlar.
— El impacto de conflictos externos a la región, como el israelo-palestino
y la invasión estadounidense de Irak en 2003.
— La inexistencia de una democracia real, la corrupción generalizada y la
opresión a la población.
— El vínculo esencial entre terrorismo y crimen organizado en actividades
como el contrabando, el blanqueo de dinero y los secuestros.
— La lucha por el control de los recursos naturales estratégicos, como el petróleo o el uranio, que ha desenterrado viejos conflictos latentes (Conde,
2011, 3-4).
— La expansión regional de los conflictos, motivada en muchos casos
por la injerencia de otros Estados en los asuntos internos de los países
fronterizos.
— La fragilidad de los Estados, debilitados por las luchas internas por el
control del poder.
— La limitada capacidad de las fuerzas armadas de los Estados sahelianos
para dar seguridad y controlar todo el territorio, especialmente difícil en
una zona de escasa tradición en el poder centralizado, donde habitualmente los Gobiernos tienen que apoyarse en milicias locales o fuerzas internacionales para garantizar el control de una zona.
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— Las fuerzas gubernamentales de los países sahelianos se caracterizan por su
falta de profesionalidad, indisciplina, mala equipación, por sus estructuras
de mando muy personalizadas, su marcado carácter étnico, desmotivación
y un alto nivel de deserciones. Con frecuencia, llevan a cabo actividades ilícitas paralelas fomentadas en buena medida por el impago de los salarios.
— La militarización de la población y el surgimiento de multitud de grupos
rebeldes. Los Estados sahelianos carecen de unos adecuados programas
de desarme, desmovilización y reintegración, por lo que la pertenencia
a una milicia es la mejor forma de subsistencia para muchos antiguos
combatientes.
— El fácil acceso de la población a las armas pequeñas y ligeras y su proliferación facilita la permanencia de los conflictos en la zona.
— Las economías de guerra y la aparición de los señores de la guerra, que
alimentan las situaciones de conflicto en beneficio propio motivando
además un incremento de actividades ilegales desarrolladas por grupos
militares y bandas organizadas.
La guerra inacabada que está teniendo lugar en Mali contra el terrorismo yihadista y la rebelión de las milicias tuaregs, la reciente caída del
Gobierno de Burkina Faso, la guerra civil en la República Centroafricana,
el conflicto de Sudán del Sur o las violentas acciones de Boko Haram en
el norte de Nigeria y Camerún, entre otros elementos, se deben precisamente a los factores estructurales que se acaban de señalar y que llevaron
al caos en Libia y a la proliferación de armas y combatientes por la región
del Sahel (Argumosa, 2015, 2).
AL-QAEDA EN EL MAGREB ISLÁMICO
Al-Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) deriva de la insurgencia islamista
que atentó contra Argelia durante los años noventa (Escobar, 2010). Su antecedente directo es el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate,
creado en 1998 por Hasan Hattab con apoyo de Osama bin Laden. AQMI
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CUADERNOS de pensamiento político
se constituyó en el año 2007 cuando el GSPC argelino juró obediencia a bin
Laden y comenzó a operar con dicha denominación.
Los principales objetivos que presenta AQMI son los siguientes (Ruiz,
2011, 2):
— Reemplazar al Estado en las zonas en las que este último no está presente.
— Desencadenar la caída de los Gobiernos locales.
— Hacer peligrar los intereses occidentales.
— Crear un emirato en el norte de África, que actúe como Estado, y
transformar el mensaje espiritual del islam en la región. También pretende extender el radicalismo islámico a las poblaciones musulmanas de Europa.
La visión radical del islam en la región es reciente y no ha sido hasta los
últimos años cuando se ha extendido la propagación del wahabismo a través de una red de imanes financiada por países del Golfo Pérsico y Pakistán, implantando el caldo de cultivo que fomenta la actividad terrorista.
El rasgo fundamental que distingue a AQMI en relación a otras “franquicias” de al-Qaeda lo constituye su amplia interacción con la delincuencia organizada (en ámbitos como el tráfico de drogas, de armas
ligeras, etc.). Una de las principales fuentes de ingresos de AQMI es el
tráfico de drogas, que financia en gran medida las actividades terroristas de la organización en el Sahel y el reclutamiento de nuevos mercenarios entre las redes mafiosas que intervienen en la región (Alvarado,
2010, 51-74).
La inestabilidad política, la delicada situación socioeconómica y la endémica corrupción han convertido a la región en una zona franca para todo tipo
de tráficos y actividades ilícitas, no únicamente el de la droga, sino también de
emigrantes, trata de seres humanos, recursos naturales y desechos tóxicos.
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La ineficiencia respecto al control y la falta de cooperación entre los Estados sahelianos han favorecido la actuación de AQMI como una red mafiosa y criminal más que participa en una diversidad de tráficos y actividades
ilícitas, en las que ha hallado financiación de sus actividades desestabilizadoras y terroristas.
El negocio de los secuestros, especialmente de ciudadanos occidentales, se
ha convertido para AQMI en otra de las vías para obtener ingresos económicos que financien sus actividades criminales y para promocionar su mensaje.
El secuestro de turistas occidentales ha sido utilizado por AQMI para amedrentar a Occidente, amenazando con actuar de la misma forma con todos los
“infieles” que se atrevan a pisar tierras del islam (Alvarado, 2010, 51-74).
El 16 de enero de 2013 se produjo el secuestro probablemente de mayor
envergadura en la historia de Argelia, cuando terroristas pertenecientes a la
katiba fundada en diciembre de 2012 por el argelino Mojtar Belmojtar secuestraron a cerca de 800 personas en el complejo gasístico de Tiguentourine en In Amenas.
Tal como señaló el primer ministro argelino, Abdelmalek Sellal, el referido ataque terrorista no pretendía en un inicio tomar la planta gasística,
sino secuestrar a los empleados extranjeros que cada miércoles recorrían
en autobús el trayecto de 50 kilómetros que existe entre Tiguentourine y el
aeropuerto de la ciudad de Amenas para tomar sus aviones rumbo a Europa. Sin embargo, al ser repelidos por la escolta que custodiaba el autobús,
los terroristas optaron por otro blanco: la planta gasística Tiguentourine.
Tras la intervención de las fuerzas especiales del Ejército argelino, el secuestro del complejo finalizó con un resultado de 38 civiles de ocho nacionalidades y 29 terroristas fallecidos.
Respecto al ideario de AQMI, Francia y España se encuentran entre sus
principales enemigos extranjeros (Laborie, 2010, 2). Así, Francia ha constituido tradicionalmente objetivo de la red terrorista debido a su colaboración
con los Gobiernos de la zona, con los que mantiene importantes nexos económicos, por su participación en las operaciones de la OTAN en Afganistán y por su ley que prohíbe la utilización del burka en los espacios públicos.
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En cuanto a España, AQMI se ha referido recurrentemente a su disposición a luchar contra la “ocupación de Ceuta y Melilla por los cruzados” y a
la “obligación de recuperar Al-Ándalus” para el islam.
Los efectos de la guerra de Libia y de las revueltas árabes produjeron una
expansión de AQMI por el norte desértico de Mali, Mauritania y Níger.
Además, en marzo de 2012 se produjo la fractura total de Mali cuando grupos rebeldes tuareg declararon su independencia bajo la denominación del
Estado de Azawad. Poco más tarde, en enero de 2013, se hizo precisa la
operación militar francesa Serval para detener el avance y despliegue de los
yihadistas desde el norte de Mali hasta la capital, Bamako.
LA EXTENSIÓN DE LA ORGANIZACIÓN DEL ESTADO ISLÁMICO
POR EL NORTE DE ÁFRICA Y ÁFRICA SUBSAHARIANA
África es en la actualidad una de las principales preocupaciones en materia
de seguridad para la Unión Europea, ya que la violencia yihadista se está extendiendo seriamente por varias de sus regiones. Libia, Mali, Nigeria y Somalia albergan los principales focos de terrorismo yihadista en el continente
africano (Díez, 2015, 1).
El terrorismo yihadista amenaza en África con minar y debilitar los avances logrados en el ámbito económico, político, social y de seguridad en las regiones en que operan tanto los grupos alineados con la organización del Estado
Islámico como las franquicias de al-Qaeda y, además, su repercusión en la
Unión Europea puede producir graves consecuencias y efectos desestabilizadores debido, en parte, a su proximidad geográfica al continente africano.
Desde mediados de 2014, el movimiento yihadista mantiene una pugna
interna que enfrenta a al-Qaeda (centrado en Pakistán y Afganistán y cada
vez más débil) con el Estado Islámico, que se sustenta en el objetivo de
ambas organizaciones de alcanzar el poder y el liderazgo de la yihad global
más que en diferencias en cuanto a la ideología salafista. Esta rivalidad ya
ha producido resultados tanto en el norte de África como en el África Subsahariana, donde se ha originado una fragmentación del liderazgo de la
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yihad mundial (Díez, 2015, 3). De este modo, mientras en Egipto, Libia,
Túnez, Argelia y Nigeria han surgido milicias yihadistas que han jurado
lealtad a Al Baghdadi, líder de la organización del Estado Islámico, al-Qaeda
en el Magreb Islámico solicita cesar sus divergencias.
Aunque la incidencia del terrorismo yihadista sigue siendo notoriamente
superior en Oriente Medio, África es la región del mundo donde ha proliferado a mayor velocidad el salafismo yihadista tanto en número, como por
sus zonas de acción (Díez, 2015, 3), como por constituirse como el mayor
núcleo proveedor mundial de militantes yihadistas que viajan a Siria y a Irak
para combatir.
Los puntos que concentran los principales escenarios en la región en cuanto
a la gravedad de la amenaza yihadista (proveniente tanto de franquicias locales de al-Qaeda como de organizaciones adheridas a la organización del Estado Islámico), esto es, Libia, Mali, Nigeria y Somalia, destacan tanto por el
notorio incremento de víctimas mortales en 2014 como por la voluntad de los
grupos que allí ejercen la violencia de propagar sus ataques más allá de sus
fronteras nacionales. El caos y la inestabilidad presente en el norte de África,
el Sahel y el África Subsahariana posibilitan la acción de los grupos yihadistas.
Desde su autoproclamación en junio de 2014, la organización del Estado Islámico optó por mantener y expandir los territorios que ocupa en
Siria e Irak. Pero también por ampliar su presencia territorial no contigua
donde hubiese oportunidad, aceptando los juramentos de lealtad de las organizaciones yihadistas que operan en zonas como el norte de África y el
África Subsahariana. Con ello, aprovechó la oportunidad para expandir el
Califato fuera de Oriente Medio (Reinares, 2015) buscando la oportunidad
de centralizar su mensaje y propaganda en lo que a su pretendido papel de
líder de la yihad global se refiere, en clara pugna con al-Qaeda y sus franquicias regionales. Así, buscaría el efecto llamada de los combatientes yihadistas de la región para unirse a sus filas.
Además, su presencia en el norte de África le acerca a las costas del sur
de Europa y, con ello, a los territorios de la Península Ibérica, que forman
parte dentro de su ideario de su reivindicada Al-Ándalus, y a los países euJULIO / SEPTIEMBRE 2015
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ropeos que han apoyado la coalición internacional liderada por Estados
Unidos para combatir los enclaves de la organización del Estado Islámico
en Siria e Irak. La proximidad geográfica de la organización del Estado Islámico supone en sí una seria amenaza estratégica para Europa. Como se
verá más adelante, su líder amenazó directamente a los países que forman
parte de la coalición internacional, tanto a los que participan directamente
en los bombardeos como a los que facilitan tareas logísticas.
En cuanto a Libia, cabría apuntar que desde el final del régimen de Gadafi en 2011 a consecuencia del proceso desencadenado a partir de las denominadas revueltas árabes, el país se encontraba en situación de guerra
civil, de Estado fallido y violencia generalizada, circunstancia que creaba las
bases de cultivo idóneas para la expansión de la organización del Estado Islámico. La fundación en la ciudad oriental de Derna de la primera agrupación territorial fuera de las fronteras de Siria e Irak en octubre de 2014
evidenció la voluntad de la organización yihadista de expandir su agenda internacional. El Consejo Consultivo de la Juventud Islámica declaró que
tanto Derna como su entorno pasaban a formar parte del autoproclamado
Califato del Estado Islámico como provincia de Wilayat Barqa, correspondiente a parte de la Cirenaica (Reinares, 2015).
Al mes siguiente se crearon los Muyahidin de Libia, que anunciaron en
noviembre de 2014 su juramento de obediencia a la organización del Estado
Islámico y el establecimiento de una demarcación del Califato en territorio
libio más amplia y compuesta por tres provincias. Además de la ya indicada de Barqa, los Muyahidin de Libia autoproclamaron la fundación de
otras dos provincias más, una en Fezzan y otra en torno a Trípoli. Mientras
tanto, los militantes libios de la organización del Estado Islámico se desplazaron hacia el oeste y comenzaron a operar en Bengasi, Naufiliya y Sirte
(Reinares, 2015).
A pesar de que la mayoría de los militantes que ejercen su actividad en
Libia son nacionales del país, destaca el número de extranjeros de países
de la región que han acudido allí, en parte debido a la llamada que se realizó sobre todo en las redes sociales a los jóvenes musulmanes de origen
magrebí o europeo para trasladarse al territorio libio del Califato, del
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mismo modo que hasta entonces se les instaba a viajar a Siria e Irak. La porosidad de las fronteras libias facilita notoriamente el trasvase de combatientes yihadistas, armas y otros tráficos ilícitos desde otros países de la
región hacia Libia.
En febrero de 2015 se difundió un sobrecogedor vídeo bajo el título “Un
mensaje firmado con sangre”, en el que miembros de la organización decapitaban a 21 cristianos coptos secuestrados en Sirte, la mayoría egipcios.
El mensaje iba dirigido a “la nación de la Cruz” precisando que la organización del Estado Islámico se encontraba “al sur de Roma”, con claras referencias a los cristianos de Europa. A este respecto, el número 4 de la
revista Dabiq (la publicación de cabecera que edita y que difunde en internet) reflejaba en su portada el estandarte negro de la organización ondeando
sobre la plaza de San Pedro en el Vaticano.
Respecto a Libia, no es descartable el riesgo de que los combatientes yihadistas del Estado Islámico, bien sean árabes, norteafricanos o europeos,
puedan regresar al país para ampliar el califato que hayan establecido en el
Levante o intentarlo de nuevo si fracasan en Siria e Irak (Arteaga, 2015).
En lo que a Túnez se refiere, afronta un serio problema debido a que a
pesar de que cuenta con una población de poco más de diez millones de habitantes, es el país que más combatientes ha enviado al conflicto abierto en
Irak y Siria (Altuna, 2015, 18). Según datos cruzados de servicios de inteligencia europeos y árabes, en estos tres últimos años han viajado a territorio iraquí y sirio unos 3.000 tunecinos para sumarse a las filas del Estado
Islámico (Martín, 2015, 108). Además, la región de Kasserine, limítrofe con
Argelia, padece desde hace meses enfrentamientos entre las fuerzas armadas tunecinas y grupos yihadistas compuestos por nativos de la zona, pero
también por nacionales del norte de África, el Sahel y el África Subsahariana
(Martín, 2015, 109).
El Gobierno tunecino deberá gestionar el posible regreso a su país de origen de este elevado número de combatientes con experiencia en armas y
técnicas de lucha, con todos los riesgos que implica para la seguridad nacional, regional y europea.
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Túnez también debe resolver, junto con su transición política y sus debilidades estructurales e institucionales, los riesgos que para su estabilidad
supone la proximidad geográfica al agujero negro en términos de seguridad en que está inmersa Libia.
El escenario regional de riesgos y amenazas yihadistas se complica con
la presencia de los Soldados del Califato (una escisión de al-Qaeda en el
Magreb Islámico) en Argelia y con el establecimiento de Ansar Bayt alMaqdis en Egipto.
En el África Subsahariana, Nigeria afronta la violencia descontrolada
de Boko Haram, la milicia más sanguinaria de África y que juró lealtad
en marzo de 2015 al líder de la organización del Estado Islámico, en
busca de propaganda y de “legitimidad” para sus acciones terroristas.
Boko Haram se ha convertido también en la milicia islamista más numerosa del continente africano, pues puede llegar a superar los 10.000
efectivos. Bajo el liderazgo de Abubacar Shekau, la organización se ha reforzado debido a su capacidad de captación, reclutamiento y radicalización de adeptos. Desde julio de 2014, la estrategia de Boko Haram se
centra en la ocupación fáctica de territorios y en los ataques frontales a
las fuerzas militares. Además, ha extendido sus acciones terroristas y militares a las fronteras nigerianas atentando también en Camerún, Níger y
Chad (Díez, 2015, 14-16).
La posible y no descartable conexión de los simpatizantes de la organización del Estado Islámico con los militantes de Ansar al-Sharia en Túnez,
los Soldados del Califato u otras milicias yihadistas afines o no a al-Qaeda
en el Magreb Islámico, podría complicar aún más la situación regional del
norte de África y el África Subsahariana.
Cabría destacar que la relación de los grupos extremistas africanos con
sus correligionarios de la organización del Estado Islámico en Oriente
Medio es esencialmente de lealtad, interés y compromiso ideológico. Comparten el objetivo maximalista de imponer la sharia o ley islámica, pero no
de jerarquía ni de dependencia, ya que el yihadismo global no cuenta con
una estructura centralizada (Díez, 2015, 4). La presencia del Estado Islá170
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LA EXTENSIÓN DEL ESTADO ISLÁMICO POR EL NORTE DE ÁFRICA Y EL ÁFRICA SUBSAHARIANA / ANA BELÉN PERIANES
mico en diferentes escenarios le otorga flexibilidad en las potenciales acciones a llevar a cabo (Sánchez, 2015, 10).
CONSECUENCIAS PARA LA SEGURIDAD EUROPEA
DE LA EXTENSIÓN DEL ESTADO ISLÁMICO
La amenaza que suscita el terrorismo yihadista para Europa viene marcada
por el conflicto sirio-iraquí, con la pugna de la organización del Estado Islámico y al-Qaeda con sus franquicias para obtener el liderazgo de la yihad
global, y por el posible retorno de combatientes extranjeros de origen europeo a sus países.
La lucha contra el terrorismo yihadista volvió con fuerza a las agendas
políticas en materia de seguridad de las autoridades europeas, fundamentalmente tras la aparición del Estado Islámico y su extensión a las puertas
de Europa, en el norte de África y el África Subsahariana, tras el crecimiento
del fenómeno de los combatientes extranjeros y la sucesión de atentados yihadistas en territorio europeo.
Los atentados perpetrados por tres militantes yihadistas, que tuvieron lugar en París la segunda semana de enero de 2015, ocasionaron 17
muertos tras la irrupción violenta en las oficinas del semanario satírico
francés Charlie Hebdo y en un supermercado especializado en productos para la comunidad judía. Al-Qaeda en la Península Arábiga se apresuró a reivindicar la autoría del atentado, pero está demostrado que el
autor de la matanza en el supermercado judío se unió a la organización
del Estado Islámico y prestó juramento al líder en un vídeo póstumo
(Filiu, 2015, 17).
Estos atentados generaron una ola de rechazo. La organización del Estado Islámico amenazó explícitamente en su revista Dabiq a los imanes que
condenaron los atentados en París, sabedores de la importancia y trascendencia que supone la deslegitimación de sus actividades violentas por parte
de los líderes religiosos musulmanes y la comunidad musulmana en general con el objetivo de prevenir la radicalización de individuos.
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La Unión Europea también fue testigo a mediados de febrero de 2015
de otro atentado yihadista, esta vez perpetrado en Copenhague, en el que
probablemente un lobo solitario acabó con la vida de dos personas tras su
asalto a un café donde se debatía sobre la libertad de expresión, y su posterior ataque a una sinagoga judía.
A mediados de 2015, un atentando de inspiración salafista yihadista perpetrado en Túnez por un grupo afín a al-Qaeda en el Magreb Islámico acabó
con la vida de 22 turistas en el Museo del Bardo. Entre las víctimas se encontraban ciudadanos de cuatro nacionalidades europeas. Este episodio violento
evidencia los riesgos y amenazas que enfrenta la Unión Europea en materia de
seguridad, en este caso en lo que a sus intereses en el extranjero se refiere.
La posible vuelta a sus países de origen de los militantes yihadistas que
combaten en zonas de conflicto como Irak y Siria, o en las autoproclamadas provincias de la organización del Estado Islámico en el norte de África
y el África Subsahariana, es una de las amenazas más serias a las que ha de
hacer frente tanto la Unión Europea como la comunidad internacional en
general. La mayoría de los combatientes extranjeros de origen europeo que
viajan a Irak y Siria, con el riesgo de que retornen a sus países, se unen a la
organización del Estado Islámico.
El Consejo de Justicia y Asuntos de Interior ya debatió sobre este asunto
durante los días 5 y 6 de junio de 2014 (Consejo de la Unión Europea,
2014). Los nueve países europeos que se consideran a sí mismos los más
afectados por la violencia yihadista (Francia, Bélgica, Alemania, Suecia, Dinamarca, Gran Bretaña, Holanda, Irlanda y España) aprobaron el 5 de junio
de 2014 planes para intensificar el intercambio de inteligencia y trabajar en
la lucha contra los sitios web radicales con el objetivo de detener a los ciudadanos europeos que busquen viajar a zonas de conflicto para combatir y,
a su vuelta, importar a Europa la violencia y las tácticas terroristas aprendidas o trabajar en la radicalización de individuos (Guardia Civil, 2014, 6).
Estas medidas giran en torno al uso de datos de pasajeros de aerolíneas
para rastrear a las personas que regresan de Siria, el intercambio de información y seguimiento de dichas personas, su inclusión en una base de datos
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LA EXTENSIÓN DEL ESTADO ISLÁMICO POR EL NORTE DE ÁFRICA Y EL ÁFRICA SUBSAHARIANA / ANA BELÉN PERIANES
de la Unión Europea utilizada por las fuerzas de seguridad de fronteras y el
envío de la información a la Oficina Europea de Policía (EUROPOL) (Ministerio del Interior de Francia, 2014).
Tras las resoluciones 2170 y 2178 que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas adoptó en 2014, la Unión Europea aprobó el 20 de octubre
del mismo año la Estrategia de lucha contra el terrorismo y los combatientes extranjeros de la UE. Desde entonces, se han ido incrementando las medidas dirigidas a prevenir el desplazamiento de los militantes yihadistas a
zonas de conflicto, facilitar su seguimiento a su vuelta y trabajar en su desradicalización una vez retornados.
En zonas de conflicto, las organizaciones yihadistas pueden seleccionar
a combatientes occidentales y darles entrenamiento para perpetrar atentados en su país de origen.
El incremento de la violencia que se vive a consecuencia del embate de
la organización del Estado Islámico tanto en Siria e Irak como en el norte
de África y el África Subsahariana, que se suma al ya de por si deteriorado
escenario que vivían estas regiones, ha provocado una crisis de refugiados
y desplazados sin precedente desde la Segunda Guerra Mundial, casi la
mitad de ellos provenientes de África y Oriente Medio (González, 2015).
En consecuencia, un sustancial número de personas se ven obligadas a
huir de su país por razones de seguridad con destino a Europa, unidas al tradicional flujo de migración económica procedente tanto del norte de África
como del África Subsahariana. La Unión Europea ha establecido diferentes mecanismos para abordar el flujo de los refugiados y el de los inmigrantes económicos irregulares, pero resulta complicado distinguirlos, sobre
todo cuando proceden de África. A este respecto, la pobreza estructural de
los países del norte de África y el África Subsahariana puede llevar a que los
inmigrantes presenten motivos tanto económicos como de seguridad personal (González, 2015).
Las masivas oleadas de inmigración irregular proveniente tanto del
norte de África como del África Subsahariana producen la muerte de
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173
CUADERNOS de pensamiento político
cientos y hasta miles de personas en sus travesías por el Mediterráneo,
guiadas por el crimen organizado. El drama humanitario de las personas que sufren en sus zonas el caos, la violencia, la pobreza y la falta de
perspectivas de futuro les lleva a ponerse en manos de las mafias a cualquier precio.
Sin embargo, los movimientos migratorios y de refugiados de las zonas
en conflicto han levantado un clima de sospecha sobre el riesgo de que
pueda importarse a los países europeos la violencia de impronta religiosa o
su caldo de cultivo que, a su vez, puede generar episodios de islamofobia en
Europa.
El nivel de amenaza se ha incrementado notoriamente desde la intervención de países europeos en la coalición internacional liderada por Estados Unidos para combatir a la organización yihadista en Siria e Irak.
El líder del Estado Islámico, Al Bagdadi, ha amenazado directa y explícitamente tanto en su revista de cabeza, Dabiq, como en vídeos difundidos
a través de las redes sociales, a los países que participan en la coalición internacional, como objetivos prioritarios principales. A través de sus comunicaciones, Al Bagdadi instó a los simpatizantes de su organización a hacer
la yihad en sus países de origen, ya que de este modo serían igual de buenos musulmanes que los que podían desplazarse a Siria a combatir. Con
ello, podría incrementarse la posibilidad de que estructuras operativas actúen en los países europeos que participan en la coalición internacional y el
número de individuos radicalizados.
Esta amenaza, según el líder de la organización, puede ser implementada
de cualquier manera (no es preciso disponer de explosivos) y contra cualquier objetivo europeo, tanto en nuestro territorio como en los intereses de
Europa en el extranjero (delegaciones diplomáticas u otro tipo de activos
como ciudadanos o empresas). Este hecho resulta difícil y complejo de controlar porque la seguridad absoluta no existe.
En teoría, sufrirían un mayor riesgo y amenaza los países europeos que
participan en los bombardeos, como Francia y Reino Unido, pero la ame174
JULIO / SEPTIEMBRE 2015
LA EXTENSIÓN DEL ESTADO ISLÁMICO POR EL NORTE DE ÁFRICA Y EL ÁFRICA SUBSAHARIANA / ANA BELÉN PERIANES
naza es explícita para todos los países que participan en la coalición internacional. En cuanto a España, nuestro país no participa en los bombardeos
pero presta bases a países que sí lo hacen.
Otro elemento a tener en cuenta por parte de las autoridades europeas
sería que la organización del Estado Islámico ha generalizado el reclutamiento de niños y adolescentes para labores relacionadas con el combate
(Palacián, 2015, 1). Además del drama que supone la instrumentalización de
la infancia con fines bélicos, la preparación de niños y adolescentes para
combatir y utilizar explosivos supone un potencial riesgo para Occidente,
ya que es una amenaza difícil de detectar y un latente y eventual riesgo a
largo plazo.
La materialización de las tesis del terrorista sirio de nacionalidad española Mustafá Setmarian Nasar es otro de los riesgos que afectan a la seguridad europea. La peligrosidad de las tesis de Setmarian radica en la
apología que realizó sobre un terrorismo universal, descentralizado y al
que todo joven musulmán se debe. En este sentido, proclamó que cada
terrorista puede actuar de forma independiente, sin la pertenencia a células y sin líderes directos. El riesgo radica en que personas que aparentemente están integradas en la sociedad puedan cometer atentados o
radicalizar individuos.
En su obra La llamada a la resistencia islámica global hizo un llamamiento
a la necesidad de alimentar el frente de la yihad a través de musulmanes radicalizados aislados e independientes, ya que la ausencia de organización en
sus actividades de inspiración yihadista dificulta las labores contraterroristas de los Estados. (Lorenzo-Penalva, 2013, 7).
Elementos como el regreso de individuos que hayan combatido la
yihad con experiencia en tácticas y uso de armas en zonas de conflicto;
el honor que el martirio de los militantes yihadistas supone a su familia;
la radicalización que se expande en diversas redes sociales, en algunas
mezquitas y en una serie de organizaciones; la propaganda que se realiza
de las actividades de inspiración yihadista como acciones dignificantes;
el establecimiento de unas bases ideológicas que trasladan a las personas
JULIO / SEPTIEMBRE 2015
175
CUADERNOS de pensamiento político
que quieran considerarse buenos musulmanes la necesidad de convertirse en combatientes, etc., favorecen y posibilitan la materialización de
las tesis de Setmarian.
Respecto a España, nuestro pasado histórico nos sitúa como uno de
los objetivos simbólicos más relevantes del imaginario colectivo de la militancia de la yihad internacional. España es así referencia recurrente en
la propaganda, incluyendo la publicación en las redes sociales de fotografías de destacados lugares o monumentos españoles en las que también se visualiza la bandera del EI realizadas in situ por simpatizantes de
la organización (Berenguer, 2014, 10). La campaña de visualización de estandartes negros también ha llegado a otros monumentos o lugares relevantes europeos.
A pesar de los elementos anteriormente expuestos, Occidente no es el
principal teatro de operaciones del terrorismo yihadista, y la actividad preventiva e investigativa permite neutralizar planes para cometer atentados
en diversos países, así como episodios de captación y radicalización de simpatizantes. De hecho, los medios de comunicación occidentales y la percepción de la opinión pública al respecto difuminan los atentados cometidos
contra víctimas, en su gran mayoría musulmanas, por organizaciones yihadistas en otros escenarios del planeta (Reinares, 2013, 5).
CONCLUSIONES
La estabilidad del norte de África, el Sahel y el África Subsahariana, así
como la de las zonas de conflicto en Irak y Siria, es un objetivo clave para
Europa, ya que la estabilidad interna de los países de estas regiones se relaciona con la seguridad tanto a nivel global como regional. De este modo,
los conflictos importados de zonas como Siria e Irak o el norte del África y
el África Subsahariana a territorio europeo son una de las principales preocupaciones en materia de seguridad para Europa.
Esto lleva a plantearnos algunas preguntas cuyas respuestas influirán sin
lugar a dudas en el panorama de seguridad europea. Debemos preguntar176
JULIO / SEPTIEMBRE 2015
LA EXTENSIÓN DEL ESTADO ISLÁMICO POR EL NORTE DE ÁFRICA Y EL ÁFRICA SUBSAHARIANA / ANA BELÉN PERIANES
nos si Europa seguirá a salvo de atentados masivos, cómo evolucionará la
pugna entre la organización del Estado Islámico y al-Qaeda por el liderazgo
mundial de la yihad, cómo progresarán los frentes de conflicto abiertos en
Irak y Siria con el autoproclamado Califato y cómo actuarán los combatientes extranjeros que vuelvan a sus países de origen.
La atomización y competición existente entre la organización del Estado
Islámico y al-Qaeda y sus franquicias regionales por alcanzar el liderazgo de
la yihad global puede llevar a Europa a un riesgo de atentados en su territorio, pero quizás en niveles inferiores de los que sufren otras regiones.
También se plantea el riesgo de que la presión yihadista desestabilice
aún más los Estados africanos más próximos a Europa y que su consolidación favorezca la ejecución de atentados terroristas en suelo europeo. Además, cabría la posibilidad de que las organizaciones yihadistas presentes en
las regiones del Sahel, el África Subsahariana y el norte de África pudieran
declarar algunas de esas zonas como tierra de yihad por diversos motivos,
como la presencia prolongada de soldados occidentales en la región, si es
que se diese el caso, y por el desarrollo de acontecimientos geopolíticos internacionales y regionales.
La expansión africana del terrorismo yihadista podría debilitar y acabar
con los avances que se han ido alcanzando en el ámbito económico, político, social y de seguridad en muchos países y regiones del Continente.
La amenaza explícita del líder del denominado Estado Islámico a los
países que colaboran con la coalición internacional liderada por Estados
Unidos, se configura como uno de los retos más graves a los que se enfrenta
la agenda de seguridad de la Unión Europea.
La presencia en suelo europeo de militantes yihadistas con experiencia
en armas y técnicas de combate puede suponer el riesgo de que decidan
cometer atentados o reclutar y radicalizar a otras personas. La petición explícita de la organización del Estado Islámico para que simpatizantes y militantes yihadistas hagan la yihad en su país de origen sin necesidad de
desplazarse a zonas de conflicto la agrava aún más.
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177
CUADERNOS de pensamiento político
Las medidas europeas de prevención de la radicalización son imprescindibles para combatir el caldo de cultivo de la captación de simpatizantes (también de ciudadanos europeos conversos) y el reclutamiento de
combatientes yihadistas. Para ello, debe darse la atención que merece a las
políticas presupuestarias para la prevención de la radicalización y otros
asuntos como la desradicalización de simpatizantes y excombatientes.
El clima de crisis económica que impera en Europa puede dificultar
que la opinión pública europea comprenda la necesitar de destinar importantes recursos económicos a políticas y programas de seguridad y
defensa. La escasa cultura de seguridad europea hace preciso trabajar en
la comunicación estratégica de cara a que la ciudadanía se sensibilice
acerca del riesgo que supone la amenaza yihadista para Europa, ya que
este fenómeno requiere a veces adoptar medidas costosas, tanto en el
ámbito económico como social.
Las causas profundas que favorecen la propagación del terrorismo yihadista merecen una especial atención y un enfoque integral con medidas
de prevención y desradicalización, y no únicamente de seguridad en forma
de medidas represivas.
Los países y las organizaciones regionales africanas precisan cooperar firmemente con el objetivo de mejorar la gobernabilidad, la seguridad y el desarrollo de sus Estados, fomentando políticas socioeconómicas que reduzcan la desigualdad y mejoren la calidad de vida de
sus ciudadanos. La pobreza extrema se ha constatado como un caldo
de cultivo para la propagación del fundamentalismo islámico y el crimen organizado transnacional.
La inestabilidad y el caos que impera en países del norte de África, el
África Subsahariana y el Sahel han incrementado notoriamente los flujos
irregulares de inmigración que soporta Europa. En este sentido, los inmigrantes irregulares, además de padecer terribles condiciones de vida, son
susceptibles de caer en las redes del crimen organizado transnacional, que
vulneran los derechos humanos y, a su vez, colaboran con las redes de los
grupos yihadistas en sus actividades ilícitas.
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LA EXTENSIÓN DEL ESTADO ISLÁMICO POR EL NORTE DE ÁFRICA Y EL ÁFRICA SUBSAHARIANA / ANA BELÉN PERIANES
La colaboración y cooperación bilateral y regional con las fuerzas de seguridad y defensa de los Estados del norte de África, el Sahel y el África Subsahariana con el objetivo de proteger sus fronteras y mejorar sus
capacidades es el mejor modo de proteger tanto su seguridad regional como
la europea frente al salafismo yihadista y el crimen organizado.
PALABRAS CLAVE
•
•
•
•
•
África Estado Islámico Califato Europa Salafismo yihadista Yihadismo
RESUMEN
ABSTRACT
La ampliación de la agenda internacional
del denominado Estado Islámico tras su
extensión por el norte de África y el África
Subsahariana, en un entorno muy próximo a la Europa del Mediterráneo (incluyendo a España), supone una gravísima
amenaza para la seguridad europea. Con
ello, la amenaza explícita a los países
que participan en la coalición internacional liderada por Estados Unidos para
combatir enclaves de la organización del
Estado Islámico en Siria e Irak y el posible retorno de combatientes extranjeros
a sus países de origen, ocuparán la
agenda de seguridad europea tanto en el
medio como en el corto plazo.
The extension of the international agenda
of the so-called Islamic State after its expansion over the north of Africa and SubSaharan Africa, very close to
Mediterranean Europe (including Spain),
is an extremely serious threat to European security. Given this situation, the explicit threat to countries participating in
the international coalition led by the United States to fight the Islamic State’s positions in Syria and Iraq and the possible
return of foreign soldiers to their countries of origin will occupy the agenda of
European security both in the medium
and in the short term.
JULIO / SEPTIEMBRE 2015
179
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JUAN TOVAR RUIZ
La política exterior de la Administración Obama
hacia Asia Oriental
¿GIRO HACIA EL PACÍFICO?
n julio de 2010, en el marco de la Cumbre Anual del ASEAN, organización internacional de integración que abarca la mayor parte de
los Estados del Sudeste Asiático, y después de la intervención de la
entonces secretaria de Estado, Hillary Clinton, defendiendo la libertad de
navegación en el Mar del Sur de China, el ministro de Asuntos Exteriores
chino, Yang Jiechi, afirmó que “China es un país grande y otros países son
países pequeños y eso es simplemente un hecho”1. Este discurso venía a reafirmar la sospecha de numerosos miembros de la Administración Obama
y de diferentes analistas de la política internacional de la región, que veían
una creciente asertividad de una potencia emergente como China, cada
vez más consciente del estatus de gran potencia que le acompaña.
E
Esta situación de Asia Oriental, cuyas disputas territoriales y situación
de equilibrios de poder regional han hecho que se susciten comparaciones
con la Europa previa a la I Guerra Mundial, fue uno de los detonantes que
llevaron a establecer la estrategia del famoso giro o “pívot”, cuya existenJuan Tovar Ruiz es profesor de relaciones internacionales en la Universidad de Burgos y en la Universidad Autónoma de Madrid.
1
“U.S. takes a tougher tone with China”, The Washington Post, 30 de julio de 2010.
http://www.washingtonpost.com/wp-dyn/content/ar ticle/2010/07/29/AR20100
72906416.html.
JULIO / SEPTIEMBRE 2015
183
CUADERNOS de pensamiento político
cia, sin embargo, ha sido crecientemente cuestionada a medida que otros
escenarios regionales, como es el caso del Próximo Oriente tras la fallida
“Primavera Árabe” o la crisis ucraniana en relación a Rusia, han ido adquiriendo protagonismo. De hecho, en su reciente discurso ante el Congreso de los Estados Unidos2, el primer ministro japonés Shinzo Abe,
reclamaba que uno de los principales proyectos de la Administración
Obama como es el de la Asociación Transpacífica fuera culminado. ¿Qué
nos dice todo esto de la política exterior de una Administración que originalmente había convertido en su principal prioridad esta región emergente
y en la que el propio presidente Obama se había autoproclamado “el primer presidente del Pacífico”?
Este va a ser el objeto de estudio del presente artículo, a través del
discurso y de los hechos de la citada Administración, y teniendo en
cuenta aspectos clave como son los principales organismos del proceso
de toma de decisiones, los principales actores del mismo y sus preferencias ideológicas o visiones del mundo en relación a la política exterior estadounidense.
EL GIRO HACIA EL PACÍFICO DE LA ADMINISTRACIÓN OBAMA
Las referencias de Obama hacia la región de Asia-Pacífico se remontan
prácticamente hasta el inicio de su campaña presidencial en el año 2008 e
incluso antes. Ya en el libro publicado con título La audacia de la esperanza,
el candidato presidencial Obama planteaba que su experiencia vital en
Asia-Pacífico y, concretamente en Indonesia, donde había pasado su infancia, había permeado su visión de la política internacional. En los famosos artículos que los candidatos para las primarias estadounidenses suelen
publicar en Foreign Affairs, Obama destacaba y ponía en pie de igualdad a
los aliados europeos y asiáticos, llegando a proponer el establecimiento de
una Asociación Transpacífica que pudiese operar de manera similar a lo
2
“Japan Prime Minister Shinzo Abe argues for a Trade Deal in speech to Congress”, The Wall
Street Journal, 29 de abril de 2015. http://www.wsj.com/articles/shinzo-abe-calls-for-closer-us-japan-ties-sealed-by-trade-pact-1430320692.
184
JULIO / SEPTIEMBRE 2015
¿GIRO HACIA EL PACÍFICO? / JUAN
TOVAR RUIZ
que sucedía con la relación transatlántica en el caso de los aliados europeos
de Estados Unidos3.
Una vez llegado al poder, el presidente estadounidense siguió remarcando la citada centralidad en numerosos discursos y documentos de carácter estratégico hechos públicos por la citada Administración. Uno de los
casos más destacados sería el discurso que formuló en Tokio en 2009, proclamándose el “primer presidente del Pacífico”4, en contraposición a una
política europea que le llevaba a declinar su asistencia a la Cumbre de Relaciones Transatlánticas de Madrid en 2010 o dedicar únicamente dos
horas a los líderes de la UE tras la Cumbre de Relaciones Transatlánticas
en Lisboa después de dos semanas de gira por Asia. De igual manera, y en
una de sus primeras visitas a la India, el presidente Obama planteó la
alianza de Estados Unidos con la India como “una de las asociaciones definitorias del siglo XXI”, remarcando la idea presente entre las élites estadounidenses de dicha potencia como “la democracia más grande del
mundo”5.
De igual forma, la secretaria de Estado Hillary Clinton, en su visita a
China en 2009, llegó a plantear la idea, en un notable giro de los fundamentos de la política exterior estadounidense, de que asuntos como los
derechos humanos no debían interferir en el diálogo en cuestiones clave
como el cambio climático o las relaciones económicas y comerciales, si
bien sostiene que no dejarían de presionar en la materia y, en sus memorias, que su afirmación fue malinterpretada6. Este posicionamiento sería
modificado en el discurso de la Administración en posteriores ocasiones a
la luz de las críticas producidas contra la política en esta materia, quedando
ejemplificada en la visita realizada por el, en aquel entonces, presidente
3
4
5
6
Obama, B. (2008), La audacia de la esperanza, Ed. Península, Barcelona pp. 287-342. Obama,
B. (2007), “Renewing American Leadership”, Foreign Affairs, vol. 86, nº 4, julio/agosto.
Véase http://www.whitehouse.gov/the-press-office/remarks-president-barack-obama-suntoryhall.
http://www.whitehouse.gov/the-press-office/2010/11/08/remarks-president-joint-session-indian-parliament-new-delhi-india.
“Clinton: chinese human rights cant interfere with other crises”, CNN, 22 de febrero de 2009.
http://edition.cnn.com/2009/POLITICS/02/21/clinton.china.asia/.
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CUADERNOS de pensamiento político
chino Hu Jintao en 2011 y las referencias realizadas hacia la política china
de derechos humanos tanto por parte del presidente estadounidense como
por el presidente chino7.
La propia secretaria de Estado proclamaría la centralidad de Asia
Oriental para la política exterior estadounidense en una destacada publicación realizada para la revista Foreign Policy, en octubre de 2011, con el
revelador título de America´s Pacific Century. En dicha publicación, la secretaria de Estado defiende, frente a la situación de retirada de tropas
que la Administración estaba llevando a cabo en Afganistán o Irak, que
sería Asia-Pacífico la región que marcaría el futuro de la política internacional en el siglo XXI y que, por lo tanto, Estados Unidos debería estar
en el centro de la acción. Este artículo es profundamente revelador respecto de lo que el famoso “giro” supone para la política exterior de la
Administración. De hecho, es uno de los primeros discursos en los que
la palabra “pívot” es utilizada. En el discurso de la secretaria de Estado,
que entroncaría con la estrategia dirigida por el propio presidente estadounidense, se declara que lo que se quiere realizar en Asia-Pacifico es
algo similar a lo realizado en el espacio transatlántico, revitalizando alianzas estadounidenses tradicionales como las que han llegado a tener con
Japón, Corea del Sur, Tailandia o Australia, y establecer nuevas asociaciones con otros Estados, además de una relación más estrecha con
China, que permitiese afrontar los desafíos de índole tanto económica
como política o de seguridad –se menciona el plan nuclear de Corea del
Norte– y evitar las profundas desconfianzas que de manera expresa afectan a sus relaciones. Asimismo, defiende conceptos de gran relevancia
como el de libertad de los mares, amenazado por los conflictos territoriales del Mar del Sur de China, expone abiertamente el apoyo a los derechos humanos y la democracia, y el apoyo a los procesos de integración
regional, enmarcados en organizaciones como el ASEAN y la APEC o
Foro de Cooperación Económica de Asia-Pacífico, además de otros famosos proyectos de la Administración, como la Asociación Transpacífica.
Dicho artículo, por tanto, plantea la centralidad vital de la región y la ne7
Véase http://www.whitehouse.gov/the-press-office/2011/01/19/press-conference-presidentobama-and-president-hu-peoples-republic-china.
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¿GIRO HACIA EL PACÍFICO? / JUAN
TOVAR RUIZ
cesidad de invertir en la misma en un momento de recursos escasos, al
estar en el interés político y económico de Estados Unidos como “potencia del Pacífico”8.
Igualmente relevante es la presencia de Asia-Pacífico en los documentos estratégicos centrales de la política exterior y de seguridad estadounidense. Esta presencia se encuentra recogida tanto en las Estrategias de
Seguridad Nacional hechas públicas por la citada Administración en 2010
y 2014, como en las famosas revisiones cuatrienales de la política de defensa estadounidense o en las guías estratégicas sobre la materia que ofrece
la Casa Blanca. Es en estos documentos donde el famoso “giro” parece implementarse, desarrollando las estrategias a seguir hacia Asia Oriental en
el ámbito de la seguridad. Al igual que sucede en el artículo de Clinton y
en algunos de los tempranos discursos del presidente Obama, la Estrategia de 2010 iguala a los Estados europeos y a los asiáticos como aliados de
Estados Unidos en diferentes temas, que van desde la seguridad hasta los
valores. Entre los aliados se menciona nuevamente a Estados como Japón,
Corea del Sur, Australia o Tailandia y se cita de manera destacada la amenaza que supone la cuestión nuclear de Corea del Norte, además del apoyo
a determinadas organizaciones regionales como el ASEAN. Asimismo,
centra las relaciones entre Estados Unidos y Asia en cuestiones de carácter económico como el comercio y las relaciones bilaterales que mantiene
con China o con la India, mencionando la relación con la primera como
método de reconducir algunas diferencias como las que abiertamente sostienen en relación a Taiwán9.
La Strategic Defense Guidance, documento que establece las directrices
estratégicas del presidente estadounidense al Departamento de Defensa,
trata la cuestión del “giro” o reequilibrio hacia Asia. En este documento
se expresan de manera menos políticamente correcta algunos de los desafíos que dicha región plantea y ante los cuales se defiende el compromiso
estadounidense con la paz, la estabilidad y la prosperidad de la misma.
8
9
Clinton, H. (2011), “America´s Pacific Century”, Foreign Policy, 11 de octubre. http://foreignpolicy.com/2011/10/11/americas-pacific-century/.
Véase la citada estrategia en http://www.whitehouse.gov/sites/default/files/rss_viewer/national_security_strategy.pdf.
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CUADERNOS de pensamiento político
Así, el citado documento, sin olvidar los desafíos en Europa o el Próximo
Oriente, marca la política como una prioridad para su Administración y
para el Departamento de Defensa ante los desafíos existentes, entre los
que cabe remarcar el ascenso chino, la paz en la península de Corea, la necesidad de reforzar la cooperación con los principales aliados y de establecer una relación más estrecha con la India. Es interesante destacar
cómo relaciona la gran variedad de formas en las que el ascenso de China
puede afectar a la seguridad y la economía estadounidense, y cómo se
vincula de manera estrecha el mantenimiento de la paz, la estabilidad o la
prosperidad con el de un equilibrio fundamentado en unas capacidades y
presencia militar en la región. Si bien las revisiones cuatrienales de 2010
y 2014 también hacen referencia a la cuestión del “giro”, especialmente relevante en relación al desarrollo de capacidades militares o a la dimensión genérica planteada en las Estrategias de Seguridad Nacional, es en
este documento donde la estrategia se plantea de una forma más clara y
directa10.
En el caso de la Estrategia de Seguridad Nacional de 2014, probablemente la última que se hará pública durante la presidencia de Obama, se
plantea la cuestión del reequilibrio de una forma más clara que en la versión de 2010. Se apuesta directamente por el apoyo a un rol mayor para la
India, tanto en las instituciones regionales como en la política regional,
viendo cercanía con la estrategia estadounidense hacia la región y por el
reforzamiento de las alianzas. Se menciona de nuevo el desafío de Corea
del Norte y el apoyo a Birmania en su “transición democrática” y reconciliación nacional. Se expone nuevamente el respaldo a los proyectos de integración regional mencionados, como el ASEAN o el Foro de Cooperación Asia-Pacífico y la famosa Asociación Transpacífica. Asimismo, y
si bien se recogen los avances materializados con el acuerdo con China en
emisiones de CO2 frente al cambio climático, se exponen los principales
problemas en la relación bilateral con China marcados por las reclamaciones territoriales, la ciberseguridad, el creciente gasto en defensa que la
propia estrategia se encarga de exponer que monitorizarán de manera estrecha, o la necesidad de que China asuma sus responsabilidades interna10
Tal y como se recoge en http://www.defense.gov/news/Defense_Strategic_Guidance.pdf.
188
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¿GIRO HACIA EL PACÍFICO? / JUAN
TOVAR RUIZ
cionales, desde la seguridad marítima hasta los derechos humanos, aunque da la bienvenida a una China estable, pacífica y próspera11.
Viendo cómo se ha recogido en el discurso y en los documentos estratégicos de seguridad y política exterior la centralidad de Asia-Pacífico, parece necesario observar si los hechos de la política exterior estadounidense
o los debates políticos e ideológicos que ha protagonizado respaldan las
afirmaciones de sus líderes. Ya con anterioridad a la publicación de esta
nueva Estrategia de Seguridad Nacional numerosos autores habían comenzado a poner en cuestión la plasmación de la misma en la realidad.
LA POLÍTICA EXTERIOR DE OBAMA Y EL GIRO HACIA ASIA
Para entender la política exterior de la Administración Obama hacia Asia
Oriental y una vez vistos los principales discursos y estrategias sobre los
cuales se asienta la política exterior estadounidense, hemos de recurrir también a los hechos a efectos de ver no solo lo que se dice sino también lo
que se hace. En este sentido, es necesario mencionar como fuente primaria del desarrollo de la estrategia del “giro” los planteamientos defendidos
por la propia Hillary Clinton en sus memorias, que entroncan con algunos
de los documentos ya mencionados.
La exsecretaria de Estado reivindica como proyecto propio –si bien
con el apoyo decidido del presidente estadounidense y de su consejero
de Seguridad Nacional, Tom Donilon– la idea del giro en una región en
la que, frente al Próximo Oriente, la inversión de atención y recursos
había sido mucho menor, según afirma este último12. En este sentido, establece la idea de que su primer viaje –de muchos– realizado a la citada
región se fundamentaba en la idea de la necesidad de priorizarla, al considerar que en la misma se marcaría la política internacional del siglo
11
12
Véase http://www.whitehouse.gov/sites/default/files/docs/2015_national_security_strategy.pdf.
“Foreign Affairs Focus: Donilon on U.S. Asia Policy”, Foreign Affairs, 6 de febrero de 2014.
http://www.whitehouse.gov/the-press-office/2013/03/11/remarks-tom-donilon-national-security-advisory-president-united-states-a.
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CUADERNOS de pensamiento político
XXI. A este respecto, y como razones justificativas, destacan las implicaciones del crecimiento de China para la región, los tratados establecidos
con algunos de sus principales aliados en la zona, como Japón o Corea
del Sur, y la necesidad de generar instituciones y normas de carácter regional similares a las existentes en el espacio transatlántico para evitar
que las desconfianzas, fricciones y tensiones territoriales existentes, particularmente en el Mar del Sur y Este de China, conduzcan a un empeoramiento de la situación, si bien descartando a priori una política de
contención hacia China. A esto se añade el desarrollo de una política internacional cada vez más asertiva o cuestiones relacionadas con valores
e ideales como los derechos humanos y la democracia. En este sentido,
el objetivo era conjugar la defensa de los intereses vitales estadounidenses sobre la base del reconocimiento de la libertad de navegación y sus
implicaciones de carácter comercial y energético, con la idea de “dar la
bienvenida” a una China que asumiese sus responsabilidades a nivel internacional y en ascenso. Clinton destacaba la figura de Kurt Campbell
como figura clave en el desarrollo de la estrategia, nombrado de acuerdo
con su segundo, Jim Steinberg, como encargado de llevar la política regional dentro del Departamento de Estado13.
Las preocupaciones suscitadas por Clinton no fueron exclusivas del ámbito político. Destacados autores, particularmente neorrealistas, como es el
caso del profesor de la Universidad de Chicago, John J. Mearsheimer, en
el contexto de una competición cada vez más descarnada por la supervivencia y la hegemonía regional, planteó en 2001 la posibilidad de que
China se convirtiese en un rival estadounidense con mayor potencial aún
que la Unión Soviética, a la vista de sus datos de poder duro tanto a nivel
económico como militar o demográfico. Planteamiento interesante, pues
en tanto que los neorrealistas han sido los grandes críticos de las intervenciones humanitarias e ideológicas producidas a partir de los años 90, se
han convertido en los mayores defensores de una política de contención
enérgica frente a China14.
13
14
Clinton, H. (2014), Hard Choices, Ed. Simon & Schuster, Nueva York, pp. 39-82.
Mearsheimer, John J. (2001), The Tragedy of Great Power Politics, Ed. Norton & Co., Nueva York,
2001, pp. 361-402.
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¿GIRO HACIA EL PACÍFICO? / JUAN
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A pesar de sus prometedores inicios y de un apoyo político al “giro” difícil de rebajar, los resultados no han estado a la altura de la retórica y el
giro hacia el Pacífico ha pasado a un segundo plano dentro de las prioridades de la Administración estadounidense, especialmente en el segundo
mandato. En realidad este abandono de la centralidad de dicha estrategia
se debe a una pluralidad de razones que responden a diferentes elementos
de la política exterior estadounidense:
1) El cambio en las prioridades estratégicas de la Administración Obama.
2) Los cambios personales producidos en el seno de los procesos de toma
de decisiones.
3) Las razones expuestas en el debate interno sobre la conveniencia de realizar este giro al Pacífico.
En primer lugar, parece claro que Hillary Clinton fue una de las principales impulsoras de un proyecto que tuvo una extraordinaria relevancia en el primer mandato de Obama. Sin embargo, tras su salida del Departamento de
Estado las prioridades estratégicas empezaron a cambiar. Por un lado, el conflicto de Siria empeoraba y estuvo a punto de conducir a una nueva intervención militar en otro Estado del Próximo Oriente con consecuencias
presumiblemente malas. A pesar de que la intervención se evitó en el último
momento gracias a la mediación rusa, este conflicto quedó muy pronto opacado por los acontecimientos producidos en Irak con el surgimiento del Estado Islámico. A esto cabe añadir la cuestión ucraniana tras la anexión de
Crimea por Rusia y la inestabilidad en el este del país. Finalmente, dos escenarios clave para el legado de Obama –el del restablecimiento de relaciones
con Cuba y el de las negociaciones nucleares con Irán– dejaron la política
asiática en un cuarto o quinto lugar entre las prioridades de la Administración.
A pesar de la relevancia identitaria y de los discursos del propio presidente estadounidense, parece que estos elementos no han sido suficientes para mantener el famoso giro dentro de las prioridades de la Administración15.
15
Pei, M. (2014), “The America´s Pivot Paradox: Ukraine, Syria and Beyond”, The National Interest, 24
de abril. http://nationalinterest.org/feature/americas-pivot-paradox-ukraine-syria-beyond-10306.
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CUADERNOS de pensamiento político
A esto cabe añadir como segundo factor el cambio producido en el entramado del proceso de toma de decisiones con diferentes hitos, como fueron el de la salida del sucesor de Gates y Panetta, Chuck Hagel, y,
especialmente, la incorporación de un nuevo secretario de Estado que no
parecía compartir las prioridades estratégicas de Clinton hacia Asia Oriental: John Kerry. Este último decisor ha dedicado una mayor parte del esfuerzo y energía a tratar las cuestiones del Próximo Oriente, como el
proceso de paz entre israelíes y palestinos, el conflicto sirio o el plan nuclear iraní, y a reconducir la situación ucraniana antes que a la estrategia
del “pívot”. De igual forma, en el Consejo de Seguridad Nacional, Susan
Rice, mayor conocedora del Próximo Oriente como región frente al caso
de Asia, sustituyó a otro defensor del giro como era Donilon16.
Finalmente, a la vista de los desafíos que se afrontan en regiones esencialmente vitales para la política exterior estadounidense, como Europa y
el Próximo Oriente, a la postre, en el debate entre grupos ideológicos y en
los círculos políticos de Washington parece que, cuando menos temporalmente, perdieron los partidarios del giro frente a aquella parte del establishment que sigue centrando las prioridades estratégicas en Europa o el
Próximo Oriente. Tiende a considerarse que los autores realistas han sido
los principales defensores del giro, frente a neoconservadores y liberales
intervencionistas. En este sentido, los posicionamientos de autores como
Richard Haass o John Mearsheimer así lo sostendrían, como resultado del
enorme desafío que el ascenso de China supone para el orden internacional establecido después de la Guerra Fría, y como rival por la hegemonía
regional y la supervivencia. Sin embargo, esto es cierto solo parcialmente17.
16
17
Ibíd., “What happened to the Asia Pivot in 2013?”, Council on Foreign Relations, 20 de diciembre de 2013. http://www.cfr.org/china/happened-asia-pivot-2013/p32108 “Obama aims to
reinvigorate Asia Strategy”, The Washington Post, 16 de abril de 2014. http://www.washingtonpost.com/politics/obama-aims-to-reinvigorate-asia-strategy/2014/04/16/4a46ed5e-c4bf11e3-bcec-b71ee10e9bc3_story.html. Véase también a este respecto el discurso de Donilon
defendiendo el giro en un discurso ante la Sociedad de Asia en Nueva York el 11 de marzo de
2013. http://www.whitehouse.gov/the-press-office/2013/03/11/remarks-tom-donilon-national-security-advisory-president-united-states-a.
Cabe destacar la existencia de un debate en la materia en importantes publicaciones estadounidenses, como Foreign Policy o The National Interest. Entre otras un ejemplo puede ser
Indyk, M. (2012), “The Re-Pivot”, Foreign Policy, 20 de noviembre. Schaki, K. (2014), “The
Pivot to Nothing”, Foreign Policy, 13 de abril. http://foreignpolicy.com/2014/04/23/the-pivot-
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¿GIRO HACIA EL PACÍFICO? / JUAN
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Stephen Walt, otro de los autores realistas más destacados, llegó a plantear que Estados Unidos debería hacer el giro en solitario, pues los líderes
europeos no le acompañarían en el mismo. Tras la crisis ucraniana, el propio Richard Haass defendió la idea de girar hacia Europa contraponiendo
la visión que había defendido en 2011 en el contexto de la intervención en
Libia. De igual forma, también contribuyó la existencia de una parte relevante del establishment en política exterior que defendería la idea de la primacía europea en la política internacional estadounidense. Esto es
fácilmente visible en la afirmación de Leslie Gelb en The National Interest,
al sostener que Asia nunca reemplazará a Europa como principal socio en
temas económicos o de seguridad, aunque reconoce que Obama no parece verlo así18. Pese a las últimas reformas realizadas en la Constitución y
en la legislación japonesa –para que sus fuerzas de autodefensa puedan
participar en misiones en el exterior, modificar su procesos de toma de decisiones e incrementar su gasto en defensa–, parece confirmarse, viendo
las ultimas crisis, que la potencia norteamericana tiene que seguir apoyándose en los tradicionales aliados europeos para dar, cuando menos, una
cierta imagen de multilateralismo en el exterior19.
Por supuesto estas no son las únicas razones de la pérdida de relevancia del giro. Los problemas internos estadounidenses, como el famoso “secuestro” (el drástico paquete de recortes en sanidad, educación y defensa)
y la falta de una estrategia clara para el giro, también son cuestiones de carácter central. Un último argumento puede añadirse: el de la falta de resultados de esta política. A pesar de los argumentos de sus defensores, el
acercamiento a las diferentes potencias asiáticas ha tenido resultados limitados. Por un lado, los intentos de cortejar a la India, a pesar de la rivalidad estratégica que sostiene con China, no han bastado para modificar de
to-nothing/ o Mazza, M. (2014), Can Obama Save his Mighty Pivot to Asia?, The National Interest, 18 de abril. http://nationalinterest.org/feature/can-obama-save-his-mighty-pivot-asia-10282.
Haass, R. (2011), “Why Europe no longer matters”, The Washington Post, 17 de junio.
http://www.washingtonpost.com/opinions/why-europe-no-longermatters/2011/06/15
/AG7eCCZH_story.html. Sobre Mearsheimer ver nota 13.
18
Walt, S. (2014), “There is no partnership in pivot”, Foreign Policy, 7 de agosto. http://foreignpolicy.com/2014/07/08/theres-no-partnership-in-pivot/ Gelb, L. (2012), “The Elusive Obama
Doctrine”, The National Interest, nº 121, septiembre/octubre, p. 26.
19
“Japón aprueba las normas para ampliar el papel de su ejército”, El País, 14 de mayo de 2015.
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CUADERNOS de pensamiento político
manera clara su política exterior, que únicamente de manera puntual coincide con la agenda estadounidense. Corea del Sur, más allá de confirmar
la alianza estratégica previa y la común preocupación por el comportamiento y la actitud de Corea del Norte, no parece haberse convertido en
un socio global –de hecho, a la hora de aplicar sanciones a Rusia como
otros aliados hicieron previamente, se negaron–. Finalmente, el más interesado de los Estados asiáticos en el giro, Japón, se ha quejado de manera
reiterada del incumplimiento de los compromisos estadounidenses de culminar la Asociación Transpacífica, entre las críticas de los senadores y representantes demócratas que, bajo el liderazgo de la senadora Elizabeth
Warren, están bloqueando el proyecto del presidente Obama en el Congreso estadounidense. Ni siquiera en aspectos como el de la gobernanza
económica mundial dicha estrategia tuvo demasiado éxito, a la vista de las
discrepancias surgidas –también con sus aliados europeos– en torno al
Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras y la primacía conseguida
por el plan chino para establecer una zona de libre comercio frente al
Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP) estadounidense20.
CONCLUSIONES
Los desafíos que justificaron la aparición de la estrategia del “giro” hacia el
Pacífico se mantienen. China sigue sosteniendo una posición asertiva en los
conflictos territoriales sobre los Mares del Sur y Este de China que dificulta la libre navegación, acompañada de un discurso nacionalista que eleva
las tensiones con sus vecinos. Su crecimiento económico regional y su
gasto en defensa –que ya ha superado al europeo–, junto con un sistema
de equilibrios de poder que recuerda al previo a la I Guerra Mundial y el
potencial desafío que puede suponer, añaden argumentos a favor de dicha
estrategia.
20
Warren, E. (2015), “The Trans-pacific Partnership clause everyone should oppose”, The Washington Post, 27 de enero. http://www.washingtonpost.com/opinions/kill-the-dispute-settlementlanguage-in-the-trans-pacific-partnership/2015/02/25/ec7705a2-bd1e-11e4-b274-e5209a3b
c9a9_story.html. “US Anger at Britain joining Chinese-led investment Bank AIIB”, The Guardian,
13 de marzo de 2015. Sobre Japón ver la noticia recogida en nota 1.
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Pero a pesar de tener tantos argumentos favorables hay que responder
una serie de preguntas sobre esta estrategia. ¿Es necesaria una política de
defensa a gran escala para una región que plantea enormes desafíos para
el orden mundial del siglo XXI, pero cuya naturaleza vital para la potencia
estadounidense es discutible más allá de la cuestión china? ¿Es la estrategia adecuada para contener dicho ascenso o ayudar a modificar el comportamiento de China, en un momento de recursos escasos y a la vista de
los elementos estructurales que operan en el ámbito de la política exterior
estadounidense? La respuesta a ambas preguntas posiblemente sea negativa. Ya en décadas pasadas se vio un ejemplo principal de los malos resultados producidos en una zona discutiblemente vital materializados en el
conflicto de Vietnam. En la actualidad, se han mostrado enormes dudas
tanto sobre la solidez como la posibilidad real de que dicha estrategia
pueda ser llevada a cabo.
La estrategia de giro hacia el Pacífico fue criticada ya con anterioridad a su implementación, y en el segundo mandato del presidente estadounidense su centralidad parece haber pasado a un segundo plano
como consecuencia de las causas mencionadas. A pesar de todo, los
muy importantes problemas que dicha situación regional genera no solo
no han desaparecido sino que se mantienen, y si bien tratar de afrontarlos mediante una estrategia en exceso ambiciosa no parece resultar
la solución cuando otros escenarios demandan soluciones urgentes, esto
no quiere decir que no sea preciso adoptar otro tipo de políticas más
adecuadas.
Una política de contención, similar a la que se utilizó frente a la
URSS, no parece demasiado aconsejable, a la vista de la mutua interacción que en el ámbito político o económico existe en la relación entre
China y Estados Unidos, tal y como reconoció en la entrevista para Foreign Affairs ya citada el exconsejero de Seguridad Nacional, Tom Donilon. Una opción menos costosa pero no menos decidida podría
suponer un avance que permitiría afrontar los desafíos regionales de manera más efectiva. Debe tenerse en cuenta que, ante la modificación acelerada del escenario estratégico en Asia Oriental, cualquier posible cisne
negro –que puede ir desde la ya patente desaceleración económica china
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CUADERNOS de pensamiento político
hasta un escándalo de corrupción, salud o medioambiental– podría cambiar el escenario regional a gran velocidad y por ello es necesario actuar
con la máxima prudencia.
Esta estrategia pasaría por apoyarse en mucha mayor medida en los vecinos de China temerosos de su expansión, antes que en una acción directa
estadounidense. Ayudar a los aliados y no combatir por ellos se convirtió en
una máxima utilizada por la Administración Nixon para evitar los malos resultados producidos por conflictos como el de Vietnam. En este caso, su necesidad y la oportunidad que plantean las antipatías regionales a las
demandas territoriales de China no son menores. Deben ser los Estados que
se sienten amenazados por el creciente poder chino y no Estados Unidos
–máxime en una época de recursos escasos– los que asuman los mayores
costes de su propia seguridad, aun con apoyo estadounidense, combinando
dicha estrategia con la extensión de aquellas instituciones multilaterales o
regionales que los citados Estados han defendido como necesarias. Únicamente en caso de amenaza directa debería recurrirse a otras opciones más
enérgicas que pudiesen llevar a consecuencias no deseadas.
De igual forma y como opción más importante, parece necesario corregir algunos de los principales errores cometidos por Estados Unidos al
enfangarse en escenarios que perjudican las verdaderas prioridades de su
política exterior; por ejemplo, en un proceso de construcción estatal como
algunos de los desarrollados en Próximo Oriente o el producido como consecuencia de la crisis ucraniana, arrojando a un actor clave como es Rusia
a los brazos de China, precisamente cuando a futuro podría ser necesaria
para cooperar en otros escenarios estratégicos de mutuo interés como podría ser el caso chino. Finalmente, deberían potenciarse los aspectos más
positivos de dicha relación cuando esté en el interés mutuo, tal y como se
materializó en el reciente acuerdo para reducir las emisiones de gases que
producen el cambio climático.
El futuro en Asia-Pacífico no está fijado. De las decisiones a tomar por
los líderes de ambas potencias dependerá el escenario que encontraremos
a medio plazo y que muchos analistas creen que marcarán el siglo XXI.
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PALABRAS CLAVE
•
•Asia Oriental•Estrategia
Política exterior Estados Unidos
Seguridad internacional
•
RESUMEN
ABSTRACT
Este artículo pretende analizar, mediante un análisis de los discursos, documentos estratégicos y hechos de la
política exterior estadounidense, la actualidad y relevancia de la estrategia de
giro hacia el Pacífico formulada por la
Administración Obama en su primer
mandato.
This article seeks to analyse, by studying
the speeches, strategic documents and
facts of the American foreign affairs, the
current state and relevance of the strategy to pivot to the Pacific stated by the
Obama Administration in his first term in
office.
BIBLIOGRAFÍA
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“America´s Pacific Century”, Foreign Policy, 11 de octubre.
Obama, B. (2008):
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Syria and Beyond”, The National Interest,
24 de abril.
Mearsheimer, John J. (2001):
The Tragedy of Great Power Politics, Ed.
Norton & Co., Nueva York.
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197
CUADERNOS de pensamiento político
El acuerdo del seny
Superar el nacionalismo desde
la libertad
JUAN MILIÁN QUEROL
Union Editorial S.A., 2014. 300 páginas.
Pues bien, aplicar seny a la cuestión catalana
es precisamente lo que propone Juan Milián,
diputado del PP en el Parlamento de Cataluña, en su último libro El acuerdo del seny:
Superar el nacionalismo desde la libertad
(Unión Editorial, 2014), una defensa sin complejos del liberalismo frente al nacionalismo.
Con estilo ágil y tono conciliador, que no condescendiente, el autor avisa sobre los costes
de todo tipo que acarrea el nacionalismo, una
ideología excluyente por definición que Milián
propone superar por elevación y desde la li-
bertad. Contra el nacionalismo, liberalismo.
Su propuesta se desarrolla sobre tres ejes de
actuación fundamentales: la sociedad civil, el
reformismo institucional y el proyecto sugestivo de vida en común que vincule la idea de
España con valores como la libertad, el pluralismo y la prosperidad.
Así pues, el libro de Milián resulta de gran interés para comprender la situación catalana,
pero sobre todo para ir perfilando soluciones
de concordia entre españoles con vistas al
periodo inmediatamente posterior a la espiral de elecciones municipales, autonómicas y
generales en la que estamos inmersos.
Su condición de diputado en el Parlamento
catalán, unido a su formidable dominio de los
autores liberales clásicos y contemporáneos,
permite a Milián analizar el problema desde
una perspectiva privilegiada y hacer una radiografía bastante exacta de lo que ocurre en
Cataluña. Su análisis desde la lógica liberal
ayuda a desmontar la tramoya unanimista
que el nacionalismo catalán pretende desplegar para forzar la ruptura con el resto de
España. Milián reclama más liberalismo y más
derechos y libertades individuales, y menos
“voluntad del pueblo” e irredentismo nacional. Se rebela contra el determinismo historicista de quienes presentan la secesión como
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RESEÑAS
La palabra seny no tiene traducción unívoca
al castellano, de ahí que sea una de las palabras en catalán más utilizadas cuando se
habla en castellano, sobre todo cuando se
trata de ponderar las virtudes de los catalanes. Juicio, sentido común o cordura son algunos de los términos que se emplean para
traducir el famoso seny, pero el vocablo ha
hecho fortuna en versión original. Seny es precisamente lo que necesita Cataluña para evitar que siga adelante el desafío soberanista
emprendido al calor de la crisis económica
por Artur Mas, un político que en fecha tan reciente como diciembre del 2011 todavía rechazaba públicamente la secesión como “un
planteamiento a corto plazo que, además de
todos los problemas que tenemos en Cataluña, nos parta, nos divida el país”.
CUADERNOS de pensamiento político
RESEÑAS
una suerte de destino manifiesto de Cataluña,
inexorable.
La secesión como destino manifiesto
“Ahora la historia nos convoca”, decía la propaganda institucional de la Generalitat con
motivo del Tricentenario de 1714, celebrado
por todo lo alto el año pasado con el objetivo
de difundir entre la ciudadanía catalana la
idea preconcebida de que los catalanes llevamos trescientos años –desde el final de la
Guerra de Sucesión– sojuzgados por un poder
extranjero, y que ha llegado el momento de
expulsarlo. “Vivir libres”, rezaba la correspondiente campaña del ayuntamiento de Barcelona, que inundó la ciudad de carteles que
contraponían fotografías de barceloneses del
año pasado (2014) con retratos pictóricos
más o menos fieles de barceloneses de hace
tres siglos (1714). La mera insinuación de
que los barceloneses de hoy, ciudadanos de
un Estado social y democrático de Derecho,
o bien no vivimos libres, o bien tenemos algo
que envidiar en materia de derechos y libertades individuales a nuestros antepasados
anteriores a 1714, súbditos de una monarquía señorial anclada en el feudalismo, no
solo supone un falseamiento torticero de la
historia sino que además contamina nuestro
debate público, en aras de la causa secesionista. Y todo ello, a expensas del sufrido contribuyente.
Resulta descorazonador para un catalán que
aspira a un conocimiento riguroso de la historia asistir a la desacomplejada consagración institucional de esa interpretación
espuria de los hechos inaugurada por la Generalitat en diciembre del 2013, en puertas
del Tricentenario, con el simposio “España
contra Cataluña”. Un disparate, por decirlo en
palabras de John H. Elliott. El hispanista británico, gran conocedor de la realidad catalana, lamenta la “deformación histórica” y
advierte: “Ya hay una nueva generación en la
España oriental que corre el peligro de alcan-
200
JULIO / SEPTIEMBRE 2015
zar la madurez bajo la impresión de que la
historia de su territorio natal se detiene en las
orillas del Ebro”. Para Elliott, “con tal enfoque
inevitablemente se retrocede a la historia nacionalista estrecha y cerrada que historiadores de la talla de Vicens Vives se propusieron
ante todo desacreditar”.
Poco les importa a los autores de esa deformación histórica el hecho de que Jaume Vicens Vives, el historiador catalán por excelencia en el siglo XX, explique en su Notícia
de Catalunya que el objetivo de las clases dirigentes catalanas en la Guerra de Sucesión
no era otro que “adquirir, a través de la victoria del Archiduque (Carlos de Austria), un lugar
preeminente en la política española”. Es más:
“La voluntad (de los catalanes) de intervenir
en las cosas de España se inaugura en tono
mayor durante la Guerra de Sucesión”. Por
otra parte, Vicens Vives sostiene que los Decretos de Nueva Planta coincidieron con el
despertar de la economía catalana y la transformación de la agricultura, en la medida en
que “hicieron del campesinado un elemento
social exclusivamente productivo, no necesariamente ligado a las vicisitudes históricas colectivas”. Vicens Vives, que siempre fue muy
crítico con la interpretación romántica de
buena parte de la historiografía catalana
ochocentista, empeñada en idealizar la época
de la monarquía Habsburgo en España, reivindica los efectos beneficiosos que sobre la
economía catalana tuvo la nueva planta financiera del Principado que se fue desarrollando a lo largo del siglo XVIII y que culminó
con el decreto que establecía la libertad de
comercio con América para el conjunto de los
territorios de la monarquía hispánica, acabando así con el secular monopolio de los
puertos de Sevilla y Cádiz. “Territorialmente,
hubo regiones más beneficiadas que otras por
esta medida. En España, por ejemplo, Cataluña resultó extraordinariamente favorecida”,
concluye Vicens Vives. El acuerdo del seny que
propone Milián pone en valor las enseñanzas
CUADERNOS de pensamiento político
flexibilidad, sino la culminación de sus planteamientos.
El invento del “derecho a decidir”
Poco les importa a los autores de esa deformación histórica de la que habla Elliott que
el argumento de los trescientos años de sometimiento forzado al Estado español no resista ningún tipo de análisis riguroso. Da
igual. Les vale mientras favorezca la causa de
la confrontación, en la medida en que fomenta en la sociedad catalana la idea de que
Cataluña lleva demasiado tiempo sin regir su
propio destino, sin ejercer en definitiva su derecho a la autodeterminación, oculto tras el
eufemismo del “derecho a decidir”. Como si
los catalanes no hubieran participado de
forma decisiva en la elaboración y posterior
aprobación de la Constitución española de
1978 y no ejercieran periódicamente, al igual
que el resto de los españoles, su derecho a
decidir en elecciones municipales, autonómicas y generales.
Milián pone de relieve la inconsistencia del
llamado derecho a decidir, cuyos partidarios
se empeñan en identificarlo con un supuesto
principio universal de radicalidad democrática
que al parecer consiste paradójicamente en
establecer que el pueblo catalán tiene derecho a autodeterminarse de manera unilateral
e independiente de lo que digan la Constitución y las leyes. En teoría, un principio es una
norma o idea fundamental que rige el pensamiento o la conducta, es decir, una pauta general. Sin embargo, la originalidad del
principio de radicalidad democrática al que
apelan los nacionalistas catalanes es que es
un principio de caso único, porque solo es
aplicable al pueblo catalán y, además, se limita a una única cuestión: ¿continuidad en
España o secesión?
Sobre la invención del derecho a decidir, Milián advierte que “la intención inconfesable de
los inventores de dicho concepto no es otra
que presentar a los contrarios a la secesión
como antidemócratas”. Ni que decir tiene que
a nadie le gusta aparecer como un antidemócrata. De ahí que el autor reclame “claridad en el lenguaje y precisión en las
palabras”, y que exija a los secesionistas que
abandonen los “disfraces pseudodemocráticos” y expliquen que lo que realmente proponen es “usurpar el derecho a decidir sobre las
fronteras de España al resto de los españoles”. No reclaman el derecho a decidir, sino
el derecho a la secesión unilateral sobre la inexistente base de que Cataluña es un sujeto
político y jurídico soberano, esto es, independiente de facto. No es que el derecho a decidir “conduzca” a la independencia, sino que el
derecho a decidir “es” la independencia. Ni
más ni menos. No es un término medio que
los nacionalistas consientan en prenda de su
De hecho, Milián apunta que “si existiera el
susodicho derecho a la separación de las minorías, la separación produciría nuevas minorías a las que por reciprocidad se les debería
reconocer también el derecho a separarse de
la nueva mayoría o a permanecer unida a la
mayoría anterior”, y así sucesivamente. Es lo
que en ciencia política se denomina “teoría
de la infinita divisibilidad”. Tribalismo posmoderno. En efecto, el derecho a decidir que
plantean los nacionalistas catalanes es de
una arbitrariedad sin parangón. Porque, a
pesar de la retórica universalista de sus voceros, queda claro que se trata de una magnitud cuya única unidad de medida es la
Comunidad Autónoma de Cataluña. La arbitrariedad del artefacto, empero, no se acaba
en esa discutible delimitación del ámbito geográfico y del cuerpo electoral del derecho a
decidir, sino que, al mismo tiempo que intenta
socavar sin más ni más el principio constitucional de la “indisoluble unidad de la nación
española” sobre la base de que no se trata
de un problema jurídico sino de “voluntad po-
JULIO / SEPTIEMBRE 2015
201
RESEÑAS
de Vicens Vives que la propaganda nacionalista intenta desacreditar.
CUADERNOS de pensamiento político
RESEÑAS
lítica”, pretende blindar la indivisibilidad de
Cataluña. Es decir, que, por mucho que diga la
Constitución votada por amplísima mayoría
del pueblo español y por más del 90% de los
catalanes, eso de la indivisibilidad de España
es una antigualla jurídica. Sin embargo, de la
posibilidad de que en un hipotético referéndum de autodeterminación en Cataluña los
barceloneses o los tarraconenses, por ejemplo, optasen en el ejercicio de su correspondiente derecho a decidir por seguir formando
parte de España, ni hablar ni parlar. Derecho
a decidir a la carta. Para Milián, “la democracia directa no es un paso hacia delante respecto a la democracia representativa, sino un
paso hacia atrás”, por lo que, siguiendo a
Dahrendorf, defiende la necesidad de rehuir
el “romanticismo” de la democracia referendaria.
liberados de la tensión de la responsabilidad individual que procura reemplazar por la responsabilidad colectiva o de grupo”. Pues bien, Milián
propone en su ensayo que todos y cada uno de
los catalanes nos aferremos a nuestra responsabilidad individual y asumamos desde un principio las implicaciones de nuestros propósitos,
con conocimiento de causa. Nos recuerda que
no podemos permitir que esa espectral responsabilidad colectiva, esa “voluntad del pueblo” a
la que apelaba Mas en las últimas elecciones
autonómicas catalanas (2012), difumine el
hecho de que la secesión de Cataluña supondría, además de la anulación de la convivencia
entre catalanes, una injustificable deslealtad
hacia el resto de los españoles.“Frente a la tentación populista, necesitamos pluralismo y responsabilidad”, concluye el autor.
Divinizar lo colectivo
Los secesionistas han aprovechado esta
época de inquietudes y ansiedades individuales derivadas de la crisis para generar en torno
a su proyecto divisivo grandes expectativas colectivas que, por otra parte, no resisten ningún
análisis sensato y riguroso. En su libro Milián
contribuye a debilitar el mito del “expolio fiscal”; desmonta la quimera de la ampliación
interna de la Unión Europa para adaptarse a
una hipotética escisión de Cataluña; y cuestiona la viabilidad de la continuidad en el euro
de una Cataluña independiente, entre otras
cosas por la imposibilidad de acudir al Banco
Central Europeo en busca de financiación.
Luego, se pregunta: “¿Vamos a seguir ciegamente a quien propone la ruptura como solución mágica a todos nuestros problemas?
¿Vamos a estrellar nuestra nave contra las
rocas por la soberbia de un líder desatado y
encandilado por los cantos de sirena?”.
Ortega avisaba sobre los peligros de divinizar
lo colectivo. La gente, la sociedad –dice Ortega– tiende cada vez más a aplastar a los individuos, y el día que pase esto habrá matado
la gallina de los huevos de oro. El acuerdo del
seny bebe de Ortega. En este sentido, Milián
señala que “las promesas de libertad colectiva solo pueden realizarse a través de la eliminación de libertades individuales, así como
las promesas de sociedades igualitarias se
acaban implementando con nuevos estamentos de privilegiados, los apparatchiki”. Y
añade que hoy, en Cataluña, son los nacionalistas los que nos ofrecen el espejismo de la
libertad colectiva; un concepto que, como el
propio Milián indica, desenmascaró Hayek en
Camino de servidumbre al apuntar que esta
“no es la libertad de los miembros de la sociedad, sino la libertad ilimitada del planificador para hacer con la sociedad lo que se le
antoje. Es la confusión de la libertad con el
poder”.
Decía Popper en su obra La sociedad abierta y
sus enemigos que “el nacionalismo halaga nuestros instintos tribales, nuestras pasiones y prejuicios, y nuestro nostálgico deseo de vernos
No en vano los nacionalistas personifican la
nación atribuyéndole una voluntad, una conciencia, una memoria y, en definitiva, una
identidad única como si de un individuo se
202
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CUADERNOS de pensamiento político
tratara, olvidando que si ya de por sí resulta
bastante complicado atribuir una identidad
homogénea a una persona, atribuírsela a una
nación entera resulta sencillamente quimérico. En paralelo a esa ominosa humanización
de la nación, los nacionalistas tienden a deshumanizar a los individuos que la conforman,
apelando de continuo a la “voluntad del pueblo”, a la “conciencia colectiva”, etcétera. Así,
la tan traída y llevada autodeterminación deviene en predeterminación, pues las fuerzas
impersonales de la “comunidad imaginada”
–en expresión de Benedict Anderson– se anteponen a la voluntad libre de sus ciudadanos. De ahí que los nacionalistas recurran de
continuo a metáforas tan simplistas como la
del divorcio entre Cataluña y España (sic)
para dar cobertura a su proyecto divisivo,
como si cada una de ellas fuera una única
persona sin matices ni contradicciones.
Soslayan los secesionistas que la sociedad
que dicen querer emancipar es mucho más
“Un referéndum independentista es un
trauma para la sociedad”, advierte el quebequés Stéphane Dion, exministro de Canadá y padre intelectual de la célebre Ley de
Claridad. Los nacionalistas, sin embargo, se
empeñan en presentarlo como una fiesta de
la democracia, y acusan a quienes en Cataluña y en el resto de España opinan como
Dion de practicar el “discurso del miedo”.
Resulta insólito que se atrevan a atribuir el
“discurso del miedo” a quienes se limitan a
advertir de los riesgos que conllevarían el referéndum y la posible secesión. Y que lo
hagan, precisamente, aquellos que se empeñan en presentar la mejor etapa de la historia de Cataluña en términos objetivos de
bienestar social, crecimiento económico y
autogobierno –los casi treinta y siete años
que van desde la aprobación de la Constitución de 1978 hasta nuestros días– como un
periodo oscuro de privaciones y sinsabores
que los catalanes debemos superar si no
queremos que “la catalanidad desaparezca”
(Jordi Pujol dixit). Paradójicamente, son los
propios independentistas quienes a diario
dan fe, aunque de manera involuntaria, de
las bondades de formar parte de España
JULIO / SEPTIEMBRE 2015
203
RESEÑAS
Superar el nacionalismo desde la libertad
El acuerdo del seny pasa por Vicens Vives y
por Gaziel; por Ortega y por Cambó; pero también por Hayek, Popper, Berlin, Sen, Ignatieff,
Dahrendorf, Zakaria, Maalouf, etcétera. Autores todos ellos que sin duda Milián conoce
bien, porque los cita con propiedad y rigor en
un ensayo cargado de argumentos e ideas,
entreverado de citas elevadas pero que para
nada resultan pretenciosas. No hay intercalaciones inútiles o impertinentes en su libro. Se
nota que no es un ensayo escrito a vuelapluma, sino el resultado de años de observación de la realidad catalana, de una larga y
profunda reflexión que, tras sedimentar, ve la
luz precisamente cuando el autor experimenta
con mayor intensidad la obligación moral de
denunciar el discurso divisivo y excluyente que
prevalece en el debate público catalán. Tras
el relato del independentismo, explica el
autor, late una imposición: no puedes sentirte
español y catalán a la vez.
compleja y diversa de lo que ellos pretenden,
y se empeñan en presentar su ansiado referéndum como la solución mágica que arrancará de raíz el problema de Cataluña porque
así los catalanes seremos por fin dueños de
nuestro destino, como si hasta ahora no lo
hubiéramos sido. ¿Afrontarán algún día los
secesionistas el hecho de que su anhelada
secesión no solo les separa del resto de los
españoles, sino sobre todo de muchos catalanes que preferimos seguir siendo plurales y
diversos en nuestra propia identidad? ¿Dejarán por fin de confundir la libertad con el
poder? Quizá entonces se den cuenta de
que, en lugar de solucionar un problema, su
maniquea aventura nos ha sumido en otro
mucho más severo, insoportable y difícil de
remediar.
CUADERNOS de pensamiento político
cuando afirman que Cataluña es uno de los
motores económicos de Europa, una de las
regiones más dinámicas del sur de Europa
con un PIB similar al de Finlandia o Dinamarca, además de ser la avanzadilla cultural
de España. ¿Pero no habíamos quedado en
que somos un pueblo secularmente oprimido y expoliado? Pues bien, parece que
para ellos no supone un contrasentido el
hecho de defender algo y su contrario al
mismo tiempo, lo cual me parece perfectamente coherente con su determinación de
alcanzar la secesión a todo trance, sin reparar en riesgos.
IGNACIO MARTÍN BLANCO
RESEÑAS
La obra de Milián es importante, primero,
porque invita a reparar en los costes del nacionalismo, en un contexto de omnímodo
monopolio ideológico y mediático del discurso nacionalista. Segundo, por su defensa
de la libertad y de la sociedad catalana
como una sociedad abierta y plural cuyo
destino no está escrito. Y sobre todo, tercero,
porque no se limita a refutar la interpretación, estrecha y cerrada, de la realidad que
los nacionalistas pretenden imponer, sino
que aboga por revigorizar la idea de un patriotismo liberal que garantice las libertades
individuales de todos y cada uno de los españoles. En palabras del autor, el acuerdo
del seny es, entre otras cosas, “un acuerdo
tácito entre españoles para fomentar la autocrítica en lugar de la confrontación”, “un
contrato social para que actitudes individuales diferentes generen incentivos políticos diferentes, a favor de la reforma, de la
mejora institucional continua y, en definitiva,
del debate democrático maduro”.
Agujeros del sistema
Más de 300 asesinatos de ETA
sin resolver
JUANFER F. CALDERÍN
Vitoria, Ikusager, 2014, 382 páginas.
“Otra victimización adicional”. Así titula Carlos Fernández de Casadevante el epílogo
con el que este catedrático de Derecho Internacional Público de la Universidad Rey
Juan Carlos ha contribuido al exhaustivo estudio de Juanfer Calderín Agujeros del sistema. Más de 300 asesinatos de ETA sin
204
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resolver. Casadevante se refería así a las
terribles consecuencias que sobre las víctimas del terrorismo ha tenido el deficiente
funcionamiento del sistema de justicia durante la campaña de violencia perpetrada
por la organización terrorista nacionalista.
En su opinión, es “francamente escanda-
CUADERNOS de pensamiento político
loso” que, tal y como analiza pormenorizadamente Calderín, más de 300 asesinatos
perpetrados por ETA hayan quedado sin resolver1.
La gravedad y contundencia de semejantes
conclusiones ponen de relieve la pertinencia y la relevancia de un volumen impulsado por el Colectivo de Víctimas del
Terrorismo, COVITE, para el que trabaja el
propio autor. La lectura de la meticulosa in-
1
2
3
Como ha escrito Enrique Echeburúa, catedrático de Psicología de la Universidad del
País Vasco, “la justicia cura, en cambio, la
impunidad aviva el dolor de las víctimas”3.
Esa justicia imprescindible a la que la víctima debe resignarse tras sufrir pérdidas
irreparables no se ha satisfecho en un alarmante porcentaje de crímenes terroristas.
Sin embargo, se subestima la magnitud del
escándalo moral, político y social que ello
supone. De ahí la necesidad y el valor de un
libro que obliga a cuestionar el triunfalismo
de una élite política que proclama con
cierta incoherencia la victoria del Estado de
Derecho sobre el terrorismo. ¿Puede realmente reivindicarse la auténtica derrota del
terrorismo mientras tantos asesinatos quedan impunes? ¿Es compatible la victoria
sobre el terrorismo con una impunidad
penal, histórica e incluso política como la
que emerge de la lectura de este libro?
“Expertos animan a llevar los crímenes sin resolver de ETA a Estrasburgo”, El Correo, 10 de marzo de 2015.
“Casadevante anima a acudir a Europa para esclarecer crímenes sin resolver”, El País, Edición País Vasco, 9 de
marzo de 2015.
Enrique Echeburúa, “Modulación emocional de la memoria: de las vivencias traumáticas a los recuerdos biográficos”, p. 176, Eguzkilore, número 8, San Sebastián, 2014, pp. 169-176.
JULIO / SEPTIEMBRE 2015
205
RESEÑAS
Las causas de tan elevado nivel de impunidad son dispares, si bien la mayoría de
esos casos están directamente relacionados con la incompetencia o la ausencia de
determinación por parte del propio Estado
español. Añade Casadevante que “no cabe
invocar el contexto para justificar el incumplimiento” de las obligaciones del Estado
para con las víctimas. De ahí que concluya
que la investigación periodística realizada
por Calderín podría servir de sustento para
presentar “sendas demandas de las víctimas del terrorismo concernidas contra España ante el Tribunal Europeo de Derechos
Humanos por la violación de las obligaciones internacionales en materia de derechos
humanos”. Así ocurre porque, como señaló
Casadevante en su comparecencia ante la
Comisión de Derechos Humanos del Parlamento Vasco en marzo de 2015, el trabajo
de Calderín constata que el Estado “no ha
actuado con diligencia y ha conculcado
derechos de las víctimas a la verdad, la justicia, la tutela judicial efectiva y la reparación”2.
vestigación realizada por Calderín resulta,
en efecto, desoladora. Evidencia que la democracia española, a la que la violencia
política de una banda terrorista como ETA
ha desafiado durante los últimos cuarenta
años, no ha logrado impedir una considerable impunidad penal como la que las páginas reseñadas revelan. La pérdida de
expedientes, la destrucción de sumarios, el
sobreseimiento de casos en pocos días, y
numerosas negligencias y errores en investigaciones policiales y judiciales han permitido que un significativo número de
víctimas del terrorismo no vean satisfechas
sus fundamentales necesidades de justicia.
RESEÑAS
CUADERNOS de pensamiento político
Desgraciadamente, algunos de los interrogantes que este volumen suscita no son nada alentadores para la sociedad víctima del terrorismo
y para las víctimas directas de la violencia etarra. Así emerge del trabajo reseñado, en el que
se muestra cómo tras el asesinato el 19 de
julio de 1984 del guardia civil Antonio Torrón
Santamaría, el juez dictó el auto de sobreseimiento provisional el 13 de diciembre de ese
mismo año y el archivo cinco días después, sin
que desde entonces se instruyera ninguna diligencia que reavivase el caso y evitase su prescripción. Como escribe Calderín, ni siquiera
después de que el Ministerio del Interior tuviese
constancia, en la década de los noventa, de
quién fue uno de los asesinos del agente.También se muestra cómo el asesinato de Manuel
Benito José en 1983 fue investigado durante
dos escasos meses antes de su sobreseimiento
ese mismo año. Otro asesinato, el de Basilio
Altuna Fernández de Arroyabe, asesinado el 6
de septiembre de 1980, se cerró en diciembre
de ese mismo año dado que, según el sumario, “se habían practicado cuantas diligencias
se han estimado oportunas y necesarias”.También se recoge el testimonio de Ana María
Vidal-Abarca, viuda de Jesús Velasco Zuazola,
asesinado por ETA en 1980. Incoherencias y
errores ortográficos en el procedimiento judicial provocaron la prescripción de este crimen
impidiendo el enjuiciamiento de uno de los terroristas que participó en el mismo, José Lorenzo Ayestarán Legorburu, tal y como
reconocieron otros dos etarras. También conocemos a través de este libro casos en los que
los informes policiales incriminatorios de los
etarras implicados en los crímenes no llegaron
a manos de la justicia para conseguir su procesamiento. O el indulto para colaboradores
de ETA que ocultaron la verdad a la Justicia y
otras muchas deficiencias de la Administración
sorprendentes, decepcionantes e inquietantes.
Además, el volumen incorpora oportunamente las entrevistas que dos víctimas del
terrorismo, Consuelo Ordoñez y Miguel
206
JULIO / SEPTIEMBRE 2015
Ángel Madariaga, mantuvieron con presos
de ETA supuestamente inmersos en procesos de reinserción. El deseo de las víctimas
de entrevistarse con los terroristas expuso
que a ninguno de estos se le exigió el cumplimiento de uno de los requisitos imprescindibles para acreditar su separación del
terrorismo: la colaboración con la Justicia.
El encuentro entre víctimas y verdugos relatado en las páginas reseñadas revela la
politización e instrumentalización de un sistema penitenciario en el que se han presentado como modélicos casos de
reinserción incompletos procesos de distanciamiento del terrorismo. Fue una de esa
víctimas, Miguel Ángel Madariaga, envejecido por el cansancio de largos años reclamando justicia y verdad, quien logró que
uno de esos internos etarras etiquetado
como “disidente” de ETA, confesara en
2014 la autoría de un crimen perpetrado en
1980 y ya prescrito. Destaca Calderín la ineficacia de la Administración frente a la persistencia y el tesón de una víctima en su
búsqueda por alguna forma de justicia:
“Fue Miguel Ángel Madariaga, una víctima
del terrorismo, quien arrancó la confesión
de Pikabea. Fue Miguel Ángel quien se trasladó desde Zaragoza hasta Álava, hasta una
cárcel repleta de criminales, para llevar verdad a quienes no tuvieron justicia. Fue la
víctima de un brutal atentado la que se
sentó delante del verdugo para lograr que,
al menos, la familia de Carlos García supiese quien disparó”.
El encuentro que en 2012 mantuvo con el
etarra Valentín Lasarte la hermana de Gregorio Ordoñez, el dirigente del Partido Popular
asesinado por ETA en 1995, expuso también
una peligrosa manipulación del sistema penitenciario, como concluye Calderín:
“Manifestó que desconocía la obligación
legal de colaborar con las autoridades para
CUADERNOS de pensamiento político
acceder al tercer grado. Y más grave aún, en
el cara a cara con Lasarte no solo reconoció a Ordoñez que había mentido en los juicios de asesinato una y otra vez, sino que
dejó claro que ocultaba información y que
obstaculizaba a sabiendas la labor de jueces y fiscales en la resolución de asesinatos de ETA. Todo, a pesar de que el recluso
se encontraba en un programa penitenciario que podía derivar en el tercer grado, en
la libertad condicional”.
La publicación de este volumen coincide
con el anuncio gubernamental de la creación de un centro memorial para las víctimas del terrorismo. De la lectura de este
volumen se desprende que un verdadero y
eficaz homenaje a las víctimas resulta imposible mientras permanezcan y nada se
4
5
6
7
Las reflexiones de la autora francesa son
también apropiadas para enmarcar correctamente los desafíos que el terrorismo etarra todavía plantea y que, como la
investigación reseñada demuestra, son considerables: “Rechazaremos las placas y los
monumentos porque eso equivale a enterrar a los muertos. El único homenaje posible consiste en levantar la bandera de la
lucha y continuar el camino”7. Las placas y
los monumentos en recuerdo de las víctimas del terrorismo etarra son necesarios,
pero insuficientes para garantizar sus fundamentales reclamaciones de justicia, e incluso contraproducentes si con esas placas
y monumentos se pretende tan solo “embellecer la impunidad”.
ROGELIO ALONSO
Florencio Domínguez, “Adiós, Nanclares”, La Vanguardia, 27 de abril de 2012. Domínguez repitió este mismo argumento en una entrevista personal en el medio Periodista Digital el 30 de abril de 2012. Véase, http://www.periodistadigital.com/politica/justicia/2012/04/30/florencio-dominguez-eta-farc-agonia-fin-derrota-terrorismo-victi
mas.shtml
Jaime González, “Centro memorial para un país sin memoria”, Abc, 25 de marzo de 2015.
Sandrine Le Franc, Políticas del perdón. Madrid: Frónesis/Cátedra UPV, 2004, p. 154.
Ibíd., p. 110.
JULIO / SEPTIEMBRE 2015
207
RESEÑAS
El libro complementa su denuncia con una
coherente crítica de la “deriva del planteamiento antiterrorista del PP” y de un Gobierno
que en 2012 aprobó un “Plan de reinserción
integral” que, siguiendo el ejemplo del PSOE
al que tanto había criticado el Partido Popular, admitía la posibilidad de acercar a los
presos etarra al País Vasco flexibilizando las
exigencias para esos beneficios. El polémico
Plan prescindía además de un requisito mínimo como el “arrepentimiento” para iniciar
el proceso de reinserción. Como el periodista
Florencio Domínguez señaló entonces, se
había rebajado el listón para autorizar los
traslados a cárceles del País Vasco4.
haga por reparar las graves deficiencias que
el libro expone. En palabras del periodista
Jaime González, “no es con retórica ni con
centros memoriales como lograremos evitar
que los terroristas se adueñen del relato”5.
En un contexto como el que este libro analiza, en el que además los representantes
políticos de ETA han sido legalizados sin la
más mínima condena de la sistemática violación de los Derechos Humanos perpetrada por la banda durante décadas, los
homenajes a las víctimas corren el peligro
de convertirse en actos que, parafraseando
a Sandrine Le Franc, permitan “embellecer
una política de impunidad”6.
CUADERNOS de pensamiento político
La razón conservadora
Gonzalo Fernández de la Mora,
una biografía político-intelectual
PEDRO CARLOS GONZÁLEZ CUEVAS
RESEÑAS
Madrid, Biblioteca Nueva, 2015, 470 páginas.
Gonzalo Fernández la Mora (1924-2002) –“el
último de Franco”, como le denominó Arcadi Espada en su nota necrológica en El País–, no es
un personaje popular, ni siquiera medianamente conocido. A lo sumo, se le recuerda
como autor de El crepúsculo de las ideologías
(1965), un libro que se interpreta generalmente
como un intento de legitimar “el Estado de
obras” franquista de los años sesenta. Sin embargo, y no solo por este libro –que no es, en
absoluto, un panfleto–, Fernández de la Mora
fue un hombre importante en el mundo intelectual y político español de la segunda mitad
del siglo XX: diplomático, crítico de obras de
pensamiento, ensayista –autor de dieciséis libros, además de su Memorias–, miembro del
Consejo Privado del conde de Barcelona, ministro de Obras Públicas, uno de los fundadores
de Alianza Popular y, quizás, el crítico más radical e inteligente de la Constitución de 1978 y
del sistema político que se sustenta en ella. Por
eso, el primero de los méritos de la biografía escrita por González Cuevas es traer a la palestra
a un hombre a quien incluso sus enemigos consideraban culto y con talento y, al hilo de ello,
ofrecer una interpretación a contracorriente, respecto a la historiografía predominante en la actualidad, del mundo en que aquel vivió.
Pedro Carlos González Cuevas –profesor Titular de Historia de las Ideas Políticas, en la Uni-
208
JULIO / SEPTIEMBRE 2015
versidad Nacional de Educación a Distancia–,
es un reconocido especialista en la historia
de las derechas (un plural que él mismo ha
contribuido a consolidar) en España. En especial, ha estudiado Acción Española –una
revista y un grupo surgido en 1930, monárquico y defensor de la tradición de acuerdo
con la interpretación católica de Menéndez
Pelayo–, y ha escrito una excelente biografía
de su fundador y miembro más destacado,
Ramiro de Maeztu. No es extraño, por tanto,
su interés por un personaje, Fernández de la
Mora, que fue llamado en los años cincuenta
“el delfín de Acción Española”, y que habría
de fundar una revista, Razón Española, que
se ha considerado continuadora del ideario
de aquel grupo.
La biografía sigue un orden cronológico. Se
van exponiendo los distintos episodios de la
vida del biografiado y el contenido de sus
conferencias y escritos. El autor demuestra su
competencia tanto en los aspectos políticos
como intelectuales, para interpretar el significado de unos y otros. Comienza por el origen
familiar de Fernández de la Mora y continúa
analizando las principales etapas de su vida,
que podrían resumirse en cuatro: 1ª, el periodo de formación en la posguerra hasta su
ingreso en la Escuela diplomática y su primer
destino en el consulado de Frankfurt, que le
CUADERNOS de pensamiento político
sirvió para establecer contactos con importantes intelectuales alemanes; 2ª, la vuelta a
España, en 1951, de la mano de Rafael Calvo
Serer, y su integración en el grupo tradicionalista y monárquico de la revista Arbor –estrechamente vinculado con el Opus Dei, aunque
Fernández de la Mora nunca perteneció a esta
organización–, etapa que duró unos quince
años en los que desarrolló un amplia actividad cultural; 3ª, la dedicación preferente a la
política, a lo largo de poco más de una década, en el gobierno durante la última etapa
del franquismo –próximo en estos años al
grupo de Carrero Blanco–, y en la oposición
durante la transición a la democracia; y 4ª,
el retorno a la actividad intelectual, aunque
con una profunda dimensión política, desde
1979 hasta su muerte en 2002.
El estudio de la primera labor intelectual y del
ejercicio de la crítica de obras de pensamiento efectuada por Fernández de la Mora
en ABC entre 1963 y 1969 –cuyo contenido
fue recopilado en siete volúmenes con el título de Pensamiento Español–, le lleva a González Cuevas a negar la caracterización de la
España de mediados del siglo XX como un
“erial” cultural. Además de dedicar una nota
demoledora al autor de la expresión (Gregorio
Morán) (p. 12), argumenta su tesis –que, por
otra parte, no es nueva sino que ha sido defendida por otros muchos autores– de forma
convincente exponiendo el contenido del debate intelectual de la época, y de libros de
Fernández de la Mora como Ortega y el 98
(1961) o El crepúsculo de las ideologías
(1965). En este tema, como en los demás, el
autor se toma la historia en serio, cuenta lo
que hay, trata de explicarlo en las circunstancias en que se produjo, en lugar de despreciarlo o reírse de ello porque no coincide con
nuestro actual sistema de valores. En este
sentido, su libro contrasta con la visión simplista y esperpéntica del franquismo que hoy
es de curso normal.
Según González Cuevas, Fernández de la Mora
fue siempre mucho más un intelectual que un
político. Sin embargo, no es extraño que un
hombre que tan brillantemente defendía la legitimidad del régimen del 18 de julio por sus
resultados más que por su origen, se viera llamado a la acción política directa. Partidario
del nombramiento de Juan Carlos de Borbón
como heredero del régimen de Franco, su carrera se vinculó entonces a los promotores de
esta operación, Carrero Blanco y López Rodó.
Fue un distinguido “tecnócrata”. Su crítica de
las ideologías le alejaba de los falangistas y
su antiliberalismo de los partidarios de don
Juan de Borbón. Ocupó la Subsecretaría de
JULIO / SEPTIEMBRE 2015
209
RESEÑAS
Fernández la Mora pertenecía a una familia
de clase alta, monárquica y católica, con raíces en Asturias, Galicia y Castilla, entre cuyos
antecesores, por vía materna, estaban el
político moderado Alejandro Mon y el neocatólico Alejandro Pidal. Nuestro personaje
escribió una semblanza muy positiva de Alejandro Mon, y valoró extraordinariamente al
político isabelino Juan Bravo Murillo (con
quien se sentía profundamente identificado),
pero, en general, expresó una opinión totalmente negativa del régimen liberal español.
Consideraba que la Restauración con su sistema de representación individualista, la teórica división de poderes –que, en el fondo,
significaba el predominio de los partidos políticos–, y un monarca despojado del ejercicio
efectivo del poder, era igual de mala que la II
República. Pensaba que Cánovas estaba sobrevalorado por la historiografía –era “casi un
tabú” (p. 403)– y le tachó de ambiguo y oportunista durante el sexenio que siguió a 1868.
Resulta paradójico que alguien tan crítico con
el regeneracionismo de los hombres de 1898
fuera, en este aspecto –muy influido por Joaquín Costa–, tan semejante a ellos. Desde
luego, si hay una constante en el pensamiento
de Fernández de la Mora es su profundo antiliberalismo y el rechazo frontal del sistema
liberal democrático.
CUADERNOS de pensamiento político
RESEÑAS
Asuntos Exteriores en 1969, con López Bravo
de ministro, y fue ministro de Obras Públicas
de 1970 a 1973, desplegando una actividad
con la que trataba de emular a su admirado
Bravo Murillo. Tras el asesinato de Carrero,
Arias Navarro no contó con él, aunque fue
nombrado director de la Escuela Diplomática.
En los estertores del franquismo, en un nuevo
ambiente social e intelectual caracterizado
por el descontento, Fernández de la Mora siguió pregonando los éxitos económicos del
régimen, cuya continuidad creía asegurada
en manos del rey Juan Carlos. Este fue, según
confesó en sus Memorias, el gran error de su
vida. En la transición figuró al frente de la
Unión Nacional Española –un grupo de tendencia monárquico-tradicional–, que en octubre de 1976 se sumó al partido Alianza
Popular promovido por Manuel Fraga, siendo
uno de los llamados “Siete Magníficos”. Pero
ni esta ni otras iniciativas –que son detalladamente expuestas en el libro– fueron suficientes para resistir la operación de cambio
liderada por Adolfo Suárez. Fernández de la
Mora expresó la crítica más radical al proyecto de Constitución y, ante la libertad de
voto acordada por Alianza Popular, su voto
fue uno de los seis contrarios al texto fundamental que se emitieron en el Congreso de
los Diputados.
Apartado de la política pero presente en la
vida intelectual del país, la actividad de Fernández de la Mora –disminuida tras sufrir un
infarto en 1988–, se volcó en la revista Razón
Española, fundada por él en 1983, cuyo principal fruto fue la formulación de una filosofía
llamada “razonalista” (de acuerdo con el término acuñado por el escritor vanguardista Ernesto Giménez Caballero), que supone la
210
JULIO / SEPTIEMBRE 2015
culminación del esfuerzo racionalizador en
que se empeñó durante toda su vida. Participó ampliamente en la Real Academia de
Ciencias Morales y Políticas, y publicó sus Memorias y diversos ensayos sobre la condición
humana.
A lo largo del libro, González Cuevas se manifiesta casi constantemente neutral respecto a
su biografiado; sencillamente expone sus avatares, ideas y planteamientos, sin permitirse
comentarios o conclusiones que no dejarían
de estar justificados. Solo en una ocasión, al
referirse al abandono por este del primer
plano de la política, escribe que “la sociedad
española perdió un gestor eficaz y un político
honesto y culto; pero ganó un pensador, cuyo
interés iba a centrarse en establecer los fundamentos de un nuevo conservadurismo a la
altura de los tiempos” (p. 372). Lo que sí hace
el autor es preguntarse por la posible influencia de ese conservadurismo en la nueva derecha española, y defender el caudal de ideas
y estímulos contenido en la obra de Fernández de la Mora, compatibles –dice– con “el
pensar inteligente de las nuevas generaciones, sean de ‘derechas’ o de ‘izquierdas’” (p.
436).
Si, como escribió Isaiah Berlin, es conveniente
leer a quienes no piensan como nosotros porque nos ayudan a conocer los puntos débiles
de nuestros sistemas (porque ninguno es perfecto), esta excelente biografía, será, sin
duda, de enorme utilidad tanto para los críticos como para los partidarios del liberalismo
democrático, además de una valiosa fuente
de conocimiento sobre los últimos cincuenta
años de la historia de España.
CARLOS DARDÉ
CUADERNOS de pensamiento político
ISIS:
el retorno de la yihad
PATRICK COCKBURN
Editorial Ariel, 2015, 132 páginas.
Asimismo, en cuanto a Siria, el autor deseaba
destacar que la oposición armada está dominada por movimientos yihadistas; oposición
que las potencias occidentales habían calificado como moderada y cuyos diversos grupos recibieron apoyo logístico, capacitación,
armamento y hasta el “visto bueno” para encabezar la alternativa al Gobierno de Al Asad.
Para Patrick Cockburn –corresponsal en Oriente
Próximo del The Independent y de Financial
Times, y autor de numerosas obras sobre la historia reciente de Iraq, así como de otros libros y
memorias–, lo que parecía un movimiento marginal se ha convertido en un califato que abarca
ya la frontera sirio-iraquí. De hecho, las principales conclusiones del libro parecen haberse
confirmado con la posterior sucesión de acontecimientos. La fecha clave de todo ello es el 10
de junio de 2014, día de la toma de la ciudad
de Mosul por el Estado Islámico. Y su principal
tesis es el auge de la corriente suní en territorio
iraquí, cuyo fin es dominar Oriente Medio y llegar
a liderar el máximo espacio posible del islam
(conviene recordar que el título original de su
libro es The Jihadis Return: ISIS and the New
Sunni Uprising). Como señala el autor, muchos
actores de dentro y fuera de Iraq están ya involucrados en el conflicto y, ciertamente, el país
tiene la capacidad de producir sucesos inesperados y sorpresas desagradables.
Estamos ante un ensayo breve, redactado en
forma de análisis, por quien conoce terreno,
cultura, historia y personajes. En mi opinión,
es un brillante ejercicio para comprender los
potenciadores de riesgos en Oriente Medio,
las claves de las rivalidades entre los diferentes actores enfrentados, los efectos de las
intervenciones de Estados Unidos y las potencias occidentales (Inglaterra y Francia,
principalmente), y las razones por las cuales
han fracasado las “primaveras árabes”. Y la
razón de fondo, el conflicto entre las comunidades suníes y chiíes.
¿A qué responde entonces el retorno de la
yihad? Para Cockburn, este auge yihadista
JULIO / SEPTIEMBRE 2015
211
RESEÑAS
Esta obra se concibió inicialmente como una
descripción del poder creciente de los movimientos yihadistas similares a Al Qaeda en el
norte de Siria e Iraq, cuya importancia –al
autor le pareció– habían pasado por alto los
políticos, los medios de comunicación y el público en Occidente. En concreto, deseaba
analizar el veloz surgimiento del ISIS (Estado
Islámico en español), la situación de la comunidad sunita en Iraq y la incapacidad
hasta la fecha del Gobierno iraquí para combatir una nueva y poderosa insurgencia que
hoy en día mantiene en jaque toda esa región.
RESEÑAS
CUADERNOS de pensamiento político
responde a la extensión de las corrientes wahabistas apoyadas, financiadas y exportadas
internacionalmente por las monarquías suníes
de Arabia Saudí, Qatar y Emiratos Árabes Unidos, a las que habría que sumar el apoyo de
Turquía y de Paquistán. Frente a esta corriente
mayoritaria suní se encuentran las zonas chiíes, representadas principalmente por Irán,
Iraq y el Hezbolá libanés (de los 57 países
musulmanes, solo cuatro tienen una mayoría
chií). De esa forma, el fenómeno ISIS hay que
entenderlo como la expresión organizada y renovada de toda esa compleja realidad suní,
potenciada además por el conflicto armado
iraquí que dura ya más de diez años.
camino de convertirse en un Estado fallido y
las razones por las que sus fuerzas armadas
no son capaces de hacer frente al Estado
Islámico a pesar del enorme apoyo en financiación, capacidades, material y entrenamiento que reciben de las potencias occidentales. Y por último, las razones para comprender el conflicto de Siria, desde el auge de
Al Assad hasta el desarrollo y la formación de
pandillas rebeldes que alternan entre el saqueo, el vandalismo, la ley y el orden. Con
razón se puede afirmar que Damasco es el
epicentro de un conflicto geopolítico de difícil
solución que involucra a Moscú y a las principales potencias occidentales.
Con una visión y un planteamiento mucho
más ambicioso, este nuevo yihadismo supera
en capacidades a Al Qaeda –que era una organización terrorista trasnacional– y se configura como un auténtico Estado con vocación
expansionista que rompe el statu quo de las
actuales fronteras. Por esa razón, chiítas,
alauitas, kurdos o cristianos figuran en su lista
de comunidades a eliminar mediante una metodología del terror que consiste en el aprovechamiento eficaz de la propaganda que
facilitan las nuevas tecnologías y en lograr la
atención de la opinión pública a escala mundial. Por ello, la involucración de las monarquías árabes suníes en las operaciones
armadas aéreas de la coalición internacional
contra el Estado Islámico hay que entenderla
solo desde una perspectiva: el intento de controlar al monstruo que ellas mismas han creado y que ahora amenaza seriamente el
equilibrio de la región.
Cockburn, corresponsal extranjero en conflictos armados, esboza una sugerente reflexión
de obligada lectura sobre el trabajo que realizan los periodistas y los fallos de la opinión
pública a la hora de enfocar los temas planteados (Capítulo 8, “Si sangra, manda”). Así,
una poderosa ingenuidad, unida a las simplificaciones de buenos y malos, incapacita para
elaborar análisis rigurosos de los hechos que
permitan ayudar a comprender los escenarios
y plantear opciones.
Otros temas que se abordan con un acertadísimo enfoque son, entre otros, los siguientes.
En primer lugar, el planteamiento y las consecuencias de la guerra contra el terror desarrollada por Estados Unidos en los teatros
de Iraq y Afganistán, y la importancia de Paquistán y Arabia Saudí en la región. En segundo lugar, las causas por las cuales Iraq va
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En resumen, sus opiniones convierten este ensayo en una obra de referencia para la comunidad académica, analistas e investigadores.
Atendiendo a sus conclusiones, la configuración de Oriente Medio dependerá del realismo
con que los poderes externos moderen sus
propios objetivos de largo plazo. Las cuatro
guerras libradas –Afganistán, Iraq, Libia y
Siria– a lo largo de los pasados doce años
han implicado la intervención extranjera
abierta o encubierta en países profundamente divididos. Pero no hay que olvidar, a
pesar de los aparentes éxitos militares, que
en ninguno de estos casos la oposición local
y sus promotores han logrado aún consolidar
el poder o instituir Estados estables.
Gabriel CORTINA
CUADERNOS de pensamiento político
Mi tierra prometida.
El triunfo y la tragedia de Israel
ARI SHAVIT
Traducción: José Francisco Varela Fuentes
Debate, Barcelona, 2014, 440 páginas.
Los diecisiete capítulos de los que consta Mi
tierra prometida. El triunfo y la tragedia de Israel se inician con el dedicado al súbdito bri-
tánico y bisabuelo de Ari Shavit, Herbert Bentwich, un hombre religioso, romántico sionista,
leal a la Corona británica y a su vocación
judía.
Junto a otros pioneros, en 1897 Herbert Bentwich desembarcó en el puerto de Jaffa para
iniciar un viaje por la entonces llamada Palestina y ver la posibilidad de establecer un
lugar de refugio para los judíos. Ciertamente
no había nada parecido a una identidad nacional palestina en ese momento, pero los
pueblecitos y las aldeas palestinas estaban
habitadas por gentes afectadas “por la pobreza y las enfermedades”, que resultaron invisibles para Herbert Bentwich que, en
cambio, supo ver en esa tierra un espacio
para los supervivientes judíos de la Europa
antisemita: “La Gran Palestina puede ser el
hogar de judíos y árabes”, escribió. El escritor
sionista Israel Zangwitt, que formaba parte de
la misma expedición, sí vio “las ciudades palestinas de Jaffa, Lod y Ramla, los poblados
palestinos de Abu Kabir, Sarafand, Haditta y
Abu Shusha”, y siete años después del viaje,
en un emblemático discurso en Nueva York,
se alzó en contra del proyecto y anunció que,
de llevarse a cabo, se tendría que usar la
fuerza, “sacar a punta de espada a las tribus
que ahora están en posesión de la tierra”,
algo que fue visto como una herejía por el mo-
JULIO / SEPTIEMBRE 2015
213
RESEÑAS
No engaña a nadie. Para empezar, el escritor
y periodista Ari Shavit (Rejovot, Israel) introduce el título con un posesivo en primera persona que anuncia su visión personal del Israel
contemporáneo, sionista, para más precisión,
y tamizada por una experiencia vital de
miedo: “Desde que tengo memoria, estaba
presente el miedo. Un miedo existencial”. Una
visión de la historia de esa “tierra prometida”
llena de muchas luces y algunas sombras
que, según el autor, debería adentrarse en el
futuro con el reconocimiento de los dos Estados, Israel y Palestina, y la salida de los territorios ocupados. Y lo hace con una prosa
magistral, que se aprecia más allá de los errores y modismos locales de la traducción, nutrida por la evocación de la experiencia
personal y familiar, por entrevistas a protagonistas de los hechos que relata, por referencias históricas y por su trayectoria como
periodista de Haaretz y comentarista de televisión. Sin esconder un posicionamiento ideológico que se ha ido deslizando desde la
izquierda laborista y el compromiso con Shalom Ajshav (Paz Ahora) hasta un centrismo
puente entre el laborismo y el Likud nacionalista de Netanyahu.
CUADERNOS de pensamiento político
vimiento sionista, que acabó por expulsarlo
de su seno.
RESEÑAS
Una parecida ceguera idealista afectó allá por
los años veinte a los setenta y cuatro pioneros que fundaron Ein Harod, el kibutz mitológico que simboliza el Origen del Israel contemporáneo, creado gracias a que los colonos no vieron como obstáculo las ciénagas y
las circunstancias históricas desfavorables,
pero que tampoco vieron a los árabes desplazados. Y en 1936 a los líderes de la colonia de Rejovot, lugar de nacimiento de Ari
Shavit, un lugar áspero convertido en un oasis
de naranjos cuyos frutos se exportarían a todo
el mundo, el necesario refugio para los judíos
después del ascenso de Hitler en Alemania,
“amenazado por las grandes fuerzas que azotan a la judería europea y que están transformando a la Palestina árabe”.
Como se relata en el capítulo Masada, 1942,
entre 1935 y 1936 los árabes empiezan a hacerse visibles a través de la violencia en la carretera Tul Karem y en las ciudades de Tel Aviv,
en donde en tres días se sepultó a dieciséis
víctimas judías, y Jerusalén, en el valle de
Harod, en donde fueron incendiados cientos
de naranjos, y en el kibutz de Kfar Menajem.
Horrorizados, a los 350.000 judíos que vivían
en Palestina en 1936 no les quedó más
remedio que reconocer la realidad de su entorno y ver que se enfrentaban a “un movimiento de liberación árabe que deseaba que
los judíos se fueran de las costas donde se
habían establecido”. Después de aquel verano de 1936, que se zanjó con ochenta
muertos y cuatrocientos heridos, la idea de
“transferir” –retirar a la población árabe– empieza a cuajar como asunto central en el pensamiento sionista.
A pesar de que líderes sionistas como Siegfried Lehmann creían que el sionismo no
debía “establecer una colonia cerrada y despectiva en Palestina que ignorara a su entorno
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JULIO / SEPTIEMBRE 2015
y a sus vecinos nativos”, la ceguera adquirirá
tintes trágicos en 1948. Después de que la
Asamblea de la ONU respaldara el plan del
establecimiento de un Estado judío y un Estado árabe, la Liga Árabe y los árabes de
Palestina rechazaron la resolución 181 e hicieron estallar la violencia atacando convoyes
de civiles en camino a Ben Shemen, cerca de
la ciudad de Lod, en donde Lehmann había
fundado una escuela de capacitación y de
acogida de muchachos huérfanos. A los judíos les queda claro “que deben defenderse
solos, porque nadie más vendrá a rescatarlos”. Después de serle presentado el plan a
David Ben Gurion, las columnas del Tercer Regimiento se apresuraron a llegar a la ciudad
de Lod y finalmente “el sionismo hizo una masacre en la ciudad de Lod” y además sus habitantes árabes fueron expulsados. La acción
es vista por Ari Shavid como la “caja negra”
del sionismo porque dejó de tenerse en
cuenta el hecho de que miles de seres humanos pierdan sus hogares.
El Estado sionista avanza gracias también a
la ceguera con respecto a sectores de la propia población judía. Al silencio sobre los sobrevivientes de los campos de concentración,
porque Israel es una país joven que se empeña en mirar hacia el futuro y “la continuidad israelí rechaza el trauma, la derrota, el
dolor y los recuerdos desgarradores”. Y al silenciamiento de los llamados judíos orientales o sefardíes, procedentes de los países
árabes de los que fueron expulsados, que empezarán a ser visibles gracias al partido Shas
que, impulsado por el rabino Ovadiah Yosef y
otros rabinos sefarditas menos conocidos,
tendrá presencia política a finales del siglo XX
con el liderazgo de Aryeh Deri que, según la
periodista judía oriental Gal Gabai, “abordó el
complejo de inferioridad de los judíos orientales y su sensación de nostalgia”. Y pasa
como con algodones por sobre los ultraortodoxos, a la espera de que en un futuro, encuentren su lugar dentro del Estado, más allá
CUADERNOS de pensamiento político
de las yeshivot (centros de estudios del Talmud y la Torá).
El libro de Avi Sharit, escrito originalmente en
inglés, está destinado a los judíos norteamericanos que ven a su autor como un intelectual próximo a sus posiciones mayoritariamente demócratas. No obstante, a Mi
tierra prometida. El triunfo y la tragedia de Is-
La mirada de Ari Shavit es lúcida y penetrante
y hace gala de una gran sabiduría narrativa,
no esquiva los temas espinosos y dificultosos,
aunque tampoco dé respuesta al problema
con los palestinos, más allá de los buenos deseos del fin de la ocupación. Al modo israelí,
no se conforma con palabras reconfortantes o
justificativas ni con un automasaje de paños
calientes. Su mirada no esquiva las lanzas y el
fuego con que se sembró el camino exitoso, al
día de hoy, de una sociedad, una nación que,
como el ave fénix, resurgió de las cenizas de
seis millones de cadáveres judíos europeos.
LEAH BONNÍN
JULIO / SEPTIEMBRE 2015
215
RESEÑAS
Además de temas históricos y personales, Mi
tierra prometida. El triunfo y la tragedia de Israel aborda aspectos políticos del Israel contemporáneo desde una posición un tanto
desencantada del laborismo. Temas como el
de la central nuclear israelí y de cómo se llevó
a cabo su construcción y, sobre todo, la defensa de la posesión responsable de la que
han hecho gala los distintos gobiernos israelíes
que hasta la fecha ni siquiera la han utilizado
como argumento o como amenaza frente a los
países o grupos terroristas que lo han atacado.
O el del peligro encapsulado en la voluntad de
Irán de construir su propia central nuclear, del
que Ari Shavit lleva unos cuantos años advirtiendo a través de sus colaboraciones en Haaretz, y sobre el que coincide con Benjamín
Netanyahu, aunque le critique el modo en que
se ha acercado a la administración de Obama:
“Netanyahu no construyó dentro de Israel ni
fuera de Israel la legitimidad necesaria para la
drástica operación”.
rael no le han faltado críticos. Ni en Estados
Unidos ni en Israel. En Estados Unidos, de la
mano de Norman Finkelstein, por ejemplo, conocido crítico de la política israelí, que le ha
dedicado hasta un pequeño panfleto titulado
Old Wine, Broken Bottle. Avi Sharit’s Promised
Land, que considera el libro de Sharit como
una actualización propagandística del sionismo. Por su parte, el israelí Noam Sheifat, a
través del magazine online +972Magazine le
critica su visión parcial de varón sionista askenazi, pues solo entrevista a un par de judíos orientales y a una mujer y, lo que es peor,
su intelectualización de la violencia y su deslizamiento desde posiciones pacifistas justificativas de campañas militares defensivas.
CUADERNOS de pensamiento político
¡Crear o morir!
La esperanza de América Latina y las cinco
claves de la innovación
ANDRÉS OPPENHEIMER
RESEÑAS
Vintage Español de Random House LLC, EE.UU, 2014. 330 páginas.
En ¡Crear o morir! La esperanza de América
Latina y las cinco claves de la innovación, el
analista político Andrés Oppenheimer nos
vuelve a ofrecer una didáctica investigación
en la que, combinando inteligencia con una
buena dosis de optimismo, revela no solo las
razones de por qué América Latina no destaca en materia de innovación sino también
cuáles serían las claves necesarias para
poder promoverla y así poder estimular el talento en nuestras sociedades. Como siempre, dispuesto a enfrentarse a las modas de
los debates políticos de actualidad, el autor
escoge y trabaja uno de los temas prioritarios para el desarrollo de las naciones latinoamericanas.
Quizá, la característica más reveladora que
apunta el autor como gran obstáculo para
generar “ecosistemas” de innovación que representen un entorno favorable para los emprendedores sea que América Latina se
encuentra en un entorno cultural, social y
legal que castiga los fracasos. El autor señala que los grandes creadores fracasan muchas veces antes de triunfar y, en entornos
severos contra el primer fracaso, triunfadores como Steve Jobs, por ejemplo, hubieran
caído en desgracia siendo estigmatizados
por la comunidad empresarial ante el primer
traspié.
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JULIO / SEPTIEMBRE 2015
Conviene recordar que América Latina es un
continente joven, con un gran potencial demográfico y que en las últimas décadas ha vivido una auténtica revolución en materia
educativa. Hoy, dos de cada tres estudiantes
son primera generación de estudiantes universitarios. Al mismo tiempo, mientras que en
1950 los estudiantes matriculados en centros
de educación superior no alcanzaban los
300.000, hoy superan los 15 millones.
Sin embargo y a pesar de estos logros, la región se enfrenta a un déficit en el desempeño
productivo, producto del pobre manejo en
materia de innovación. Por ejemplo, en materia de patentes internacionales de nuevos inventos, Estados Unidos registró 57.000
patentes ante la Organización Mundial de la
Propiedad Intelectual (OMPI) de las Naciones
Unidas el año pasado, y Corea del Sur –un pequeño país que hace solo cinco décadas era
más pobre que la mayoría de los países latinoamericanos– registró 12.400 patentes.
En comparación, todos los países de América
Latina y el Caribe juntos registraron cerca de
1.200 patentes, o sea, menos del 10% que
las que registró Corea del Sur ante esa organización (Brasil registró 660, México 230,
Chile 140, Colombia 80, Argentina 26, Panamá 18, Perú 13, Cuba 9 y Venezuela 1).
CUADERNOS de pensamiento político
Asimismo, de todos los recursos del mundo que
se invierten en investigación y desarrollo de nuevos productos, solo el 2,4% se invierte en América Latina. Mientras que el 37,5% de la
investigación mundial se invierte en los Estados
Unidos y Canadá, el 32,1% en la Unión Europea, y el 25,4% en Asia.
Además, las empresas privadas de América Latina lanzan al mercado un 20% menos de nuevos productos por año que las compañías en
otras regiones emergentes del mundo. Es ilustrativo de este fenómeno un reciente estudio del
Banco Mundial que señala que mientras que el
90% de las empresas en Polonia informó haber
lanzado un nuevo producto en el último año,
solo el 40% de las empresas en México hizo lo
mismo ese año.
De hecho, para abordar su investigación, Andrés Oppenheimer emprende un fascinante
viaje, en él recorre y se detiene en aquellos
casos de rutilante éxito en materia de innovación protagonizados por hispanos. Se trata de
casos como el del peruano Gastón Acurio, que
es propietario de una cadena de cuarenta restaurantes peruanos en once países y que popularizó la gastronomía de su país en todo el
mundo; el del mexicano Jordi Muñoz, el CEO
de 3D Robotics, una de las principales empresas de drones comerciales; Rafael Yuste, el
científico español que revoluciona la neurociencia diseñando un mapa que nos podrá
mostrar la actividad cerebral. Además, incluye
en el relato invenciones con un fuerte compo-
En su viaje también se detiene en el fascinante
mundo de las impresoras 3D. No se trata de
una digresión, pues Oppenheimer sugiere que
nos encontramos ante las puertas de un nuevo
paradigma que, aunque de forma gradual, exigirá a las economías repensar toda su estructura económica y productiva.
Para finalizar el libro, el autor detalla cinco claves para mejorar la innovación en América Latina que, considerablemente sintetizadas,
pueden enunciarse de la siguiente manera:
Impulsar una cultura de innovación en la que
se glorifique y venere a los creadores, como se
hace, por ejemplo, con los deportistas, para estimular las habilidades y virtudes de los talentosos. Porque, en definitiva, cada emprendedor
que se frustra es una fuente de riqueza y desarrollo que perdemos todos. Si estamos de
acuerdo en que la clave de la prosperidad está
en el empuje de personas excepcionales, hallarlas y cultivarlas debería ser una prioridad del
Estado.
Fomentar la educación para la innovación. En
la era Google no es necesario que las escuelas
enseñen información, la clave está en que enseñen a procesarla y fomenten la crea-tividad.
Derogar las leyes que matan la innovación.
Derribar las normativas que asfixian a los emprendedores es clave. En la mayoría de los paí-
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217
RESEÑAS
Con optimismo, Andrés Oppenheimer asegura
que el problema no radica en que América Latina cuente con pocas personas creativas o emprendedoras. Por el contrario, el autor destaca
que durante los cuatro años en que realizó la
investigación para ¡Crear o Morir!: La esperanza
de América Latina y las cinco claves de la innovación, se encontró con algunos innovadores
exitosos de los más diversos sectores que están
dejando una huella a nivel global.
nente social como las del chileno Alfredo Zolezzi, que ha inventado un novedoso sistema
de purificación de agua o las del guatemalteco
Luis Von Ahn, fundador de Duolingo, un modelo de enseñanza de idiomas del que ya se
benefician medio centenar de millones de personas en el mundo. Oppenheimer también cita
a Salman Khan, que causa furor en YouTube,
creador del sitio web Khan Academy donde
propone las “escuelas al revés”, en las que los
niños reciben el conocimiento en casa y van a
la escuela a hacer sus tareas.
CUADERNOS de pensamiento político
ses de América Latina las trabas burocráticas
asfixian a los emprendedores.
RESEÑAS
Estimular la inversión en innovación. Es vital
invertir en Investigación y Desarrollo y en fomentar el capital riesgo. Mientras que Israel dedica a I+D el 4,3% de su PIB, Finlandia el 4%,
Japón el 3,3% o EE.UU. el 3%; Brasil, que es el
país de la región que más recursos destina a
este rubro, solo lo hace con el 1,2% de su PIB.
Asimismo, los recursos deberían provenir mayoritariamente de las empresas privadas, que
son las que mejor conocen el mercado. Sin embargo, en América Latina no solo se gasta poco
en comparación con el mundo desarrollado,
sino que los fondos provienen fundamentalmente del Estado. Es decir, se gasta poco y mal.
En esta recomendación Oppenheimer destaca
el papel importantísimo que deben cobrar las
universidades.
Globalizar la innovación. Impulsar la internacionalización de la innovación incluye la posibilidad de permitir a los jóvenes estudiar en las
universidades del mundo desarrollado. Por
ejemplo, Corea del Sur, con apenas 50 millones de habitantes, tiene 71.000 estudiantes en
EE.UU., la mayor parte en carreras de ciencias,
mientras toda América Latina no alcanza ni la
mitad de esa cifra.
Con respecto al viejo discurso de la fuga de cerebros, el autor, en cambio, introduce en el relato la importancia de aceptar la circulación del
talento como un fenómeno enriquecedor.A menudo algunos gobiernos se preocupan porque
una parte de los recursos invertidos en talento
puedan terminar siendo aprovechados fuera de
su país. Sin embargo, y como afirma Oppenheimer, esto forma parte del proceso de inserción en el mundo actual. Este supuesto “coste”
deben asumirlo sabiendo que se trata de un fenómeno de carácter bidireccional si se estimulan políticas destinadas a atraer talento. De
hecho, si bien es cierto que los Estados tienen
218
JULIO / SEPTIEMBRE 2015
que entender el hecho de que ineludiblemente
“perderán” parte del talento por el que han
apostado, no es menos cierto que si aplican las
políticas idóneas, también se beneficiaran de
la inversión en talento fomentada por otros
agentes económicos y en otras naciones.
Andres Oppenheimer también subraya que la
emigración y el movimiento de personas va a
continuar, les guste o no a los países exportadores de cerebros. De manera que América Latina debería empezar a sacarles provecho
porque los países ya no competirán por territorios, sino que lo harán por talentos. En la nueva
economía global, la “circulación de talento”
puede ser una ganancia para todos. Este enfoque moderno y abierto, que apunta también a
un desarrollo del talento que va mucho más allá
de la educación formal, al incluir la capacitación
a lo largo de toda la vida de la persona, es muy
bienvenido. Pues solo a través del estímulo de
las capacidades individuales y con esta visión
integral, podrán las naciones lograr un auténtico
crecimiento y una mayor innovación tecnológica,
con sostenibilidad y bienestar social.
A lo largo de este texto, Oppenheimer no pierde
la oportunidad de asombrarnos con “un mundo
del futuro” que ya ha llegado, realizando una
exaltación del desarrollo tecnológico como factor esencial del progreso, describiendo y recreándose en ciertos avances tecnológicos como,
por ejemplo, el internet de las cosas, los drones destinados al uso comercial, los coches que
se conducen solos o los avances de la robótica.
Una vez más, el autor de Cuentos Chinos y
Basta de historias, con su característica prosa
incisiva y perspicaz, nos ofrece un texto de referencia que, con una visión moderna, contiene
recomendaciones prácticas y viables para estimular el potencial creativo latente de América
Latina.
GUILLERMO HIRSCHFELD