111 COSTA RICA En Costa Rica, ocho pueblos indígenas ocupan 3.344 km2 distribuidos en 24 territorios. En el país, 104.143 personas se reconocen como indígenas. Entre ellas, 78.073 declaran pertenecer a alguno de los ocho pueblos indígenas del país, y el resto no específica su pertenencia. Sobre una población total de cerca de cuatro millones y medio de habitantes, los indígenas representan poco más del dos y medio por ciento de total. Porcentaje que visto como tal no refleja que se trate de un sector significativo de la población que, además, tiene derechos específicos tanto colectivos como individuales sancionados por la legislación nacional e internacional. En Costa Rica, el Convenio 169 de la OIT fue ratificado hace ya más de dos décadas, pero eso no significó el reconocimiento de derechos indígenas en el país. Los pueblos indígenas continuaron siendo discriminados y con los mayores niveles de exclusión social y los menores de inversión pública. Los territorios indígenas continúan siendo despojados por no indígenas y las organizaciones designadas para administrarlos carecen de legitimidad y no corresponden a las estructuras tradicionales de poder. Por el contrario, se trata de asociaciones con formas y estructuras ajenas a la cultura indígena que han sido impuestas desde hace más de tres décadas. El derecho a la consulta continúa siendo negado. En los 24 territorios indígenas del país habitan ocho pueblos distintos, siete de ellos de origen chibchense y uno de origen mesoamericano (Chorotega en Matambú). En esos territorios habitan 48.500 personas, entre los cuales 35.943 son indígenas. Una agenda legislativa que continúa excluyendo los derechos indígenas D esde hace dos décadas, el eje de las reivindicaciones políticas de los pueblos indígenas está constituido por la promulgación de la “Ley de Desarrollo Autónomo de los Pueblos Indígenas” que establece los mecanismos para una verdadera autodeterminación y formas de gestión política y territorial respondiendo a los dere- 112 IWGIA – EL MUNDO INDIGENA – 2015 chos establecidos en el Convenio 169. Durante la campaña política del partido que ganó las elecciones de 2014, la promulgación de esa ley fue una de las promesas para el inicio de la administración. Sin embargo, el Poder Ejecutivo no incluyó la discusión de la ley en la agenda legislativa y, al igual que en el periodo anterior, no considera prioritaria su promulgación. Destaca el hecho de que cada vez que un diputado intenta colocar el texto en la agenda del Congreso se desata una reacción negativa que generalmente argumenta que se trata de un tema secundario, que debe ser consultado de nuevo a indígenas y expertos constitucionales, que detendría el desarrollo de las inversiones privadas en territorios indígenas y que constituye un peligro para la unidad nacional, entre otras afirmaciones que denotan un sustrato racista. Procesos de consulta aún sin iniciar La negación del derecho a la consulta constituye una constante de las relaciones entre el Estado y los pueblos indígenas de Costa Rica. Algunos procesos, llamados consulta por las instituciones, se limitan a la realización de talleres informativos con líderes territoriales o con las Juntas Directivas de Asociaciones de Desarrollo Integral Indígena, cuya legitimidad es fuertemente cuestionada. En 2014, las autoridades ambientales realizaron reuniones informativas en algunos territorios sobre REDD+ y las definieron como una preconsulta. Para las organizaciones indígenas no se cumplieron los requisitos mínimos para un proceso de ese tipo, limitándose las reuniones a difundir informaciones técnicas. Dos proyectos hidroeléctricos (Diquís en el Pacífico Sur y Ayil en la región Caribe) promovidos por el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), se encuentran detenidos debido a la falta de consulta con los pueblos indígenas. En ambos, el Instituto ha manifestado su disposición cumplir con el proceso de consulta tal y como lo establece el Convenio 169, y cuenta con los estudios y elementos básicos para iniciar la preconsulta sobre el método a utilizar. No obstante, la decisión deriva de esferas de autoridad política de más alto nivel que no se han comprometido con este derecho y que, por el contrario, continúan mostrando reticencias y estudiando los argumentos jurídicos que les permitirían obviar ese derecho. Aunque cada uno de los pueblos indígenas de Costa Rica es distinto en sus estructuras de toma de decisiones; aunque cada tema a consultar tiene diferentes impactos sobre la población, la estructura social y el territorio; aunque está claro que es distinto consultar en una sociedad basada en un sistema de clanes que en una que 113 MEXICO Y AMERICA CENTRAL 23 24 3 1 4 5 2 6 11 7 8 12 10 9 13 15 14 16 17 18 20 * 19 22 21 HUETAR 1. Quitirrisi 2. Zapaton 3. Nairi-Awari 4. Bajo Chirripo 5. Alto Chirripo CABECAR 6. Tayni 7. Telire 8. Talamanca Cabecar 9.Ujarras 10.China Kicha * Proyecto hidroeléctrico El Diquis 11.Keköldi BRIBRI 12.Talamanca Bribri 13. Salitre 14.Cabagra NGÖBEBUGLE TERIBE 15.Terraba BRUNCA 16.Boruca 17.Curre MALEKU 18.Coto Brus 19.Abrojos Montezuma 20.Osa 21.Conte Burica 22. Altos de San Antonio 23. Guatuso CHOROTEGA 24. Matambú no lo tiene y que temas del interés de las mujeres deberán prever sistemas de participación específicos y diferentes que temas del interés de los pescadores, en el país algunas instancias nacionales e internacionales insisten en la promulgación de un “protocolo único de consulta indígena”. Esa posición no cuenta con el aval de las principales organizaciones y líderes indígenas, que consideran que cada consulta es específica y su método, objeto de un acuerdo particular. 114 IWGIA – EL MUNDO INDIGENA – 2015 Los conflictos de tierra en el territorio indígena de Salitre En 2011, las autoridades del territorio indígena bribri de Salitre comenzaron un proceso de recuperación de tierras que, para 2014, les había permitido recobrar más de 2.000 hectáreas, anteriormente en manos de no indígenas. Según Timoteo Ortiz, vicepresidente de la ADII de Salitre, esto representa cerca del 85% de las tierras ocupadas ilegalmente por no indígenas. Entre los compromisos adquiridos por el Estado en la Mesa de Diálogo establecida en 2013, figuraba la delimitación precisa de los territorios indígenas del Pacífico Sur, con el fin de establecer claramente las áreas ocupadas por no indígena e investigar los derechos que podrían o no tener a ser indemnizados. Durante 2014, y en el caso de Salitre, el Registro Nacional estuvo a cargo de la delimitación del perímetro territorial, trabajo que finalizó en noviembre pero sobre el que persisten desacuerdos con las autoridades indígenas que consideran se ha reducido su territorio ancestral favoreciendo a plantaciones propiedad de transnacionales y otros propietarios ajenos al pueblo bribri. Es relevante indicar que la competencia legal para establecer los límites de los territorios indígenas en Costa Rica corresponde al Instituto de Desarrollo Rural (Inder), institución que, hasta el momento, no ha participado de los procesos bajo su responsabilidad institucional. Para la Mesa Nacional Indígena de Costa Rica, esa institución debe incorporarse a la delimitación territorial; de otra manera, el establecimiento de límites podría ser cuestionado por los ocupantes ilegales. Durante 2014, principalmente en julio y diciembre, grupos de no indígenas atacaron a familias indígenas que vivían en las tierras recuperadas, destruyendo e incendiando sus viviendas y cultivos. Han mantenido una presión constante, amenazando e intimidando a los indígenas que participan en la reivindicación de tierras. Los hechos de violencia racista dirigida a los indígenas han sido denunciados por la Defensoría de los Habitantes de la República, que ha exigido al gobierno tomar medidas para evitar la repetición de esos hechos. Como respuesta, la policía ha colocado un puesto de control a la entrada del territorio, pero las agresiones han continuado, ya que ingresan por otras vías. Hasta el momento no hay ningún proceso abierto en el Ministerio Público. En diciembre de 2014, una resolución judicial declaró como ocupantes ilegales de tierras en Salitre a una abogada y un exjuez de la República que se presentaban como indígenas aunque las autoridades tradicionales les negaban esa identidad. Sus tierras ya habían sido recuperadas. Las organizaciones indígenas consideran positivamente esta resolución judicial. Pero los avances de la recuperación de tierras en Salitre han generado otras consecuencias, la más visible de ellas, el encarcelamiento de Sergio Rojas, presiden- MEXICO Y AMERICA CENTRAL 115 te de la ADII de Salitre y dirigente del Frente Nacional de Pueblos Indígenas (Frenapi), acusado de mal uso de los fondos del Programa de Servicios Ambientales. También se ha desatado un abanico de discriminaciones en los servicios públicos locales: en la ciudad de Buenos Aires, los indígenas denuncian discriminación al ser atendidos en la clínica del Seguro Social, uno de cuyos médicos era ocupante ilegal de tierras en Salitre y su finca fue recuperada; también en la municipalidad local, donde algunos funcionarios también poseían ilegalmente tierras luego recuperadas. Pago de servicios ambientales y REDD+ en los territorios indígenas En Costa Rica, el pago de servicios ambientales (PSA) es una herramienta de política pública sustentada en un impuesto selectivo a los combustibles. Entre los argumentos para calificar su impacto como positivo en territorios indígenas se argumenta que los pagos por conservación han evitado que, por limitaciones económicas, algunos indígenas vendan sus tierras a colonos que las deforestan y las utilizan como pastizales. Las Asociaciones de Desarrollo Integral Indígenas (ADII) reciben los pagos que provienen del Fondo Nacional de Financiamiento Forestal (Fonafifo) y se encargan de distribuirlos a los beneficiarios individuales, guardando para sí un porcentaje dedicado a obras públicas y costos de gestión. Aunque estos fondos han contribuido a conservar el bosque y a paliar necesidades básicas, también su existencia se ha constituido en un argumento del Estado para no realizar inversiones públicas en los territorios indígenas y exigir que las ADII inviertan los recursos del PSA en las obras que, en comunidades no indígenas, son asumidas en su totalidad por el presupuesto público. El PSA está sirviendo como base para la implementación del Programa REDD+ en el país. Para ello es preciso que se realicen consultas con todos los territorios indígenas de acuerdo a lo establecido en el Convenio 169 de la OIT. Durante 2014, el Fonafifo inició un proceso de preconsulta que ha sido considerado por los líderes indígenas como insuficiente e inadecuado para las realidades de las estructuras de toma de decisión en los territorios. Funcionarios y consultores se han reunido con informantes seleccionados, y esas reuniones han sido presentadas como parte de un proceso de consulta cuyo método no fue previamente acordado con las autoridades indígenas. Con esto se violan los principios de la consulta establecidos en la legislación y se lesiona el derecho de autodeterminación. En ese mismo año, líderes indígenas propusieron, en el Pacífico sur del país, que el uso de los fondos por las ADII fuera objeto de auditoría por parte del Estado, considerando que no existe transparencia ni información clara a las comunidades y los beneficiarios, lo que hace necesario también 116 IWGIA – EL MUNDO INDIGENA – 2015 la implementación de una auditoría indígena sobre el manejo de esos fondos. El Fonafifo respondió que una vez hechos los pagos a las asociaciones, el Estado ya no tenía responsabilidad. Aún así, en el segundo semestre del año, el presidente de la ADII del territorio indígena de Salitre fue encarcelado bajo cargos de uso indebido de los fondos del PSA, denegándose su excarcelación a pesar de que no se han probado las acusaciones en su contra. No parece una casualidad que ese mismo dirigente sea quien lidera los procesos de recuperación de tierras indígenas en la región. Para las organizaciones indígenas, un aspecto clave para potenciar los impactos de los fondos del PSA consiste en la formulación, puesta en marcha y fortalecimiento de estrategias locales de desarrollo, en el marco de las cuales se canalizarían los fondos provenientes del PSA, tanto a título individual como colectivo. También debe superarse la visión prevaleciente en las instituciones ambientales del país de que la preservación de los bosques y la biodiversidad solo puede lograrse si los indígenas “no tocan el bosque”, ignorando sus sistemas de aprovechamiento tradicional y sus sistemas de producción de bosque tropical que, aparte de no destruir el bosque, lo han conservado durante siglos. Consideran que los servicios ambientales deben superar esa visión, de modo tal que sean más acordes con sus tradiciones productivas y su cultura. El saneamiento y la titulación de los territorios indígenas es otro aspecto crucial en todo este proceso. Tanto desde la perspectiva de los servicios ambientales como del mismo REDD+, el saneamiento puede evitar, como ya ha sucedido, que se le paguen servicios ambientales en territorio indígena a actores que no lo son. El Convenio169 ampararía un proceso con esas características, y sería sin duda un paso adelante en el restablecimiento de los derechos de los pueblos indígenas. Un aspecto importante de destacar en el marco de toda esta discusión, es que parte de los compromisos de Naciones Unidas dentro de estos procesos, es que debe hacerse una consulta tal cual lo estipula el Artículo 169 de la OIT. Esto es, la plena participación y el consentimiento libre, previo e informado (CLPI) de los pueblos indígenas, establecida en la declaración sobre los derechos de los pueblos indígenas de la Naciones Unidas (ONU), es la base sobre la cual los pueblos indígenas deben definir su postura respecto a REED+, pero para ello, la información debe brindarse en forma oportuna y de manera adecuada. Un diálogo que no avanza En enero del 2013 comenzó a reunirse una mesa de diálogo con la participación de representantes de los siete territorios indígenas de la zona, cuatro ministerios y la MEXICO Y AMERICA CENTRAL 117 observación de la Defensoría de los Habitantes de Costa Rica y del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Uno de los logros de ese espacio está representado por los avances en la delimitación territorial de los territorios indígenas. Sin embargo, la Mesa de Diálogo se encuentra detenida desde el inicio del periodo de gobierno actual, el 8 de mayo de 2014. Un tema aún pendiente en la mesa de discusión actual es el de la definición de procedimientos de consulta a pueblos indígenas. Discutir esa cuestión ha sido condicionado por los pueblos indígenas a resultados concretos en relación con la resolución de problemas estructurales como el saneamiento territorial. Fundación del Observatorio sobre Pueblos Indígenas y Cambio Climático Durante el mes de noviembre de 2014 se inició la puesta en marcha del Observatorio sobre Pueblos Indígenas y Cambio Climático que funcionará desde San José de Costa Rica mediante un fondo especial aportado por Pan para el Mundo y tendrá como área de acción inmediata Mesoamérica y el Caribe, aunque eso no constituirá una limitación mayor para actuar en América del Sur y, eventualmente, en otras regiones del mundo. El trabajo del Observatorio se articulará a partir y a través de las autoridades territoriales indígenas, tanto en los países que reconocen derechos al territorio, como en los que no lo hacen pero existen derechos y territorios ancestrales. Se parte de la premisa de la relación entre el reconocimiento de los derechos al territorio y a la gestión indígena y la mitigación a los efectos de los procesos de cambio climático. En consecuencia, se privilegiará el apoyo a los derechos territoriales en el marco del Convenio 169 de la OIT y a la consulta para cualquier iniciativa pública y privada que pretenda incidir sobre la gestión ambiental, el derecho a la autodeterminación, al desarrollo propio y al aprovechamiento de sus recursos naturales por los pueblos indígenas utilizando sus conocimientos ancestrales. Carlos Camacho Nassar, antropólogo, especialista en desarrollo internacional. Ha realizado diversos estudios sobre pueblos indígenas, conflictos, refugiados, desplazados y retornados indígenas y políticas públicas interculturales en Guinea, México, Belice, Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Ecuador, Chile, Paraguay y Bolivia.
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