A L M A N A Q U E

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ALMANAQUE
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EL URUGUAY
QUE NO CONOCIMOS
Pablo Toriño
Andrea Corona
DEPARTAMENTO DE EVOLUCIÓN DE CUENCAS, ÁREA DE GEOLOGÍA Y
PALEONTOLOGÍA. FACULTAD DE CIENCIAS, UNIVERSIDAD DE LA REPÚBLICA.
Lucas Kraglievich (1931).
Huevo de dinosaurio
Fue hallado en
Durazno (diámetro:
17 cm, antigüedad
aproximada: 70
millones de años).
> La paleontología es una ciencia que se dedica al estudio de los organismos que vivieron
en el pasado remoto. A través de sus restos,
denominados «fósiles», podemos llegar a
conocer qué aspecto tenían estos seres, cómo
vivían y por qué desaparecieron. La palabra
fósil significa «lo que se extrae excavando»,
un término muy adecuado, ya que los mismos
se encuentran incluidos en rocas más o menos
superficiales dispuestas en capas o estratos.
Un fósil puede formarse a partir de las «partes
duras» de un ser vivo, como un hueso, una
cubierta protectora o un tronco; y rara vez por
las «partes blandas», como los músculos y la
piel. Pero también son fósiles aquellos restos
producidos por las actividades realizadas en
vida, como una huella, una cueva o un nido,
que logran conservarse a través del tiempo.
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«Y pensar que alguien dijo no hace
mucho que el Uruguay era tierra
estéril para paleontólogos y que
en ese sentido nada había que
esperar...».
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Nuestros fósiles se encuentran dispersos por todo el territorio nacional y en su
conjunto abarcan nada menos que los últimos 2.500 millones de años de la historia de nuestro planeta. Pese a que Uruguay no es un país con una gran extensión
geográfica, en los últimos 50 años se han producido espectaculares y numerosos
hallazgos paleontológicos en todo nuestro territorio. En Paysandú, por ejemplo, se
han encontrado los huesos más completos de «titanosaurios» (grandes dinosaurios
herbívoros de cuello largo), mientras que en las demás localidades también han
aparecido huevos de estos espectaculares reptiles.
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Un joven paleontólogo analiza
una vértebra junto a la cola
y otros huesos de un gran
dinosaurio herbívoro hallado
en Paysandú (antigüedad
aproximada: 70 millones de
años).
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A pesar de lo que la mayoría de los uruguayos cree, en nuestro país contamos con
un rico y diverso patrimonio fosilífero. No
obstante, la paleontología en Uruguay es
una ciencia relativamente joven si se tiene
en cuenta que nuestros primeros paleontólogos surgen en la década del 40, mientras
que entre nuestros hermanos brasileños y
argentinos esta disciplina ha tenido una larga
tradición, remontándose a más de 150 años
de investigación en este último caso.
Nuestros fósiles se encuentran dispersos
por todo el territorio nacional y en su conjunto
abarcan nada menos que los últimos 2.500
millones de años de la historia de nuestro
planeta. A esta antigüedad corresponden
ciertas rocas halladas en el departamento
de Lavalleja, generadas por la actividad de
bacterias primitivas. Pero el registro de la vida
antigua en nuestro país no solo incluye estos
y otros restos microscópicos (como algas,
esporas y granos de polen), sino también
fósiles de diversos animales como moluscos
(caracoles, almejas y pulpos), artrópodos
(cangrejos, avispas), equinodermos (como
estrellas y erizos de mar), peces, anfibios,
reptiles (incluyendo a los dinosaurios), aves
y mamíferos. Asimismo, las plantas también
se encuentran representadas ya sea a través
de troncos petrificados o de improntas e
impresiones de hojas.
Bien por su tamaño, su antigüedad o por
tratarse de los más conocidos por el común
de la gente, varios de estos seres extintos
revisten un interés particular. Este es el
caso de los dinosaurios, cuyos restos se han
encontrado principalmente en los departamentos de Paysandú, Río Negro, Soriano,
Colonia, Flores, Durazno y Tacuarembó. Es en
este último departamento en el que aparecen
los más antiguos (con aproximadamente 150
millones de años). Se trata de pequeños dinosaurios carnívoros que vivieron en lo que
por aquel entonces era un gran desierto que
cubría buena parte de nuestro territorio.
En este desierto también existían cuerpos
de agua en los que habitaban cocodrilos, tortugas, peces de gruesas escamas, pequeños
tiburones y moluscos. Entre estos últimos
debemos destacar a Tacuaremboia, una
«almeja gigante» de 30 cm de diámetro. Por
otra parte, en Paysandú se han encontrado
los huesos más completos de «titanosaurios»
(grandes dinosaurios herbívoros de cuello
largo), mientras que en las demás localidades también han aparecido huevos de estos
espectaculares reptiles.
Titanosaurio
Dinosaurio herbívoro que vivió en Uruguay hace
aproximadamente 70 millones de años.
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Diente de dinosaurio carnívoro
de finales del Periodo Jurásico
hallado en Tacuarembó
(longitud del diente: 3 cm,
antigüedad aproximada: 150
millones de años).
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Con la desaparición de los dinosaurios al
final de la Era Mesozoica (hace unos 65
millones de años) comienza la llamada «Era
de los Mamíferos», sobre la cual nuestro
país ha dado mucho que hablar. Dentro del
Período Terciario de esta Era, a finales de la
Época conocida como Mioceno (hace unos 10
millones de años), el Sur de Uruguay estuvo
parcialmente sumergido bajo las aguas del
océano Atlántico. Es por este motivo que en
las barrancas costeras de departamentos
como Colonia y San José se encuentran restos
de una fauna marina que incluye diversos
invertebrados, tiburones, chuchos, delfines
y ballenas. En estratos más superiores –y
por tanto más recientes– de esas mismas
barrancas también se han encontrado restos de enormes aves corredoras llamadas
«fororracos», conocidas como «las aves del
terror» debido a sus hábitos carnívoros y
rapaces y que, según se estima, superaban
los 3 metros de altura y los 300 kg de peso.
Igualmente sorprendentes resultan ciertos
roedores llamados «dinómidos», cuyas
dimensiones superaban por lejos las de un
carpincho actual.
Un poco más adelante en el tiempo, ya
en el Período Cuaternario, existió en nuestro
país toda una vasta gama de mamíferos que
formaban parte de la «megafauna» sudamericana, denominada así por el gran tamaño y
el peso mayor a una tonelada que muchos de
sus integrantes debieron haber ostentado.
Nuestro paisaje por aquel entonces seguramente era muy distinto del actual, más
Reconstrucciones
ARRIBA:
posible aspecto de algunos de los dinosaurios
que habitaban en el departamento
de Tacuarembó.
ABAJO:
«fororraco», ave corredora de gran tamaño que
vivió en nuestro país durante el Período Terciario.
parecido quizás a lo que hoy es la sabana
africana. Pero hace aproximadamente 10.000
años la mayoría de esta megafauna se extinguió, en un tiempo relativamente corto,
marcando con su desaparición el comienzo de
nuestra Época actual. Mucho se ha discutido
sobre las causas de esta extinción. Se ha hablado de cambios climáticos y consecuente
falta de recursos alimenticios para muchos de
estos animales, e incluso de la existencia de
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1. Macrauchenia (sin parientes actuales), 2. Stegomastodon
(«mastodonte», emparentado con los elefantes), 3.
Pampatherium (emparentado con los armadillos), 4. Glyptodon y
5. Panochthus («gliptodontes», lejanamente emparentados con
los armadillos), 6. Megatherium y 7. Lestodon (emparentados
con los perezosos actuales, pero de mayor tamaño), 8. Smilodon
(el «tigre dientes de sable»), 9. Palaeolama (emparentada con
las llamas actuales) y 10. Toxodon (sin parientes actuales).
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Algunos representantes
de la «megafauna» sudamericana
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Cráneo de león actual (izquierda) comparado con el de un «tigre dientes de sable» (derecha).
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algún vínculo con la llegada de los primeros
indígenas cazadores a América.
Pese a que Uruguay no es un país con una
gran extensión geográfica, en los últimos 50
años se han producido espectaculares y numerosos hallazgos en todo nuestro territorio.
Las principales instituciones que realizan
estudios sobre paleontología son el Museo
Nacional de Historia Natural de Montevideo
y la Facultad de Ciencias de la Universidad
de la República; en ellos se encuentran los
investigadores y técnicos capacitados en
la colecta, preparación y mantenimiento de
fósiles. Asimismo, ambos centros tienen sus
puertas abiertas tanto a aquellas personas
que deseen conocer más sobre estos temas,
como a quienes decidan notificar y compartir
sus hallazgos. Reconocemos que la información que maneja la población sobre estas
cuestiones es muy escasa, lo que ha llevado
a mucha gente a creer que las mismas no
son motivo de estudio en nuestro medio. Tal
vez esto se deba a la falta de un diálogo más
continuo entre los científicos y los medios
de comunicación. Es por eso que, como
parte de las nuevas generaciones de jóvenes
investigadores, queremos manifestar aquí
nuestra intención de darle a esta ciencia la
importancia y la difusión que merece. Aunque esta, por cierto, no es solamente una
tarea de los profesionales, sino de todos los
uruguayos. •
Agradecimientos
Deseamos agradecer a las personas que han colaborado con nosotros en la preparación de este artículo,
muy especialmente al paleoartista Gustavo Lecuona
por haber cedido las excelentes ilustraciones y algunas
de las fotografías que acompañan el texto. También a
Andrés Rinderknecht por su invaluable ayuda en la
preparación del material fotográfico. Y finalmente a
todos nuestros docentes y compañeros del Departamento de Evolución de Cuencas (Facultad de Ciencias),
por su apoyo incondicional.
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El paleoartista uruguayo Gustavo Lecuona junto a una de sus más grandes creaciones: la
reconstrucción en yeso del esqueleto del Lestodon, un perezoso extinto hace 10.000 años.
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Lestodon
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