PASTORAL LITÚRGICA TIEMPO DE ADVIENTO DOMINGO 3º. 13

TIEMPO DE ADVIENTO
DOMINGO 3º.
13 de Diciembre de 2015
INDICACIONES PASTORALES
se repite insistentemente. En la oración colecta
pedimos a Dios que, ya que "su pueblo espera con
fe la fiesta del nacimiento de su Hijo", nos conceda
"llegar a la Navidad, fiesta de gozo y salvación, y
poder celebrarla con alegría desbordante".
En un mundo con tantos quebraderos de cabeza
para la sociedad y para cada persona, no está
mal que los cristianos escuchemos esta voz
profética que nos invita a la esperanza y a la
alegría, basadas en la buena noticia del Dios
que ha querido entrar en nuestra historia para
siempre.
También se caracteriza este domingo porque
sus lecturas siguen hablando del precursor, Juan
el Bautista, que ofrece a sus oyentes un
programa concreto de preparación de la venida
del Señor.
DOMINGO 3º DE ADVIENTO 1
El Domingo “Gaudete”
Este domingo ha sido llamado desde hace siglos
domingo "Gaudete", que es la primera palabra
latina de la antífona de entrada (tomada, a su
vez, de la carta de Pablo): "Gaudete in Domino
semper... Estad siempre alegres, alegraos".
La consigna de la alegría, característica del
Adviento, ya apareció el domingo pasado. Hoy
Cfr. ALDAZABAL, José. “Enséñame tus caminos” Domingos
del Ciclo C. Dossiers CPL, Centre de Pastoral Litúrgica,
Barcelona. 2005. Edición digital.
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COMENTARIO BÍBLICO
Sofonías 3,14-18.
El Señor se alegra con júbilo en ti
Sofonías es un profeta que actuó en el siglo VII
antes de Cristo, un poco antes que Jeremías. Es
expresiva su entusiasta invitación al pueblo, a
pesar de los tiempos calamitosos que vive:
"regocíjate, hija de Sión, grita de júbilo, Israel,
alégrate de todo corazón, Jerusalén".
El motivo es que el Señor ha "cancelado" ya la
deuda, que ha triunfado de los enemigos y
quiere ser nuestro Rey. Nadie tiene por qué
temer, ni han de desfallecer las manos de nadie.
"El Señor, tu Dios, está en medio de ti". Más aún,
es el Señor el primero que se alegra: "él se goza y
se complace en ti, te ama y se alegra con júbilo como
en día de fiesta".
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El salmo responsorial hace eco a esta alegría:
"sacaréis agua con gozo de las fuentes de la
salvación... dad gracias al Señor, contad a los pueblos
sus hazañas". El motivo es que Dios está con el
pueblo: "¡qué grande es en medio de ti el Santo de
Israel".
justicia muy claros: compartir lo que tenemos,
no exigir más de lo establecido, no hacer
violencia a nadie.
COMENTARIO PASTORAL
Filipenses 4,4-7.
El Señor está cerca
Es la misma carta de Pablo a la comunidad de
Filipos, en el norte de Grecia, que leíamos el
domingo pasado. La página de hoy parece
continuar el mismo tono optimista de la de
Sofonías.
"Estad siempre alegres: os lo repito, estad alegres". Es
un mensaje optimista de Pablo, muy apropiado
para este domingo en la cercanía de la Navidad.
¡Y es un mensaje que Pablo escribe desde la
cárcel! El motivo de esa alegría: "el Señor está
cerca".
Esta alegría por la cercanía del Señor tiene sus
consecuencias en la vida de los cristianos, que
tienen que distinguirse, según Pablo, por su
mesura, por su oración y acción de gracias, y así
se verá en ellos la paz y la serenidad de Dios.
Lucas 3,10-18.
¿Qué hacemos nosotros?
El Bautista, que ya el domingo pasado nos
invitaba a preparar los caminos del Señor,
presenta hoy un programa muy exigente en el
campo de la actuación moral.
Anuncia la Buena Noticia de que detrás de él
viene otro mucho más importante, que
bautizará en fuego y Espíritu. Pero a la vez
muestra la exigencia de que hay que preparar
esa venida con gestos de caridad fraterna y de
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Estad alegres: el Señor está cerca
La que ahora debería alegrarse, con el mismo
entusiasmo que en tiempos de Sofonías, es la
Iglesia, la comunidad de Jesús. Pero ¿se puede
invitar hoy a nuestra Iglesia, como el profeta lo
hizo a su pueblo: "regocíjate, Iglesia de Cristo,
grita de júbilo?". ¿O es una utopía esta proclama
de gozo y júbilo mesiánico? Sin embargo, lo que
el profeta decía como promesa, nosotros lo
hemos experimentado ya como realidad y
debería producir en nosotros efectos de alegría
mayores que a la Jerusalén de su tiempo.
Del mismo modo, la llamada de Pablo nos
interpela también a nosotros: "estad alegres... os
lo repito, estad alegres... El Señor está cerca".
Es un mensaje que vale la pena decir en medio
de una comunidad cristiana y de una sociedad
falta de esperanza. Hoy y aquí, a nosotros, Dios
nos dirige una palabra de ánimo, invitándonos a
no tener miedo, a que nuestro corazón esté en
paz, porque él está siempre cerca de nosotros.
Se trata de la alegría que es fruto del Espíritu;
de la alegría que Cristo tenía y que pedía al
Padre, en su última cena, para los suyos; de la
alegría que muestra María en su canto de
alabanza: "proclama mi alma... se alegra mi
espíritu en Dios mi Salvador".
El profeta Sofonías ha subrayado una
perspectiva interesante. Es Dios quien primero
se alegra: "él se goza y se complace en ti, te ama
y se alegra con júbilo como en día de fiesta".
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Nuestra alegría es participación en la alegría de
Dios. No es alegría superficial, basada en cosas
materiales. Es alegría profunda, arraigada en la
fe. Y va acompañada, como ha dicho Pablo, de
"mesura" en la conducta, y de oración de
alabanza y súplica.
Dar testimonio con nuestra alegría
Tal vez uno de los mejores testimonios que
podemos dar los cristianos en este mundo -en
nuestra familia y en nuestro círculo de amistad
o de trabajo- es la alegría, la serenidad, la
esperanza que sentimos en la proximidad de la
Navidad.
Se tendría que notar en nosotros esta alegría
mesiánica, basada en el amor que nos tiene
Dios. Pablo decía a los suyos: "que nada os
preocupe... y la paz de Dios custodiará vuestros
corazones". ¿Que abundan noticias
catastróficas? Pero nosotros los cristianos
deberíamos ver más lo positivo, que también
existe y que es más abundante que lo negativo,
aunque no aparezca en los medios de
comunicación.
La celebración de la próxima Navidad es un
pregón de confianza. Nos asegura que Dios
perdona, que ama, que no nos deja solos en
nuestro camino, que es el Dios-con-nosotros. La
situación puede ser preocupante, para cada uno
y para la comunidad, como para el pueblo de
Israel en el destierro, o para las comunidades de
Pablo, que no sólo conocían momentos de
alegría. Y sin embargo, a ellos y a nosotros nos
ha sido proclamada una palabra de alegría. El
ángel que anunció a los pastores el nacimiento
del Mesías les dijo que esa noticia iba a llenar a
todos de alegría.
Tendremos que seguir luchando contra el mal,
el que hay en nosotros y el que hay fuera de
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nosotros. Pero sin perder la paz interior y la
alegría de los que se saben en manos de Dios.
Nuestra fe no tiene por qué ser triste. Si los
demás nos ven alegres, podrán al menos
preguntarse si será verdad que Dios ha venido.
Tendremos que escuchar la insistente invitación
de Pablo: "estad alegres", y pedirle a Dios, con
la oración de hoy: "concédenos llegar a la
Navidad, fiesta de gozo y salvación, y poder
celebrarla con alegría desbordante".
Los cristianos, además de los motivos que todos
tienen para esperar con alegría las fiestas de la
Navidad, tenemos otros más profundos, porque
tenemos el don de la fe. Dios está cerca.
La alegría es exigente: el programa del
Bautista
A este pregón de alegría se une hoy también un
recordatorio de la exigencia que tiene todo
amor y todo don. Pablo decía a los suyos que,
además de la alegría por la cercanía del Señor,
debían distinguirse por "la mesura" en sus vidas
y por la oración a Dios, hecha de acción de
gracias y de súplicas.
Pero es sobre todo el Bautista, que a orillas del
Jordán también "anunciaba la Buena Noticia"
al pueblo, llenándolo de alegría, quien les
propuso a ellos, y nos propone a nosotros, un
programa exigente y muy concreto para
preparar la venida del Mesías: "el que tenga dos
túnicas, que se las reparta con el que no tiene, y
el que tenga comida, haga lo mismo... no exijáis
más de lo establecido... no hagáis extorsión a
nadie...".
Cada uno piense en qué le afecta este programa
del Bautista: cómo compartiremos nuestros
bienes con el más necesitado, cómo seremos
más amantes de la justicia y de la verdad, no de
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palabra, sino con hechos. No necesariamente
pensando en el Tercer Mundo -aunque también,
y con mayor motivo- sino empezando por
nuestro círculo vital, la familia, el lugar de
trabajo, las amistades, la labor social o eclesial
que desarrollamos. Y no pensando sólo en lo
económico: en efecto, hay personas que
necesitarán también nuestra ayuda material,
pero hay muchas otras que necesitan nuestra
presencia y cercanía, nuestra palabra amiga, la
comunicación de nuestra fe.
Nos tendremos que preguntar también nosotros,
como los que acudían a Juan: ¿y nosotros, qué
debemos hacer?, y respondernos con sinceridad
examinando nuestra vida. La respuesta de Juan
apunta sobre todo a la caridad fraterna, a la
justicia y a la no violencia: evitar todo abuso de
poder (él lo dijo a los militares: pero cada uno
de nosotros abusa del pequeño o gran poder que
tiene) y todo abuso del dinero (lo dijo a los
publícanos, pero todos somos un poco
publícanos e interesados por el dinero).
Lo que nos propone el Bautista no es algo
extraordinario: huir al desierto, como él, o
hacer milagros, o pasarnos el día rezando o
haciendo penitencia. Sencillamente, nos dice
que en la vida de cada día vivamos una actitud
de caridad, justicia y no-violencia. Todos
tenemos la tentación del egoísmo que nos
encierra en nuestro propio bien, de la ambición
que nos impulsa a aprovecharnos de los demás
con injusticia, o del talante dictatorial que nos
hace abusar del poco o mucho poder que
tenemos, aplastando de alguna manera a los
demás.
Que se note la alegría en nuestra vida, y un
mayor optimismo y paz interior. Pero que se
note también que compartimos nuestros bienes
con los que vemos más necesitados y que
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procuramos ser más justos en nuestro trato con
todos.
El Catecismo de la Iglesia se basa en este
evangelio para concretar cuál puede ser el
programa de vida de un cristiano, basado sobre
todo en las "obras de misericordia":
"Las obras de misericordia son acciones caritativas
mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en
sus necesidades corporales y espirituales. Instruir,
aconsejar, consolar, confortar, son obras de
misericordia espiritual, como también lo son perdonar
y sufrir con paciencia. Las obras de misericordia
corporales consisten especialmente en dar de comer al
hambriento, dar techo a quien no lo tiene, vestir al
desnudo, visitar a los enfermos y a los presos, enterrar
a los muertos. Entre estas obras, la limosna hecha a
los pobres es uno de los principales testimonios de la
caridad fraterna: es también una práctica de justicia
que agrada a Dios... El que tenga dos túnicas, que las
reparta con el que no tiene..."
(CCE 2447; y sigue motivando y concretando
esta caridad en CCE 2448-2449)
INDICACIONES LITÚRGICO –
PASTORALES
 Solamente deseo recomendar que no
restemos fuerza a los signos que
colocamos en nuestros templos
parroquiales, me refiero a evitar el
descuido de encender la siguiente luz de
la corona en la primera celebración y
suprimir el rito en las demás
celebraciones dominicales. Recordemos
que nuestras asambleas son diversas, y
aunque sea la tercera o cuarta
celebración de quien preside, es la
primera de la asamblea. No tendrá
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mucho sentido encontrar una corona
con tres cirios encendidos sin ninguna
explicación. Es necesario tomarse el
tiempo para permitir que los signos y
símbolos de nuestras celebraciones
cumplan con el servicio que se les ha
encomendado. Ánimo. Buena
celebración.
 En este domingo Gaudete se permiten
los instrumentos musicales y las flores
para adornar el altar. Recordemos la
sobriedad en los signos para que la
noche de Navidad tenga la novedad
debida.
 En este domingo tiene lugar el Rito de
la Apertura de la Puerta Santa del
Jubileo Extraordinario de la
Misericordia. Adjunto encontrarán el
esquema para que los templos
designados por el decreto diocesano,
tengan la mejor disposición para
destacar la puerta de sus templos
parroquiales.
 Este domingo es conveniente hacer el
rito para la Bendición y la Aspersión del
Agua, en lugar del rito penitencial, para
subrayar el carácter bautismal que
contempla el signo de la puerta, ingreso
a una vida de gracia por el sacramento
del agua y del espíritu.
El rito se encuentra en la página 1053,
del Misal Romano, edición típica
Colombiana.
 El Ritual Romano dispone que el
Obispo en su Diócesis, o los prelados
equiparados por el derecho a los obispos
diocesanos, tienen la facultad de
impartir la bendición papal, con
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indulgencia plenaria incluida, tres veces
al año en las solemnidades que él elija,
usando el rito especialmente preparado
para tal circunstancia.
El Papa Francisco, con ocasión del
Jubileo de la Misericordia, ha
concedido a todos los obispos del
mundo la posibilidad de impartir la
Bendición Papal con indulgencia otras
dos veces, además de las tres
mencionadas anteriormente: la primera,
al término de la Celebración de
Apertura del Año Santo en las Iglesias
locales el próximo 13 de diciembre; la
segunda, al finalizar la Celebración
conclusiva del Jubileo en las Iglesias
locales el 13 de noviembre del 2016.
 Adjunto encontrarán el Decreto
Diocesano que rige las disposiciones
para la Celebración del Jubileo
Extraordinario de la Misericordia, es
conveniente, conocerlo y publicarlo en
un lugar visible para toda la comunidad.
 El miércoles 16 de Diciembre
empezamos el acto de piedad popular
tradicional de nuestra tierra
Colombiana: la Novena de Navidad.
No olvidemos que se trata de un Acto
de Piedad, no Litúrgico, por lo tanto de
ninguna manera unirlo a la Celebración
Eucarística de esos días privilegiados.
La misma recomendación para el canto
de los Villancicos, todos en la novena,
ninguno en la acción litúrgica.
 Recomiendo hacer la Bendición del
Belén de la iglesia, para dar inicio de
nuestra novena de Navidad, el mismo
esquema celebrativo puede hacerse en
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otros lugares de oración públicos,
haciendo las debidas adaptaciones.
 Del 17 al 24 de Diciembre se celebra el
segundo periodo del Adviento. Estos
días son Ferias Privilegiadas, sólo ceden
su lugar a fiestas y solemnidades. El
prefacio es el II o el IV de Adviento.
Algunas consideraciones sobre la piedad
popular de estos días…
(Tomadas del Directorio sobre la Piedad Popular y la
Liturgia, de la Congregación para el Culto Divino y
la Disciplina de los Sacramentos, Publicado por la
Conferencia Episcopal de Colombia en los Nos. 103104).
La Novena de Navidad
La Novena de Navidad nació para comunicar a
los fieles las riquezas de una Liturgia a la cual
no tenían fácil acceso. La novena navideña ha
desempeñado una función valiosa y puede
continuar desempeñándola.
previsto (p. ej. Homilía, uso del incienso,
adaptación de las preces).
El Nacimiento
Como es bien sabido, además de las
representaciones del pesebre en Belén, que
existían desde la antigüedad en las Iglesias, a
partir del siglo XIII se difundió la costumbre de
preparar pequeños nacimientos en las
habitaciones de la casa, sin duda por influencia
del “Nacimiento” construido en Greccio por
San Francisco de Asís, en el año 1223.
La preparación de los mismos (en la cual
participan especialmente los niños) se convierte
en una ocasión para que los miembros de la
familia entren en contacto con el misterio de la
Navidad, y para que se recojan en un momento
de oración o de lectura de las páginas bíblicas
referidas al episodio del nacimiento de Jesús.
Sin embargo en nuestros días, en los que se ha
facilitado la participación del pueblo en las
celebraciones litúrgicas, sería deseable que en
los días 17 – 23 se solemnizara la Celebración
de las Vísperas con las “antífonas mayores” y se
invitara a participar a los fieles.
Esta celebración, antes o después de la cual
podría tener lugar algunos de los elementos
especialmente queridos por la piedad popular,
sería una excelente “Novena de Navidad”
plenamente litúrgica y atenta a las exigencias de
la piedad popular.
En la celebración de las vísperas se pueden
desarrollar algunos elementos, tal como está
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MONICIONES
No olvidar el rito para la Bendición y la
Aspersión del Agua, para el momento
penitencial.
(La monición es presidencial. Misal Romano pág.
1053).
Para la Bendición de la Corona de
Adviento y encender su primer cirio
(La monición se hace después del canto del Señor ten
piedad en lugar del Gloria que se omite en Adviento)
Estamos ya en la tercera semana de Adviento:
aumenta nuestra alegría y júbilo por la venida
del Señor Jesús, vamos a encender la tercera
vela de nuestra corona de Adviento. El Señor
está cerca y nos ilumina cada vez más.
(A continuación la intervención de una persona que,
previamente designada enciende el segundo cirio
diciendo la oración correspondiente.)
Liturgia de la Palabra
La Palabra que se proclama hoy nos anuncia
que el Señor Jesús está cerca. Como discípulosmisioneros suyos, preguntémonos: “Y nosotros,
¿Qué debemos hacer?”
Entrada
Este domingo tiene nombre propio, se llama
“Gaudete” y significa que es un domingo para la
Alegría, para el gozo, para el júbilo que produce
en nuestro corazón la buena Nueva de la
cercanía del Señor.
Hoy en muchos templos se está celebrando el
Rito de Apertura de la Puerta Santa para el
Jubileo Extraordinario de la Misericordia, la
puerta es Cristo mismo que, a través del
ministerio de la Iglesia, nos introduce en el
consuelo del amor de Dios, amor que abraza la
humanidad entera.
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Liturgia Eucarística (Ofertorio)
“Hay más alegría en dar que en recibir”, que
esta expresión nos recuerde nuestro
compromiso de adviento a favor de los más
necesitados.
Comunión
Recibir al Anunciado por Juan Bautista y
Señalado como el Cordero que quita el pecado
del mundo, en el don de la Eucaristía debe
generar la misma inquietud que generó en los
discípulos de Juan “¿Qué debemos hacer?”.
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ORACIÓN PARA ENCENDER EL
TERCER CIRIO DE LA CORONA
El Señor va a llegar.
Preparad sus caminos, porque ya se acerca.
Adornad vuestra alma
como una novia se engalana el día de su boda.
Ya llega el mensajero.
Juan Bautista no es la luz,
sino el que nos anuncia la luz.
Cuando encendemos estas tres velas
cada uno de nosotros quiere
ser antorcha tuya para que brilles,
llama para que ilumines.
¡Ven, Señor, a salvarnos,
envuélvenos en tu luz,
ilumínanos en tu amor.
¡Marana tha! Ven Señor, Jesús!
Querida Madre de Dios,
que viviste con alegría
los nueve meses de tu Adviento
llevando al Niño Dios en tu seno,
ayúdanos con tu oración
para que no se borre nunca de nuestro corazón
la alegría que nos trae Jesús.
R/ Amén.
Ministro laico previamente designado
Señor Jesús,
no dejes que la alegría de tu presencia
se borre de nuestro corazón,
a pesar de los acontecimientos dolorosos
que se viven en muchos rincones del mundo.
Que la razón de nuestra alegría
sea siempre el sentirnos amados por Ti.
En las tinieblas se encendió una luz,
en el desierto clamó una voz.
Se anuncia la buena noticia:
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ORACIÓN UNIVERSAL
3. Guía las decisiones de los gobernantes en la
justicia, Oh Señor, y que se extienda tu
Reino de verdad y de amor.
4. Reúne a todos los pecadores en el Evangelio
de la Misericordia, Oh Señor, y que cada
uno pueda experimentar la fuerza
liberadora de tu perdón.
5. Socorre a todos los pobres, mediante la
caridad fraterna, Oh Señor, y que ninguno
sufra la soledad y el abandono.
Oración conclusiva
Oh Dios, Tú eres nuestra salvación,
en ti ponemos nuestra confianza,
escucha, benigno, nuestras oraciones,
e infunde en nosotros
la abundancia de tus dones.
Por Cristo, nuestro Señor.
R/ Amén.
Presidente: Hermanos y hermanas:
presentemos al Señor, nuestras plegarias,
súplicas y necesidades, nos unimos diciendo
(ó cantando):
R/ Te rogamos, óyenos.
1. Colma a la Iglesia de tu presencia, Oh
Señor, y que tu visita en este año Jubilar,
sea fuente de novedad y de gozo.
2. Custodia los destinos de todos los pueblos
con tu paz, Oh Señor, y que retorne a todo
hombre la serenidad y la esperanza.
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ORACIÓN DEL JUBILEO DE LA
MISERICORDIA
Tú eres el rostro visible del Padre invisible,
del Dios que manifiesta su omnipotencia
sobre todo con el perdón y la misericordia:
haz que, en el mundo, la Iglesia sea
el rostro visible de Ti, su Señor, resucitado y glorioso.
Tú has querido que también tus ministros fueran
revestidos de debilidad
para que sientan sincera compasión
por los que se encuentran en la ignorancia
o en el error:
haz que quien se acerque a uno de ellos
se sienta esperado, amado y perdonado por Dios.
Manda tu Espíritu y conságranos a todos
con su unción
para que el Jubileo de la Misericordia
sea un año de gracia del Señor
y tu Iglesia pueda, con renovado entusiasmo,
llevar la Buena Nueva a los pobres
proclamar la libertad a los prisioneros y oprimidos
y restituir la vista a los ciegos.
Señor Jesucristo,
tú nos has enseñado a ser misericordiosos como el
Padre del cielo,
y nos has dicho que quien te ve, lo ve también a Él.
Muéstranos tu rostro y obtendremos la salvación.
Te lo pedimos por intercesión de María,
Madre de la Misericordia,
a ti que vives y reinas con el Padre
y el Espíritu Santo
por los siglos de los siglos.
Amén.
Tu mirada llena de amor liberó a Zaqueo y a Mateo
de la esclavitud del dinero;
a la adúltera y a la Magdalena del buscar la felicidad
solamente en una creatura;
hizo llorar a Pedro luego de la traición,
y aseguró el Paraíso al ladrón arrepentido.
Haz que cada uno de nosotros escuche como propia la
palabra que dijiste a la samaritana:
¡Si conocieras el don de Dios!
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RITO DE APERTURA DE LA
PUERTA DE LA MISERICORDIA
EN LAS IGLESIAS
PARTICULARES
PREMISA
El siguiente rito de Apertura de la Puerta de la
Misericordia en las Iglesias particulares
concierne a las Iglesias de rito romano y a las
Iglesias de ritos occidentales no romanos, cuya
autoridad competente podrá aportarles las
adiciones requeridas por su cultura particular.
Los pastores de las Iglesias orientales podrán
redactar, si lo desean, el rito de apertura en
conformidad con su ordenamiento litúrgico.
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El día
1. El santo padre Francisco, en la bula
Misericordiae vultus (MV) ha establecido que el
Año Santo se abrirá el 8 de diciembre de 2015,
solemnidad de la Inmaculada Concepción de la
bienaventurada Virgen María con la apertura de
la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro en el
Vaticano. El domingo siguiente, 13 de
diciembre, III Domingo de Adviento, se abrirá
la Puerta Santa en la catedral de Roma, la
Basílica de San Juan en Letrán. Sucesivamente
se abrirá la Puerta Santa también en las demás
Basílicas Papales. Además, el Santo Padre ha
establecido que “el mismo domingo cada Iglesia
particular, en la Catedral que es la Iglesia
Madre para todos los fieles, o en la Concatedral
o en una iglesia de significado especial, se abra
por todo el Año Santo una idéntica Puerta de la
Misericordia. A juicio del Ordinario, ella podrá
ser abierta también en los Santuarios, meta de
tantos peregrinos que en estos lugares santos
con frecuencia son tocados en el corazón por la
gracia y encuentran el camino de la conversión”
(MV 3).
El lugar
2. La Eucaristía que inaugura el Jubileo en las
Iglesias locales con la apertura de la Puerta de la
Misericordia será única y será celebrada en la
catedral; sin embargo, si en la diócesis, según la
norma del Código de Derecho Canónico, hay
una concatedral, esta será la sede de la
concelebración de apertura.
En las demás iglesias o santuarios en los cuales
el Obispos diocesano haya establecido que se
abra una Puerta de la Misericordia se
desarrollará una celebración eucarística
presidida por un delegado del Obispo, durante
la cual se recitará una oración adecuada en la
puerta principal (cf. nn. 40-45).
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El carácter de la celebración
3. Los elementos que contribuyen a conformar
el rito de apertura de la Puerta de la
Misericordia indican cuáles deben ser su
carácter y su contenido:
El misterio de Dios, rico en misericordia
y compasión (Ef 2, 4 y Jc 5,11), revelado y
actuado en Cristo, rostro de la misericordia del
Padre (MV I) y continuamente operante por el
don del Espíritu (Jn 20, 22-23).
El reconocimiento de Cristo como única
puerta para entrar en la salvación (cf. Jn 10,9) y
como único camino que conduce al Padre (cf.
Jn 14,6).
El incesante peregrinar de la Iglesia
hacia “Jesucristo [que] es el mismo ayer hoy y
siempre” (Hb 13, 8).
El celebrante
4. El Obispo diocesano preside toda la
celebración: esto lo exigen, por una parte, el
carácter del día del Señor y la tradición eclesial,
y por la otra, la circunstancia extraordinaria del
Año Jubilar. La Misa del 13 de diciembre de
2015 se configurará como una Misa estacional
(cf Caeremoniale Episcoporum 120), por lo cual
los presbíteros, sobre todo aquellos que son sus
más estrechos colaboradores en el servicio de la
diócesis, concelebrarán con el Obispo; los
diáconos, los acólitos y los lectores desarrollan,
cada uno, su propio ministerio, y los fieles son
convocados para que acudan en número a la
celebración.
El signo específico de la celebración de
apertura
5. En el ámbito de la celebración eucarística, el
signo específico de la inauguración del Año
Santo extraordinario es la apertura de la Puerta
de la Misericordia y el ingreso procesional de la
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Iglesia local –Obispo, clero, pueblo- a la
catedral, Iglesia madre para todos los fieles,
donde el pastor de la diócesis desarrolla su
magisterio, celebra los divinos misterios, lleva a
cabo la liturgia de alabanza y de súplica, guía la
comunidad eclesial.
6. El desarrollo de la celebración se articula en
cinco momentos:
-
La statio en una iglesia o en otro lugar
apropiado.
El camino procesional.
La apertura de la Puerta de la Mis
ericordia y el ingreso a la catedral.
La memoria del Bautismo.
La celebración de la Eucaristía.
La statio
7. Para la statio se ha de escoger, en la medida
de lo posible, una iglesia significativa,
suficientemente amplia para celebrar allí los
ritos de introducción, no demasiado lejos de la
catedral ni demasiado cerca a ella, sino ubicada
a una distancia tal que permita el desarrollo de
un verdadero camino procesional.
8. Los momentos constitutivos de la statio son:
el saludo y la monición inicial, la proclamación
de la perícopa evangélica, la lectura de la parte
inicial de la Bula de convocación Misericordiae
vultus.
La procesión
9. El carácter de la procesión es el de
peregrinación. “signo peculiar en el Año Santo,
porque es imagen del camino que cada persona
realiza en su existencia” (MV 14). Recuerda el
hecho de que “también la misericordia es una
meta por alcanzar y que requiere compromiso y
sacrificio” (ibídem).
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10. Para la procesión se han señalado como
especialmente adecuados el Salmo 86, que
canta el sentimiento de confianza, el total
abandono en Dios y la esperanza de su
intervención salvífica, y el Salmo 25, himno a la
bondad de Dios en quien el orante confía y
encuentra serenidad y paz. Por su antigua y
polivalente función procesional, también el
canto de las Letanías de los Santos es apropiado
para esta ocasión.
11. En la procesión se ha de dar gran relieve al
Libro de los Evangelios: este, llevado por el
diácono, es signo de Cristo que camina delante
de su pueblo, y de su Palabra, que es luz y guía
para sus discípulos.
La apertura de la Puerta de la Misericordia
y el ingreso a la catedral
12. El ingreso a la catedral se da a través de la
puerta principal que, como eminente símbolo
cristológico (cf Jn 10, 7.9), constituye la Puerta
de la Misericordia, recuerdo constante del
carácter de este Jubileo extraordinario. Con las
palabras del Salmo 118, el Obispo invoca la
apertura de la Puerta que remite a la puerta del
corazón misericordioso de Dios, rasgado en el
costado abierto de Cristo en la cruz (cf Jn 19,
34). Él es, en efecto, la puerta que conduce a la
salvación, como canta la antífona inspirada en
Jn 10, 9. El ingreso debe ser, por tanto,
solemnizado apropiadamente:
Ornando la puerta con ramos frondosos,
o con ornamentos propios de la cultura local, y,
si es el caso, con símbolos cristológicos
adecuados.
Dando especial valor a la pausa en el
umbral de la puerta: antes de cruzarla, el
Obispo se detiene y con él hace una pausa toda
la procesión; la pausa implica, además, la
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13
apertura de la puerta y la ostensión solemne del
Libro de los Evangelios, palabra de
misericordia, primero hacia el exterior, luego
hacia el interior de la catedral, y el cato de la
antífona: “Yo soy la puerta”.
13. Terminada la pausa en el umbral de la
puerta, el Obispo, mostrando el Libro de los
Evangelios, con los Concelebrantes y ministros,
se dirige en procesión hacia el altar; los fieles se
dirigen a los puestos asignados. Entre tanto se
canta la antífona de ingreso del III domingo de
Adviento u otro canto apropiado.
Memoria del Bautismo
14. El sacramento del Bautismo es puerta de
ingreso a la Iglesia comunidad. El rito de
bendición y de aspersión con el agua constituye
su memoria viva. El Bautismo, en efecto, es el
“primer sacramento de la Nueva Alianza. Por él
los hombres, adhiriéndose a Cristo por la fe y
recibiendo el espíritu de hijos adoptivos, se
llaman y son hijos de Dios; unidos a Cristo en
una muerte y resurrección como la suya,
forman con Él un mismo cuerpo; ungidos con
la efusión del Espíritu, se convierten en templo
santo de Dios y miembros de la Iglesia, en “una
raza elegida, un sacerdocio real, una nación
consagrada, un pueblo adquirido por Dios””
(Bendicional 1163).
La celebración de la Eucaristía
15. La celebración de la Eucaristía, “como
acción de Cristo y del pueblo de Dios ordenado
jerárquicamente, es el centro de toda la vida
cristiana para la Iglesia, tanto universal, como
local, y para cada uno de los fieles. Pues en ella
se tiene la cumbre, tanto de la acción por la cual
Dios, en Cristo, santifica al mundo, como la del
culto que los hombres tributan al Padre,
adorándolo por medio de Cristo, Hijo de Dios,
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en el Espíritu Santo” (Instrucción General del
Misal Romano, 16). Precisamente por esto, ella
constituye el vértice de la celebración de
apertura del Jubileo. En ella, el Padre en su
misericordia viene al encuentro de todos
aquellos que buscan a Dios “con corazón
sincero”, ofrece continuamente a los hombres
su alianza y nos hace pregustar la eternidad
eterna de su Reino, “donde con todas las
creaturas, liberadas de la corrupción del pecado
y de la muerte, cantaremos su gloria” (Plegaria
eucarística IV).
Cosas que hay que preparar
16. En la sacristía de la Iglesia estacional se
preparan:
-
-
Las vestiduras litúrgicas requeridas para
la celebración de la Misa y que el
Obispo, los presbíteros Concelebrantes,
los diáconos y demás ministros usarán.
La capa pluvial, si el Obispo la utilizará
en la procesión.
La cruz procesional con los ciriales.
El libro de los Evangelios.
El Incensario con el incienso.
En la sacristía de la catedral se preparan:
El recipiente con el agua para bendecir y
el aspersorio.
Todo lo necesario para la celebración de
la Misa (cf. Instrucción General del
Misal Romano 117-118).
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TIEMPO DE ADVIENTO
DOMINGO 3º.
13 de Diciembre de 2015
RITO DE APERTURA DE LA
PUERTA DE LA MISERICORDIA
EN LAS IGLESIAS
PARTICULARES
la procesión.
19. Mientras el Obispo y los ministros llegan a la sede
preparada para ellos, se canta el Himno del Jubileo.
Se puede tocar el órgano u otros instrumentos
apropiados.
El Obispo, dirigido al pueblo, dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del
Espíritu Santo.
El pueblo responde:
Amén.
A continuación saluda al pueblo.
La misericordia del Padre,
la paz de nuestro Señor Jesucristo
y la comunión del Espíritu Santo
estén con todos ustedes.
El pueblo responde:
Y con tu espíritu.
20. El Obispo invita a bendecir y a alabar a Dios:
Gloria a ti, Señor, que perdonas las culpas
y sanas todas las enfermedades.
RITOS DE INTRODUCCIÓN
EN LA IGLESIA ESTACIONAL
17. El III domingo de Adviento, o en sus primeras
vísperas, a la hora establecida, los fieles se reunirán en
una Iglesia sucursal o en otro lugar apropiado, fuera
de la iglesia catedral (o concatedral) hacia la cual se
dirigirá la procesión.
18.
El Obispo, los sacerdotes Concelebrantes y
los diáconos, revestidos con las vestiduras litúrgicas de
color violeta (o rosado) se dirigen al lugar donde el
pueblo está reunido. El Obispo, en lugar de la casulla,
puede usar la capa pluvial, que se quitará después de
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R/. Eterna es tu misericordia.
Gloria a ti, Señor, misericordioso y piadoso,
Lento a la cólera y grande en el amor.
R/ Eterna es tu misericordia.
Gloria a ti, Señor,
Padre indulgente con tus hijos.
R/. Eterna es tu misericordia
o bien:
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Bendito seas, oh Padre:
solo tú has hecho grandes maravillas. Cf. Sal
136, 4
R/. Tu amor es para siempre.
Bendito seas, Hijo unigénito:
nos has liberado de nuestros pecados
con tu sangre.
Cf. Ap. 1,5
R/. Tu amor es para siempre.
Bendito seas, Espíritu Santo,
consolador del alma,
dulcísimo consuelo. Cf Secuencia de
Pentecostés
21. Luego el Obispo dirige al pueblo una breve
exhortación con estas palabras u otras similares.
Queridos hermanos y hermanas,
con la mirada fija en Jesús y en su rostro
misericordioso,
el Santo Padre, en la solemnidad
de la Bienaventurada Virgen María,
ha inaugurado el Jubileo extraordinario
que abre para todos nosotros y para la
humanidad entera
la Puerta de la Misericordia de Dios.
En comunión con la Iglesia universal,
esta celebración inaugura solemnemente
el Año Santo para nuestra Iglesia diocesana,
preludio de una profunda experiencia
de gracia y de reconciliación.
Escucharemos con alegría
el Evangelio de la misericordia,
que nuestro Señor Jesucristo,
Cordero de Dios que quita el pecado del
mundo,
siempre hace resonar en medio de los hombres
invitándonos a gozar por su amor
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16
anunciado incansablemente a toda creatura.
22. Terminada la exhortación, el Obispo dice la
siguiente oración:
Oremos.
Cf. Misa ad diversa, Por la reconciliación – II
colecta
Oh Dios, autor de la verdadera libertad,
que quieres que todos los hombres
constituyan un solo pueblo, libre de toda
esclavitud,
y nos das a nosotros, tus hijos,
un tiempo de misericordia y de perdón,
haz que tu Iglesia,
creciendo en libertad y en la paz,
ilumine a todos como sacramentos de
salvación,
y revele y realice en el mundo el misterio de tu
amor.
Por Cristo, nuestro Señor.
R/. Amén.
23. Sigue la proclamación del Evangelio por parte del
diácono.
El Señor esté con ustedes
R/. Y con tu espíritu.
Del Evangelio según san Lucas
R/. Gloria a ti Señor.
Habrá gozo en el cielo por un solo pecador que se
convierta
En aquel tiempo, todos los publicanos y los
pecadores se acercaban a Jesús para oírlo, y los
fariseos y los escribas murmuraban, diciendo:
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“Este acoge a los pecadores y como con ellos”.
Entonces Jesús les dijo esta parábola:
“¿Quién de Ustedes que tiene cien ovejas, si
pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve
en el campo, y va a buscar la que se perdió
hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra,
la pone contento sobre sus hombros; y llegando
a casa, convoca a los amigos y vecinos, y les
dice: ‘Alégrense conmigo, porque he hallado la
oveja que se había perdido’. Les digo que, de
igual modo, habrá más alegría en el cielo por un
solo pecador que se convierta que por noventa y
nueve justos que no tengan necesidad de
conversión”.
Palabra del Señor.
24. Después del Evangelio se puede hacer un breve
silencio, luego un lector lee el inicio de la Bula de
convocación del Jubileo extraordinario.
De la Bula la convocación del Jubileo
extraordinario de la Misericordia
Misericordiae vultus (nn. 1-3)
Jesucristo es el rostro de la misericordia del
Padre. El misterio de la fe cristiana parece
encontrar su síntesis en esta palabra. Ella se ha
vuelto viva, visible y ha alcanzado su culmen en
Jesús de Nazaret. El Padre, “rico en
misericordia” (Ef 2, 4), después de haber
revelado su nombre a Moisés como “Dios
compasivo y misericordioso, lento a la ira, y
pródigo en amor y fidelidad” (Ex 34, 6) no ha
cesado de dar a conocer en varios modos y en
tantos momentos de la historia su naturaleza
divina. En la “plenitud del tiempo” (Ga 4, 4),
cuando todo estaba dispuesto según su plan de
salvación, Él envió a su Hijo nacido de la
Virgen María para revelarnos de manera
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17
definitiva su amor. Quien lo ve a Él ve al padre
(cf. Jn 14, 9). Jesús de Nazaret con su palabra,
con sus gestos y con toda su persona revela la
misericordia de Dios.
Siempre tenemos necesidad de contemplar el
misterio de la misericordia. Es fuente de alegría,
de serenidad y de paz. Es condición para
nuestra salvación. Misericordia: es la palabra
que revela el misterio de la Santísima Trinidad.
Misericordia: es el acto último y supremo con el
cual Dios viene a nuestro encuentro.
Misericordia: es la fe fundamental que habita en
el corazón de cada persona cuando mira con
ojos sinceros al hermano que encuentra en el
camino de la vida. Misericordia: es la vía que
une Dios y el hombre, porque abre el corazón a
la esperanza de ser amados para siempre no
obstante el límite de nuestro pecado.
Hay momentos en los que de un modo mucho
más intenso estamos llamados a tener la mirada
fija en la misericordia para poder ser también
nosotros mismos signo eficaz del obrar del
Padre. Es por esto que anunciado un Jubileo
extraordinario de la Misericordia como tiempo
propicio para la Iglesia, para que haga más
fuerte y eficaz el testimonio de los creyentes.
25. Al finalizar la lectura, para dar inicio a la
procesión, el diácono u otro ministro dice:
Hermanos y hermanas,
encaminémonos en el nombre de Cristo:
Él es el camino que nos guía
en el año de gracia y de misericordia.
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PROCESIÓN
26.
El Obispo pone el incienso en el incensario.
Luego inicia la procesión hacia la catedral (o
concatedral) en la que se celebrará la Misa. Precede el
turiferario con el incensario humeante, sigue el
diácono que lleva la cruz procesional adornada
festivamente, a sus lados, los ministrantes con los
cirios encendidos; luego el diácono que lleva el Libro
de los Evangelios, luego el Obispo, y tras él, los
sacerdotes, los demás ministros y los fieles. Durante la
procesión, el pueblo y el coro cantan las antífonas y
salmos propuestos aquí. Se pueden cantar también
las letanías de los santos u otros cantos apropiados.
Antífona
Cf. Sal 89, 2
Cantaré eternamente la misericordia del Señor,
de generación en generación
daré a conocer con mi boca su fidelidad.
o bien: Mt 5, 7
Bienaventurados los misericordiosos,
porque hallarán misericordia.
Porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
Atiende a la voz de mi súplica.
En el día del peligro te llamo,
y tú me escuchas.
No tienes igual entre los dioses, Señor,
ni hay obras como las tuyas.
Enséñame, Señor, tu camino,
para que siga tu verdad;
mantén mi corazón entero
en el temor de tu nombre.
Te alabaré de todo corazón, Dios mío;
daré gloria a tu nombre por siempre,
por tu gran piedad para conmigo,
porque me salvaste del abismo profundo.
Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí,
una banda de insolentes atenta contra mi vida,
sin tenerte en cuenta a ti.
Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y leal,
mírame, ten compasión de mí.
o bien: Sal 145,9
o bien:
Bueno es el Señor con todos,
su ternura se extiende a todas las creaturas.
Del Salmo 86
Inclina tu oído, Señor; escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva a tu siervo, que confía en ti.
Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti.
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Del Salmo 25
A ti, Señor, levanto mi alma;
Dios mío, en ti confío,
no quede yo defraudado,
que no triunfen de mí mis enemigos;
Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador,
Recuerda, Señor, que tu ternura
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y tu misericordia son eternas;
no te acuerdes de los pecados
ni de las maldades de mi juventud;
El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes.
Las sendas del Señor son misericordia y lealtad
para los que guardan su alianza y sus mandatos.
Por el honor de tu nombre, Señor,
perdona mis culpas, que son muchas.
Mírame, oh Dios, y ten piedad de mí,
que estoy solo y afligido.
Ensancha mi corazón oprimido
y sácame de mis tribulaciones.
Mira mis trabajos y mis penas
y perdona todos mis pecados.
Guarda mi vida y líbrame.
no quede yo defraudado de haber acudido a ti.
INGRESO A LA CATEDRAL
28. Llegados a la puerta principal de la catedral (o
concatedral), la procesión se detiene. El Obispos
aclama:
Abrid las puertas de la justicia,
entraremos a dar gracias al Señor.
Cf. Sa 118, 19
29. Mientras la puerta es abierta y se hace repique de
campanas, el Obispo continúa:
Esta es la puerta del Señor:
por ella entramos para obtener la misericordia
y el perdón.
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19
30. El diácono entrega al Obispo el Libro de los
Evangelios. El Obispo, en el umbral, lo mantiene
elevado mientras se canta la antífona aquí indicada,
u otra apropiada. Durante la ostensión del Libro de
los Evangelios, el diácono que lleva la cruz procesional
se pone con la cruz junto al Obispo.
Antífona
Cf. Jn 10,9
Yo soy la puerta, dice el Señor,
el que pasa a través de mí, será salvo;
entrará y saldrá y encontrará el alimento.
31. Terminado el canto de la antífona, la procesión
retoma su camino hacia el altar: preceden el
incensario, la cruz y los ciriales; siguen el Obispo con
el Libro de los Evangelios, los sacerdotes, los demás
ministros y los fieles. Entre tanto se canta la antífona
de entrada u otro canto apropiado.
Antífona
Fl 4, 4.5
Alegraos siempre en el Señor:
Os lo repito, alegraos, el Señor está cerca.
32. El Obispo, al llegar al altar, depone allí el Libro
de los Evangelios. Luego, si durante la procesión ha
utilizado la capa pluvial, se la quieta y se reviste la
casulla. Besa el altar, lo inciensa y se dirige a la sede.
MEMORIA DEL BAUTISMO
33. Se lleva delante del Obispo un recipiente con el
agua. El Obispo invita a la oración con estas
palabras, u otras similares.
Queridos hermanos y hermanas,
supliquemos al Señor para que bendiga esta
agua
con la cual seremos asperjados en memoria
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de nuestro Bautismo.
Esta agua es invocación de misericordia y
salvación
en virtud de la resurrección de Jesucristo.
Purifícame, Señor:
quedaré más blanco que la nieve.
o bien: Cf Ez 47, 1-2,9
Todos oran un momento en silencio.
Luego el Obispo, con las manos juntas,
prosigue:
Cf. MR. Rito de aspersión, Formulario I, segunda
oración
Señor Dios todopoderoso,
fuente y origen de la vida,
bendice + esta agua
y haz que nosotros tus fieles,
asperjados por esta fuente de purificación,
obtengamos el perdón de nuestros pecados,
la defensa de las insidias del Maligno
y el don de tu protección.
Por tu misericordia danos, Señor,
un manantial de agua viva
que brote para la vida eterna,
para que, libres de todo peligro,
podamos ir a ti con corazón puro.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R/. Amén
Sobre ustedes derramaré una agua pura,
que los purificará de todas sus injusticias,
y les daré un corazón nuevo, dice el Señor.
35. Al regresar a la sede, el Obispo dice:
Dios todopoderoso que purificas del pecado,
y por esta celebración de la Eucaristía
nos haces dignos de participar en la mesa de tu
Reino
por los siglos de los siglos.
R/. Amén.
36. Luego el Obispo canta o dice la oración colecta.
Oremos.
Mira, oh Padre, a tu pueblo
que espera con fe el Nacimiento del Señor,
y haz que llegue a celebrar con renovada
exultación
el gran misterio de la salvación.
34. El Obispo toma el aspersorio y se asperje a sí
mismo, a los concelebrantes, ministros y al pueblo,
atravesado la nave de la catedral (o concatedral).
Entre tanto se recitan las siguientes antífonas, u otro
canto apropiado.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios por los siglos de los siglos.
Antífona
R/. Amén.
Cf. Sal 50,9
Rocíame, Señor, con el hisopo y quedaré
limpio;
lávame, quedaré más blanco que la nieve.
37. La Misa prosigue como de costumbre.
o bien:
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RITOS DE CONCLUSIÓN
38. Antes de la bendición solemne, se informa a los
fieles sobre las iglesias o santuarios en los cuales el
Obispo ha establecido que se abra una Puerta de la
Misericordia para poder recibir, a lo largo de todo el
Jubileo extraordinario, el don de la indulgencia.
Luego el Obispo dice:
Nuestro pensamiento se dirige ahora a la Madre
de la Misericordia. La dulzura de su mirada nos
acompañe en este Año Santo, para que todos
podamos redescubrir la alegría de la ternura de
Dios.
La asamblea invoca a María, Madre de misericordia,
con el canto de la antífona Salve, Regina o Alma
Redemptoris Mater, u otra similar.
Sigue la bendición solemne para el Tiempo de
Adviento
Dios omnipotente y misericordioso
los santifique
con el resplandor del adviento de su Unigénito,
en cuya primera venida creen
y cuya futura venida esperan,
y los enriquezca con su bendición.
reciban la riqueza de los galardones eternos,
cuando, por su segunda, vez en su majestad.
R/. Amén.
Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre + Hijo + y Espíritu + Santo,
descienda sobre ustedes y permanezca siempre.
R/. Amén.
39. Después de a bendición, el diácono despide a la
asamblea. Si lo considera oportuno, puede decir:
Sean misericordiosos como su Padre es
misericordioso.
Pueden ir en paz.
El pueblo responde:
Demos gracias a Dios.
La asamblea se despide alabando y bendiciendo a
Dios.
R/. Amén.
Les conceda, durante el ciclo de la vida
presente,
permanecer firmes en la fe, alegres en la
esperanza,
y diligentes en la caridad.
R/. Amén.
De manera que, al llenarse devotamente de
alegría
por la venida en la carne de nuestro Redentor,
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TIEMPO DE ADVIENTO
DOMINGO 3º.
13 de Diciembre de 2015
APERTURA DEL JUBILEO
EN LAS IGLESIAS O EN LOS
SANTUARIOS
DESIGNADOS POR EL OBISPO
DIOCESANO
Oremos
Cf. Bendicional, 1449
Bendito seas tú, Señor, Padre santo,
que has enviado a tu Hijo al mundo
para acoger en la unidad,
mediante la efusión de su sangre,
a los hombres lacerados y dispersos por el
pecado.
Tú lo has constituido pastor y puerta del
rebaño,
para que quien entre sea salvo,
y quien entra y sale
encuentre el pan de la vida.
Concede a tus fieles que crucen este umbral,
ser acogidos en tu presencia,
y experimentar, Padre, tu misericordia.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R/. Amén.
41. Terminada la oración, quien preside la
celebración introduce el rito de aspersión con el agua
bendita con estas palabras, u otras similares.
40. En las iglesias o santuarios en los cuales el Obispo
diocesano ha establecido que haya una Puerta de la
Misericordia, a la hora designada, el delegado del
Obispo preside la celebración eucarística del III
domingo de Adviento.
Al inicio de la celebración, quien preside se dirige a la
puerta principal de la iglesia o santuario donde,
terminado el canto de ingreso, comienza la celebración
con la señal de la cruz y el saludo previsto en el n.19.
Luego invita a bendecir y a alabar a Dios con las
fórmulas indicadas en el n.20. Terminadas las
invocaciones, dice la siguiente oración:
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Queridos hermanos y hermanas, el Año de la
Misericordia convocado por el Santo Padre
invita a cada uno de nosotros a tener la
experiencia profunda de la gracia y la
reconciliación. Ahora, con la aspersión del agua
bendita, recordemos juntos nuestro Bautismo.
Es invocación de misericordia y de salvación en
virtud de la resurrección de Jesucristo.
42.
Pronunciada la monición, se dirige con los
ministros hacia el altar, asperjando al pueblo con el
agua bendita tomada de la pila ubicada junto a la
puerta. Entre tanto, se cantan las antífonas de n.334,
u otro canto apropiado.
43.
Después de haber venerado el altar con una
profunda reverencia y el beso, lo inciensa y se dirige a
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la sede, donde pronuncia la fórmula prevista en el n.
35.
44. La Misa continúa como se acostumbra, con la
oración colecta.
45. Al final de la Misa, puede despedir a la asamblea
con la fórmula indicada en el n.39.
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