Debate sobre pobreza infantil organizado por Funcas con motivo de la publicación del número 20 de Panorama Social Resumen Elaborado por la Dirección de Estudios Sociales de Funcas Madrid, 12 de marzo de 2015 A propósito de la publicación del número 20 de la revista Panorama Social, dedicado a la pobreza infantil, la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas) celebró el 12 de marzo de 2015 una reunión en la que participaron investigadores universitarios, representantes de organizaciones no gubernamentales y otros expertos en temas de infancia. 1 El objetivo de esta reunión consistía en dar a conocer el contenido de este número de la revista y debatir sobre el problema de la pobreza infantil, con especial atención a la cuestión de cómo plantearlo en el espacio público para que sea entendido y tratado, política y socialmente, de la manera más solvente y efectiva posible. El debate que durante dos horas se entabló entre los participantes fue tan intenso y variado que no se deja resumir fácil ni brevemente. Se introdujeron en él cuestiones relacionadas con la vida de las familias, la evolución demográfica, el mercado de trabajo, la fiscalidad y las políticas sociales. Por encima de cualquier otro argumento quedaron claras la variedad y la compleja interacción de las dimensiones que afectan a la pobreza infantil, así como también la necesidad de adoptar medidas que reduzcan significativamente el alcance del problema y alivien la situación que padecen los afectados. Los párrafos que siguen pretenden recoger de una manera ordenada y puntual las principales cuestiones planteadas y los diferentes puntos de vista expuestos. Antes de entrar en la exposición de los argumentos que suscitaron más controversia, es conveniente resaltar algunos consensos respecto a los datos estadísticos habitualmente utilizados para conocer los perfiles de la pobreza infantil. En primer lugar, dada la variedad de indicadores disponibles, en la reunión se subrayó la necesidad de utilizarlos con clara conciencia de su significado específico, evitando confundir pobreza relativa, pobreza absoluta y desigualdad. Asimismo, con el fin de hacer afirmaciones ajustadas sobre la evolución a medio y largo plazo de la pobreza infantil, se defendió el “anclaje” de las estadísticas anuales a referencias temporales. En segundo lugar, se llamó la atención sobre la insuficiencia de datos estadísticos para estudiar apropiadamente el problema de la pobreza infantil en el nivel autonómico (la 1 Asistieron a esta reunión, por orden alfabético, Olga Cantó (UAH), Julio Carabaña (UCM), Elisa Chuliá (UNED y Funcas), Emma Cerviño (CES), Lluís Flaquer (UAB), Beatriz Garde (Oxfam Intermon), María García García (UNED), Luis Garrido (UNED), Gabriel GonzálezBueno (UNICEF), Marta Martínez Muñoz (Enclave), Juan Ignacio Martínez Pastor (UNED), María Miyar (UNED y Funcas), Carlos Ocaña (Funcas), Juan Carlos Rodríguez (UCM y ASP), Leire Salazar (UNED), Olga Salido (UCM), Ana Sastre (Save the Children) y Ramiro Viñuales (CIECODE). 1 muestra de la ECV del INE resulta demasiado pequeña para este fin), lo cual representa un inconveniente importante, toda vez que sobre los gobiernos autonómicos recae la principal responsabilidad de la aplicación de las políticas sociales, en general, y de las específicamente diseñadas contra la pobreza infantil, en particular. En tercer lugar, se puso de manifiesto que, independientemente del indicador que se utilice, los datos estadísticos muestran que, si bien la pobreza infantil ha disminuido considerablemente en España durante los últimos cuarenta años, a principios del siglo XXI todavía constituía un problema de considerable entidad en términos comparados, que, además, se ha agravado con la crisis. Entrando en las cuestiones que suscitaron más controversia, la primera se refiere a lo que cabría denominar el “enfoque general” de la pobreza infantil, porque afecta a cómo se entiende y analiza este problema social, y a cómo debería abordarse políticamente. Así, los participantes más próximos a las organizaciones no gubernamentales para la infancia destacaron la importancia de dirigir la atención a los niños y niñas, en tanto titulares de derechos subjetivos que el Estado está obligado a satisfacer. Coincidieron, asimismo, en resaltar que a los menores de edad se les ha privado tradicionalmente de voz pública para expresar sus preferencias e intereses y, desde esta perspectiva, reivindicaron el derecho a voto para ellos (sin entrar a argumentar en detalle a partir de qué años podría ejercerse). En cambio, buena parte de los participantes provenientes del ámbito de la investigación académica sostuvieron que el foco del problema de la pobreza infantil reside fundamentalmente en las familias, de modo que los niños son pobres en la medida en que sus familias lo son. Por tanto, la principal unidad de análisis en las investigaciones sobre pobreza infantil debería ser el hogar, y la principal unidad de intervención social, la familia. Desde esta posición, y aunque hoy día resulte difícilmente imaginable, un participante planteó la posibilidad de dotar a las familias con hijos e hijas menores de mayor peso electoral para defender políticamente mejor sus intereses. Las discrepancias de parecer se manifestaron asimismo al discutir sobre las políticas que podrían resultar más eficaces contra la pobreza infantil. Aquí, las posiciones oscilaron entre quienes mantuvieron que las medidas para combatir la pobreza infantil deberían aplicarse a los niños y niñas (por ejemplo, a través de prestaciones directas), y quienes defendieron que estas políticas deberían tener como objetivo la mejor inserción en el mercado de trabajo de los adultos de quienes dependen los menores afectados por la pobreza. El primer tipo de políticas plantea los problemas de la selección de los beneficiarios (salvo que el alcance de la cobertura sea universal, y aun así, habría que delimitar el ámbito del universo) y del riesgo moral (posibles incentivos a la creación o al mantenimiento de situaciones que justifican la percepción de prestaciones). El segundo tipo de políticas requeriría la adopción de ayudas públicas a la 2 contratación de trabajadores (especialmente de los no cualificados, que constituyen el colectivo con más dificultades de empleo) y la rebaja de la presión fiscal a las familias con ingresos más bajos. Cuánto costarían aproximadamente unas y otras políticas, y si serían gastos financieramente asumibles o no en un contexto de consolidación fiscal, son cuestiones que quedaron abiertas en el debate, aunque, en general, prevaleció la impresión de que el problema de la pobreza infantil no estriba tanto en la obtención de recursos económicos para sufragar las medidas, cuanto en su justificación ante los ciudadanos y en la formación de alianzas sociales y políticas para sacarlas adelante. La necesidad de explicar y justificar la dedicación de una cantidad importante de recursos al problema de la pobreza infantil remite a la pregunta con la que se inició el debate: ¿está bien enfocado este problema en el espacio público? También respecto a esta cuestión se pudo apreciar en el debate cierta disparidad de criterios. Los representantes de las organizaciones no gubernamentales y algunos expertos opinaron que los medios no se hacen suficiente eco del problema de la pobreza infantil, y solo recientemente han percibido algunos avances a este respecto. Tendieron, por tanto, a destacar la importancia de visibilizar mediáticamente el problema para sensibilizar a la opinión pública. En cambio, otros expertos manifestaron mayor preocupación por que el problema de la pobreza infantil se presentara en los medios imprecisa y confusamente, desligado de la pobreza de las familias y de otras dimensiones relevantes (como las ineficiencias del mercado de trabajo o la evolución de la fecundidad), y buscando a menudo más el efectismo que el rigor de la información. Frente al objetivo normativo de alertar a la opinión pública ante la creciente pobreza infantil, se mostraron más favorables a un mensaje general contra la pobreza (“todos los pobres tienen el mismo derecho a dejar de serlo”). En definitiva, el debate permitió conocer la existencia de planteamientos y argumentos muy diversos sobre la pobreza infantil, algunos más difíciles de conciliar que otros. La probabilidad de que ese mejor conocimiento mutuo de favorezca aproximaciones mejor razonadas y más ecuánimes a problemas sociales tan importantes como el que fue objeto de esta reunión constituye para FUNCAS un estímulo a la organización de más debates en el futuro. Los organizadores de este encuentro agradecen especialmente a todos los asistentes su interés, su tiempo y su activa participación. 3
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