La Cuenca del Valle de México: una visión del bosque Carlos Enrique González Vicente L a Cuenca del Valle de México es la parte central del eje transversal neovolcánico de nuestro país, que tiene su origen en el terciario medio y superior. Desde hace cerca de cincuenta millones de años la naturaleza, en diversas fases de vulcanismo, trabajó para construirla. Es una cuenca cerrada de aproximadamente 7, 500 k2, y es quizá el espacio económico y social más importante del país. Regresando a los orígenes, para ubicarnos en la parte forestal de la cuenca, a través del estudio de los restos de suelo y de los restos de polen, algunos investigadores, como Sanders, definieron nueve zonas ambientales de esta gran cuenca. De abajo hacia arriba de la zona lacustre, que estaba integrada no únicamente por los restos del lago de Texcoco, sino que eran siete lagos, había suelos aluviales profundos, pantanosos y suelos someros, ocupados por pastizales y magueyales; los aluviales elevados en donde empezaba haber vegetación forestal; el piedemonte con encinos; el piedemonte medio, con encinos más grandes, con sus hojas anchas; y, sin duda, lo que nos apasiona: los bosques, las sierras. Cuando se habla del Valle de México y queremos exagerar el tema de la deforestación, decimos que ya nos acabamos los bosques, pero no es cierto. José María Velasco nos dejó un testimonio muy interesante. Sin embargo los bosques se encuentran muy disminuidos. Nos acabamos primero los lagos y, sin duda, este fue el gran primer efecto que ha traído esa crisis en la relación hidrológica forestal de este gran valle. El asunto de cómo nos fuimos comiendo cada vez más los ecosistemas, sin duda pone en verdadera crisis el balance hidrológico de la cuenca. 146 SEGUNDO COLOQUIO INTERNACIONAL. CUENCAS SUSTENTABLES. MEMORIAS La relación hidrológica forestal se encuentra inserta en prácticamente 2,000 k2, de los 7.5 que anteriormente fueron zonas lacustres y algunas ocupadas por matorrales y bosques, y que ahora se han convertido en una gran mancha urbana. Avance de la mancha urbana (1524-2000) El entorno del Distrito Federal, con el Iztaccíhuatl y el Popocatépetl, se forma con parte del corredor Chichinautzin, la serranía del Ajusco y, obviamente, la Sierra de las Cruces y la Sierra de Guadalupe, en el norte. Esto es la cuenca cerrada, que durante muchos años fue acumulando depósitos aluviales, con altitudes que van de los 2, 200 hasta más de 5, 000 m y condiciones especificas en la distribución de los escurrimientos aluviales que vienen de las partes altas. La relación hidrológica forestal de la cuenca, empezó desde la época prehispánica, cuando los primeros habitantes de este gran espacio nacional realizaron obras verdaderamente asombrosas, que hasta la fecha siguen siendo estudiadas, como los canales o las chinampas, hasta acueductos y diques como el albarradón de Nezahualcóyotl, que separaba las aguas salinas de las no salinas. Durante la Colonia, y siempre con el problema de las fluctuaciones en la precipitación y, obviamente, en la relación hidrológica de la cuenca, se continuaron algunas obras para evitar sobre todo las inundaciones, que siempre han sido el apocalipsis que va correteando a la gran ciudad. Hubo una gran obra que se tardó cerca de ciento cincuenta años, el Tajo de Nochistongo, que le empezó a dar salida a las aguas de esta enorme cuenca hacia el norte. Don Enrico Martínez, especialista español, vino a hacer los primeros proyectos de ese Tajo. En 1900, en el México Independiente se pone en funcionamiento el Gran Canal del Desagüe, porque la cuenca necesitaba sacar el agua, sobre todo las aguas del drenaje. Hoy en día funciona el drenaje profundo, que se empezó a construir a finales del siglo pasado, con un gran emisor y doce interceptores. GESTIÓN DEL AGUA EN LA CUENCA DEL VALLE DE MÉXICO El incremento de la superficie urbana de este gran valle, que va de los 5.5 k2 que había en 1600, a un poco más de 2, 000 k2 de área urbana, con alrededor de 22 millones de habitantes que necesitan tomar agua y bañarse a diario, han creado una relación hiperdemandante con su entorno y avanzado sobre los recursos forestales de las serranías, que son, desde el punto de vista edáfico y ecológico, las más sensibles al cambio del uso del suelo. Ahí está Amecameca y el río de la Compañía, sobre el que se han edificado casas. Es, estrictamente hablando, una zona forestal dañada también por la apertura de terreno a la agricultura y a la ganadería. Aunque cueste trabajo creerlo, los bosques de esta cuenca, especialmente los del Distrito Federal, se vedaron desde 1947, y se desarrollaron una gran cantidad de áreas naturales protegidas; pero la experiencia que se ha vivido en estos más de cincuenta años, indica que el fenómeno político administrativo de vedar los bosques hizo que se revirtiera negativamente lo que se intentaba hacer con el decreto. Los aprovechamientos de los bosques, que también tienen una función social, dejaron de ser 147 hasta dos toneladas de partículas por hectárea por año. Cuando nosotros quitamos el bosque, cuando dejamos desnudos los suelos, esas cantidades se elevan hasta cuatrocientas toneladas por hectárea por año de partículas que se desprenden de estos suelos. Cambios de cobertura del suelo en la CVM 1990-2000 Fuente: López y Plata, 2009 aprovechamientos técnicos controlados y se convirtieron en tala clandestina, se cambió el uso del suelo, porque el bosque no representa nada para sus dueños. Tengo la teoría de que los bosques de la Cuenca del Valle de México cada día han empezado a dejar de tener menos importancia por su madera y tienen mucho más valor por sus servicios ambientales, que son especialmente relevantes. ¿Qué pasa con el régimen hidrológico y con la cantidad y la conservación del agua? Se sabe que un bosque de coníferas, como los que tenemos aquí en la cuenca, mientras mantenga sus condiciones originales capta, retiene e infiltra hacia el manto prácticamente un 10% más agua que un terreno distinto. Los bosques no producen agua, los bosques retienen, detienen e 148 infiltran el agua. ¿Qué ha pasado en estos quinientos años? Pues con el 70% menos de bosques y de los ecosistemas que se dedicaban a eso en la cuenca, tenemos el 70% menos de agua proveniente de la precipitación y que debería estar retenida. Además sacamos más agua de la que ingresa. No hay más que ir a Topilejo y ver las cárcavas que se formaron cuando eliminamos el bosque. En ese sentido, imaginen lo que está sucediendo en ese 70% de la cuenca a la que ya le quitamos los bosques. En esa misma medida hemos perdido capacidad de recreación, de amenidades, e inclusive de valores culturales inherentes a estos bosques y si bien, en materia de prevención de desastres, no se han presentado eventos como los de Oaxaca y Chiapas, quienes habitan en el sur de la cuenca han sufrido aludes que a veces tapan un automóvil. Francamente estamos caminando a la declinación del sistema. En todos los registros que busqué, el único que encontré es del río Moctezuma, que aporta también a esta cuenca. Tiene, visto a través de muestreos, índices preocupantes de contaminación, sobre todo de partículas suspendidas en el rango de doscientos cincuenta a quinientos. En general, el agua que aportan los bosques en la cuenca es un agua de buena calidad con excepción de esa. Con respecto a la sedimentación, un testigo permanente es el lago de Texcoco, en donde hay suelos más salinos, a veces, que los del mar y conductividades eléctricas de once punto cinco, y ahí raramente pueden crecer plantas. Y estamos hablando de uno de los sitios del continente americano con mayor diversidad biológica. De acuerdo con Rendosky, está documentado que hemos perdido ya diez especies. Un área natural, un bosque original, normalmente tiene un rango de erosión que va de media Los bosques, como el del Desierto de los Leones, tienen capacidad de captura y retención de hasta SEGUNDO COLOQUIO INTERNACIONAL. CUENCAS SUSTENTABLES. MEMORIAS Uso del suelo y vegetación Serie IV INEGI doscientas cincuenta toneladas de carbono equivalente por hectárea. Pero en el momento en que los eliminamos, acabamos también con ese carbono, esa reserva de carbono y, por otro lado, las partes de ozono, un contaminante secundario, llegan a ser tres veces más de lo que establece la norma internacional, que son cero punto once partes por millón. Por eso se están muriendo los árboles y hay quien todavía no lo cree. Vamos a concluir con dos aspectos fundamentales. Después de cinco siglos, la relación hidrológica forestal en el Valle de México está gravemente perturbada, los recursos forestales se encuentran en una plena fase de declinación, no importa que los declaremos área natural protegida; y tienen un proceso continuo de decaimiento, lo que reduce sensiblemente los servicios ambientales que originalmente prestaban. Al menos un 70% de los ecosistemas han sido modificados, se han sometido al cambio del uso del suelo con fines urbanos o con fines agropecuarios poco rentables que, por cierto, con frecuencia se abandonan; y eso hace que el sistema hidrológico forestal se colapse y que cada vez se ten- GESTIÓN DEL AGUA EN LA CUENCA DEL VALLE DE MÉXICO gan que realizar inversiones más cuantiosas, no solamente para desalojar el agua, sino también para traerla. Se recomienda diseñar un amplio programa de restauración forestal, en especial para las áreas de suelos forestales o de uso preferentemente forestal. Después de casi treinta años de trabajar en esta parte del país, yo creo que si se conservara y se asegurara la restauración de 500 ha de bosque en la cuenca, estaríamos en el camino correcto. 149
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