CARLOS LARRAZÁBAL BLANCO Y OTROS TEMAS HISTÓRICOS Américo Moreta Castillo CCXXXIX MANUAL DE HISTORIA DE SANTO DOMINGO quien casó con Claudia Encarnación Rodríguez y Francina María Felicia quien casó con Cecilio Grullón Martínez. La esposa era hija del Lic. Domingo Rodríguez Montaño, juez presidente de la Corte de Apelación de Santo Domingo. Como maestro, Larrazábal Blanco fue docente en diversas instituciones, desde Escuelas Primarias hasta llegar a ser Catedrático de la Universidad de Santo Domingo. Hombre de ideas avanzadas, nunca militó en los partidos personalistas de las primeras décadas del siglo xx; ni fue bolo, ni colúo; y cuando se produjo la ocupación norteamericana del territorio nacional en 1916 fue de los fundadores de la Asociación Independiente de Jóvenes Dominicanos, defensora del ideal nacionalista, junto con Viriato Fiallo, Manuel Arturo Peña Batlle, Ángel Rafael Lamarche y Juan Isidro Jimenes Grullón. El profesor Carlos Larrazábal siempre fue antitrujillista, por eso en 1946 se autoexilió junto a su familia. Abandonó la casa de la calle 16 de Agosto, antiguo Camino de San Carlos; vivió por tres años en la ciudad de Nueva York, luego pasó a Venezuela donde se radicó definitivamente y regresó a la República Dominicana en 1973, luego de veintisiete años; aunque su vinculación y presencia se mantuvieron permanentemente con su patria, a través de sus investigaciones, sus ensayos que aparecían fundamentalmente en la revista Clío, órgano de la Academia Dominicana de la Historia. Archivo General de la Nación Volumen CCXXXIX CARLOS LARRAZÁBAL BLANCO MANUAL DE HISTORIA DE SANTO DOMINGO Y OTROS TEMAS HISTÓRICOS ANDRÉS BLANCO DÍAZ EDITOR Carlos Vicente Larrazábal Blanco nació en Santo Domingo el 27 de abril de 1894. Fueron sus padres el general Wolfang Larrazábal Chipía y Esther Blanco de Windt. Tuvo hermanos que nacieron en Santo Domingo y otros fuera del país; aquí nacieron: Juan Gualberto Lázaro y Esther María; en Puerto Rico: Felipe; Fabio en Caracas; Aurora en Curazao y Heraclio en Maiquetía. Las circunstancias políticas venezolanas habían traído a los padres de Carlos a la República Dominicana, así como a Eduardo Scanlan, a los hermanos Rufino y Horacio Blanco Fombona, a Manuel Flores Cabrera y tantos otros venezolanos que hicieron innegables aportes a la sociedad dominicana. Sus padres y hermanos partieron del país cuando Carlos Vicente era un niño, y este quedó al cuidado de su tía y madrina, María Blanco Vda. Arvelo, con quien se crió en medio del fragor de las guerras civiles de la época de Concho Primo. La enseñanza primaria la recibió en la Escuela del Carmen que dirigían Amalia, Lupe y Edelmira Bobadilla Roseller en el barrio de Navarijo de la ciudad intramuros, y luego de pasar por otras escuelas primarias, ingresó a la Escuela Normal, que fundó Eugenio María de Hostos, donde se graduó de maestro normalista. Luego entró a estudiar Medicina en la Facultad de Medicina de la Universidad de Santo Domingo, carrera que abandonó por la Licenciatura en Farmacia, de la cual se graduó. El 20 de abril de 1918, contrajo matrimonio con María Enriqueta Rodríguez Oca, Quequeta, con quien procreó siete hijos: María, quien casó con Pedro Ripley Marín; Carlos Enrique, quien casó con Elena Larrazábal Otaola; Altagracia Mercedes Emilia, quien casó con George Antonio Líster Bircann; Felipe Arístides, quien casó con Mireya Hernández Ortega; René Osvaldo, quien casó con Pierena Troche Nadal; Domingo Raúl, Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos Archivo General de la Nación Volumen CCXXXIX Carlos Larrazábal Blanco Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos Santo Domingo 2015 Cuidado de edición: Andrés Blanco Díaz Diagramación: Editorial Alas, S.R.L. Diseño de portada: Editorial Alas, S.R.L. Motivo de portada: «Cristóbal Colón castiga a los rebeldes de la Española». Grabado de Theodor de Bry publicado en América Pars, Libro IV, Fráncfort, 1594. Primera edición, julio de 2015 © Carlos Larrazábal Blanco, 2015 De esta edición © Archivo General de la Nación (Vol. CCXXXIX) Departamento de Investigación y Divulgación Área de Publicaciones Calle Modesto Díaz Núm. 2, Zona Universitaria, Santo Domingo, República Dominicana Tel. 809-362-1111, Fax. 809-362-1110 www.agn.gov.do ISBN: 978-9945-586-32-9 Impresión: Impreso en la República Dominicana • Printed in the Dominican Republic Carlos Larrazábal Blanco. Contenido La obra del Lic. Carlos Larrazábal Blanco..................................13 Manual de historia de Santo Domingo Primer libro (1492-1800) Capítulo I. El Descubrimiento ....................................................23 Capítulo II. Conquista y colonización.........................................29 Capítulo III. Conquista y colonización.......................................36 Capítulo IV. Gobierno y administración.....................................48 Capítulo V. Organización social..................................................53 Capítulo VI. Sociografía indoespañolense..................................56 Capítulo VII. Santo Domingo centro de expediciones.............77 Capítulo VIII. La vida económica................................................97 Capítulo IX. Demografía..............................................................106 Capítulo X. Desacuerdos, protestas, banderías, ideologías.......120 Capítulo XI. Las razas oprimidas en luchas de libertad............133 Capítulo XII. Piraterías, incursiones, invasiones........................141 Capítulo XIII. La Iglesia...............................................................146 9 10 Contenido Otros temas históricos A los miembros del Honorable Congreso Nacional..................155 Un peligroso espía........................................................................159 Apuntes..........................................................................................163 Errores en la Historia Universal de Lavisse...................................179 Ciencia indohaitiana....................................................................185 Presentación del Dr. Roque Vilardell..........................................197 La última batalla del Libertador..................................................201 Farmacopea indiana.....................................................................205 Ideario españolense del siglo xvi.................................................213 Loor a Duarte................................................................................231 A través de las ideas liberales de los fundadores de la Española............................................................................237 La República Dominicana y el doctor Felipe Larrazábal..........261 Estudio histórico...........................................................................273 Discurso.........................................................................................289 Pbro. Rafael García Tejera...........................................................297 Bibliografía colonial.....................................................................307 Felipe Fernández de Castro y la ocupación haitiana.................401 Una familia fundadora de San Rafael.........................................407 Páginas dominicanas olvidadas (Raimundo Rendón Sarmiento, por X X X)..........................411 Páginas dominicanas olvidadas (José María de Rojas, por Ramón de Azpurúa)......................423 La primera gestión de Núñez de Cáceres en Venezuela...........441 Noticias de la independencia dominicana en Venezuela..........445 Apuntes acerca de algunos estudiantes y graduados en la Universidad de Caracas.............................................................451 El reverso de los grandes hombres..............................................467 El emperador Augusto.................................................................471 Emilio Tejera Bonetti...................................................................479 Papeles relativos a Juan Pablo Duarte y su familia.....................481 Federico Henríquez y Carvajal....................................................495 Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 11 Documentos duartianos...............................................................503 Viejas universidades y viejos estudiantes.....................................509 Documentos duartianos...............................................................517 Archivo de Duarte Introducción.................................................................................525 I. La Reforma................................................................................532 II. Conspiración trinitaria............................................................538 III. La Independencia..................................................................546 IV. La Restauración.......................................................................576 V. Carta del exilio..........................................................................631 Índice onomástico........................................................................637 La obra del Lic. Carlos Larrazábal Blanco Por Américo Moreta Castillo S i observamos la página ciento treinta y siete del libro La República Dominicana: directorio y guía general, publicado por Enrique Deschamps en 1907, vemos una fotografía de un niño que aparece en primer plano en el parque Colón; otros juegan alrededor de la estatua del Almirante, y detrás, la presencia solemne de la Catedral Primada con su antiguo reloj sobre el salón del Cabildo Catedralicio. El niño que parece inclinarse para mirar el pavimento, que tiene sombrero y que ya viste pantalones largos es Carlos Larrazábal Blanco. Es simbólica esta fotografía, pues la misma refleja su presencia desde los primeros años en la tierra de la cual estaría ausente largo tiempo, y la Catedral de Santa María de la Encarnación por su fachada norte presenta el lugar donde él estuvo tantas horas investigando, pues precisamente en esos salones de la planta alta del edificio gótico-isabelino fue donde el Arzobispo Nouel hizo depositar los Archivos Eclesiásticos en los cuales Larrazábal Blanco pasó a realizar la obra que le ganaría la inmortalidad y el agradecimiento eterno de los dominicanos: su monumental Familias dominicanas. Afable, conversador, de indiscutible buen humor, siempre dispuesto a enseñar, a guiar y educar, sencillo y humilde, recuerdo a don Carlos con su pelo blanco, sus gafas ya permanentes, su tez algo trigueña, alto y delgado, casi frágil, su letra era 13 14 Carlos Larrazábal Blanco temblorosa, pero siempre cordial y receptivo. Estuve presente en la última conferencia que dictó un domingo por la tarde en la Casa, Biblioteca y Museo del Maestro, don Federico Henríquez y Carvajal, en la calle Sánchez. Entre el selecto público presente estaban don Enriquillo Henríquez y el profesor Ernesto Suncar Méndez, frente a aquellos libros que nos rodeaban, el busto martiano y tantos detalles históricos de aquella casa-museo, don Carlos hacía su reencuentro con Santo Domingo, ese Santo Domingo que había quedado en sus recuerdos y que de seguro evoca cuando dijo en su Discurso de Ingreso a la Academia Dominicana de la Lengua: Siempre he leído con especial interés y simpatía las obras dominicanas que desarrollan temas de ambiente vernacular; lo tradicional me atrae singularmente. Lo criollo, con su pequeña historia, su pequeña sociología, su específica sicología, bulle del campo, de la aldea, de la ciudad, de la familia, con sus hombres y mujeres en sus manifestaciones de vida. Pero esas pequeñeces, una a una, paso a paso, a través de los tiempos trascienden. […] Yo me siento atraído por estas cosas quizá como se siente el niño atraído por el regazo materno. Con todos sus avatares, y a pesar de ellos, el ambiente donde uno se desenvuelve desde que nace hasta llegar a la adultez le nutre con verdadero alimento espiritual, de tal modo que lo vigoriza y conforma. De aquí nace el amor al terruño. Todo emocional. El terruño se hace patria que es vivencia espiritual y es deber. Carlos Vicente Larrazábal Blanco nació en Santo Domingo el 27 de abril de 1894. Fueron sus padres el general Wolfang Larrazábal Chipía y Esther Blanco de Windt. Tuvo hermanos que nacieron en Santo Domingo y otros fuera del país; aquí nacieron: Juan Gualberto Lázaro y Esther María; en Puerto Rico: Felipe; Fabio en Caracas; Aurora en Curazao y Heraclio en Maiquetía. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 15 Las circunstancias políticas venezolanas habían traído a los padres de Carlos a la República Dominicana, así como a Eduardo Scanlan, a los hermanos Rufino y Horacio Blanco Fombona, a Manuel Flores Cabrera y tantos otros venezolanos que hicieron innegables aportes a la sociedad dominicana. Sus padres y hermanos partieron del país cuando Carlos Vicente era un niño, y este quedó al cuidado de su tía y madrina, María Blanco Vda. Arvelo, con quien se crió en medio del fragor de las guerras civiles de la época de Concho Primo. La enseñanza primaria la recibió en la Escuela del Carmen que dirigían Amalia, Lupe y Edelmira Bobadilla Roseller en el barrio de Navarijo de la ciudad intramuros, y luego de pasar por otras escuelas primarias, ingresó a la Escuela Normal, que fundó Eugenio María de Hostos, donde se graduó de maestro normalista. Luego entró a estudiar Medicina en la Facultad de Medicina de la Universidad de Santo Domingo, carrera que abandonó por la Licenciatura en Farmacia, de la cual se graduó. El 20 de abril de 1918, contrajo matrimonio con María Enriqueta Rodríguez Oca (Quequeta), con quien procreó siete hijos: María, quien casó con Pedro Ripley Marín; Carlos Enrique, quien casó con Elena Larrazábal Otaola; Altagracia Mercedes Emilia, quien casó con George Antonio Líster Bircann; Felipe Arístides, quien casó con Mireya Hernández Ortega; René Osvaldo, quien casó con Pierena Troche Nadal; Domingo Raúl, quien casó con Claudia Encarnación Rodríguez y Francina María Felicia quien casó con Cecilio Grullón Martínez. La esposa era hija del Lic. Domingo Rodríguez Montaño, juez presidente de la Corte de Apelación de Santo Domingo. Como maestro, Larrazábal Blanco fue docente en diversas instituciones, desde Escuelas Primarias hasta llegar a ser Catedrático de la Universidad de Santo Domingo. Hombre de ideas avanzadas, nunca militó en los partidos personalistas de las primeras décadas del siglo XX; ni fue bolo, ni colúo; y cuando se produjo la ocupación norteamericana del territorio nacional en 1916 fue de los fundadores de la Asociación Independiente de Jóvenes Dominicanos, defensora del ideal 16 Carlos Larrazábal Blanco nacionalista, junto con Viriato Fiallo, Manuel Arturo Peña Batlle, Ángel Rafael Lamarche y Juan Isidro Jimenes Grullón. El profesor Carlos Larrazábal siempre fue antitrujillista, por eso en 1946 se autoexilió junto a su familia. Abandonó la casa de la calle 16 de Agosto, antiguo Camino de San Carlos; vivió por tres años en la ciudad de Nueva York, luego pasó a Venezuela donde se radicó definitivamente y regresó a la República Dominicana en 1973, luego de veintisiete años; aunque su vinculación y presencia se mantuvieron permanentemente con su patria, a través de sus investigaciones, sus ensayos que aparecían fundamentalmente en la revista Clío, órgano de la Academia Dominicana de la Historia. El 4 de diciembre de 1938 ingresó como Miembro de Número a la Academia Dominicana de la Historia. Su discurso de entrada lo tituló: «A través de las ideas liberales de los fundadores de la Española», el cual fue publicado en el número 32 de la mencionada revista Clío, correspondiente al mismo año. Con este tema demostró un particular interés por la llamada Historia de las Ideas o de las Mentalidades. En este mismo sentido publicó: «Ideario españolense del siglo xvi» (Clío, 2, 1934) y «Las luchas por la libertad», ensayo póstumo (Clío, 146, 1989). Antes de partir al exilio publicó, por entregas, en la Revista de Educación, entre 1937 y 1939, parte de un Manual de historia de Santo Domingo, y desde Caracas siempre estuvo atento a todo detalle que tuviera relación con el país y sus próceres enviando colaboraciones como sus «Apuntes acerca de algunos estudiantes y graduados en la Universidad de Caracas» (Clío, 118-119, 19611962), donde aborda aspectos de la vida académica de Pedro Celestino Arroyo Pichardo, Carlos Arvelo, Manuel Antonio Diez, Juan Pablo Diez, Mariano Diez, Prudencio Diez, Manuel Durán, Manuel González Regalado, Arístides, Miguel y Francisco López Umeres, Pedro Emilio de Marchena, Antonio María Pineda, Manuel Ponce de León, Santiago Ponce de León, Manuel María Valverde y Juan Dionisio de Vialis. En la sesión pública de la Academia Dominicana de la Historia celebrada la noche del 30 de diciembre de 1939 leyó su Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 17 ensayo «Estudio histórico» en honor a la misión cultural de la Universidad de Puerto Rico, presidida por el Dr. Rafael Ramírez de Arellano (Clío, 8, 1940). También publicó su «Bibliografía colonial, Fray Bartolomé de las Casas, Historia de las Indias» (9, 1941; 10, 1942). Contribuyó al rescate de los archivos del Padre de la Patria, publicando el «Archivo de Duarte», con edición y notas suyas, por medio de la reunión de una colección de manuscritos conservados por Juan Pablo Duarte y luego por sus hermanas Francisca y Rosa. Esto ha sido un aporte inmenso a la memoria de nuestro Padre Fundador.1 Además, como homenaje al Patricio, el 15 de julio de 1935 dictó una charla por radio en «Broadcasting Caracas» de Venezuela, bajo el título: «Loor a Duarte», recogida en Clío, 3, 1935. Como lo demuestran sus posteriores colaboraciones al Instituto Duartiano, Carlos Larrazábal Blanco fue un permanente estudioso de la vida del Patricio Juan Pablo Duarte. En el Boletín número 8 de ese Instituto (enero-diciembre de 1972) publicó: «Los Duarte y los Diez» y «Documentos duartianos»; en este último artículo hace precisiones sobre la casa donde murió Duarte y sobre su ausencia de descendencia. También en el número preparado con motivo de celebrarse el centenario del fallecimiento de Duarte se reproduce su «Genealogía duartiana», fragmentos del tomo tercero de Familias dominicanas (Boletín del Instituto Duartiano, julio-diciembre de 1976, enerojunio de 1977). En 1939 publicó «La República Dominicana y el Dr. Felipe Larrazábal» (Clío, 7, 1939), sobre este venezolano que tanto apoyo dio a los dominicanos de su tiempo y a las luchas por nuestras las libertades patrias. En la iglesia parroquial de San Carlos, barrio donde residía con su familia, la noche del 4 de mayo de 1941 leyó su discurso con motivo del centenario del nacimiento del presbítero Rafael Dichas contribuciones crítico-documentales fueron recogidas en la obra conjunta de Emilio Rodríguez Demorizi, Carlos Larrazábal Blanco y Vetilio Alfau Durán, publicada en 1970 por el Instituto Duartiano con el título: Apuntes de Rosa Duarte. Archivo y versos de Juan Pablo Duarte. 1 18 Carlos Larrazábal Blanco García Tejera (Clío, 10, 1942). Ya había publicado otro discurso con motivo de celebrarse el centenario del nacimiento de Emiliano Tejera (Clío, 9, 1941). En 1969 escribiría en Clío con motivo del fallecimiento de Emilio Tejera Bonetti (1880-1968), hijo del prócer anterior, autor de Palabras indígenas (Clío, 37, 1969). Sobre Felipe Dávila Fernández de Castro, publicó «Felipe Fernández de Castro y la ocupación haitiana» (Clío, 19, 1951). Y sobre Raimundo Rendón Sarmiento, Ramón Azpurúa y José María de Rojas, publicó: «Páginas dominicanas olvidadas», colección y notas (Clío, 20, 1952). En 1954 apareció su trabajo: «Noticias de la independencia dominicana en Venezuela» y también: «La primera gestión de Núñez de Cáceres en Venezuela». En 1967, en la Colección Pensamiento Dominicano dirigida por don Julio Postigo, se publicó su obra Los negros y la esclavitud en Santo Domingo, pionera del tema de la historia de la negritud en nuestro país, siendo el número treinta y cinco de esa colección que llenó una época en la cultura dominicana. Como precursor de los estudios genealógicos en la República Dominicana, Carlos Larrazábal Blanco publicó «Papeles de familia» (Clío, 13, 1945), en este trabajo reflexiona sobre los papeles que en el diario ajetreo se producen, y afirma: «no son solo los reyes, los obispos, los presidentes y generales los que hacen historia en sus obligadas funciones oficiales, sino también la hacen el hombre común, el padre de familia, historia que nos puede esclarecer los hábitos y costumbres del pasado». Con esta reflexión interrelaciona nuestro autor la genealogía y la historia con la llamada historia de la vida cotidiana. En 1952 publica: «Una familia fundadora de San Rafael» (Clío, 20, 1952). Luego aparecen: «Familias de Santo Domingo: Mella y Sánchez» (Clío, 23, 1955; 24, 1956). Pero su obra cumbre en el campo de la Genealogía son los nueve tomos de Familias dominicanas, investigación colosal que, como ya se ha dicho, se hizo en los Libros del Archivo de la Catedral, en una época en que no existían los ordenadores, y se trabajaba sólo a base de memoria y de fichas. De esta obra, Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 19 insuperable hasta el momento, apareció en 1967 el primer tomo; 1969 el segundo, ambos enviados en fichas desde Caracas. En 1975 se publicó el tercer tomo; en 1978 aparecieron los tomos cuarto, quinto y sexto; en 1979 circuló el tomo séptimo y en 1980 salieron los tomos octavo y noveno. En 1974 publicó su opúsculo Origen hispano-dominicano de algunas familias caraqueñas. Carlos Larrazábal Blanco fue miembro de número del Instituto Venezolano de Genealogía y presidente de honor del Instituto Dominicano de Genealogía. Pero los aportes de Carlos Larrazábal Blanco a la historiografía dominicana también abarcan materias inéditas para muchos estudiosos de la historia local, como es el caso de su Toponimia, editada en 1972 por la Sociedad Dominicana de Geografía, donde recoge, junto a topónimos americanos y colombinos, los nombres de lugares de la República Dominicana con diversas clasificaciones. Editora Taller publicó en 1974 su libro de cuentos Guerra civil, relato intimista en que narra episodios de su niñez en Santo Domingo. En el ámbito de las letras, presentó su discurso de ingreso a la Academia Dominicana de la Lengua el 4 de abril de 1975 sobre Tulio Manuel Cestero (1877-1954), el autor de Ciudad romántica, La sangre y Sangre solar, tríptico de novelas de la época del dictador Ulises Heureaux (Lilís). El 27 de febrero de 1973 murió su esposa y compañera de toda la vida, María Enriqueta Rodríguez Oca, y viudo, para compensar su soledad y acompañar a su hija Emilia Larrazábal de Líster quien vivía en el país, viene a impulsar su labor editorial y a culminarla con la publicación de Familias dominicanas. El profesor don Carlos Larrazábal Blanco falleció en Caracas el 25 de marzo de 1989 a los noventa y cinco años de edad. Sus aportes a la genealogía y a la historiografía dominicanas son imperecederos. Fue un dominicano ilustre, y su presencia constituye otro vínculo con el hermano país de Bolívar y de Páez. 20 Carlos Larrazábal Blanco Bibliografía Boletín del Instituto Duartiano, números 8 y 14. Cabral Mejía, Tobías, Índice de Clío y del Boletín del Archivo General de la Nación. Academia Dominicana de la Historia, Santo Domingo, Editora del Caribe, 1972. Clío, órgano de la Academia Dominicana de la Historia (varios números). Larrazábal Blanco, Carlos, «Discurso de Ingreso del Académico de Número Profesor Carlos Larrazábal Blanco», Boletín de la Academia Dominicana de la Lengua, Tercera época, número 1 (enero-abril de 1980). Larrazábal Blanco Carlos, Familias dominicanas (tomos I-IX), Academia Dominicana de la Historia, Santo Domingo, Editora del Caribe, 1967-1980. Larrazábal Blanco, Carlos, Guerra civil (Cuentos), Santo Domingo, Editora Taller, 1974. Larrazábal Blanco, Carlos, Los negros y la esclavitud en Santo Domingo, Colección Pensamiento Dominicano, Julio D. Postigo e Hijos editores, Santo Domingo, Amigo del Hogar, segunda edición, 1975. Larrazábal Blanco, Carlos, Origen hispano-dominicano de algunas familias caraqueñas, Caracas, Italgráfica, 1974 (Separata del Boletín del Instituto Venezolano de Genealogía). Larrazábal Blanco, Carlos, Toponimia, Sociedad Dominicana de Geografía, Santo Domingo, Editora del Caribe, 1972. Ventura, Juan, Autores de Historia de Santo Domingo, Santo Domingo, Editora Cantera Gráfica, 1997. Manual de historia de Santo Domingo* 1 * Publicado en la Revista de Educación, Años IX-XI, Núms. 39-53 (mayo de 1937-octubre de 1939). En la primera entrega del Manual, que cubría los capítulos I y II, Larrazábal Blanco, entonces profesor y subdirector de la Escuela Normal, sugirió lo siguiente: Lecturas, ejercicios y sugestiones: Croquis del itinerario de Colón por la costa norte de Samaná. Lectura de algunos trozos de la capitulación de Colón con los Reyes Católicos. Lectura de algunas cartas de Colón, la dirigida al aya del Príncipe don Juan, entre ellas. Lectura y comentario oral y escrito de trozos literarios referentes al Descubrimiento: poesías, comentarios, tradiciones y leyendas («El junco verde» de José Joaquín Pérez). (Nota del editor). Primer libro 1492-1800 Capítulo I El Descubrimiento 1. Antes del año de 1492 nuestra Isla de Santo Domingo, así como la mayor parte de América, era desconocida para los habitantes de Europa. Parte de Groenlandia, la península de Labrador y una pequeña porción de los Estados Unidos habían sido descubiertas y exploradas someramente mucho tiempo antes por marinos escandinavos. Colón y su idea 2. Cristóbal Colón fue un marino muy experto. Desde niño anduvo navegando por el mar Mediterráneo, y más tarde se aventuró en los mares del Norte, donde, llegando hasta Islandia, con toda seguridad, adquiriría noticias ciertas de las tierras descubiertas por los escandinavos. Ya hombre maduro tuvo la idea de encontrar un camino más corto para llegar a la India y a las islas de la Especiería navegando hacia el Oeste, concepto que fue acogido por la generalidad de las personas sensatas como verdadero descabellamiento, pues no se compadecía bien con las tradiciones y consejas que respecto a los mares desconocidos 23 24 Carlos Larrazábal Blanco corrían por aquellos lejanos tiempos ni con los cánones científicos provenientes de sabios y de padres de la Iglesia. Sin embargo, Colón insistió tanto en sus propósitos, con tal seguridad y tal sinceridad, que bien cabe sospechar el almirante sabía la existencia de semejante camino o tenía serias sospechas de su realización. Competencia comercial 3. Una potencia marítima tenía acaparado el comercio europeo con la India y las islas de la Especiería: la República de Venecia. Portugal fue el primer país que quiso disputar a los venecianos el monopolio comercial y trabajó con éxito la vía del Cabo de la Buena Esperanza. Colón, al mismo tiempo, brindó a Isabel, reina de España, su imaginado camino y esta, inspirada quizá en los mismos propósitos de competición comercial, aceptó y dio todo su apoyo moral a la futura empresa y hasta manifestó que estaría en disposición de empeñar sus prendas para conseguir dineros suficientes, cosa que no llegó a efectuar pues su tesorero, Luis de Santángel, aprontó un millón de maravedises. Preliminares. Martín Alonso 4. Colón, una vez aceptados sus proyectos y aceptadas sus exigencias, que fueron no pocas, logró armar una expedición con tres carabelas y unos tantos hombres en Palos de Moguer. En esta empresa fue muy eficazmente ayudado por un marino inteligente: Martín Alonso Pinzón. Quizá fue este el factor principal en hacer cosa práctica la salida de la armada descubridora, dada su experiencia, igual por lo menos a la del mismo Almirante, y teniendo en cuenta sus simpatías personales entre gentes de mar, y sus haberes, muy superior en ambas cosas al Descubridor. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 25 Descubrimiento 5. Las tres carabelas que componían la armada, la Niña, la Pinta y la Santa María, zarparon del puerto de Palos de Moguer el día 3 de agosto de 1492. A los dos meses y unos días, el 12 de octubre, se descubrieron las primeras tierras de América, una de las islas del archipiélago de las Lucayas. El 28 de octubre se descubrió la isla de Cuba y el 5 de diciembre nuestra isla de Santo Domingo. La primera tierra dominicana vista fue la que se llama hoy Mole de San Nicolás, nombre que se conserva desde que el mismo Colón lo puso. Siguiendo rumbo al Oeste, sobre nuestra costa norte, el día 6 descubrió la expedición la isla de la Tortuga, nombre dádole por el Almirante. Cerca del puerto de San Nicolás había visto este las vegas más hermosas del mundo y casi semejantes a las de Castilla, por lo que bautizó lo descubierto con el nombre de la Española. La naturaleza 6. El 13 de diciembre hizo el Almirante bajar a tierra unos nueve hombres para que, acompañados de algunos indios y guiados por estos, se internaran un poco y vieran si había algo de provecho en aquellos lugares. Estos, que quizá fueron los primeros europeos que pisaron nuestra isla, al regresar se manifestaron encantados de todo lo que habían visto. Según refiere el mismo Colón, estos exploradores informaron que la gente era de más hermosura y condición que las hasta allí vistas; que la hermosura de las tierras no tenían comparación con las de Castilla. Dijéronle también que todos los árboles estaban verdes y llenos de frutas, las yerbas todas florecidas y muy altas; que los caminos eran anchos y buenos; que los aires eran como los de abril en Castilla y cantaban en las florestas el ruiseñor y otros pajaritos como en España en el mismo mes; que por las noches algunas avecitas cantaban suavemente y se oía el croar de las ranas y el chirrido del grillo. 26 Carlos Larrazábal Blanco Pérdida de la Santa María. Fundación de la Navidad 7. El 25 de diciembre, día de Navidad, por un descuido, se perdió la carabela capitana, la Santa María. Vino a suceder que el Almirante, como había pasado algunas noches en vela, se sintió en disposición de descanso y yéndose a dormir dejó la atención del gobernalle a un marinero, pero este, estando la mar tranquila y bonancible el tiempo puso el gobierno de la nave en manos de un muchacho grumete, que inexperto, no se percató que insensiblemente la corriente iba lanzando la embarcación a un banco de arena, donde finalmente encalló. Con el maderamen de la nao zozobrada el Almirante resolvió construir una fortaleza y una torre rodeadas de un profundo foso, no porque creyese que la hostilidad de los indios la necesitasen, pues hasta aquel momento se habían mostrado cobardes o amistosos, sino como símbolo de posesión por los Reyes Católicos de todas las tierras descubiertas y como significación de propósitos de colonización y conquistas futuras. Se nombró a Diego de Arana jefe de la fortaleza que quedó allí con unos cuarenta hombres, entre ellos un platero, un cirujano, un bachiller y unos cuantos pícaros y maleantes que se hicieron descubridores de América por huir de las cárceles españolas. Encuentro con Martín Alonso Pinzón 8. El 2 de enero de 1493 dejó Colón la Navidad no sin antes recomendar a los que había dejado por principales que todo fuera regido y gobernado tanto como conviniera al servicio de Dios y de sus altezas los reyes Fernando e Isabel. El día 4 descubrió el Morro de Monte Cristi al que puso ese nombre, las isletas de los Siete Hermanos y la bahía de Manzanillo. El día 6 se encontró con Martín Alonso Pinzón. Este, bien por causas ajenas a su voluntad, bien de mala fe, se había separado del Almirante, en su carabela la Pinta, cerca Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 27 de las costas de Cuba, de manera que Pinzón y sus compañeros no vinieron a ser descubridores de la isla. Al ocurrir el encuentro Martín Alonso presentó a Colón excusas para justificar su proceder y este las aceptó, aunque a regañadientes, pues nunca creyó el Almirante en la veracidad de ellas. Este acontecimiento ha dado por origen a que se sospeche de que el primero en descubrir la isla fuese Cristóbal Colón atribuyéndosele esta primicia a su compañero Pinzón, pero es difícil decidirse por esta última tesis, pues las pruebas que pueden presentarse no son claras ni desligadas de interés particular y solo podemos adjudicar a Pinzón la primacía en el descubrimiento local de las islitas Sietes Hermanos, pues de seguro tenemos que llegó a ellas antes que el Almirante. Itinerario 9. Hasta llegar a la bahía de Samaná, Colón siguió este itinerario, e hizo los siguientes descubrimientos, a partir del día 4: a) b) c) d) e) f) g) h) i) j) k) Punta Rucia, a la que llamó Cabo Becerro; cabo Isabela, que llamó Punta Roja; puerto de Gracia, que llamó Río de Gracia; cabo Belprado y cabo de Ángel (denominaciones de Colón); monte Isabel de Torres, que llamó Monte de Plata (11 de enero); punta Sosúa, que puso por nombre punta Seca; punta Macorís, que nombró Punta de Hierro; cabo La Roca, que nombró Cabo Redondo; Cabo Francés Viejo; bahía Escocesa y península de Samaná; bahía de Samaná, que descubre y entra en ella el día 12. 28 Carlos Larrazábal Blanco Escaramuza de Samaná 10. En Samaná ocurrió la primera acción guerrera entre españoles e indios. Siete españoles bajaron a tierra y unos cincuenta indios arremetieron contra ellos armados de flechas, macanas y largas cuerdas. Apercibidos los descubridores dieron contra la indiada acuchillando a uno por la región glútea y asaeteando a otro por el pecho. Los ciguayos, que así se llamaban estos indios de Samaná, al ver el sesgo que tomaron los sucesos echaron a correr despavoridos. A este incidente han dado luego en llamar con el pomposo nombre de Batalla de las Flechas, pero ya se comprende el desacierto y lo ridículo de tal calificación. Esto ocurrió el 13 de enero, y el 16 dejó el Almirante la bahía e hizo rumbo a España. Los errores de Colón 11. Descubierta la América, o mejor dicho, las tierras nuevas que más tarde se dio en llamar así, Colón creyó cumplida una parte de su misión. Creyó haber llegado al Asia, no precisamente a la India y las islas de la Especiería, pero sí a los poderosos, pero más bien fabulosos, imperios de Cipango y de Catay (Japón y China), y murió en esta creencia. Cometió este grande hombre dos errores: 1ro. creer que el camino más corto a las Indias se podía encontrar por donde él se propuso; 2do. creer que las tierras descubiertas eran parte de Asia. El descubrimiento de América, pues, se debe a equivocaciones del Primer Almirante, pero también a su genio intrépido, emprendedor y soñador. A estos errores fue inducido porque no conocía a cabalidad la circunferencia de la Tierra, a pesar de haber sido calculada con sorprendente aproximación por algunos sabios de la antigua Grecia. Creía en la curvatura del globo terráqueo, pero imaginaba su circunferencia más pequeña, y hasta ignoraba o dudaba de su forma esferoidal, pues en ocasión del descubrimiento de la América del Sur, asentó la hipótesis de que nuestro planeta tuviera la forma de una pera. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 29 Capítulo II Conquista y colonización Primero 1. En septiembre de 1493 salió Colón en su segundo viaje al Nuevo Mundo. En esta ocasión descubrió algunas de las Antillas de Barlovento: Dominica, Marigalante, Guadalupe, Monserrat, Antigua, San Martín, Islas Vírgenes. También descubrió a Puerto Rico al que nombró isla de San Juan Bautista. Destrucción de la Navidad 2. Llegó el Almirante a la Navidad el 27 de noviembre, pero la fortaleza no existía ya. No se sabe a ciencia cierta lo que allí pasó porque no quedó un solo español vivo para que lo refiriese. Fueron los indios mismos que informaron que Caonabo, señor de la Maguana, y el nitaíno Mairení los habían muerto y habían incendiado la fortaleza, pues los españoles les tomaron sus mujeres y que algunos tenían hasta tres y cuatro, por donde se vino a caer en la cuenta de «que el mal que les vino fue por celos» como dijo el doctor Chanca, médico de la expedición. Con la muerte del desdichado Diego de Arana y sus cuarenta hombres se derramó la primera sangre de cristianos en América, como se había derramado anteriormente la primera sangre de indios en Samaná. La mayor parte de esta gente, como ya se ha dado a entender, no era de buenas costumbres, más bien, en su mayor parte, eran maleantes, pícaros, vagos o espadachines y rufianes que vinieron a descubrir con el Almirante prevalidos por una provisión real que mandaba a suspender los negocios y causas criminales pendientes contra los individuos que se alistaran en la expedición descubridora, suspensión que alcanzaba hasta dos meses después de haber regresado a sus hogares, por lo que 30 Carlos Larrazábal Blanco muchos quedarían muy gustosos en la Navidad. Como es fácil comprender esto se hizo por lo difícil que fue allegar gente para una empresa que unos juzgaban dudosa, otros muy peligrosa y los más completamente loca. Así, pues, es fácil suponer que estas personas no llevaran vida honorable, cometieran desmanes con los indios, se internaran tierra adentro en busca de oro y alimentos, se robaran las mujeres, y contra lo que Colón les recomendó nada hicieran en servicio de Dios y de sus altezas. Fundación de La Isabela 3. El Almirante abandonó aquel nefasto lugar de la Navidad y navegó hacia el Este. Como el tiempo no le fue propicio, hizo tierra donde mejor pudo, que fue en un lugar donde había un buen puerto y buena pesquería y cerca del cual corría un río importante, el Bajabonico. Aquí se comenzó a edificar la primera ciudad del Nuevo Mundo: La Isabela. La mitad de ella quedaba cercada de agua con una barranca de peña tajada que la hacía por allí inexpugnable; la otra mitad la rodeaba un espeso bosque. La ciudad debió haberse comenzado a edificar quizá por fines de diciembre de 1493. Sus tierras eran fértiles, pero malsanas, y andando el tiempo muchos de sus moradores caían enfermos y morían, lo que fue parte para sembrar el descontento, la falta de fe, y la maledicencia que dieron mal resultado a la colonia recién fundada. Probablemente fueron el paludismo y el tifo lo que diezmaron la población. Reconocimiento del Cibao 4. Con la fundación de La Isabela comenzó en firme la conquista y colonización de la isla y se iniciaron, con Colón mismo, los nuevos descubrimientos y reconocimientos de otras tierras de América. Las dos primeras expediciones que partieron de La Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 31 Isabela para el reconocimiento del interior del país fueron la de Ginés de Gorvalán y la de Alonso de Ojeda, cada uno con 25 hombres, que después de algunos días de ausencia regresaron satisfechos de la riqueza y feracidad de las tierras. Ambos rescataron un poco de oro. Pueden considerarse Gorvalán y Ojeda los primeros españoles que pisaron tierras del Cibao y por tanto sus descubridores. El segundo en reconocer el Cibao fue el propio Almirante. Al ver el valle quedó maravillado y lo bautizó con el nombre de Vega Real. Entusiasmado comparó estas tierras con el paraíso terrenal. A orillas del Jánico fundó la fortaleza de Santo Tomás que antes de salir a su viaje de reconocimiento de la isla de Cuba, descubrimiento de Jamaica y rodeo de la Isla Española, dejó al mando de Mosén Pedro Margarite, jefe de las fuerzas de tierra. Malestar de la Colonia 5. Las cosas en La Isabela desde un principio no anduvieron bien. Las enfermedades por una parte y la escasez de alimento por otra infundieron desaliento general y aún en los más significados como el padre Bernardo Boil, el primer sacerdote que vino a América y que dijo en La Isabela la primera misa en el Nuevo Mundo, y M. Pedro Margarite, que no pudiendo soportar más embarcáronse violentamente para España. La colonia al año de haberse fundado no producía nada para su sustento y todo tenía que venir de España. Cuando las provisiones se acababan y no habían venido nuevas embarcaciones se sentían necesidades y hasta se pasaba hambre. Los productos del país, yuca, casabe, batata, ajes, maíz, no daban abasto. En cierta ocasión se embarcaron en España con destino a La Isabela estos efectos para el diario sustento: 180 cahices de trigo y 50 de cebada, 60 toneladas de vino, 10 de vinagre y 6 de aceite; 650 tocinos, 50 quintales de higos, 30,000 maravedises en pescado salado, 30 cahices de habas y garbanzos, 360 quintales de galletas, 40,000 maravedises de arroz, almendras y azúcar. 32 Carlos Larrazábal Blanco Como la Metrópoli atendía a todo, en esa misma ocasión fueron enviados para fines pecuarios: 6 yeguas, 4 asnos y 2 asnas, 4 becerros y 2 becerras, 100 cabezas de ganado menor (ovejas y cabras), 200 gallinas, 100 puercos: 80 hembras y 20 machos; algunos carneros y vacas. Además llegaron también en la misma oportunidad diez o doce labradores, un experto en hacer ballestas, otro en hacer molinos, mineros, un médico, un cirujano, un boticario, dos toneleros, un herrador, hortelanos, pescadores. Dominio del Cibao. Tributo 6. Con objeto de dominar el Cibao, Colón había hecho fundar algunas fortalezas, no solamente la citada de Santo Tomás. Los indios comprendieron que no estaban seguros y comenzaron a molestar. El Almirante en persona fue a esa región y empeñó una seria batalla con las mesnadas indias a dos jornadas de La Isabela, la llamada batalla de La Vega Real, en la que quedaron completamente derrotados los indios. Probablemente no fue un solo pleito lo que libraron los españoles con los indios antes y después de esta jornada, sino varios que culminaron con la prisión de Caonabo y en que figuraron la acción del Santo Cerro y el milagro de la Cruz que ya dilucidaremos en otro lugar. La caída de Caonabo fue determinante de la paz en toda La Vega Real en beneficio de los españoles, y pudo Colón efectuar la organización del tributo, que fue la siguiente: los indios cercanos a las minas del Cibao debían entregar un cascabel de oro; los de La Vega, que eran agricultores, los comprometieron a hacer una labranza de yuca, ñame y maíz, desde La Isabela hasta el extremo sur de la isla; los demás indios debían entregar veinticinco libras de algodón. Todas las entregas debían ser por cabeza y las harían efectivas todos los individuos mayores de catorce años, cada tres meses. Fue la imposición del tributo el primer acto político de poderío con que se manifestó España en América. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 33 Bartolomé Colón. Oro. Santo Domingo 7. Debido a las intrigas que en la Corte urdieron Pedro Margarite y el padre Boil y la consiguiente llegado de Juan de Aguado a La Isabela en condiciones de comisionado especial para investigar sobre la conducta de Colón, este partió para España y dejó a su hermano Bartolomé en el gobierno de la isla, que siguió la labor de consolidación de dominio español: cobró los tributos, sojuzgó insurrecciones, fundó fortalezas y pueblos. El oro había sido buscado con ansias por el Primer Almirante pero no había podido conseguirse sino alguno que se lavaba en las arenas de los ríos y otro de baja ley que suministraban los indios llamado «guanín», pero por ventura fueron descubiertas las minas de Haina. Tras esto fundose el fuerte de San Cristóbal y más tarde la ciudad de Santo Domingo de Guzmán en la margen oriental del río Ozama. El descubrimiento de estas minas trajo por consecuencia que el núcleo principal de la colonia fuera desarrollándose en el Sur y no en el Norte, y que por tanto La Isabela vieja fuera languideciendo y la Nueva Isabela fuera prosperando; así como también que una explotación agrícola del valle feracísimo de La Vega Real fuera suplantado por el laboreo de las minas que al fin y a la postre acabaron por agotarse. Roldán 8. En 1498 Colón estaba ya de regreso en la Española. Era su tercer viaje y había descubierto Costa Firme y la isla Trinidad. Entró y asentó en la región fundada Santo Domingo. La colonización no había progresado. La rebelión de Roldán era una verdadera rémora. Los roldanistas se andaban por montes y despoblados haciendo daños a indios y a españoles pacíficos. Los quitaban de sus labores, interrumpíanse las cosechas, pobres de suyo, o se las apropiaban, y trataban siempre de allegar a su partida cuanto ocioso o haragán hubiese en la colonia. Colón no pudo dominar la situación ni por las buenas razones ni usando de rigor. 34 Carlos Larrazábal Blanco Bobadilla 9. A esta calamidad vino a juntarse otra y fue la llegada de Francisco de Bobadilla en calidad de juez pesquisidor y de gobernador mandado por los Reyes para tratar de remediar la colonia. Pero el nuevo mandatario más bien empeoró la situación por la parcialidad que mostró con los revolvedores de la colonia y su enemistad contra los Colón. El Almirante y sus hermanos fueron encarcelados y enviados presos a España. Roldán y los suyos estuvieron libres de todo cuidado judicial y vivieron muy regalados y honrados en sus casas. Rebajó a todos el tanto por ciento que tenían que entregar sobre las cantidades de oro que recogiesen; consentía todo abuso hecho en perjuicio de los indios y los entregaba para que trabajasen. Dice el padre Las Casas que Bobadilla decía a los colonos: «aprovechaos cuanto pudiereis, porque no sabéis cuánto este tiempo os durará». Personalidad de Colón 10. Al irse el Almirante preso a España desaparece del escenario de la historia dominicana. Es verdad que gobernando Ovando llega a nuestras costas, pide guarida por una tormenta que se acercaba y se le niega puerto en Santo Domingo, pero en esta ocasión no es factor de trascendencia en el desarrollo de acontecimientos. Hablemos pues de su personalidad. Colón nació en Génova. En estos últimos años se ha dado en atribuirle nacionalidad española, pero mientras tanto haya un criterio definido a este respecto es bueno respetar las mismas palabras de Colón que en un codicilo refiriéndose a la ciudad de Génova dice: «pues de ella salí y en ella nací». El Almirante era alto de estatura, de cara larga y ceño autoritario. La nariz era aguileña, azules los ojos, la tez blanca tirando a colorada y salpicada de pecas. De joven su barba y sus cabellos eran rubios, pero tornándose blancos con los años. Era de conversación animada y con gracia, y cuando de negocios Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 35 se trataba, elocuente. Con los extraños era afable, con los suyos suave y complaciente. Su persona denotaba autoridad y dignidad e inspiraba respeto y reverencia. Era sobrio en el comer y beber así como en el vestir. Su fe en la religión católica era muy grande. Siempre que comenzaba a hacer una cosa invocaba el nombre de la Santísima Trinidad. Ayunaba los días de precepto, confesaba y comulgaba a menudo así como rezaba todas las horas canónicas. No blasfemaba ni juraba en vano. Para dar fuerza a alguna aseveración o infundir credulidad exclamaba: «¡juro por San Fernando!» Era muy devoto de la Virgen María y de San Francisco. Por otra parte tenía muy desarrollado el espíritu mercantil. El descubrimiento lo efectuó a base de negocio, y las exigencias que hizo fueron muchas y de peso; había de ser virrey de todas las tierras que descubriera, tener una gran parte en las gananciales de todo lo que ellas produjeran, y a su muerte todo debía pasar a sus herederos. Los Reyes en principio aceptaron, pero más tarde por razón de Estado fuerza fue llevar estas preeminencias a un plano diferente mermándolas. Colón era un ambicioso de gloria y de riquezas. Amaba el oro y siempre se desvivió por encontrarlo a manos llenas. Es verdad que tenía pensado con parte de él rescatar el Santo Sepulcro que estaba en manos de infieles, es decir, de los turcos. Una cualidad que probablemente no lo hacía simpático era su falta de franqueza, su habitual temperamento reservado, esto todo acompañado de una espontánea y natural desconfianza para tratar a los hombres. Su inteligencia era muy viva, muy perspicaz. Fue un gran apasionado. Apasionado de su religión hasta el misticismo; apasionado de la gloria hasta lo heroico; apasionado de las riquezas hasta el mercantilismo más vulgar; apasionado de la belleza de la naturaleza de las tierras que descubría hasta hacerse artista. Su imaginación era la de un verdadero poeta. En sus cartas y relaciones cuando habla de los indios y sus costumbres, o pinta, los paisajes recién descubiertos parece que escribe, no un jefe de armada en expedición, ni un marino; ni el hombre de ciencia 36 Carlos Larrazábal Blanco que tiene interés en informar oficialmente, sino un poeta inspirado en las bellezas de estas tierras. Murió Colón en Valladolid en el año de 1506 Capítulo III Conquista y colonización Segundo Medidas de población 1. El desarrollo de la colonización, como se ha visto, ha sido difícil en La Isabela. La villa no se bastaba a sí misma. No solo de la Metrópoli había de enviarse el diario sustento sino que este había de administrarse con tino de manera que cada colono tuviera su tasa o ración fija. Les fue necesario a los Reyes, para acallar a los disgustados, dictar en 1495 una cédula que permitía a Colón dejar regresar a España a todos los que quisieran y que excedieran de los quinientos que se juzgaba necesarios para la conquista y civilización de estas tierras. En este estado las cosas nadie pensaría en la Península pasar a la Española, pues fue necesario a los monarcas tomar medidas para la población de la isla. Como preparativos para el tercer viaje del Primer Almirante se faculta a este para tomar a sueldo trescientas personas. En fecha posterior se dirige una carta patente a todos los ministros de justicia para que los delincuentes que hubieren de desterrar lo hicieran para la Isla Española. Casi al tiempo de esta ordenanza una pragmática real indulta a todos los súbditos y naturales del Reino con tal fueran a servir en persona a sus expensas y en todo lo que el Almirante les mandare. Delincuencia y población 2. Estas disposiciones han traído descrédito sobre nuestros orígenes históricos y se las han visto como influyendo en nuestro Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 37 desenvolvimiento sociológico, pero es bueno reaccionar contra esas tendencias y tratar de llevar las cosas a su justo valor. No sabemos a ciencia cierta hasta dónde se cumplieron la cédula y la pragmática citadas, por una parte, y por otra, es bueno saber que no todo delito era indultable. No estaban inducidos en la pragmática los crímenes de herejía, los de lesa majestad, traición, muerte segura producida con fuego o con saeta, el crimen de falsa moneda y otros. Claro está, pues, que si vinieron a nuestra isla delincuentes amparados en las disposiciones reales pudo haber sido por los delitos llamados de simple policía, y sobre todo los que cometían el delito de ser malos pagadores, pues por aquellos tiempos los que en lengua vernácula llamamos «malapagas», iban a la cárcel. Un caso concreto de criminal, que como tal vino a la Española, conocemos, y es el de Sebastián de Ocampo, el que reconoció a la isla Cuba como tal, que por haber dado muerte a un sujeto fue condenado a la pena capital, pero le fue conmutada por la de destierro perpetuo en esta isla. Pero Ocampo era persona de cierta distinción, y para hacer esto los Reyes dictaron una provisión especial fechada en Granada en 1501. Labor de Luis de Arriaga 3. Mejor medida que la de traer delincuentes fue la concesión de permiso acordádale a Luis de Arriaga para que trajese doscientas familias, de las cuales no se pudieron juntar sino cuarenta que, mezclándose con la población que existía, no hicieron nada de lo pactado, y como la generalidad, buscaron riquezas en el oro del Haina y de La Vega, y no en la agricultura. Se concedió a Luis de Arriaga, hidalgo sevillano que ya había estado con el Almirante en la isla, la facultad de fundar cuatro villas para fines de explotación agrícola conservando el rey la jurisdicción civil y criminal. Por cinco años estarían exentos los nuevos pobladores de la imposición de todo nuevo tributo o derecho, excepto de los diezmos y primicias que ya pertenecían 38 Carlos Larrazábal Blanco al rey. Con todo el brasil que consiguiesen y la mitad del oro encontrado debían acudir al soberano así como con la tercera parte de las cosas cultivadas por los indios, de quienes, además, se les prohibía rescatar oro. Fue merced especial el que en las villas que fundaran no debían vivir ni morar personas que de Castilla se desterrasen a la isla. Los nuevos colonos, además, debían en todo someterse al gobernador y obedecerle y, en caso de alzamiento de indios o rebeldía de españoles debían hacer la guerra a sus expensas propias. En fin, los colonos podían a los cinco años regresar a España, pero pasando al rey todo lo que por razón de vecindad habían conseguido. Esto tiene importancia en la historia pues fue de los primeros tanteos que se hicieron para el implantamiento del régimen rural español en América. Los términos del contrato de Arriaga fueron extendidos a todas las personas que quisieran parar a la isla. Repartimientos de tierra 4. Los Reyes autorizaron al Almirante, en fecha 2 de julio de 1497 (preparativos del tercer viaje), para que repartiera tierras entre aquellos que pudieran sembrar trigo y otras semillas, plantar huertas, algodón, lino, viñas, árboles, cañaverales y edificaran casas, molinos e ingenios, con la sola condición de que permanecieran en la isla por lo menos cuatro años a partir de la donación. Todo lo que produjeran las tierras eran del usufructo completo de sus poseedores excepto el brasil y los metales. Quería pues, la Metrópoli, y fue a lo primero que atendió, el desarrollo de la agricultura, el implantamiento de un régimen rural. Esta providencia dio resultados buenos, aunque, en la práctica hubo injusticia social por cuanto, por lo general, los más favorecidos fueron las personas influyentes de la colonia y no las personas pobres y los verdaderos agricultores, además de que la distribución luego se hacía, no en pequeños lotes, sino en grandes porciones de terreno que denominaron «amparos reales» y fueron la fuente, andando el tiempo, de la propiedad territorial dominicana actual. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 39 Llegada de Ovando 5. El 15 de abril de 1502 llegó al puerto de Santo Domingo como gobernador, en reemplazo de Bobadilla, el comendador Nicolás de Ovando. La flota en que vino la componían una treintena de navíos, y pasajeros; en ella arribaron unas dos mil quinientas personas siendo las más nobles, caballeros y gente principal. La llegada de Ovando es de mucha importancia, históricamente, para Santo Domingo. La influencia de las dos mil quinientas personas fue trascendental. Ese fue el núcleo alrededor del cual se desarrolló en firme la colonia en todos sus aspectos, no alrededor de aquellos trescientos del tiempo de Bobadilla, que al quitarle Ovando, como se las quitó, las preeminencias que aquel gobernador les había acordado quedaron en desamparo y llevaron desde entonces vida de hambreados y desharrapados. Con Ovando la vida cultural nace, así como también se da impulso a la agricultura. La colonia despierta y hasta demuestra cierto sentido político-social. La verdadera génesis de nuestro pueblo hay que buscarla en esa época, en ese gobierno y dentro de ese núcleo de hombres que con el Gobernador vinieron, y que fueron los primeros forjadores de nuestra nacionalidad. Primera campaña contra los higüeyanos 6. Ovando no solo impulsó la colonización, sino también la conquista. Acabó con el poco de libertad de que gozaban los indios, pero consolidó en esta isla el dominio y la soberanía españoles. En este sentido dos hechos de singular importancia llevó a cabo: la conquista de Higüey y la conquista de Jaragua. El gobernador, con muy buen sentido, había pensado fundar y poblar una villa en el Norte de la isla, al pie del Monte de Plata donde un vecino de Santiago tenía ya establecida una granja con muy buena crianza de puercos y gallinas. Pensaba 40 Carlos Larrazábal Blanco que un puerto en aquella región cercano a las poblaciones ya fundadas de Santiago y la Concepción, y cercano a las minas de oro del Cibao, redundaría en provecho de la colonia, máxime cuando además presentaría menos dificultades para la arribada de embarcaciones que provinieran de España que el de Santo Domingo. Así fue que, pasado el ciclón de 1502, envió con estos fines de fundación a un grupo de hombres que por su mala ventura arribaron a la Saona, pues al poner pie en tierra ocho de ellos, los indios, apercibidos, los asaltaron y mataron. Este crimen fue una venganza. La isla Saona proveía de yuca y casabe a Santo Domingo, y a menudo iban embarcaciones a cargar. En cierta oportunidad un español, por chanza, azuzó contra un indio al perro que tenía asido por la cadena, pero como el animal era robusto y ágil el amo no pudo tenerlo, cayó sobre el indio y lo destripó. Se cuenta que el infeliz corría dejando tras sí los intestinos que el perro agarraba por su boca. Sabida por el Comendador la muerte de sus hombres juntó las milicias de las únicas poblaciones que existían: Santiago, La Vega, Bonao y Santo Domingo, y allegando hasta unos 300 o 400 infantes, nombroles por capitán al caballero sevillano Juan de Esquivel y los envió a la región de Higüey en actitud guerrera. Como es natural, los indios se vieron acosados y les fue forzoso hacer paces. Convinieron en cultivar una labranza grande de yuca a cambio de que los españoles no los obligasen a ir a servir a la ciudad de Santo Domingo. Como prueba de paz y símbolo de estrecha amistad, Cotubanamá, que era el cacique de esa región, cambió su nombre por el de Juan Esquivel y así se hacía llamar por sus vasallos, y el capitán Esquivel había de llamarse Cotubanamá, y desde entonces los higüeyanos lo llamaron de esa manera. Se hizo construir una fortaleza de maderas en pueblo de indios algo cercano al mar, pero tierra adentro, y quedándose por capitán de ella Martín de Villamán con nueve hombres, volviose Esquivel para Santo Domingo. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 41 Conquista de Jaragua 7. La conquista de Jaragua fue emprendida por Ovando en persona con la eficaz ayuda de sus capitanes Diego de Velázquez, futuro conquistador de Cuba, y Rodrigo Mejía Trillo. Como a mediados de 1503, consumada la primera campaña de Higüey y comenzado el nuevo asiento de la ciudad de Santo Domingo, Ovando, con 300 hombres de a pie y 70 de a caballo, partió para el cacicato aludido entonces gobernado por Anacaona, mujer singular, instigadora principal de los indios contra los españoles. La personalidad y renombre de esta reina, la estada en aquellas tierras de unos cuantos colonos del tiempo de Roldán y de su banda con quienes los indios no tenían por qué estar bien avenidos, quizá fueron parte para que el Comendador tomara la resolución de la partida. De una manera ostensible los españoles fueron bien recibidos, pero probablemente Anacaona tenía otros designios. En cierta ocasión allegó gran número de indios con el pretexto de celebrar grandes fiestas en honor de sus huéspedes, y en aumento, quizá, las sospechas o recelos de Ovando, un día, domingo en la tarde, el fijado para el regocijo, hizo de improviso arremeter contra los jaragüeños y se consumó una cruel matanza. Fueron vilmente asesinados unos ochenta nitaínos y la propia Anacaona fue ahorcada en sus mismos dominios. Esto aconteció siete u ocho meses después de Ovando estar en Jaragua. Ese acontecimiento, cualquiera que haya sido la causa que lo engendrara, ha sido, con razón, muy vilipendiado por los historiadores y hay que considerarlo como una mancha en la historia política del Comendador. Algunos indios huyeron de su patria y otros se quedaron alzados en franca rebelión. Entre los primeros, Hatuey, que pasó a la isla de Cuba y ahí murió, más tarde, por la libertad de su raza. Entre los otros, un sobrino de Anacaona llamado Guarocuya y el señor de Haniguayagua, provincia la más occidental de la isla, por la región del cabo Tiburón. Guarocuya, según Juan de Castellanos, «hacía mil asaltos con gentes y poder nada sencillo», 42 Carlos Larrazábal Blanco mientras Las Casas lo hace un simple y cobarde fugitivo en las lomas de Baoruco. Ovando entonces encomendó la persecución y completa pacificación a los citados Diego de Velázquez y Mejía Trillo. El primero fue designado para la provincia de Haniguayagua, el segundo para la de Guahaba. Guarocuya y el señor de Haniguayagua perecieron ahorcados y muertos en distintas formas gran número de indios. Fundación de villas 8. Como consecuencia de estos hechos, para asegurar la conquista efectuada y comenzar la explotación agrícola de aquellas tierras Ovando hizo fundar algunas poblaciones. Una la Vera Paz, en la propia capital indiana del cacicazgo, la principal simbólicamente, como su nombre y su sitio lo indican. Las demás fueron: Salvatierra de la Sabana fundada por Velázquez en los dominios por él sojuzgados y donde está asentada hoy día la población de Los Cayos; Villa Nueva de Yáquimo también poblada por Velázquez, donde está hoy Jacmel; San Juan de la Maguana, asiento de Caonabo; Azua de Compostela poblada por el comendador Gallego que ya de viejo tenía asiento en esa región. De estas cinco villas fue nombrado teniente el propio Velázquez, y Rodrigo Mejía lo fue de dos por él fundadas en el Norte: Puertorreal y Lares de Guahaba. Segunda campaña higüeyana 9. Mientras los acontecimientos de Jaragua se desarrollaron las cosas de Higüey no anduvieron bien. Villamán y los suyos faltaron a los indios. Contra lo pactado los hicieron traer alimentos a Santo Domingo y los pusieron a trabajar en esta ciudad, además de que la conducta con las indias los hicieron caer en celos. Por todo, pues, resolvieron los higüeyanos salir de semejante Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 43 tiranía, atacaron el fuerte, lo incendiaron y dieron muerte a los españoles. Solo uno pudo salvarse que regresó a Santo Domingo y refirió al gobernador lo sucedido. Entonces se reunieron de nuevo las milicias, se nombró al mismo Esquivel por su capitán y partieron para Oriente a vengar las ofensas inferidas por los indios, que parece, y como pasa siempre con los débiles, no tenían derecho, sino a soportarlo todo. En esta ocasión figura como capitán de las milicias de Santo Domingo el futuro conquistador de Puerto Rico y descubridor de la Florida, Juan Ponce de León. Las tropas se juntaron en la provincia de Icayagua donde los indios estaban mejor avenidos con los españoles, y hasta fueron sus aliados en esta campaña contra los higüeyanos, más altivos y amantes de su libertad que los icayagüenses. La guerra, siempre desigual, a veces una verdadera cacería de hombres, no favoreció sino a los españoles. Cotubanamá huyó a la Saona y allí fue perseguido por Esquivel en persona, cayó prisionero, y traído a Santo Domingo se le ahorcó en una plaza pública. Repartimiento de tierras 10. Sabedora la reina Isabel de que a pesar de sus deseos de libertad para los indios estos andaban huyendo, apartados del trato de los cristianos y negados a trabajar, ni aun pagándoseles, dio provisión al gobernador Ovando para que compeliera y apremiara los naturales a que tratasen a los cristianos y hablasen con ellos, a que trabajasen en sus edificios, labranzas y laboreo de oro, pagándoseles por ello el jornal justo. Debía también el gobernador ordenar que cada cacique tuviera a su cargo un número de indios para que los enviara a sus labores y además para que los días de fiesta los enviara para adoctrinárseles en las cosas de la fe cristiana. Los indios, por otra parte, debían ser bien tratados, no debiendo consentirse se les hiciese daño alguno so pena de una multa de diez mil maravedises. 44 Carlos Larrazábal Blanco Esta provisión real no fue sino la organización oficial de un «repartimiento», sistema que ya existía. Los indios no gozaban de ninguna libertad. Tanto los primitivos pobladores como Bobadilla los ponían a trabajar, lo que hacía se huyeran del trato de los que así los tiranizaban. No estaban acostumbrados al trabajo, mucho menos al que luego se les sometía, demasiado fuerte para sus habituales esfuerzos físicos y su inveterada holgazanería, trabajo que, por otra parte, era necesarísimo a los españoles pues no había mano de obra suficiente para el laboreo de la tierra, granjeo de minas, construcción de caminos y edificios. Las intenciones de los gobernantes españoles muchas veces fueron buenas y de elevados conceptos culturales, religiosos y de humanidad, pero los colonos, y aun los gobernadores, se encargaban de no interpretarlas sino al acomodo de sus intereses. La Reina quiso incorporar los indios salvajes a la civilización de la época por medio de la enseñanza de las primeras letras, del trabajo honesto y justamente remunerado, y de la religión, pero la aplicación de esta voluntad real no dio los resultados que debieron. Los indios, hombres, mujeres, niños, debían trabajar, recibir malos tratos, mala comida, rendir buena labor, y todo sin recibir salario alguno. La obra y la personalidad de Ovando 11.La isla, bajo el gobierno de Ovando, quedó completamente sojuzgada y su colonización tomó un rumbo firme. En nueve años de gobierno cumple a cabalidad su misión de conquistador y su personalidad queda abrillantada con excelentes dotes de colonizador. Tuvo la feliz visión del fomento del Norte de la isla con la fundación de Puerto de Plata, que, quizá, dada la riqueza de aquellas regiones y de las aledañas del valle del Cibao hubiera conducido a una explotación agrícola como lo fundamental del desarrollo de la colonia contra el laboreo de las minas del Sur que más bien retrasó el progreso. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 45 Al dejar el gobierno el adelanto del país se traducía por la existencia de varios núcleos de población, a saber: Santo Domingo, Buenaventura, Arbolgordo, Bonao, La Concepción, Santiago, Puerto de Plata, Puertorreal, Lares de Guahaba, San Juan de la Maguana, Verapaz, Yáquimo, Salvatierra de la Sabana, Salvaleón de Higüey y Santa Cruz de Icayagua. Estas dos últimas fueron fundadas después de la segunda campaña contra Cotubanamá. Arbolgordo y Buenaventura surgieron por el laboreo de las minas de oro. El traslado de Santo Domingo al lugar donde hoy está asentado lo motivó no tanto el ciclón de 1502, ni plaga alguna de hormigas, sino el ser el Ozama un impedimento para el despacho de los asuntos con las poblaciones de antiguo fundadas pues sus caminos reales todos daban a la margen occidental. Con esto se formalizó la construcción de la más vieja ciudad del Nuevo Mundo. La ciudad fue dividida en solares y repartidos sin distinción, entre ricos y pobres, medida de verdadera justicia social que después fue desacreditada y abolida con el pretexto de que era obstáculo al progreso de las construcciones una vez que los pobres no podían edificar. Nicolás de Ovando, primero comendador de Lares de la orden de Alcántara y más tarde comendador mayor de la misma, era físicamente de baja estatura y de barba rubia. A pesar de ser muy joven, pues no tenía treinta años cuando vino al gobierno, era hombre prudente, de mucha autoridad, honesto de obras y de palabras. Siempre enemigo de la codicia y de la avaricia, y mejor era humilde. Cuando se le sustituyó tuvo que pedir dineros prestados para embarcarse. En el arreglo de su casa, en el comer, en el vestir siempre se mantuvo en comedimiento, y tanto en su conversación familiar y en público se condujo con respeto y gravedad. Sin embargo, algunas pasiones solían anidar en su pecho. En cierta ocasión se enemistó con Francisco de Garay, o porque la casa que este construyera (la Casa del Cordón) era más suntuosa que las que él había construido en la calle de la Fortaleza, junto al río, o porque le precedió en la empresa de construcciones. 46 Carlos Larrazábal Blanco El tesorero Santaclara no rindió buenas cuentas, y a todas luces se veía que no podía rendirlas dada la vida holgada, fastuosa y de fiestas en que se había enfrascado a vista de todos, tanto así que, en una comida que celebró, en vez de sal molida los saleros contenían oro en polvo de las minas de la colonia. Como era de esperarse, el tesorero tuvo que dejar el cargo y pagar lo adeudado, para lo cual se pusieron en pública almoneda todos sus bienes. Ovando en persona asistía a las subastas y ofreciendo a las concurrentes dulcísimas piñas de las primeras que se cosechaban en la isla trataba de levantar las pujas a más altas sumas. A poco de llegar a España, después de haber sido sustituido por don Diego Colón, falleció el segundo fundador de la ciudad de Santo Domingo de Guzmán. Los conquistadores 12.Los conquistadores españoles de la América ocupan en la historia de la humanidad un lugar de importancia por cuanto contribuyeron con su esfuerzo a hacer más grande el mundo, a darle a Europa nuevas fuentes de riqueza y poderío, a progresar de una manera visible el estudio de la Geografía en todos sus aspectos, y a crear, al correr de los siglos, nuevas naciones libres dotadas de sus características especiales. Muy conocidos son los nombres de Pizarro, conquistador del Perú; Hernán Cortés, conquistador de México; Diego de Velázquez, conquistador de Cuba; Juan Ponce de León, conquistador de Puerto Rico; Vasco Núñez de Balboa, conquistador del Istmo de Panamá; Pedro de Alvarado, conquistador de Guatemala, para citar solamente los que en nuestra Isla de Santo Domingo vivieron, tuvieron tierras e indios, fundaron villas, sojuzgaron pueblos e iniciaron su vida de proezas y ambiciones. De todos ellos se habrá leído que fueron crueles, tiranos, violentos, sedientos de oro, y en verdad, muchas veces no estaban lejos de estos defectos. Los conquistadores cometieron muchas crueldades, unas veces por espíritu de conservación, Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 47 puesto que otras tantas vieron peligrar sus vidas; otras por necesidad política o imperiosa obligación militar; pero otras también sin necesidad alguna. Mucho podía en todos, desde el capitán general hasta el más humilde infante, el estar lejos de su patria y del hogar, alejados del cariño de los suyos y de las leyes de su nación, y sobre todo, el estar continuamente en peligro de muerte inminente. Todo esto hace que en el hombre común broten pasiones, vicios; tendencias que en una vida tranquila, de trabajo, de disciplina social no hubieran brotado nunca. De ahí sus maldades, sus errores y también sus heroísmos. Pero no todos los conquistadores eran de la misma catadura moral. Unos eran simples aventureros, que se embarcaban para América en busca de novedades, de emociones fuertes a veces no sospechadas y de oro para sus bolsillos. Todo lo hacían por la razón de la fuerza, la guerra fue siempre su medio de acción, a veces también el crimen. Otros vinieron de España en la noble misión de predicar la fe de Cristo en las nuevas tierras descubiertas y ganar los indios para la religión católica que era ganarlos para la civilización de la época, y fueron sacerdotes, por lo general frailes. Y por fin el otro tipo de conquistador fue el que no vino al Nuevo Mundo sino como explotación de un personal asunto de comercio, obtener ganancias, hacerse ricos. Estaban alejados de la sed avariciosa y desordenada de oro de los primeros y del espíritu apostólico de los segundos. Tres personas que han intervenido en la historia de Santo Domingo representan estos tres tipos de conquistadores: Alonso de Ojeda, rudo, cruel, valentísimo, atrevido, de espíritu heroico, pendenciero, descubridor del Cibao y sojuzgador de Caonabo; descubridor de parte de Venezuela y de Curazao; Bartolomé de las Casas, llamado el Protector de los Indios, infatigable, emprendedor, apasionadísimo de su ideología en favor de la raza oprimida; Rodrigo de Bastidas, fundador de la ciudad de Santa Marta en Colombia, que vivió en Santo Domingo, fundó ingenios, tuvo la concesión de los derechos de aduana y aquí fundó mayorazgo. Las tres especies de conquistadores reúnen muchas condiciones de que todos los dominicanos nos debemos sentir 48 Carlos Larrazábal Blanco orgullosos, es decir, constancia, espíritu luchador, espíritu de sacrificio y por tanto tendencia al heroísmo, tenaz empeño en empresas grandes y difíciles, visión amplia de humanidad, espíritu universal, valor personal a toda prueba. Capítulo IV Gobierno y administración El primer gobernador 1. El primero que en la isla gobernó y administró fue el propio descubridor, y esta autoridad le provino del título que los Reyes, al venir a estas tierras en el primer viaje, le habían dado de Almirante, Virrey y Gobernador de las islas y tierra firme que descubriera, título confirmado en fecha posterior después del descubrimiento y antes de emprender el segundo viaje. En esta ocasión su autoridad fue aumentada por cuanto se le autorizó a nombrar gobernadores en las nuevas tierras descubiertas, lo mismo que, en ocasión de ausencia, designar su sustituto. Amparado en esta providencia cuando salió para Cuba dejó encargado de la colonia a su hermano Diego Colón asesorado por una junta o consejo compuesto por el padre Boil, Pedro Hernández Coronel, Antonio Sánchez Carvajal y Juan de Luján, personas todas de muchos valimientos. Así mismo cuando partió por segunda vez para España dejó en el gobierno de la isla a su otro hermano Bartolomé Colón, de quien hemos tenido ocasión de hablar. El Cabildo 2. El principal organismo político-social fue el Cabildo. Colón recibió autorización de los Reyes, cuando vino en su segundo viaje, para nombrar hasta tres regidores en las Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 49 poblaciones que fundara. Esto fue una concesión especial quizá por la constancia de tratarse de una empresa política nueva que estaría puntualmente prevista en las leyes españolas, porque, en verdad, no era la forma habitual del típico Cabildo español. Más tarde se instituyeron estos Cabildos siguiendo poco más o menos la pauta de los castellanos. Los españoles eran muy apegados a la vida municipal y fue siempre el Cabildo la expresión viva de la fuerza político-social del pueblo español. El Cabildo era como una célula en el organismo nacional; y en el organismo colonial hispano. Los fundadores, antes que la futura villa o ciudad tuviera su aspecto material urbano, lo primero que hacían era elegir los regidores que habían de formar el Cabildo. Podía no haber plazas, ni calles, ni edificios, pero había ya gobierno municipal, es decir, había ley, había justicia. Los Cabildos tenían por atribuciones el manejo de los fondos de la comunidad, el abastecimiento de provisiones, la atención al ornato y la higiene, la administración de justicia en primera instancia y el derecho de convocar al pueblo para deliberar sobre cuestiones de interés común y de cierta trascendencia. Una vez instalado un Cabildo los regidores se distribuían los cargos que tenían que desempeñar de acuerdo a las funciones que les estaban encomendadas y arriba hemos hecho mención. Los cargos más significativos eran los de síndico, procurador y alcalde. A los regidores les provenía su función de dos maneras: unos eran nombrados por el Rey, otros eran designados por el mismo Cabildo. Entre ellos los había en perpetuidad. Juntas de Procuradores 3. Una actividad de los municipios de la isla que merece atención especial es la formación de Juntas de Procuradores. En Santo Domingo se celebraron algunas, pero, quizá la más importante fue la del año 1518 convocada por los Padres 50 Carlos Larrazábal Blanco Jerónimos con motivo del envío de un procurador a España para que pidiese al Rey mercedes para la isla. Efectuaron sus «elecciones» para nombrar su procurador local y para formular peticiones las villas y ciudades siguientes: Santo Domingo, La Vega, Santiago, El Bonao, Buenaventura, San Juan, Puerto Plata, Azua, Higüey, Puerto Real, La Yaguana, Salvatierra de la Sabana. Lares de Guahaba se juntó para este objeto con Puerto Real, y no aparecen mencionadas El Seibo y Yáquimo porque esas poblaciones se habían juntado con las de Buenaventura y La Yaguana respectivamente. Los delegados de estas villas y ciudades se reunieron en Santo Domingo y deliberaron con libertad, únicamente dirigidos por sus ideas de bienestar colonial y por los intereses personalistas de la época que tenían dividida la colonia en banderías. De todo esto ha de tratarse más adelante, solamente hemos querido notar la fuerza de vida municipal que luego trascendía a la vida que podríamos llamar «nacional», es decir a los intereses de la isla toda. Es bueno advertir que esto pasó a la tradición política de nuestro pueblo. La Convención de Bondillo, en la Guerra de la Reconquista por Juan Sánchez Ramírez, fue formada por representantes de ciudades; los diputados dominicanos al Congreso haitiano representaban la Parte Este de la isla por ciudades; nuestros primeros constituyentes, en el año 1844, fueron representantes de ciudades; los constituyentes de Moca, revolución de julio de 1857, representaban también ciudades. La Real Audiencia 4,- Otro organismo esencialísimo del régimen colonial era la Real Audiencia. Los asuntos de justicia estuvieron en un principio en manos de un alcalde mayor. En La Isabela ejerció tal función el célebre Francisco Roldán. Más tarde, ya fundada la ciudad de Santo Domingo, lo fue Alonso Maldonado, pero la colonia prosperó un poco con Ovando, se fundaron varias villas y fue necesario nombrar otro alcalde mayor y dividir la isla Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 51 en dos jurisdicciones, una al Norte, con asiento en La Vega, y otra al Sur, con asiento en Santo Domingo. Más tarde fueron nombrados tres jueces de apelación y en 1511 fue creada la Real Audiencia, la primera de América. En sus comienzos funcionó la Audiencia con solo tres jueces, pero más tarde fue modificada y se constituyó con un presidente, cuatro oidores, un fiscal, un alguacil mayor y un teniente de canciller. El presidente lo era el gobernador. La Audiencia, además de su jurisdicción civil y criminal, tenía facultad de conocer todo lo concerniente al orden político y administrativo. A la muerte del gobernador la Audiencia se hacía cargo del gobierno o nombraba al oidor decano mientras venía el titular. Este tribunal fue una gran autoridad en la Colonia y cuando sus procedimientos fueron honestos, honrados y enérgicos resultó ser un eficaz contrapeso a los abusos y extralimitaciones de las autoridades, pero cuando estaba dirigido por oidores venales y corrompidos, como algunas veces aconteció, cooperó a las malas prácticas de gobierno de las autoridades malas y a la producción de escándalos en desdoro del Gobierno español y en perjuicio de la Colonia. La Audiencia del Nuevo Mundo 5. Al principio la Audiencia de Santo Domingo tenía jurisdicción en toda la América. No era, pues, solo la Real Audiencia de nuestra isla, sino la Real Audiencia del Nuevo Mundo. Pero a medida que otras conquistas fueron prosperando nuestro territorio político-judicial fue mermando. El primer desmembramiento fue el de Nueva España, pues dieciséis años después de fundada la nuestra fue creada la Audiencia de México. Después siguieron Panamá, Guatemala, Perú, Nueva Granada y por último Venezuela, en 1787. En todos estos territorios tuvo la Audiencia de Santo Domingo que intervenir, no solo para conocer asuntos de 52 Carlos Larrazábal Blanco justicia sino también de orden político y social. Nombraba gobernadores interinos a la muerte de los titulares; nombraba jueces de residencia y visitadores con atribuciones especiales y determinadas, con objeto de investigar las actuaciones de tal o cual gobernante; oía quejas contra las autoridades y trataba de poner remedio. Dos ejemplos bastan por ahora: la actuación de nuestra Audiencia en las desavenencias entre Almagro y Pizarro en el Perú y las diligencias practicadas para meter en paces a Cortés y Narváez en México. En el primer caso, como las gestiones diplomáticas, dada la distancia, no lograban nada, el presidente gobernador, Fuenmayor, envió a su hermano con gente, dinero y pertrechos de guerra. En el segundo caso envió la Audiencia al oidor Lucas Vázquez de Ayllón para evitar una ruptura entre ambos capitanes, Narváez y Cortés, pero como el primero notase que el oidor españolense quería parcializarse por el segundo, sin ningún respeto a la autoridad que representaba lo hizo preso y lo embarcó para Cuba, a donde Velázquez, cosa que nuestro oidor evadió logrando que el capitán de la nao lo condujera mejor a Santo Domingo. El gobernador 6. La autoridad suprema de la isla fue el gobernador, que en sus comienzos tuvo también autoridad judicial. El gobernador representaba la autoridad del Rey y solamente era responsable de su gestión ante este. Pero los gobernadores estaban sujetos a las llamadas «residencias» que consistían en el envío, por parte de la Metrópoli, de un individuo que venía con poderes suficientes para hacer pesquisas sobre sus actuaciones. Si resultaban de esto cargos de importancia podía ser sustituido y aun castigado severamente. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 53 Los oficiales reales 7. Como representantes del fisco existían los oficiales reales que eran el tesorero, el contador, el factor, el veedor, todos nombrados por el Rey. El cargo de tesorero era de mucha importancia y por las preeminencias que daba se hizo muy célebre Miguel de Pasamonte que estuvo muchos años en el disfrute de esa real oficialía. El contador llevaba cuenta de todo lo que se debía pagar y cobrar a nombre del Rey; el tesorero hacía efectivos esos cobros y pagos y también verificaba el cargamento de los barcos que entraban y salían para fijar la suma que se debía pagar en virtud de un impuesto de 7.5%; el veedor inspeccionaba las fundiciones de oro y separaba el quinto para el rey; el factor intervenía en asuntos de comercio. Capítulo V Organización social El espíritu de la empresa de España en América 1. El descubrimiento, la conquista, la colonización y gobierno de la isla fue tomado por España como una «empresa nacional», y así actuó en toda la América. Otras naciones adjudicaban esta empresa al mejor postor. España, en tanto, la tomó a su cargo como una obra de interés nacional. La Madre Patria, en esencia, no se apoderó materialmente de estas tierras sino que las incorporó a su organismo, tanto en lo civil, como en lo político y en lo religioso. España en América se reprodujo, como lo han hecho notar ya notables historiadores y escritores. España se transplantó a América, lo que no quiere decir que no existieran leyes especiales que pedían el medio y sus necesidades. 54 Carlos Larrazábal Blanco Diferencias sociales 2. Un criollo era legalmente un español, con iguales derechos, y legalmente lo era también el mismo indio. Desde luego, y como era natural, hubo sus diferencias sociales y el español de España se creía superior al nacido en el Nuevo Mundo, y este a su vez se creía superior al mestizo, así como este creía valer más que el indio o el negro puros. Todavía había más: los nacidos en América se creían por muy superiores cuando eran descendientes de descubridores, conquistadores o fundadores de villas. A pesar de la igualdad legal los criollos, sin embargo, no figuraron mucho en los principales cargos. Nunca hubo un solo gobernador de Santo Domingo que fuese criollo, aunque sí figuraron como oidores, contadores, tesoreros, sobre todo en las postrimerías de siglo xviii. Mestizaje indoespañol 3. Por lo general los conquistadores y colonizadores tomaron por mujeres, legítimamente o no, a las indias, de manera que desde un principio se procedió a la fusión de las dos razas. Hombres de otros pueblos no habían de proceder de esta manera, por ejemplo los ingleses, de espíritu más egoísta que el español, menos universal. En 1514, año del repartimiento de los indios, en La Vega, un 10%, poco más o menos de los varones adultos estaban casados con indias. Es de suponer que entre los varones solteros y que tenían sus mujeres en Castilla existirían muchos unidos con indias ilegítimamente, de suerte que el tanto por ciento de uniones debería ser superior. En Higüey los enlaces legítimos indoespañoles alcanzaban un 25%, en Santiago 12%, en Puerto Plata 27%, en Santo Domingo 2%, en Azua 13%, en Buenaventura 10%, en El Bonao 10%, en Puerto Real 5%, en La Yaguana 10%, en Salvatierra 18%, en Yáquimo 3%. Solamente de las villas que figuran en el repartimiento de 1514 Lares de Guahaba y San Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 55 Juan de la Maguana no aparecen con enlaces mixtos y teniendo en cuenta eso puede calcularse un 10% de promedio de uniones legítimas en toda la isla. Años más tarde el padre Las Casas apreció que de 60 a 80 vecinos españoles con que contaba La Yaguana la mayor parte estaban casados con mujeres jaragüeñas, y hace notar que había muchos matrimonios mixtos en La Vega y Santiago. La esclavitud 4. La preocupación principal de España en América no fue solamente la de explotar sus riquezas sino la de civilizarla e implantar la religión católica. Siempre vio ella en la conquista y colonización un lado espiritual, un aspecto idealista. Los medios de que se valió para todo esto fueron varios, medios militares y de fuerza, económicos, legislativos, todos reforzados o sirviéndoles de contralor el procedimiento más civilizador de que podían echar manos en aquella época, es decir, la religión. La esclavitud, sin disputa, fue un procedimiento que implantaron los españoles y de que hicieron constante uso y abuso, pero era una costumbre de la época y que venía de muy lejos. No hicieron ellos, pues, nada nuevo, no inventaron nada sino que aplicaron los principios sociales y morales de la época en que vivían. Sin embargo, la esclavitud de los indios, no la de los negros que practicaron los portugueses primero que los españoles, produjo discusiones y banderías tanto en la Colonia como en la Metrópoli. El padre Montesinos, antes de Las Casas, combatió, gobernando Diego Colón, la esclavitud de los naturales, y la libertad de esta raza fue bandera de los frailes dominicos. Los mismos Reyes Católicos, Fernando e Isabel, sobre todo esta última, no estuvieron nunca de acuerdo con esta esclavitud. Los españoles, por lo general, creían que el negro y el indio son personas tales como ellos, concepto que no era de la mente de otros europeos por más sabios, filósofos y estadistas que fuesen, y a la práctica esclavista los condujo en América imperiosa 56 Carlos Larrazábal Blanco necesidad de orden económico: la necesidad urgente de mano de obra barata, pero desde luego en contra del espíritu y de la letra de las célebres Leyes de Indias, y corrió solamente por cuenta de los colonos ayudados muchas veces por la debilidad, conveniencia propia o venialidad de gobernadores, oidores y oficiales reales. Capítulo VI Sociografía indoespañolense Síntesis de civilización 1. Los indios que encontró Colón en la Isla Española, y en las demás Antillas que descubrió, vivían en estado de civilización muy rudimentaria. No usaban prendas de vestir. Acaso las mujeres casadas se cubrían con enaguas muy cortas hechas de ciertas hojas, de productos vegetales secos y de tejidos de algodón. No moraban en cavernas sino en chozas; conocían el fuego que producían frotando trozos de madera de guásima; no sabían valerse del hierro, pero fabricaban utensilios de cerámica, y para usos de guerra, de caza, de pesca trabajados a base de piedra, madera, oro, fibras vegetales. No sabían contar sino hasta veinte y con palabras no designaban sino hasta diez. Para decir doce juntaban las dos manos y apartaban dos dedos de los pies, y para decir veinte juntaban ambas manos y ambos pies. Poseían los indios ideas religiosas, tradiciones, leyendas, mitos; prácticas sociales, políticas y agrícolas. Razas 2. Tres tipos de raza, de características definidas, han formado los estrados raciales de las Antillas: taínos, caribes y siboneyes. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 57 En la época del descubrimiento las tres razas convivían, la primera en todas las Antillas Mayores, la segunda en las Menores y la tercera en Cuba. La que marcaba el ritmo habitual de la civilización era la raza taína amenazada seriamente por los caribes que probablemente, al no ocurrir el descubrimiento, se hubiera enseñoreado de todo el archipiélago antillano dada su vocación guerrera muy desarrollada. La raza siboney la encontraron los españoles confirmada en Cuba, pero investigaciones practicadas en estos últimos años han descubierto en las cuevas de la bahía de Samaná huellas de siboneyes. Esta última raza era la más atrasada. Moraban en chozas, no empleaban metales, ni fabricaban objetos de cerámica, pero los hacían de conchas marinas. Vivían de la caza y la pesca, construían canoas, pero no practicaban nunca la agricultura. Una raza de tipo más atrasado estaba localizada, en la época de la conquista, al oeste de Cuba; moraba en cuevas y no se alimentaban sino de tortugas y peces. Eran los guanacaribes, quizás, anteriores a los siboneyes. Esta raza siboney fue suplantada por la taína que había alcanzado un grado superior de cultura pues se dedicaban a la agricultura, pulían la piedra y hacían trabajos de alfarería. Es importante notar que esta raza hizo progresos en las Antillas pues se ha considerado su cerámica superior a la que esa misma raza había desarrollado en su patria de origen. Razas de la Española 3. Cuando los españoles arribaron a nuestra isla encontraron un tipo común de raza, los taínos, y dos más, los macoriges y los ciguayos. Por su cerámica, por sus cultivos (principalmente yuca, maíz), por sus armas, por su idioma, los sabios hacen provenir la raza taína de las orillas del Orinoco. 58 Carlos Larrazábal Blanco Esta raza dominó la isla y procedía directamente de Boriquen quizás empujada por la caribe, también proveniente de Suramérica. Los taínos no solo se consolidaron en la Española, sino que pasaron a Cuba unos cincuenta o cien años antes del descubrimiento y sojuzgaron y esclavizaron los naturales de esa isla a quienes llamaron exbuneyes. Por eso cuando Higüey, huyendo de Ovando, llegó a Cuba, no fue acogido como extranjero. 4. Los macoriges habitaban la región de Monte Cristi y la de La Vega Real y los españoles los distinguieron geográficamente en indios de Macorix abajo (Monte Cristi) e indios de Macorix arriba (Vega Real) porque se distinguían por el idioma que eran diferentes, de suerte que fueron tres las lenguas habladas en la Española con la «general de la isla» más elegante, abundante de vocabularios, más dulce de sonido, cualidades todas que en Jaragua llegaron a su máxima perfección. 5. Los ciguayos eran de otra raza, probablemente descendientes de los primitivos siboneyes, y como los caribes y los de Cuba, usaban el cabello largo, que recogían hacia atrás en redecillas hechas de plumas de papagayo. No hablaban la «lengua general» sino otra que no sabemos si fuera la misma de una de las tribus macoriges. Es el caso que al «oro» llamaban tuob mientras en el resto de la isla era caona. Caracteres somáticos 6. Los indios tenían la piel cobriza, aunque llamó mucho la atención de los españoles encontrar algunos con la tez bastante blanca, entre ellos mujeres. El cabello era cerdoso, lacio y negro, pero algunas veces, en la infancia, castaño, la frente «cuadrada y llana», los ojos un poco rasgados, salientes ligeramente los pómulos. La nariz era gruesa y achatada. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 59 No eran ni muy gruesos ni muy delgados, sino entre «magrez y gordura», «las venas no del todo sumidas ni muy levantadas sobre la carne». Eran bien proporcionados de cuerpo y de estatura más bien baja, y sus sentidos corporales estaban muy desarrollados. Como vivían desnudos, eran fuertes a las inclemencias del tiempo, pero cualquier enfermedad les hacía gran daño. Se han encontrado cráneos de indios que poseen el «hueso del inca» que es un hueso que articula con el occipital y con ambos parietales. Temperamento y facultades 7. Por lo general los indios eran de natural simple, bonachón, de carácter dulce y amable. No se peleaban unos con otros y cuando lo hacían se golpeaban con los codos y los hombros y como con miedo de hacerse daño. No eran ladrones ni tenían vicios nefandos. El robo más insignificante era castigado severamente. Respetaban a las mujeres y existía la prohibición de la unión matrimonial con la hermana. Sin embargo, hay historiadores que les atribuyen vicios nefandos y señalaban lo livianas que fueron las mujeres con los conquistadores. No proferían palabras descompuestas y el mayor insulto era entre ellos decirse «ojos azules», «ojos negros» y «mahite» que traducido al lenguaje vernáculo quiere decir «dientemenos». Con suma facilidad reían o lloraban como si fueran niños y los colores chillones les llamaban mucho la atención. Su candidez era tan grande que entregaban oro a los españoles a cambio de cascabeles, pedazos de vidrio, un jubón o cualquier otra baratija. Sin embargo, los indios tenían facilidad para aprender bien pronto los oficios manuales de los españoles, como la platería, por ejemplo, y resultaron ser buenos memorizadores de los rezos que les enseñaban, no solo en su propia lengua, sino en latín y en español. 60 Carlos Larrazábal Blanco La casa 8. La casa que fabricaban llamábase «bohío», que era hecho de estacas redondas clavadas en tierra y entrelazadas con varas largas. Lo cobijaban con cana, guano o yaguas y tenía por lo general una forma cónica con lo que se escurría mejor el agua llovediza. El que dedicaban al cacique o para usos religiosos era de construcción más esmerada con una como enramada delante y dando por lo general a una plaza llamada «batey». Una sola pieza constituía la casa de los indios donde por sillas tenían unos asientos de madera llamados «dujos», por camas, hamacas, o barbacoas. Como no conocían el hierro, los clavos y las bisagras eran reemplazados por bejucos que hacían de cuerdas de amarre. En cada bohío podían alojarse hasta 10 o 15 personas. Alimentación 9. Los indios no eran de una actividad de vida definida, sino que tenían algo de pueblo cazador, algo de pescador y algo de sedentario. Por tanto para la consecución de su sustento cazaban, pescaban y cultivaban. Entre las piezas de caza no solamente se contaban las aves, sino también las jutías y otros roedores que comían cocidos, pero sin despojarlos de las entrañas. Solo quitaban los pelos. Las carnes las secaban al sol y los pescados los conservaban en yaguas. También comían iguanas, cangrejos y mariscos. Eran hábiles pescadores. Usaban redes muy bien tejidas, anzuelos de huesos de pescado y flechas para los peces más grandes. Utilizaban también para estos fines su gran habilidad que tenían para nadar y sus canoas construidas de un solo tronco de árbol y a veces tan grandes que tenían capacidad para 50 y para 100 hombres. Para obtener sal evaporaban el agua del mar. Como alimentación vegetal tenían la yuca, de la que preparaban el casabe; la guáyiga, de que también hacían una especie de pan, los ajes y batatas, el maíz que comían asado o tierno. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 61 10. Cultivaban también lerenes y maníes probablemente para fines alimenticios. Con la guáyiga rallada y preparada llevaban la precaución de dejarla a la intemperie hasta cuando se cundiera de gusanos, lo que efectuado ponían el producto en condiciones de ser asado en el burén. En efecto, la presencia de gusanos indicaba una fermentación que anunciaba la transformación de los principios venenosos de este vegetal en productos inofensivos. Les gustaba comer la batata asada, pero antes la ponían a la intemperie cubierta de cierta hoja grande y solo la llevaban a las brasas cuando el tubérculo rezumaba una especie de resina. Dos cosas para condimentar tenían: el ají picante, que era objeto de cultivo, y el «jien», que era un líquido que resultaba del lavado de yuca rallada, sumamente venenoso, que puesto a fermentar se transformaba en especie de vinagre. Con el «jien» sin transformar solían suicidarse los indios después que los españoles vinieron. 11. Después de la cosecha de yuca los naturales preparaban el casabe, cosa que tenía mucho interés. Generalmente se reunían varias personas para su fabricación, hombres y mujeres, y estas amenizaban el acto con bailes y cantos. Rallaban la raíz en una piedra áspera llamada «guariquitén», luego metían el producto dentro del «cibucán», que era un colador grande, y echando abundante cantidad de agua lo exprimían con fuerza, por lo que siempre eran los hombres los encargados de esta operación. Después el producto del colador lo pasaban por un cedazo para obtener un polvo más fino que lo llevaban al burén para someterlo a la acción del fuego. El casabe preparado en estas condiciones era el de tipo corriente y tenía un espesor como de medio dedo, pero fabricaban otro de granos más finos y más delgado que llamaban casabe «jaujau», destinado a los caciques y personas principales. Resultaba de una variante en la fabricación del anterior que consistía en volver a rallar en una piedra cubierta con piel de pescado el producto tamizado por el cedazo. 62 Carlos Larrazábal Blanco 12. No tenían los naturales horas fijas y reglamentarias para comer. Lo hacían en pequeñas cantidades y a cada rato. Daban la sensación de que no eran glotones, de que comían poco. A veces después de cena, sobre todo, se llevaban a la boca una hierba especial en forma de hoja de lechuga que antes marchitaban un poco al fuego y cubrían de ceniza, y no bien la saboreaban vomitaban cuanto habían comido para después seguir comiendo de nuevo. 13. Desde luego, los indios necesitaban para su cocina del fuego y lo obtenían por frotación del ya citado palo de guásima, pero una manera especial tenían y era la siguiente: con los pies sostenían un pedazo de la madera aludida al que se le había abierto un pequeño agujero. En este le introducían un trozo cilíndrico más delgado y con ambas manos se le impartía un movimiento de taladro cada vez más rápido y violento hasta que brotaba el fuego deseado, quizá el movimiento que se le imparte al molinillo cuando se prepara en nuestras casas el chocolate. Vida social 14. Los indios se constituían en vida de familia y el grupo padre, madre e hijos tenía un valor preponderante en la vida social. El padre cultivaba, cazaba, pescaba, construía el bohío, fabricaba canoas, armas, iba a la guerra. La madre cuidaba la prole, cocinaba el pan, intervenía en los cultivos, iba por agua al río, hilaba el algodón, tejía enaguas, mantas, hamacas, se ocupaba en la cerámica. Los papás instruían en sus oficios a sus hijos, así como en sus costumbres y ritos, y los iniciaban en su religión y culto divino. Después que los hijos crecían y ayudaban a sus padres, los casaban. El matrimonio era monoexogámico, quiere decir casaban los hombres con una sola mujer fuera de su linaje. Solo los caciques eran polígamos. Se dijo que Boechío tuvo 30 mujeres. Lo principal del matrimonio era la compra que el novio hacía Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 63 de la mujer que iba a desposar, siendo el precio sartas de cuentas de piedras u hojas de guanín, un oro de mala ley, que luego colgaban de las orejas como adorno las mujeres. No casaban con hermanas, como los egipcios lo hacían. El matrimonio de los caciques era tan indisoluble que por lo general no se admitía la viudez de las mujeres: ellas debían enterrarse vivas con el esposo muerto. 15. Multiplicándose las familias crecían los linajes y de muchos se formaba un barrio. «Barrios, dice Las Casas, es una parentela que ha crecido y héchose de unos muchos y pobládose muchas casas y constituídose una vecindad de hijos y nietos». En la Española los indios se congregaban en pueblos grandes porque no solo una familia formaba un barrio y linaje, sino que a veces se juntaban varios barrios. Las villas eran de ciento, doscientos y quinientos bohíos y moraban en cada uno de ellos diez y quince personas. Las casas no estaban ordenadas por calles, pero había una plaza, el batey, donde se jugaba pelota, que era frontera al bohío del cacique, casa más vistosa que las demás. Los sitios para sus poblados y casas eran bien escogidos y daba buena impresión su limpieza y adorno, pero sin embargo, el doctor Chanca critica lo contrario, pues le sorprendió que las casas que vio fueran sucias, estuviesen en sitios malsanos y cubiertas de malezas en su derredor, lo cual bien pudo provenir de su afán de buscar sitios difíciles para huir de los españoles de la Navidad. 16. La esclavitud no existía sino en favor de los caciques y señores. La estructura económica de la sociedad era colectivista. El trabajo se fundaba en un reparto equitativo de sus utilidades. Los naborias no eran esclavos propiamente tales, sino individuos que por su inferior condición mental venían a ser sirvientes. 17. La herencia no existía en propiedad, o mejor no caía en pocas manos, pues había de distribuirse por igual entre todos los 64 Carlos Larrazábal Blanco miembros de un linaje, barrio o poblado, a la muerte de quien era el único que podía dejar algunos bienes muebles, es decir, el cacique, o quizás también a la muerte de algún otro señor. No había herencia cuando junto con el difunto enterraban sus bienes, como solía suceder. Entre los indios, pues, no era posible acumulación de riquezas. 18. No hay noticia de que los indios de la Española comerciasen con los de las demás islas y aun dentro de la misma isla no se sentía ese necesidad, pero sí se sabe que algunas veces cambalachaban ciertas cosas, pero lo que no constituía, a la verdad, verdadero comercio. El cacicato 19. Los indios se gobernaban por medio de reyes llamados «caciques», que eran la más alta representación política y social. El gobierno del cacique era absoluto. Las leyes eran las costumbres y las tradiciones. El poblado tenía una importancia política grande, pues representaba la más alta organización colectivista entre los indios. El cargo de cacique era hereditario, pero no pasaba a los hijos, sino a las hijas de las hermanas. A la muerte de Boechío lo heredó en el gobierno Anacaona que convienen los historiadores primitivos de Indias era hermana del rey difunto, lo que hace pensar dos cosas: o que se equivocaron los historiadores y Anacaona no era hermana, sino sobrina, o se equivocó Las Casas y no solo heredaban la corona real los hijos de hermanas, sino también las hermanas mismas. La razón que tenían para arreglar la sucesión de esta manera era que no tenían los caciques por tan ciertos sus propios hijos como los hijos de sus hermanas, estas eran ciertamente sus hermanas por cuanto eran hijas de su madre. De manera que encontramos en nuestra Isla Española una verídica reminiscencia de una forma de sistema político matriarcal muy lejano y que no es novedad alguna en civilizaciones primitivas. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 65 El cacique debía vivir en la casa mejor construida, ordenaba la caza, la pesca, la siembra, la labranza y organizaba las fiestas, los areítos, la cohoba. Al cacique se le prohibía heredar otra cosa que no fuera el gobierno sobre sus súbditos y le estaba vedado el intervenir en la caza y la pesca de otro cacicazgo vecino, pues de lo contrario se suscitaban las guerras. 20. El gobierno, a pesar de ser absoluto, no era tiránico, sino patriarcal. El pueblo era obediente y sumiso, y el gobernante consentía relaciones de familiaridad con sus súbditos, asistía con ellos a las fiestas, al juego de pelota, a la cohoba, comían juntos, y no solo en un mismo sitio, sino del mismo plato. 21. Seguía en categoría al cacique el nitaíno que, además de ser un capitán de guerra, asumía funciones judiciales. De igual categoría que este se consideraba al behíque. Existían en el cacicato diferencias sociales que iban del cacique hasta el naboria. Tres tratamientos distinguían a las personas principales: goaxerí, que equivalía al tratamiento de «usted»; baharí, que equivalía a «su señoría»; y matunherí, que era el más elevado tratamiento, como decir «vuestra alteza». Agricultura 22. De dos maneras sembraban los indios, por estacas y por semillas. Por el primer procedimiento sembraban la yuca, los ajes y batatas, por el segundo el maíz. La yucubía era la planta más notable de los indios y la que merecía las atenciones de un cultivo muy cuidadoso y especial, puesto que de sus raíces, la yuca, hacían su pan favorito, el casabe. Los plantíos de yucubía, que se llamaban «conucos», estaban formados por hileras de mil, dos mil y hasta diez mil pies en longitud de montículos de tierra distanciados unos de otros dos o tres pies. En esos montículos enterraban los cujes de yucubía. Todo el sembrado lo mantenían siempre limpio, y acostumbraban a hacer la 66 Carlos Larrazábal Blanco plantación para la luna nueva. Los ajes y batatas acostumbraban a sembrarlos de manera y forma parecidas. El cultivo del maíz también les era muy útil, pues le servía esta semilla de alimento y probablemente preparaban chicha por fermentación. Cultivaban varias clases de maíz:, blanco, rojo, morado y amarillo. También sembraban los indios lerenes, maní, ají y una planta medicinal, purgativa, que los españoles llamaron «el arbolillo de las manzanillas». Guerras 23. Los indios practicaban la guerra unos contra otros, pero ni duraban mucho tiempo ni eran muy sangrientas. La causa de la guerra era, por lo general, o porque un cacique daba en matrimonio su hija a otro en perjuicio del primero a quien la había ofrecido, o porque se invadía jurisdicción ajena en la caza de la jutía, o se usaban ríos de otro cacique para la pesca. Las armas eran flechas, varas y macanas. Hacían las flechas de cogollos de ciertas cañas y en la punta les ponían espinas de pescados. A veces las empozoñaban. La vara era un arma peligrosa que tenía por lanzadera otro palo que se asía fuertemente por una empuñadura que se entraba hasta la muñeca. En el otro extremo de la lanzadera había una muesca donde se sujetaba la vara para ser lanzada al aire con cierto impulso y movimiento que había de hacerse. Las macanas eran palos largos, unos algo planos, otros en forma de bastos. Para ir a la guerra, los indios se pintaban el cuerpo y los caciques se amarraban a la cabeza un cemí. Usaban caracoles sonoros y armaban siempre grandes griteríos. Cerámica y arte lítico 24. La cerámica indoespañolense presenta una gran variedad de formas y ha sido clasificada por el doctor Reiney, de la Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 67 Universidad de Yale, en dos tipos principales, aplicables a toda la alfarería antillana: el «Meillac» y el «Carrier», nombres que corresponden a sitios de excavación en nuestra isla. Las figuras zoomórficas y antropomórficas, que son elementos característicos de la cultura taína, se han desarrollado entre los indios de la Española hasta llegar a una forma superior a la desarrollada en los probables orígenes suramericanos de la raza y su arte. 25. Los objetos más comunes de cerámica son vasos, jarras y ollas; y de arte lítico hachas, cemíes, collares. Hay dos formas de industria de la piedra, una más antigua y otra más moderna, caribe, o de influencia caribe, que disminuye su frecuencia comúnmente. Las hachas amigdaloides, hechas de piedra dura (serpentina, diorita) son de origen caribe. Las hay con figuras humanas como una encontrada en la Española. Existen otras que son de tipo redondo y parecen más azuelas que hachas. Un objeto lítico muy típico es el collar de piedra de una sola pieza y como de 50 centímetros de eje mayor. Estos collares, los ídolos de tres puntas y las máscaras constituyen las formas más interesantes de la escultura taína desarrollada en la Isla Española y las demás Antillas Mayores. Religión 26. Parece ser que los indios de la Española tenían una idea un poco vaga y confusa de la existencia de un solo Dios que residía en el cielo, pero que tenía madre y un hermano. Lo esencial de la religión indiana era el culto de los antepasados y de las potencias ocultas de la naturaleza. Reverenciaban mucho a sus antecesores y sus huesos los conservaban, a veces, en estatuas de madera. Estas eran consultadas y respondían a las preguntas que se les hacían. En cierta ocasión dieron, unos españoles, con un oráculo de estos en una población de indios y como uno del grupo no creyese que la voz era de la propia 68 Carlos Larrazábal Blanco estatua, arremetió contra ella y la derribó de un puntapié. Cuál no sería la sorpresa de esos individuos al percatarse que debajo de la estatua había un hombre que por medio de una especie de bocina hablaba todo lo que la gente, llena de admiración, escuchaba. Las potencias de la naturaleza las representaban en sus cemíes que constituían la parte principal del culto. Había cemíes que traían la lluvia, que hacían salir el sol en beneficio de las cosechas; los había para dar hijos, para producir bienes. Unos producían el rayo, otros las enfermedades, etc. Ciertos cemíes adquirían mucha importancia y ese era objeto de un culto muy especial y le dedicaban fiestas y ofrendas. Esas ofrendas consistían en llevar en procesión encabezada por el cacique, al son de música y cantos, parte de sus cosechas de yuca, ajes y batatas, maíz, como primicias, así también como casabe que el cacique repartía después que llegaba la procesión a la casa donde estaba el cemí. Un cemí existió que según decían los indios en cierta guerra fue quemado y que lavándolo con zumo de yuca le crecieron los brazos y le salieron otra vez los ojos y creció todo él. Este cemí producía enfermedades a los hombres, y cuando les aquejaba la dolencia producida por este cemí acudían adonde el behíque que bien podía decirle, por ejemplo, que el mal le había venido porque se había descuidado en traer casabe y otras cosas de comer o había olvidado la limpieza del oratorio. Como práctica religiosa no solo tenían las ofrendas, sino también los ayunos hasta de siete días con solo probar el zumo de cierta planta. La cohoba 27. Los indios, tanto los principales como los del pueblo, acudían al behíque en casos de importancia. Sabían por su mediación si les había de venir algún bien o algún mal, si debían hacer o no la guerra, o cualquier otra cosa que tuviera interés particular o general. Estas consultas no se hacían al behíque, Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 69 sino en actos especiales que celebraban con toda dignidad y respeto que se llaman «la cohoba», y consistían en lo siguiente: El behíque, en presencia de todos los que comparecían al acto, se sentaba en dujo color negro, asiento bien labrado y reluciente. En un plato, ligeramente combo y también negro, traíanle unos polvos vegetales que absorbía por medio de un instrumento largo, hueco, también de color negro y que terminaba en dos tubitos cortos para adaptar cada uno a la ventana de la nariz correspondiente. Después de un rato el behíque caía en un estado somnoliento y entonces era cuando vaticinaba el porvenir, contestaba a las preguntas que se le hacían, daba consejos, pero todo con palabras entrecortadas y confusas. La cohoba también se celebraba, con permiso del cacique y del behíque, para cualquier asunto y por iniciativa particular y parece que entonces varias personas absorbían los polvos, pero siempre comenzando el cacique. El que absorbía los polvos quedaba un rato con la cabeza vuelta hacia un lado y los brazos sobre las rodillas, después los alzaba hacia al cielo y comenzaba a hablar o hacer oración, a lo que todos los presentes contestaban a coro como diciendo amén. Después de esto refería la visión que había tenido. Mitos y leyendas 28. El mito del origen del hombre y la población de la tierra: Los hombres y las mujeres estaban encerrados en una cueva custodiada de noche por Marocael que un buen día descuidó su obligación, el Sol se lo llevó y no regresó más. Algunos quisieron salir de la cueva, pero fueron transformados en árboles de jobo. Otro hizo salir a un compañero para que buscara una hierba útil para limpiarse el cuerpo, pero este fue transformado en pájaro. Guagujioma, que fue el que mandó a buscar la hierba, salió de la cueva y se llevó todas las mujeres. Como era natural, los que quedaron se desesperaron por la partida de las mujeres y siempre que llovía iban tras sus huellas. Una vez, ya fuera de 70 Carlos Larrazábal Blanco la cueva, a tiempo que se bañaban, notaron que de algunos árboles pendían cierta especie de objetos que no eran ni hombres ni mujeres y al irlas a coger estas «especies de personas», como dice fray Ramón Pané, huyeron precipitadamente. Entonces los hombres pidieron a sus caciques les suministraran indios caracoles, es decir hombres como leprosos que con las manos ásperas y corrugadas podían asir fácilmente a aquellos seres. En efecto así sucedió, aquellos seres vinieron a poder de los hombres y con la ayuda del pájaro Inriri, que los picó, quedaron convertidos en mujeres. 29. El mito del diluvio. Jayael quiso matar a su padre Jaya, pero este lo desterró y después le quitó la vida. Entonces tomó los huesos del hijo muerto y los encerró en una calabaza que colgó del techo de su bohío. Cierto día Jaya quiso abrir la calabaza y llamó a su mujer y notó que dentro había mucha agua y numerosos peces. La noticia se extendió y cuatro hermanos gemelos quisieron, en desobediencia de lo recomendado, ver dentro de la calabaza y al uno de ellos tomarla cayó al suelo saliendo abundantísima cantidad de agua que anegó toda la tierra y la pobló de infinito número de peces. El mito del diluvio es común a todas las civilizaciones primitivas. 30. Leyenda que profetiza la llegada de los españoles. Una leyenda que tiene cierto interés es la siguiente: cierto cacique ayunó en loor al «Señor Grande que vive en el Cielo» por espacio de seis o siete días al cabo de los cuales entabló conversación con un cemí llamado Yocahuguama, el que le comunicó que, después de acaecida su muerte, pocos de los que quedasen vivos gozarían de sus tierras y sus casas porque una gente vestida se enseñorearía de toda ella y todos morirían. Los indios no entendieron el vaticino, y como sus enemigos más cercanos eran los caribes, sus ciudadanos se redoblaron Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 71 contra esta raza cuyo fin, a la verdad, era el dominar las Antillas todas como ya lo habían en las Menores y como siempre lo pretendieron con Puerto Rico que sufrió sus ataques aún mucho después de la conquista. 31. Cuidado de enfermos y costumbres mortuorias. Los indios cuidaban bien de sus enfermos pero cuando eran personas ancianas o habían contraído enfermedad, al parecer incurable, o los estrangulaban con permiso del cacique, o los transportaban a un sitio solitario, les ponían al lado un poco de agua y algo de comer y allí lo abandonaban. Algunas veces iban a visitarlo para bañarlo porque les gustaba mucho el baño. Cuando el cacique estaba para morir por respeto lo ahogaban estrangulándolo porque él no debía hacerlo como uno cualquiera. Después, o lo enterraban en una caverna con una higüera de agua o casabe al lado, o lo incineraban, o le abrían el cuerpo, lo secaban al fuego y lo conservaban. Por lo general, los parientes entonaban músicas, cantos y bailaban. Las mujeres lo envolvían con bandas de tejidos de algodón. 32. Los indios creían que cuando uno moría su espíritu o alma aparecía a los vivos y por eso tenían miedo a la oscuridad y a la soledad. Según algunos indios, estas «hupías» habitaban las altas montañas y bajaban a los valles a comer mamey, por esto no les gustaba comer esta fruta. Creían que existía un lugar donde iban las personas buenas después que morían. 33. Quien ejercía la medicina era el behíque y es interesante la manera como actuaba. Hasta cierto punto, en la práctica corriente tienen que despersonalizarse identificándose con el enfermo. Así, guarda la misma dieta, se purga con él y toma la cara de tal. Si el enfermo acudía a casa del behíque, todo el tratamiento consistía en un purgante, dieta y acaso la aplicación de un vomitivo, régimen que debía el médico seguir al pie de la letra, pues había la creencia de que el buen o mal éxito de la cura 72 Carlos Larrazábal Blanco dependía en gran parte de si el behíque seguía o no con rigor el régimen aconsejando a su enfermo. Si el médico iba a casa del enfermo el tratamiento variaba, pues parece se trataba de un caso difícil. El behíque, toda la cara tiznada de negro, entraba al bohío que debía estar en silencio y solamente con dos o tres personas de las principales. Se tomaban ciertas hojas y entonando una canción le extraían su jugo. Luego se acercaba el behíque al enfermo, le palpaba las piernas a manera de masaje, gesticulaba como si destrozara algo tirando fuertemente, salía a la puerta del bohío y diciendo algunas palabras incomprensibles hacía que soplaba alguna cosa. Entonces volvía hacia el enfermo con las manos juntas y temblorosas, las soplaba y comenzaba a chuparle el cuerpo acabado lo cual, entre toses y gestos desagradables, sacaba de la boca algún objeto que de antemano se había introducido en ella. Este objeto de piedra, de hueso o de madera, representaba el mal que tenía y que le había producido el cemí. Este objeto también adquiría la propiedad de cemí. 34. La enfermedad más común entre los indios era la buba, que sabían curar con una pócima preparada a base de madera de guayacán. 35. Cuando un individuo moría se practicaba la ceremonia de la interrogación. Reuníanse alrededor del cadáver y le cortaban las uñas y el pelo que reducidos a polvo lo mezclaban con jugo de ciertas plantas con el objeto de preparar una bebida que vertían en la boca del difunto. Entonces comenzaba el interrogatorio que se refería a si el behíque había cumplido bien con sus obligaciones como médico y si había ayunado lo suficiente. También había otra prueba, que era echar al muerto dentro de una gran hoguera y tapándolo luego con tierra hacían las interrogaciones. Con esto se quería saber quién era el culpable de la muerte, si el enfermo o su médico. Si este resultaba ser el responsable, los familiares se iban donde el behíque, lo vapuleaban hasta darlo por muerto. Si no moría era porque los cemíes Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 73 lo habían ayudado en forma de culebras blancas, negras y verdes y de nuevo lo atacaban cuidando entonces de sacarle los ojos y hacerle otras mutilaciones. Aderezo personal 36. Ya hemos visto que los indios vivían, por lo general, desnudos. Las mujeres casadas poníanse unas falditas cortas, las enaguas, de material diverso, pero que las fabricaban también de tejido de algodón. Por lo general llegaban hasta encima de la rodilla, pero las mujeres de significación podían usarlas largas hasta los pies. Otra pieza que fabricaban de algodón eran mantas que con toda seguridad las usaban en actos especiales o personas de condición superior. Las mujeres se horadaban las orejas para colgarse planchas de guanín que colgaban hasta los hombros y usaban, también como adorno, collares de sartas de piedras y collares de hueso. Estos estaban constituidos por unas 60 o 70 piedrecitas entretejidas por hilos de algodón muy bien lebradas. En la porción que daba al pecho pendía con joyel, todo engastado en pedacitos de hueso de pescado con piedrecitas de color interpuestas, representando una cara humana muy fea. Estos collares los usaban también los caciques y señores para ponerlos en la cabeza. Los collares monolíticos de que hemos hablado eran también para su aderezo. Otra prenda de su atuendo personal eran los cinturones, anchos, como de tres dedos, adornados también de huesecillos con labores blancas y coloradas y con engastes de pedacitos de oro y entretejido todo por hilos de algodón. Las personas de significación usaban en algunas ocasiones cierta clase de calzados llamados «cotaras» que no eran sino, poco más o menos, lo que nuestros campesinos de ahora llaman «soletas», y también hechas de piel. Acostumbraban los indios pintarse el cuerpo con diversas sustancias. Unas veces era para ir a la guerra, otras para asistir 74 Carlos Larrazábal Blanco a la cohoba y a los areítos, para asistir a sus actos de magia que hacían con los enfermos, y a veces para evitar las picaduras de los insectos. Había ocasiones en que pintarrajeaban la cara de tal suerte que horrorizaban a los niños y parecían verdaderos demonios. La bija era una sustancia muy favorecida por este arte. Juego de pelota El juego de la pelota era muy interesante. En una cancha llamada «batey», que también era el nombre de la pelota y del juego, se distribuían dos bandos de 20 a 30 individuos cada uno frente a otro. Un jugador lanzaba la pelota al grupo de enfrente del cual otro jugador debía hacerla rebotar con los hombros si venía por alto, o con la región glútea, poniendo la mano derecha en tierra, si la pelota venía más baja. Las mujeres también jugaban pero hacían rebatir la pelota con los puños y con las rodillas. De esta manera la pelota iba y venía de un bando a otro hasta que un jugador cometía falta. Fabricaban las pelotas de zumos de planta, y eran bastante grandes y rebotaban mucho. No jugaban los indios desinteresadamente, sino que siempre ponían algo a ganar o perder, y después que los españoles arribaron hasta objetos propios de estos como sayos y paños. Areítos Era la fiesta más típica y original. Una especie de canto y baile a base de tradición y leyenda. Servía para conmemorar los hechos importantes, faustos y nefastos, como la muerte de un cacique. La fiesta que Anacaona le dedicó a Ovando fue un areíto. Mayobanex no quiso entregar a Guarionex al Adelantado Bartolomé Colón y entre las causas que adujo fue que le estaba muy agradecido pues les había enseñado, a él y a su esposa, el «areíto de la Maguá», esto es, le había enseñado a «bailar los bailes de La Vega», «que no se tenía ni estimaba en poco». Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 75 El areíto era dirigido por un jefe, el «tequina», que entonaba una leyenda llevando el compás de instrumentos musicales y de canciones y haciendo figuras con el cuerpo. Todos los asistentes, las manos o los brazos entrelazados, imitaban la actitud del tequina. La fiesta duraba horas y a veces se amanecía hasta que acababa en postración general, en parte, debido a las bebidas alcohólicas que tomaban. En este estado el tequina luego hacía el elogio del cacique o proponía cuestiones que tenían algún interés. Los instrumentos usados eran tambores, maracas, marimbas, el guamo o caracol sonoro. Los grandes cacicazgos Por lo general se conviene en que la isla, a la llegada de los españoles, estaba dividida en cinco cacicazgos: Marién, Maguá, Higüey, Maguana y Jaragua, y que fueron sus reyes principales: Guacanagarix, de Marién; Guarionex, de Maguá; Higuanama y Cotubanamá, de Higüey; Caonabo, de Maguana; Boechío y Anacaona, de Jaragua. Pero no es bueno comprender estas cosas como si en realidad hubiesen sido así exactamente. Estos cacicazgos no eran como Estados independientes, porque de ser así los caminos hubiesen sido más numerosos, perfectos y transitados, el comercio se hubiera desarrollado, hubiesen existido fronteras y las guerras hubieran sido más frecuentes y grandes. Tampoco hay que pensar en una forma federativa, aunque algunos pueblos ayudasen a otros en ciertas ocasiones. Un cacique no era sino el cabeza de un pueblo de indios con influencia inmediata y directa sobre ese pueblo, nada más. Si este pueblo era grande, y los podía haber hasta de dos mil personas y más, su influencia irradiaba hacia centros más pequeños o «barrios» apartados y sobre hogares dispersos. Los cinco «grandes reyes o señores» no fueron, pues, sino jefes de grandes centros de población. Los españoles primitivos vieron claro en esto y llamaban «cacique» al jefe de un pueblo. 76 Carlos Larrazábal Blanco La unidad de los cacicazgos es dudosa. Las Casas, que quiso entrever instituciones políticas bien determinadas, fuerza le fue dudar de que Mayobanex, cacique entre los ciguayos, fuese subalterno de Guarionex, y que Haniguayagua formara cuerpo político con Jaragua. Además de las dudas de Las Casas existen de evidencia estas otras cuestiones: Caonabo se movía, en sus campañas contra los españoles, independiente de fronteras y de toda noción de derecho internacional. Así hizo desplazándose, cuando fue necesario, hacia Marién y hacia Maguá. Guacanagarix contribuyó con los indios a la conquista del Cibao moviéndose hacia Maguá. Cotubanamá no era sino señor de la Saona y tierras aledañas al sur de Salvaleón; la india Catalina era cabeza principal en las regiones del Nizao; los indios de Icayagua tenían su señor y ayudaron a Esquivel en la conquista de Higüey, luego es dudosa la existencia de un cacicato de Higüey desde cabo Engaño hasta Haina. Provincias Además de esta división en cinco grandes cacicazgos la isla comprendía varias provincias, unas treinta, según cuentan historiadores clásicos. Estas regiones tomaban algunas veces nombres (o así las designaban los españoles) de un cacique, o del pueblo de indios en ellas asentados: Haniguayabá y Bonao, por ejemplo, eran nombres de caciques; Baoruco nombre de pueblo. Estas regiones tenían más importancia en lo que podríamos llamar división política de la isla que los llamados cacicazgos porque eran, las más, sedes de poblaciones de importancia y ya sabemos era el pueblo de indios el verdadero cacicato y la fuerza principal política y social. El ataque al pueblo fue lo esencial en la caída de la raza india. Los españoles unas veces fundaron cerca de poblaciones indias para mejor control y hacerlas trabajar para su sustento; otras en un pueblo adrede destruido y dispersado. La Navidad se fundó cerca de la sede de Guacanagarix. Después, La Isabela, Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 77 Santo Tomás, la Concepción se fundaron cerca de poblaciones, o en ellas mismas. La Magdalena se instaló en el pueblo del cacique Guatiguaná, El Bonao en asiento del cacique del mismo nombre, y así se procedió con Higüey y Azua, y probablemente, Lares de Guahaba y Salvatierra de la Sabana se fundaron en los asientos de los caciques de Guahaba y Haniguayabá. Capítulo VII Santo Domingo centro de expediciones La Cuna de América 1. Una vez los españoles se asentaron definitivamente en la Isla Española se hizo esta centro de expediciones para nuevos descubrimientos, nuevas conquistas y empresas nuevas de colonización. Santo Domingo fue entonces el centro y la sede principal del poder civil, político y militar de la Madre Patria en las recién ganadas tierras, así como también el poderío espiritual del cristianismo. Por esta razón bien merecido se tiene nuestra isla el sugestivo dictado de Cuna de América. Viaje de Colón a Cuba 2. La primera expedición que salió fue comandada por el propio Primer Almirante que se hizo a la vela en La Isabela, en el año de 1494, con la intención de percatarse de si la tierra por él llamada Juana, en su primer viaje de descubrimiento, era isla o porción continental. Colón bojeó a Cuba por el Sur, anduvo por los Jardines de la Reina y concluyó en favor de su carácter de continente. En esta oportunidad descubrió el Almirante a Jamaica, a la que llamó Santiago, y costeó toda la porción sur de nuestra isla descubriendo y reconociendo: el cabo San Miguel, hoy 78 Carlos Larrazábal Blanco Tiburón, las islas Alta Vela y Beata, las tierras de la cacica Catalina, regadas por el Nizao; las islas de Santa Catalina y de La Bella Savonesa que siempre se dijo Saona. Al norte de esta isla, en el estrecho y bajo canal que la separa de la isla mayor, pasó Colón el primer ciclón que registran los anales de nuestra historia. Los nombres asignados a estos lugares descubiertos los impuso el propio Almirante, y el primero de San Miguel, al cabo Tiburón, y el sugestivo de La Bella Savonesa los dedicó a un buen amigo que con él viajaba en esta oportunidad, natural de Savona o Saona, en Italia, Miguel Cuneo. ¿No tocará esto, aunque sea ligeramente, sobre la italianidad del Almirante? ¿No habla esto, aunque fuere para sugerir, sobre el temperamento «poético» que se le atribuye al Descubridor? Una vez el azote del huracán pasó, Colón llegó hasta la isla Amona de donde, enfermo de gravedad, hizo rumbo directo a La Isabela. Había efectuado un derrotero que tuvo su importancia geográfica y política: amplió las lindes del piélago antillano, aumentó tierras al imperio español y cristalizó el concepto de isla como la entidad geográfica de la Española. Viaje de Sebastián de Ocampo 3. El error que Colón cometió con su apreciación geográfica sobre Cuba fue dilucidado por Sebastián de Ocampo, hidalgo gallego, criado de la Reina Católica, que, según hemos hecho mención, estaba en la Española condenado a destierro perpetuo de la Madre Patria por delito de homicidio. Salió Ocampo en 1508 enviado por el gobernador Ovando, estuvo en el puerto de La Habana y montando el cabo de San Antonio, extremo occidental de Cuba, bojeó por el Sur quedando la certeza de la naturaleza insular de Juana. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 79 Expedición de Diego Velázquez 4. Lo que no hizo Ocampo, es decir, la conquista de la isla por él determinada como tal, cúpole hacerlo a Diego de Velázquez. En 1511, patrocinada por don Diego Colón, entonces en el gobierno de la Española y en el virreinado de todas las Indias, salió Velázquez de Salvatierra de la Sabana, en la costa sur, con una expedición de trescientos hombres con el deliberado propósito de establecerse en Cuba. En esta tropa se alistaron dos grandes capitanes de la conquista de América: Hernán Cortés, notario en Azua, y Pedro de Alvarado que llevaba en la Española vida miserable hasta tener que esconder, por no mancillarla, la cruz de Santiago a que tenía derecho por ser caballero de tal orden. La expedición llegó a Baracoa y allí estableciose. Comenzó la conquista bien pronto, pero no fue tan sangrienta ni cruel como la de la Española. Los indios cubanos eran mansos, pacíficos, no estaban acostumbrados a la guerra, y fácil fue el vencerlos. El héroe indiano fue Hatuey, indio jaragüeño o marienés, que cuando la conquista de Jaragua por Ovando pudo escapar de la matanza e irse a Cuba. El invicto cacique murió quemado vivo, quedando, con este trágico hecho, consumada la conquista de la isla hermana. Santo Domingo ha dado a la historia de Cuba, en esta época, dos contradicciones a la vez: el conquistador español y el héroe mártir de la raza abatida, anverso y reverso de una misma medalla: la conquista. La isla de Puerto Rico 5. El gobernador Ovando, además de haber mandado a Sebastián de Ocampo explorar a Cuba, envió a Juan Ponce de León con igual misión a Puerto Rico. Este llenó su cometido, dio sus informes y fue entonces comisionado para que se asentase en esa isla. Armó un carabelón, metió unos cuantos españoles e indios y allá se fue. El primer cacique con que se tropezó se hizo su amigo y lo ayudó mucho a reconocer el país y ganarse adeptos 80 Carlos Larrazábal Blanco entre las indiadas de Borinquen hasta llegar a la región donde se asienta hoy San Juan. Cerca de esta ciudad fundó el primer pueblo de españoles, Caparra. Juan Ponce llegó a ser nombrado por el Rey, gobernador de aquella isla; pero al llegar el virrey don Diego Colón, valiéndose de sus atribuciones de gobernador de Santo Domingo y de las Indias, nombró en su lugar a Juan Cerón. Diego Velázquez en Cuba había logrado librarse de la tutela política del virrey que lo mandó a conquistar, y sus trabajos fueron reconocidos como su obra personal y fue nombrado gobernador por la Metrópoli directamente. Cosa similar ocurrió en Puerto Rico, pero no en vida de don Diego, sino después de muerto. Fueron nombrados por Diego Colón gobernadores de Puerto Rico, además de Cerón, el comendador Rodrigo de Moscoso, que vino con él a la Española y en el repartimiento del año 1514 le asignaron más de una centena de indios en San Juan de la Maguana; Cristóbal Mendoza, Pedro Moreno, en dos ocasiones, y el obispo de San Juan, Alonso Manso. Jamaica 6. Diego Colón, en su afán de hacer efectivo su virreinato de Indias, quiso completar su dominio antillano con la conquista de la isla llamada por su padre Santiago y por los naturales de Jamaica. Para esta empresa escogió a Juan de Esquivel, ya adiestrado en estas empresas por los tiempos de Ovando en su conquista de Higüey. Este capitán no halló en Jamaica un Cotubanamá con quien contender y se posesionó de la tierra encomendádale sin fragor de guerra ni derramamiento de sangre. Esquivel fundó la ciudad de Nueva Sevilla donde comenzó su asiento. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 81 A la conquista de los Estados Unidos 7. Las islas Lucayas fueron pasto, así como las Caribes y las costas de Paria, de la ambición de las empresas esclavistas españolenses. En virtud de esto los oidores Lucas Vázquez de Ayllón, el licenciado Matienzo y el secretario Diego Caballero armaron a su costa dos carabelas que por ventura descubrieron nuevas tierras más al norte de la Florida, en lo que hoy se llama Carolina. El oidor Ayllón pasó a España y logró que se concluyeran capitulaciones que lo obligaron a armar los buques que fueron necesarios, así como a reconocer y describir si lo que descubriese fuere un estrecho que comunicara con el océano Pacífico (ya en esta época el gobierno español se ocupaba en descubrir un paso que comunicara ambos océanos). En recompensa Ayllón era designado Adelantado de las nuevas tierras. El presunto conquistador debía efectuar su trabajo en el lapso de tres años, pero la expedición no estuvo lista hasta el año 1526, año en que 500 hombres, en seis embarcaciones, salieron de Puerto Plata con destino a Chicora, que así llamaban a las nuevas tierras. Llegado que hubo la expedición españolense se asentó en la desembocadura de un río, fundó la villa de San Miguel de Guadalupe, reconoció las costas y parte del interior, pero como las provisiones fueron escaseando y no encontraban alimento sino con muchas dificultades, el suelo de la villa era pantanoso, el frío iba apretando, muchos expedicionarios vinieron a enfermar y a morir, entre ellos el propio oidor adelantado don Lucas Vázquez de Ayllón. Quedando San Miguel de Guadalupe sin su principal animador sobrevinieron nuevas desgracias y desazones. Se hizo cargo del mando el capitán Francisco Gómez, pero no fue acatado unánimemente puesto que otros aspiraban también el cargo, y fue necesario que el capitán usase de rigor. Por otra parte, los indios, aprovechando todas estas desventuras, mataron a muchos de los colonos. De quinientos que salieron de la villa de Puerto de Plata, en flamante expedición, solo quedaron ciento 82 Carlos Larrazábal Blanco cincuenta que tomaron la decisión de dejar esa inhospitalaria tierra, y se vinieron a Santo Domingo o pasaron a Puerto Rico. Paria 8. Los gobernantes y moradores de la Española dilataron un poco la colonización de Venezuela a pesar de ser muy visitada por los pescadores de perlas de Cubagua y Margarita y por los que se acercaban a sus costas para saltear individuos que esclavizar. Ya por el año de 1500 se habían asentado españoles en Cubagua y fundaron a Nueva Cádiz que tuvo su esplendor que bien pronto decayó, y los buscadores de perlas se tornaron en buscadores de indios para vender en Santo Domingo. En el año de 1514 frailes dominicos, salidos de la ciudad de Santo Domingo, estableciéronse con intenciones de pacífica y cristiana penetración en las costas orientales de Venezuela y fundaron cerca de la actual Cumaná un convento. Una expedición de propósitos esclavistas, sin embargo, dio al traste con la fundación porque habiendo sido, como de costumbre, ofendidos los indios, tomaron venganza en los frailes y tuvo fin sangriento la misión. Los frailes, sin embargo, volvieron a su propósito, no solo dominicos sino también franciscanos, pero la sed de venganza de los cumanagotos vino por el año 1520 a poner de nuevo fin trágico a esta noble empresa. Entonces la Real Audiencia envió una expedición comandada por el capitán Gonzalo de Ocampo con trescientos hombres que llegó a Paria, esclavizó indios, rescató perlas y fundó la villa de Nuevo Toledo. Gonzalo de Ocampo tuvo que ceder su fundación a Bartolomé de las Casas que había capitulado con el Rey una vasta conquista bajo un sistema de colonización pacífica y catequista, pero no le prestó ayuda y el capitán y su gente dejaron solo al padre que tuvo que regresar a Santo Domingo en petición de ayuda y auxilio. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 83 En su ausencia los indios atacaron a Nuevo Toledo, mataron a unos y otros se dieron a la fuga. Sin embargo, creyó conveniente la Audiencia mantener la fundación hecha por Ovando y vigilar la costa de Paria y envió a Jacomé Castellón que refundó la ciudad con el nombre de Nueva Córdoba, castigó a los indios de Cubagua y Cumaná matando a muchos y esclavizando a otros. En 1530 destruyó la ciudad un terremoto. Todas las fundaciones de Paria estaban sometidas en cierta forma a la autoridad de Nueva Cádiz, en Cubagua, esta era fragánea, en lo civil y militar, de la Real Audiencia de Santo Domingo. La isla Margarita 9. El licenciado Marcelo de Villalobos, oidor de la Real Audiencia en 1525, obtuvo del Rey la población y gobierno de la isla Margarita, ratificada poco tiempo después, en su hija doña Aldonza de quien Juan de Castellanos dice: «Aquella merítisima doña Aldonza Manrique señora generosa. De mucho más honor merecedora y para gobernar más alta cosa». Estuvo gobernando largos años, primero con su esposo don Pedro Ortiz de Sandoval, después con su yerno don Juan Sarmiento de Villadrando, que gobernaba para 1594. Gobernación de Venezuela 10. La fundación de la gobernación de Venezuela tuvo su origen en Juan de Ampiés, factor de la Isla de Santo Domingo. La fundación de la ciudad de Santa Ana de Coro y la sujeción y amistad del cacique Manaure constituyen los comienzos de esta gobernación, que Carlos V cedió a la campaña comercial alemana de los Welser, Ampiés hubo de conformarse con el usufructo de la isla de Curazao que le dieron en compensación. 84 Carlos Larrazábal Blanco Expediciones de socorro 11. No solo expediciones de conquista, colonización, evangelización, esclavistas o contra indieros salieron de los puertos de la Isla Española, sino también de socorro. Tal se puede titular la de Diego Fuenmayor al Perú. En 1536 se recibió carta de Pizarro, donde participaban al Gobierno españolense que los indios del Cusco se habían alzado y que si no se le proveía de gente, caballos y armas no podría sostenerse. Atendiendo a estos términos se dispuso inmediatamente una expedición compuesta de trescientos hombres, 200 caballos, armas y municiones que se encomendó a la jefatura del citado Diego de Fuenmayor, hermano del gobernador y arzobispo Alonso de Fuenmayor. Llegado que hubo el capitán al Perú los indios abandonaron su rebelde actitud, pero halló a Almagro apoderado del Cusco y en prisión un hermano de Pizarro, por lo cual ambos conquistadores estaban a punto de romper en guerra civil. Fuenmayor llevaba además instrucciones de la Real Audiencia para si había discordias entre capitanes por la posesión de Cusco, interviniera en el sentido que se determinó. Fuenmayor no logró nada y se fue para España siendo portador del oro que Pizarro había reunido para el Rey. Expediciones de tránsito 12. Entre muchas expediciones que tenían su origen y comienzo en España acababan de armarse en Santo Domingo. De las más singulares fueron las de Diego de Nicuesa y las de Alonso de Ojeda. Diego de Nicuesa, que vivió en La Vega, y allí, sacando oro, se había hecho de un capital de 5,000 a 6,000 peso oro, pudo conseguir que se le nombrara gobernador de Veragua. Por otra parte, el obispo Fonseca, gran enemigo de Cristóbal Colón, gestionaba para Alonso de Ojeda la gobernación de las tierras Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 85 aledañas al golfo de Urabá, que al fin consiguió. La gobernación de Nicuesa se llamó Castilla del Oro, la de Ojeda Nueva Andalucía, que comprendía desde el cabo de Vela hasta la mitad del golfo de Urabá, pues la zona de Nicuesa comprendía desde aquí hasta el cabo de Gracias a Dios. Ambos debían tomar a Jamaica como lugar de abastecimiento. Los presuntos gobernadores se encontraron en la ciudad de Santo Domingo, y discutieron sobre los límites de sus respectivas gobernaciones. Pero ocurrieron algunos incidentes iniciales. El gobernador de Santo Domingo, que lo era don Diego Colón, se sintió herido por estos arreglos, pues tanto Jamaica como Veragua habían sido descubrimientos de su padre, así fue que resolvió hacer la conquista y colonización de Jamaica. Juan de Esquivel con un puñado de sesenta hombres se hizo cargo de esta empresa, en contra del parecer de Ojeda, quien ofreció cortarle la cabeza. Las cosas entre ambos gobernadores se agriaron de tal manera que en cierta ocasión desenvainaron sus espadas para acometerse, pero oportuna intervención de vecinos o de interesados puso paz entre ambos contendores. Ojeda era pobre y había sido ayudado por Juan de la Cosa, uno de los descubridores de nuestra isla, que armó en España dos o tres naves y allegó 200 hombres, pero como no era suficiente, sobre todo si se comparaba esta armada con la de Nicuesa, más flamante y mejor pertrechada. Ojeda recibió la ayuda del bachiller Martín Fernández de Enciso que entonces era abogado en Santo Domingo, y había ganado algunos castellanos de oro, y la expedición pudo partir. Nicuesa salió después porque como se metió en muchas deudas, don Diego Colón y los suyos pusieron obstáculos por esta vía hasta en cierta ocasión sacarlo de su nave ya parte de la flota las velas levantadas, pero un fiador salvó los inconvenientes y Nicuesa fue a posesionarse de su anhelada Castilla del Oro. Ambas expediciones tuvieron un fin desastroso. El cartógrafo Juan de la Cosa pereció a manos de los indios; Ojeda pasó infinitas penalidades, una de ellas el andar perdido en la Ciénaga 86 Carlos Larrazábal Blanco de Zapata, en Cuba, habiéndole sacado de esta isla Pánfilo de Narváez, enviado desde Jamaica por Juan de Esquivel, que lo recibió y alojó en su propia casa tratándolo a cuerpo de rey. Ojeda pasó luego a Santo Domingo donde al cabo de un año murió. De Diego de Nicuesa no se supo jamás. Como complemento de la expedición de Ojeda salió otra de Santo Domingo comandada por el citado bachiller Enciso. Este fue el origen de la gobernación de Panamá y del descubrimiento del océano Pacífico y conquista del Perú. Enciso encontró en Urabá a Francisco Pizarro que había sido dejado allí por Ojeda, y Vasco Núñez se fue en la armada de polizón. Vivía en Salvatierra de la Sabana y cargado de deudas, perseguido a cada rato por culpa de ellas, no encontró mejor solución a tanta intranquilidad que salir en la expedición de Enciso a escondidas dentro de un tonel. Personalidad de Ojeda El conquistador Alonso de Ojeda, que tanto atañe a la historia de Santo Domingo, era un tipo especial de conquistador útil para destruir, pero de perfecta incapacidad para construir, por eso nunca llegó a ser capitán. Díscolo, intransigente, de mal carácter, demasiado puntilloso y pendenciero, no podía captarse buenas voluntades. Como era valientísimo hasta lo heroico, intrépido hasta la inconciencia, y de una impiedad asombrosa, hubo quienes lo alentaron y ayudaron en sus empresas de que siempre salió más pobre de lo que entró y donde más de cien veces estuvo a punto perecer. En cierto sentido el destino le contradijo. Amaba el oro como todos, pero murió sin un castellano en los bolsillos de su jubón. No tuvo jamás miedo al peligro, parecía destinado a morir de un flechazo indiano, de una estocada de algún compañero ofendido, de una marejada de huracán, sin embargo, vino a morir de muerte natural, físicamente tranquilo, aunque quizá con la conciencia triturada por sus muchas injusticias. No fue nunca Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 87 un caballero, la tradicional hidalguía castellana jamás albergó en su pecho, sin embargo, recordemos que la usó a manos llenas otro andaluz, Juan de Esquivel. Sin embargo, aquel espíritu de vital reciedumbre, árido como cálido desierto, tenía su oasis: la religión. Devoto de la Virgen María siempre andaba con su imagen colgada al pecho. En sus grandes contratiempos la invocaba con fe verdadera y católica. Algún día hubo de desprenderse de ella y fue cuando su paso por la Ciénaga de Zapata donde a veces dormía con el lodo al pecho sobre manglares y se alimentaba como es de imaginarse en tales circunstancias. Entonces ofreció desprenderse de la imagen que toda la vida lo había acompañado, para con ella hacer un oratorio en el primer bohío que topase al salir de tal peligro, y así lo hizo. Su muerte misma fue la de un cristiano viejo y hasta pidió que se le enterrase en San Francisco en sitio donde todo el mundo al entrar pisara su tumba. Y en sitio tal fueron hallados los despojos mortales de tan gran pecador que ahora reposan en la iglesia del ex-Convento Dominico. Los negros* 2 Procedencia 1. Desde el gobierno de Ovando hay negros en Santo Domingo. En 1502 este gobernador protestó de la introducción de africanos, que, por otra parte, se iban haciendo tanto más necesarios cuanto más escaseaban los indios y aumentaban las labores agrícolas y mineras de la colonia. Procedían los negros de las costas de Guinea y de las regiones de Mandinga, el Congo y Angola, principalmente. Aunque todos pertenecían a un mismo tipo racial, sin embargo, existían diferencias entre grupos que se distinguían por su inteligencia, * Nota: Para este estudio sucinto sobre los negros, el autor ha seguido y dejádose influir por el conocido autor negroafricanista Delafosse. 88 Carlos Larrazábal Blanco o por su contextura física. Los negros mandigas, por ejemplo, eran diferentes a los negros congos y, por lo general, también pertenecían a un estado de civilización superior a la de estos. Al mercado negrero de Santo Domingo llegaban negros que eran calificados con diferentes nombres. Para 1600 vivían negros zapes, negros branes, negros monicongos, negros biafras, negros yolofes, negros mandingas; y en los libros del archivo de nuestra Santa Basílica pueden leerse partidas bautismales de esclavos africanos a quienes se les califica por «razas» o se les dice «negro tal o cual», por ejemplo: «raza boruca», «raza carabalí», «raza bambará», «negro mandinga», «negro de Angola», «negro mina». Estas designaciones no denotan siempre diferencias o modalidades raciales, sino diferencias de calidad que afectaban al negro como cosa objeto de comercio, o aludían simplemente a la factoría negrera de donde procedían. Los términos «mandinga» y «congo» denotan modalidades de la raza negra; «mina» alude a la factoría portuguesa de Elmina, la más poderosa por muchos años; «biafra» es un toponímico africano que ha pasado también a la toponimia dominicana. Los negreros iban a las costas africanas y allí compraban los esclavos en factorías, a reyezuelos locales, o los tomaban por la fuerza. Como animales eran transportados los negros en las bodegas de las embarcaciones donde eran mal alimentados y castigados rudamente. Dado el caso que una tempestad sorprendiera a la nave y fuera necesario aligerarla, al grito de «¡ébano al agua!» lanzaban toda la negrada, o parte de ella, a la furia de las olas. Trato que recibían 2. Cuando los negros llegaban al puerto de Santo Domingo los llevaban a un mercado especial que por mucho tiempo se llamó «La Negreta», a donde acudían los interesados para comprarlos. Una vez en plena servidumbre, bien en Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 89 los hatos, los ingenios, las labranzas, el trato que recibían era por lo regular muy duro. Dormían en barracones que a veces estaban divididos en dos partes, una para los hombres, otra para las mujeres con una sola puerta para que el capataz pudiera entrar cuando quisiera. Este, por lo general, los trataba con rudeza, y los castigos que se les imponían eran crueles. Unas veces se les azotaba las espaldas hasta producirles sangre, otras iban al cepo donde se les apresaban la cabeza y las manos; otras se les ponían esposas y grillos o se les amarraba con cadenas en calabozos oscuros. En 1568 escribía el oidor Echagoyan al Rey que la mayor población de la ciudad de Santo Domingo y de otros lugares estaba constituida por negros, alojados en gran cantidad en los ingenios y estancias, y que a pesar de eso no había sacerdote que administrase los Santísimos Sacramentos y les enseñara la doctrina cristiana y morían muchos sin bautismo y sin confesión; y también decía el oidor que no solamente eran muy maltratados sino que el trabajo era mucho, y no dormían de noche y andaban desnudos los más. En 1518 el Lic. Alonso Zuazo, persona de mucha significación y que estuvo en el gobierno interino de la isla, escribía: «Yo hallé al venir aquí algunos negros ladrones; otros huidos a monte; azoté a unos, corté las orejas a otros, y ya no ha venido más queja». El negocio 3. Las autoridades de la isla, en 1518, pedían a la Metrópoli licencia general para poder traer negros bozales de la calidad que convenían a estas tierras y que para el efecto se admitiese que se armaran embarcaciones en Santo Domingo o en España para que fueran a las Islas de Cabo Verde o a la Guinea a buscarlos, que esto vendría en provecho de los habitantes y de las rentas de Sus Altezas y de los mismos indios porque serían ayudados y relevados en el trabajo, lo que resultaría beneficioso para sus 90 Carlos Larrazábal Blanco almas y su multiplicación precisamente en una época en que se estaban juntando en pueblos de doscientos o trescientos para que no andaran vagos sino en policía, se casaran, tuvieran sus haciendas, pesquerías, monterías, etc. Hay que fijar la atención detenidamente en esto: en 1518 las autoridades españolenses patrocinaban la inmigración negra por motivos de orden económico y por motivos piadosos: la protección de los indios. Pero más o menos por esta misma época el Padre Las Casas pedía la misma cosa en la Corte. En realidad, para la introducción de negros se requería una licencia especial y había que pagar derechos de dos ducados por cabeza a la Casa de la Contratación de Sevilla, más pagar el almojarifazgo en Santo Domingo. El Rey hizo merced a cierto personaje flamenco para introducir en ocho años cuatro mil negros en esta isla y en Tierrafirme sin la obligación de pagar ambos impuestos. El tal personaje vendió su contrato en 25,000 ducados. Los derechos de los esclavos hubieran producido 28,000 y esto, como es natural, atentaba contra el fisco y contra la idea de una licencia general que todos andaban buscando. (Esto pasaba por 1519). No se consiguió esta sino el que se derogara la exclusiva introducción de que arriba hacemos mención volviéndose al estanco, prohibición de venta libre de negros, o lo que es lo mismo, en este caso, prohibición de introducción libre. Mas sin embargo tanto se pidió que en 1526 se concedió licencia general para introducir 1,400 negros que seguramente se introdujeron. El precio de los negros variaba, como varían los precios de las mercancías, según la oferta y la demanda. Cuando se autorizó a los Welzer, compañía alemana que se había hecho cargo de la conquista y colonización de Venezuela, a introducir 4,000 negros se les obligó a venderlos a 45 castellanos. Pero en 1539, habiendo necesidad, llegaron a valer hasta 80 y 90 castellanos aquí en Santo Domingo. Los vecinos protestaron, la Audiencia intervino y fijó un precio hasta 65 castellanos mientras Su Majestad resolviera sobre el asunto. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 91 Aspecto físico y social 4. Hemos tratado sobre las costumbres, religión y estado social de los indios, ahora vamos a intentar lo mismo con los africanos aunque el teatro de acción tenga que variar, porque es necesario trasladarnos a la misma África y sobre todo a la costa occidental desde Cabo Blanco hasta Cabo Negro, lindes entre los que se extienden las regiones conocidas con los nombres de Cacheo, Senegal, Mandinga, Costa de Oro, Costa de Marfil, Costa de los Esclavos, Guinea, Benín, Biafra, Congo, etc. Físicamente el negro se distingue por estas características: cabellos crespos, barba delgada, ventana de la nariz ancha, labios gruesos, dientes fuertes, olor característico de la piel, piel negra o bronceada como la de los indios, separación de los dedos pulgares del pie, propensión a una risa ruidosa (los indios también reían mucho). 5. El fundamento social de los negros es el colectivismo. En esta sociedad el individuo no es nada. Tampoco tiene la familia el valor que tiene entre los blancos. La familia negra forma parte de una colectividad, y esa colectividad se engendra en un antepasado poco más o menos lejano, de ahí el respeto religioso que los negros (como los indios) tienen por sus antecesores. El colectivismo es fenómeno muy común en pueblos primitivos, no es difícil que nuestros indios lo practisen. En la sociedad negra el individuo no es más que unidad numérica cuyos derechos particulares están sometidos al interés general y cuyos intereses particulares no tienen ningún valor a menos que no coincidan con el interés general. Como consecuencia de este colectivismo, el matrimonio negro no lo conciertan dos individuos sino dos familias. El suelo no es objeto de comercio, ni se compran ni se venden tierras, pues los individuos no pueden poseerlas como dueños de ellas sino para hacerlas producir en nombre de una colectividad. Una parcela de terreno se convierte en una especie de divinidad que por ciertos ritos religiosos (ofrendas, sacrificios) pasa a individuos que representan a una comunidad. El 92 Carlos Larrazábal Blanco comercio y la industria en grande son también colectivos, bien de asociaciones o de castas: una canoa será de un grupo de canoeros, pero el trabajo manual particular es individual, es decir el producido del aceite de palma que se saca es de quien lo ha sacado. Con la raza negra se han cometido muchas injusticias. Se les ha dicho embusteros, pícaros, crueles, como si la mentira, la picardía y la crueldad no fueran comunes a todas las razas. Además el negro que en momento es pícaro o embustero a cabalidad en otro momento puede ser muy fiel y muy franco. Es que la mentalidad del negro y su moralidad son también colectivas. La pauta legal y moral para ellos es la colectividad, cuando por sus instintos hacen algo que se salga de ella, y a la vez es reprimible, el negro miente o engaña, se calla o se hace que no sabe nada, porque es la parte débil. También el negro es superticioso y vive con el terror del castigo de las divinidades si falta a ciertas reglas. El negro si miente, engaña, calla o disimula, si es «marrullero» no lo hace las más de las veces de mala fe sino porque piensa que el decir lo que se pregunta, por ejemplo, puede hacer daño a la colectividad o herir la susceptibilidad de algún antepasado. Así debían proceder nuestros indios. A los negros se les ha creído también despreocupados, pero no debe pensarse que lo han sido tanto, sino lo contrario, porque su colectivismo les exige ocuparse del interés común. También se les ha tildado de imprevisores como los indios. Pero el defecto capital de los negros es la falta de virtud de esfuerzo continuado: les falta voluntad. Pero esto considerado como colectividad, porque un negro, individualmente, puede ser muy tenaz y muy perseverante. Una masa de negros puede llegar hasta el fin en el propósito cualquiera pero tiene que tener el acicate de una fuerza exterior que los obligue y les enseñe la virtud del esfuerzo continuado. El indio en esto era igual que el negro, o peor, porque nuestros indianos no tenían voluntad ni individual ni colectiva. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 93 Sentido artístico 6. El sentido artístico del negro está muy desarrollado pero no integralmente. La pintura y la escultura no prosperaron entre los negros, sobre todo la escultura en grande, porque en pequeño han trabajado ingeniosamente en piedra, madera, marfil, y con el modelado de la cera, el barro o los metales. No solamente los negros han sido maestros en el arte religioso sino también en el industrial, trabajando sobre barro, madera, hierro, cobre, oro, cuero y textiles, y confeccionando vasijas, cucharas, sillas, remos, cuchillos, armas arrojadizas, hachas pequeñas, alhajas de oro, anillos, brazaletes, almohadones, sillas de montar, botas de cuero, esteras, bordados de algodón, etc. La habilidad artística que nunca se ha escatimado a los negros es la musical. Todo el mundo sabe que los negros tienen mucho oído y que llevan muy bien el compás, y estas son, a la verdad, las habilidades musicales genuinas. La melodía de la música africana es a veces vulgar, pero dotada de cierto encanto aun para el oído de los blancos. Generalmente es triste y dulce más que alegre, pero a veces suele ser fuerte y hasta fiera en sus cantos guerreros y en sus alabanzas a los héroes muertos. Pero el tema de la melodía negro-africana es muy corto e invariable. Es un tema sencillo, breve, corto que se repite una y mil veces hasta embriagar como un vaso de licor. Religión 7. Los africanos son fetichistas. Un fetiche es un objeto fabricado por el hombre y reputado como dotado de poderes mágicos provenientes de los ritos que han presidido su fabricación o su consagración. Un cemí no era otra cosa que un fetiche, pero este no era el fondo espiritual de la religión de los negro-africanos, como no lo era el cemí entre los indios. Tampoco constituyó el fondo principal de la religión negro-africana el totemismo, que si lo practicaron fue en épocas remotísimas. Un tótem es un animal 94 Carlos Larrazábal Blanco que tiene vínculos muy estrechos con una tribu por ser descendiente de un antepasado común. En Dahomey existe el culto a la serpiente sagrada, de que actualmente hay una reproducción cierta en Haití, pero no es totémico porque no se considera a la serpiente como descendiente de un antepasado común. Esta serpiente no es sino símbolo de una divinidad local, regional. Los negros mandigas, que tanto abundaron en Santo Domingo un Dios creador, pero no era un concepto religioso sino más bien filosófico o cosmogónico. Este Dios de los negros y los indios no desempeña el papel de Providencia, ni se le rinde culto. La verdadera religión de los negros es el animismo. Todas las cosas animadas tienen un alma de la misma esencia. El aspecto exterior de las cosas o de los fenómenos que lo hacen patente a los sentidos, no tienen que ver con esta alma que está dotada de una personalidad propia y distinta, de pensamiento y de voluntad. Los negros mandingas, que tanto abundaron en Santo Domingo, llaman a esta alma nia. Todo animal tiene su nia lo mismo que toda planta y subsiste aun después de la muerte. También tienen su nia la montaña, el río, la piedra, todo accidente natural. La tierra, el agua, la atmósfera tienen su nia, o mejor dicho sus nias, porque tienen tantos como manifestaciones localizadas puedan tener. Cada parcela de terreno, cada bosque, cada valle tiene su nia propio. Además de este principio los seres vivos –hombres, animales y plantas– tienen otro principio que no tiene voluntad, ni pensamiento y que es impersonal, que en lengua mandiga se llama dia y que es intermediario entre el nia que manda y ordena y el cuerpo material que ejecuta. Para los negros el nia de un difunto es una fuerza atendible y respetable porque está libre de cuerpo sobre que actuar. De ahí el culto a las almas de los difuntos y sobre todo a las almas de difuntos que hace más tiempo han muerto porque así ya los despojos materiales se han consumido más. Los negros han practicado entre sus ritos religiosos los sacrificios humanos. No parece que los indios españolenses los Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 95 practicaran. La persona sacrificada puede ser un miembro de la familia, el hijo del patriarca o el hijo de su primogénito, o bien un esclavo, de preferencia una doncella. Sacrificaban también animales: una ternera, una oveja, una cabra, una perra, una gallina, o los machos de uno de estos animales; también usaban para el sacrificio un huevo. Las ofrendas podían consistir en parte de la carne de sus víctimas o en sangre, sus pelos, sus plumas o el contenido del huevo o las cáscaras; podían consistir en libaciones de vino de palma u otra bebida fermentada. La religión de los negros no posee templos propiamente dichos. Las ceremonias se celebran donde se cree reside la divinidad que se quiere reverenciar. El alma del antepasado se invoca en la casa o en su tumba o en el lugar que murió violentamente; el alma de la tierra se invoca en el bosque, en una roca; la del cielo en un lugar que haya caído un rayo, etc. Pero nunca dejan de haber altares. A veces es un banco de arcilla o una piedra lisa, otras una roca, o la entrada de una gruta, o la parte inferior de un tronco de árbol o una estaca plantada en tierra terminando en horquilla de tres ramas. La religión entre los negros es puramente familiar y el sacerdote es necesariamente el patriarca, el jefe de la familia, pero hay cultos que se han generalizado a muchas familias. La religión, como todo, es de espíritu y práctica colectivos, no se preocupa de los intereses particulares y el patriarca no interviene sino cuando el interés de la comunidad lo requiere. Pero como el individualismo instintivo no puede desaparecer los negros practican la magia, la hechicería, la brujería y en lo que han llegado a ser verdaderos peritos. Cuando quieren hacer daño a un individuo, por algún sentimiento personalista, como la religión no lo ayuda en su propósito, practican la brujería. La brujería se parece a la religión en que pretende hacer intervenir poderes ocultos, pero es individual mientras que aquella es colectiva y la practica el patriarca. Los negros poseen también una serie infinita de creencias y de supersticiones y obedecen a prohibiciones o tabús. Creen en la existencia de hombres-panteras, hombres-hienas y ogros aun recordados en nuestro folklore con 96 Carlos Larrazábal Blanco los nombres de «cuco», «macarapanda», etc. Su vida a veces no discurre libre porque creen que si algo hacen o algo comen puede provenir tal o cual malestar individual o colectivo. Nuestros indios indiscutiblemente practicaban la magia, basta solo recordar los misterios de la cohoba para darnos cuenta de ello así como las prácticas curativas que hacían. 8. Esa vida llevaban y esas costumbres o ideas tenían los negros, poco más o menos, cuando llegaron de esclavos a Santo Domingo. Al encontrarse aquí con los españoles de raza diferente, y viviendo bajo el dominio y potestad de ellos tuvieron que experimentar en sus espíritus una conmoción muy fuerte porque hubieron de adaptarse a un género de vida muy diferente y a una manera de pensar y de sentir muy diferentes, pero en el fondo conservaron mucho de lo propio. Los negros llegaron a rezar, por ejemplo, a ser devotos de la Virgen, a hablar el español, pero en el fondo conservaron su mentalidad y su espiritualidad. Siempre seguían siendo animistas y colectivistas, aunque la esclavitud los desarticulara de la familia y del clan, y tan individualistas, que al lado del culto superficial de la Virgen practicaban la magia y la brujería, y todo a pesar de la sociedad en que vivían y de la manera que vivían y de la religión católica que se les hacía adoptar. El negro tenía más fuerza espiritual que el indio, no solo más robustez física, por eso, si es verdad que sufrió influencias también es verdad que el negro africano la ejerció en la sociedad que vivía. En nuestras costumbres, en nuestro folklore, no queda nada del indio, débil de espíritu y de cuerpo sucumbió y no dejó tras de sí sino alguna escasa huella. Un fondo indiscutible, evidente queda en nuestra sociedad que nos viene de África, que ha perdurado a través de siglos a pesar del cruzamiento de las razas, y que perdurará por mucho tiempo, solamente que en vez de ocultarlo como pecado o de echarlo a menos debemos tenerlo en cuenta para hacerlo factor positivo en nuestro progreso social, cultural y racial. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 97 Capítulo VIII La vida económica Oro 1. La principal riqueza de la isla fue, en un principio, el oro. Las célebres minas del Haina y de La Vega fueron descubiertas antes de 1500. Se beneficiaron por algún tiempo, pero al fin se abandonaron por dificultades en la explotación. En 1518 ya se pedía que se abrieran ciertas minas, y en 1568 el oro que se fundía era de lavadero. El oro fundido en el primer semestre del año 1517 montó a unos 118,074 pesos. De esta suma hubo de rebajarse los derechos del fundidor y el quinto, que pertenecía a los Reyes, con lo que la suma arriba expresada quedó reducida, aproximadamente, a 93,767 pesos para el tesoro colonial. Una de las cosas que por esos años mermó mucho el laboreo del oro fue la falta de brazos, pues por entonces sobrevino una fuerte epidemia de viruelas que atacó especialmente a los indios y si antes se podía producir del rico metal hasta 150,000 pesos de oro, después de la epidemia no se lograban ni 30,000. Azúcar 2. Acabada la epidemia citada, se comenzó, en tiempos de los Padres Jerónimos, el fomento de los ingenios de azúcar con lo que los pocos que trabajaban en las minas iban abandonándolas. En esta virtud los interesados tuvieron a mal la siembra de caña de azúcar y el que se pidiera licencias de introducción de negros para la labor de las minas de oro. La caña de azúcar se sembró por primera vez en La Isabela. Más tarde en La Vega se sembró y hasta se preparó un poco de azúcar. El bachiller Vellosa, hombre al parecer poco amigo de minas, quiso fundar una factoría para moler caña. Así lo hizo a orillas del Nigua, trajo peritos y sacó azúcar. El bachiller se 98 Carlos Larrazábal Blanco asoció a los Tapias, Francisco, que era alcalde de la Fortaleza, y Cristóbal, veedor, pero al fin a la postre el bachiller disgustóse con estos socios, vendió su parte y más tarde el ingenio vino a quedar en manos del Alcalde. Este fue el primer ingenio y su primera historia, después se fundaron otros muchos y resultó el azúcar una poderosa riqueza de la colonia, pero fueron los Padres Jerónimos los que dieron un gran impulso a esta industria azucarera. Algunos ingenios aprovecharon la fuerza de los ríos para mover sus trapiches, pero otros eran movidos por caballos. La mayor parte de ellos, pues, estuvieron emplazados a orillas de ríos: Cepicepi, Ocoa, Nigua, Haina, Casuí, Sanate, etc. Estas factorías se multiplicaron mucho porque la Real Hacienda prestaba dineros para su fomento, así también como para otras empresas, de modo que en el gobierno de los Jerónimos llegaron a unas cuarenta las factorías azucareras. Uno de los más poderosos ingenios de esta época fue el del licenciado Alonso Zuazo a orillas del Ocoa, y le producía de renta anual unos seis mil ducados de oro. Sin embargo, la industria decayó al correr de los tiempos: en 1600 existían en los términos de la ciudad de Santo Domingo unos doce ingenios; en 1746, en toda la isla solo había veinte movidos por fuerza hidráulica y cuatro de trapiches movidos por caballos. Los hatos 3. Fueron los hatos factor de importancia en el desarrollo económico de la Isla. Desde los primeros años hatos diversos suministraban para consumo doméstico leche y carne, y para exportar pieles. Se lee en Oviedo: «En lo que dije de los ganados, hay hombres e vecinos desta ciudad de a 7 y de a 8 y de a 10 y 12 mil cabezas de vacas y tal de a 18 e 20 mil cabezas y más y aun 25, y 32 y si dijese 42, hay quien las tiene, que es una dueña, viuda, honrada hijadalgo, llamada María de Arana, mujer de un hidalgo que se Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 99 decía Diego Solano, que ha poco tiempo que murió». Esto era alrededor del año 1550. Para 1600 los hatos se distribuían así: de vacas, 181; de cabras y ovejas, 8; de ganado de cerda, 4. La toponimia muestra la generalización de hatos por todo el país en épocas remotas, pues varios son los lugares que llevan los nombres de El Hatico, Hatoviejo, Hatonuevo, Hatomayor, Hatillo, Hatogrande, Hatoquemado, así como otros con los nombres particulares de Hatillopalma, Hatos de Jura, Hato de Florimón, Hato del Yaque, Hato del Bonao, etc. Otras producciones 4. Los españoles desde un principio comprendieron la utilidad de la yuca y del maíz y fomentaron siempre un cultivo tan necesario para el diario sustento, de indios y blancos. El plátano, sin embargo, no ocupó un puesto prominente en la alimentación y no fue cultivado de manera extensa y especial. Por ser alimento favorito de la raza negra vino más tarde a tener su importancia. Pero más importancia comercial que los que acabamos de hablar tuvo la cañafístula por los primeros años de la vida colonial, pues mientras aquellos eran puramente de índole doméstica, esta leguminosa era exportada. También tuvo su importancia el cultivo del jengibre. Por el año de 1606 el censo de estancias de cultivos era el siguiente: Estancias de jengibre (Santo Domingo) ................................... 99 Estancias de yuca, maíz y legumbres ....................................... 186 Estancias de yuca, maíz y tabaco (Santiago) ............................. 95 Estancias de yuca y jengibre (Bayaguana) ................................ 44 Nótese desde cuándo data el cultivo del tabaco en nuestro país. 100 Carlos Larrazábal Blanco Comercio 5. El comercio, desde un principio, fue completamente restringido. Se fundó en Sevilla la llamada Casa de la Contratación. Todas las mercaderías venían a la Española debían pasar por allí, así como todas las que partían de la Española para la Metrópoli, de manera que el comercio exterior solo era posible entre Sevilla y Santo Domingo. La Colonia no podía comerciar con otro puerto español ni con uno cualquiera de las demás colonias de América. Muy poco tiempo después de fundada la Casa de Contratación de Sevilla se fundó la correspondiente de Santo Domingo. Contra esta falta de libertad de la Colonia en materia de comercio exterior protestaron varias veces los colonos españolenses. En la administración comercial de América hubo tres cosas que, indiscutiblemente, impedían el verdadero progreso económico: establecimiento de monopolios, como fueron los de la introducción de negros, de la introducción de jabón, de la concesión del almojarifazgo, por ejemplo; prohibición de comerciar con extranjeros y la citada restricción de no comerciar con puertos españoles, excepto Sevilla, y con los de las otras colonias americanas. Sin embargo, hubo concesiones particulares, sobre todo en beneficio de portugueses. En 1568 la villa de Cotuí mandaba a Tierra Firme cueros, cañafístulas y azúcar, y ya en 1514 Higüey mandaba ganado a Puerto Rico, y parece que esto se hacía como cosa permitida. Monte Cristi y Puerto Plata, andando el tiempo, gozaron, por cierto lapso, de esta preeminencia. Pago de derechos. El almojarifazgo 6. Todas las mercancías que llegaban a la Española o salían de ella, así como las que llegaban a Sevilla y salían de allí, pagaban impuestos que gravaban mucho el comercio. Estos impuestos constituían el almojarifazgo. También debían pagar Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 101 derechos las mercancías que iban de una villa a otra, lo que constituía el derecho de alcabala. Las rentas del almojarifazgo fueron vendidas en el año 1519 a Rodrigo de Bastidas por treinta y un mil pesos de oro, pero en 1521 el almojarife mayor hizo probanza e información de servicios de donde se leen las circunstancias adversas por que pasó el almojarifazgo que traducían circunstancias adversas en la vida económica de la colonia, a saber: a. b. c. d. e. f. g. h. al tiempo del arrendamiento la isla estaba muy poblada, de gente de los reinos de Castilla como de indios que compraban mucha mercancía, y además se sacaba mucho oro; después que tuvo el arrendamiento ocurrió una gran mortandad de indios motivado a una gran epidemia de viruelas; a la llegada de los Padres Jerónimos se comenzó el fomento activo de los ingenios de azúcar, los indios que quedaron vivos no quisieron ir a las minas sino trabajar en los ingenios; a causa de la mortandad de indios y de la cesación del laboreo de las minas de oro de la isla se despobló de muchos vecinos y de comerciantes; antes, en una demora de seis y siete meses se cogían hasta ciento cincuenta mil pesos de oro, pero después de la mortandad no se cogían ni treinta mil en todo un año; teniendo necesidad el emperador Carlos V de preparar una gran armada para Levante, fue necesario tomar su abastecimiento de varias ciudades y villas y prohibir la salida para Indias de efectos de comercio, aun de primera necesidad, como la harina. Además se requisaron todas las embarcaciones de los puertos de Castilla y aun las que acostumbraban venir a América; hubo en 1519 una gran epidemia que atacó las villas de Sanlúcar de Barrameda, la ciudad de Jerez, el Puerto de Santa María y en el reino de Portugal, por lo cual dejaron de venir mercancías y negros a la isla; otra armada del citado emperador, cuando se fue a coronar, trajo desnivel en las rentas aduaneras, puesto que esta, 102 Carlos Larrazábal Blanco como la anterior, acaparó todo el bizcocho, harina, vino y otros mantenimientos que a estas partes solían venir; i. concesión del emperador al gobernador de Bresa, Lorenzo de Grosover, para que en el lapso de cuatro años introdujese 4,000 negros, con lo que las rentas aduanales se perjudicaban (los negros pagaban derechos como las mercancías), puesto que los comerciantes coloniales se vieron prohibidos de introducir esclavos; j. el emperador hizo merced y se sacaron de España ochenta mil cahices de trigo, lo cual trajo por consecuencias el que por algún tiempo no se introdujese ni trigo ni harina y que subiese mucho el precio de esas mercancías de primera necesidad; k. a causa de la merma del oro de minas el oro como moneda fue bajo de ley, mucho menos de cuatrocientos cincuenta maravedís el castellano; muchos comerciantes, pues, dejaron de traer mercancías y muchos maestros, de fletar navíos pues se les pagaba en oro bajo a razón de 450 maravedís, valor del castellano de oro de ley; l. al descubrirse el Yucatán y otras tierras los mercaderes fletaban navíos para aquellas tierras y dejaban de traer mercancías a Santo Domingo; m. la alteración de las comunidades de Castilla trajo trastornos y las autoridades locales prohibieron sacar para las Indias harina, trigo y otras clases de bastimentos, y además fueron embargadas las cargas para esta isla destinadas; n. en el gobierno de Figueroa se pregonó que todos los casados con sus mujeres en Castilla debían irse para esos reinos con lo que, la mayor parte, mercaderes, despoblaron la isla. Contrabando 7. Pero lo que más hería de muerte al almojarifazgo era el contrabando. En efecto, este impuesto, el de alcabala, la necesidad de proveerse de efectos a más bajos precios o que no venían Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 103 de España, la necesidad de dar salida a productos que no debían perderse por falta de mercado, tales como azúcares y cueros, hicieron que el colono españolense cayese, casi por necesidad, en el pecado de defraudar al fisco, practicando comercio ilícito con ingleses, franceses, portugueses y holandeses. El contrabando fue ejercido muy intensamente por la costa norte. Puerto Plata, Monte Cristi, Puerto Real, fueron centros muy importantes, lo mismo que la Yaguana al Oeste y Azua al Sur. A comienzos del siglo xvii, como medida para evitar y castigar el comercio contrabandista, se tomó la disposición más drástica y descabellada, es decir, la destrucción de las poblaciones de Puerto Plata, Monte Cristi, Bayajá, La Yaguana, y San Juan de la Maguana y la transportación de sus habitantes y de sus hatos incluso los hatos de la banda de Neiba. Entonces nacieron las villas de Monte Plata y Bayaguana. La consecuencia inmediata de esta medida fue que toda la costa norte y oeste se quedaron desamparadas, quedaran muchos ganados alzados en los montes y se criaran especies cimarronas, y el que hubiera sublevaciones de negros y blancos, como en otro lugar explicaremos. Pero lo más trascendental, históricamente hablando, fue que al correr del tiempo los filibusteros aprovechasen estas soledades y esos ganados montaraces y pusieran los fundamentos de la Colonia Francesa de Occidente, más tarde Haití. Para esta época eran muchos los hatos de vacas que existían así como las estancias de yuca y jengibre, pero la industria azucarera había decaído. Las peticiones a favor de la economía colonial 8. Desde un principio los que venían a esta Isla, conocedores prácticos de las necesidades de ella, hacían peticiones en beneficio de mejoras que afectaban a lo económico. Tanto algunos gobernadores, las juntas de procuradores, la Real Audiencia, como los particulares pedían mercedes, a veces contrarias a las propias leyes de la Metrópoli y a sus intereses políticos, o a lo que se entendía por ellos. 104 Carlos Larrazábal Blanco Los Padres Jeronimos se preocuparon mucho por el fomento de la agricultura y de la industria azucarera y desde que llegaron pidieron la fundación de haciendas y plantíos de trigo, algodón, caña de azúcar, cañafístulas, vides y otras plantas. Atribuían la falta de cultivos al poco número de habitantes de la Isla y a su pobreza, «que no tenían manera para, dejando de entender en el oro, poderse dar a estas granjerías». Autoridades y colonos se ocuparon, en un lapso de dos años, de 1517 a 1519, en pedir estas cosas: licencia general para traer negros bozales; libertad de comerciar no solo con Sevilla sino con cualquier puerto de España y de América; facilidad a personas que quisiesen ocuparse en trabajos agrícolas; donación de islas baldías y de caribes a personas que quisiesen fomentarlas para futuro intercambio comercial con ellas; introducción de carneros y ovejas de finas razas para el esquile de la lana; libertad de comercio aun con extranjeros; no arrendamiento del almojarifazgo; acuñación de la moneda de oro en la propia isla; subir el oro a su valor o a más; franquicia de derechos para los frutos de la Isla; disminuir los derechos del oro y franquicia para la sal; distribución de tierras para usufructo de los Ayuntamientos, etc. De las cosas que a la verdad más perjudicaban la buena marcha de la colonia eran las tantas mercedes particulares que concedían los Reyes, y en oposición a ellas, en fecha 20 de mayo de 1519, los oficiales reales escribieron al Rey estas palabras que puestas en español actual han de leerse así: «Las franquicias y libertades pueblan las tierras, hágalas Vuestra Alteza a esta que bien las necesita, y mayores aun que a esos reinos, y déjese de semejantes mercedes que no sirven más que para oprimir a los vecinos y despoblar la Isla». De fines del siglo XVI en adelante 9. A pesar de la continua despoblación, pudo la Española enviar a España, en 1587, 48 quintales de cañafístula, 50 quintales de zarzaparrilla, 134 quintales de brasil, 1,796 quintales de Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 105 azúcar y 35,444 cueros de res, las principales riquezas del país. Pero como la despoblación seguía y todo el siglo xvii lo fue de pobreza y hasta de miseria que se extendieron hasta la mitad poco más o menos, del siglo siguiente, el país llegó a no producir ni para pagar sus empleados y las únicas entradas de la Real Hacienda llegaron a constituirlas la venta de papel sellado. Fue necesario que el gobierno español, en vista de esta situación, hiciera venir de México, de cuando en cuando, la suma de dinero indispensable para el pago de los haberes de gobernador, oidores, oficiales reales y demás empleados de la Administración Pública. A esta suma llamaban «situado» y su llegada era motivo de contento para los moradores. Años adelante se estableció la colonia francesa de Occidente que se dedicó activamente al fomento de la agricultura. Prosperó, se hizo más rica que la colonia española, llegó a ser fuente de riqueza para Francia, mientras Santo Domingo fue carga para España. Sin embargo esta prosperidad de la vecina colonia hizo que la vida económica de la parte oriental tomara un poco de animación. Mientras los franceses se dedicaron a la agricultura el dominicano siempre tuvo vocación por el hato, el ganado, así fue que al necesitar aquellos ganado vivo, carne y queso, el hato dominicano fue el proveedor y salvó la vida económica de la Española por aquellos días. Este comercio intrainsular pudo sostenerse y perdurar bastante, y traer animación y bienestar en la colonia. La ciudad de Santo Domingo remozóse un poco con la reconstrucción de casas en ruinas abandonadas y olvidadas por sus dueños, y la terminación de algunos templos; se fundaron algunos pueblos con inmigración de isleños canarios, se concedió libertad de comercio a Puerto Plata y Monte Cristi por diez años, etc. El corso 10. Pero no solo contribuyó a este resurgimiento económico la aludida riqueza del vecino de Occidente sino también la 106 Carlos Larrazábal Blanco implantación del corso. El comercio con Haití, al fin, fue libre, pero generalmente con otros países e islas era fraudulento porque en este la Metrópoli no cejaba. Para evitar esto, que era fuente de riqueza para el pueblo, pero no para el Fisco, se apeló a la medida de admitir el corso, lo que, sin matar la otra fuente, vino a convertirse en otra útil y provechosa porque los corsarios dominicanos, que se hicieron famosos por su valor e intrepidez, de luego en luego regresaban a Santo Domingo con las bodegas de las embarcaciones repletas de rico botín. Estos corsarios fueron también útiles porque sirvieron a España cuando esta entraba en guerra con otra nación. El más famoso pirata de aquellos días fue Lorenzo Daniel, pero no era dominicano sino italiano, de Génova, y que casó en 1752 con mujer de Santo Domingo. Capítulo IX Demografía Indios 1. El número de indios que poblaban la Isla de Santo Domingo no fue nunca determinado con justeza. El propio Colón calculó un millón y medio, pero, como asevera Las Casas, este cálculo lo hizo tomando como base los indios del Cibao, pues no había visitado el Almirante las regiones de Jaragua y de Higüey, por lo cual el citado historiador fija el número de indios en tres millones. Asevera asimismo, que a la llegada de Pasamonte, tesorero real, había 60,000 y que pocos años después, cuando llegó don Diego Colón, ya solamente 40,000. En el año 1514 fueron repartidos de trece a catorce mil indios. Estos datos, sin embargo, deben admitirse con reservas y es ya algo difícil pronunciarse por un número fijo o siquiera aproximado. Lo que sí es cierto es que los indios, a partir de la conquista, fueron mermando hasta desaparecer. Los coeficientes de natalidad y mortalidad, entre los indios, variaron mucho, disminuyendo el primero y aumentando el segundo, a pesar de haberse Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 107 introducido habitantes de las Lucayas, de Tierra Firme y las otras islas, en número de cuarenta mil, en el corto espacio de cuatro o cinco años. La cantidad de españoles que comenzaron la conquista de la Isla y su colonización fue alrededor de cuatrocientos, pero cuando llegó Bobadilla solo había unos trescientos. Más tarde, con la llegada de Ovando, aumentó la población en cantidad y calidad ya que los trescientos de Bobadilla no eran, en su mayor parte, sino los revoltistas de Roldán. Ovando llegó con dos mil quinientas personas y con ellas, como se ha visto, se continuó y terminó la conquista, se organizó la colonización y se orientó la vida económica, administrativa, religiosa y cultural de la colonia. Cuando Ovando abandonó el cargo existían las ciudades de Santo Domingo, Santiago, La Concepción de la Vega, Puerto Plata, Santa Cruz de Icayagua, Salvaleón de Higüey, Azua, San Juan de la Maguana, Puerto Real, Lares de Guahaba, Verapaz, Yáquimo, Salvatierra de la Sabana, Buenaventura, Arbolgordo y Bonao. Datos para 1514 Extractados del documento en que consta el repartimiento de indios del año 1514 apuntamos a continuación los datos siguientes: Número de vecinos: Santo Domingo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 203 La Vega. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69 Buenaventura. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 64 Verapaz. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48 Santiago. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43 Higüey . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43 San Juan de la Maguana. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43 Bonao. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40 108 Carlos Larrazábal Blanco Puerto Real. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35 Yáquimo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33 Azua . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23 Lares de Guahaba . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23 Salvatierra de la Sabana. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22 Puerto Plata. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18 Total . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 707 Casados. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 200 Mujeres solas o cabeza de familia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17 Negros libres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 Distribución de vecinos por oficios y profesiones: Funcionarios y empleados públicos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71 Médicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 Boticarios. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 Escribanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10 Alguaciles. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 Bachilleres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6 Maestros de escuela. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 Pregoneros. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 Comerciantes. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 Militares. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 Albañiles. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5 Sastres. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4 Barberos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 Mineros. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26 Hortelanos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 Cerrajeros. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 Herreros. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6 Carpinteros. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 Herradores. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8 Zapateros, calceteros y borceguiceros. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos Dulceros. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Pescadores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Caleros. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Pilotos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Calafates. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Jornaleros. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109 1 1 1 1 1 1 Estos cuadros no han de ser interpretados al pie de la letra, sino como cosa aproximativa. Se trata solamente de personas que recibieron indios en encomienda y como esto solía traer ciertas responsabilidades, claro está que aquellas personas que no podían mantener los indios y eran absolutamente insolventes no tendrían encomiendas. Muchos oficios eran desempeñados por mujeres, por indios o negros, por eso no aparece el ejercicio de la panadería. El número exacto de habitantes de la Isla no son los setecientos siete, pues solo aparecen los que recibieron encomiendas. Faltan los hijos de familia, las esposas y los frailes, puesto que las encomiendas estaban a nombre de los conventos. Para los doscientos casados, sin embargo, no hay que contar igual número de esposas, puesto que muchos las tenían en Castilla. Nótese que no aparecen ni Arbolgordo, ni Santa Cruz de Icayagua (El Seibo). El número de habitantes, para esta época, en verdad no era apreciable. Datos para 1518 En este mismo año de 1518 se verificó en la Española una junta de procuradores y se convocaron para ello doce ciudades y villas. Para subvenir a sus gastos se propusieron seiscientos pesos que fueron distribuidos en partes proporcionales al número de vecinos o a las riquezas de ellos, o no sabemos a ciencia cierta, de la siguiente manera: 110 Carlos Larrazábal Blanco Santo Domingo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 200 pesos Santiago. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75 pesos Buenaventura. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 72 pesos La Vega. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65 pesos Puerto Real y Lares. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33 pesos Bonao. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30 pesos Azua . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28 pesos La Yaguana. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24 pesos San Juan. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23 pesos Puerto Plata. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20 pesos Higüey . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20 pesos Salvatierra. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10 pesos Nótese: no aparece tampoco Arbolgordo, que no vuelve a nombrarse más como villa; no aparece El Seibo, que ya se había refundido con Buenaventura; no aparece Yáquimo, cuyos habitantes se habían juntado con los de Verapaz y formado una población nueva: Santa María del Puerto de la Yaguana; Puerto Real y Lares de Guahaba se cotizaron juntas y acabaron por fundirse en una sola población. En este año de 1518 existía un asiento de villa en Haina. Los Padres Jerónimos llegaron en 1518 con órdenes expresas de juntar los indios en villas, y fundaron, o tuvieron el propósito de fundar hasta treinta, pero la epidemia de viruelas diezmó tanto a la ya diezmada población indígena que solo tenemos la certeza de que en Cotuí, Lares y Puerto Real se hicieron estas concentraciones de indios, y según parece no eran realmente fundaciones, sino que se aprovecharon centros de poblaciones ya de viejo existentes y empobrecidos. En esta misma época, y por los mismos Jerónimos, se comienzan a fundar ingenios de azúcar con lo que la población negro-africana aumenta y la blanca de las poblaciones se esparce en ellos, así como sucedía en las estancias y en las minas, lugares donde solía la población ser hasta más numerosa que en las mismas villas. Cotuí, que ahora aparece como villa con el nombre Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 111 de la Mejorada, es de suponer que fuera un núcleo de población alrededor de las minas de cobre de aquellos lugares, explotadas ya desde 1514. Muchas veces se hablaba de despoblación, pero los colonos por convenir a sus intereses solo ponían de manifiesto la de las villas y ciudades y callaban los núcleos fuertes de población alrededor de los centros mineros, azucareros y los que moraban en las estancias ricas. En 1518 escribía el licenciado Alonso Zuazo a un cierto personaje político de España lo siguiente: «Y puesto que allá suenan mucho las Indias, quiero desengañar a Vuestra Ilustrísima Señoría que si no es de esta ciudad de Santo Domingo, donde hay casas de piedra y buenos edificios y vecindad, todo lo demás son casas de paja y pueblos de muy poquita vecindad, de a veinte o treinta vecinos y no más, como un pobre villaje de España, y todo lo que se hace en estas partes no es otra cosa sino por los indios». Datos para 1568 En la relación de la Isla Española por el oidor Echagoyan, escrita según opinión de personas eruditas en 1568, se leen estos datos: Santo Domingo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 500 vecinos La Yaguana. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 100 vecinos El Cotuí. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 100 vecinos Santiago. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20 o 30 vecinos La Vega. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Monte Cristi. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20 vecinos Puerto Plata. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30 o 40 vecinos Buenaventura. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . sin vecinos Puerto Real. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20 vecinos 112 Carlos Larrazábal Blanco Notas: La Yaguana producía cañafístolas y en sus alrededores se habían fundado hasta treinta ingenios; Santiago desde 1518 tenía la tendencia a juntarse con Puerto Plata; La Vega acababa en 1562, de ser destruida por un terremoto; Cotuí, como se ve, estaba próspero y traficaba en azúcar, cuero y cañafístola; Monte Cristi había sido fundado alrededor de 1533, según algunos; Puerto Plata tenía en sus campos aledaños unos cuatro o cinco ingenios; no cita el oidor a Salvatierra de la Sabana, San Juan de la Maguana, ni a Higüey; San Juan existía en 1533, pero a fines del siglo ya hacía tiempo estaba despoblado de nuevo, tanto que se escogió como asiento de los negros alzados del Baoruco cuando los sometió pacíficamente el capitán Antonio de Ovalle. Datos para 1606 Las variantes ocurridas en los finales del siglo xvi se advertirán en los cuadros siguientes, deducidos de un censo y catastro verificados en 1606: Vecinos: Santo Domingo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 660 Santiago. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 160 Bayaguana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115 Monte Plata . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87 Azua . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 46 La Vega. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40 Cotuí. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24 Higüey . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22 Boyá . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 Seibo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 Total de vecinos libres. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1,169 Esclavos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9,648 Total . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10,807 Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 113 Los 1,169 vecinos se distribuyen así: Varones. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 920 Mujeres. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 249 Viudas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 132 Extranjeros. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 Negros y mulatos libres. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50 Clasificación de vecino por profesionales y oficios: Funcionarios y empleados públicos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83 Militares. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22 Abogados. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5 Médicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4 Boticarios. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 Maestros de escuela. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 Escribanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16 Alguaciles. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 Sacerdotes (sin contar los frailes) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40 Comerciantes. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 46 Carpinteros. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24 Sastres. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31 Barberos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5 Zapateros. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23 Herreros. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8 Plateros. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14 Panaderos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 Albañiles. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4 Calafates. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6 Espaderos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 Pescadores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 Otros oficios. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22 114 Carlos Larrazábal Blanco Observaciones a los cuadros anteriores: a) Hemos visto en otro lugar que motivado al comercio de contrabando se procedió a la despoblación de Puerto Plata, Monte Cristi, Bayajá, La Yaguana, San Juan de la Maguana y los Hatos de Neiba y la fundación de Monte Plata (habitantes de Monte Cristi y Puerto Plata) y Bayaguana. (Hay constancia de que en el censo de Bayaguana aparecen muchas personas que eran vecinos de San Juan de la Maguana antes de 1606, entre ellas el regidor Bartolomé Farfán de los Godos). b) Boyá existía antes de la Paz de Enriquillo y era el único pueblo de indios que había en la Isla, a la fecha, y probablemente databa de la época de los Padres Jerónimos o del gobernador Figueroa. En tiempos de la guerra con Enriquillo tenía como vecinos unos dieciocho indios y quince indias, de los cuales unos ocho sirvieron en el Baoruco por mandato de la Real Audiencia. c) Debe tenerse en cuenta que el número total que aparece solamente se refiere, casi en su mayor parte, a cabezas de familia, hombres y mujeres, y que por tanto no están contados ni las esposas, ni los hijos, ni otros miembros de familia bajo un mismo techo. Por ejemplo, con respecto a la ciudad de Santo Domingo tenemos lo siguiente: Total de vecinos 660, de los cuales: Varones con mujer y familia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 242 Varones con mujer solamente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 Varones o mujeres con hijos y familia solamente. . . . . . 268 Por tanto el número de habitantes supera con creces al número que se ha dado. Un número cierto habría que agregar: el correspondiente a las esposas, doscientos cincuenta y tres (253). De modo que es fácil suponer que Santo Domingo tuviese unos dos mil habitantes. Además no se cuentan los frailes mercedarios, franciscanos y dominicos. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 115 d) En cuanto a los oficios y profesiones hay que decir: todos los fabricantes de pan eran mujeres; no aparecen hacendados, estancieros, rentistas puesto que estos eran funcionarios o empleados públicos; tampoco aparecen los mayordomos de haciendas y hatos, pastores, ordeñadores, curtidores, etc.; los comprendidos en la frase «otros oficios» se refieren a oficios que se ejercían en las ciudades por uno o dos individuos, tales como los de herrador, sillero, velero, ollero y otros. La relación del arzobispo Fernández de Navarrete en 1681 De la relación que de la isla hizo el arzobispo Domingo Fernández de Navarrete por orden del Rey se extractan estos datos: Número de habitantes (personas de confesión): Santo Domingo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2,977 Santiago. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1,313 Azua . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 582 La Vega. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 434 El Seibo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 300 Guaba. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 182 Higüey . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 144 Bayaguana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 140 Cotuí. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 100 Monte Plata . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97 Boyá . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43 Total . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6,312 Clasificación por razas: Blancos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2,434 Negros y mulatos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3,835 116 Carlos Larrazábal Blanco Indios y mestizos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43 Total . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6,312 Clasificación social: Blancos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2,434 Esclavos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1,106 Negros y mulatos libres. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2,729 Indios y mestizos libres. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43 Total . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6,312 Habitaciones: Bohíos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 332 Casas bajas techadas de tejas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22 Total . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 354 Nacimientos, óbitos y matrimonios en la ciudad de Santo Domingo en el lapso de tres años y siete meses: Nacimientos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 638 Fallecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 780 Matrimonios. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 288 Notas: a) El censo no es exacto porque solo se refiere a las personas de confesión. b) El censo de libres y esclavos es también aproximado porque muchas veces aparecen en el documento formando un mismo número. c) En el número de habitaciones no están incluidas las casas de piedra y los bohíos de la ciudad de Santo Domingo. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 117 Inmigraciones La poca población de la colonia de Santo Domingo era manifiesta en este año de 1681, y su miseria, según se desprende del cuadro anterior, era grande, pues no eran sino bohíos, en su mayor parte miserables, los que albergaban la mayor parte de la corta población. Era tal la pobreza que en la ciudad de Santo Domingo se calculaba que una tercera parte de su población no podía ir a misa por falta de ropa. Durante la mayor parte del siglo xvii no tuvo incremento la población, ni la blanca, ni la negra, a pesar de que negros fugitivos de la colonia francesa de la parte occidental de la isla venían a aumentar la población libre de color. En Guaba todos los libres eran negros franceses fugitivos, y por los años 1676 a 1677 se fundó el poblado de San Lorenzo de los Negros Minas, hoy simplemente Los Minas, con negros que huyeron de la parte francesa. En 1666 ocurrió una gran epidemia de viruelas complicada con sarampión y disentería que mermó mucho la población, sobre todo la negra. A comienzos del siglo existían cerca de diez mil esclavos y cerca de tres mil negros y mulatos libres. Estos datos denotan una paralización de la trata de negros por falta de actividad económica, en cuanto a la disminución de esclavos, y aun quizá también el aumento de negros libres. De modo que aun a pesar de la inmigración de esclavos franceses fugitivos la población de la colonia no aumentó notablemente ni aun en ese aspecto negroafricano. El mejor esfuerzo que se hizo por el aumento de la población, y que fue un factor positivo, fue la inmigración de naturales de las islas Canarias que se inició en este siglo y continuó en el siguiente. Las causas de la inmigración fueron varias. En 1680 se hizo en aquellas islas una leva de mil soldados que se destinaban a las plazas de América en compensación de ciertos bienes que América había hecho a estas islas. Por otra parte, en esa misma época ocurrió que una plaga de langostas y una fuerte sequía 118 Carlos Larrazábal Blanco acabaron con la riqueza agrícola de los isleños, vinieron a caer en completa miseria y viéronse obligados a venir a América. Parece ser que de 1680 a 1684 vinieron algunas familias y probablemente se extendieron por los campos, sobre todo por Baní. Pero es completamente cierto que a fines de 1684 y comienzo de 1685 numerosas familias salieron de Tenerife para Santo Domingo. Al llegar se les dio por asiento cercano a los términos de la ciudad y a orillas del Ozama, pero como el lugar era poco saludable muchos enfermaron y murieron, principalmente niños. Por este motivo fue necesario buscar nuevo asiento y se escogieron para ello terrenos del ejido al noroeste de la ciudad, y se fundó el pueblo de San Carlos de Tenerife, San Carlos en honor al rey Carlos II, y Tenerife en honor y recuerdo del lugar solariego de donde habían salido los isleños. Entre las familias pobladoras de San Carlos, existieron de apellido, Alonso, Arvelo, Martín de Abreu, Martínez Fajardo, Rodríguez de Mota, Díaz de Peña, Delgado, Bello, Ravelo, García, Pereyra, Fiallo, González, Bentancourt, Herrera, Alfonso, etc. En 1718 el rey Felipe V aprobó un reglamento de comercio entre las islas Canarias y las Indias Occidentales, por el cual los isleños podían introducir en Santo Domingo hasta mil toneladas de carga al año con el compromiso de trasladar a la vez cincuenta familias de cinco personas todos los años. Con estas inmigraciones se refundan Puerto Plata, Monte Cristi, que se denominaron en primer término San Felipe, por el citado Rey, y San Fernando por el entonces príncipe de Asturias Fernando, que más tarde fue el sexto rey de su nombre. También fueron fundaciones de isleños: Samaná, que se denominó Santa Bárbara en honor a doña Bárbara de Braganza, esposa de Fernando VI, y Sabana de la Mar. En los libros del Archivo de la Arquidiócesis de Santo Domingo queda constancia de que vinieron familias canarias en 1687 (fam. Rodríguez-Rodríguez), 1713 (fam. Sosa-Rodríguez, Cayetano, Casañas), 1753 (del Pino-de Castro, para la fundación de Monte Cristi), 1756 (fam. García-Bernal). Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 119 La visita pastoral del arzobispo Álvarez de Abreu De la visita pastoral que en 1739 giró por toda la colonia el arzobispo Álvarez de Abreu y que este informó al Rey en una Compendiosa noticia de la Isla de Santo Domingo, etc. se deducen estos datos: Habitantes: Santo Domingo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1,800 San Carlos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 822 Curatos de las estancias del Haina. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1,030 Curato de Baní. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 525 Curato y villa de Azua. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 500 Bánica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 400 Hincha. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 500 Puerto Plata. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 100 Santiago. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1,300 La Vega. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3,000 Cotuí. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 146 Seibo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1,113 Higüey . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 318 Bayaguana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 380 Monte Plata . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 220 Los Minas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105 Total . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12,259 Anotaciones: De la propia compendiosa noticia se colige: a) La mayor parte de la población la constituían negros, sobre todo libres. Solo en la ciudad capital moraban unas pocas familias blancas, de las cuales las principales eran doce o quince. La pobreza las había extinguido. 120 Carlos Larrazábal Blanco b) Puerto Plata estaba recién fundada con familias canarias llegadas en 1537. c) De los habitantes de La Vega se dice que eran todos tan pobres como Job. d) En los cálculos se incluye no solo la población urbana sino la de los campos aledaños. Progresos después de 1739 Motivado al progreso económico de la colonia francesa, como se ha señalado ya, la colonia española progresa y sus centros de población aumentan con otros nuevos, mientras los viejos, como es natural, incrementan sus moradores. Los centros principales son: Santo Domingo, Santiago, La Vega, Cotuí, los campos y oratorios de Ámina y Macorís, Dajabón, Los Minas, el curato de Santa Rosa que comprendía los restos de la antigua población de Buenaventura y la de los ingenios y fundaciones del llano de Santa Rosa, el curato de los ingenios (entre el Nizao y el Nigua), Baní y su jurisdicción entre el Nizao y el Ocoa, Azua, San Juan, Bánica con Las Caobas y los oratorios de Pedro Corto y Farfán, Hincha con las parroquias de San Rafael y San Miguel de reciente fundación, Monte Plata, Boyá, Bayaguana, El Seibo, Higüey, Samaná y Sabana de la Mar, San Carlos. Se calculaba la población total de 90,000 a 100,000 habitantes. Capítulo X Desacuerdos, protestas, banderías, ideologías Bernal Díaz de Pisa 1. Las primeras desavenencias entre los colonizadores comenzaron en La Isabela y el primer desavenido fue el contador Bernal Díaz de Pisa. Parece que las privaciones a que estaban sometidos y la autoridad del Almirante no agradaron a muchos Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 121 y fue creando un estado de disgusto con justos deseos de volver a España. Como es natural el Almirante debía velar por el principio de autoridad que representaba, e indiscutiblemente algunas medidas disciplinarias debió haber tomado, que como ocurre siempre en estos casos, serían antipáticas. En La Isabela se produjeron enfermedades, los cultivos no eran suficientes y las provisiones que mandaban de España había que repartirlas por raciones. Todo esto, como es natural, era motivo de malestar. El clamor de protesta general halló en Bernal Díaz de Pisa el hombre que podía darle dirección, pero toda su actuación se redujo a querer tomar las naves que había en puerto e irse para España, que era el vivo anhelo de los más al ver quizá, que el oro y las riquezas no estaban tan a las manos como creían. El plan fue descubierto y Bernal Díaz hecho preso. Después los Reyes autorizaron a Colón a que lo mandara a España. Mosén Pedro Margarite y el Padre Boil 2. Al partir Colón para explorar a Cuba dejó encargado de las fuerzas militares a Mosén Pedro Margarite con la misión de que hiciera una exploración por todo el Cibao. Parece ser que el militar se desentendió de su verdadero trabajo y descuidó sus deberes al punto que Diego Colón, el hermano del Almirante, le llamara la atención. De aquí provino una total desavenencia entre él y don Diego. Ya el Padre Boil no estaba en muy buena armonía con el Almirante por no se sabe qué motivos, y en esta ocasión se alió a Margarite, lo apoyó, y entre los dos concertaron tomar a la fuerza las naves que estaban en puerto para irse a España. Comisión de Aguado 3. En esta ocasión no fracasó el plan. Así lo hicieron. Al llegar a la Metrópoli rindieron informes sobre Colón y sobre 122 Carlos Larrazábal Blanco la colonia y hay que suponer que tendrían que decir cosas que fueron en perjuicio de su enemigo y sirvieron de justificación a la actitud que acababa de asumir. Fue el caso que los Reyes pusieron atención a las denuncias que recibieron, y ordenaron al obispo Fonseca, en 9 de abril de 1495, que se escogiera una persona apropiada para que pasara a la Española y en ausencia del Almirante interviniera en el gobierno de la colonia y aun presente pusiera remedio en las cosas que lo requirieran, así como que se tomara informes de cómo desempeñaban sus cargos los que abandonaron La Isabela. Por todo esto se ve que, en realidad, los Reyes fueron informados de cosas tocantes a Colón y a La Isabela y que pudieron atribuir a las ausencias de aquel los desórdenes ocurridos. Así también sospechaban de los mismos informadores, pues pedían referencias sobre el desempeño de sus funciones. Los Reyes, pues, parece, obraron con cordura. En esta misma ocasión otra cédula de los Reyes dirigida a Colón le advierte que dé permiso para que fueran a España los que más necesidad tenían de ir; otra le encarga de que no faltaran mantenimientos a la gente de la Española, que debían distribuirse de acuerdo a la tasa que se mandó, así como que no se consintiera que a ninguno se le dejara de dar aunque hubiera cometido algún delito. Por estas advertencias se ve que pudo Colón haber negado permiso para que algunos españoles se fueran a su patria, de ahí los dos planes que hemos visto de tomar las naves violentamente; así como también pudo, por razones de economía, haber aminorado la ración alimenticia en castigo de comisión de delitos. El escogido por el Obispo Fonseca fue Juan de Aguado, que había venido en el segundo viaje con el Almirante muy recomendado por los Reyes, pues era su repostero y por su buena conducta, entonces, mereció los elogios y una recomendación del propio Almirante. Llegó Aguado a La Isabela y desde su primer momento se parcializó en contra del Descubridor. Este creyó oportuno ir a España a sincerarse con los Reyes o dar explicaciones, y así lo hizo en la misma nave en que Aguado se embarcó. Todo parece que fue arreglado a su favor, pues inmediatamente Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 123 de llegar comienzan las gestiones para un tercer viaje. Juan de Castellanos, en sus Elegías de varones ilustres dice de Aguado que recibió del rey «copioso poder para las causas» al dársele sus cartas de creencias; que llegando a La Isabela pregonó sus reales provisiones y «otros bastantísimos recados»; que fue obedecido de todos, así de libres como de culpables; que hizo con rectitud sus informaciones con hombres buenos y desapasionados, y que «el Juan Aguado, visto que le daña / a Cristóbal Colón algún mal seso / mandó que se partiese para España / y en corte se presente como preso»; que esta determinación fue motivo de «pasión extraña» por parte del bando de Colón. Que llegados a España tuvieron Colón y sus contrarios muchos «dares y tomares» delante del rey Fernando, que Colón fue reprendido y restituido a su «primer honor». Sin embargo no están contestes los historiadores clásicos sobre la ida de Colón a España en condición de preso en esta oportunidad. Rebelión de Roldán 4. Estando Colón en España en aprestos de su tercer viaje ocurrió la más grande rebelión de aquella época, encabezada por Francisco Roldán. Este era el Alcalde Mayor de la colonia y tuvo rozamientos y desavenencias con don Bartolomé que había quedado al frente del gobierno en ausencia de su hermano el Almirante. Con las cosas que ya habían pasado los pobladores y los Colón estaban totalmente distanciados. La autoridad de los Colón era realmente antipática y ellos no sabían encauzarla por otro camino. Se puede decir que la mayor parte de los pobladores eran adversos a los Colón y hay que suponer que alguna razón habría para favorecer este espíritu. Por lo menos, indiscutiblemente les faltaba tacto al querer gobernar y dirigir como si lo hubieran hecho en España. No se dieron cuenta que el ambiente cambió por completo y que había que atemperarse a las circunstancias dejando pasar por inadvertidas faltas que en 124 Carlos Larrazábal Blanco España no hubieran cometido los Colones. La autoridad de don Bartolomé se hacía caer pesada, a la verdad. Espíritu emprendedor y de lucha exploró casi todo el país, impuso tributos a los indios de Jaragua, peleó con los de La Vega y con los ciguayos, fundó El Bonao y a Santo Domingo y quiso siempre mantener a raya el espíritu inconforme, de protesta e indisciplinado, de los Colones. El rompimiento definitivo entre el Adelantado y Roldán parece que se originó porque estando al primero en Jaragua, el segundo, prevaliéndose de su condición de Alcalde Mayor, reunió gente con el pretexto de haber ocurrido un levantamiento de indios en La Vega Real. En cierta ocasión, yéndose a un gran conuco, hizo fabricar mucho casabe y repartió a los menesterosos. Todo esto parece hirió la susceptibilidad del Adelantado que al saber estas y otras cosas dijo: «Otro gobernador hay en la isla que recoge las gentes y las estancias y gobierna; yo iré allá y le cortaré la cabeza, y a otros más de ocho». Entonces corrió a La Isabela, sacó todas las armas y municiones y las repartió entre los suyos. Después Roldán se acercó a La Concepción llamado por don Bartolomé pero no pudieron llegar a un entendido. Roldan tenía a su lado unos 200 o 300 hombres con los que pudo haber tomado fortalezas o villas y hasta depuesto al propio Bartolomé, mientras otra cosa disponían los Reyes, como entre otras partes de América se hizo con otras autoridades, pero lo que hizo fue mantenerse como a la defensiva mientras los suyos cometían toda clase de depredaciones con los indios o trataban de ganarse adeptos dentro de sus compatriotas. No se alcanza a comprender cómo Roldán, que tenía armas y contaba con el favor popular, no aspiró a otra cosa sino a que lo dejaran irse a España. Cuando llegó el Almirante, en su tercer viaje, quiso, desde luego, acabar con este estado de cosas y envió un emisario al Bonao, donde a la sazón estaba Roldán. El jefe de la fortaleza de La Concepción, Miguel Ballester, con este motivo y habiendo asistido a las entrevistas del comisionado y del rebelde, le escribió al Almirante una carta muy discreta y juiciosa donde le aconsejaba que se concertara con los alzados de todas maneras, Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 125 especialmente en lo que pedían de irse para Castilla, porque de otra manera no podría lograrse lo que el propio Almirante querría porque muchos se pasaban a su bando y todos acabarían por pasarse excepto algunos hidalgos y gente de pro que a su lado estaban. Y acaba el íntegro y leal Ballester su carta así: «conviene al estado de V. S. concierte su ida de una manera u otra, pues ellos lo piden; y quien otra cosa a V. S. aconsejare, no querrá su servicio o vivirá engañado; y si en algo de lo dicho he errado, será por dolerme del estado de V. S. viéndolo en tan gran peligro, no haciendo iguala con esta gente; y quedo rogando a Nuestro Señor dé seso y saber a V. S. que las cosas se hagan a su santo servicio y con acrecentamiento y dura del estado de V. S.» Este documento es elocuente. En pocas palabras pinta el verdadero estado de la rebelión de Roldán que, a la verdad, si no se alzó con la isla, sería por pusilánime o por demasiado respeto a la autoridad de los Reyes, respeto que no tuvieron ni Vasco Núñez en Panamá, ni Cortés ni Velázquez con Diego Colón. Roldán pudo haber sido el continuador de la conquista y la colonización de la isla pero parece era hombre que, aunque amaba la libertad, no estaba hecho para las grandes rebeldías, sino para las de poco peso moral; parece que no estaba preparado para empresas grandes y de trascendencia sino para la pequeñez de intrigas puramente personalistas sin idealismos y sin visión. Al fin advino un primer entendido, pero como ambos, Almirante y Alcalde Mayor, desconfiaban el uno del otro, el primero comete la falta de política de pregonar en El Bonao y La Vega que todos los hombres debían presentarse ante él, so pena de ser sometidos a la justicia, lo cual puso en guardia a los rebeldes y dudaron de la buena fe de Colón. Pero las cosas siguieron encaminándose a un convenio de paz. Al principio los rebeldes pedían que los dejaran partir para España, que les pagaran sus sueldos a todos, pero el pacto final fue otro porque Roldán se quedó siendo Alcalde Mayor, a los suyos se les repartieron tierras que cultivar y en 1500 el mismo Roldán recibe la misión de hacer que Alonso de Ojeda, que quería desembarcar por la costa sur de Jaragua, desalojara la colonia. Parece que Roldán era hombre 126 Carlos Larrazábal Blanco valiente, decidido y astuto porque para vencer a Ojeda como lo hizo eran necesarias esas tres condiciones, que indiscutiblemente puso en juego en esta ocasión a decir de los historiadores. En esta oportunidad no sólo se comportó como un valiente sino como leal servidor del Almirante, pues por su enemistad personal bien pudo haberse compuesto con Ojeda, que por otra parte hizo todo lo posible por ganárselo a él y a los suyos. Apartado que se hubo Ojeda de las costas de la Española tuvo Roldán que afrontar los desórdenes de Hernando de Guevara y Adrián de Mojica en Jaragua. Estos fueron sus compañeros de pocos días antes, pero ahora Roldán representaba el orden y la autoridad y con lealtad llenó su cometido. Guevara fue hecho preso y más tarde lo fue Adrián de Mojica a quien dieron muerte por mandato judicial. Bobadilla 5. Todo esto trajo por consecuencia que de España se enviara a Francisco de Bobadilla como gobernador. Bobadilla, desde un primer momento, se parcializó contra los Colón y parece que de las pasadas revueltas no encontrara más culpable que a estos que los mandó presos a España. En cambio se entregó en brazos de Roldán y de los demás compañeros, y para congraciarse con todas aquellas gentes ya habituadas al libertinaje que le había impuesto la vida de rebelión les dio franquicia de todo género, es decir, tierras, indios, y hasta se atrevió a aumentar el tanto por ciento en la obtención de oro, cosa para lo que no estaba autorizado. Este mal gobierno de Bobadilla hizo pronto eco en la Metrópoli y los Reyes lo sustituyeron por Ovando. Bobadilla entonces embarcó para España, así como también Roldán, pero tuvieron la desdicha de perecer en un naufragio por las costas de Higüey, en 1502, mientras ya se habían dado satisfacciones a Colón y se le había permitido hacer un cuarto viaje, pero en el cual no debía tocar en Santo Domingo. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 127 Estas rencillas perduraron mucho tiempo en la colonia agravadas por la enemistad que en España sentían por todo lo que fuera acepto a los Colón, el ya citado obispo Fonseca y otros personajes de la corte que los seguían. Ya Roldán había desaparecido pero quedaron en la colonia todos sus secuaces que eran los más, unos se dedicaron a vivir bajo la ley y el orden impuestos por Ovando, tal Diego de Escobar que sirvió a este gobernador y hasta en cierta ocasión llevó socorros de Ovando a Colón, que estaba perdido en Jamaica,; Lope de Olano que fue capitán general de la armada de Nicuesa y otros, pero eso no fue bastante para que olvidaran unos y otros sus viejas rencillas, dispuestas a salir en cualquier ocasión. Banderías 6. Todo esto se puso de manifiesto cuando llegó por gobernador el hijo del Almirante, don Almirante, don Diego, pues la colonia se dividió en dos bandos compuestos de los amigos de don Diego el uno y de los enemigos, el otro. Estos estaban encabezados por aquel de quien dijo Juan de Castellanos: «Y a quien nunca jamás fue buen tercero / Miguel de Pasamonte, tesorero». Las intrigas en esta época se cebaban en don Diego a más no poder. No podía hacer ni ordenar nada que no fuera mal interpretado y no se pusiera en conocimiento del rey Fernando que no era tan adicto a los Colón como la reina Isabel, ya difunta, tanto que muchas veces procedía de acuerdo a estas noticias llenas de pasión. Por su parte don Diego y los suyos se defendían y atacaban como podían y gran parte de las energías de los hombres principales de aquella época se perdió en estas banderías. Los pasamontistas llamaron a los amigos de don Diego «deservidores del Rey» y se denominaron así mismos «servidores del Rey», como si el célebre tesorero no hubiera hecho tantos deservicios a la causa del soberano como los que hubieran hecho los demás, con sus parcialidades y pasiones mal encaminadas. 128 Carlos Larrazábal Blanco Junta de Procuradores 7. En 1518, gobernando los Padres Jerónimos, se pusieron en juego esas pasiones políticas personalistas tan enraizadas en nuestro pueblo, y es bueno volver a hacer hincapié en ello porque pone claramente de manifiesto la psicología cívica y la mentalidad política de los fundadores de nuestro pueblo. Es el caso, y ya lo hemos dicho, en ese año hubo elecciones en todos los Ayuntamientos con el objeto de mandar un representante a la Metrópoli para pedir algunas cosas para el bien de la isla. Parece que la proposición provino de los pasamontistas y los Padres Jerónimos, que al principio no vieron la urgencia de esto, al fin accedieron e hicieron la convocatoria. Todos los cabildos eligieron sus diputados y se reunieron en Santo Domingo para deliberar. Las violencias comenzaron por Pasamonte que siendo a la vez regidor y principal «leader» del ayuntamiento anuló el nombramiento que Santo Domingo había hecho en la persona de Lope de Bardeci, «dieguista», e hizo nombrar al bachiller Juan Roldán, pero este atropello no fue aceptado por los demás diputados. A la hora de elegir el procurador que debía ir a España, se alzó la voz reposada de Juan de Villoria, diputado por La Vega, al parecer del partido de don Diego, y expuso que no se debía elegir ningún procurador porque en la Corte estaban uno de los Padres Jerónimo –fray Bernardino de Manzanedo– el propio Almirante don Diego y el padre Las Casas que de seguro pedirían mercedes para la isla. A esto, como es natural, se opusieron los pasamontistas y al fin se elegió el procurador. Los «dieguistas» eligieron a Lope de Bardeci y los otros a Lucas Vázquez de Ayllón que obtuvo mayoría de votos. Esto así, Alonzo de Zuazo, que compartía las responsabilidades del gobierno con los Padres y que en su virtud de juez de residencia había hecho suspender la Real Audiencia, y muy del partido de don Diego, abusando de su autoridad se incautó de las actas de las sesiones y de todos los papeles de la Junta de Procuradores. Pero los contrincantes, que no dormían y que eran peritos en el arte de la intriga, Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 129 escribieron al Rey y este ordenó a Zuazo que entregara todos los papeles que indebidamente confiscó. Ideología de los Colones 8. Las cosas que esta Junta resolvió es bueno transcribir porque tras de ellas se comprenden muchas cosas relativas al estado de la colonia en aquella remotísima época y ponen de manifiesto las ideas y aspiraciones de los fundadores de la Española. Cada villa y ciudad formuló sus peticiones, y es justo confesar que si algo trascendía a espíritu de bandería y contrario a los intereses de don Diego Colón, en general todos esos acuerdos tomados propendían al bien común, al bienestar y progreso de la Isla, y podemos decir que fueron las primeras manifestaciones de verdadero patriotismo de nuestro pueblo y de sus anhelos de libertad. Estas cosas pedidas fueron: a. Que no fuera perpetuo el gobernador. Esto iba contra los intereses de don Diego, pero fue una medida política y socialmente cuerda, justa. b. Que volviera la Real Audiencia. Zuazo la había suspendido, es de suponer que por justos motivos, pero la petición fue acertada. c. Residencia de los obispos en la Isla. ch. Libertad general de comercio con todos los pueblos de España y de América, aun con extranjeros. d. Que no hubiera más jurisdicción que la del Rey y que se quitara la del Almirante. e. No arrendamiento del almojarifazgo por los abusos en el avalamiento de los derechos. La Junta aquí se muestra en contra de monopolios. f. Franquicias a cualquiera que viniera a poblar con respecto a lo que necesitaren para sus casas. g. Acuñación de moneda de oro en la propia Isla. 130 Carlos Larrazábal Blanco h. Licencia para traer esclavos a los indios caribes y por naborias a los de las Lucayas, Curazao y otras islas inútiles. i. Licencias para traer negros bozales, libres de todo derecho. j. Subida del valor del oro a su justo precio o a más. k. Perpetuidad de los repartimientos. l. Franquicia de derechos para los productos de la Isla, tanto al salir de ella como al llegar a España. m. Libertad a los extranjeros para avecinarse en la Isla excepto a los genoveses y a los franceses. n. Disminución de los derechos de oro, derechos del fundidor, derechos de los clérigos. ñ. Merced de los derechos de escobilla y de relave para los hospitales. («Escobilla» es la «tierra y polvo que se barre en las oficinas donde se trabaja la plata y el oro, y que contiene algunas partículas de estos metales» (Acad.). Relave es el oro que sale lavado de un segundo lavado de las arenas auríferas.) o. Disponer de tierras para propios, es decir tierras para ser cultivadas por los Ayuntamientos para sufragar sus gastos. p. Que no tuvieran indios ningún ausente, ni gobernador, ni oficial real, ni sus familias respectivas, salvo si fueran vecinos para permanecer en la isla y casados. q. Esto atentaba contra la costumbre establecida en el repartimiento de Alburquerque y Pasamonte y contra todos, «dieguistas y pasamontistas». r. Tomar residencia al gobernador cada tres años y visitar la Audiencia. s. Que no tomen parte, en armadas para traer indios esclavos, ni el gobernador ni los oficiales reales. (Es de suponerse que incluirían también los oidores). t. Obligación de todo vecino casado de traer a su mujer. Esta medida fue, seguramente, para evitar el público concubinato. u. Franquicia y mercedes para los que vinieron a poblar y permanecieren siquiera cinco años y premios para los que hicieran nuevas grangerías. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 131 v. Libertad de salir de la Isla a otras o a España. w. Libertad de reunirse los procuradores de la Isla sin intervención de gobernador ni Audiencia. x. Elección por cada pueblo de su alguacil y fiel. y. Suspensión de las mercedes de escribanías, pues sobraban y eran causa de pleitos y revueltas. z. No enajenación de la Isla ni de parte de ella. Además de estas peticiones que fueron hechas por la ciudad de Santo Domingo y apoyadas por las villas de Haina, Higüey y Buenaventura, Santiago pidió, entre otras cosas estas, dos: Que los regidores no fueran perpetuos porque tiranizaban la república, y que los gobernadores y jueces residieran en La Vega y no en Santo Domingo, porque estaba la primera en mitad de la Isla. Destrucción de pueblos 9. Ya hemos visto cómo, para evitar el comercio de contrabando que se hacía por la Banda Norte de la Isla y por la Yaguana, un gobernador resolvió la destrucción de Monte Cristi, Puerto Plata, Bayajá y Yaguana y la mudanza de hatos de los terrenos de Neiba y San Juan de la Maguana, a principios del siglo xvii. Los vecinos y los ganados y esclavos debían ser transportados a otros lugares ya poblados u otros que debían poblar. Pero es el caso que medida tan grave, que tanto lesionaba los intereses de esos moradores, no tuvo buena acogida y dio lugar a rebeliones de negros y de blancos. Los vecinos de la Yaguana al recibir la orden de traslado no obedecieron. Unos sesenta, con sus familias, se embarcaron para Cuba asentándose en Bayamo. La Real Audiencia mandó enseguida un oidor para hacerlos prisioneros y enjuiciarlos, pero obtuvieron el perdón con tal de regresar a la Española y alojarse en el sitio que le habían destinado. Ya antes de la destrucción de las ciudades citadas, andaban alzados unos doscientos hombres, en 1603, que eran perseguidos 132 Carlos Larrazábal Blanco por el gobierno colonial por ejercer el contrabando. Parece que hubo oportunidad de someterlos por vía mansa y el arzobispo de aquella época, Fray Agustín Dávila Padilla, logró para ellos el perdón pero al fin el gobernador hubo de arrepentirse y parece que se usó del rigor hasta después de consumada la destrucción, pues no solo se hizo uso de la fuerza para Hernando Montoro, en el valle de Guaba, sino también por todas partes que fuera necesario y donde anduvieran blancos o negros en son de protesta. Hernando Montoro que fue hecho prisionero, ahorcado y después descuartizado. Los cuartos se pusieron en los caminos públicos y las manos y la cabeza fueron llevadas a Santo Domingo y puestas en pública exhibición. Los encargados de esa misión la cumplieron con todo rigor. Hicieron muchos presos que enviaron a Santo Domingo y a otros los ahorcaron en el sitio, sobre todo si eran negros o mulatos. El capitán Juan Rivas Martín fue designado a los terrenos de San Juan y de la Yaguana y de Guaba, el alférez Juan de Céspedes Durango a los terrenos de Bayajá, Monte Cristi y Puerto Plata; para el término de Gonaïves y otros el sargento Juan Pérez Martín. Bayaguana y Monte Plata 10. A reserva de en otro lugar volver a tratar de este mismo interesante asunto, daremos fin a lo que vamos diciendo sobre la destrucción de las villas citadas con la enumeración de las primeras autoridades, los primeros cabildos y por tanto de los principales fundadores de las ciudades de Bayaguana y Monte Plata, hijas de aquellas villas destruidas de Monte Cristi, Puerto Plata, Bayajá, Yaguana y San Juan de la Maguana. San Juan Bautista de Bayaguana: capitán Francisco Luis Carvallo, alcalde ordinario; Diego de Guzmán, alcalde ordinario; Pedro de Guadarrama Abansa, regidor; Bartolomé Farfán de los Godos, regidor; Miguel de Luzón, regidor; Melchor de Valespina Reinoso, regidor; Pedro de Brea Cerón, regidor; Gaspar Ravelo, Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 133 regidor; Cristóbal Méndez de Sotomayor, escribano púbico y de cabildo; Diego Osorio, escribano público y de cabildo; Francisco Enríquez, alcalde de la Hermandad. Además figuran entre los primeros pobladores Bartolomé de Rivera, Pedro Sedeño y Bartolomé de Cozar, que se habían alzado en armas y sometidos a la obediencia. Muchas de estas personas eran gentes de San Juan de la Maguana. San Antonio de Monte Plata: Andrés de Savallos, acalde ordinario; Francisco Rodríguez Terreros, alcalde ordinario; el capitán Juan Fernández de Estrada; Álvaro Mejía de Cárdenas, alguacil mayor; Álvaro López Ravelo, regidor; Miguel Pérez Vanero, escribano público; Diego Estévez, alcalde de la Hermandad; el capitán Francisco Jiménez. Capítulo XI Las razas oprimidas en luchas de libertad Caonabo 1. Como se ha podido notar, los indios no aceptaron la tutela española sin antes protestar por medio de la guerra, el incendio y la matanza. Fuera que tuvieran intuición de la pérdida total de su libertad, de sus costumbres, de su cultura y civilización muy en cierne, o de sus tierras, ellos procedieron como verdaderos patriotas, y fue necesario el poder moral, cultural y material de la raza blanca europea para someterlos. Pero como les pasa a algunas aves cuando pierden su libertad al enjaularlas, ellos desaparecieron totalmente como raza. Se cumplió a maravilla lo de «primero muertos que esclavos». Esta conducta de actividad y celo patriótico la manifestaron, por primera vez, con la actitud hostil de los indios de Samaná que ocasionó la ligera escaramuza conocida con el impropio altisonante nombre de «Batalla de las Flechas». Después, Caonabo, según todas las versiones, atacó la Navidad, la destruyó y mató todos los españoles que en ella estaban. Al posesionarse los 134 Carlos Larrazábal Blanco conquistadores del valle de la Vega Real los indios se confabularon contra ellos y comenzaron una lucha seria que se concretó a escaramuzas y al ataque a las fortalezas ya fundadas en esos parajes. Ocurrió una batalla a dos jornadas de La Isabela que si es la que llaman de La Vega Real no fue, por lo tanto, en el Santo Cerro, se plantó, con toda seguridad, como signo de dominio espiritual de la cristiandad sobre aquellos lugares que se divisaban desde la loma citada, y que, por otra parte, no era lugar propio para los españoles empeñar una batalla porque estos, como era natural, hubieran preferido el campo raso donde poder hacer maniobrar su caballería, espanto de los indios. De las acciones principales que se libraron una fue el asedio, durante unos cuarenta días, a la fortaleza de Jánico (Santo Tomás) mandada por el célebre Alonso de Ojeda. Los españoles pasaron zozobras y estuvieron en peligro de perecer todos, de tal suerte que Ojeda mandó proponer paces a Caonabo, heroico campeón del patriotismo indiano. El cacique aceptó, quizás porque creyó que los españoles abandonarían el fuerte para entonces él poder aniquilarlos a campo abierto. Pero Ojeda, que no era hombre de muchos escrúpulos, con unos cien soldados salió del fuerte, dio alcance a los indios, que iban en ánimo de retirada, y arremetió contra ellos con todo ímpetu y valor de que él era capaz, hasta ponerlos en derrota y hacer prisioneros a Caonabo y Uxmatex. Ya en capítulo anterior hemos hecho referencia a la prisión de Caonabo y allí asentamos la especie más socorrida a estos respectos, pero esta que aquí insertamos tiene más visos de histórica que aquella, a pesar de haber sido referida por historiadores clásicos de Indias. Caonabo no era hombre de dejarse seducir de la manera que se cuenta, y mucho menos creer que las esposas que le ponían eran algún honor. El que destruye la Navidad, que une a todos los indios del Cibao, Jaragua y Marién, que da pleitos de importancia en La Vega Real y asedia a la fortaleza de Jánico, no era para dejarse prender tan fácilmente. En esta nueva versión vemos al héroe caer como lo que había sido siempre, como un valiente peleando contra los españoles. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 135 También Ojeda sale ganando. El engaño siempre existió, pero no fue de la catadura del que se cuenta siempre. Esto pudo pasar como un ardid de guerra, poco escrupuloso a la verdad; aquello hubiera sido una villanía. Anacaona 2. En idéntico plano moral de patriotismo hay que situar el alzamiento de Cotubanamá en Higüey, que ya también conocemos, y el triste fin de Anacaona. Los españoles sabían que tan principal cacica había tenido una parte importante en las actividades guerreras de Caonabo y que tenía mucha preponderancia en la Isla, por lo que se hacía peligrosa. Cuando la prisión de Caonabo se fue para Jaragua a la corte de su hermano Boechío, y al morir este vino ella a ser la reina de Jaragua, posición en la cual se hizo más peligrosa todavía. Ovando, ya se ha dicho, cometió una iniquidad, procedió con artería, infamemente, pero Anacaona no murió exenta de culpabilidad, y esto sea dicho en su honor. Ella siempre trató de socavar el poderío español y muerto o desaparecido Caonabo, su esposo, representaba y alimentaba los ideales de este. Si recibió a Ovando con todo agasajo y complacencia no quería esto decir que estaba sometida. Quizá quiso hacer una manifestación de fuerza al reunir tantos indios en aquella recepción; quizá también tuvo el siniestro plan de acabar con los españoles, y sospechado todo esto se determinaría la actitud de Ovando, que no pudo sino haber tenido su razón de ser, su fundamento lógico, porque los hechos históricos, por más descabellados que nos parezcan, no son sino determinados por circunstancias actuales, o poco más o menos lejanas, fueren justas o injustas. 136 Carlos Larrazábal Blanco Enriquillo 3. La más famosa rebelión india fue encabezada por Enriquillo. Este había sido criado por los padres franciscanos en la Yaguana, de manera que había adquirido cierta cultura cristiana; sabía leer, escribir y hablar el español y seguramente conocía la doctrina cristiana. Era señor de la región de Baoruco, por lo cual se le llama en algunos documentos antiguos Enrique del Baoruco. En el repartimiento de 1514 se encomendaron más de cien de sus vasallos, cuarenta y seis, y los hijos menores que tuvieren, al regidor de la villa de San Juan, Francisco de Valenzuela; treinta y seis, y los hijos menores que tuvieren, más de diez viejos y niños al también regidor de la misma villa Francisco Hernández. De manera que el tal señorío del cacique se reducía a unos cuantos indios de cuyos trabajos y buen comportamiento debía ser responsable, y para colmo debía serlo ante dos amos diferentes, lo cual era condición todavía. (Es bueno recordar que hay error cuando se cree que encomienda es esclavitud. Los indios eran libres, legalmente, pero, poco inteligentes e inhábiles, habíase, legalmente, que acostumbrarlos al trabajo y al trato con los blancos. De ahí la encomienda). Tiempo adelante muere el regidor Valenzuela y queda en posesión de sus bienes y encomienda un hijo. Este, parece que mozo de malos cascos, tiranizaba a los indios y Enriquillo se vio vejado por él, primero, porque de los pocos bienes que tenía le quitó una yegua y después le faltó el respeto a Mencía, casada con el desdichado cacique. Hubo de quejarse a la autoridad local, que lo era el regidor Pedro de Vadillo, a la vez también que teniente de gobernador, que no le hizo justicia. Después vino personalmente a Santo Domingo y presentó querella ante la Real Audiencia que lo reenvió a la jurisdicción del citado Vadillo. Al verse, pues, desamparado intentó hacer justicia por su misma mano y recogiendo unos cuantos de sus esclavizados vasallos se fue a las sierras del Baoruco, según parece su patria originaria. Valenzuela mismo lo persiguió pero el indignado Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 137 cacique arremetió contra él y los suyos, le mató dos y el encomendero tuvo que emprender la retirada hacia San Juan herido en lo más profundo de su orgullo. Desde entonces se declaró una lucha entre las dos razas, la blanca y la india, lucha entre oprimidos y opresores. Los indios desertaban de sus encomiendas e iban para donde el nuevo campeón del espíritu de la raza, personificado antes por Caonabo y después por Anacaona. El cacique no tenía armas, por tanto una de sus primeras precauciones fue la de conseguirlas dando órdenes a los suyos para que se las quitasen a los españoles que pudieran coger, de manera que el soldado quedase con vida y en libertad, pero sin armas. El espíritu del cacique era naturalmente bueno y por tanto cuando mataba había de serlo en combate. Una vez una partida de españoles, huyendo de otra de indios, resolvieron hacer fuego en la boca de la caverna para que todos perecieran, pero sabido por el cacique prohibió esta crueldad y solamente ordenó que se les quitasen las armas. Uno de estos perseguidos cuando llegó a Santo Domingo se metió a fraile dominico, tal parece había sido la promesa al salir con bien de tan mal trance. La actitud guerrera de estos indios consistía solo en defenderse de las partidas de españoles que los perseguían, para lo cual tenía un sistema de espionaje que descubría las trazas de enemigos, vinieran por tierra o por mar. Una vez que había de librarse pelea apartábase a un lugar muy escondido las mujeres, los niños, los viejos y los enfermos, luego demandaba a un teniente de confianza a oponerse a los españoles, y entonces reforzaba el mismo cacique con otra partida si era necesario. La vigilancia de este era extrema, apenas dormía y siempre lo hacía entre dos pajes o edecanes de confianza y sus armas al lado. Por temor a que el ladrido de los perros o el cantar de los gallos descubrieran sus escondrijos o puntos estratégicos también los tenían en lugar muy apartado y oculto. La Audiencia tomó muy en serio la reducción de esta indiada rebelde y mandó varios capitanes con mucha tropa – doscientos o trescientos hombres– para reducir por la guerra a Enriquillo, pero todo fue inútil. San Juan de la Maguana se convirtió en un verdadero centro de operaciones contra Baoruco. 138 Carlos Larrazábal Blanco La Audiencia envió desde San Juan, por capitán de guerra, al nombrado Pedro de Vadillo, luego a Pedro Ortiz de Matienzo, a un tal Muñoz y por último a Hernando de San Miguel, muy antiguo en la isla y vecino del Bonao, pero todos fracasaron, a pesar de haber pasado en ciertas ocasiones a la citada población el propio licenciado Alonso de Zuazo, para atender en todo lo de la guerra. Un fray Remigio se prestó a ir solo para ver si reducía al cacique por las buenas, pero no bien los indios se dieron cuenta de su presencia lo cogieron y le quitaron el hábito sabido lo cual por Enriquillo le dio muchas excusas, pero no se redujo. Después de la frustrada expedición de San Miguel no se volvieron a ocupar de Enriquillo las autoridades, por algunos años, pero como era asunto que había de resolverse de alguna manera, el emperador Carlos V envió con Francisco Barrionuevo, que venía de gobernante de Castilla del Oro, una carta al cacique para reducirle por esta vía a una paz definitiva. Barrionuevo así lo hizo y vista la carta por el Señor del Baoruco concertó paces después de trece años de andar rebelde por las asperezas y por creer que las esposas que le ponían eran algún honor. El indio que era hombre de dejarse seducir a la manera que se cuenta, y mucho más era hombre de muchos escrúpulos, con unos cien hombres salió del fuerte, soledades de las sierras. Esto pasaba por el año 1533. El cacique Enrique y los suyos se fueron a vivir libres, es decir, fuera de encomiendas, a la región de Boyá. Las libertas de los indios, quiere decir, el estar desencomendados, fue entonces un hecho, aunque ya existía un pueblo de indios libres, bien fundado por los Padres Jerónimos o por el gobernador Figueroa, pero ya era raza aniquilada, gastada, cansada y allí se consumió. Ciguayo y Tamayo Otras insurrecciones de indios fueron las encabezadas por Ciguayo y por Tamayo. El primero, a juzgar por su nombre, era de Samaná y con una lanza y una espada que consiguió se compuso Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 139 con unos doce indios, comenzó a saltear los hatos, las estancias y las minas, y dondequiera que hubiera españoles descuidados mataba los que podía. Perseguido por una partida de españoles, fue alcanzado y atravesado por una lanza, «y atravesado peleaba como un Héctor» dice el padre Las Casas. Muerto Ciguayo se alzó Tamayo. Este estaba encomendado a un tal Alonso de Sotomayor, vecino de San Juan de la Maguana, en 1514. Hizo mucho daño y mató muchas personas y aun hasta mujeres. Cuando Enriquillo tuvo noticias de estos sucesos, le mandó un emisario a la región de Puerto Real y Lares de Guahaba, donde entonces estaba, y lo invitó a que se fuera con los suyos a la sierra del Baoruco. Tamayo aceptó, con lo que se hizo un bien a los españoles, pues sabemos el carácter poco acometivo y sí muy defensivo de la guerra de Enriquillo, y por tanto las depredaciones del Tamayo cesaron inmediatamente. Los negros de La Isabela La primera insurrección de negros ocurrió en diciembre de 1522. Parece que la asonada comenzó por un ingenio que tenía el almirante y gobernador Diego Colón a orillas del río Isabela de cuyo ingenio tomó el río el nombre. Algunos daños hicieron los negros, y dieron muerte a unos cuantos españoles. Sabido esto por el Gobernador ordenó una expedición a la que fue él personalmente, para perseguir los negros sublevados. Encontráronse con ellos en Nizao, donde a pesar de la defensa que hicieron, fueron vencidos. Don Diego hizo ahorcar a los negros más comprometidos. Los negros en el Baoruco. Lemba A fines del siglo xvi hubo un alzamiento de negros que tomaron por guarida la misma de Enriquillo, es decir, la sierra del Baoruco. De aquí los sacó por vías pacíficas el capitán Antonio 140 Carlos Larrazábal Blanco de Ovalle, y se les asignó para vivir libremente a San Juan de la Maguana que ya estaba para esa fecha totalmente despoblada. No sabemos si es esta u otra diferente la insurrección a que se refiere Juan de Castellanos, capitaneada por un tal Lemba que juntó unos cuatrocientos negros. El citado autor dice del negro Lemba así: Fue negro de perversos pensamientos, atrevido, sagaz, fuerte, valiente, y en su rebelión de muchos años la tierra padeció notables daños. Persona mal sabida, recatada, en todas sus astucias otro Davo, en el asalto de cualquier entrada diligente, feroz, cruel y bravo... También cita el mismo autor otra insurrección de un tal Juan Vaquero. Los negros del Maniel 7. La serranía de Ocoa fue también teatro de las protestas y aspiraciones de libertad de la raza negra. En 1562 existía en una región llamada Maniel, hoy también con ese mismo nombre, pero con aditamento, Maniel de los Negros, vivía una partida de negros con sus familias huidos de la esclavitud. Tenían su gobierno local, usaban por armas flechas y además unas espadas anchas que algunos miembros de ella hacían de pedazos de hierro y acero que compraban a los negros de la ciudad. Cultivaban estos africanos, la tierra para su sustento, lavaban oro en los ríos y con eso compraban ropas de vestir en las villas y ciudades. Si algún negro cometía algún delito grave el jefe lo hacía despeñar desde lo alto de una roca. No hacían gran daño porque no hacían incursiones sino para robar mujeres, Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 141 pero el peligro consistía en que aceptaban a todo esclavo que se fugase. Mientras este estado de cosas existiera el amo no estaba seguro de que su esclavo permaneciera fiel, por tanto había que resolver ese problema, y se resolvió enviando al capitán Juan Villalobos que acabó completamente con esta especie de estado libre negroafricano. «Ladronera de bárbaros» llamó a esta negrada un arzobispo. A este hecho no puede referirse la insurrección de Lemba ni la de Juan Vaquero, estas fueron mucho antes. Los negros manieleros fueron sometidos en el año 1666 y la primera parte de la obra de Castellanos en que se habla de aquellos acontecimientos se publicó en 1589. Capítulo XII Piraterías, incursiones, invasiones 1. Han sido célebres en la historia dominicana la incursión de Drake, acto de piratería; la invasión de Penn y Venables, acto político del dictador inglés Oliverio Cromwell, y la incursión de filibusteros en la isla Tortuga, que por sus trascendentales consecuencias merece que aparezca en capítulo aparte. La primera incursión 2. La primera incursión que registra nuestra historia ocurre en el 1538. El primero de febrero de ese año llegaron a Puerto Hermoso una nao francesa de 150 toneladas y un patache con unos cien hombres. Tomaron tres bajales y mataron a sus maestres, robaron el ingenio Ocoa, del oidor Alonso de Zuazo, y otro de las cercanías de Azua, llevándose por todo como 750 quintales de azúcar y 15 esclavos. Al saberse esta incursión, el gobierno colonial armó una expedición de setenta hombres de a caballo y cincuenta de a pie, pero ya los franceses se retiraban y solamente pudieron dar muerte a seis de ellos. Por mar se armó 142 Carlos Larrazábal Blanco una carabela con doscientos hombres que logró alcanzar al enemigo en una isla como a 25 leguas, probablemente la Beata, de donde se pudo ahuyentarlos. Los franceses siguieron para la isla de Cuba, donde hicieron algunos daños. Otras piraterías francesas Años más tarde, en 1550, 1553 y 1555, los franceses repiten sus actos de piratería. En el 50 saquean a Puerto Plata, en el 53 entran en la Yaguana, la toman y se están en posesión de ella todo un mes, y en el 55, Guillermo Mermi toma a Puerto Plata para luego dirigirse a La Habana que había acabado de ser castigada por otro pirata francés, Jacques Sores. De estas incursiones se tienen, hasta ahora, muy pocas noticias. Francis Drake La más famosa incursión del siglo xvi fue la del pirata Francis Drake, en 1586. El día 9 de enero comenzaron a dividirse algunas naves y se juntaron al otro día otras más. Gente desembarcó por Haina y el día 11 cayó la ciudad de Santo Domingo en poder del enemigo. Las autoridades y familias principales huyeron en tropel hacia los campos vecinos y pudo Drake enseñorearse de la ciudad un mes. En este lapso los ingleses robaron y quemaron monasterios e iglesias y muchos edificios particulares, salvándose solamente del incendio unas trescientas casas, la Catedral, el monasterio e iglesia de Santo Domingo, la fortaleza de las casas reales, las atarazanas, las casas del Cabildo. Para evitar mayores desastres, los vecinos y autoridades en derrota ofrecieron un rescate, y Drake lo exigió de 25,000 ducados. Como Inglaterra no estaba de guerra con España, Drake había enarbolado la bandera portuguesa. La expedición consistió en treinta velanaos gruesas, pataches, lanchas y barcas, con una dotación de 1,200 hombres. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 143 Para completar el cuadro de desgracias que cayeron sobre la ciudad se hubo de registrar el asesinato, por parte de la soldadesca inglesa, de dos frailes dominicos, ancianos y achacosos, que no quisieron abandonar sus celdas. Los infelices fueron sacados de sus habitaciones y ahorcados en unos árboles que por allí había. Estos desventurados frailes se llamaban Juan de Zaravia y Juan Illanes. Desde entonces la calle que hoy se llama Duarte se llamó Calle de los Mártires, nombre con que la conocieron nuestros abuelos. Penn y Venables Después de esta incursión de Drake otras piraterías e intentonas se efectuaron por ingleses, franceses y holandeses, pero de todas la de más trascendencia y la más conocida es la invasión de Penn y Venables, ocurrida en el año 1655. La escuadra llegó al Placer de los Estudios a fines de abril y se componía de unas cincuenta y seis naves. Ya se sabía que venía hacia la ciudad por noticias que se recibieron del puesto de vigilancia costeña que se tenía en cabo Caucedo y por tanto, desde este momento, el Conde de Peñalva, que gobernaba a la sazón, comenzó a hacer los preparativos del caso, resuelto, parece, a que no pasara como acaeció en la ocasión de Drake, que cobardemente se abandonó la ciudad al enemigo. Al comienzo se creyó que el enemigo invadiría por Haina, por lo que inmediatamente salieron, primero, el capitán Álvaro Garabito, reforzado después por el capitán Damián del Castillo Vaca, que fue designado mayor general, y más tarde con tropas del maestre de campo Juan de Morfa. Pero el enemigo no desembarcó por Haina sino por la playa de Najayo con un ejército de 7,000 a 9,000 hombres, por lo que los españoles tuvieron que retirarse a Haina y de aquí a la ciudad porque la desproporción numérica era muy grande, pero, sin embargo, no lo hicieron antes de coger algún espía que les diera cuenta y razón de las intenciones del enemigo y sus fuerzas. El enemigo ya estaba el 144 Carlos Larrazábal Blanco 27 de abril, se puede decir, a las puertas de la ciudad, pero el cañoneo de los fuertes de la ciudad y de San Jerónimo hicieron que se retirara a Haina, de donde, volviendo por el camino de La Esperilla, se tropezaron con la emboscada que les tenía preparada Damián del Castillo, lo que les produjo la pérdida de muchos soldados y una derrota completa. Quisieron reponerse los ingleses, pero ya, diezmados por el hambre, la sed, las enfermedades y perdida la moral completamente, todo fue inútil y tuvieron que embarcarse de nuevo. Esta victoria es una victoria dominicana. La mayor parte de las tropas estaba compuesta de blancos, mulatos y negros dominicanos, y los mismos jefes, en su mayor parte, eran también dominicanos. La táctica empleada en los pleitos de La Esperilla, y que confundió mucho a los ingleses, consistió en ataques fuertes al arma blanca, antecedidos de un fuego nutrido de la fusilería. Se dice que el número de muertos ingleses pasó de mil, y se tomaron muchos prisioneros que quedaron y luego bautizáronse católicos. Se dijo que los soldados ingleses estaban tan desmoralizados después de las derrotas que luego se atemorizaron del ruido que hacían las hojas de los árboles y del que producían los cangrejos, cosa que dio motivo a la tradición de que esos animalitos habían derrotado y hecho embarcar a los ingleses, cuando fueron el valor, patriotismo y capacidad de los dominicanos, unidos probablemente a la impericia del general Venables, al poco conocimiento del terreno que pisaron y al clima, aunque en verdad la expedición había tomado soldados en las islas de Barlovento ya acostumbrados a los trópicos, lo que determinó tan rotundo triunfo españolense. De aquí la expedición salió para Jamaica, que también pertenecía a España desde que de Santo Domingo don Diego Colón mandó a Juan de Esquivel a conquistarla y poblarla. Su gobernador, Antonio Sasi, no pudo defenderse y Jamaica se perdió para siempre. Sin embargo, esta acción no compensó el disgusto que produjo a Cromwell el fracaso de la toma de Santo Domingo y Venables, que estaba encargado de la fuerza Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 145 de tierra, pues Penn fungía de almirante, fue hecho preso y solamente se vio en libertad cuando renunció a todos sus grados y empleos. Más detalles sobre la invasión anterior Es bueno conocer algunos detalles más respecto de este asunto ya que existen documentos orientadores. Las tropas dominicanas ascendían a unos cuatrocientos hombres y no solamente de la ciudad capital y sus contornos, sino del interior: Monte Plata, Bayaguana, El Seibo e Higüey. Azua mandó dos contingentes de cien hombres cada uno, el primero al mando del capitán Luis López Tirado, y el segundo al mando del capitán Fernando Carballo. El Rey envió como premio a los que habían intervenido en tan brillante triunfo 6,000 pesos para que fueran repartidos entre 300 lanceros que en verdad resultaron ser 400, por lo que les tocaron a cada uno 15 pesos. Entre estos lanceros apareció una mujer a reclamar su paga, Juana de Sotomayor, que había peleado con el valor de cualquier hombre y desempeñando la comisión de espía. Este premio fue un acto injusto e inmoral. Injusto porque lo exiguo de la suma no correspondía al máximo esfuerzo hecho por los lanceros, si es que estos hechos pueden pesarse en dinero, e inmoral porque, además de injusto, es bueno entender que los hechos patrióticos son de tal índole moral que el único premio personal debe ser la satisfacción del deber cumplido, y nada más. Por la actitud de la ciudad de Santo Domingo, concedió el Rey además varias mercedes, a saber: a. Suspensión por doce años de los derechos de alcabala sobre los frutos de labranza y crianza. b. Cumplimiento de la merced que se había hecho de que la mitad de las condenaciones que se cursaran por cuatro años se aplicasen a las obras de la ciudad. 146 Carlos Larrazábal Blanco c. Merced por seis años de los derechos de la alcabala del viento (que eran los derechos que pagaba el forastero por vender sus mercancías) para aplicarse a las fortificaciones de la ciudad y en armas para su defensa. d. «Que por seis años no se beneficien las licencias que se hubieren de conocer para ir a aquella isla, que en cada una de ellas vayan dos navíos y permisión con mercaderías y frutos de cuaresma, y que la ciudad haga los nombramientos de los bajeles que sean de naturales para que presentándose con ellos en el Consejo se les mande dar graciosamente la aprobación». Capítulo XIII La Iglesia El espíritu católico de la conquista Los Reyes Católicos, que dirigieron la conquista de América y la llevaron a efecto, no solo habían procedido en España a efectuar la unidad política, sino también la unidad religiosa. Con sus auspicios, y para el cabal logro de esta finalidad, se expulsaron a los judíos de la península, así como a los moriscos; se obligó a los más débiles de espíritu, a los más pobres de bienes terrenales, o a los más interesados en su bienestar personal a abjurar de sus creencias y hacerse católicos, y se fundó la Inquisición, tribunal católico que se ocupó en perseguir a todos los que no profesaban rectamente los principios de la religión de Roma. Claro está, pues, que el espíritu de catolicidad hubo de llenar plenamente la conquista y la colonización del Nuevo Mundo. Al lado del estandarte y de la espada, la cruz de Cristo siempre. En efecto, desde el segundo viaje del descubridor comienza en la Isla y en América la actividad católica, y en verdad, al lado de intereses materiales un sincero sentimiento religioso existió con la conquista, un sincero propósito de ganar nuevos Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 147 prosélitos a la fe cristiana. Al lado del oro enriquecedor la cruz de Cristo siempre. Mientras unos apañaban riquezas, o mataban, o robaban, los otros bautizaban, hacían rezar e ingenuamente enseñaban a los desnudos habitantes de inteligencia primitiva los fundamentos morales del dogma católico. Eso hacían unos, los sacerdotes, los frailes, los ermitaños, los misioneros; los otros, los rudos capitanes, los soldados soeces, los encomenderos tiranos, los prepotentes oidores y oficiales reales, que flagelaban las espaldas de los indios para que trabajasen, que los salteaban en las islas vecinas y tierra firme y los hacían morir mal alimentados, estos, imbuidos de espíritu de fe ciega y cerrada, burlábanse de las simples creencias de los indios, bruscamente derribaban sus ídolos de los altares o se los destruían a puntapiés, mientras los domingos les enseñaban la señal de la cruz y les hacían rezar padrenuestros y avemarías. Nada de creer en lo que no fuera católico. Superchería y engaños llamaban los españoles a las prácticas religiosas de los indios. Los primeros religiosos En el segundo viaje del Almirante vino a la Isla Española con carácter de vicario apostólico fray Bernardo Boil, quizá fuera él quien dijera la primera misa solemne en el Nuevo Mundo. Poca fue su labor evangelizadora porque disgustándose de Colón partió violentamente para España, como ya sabemos. Ramón Pané vino en este viaje. Se utilizaron los servicios de este ermitaño jeronimita enviándosele tierra adentro de la isla. Hizo labor de catequización, estudió las costumbres de los indios y a él debemos la noticia acerca de las tres lenguas que hablaban los naturales, así como el conocimiento de los principales mitos indianos: el del diluvio, el de la creación de la especie humana y el de la población de la tierra. Otros sacerdotes vinieron con Boil y se quedaron, entre ellos Juan Infante, mercedario, que los historiadores hacen figurar en la batalla del Santo Cerro. 148 Carlos Larrazábal Blanco Los franciscanos, formando congregación, vinieron después, en tiempos de Bobadilla, y entre ellos, no solamente españoles sino flamencos, franceses e ingleses. En 1502 se fundó la orden franciscana en Santo Domingo, la primera en establecerse. Los obispados de Santo Domingo y La Vega En 1504, por bula del papa Julio II, se instituyó una iglesia metropolitana en la ciudad de Santo Domingo y obispado que comprendían las regiones de Maguá y Bainoa, pero no se llevó a la práctica este propósito y por otra bula posterior se crearon los obispados de Santo Domingo, en Burgos, y su primer obispo fue fray García de Padilla, quien murió sin hacerse cargo de su sede. Alejandro Geraldini lo sustituyó, tomó posesión del obispado y en él murió años más tarde. El primer obispo de La Vega, y el único residente por un tiempo en la Isla, fue fray Pedro Suárez Deza. Muerto este, el obispo de Santo Domingo se hizo cargo de la silla vacante hasta cuando fue suprimida años más tarde. Quiere decir que ambos obispados, el de Santo Domingo y el de La Vega, estuvieron un tiempo separados, pero dirigidos por un mismo obispo. En 1546, el obispado de Santo Domingo fue elevado a la categoría de arzobispado, es decir, fue elevado a Silla Metropolitana. De esta provincia eclesiástica de Santo Domingo fueron sufragáneos los obispados de San Juan de Puerto Rico, Santiago de Cuba, Coro, Santa Marta y Cartagena, Trujillo (Honduras), Guayana (Venezuela) que más tarde fueron separándose. Así mismo pertenecieron a esta provincia Cumaná y la abadía de Jamaica. El obispado de La Vega Real quedó en la misma forma que hemos visto hasta que a principios del siglo xvii, en su primera década, fue prácticamente suprimido, pues ya a fines del siglo anterior había sido medida recomendada por Felipe II. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 149 Frailes y monjas Además de la orden franciscana, ya establecida, vinieron en 1510 los frailes dominicos. Los franciscanos fundaron en Santo Domingo su convento e iglesia, hoy ruinas de San Francisco y manicomio Padre Billini, pero también hicieron fundaciones en otros lugares. Los dominicos fundaron el convento e iglesia de Santo Domingo y se establecieron también en Puerto Plata y más tarde en Monte Plata. En 1514 ya estaban aquí los frailes mercedarios que fundaron su convento e iglesia (Regina Angelorum, en terrenos cedidos por una dama muy rica, doña María de Arana), y en 1552 habían instaládose las monjas de Santa Clara, cuya primera abadesa llevaba el nombre de sor Mayor Benavides. Las monjas de Santa Clara y de Regina Angelorum fueron fundadoras de conventos de sus órdenes en Venezuela. Los frailes y la esclavitud de los indios Los frailes, en un comienzo no apreciaron de una misma manera el asunto de la esclavitud de los indios. Los franciscanos la aceptaron y la defendieron, en cambio los dominicos la atacaron, aunque siempre mantuvieron esclavos en sus conventos. El corifeo principal de la defensa de los indios fue fray Antón de Montesinos, verdadero precursor del padre de Las Casas. Montesinos, apoyado por sus cofrades, públicamente enrostró a todos los españoles, desde el gobernador hasta el más humilde, el pecado en que caían con la esclavitud de los indios. La campaña que estos frailes comenzaron en la isla continuó en la misma España. Allí una junta compuesta por miembros del Consejo de Indias y algunos teólogos resolvieron para mejorar la situación, estas cosas en que es bueno hacer hincapié: que no se obligaran a las mujeres seguir a las minas a sus maridos sino cuando estos las quisieran llevar; que no se las compeliera a trabajar en las 150 Carlos Larrazábal Blanco labranzas sino pagándoles jornales y que no se impusiera trabajo a las que estuvieran para tener hijos; que los niños menores de catorce años no trabajasen sino en pequeños menesteres, tales como desyerbar las labranzas, y que los mayores de esa edad debían trabajar al cuidado de sus padres u otra persona, pagándoles jornal, sin menoscabo del adoctrinamiento y teniendo la libertad de escoger el aprendizaje de su oficio, y en fin, que los indios no debían trabajar sino nueve meses al año, debiendo los otros tres dedicarlos al cultivo de sus propios conucos o en haciendas de españoles, a jornal. Esto pasaba en 1513, al año siguiente ocurrió el repartimiento de indios de Alburquerque. Sin embargo, las diferencias de criterio entre franciscanos y dominicos nunca fueron tan fuertes, pues frailes de esas órdenes escribieron, pocos años después, juntos y de común acuerdo, una carta al cardenal Jiménez de Cisneros, que entonces gobernaba en la Madre Patria, donde exponían los grandes males que en estas tierras se hacían contra los indios. Ya hemos visto, en el capítulo VII, cómo los frailes y el padre Las Casas comenzaron en Paria una labor pacífica de penetración para lograr una más feliz catequización, y sabemos también el fin desastroso que tuvieron esos propósitos. Sínodos Con el propósito de coadyuvar al gobierno de la diócesis, al sostenimiento y progreso del espíritu de la religión católica y velar por los intereses todos de la provincia, los arzobispos convocaban reuniones llamadas sínodos, que eran diocesanos o provinciales. Los primeros eran locales, es decir, de la diócesis, y los segundos de toda la provincia eclesiástica de Santo Domingo, que como sabemos, comprendía más allá de la isla, a Puerto Rico, Cuba, parte de Venezuela, Jamaica, Santa Marta y Cartagena y Trujillo (Honduras). El primer sínodo fue celebrado gobernando Fuenmayor que a la vez era el arzobispo. El único sínodo provincial fue el Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 151 cuarto y al que asistió Bernardo de Balbuena, obispo de Puerto Rico, y celebrado autor de El Bernardo, obra clásica en la literatura española. El séptimo sínodo, o sea, el último de las cuatro centurias de historia que estamos compendiando, se celebró siendo prelado fray Domingo Fernández de Navarrete, sínodo que fue impugnado por el propio Cabildo eclesiástico, herido en su susceptibilidad, puesto que en él se trataron ciertos asuntos que tocaban de cerca a ciertas corrupciones y costumbres de viejo existentes. Devociones populares La devoción más antigua en la isla es la de Nuestra Señora de las Mercedes. Seguramente que los frailes mercedarios introdujeron a los feligreses a su universal devoción. Quizá la primera etapa de esta actividad mercedaria estuvo en la visión que algunos tuvieron de una mujer de Castilla vestida de blanco con un niño en los brazos, que apareció sentada en una cruz plantada en el Santo Cerro, visión que se originó en un combate entre españoles e indios en La Vega Real, y que, como interpretación mercedaria, fue a todas luces la Virgen de las Mercedes. Una vez la fe fue prendiendo en los espíritus la Virgen se fue haciendo más milagrosa, y la tradición recoge muchos milagros y los documentos de los frailes de la Merced los anotan con celo y amor, y por esto surge el Patronato de la isla que tuvo efecto el 8 de septiembre de 1617, con gran esplendor y manifiesta sincera devoción. Asistió a este acontecimiento el gran clásico de la literatura española, fray Gabriel Téllez, es decir, Tirso de Molina, que era fraile de la Merced. Otra devoción muy antigua fue la de Nuestra Señora de Altagracia: parece que nació en la ciudad de Santo Domingo, pues fue tradición, dentro de las centurias que estamos historiando, que desde los tiempos de Ovando existió capilla dedicada al culto de esta devoción, en el mismo sitio donde siempre hubo altar para tal fin y se levanta hoy la moderna iglesia. Más 152 Carlos Larrazábal Blanco tarde el culto tuvo su asiento principal y esplendor en Higüey con celebración anual todos los 15 de agosto. En 1691, al ocurrir la batalla entre españolenses y franceses, en Sabana Real, como acudieron a ella seibanos e higüeyanos, y el machete, arma que estos manejaban con destrezas, jugó principal papel en esta función de guerra, dieron los orientales en celebrar cada 21 de enero, fecha de la batalla, el triunfo obtenido con especial dedicación a la Virgen a cuya influencia lo atribuyeron. Otro aspecto de la vida religiosa del pueblo que pone de manifiesto las diversas devociones y prácticas piadosas o religiosas fueron las hermandades y cofradías de las cuales existieron en la isla alrededor de sesenta. Entre ellas citamos: la más antigua que fue la Cofradía de la Pura y Limpia Concepción de María, con asiento en la iglesia de San Nicolás; la Cofradía de San Juan Bautista, compuesta de negros criollos; la Hermandad de los Marinos, que fundó la capilla hoy en ruinas en la margen oriental del Ozama; la Cofradía del Santo Entierro y de la Soledad, llamada Escuela de Cristo, compuesta de militares y otras más. Otros temas históricos A los miembros del Honorable Congreso Nacional Ciudadanos Representantes del Pueblo: La Asociación de Estudiantes de la República, constituida por los alumnos de las diversas Facultades Universitarias, tiene el honor de dirigirse al Congreso Nacional, en virtud del derecho de petición, acordado por el artículo 6, acápite décimocuarto de la Constitución Política, en resguardo de sus intereses profundamente lesionados, en respetuoso acatamiento a la majestad de las leyes y al prestigio y brillo con que deben rodearse los estudios profesionales, no solo por un alto espíritu de noble emulación, sino por el crédito con que debe mantenerse patrióticamente el nombre intelectual del país. Es el caso, Honorables Representantes del Pueblo, que tanto en la Cámara de Diputados como en la de Senadores, cursan sendas mociones, conducentes la una a autorizar la investidura con el grado de Licenciado en Derecho, previa presentación de Tesis, tanto a los postulantes como a los Procuradores Fiscales y Jueces de Instrucción, y con el de Licenciado en Derecho Público, previa presentación igualmente de tesis, a los actuales senadores y diputados. Tan insólita proposición, desquiciadora de los legítimos fueros de la enseñanza en la República, ha venido a sacudir, en 155 156 Carlos Larrazábal Blanco protesta unánime, a cuantos, indiferentes al debate pasional de la política, no pueden, sin embargo, asentir con la pasiva complicidad del silencio al acto que se pretende consumar en desdoro y mengua de las instituciones. Afortunadamente el encendido celo patriótico que priva en el ánimo de los representantes del pueblo; la rectitud de propósitos que inspira, en el ejercicio del mandato constitucional, a ambas Cámaras, y el respeto al nombre individual de sus miembros y al concepto colectivo de los Cuerpos Legisladores, habrán de ser insuperable valladar a la absurda pretensión que combatimos. En vano se invoca, por lo que hace a los postulantes, la existencia de derechos adquiridos. Aparte de que el artículo 1181 del Código de Educación Común confiere al rector de la Universidad la facultad de resolver sobre derechos adquiridos no previstos en dicho Código, los postulantes no pueden invocar, porque no los tienen, derechos adquiridos. La ley, en efecto, dictada por el Congreso Nacional, en fecha 18 de abril de 1912, autorizó a los postulantes a presentar examen parcial, dentro de los términos del artículo 72 de la Ley de Organización Judicial, prorrogando el plazo para los que hubiesen rendido algunos exámenes y modificando en ese sentido el mencionado artículo 72. Era preciso, pues, comprobar, por medio de un examen, la capacidad requerida para optar el grado académico, y era igualmente necesario que el aspirante estuviese dentro del plazo legal. Solo así –con el concurso de las dos circunstancias del examen y del plazo– quedaban consagrados los derechos adquiridos; pero en el caso actual faltan una y otra circunstancia, y por consiguiente no hay derechos adquiridos. En cuanto a los Procuradores Fiscales y Jueces de Instrucción, la base en que descansa la moción es más deleznable: no se trata ya de hacer prosperar un tortuoso concepto sobre derechos adquiridos, sino de crear estos derechos, y darle un carácter retroactivo contrario al principio constitucional que sólo, en materia penal, consagra, en determiados casos, la retroactividad de las leyes. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 157 Por lo que hace a la disciplina del Derecho Público, el artículo 2 de la cuestionada moción crea un privilegio tan odioso, instituye un monopolio tan irritante, vulnera tan hondamente los principios que sirven de base al sistema representativo –la igualdad de los ciudadanos ante la ley– que no es ni remotamente posible la hipótesis de que pueda ser votado. Ocioso parece, Honorables Representantes del Pueblo, continuar aduciendo argumentos contra las dos nociones que cursan actualmente en el seno del Congreso Nacional, cuando son, en el orden moral como en el orden jurídico, de tan irresistible evidencia los fundamentos en que descansa la presente petición. La Asociación de Estudiantes de la República os pide respetuosamente, Ciudadanos Representantes, que rechacéis las dos mociones aludidas, confiando en vuestro patriotismo acrisolado, en vuestro celo por la cultura intelectual del país y en el eminente espíritu de justicia con que llenáis el mandato que os ha conferido para bien de la sociedad el pueblo dominicano. Así, como es de justicia, se os pide en la ciudad de Santo Domingo, a los catorce días del mes de abril del año mil novecientos diez y seis. Manuel Martínez Boog Presidente Carlos Larrazábal B. Vicepresidente José Joaquín Pérez P. Secretario de Correspondencia Amado A. Camilo Secretario de Actas Héctor Read Tesorero Luis Napoleón Beras Bibliotecario Hoja suelta, Imprenta de Santo Domingo, 14 de abril de 1916. Un peligroso espía A Francisco de Lizaor, ex-secretario del célebre don Nicolás de Ovando y ex-contador de la isla de San Juan, poco le importaban los intereses que por estas partes traían en continua intranquilidad a sus compatriotas los Caballeros, Ledesmas, Bardecis, Ayllones y Pasamontes. Así pues, nuestro don Francisco, no andaba en diligencias para que le repartieran indios; no armaba navíos para buscar perlas a la isla Margarita o esclavos a Tierra Firme y las Lucayas; no mostraba apetito por las pingües ganancias de los ingenios de azúcar; no buscaba, codicioso, pepitas de oro en las arenas de los ríos ni gangas de este precioso metal en las entrañas de la tierra. En seis meses, ninguna actividad tomó ni siquiera para sembrar jengibre, y se estaba en Santo Domingo de la Española sin meter el mínimo ruido. Esta inacostumbrada pasividad en un español de aquella época, para el cual poner una pica en Flandes era una nonada, dio por resultado el que se desconfiara del ex-contador dándose varios vecinos a la tarea de investigar su vida y milagros. Y tal fue el celo que tomaron en esta empresa, y tal, según parece, la mala voluntad que se granjeó, que bien pronto los Padres Jerónimos y el licenciado Zuazo –que compartía con aquellos las obligaciones del gobierno– estaban en conocimiento de que el malmirado era nada menos que un espía de cierto libro donde llevaba nota de una porción de cosas para informar en Países Bajos. 159 160 Carlos Larrazábal Blanco Pero por esto no se crea que Lizaor traicionaba a su patria haciendo planos de fortalezas y puertos, o tomando apuntaciones políticas o militares. No, esas notas obedecían a una finalidad: informaban a algunos privados del emperador y rey Carlos V de diversas canonjías y empresas lucrativas de la Española que deberían ser pedidas en meced por ellos. Bien se ve que los que atisbaban a Lizaor y sufrían con la presencia y conducta se preocupaban mucho por los almojarifazgos, tratas de esclavos, azúcares y cañafístolas, y a cada paso verían bélicas regiones en lo que no era sino mesnadas de indefensas ovejas. ¿Qué habría de cierto en estas imputaciones? ¿Iban en verdad los trabajos de Lizaor contra los intereses de los magnates y paniaguados de esta isla? ¿Era nuestro hombre capaz de actitudes de trastienda en contra de los compatriotas que con él varios años compartieron bienandanzas y vicisitudes? Se sabe que en una cierta ocasión, deseando Pedro de Ledesma la secretaría de la Real Audiencia, puso algunos ducados en manos de Lizaor para que este moviera resortes en la Metrópoli en consecución de ese fin. Ledesma logró el puesto. ¿Qué demostraría esta diligencia a favor o en contra de la honorabilidad del hombre de esta historia? Sea lo que fuere, es el caso, que el célebre ex-secretario, al ver la polvareda que se había levantado en su derredor, resolvió tomar las calzas de Villadiego y aprovechando que en puerto había una nave al izar las velas, allí metiose. Pero para su mala ventura, ya los Jerónimos y Zuazo habían resuelto «que no era razón que tal hombre se pasase sin castigo», y el señor juez de residencia entró en la nave, registró papeles y equipajes, acabando por llevárselo preso, a pesar de no haber encontrado, ni por asomo, el célebre libro de apuntes. Y valiose para esta prisión de que en cierta ocasión, siendo contador Lizaor, fue favorablemente sentenciado en un pleito que hubo lugar, la cual sentencia se le antojaba ahora a Zuazo contra todo derecho. Siete meses pasó recluido en la cárcel don Francisco ignorando la Historia todos los azares, que en libertad, correría su vida de aventurero. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 161 *** ¡Oh tiempos! ¡Cómo hilvanaban su vida social y política nuestros abuelos, y cuán eterna ha sido! Zuazo, uno de los hombres más ilustres de aquella época, no para mientes en atropellar a un individuo, y solo debido, quizá, a que ya tendría en comienzos su gran ingenio de Ocoa, que al correr de los tiempos prodújole buenos castellanos de oro. Intrigas como estas producíanse de rato en rato en la Española dando a la sociedad de entonces un aspecto de anarquía completa, sobre todo en la fecha de nuestro cuento –1517– en que aún las eternas pendencias de servidores y deservidores tenían en continua agitación los ánimos. Acaso nuestra constitución social y política moderna no sea sino un triste remedo de ese pasado turbulento y sumido en la ignorancia. Claridad, Año I, Núm. 1 (31 de diciembre de 1922). Apuntes Medicina y Ciencias Naturales de la Isla Española a través de los historiadores clásicos de Indias El guayacán y la curación de las bubas Descripción de la planta El árbol que se llama guayacán en lengua desta Isla, la sílaba postrera luenga, cuya agua se toma para sanar de la enfermedad de las bubas, es árbol bien grande, como nogal pero más lindo; la hoja parece que será como la del pernal de Castilla y más clara, verde, y más chica, el tronco principal y las ramas son como plateadas y doradas entreveradas de dos o tres colores […] Preparación de un cocimiento [...] para sacar el agua se ha de cortar la madera y hacer dos o tres almozadas de pedacitos muy menuditos y echarlos a remojar en agua de río, que haya cuatro azumbres,1 cinco y seis días más, después cocellos que mengüen los tres azumbres y quede solo el uno. Asumbre: Medida de líquidos igual a dos litros. (Nota del autor). 1 163 164 Carlos Larrazábal Blanco Modos de administración y dosis Ha de tener, el que lo toma, muy gran dieta, sin comer sino un par de yemas de huevo, y de tres a cuatro días, un cuartillo de una polla con unos bizcochillos, y más delicado y sano, y para esta cura más provechoso, creo que es el casabí xabxao, que no los bizcochos de pan de trigo; no ha de beber, todo el tiempo que determina tomarlo, agua ni vino, sino solamente aquella agua del palo, que no es menos amarga que hieles o acíbar; desta manera lo han tomado mucho tiempo en esta Isla, pero ya hay más experiencia en la manera que hay que tener, especialmente en Castilla; todavía, digo, que requiere sobre todo extrema dieta y no beber otra cosa sino aquella agua. Acostumbróse a tomar en esta Isla de esta manera, que tomándola con mucha dieta, después de pasados los 9 o 15 días o más días que la determinaban tomar, tenían una olla, como dicen, podrida,2 y comían mucho de todo lo que en ella estaba, y como el estómago estaba tan delgado de la dieta pasada, purgaba todo el humor malo, y así quedaban del todo muy sanos, y yo tuve dello experiencia, que lo vide y también lo oí haber acaecido a algunos […] Otros probables usos Tengo por cierto, que no solo para las bubas, pero para cualquiera enfermedad que proceda del humor frío, tomándola, será cierta la sanidad, y cuando acaece del mal de las bubas o de otro alguno con ella no sanar es porque procede de humor caliente, y esto tengo por cierto días ha; el palo de la isla de San Juan se tiene por mejor, no sé si es de la misma especie de los desta Isla o de otra que difiere en cualidad, al cual llaman los españoles el Olla podrida: «Cocido compuesto de muchas especies de carne, como gallina, vaca, carnero, perdices, chorizos, jamón, etc.» (Nota del autor). 2 Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 165 palo santo. (Fray Bartolomé de las Casas, Historia de las Indias, Ed. de 1876, t. V, Apéndice, pp. 321-322). He aquí la medicina clásica de los indios de Santo Domingo para la curación de las bubas, al decir del padre Las Casas, específica. Los conquistadores, al inficionarse de este mal se la aplicaron con eficiencia, y no solo cuando de él se trataba, sino también para cuando sufrían males sifilíticos se tenía la seguridad. En casi toda la América era común el remedio, pero la manera de preparar la medicina, su administración, y el tratamiento, variaban según las localidades. El de nuestro texto era puramente hispanolense. Veamos uno de aquellos métodos: Ramas de guaiacum officinale se reducían a virutas, y en una olla de barro se hacían cocer en agua un tiempo conveniente. Preparada esta decocción, dábasele a tomar al enfermo en dosis fraccionadas mañana y tarde. Como era de imprescindible necesidad sudar mucho, echábase mano de medios brutales como la carrera, trabajos en las minas, saltos, manejos de armas, etc., y a efectuar una de estas cosas poníase al paciente, que como era de esperar, bien pronto su cuerpo estaba bañado de copioso sudor. Después, un pequeño refrigerio, muda de ropas y tomar agua de lluvia. Con este sistema, que tenía el inconveniente de durar unos 50 o 60 días, es fama que desaparecían hasta los rumores de los huesos. Un tal Van Hutten asevera haberse curado por este procedimiento, y tanta fue su admiración que publicó una obra ensalzándola de las virtudes curativas del guayacán. Esta zigofileácea fue introducida en España –se dice– en el año de 1508, y ya para este año entraría en la Metrópoli con buenas cartas de recomendación, pues no solo Las Casas, sino los primeros conquistadores todos, estaban maravillados con la planta. De ahí el nombre que le dieran a una de sus variedades: palo santo. Nótese lo que en el texto dice el Obispo de Chiapa: «Tengo por cierto que no solo para las bubas, pero para cualquiera enfermedad que proceda del humor frío, tomándola, será cierta la 166 Carlos Larrazábal Blanco sanidad…» Y con efecto, años adelante se preconizó el guayaco –y se preconiza todavía– para la gota y el reumatismo crónico, quizá si debido a sus propiedades estimulantes y diaferéticas reconocidas. Sarcopsylla penetrans Lo otro, que afligió algunos españoles a los principios, fue las que llamaban los indios niguas; estas son cierta especie de pulgas, y así saltan como pulgas, y son tan chiquitas que apenas pueden ser vistas. Engéndranse del polvo de la tierra, y para que no las haya, o se críen menos, requiérese tener siempre la casa muy barrida, regada y limpia; estas se meten comúnmente en las cumbres de los dedos de los pies, junto a la uña, y van comiendo y cavando todo el cuerpo hasta la carne, y allí paran; cuando comen causa la comezón como de los aradores, y algo más vehemente y más penosa. Ella ya metida en la carne, allí, poco a poco, dentro de un día o dos, se corrompe y deja de ser pulga, y hácese una bolsita blanca de un cuero u hollejo delgado, de la hechura de una lenteja y de su tamaño, y si la olvidan siete u ocho días crece a ser poco menos que un garbanzo; parece propia como una perlita de aljofar. Esta bolsita está llena de liendres muy blancas, y que terná dentro de sí, por chica que sea, más de ciento, y en cierto tiempo todas viven y se tornan negras como fue la madre y son otras tantas niguas. Extirpación Hanse de sacar con un alfiler apartando el cuerpo del dedo muy sutilmente y poco a poco, porque no reviente o se quiebre, porque, si revienta, las liendres se desparecen, y otras quedan en el agujero que deja, el cual es tamaño cuanto ella es gorda, y no pueden bien todas Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 167 sacar, y por esto luego las liendres que allí quedan se hacen niguas, y se convierten en otras bolsas llenas de aquella simiente; así que, apartando el cuero poco a poco con el alfiler, después con los dos pulgares de las manos apretando como quien quisiese sacar la podre de un divieso o granillo, luego sale la bolsa toda entera, según dije, como un grano de aljofar o perla. Ella fuera, hinchan el agujero, que deja hecho, de ceniza y luego suelda, a ella echalla en el fuego o molella entre dos piedras porque mueren todas las liendres, y para que no entren más en aquel agujero es bien henchirlo de aceite; son muy más penosas de sacar antes que la pulguilla se corrompa y haga la bolsilla, y cuando la bolsa es más grande menos pena dan sacándolas. Cómo adquirían niguas los españoles Y como en aquellos tiempos primeros andaban los nuestros españoles monteando… calzados con alpargates, y no sabían lo que las niguas eran, ni sacarlas, olvidábanse en los pies y pudríanse en ellos, y escupían infinitas liendres, con las cuales se cundían en otros muchos lugares, y así padecíanse mucha manquedad, aflicción y trabajos. Dije calzados con alpargates porque allí se esconden aquellas pulguillas más que en otro calzado, quien anda calzado con calzas y zapatos, y mejor si con borceguíes, por maravilla le puede entrar alguna; los indios dellas recibían poco daño, aunque andaban descalzos, lo uno por la limpieza de se lavar muchas veces, y lo otro porque tienen diligencia en luego como las sienten sacarla; lléganse mucho a la suciedad, y porque los negros son sucios y no se acostumbran a lavar, o también porque quizás su carnadura es más que otra dispuesta para ellas, son dellas más fatigados. (Fray Bartolomé de las Casas, Historia de las Indias, Ed. de 1876, t. V., pp. 349-351). 168 Carlos Larrazábal Blanco Sífilis Dos cosas hubo y hay en esta Isla, que en los principios fueron a los españoles muy penosas: la una es la enfermedad de las bubas, que en Italia llaman el mal francés, estas sepan por verdad que fue desta Isla, o cuando los primeros indios fueron cuando volvió el almirante don Cristóbal Colón con las nuevas del descubrimiento destas Indias, los cuales yo luego vide en Sevilla, y estos la pudieron pegar en España, inficionando el aire o por otra vía, o cuando fueron algunos españoles, ya con el mal dellas, en los primeros tornaviajes a Castilla, y esto pudo ser el año de 1494 hasta el de 1496; y porque en este tiempo pasó con un gran ejército en Italia, para tomar a Nápoles, el rey Carlos de Francia que llamaron el Cabezudo, y fue aquel mal contagioso en aquel ejército; por esta razón estimaron los italianos que de aquellos se les había pegado, y de allí en adelante lo llamaron el mal francés. Yo hice algunas veces diligencia en preguntar a los indios desta Isla si era en ella muy antiguo este mal, y respondían que sí, antes que los cristianos a ella viniesen sin haber de su origen memoria, desto ninguno debe dudar; y bien parece también, pues la Divina Providencia le proveyó de su propia medicina, que es como arriba en el Cap. 14 dijimos, el árbol del guayacán. Es cosa muy averiguada que todos los españoles incontinentes, que en esta Isla no tuvieron la virtud de la castidad, fueron contaminados dellas, y de cierto no se escapaba quizás uno sino era cuando la otra parte nunca las había tenido; los indios, hombres o mujeres, que las tenían eran muy poco dellas afligidos, y cuasi no más que si tuvieran viruelas, pero a los españoles les eran los dolores dellas grande y continuo tormento. (Las Casas, Historia de las Indias, t. V, Ed. de 1876, p. 349). Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 169 1. Henos aquí en presencia de un pasaje del historiador Las Casas que ha dado margen a la creencia, que corre inserta en libros serios, de que el origen de la sífilis es americano, y aún más, dominicano, como hemos visto en una obra norteamericana cuyos nombre y autor tenemos olvidados. 2. No está en los límites de nuestro trabajo rebatir esta mala tesis. Gangolphe y otros hablan de cráneos prehistóricos con lesiones avarióticas, mientras algunos han desentrañado de los cronicones médicos de Hipócrates o Celso, ejemplos de lesiones que podríamos diagnosticar fracastorianas. En los primeros moradores de la isla pudo existir la sífilis. Estamos con aquella ironía del célebre Voltaire: «La vérole est comme les Beaux-Arts, on ignore quel en été l’inventeur.» 3. Las casas hizo una errada coordinación de dos hechos indiscutibles: la enfermedad de las tropas de Carlos VIII el Afable en el sitio de Nápoles (1495), y la enfermedad de los indios. 4. Parece que el autor conocía las obras de Gerónimo Fracastor, celebrado varonés médico, poeta, astrónomo y filósofo, que en 1546 habló por primera vez de la sífilis en su obra De morbis contagiosis y cantó en clásicos versos ese mal venéreo en su poema Syphilis sive morbos gallicus. 5. La enfermedad del ejército del citado rey francés era hasta entonces desconocida, según asienta Fracastor (y esto favorece en algo el aserto de Las Casas), y los síntomas de ella descritos por el sabio de Verona coinciden con las manifestaciones que la ciencia médica moderna atribuye a la sífilis desde la aparición del chancro. Luego, la enfermedad precitada no era la buba. Fracastor tenía cuando el sitio de Nápoles 12 años de edad y pudo darse cuenta, por sí mismo, del morbo ocurrido entre los franceses, si creemos en la precocidad de que hablan las biografías: a los 19 años era profesor de filosofía. 6. Habla el Obispo de Chiapa de la enfermedad de las bubas y cabe preguntar si la dolencia que describe bajo este nombre, innata en los indios y transmisible a los españoles, era 170 Carlos Larrazábal Blanco realmente pian o era verdadera sífilis. Pudieron haber existido ambos males en nuestra isla. 7. Para una conclusión falta el dato chancro de que Las Casas no habla. Su descripción nos deja en ayunas. El dato viruela nada dilucida. 8. Es interesante el detalle de la benignidad del mal en los indios (¿algo de inmunidad adquirida?), y el malestar que ocasionaba en los españoles (¿actividad de virulencia por diferencia racial?) Algunas plantas notables 1.Jobo. Spondias Lutea (L) (terebiácea) […] Otra fruta hay que se llama hovos, propios como ciruelas, sino que son amarillos y tienen los cuescos grandes y poca carne, pero lo que tienen es muy sabroso mezclado con un poco de agro, y sobre todo es muy odorífero, y no hay cosa que más coman los puercos, y vayan 10 leguas al olor por buscalla; los árboles son muy grandes y altos y graciosos a la vista, la hoja es no del toda redonda, del tamaño de un real de plata, verde clara; cocida en agua es muy buena para lavar las piernas los que las tienen malas… 2.Tuna. Opuntia tuna (Mill) (cactácea) En las riberas de la mar hay una fruta que llamaban los indios tunas, de hechura de las bolsas en que están las adormideras, pero son verdes claras y llenas de cáscaras de unas espinitas delgadas, a trechos por orden bien puestas; nacen en unos arbolillos de hasta a cuatro palmos poco más altos del suelo, todos espinosos y fieros; lo que tiene dentro esta fructa, quitada la cáscara, es de zumo y carne como lo de las moras de nuestra tierra; comiéndola todo va a parar a la orina, y a los principios, cuando no sabíamos qué era, la comieron algunos, no sin gran Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 171 miedo, creyendo que era la sangre lo que salía y que se debían haber rompido todas las venas. 3.Guao. Comveladia iliufolia (Sw); C. dentada (Jack) (terebintácea) Otro árbol hay, principalmente en la provincia de Higüey, hacia la costa de la mar, y más cantidad en la isla de la Saona y por aquellas isletas, que los indios llamaban guao, la primera sílaba luenga, el cual será, el más alto, de estado y medio de un hombre, que con sus ramas no hace mucho bulto, árbol seco y estéril, y así no se halla sino entre peñas, cuya hoja es como la coscoja o carrasco que queman en los hornos en Castilla, con sus espinitas alrededor de la hoja, y también tiene algunas por las ramas y todo él (a lo que creo, porque ha días que no lo vide); la leche deste árbol es ponzoñosa, y della y de otras cosas hacen los indios la yerba que ponen en las flechas con que matan. Andando por estos montes destos árboles, como son espesos y bajos y con caminos angostos, tocando las ramas en la cara, con las espinillas, parece que salpica la leche, y luego se hincha la cara y abrasa como si se cubriese de la que llamamos del monte, y por muchos días no se quita y amansa, y esto comúnmente hace daño a las caras de los hombres que son muy blancos y delicados y flemáticos, a los coléricos y que tiran en el pelo a zaheños y a los bermejos ningún daño hace; y a mí me dieron las ramas muchas veces en la cara y nunca me hizo mal, porque no soy de los muy blancos ni flemático. Fuera de las provincias tierra que dije, por toda esta Isla no hay este árbol guao, sino uno de cuando en cuando, porque toda la tierra, fuera de aquella que es estéril, en esta Isla es fertilísima, que sean montes o valles. 4. El árbol del bálsamo. ¿Hedwigia balsamifera (Sw)? (abei hembra) Hay otro árbol de que se hace artificiosamente el bálsamo, que llaman en esta Isla bálsamo; este árbol será como pequeños 172 Carlos Larrazábal Blanco naranjos, la hoja tiene verde oscura, del tamaño de medio real o poco más, casi es de la forma de un corazón; donde yo lo he visto es en el monte, una legua pasando de la villa de Santiago, yendo camino de Puerto Plata y por los montes por allí adelante. Hácese por arte de esta manera: Que los palos o rejas de él se cortan muy menuditos con una hacha (y mejor es azuela, porque cuanto más menudos se cortaren mejor es); estas cortaduras, en cantidad de dos celemines o tres, échanse en un lebrillo grande que quepan dos arrobas y aun media más lleno de agua, y así, con esta proporción más o menos según la cantidad de la madera el agua proporcionable; déjase así estar remojando ocho días, después, en una caldera muy limpia, pónese a cocer, y mengua de cuatro las tres partes; cocido y menguado así, en muchas escudillas se echa y reparte, poniéndolo al sol dos o tres días, el cual se espesa como miel y pasa de color de arrope o de miel algo oscura, y olor de cobre algo suave. Yo lo he hecho hacer por este modo y salió mucho bueno, y obra de un cuartillo o poco más que envié a Castilla a cierta persona, en el año 28 a 30, lo vendió, según supe, por 20 ducados. La experiencia que deste licor se tiene hoy es, que para cualquiera herida donde salga sangre, o donde no haya miembro o nervio o casco cortado, puesto en ella caliente, bien empapada y atada, no es menester más de una vez curarla. 5. El arbolillo de las manzanillas. ¿Javicpha multifeda? (piñón de España) […] Ninguna fruta ni árbol, los indios de esta Isla y aun de las demás islas, tenían cuidado sembrar ni plantar después de su pan y ajes y batatas, y el ají, que es la pimienta, y el maíz y las otras raíces que se han dicho, sino solos arbolillos de las manzanillas, con que cuando se sentían enfermos se purgaban, y nosotros acá, desde que lo supimos, nos purgábamos, y aún agora en Castilla mezclan los médicos en purgas que dan. Estos arbolillos plantaban junto a sus casas, como cosa que mucho estimaban, y otras yerbas, como lechugas grandes, medicinales o purgativas, como abajo diré. Este arbolillo de las manzanillas no es mayor ni crece más de Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 173 hasta estado y medio; tiene pocas ramas y poco bulto, la hoja es muy hermosa, casi es como la de la yuca, de que se hace el pan casabí, como una gran mano los dedos esparcidos o abiertos; la fruta es casi como avellanas, y así blancas, es la que llaman los médicos ben, de la manera que está escrita, y hace mención de ella la medicina; es de gran eficacia para purgar, de cólera principalmente, según se cree por los no médicos por lo que se ha visto por la experiencia. Con ella nos purgábamos antiguamente solo mascándolas como si mascáramos avellanas, y como no iban molidas, sino en pedacitos enteros, pasábamos gran trabajo en los vómitos y grandes arcadas, las cuales no cesaban mientras los pedacitos no se deshacían y despegaban de las tripas; después caímos al cabo de muchos años en tostarlas y molerlas, y así no daban tanta pena, pero después que vinieron a esta Isla médicos usaron de ellas como debían, preparándolas y confeccionándolas con otras convenientes medicinas, porque dicen que estas manzanillas son, no purga sino punta de purga en medicina; finalmente, la leche de ellas, que es muy blanca como de almendras, es la que tiene la virtud purgativa. 6. Bejuco. ¿…? Otra cosa para purgar, no sé para qué enfermedades, hay en esta Isla, y sospecho que debe ser para males de flema, y esta una correa o raíz no porque está debajo de tierra, sino que tiene su raíz debajo de ella y encarámase por los árboles de la manera de la hiedra, y así parece algo, no en la hoja, porque no la tiene, sino en parecer correa y encaramarse como la hiedra: llamábanla los indios bejuco, la penúltima sílaba luenga. 7.Bija. Bixa orellana (L) (bixácea) Hay también unos arbolitos tan altos como estado y medio, que producen unos capullos que tienen por de fuera como vello, y son de la hechura de una almendra que está en árbol, aunque no de aquel color ni gordor porque son delgados y huecos: 174 Carlos Larrazábal Blanco tienen dentro unos apartamientos o venas, y estos están llenos de unos granos colorados pegajosos como cera muy tierna o viscosa. De estos hacían los indios unas pelotillas, y con ellas se untaban y hacían coloradas las caras y los cuerpos, a jirones con la otra tinta negra, para cuando iban a sus guerras; también aprieta esta color las carnes. Tírase también con dificultad, tiene un color penetrativo y no bueno; llamaban esta color los indios bixa. 8.Guáyiga. Zamia integrifolia (L); Z. media (Jacq.); Z. debilis (Art); Z. furfurácea (cicadeáceas). (Moscoso). Los indios higüeyanos hacían de esta planta un ejemplar de importancia en la flora de la región oriental de la Isla, por cuanto de la médula amilácea de ella fabricaban una especie de casabe que era comida favorita de ellos. La confección de este pan era la siguiente: la médula citada la rayaban encima de piedras ásperas y hacían luego una masa que dividían en pedazos redondos. En el lapso de uno, dos o tres días estos pedazos eran puestos al sol y hasta cuando se cubrieran completamente de gusanos y tomara el conjunto una coloración pardinegra. En estas condiciones les daban forma de tortillas y poníanlas a tostar en especiales recipientes de barro a manera de calderos, hecho lo cual podíanse comer. La presencia de los gusanos era indispensable para la buena condición del potaje, porque claro está era cuando la transformación de los principios venenosos de la guáyiga se había cumplido. El almidón de guáyiga que preparan actualmente nuestros campesinos es el producto de lixiviación de la médula de esta zamia rallada. La descripción que hace Las Casas de esta planta es la siguiente: «Por todas las dichas mesas de lajas o peñas, y entre ellas se crían unas raíces que no las hay en toda esta isla; estas raíces se llaman guáyigas, y hacen de ellas el pan que comían por toda esta provincia los indios; las raíces son como cebollas gruesas albarranas, las ramillas y hojas que salen fuera de la tierra de ellas obra de dos o tres palmos, parece algo como de palmito Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 175 de los que hay en Andalucía, puesto que son más angostas y más lisas y delicadas que la de los palmitos. 9.Yuca. Manihot utilíssima (Pohl) (euforbiácea) Esta era la planta más notable entre los indios, pues servía para la fabricación del casabe, el mejor pan que creía Las Casas haber en el mundo después del de trigo. Yuca era entre los indios el tubérculo, porque a la planta la llamaban yucabia. Conuco era un plantío de yucabias. Cultivaban en los conucos esta planta de la manera siguiente: a distancia de dos o tres pies y en hileras de mil, dos mil y hasta diez mil pies hacían unos montículos de tierra de nueve a doce de contorno. En estos montones hincaban varios pedazos de tallo de yucabia, las yemas hacia arriba, dejando fuera de tierra unos dos dedos. Esta siembra se hacía en tiempo de seca. «Cuando esta labranza es ya de cuatro o cinco meses, que hace copa la hoja, es tan hermosa de ver de lejos y de cerca, que ni nuestras viñas por mayo ni junio, ni otra alguna huerta ni labranza, puede parecer más hermosa». Las Casas describe la raíz y sus propiedades venenosas de la siguiente manera: «La color de las raíces es como leonada oscura, una tez que tienen muy delgada por encima; pero quitada o raspada con una concha como de almeja, aquella tez, todo lo demás es blanco como la nieve, al menos más blanco que un nabo raído; esta yuca o raíces de que hacen el pan es tal, que quien las comiese así cruda moriría…» Al zumo venenoso de la yuca le llamaban los indios hien, que no tenían inconveniente tomar con estoicismo cuando querían morir. Algunas veces no lo desechaban sino que lo hervían y entonces se transformaba en una especie de vinagre, usado como condimento hasta por los mismos españoles. Se han separado de la yuca estos principios: la manihotina, el ácido manihótico, la manihotoxina y el ácido cianhídrico. La presencia de este último compuesto basta para darle al hien sus propiedades venenosas, pero este, como los demás principios, son fácilmente separables por lixiviación. La guáyiga, de que hemos hablado, debe contener también HCN y principios parecidos a los de la 176 Carlos Larrazábal Blanco yuca, transformables por fermentación (recuérdese la presencia de gusanos en la torta de los indios de Higüey) y fácilmente separables por lixiviación. Los indios fabricaban el casabe de la siguiente manera: las yucas cogidas después del primer año las rayaban en una piedra áspera, el guariquitén, y luego, cubierto con hojas, dejaban hasta el otro día la masa rayada. Inmediatamente después de transcurrido el tiempo necesario esta masa la metían dentro del cibucán, especie de colador grande, donde por medio de palos y con ayuda de varias personas la exprimían con mucha fuerza para después pasarla por un cedazo llamado híbiz con lo que salía una harina más menuda. Entonces era cuando estaba en condiciones de ir al burén, plato grande de barro que ponían sobre tres piedras. De esta manera fabricaban nuestros indios el casabe corriente y era como de medio dedo de grueso, pero fabricaban otro especial para las personas principales, más delgado, y que llamaban xabxao. Era un pan de granos más finos por cuanto que la masa que pulverizaban en el híbiz la volvían a rayar sobre un aparato que consistía en una piedra tapizada con cuero de pescado. Este aparato se llamaba libuza. Las mujeres amenizaban esta fabricación con bailes y canciones. 10. Ajes y batatas Cultivaban los indios, de la misma manera que la yuca, una planta que llamaban yucaba, cuyos tubérculos, comestibles, nombraban ajes y batatas. Con los datos que podemos sacar de Las Casas no podemos hacer luz definitiva sobre si los ajes y batatas pertenecen a dos familias diferentes o si son dos especies de una misma familia. Podría llamar la atención el que los indios dieran un mismo nombre a las dos plantas, pero, ¿obedeció ese nombre a un mismo o parecido aspecto externo, o a la común propiedad alimenticia de ambos tubérculos? Para algunos autores el aje corresponde a la batata y para otros al ñame. Puede leerse en el Diccionario de plantas de Colmeiro: «ajes de los hist. prim. de Amér., Batatas edulcis Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 177 (Chois)». Humboldt, sin embargo, confunde los ajes con el ñame (veáse el Diccionario de Colmeiro). En el Diario de Colón (Nav., t. III) puede leerse: «Dijeron los cristianos que después que ya estaban sin temor iban todos a sus casas, y cada unas raíces, como rábanos grandes…» Correspondiendo a esta cita hay una nota que dice: «niames o ñames», eran los ajes, especies de batatas. El historiador Oviedo (nos parece, pues no tenemos el texto a la mano para la reconsulta), también dice de la identidad de aje y ñame. Veamos, ahora, la cita de Las Casas: Hay otras raíces que llamaron los indios ajes y batatas, y son especies de ellas; estas postreras son más delicadas y de más noble naturaleza en su especie; siémbranse de planta en montones de la manera que de la yuca se ha dicho; pero la planta es diversa. La planta de estas raíces es a la manera de las calabazas de nuestra tierra, pero es muy más hermosa y delicada; no tiene aquellas como espinitas que la planta de la calabaza tiene, sino más suave, delgada, limpia o lisa, y las hojas del tamaño, y así arpadas y tan lisas, suaves y hermosas, como la de las vides o viñas de Castilla. Estas, a cuatro y a cinco meses después de plantadas a ser comestibles vienen. Plántanse en los montones dichos un palmo o dos de aquellas ramillas, o como correas, la mitad dentro de la tierra, en cinco o seis partes de la corona del montón, y por la orden de la planta de la yuca que está dicha, las cuales luego con el sol se amortiguan y marchitan como que se mueren, pero fácilmente prenden y reviven, y tanto crecen las raíces que crían dentro de la tierra, cuanto la planta por la tierra cunde, y como la de las calabazas se extiende; no son mayores que nabos grandes o zanahorias pequeñas. Llámase la dicha planta yucaba, la media sílaba luenga; cómese cocida como espinacas o acelgas con aceite y vinagre, y crudas son buenas también para los puercos. Estas raíces de ajes y batatas no tienen cosa de ponzoña, 178 Carlos Larrazábal Blanco y puédanse comer crudas, asadas y cocidas, pero asadas son más buenas, y para que sean muy mucho buenas, las batatas especialmente que son de más delicada naturaleza, hanlas de poner 8 o 10 días al sol, rociadas primero y aun lavadas una escudilla de salmuera, más agua que sal, y cubiertas por encima de rara yerba porque no les dé todo el sol, lo cual hecho, las que se quieren comer asadas, metidas en el rescoldo del fuego hasta que ellas estén tiernas salen enmeladas como si las sacasen de un bote de conserva; y si las quieren cocidas hinchan una olla de ellas y echan dentro una escudilla de agua, no para cocellas, sino porque la olla, estando seca en el principio, no se quiebre, y cubren la olla con hojas de la planta de ellas, o de vides o de otras hojas buenas, para que no salga el vaho fuera, porque no han menester mucho tiempo, embébese aquella agua y sale otra tanta miel o almíbar, y ellas todas enmeladas como si fuesen una conserva, pero harto más sabrosas que otra cosa muy buena. De esta larga y harto confusa cita solo podemos ver claro las prácticas culinarias, una diferencia entre las dos plantas o los dos tubérculos no se descubre con facilidad a no ser aquello de «son dos especies diferentes dellas; estas postreras (las batatas) son más delicadas y de más noble naturaleza…» (Las Casas, Apologética historia). Si se llegara a fijar que el aje es el ñame (y esta es la opinión más corriente) u otra especie botánica cualquiera, llamaríamos al ñame o esta especie yucaba aje, y a la batata, nuestra batata, la especie más dominicana nombraríamos yucaba batata. Sería de desear, en botánica, una tecnología dominicana para lo estrictamente dominicano. La Tribuna Médica, Núms. 3, 4, 8, 10 (agosto-septiembre de 1923; enero-marzo de 1924; enero-febrero de 1927). Errores en la Historia Universal de Lavisse Carta que se dirige al traductor de la edición española Santo Domingo, República Dominicana, 16 de noviembre de 1925. Señor Don José Delito y Piñuela Catedrático de la Universidad de Valencia España. Muy distinguido señor: Con el fin de que fuera adoptada como libro de texto en la escuela Hostos, me fue recomendada por mi amigo el profesor doctor Parmenio Troncoso de la Concha, la Historia Universal de E. Lavisse traducida por usted y por usted adaptada a las escuelas españolas. He visto con detenido examen esa obrita y puedo decir que la encuentro excelente. Exposición clara y concisa, unidad, plan adecuado y una apreciación, en conjunto, de la historia, digna de encomio. Pero un lunar tiene. Y me apresuro en llamar su atención para que así no tenga inconvenientes la adopción oficial, en este país, de tan interesante libro. 179 180 Carlos Larrazábal Blanco En el capítulo titulado «América contemporánea», se lee: «XV-HAITÍ-129-Haití, colonizada primero por los españoles, pasó más tarde a poder de Francia (1795)-130. Los negros, que abundaban en el país, promovieron varias rebeliones y matanzas contra los blancos, dueños del territorio, hicieron de él una República (1804). Esta se dividió luego en dos (1844) República Dominicana y República de Haití». Más adelante, en el resumen, se apunta: «XV. La isla de Haití se emancipó de Francia (1804), y formó dos repúblicas de negros (1844)». En todo esto hay muchas falsedades, y como creo no conviene a la verdad histórica, ni al buen nombre del director de la Escuela Normal de París, ni al catedrático de la Universidad de Valencia, ni a los pueblos dominicano y haitiano, paso a darle ciertas explicaciones, por lo cual ante todo pido a usted mil perdones si molesto un momento siquiera sus habituales ocupaciones intelectuales. 1. La Isla de Santo Domingo o Haití fue descubierta por don Cristóbal Colón el 5 de diciembre de 1492. Le puso por nombre la Española. En ese mismo año comenzóse su colonización y conquista. 2. En 1632 un grupo de aventureros de diversas nacionalidades (holandeses, ingleses, franceses, portugueses) se estableció en la islita Tortuga al norte de la Española. Pasaron luego a la Isla Grande, por su parte occidental, que estaba despoblada. Poco a poco fueron organizándose hasta que al fin se pusieron bajo la protección y vasallaje del rey de Francia. 3. A mediados del siglo xvii estaba la isla dividida en dos colonias: una en su parte occidental que obedecía a Francia, otra en su parte oriental, española, que desde entonces se llamó Santo Domingo del nombre de su capital y ciudad principal. 4. Siempre han convenido los historiadores dominicanos, haitianos y algunos extranjeros que en virtud del Tratado Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 181 de Ryswick (20 de septiembre de 1697) España reconoció a Francia la posesión de la parte occidental de la isla. Un historiógrafo dominicano sostiene que el tal tratado no hace expresa mención de este asunto. Es el caso, que el 3 de julio de 1777 se firma el Tratado de Aranjuez entre España y Francia donde se fijan detenidamente y en definitiva los límites entre ambas colonias. El 22 de julio de 1795 por el Tratado de Basilea España cede a Francia la parte oriental de la isla (Santo Domingo). Toda ella, pues, fue colonia francesa. Ya lo era hacía tiempo su parte occidental. El año 1802 tomó posesión de la parte española de la isla cedida a Francia, el general Kerverseau. El 1 de enero de 1804 Juan Jacobo Dessalines proclama la independencia de la parte francesa y llama Haití, nombre que daban los indios a una parte del centro de la isla, en el Cibao (República Dominicana) y que se extendió a toda ella. Dessalines se tituló emperador siendo más tarde cuando vino a fundarse la República. En 1808 una revolución urdida por los naturales de la parte española (dominicanos) capitaneados por don Juan Sánchez Ramírez devolvió a España lo que ella había cedido en Basilea. En el 30 de mayo de 1814, en un tratado que se firmó en París, Francia devolvió a España la colonia reconquistada. El 1 de diciembre de 1821, por una revolución parece que falta de preparación, de ambiente y de sentido político, cuyo corifeo fue el doctor don José Núñez de Cáceres, se desligó Santo Domingo de España, uniéndose a la Gran Colonia, a todas veras sin previo acuerdo con esta República. En febrero de 1822 Haití, ya convertido en república en 1807, invadió la parte española ya revolucionada. Haití dominó en Santo Domingo una veintena de años. El 27 de febrero de 1844 estalló una revolución en la parte española de la isla (o sea la parte oriental, Santo Domingo) dominada por la República de Haití (o simplemente Haití, 182 Carlos Larrazábal Blanco 13. 14. 15. 16. 17. o parte occidental, o parte francesa). Esta revolución, bien preparada, con ambiente propicio y con exacto sentido político dio por resultado la fundación de la República Dominicana. Esto fue obra de la juventud dominicana cuyo paladín se llamó Juan Pablo Duarte. En 1861, el general dominicano Pedro Santana, por un acto antipatriótico pero no absolutamente escaso de sentido político, incorporó la República Dominicana a España, y el 18 de marzo se enarboló el pabellón español en Santo Domingo. El 11 de julio de 1865 volvió Santo Domingo a su independencia y soberanía después de algunos años de sangrienta lucha con la Madre Patria, y se fundó la segunda República Dominicana. El 27 de julio de 1915 fuerzas de los Estados Unidos de América desembarcaron en Puerto Príncipe, capital de la República de Haití, y perdió esta nación su soberanía, hasta la fecha. El 15 de mayo de 1916 fuerzas de la misma nación tomaron la ciudad de Santo Domingo, capital de la República Dominicana, al no aceptar el presidente de los dominicanos, doctor Francisco Henríquez y Carvajal, condiciones que degradaban la soberanía del Estado, fue derrocado del poder por los marinos norteamericanos y declarada oficialmente, el 29 de noviembre de aquel mismo año, la Ocupación Militar de la República Dominicana. El 12 de julio de 1924, retiradas las tropas norteamericanas, fue instaurada la tercera República Dominicana. Resumida de esta manera la historia de las dos naciones que comparten el dominio de la Isla de Santo Domingo o Haití hace cerca de 300 años, creo que usted comprenderá en qué consisten sus errores en la Historia de Lavisse. Otro punto: Trata la Historia traducida, enmendada y aumentada por usted de que los negros de Haití «promovieron varias rebeliones y matanzas contra los blancos». Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 183 Esto es verdad, pero el lector poco avezado ni por asomo verá que se trató de una formal guerra de independencia en la que una clase oprimida, vilipendiada, explotada tuvo la bella aspiración de su libertad y la sabiduría y el valor de conquistarla. Los héroes de esta gesta heroica, Toussaint Louverture, Dessalines y otros tantos, a pesar de ser negros y de su manifiesto antidominicanismo, son tan héroes y tan libertadores como se nos antoja a los blancos lo son Bolívar, Washington, Máximo Gómez, Daoiz, Valverde y ciento y mil más. El pueblo haitiano fue el primer pueblo de América que abolió la esclavitud, antes, mucho antes que los pueblos libertados por Simón Bolívar, lo hicieran; y antes, mucho más antes todavía que en los Estados Unidos, donde este paso dado por Abraham Lincoln costó una larga y sangrienta guerra civil. Hay más, Petion, el fundador de la República de Haití, hizo que Bolívar le prometiera la libertad de los esclavos de las colonias españolas que aquel iba a libertar. Siempre fieles los haitianos a estos principios cuando invadieron a Santo Domingo igualmente abolieron la esclavitud en esta país, cosa que no hizo el doctor Núñez de Cáceres meses antes, cuando su efímero mandato, con lo que queda muy desairado ante el concepto de la Historia. Los antiguos colonos españoles y franceses de la isla se dieron a la tarea de importar esclavos africanos. Por lo tanto la raza negra se generalizó por toda ella, y aún subsiste como es de suponer. Pero mientras en Haití hubo matanzas de blancos e importaciones nuevas de negros de África, en Santo Domingo nunca hubo aquella triste necesidad y la introducción de negros se terminó o se mermó notablemente a principios del siglo xviii. Así, la raza negra en Haití ha conservado su tipo racial característico mientras que en la República Dominicana se ha perdido casi completamente, tanto que sería difícil distinguir un cráneo español de uno negro dominicano. La raza española ha impreso en el negro dominicano sus características y ha borrado el africanismo puro. Además en nuestra República Dominicana existen núcleos blancos sin mezclas con la raza negra; núcleos en los que ni por asomo se supone haya habido antecesores negros; 184 Carlos Larrazábal Blanco y núcleos que se les denominan negros y mulatos por el color oscuro de la piel o el ensortijamiento de los cabellos, pero jamás con las características etnológicas de los negros de África. Por esto, pues, hay que considerar que la raza blanca ha tenido un predominio en Santo Domingo. Esto ha sido considerado así. El secretario de Estado norteamericano en 1845, Mr. Calhoum, decía al plenipotenciario español en Washington don A. Calderón de la Barca, que él y los demás secretarios de Estado (estaban muy inclinados a reconocer la independencia del nuevo Estado «la República Dominicana) porque la consideraban un medio de contener el progresivo incremento y la perniciosa prepotencia de la raza de color en este hemisferio». (Carta de A. Calderón de la Barca al ministro de Estado español. Documentos relativos a la cuestión de Santo Domingo). Con la esperanza de que usted tome a bien esta carta, se suscribe de usted con toda consideración y respeto, C. Larrazábal Blanco Listín Diario, Año XXXVII, Núm. 11,051 (13 de diciembre de 1925). Ciencia indohaitiana E ntre los naturales de la Isla Española la suma sabiduría era poseída por aquellos que parecían como dominadores de lo misterioso y sobrenatural, porque conversaban con los cemíes, interpretaban sus deseos y apaciguaban sus iras, o en la cohoba hablaban sobre los hechos actuales y vaticinaban los futuros. Estos eran sacerdotes, filósofos, profetas hechiceros y médicos, y en la lengua natural de esta isla se llamaban behíques y también buhitíos. Tiene el behíque desde luego una personalidad múltiple y cualquiera de sus facetas estudiada con ecuanimidad y sabiduría presenta verdadero y científico interés. No es un embaucador, un farsante. El behíque es un sabio, pero no en la acepción de poseedor de diferentes conocimientos poco más o menos bien catalogados en el cerebro, ni tampoco en la de una perfecta y minuciosa posesión de alguna disciplina intelectual, sino sabio porque posee una grande intuición: la grande intuición de la Naturaleza, que le permite interpretarla aun en sus más recónditos aspectos. Si fuéramos a dar crédito a historiadores ilustres, a antropólogos insignes, a notables geógrafos y a la mayor parte de cuantos de una manera directa o indirecta han tenido que tratar de nuestros indios o de algún otro pueblo primitivo de la Tierra, fuerza es confesar que tuviéramos a sus sabios por briganes 185 186 Carlos Larrazábal Blanco soeces y canallas dignos de la horca o de las pailas infernales. Pero ¡cuán equivocados están y cuán cortos de intelecto se muestran al juzgar de esa manera cosas de civilizaciones primitivas y pasadas con criterio de civilizaciones modernas y posteriores!... El jeronimita Ramón Pané fue el primer español que en la Isla de Santo Domingo estuvo por varios años en contacto directo material y espiritual con los indios. No estuvo entre ellos a título de dueño de esclavos sino como conquistador espiritual por medio de la religión católica, y para aprender sus costumbres y modos de habla. Después, el ínclito padre Las Casas, más inteligente y más instruido que el anterior, los trató de cerca pero no discrepa en nada de Pané y son iguales los conceptos de ambos con respecto al behíque: tanto el corte de luces de Ramón Pané como el inteligente Las Casas no vieron en el behíque ejerciendo de médico y todo les pareció grotesco, falso, incomprensible, demostrando ambos falta absoluta de penetración en la verdad de las cosas enfrascados como estaban en ideas y prácticas loables en verdad, y aplicando procedimientos y apreciaciones intelectuales de una civilización muy diferente a la de los naturales de América. Debe saltar a cada rato en la mente de los hombres la idea de si nuestra civilización actual es la civilización por excelencia que en el mundo haya habido, de dónde procede y a dónde irá. Que el cosmos es cosmos, lo ha sido y lo será son cosas que racionamos, y estando siempre dentro de lo que sentimos y presentimos. Pero cuándo fue hecho el cosmos y cuándo dejará de serlo son ideas que están fuera de nuestros alcances intelectuales tanto que no podemos precisar algo aritmético a este respecto. Y es entonces cuando nace en nuestro espíritu el concepto de lo eterno y de lo infinito, y no solamente con relación al cosmos sino también con relación al hombre. Es pues muy posible que a través de esta eternidad e infinitud sicocósmicas otras civilizaciones, otras culturas, se hayan desarrollado superiores a esta, y donde la verdadera sapiencia sería como un legado inconsciente y espontáneo de la naturaleza, sería el homo sapiens verdadero. Lo que poseemos ahora y lo que no podemos poseer, quizás, Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 187 si hombres hubo que ya lo han poseído a tal grado que para esos las palabras misterioso y sobrenatural no existirían en sus léxicos por cuanto todo sería natural. Ellos eran la naturaleza la naturaleza misma que se comprendía a sí misma. La civilización moderna, decimos y creemos, parte de otra civilización que llamamos primitiva, pero ¿es la primitiva la primera civilización del hombre habida cuenta la eternidad y la infinidad sicocósmica de que hemos hablado? Claro está que dentro de ese concepto no comprendemos a la civilización primitiva sino acaso como un eslabón entre una civilización que fue y otra que será o a lo sumo que comienza a ser. El hombre en ella se ha apartado un poco de la naturaleza, pero todavía posee una parte de la ciencia de ella, su sabiduría es entonces mítica o mágica. La ciencia mítica la poseen todos, la mágica solo aquellos que por un esfuerzo consciente de su espíritu van hacia la naturaleza. La gran caída del hombre fue aquel solemne comienzo, que ocupó tiempo y espacio, en que se creyó cosa diferente a la naturaleza y a la naturaleza la creyó cosa diferente a él. Hechas las anteriores digresiones, expongamos la ciencia indohaitiana. El mito del origen del hombre y la población de la Tierra Los hombres y las mujeres estaban encerrados en la cueva Cacibajagua, custodiada de noche por Marocael que un día descuidó su obligación, el Sol se lo llevó y no volvió más. Otros quisieron salir de la cueva y fueron transformados en árboles de jobo. Guagujiona ordenó a Jadruvaba que fuera a buscar una yerba llamada digo que servía para limpiarse el cuerpo. El Sol cogió a Jadruvaba y lo transformó en el pájaro llamado Jiahuba Bajiael. Guagujioma entonces quiso salir de la cueva, y salió con todas las mujeres hacia la isla Matinino. Los de la cueva Cacibajagua se desesperaron por no tener mujeres y siempre 188 Carlos Larrazábal Blanco que llovía iban tras sus huellas. Una vez, ya fuera de la cueva, a tiempo que se bañaban y teniendo muchos deseos de poseer sus mujeres notaron que de algunos árboles caían «cierta especie de personas» que no eran ni hombres ni mujeres. Fueron a cogerlas, pero estos seres huyeron precipitadamente. Entonces pidieron a sus caciques les suministraran unos indios caracoles, que teniendo las manos ásperas por cierta enfermedad podrían agarrarlas. Cogieron pues las «especies de personas» y como no tenían sexos buscaron al pájaro Inriri que con su pico agujereó de tal manera a aquellos seres que pronto quedaron convertidas en mujeres. Estudiando sucintamente el mito que acabamos de narrar vemos que nuestros indios daban a la tierra el papel de madre creadora del hombre, y esta idea es común a muchos pueblos primitivos. El mito habla de hombres y mujeres dentro de una cueva, pero claro está que esto indica simplemente una existencia anterior a la existencia verdadera, un estado de preexistencia que suponen todas las cosas que existen. La cueva es la Madre Tierra, una entidad ultra filosófica, la causa primera de este gran fenómeno de la naturaleza: el hombre. La aparición del hombre en el mundo terrenal está explicada en el mito por la salida de los habitantes de la cueva en busca de sus mujeres y después de las lluvias. Esta aparición para nuestros indios no fue repentina como el rayo o como un huracán, sino por lo contrario, fue lenta, larga, laboriosa, pasaron primero muchas cosas: la salida de Marocael y su muerte, la salida de queaba en busca de la yerba digo y su desaparición, la salida de otros fueron a pescar y se convirtieron en árboles de jobo, la huida de Guagujiona, con las mujeres intraterrenas. Esto último lleva en sí el gran motivo de la aparición del hombre. La aparición del hombre en la tierra no fue caprichosa sino obedeciendo a un gran motivo, a una gran necesidad que en el mito indohaitiano es la mujer. El hombre apareció en la tierra, diría un behíque, porque sintió la gran necesidad de tener mujer. Las leyes inmanentes de la Naturaleza que crearon al hombre están representadas, pues, en el mito de la nuestra isla, por la mujer. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 189 ¡Nada más bellamente hermoso, nada más profundamente filosófico y científico!... Para terminar esta ojeada sobre el mito de la aparición del hombre, fijémosno en el empeño de Guagujiona en buscar la yerba digo que servía para limpiar el cuerpo: el hombre, a su aparición en la tierra estaba limpio de todo pecado. El mito del diluvio Jaya era padre de Jayael, Jayael quiso matar a su padre Jaya, pero este lo desterró y después lo mató. Jaya puso los huesos de su hijo dentro de una calabaza y la colgó del techo de su bohío. Un día dijo Jaya a su mujer que quería ver a su hijo, y abrieron la calabaza y salieron de ella muchos peces. Días después, estando Jaya en su conuco, fueron a su casa cuatro hijos gemelos nacidos de una mujer llamada Itiva Tahuvava, de los cuales uno era caracol, es decir, como leproso. Quisieron coger la calabaza y el hermano caracol que se llamaba Dimiván, la cogió y abriéndola todos se hartaron de peces. Cuando en esto estaban llegó Jaya; todos se hartaron de peces. Cuando en esto estaban llegó Jaya; todos se espantaron, y de tal manera, que al volver a colocar la calabaza en su lugar, cayó al suelo y se rompió. Entonces salió tanta agua de la calabaza rota que desde entonces hubo mares. No podía faltar el mito del diluvio entre los indios de Haití y helo ahí casi textualmente igual en la forma al de otros pueblos salvajes: una calabaza que se rompe y produce abundantísima cantidad de agua. En el fondo nuestro mito y el mito bíblico tienen su parentesco: la maldad de los hombres es la causa del diluvio en aquel mito y en este. La maldad aquí está representada por la muerte que el padre da al hijo, motivada a la que el hijo quiso dar al padre. La presencia del enfermo Dimiván completa el cuadro de maldades, miserias, corrupción y precisamente, la calabaza propiedad del malvado Jaya se rompe por mediación del indio caracol. 190 Carlos Larrazábal Blanco La cohoba Los indios, tanto los principales como los del pueblo, acudían al behíque en casos de importancia. Sabían por su mediación si les había de venir algún bien o algún mal, si debían hacer o no tal o cual guerra, y así por el estilo sabían toda otra cosa que tuviera algún interés particular o general… No se consultaba al behíque en todo momento, sino en actos especiales que se celebraban con toda solemnidad y respeto. Estos actos constituían la cohoba, y veamos en qué consistían: El behíque se sienta en una especie de taburete bajo, de madera bien ladrada, llamado dúho. En un plato ligeramente combo, de madera casi negra y reluciente, le traen unos polvos preparados de ciertas hojas secas. Por medio de un instrumento, hueco y largo que en su extremo superior es en forma de letra V, el behíque sorbe por las narices aquellos polvos y a poco queda sumido como en un sueño. En este estado es cuando juzga los hechos actuales, vaticina el porvenir, contesta a las consultas y da oportunos consejos, pero todo por medio de palabras confusas y entrecortadas. Esta práctica recuerda no solo la de muchos pueblos incultos, sino también la de pueblos cultos. La antigua Grecia sabía de estas prácticas ocultísticas. Allá el behíque era generalmente una mujer, la pitonisa, y el acto era envuelto en el mismo misterio y encerrando quizá la misma intención de ciencia. En Delfos era un sahumerio de plantas aromáticas lo que adormecía a la vidente, aquí es una mezcla de hojas secas pulverizadas. La pitonisa habla a ratos, como en monosílabos; el behíque habla «como en algarabía, o como alemanes confusamente, no sé qué cosa y palabras», como dice Las Casas. Hay que relacionar los misterios de la cohoba con los misterios de la Grecia sabia y pagana y con los misterios del antiguo Egipto y de la India del nirvana, en cuyos misterios se supo atesorar un precioso caudal de ciencia mítica y de ciencia mágica y donde campeaba un verdadero e intenso trabajo cerebral que culminaba con fenómenos de telepatía, hipnotismo, sugestión, etc. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 191 Medicina Si el behíque estaba en posesión de lo mítico y lo mágico, pues claro está que el pueblo lo creyera con capacidad para curar enfermedades. Y, en efecto, el behíque era también médico, destinado sobre todo a curar casos difíciles, pues es de suponer que los indios, conocedores de unas cuantas plantas medicinales y de sus propiedades curativas, supieran aplicarse remedios sin la intervención del behíque en unas cuantas enfermedades muy conocidas. Sabemos que usaban el guayacán para la curación de las bubas o las sífilis; las hojas de jobo para ciertas enfermedades cutáneas de las piernas, probablemente lo que vulgarmente llamamos ñáñaras, malditas, etc.; el «arbolillo de las manzanillas» nunca faltaba cerca del bohío y era el purgante más usual aun entre los mismos españoles que primero vinieron a la isla; el «bexuco» era otra planta medicinal que se usaba como purgante en los «males de flema», según sospechó Las Casas. Pero, ¿qué concepto tenía el indio de lo que era enfermedad? No hay que pensar en que el indio supiera de miasmas y ni mucho menos de microbios; el indio tenía de la enfermedad un concepto puramente mágico: la enfermedad era producida por un mal que un cemí había introducido en el cuerpo humano… Pero cabe preguntar si consideraban este origen en todos los casos patológicos, o solamente en aquellos en que acudían al behíque. No creemos que los indios tuvieran dos clases de enfermedades, las producidas por los cemíes y las no producidas por vía mágica; todas tendrían el mismo origen, pero tal vez unas podían ser conjuradas por ellos mismos o sus familiares y amigos, y otras en las que no era suficiente esto y por tanto, solo el behíque, que sabe ciencia mítica y en los misterios de la cohoba es un mago, está capacitado para vencer las recalcitrancias del mal, practicando, con toda seguridad, actos de sugestión autosugestión e hipnotismo, combinado con un régimen purgodietético. Es por demás curiosa e interesante la manera cómo el behíque ejercía la medicina. Hasta cierto punto, en la práctica corriente, él tiene que despersonalizarse, identificándose con el 192 Carlos Larrazábal Blanco enfermo. Así él guarda la misma dieta del enfermo, se purga como el enfermo y como el enfermo lleva la cara de tal. Esto es muy importante y es el fundamento de su manera de actuar, bien en su casa cuando da consultas, o bien en casa del enfermo… Hagamos relación de cómo atendía el behíque a un cliente: Si el enfermo acudía a casa del behíque, todo el tratamiento consistía en purgante y dieta, y acaso un vomitivo (el «arbolillo de las manzanillas» tenía también propiedades vomitivas), régimen que debía el médico seguir al pie de la letra, pues había la creencia de que el buen o mal éxito de la cura dependía en gran parte de si el behíque observaba o no con rigor el régimen purgodietético aconsejado al enfermo. Si el behíque asistía a casa del enfermo, la cosa entonces cambiaba; estaba en presencia de un caso difícil. Veamos: Entra el médico a la casa silenciosamente y con la cara pintada de negro; el bohío está en silencio, los muchachos y la mayor parte de las personas mayores lo han abandonado, excepto una o dos, las principales. Todos se sientan y, guardando el más severo silencio, toman ciertas hojas y, entonando una canción, hacen luz y extraen jugo de las hojas. Después de un momento de quietud el behíque se levanta, va hacia el enfermo que está sentado en medio del bohío, le da dos vueltas alrededor y, poniéndose delante de él, le palpa las piernas a manera de masaje, gesticula como si destrozara algo tirando fuertemente, sale a la puerta del bohío, y diciendo algunas palabras incomprensibles como si soplara algo. Vuelve hacia el enfermo con las manos juntas y temblorosas, las sopla con su propia boca, como si chupara este mismo soplo, y luego va chupando al enfermo por todo el cuerpo, acabado lo cual, en medio de toses y gestos desagradables, escupe en mano algún objeto que antes de llegar a la casa se había metido en la boca, lo muestra el enfermo y le advierte que ha comido algo que le ha hecho mal, y que ese mal se lo había metido en el cuerpo un cemí que por algún motivo estaba ofendido contra él. Si el objeto es una piedra, el enfermo, curado o mejorado, la guarda bien y acaba por adorarla como a un cemí que tiene, entre otras virtudes, la de ayudar a bien parir a las mujeres. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 193 Esta es, pues, la manera de tratar ciertas enfermedades los behíques. Parece ser que esto lo practicaban después que el tratamiento de consulta fracasaba, es decir, el que recomendaba el behíque cuando se le consultaba en su casa. Textualmente no aparece aquí el régimen purgodietético, porque somos fieles al texto de Ramón Pané, que dicho sea de paso en honor a la verdad hizo mal las cosas, pero es de suponer, que el jugo que se extraía con tanta ceremonia no era otra cosa que un purgante destinado al enfermo y, por tanto, al behíque, una vez que la purga y la dieta anteriores no habían dado resultado. Los españoles no vieron en estas prácticas sino supercherías y no tomaron a estos médicos sino por unos farsantes. Pero no había ni tal falsa ni tal superchería; el behíque actuaba de buena fe y tras estas apariencias ridículas hay que ver otra cosa que no el vulgar engaño. Para juzgar sobre estas cosas es necesario ponerse dentro de la civilización de nuestros indios. Todavía tenían mucho de la civilización más primitiva donde lo mágico era lo fundamental en el mundo. Groebner señala a la cultura tasmaniana como de este tipo y cita esta práctica magomédica como existente entre los habitantes de la isla de Tasmania, como también la citan otros con respecto a diversos pueblos de la tierra. (Veáse, por ej., J. Lubbock, Los orígenes de la civilización). La idea de la identidad entre el médico y el enfermo es interesante. ¿Qué originaría esta manera de pensar? Quizás si el behíque, en su manera de concebir las cosas, pensaría que al ser la enfermedad producida por un mal que había introducido un cemí en el cuerpo, para él tener capacidad de sacar ese mal, tendría que estar físicamente preparado para que el mal se le transmitiera con facilidad, cosa que no pasaría en caso contrario, por cuanto el mal no podía pasar de un medio a otro diferente… El seguir el behíque el mismo régimen dietético y purgativo que recomendaba a su enfermo y el poner la cara triste no era lo esencial en la identificación, eso era lo aparente y exterior del asunto. El punto capital de la identidad se practicaba en el mismo momento en que el mal tenía que pasar del cuerpo del 194 Carlos Larrazábal Blanco enfermo al cuerpo del behíque; momento solemne, de intensa abstracción mental, en que el médico perdía su propia personalidad en una especie de nirvana en que todo él parecía para él mismo como perdido y confundido con la personalidad del otro. Entonces «pone las manos juntas, cierra la boca y le tiemblan las manos como cuando hace gran frío», como dice el eremita Ramón Pané. Inmediatamente después aparece el mal en la boca del behíque en forma de piedra, huesecillo, astilla de madera u otra cosa. Para las civilizaciones primitivas, y aun para las más avanzadas, las ideas mortales, o abstractas, o de las primeras causas, no tienen representación en abstracto sino material. Así han nacido los fetiches, los cemíes, la estatuaria griega, la adoración de los astros, etc. Entre nuestros indios, verbigracia, si llovía podía ser porque un cemí así lo quería; si soplaban vientos era porque otro cemí lo deseaba y, por lo tanto, existían cemíes para las lluvias, cemíes para los vientos, que no eran otra cosa que los representantes materiales de las causas de la lluvia y del viento. En el caso de que tratamos hay la causa de la enfermedad, si el behíque hace desaparecer del enfermo esta causa, que no es otra cosa que un mal que ha echado un cemí, es de lógica primitiva, para una fácil comprensión, que esta idea abstracta tenga una representación material que es la piedra, hueso o astilla que el sabio se ha introducido de antemano en la boca y en lo cual no hay superchería. El médico aquí ha actuado como un mago poseedor de lo misterioso, también poseedor de prácticas que solo los behíques conocen. El enfermo mira la piedra que sale de la boca del buhitío como el mismo mal que le han echado, y el buhitío la mira de la misma manera, pero solo él sabe que el mal pasó del cuerpo del enfermo a su propio cuerpo y de aquí a la piedra, hueso o astilla que momentos antes, para este fin, se había echado en la boca. Suponemos que la buena fe existía entre todos (behíque, enfermo y los familiares de este), pero a vista de la no curación de un enfermo, saltaba la duda a la mente de los indios. ¿Quién Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 195 había sido el causante del fracaso, el médico o el enfermo? El mismo behíque, que era tan respetado y reverenciado en los misterios de la cohoba, si actuando como médico era culpado por la muerte de alguien, se atrevían contra él los parientes y allegados del difunto (¡la misma costumbre en la humanidad a través de todos los tiempos y de todas las civilizaciones!) Después de las prácticas médicas de que hemos hecho mención, el enfermo, como es axiomático pensar, o sanaba, o seguía quebrantado, o moría. Si el asunto no era muy grave, claro está que solamente la dieta y el purgante eran suficientes, puesto que sabemos que muchos quebrantos son curables con este procedimiento; si no sanaba pronto y la enfermedad era de esas que duran mucho si el individuo tiene mucha resistencia física, al aproximarse la muerte el enfermo era expuesto en parte alejada de la población, donde moría sin ningún auxilio personal de los suyos (¿se trataría en este caso de enfermedades contagiosas o de ancianos enfermos?) Pero había casos en que no se procedía así sino que muerto el enfermo que era atendido por un behíque, se procedía a una investigación para saber de quién era la culpa de la muerte, si del behíque o del enfermo, y se procedía así siempre que el difunto fuera algún personaje social de importancia o que tuviera muchos parientes. No es fácil saber a ciencia cierta cómo era la averiguación, porque nada claro saca uno de lo que a este respecto dice Ramón Pané; pues, o no interpretó bien (como muchas veces le pasa) lo que los indios le explicaron, o bien estos refirieron alguna congoja muy vieja que confundían con prácticas e ideas de otros tiempos, de otras civilizaciones y de otros pueblos. He aquí la manera de reconocer el culpable de una defunción, según cuenta Pané le refirieron los indios: Cortadas las uñas y los cabellos de la frente del difunto, se pulverizaban bien entre dos piedras, mezclándose luego estos polvos con zumo de hojas de una planta llamada gueio y también zachon. Esta mezcla se la daban a beber al muerto por la boca o las narices y entonces le preguntaban muchas veces si él había muerto por no haber el buhitío guardado bien la dieta o porque 196 Carlos Larrazábal Blanco él no se atuvo a las indicaciones del buhitío. Otra manera había de indagar este asunto, y era esta: Haciendo una gran hoguera con leña, dizque echaban el muerto dentro de ella y lo tapaban todo con tierra haciéndole después las preguntas rituales. Como quiera que esto fuera, puesto que los cuentos de Ramón Pané no tienen vuelta de hojas, es cierto que los indios investigaban quién era el culpable de la muerte de ciertos individuos, si el médico o si el enfermo; que averiguado esto por cualquier manera que fuera, si el culpable resultaba ser el behíque, los familiares y allegados del difunto se iban donde él y lo vapuleaban miserablemente hasta dejarlo por muerto. Si acaso el behíque no moría de esta tunda era porque los cemíes habían venido en su ayuda en forma de culebras blancas, negras y verdes, y de nuevo le atacaban otra vez, cuidando en esta ocasión de sacarle los ojos y los testículos, en cuyos órganos radicaba la vida de un behíque. La Tribuna Médica, Año II, Núms. 2 y 3 (mayo-junio de 1926). Presentación del Dr. Roque Vilardell* 3 Señores: Me ha cabido, en esta oportunidad, un honor singular y que harto se comprende no merezco: la de presentar ante vosotros a un cubano distinguido, el doctor Roque Vilardell y Arteaga. A decir verdad, nuestro conferencista no es fácilmente asequible a un sicólogo. Su espíritu es de estructura polivalente. Parece, visto muy exteriormente, un gran indiferente o un gran preocupado, cuando no se experimenta la sensación de que está simplemente ocupado en exceso. Lo que sí es cierto, de toda certeza, es que Vilardell es un volcán de entusiasmo y de ensueños. Muchas veces cuando lo oímos soñar en alta voz o romper en estruendosas carcajadas infantiles, nos damos perfecta cuenta de que él no puede comprender a cabalidad la técnica del mundo, y nos explicamos por qué el mundo no entiende su técnica personal, muy original y a las veces extraña. Él, como muchos, vive al margen de lo actual y de lo práctico. Siempre que pensamos en este hombre, por cierta asociación de idas que no es del caso externar, nos vienen a las mientes las figuras * Palabras para introducir la conferencia del Dr. Roque Vilardell, secretario de la Legación de Cuba en Santo Domingo, pronunciadas en la Casa de España el 11 de abril de 1930. (Nota del editor). 197 198 Carlos Larrazábal Blanco de algunos incomprendidos de la literatura cubana: Julián del Casal, Plácido y otros tantos. De una psiquis intranquila, Vilardell, en el mundo de la cultura, se ha manifestado polimorfo periodista en Cuba, conferencista en Guatemala y Uruguay, diplomático, jurisconsulto, historiógrafo. Pero la debilidad del doctor Vilardell es la Egiptología. Quizás no haya quien conozca, como él, el Egipto antiguo y misterioso, el Egipto de las pirámides y de las momias, de la cultura matemática y astronómica, el Egipto de la idolatría, tan manifiestamente totémica y que tan extravagante nos parece ahora. Sin embargo, el aspecto que más nos agrada en Vilardell y que agradará a todos, es ese dominicanismo tan sincero y tan brioso que posee. Gran parte del dinamismo de su espíritu está dirigido hacia Santo Domingo. Acaba de fundar la Sociedad Dominicana de Geografía e Historia. Todas las tardes con la sencilla y la buena fe más acendradas da clases de Historia y de Enseñanza Cívica en el Colegio Santa Teresa. Ambas cosas, a la verdad, son prendas de un buen dominicanismo. El doctor Vilardell, señores, con esa característica humildad que prohíjan el verdadero valor espiritual y la mentalidad sana, va a hablaros de Cuba, esa isla magnífica a la cual nuestra Patria, nuestra pobre Patria que anda todavía a ciegas buscando su camino de Damasco, dio las primicias de su espíritu soñador, ardoroso y heroico, en estas dos figuras epónimas de la historia de América: Hatuey y Máximo Gómez. Y he pronunciado, señores, los dos nombres en los que adrede hemos sintetizado la contribución moral y espiritual de Santo Domingo para Cuba, porque bien sabemos que tanto en lo cruento de una batalla como en lo beatífico del sacerdocio, en la mágica delectación de la poesía y de la pintura como en los párrafos lapidarios de las buenas gentes, allí donde hay franca manifestación de vida genuinamente cubana, allí un glóbulo rojo dominicano, una célula nerviosa dominicana, una hormona dominicana han actuado maravillosamente. La misma implantación de la civilización hispana en Cuba fue en su principio dominicana, o para mejor Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 199 decir, españolense, pues de esta Isla Española salieron Velázquez, el conquistador, acompañado de su gente, todos caldeados, años ha, por el mismo sol que brillara en las espaldas bronceadas de Caonabo y Cotubanamá. Esta conferencia, pues, ha de interesaros. Se trata de Cuba que ya sabemos es algo muy nuestro, tanto, que el amor que a ella tenemos ha bajado ya a los más negros rincones de nuestra subconsciencia. Cuba siempre nos ha de interesar. Sus millones de habitantes, sus millones presupuestales, sus obras públicas, sus manifestaciones todas de vida cultural nos hacen ver que ella, sacudido que haya resabios ancestrales hispanoamericanos, bien pronto dictará la pauta, en muchas cosas, a algunos pueblos de América. Listín Diario, Año XLI, Núm. 12,881 (14 de abril de 1930). La última batalla del Libertador S imón Bolívar, aquel que fue grande por sus ideales, admirable por las dinámicas de su espíritu y sublime en sus delirios, trepó una vez el Monte Aventino, el monte de las libertades del pueblo romano, y juró la independencia de su patria. Corren los años… Simón Bolívar escribe el manifiesto de Cartagena y la carta de Jamaica, dicta pautas en el Congreso de Angostura, escala las altiplanicies de los Andes inmensos donde sus ideales se confunden con las nubes y las nieves perpetuas, salta de un cráter a otro cráter, de un pantano a otro pantano, atraviesa los ríos, los bosques y las pampas para señalar con la punta de su espada a las mesnadas libertadoras el camino del triunfo en Boyacá, Carabobo, Pichincha, Bomboná, Junín, Ayacucho… ¡Loor a Simón Bolívar, aquel que fue grande por los ideales, admirable por las fuerzas dinámicas de su espíritu, sublime en sus delirios…! *** A veces el Libertador cae, tropieza, parece perdido en un fracaso vulgar, se ve desdeñado, traicionado, incomprendido. Otras muchas yerra el hombre, yerra el político, yerra el estadista, yerra el militar, pero tantas otras veces se levanta muy por 201 202 Carlos Larrazábal Blanco encima de todo como un gigante, y se hace superior a sus fracasos, a sus enemigos, a sus errores, a sus derrotas. Simón Bolívar firma el estupendo decreto de guerra a muerte, a veces salta por encima de él y perdona, pero otras lo hace cumplir estricta y severamente. No perdona a Piar, y el héroe de San Félix muere fusilado. Sin embargo Bolívar no es cruel. En otras circunstancias hubiera siempre amado a su prójimo como a sí mismo. Fue hombre de carácter y llevó a efecto con entereza y responsabilidad actos de rigor que de buena fe él creyó necesarios. ¡Loor a Simón Bolívar, hombre de fe, hombre fuerte, grande en las desventuras y en las crudezas de su misión libertadora…! *** A pesar de la brega cotidiana del combate con su humo que asfixia y con su sangre que espanta; a pesar de artículos y párrafos de leyes, reglamentos y constituciones que siempre ponen cerrojo a toda espiritualidad, Simón Bolívar ama la Música, la Poesía, la Ciencia, la Educación. Delira en el Chimborazo, habla de los clásicos latinos, critica a Olmedo. Espíritu soñador, corazón ardiente, ama con todas las potencias de su alma el Bien, la Gloria y la Mujer. El Amor se hizo para el Hombre y Bolívar fue siempre hombre… ¡Por los siglos de los siglos sea loado Simón Bolívar!... *** Un día, Simón Bolívar, como cristiano viejo, hace testamento y se confiesa. El 17 de diciembre de 1830, a mitad del día, a pleno sol, el héroe de contextura hispana y de entorno homérico, el sublime soñador de alientos tropicales, Simón Bolívar, el grande, el fuerte, el glorioso, exhaló su último suspiro… ¡Aleluya!... ¡Aleluya!... Simón Bolívar ha muerto… El Libertador ha ganado su último combate… Simón Bolívar ha ganado su más brillante batalla, ha escrito la más sabia constitución… ¡Simón Bolívar se ha libertado!... Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 203 No se advierte el ruidoso galopar de los caballos en la pampa; los pajonales no arden; no mueren de frío los hombres y las bestias en los hielos de los Andes, ni mueren de calor y de sed en las cálidas sabanas; no brillan las lanzas en las lomas ni chocan en los llanos, la vocería de la soldadesca no habla de triunfos ni derrotas, ni se oyen los lamentos de las madres y de los huérfanos… Pero Simón Bolívar ha muerto, el que es grande por sus ideales, admirable por las fuerzas dinámicas de su espíritu, sublime en sus delirios… ¡Aleluya!... ¡Aleluya!... Simón Bolívar ha ganado su más excelsa victoria… ¡Loor a Simón Bolívar, grande, más grande que su propia obra!... ¡Loor a Simón Bolívar, el hombre, el que amó con todas las potencias de su espíritu el Bien, la Gloria, la Mujer!… ¡Aleluya!... ¡Aleluya!... ¡Simón Bolívar ha muerto! Listín Diario, Año XLII, Núm. 18,208 (17 de diciembre de 1930). Farmacopea indiana E s difícil tarea la de precisar cuáles fueron los hábitos médico -farmacéuticos de los indios de la Española. Hemos ya hecho algunas investigaciones publicadas en La Tribuna Médica bajo el título de «Medicina y Ciencias Naturales a través de los historiadores clásicos de Indias» y «Ciencia indohaitiana». En ellas hemos hablado del behíque como médico, de cierto número de plantas medicinales y de la enfermedad de las bubas y su curación por el guayacán. Las fuentes para estas investigaciones han sido el eremita Ramón Pané, Las Casas y Oviedo, pero ninguno era físico, ni boticario y sus noticias hay que sopesarlas bien, además de que no hicieron estudios intencionados de la raza india, excepto el primero, es decir el «pobre eremita», que a todas veras no estaba preparado para semejante labor. No sabemos hasta dónde llegaban los conocimientos de los indios con respecto a los vegetales y sus propiedades medicamentosas, pero sospechamos que no fueran tan grandes como los que han tenido otros pueblos salvajes. El behíque, que era médico, adivinador, el único poseedor de ciencia mítica y de ciencia mágica, sería también la farmacopea, el único poseedor de la farmacopea indiana, el que guardaría en secreto, como los sacerdotes del antiguo Egipto, las propiedades curativas de gran número de plantas nobles. Los principales medicamentos indianos eran purgantes, eméticos y hemostáticos, y la preparación o extracción de algunos de ellos 205 206 Carlos Larrazábal Blanco pasó a conocimiento del pueblo. Cuando el behíque era llamado a casa del enfermo, entre las ceremonias a que se sometían médico, paciente y familiares, estaba la extracción al compás de canciones corales, del jugo de ciertas hojas, ¿Qué era este jugo que de rigor había siempre de prepararse? ¿Algún purgante, vomitivo o sustancia para masaje?... Pero, basta de esta ligera disgresión y vamos a nuestro ensayito sobre farmacopea indiana, y que Deo volente y mientras hayan libros y papeles viejos que consultar seguiremos ampliando. Polvos de cojoba Polvos preparados con hojas secas de varias plantas. Tenían propiedades narcóticas y se usaban para «purgante y otros efectos» según Pané. Esta preparación tenía una importancia capital entre los indios porque era la sustancia que, en lo que ya en otra oportunidad hemos nombrado «misterios de la cojoba», el behíque absorbía por las narices a manera de rapé para producir ese estado de somnolencia y semi-inconciencia en que, como la pitonisa griega en Delfos, vaticinaba el porvenir y daba consejos. Estos polvos eran una especie de «polvos de Himrod» y si el asma era enfermedad que existía entre los indios, los sahumerios de cojoba debieron ser usados por ellos para este fin. Es fácil suponer que algunas solanáceas, entre ellas datureas y hiosceámeas, formarían parte de esta droga. «Cojoba» o «cohoba» se llamaba a los polvos de que tratamos y también al ceremonial misterioso que presidía el behíque cuando predecía el porvenir, pero bien por los mismos indios o por los primitivos españoles, se dio también ese nombre a una planta, puesto que en la toponimia actual dominicana existe el término «cojobal». Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 207 Cocimiento de guayacán Modo de prepararlo: Cortábase cierta cantidad de madera en pequeños trocitos y poníase en maceración en cuatro azumbres de agua (ocho litros) durante cinco o seis días, después de lo cual todo se cocía hasta que el volumen se redujera a las tres cuartas partes. Era este cocimiento el específico indiano para las guaynaras (bubas). Se tomaba a pequeñas dosis diarias por espacio de nueve a quince días. La dieta era rigurosa. Los españoles acostumbraban a no beber agua ni vino mientras duraba el tratamiento, y no comían «sino un par de yemas de huevo, y, de tres o cuatro días, un cuartillo de una polla con unos bizcochitos», que Las Casas canjeaba de mejor talante por el casabe. Concluido el azumbre de la tan amarga y saludable pócima se había de comer un suculento plato de cierto cocido con carnes diversas (vaca, cerdo, gallina, jamón, chorizos, etc.) que llamaban, o se llama, «olla podrida», y «como el estómago estaba tan delgado de la dieta pasada (tal dice el padre Las Casas) purgaba todo el humor malo, y quedaban del todo muy sanos». En la flora indiana no había una sola especie de guayacán. Ya Oviedo señalaba dos, uno de los cuales, por la excelencia de propiedades, llamaron «palo santo». El Lic. Echagoian llama al guayacán «palo santo» y afirma que sirve para varias enfermedades. Hien Esta terrífica pócima era el agua de lixiviación de la yuca rayada, y siempre resultaba en la fabricación del casabe. Era el veneno favorito de los indios y tomándolo se suicidaban cuando más no podían soportar el trabajo, o cuando el látigo del inclemente capataz o del brutal mayoral había marcado más de cien veces sus espaldas. El hien hervido perdía todas sus propiedades mortíferas e indios y españoles lo empleaban entonces como vinagre. 208 Carlos Larrazábal Blanco Guáyiga Esta cicadácea, representada en la flora actual dominicana por varias especies, suministraba a los indios un buen alimento cuya preparación era la siguiente: rayábase la parte amilácea, que convertida en una masa se dividía en pedazos redondos; estos se ponían al sol durante varios días hasta que en la superficie apareciesen gusanos; modelábanse los pedazos en forma de torta y se cocían en un burén. Como la guáyiga, al igual de la yuca, tiene principios venenosos, la aparición de los gusanos es de importancia, pues indica una fermentación que señala la transformación de los principios venenosos. Este pan era especialidad de las regiones higüeyanas, patria natural de la guáyiga. Jobo (Spandeas lutea) Parte empleada: la hoja «... es muy buena (la hoja, del jobo) para lavar las piernas los que las tienen malas». (La Casas). Guao Esta terebintácea entraba en la composición de la sustancia con que los indios enherbolaban sus flechas. Abundaba mucho, como la guáyiga, en la región oriental de la isla. El bálsamo Lo suministraba un árbol que llamaban los españoles «el árbol del bálsamo» y que bien puede ser la Hedwigia balsamifera (Sw); pero no lo damos por cierto. Producía «el bálsamo», un hemostático apreciable. He aquí su preparación: cortábase en menudos pedazos la madera del citado árbol hasta cantidad de dos o tres celemines (de 9 a 14 kg) y poníanse a macerar en unas Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 209 dos arrobas de agua durante ocho días; cocíase todo hasta evaporación de las tres cuartas partes; luego dividíase en pequeñas porciones que se ponían al sol hasta adquirir la consistencia de la miel y su mismo color. Las Casas recomienda este remedio, y dice: «La experiencia que de este licor se tiene hoy es, que para cualquiera herida donde salga sangre, o donde no haya miembro o nervio o casco cortado, puesto en ella caliente, bien empapada y atada, no es menester más de una vez curarla». El arbolillo de las manzanillas Arbusto que crece hasta estado y medio (poco más o menos como el tamaño de la higuereta), de pocos ramos y de hojas grandes parecidas a la de la yuca y la higuereta. Esta planta y «otras yerbas, como lechugas grandes» eran las únicas plantas medicinales que cultivaban los indios. Las demás que usaban las conseguían en los montes, luego, sabían herborizar. La parte de la planta que se usaba era el fruto, o mejor las semillas, que contienen una sustancia purgativa. Los primitivos españoles se purgaban comiendo la fruta tal como la cogían del árbol, a imitación, probablemente de lo que hacían los indios, pero bien pronto cayeron en la cuenta de que mejor era tostarlas y molerlas. Los médicos de entonces usaban las «manzanillas» mezclándolas a otras sustancias, porque opinaban (y entre ellos los había tan autorizados como el Lic. Barreda) que la tal droga no era purga sino «punto de purga». ¿Qué era «el arbolillo de las manzanillas», el Ricinus communis o alguna Jatropha? Entre las euforbiáceas de esta última especie hay que descartar, de acuerdo a la descripción dada, la J. gossipifolium (tuatúa). Por otra parte el fruto del ricinus (higuereta) no se puede comer, como se hacía con «las avellanas purgantes» (que así tambiénse llamaban) porque un peligro de envenenamiento es inminente dado que el tegumento de sus semillas produce una albuminosa de efectos mortales, la ricina, que mata por hemolisis. Nos queda «todavía la posibilidad de 210 Carlos Larrazábal Blanco que sea la Jatropha curcas, pero esta especie no tiene las hojas multipartidas como la planta de que tratamos. Queda pues en pie, la posibilidad de que sea, como en efecto nos parece que es, la «Jatropha multifida», «piñón de España», «avellanas de Santo Domingo», que registra Colmeiro en su Diccionario de plantas y Brehm en su Botánica. Las descripciones de Las Casas y Brehm se pueden cotejar: «Este arbolillo [. . .] no es mayor ni crece más de estado y medio» (Las Casas); «arbusto de 10-20 pies de altura» (Brehm); «la hoja es muy hermosa [. . .] como una gran mano los dedos desparcidos o abiertos» (Las Casas); «hojas largamente pecioladas, profundamente multi-partidas hasta la base» (Brehm); «la fruta es cuasi como avellana» (Las Casas); «ovario triangular» (Brehm). También en otra parte de América se conoció esta planta. El padre fray Alonso de Zamora, en su Historia de la Provincia de San Antonio del Nuevo Reino de Granada (Ed. Parra León Hermanos, Caracas, 1930), dice: «En las mismas tierras cálidas se dan unos árboles, que llevan por fruto unas almendras gustosas –en forma de piñones y tienen este nombre–. Se comen algunos, según la facilidad, o resistencia del estómago de quien los ha menester. Purgan con brevedad la cólera (y esta era también opinión de Las Casas) y la flema en vómitos, y otras evacuaciones. Con la misma brevedad se corrigen sus efectos, y las ansias mortales, que ocasionan, tomando un trago de vino, o de agua caliente. Es el único remedio que se ha descubierto para el achaque de gota». Bejuco Era una planta que los indios usaban como purgante y se empleaba para los «males de flema». Es trepadora. Después el vulgo ha llamado «bejuco» a cualquier liana. Existen en la flora dominicana muchas plantas denominadas «bejuco» pero entre ellas hay el «bejuco caro» o «de caro», que también existe en Venezuela con ese nombre, y que llamamos asimismo «bejuco Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 211 de agua» y «bejuco de parra», que usan nuestros campesinos como purgativo. ¿Será este el bejuco de los indios? Bija Con las semillas de la Bija orellana preparaban los íncolas de Santo Domingo, y a todas veras los de muchas partes de América, unas masas o papillas colorantes con las que se pintaban el cuerpo cuando a la guerra iban. Esta sustancia tenía, o tiene, la propiedad de «apretar las carnes». Los indios llamaban «bija», al menos parece ser, al color de la sustancia o a la sustancia misma, más bien que a la planta. Su uso lo particulariza Las Casas solamente para casos de guerra, pero bien podían usarlo para otros fines pacíficos, como los indios de otras regiones. En efecto, Brehm dice: «Los indios emplean el achiote mezclado con aceite de ricino o de coco para untarse el cuerpo mañana y tarde, y sobre todo porque al parecer el sabor de esa sustancia aleja los insectos como mosquitos y cínifes […]» La Tribuna Médica, Año VII, Núm. 55 (octubre de 1932). Ideario españolense del siglo xvi En el año de 1518, «a pedimiento de la tierra» y gobernando los Padres Jerónimos, se efectuó en la ciudad de Santo Domingo una Junta de Procuradores, o hablando en lenguaje político moderno, un Congreso de Ayuntamientos. Los historiadores dominicanos no han hecho hincapié en este suceso a pesar de que es un verdadero filón de oro para la cabal comprensión de una época de gestación de nuestro pueblo. La más peculiar fuerza político-social española consistía en el régimen de los cabildos libres. Para el pueblo el cabildo representaba la ley, la administración, la justicia, a veces muy por encima de la ley, la administración y la justicia del rey. España, al emprender la colonización de América, trasplantó su vida municipal que no constituyó un exponente de absolutismo y tiranía –que es como se acostumbra ver muchas veces actuaciones de la Madre Patria en Indias– sino más bien de verdadera libertad administrativa y de rudimentos de cierta vida civil de democracia… Fue norma siempre de los conquistadores o colonizadores que al fundar alguna villa debían proceder a la elección del cabildo, formalidad indispensable para la vida institucional ciudadana y que habla mucho del espíritu legalista de los españoles de aquellas lejanas épocas… El primer acto legal de la conquista de México fue la elección del cabildo de Veracruz bajo cuya égida se amparó Cortés. 213 214 Carlos Larrazábal Blanco Muchas veces fue necesario una actitud seria y definida ante la presencia de un peligro inminente o ante una necesidad urgente en la vida administrativa colonial, o bien hubo necesidad de levantar protesta o queja relativa a alguna cédula real o a algún dictamen del Consejo de Indias, y entonces todos los pueblos, villas o ciudades, elegían sus delegados o diputados y formaban una Junta de Procuradores que deliberaba y tomaba acuerdos de índole general. La vida municipal trascendía a la vida nacional. Los cabildos eran la colonia misma que expresaba libremente su pidiendo mercedes, protestanto de disposiciones onerosas, defendiendo los intereses de la comunidad, aunque, como entre hombres suele suceder, alguna posicioncilla ilegítima, algún interés particular, alguna manifiesta injusticia primaba en alguna que otra disposicón. Tal parece sucedió, y con creces, en la Junta del año 1518. Las «elecciones» de aquel año de 18 fueron reñidas, como reñidos fueron los trabajos de la Junta. Los pobladores de Santo Domingo estaban divididos en dos bandos: el que tenía por corifeo «a quien nunca jamás fue buen tercero –Miguel de Pasamonte, tesorero», y el que se componía de los amigos y parciales del segundo almirante don Diego Colón, que si bien no heredó todos los bienes y preeminencias que a su padre pertenecían, en cambio sí recogió toda la inquina de sus enemigos y desafecos. «Servidores del rey» se llamaron a sí mismos los de Pasamonte, así como llamaron «deservidores» a los contrarios, lo que no sirve sino para indicar el estado a que llegaron los ánimos, al juzgar, o hacer pasar, que las actuaciones de don Diego y los suyos iban en deservicio del monarca, cosa por cierto de mucha gravedad y peso. Así es que no es para extrañar todos los incidentes que en la Junta ocurrieron desde que se instaló el día 20 de abril, en el monasterio de San Francisco, hasta fines de mayo o principios de junio. Estuvieron presentes ese día los delegados de Santo Domingo, Santiago, El Bonao, Buenaventura, San Juan, Puerto Plata, Azua, Higüey, Puerto Real y Lares y Salvatierra de la Sabana, es decir todos menos el de La Vega que llegó días después. El Seibo ya había desaparecido y sus Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 215 habitantes se habían juntado con los de Buenaventura. Yáquimo se había refundido con la Verapaz y formádose la población de Santa María del Puerto de la Yaguana en lugar distinto. De los sucesos más notables que acaecieron en la Junta fueron: el 26 de abril, reunidos los procuradores en la Casa de la Contratación, discutieron ciertos capítulos que ya habían sido formulados por los regidores de Santo Domingo, pero no se pudo llegar a un acuerdo porque «todos andaban muy resabiados… Poco después el cabildo dominicopolitano, dirigido por Pasamonte, retiró los poderes que ya tenía Lope de Bardeci y los dio al bachiller Juan Roldán, pero hubo protestas por este atropello y Bardeci quedó en su curul… Todo esto indujo a los Padres Jerónimos a nombrar al licenciado Jerónimo Lebrón para que los aconsejase, y resolver que en lo adelante las reuniones se celebrasen en presencia de ellos… Juan de Villoria, el esperado procurador de la Concepción, llegó al fin y propuso que no debía enviarse ningún procurador a España porque allá estaba uno de los padres gobernadores con poderes suficientes y que, además, estaban también el propio Almirante don Diego y el padre Las Casas que a buen seguro pedirían mercedes para la Isla; y que, por otra parte, los mismos Jerónimos se habían opuesto, un año hacía, a que el veedor Cristóbal de Tapia fuese a la Metrópoli de procurador a su costa. Estas razones no fueron convincentes para la Junta y se resolvió la elección, resultando favorecido el licenciado don Lucas Vázquez de Ayllón, «pasamontista», en oposición a Lope de Bardeci candidato de la facción de Diego Colón. Los vencidos, como era natural, protestaron y recusaron al candidato triunfador aduciendo que había sido elegido contra el mandato de los Padres de que no se eligiese juez ni oficial real, y que, por otra parte, Ayllón estaba acusado de graves delitos en la residencia que tenía pendiente tanto del cargo de juez de apelación como del de alcalde mayor de La Vega. El licenciado Alonzo Zuazo, que ayudaba en las tareas del gobierno a los jeronimitas, viendo el sesgo que tomaron las cosas, se incautó de todas las actas y documentos de la Junta, y los retuvo en su poder hasta que, por virtud de la cédula real hecha en Zaragoza el 24 216 Carlos Larrazábal Blanco de septiembre de 1518 y en la que el rey se mostraba deservido por tal proceder, se vio compelido a entregarlos el 4 de marzo del años siguiente. Pero todo esto no tiene mucho interés. Es, sencillamente, el cuadro, algo pintoresco por cierto, y de una tonalidad fuertemente criolla y moderna de un hecho histórico viejo, y cuya mayor importancia, su patente trascendencia histórica, hay que buscarla en los acuerdos tomados por esa Junta de Procuradores, y que vamos a desglosar a continuación: 1. Que el gobernador no fuera perpetuo. 2. Reinstalación de la Real Audiencia. 3. Que no hubiera más jurisdicción que la del rey y que se le quitara a don Diego Colón la que tenía. Estos tres apartes van, como se ve, dirigidos contra el Segundo Almirante. Este, por las capitulaciones de los Reyes Católicos con su padre, tenía derecho a perpetuidad en el gobierno, preeminencia que ya en España trataban de socavarle. Podía también el Almirante hacer poblar las islas y Costa Firme, por lo que, y para poner en práctica sus derechos aun a despecho de sus enemigos, mandó a Velázquez a Cuba, a Juan de Esquivel a Jamaica, y ordenó a Juan Cerón y a Miguel Díaz fuesen a hacerse cargo del gobierno de la isla de San Juan donde gobernaba a la sazón Juan Ponce de León. Sus poderes eran pues muy extensos, y su jurisdicción en lo administrativo, lo judicial y civil era muy grande. Hasta cuando vino a gobernar don Diego eran los propios gobernadroes que, ayudados por alcaldes mayores, entendían en los asuntos de justicia. Pero con el objeto de aminorar la «jurisdicción» del Segundo Almirante se crearon, bajo la influencia de sus enemigos de aquí y de España, los Jueces de Apelación, y en 1511 la Real Audiencia, institución que, a pesar de su origen, dio buenos resultados porque fue en América muchas veces campeón de libertades y contralor de virreyes y gobernadores tiranos, codiciosos o venales, y que desarrolló una influencia tal y tan Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 217 grande en la evolución de la vida colonial americana que alrededor de ella fueron cristalizándose pueblos que habían de formar, al correr de los tiempos, las naciones libres hispanoamericanas. En esta época la Real Audiencia prácticamente no existía porque el licenciado Alonso Zuazo, que había venido como juez de residencia con los Padres Jerónimos, había suspendido de sus funicones a los oidores que la constituían y que lo eran Lucas Vázquez de Ayllón, Marcelo de Villalobos y Juan Ortiz de Matienzo. De ahí que la Junta pidiera que «volviera la Real Audiencia», petición que tenía visos de bandería, pero que en realidad contribuía al procomún. 4. Libertad general de comercio con todos los pueblos de España y las Indias, aun con los extranjeros. Esta medida no podía ser más liberal, ni de mejor y más sabia política, pero atentaba contra la costumbre establecida: el monopolio comercial de España con las Indias. Esta práctica pudo haber nacido de algún concepto administrativo de organización y supervisión, o de algún concepto de política internacional y su política interior y exterior podía pasar por buena, pero que desde el punto de vista del desarrollo económico de las colonias del Nuevo Mundo, era práctica completamente mala y contraproducente. Los que venían a estas partes y se interesaban por la vida colonial así lo comprendían. En enero de aquel mismo año de 1518 el propio juez de residencia Zuazo escribía al emperador Carlos V sobre la libertad de comercio y le hablaba de los grandes inconvenientes de reducir el comercio «al solo agujero de Sevilla». Nunca se logró una libertad general, pero sí concesiones por cierto número de años. En 1513 Fernando V concedió por cinco años comercio libre con las islas y Tierra Firme y sin pagos de derechos de aduana. En esa virtud sabemos que Higüey vendía ganados a Puerto Rico… En 1568 Cotuí vendía en Costa Firme cueros, cañafístolas y azúcar… En el 1673 el gobernador Ignacio Zayas Bazán y los señores oidores de la Audiencia aceptaron que 218 Carlos Larrazábal Blanco un navío portugués estableciera tratos comerciales con los dominicoinsulares, y este hecho fue castigado con imposición de multas… En el siglo xviii, a las refundadas ciudades de Monte Cristi y Puerto Plata se les favoreció con el ejercicio del comercio libre por un lapso de diez años… Andando el tiempo la Metrópoli aceptó el comercio que hacían las colonias española y francesa de la Isla, pues se comprendió claramente que de ese comercio dependió, y seguiría dependiendo, la prosperidad de Santo Domingo… Tan inveterada era esta política comercial de España que aun entrado el siglo xix, cuando ocurre la reincorporación de Santo Domingo a la corona española mediante los esfuerzos de los dominicanos (dirigidos por Sánchez Ramírez), como una gracia concedida a la fidelidad de la colonia, la Metrópoli concedió libertad de comercio por quince años. 5. Franquicias de derechos para los productos de la Isla tanto al salir de ella como al llegar a España. Esta petición, como la anterior, encierra ideas avanzadas para la época. Estas franquicias eran necesarias en Santo Domingo para promover el bienestar de sus moradores, pero en la propia España existían esos derechos, aun para el comercio interior. 6. No arrendamiento del almojarifazgo por los abusos en el avalamiento de los derechos. Esta Junta se ha mostrado adversa a los mononpolios, concesiones y mercedes, cosas que abundaban mucho por esa época. En 1519 se concedió a Rodrigo de Bastidas, el adelantado de Santa Marta, el arrendamiento por tres años y por el pago de treinta y un mil pesos de oro, de los derechos de aduana, o sea el almojarifazgo. Esta concesión, así como otras mercedes otorgadas por los reyes, perjudicaban notablemente la vida de la colonia. Una merced se concedió a Juan de Sámano, personaje de la Corte, y que consistió en que se pasaran a él el total de Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 219 las multas impuestas con motivo de la introducción fraudulenta de oro o plata labrados. Esto movió a que Francisco Pasamonte, Cristóbal de Tapia y Fernando de Berrío escribieran al rey Carlos I, en fecha 20 de mayo de 1519, una carta arrogante, altiva, muy propia del espíritu libérrimo de los españoles de aquellos siglos, que decía así en su parte final y principal: «Las franquezas y libertades pueblan la tierra; hágalas Vuestra Alteza a esta que bien la necesita, y mayores aun que esos reinos, y déjese de semejantes mercedes, que no sirven más que para oprimir a los vecinos y despoblar la Isla». 7. Libertad a los extranjeros para avecindarse en la Isla, excepto a los genoveses y a los franceses. Esta es otra petición que es contraria al espíritu español de la época. Desde un principio se prohibió que la Isla comerciara con extranjeros y que se avecindasen en ella, aunque a veces se concedían licencias especiales. El 17 de noviembre de 1504 una real carta permitió al aragonés Juan Sánchez traer mercancías a la Española «aunque no era natural de los reinos de Castilla». Un siglo más tarde, en 1604, solo habían avecindados en la ciudad de Santo Domingo unos trece extranjeros, portugueses los más. 8. Disminución de los derechos de oro y de los del fundidor; no pagar licencias por sacar oro; tasa en los derechos de escribanos, alguaciles, carceleros, etc.; disminución de los derechos de los clérigos; franquicias en la sal. 9. Merced de los derechos de escobilla y de relave para los hospitales. 10. Tierras para propios. Un «propio» era una hacienda o heredad propiedad de una villa o ciudad, y que servía para ayudarla a cubrir sus gastos 220 Carlos Larrazábal Blanco públicos, de manera que esta petición tuvo sus miras de bien municipal. 11. Licencia para traer como esclavos a los indios caribes y por naborias a los de las Lucayas, Curazao y otras islas inútiles, así también traer como esclavos a los indios que lo fueran de otros indios en Costa Firme. Que no tomaran parte en armadas para traer indios ni el gobernador ni los oficiales reales. En 1503 la reina Isabel la Católica había concedido licencia para cautivar los indios caribes y en 1513 el Rey Católico la concedió para traer los de las islas inútiles. Muchas armadas se hicieron en la Española para ir a robar indios a Curazao, Cubagua, Paria, las islas de Barlovento y las Lucayas, que muchas veces fueron el origen de alguna que otra colonización en Costa Firme y las islas. Ese origen tuvo un proyecto, puramente españolense, de conquista y colonización al norte de la Florida… Parece ser que la Metrópoli insistió en que solamente se esclavizaran los indios caribes, pero para los colonos dominicoinsulanos hasta los muy mansos de las Lucayas eran de esta condición indeseable. El que en estas correrías no tomaran parte ni gobernador ni oficial real fue medida bien aconsejada, pero que a todas veras no se tuvo muy en cuenta pues en 1520 siete vecinos de Santo Domingo armaron dos navíos para adquirir indios en las Bahamas, y entre estos se contaban los oidores Ayllón –el que más tarde fue jefe de la expedición de colonización y conquista al norte de la Florida, y donde pereció–, Juan Ortiz de Matienzo y el secretario Diego Caballero. Es verdad que la petición no recae con los miembros de la Real Audiencia, pero es de suponer que ellos, con tanta razón, o mayor, debieron estar incluidos en esta cláusula prohibitiva, salvo que la no mención obedeciera a que a la fecha de la Junta no había Audiencia por la suspensión que había hecho Zuazo de sus oidores, como hemos apuntado. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 221 12. Perpetuidad de los repartimientos y residencia de los indios en las estancias. 13. Que no tuvieran indios ningún ausente, ni ningún gobernador ni oficial real, ni sus familias. En cuanto a que los ausentes no tuvieran indios no fue una novedad, pero sí lo era el quererlo hacer extensivo al gobernador y a los oficiales reales. El principio era de moralidad, pero atentaba de tal manera contra los intereses creados por los magnates de la colonia, que cabe dudar de su sinceridad. En el año 1514 se habían encomendado a Miguel de Pasamonte, tesorero, unos 250 indios; a Gil González Dávila, contador, la misma cantidad; a Cristóbal de Tapia, veedor, alrededor de 200… Para el año de 1513 se había pedido que no se les repartieran indios a los ausentes en Castilla, y el Rey Católico mismo aquel año dispuso tal cosa, pero exceptuando al obispo Fonseca, su capellán mayor; al comendador de Castilla Hernando de la Vega; a su camarero mosén Juan Cabrero, y a los secretarios Miguel de Almazán y Lope de Conchillos. En efecto, en el repartimiento del año siguiente estos personajes fueron regalados con un buen número de indios caribes… Parece ser que estos indios eran peor tratados que los demás por no caer bajo la vigilancia directa de sus amos sino bajo la mano, las más de las veces, de impenitentes mayordomos inescrupulosos. Hubo quejas por eso, aunque en el fondo también latía algún sentimiento de envidia personal o algún principio económico, por cuanto lo que redituaban los indios de los ausentes no circulaba en el país cumplidamente y sus dueños tenían buenas ganancias, mientras discurrían sus vidas en Castilla alejados de las luchas y sinsabores que también eran primicias que brindaba América a los que a ella pasaban. Es el caso que el Rey ordenó a los Padres Jerónimos que quitaran a aquellos individuos ausentes los indios que tenían, lo que hicieron, y fue el factor Juan de Ampiés, que en enero de 1518, meses antes de la Junta de Procuradores, se hizo cargo de ellos. 222 Carlos Larrazábal Blanco 14.- Licencia para traer negros bozales libres de todo derecho. La introducción de negros comenzó en la Española desde 1502. Desde que los indios comenzaron a mermar los colonos sintieron la necesidad de brazos que les labraran sus tierras, les laborasen las minas o les lavaran las arenas de los ríos y por eso buscaron indios en las islas y Tierra Firme y desearon y practicaron la trata de negros. Pero al auge de este negocio inhumano no solo contribuyó un interés económico sino de otro orden, y fue que habiendo los padres dominicos defendido la libertad de los indios y habiendo triunfado muy a pesar de esa oposición la causa de la esclavitud, fueron, para alivio de los naturales, inclinándose a la aceptación de la esclavitud de los negros. Estos frailes parece llegaron hasta a amenazar a los encomenderos con la no absolución «in extremis» si persistían en sus encomiendas, por lo que en cierta ocasión que el padre Las Casas se trasladó a España muchos colonos le pidieron que tratara de conseguir del rey licencia para traer negros para entonces abrir un poco la mano en lo de los indios. El célebre Obispo de Chiapas así lo hizo aunque bien pronto hubo de arrepentirse según su propia confesión. La Metrópoli acostumbró siempre a dar licencias especiales, pero lo que siempre pidió la Españoala fue la licencia general, y en esta ocasión demandaron hasta la abolición de derechos. En 1518, estando en España el contador Gil González Dávila, escribió al rey o al Consejo de Indias: «Así que con este y con que Castila vayan y se dejen llevar negros, se reformará la Isla para que aun crezca de lo que agora está, que no disminuya». El 22 de enero de ese mismo año el juez de residencia Zuazo, en carta al emperador Carlos V le recomienda dar licencia general para traer negros, gente recia para el trabajo, no como los naturales tan débiles que solo podían servir en labores de poca resistencia; y que no debería temerse que se alzasen porque todo dependía de la manera de gobernarlos. «Yo hallé –agrega– al venir aquí algunos negros ladrones; otros huidos a monte; azoté a unos, corté las orejas a otros, y ya no ha venido más queja». Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 223 Pocos días después escribía el mismo Zuazo al Señor de Xevres, personaje flamento de la corte de Carlos I: «La otra súplica que hago a Su Alteza es que si la licencia de los negros no se otorga, por el entrañable deseo que tengo de servir a Su Alteza, me haga merced de mandar se me dé licencia para poder traer a esta Isla cien esclavos negros y negras». Por ese mismo tiempo los Padres Jerónimos escribían al rey recordándole que en cartas anteriores habían solicitado de él algunas mercedes para el remedio de las Antillas «en especial –decían– que a ellas se puedan traer negros bozales, y para traerlos sean de la calidad que sabemos para acá conviene. Que Vuestra Alteza nos mande enviar facultad para que desde esta isla se arme para ir por ellos a las islas de Cabo Verde y tierra de Guinea, y que esto se pueda hacer otra cualquier persona desde esos reinos para traerlos acá. Y crea Vuestra Alteza que si esto se concede, de más de ser mucho provecho para los pobladores de estas islas y rentas de Vuestra Alteza, serlo ha para que estos indios, sus vasallos, sean ayudados y relevados en el trabajo, y puedan más aprovechar a sus ánimas y a su multiplicación, mayormente ahora que los ponemos en pueblos…» En 1519 se hizo a un personaje flamenco, citado en los documentos comúnmente con el nombre de «el gobernador de Bresa», la concesión para la introducción de cuatro mil negros durante ocho años y sin pagar los dos ducados por cabeza que se debía pagar en la Casa de la Contratación en Sevilla, ni pagar tampoco el almojarifazgo. Esto como era natural perjudicaba a la colonia porque dejaban de percibirse algunos miles de ducados por concepto de derechos, amén de que escasearían los brazos para el laboreo de las minas y los trabajos de ingenios, haciendas y hatos, porque siendo el plazo tan largo los negros serían introducidos a plazos también largos, como en efecto sucedió… Los oficiales reales protestaron de esta concesión y escribieron al Rey diciéndole, entre otras cosas, lo siguiente: «Podría acortarse el término a cuatro años, y después darse licencia general, como la tienen los otros reinos de Vuestra Alteza con menos necesidad que estos, o si esto 224 Carlos Larrazábal Blanco no conviniere, podría desde luego darse licencia general, o pagarse de los almojarifazgos los 25,000 ducados», es decir – agregamos nosotros– no esperar el término de la concesión sino cancelarla inmediatamente y pagar la suma citada de ducados, valor en que el precitado gobernador de Bresa había vendido la concesión al tesorero Alonso Gutiérrez, personaje de prestigio en la Corte. Sobre la suerte de este negocio parece que da luces el licenciado Figueroa, gobernador que fue de la Española, cuando en 6 de julio de 1520 escribe al Emperador: «Negros son muy deseados; ningunos han venido cerca de un año. Mejor hubiera sido darle los derechos al de Bresa que poner estanco». 15. Franquicias a todo el que viniere a poblar con respecto a lo que necesitasen para su casa; y franquicias y mercedes para los que vinieren a poblar y permanecer siquiera cinco años. En 1520 escribía el gobernador Figueroa al Emperador: «Hace 15 días vinieron 37 casas de labradores de los que por mandato de Su Majestad allegó Berrío; traen sus mujeres, hijos y mozos, y cayeron todos malos; algunos van convaleciendo…» Hacía tiempo que la despoblación de las villas y ciudades era un hecho notorio, tanto que se hicieron probanzas para la demostración de este fenómeno sociológico, que a la verdad, y como nota el doctor fray Cipriano de Utreera, no probaban mucho porque no se concretaban sino a demostrar que las poblaciones urbanas mermaban pero sin referirse a los ingenios y a las minas donde luego había más habitantes que en las mismas ciudades. Pero lo cierto era que por aquellas calendas la población autóctona disminuía, la negroafricana aumentaba y la blanca no crecía, al menos en coeficientes que contrapesaran aquella disminución y este aumento, y que, por otra parte, el país estaba despoblado para su extensión. La Junta, pues, velaba por el bienestar de la isla al querer tomar medidas para que la inmigración española fuera en incremento. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 225 16. Obligación de todos los vecinos casados de traer sus respectivas mujeres. 17. Libertad de libre tránsito con respecto a España y a las demás islas, y franquicias de derechos para trasladarse a estas. 18. Supresión de las mercedes de escribanía, pues sobraban y eran causa de pleitos y revueltas. 19. Tomar residencia al gobernador cada tres años y visitar la Audiencia. 20. Elección de cada pueblo de su alguacil y de su fiel. 21. Que los obispos residieran en la Isla. Esta medida miraba, por una parte, a lo puramente espiritual, pues siempre es bueno que el pastor designado, en quien deben suponerse virtudes y capacidad apaciente directamente su grey; y por otra parte a lo económico, pues eran los obispos los que debían recoger el diezmo de las cosechas que se habían asignado a la Isla para la construcción de sus iglesias, por virtud de la bula del papa Alejandro VI de fecha 16 de noviembre de 1501. Ya la ausencia de los obispos había traído trastornos. Recuérdese el que produjo el provisor Carlos de Aragón, enviado de uno de los primeros obispos, al tratar de refutar en sus sermones las verdades que había asentado Santo Tomás de Aquino, suceso que corre inserto en Nouel y del que hemos hablado en trabajo publicado en la revista La Cuna de América en el año 1921. A los obispos a que se refería la petición eran Suárez Deza y Alejandro Geraldini de Santo Domingo, por lo que se cae en cuenta de que ninguno de los dos estaba en la isla en el 1518, o al menos, de abril a mayo de aquel año. Los historiógrafos no han estado de acuerdo en este detalle. 226 Carlos Larrazábal Blanco 22. Que hubiera juez superior de lo eclesiástico en la Isla por lo molesto que era el tener que apelar a España. 23. Asentar con los obispos que los diezmos de los azúcares fueran de uno de cincuenta. 24. Acuñación de moneda en la propia isla. 25. Alza del valor del oro a su valor o a más. 26. Libertad de juntarse los procuradores de la Isla sin intervención de gobernador ni Audiencia. 27. «No enajene su alteza esta isla ni parte de ella». Estas peticiones formuladas por la Junta fueron propuestas por la ciudad de Santo Domingo. Otras villas y ciudades hicieron sus propuestas que fueron aceptadas y pasaron a formar parte del expediente que había de enviarse a España. Higüey solicitó que las penas de cámara se aplicaran para terrenos que usufructuraran los cabildos y para reparar puentes y caminos. Puerto Real y Lares, que tenían una sola representación, pidieron que ya que esos pueblos habían sido designados para asiento de indios, que el obispo o el rey tuvieran a su costa en cada una un sacerdote. Buenaventura se interesó porque estuvieran abiertas sus minas de oro y las de La Vega. Las peticiones de Santiago fueron más numerosas y dignas son de que se transcriban: 1. Que no se pagaran los diezmos en dinero, como se hacía, sino en frutos y que los de algodón, cañafístola y azúcar fueran de 1/30 o 1/40, puesto que en Canarias se pagaba sobre el azúcar 1/20. 2. Que no se consintieran diezmos personales como pretendían los obispos. 3. Que los diezmos y derechos aplicados a las fábricas de las iglesias se les entregaran a un mayordomo y que «hubiera limpieza». Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 4. 5. 227 Que no fueran perpetuos los regidores porque «tiranizaban la república». La perpetuidad podía ser una tacha en el régimen municipal colonial, pero más lo era la falta de incompatibilidad entre el cargo de regidor y la de oficial real, alcalde o ejercicio militar en actividad. El cronista de Indias, Gonzalo Fernández de Oviedo, fue alcaide de la Fortaleza hasta su muerte y a la vez regidor perpetuo de la ciudad de Santo Domingo. Pasamonte, siendo tesorero, y Cristóbal de Tapia, siendo veedor, fueron también regidores de la misma ciudad. Los ejemplos podrían multiplicarse Estas dos máculas engendraron, en cierto sentido, el que la regiduría fuera, al menos en la práctica, una especie de patrimonio de familia, por lo cual sería exagerado ver en los ayuntamientos españolenses, como en los de cualquier parte de Hispanoamérica, verdadera democracia, pues esta, por lo general, debe considerarse contraria y opuesta a todo viso de oligarquía. Se puede decir que no faltó nunca en el cabildo de Santo Domingo algún descendiente de los Bastidas, Dávilas, Fuenmayores u Oviedos. En la familia Fernández de Castro, entroncada con esas casas, cuyo apellido nos es familiar y del cual existen legítimos poseedores antillanos en la actualidad, tenemos que fueron regidores: Antonio, nieto del relator de la Audiencia, Francisco de Castro, y cuya vida discurrió entre los años 1618 y 1679; Francisco Manuel, hermano del anterior, hijo de Baltasar Fernández de Castro y Fernández de Oviedo, su nieto José, hijo que fue del anterior, muerto en 1775, y nieto por la rama materna del que también fue regidor Francisco Manuel Meléndez Bazán; Pedro Fernández de Castro y Coca Landeche (1742), capitán, bisnieto del citado Baltasar y padre del muy conocido don Felipe Dávila Fernández de Castro. Que las demoras (o sea el tiempo que los indios pasaban en las minas) se redujeran de nueve a seis meses. 228 Carlos Larrazábal Blanco 6. Que hubiera un visitador cada año nombrado por el cabildo de cada pueblo para el buen tratamiento de los indios, y que se les tomara residencia. 7. Que los gobernadores y jueces no residieran en Santo Domingo que estaba en un extremo de la isla, sino en La Vega que estaba en el medio. En todo lo que antecede hemos estado escuchando los latidos del corazón de un pueblo que nace. Ideologías, pasiones humanas, actuaciones políticas, necesidades e intereses sociales, necesidades e intereses personales, anhelos de bien común, están allí mezclados pugnando por formar un conjunto, por delinear un esbozo, por precisar un perfil. Aquellos hombres, los primeros forjadores del pueblo dominicano, sin dejar de ser españoles ni apartarse mucho del ambiente de la época en que discurrieron sus vidas, luchan por la felicidad de lo que ya es su patria chica: quieren conservar y aumentar la libertad de sus municipios, limitar y pesquisar la gestión de sus gobernadores, evitar que estos, los jueces y los oficiales reales intervengan en cosas que puedan comprometer la pulcritud del ejercicio de sus funciones Aquellos hombres han creado ya intereses materiales y espirituales: el hogar y la lucha. Se sienten afincados a la tierra en la que trabajan, en que luchan, en que sufren, en que gozan; se sienten afincados a una tierra que lo es de promisión, y por esto sueñan, anhelan Quieren un porvenir feliz, llenas las arcas, tranquilo el hogar con el asegurado pan de cada día; desean que el subsuelo y las arenas de los ríos les brinden sus primicias doradas y los cañaverales todo su jugo; desean que las ubres de sus vacas les filtren la más blanca leche, y esta les produzca el más sabroso requesón; quieren a diario ver montar la Torrecilla, rumbo a Sevilla, las pesadas naos cargadas de azúcar, jengibre, cañafístola, brasil, corambre ; quieren que a las solitarias costas se acerquen holandeses, franceses, ingleses o portugueses para, a escondidas del Rey, trocar sus productos por los de aquellos; quieren también, ver aquí y allá, en su casa, en la hacienda, en el hato, en Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 229 la mina, en el cañaveral al robusto brazo de ébano afanándose, bajo el látigo del soez capataz, porque ellos cumplan sus sueños de ventura Y entonces claman: «No enajene su alteza esta isla ni parte de ella», primer grito consciente de un pueblo que se lanza al rudo batallar de lo porvenir. Santo Domingo, marzo de 1934. Bibliografía Colección de documentos inéditos, 1865, t. I: «Relación de la Isla Española enviada al Rey D. Felipe II por el licenciado Echagoian». «Repartimiento de la Isla Española». «Capítulos de carta del licenciado Alonso de Zuazo al Emperador, etc.» «Al Emperador Carlos V.- Los Padres Jerónimos, etc.», p. 298. «Al muy ilustre Monsieur de Xevres el licenciado Zuazo, etc.», p. 304. «Relación de Gil González Dávila, etc. etc.», p. 332. «Al muy alto y muy poderoso Rey de España.- Los Padres Jerónimos, etc.», p. 347. «Relación de lo obrado en la Isla de Santo Domingo de resultas del llamamiento que hicieron los Padres Jerónimos», p. 357. «Al Rey nuestro señor.- Los oficiales reales, etc.», p. 371. «Información hecha a petición de la ciudad de Santo Domingo sobre la despoblación, etc. etc.», p. 386. «Al emperador príncipe e rey.- El licenciado Figueroa, etc. etc.», p. 417. Colección de documentos inéditos, etc., 1864, t. II: «Información de los servicios del adelantado Rodrigo de Bastidas, etc.», p. 366. Fray Cipriano de Utrera, Santo Domingo. Dilucidaciones históricas, t. I. 230 Carlos Larrazábal Blanco Bartolomé de las Casas, Historia de Indias. José Gabriel García, Historia de Santo Domingo, t. III. Emiliano Tejera, «Documentos antiguos», Revista Cuna de América, 1914. Clío, Fascículo 4, Núm. 10 (julio-agosto de 1934). Loor a Duarte Disertación transmitida la noche del 15 de julio de 1935 por Broadcasting Caracas de Venezuela. E l día 15 de julio de 1876 murió en Caracas Juan Pablo Duarte, fundador de la República Dominicana, y con motivo de este luctuoso aniversario es que, debido a la gentileza del Sr. Edgard Anzola, de la Broadcasting Caracas, me permito echar a volar por los cuatro vientos de Venezuela la heroica mi humilde voz para contribuir a que sus nobles hijos conozcan, aunque sucintamente, la figura conspicua, egregia y siempre ecuánime del más ilustre prócer de la patria dominicana. Juan Pablo Duarte, entre la pléyade de libertadores de pueblos y fundadores de nacionalidades, esplende y fulge con luz propia. Por aspectos sicológicos tiene de Miranda, de San Martín, de Martí. No fue un andariego ilustrado y consciente como fuera el Precursor. No fue un militar de la talla epónima del segundo. No tuvo la brillantez y pulimento mental del egregio cubano. Pero como los tres tuvo la sinceridad de sus ideales patrios, la firme convicción de sus concepciones republicanas y separatistas, la hombría de darse todo entero en aras de lo que creía bueno y santo para su patria. 231 232 Carlos Larrazábal Blanco Nació Duarte para el sacrificio. Nació Duarte para el martirio. Pero su martirio no habría de ser de sangre como el de su hermano Martí. Su martirio más bien se parece al de sus hermanos Miranda y San Martín. ¡Terrible destino el de esos hombres que se quedan vivos por un tiempo para ver cómo las gotas caen lentamente y cavan la piedra…! Aventura y tragedia de Juan Pablo Duarte titulara yo también una obra a la manera de Nucete Sardi. La vida de Duarte, en efecto, no es sino una tragedia. Tragedia interior, que se afinca hasta en lo subconsciente. La tragedia de todos los fracasados, de todos los derrotados de la vida, de todos los incomprendidos, de todos los que aran en el mar y predican por los desiertos del mundo. Pero esas tragedias no hay que estudiarlas y comprenderlas, al pie de la letra, en las actuaciones de la vida, en el mundo exterior, en el escenario de las sociedades. Son tragedias sicológicas. Duarte, debiendo ser el primero, fue el último, o mejor, no tuvo lugar; habiendo amado mucho, cayó en desamor y hasta en misoginia; fue maestro y quísose convertirlo en pupilo; fue padre y se le arrancó la criatura. Duarte anduvo de muchacho por Europa. Se educó en España. Regresó a su país y llevó ideas extrañas en la cabeza y sentimientos nobles en su corazón. Un lema: «Dios, Patria y Libertad»; y una enseña: una cruz blanca que divide cuatro cuarteles en rojo y azul alternados, que viera, quizás, en un regimiento de París, fueron cosas que aclimató en su espíritu. Comenzó su labor revolucionaria en el seno de la juventud, sin distingos de razas ni de clases sociales. Fundó una sociedad llamada La Trinitaria, en el año 1838. Esta sociedad fue secreta y bien organizada, tanto que las dudas que se han suscitado con respecto al número de miembros y a sus nombres la veo como una prueba de la eficaz organización. La idea de libertad, en verdad de verdad, no hay que prohijarla solamente a Duarte, pues sería rotunda injusticia. La idea de libertad venía, natural y espontánea, del mismo pueblo. El pueblo dominicano estaba bajo la tiranía haitiana, y por motivos raciales y de idioma, claro está el suponer que el dominicano no podía sentirse feliz. Núñez Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 233 de Cáceres, en el año 1821, había exterminado el poder de España, había proclamado que Santo Domingo formaba parte de la Gran Colombia, pero los haitianos, parece que ya sobre aviso, lo invadieron. Un gran mérito de Duarte consiste en haber hecho, el primero, cosa práctica y viva los ideales dispersos, esporádicos y a las veces amodorrados, de libertad, y los ideales de república libre, absolutamente libre y soberana, sin protectorados, sin anexiones, sin convenciones; y es por eso por lo que entre todos los ilustres próceres de la independencia dominicana, entre todos los fundadores, fue el más ilustre prócer, el fundador, el Padre de la Patria. Todos pensaban en liberarse de los haitianos, pero solo él enseñó cómo esa patria había de ser libre y para qué debía serlo. Enseñó la libertad absoluta, la soberanía absoluta. Todos pensaban en libertarse, sí, es muy cierto. Pero todos no tenían igual fe en la república, y unos pensaban que una vez libre del yugo haitiano podían pedir el protectorado francés, mientras otros pensaban en el protectorado español. Había pues «afrancesados» y españolizantes. No quiero tildarlos ahora de antipatriotas, sino más bien quiero verlos, lo que realmente puede ser, por muchas circunstancias, como practicando una forma normal de patriotismo, de dominicanismo, aunque en verdad tocado de flaquezas. El 27 de Febrero de 1844, con la toma del fuerte de San Genaro o Puerta del Conde, se inaugura la República Dominicana. Los ideales de Duarte querían germinar. Las enseñanzas de Duarte parece que prendían. Maestro, padre, creador, inventor, Duarte parece haber triunfado. Pero, primer contratiempo de su espíritu: no estuvo presente ese memorable día. Había tenido que dejar el país por la persecución del Gobierno haitiano. Y él hubiera querido estar allí, al lado de sus discípulos, que ponían en práctica sus prédicas y enseñanzas. Luego, una serie de acontecimientos pasan rápido como ante una pantalla: Se forma una junta de gobierno, se va en 234 Carlos Larrazábal Blanco apoteosis a buscarlo a Curazao. Regresa, actúa, hay que pelear con los haitianos e irse a morir en las fronteras y se alista en el ejército patriota. La Junta hace una tontería nombrándolo al lado de Santana, que se le ha improvisado general, para ser su asesor, o su segundo, o lo que fuere, situación que nunca debió aceptar Duarte. La medida no es militar. Santana, que ya lo es, como es natural dentro de los conceptos de su profesión, toma esto a mal y se deshace del fundador. Y aquí otro dolor, para luego seguir otro y otros más. Ya las tendencias se perfilan: la juventud al lado de Duarte, los afrancesados y descreídos de otra parte. El Cibao lo proclama presidente de la República. Sufre entonces el espanto de acontecimientos y de luchas interiores que jamás soñara, pero no acepta proclamaciones por pronunciamientos. Santana, jefe del ejército, con la aureola de triunfos que pudieron ser más brillantes, se ha apoderado de la Junta Gubernativa, y al correr de los días es el primer presidente de la República, y Bobadilla, otro descreído, es el organizador del nuevo Estado. Duarte, en cambio, declarado traidor, hundido, en el exilio. Pero parece que por sus ideales puros una fuerza extraña, el destino, el azar, velaban, porque a pesar de las gestiones que se hicieron la República se mantuvo, en sus primeros tiempos, incólume. Solo años más tarde, Santana, y ya no a base de protectorado sino de descarada anexión, la entrega a España. A esta sazón Duarte vivía en Venezuela. Enfermo va a su patria a ofrendarse de nuevo, pero el Gobierno dominicano de Santiago lo despacha para este país con un encargo especial. Ignoro el fallo que dará la historia para este alejamiento del Padre de la Patria del seno de los acontecimientos y por parte de su propio gobierno, pero no es bueno avanzar prejuicios. Duarte entonces se queda definitivamente en Venezuela. Deambula algún tiempo por el interior y viene a Caracas donde muere el 15 de julio de 1876, como llevo dicho ya, en la tranquila parroquia de Santa Rosalía, calle debajo de la misma donde está el asa en que naciera el Libertador, Simón Bolívar. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 235 La vida de Juan Pablo Duarte en Venezuela es la consecuencia de su gran desilusión. La trágica desilusión de todos los grandes que forjan fantasías como si fuesen ciclópeas estatuas que el común de la gente no pudiese prácticamente comprenderla con su vista en su totalidad. El dolor de Duarte a orillas del Orinoco y en su casita de Santa Rosalía es el dolor de Bolívar a orillas del Caribe y en la casa de San Pedro Alejandrino. Es el dolor de San Martín alejado en playas extranjeras rumiando el fracaso de su empresa personal. Se alejó de la patria, Duarte, y llevó a las selvas venezolanas la virginidad de sus ideales. No claudicó nunca de ellos. Nunca cejó. Nunca los manchó. Pudo alternar, o altercar, en la política diaria y no lo hizo. Pero no fue por débil, sino todo lo contrario, por fuerte, porque tenía carácter, el que se necesita para seguir siendo siempre igual a sí mismo, a pesar de los embates. Quizá si en Duarte, sin darse cuenta exacta, en el fondo de su subconsciencia había el sublime orgullo, la noble vanidad de sentirse el fundador, el Padre de la Patria. No podía pues, por ningún concepto, descender a las contiendas de hermanos contra hermanos, él, que había sido padre y maestro. No iba a enlodar su conciencia en el infierno de pasiones de los hombres, él, que era impoluto. El humo de la guerrilla en la manigua, que mata y destroza las propias fuerzas de la patria, no había de asfixiarlo a él, que respiraba patriotismo grande. La discusión vana, huera, pretenciosa y a las veces mal intencionada de los congresos de la época, no había de tergiversar la tranquilidad de su mente y el tono de su palabra, él, que había siempre pensado recto y hablado con pureza. Se alejó para siempre de la República, y aquel cúmulo de ideas sin cristalizar, de aspiraciones sin cumplir, de pensamientos sin externar, se quedaron allá en el fondo de su grande espíritu, y Duarte fue en las llanuras y los bosques venezolanos, a orillas del correntoso Orinoco, extraña flor de escepticismo. Su vida fue la de un ermitaño, la de un misántropo tocado de filósofo y de místico a fuerza de sufrir y de sentir. 236 Carlos Larrazábal Blanco Él quiso entregarse en cuerpo y alma a la patria, ser un sacerdote oficiante en sus altares. En las postrimerías de su vida no sabía cómo canalizar este sentimiento alto, si dándose a la Iglesia y estar más cerca de Dios, o dándose a la contemplación muda de la naturaleza, o a la impávida y triste contemplación de la fatal derrota de todos sus ideales, sus ensueños e ilusiones. Clío, Fascículo IV, No. 16 (julio-agosto de 1935). A través de las ideas liberales de los fundadores de la Española* 5 Señor presidente de la Academia de la Historia: Señores académicos: Damas y caballeros: No puedo menos que sentirme confundido por estar entre vosotros en este acto que no soñara mi ambición, ni exigiera mi temperamento, ni mereciera por virtud de mis capacidades. Pero, aquí me tenéis, y esto así porque la Academia Dominicana de la Historia, voluntad poderosa que se impone por su ciencia y su saber, me ha traído a este lugar a que habéis venido benévolos para presenciar esta mi iniciación en el culto de Clío, en el discipulado del viejo Heródoto, a presenciar el espaldarazo que me ordena caballero errante entre la humanidad que se perdió en el tiempo. Y aquí me tenéis entre vosotros, sin nada, en cambio, que ofreceros. Ni diezmos, ni primicias; ni lanzas, ni espadas; ni infolios, ni retortas. El banderín que en dura batalla quisiera antes ganar con mis manos al enemigo, el viento deshilvanólo en un * Discurso leído el 4 de diciembre de 1938, en el acto de su ingreso como miembro de número de la Academia Dominicana de la Historia. Las palabras de bienvenida fueron pronunciadas por el Lic. C. Armando Rodríguez. (Nota del editor). 237 238 Carlos Larrazábal Blanco soplo de racha; la lira que, rapsoda trashumante, pulsaba cuerda a cuerda, para siempre enmudeció; la copla heroica que en mi pecho se inflara nunca de mis labios mortal alguno escuchó una estrofa; el verso vivo de amor jamás dejó su remanso del lado adentro de mi propio corazón. Ni una flor que ofreceros traigo porque todos los jardines que mis plantas hollaron musitaban un rosario de silencio… Sólo en mis alforjas traigo, y os los ofrezco, ensueños, ideales y propósitos. Amar el estudio, amar la ciencia, como es el digno ejemplo de la docta Academia que hoy me acoge en su cálido seno. Seguir la estela de luz propia que dejaron a su paso por la patria Emiliano Tejera, José Gabriel García, Del Monte y Tejada, nombres que afincaron en mi espíritu en los mejores años, en los años de los odres nuevos, y que hoy, con respeto y admiración, los evoco excelsos y venerandos. Respetar y admirar la senectud en perfecto estado consciente, pleno y satisfecho, toda llena de virtud, de corazón, de cerebro, de entusiasmo y alegría; de esa senectud que triunfa airosa de la biología y del tiempo, contra los hombres y las cosas, y admirar y respetar todo esto en esa enhiesta y procera figura que es don Federico Henríquez y Carvajal, nuestro presidente de la Academia, el maestro y patriota de todos. Amar el bien, amar lo bueno y lo justo, lo adecuado y lo ecuánime, como hizo en su paso por la vida aquel varón ilustre, aquel prelado sano de fe y de razón que fue Monseñor Adolfo Alejandro Nouel y Bobadilla. Y he nombrado, señores, al preclaro académico cuya silla voy a ocupar. Yo no voy a hacer la apología de mi grande antecesor. No me atrevería a tanto. Además, ya la Academia en acto especial, por la palabra atildada, sincera y elocuente de uno de sus miembros, don Ramón Emilio Jiménez, dijo lo que correspondía. Sólo me resta meditar sobre la enorme responsabilidad que pesa sobre mí. ¿Cómo hacerme merecedor de ocupar la silla de Monseñor Nouel? ¿Cómo seguir, huella a huella, la ruta que él trazara? ¿Cómo no desmerecer, yo, estrella de ínfima magnitud ante este rútilo astro? Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 239 Monseñor Nouel, en la cátedra sagrada convenció por aquel ademán adecuado, por aquel bien timbrado metal de su voz, por la sabia urdimbre de sus conceptos, por la forma literaria de su estilo impecable, por el fondo de sincera fe cristiana que adornaba el dintorno moral de su plática. Monseñor Nouel se hizo grande porque no amó las riquezas con el morbo de la avaricia; porque no cultivó la envidia, ni el egoísmo, ni el rencor, ni la soberbia. Daba, daba mucho el padre Adolfo: daba dineros, pan al hambriento, agua al sediento, ropa al desnudo, perdón al que le hacía daño. Prodigaba el Prelado una sonrisa a todos, con aquel hermoso e ingenuo sonreír que tenía… Y daba Monseñor amistad… Daba amistad Monseñor… ¡Dar amistad!… ¡Dar amistad!… ¡Cuán precioso don que debieran poseer todos los hombres de la Tierra! Monseñor Nouel se hizo grande por su amor, que era universal: amaba a Dios sobre todas las cosas, amaba a la Patria, amó a los suyos, y a los niños, y a los ancianos, y a los menesterosos, y a los pobres de espíritu. Todos los hombres, en su vida pública y en su vida íntima, experimentan, de luego en luego, sus tragedias interiores, y van por el mundo a pesar de ellas, pero sufriéndolas a conciencia, y sufriendo la incomprensión de los demás. La tragedia de Monseñor Nouel se inicia con un cataclismo biológico que no solo afectó a su vida física sino también a la psíquica. Y si él, quizá, no tuvo conciencia plena de su propia tragedia, los demás, excepcionalmente, sí la comprendimos, y fuimos compasivos, y todos vimos cómo se podía vivir muriéndose. Pero al verlo pasar ante nosotros nos dimos cuenta cómo de la majestad de su figura, de su mirar tranquilo y pacífico, de aquella cristiana cruz que pendía de su pecho, se irradiaba algo que nos lo hizo ver siempre, astro bueno, noble y grande corazón… Y un buen día, cuando Dios lo quiso, su alma voló a la mansión de los justos, advino su muerte física, y entonces, todos entramos en compunción de espíritu, y todos lloramos… 240 Carlos Larrazábal Blanco *** Y ahora señores, para cumplir con el rito académico voy a cansaros un tanto haciendo relación de cosas alrededor de los primeros años del siglo xvi en la Española, a raíz de su descubrimiento. Aquella época es de donde arranca nuestra nacionalidad al engendrarse en aquel crisol la personalidad de nuestro pueblo, todo lo que se refiere a orígenes, a su fondo sociológico, a su vida primigenia, hay que irlo a buscar en lo remoto de esos tiempos, que son como fuente donde debemos todos beber, como fuente que alienta el rico manantial de nuestra historia, el correntoso río de nuestra existencia. De allá nos viene la fuerte y noble habla que hablamos, la religión que profesamos, un fondo cultural que aún perdura, raigambres sociales y políticas. De allá nos viene una fauna útil que no existía en la Isla, el desarrollo económico a base de agricultura y ganadería, en fin toda nuestra civilización con sus virtudes y sus vicios. Y de allá nos viene algo que ha solido ser de la médula popular dominicana, algo que es noble y que es grande: el amor a la libertad. Los primeros forjadores de la Colonia se convertían al pisar nuestra tierra isleña en campeones de libertad. Y esto así no solo por ser españoles, puesto que cada español se siente un hombre libre, sino porque venían de una España tiránica. Los Reyes Católicos, que han merecido grandes elogios de historiadores de la época y aun de la posteridad misma, porque hicieron la unidad española, lanzando al moro intruso de su última guarida, unificando las ideas religiosas, y porque fundaron un imperio español por la donación que de sus derechos les hicieran Inés de Peraza y Diego de Herrera de su señorío de Canarias y por la casualidad de América. Y esa unidad ha deslumbrado, sin embargo de haber sido un fruto, dentro de la Historia, tempranero, prematuro quizá, producto tan solo, y paradójicamente considerado así por el ilustre pensador Ortega y Gasset, de una España débil porque faltaba un fuerte pluralismo sustentado por grandes personalidades de estilo feudal. La unidad nacional, que parecía un glorioso signo, fue propiamente la consecuencia del Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 241 anterior desmedramiento, agrega el pensador. Y el imperio, una vez la unidad se había forjado, surgió como un gesto admirable, insospechado del pueblo español. La única cosa grande que ha hecho España, y no fue poca sino mucha e ingente, fue por obra de su pueblo que se dejó a la buena ventura, con la fuerza de su intuición, de su ímpetu y de sus ansias naturales. Es por lo que, y dicho sea de paso, no habiendo España cambiado en su idiosincrasia, al correr de los años, siempre se me figura que de la actual contienda, si algo libremente resultare, puede ser que sea grande, admirable, si procede del triunfo del pueblo español, de la masa española, dirigida por su querer intuitivo y soberano, no de lo que quieran minorías no seleccionadas por el pueblo mismo, improvisadas y tendenciosas. Toda la obra de los Reyes Católicos fue a costa de las libertades, la obra buena como la obra mala. Los Reyes Católicos, fatales instrumentos del fatalismo ancestral de la raza hebrea, expulsaron a los judíos españoles. «En España, dice un historiador moderno, Lavisse, había judíos desde los tiempos antiguos. Estos judíos fueron muy numerosos en la Edad Media. Eran pacíficos y laboriosos. Ejercían el comercio y la medicina, cultivaban las ciencias y la literatura, y poseían grandes riquezas. Contribuyeron mucho a la cultura de España y uno de sus sabios, Maimónides, que vivió en el siglo xii, adquirió fama universal». El historiador español Salcedo dice: «En cuanto a la expulsión de los judíos fue una medida radical, radicalísima, consecuencia de la animadversión que inspiraban al pueblo, en parte por odio religioso, y en parte también por la envidia que inspiraban su riqueza, y hasta sus talentos». También expulsaron los Reyes a los moriscos, con todo lo cual, y al fin de cuentas, vino a lastimarse España en lo económico, porque, con los judíos y los mudéjares se cayó en perderse un factor de trabajo indispensable y que el español no podía aportar. Con el objeto de mantener a raya a los señores inquietos y revolvedores, y de unificar la religión, se fundaron la Santa Hermandad y la Inquisición, dos perfectos instrumentos de crímenes, oprobios, crueldades, injusticias. «En tiempo de los 242 Carlos Larrazábal Blanco Reyes Católicos, de gloriosa memoria, había tanta severidad en los jueces que ya parecía crueldad, y era entonces necesaria; y por esto se hacían muchas carnicerías de hombres, se cortaban pies y manos y espalda, y cabezas, sin perdonar ni disimular el rigor de la justicia» (Dr. Villalobos, Problemas políticos, citado por Salcedo). «Que el malhechor reciba los sacramentos que pudiere recibir como católico cristiano y que muera lo más prestamente que pueda, para que pase más seguramente su ánima» (Ordenanzas de 1485, citadas por Salcedo). Los Reyes Católicos fueron duros, crueles, poco perdonadores. Ni aun a los indultados por el Sumo Pontífice, los perdonaban, y hasta llegaron a escribirle a este que no cejarían aunque dejaran despoblado el reino (Moreno Espinosa, Compendio de Historia de España). Esto ya no era gobernar, porque gobernar no es aniquilar sino construir, gobernar es darle a cada quien lo que le corresponde. Pero además de la innata tendencia del español a ser libre, tendencia que es conducida luego a un extremo vicioso por su vocación manifiesta a la indisciplina, existe otro factor que es necesario tener en cuenta, en el nacimiento del amor a la libertad entre los españolenses, y en el ambiente mismo que encontraron al pisar en nuestra tierra venturosa, y el sentirse alejados de los suyos, de las leyes de su patria y de los cuadrilleros. Los primeros españoles que convivieron en nuestra tierra fueron los hombres de la Navidad. En presencia de la tierra nueva y virgen pensarían como nuevos Quijotes en la «dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados», «porque entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras de «tuyo» y «mío», y «eran las cosas comunes». Y se lanzaron en busca del «fácil y ordinario sustento», de «las claras fuentes» y «corrientes ríos» para que les «brindasen abundantes, sabrosas y transparentes aguas»; corrieron tras «las simples y hermosas zagalejas que andaban de valle en valle y de otero en otero», desnudas, color de breña y oliendo a maleza. Los solitarios de la Navidad perecieron. No parecen diferentes muerte y amor. Entre los animales y los hombres salvajes no se diferencia el amor de la lucha, la sangre, la crueldad. El Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 243 jaguar enjaulado que lame la pata de la hembra vecina, cuando se le pone junto a ella se le arroja al cuello y la mata. El encuentro de hombres con la libre naturaleza no pudo sino traer amor y muerte. Amor a la vida, al bosque virgen, al esplendente sol del trópico, al azul del cielo y al azul del mar, a la pudicia de la fuente que mana escondida; amor a la hembra, amor a la libertad, y muerte por amor de todo. Más tarde la vida colonial en comienzos de organización surge la protesta airada de un hombre libre: Francisco Roldán. Ya no se trata del choque del hombre con la naturaleza y el salvaje, es el choque del hombre blanco con un estado social que no quiere soportar. Roldán Jiménez ha sido víctima de las injusticias de la Historia porque su gesto ha sido mal enfocado y quizá su actuación mal informada. Roldán es un típico español que protesta con razón. Se me antoja un comunero que equivocó el tiempo y el espacio. La tiranía y mal gobierno de los Colón, don Cristóbal y don Bartolomé, fueron muy ciertos, primero por asunto temperamental de ambos hermanos, después por las circunstancias, pues siendo la vida en la Isabela tan precaria había forzosamente de llevarse con trabajos y privaciones a que no estaban habituados los españoles. Roldán cometió desmanes y desazones que lo han desacreditado, pero en francos alzamiento, desobediencia y indisciplina, había caído en estado de guerra, y en estas condiciones, aunque las causas sean justas, se produce siempre maldad. El Alcalde Mayor de la Isabela, para justificar su conducta, escribió al Arzobispo de Toledo una carta donde se lee, entre otras cosas: En este dicho tiempo, residiendo en la gobernación el dicho Adelantado, comenzó de gobernar con tanto rigor que puso a la gente con tanto temor, que le causó ser de todos desamado, y yo refrenándole algo de sus cosas, que me parecían indebidas, tomó odio conmigo, que de su mano hizo otro alcalde para seguir su voluntad, y discurriendo así el tiempo cuantos hombres de 244 Carlos Larrazábal Blanco pro había a causa del mal tratamiento se enemistaron con él y se apartaron de su conversación, pareciéndole mal sus cosas. Los Colón eran malos gobernantes porque eran duros, poco concedentes y no sabían amoldarse a las circunstancias. En cierta oportunidad Roldán se fue a un gran conuco que tenía, fabricó casabe en cantidad, hasta seiscientas cargas, y las repartió a los menesterosos. El Adelantado, que estaba en Jaragua, al saber estas y otras cosas dijo: «Otro gobernador hay en la isla que recoge las gentes y las estancias y gobierna: yo iré allá y le cortaré la cabeza, y a otros más de ocho». Entonces fue cuando Roldán se trasladó a la Isabela, se incautó de las armas y siguieron las cosas que las historias mencionan: entrevista del Adelantado y Roldán en el fuerte de la Concepción, estada de los rebeldes en Jaragua, llegada del Almirante y sus negociaciones con los rebeldes, la vida autónoma de estos en la región occidental de la Isla, servicios prestados a Colón por Roldán contra Ojeda, llegada de Bobadilla y sus liberalidades con los revolvedores, prisión de Colón y sus hermanos, muerte de Roldán en el célebre naufragio de julio de 1502. Los alborotos de Mosén Pedro Margarite, Bernal Díaz de Pisa y el padre Boil no tuvieron la importancia político-social que la insurrección de Roldán. Protestaron, con sus razones, y salieron para España violentamente, puesto que su principal propósito era dejar el infierno de la Isabela, y una vez allá desacreditaron al Almirante para dar lugar a la pesquisa de Juan de Aguado, y a que, por esto, lo de Roldán, y lo reciente de Bobadilla, escribiera el Descubridor, cuando iba preso a España: «Digo que la fuerza del maldecir de desconcertados me ha hecho más daño que mis servicios hecho provecho: mal ejemplo es por el presente y por lo futuro» (Carta al ama del Príncipe Don Juan). Las conspiraciones de Hernando de Guevara y de Adrián de Mojica no parece que tuvieran por causa de fundamento moral lo que el historiador Washington Irving apunta sobre los secuaces de Roldán, que, según él «detestaban como magistrado Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 245 al hombre que idolatraban como caudillo» sino que esos movimientos fueron producto del propio ambiente creado por el estado de rebelión por parte del Alcalde Mayor y falta de adecuada comprensión y oportunas liberalidades, por parte del Adelantado, hombre parece hecho para la espada y el mando autoritario, absoluto y fuerte. En cuanto a lo de Guevara, mucha parte fue obra del amor que la hija de Anacaona despertara en este y en Roldán Jiménez, aunque el Almirante pasa sobre esto del amor y simplemente dice: Este Adrián, según se muestra, tenía enviado a D. Fernando a Jaragua a allegar a algunos de sus secuaces, y allá hubo debate con el Alcalde, adonde nació discordia de muerte; mas no llegó a efecto. El Alcalde le prendió y a parte de su cuadrilla; y el caso era que él los justiciaba sin que yo lo proveyere. La tragedia de Adrián de Mojica la explica el propio Descubridor así: Un Adrián en este tiempo probó alzarse otra vez como de antes, mas nuestro Señor no quiso que llegase a efecto su mal propósito. Yo tenía propuesto en mí de no tocar el cabello a nadie, y a este por su ingratitud con lágrimas no se pudo guardar, así como yo lo tenía pensado. A mi hermano no hiciera menos si me quisiera matar y robar el señorío que mi Rey y Reina me tenían dado en guarda. *** No bien los fundadores de la Colonia llegaban a la isla pensaban con liberalidad y aun con respecto a la esclavitud que fue factor mundial de economía, en aquel entonces, y hábito secular de la humanidad. Allá, en la Madre Patria, hubiese sido otra cosa, aquí les incitaba a tener otra ideología la realidad que 246 Carlos Larrazábal Blanco tenían por delante, sobre todo aquellos que se afincaban en la isla, no los aventureros que venían a apañar riquezas para luego volverse a la Metrópoli a gozar de un bienestar impulsado por el sudor y la sangre del indio y del negro. Esos no fueron fundadores sino logreros. Hablo de los que llegaron, convivieron con las necesidades de la Colonia, se afianzaban en amor a la tierra, procrearon familias, fomentaron industrias, impulsaron la agricultura y la ganadería. Esos, los Pasamente, los Zuazo, los Bastidas, los Ayllón, los Villoria, los Caballero, los Bardeci y tantos otros llegaron a vincularse definitivamente a la tierra, y a medida que la vinculación era mayor, más fuertes crecían en ellos nuevas ideas liberales, muchas contrarias a las ideas en que cívicamente se habían educado. Quizá sí fue cierto que Diego Colón y María de Toledo, tocados de este hálito, soñaron en realidad con un libre imperio indiano, un gran virreinato con solo ciertos vínculos políticos con la Madre Patria. *** Discurría la época que la Iglesia Católica llama del Adviento, y afanosos los padres dominicos porque el cuarto domingo fuese solemne, invitaron al señor gobernador don Diego Colón, a los señores oficiales reales, a todos los letrados y juristas de la colonia porque ese día había de predicarse un sermón que convenía a todos escuchar. Llegado que hubo el susodicho domingo todos los convidados asistieron cumplidamente a la iglesia, que llenóse esa mañana más que lo acostumbrado. Al tiempo del sermón apareció en la cátedra sagrada un fraile dominico que «tenía gracia de predicar», «aspérrimo en reprender vicios, y sobre todo en sus sermones y palabras muy colérico, eficacísimo», y porque aquel domingo había de cantarse el Evangelio donde refiere el evangelista San Juan: que enviaron los fariseos a preguntar a San Juan Bautista quién era, y respondióles Ego vox clamantis in deserto, el padre adoptó este tema y enrostró a las autoridades todas, así como a los particulares, el pecado de la esclavitud de los indios: Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 247 Para os lo dar a conocer me he subido aquí, yo que soy voz de Cristo en el desierto de esta isla, y por tanto, conviene que, con atención, no cualquiera, sino con todo vuestro corazón y con todos vuestros sentidos, la oigáis; la cual voz os será la más nueva que nunca oísteis, la más áspera y dura y más espantable y peligrosa que jamás no pensásteis oír […]. Esta voz, que todos estáis en pecado mortal y en el vivís y morís, por la crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes. Decid, ¿con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre estos indios? ¿Con qué autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en sus tierras mansas y pacíficas, donde tan infinitas de ellas, con muertes y estragos nunca oídos, habéis consumido? ¿Cómo los tenéis tan opresos y fatigados, sin darles de comer ni curarlos en sus enfermedades, que de los excesivos trabajos que les dais incurren y se os mueren, y por mejor decir los matáis, por sacar y adquirir oro cada día? ¿Y qué cuidado tenéis de quien los doctrina, y conozcan a su Dios y criador, sean bautizados, oigan misa, guarden las fiestas y domingos? Estos, ¿no son hombres? ¿No tienen ánimas racionales? ¿No sois obligados a amarlos como a vosotros mismos? ¿Esto no entendéis, esto no sentís? ¿Cómo estáis en tanta profundidad, de sueño tan letárgico, dormidos? Tened por cierto, que en el estado que estáis, no os podéis más salvar, que los moros o turcos que carecen y no quieren la fe de Jesucristo. Alborotóse la colonia con esta inesperada prédica y pidieron todos a los dominicos retractarse, pero al domingo siguiente el sermón del padre Montesinos, que así se llamaba el padre predicador, tuvo por lema una sentencia de Job: Repetam scientiam meam a principio et sermones meos sine mendatio esse probabo. Había nacido, pues, en la colonia de Santo Domingo una nueva ideología respecto de la libertad de los indios, ideología que, por la 248 Carlos Larrazábal Blanco mediación de dominicos en pléyade, hijos todos del convento de San Esteban en Salamanca, Pedro de Córdoba, Montesinos, Mendoza, Betanzos, Berlanga, se encerró en aquellas celdas ilustradas por la fe y sabiduría de tantos varones egregios, para cristalizar, más tarde, hecha doctrina de ciencia de derecho, con el célebre fray Francisco de Vitoria. Después de los sermones a que hemos hecho referencia se suscitaron acaloradas discusiones y desavenencias, tanto en la colonia como en la Madre Patria; se escribieron razones, se sopesaron conveniencias de orden económico; se elevaron instancias a los Reyes y a su Real Consejo de Indias; discutieron los sabios y juristas y se produjeron dictámenes. Quisieron las autoridades españolenses contraponer fraile contra fraile, y como Montesinos pasase a España, el fraile franciscano Alonso del Espinal fue enviado por aquellos para contrarrestar la actitud que pudiera asumir el dominico. Pero, a todas veras, las diferencias entre los discípulos de Santo Domingo de Guzmán y los del santo Francisco de Asís no fueron insalvables, pues en el fondo un cristianismo perfecto los unía, y en efecto por el año de 1517 los frailes de ambas órdenes, dominicana y franciscana, escribieron a «Reverendissimi domini regnorum hyspanie dignissimi gubernatores», que lo eran a la sazón los cardenales Cisneros y Adriano, una carta, en latín, sobre los grandes males de las tierras nuevas y sus posibles remedios. El estilo, en veces agresivo y escuetamente real, no se diferencia del conocido de Montesinos y del usado, con acritud y pasión, por el insigne obispo de Chiapa: Pasando en silencio lo que en otros lugares ocurrió, digamos algo de la Isla Española que habitamos ahora. ¿Dónde, reverendísimos señores, dónde están las innumerables gentes que en ella se encontraban? Era tal su número que alguien los comparaba con el de las yerbas del campo. Ahora solo quedan diez o doce mil hombres, macilentos, débiles, a punto de expirar. No los rindió la esterilidad de la tierra, sino los duros y cruelísimos Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 249 trabajos. ¿Qué espada, qué peste, qué hambre llegó hasta aquellas gentes miserables y las arrojó de la tierra de tal modo que ya no se habla de ellas, ni de los hijos, que no pudieron engendrar, abrumados por el trabajo? Ni Faraón, ni los egipcios nos ofrecen ejemplo de ensañamiento en los israelitas, ni los perseguidores de los mártires en los hijos de la Iglesia. Ni perdonaron al débil sexo femenino, como se acostumbra en todos los pueblos. Estos cristianos, y para decir mejor, no corderos de Cristo sino crueles enemigos, sometieron a las mujeres al trabajo lo mismo que los hombres y niños: soportaron así la desnudez ante el fuego del sol por todo el santo día y en la intemperie las lluvias reinantes. Y tenían, ellas como ellos, por remuneración y por descanso de sus diarias labores, el dormir en la noche sobre la tierra desnuda, y eran atormentados por el hambre y la sed, y cuando enfermaban, eran abandonados, despreciados, peor tratados que las bestias. ¿Quién, después de tantas fatigas, podía estar apto para propagar la espacie? Solo quedaría entre aquellas infelices criaturas un solo deseo: entregar a la madre tierra el cuerpo moribundo» «et non magis terre matri ipsa jam jam consumere vulenti moribunda conmendare» (Cartas censorias, Chacón y Calvo). *** El célebre oidor don Alonzo de Zuazo, que vino poco después de los Padres Jerónimos como juez de residencia y para ayudarlos en los menesteres del cometido que se les había impuesto, pedía en carta al emperador, que se favoreciese a los mercaderes dándoles libertad para comerciar con todos los puertos de España pues eran «grandes los inconvenientes de reducir la negociación al solo agujero de Sevilla». En ese mismo documento pedía que se diesen islas baldías a particulares para que las poblasen y se hiciera comercio entre unas y otras. El oidor se sintió tan vinculado a su nueva patria chica que en un 250 Carlos Larrazábal Blanco momento de entusiasmo exclama y profetiza así: «¡Qué islas tan ricas! ¡Qué fama no ganará V. M.! ¡Qué historias no se escribirán de su descubrimiento y población!» El licenciado Zuazo fue hombre combativo y muy combatido. Defendió los intereses de don Diego Colón, es decir, fue de los deservidores del Rey y enemigo de Miguel de Pasamonte y el oidor Ayllón. En su cometido más de una vez se mostró parcial y ejecutivo. Mucho tiempo estuvo la isla sin Audiencia porque Zuazo suspendió a los oidores que la constituían, hasta que por mandato real se restableció. Fue oidor, y como tal, gobernó solo en cierta ocasión. Fuera de Santo Domingo intervino en los asuntos de Garay y Cortés, y en estas diligencias fue víctima de un naufragio. Juan de Castellanos canta largamente este desventurado suceso y elogia grandemente la conducta de Zuazo en esta triste ocasión. Salvóse el licenciado, y como Cortés lo despachase de sus dominios, volvióse a la Española. En Ocoa había fundado uno de los ingenios más grandes de la isla que fue robado y destruido por piratas franceses en 1538. Quince negros y 750 quintales de azúcar sacaron de Ocoa estos piratas. Zuazo murió viejo el 6 de marzo de 1539, unos veinte años después de su arribo a la Española. Las ideas político-sociales de esta época tuvieron su cristalización en la Junta de Procuradores que, gobernando los Padres Jerónimos, 1518, tuvo lugar en la ciudad de Santo Domingo, y donde se resolvió pedir, entre otras cosas, lo siguiente: libertad general de comercio con todos los puertos de España y de Indias; libertad de comercio con extranjeros; franquicias de derechos para los productos de la isla tanto al salir de ella como al llegar a España; libertad para que los extranjeros se avecindasen en la Isla excepto franceses y genoveses; disminución de los derechos de oro y de los del fundidor; franquicia en la licencia para sacar oro; atribución de tierras a los cabildos para que se ayudasen en sus gastos; franquicia para todo el que quisiese ir a la Isla a poblar; libertad de libre tránsito de las Indias a España y entre los mismos países de las Indias; elección de cada pueblo de su aguacil y de su fiel; acuñación de moneda en la misma Isla; Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 251 libertad de juntarse los procuradores sin intervención de gobernador ni Audiencia. La ciudad de Santiago pidió que no fueran perpetuos los regidores porque «tiranizaban la república». Esta magna asamblea, cuyos trabajos fueron muy animados y discutidos, porque el cisma de servidores y deservidores, tenían la colonia en actividad y intrigas constantes, se sintió tan vinculada a la tierra que entre las peticiones que se hicieron una fue la de que el Rey no enajenase la Isla ni parte de ella. Esto no era sino defender la integridad territorial, salvaguardar para la posteridad esta amada tierra. Aquellos hombres fueron los primeros patriotas dominicanos. No parece sino que los fundadores de Santo Domingo entrevieron la posibilidad de una vida que dependiese menos de la Madre Patria, para ir consolidando, no, a la verdad, una nación desligada políticamente de ella, sino una entidad que se bastara a sí misma, idea que se estrellaba contra el interés político de la Metrópoli, que temía se fuera de sus manos para pasar a otras el producto de sus desvelos. Muchas de aquellas peticiones que podrían llamarse liberales eran a la verdad atrevidas, estaban llenas de novedad. Es muy conocida la restricción comercial absoluta en que vivía la América y lo esquivo que se mostraba el Gobierno con todo lo que fuera extranjero. De la Real Cédula de fecha 15 de febrero de 1504, que permite llevar abastos a la Isla Española por término de diez años se colige la severa política comercial. A la fecha, «por algunas justas causas» se ordenó «que ningunas personas llevasen mercaderías ni mantenimientos para las dichas Indias» sin licencia ni mandato real, más allá de lo que cada persona de los pobladores podía llevar. Y sigue rezando la cédula: Y porque ahora somos informados que los vecinos y moradores cristianos de la Isla Española, a causa de lo susodicho, dejan de ser proveídos de los mantenimientos y mercaderías que han menester para sostenimiento y acrecentamiento de la población de los cristianos en 252 Carlos Larrazábal Blanco las dichas islas, así por la falta de los dichos mantenimientos y mercaderías, como porque se venden las que se llevan a muy caros precios […] por la presente damos licencia a todos los vecinos y moradores cristianos de la dicha isla que ahora son y serán de aquí adelante […] y cualquiera personas de estos nuestros reinos de Castilla por término de diez años primeros siguientes […] y por el tiempo que fuere nuestra merced y voluntad, que de aquí adelante, cada y cuando quisieren, puedan llevar en navíos de nuestros naturales, y non en otros, a la dicha Isla Española, todos mantenimientos de comer y beber y vestidos y calzados y ropa y ganado y bestias de carga y yeguas y otros animales y plantas y semillas y herramientas y otras cualesquier mercaderías y cosas que fueren menester para mantenimientos y proveimiento y trato de los vecinos y moradores cristianos de la dicha Isla Española. *** Por aquellos tiempos eran tenidos por extranjeros aun los propios españoles que no fueran castellanos: los aragoneses, a pesar de Fernando el Católico, los valencianos, los navarros, los catalanes, los mallorquines y los menorquines. El 17 de noviembre de 1504 una real carta permitió a Juan Sánchez traer mercancías a la Española «aunque no era natural de los reinos de Castilla». Sánchez era aragonés. En 1553 se connaturalizan los navarros, y en cédula de Felipe II dada en Madrid el 13 de enero de 1596 se comprenden naturalizados a todos los demás y igualados a los castellanos –a quienes se atribuyó la permanencia de la conquista y colonización– cuando se declara por extranjeros a los reinos de las Indias y de sus costas, puertos e islas adyacentes, para no poder estar ni residir en ellas, a los que no fueren naturales de los reinos de Castilla, León, Aragón, Valencia, Cataluña y Navarra o de las islas de Mallorca y Menorca. Sin embargo la prohibición contra los extranjeros no era tan absoluta pues llenado Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 253 el expediente de una Carta Real de Naturalización podían pasar a Indias y con otra licencia especial podían comerciar. Los colonos, a pesar de esto, iban más lejos, querían completa libertad de comercio con los extranjeros y libertad para que residiesen en estas partes, y si nunca se les concedieron esas gracias, de manera firme y definitiva, ellos cayeron en prácticas ilícitas aun con franceses y genoveses, y los admitieron en la colonia. La Metrópoli legalizaba de vez en vez esta situación anómala por medio del expediente que llamaban de la «composición» que les era concedida a los extranjeros que residían sin licencia mediante una suma que abonaban al fisco. También caerían los colonos en consentir el comercio «por interpósitas personas» que era facultad de comerciar extranjeros sin carta de naturalización por medio de extranjeros naturalizados; vicio contra el que reaccionó Felipe II en su cédula dada en el Escorial el 4 de octubre de 1569 que rezaba así: de aquí adelante y cada y cuando que las dichas nuestras flotas llegaren a esos puertos hagáis gran diligencia en inquirir y saber qué mercaderías van en ellas registradas o por registrar que sean de personas de extranjeros de estos nuestros reinos y los envíen por terceras personas sin tener licencias ni permisión nuestra para ello y las que así halláreis las tomareis por perdidas y aplicareis para nuestra camara fisco y procedereis contra las personas en cuya cabeza se hubieron enviado por todo rigor de justicia. Pero muy a pesar de todo las infracciones continuaron porque una veintena de años más tarde y en 1608 nuevas cédulas hablan de que solo pueden tratar en las Indias aquellos extranjeros que lo pueden hacer con sus caudales propios y no con los de otras personas de sus naciones ni haciendo compañías con ellos. Fue tal la política española a estos respectos que nunca logró la Isla una libertad general aunque sí concesiones por cierto número de años, y ya se ha citado la cédula de 1504 254 Carlos Larrazábal Blanco sobre proveimiento de abastos por diez años. En 1513 la concesión de Fernando V, para comerciar libremente con las islas y Tierra Firme, sin pagos de derechos aduanales, en cuya virtud sabemos Higüey vendía ganados a Puerto Rico el año mismo de la Junta de Procuradores, 1518. En 1568 Cotuí vendía en Costa Firme cueros, cañafístolas y azúcar. En el siglo xviii, a las refundadas ciudades de Monte Cristi y Puerto Plata se les favoreció con el ejercicio del comercio libre por un lapso de diez años. Tiempo adelante la Metrópoli sin embargo viose forzada a consentir el comercio que hacía la colonia española de Santo Domingo con su vecina la colonia francesa puesto que se comprendió que de ese comercio dependió, por aquel entonces, la prosperidad de la colonia, y que de él seguiría dependiendo. Tan inveterada era esta política comercial de España, he dicho ya en trabajo que publicara en la revista Clío, ahora años, que aun entrado el siglo xix, cuando ocurre la reincorporación de Santo Domingo a la corona española mediante el esfuerzo de los dominicanos dirigidos por Juan Sánchez Ramírez, como una gracia concedida a la fidelidad de la colonia, la Metrópoli concedió libertad de comercio por quince años. De acuerdo con esos principios sustentados, con las necesidades de la colonia, y, según parece, queriendo legitimar un estado de cosas ya existente el gobernador Ignacio Zayas Bazán y los señores oidores de la Real Audiencia aceptaron, en cierta ocasión, que un navío portugués estableciera tratos comerciales con los colonos, pero este hecho repugnó tanto a la Metrópoli, que fue castigado con imposición de multas. Y si con respecto del comercio y de los extranjeros los colonos se extralimitaron en sus peticiones, pues iban más allá de lo que se podía conceder, de igual forma procedieron bajo otros aspectos. Las Franquicias sobre derechos de aduanas no existían ni en la misma España, pues las mercancías pagaban Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 255 derecho de una ciudad a otra. La libre elección por cada pueblo de su alguacil y fiel o síndico también era excesiva, puesto que era, nada menos, que retrotraer las cosas a pleno siglo xiii, e ir contra lo que a fines de él se comenzó: la absorción del poder político de los municipios y el nombramiento por el Rey de ciertos oficiales municipales (Oliveira Martins). La solicitud de Santiago que trataba de la no perpetuidad de los regidores afectaba también a la misma médula del ayuntamiento hispano. Sin embargo, no todos los regidores eran perpetuos, solo algunos tenían esa preeminencia, y no era esto solo lo que en realidad debería «tiranizar la república» sino también el que el cargo no fuera incompatible con cualquiera otra función civil o militar, puesto que de esta manera eran siempre regidores los que más intereses creados tenían en la vida política y económica da la Colonia. Así también «tiranizaría» el que fuera la regiduría, a través de los años, preeminencia de ciertas familias de arraigo social. Un año después de la mencionada Junta de Procuradores, donde tanto tirios y troyanos, servidores y deservidores, mostraron interés por su nueva patria intentaron oponerse prematuramente a Aranjuez y Basilea, como presintiendo algo que la política europea, en que tanto anhelaba Fernando el Católico intervenir, podía muy bien traer, escribieron los españolenses esta carta: Al Rey Nuestro Señor. Los oidores y oficiales reales de Santo Domingo, a 20 de mayo de 1519. Muy poderoso señor: Cuando más necesitada de mercedes está esta isla por el daño que en los indios ha hecho la pestilencia, de que han muerto la mayor parte, ha venido una merced de Juan de Sámano de todas las penas en que cualquiera persona de esta isla haya incurrido por haber traído de España oro y plata labrada sin licencia. Hemos hecho que Zuazo sobreseyese en la ejecución para suplicar, 256 Carlos Larrazábal Blanco porque sin duda, si se hiciera verdadera relación a Vuestra Majestad, no concediera esta merced. De quince años acá han traído muchísimo oro y plata, unos con licencia otros sin ella, y ha pasado de unas en otras manos, de manera que averiguar quién trajo cada cosa era traer mil pleitos y arruinar la Isla. Las franquezas y libertades pueblan la tierra; hágalas Vuestra Alteza a esta que bien la necesita, y mayores aun que a esos reinos; y déjese de semejantes mercedes, que no sirven sino para oprimir a los vecinos y despoblar la Isla. Dios, etc. Santo Domingo, a 20 de mayo de 1519. Francisco Vallejo. Fernando Caballero. Miguel de Pasamonte. Cristóbal de Tapia. Fernando de Berrio, escribano. Nada más español que el espíritu que anima esta carta, por valiente y altiva, y nada más «patriótico» que el hálito que le insufla ese españolismo dentro de la realidad españolense. Nada más hispana que la raigambre de donde proceden esas palabras. Y es que cada uno de los firmantes, allá en el fondo de su subconsciente, valía tanto como el Rey y todos juntos más que él, y… «si non, non». *** Así como los colonos practicaban liberalidades y tenían gestos de hombres, libres e independientes con respecto de los Reyes, así las razas oprimidas alzaron más de una vez el pendón de la rebelión. La primera revuelta de negros ocurrió en 1522, muy contrario al vaticinio del ilustre Zuazo que decía, pocos años antes, al Rey: Es vano el temor de que negros puedan alzarse; viuda hay en las islas de Portugal, muy sosegada, con ochocientos esclavos; todo está en cómo son gobernados. Yo hallé al venir aquí algunos negros ladrones; otros Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 257 huidos a monte; azoté a unos, corté las orejas a otros, y ya no ha venido más queja. Es por demás muy conocida la protesta del indio Enriquillo, la de Tamayo, la de Ciguayo. Con respecto del negro Lemba Juan de Castellanos canta: De los demás pasados movimientos, el negro Lemba fue principalmente que juntó negros más de cuatrocientos, acaudillándoles varonilmente; fue negro de perversos sentimientos, atrevido, sagaz, fuerte, valiente, y en su rebelión de muchos años la Tierra padeció notables daños. persona mal sabida, recatada, en todas sus astucias otro Davo en el asalto de cualquier entrada diligente, feroz, cruel y bravo. A fines del siglo xvi una madriguera de negros alzados habitaban las montañas de Baoruco. Sacólos de allí Antonio de Ovalle y fueron a repoblar a San Juan de la Maguana que casi estaba en abandono. Los que persistieron en quedarse en las montañas con el tiempo vinieron a convertirse en «biembienes». En 1662, negros esclavos, no queriendo serlos más, huidos de sus amos se internaron en las montañas de Ocoa y allí formaron una caricatura de gobierno. «Ladronera de bárbaros» les llamaba el arzobispo Cueva Maldonado aunque no hacían más daño que robar negras y admitir negros fugitivos. Al disparate de la destrucción y trasplantación de los pueblos y hatos de las Bandas Norte, Oeste y Sur de la Isla en los comienzos del siglo xvii, se oponen todos, blancos y negros, y hasta los propios animales que se fueron a los montes vírgenes a hacerse cimarrones y montaraces. En esta ocasión rodaron las cabezas de caudillos negros entre ellos Miguel Brafara y Hernando Montoro, caudillo 258 Carlos Larrazábal Blanco de la llamada rebelión de Guaba. Familias enteras fugáronse de la Yaguana hacia Cuba. Algunos de los fundadores de Bayaguana no fueron sino blancos sometidos a la obediencia. De modo que al correr de los años vino a formar parte de la naturaleza cívica del dominicano un fondo de amor a la libertad y de prácticas de liberalidades, a veces, por falta de contrapeso, degenerando hacia la indisciplina, la desobediencia y el libertinaje, pero en todo caso con un delineado contorno de protesta airada y arrogante. En ese tono modula el españolense en la rota de Penn y Venables, en la rota de Cusay en Sabana Real el 21 de enero de 1691, en las continuadas luchas fronterizas de fin de siglo xviii. En ese tono modula contra las intenciones de Toussaint y Dessalines, a principios del siglo xix; en el fracaso de las huestes francesas de Ferrand en Palo Hincado; la noche del 30 de noviembre de 1821. Y en ese mismo tono modula la conciencia nacional dominicana el 16 de julio de 1838, al nacer La Trinitaria, y el 27 de febrero de 1844, al nacer la República; y en Moca y en Santiago y en San Juan, las tres tragedias présagas del 16 de agosto de 1863. *** Nicolás Estévanez, hombre de temperamento liberal, muy conocido entre nosotros por su Historia de América, y que figuró como oficial español en la Guerra de la Restauración, ha dicho de Santo Domingo: «no hay un pueblo más belicoso en América, ni quizá en el mundo», y esto se ha repetido una y mil veces, y si no es absolutamente cierto pues «belicoso» no quiere solo decir «guerrero» sino también, en sentido figurado, «agresivo», «pendenciero», cualidades estas últimas que al pie de la letra no pueden ser aplicadas al pueblo dominicano, sin duda alguna, que el juicio de Estévanez encierra, retrata o traduce un aspecto espiritual de fundamento, que a veces se manifiesta como simple belicismo, pecaminosas desobediencia o indisciplina, liberalismo, demagogia. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 259 Si consideramos al pueblo dominicano como un individuo, como pudiera hacerse con cualquier pueblo de la Tierra, y convenimos en que «toda personalidad tiene un aspecto externo, que es el papel que el individuo representa en el drama de la vida» como dice Gonzalo Rodríguez Lafora, Santo Domingo tiene un aspecto externo, su máscara, su prosopon, que no es otra que lo belicoso, lo indómito, es decir lo que no se puede domar, lo no domado, lo difícil de sujetar y reprimir, según rezan los diccionarios. Santo Domingo ha sido un pueblo gallardo. La gallardía ha sido su máscara, y era una hermosa manera de expresión de su personalidad belicosa, además, artística y espiritual manera. Lo belicoso habla a lo material, de cosas objetivas; la gallardía habla de estado subjetivo de ánimo, de bizarría, de arrestos. En lo belicoso hay brazo que empuja, arma que ataca, voluntad que arrostra. La gallardía es ademán que advierte y conmina, es el espíritu valiente, heroico, que sale del lado afuera y se estiliza en una mirada, en un erguir de cabeza, en un gesto de epopeya. Ahora bien, hay que tener presente, y siguiendo al filósofo Jung, que esta personalidad externa no denota sino el centro de lo consciente, que una personalidad para ser global, unitaria, íntegra, para llegar al estado que llama de «individuación», tiene que sufrir la concurrencia de otras energías dispersas, de tendencias contrarias, que constituyen un centro inconsciente que seguramente sigue de cerca al otro, lo comprueba, lo enmienda, lo perfila, y que cuando un pueblo, como un ente humano, intuye ese centro, lo busca, lo sorprende, se habrá descubierto a sí mismo y llegado a la personalidad perfecta. Admitamos pues, nuestra máscara externa, afiancémonos en nuestro modo de ser consciente a través de la Historia, pongámonos siempre nuestro prosopon, que somos actores en el teatro de la patria y del mundo, pero atisbemos nuestra subconsciencia, sorprendamos esa esencia de individuación para que nuestro pueblo sea cada vez más útil, más fuerte, más bueno y más sabio. 260 Carlos Larrazábal Blanco Bibliografía Colección de documentos inéditos… del Real Archivo de Indias, por D. Joaquín F. Pacheco, D. Francisco de Cárdenas y D. Luis Torres de Mendoza. Historia de España, por Ángel Salcedo. Varones ilustres de Indias, por Juan de Castellanos. Compendio de la Historia de España, por Moreno Espinosa. Historia de América, por Nicolás Estévanez. Cartas censorias de la Conquista, por José Ma. Chacón y Calvo. «Los extranjeros y el ejercicio del comercio en Indias», Anales de la Sociedad de Geografía e Historia de Guatemala, T. xvi, Núm. 4 (junio de 1938), por el Dr. Laudelino Moreno, España. Viaje a las Indias, tomos 1, 2 y 3, por Navarrete. España invertebrada», por Ortega y Gasset. Historia de las Indias, por Bartolomé de las Casas. Santo Domingo. Dilucidaciones históricas, por Fray Cipriano de Utrera. Vida y viajes de Cristóbal Colón, por Washington Irving. «Documentos antiguos», Revista Cuna de América, Año 1914, por Emiliano Tejera. «Ideario españolense», tomo I, Revista Clío, fascículo IV (julio y agosto de 1934), por Carlos Larrazábal Blanco. «Sobre la personalidad», Universidad de La Habana, Año 3, Núm. 16 (enero-febrero de 1938), por Gonzalo Rodríguez Lafora, España. Historia de la civilización ibérica, por J. Oliveira Martins. Clío, Año VI, No. XXXII (noviembre y diciembre de 1938). La República Dominicana y el doctor Felipe Larrazábal L a República Dominicana, que había nacido el año de 1844 por la firme voluntad de su pueblo y bajo el signo de libertad y soberanía absolutas con que la concibiera Juan Pablo Duarte, su Padre y Fundador, fue entregada, al correr de pocos años, en los brazos de la Madre Patria por Pedro Santana, de los fundadores y sostenedores de la República, pero con un patriotismo descreído, sin fe en lo porvenir, sin ilusiones, con amor de hatero y campesino por España y sus glorias pretéritas. Haití fue el pretexto, pero la causa hay que buscarla en su innato y acendrado españolismo –en lo que bien podía tener razón– y en su afán de perpetuarse sólidamente en el poder, porque era ambicioso. A su muerte, acaecida por esos mismos años, Marco Antonio Saluzzo, estigmatizó su nombre, y con plumadas vehementes y sentidas, coadyuvó a formar en Venezuela y en la América la conciencia de que Pedro Santana fue un traidor. Otro venezolano, el Padre Francisco Antonio Pereira, que «las desgracias de su patria habían conducido a playas extranjeras», tocóle en suerte recibir en la Iglesia de San José de Ocoa, de donde era cura de almas, la bandera dominicana de aquella población, y en el discurso que pronunció, bello y sincero, se deslizaron frases de muy elevado dominicanismo, frases de fuertes ideas republicanas, frases que 261 262 Carlos Larrazábal Blanco envolvían un deseo fervoroso de libertad y que encerraban una profecía. El Padre dijo: Pensad ahora, os ruego, señores, que admito con noble orgullo y conmovido el encargo de honrarla desde hoy en el templo que está a mi cuidado; ¿cómo no? Ese pabellón es el símbolo de mil glorias y del honor dominicano […] que simboliza también a la generación presente los estragos funestos de las discordias civiles! Desde hoy, ¡oh tristeza! una faja de luto borra esta República del catálogo de las naciones […]. Al terminar, después de algunas apreciaciones históricas y políticas, así como de frases de obligada cortesanía, el padre Pereira concluye: […] pero con actitud reverente y al compás de lloradoras notas coloquemos en su panteón el cadáver de la nación que ya no existe! Guarde esa tumba y haga sus milagros el Redentor estandarte de la Cruz […]. Y el milagro fue hecho. A poco de consumada la anexión de Santo Domingo a España movimientos subversivos intranquilizan al capitán general Pedro Santana, Marqués de las Carreras. Moca, Neiba, Santiago, se hacen sospechosas al gobierno español. España no quiere confesar que sean movimientos de dominicanismo puro, de verdadero patriotismo nacionalista, y cree, o finge creer, que son movimientos «baecistas» (Báez era el nombre del contrincante de Santana en la política de la primera República Dominicana). Pero, es el caso que Eugenio Perdomo muere en el patíbulo. Francisco del Rosario Sánchez, Ilustre Prócer de la fundación de la República, muere fusilado en San Juan de la Maguana. El 16 de agosto de 1863 tiene lugar el célebre levantamiento de Capotillo, y poco tiempo después ya los dominicanos toman a Santiago de los Caballeros y fundan un gobierno provisional. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 263 El doctor Felipe Larrazábal, por esa misma época, era redactor de El Federalista, y desde un principio hizo de este periódico el vocero portaestandarte de la libertad del pueblo dominicano. La historia de la Guerra de la Restauración, como se llama en Santo Domingo, a esta época de gestas heroicas y de acendrado nacionalismo, se puede seguir, casi literalmente, en este diario. En él aparecen noticias del Royal Standard, periódico de alguna Antilla inglesa, que por la impecabilidad del español en que están escritas y por el estilo se adivina que son traducciones del propio Larrazábal; se leen cartas de amigos dominicanos de Saint Thomas y Curazao, noticias de la misma ciudad de Santo Domingo, artículos de Alejandro Angulo Guridi, que entonces radicaba en Caracas, un llamamiento de los dominicanos a los pueblos de América, el acta de Independencia, una carta muy digna del prócer Eusebio Manzueta al españolizante Abad Alfau, una proclama de Ramón Mella, Ilustre Fundador. Además, pequeñas, crónicas y noticias favorables a la causa, resoluciones del gobierno de Santiago, artículos de españoles contrarios a la anexión, pero que en nada ofenden la delicadeza de los dominicanos, entre ellos uno del propio Emilio Castelar. No hubo periódico en la América entera que se ocupara más en la causa de la República Dominicana como El Federalista que redactó el Dr. Larrazábal desde su primer número en el año 63 hasta el número 480, de fecha 10 de marzo de 1865. Veamos algunos párrafos del doctor Larrazábal en pro de Santo Domingo, que evidencian su temperamento liberal, un ferviente e ilusorio panamericanismo, un gran amor a las causas justas y nobles. Su empeño en avivar el entusiasmo de los dominicanos es grande. A veces nos escuece su antiespañolismo, que si se explicaba en aquella época y en aquellos precisos momentos, ahora nos parece anacrónico: Es tan justa, es tan legítima la causa de los dominicanos contra los españoles, que, en la España los hombres imparciales reprueban la guerra y sostienen con justicia la independencia de Santo Domingo […]. A despecho 264 Carlos Larrazábal Blanco de todos los generosos patriotas de Santo Domingo arrojarán más allá de los mares a sus nuevos dominadores. En su justicia encontrarán recursos; en su amor patrio robustecerán su valor indómito; sus triunfos les servirán de aliento y la expectación del mundo les dará estímulos para alcanzar la independencia, llenándose de gloria cuando la historia escriba en letras de oro sus proezas inmortales, y aquella gran palabra: dos veces libre contra el león de España. ¿Por qué desgracias las repúblicas sudamericanas presencian con despego o sin interés la cruda guerra de Santo Domingo? ¿Por qué funesta suerte está ella misma, devorada por la guerra intestina, la gran República del Norte, coloso de poder, astro brillante y sin ocaso de libertad, que debía ser el amparo de los débiles contra los fuertes, del pequeño contra el grande, del oprimido contra el opresor? Si la Francia invade a México; si la España se apodera de Santo Domingo, si algún poderoso ilusionario piensa arrojar su manto de protectorado sobre el Ecuador a la contienda se debe que inútilmente gasta y empobrece la República de Washington; a la desunión, debe atribuirse, a la desunión en que vivimos, sin pactos que nos liguen, sin tratados que nos unan, y formen de la América un solo pueblo, como quería Bolívar: un pueblo que resistiera en masa a las invasiones de Europa y que, fuerte en sus pactos de confederación, irresistible por sus propósitos de libertad, dividiese al mundo entre la rutina y el progreso, entre las ideas refregadas y las que vuelan sobre las plumas de los vientos a conquistar los tesoros del porvenir. Eso dice Larrazábal en El Federalista, de fecha 4 de febrero de 1864. Claramente se descubre su purísimo ideal panamericano. Se inspira en Bolívar, que siempre fue su estrella. Es corifeo decidido de esa tesis que sustenta a propósito de la República Dominicana. Su panamericanismo es sincero, pero se forjó Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 265 ilusiones. Su optimismo era muy grande, su pasión muy viva, sus buenos deseos muy ardorosos, para poder ser profeta. Ya volveremos sobre esto más adelante, y cerremos este párrafo, transcribiendo palabras finales del artículo que glosamos que es una verdadera agudísima saeta, una flecha indiana enherbolada, contra la Madre Patria: Nosotros creemos sinceramente hablando que hay más deshonra en soportar a Gibraltar que retroceder en Santo Domingo. Ya se decía que España no se retiraba de aquella isla por gusto de honor. En fecha 13 de agosto de aquel mismo año escribe: Nosotros, americanos, amigos del principio americano, que es la estrella de Monroe, tenemos fe en los destinos del Nuevo Mundo. Luchen con valor y esperanza los bravos dominicanos. Presididos por el inteligente patriota Benigno Rojas alcanzarán sin duda el triunfo. El espectáculo de los libres combatiendo contra los conquistadores en el siglo xix, ha interesado ya a la América; su victoria interesará al mundo. Nuestros hijos leen con entusiasmo los combates de Maratón, de Salamina y de Platea; ¿cómo no leerán con arrebato, con fanatismo las luchas gigantescas de los indomables dominicanos? En este día Larrazábal se muestra monroiísta. Pero su «América para los americanos» es doctrina, como se ha querido interpretar, preservativa de la independencia de todo el continente colombino con respecto de las tendencias imperialistas de Europa. Pero no adivinó que los Estados Unidos, debido precisamente a ese poder coloso que él ya veía iba a producirse igualmente imperialista, y que no iba sino a sustituir en la América de sus ilusiones un imperialismo a otro; no advirtió, decíamos, que al correr del tiempo, la República del Norte 266 Carlos Larrazábal Blanco había de convertirse en fuerte contra débil, en grande contra pequeño, en opresora de oprimidos. El monroísmo, que debió ser presentador de todos, se convirtió para los Estados Unidos en un «endomonroísmo», en un monroísmo centrípeto, en un monroísmo enquistado. Si el doctor Larrazábal hubiese vivido lo suficiente, cuál no hubiera sido su indignación, su dolor, su decepción al ver que la República de Washington desarrollaba en América su política de empréstitos, explotaba las desgracias de países nuevos y pobres, caía sobre Colombia, sobre Haití, sobre Nicaragua, y cometía el atropello inaudito, tanto como los anteriores, de también dejar caer su pesada mano sobre la propia República Dominicana, de su amor y su pasión, y cuya libertad tanto defendió. Es que las naciones, aunque parezca paradójico, cuando alcanzan un grado superior de organización política interna, y a la vez se hacen ricas, caen, las más de las veces, en franco imperialismo. Tal el caso, en la antigüedad, de Roma; ogaño, de Inglaterra, y los Estados Unidos. Larrazábal sigue, durante ese año de 1864, su campaña dominicanista. El llamamiento de La Vega a los hermanos de América ha despertado, como ya se puede haber visto, sus ideas americanistas. La revolución de Santo Domingo solo necesita para completar su triunfo, que los descendientes de los incas, imiten el noble arrojo de los hijos de Anacaona y Guacanagarix, y que las Repúblicas de América del Sur le extiendan una mano amiga y protectora. Pero, inútil, solo el Perú protesta de la anexión, gobernando el presidente general Castilla. Venezuela es un centro de cordial simpatía hacia la República Dominicana. Fórmase una junta de recolección de fondos de que forman parte los generales José Rafael Pacheco, Aureliano Alfonso y los señores Ildefonso Riera Aguinagalde, Mariano Espinal, doctor Guillermo Tell Villegas. Celébranse mítines en San Francisco: El primero constituye esta mesa directiva: presidente, Guillermo Iribarren; vicepresidente, Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 267 Eduardo Calcaño; secretario, Lino J. Revenga. Nada más en América. Todavía se está lejos del ideal de solidaridad que soñara el Libertador. Se estaba lejos del Congreso de Panamá, y aun se está. La Gran Colombia, de cuyo cielo fue estrella ignota y fugacísima la propia República Dominicana, habíase desquiciado, las voces que se escaparon del pecho de Simón Bolívar, moribundo, «unión, unión», corren todavía, a todo correr del Ande al llano, y del llano al Ande, de mar a mar, de pico a pico, saltan las quebradas y los ríos, pasan por entre los hombres; inadvertidas, y no saben dónde apacentarse, ni cuándo… Los afanes por buscar estos países hispanoamericanos una forma política interior sólida los ha alejado de ciertos ideales. Los Estados Unidos, con su riqueza, su fuerza, su imperialismo, ha sido también factor negativo. El dominicano es gentil con el extranjero. El pueblo dominicano es verdaderamente hospitalario. Es pueblo de innata democracia y de virtudes que bien orientadas le darían, en América, una personalidad bien definida. Es religioso sin ser fanático. No es racista, no hay grandes distingos en el ambiente social. Santo Domingo es un admirable vehículo de gran poder de ionización social. Allí se han borrado las divergencias entre negro y blanco, entre judío y cristiano, entre rico y pobre, y hasta entre nacional y extranjero. Los individuos de otras naciones allí tienen su tierra y su sol que a la verdad es de todos. Allí el extranjero alterna libremente en la vida de sociedad, en el comercio, hasta en la política. Los extranjeros cuales que fueren, al cabo de años, se «aplatanan», y cuando salen fuera sienten verdadera nostalgia dominicana. Santo Domingo es tierra que da, porque es tierra que ha dado mucho aunque no lo parezca. Santo Domingo en lejanos días coloniales, administró justicia en apartados rincones de América, fundó ciudades en Venezuela, expandió el poder hispano por las Grandes Antillas, patrocinó expediciones lejanas, aumentó el conocimiento geográfico de América. Por eso se la ha llamado la «Cuna de América». Dio a Cuba un héroe indiano, Hatuey, y a Máximo Gómez, su libertador, y el último de los de la América. En su tierra han 268 Carlos Larrazábal Blanco prosperado en mente, en espíritu y hasta en lo físico personalidades puertorriqueñas, cubanas, venezolanas: Santiago Marino, Jacinto Pacheco, Carlos Arvelo, Hostos, Martí, etc. Las actuaciones del doctor Larrazábal, pues, no podían pasar inadvertidas, y el gobierno de Santiago, en fecha 21 de septiembre de 1864, dictó un decreto que le daba un «voto de gracias por los servicios que voluntariamente y como distinguido patriota había prestado a la República Dominicana en su contienda con la nación española». En esta manifestación fue unido el señor Blas Bruzual que en su ministerio de Venezuela en Washington también había prestado servicios estimables a la República. El doctor Melitón Valverde, ministro dominicano en Caracas, fue encargado para la entrega del decreto citado, y que se copia a renglón seguido: Núm. 796. DECRETO del G. P. dando un voto de gracia a los señores Dr. Felipe Larrazábal y Blas Bruzual. Dios, Patria y Libertad Gobierno de la República Dominicana Considerando: que es un homenaje a la justicia y un acto de civilidad expresar la gratitud que se debe por los servicios voluntarios que se reciben. Considerando: que los señores doctor Felipe Larrazábal y Blas Bruzual han prestado en la presente época servicios de importancia a la República Dominicana, por medio de sus escritos en Caracas, el primero; ya con su influencia, y como ministro plenipotenciario de la República de Venezuela y Washington, el segundo. Considerando: que el Gobierno de la República, estimando esos servicios de republicanismo y de interés por nuestra patria, cumple hacer la manifestación de que sabe apreciarlos; Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 269 D E C R E T A: Artículo único. El gobierno de la República Dominicana emite un voto de gracias y de expresión de la gratitud nacional, para los señores doctor Felipe Larrazábal y Blas Bruzual, por los servicios que han prestado y continúan prestando a esta República, en su actual contienda con la Nación Española; debiéndose trasmitirles el presente decreto por medio de nuestro ministro plenipotenciario en Caracas, señor doctor Melitón Valverde, dándosele la publicidad legal. Dado en la sala del despacho del Gobierno, refrendado y sellado por nuestro ministro de Relaciones Exteriores y secretario general, sellado con el sello de la República. Santiago de los Caballeros a 21 de septiembre de 1864, 21º de la Independencia y 2º de la Restauración. El vicepresidente, Ulises F. Espaillat. El secretario general, ministro de Relaciones Exteriores, Manuel Ponce de León. Es copia conforme: el oficial mayor de la sección de Relaciones Exteriores, D. A. Rodríguez hijo. En 7 de noviembre el doctor Larrazábal contesta al doctor Valverde con la siguiente carta, la cual concluye con una cita de Bolívar que no transcribimos: Señor: He tenido la honra de recibir su nota de ayer, y en ella el decreto del gobierno de la heroica República Dominicana, en que expresa su voto de gracias y de gratitud nacional a mi persona por los servicios que hago a la causa de la América en la Independencia y Libertad de Santo Domingo. Si algo puede, señor, envanecer a un hombre que no sabe lo que es orgullo, es esa expresión agradecida de un pueblo generoso que lucha contra el poder 270 Carlos Larrazábal Blanco tiránico, y, que se hace cada día más digno del amor y de la admiración del mundo. Yo he querido solo llenar mi deber, y aun en esto me ha parecido haberme quedado corto. Eminentes talentos, profundo saber, y varonil elocuencia son necesarios para sostener dignamente la causa de los pueblos e ilustrar a los propios enemigos manifestándoles la senda de la razón y de la justicia que debieran seguir en un siglo de luces y de emancipación. Así lo hicieron con suceso en tiempo de nuestra heroica lucha con la España el abate de Pradt, Arzobispo de Malinas, el honorable Henry Clay, de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, el coronel Duane, editor de Aurora de Filadelfia y otros; pero yo, sí reconozco poseer en mí aquel propio perseverante anhelo en favor de la independencia del mundo de Colón, no tengo los talentos necesarios, y apenas puedo alzar mi débil voz. Sin embargo, la alzaré siempre, cada vez que se ofendan los derechos de nuestra América, no importa el lugar, desde el Labrador hasta 1a Tierra del Fuego, y estaré pronto a condenar la agresión. La América es una, señor ministro; una debe ser la patria de todos los americanos, y cumpliendo el voto del Libertador, hemos debido ya apresurarnos con el más vivo interés a entablar el pacto americano, que formando de todas nuestras Repúblicas un cuerpo político, presente la América al mundo con un aspecto de majestad y de grandeza sin ejemplo. La América así unida podrá llamarse la Reina de las Naciones y la madre de las Repúblicas. Yo sigo trabajando. Ruego a Ud., se digne decir a su gobierno, que mi pluma será incansable en la emancipación de Santo Domingo. Sirviendo a los intereses de aquel heroico pueblo, sirvo a la América; ¡y quién lo creyera! sirvo también a la España […]. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 271 La tragedia domínico-española sigue. Corre sangre hispana, noble y heroica, de ambos bandos. Los militares españoles luchan por el honor de su bandera. Los dominicanos luchan por su libertad republicana y política. El clima castiga. La volante guerrilla en la manigua mata y derrota. Hay días de gloria para los dominicanos. El capitán general Gándara cree en el Cid Campeador porque ve pelear al dominicano Juan Suero. El patriota puro vence del dominicano tránsfuga por conceptos de honor militar cuando el general Tenares mata en batalla singular al valentísimo general Juan Contreras: es el símbolo del dominicano superándose a sí mismo. Un niño en la Capital se pelea con un sargentón español y es herido de sable. Un militar hispano lo acoge y le dice al oído: «haces bien en pelear porque nosotros le estamos tirando a tu bandera». (Este noble militar muere más tarde heroicamente en Cuba por el honor de su bandera española). Al fin parece que se acerca la hora del triunfo. En Venezuela se dice que Gándara trata con los dominicanos a base de quedarse España con Samaná. Larrazábal se indigna, y oponiéndose a tal condición, escribe: «se nos dice que Gándara consiente, a nombre de la España, en abandonar todos los puntos de la isla, a excepción de Samaná […] Ni Puerto Plata, ni Monte Cristi, ni Samaná […] Nada, siga la güera y perezca todo, más bien que consentir en lo que la posteridad llamaría mengua y deshonra». Los españoles abandonan a Santo Domingo. El Federalista, en su número 511, anuncia el magno acontecimiento. Con caracteres grandes, inusitados, titula su editorial de ese día: «Triunfo de la Libertad. España abandona a Santo Domingo». El texto termina felicitando al Dr. Larrazábal por el triunfo de la causa que había defendido con tanta vehemencia. El Dr. Larrazábal ya no era redactor para la fecha. Los deseos del padre Pereira, en su discurso del 21 de marzo de 1861 en San José de Ocoa, se habían cumplido: «Guarde esa tumba y haga sus milagros el redentor estandarte de la Cruz». 272 Carlos Larrazábal Blanco Nota del autor: Este trabajo fue publicado en El Universal de Caracas, en dos ediciones del mes de junio de 1935. Hemos creído oportuno, porque completa el relato que hemos hecho, copiar el decreto por el cual la República Dominicana expresó sus gracias al Dr. Larrazábal, por su actuación en pro de nuestra independencia. Otras ligeras modificaciones han sido introducidas que no afectan el fondo del trabajo. Clío, Año VII, Núm. 35 (mayo-junio de 1939). Estudio histórico* 6 Señores: Secretario de Estado de Justicia, Educación Pública y Bellas Artes, ad hoc, Señor Arzobispo de Santo Domingo, Señores Ramírez de Arellano y demás miembros de la Misión Cultural de la Universidad de Puerto Rico, Señores académicos. Señoras y señores: Por disciplina y por amor me cabe la singular distinción de dirigiros la palabra en esta sesión pública de la Academia Dominicana de la Historia. Por disciplina, digo, porque mi presencia aquí es mandado del instituto académico al cual pertenezco. Por amor, dije, porque es ventura para un espíritu enamorado de las glorias pasadas de su pueblo y de su raza, hablar de ellas. De su pueblo, que es español, porque fue la recia estirpe que lo engendró, y de su raza, la española, que hizo sementeras por todos los caminos del mundo con su sangre y su pasión. * Trabajo leído en la sesión pública celebrada por la Academia Dominicana de la Historia el 30 de diciembre de 1939 en honor a la misión cultural de la Universidad de Puerto Rico, presidida por el Dr. Rafael W. Ramírez de Arellano. (Nota del editor). 273 274 Carlos Larrazábal Blanco He de hablaros, aunque con marcada insuficiencia, de la época colonial españolense. Sucintamente, he de tocar diversos asuntos. Voy a efectuar un vuelo panorámico, por encima de la historia primera de Santo Domingo, pero vuelo que se hace en un avión de paz. Muchas veces mi catalejo no sabrá descubrir, pasaré muy alto o con velocidad vertiginosa, se rasgará más de una vez el ala de la imaginación, el buen juicio faltará y la torpe razón será el timón que gobierne por rumbos desusados o mal orientados. Pero me conformaré con que mi nave no sea abatida por la certeza de los disparos de tierra. ¡Cuidado, que mi nave es de paz! *** La colonización de la Isla Española comienza en las postrimerías del año 1493 con la fundación de la Villa de La Isabela. No se descubre desde un principio un plan científico preconcebido y predeterminado. Lo intuitivo impera, la improvisación campea. La Isabela no resulta, pues, una primera célula colonial que sirva de patrón. Llegan las naos como nuevas arcas bíblicas abarrotadas de especies animales útiles al hombre que no existían en la isla, así como especies vegetales fundamento de futuros cultivos. Llegan obreros de todas clases y hombres dispuestos a labrar la tierra. Pero la mala organización produce sus frutos. Los Colón no son buenos administradores, enferman los españoles, mueren, se fugan o se sublevan, y el intento perece. A este cuadro contribuye el descubrimiento de las minas de oro del río Haina. Después de algunos años, de La Isabela no queda ya sino una, al parecer, remota tradición. La Isabela envejeció antes de tiempo en el concepto popular. Los monteros perdidos por las soledades aledañas creían oír sonidos de campanas lejanas, lamentos, quejidos, y se aparecían a su imaginación consternada, trasgos y fantasmas. La leyenda de los descabezados de La Isabela ocupó largo tiempo la atención de los primeros colonos: un grupo de hombres de la corte con sus capas y tocas de caminantes Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 275 establecieron conversación con unos monteros perdidos por aquellas soledades y al quitarse los sombreros para saludar, las cabezas de los cortesanos separáronse de los troncos. *** La fundación de la ciudad de Santo Domingo en 1496 marca la iniciación de una segunda etapa en los ensayos de colonización, pero un problema arduo se presenta y es la insurrección del alcalde mayor Francisco Roldán. Esto, y el oro, resultan óbice de importancia que se aúna a la incapacidad de los Colon y del comendador Bobadilla. Este acogió a los revoltosos roldanistas, consintió a los desocupados de la Isla, puso mal gobierno en el acopio de oro y la colonia estuvo casi en las manos de hambreados y desarrapados en lo físico y en lo moral. *** Los albores del siglo xvi, sin embargo, se presentan prometedores porque viene al gobierno de la Isla un hombre de perfiles de estadista, frey Nicolás de Ovando. Afianza la conquista de la Isla, aunque, a la verdad, con escaso valor heroico; funda ciudades en los puertos de mar y en tierra adentro; explora las islas comarcanas; traslada y fomenta la ciudad de Santo Domingo; interviene en el laboreo metódico de las minas y en el desarrollo de la agricultura; interviene en el proceso de aumento de población de la Isla de modo que no excediera a la que en realidad podía sostenerse; se opone a la introducción de negros africanos. Ovando tiene virtudes raras. A pesar de su mocedad, no quiere ser el Antonio de la Cleopatra indiana, Anacaona, y al dejar el gobierno de la Isla pide dinero a préstamo para embarcarse. El esplendor que se inicia con Ovando en la vida colonial lo pinta el tesorero Santaclara. Este oficial real llevó su vida privada al mayor grado de bonanza posible en aquella época. Buena y cómoda casa, buen servicio, buena mesa, con buen pan y excelente vino. Las fiestas se sucedían unas a otras, y en una, la de 276 Carlos Larrazábal Blanco más fausto, en la mesa, en vez de sal los invitados se sorprendieron con los saleros que no contenían sino oro en polvo de las minas recién aprovechadas. Santaclara era muy amigo de Ovando, pero esto no fue obstáculo para que se le tomara residencia, le encontraran culpas y pecados, se le suspendiera en sus funciones y se le obligara, a expensas de sus bienes, a reponer la suma que se filtrara por sus manos de sibarita y gran señor. Cuando sus bienes se pusieron en pública almoneda, el propio Ovando hacía subir las pujas ofreciendo el incentivo de dulces piñas, las primeras que se obtenían en las Indias, la piña indiana de que habla la Villana de Vallecas. *** La colonización de la Isla Española tiene para la historia de España y de América singular trascendencia. Todo un régimen se pone en ensayo. Toda la vida de un pueblo de civilización secular, de lejana y compleja estructuración histórico-social se quiere trasplantar a un medio nuevo, a un ambiente extraño y salvaje, donde la estructura política y social es primitiva, la historia no se ha hecho, y donde la fauna y la flora son nuevas, y los bosques vírgenes. Pero España trasplanta su civilización, no funda factorías. En el fondo no es empresa comercial lo que emprende sino empresa superior, empresa espiritual. No explota para sí la venturosa isla que descubrió el genio de Colón, sino que, más bien, de sí, y la isla no es sino un jirón de la Madre Patria. No podía ser de otra manera porque el genio español es eminentemente espiritual, sincero, leal consigo mismo. *** Desde los primeros tiempos de Santo Domingo es «llave, puerto y escala de todas las Indias» como dijera Felipe II, escala, puerto y llave no solo en un sentido directo sino también en el simbólico, en cuanto al orden político, religioso, Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 277 jurídico, intelectual, es decir, en cuanto al orden civilizador, en cuanto al orden filosóficamente histórico. Aquí, en Santo Domingo, la civilización de América meció su cuna de noble origen hispano. Mercaderías que van y vienen; bajeles que llegan de regiones lejanas y bajeles que se van para quizás no volver jamás; soldados que alancean a los tristes indios; frailes que rezan y enseñan; trabajadores que sacan de la entraña de la tierra veneros de oro; que siembran la dulce cañavera o que andan por los hatos y corrales apacentando ganados, en menesteres de ordeño o preparando requesones; hombres cultos que tratan de leyes y de los asuntos de la justicia y la política, del arte y la poesía; ideas que nacen, ideas que se contradicen y combaten. Todo eso, que es la primera fragua de la civilización hispana en la América, es el calor que irradia en todo el nuevo continente. De Santo Domingo parten las expediciones que han de establecer en las demás Antillas y en Tierra Firme, el pendón de los Reyes Católicos. Parten los religiosos que han de plantar la cruz de Cristo en nuevas y apartadas regiones, y su Real Audiencia imparte justicia por todos los ámbitos. Tierra de llanos, al nivel del mar, se hace, sin embargo, nido de águilas: Juan Ponce de León, el de la tierra de San Juan Bautista y de la fuente de la eterna juventud en Biminí; Diego de Velázquez, el fundador de ciudades que conquistó a Cuba; Hernán Cortés, escribano en Azua, que destruye un imperio, una raza, una civilización y pone los cimientos de una gran nación; Pizarro, sujeto sin relieve en Santo Domingo, que en la isla del Gallo determina rumbo a la grandeza y poderío del Imperio Español; Vasco Núñez de Balboa, sempiterno endeudado de la Colonia que se fuga de polizón para más tarde entrarse en el mar Pacífico, el agua hasta las rodillas, para tomar posesión de él y de todas sus tierras e islas en nombre de los Reyes Católicos, sus señores; Pedro de Alvarado, hambreado en Salvatierra de la Sabana, que oculta la Cruz de Caballero de Santiago por no deshonrar su orden, se pelea con Nuño de Guzmán, para luego ambos, Ojeda, el recio, y Diego de Nicuesa, el decidor y de buen parecer, que en las Cuatro Calles 278 Carlos Larrazábal Blanco cruzan sus espadas por celos en una empresa que a los dos ha de ser desgraciada. *** Ya hemos dicho que España no hizo de Santo Domingo una factoría. Sus procedimientos fueron civilizadores por medio del trasplante de su vida municipal, su vida jurídica, y su vida cultural y religiosa, desde luego, con las variaciones y acomodaciones que convenía al medio ambiente y a lo lejano del centro principal. La organización del trabajo fue algo que tuvo que proceder por medio de ensayos y tanteos y tuvo que inventarse algo frente a la necesidad de utilizar todos los brazos hábiles: los brazos del indio, los del negro, los del blanco. La utilización de los indios y de los negros trajo por consecuencia un factor, que al estudiar la organización es necesario enfocar con detenimiento. El trabajo del indio es de sumo interés porque no solo afecta al desarrollo económico de la Isla sino que da lugar al nacimiento de ideologías que fueron los primeros productos espirituales de la colonización, tal como la tesis que sustentaba que los indios debían ser libres. Esta tesis triunfó moralmente, pero como era empresa civilizadora la de los Reyes Católicos, los indios no habrían de quedar señoreados de la Isla y señeros en ella, como estaban en las épocas precolombinas. Ya los Colón, Cristóbal y Bartolomé, los habían puesto a trabajar y siguieron trabajando por algún tiempo en empresas mortificadoras: el laboreo de las minas y al acarreo de cargas a cuesta, que fueron los dos géneros de trabajo que primero fueron reglamentados. Los indios fueron declarados libres, repetimos, pero había que compulsárseles al trabajo y al estudio, canales que habían de conducirlos a un estado de civilización superior. La intención oficial fue buena y estaba tocada de verdadera intuición pedagógica, pero en la práctica los indios en encomiendas fueron verdaderos esclavos y a pesar de las reales cédulas siguieron siendo bestias de cargas y siguieron laborando las minas. Para Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 279 que no continuasen acarreando mercaderías de un lugar a otro hubo prohibición real en 1511 para la Española, Jamaica y San Juan, pero en esta última Juan Cerón y Miguel Díaz, pretextando que la tierra era áspera y carecía de caminos, lograron que el rey les permitiese que cargaran las espaldas de los naturales con un peso de 25 libras. En esta oportunidad fueron enviados a nuestra isla 150 asnos, entre machos y hembras, a los cuales debía encomendárseles el acarreo de mercaderías. Al mermar los indios, los negros se hicieron necesarios, y se estableció en la Isla el régimen de esclavitud legal para el trabajo. Medidas diferentes fueron tomadas, a través de los años, por la metrópoli para la reglamentación del comercio de negros, el trabajo que debía desempeñar y el trato que había de dárseles, hasta cristalizar en la «Real Cédula sobre la educación, trato y ocupaciones de los esclavos en todos los dominios de Indias y Filipinas» dada en Aranjuez el 31 de mayo de 1789, y firmada por el rey Carlos IV. Pero el trabajo no solo estaba desempeñado por indios y negros, sino que el brazo blanco también fue factor en las empresas mineras y agrícolas de la colonia. Con este objeto desde un principio se dieron facilidades para que se trasladaran españoles. Conocidas son las concesiones hechas al propio Almirante y a Luis de Arriaga, en este sentido. En Santo Domingo el ensayo social acerca del trabajo de los indios fue cada vez tomando un carácter más humano, pasando por la muy interesante práctica de comunidades libres, puestas en obra por los Padres Jerónimos, hasta que la raza desapareció. Ya sabemos que en otras partes de América, donde la raza subsistió, el trabajo de los indios tomó otras formas, tal como el «quatequil» en México y la «mita» del Perú. *** El trabajo agrícola debió ser lo fundamental para el desarrollo económico de la colonia, pero en los primeros tiempos no fue esto así pues el afán de oro fue la mayor preocupación 280 Carlos Larrazábal Blanco de los españoles y su más lucrativa ocupación. La agricultura al fin se impuso porque la tierra fue avara de su oro que aún guarda en sus estratos. El principal cultivo llegó a ser la caña de azúcar. Muchos fueron los trapiches movidos por caballos y por la fuerza desarrollada por los ríos. Este cultivo llegó a sumo esplendor en el citado gobierno de los Padres Jerónimos. Pero no solo la agricultura se dirigió hacia la explotación de la caña de azúcar sino que cultivos menores servían de sustento a la población y otros, como el jengibre y la cañafístola, eran útiles para la exportación. Más tarde los cultivos de café, cacao y tabaco, se iniciaron y han llegado a ser, como es sabido, junto con la caña de azúcar, las principales riquezas agrícolas de la nación dominicana. Otro trabajo que tomó importancia fue el pecuario. En los hatos y sabanas pastaban ganados que sustentaban la colonia y, con licencias especiales, se exportaban a las islas vecinas. Señora hubo, doña María de Arana, quien donó los solares necesarios para la iglesia y convento de las monjas de Regina Angelorum, que se hizo célebre por la abundancia de ganados. Como derivado de esto el comercio de pieles curtidas fue próspero. La tradición ganadera siguió por largos años en Santo Domingo. Llegó ocasión en que la parte española de la isla era ganadera, en contraposición con la parte francesa que era esencialmente agrícola. El ganado que se vendía a los franceses salvaba la situación empobrecida de la colonia mientras más riqueza agrícola desarrollaba la parte occidental. *** El intercambio comercial de productos hubo de existir desde un principio siendo de las primeras líneas de exportación de azúcar y las pieles. El comercio no fue nunca liberal. Solo a un lugar de España debían llegar los productos de la Isla y de ese mismo lugar debían salir las naos cargadas de mercaderías, y ese lugar era Sevilla. Santo Domingo no podía tener relaciones de comercio con otro puerto de España ni tampoco con otras Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 281 partes de la América. Sin embargo los Reyes concedieron de vez en cuando ciertas liberalidades a estos respectos. Además de estas exigencias las mercancías pagaban derechos de exportación y de importación, tanto en España como en Santo Domingo. Los derechos de importación en este último ascendían a 7 ½% ad valorem. Los magnates de la colonia, bien porque conviniera a sus intereses o bien porque lo creyeron pertinente al desarrollo de ella, en repetidas ocasiones estuvieron en desacuerdo con las cédulas reales que imponían cortapisas al libre comercio y muchas obtuvieron transitoras concesiones liberales. La política comercial de la Metrópoli en América fue en verdad de poco provecho, pero entraba dentro de un hábito de la política de los Reyes. Dice un autor moderno: «El absolutismo real por cuyo establecimiento se esforzaron tanto en la Península, encontró en el hemisferio occidental un terreno propicio en su completa y lógica manifestación, libre de todas las tradiciones y costumbres de las antiguas comunidades. La tasa de precios, los barcajes en el río de Santo Domingo, el derecho de botes pescadores, el comercio de monopolio, el suministro de ornamentos para las iglesias, todos estos e innúmeros capítulos semejantes dependían de la decisión de la Corona». No podían esperarse, pues, liberalidades en un comercio que tampoco en la Madre Patria estaba exento de almojarifazgos, portazgos, barcajes, alcabalas, etc. Esta política fue contraproducdente, pues, no solo era atentatoria contra un eficaz progreso colonial, sino que dio lugar al comercio clandestino, puesto que de alguna manera habían los colonos españolenses de dar salida al exceso de sus productos y de dar cabida en la colonia a artículos que no traían las naves españolas que salían de Sevilla. Notemos de paso cómo surge en Santo Domingo otra ideología. Antes se había dicho: «los indios son hombres libres», ahora, por razón de índole económica, se dice: el comercio debe ser libre. *** 282 Carlos Larrazábal Blanco Siempre fue el cabildo español algo típico y característico de la vida político-social de la Metrópoli española, era natural, pues, que lo trasplantasen a las Indias. En esto eran los españoles asaz cumplidores y legalistas. Ants de existir materialmente una villa o ciudad ya debía existir el cabildo, es decir, la suprema autoridad, la representación genuina, fiel y exacta de la ley y la justicia. En 1514, pobres villorrios, de míseros caseríos y pocos habitantes que se titulaban villas y ciudades, y que al andar de pocos años se les concedieron escudos de armas, tenían establecidos en forma sus cabildos. Tales Compostela de Azua, Salvatierra de la Sabana, Salvaleón de Higüey, La Yaguana, Lares de Guahaba, etc. No puede decirse que el cabildo españolense fuera una escuela civil de prácticas democráticas con sus regidores perpetuos y nombrados por el rey y que eran, precisamente, los más acaudalados e influyentes de la colonia, amén de que algunas regidurías eran hereditarias. Pero no se puede negar que las que hemos dado en llamar, en otra ocasión, «ideas liberales de los fundadores de la Española», y un cumplido preocuparse por los destinos de los pueblos, nacieron con esos municipios. La no perpetuidad del gobernador; la reinstalación de la Real Audiencia; la libertad general de comercio con todos los puertos de España y de Indias; la libertad de comercio con los extranjeros; franquicias de derechos de importación y exportación; el no arrendamiento del almojarifazgo (monopolio que conducía a abusos en el avalamiento de los derechos); la libertad de los extranjeros para avecindarse en la Isla; la disminución de los derechos de oro y de otros derechos menores; la petición de tierras para propios; la medida de que no tuvieran indios ningún ausente, el gobernador, los oficiales reales y sus respectivas familias; franquicias para todo el que viniera a poblar; libertad de tránsito entre Santo Domingo y España y las demás colonias de América; la residencia del gobernador cada tres años; la visita a la Real Audiencia; la elección por cada villa de su alguacil y de su fiel; la acuñación de moneda en la propia Isla; el alza del valor del oro a su tipo normal y otras cosas más, fueron peticiones Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 283 libremente hechas por todos los cabildos de la Isla, en el año 1518, en una reunión de delegados celebrada en la ciudad de Santo Domingo y que se llamó Junta de Procuradores, como se denominaban estas asambleas coloniales. Para la constitución de esta Junta hubo elecciones en cada ayuntamiento, no en el pueblo, sino entre los mismos regidores para la designación del procurador local y la elección por dicha Junta de un procurador que pasaría a España a pedir mercedes para la Isla. Por cierto fueron algo reñidas y alborotadoras porque, para aquella época, estaba vivo el cisma de «servidores» y «deservidores del rey» capitaneados los primeros por Miguel de Pasamonte, tesorero real, y que iban contra los intereses de don Diego Colón, virrey y gobernador, y los otros, por el juez de residencia, Alonzo de Zuazo, y que dicho sea de paso y en honor a la verdad, ni aquellos eran mejores «servidores» del rey que de sus propios intereses, ni los otros deservían a su monarca en grado que ameritasen aquel calificativo. El primer Cabildo españolense, fundado, según el tipo de Cabildo español, quizá sería el de Santo Domingo, en 1496. Cuando Colón vino en su segundo viaje fue autorizado por los Reyes Católicos para nombrar hasta tres regidores en las poblaciones que fundara, manera singular de constituir cabildo. No recordamos, o no sabemos, si el Primer Almirante procediera inmediatamente en La Isabela según esas instrucciones. Quizás no, puesto que siendo hombre de mar poco sabría de los esatutos de tierra, o siendo hombre que aspiraba a la autoridad absoluta no le vendría en ganas o no le convendría compartirla. Al salir para Cuba nombra una Junta de Gobierno, encabezada por su hermano Diego, y este puede ser prenda. *** No puede prescindir un organismo social de la administración de la justicia. Al fundarse La Isabela se nombró un alcalde mayor que era quien dirimía los asuntos de justicia en toda la Isla. Este cargo recayó en el célebre Francisco Roldán, quien 284 Carlos Larrazábal Blanco disgustado, con razones o sin razones, alzóse contra la autoridad del Descubridor, armó alborotos por toda la Isla y produjo no pocos daños materiales y morales al progreso de la colonia. Más tarde, fundada ya la ciudad de Santo Domingo, fue designado alcalde mayor Alonso Maldonado. Pero como se fundaran más poblaciones y un solo alcalde no fuera suficiente se crearon dos alcaldías mayores, una con residencia en La Vega, para la parte Norte de la Isla, y la otra con residencia en Santo Domingo con jurisdicción en el Sur. No parece que los alcaldes mayores tuviesen facultad para causas de apelación, y por esto, probablemente, fueron designados tres jueces. Poco después, en 1511, nació la Real Audiencia. Tenía jurisdicción civil y criminal y tenía la facultad de conocer todo lo concerniente a lo político y administrativo. Es bueno recordar que los cabildos tenían ciertas atribuciones judiciales. Un escritor sudamericano, cuyos nombres y patria no recordamos, apunta y hace la observación de que las actuales nacionalidades americanas corresponden a las lindes de las antiguas Reales Audiencias. En efecto, al territorio de la Audiencia de Santo Domingo corresponde la República Dominicana, cuando su jurisdicción se redujo al mínimo y, bien pudiera considerársele más territorio, moral y simbólicamente; al territorio de la Audiencia de Guatemala, corresponden a las Repúblicas Centroamericanas; al de la Audiencia de Charcas, la República de Bolivia. Audiencias tuvieron su asiento en Panamá, Caracas, Santa Fe de Bogotá, Quito, Lima, Buenos Aires. No parece sino que la Real Audiencia tuviera la misión social de educar en una comunidad de intereses, de ir creando sentimientos superiores a las necesidades civiles del Cabildo. La Audiencia despertaba a la intuición de la patria grande, el Cabildo a la patria chica. La Audiencia hacía la síntesis, el Cabildo era lo analítico. La Audiencia integraba, el Cabildo, en cierto sentido, tendía a la desintegración, al crear intereses lugareños, celos de aldea. A partir de 1511, año de su fundación, la Real Audiencia de Santo Domingo fue la Real Audiencia de las Indias, la Real Audiencia del Nuevo Mundo. Su jurisdicción fue tan Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 285 dilatada como dilatados eran los dominios españoles. Fue la Real Audiencia de las tierras descubiertas y por descubrir. Señora durante algunos años, la Real Audiencia de Santo Domingo, con la muy noble y muy leal ciudad de Santo Domingo por trono y cetro, rigió la Nueva España que estableció sobre las ruinas de Tenochtitlan, rigió la Tierra Firme; rigió el Perú, que se estableció sobre el deshecho trono de Atahualpa. En más de una ocasión las naos españolas salían del puerto de Santo Domingo llevando providencias de la Real Audiencia a distintos lugares de las Indias. Ya era la nave del licenciado Lucas Vázquez de Ayllón, quien iba a poner paces entre Hernán Cortés y Pánfilo de Narváez, en los preliminares de la conquista de México; ya era la del capitán Fuenmayor que llevaba socorros militares al Perú; ya era la que llevaba al licenciado Zuazo a varias misiones; ya la del licenciado Lebrón, la de Badillo, la de Loaiza… La Audiencia nombra gobernadores, dispone residencias, explora los mares, ayuda a empresas de colonización y fundación de ciudades. La omnipotencia de la Isla Española es patente. Su Real Audiencia le imprime unidad moral y política a la conquisa y a la colonización de un mundo y ese mundo ha de girar alrededor de su cabeza vivible y enhiesta: la ciudad de Santo Domingo, «llave, puerto y escala de todas las Indias». Más tarde, en 1527 por necesidades imperiosas se disgrega el primer territorio de la amplia jurisdicción de la Audiencia del Nuevo Mundo, al fundarse en aquel año la Audiencia de México. Después siguieron otras erecciones: Panamá, Lima, Bogotá y por último Caracas, en el año 1787, el último vástago que se fue del materno regazo, la última oveja que abandonó el aprisco. *** En las instrucciones que el 29 de mayo de 1493 los Reyes Católicos dieron al Almirante don Cristóbal Colón con motivo de su segundo viaje, aparece lo que se podría llamar el primer plan educativo en la colonización de América. Plan, desde 286 Carlos Larrazábal Blanco luego, puramente religioso y moral, que tenía por fundamento la conversión de los indios a la fe católica, pero, por medio de procedimientos persuasivos, suaves y amorosos. A esta obra debían contribuir todos, no solo el padre Boil, a quien se referían las instrucciones: «Que todos los que en ella van y los que más fueren de aquí adelante, traten muy bien y amorosamente a los dichos indios, sin que les hagan enojo alguno, procurando que tengan los unos con los otros mucha conversación y familiaridad haciéndose las mejores obras que ser pueda». Los Reyes siempre insistieron en este aspecto educativo de la conquista, y cuantas veces hubo la oportunidad hicieron hincapié en ello. Tal en 1497, en otras instrucciones al Primer Almirante y en las dirigidas a don Diego Colón, cuando este vino a hacerse cargo del gobierno de la Isla, y fechadas en 3 de mayo de 1509. En estas últimas se pormenoriza mejor, conservándose siempre el fondo moral de una catequización por medio del amor. Ha de existir en cada población un eclesiástico que ha de enseñar las cosas de la fe y proporcionársele un local adecuado para que allí se junten todos los niños. Más tarde se precisó mejor a estos respectos, y se amplió el primitivo plan de estudios. Además de ordenarse la manera de enseñar a los indios la doctrina cristiana se dispuso que todos los españoles que tuviesen encomendados más de cincuenta se obligaban a enseñar a leer y escribir a los más inteligentes para que estos a su vez enseñasen a los demás, es decir, una enseñanza mutua, que después ciertos maestros europeos introdujeron como una novedad en la pedagogía. Así también se dispuso que todos los hijos de caciques hasta los trece años fuesen entregados a los frailes franciscanos para que los adoctrinasen en la fe católica y los enseñasen a leer y escribir, por lo que vinieron a ser estos, antes que los dominicos y los jesuitas, los primeros en ocuparse de la educación. Producto de estas disposiciones fue el célebre cacique Enriquillo que se educó con los franciscanos de la Verapaz y de quien parece haber sido su principal maestro el conocido fray Remigio. Pero no se quedó satisfecho con que los indios se aprendiesen la doctrina cristiana y más tarde supieran leer y escribir, sino Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 287 que se dispuso que también aprendieran gramática latina y otras cosas de ciencia para lo que fue nombrado el bachiller Hernán Suárez, clérigo, con pago de salario por la Real Hacienda. Esto se previó por Real Cédula del 24 de febrero de 1513. En 1514 Suárez ejercía su magisterio y en virtud de que tenía «a cargo enseñar a leer y escribir y gramática a los hijos de los caciques» se le encomendaron tres naborias. Al bachiller Suárez debía concedérsele el primer maestro de escuela de Santo Domingo en el orden cronológico, según quiere nuestro amigo y colega el licenciado Rodríguez Demorizi, y bien que tiene razón. En 1529 el obispo y gobernador Sebastián Ramírez de Fuenleal pidió a los gobernantes españoles la fundación de un colegio donde fuesen enseñados en las cosas de la fe los naturales y los hijos de los españoles, a la vez que se les proporcionarían maestros en todas las ciencias. Con las rentas de ciertas casas que pedía el obispo-presidente se pagarían dos clérigos para adoctrinar indios y negros y alcanzaría pagar también dos bachilelres para que enseñasen gramática, que con lo que personas particulares habían donado se podría pagar a quien enseñara artes y teología. Con esto estaba el cuadro de asignaturas completo, y pedía, al fin y al cabo, Fuenleal, la fundación de un colegio de estudios generales o Universidad. El colegio se fundó, y fue el primero de la Isla. Clío, Año VIII, Núm. 39 (enero-febrero de 1940). Discurso* 7 Señores: Un mandato nos trae a este tribunal hoy, el de la Academia Dominicana de la Historia, que celebra con fuerza de júbilo y alabanza el centenario del natalicio de don Emiliano Tejera que vino al mundo el 21 de septiembre de 1841. Este mandato lo acogemos gustosos porque somos disciplinados y amamos todo lo espiritual. Por deber y con amor, pues, comparecemos ante vosotros, que nos vais a escuchar, y, además, para ungirnos con el sagrado óleo del recuerdo de varón tan preclaro. La personalidad de don Emiliano Tejera es suficientemente conocida, no vamos, pues, a tratar de ella para descubrirla o para señalarla. En el corazón de todos los dominicanos debe existir un rescoldo de veneración para el hombre que fue un prócer ilustre y excelso. Prócer, porque fue siempre activo propulsor e instigador de pensamientos y de cometidos nobles, al servicio de los cuales puso una poderosa voluntad, una clara inteligencia y una conciencia sana y recta. Prócer porque vino a ser cabeza visible, jefe, dignatario del más acendrado civismo dominicano. * Leído el 21 de septiembre de 1941, en el homenaje rendido por la Academia Dominicana de la Historia a don Emiliano Tejera. (Nota del editor). 289 290 Carlos Larrazábal Blanco Su personalidad es inconfundible, fuerte y sin contradicciones. Vivió siempre en la dirección de su «premisa mayor», y permítasenos la expresión y los conceptos de Aldous Huxley. Nunca erró su propio camino. No se traicionó a sí mismo jamás, y, por tanto, su vida nunca perdió sentido. No imitó premisas mayores ajenas, no falseó su propia esencia personal. Nada en él hubo de vida ficticia, nada en él de la tipología del poseur, nada en él de fatuidad. Mucho pudo en la formación de este arquetipo de persona moral la fuerza biológica de sus ancestros y una propia fuerza impulsadora de su espíritu autocreador por excelencia. Nada, o muy poca cosa debe a las influencias educadoras de la escuela, pobre y desmedrada en el lapso de su infancia, y a las influencias del ambiente que se debatía, a veces estérilmente, otras apuntando errores, y otras con el sino fatal de lo trágico, por la estabilización de una república democrática y libre. Los fundadores de la progenie Tejera en Santo Domingo fueron don Antonio Tejera, militar del arma de la artillería, natural de Zaragoza, y doña Manuela de Castro y Miranda, oriunda de las Islas Canarias, que se unieron en Santo Domingo a mediados del siglo xviii. Un descendiente de este tronco, don Juan Nepomuceno Tejera y Tejeda, casó con la virtuosa dama Ana María Penson, hija del tronco fundado en los comienzos del siglo xix por el marino inglés, natural de Londres, Nicholas Penson, hijo de Thomas Penson y de Elizabeth Tripe, que casó con Úrsula Herrera, hija de Pedro de Herrera y de Tomasina de Frómeta, ambos de viejos abolengos criollos. Don Juan Nepomuceno Tejera y doña Ana María Penson fueron los padres de don Emiliano. Existen caracteres en la vida pública y en la vida privada del gran dominicano, que nos enaltece hoy al proferir su nombre y tratar de él en este trabajo, que nos llevan a pensar en la fuerza de la herencia. Existe cierta reciedumbre de alma en la estirpe Tejera. Pensamos en la típica tozudez e intolerancia españolas, en la apatía criolla y en la persistencia sajona. Pero, en don Emiliano, por esa estructura propia espiritual que lo Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 291 conformaba, estas cualidades, dentro siempre del tono de aquella reciedumbre, cayeron del lado de lo bueno, lo bello y lo útil, sesgaron hacia el camino de lo honorable, lo honesto y lo probo, sublimaron en virtudes plenas de nobleza. Por de fuera, para el común de las personas y para las gentes vulgares, y, aun para muchos que lo trataron de cerca, había en don Emiliano mucho de huraño e intransigente. Lo creían un hombre raro; y, precisamente, esto de raro fue, en vez de un tildado, un calificativo justo. Ese concepto llevaba dentro de sí, a la vez que una declaración de incapacidad para comprenderlo, un transigir con su carácter, un tolerar, una especie de adivinar, de vislumbrar los tesoros de aquel gran espíritu. Considerada biológicamente, la personalidad de don Emiliano corresponde a un fenotipo especialísimo, original. Los genes Tejera, las fuerzas genotípicas de esa estirpe canarioaragonesa, a no dudarlo, han influido poderosamente así como también las fuerzas genotípicas de las estirpes criolla y sajona, únicamente que las situaciones vitales por las que atravesó no ejercieron, en la creación de su fenotipo, sino influencias en sentido contradictorio. Una revisión sincrónica del ambiente histórico en que se desenvolvió harían fácilmente caer en la cuenta de la verdad de este aserto. Las fuertes y permanentes corrientes culturales que educan a los pueblos y que crean ambientes propicios a los grandes espíritus, no existieron en su época. De la oscuridad de la dominación haitiana, pasó la Patria a estar a merced de la ambición, la incomprensión y la falta de ideales de los fuertes que tomaron a su cargo el manejo de la cosa pública. De falta de ideales se asfixió muchas veces la República. Por falta de espiritualidad en los que dirigieron, por una pésima educación ancestral, ese conglomerado de valores que hacen de todo pueblo un conjunto espiritual, es decir, costumbres, moral, artes, poesía, ciencia, derecho, escuela, Estado, Iglesia, no brindó al ilustre Tejera, en conjunto de fuerzas sintéticas y armónicas, la savia vigorosa que aquel robusto tronco parece sacó de dentro de sí mismo. 292 Carlos Larrazábal Blanco Aquella tozudez e intolerancia injertada en su sangre por sus progenitores de Aragón y de las Islas Canarias, se transforman, sesgan, se geometrizan en su espíritu, y valga la expresión, en una línea recta, en un triángulo o en un círculo, donde, si es línea, existe una temeraria dirección de puntos que siguen su sempiterno camino hacia la infinitud; donde, si es triángulo, no se puede tolerar que la suma de los ángulos sea mayor o menor que la de dos rectos; donde, si es círculo no se puede transigir con que los puntos de la circunferencia disten desigualmente del centro. Y esto así, don Emiliano protesta, cuando hay que hacerlo; dice la verdad, desnuda, escueta, lacerante, cuando hay que decirla y a quien decirla. Don Emiliano no tolera lo que se descamina de lo justo, lo recto, lo exacto. La apatía que corre por la sangre de sus venas, heredada de sus ancestros criollos, o que pudo ser enseñada y alimentada por el ambiente circundante, aquel espíritu de selección no la dejó asomar. Esa modalidad temperamental, fisiológica, climática, se transforma en lo contrario, cuando precisamente es necesario que se transforme, y aparece en él, en vez de un simple y etimológico «no padecer», una vivaz, sana y robusta pasión. El «¿para qué?» de la apatía jamás fue su frase. No se dijo: «¿para qué una patria libre?» dejando, a la vez, discurrir tranquilamente la idea santanista de la anexión a España. No. Unos veinte años tenía entonces, y se lanzó en la palestra restauradora. Protestó, no toleró, no transigió, no claudicó, fue tozudo y con la pluma, como espada o banderín, se hizo trajinero de los más elevados ideales de bien patrio. Nada de apatía en su espíritu sino todo pasión. Pasión para Tejera fue la Patria; pasión para Tejera fue la personalidad del fundador de la República y Redentor de la Patria, Juan Pablo Duarte; pasión para él fueron el estudio y la sabiduría; pasión fue la vida del civismo; pasión fue la santidad incólume del hogar. Nuestro prócer dio una dirección distinta a lo que hemos llamado «persistencia» al señalar en los Tejera un rasgo sajón. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 293 Pero, se puede persistir tanto en lo malo como en lo bueno, así como en lo frívolo o de poco valor. En la persistencia del inglés hay de todo. La persistencia inglesa funda un imperio y con ello destruye, si hay que destruir, pero también crea y dignifica la vida civil; la persistencia inglesa da, en los momentos en que vivimos, el ejemplo de un pueblo fuerte, heroico, sufrido y ecuánime ante los embates de la más despiadada guerra que ojos humanos hayan visto; la persistencia inglesa en fin, permite que la frivolidad del aristócrata más recalcitrante, o la del simple burgués quede satisfecha plenamente y a través de innúmeras generaciones. La persistencia en Tejera es únicamente para todo lo que encierra un valor y para todo lo que entraña un ideal. La persistencia genuina inglesa tiene siempre un tono de egoísmo, la de Tejera es eminentemente altruista. Así, con este espíritu pasó don Emiliano Tejera por la vida. Incomprendido muchas veces, pero siempre advertido. Y no podía serlo de otro modo. El temple de alma que en él hemos señalado es uniforme, matemáticamente constante. Así son su esencia y su valer, pero existe en él, además, una estructura, una forma poliédrica, proteica. Su alma era como foco de luz que emitía ondas de diversas longitudes. De haber vivido en los dichosos tiempos bíblicos, hubiera sido un patriarca de luengas barbas y rudas sandalias, de cuya boca el pueblo hubiera escuchado palabras santas, consejos llenos de sanidad moral; públicas reprobaciones, sabias profecías. Y, como rezan los Proverbios, manzana de oro con figuras de plata hubiera sido su palabra por dicha cuando convenía; patriarca fuerte hubiera sido, por sabio y de pujante vigor, por docto; su enseñanza hubiera sido manantial de vida. De haber vivido en la Edad Media, don Emiliano no hubiera sido un señor de horca y cuchillo, ni un vasallo para rendir pleito homenaje. Hubiera sido un monje hundido entre pergaminos o infolios antiquísimos; perdido entre matraces y retortas en busca de piedras filosofales o preparando recetas polifármacas. Hubiera pasado parte de su tiempo en el examen del 294 Carlos Larrazábal Blanco movimiento de astros y planetas, en la consulta de horóscopos, o componiendo tablas cronológicas. De haber vivido en los tiempos actuales y en otro medio, quizá su intelecto proteiforme lo hubiera llevado al complejo plano de los estudios matemáticos y de la Filosofía y a ponerse al servicio de los grandes problemas de la Física, la Química, la Biología, la Economía Política, la Moral, además de que hubiera sido un decidido campeón de la paz universal y la mutua comprensión de las naciones y los pueblos. Don Emiliano fue un sabio, y sabio por la fuerza de su espíritu y de su mente. Fue un gran autodidacta que se dirigió por todos los caminos. No sistematizó estudios en universidad alguna, ni lució en las paredes de su casa diplomas profesionales. Él fue para sí mismo, su propia Schola, su propio Studium, su propia Universitas, porque él eligió sus propias disciplinas, sistematizó, a su modo, sus propios estudios; y, porque en él mismo se corporizaron el maestro y el estudiante y porque él fue lo unum y lo versum. Nunca ostentó un título de abogado, sin embargo fue hombre de leyes, fue miembro de legislaturas y de asambleas constituyentes. Fue legislador, pero no solo en el sentido político y constitucional de la expresión, sino en el que dice el hombre que en su hogar prepara leyes para el pro común y son llevadas al Congreso. No estudió para ninguna profesión en la cual incumbieran las matemáticas, sin embargo preparó una tabla dominicana de pesos y medidas y su equivalencia dentro del sistema métrico decimal. No fue licenciado ni doctor en Medicina, y sin embargo conoció las propiedades de drogas vegetales y minerales, y a su hogar iban los padres de familias a consultarle acerca de asuntos médicos. Sin fungir de dómine filólogo hizo un inteligente acopio de voces indígenas. Teniendo siempre por acicate la justicia y la verdad fue, quizá sin proponérselo, un escritor y un historiador, y siempre que ejerció estos nobilísimos ministerios lo hizo con grandeza porque lo hizo con sinceridad, con ciencia y con amor. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 295 Don Emiliano ejerció en nuestra sociedad, por esa fuerza de esencia que tenía, y porque su naturaleza era de orden universal, un verdadero patriarcado. A su casa iban jefes del Estado a oírle respecto de asuntos graves de la cosa pública; los políticos, a pedir consejos y orientaciones; los legisladores a pedirle leyes; los padres de familia a pedir salud. Era llamado a las actividades del gobierno a título de capacidad técnica y moral. Por su casa pasaban los idealistas, los que amaban a la Patria y a sus héroes, los que amaban la Historia. Todos iban a oír de labios del sabio y del profeta una sentencia, un consejo, un consuelo o un reproche. Y todos iban a escucharlo a su hogar. Ese hogar que era para él santuario y palestra, escuela de civismo e inmaculado baluarte del más puro patriotismo. Y todos pudieron haber comprendido que aquel hombre, que en nada amó la frivolidad, que tomó siempre la vida por el lado serio y de responsabilidad, sufría su tragedia interior, rumiando en los apartamientos interiores de su casa y en los recoldos de su espíritu los dolores y fracasos de la Patria, que los hacía sus propios dolores y fracasos. Y todos pudieron percatarse que aquel hombre, aquel patriota, aquel justo y amador de la verdad, no solo tenía ideas sino ideales, y que estos, a través de la criba de su intelecto, su moral y su civismo, constituyeron su pensamiento vivo que se sintetizó así: La Patria debe ser libre y soberana, culta y amante de sus leyes, de sus instituciones y de sus tradiciones; Los límites de la República son los que corresponden a la denominada antigua parte Española de Santo Domingo; Los restos del Primer Almirante don Cristóbal Colón descubiertos en Santo Domingo son los auténticos despojos mortales del Gran Descubridor; Juan Pablo Duarte es el Padre de la Patria, el fundador de la República y su más esclarecido y puro prócer. 296 Carlos Larrazábal Blanco Elevemos hoy, señores, nuestros pensamientos fervorosamente hacia tan ínclito repúblico. Exultemos su memoria, tengamos su civismo por hecho heroico de la más elevada proceridad y afinquemos en nuestros espíritus la esencia y valor de su personalidad. 21 de septiembre de 1941. Clío, Año IX, Núms. 49-50 (septiembre-diciembre de 1941). Pbro. Rafael García Tejera Discurso leído la noche del 4 de mayo de 1941, en el templo de San Carlos, con motivo de celebrarse el centenario del nacimiento del ilustre sacerdote. A medidos del siglo xvii, según refiere la historia que de las islas Canarias escribió Viera y Clavijo, la calamidad del hambre azotó a esas entonces desafortunadas islas, flagelo que provino de grandes y continuadas sequías, y de innúmeras nubes de langostas que hasta la saciedad consumieron todas las plantaciones. Sus habitantes, movidos por estas desdichas, dejaron sus lares patrios y se acogieron al refugio de otras islas y países, para buscar el bienestar perdido. Muchas familias se trasladaron a América, la siempre virgen América. En 1685 ya las había en Santo Domingo. Entonces se les dio asiento en una región a orillas del Ozama y muy cercano a los términos de la ciudad capital. Pero, mal comienzo hubo de experimentar la inmigración. Muchos de sus miembros enfermaron y murieron. La mortalidad de niños fue notable y tal era la miseria, la desesperación o la tozudez de algunos canarios, que exponían a las puertas de la Catedral los cuerpos exanimes de sus hijitos. El 24 de abril de aquel año se hallaron dos niños muertos, los primeros quizás; el 24 de junio tres más, y en totalidad, de abril a septiembre, unos quince hallazgos de esta índole. El arzobispo Fernández de 297 298 Carlos Larrazábal Blanco Navarrete escribió al Rey en esta triste ocasión: «Ha sido el Señor servido de havernos regalado este año con muchas enfermedades, muertes y aguas, de los isleños han acabado gran número». Más tarde el rey Carlos II les dio a los isleños asiento definitivo y se fundó el pueblo de San Carlos de Tenerife, cuya vida ya va para largo, con unos doscientos cincuenta años, algo más que menos. Los isleños canarios que fundaron y poblaron a San Carlos eran amantes del trabajo, del hogar honesto y de las buenas obras: santos de cuerpo y de corazón eran. La honradez y la lealtad fueron escudos de sus actividades del espíritu. En verdad que eran tozudos, con esa tozudez propia de todo buen español y de todo buen isleño. A este respecto bueno es recordar la expresión del obispo Navarrete, protector decidido de estos inmigrantes y principal propulsor de la fundación de la villa de San Carlos, es decir persona que les era afecta, en la ya citada carta donde se refieren las enfermedades, y muertes: «verdad es que se han portado como gente sin razón». Y cabe pensar que aquello de la exposición de cadáveres de niños a las puertas de la Catedral, hacía decir así al bueno del arzobispo. Los primeros tiempos del pueblo fueron malos. Principalmente, se dedicaron sus pobladores al cultivo de las tierras que les repartieron, pero, muchas veces, con mala fortuna. Huyeron de Canarias para encontrar en Santo Domingo dificultades grandes. Muchas familias vivieron siempre en la miseria. Muchos enterramientos habían de hacerse de limosna. A pesar de la bonanza del clima en la región asignádales muchos enfermaban de muerte, bellísimas doncellas y apuestos mancebos morían en la flor de la edad y en el frutecer de las ilusiones. Matrimonios hubo que perdieron sus hijos uno tras otro en corto espacio de tiempo. Andando el tiempo las cosas mejoraron. La selección se fue efectuando. Los más inteligentes, los más fuertes y emprendedores, a mucha lucha iban venciendo. Alrededor del año 1720 vinieron a la isla nuevos aportes de familias, de las cuales algunas quedaron en San Carlos. Para 1740 la iglesia que hoy benévola Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 299 nos acoge al reunirnos en torno a la memoria de un ilustre sacerdote, el padre Rafael García Tejera, de prosapia isleño-sancarlense, ya se había comenzado. La población de blancos ascendía para entonces a unas 653 personas. El trabajo agrícola de la villa abastecía a la Capital de frutos menores para el diario sustento. Para mediados del siglo xviii, estaba en plena floración el asiento isleño. Algunas de las familias que primero llegaron, y las nuevas, lograron estabilizarse económica y socialmente, y muchos de sus miembros llegaron a ser dirigentes notables de la villa. En la vida de cabildo, en la vida militar y la de la justicia, nombraremos al regidor don Juan Díaz de Morales, al teniente coronel don Juan Martín de Abreu, casado con Isabel Rodríguez de Mota y que murió en 1708; los capitanes Fiallo, Lorenzo Díaz, don Salvador Álvarez, los tenientes Pedro Enríquez y Lázaro Abreu, muerto este último en 1782 y que había casado con Catalina Díaz de Peña; los alguaciles mayores don José Bello y don Fernando de Mota; los alcaldes don Luis Rodríguez y don José Abreu; el alférez real don José Martínez Fajardo. Entre las familias de esa centuria se cuentan de apellidos diferentes a los citados: Hernández Betancourt, Pérez Guillama, Alonso Gómez, González, Ravelo, Arvelo, Gurrola, Pereyra, Cairos, Delgado, Rodríguez de Vergara, Álvarez, Fuentes, Correa, Cidrón, Guerra y otras muchas que no es del momento citar. Unas estirpes han desaparecido, otras persistido y dado a la Patria soldados que fundaron la República, políticos conspicuos, presidentes del Estado, oradores, poetas, artistas, sacerdotes, hombres de ciencia. No todos los isleños de San Carlos quedaron indefinidamente en su villa sino que se extendieron a la Capital y diferentes lugares del país, principalmente Baní y sus aledaños, Yaguate, San Cristóbal. De modo que de esta «loma» bajó sangre blanca y sana por el torrente circulatorio de la Capital y aquellos lugares, y con esa sangre bajó también un espíritu nuevo que al contacto con el nuevo ambiente y con su cultura, obró milagros. La tozudez se transformó, se estilizó, por así decir, en rectitud de 300 Carlos Larrazábal Blanco carácter y valentía personal; el amor al terruño y a las tradiciones y a la raza, en amor a España, en odio al haitiano, en el patriotismo genuino de tantos que dieron su empeño y su sangre en los campos de batalla de la República; la ingenuidad, candor y bondad primitivos, en las virtudes de crisol del padre García; el temperamento acucioso y averiguador, en la ciencia de muchos descendientes; el oculto subconsciente artístico en la melodiosa garganta del padre Santiago Díaz de Peña, en las líricas canciones de trovadores ya olvidados, en el estro de muchos poetas. *** Entre las familias canarias de aquella época hay que contar la fundada por Juan García, que casó con Ángeles o Ángela Ravelo, la que era hija de Tomás Ravelo y Francisca González y que nació en 1749. Este García no sabemos a ciencia cierta si era nacido en Canarias o en San Carlos. Desde 1685 hay personas de este nombre; Mariana, la mujer de un Juan García, muere en aquel año, así como también muere un Manuel, hijo de este. El primer Juan García no sabemos qué nexos tenga con el que nos interesa en este momento, Juan García Fleytas, natural de Canarias, es de esta época, casado con Tomasa Alonzo, y no tiene nada que ver con el casado con Ángeles Ravelo. Del matrimonio de Juan García nacieron varios hijos, entre estos José y Manuel. José casó dos veces, una con Tiburcia de Peña y otra con Eusebia Abreu, y descienden de estos enlaces muchos troncos, tales como las familias Piantini y Arvelo. Manuel casó con Juana Fajardo o Martínez Fajardo, y fueron hijos de este matrimonio Pablo, Eusebia, Juan y José María. De Pablo descienden las familias García-Montebruno, García-Gautier y Mieses-García. De Eusebia, por su matrimonio con el riojano Pablo de Oca, descienden los Rodríguez-Oca. De Juan, por su matrimonio con Candelaria Brunet, descienden los CruzadoGarcía, los García-Guerra, los García-García, los Pereyra-García. De José, por su matrimonio con Celestina Tejera y Soto, descienden los García-Tejera, cuyo primer vástago fue el padre Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 301 José Rafael García y Tejera, que vio la luz primera el día 4 de mayo de 1841. De esta familia derivan los troncos vivos ObregónGarcía, García de la Concha, García-Alfonseca, García-Batista, García-Saviñón, Billini-García. Fueron también hijos de Manuel García Ravelo, Fernando, que casó con Gregoria Ricardo y de donde descienden los troncos vivos Henríquez-García, y Gabina, que casó con Benigno Ruiz Castillo, de donde descienden los Castillo de San Carlos. De esta raza isleña y de esta familia procede, pues, por vía paterna el noble sacerdote Rafael García. No discurrió, sin embargo, su niñez en San Carlos, puesto que su padre, al casarse con muchacha de la Capital, fundó su hogar fuera del lar nativo. Largos años la familia García-Tejera estuvo asentada en la calle de San José, esquina noroeste de la calle del Conde, y allí mismo, por largos años asentó don José García su negocio. Pero, andando los años, habría el padre Rafael de venir a San Carlos a ejercer admirablemente la cura de almas. La vida del padre García no es de aquellas que por lo variada, múltiple, brillante, asendereada o llena de sucesos graves, interesantes y pintorescos, llenarían volúmenes enteros con solo ir anotando, hecho tras hecho, con rigurosidad cronológica, haciendo poco caso del valor moral de estos hechos, de su naturaleza y esencia, de sus tendencias y sus fines. De esta manera llenan volúmenes la vida de grandes políticos, de egregios conquistadores de pueblos, de prepotentes cardenales y obispos. De ellos fue el dominio de una hora, de un pedazo de la tierra o de una idea, aunque la hora hubiera sido aciaga, bañada en sangre y sudor la tierra, falsa o muerta la idea. La vida del padre García es de diversa índole y difícil de captar. No nos interesa el Rafael García producto de un rebusco y cotejo de papeles viejos: en qué escuela aprendió, cuándo fue al Seminario, cuándo se ordenó de sacerdote, cuándo se le hizo canónigo honorario. Estos hechos en sí nada nos dicen en este momento. Lo que nos interesa es el hombre mismo, el alma que reposaba y animaba su ente biológico, y su espíritu que se alimentaba de aquella alma y se afianzaba en ella. 302 Carlos Larrazábal Blanco La vida de este sacerdote fue una eterna primavera, que producía tranquilamente, serenamente, las mejores flores espirituales hechas de amor y piedad, y dejadas caer al arroyo para que las recogieran todos. Sabemos que de la vida de su hogar, donde la discurrió entre sus hermanos y sus primos, tropa de la cual era el mayor, y con cuyos componentes solía solazarse interviniendo activamente hasta en los juegos de los más pequeños, pasó a la vida escolar austera del Seminario Conciliar, donde estudió y de donde salió uno de los mejores latinistas dominicanos, según oímos de labios del extinto prócer de la oratoria don Manuel Arturo Machado. Del Seminario a la vida. A su vida, a la cura de almas, a la elaboración de conciencias y de mentes, al sacerdocio y al sagrado apostolado de la educación. Quisiéramos decir mucho acerca de lo que él valía. Quisiéramos que nuestras palabras y nuestras ideas expresaran encendidamente todo lo que aquel espíritu atesoraba. Quisiéramos decir todos los merecidos elogios que su persona, su sacerdocio y su vida total merecían, pero tememos que al querer hacerlo los manes venerandos del que en vida rehuyó todo elogio y alabanzas, se estremezcan de terror. Queremos, como él, ser parco, queremos, como él, la sencillez y la situación humilde, pero queremos, como él, ser justo, y respetando su sagrada memoria decir algo de quien se ha dicho poco. Sin embargo, se ha dicho poco, porque lo que se ha dicho no aparece en grande escala en letras de molde, pero se ha sentido mucho respecto del padre García, y todas las voces que hemos escuchado son unánimes en el reconocimiento de sus virtudes. Fuera de sus familiares hemos oído hablar con cariño, ardor, justicia y hasta unción, a estas tres personalidades: don Manuel Arturo Machado, ya desaparecido, don Federico Henríquez y Carvajal y don Manuel de Jesús Troncoso de la Concha. Los asertos no son los de un frío documento, son asertos vivos de personas justas y sabias. El Padre Meriño, de abolengo isleño, aquel entero varón, ilustre por su civismo y por la fuerza de su temple total, quería Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 303 entrañablemente a García, y de lo poco que se ha escrito de este sacerdote parte principal lo escribió él, y no podemos menos que leer la página salida de aquella recta y justiciera mano con motivo de la muerte del padre García. Además, debo engastar en la labor de estas palabras alguna perla que la realce y avale. He aquí la página de Meriño: El 3 de los corrientes a las cinco de la tarde, apagóse… la vida temporal del reverendo señor canónigo tesorero don Rafael García Tejera, cura beneficiado de la parroquia de San Carlos, sacerdote del país, educado y formado en él, verdaderamente ejemplar y edificante por sus virtudes; laborioso, modestísimo, ganoso siempre de oscurecerse en último puesto por ingénita inclinación movido, que se llenaba de tribulaciones y afligía como un chiquillo amenazado al proponérsele un ascenso en la carrera; tratado con deferente aprecio por los prelados a quienes veneraba con humilde espontaneidad y sincera devoción; querido y respetado de sus compañeros y amado con cariño filial por todos sus feligreses, su muerte ha sido motivo de general sentimiento en esta ciudad y singularmente en San Carlos, y de ello se ha dado público testimonio desde el instante en que se supo hasta el acto de inhumación de su cadáver. Los buenos, que lo son tales por virtud de legítimos merecimientos, reciben siempre el espontáneo homenaje de la conciencia social que ve esplenderse en ellos aureola de ennoblecida personalidad; y, cuando mueren, no pueden romper el vínculo que les liga a los demás hombres en el movimiento común de esa vida transitoria, sin dejar de producir honda y dolorosa impresión en el alma de la comunidad de que formaran parte. De las virtudes del padre García gozaban todos, como del insensible placer que le causa la posesión perenne de suavísima luz. Tan modestas y silenciosas las poseía y practicaba él que apenas se le apercibieron. Y a tanto 304 Carlos Larrazábal Blanco extremo que tuvo la buena suerte de que no se le descubriesen y diesen a la publicidad afligiéndole, necia o inoportuna alabanza. Mas, cuando la luz se extingue inesperadamente y caen de repente las negras sombras espesándole sobre los ojos sorprendidos y errabundos, ¿cómo no echar de menos el beneficio perdido ni experimentar el intenso dolor? ¡Oh! sí, grande y muy notable es el vacío que deja en nuestra iglesia el venerable padre García. Sus 28 años de digno sacerdocio la mayor parte empleado en el meritísimo ejercicio de la cura de almas y de la enseñanza de la juventud, amén de los servicios que prestó como secretario del Vicariato Apostólico y canónigo tesorero de esta Catedral, le harán siempre memorable y le presentarán de modelo edificante a nuestro clero. Repose sobre él la corona de la justicia con que galardona el Justo Juez a sus fieles servidores al consumir la carrera de esta vida… R.I.P. *** García era toda una personalidad, pero hay que descubrirla y describirla cuidadosa y sutilmente. No era hombre en escena; no hacía el héroe, no hacía el mártir, no hacía el apóstol. Por esto, para muchos, pasaría inadvertida toda la esplendorosa belleza de su espíritu, la fuerza de su personalidad, el valor de su carácter. Para muchos sería, sencillamente, un hombre bueno y manso, humilde y tranquilo, como otro cualquiera. Su vida no se exterioriza como las de otros, ostentando. Su vida se realiza subjetivamente, dentro de él mismo. Su tragedia, si la hubo, fue interior; su revolución, si la hubo, fue interior; sus luchas, sus combates y su triunfo final y libertador fueron interiores. Su vida plenamente cristocéntrica realiza su ideal pleno. García actualizó su ideal. Lo que aspiraba a ser lo fue, y, precisamente, fue lo que debió haber sido. Su persona empírica Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 305 coincidió con su persona ideal y para lograr eso son necesarias grandes luchas interiores, intensos afanes, caídas y vueltas a levantarse, y, a veces, muchos dolores y pesadumbres. El padre García culminó en la plena posesión de la libertad moral. Desligóse de la fuerza atractiva del mundo y de la sociedad, desligóse de las fuerzas atractivas y tiránicas del hombre como ente biológico, desligóse de las pasiones humanas. Llegó a la libertad de acción plena, determinó lo que quería, descubrió los valores que anhelaba, los quiso, los amó y los captó. Ganó el padre García la plena libertad moral. De ahí su rara personalidad que se traducía en dulzura de modales, humildad, timidez, fe acrisolada, caridad. Su pan era para quien lo necesitara y no para él. Su ropa era para el desnudo y no para él. Su corazón era para su prójimo y no para él. Su pensamiento era para el bien, y no para él. Su vida, toda era para Dios y no para él. El padre García llegó a la superación de sí mismo, y ganó la salvación, no solo la salvación de que habla Goethe, sino la salvación de unción cristiana purísima. Pero, para llegar a la salvación es necesario vencer, y el padre García venció. Cuando el hombre vence del miedo o de la timidez puede llegar a las más grandes manifestaciones del valor personal, puede llegar a ser un valiente, un héroe. Vencer del medio es más fácil que vencer de la carne y del odio, del rencor y el egoísmo, y la envidia, y de toda la caterva de malas pasiones, que conturban, y cuando el hombre vence en estos reductos, es más que un valiente, más que un héroe, es un Santo. Y santo fue Rafael García. Santo, no por una actividad santa dentro del ajetreo diario del vivir, por una actividad objetiva, sino santa actividad puramente espiritual y subjetiva. Francisco Xavier Billini, de feliz recordación, fue santo, pero distinto a García. Lo santo de Billini es de realidad terrenal, y él no lo ocultaba. Activo, emprendedor, andaba por entre la gene de posición y de dinero para obligarlos al bien que olvidaban. Billini era un espíritu templado para la actualización, en la sociedad, de ideales de bien común. 306 Carlos Larrazábal Blanco García andaba en planos supraterrenos y espirituales. Carecía del sentido pragmático de la vida. Billini hubiera sido un Ignacio de Loyola. García hubiera sido un Francisco de Asís. Dicen los filósofos que el espíritu mata la vida. Klages ha dicho que el espíritu es una cuña que desvitaliza el alma y desanima el cuerpo. Por medio del espíritu se elevan los hombres, pero lo que se gana en esta elevación se pierde en fuerza, en energía vital. Tal fue el caso del padre García. El 3 de octubre de 1888, a los 45 años de edad, murió, casi se puede decir que se murió porque sí, se puede decir que no murió de enfermedad. Fue una luz a la que faltó la fuerza vivificadora y se extinguió para siempre. En ese día Rafael García Tejera, muerto en olor de santidad, al dejar la vida terrenal, la vida de los vivos y pecadores, él fue el hombre libre moral por excelencia, el gran humilde, el gran honesto, el gran probo; en ese día de su muerte, entró de pleno en el reino absoluto de lo verdadero, lo bueno, lo bello y lo santo: en el reino eterno de Dios. Clío, Año X, Núm. 54 (julio-agosto de 1942). Bibliografía colonial Fray Bartolomé de las Casas, Historia de las Indias (Edición del Marqués de la Fuensanta del Valle y D. José Sancho Rayón, 1876) Agatharchides Cnidius «Agatharchides Cnidius, allegándose más cerca de la verdad, según opinión de Diodoro que lo recita, dice: que porque en los montes de Etiopía llueve grandes aguas desde el solsticio estival, que es a 14 de junio o a 14 dél, hasta el equinoccio del otoño, que es a 14 de setiembre, por esto no ser maravilla que en el invierno traiga el Nilo sola el agua ordinaria natural que mana de sus fuentes, y en el verano venga muy pujante; y en esta sentencia parece Diodoro declinar». (Lib. I, t. II, cap. CXXIX, pág. 217). Agatárquides fue un geógrafo e historiador griego de Cnido, que vivía 120 años A. de J. C. Se le conocen tres obras: De mari rubro, De Asia y Euripiaea. Sant Agustín «Por la misma razón escribió los 22 libros de la Ciudad de Dios, Sant Agustín, como se ve por él en el segundo libro, cap. 43 de las Retractaciones…» (Prólogo, pág. 16). 307 308 Carlos Larrazábal Blanco «En la epístola 99 a Evodio». (Prólogo, pág. 20). «Confírmalo Sant Agustín en muchos lugares de sus obras; pero baste al presente referir lo que de la religión cristiana en este propósito dice libro X, cap. último, De Civitate Dei…» (prólogo, pág. 21). «Ansi lo dice S. Agustín, 24 q. 3, cap., Corripiantur…» (prólogo, pág. 32). «… y tras esta opinión se fue Sant Agustín en el 16 libro De Civitate Dei». (Lib. I, t. I, cap. VI, pág. 64). (Lib. I, t. I, cap. VII, pág. 74). «De Civitate Dei». (Lib. I. t. I, cap. X, pág. 86). «Por lo cual es necesario decir, que ansi como fueron, no uno, sino muchos Hércules, según Sant Agustín, Lib. XVIII, cap. 12, De Civitate Dei…» (Lib. I, t. I, cap. XV, pág. 112). «otros alegaban a Sant Agustín, el cual,… negaba que hubiese antípodas… y así traían por refrán “duda Sant Agustín”…». (Lib. I, t. I, cap. XXIX, pág. 230). (Lib. I, t. II, cap. CXXVII). «San Agustín, libro XVIII, cap. 36, De Civitate, no aprueba aquel Lib. IV de Esdras, sino el III, cap. 3º diciendo que por aventura, Esdras fue profeta en aquello que dijo, “que la verdad es más fuerte y poderosa que el Rey e las mujeres e el vino”…». (Lib. I, t. II, cap. CXXXIX, pág. 266). «Y Sant Agustín, libro IX, cap. 6º sobre Genesim ad literam (acerca de la fuente común del Tigris y el Éufrates)». (Lib. I, t. II, cap. CXLIV, pág. 295). «…concuerda Sant Agustín, sobre Genesim ad literam, libro V, cap. 10 el cual dice, que el agua de todas las fuentes y ríos del mundo, dulce, de la fuente y cuatro ríos del Paraíso procede…». (Lib. I, t. II, cap. CXLIV, pág. 296). «… según Sant Agustín, libro XIV, cap. 10, De Civitate Dei: ¿Quid timere aut dolere poterant in tantorum tanta affluencia bonorum, ubi non aberat quicumque quod bona voluntas non adipisceretur…» (Lib. I, t. II, cap. CXLVI, pág. 305). «Y Sant Agustín, en el libro VIII, cap. 3º sobre Genesim ad literam: Plantavit ergo Dominus Paradisum in delitiis, hoc est enim in Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 309 Edem, ad Orientem». (Lib. I, t. II, cap. CXLVI, pág. 304). «… de generación en generación, los había Dios de traspasar (a los hombres) en la vida eterna y estado celestial, por dos o de dos maneras, según dice Sant Agustín en el libro IX, cap. 6º sobre Genesim ad literam…». (Lib. I, t. II, cap. CXLVI, pág. 303). (Lib. III, t. III, cap. XI). (Lib. III, t. III, cap. XXIII). «Primero se han de raer de los corazones los ídolos… por diuturna y diligente y contina doctrina y pintarles en ellos el concepto y verdad del verdadero Dios y después ellos mismos, viendo su engaño y error, han de derrocar y destruir con sus mismas manos y de toda su voluntad los ídolos que veneraban por Dios o por dioses; así lo enseña Sant Agustín en el sermón De puero Centuriones de verbis domini». (Lib. III, t. IV, cap. CXVII, pág. 463). «… y guay de los que Dios toma por verdugos y por azotes de otros, que acabado el castigo, suele echar el azote en el fuego como Sant Agustín en la misma materia dice…». (Lib. III, t. V, cap. CXLV, pág. 11). Alberto Magno «… y daba para ello cinco razones las cuales vea quien quisiera, por Alberto Magno, en el libro De natura locorum, cap. 6, I». (Lib. I, cap. VI, t. I, pág. 58). «… la cual aprueba mucho Alberto Magno en el susodicho libro De natura locorum, cap. 7; diciendo, que entre lo calidísimo y frigidísimo, de necesidad debe haber alguna templanza: debajo del trópico hiemal, que es el de Capricornio, es el lugar calidísimo, debajo del polo es frigidísimo, porque los rayos del sol miran aquel lugar obliquissime». (Lib. I, t. I, cap. VI, pág. 61). «… y alega a Alberto Magno en el dicho libro De natura locorum, aunque yo allí no lo hallo, sino en el Lib. I, cap. 8º, De mineralibus». (Lib. I, t. I, cap. VII, pág. 70). 310 Carlos Larrazábal Blanco «Según dice Alberto Magno en el Lib. II, distinción tercera, capítulo 1º, De natura locorum, no estaba mucha tierra poblada, la cual, creciendo la gente después según él se pobló». (Lib. I, t. I, cap. IX, pág. 83). «El uno es, porque según refiere en el libro 2º, capítulo 7º, De natura locorum, Alberto Magno… cuando César Augusto hizo o quiso hacer la descripción del mundo…». (Lib. I, t. I, cap. XV, pág. 116). «… en el capítulo 6º, trajimos de Alberto Magno, … las piedras no crecen, porque no viven, pero según otros, sí…». (Lib. I, t. II, cap. XCL, pág. 35). «Alberto Magno en el libro I, cap. 7º, De mineralibus, dice también, que en su tiempo en la mar de Dacia, cerca de la ciudad lubicense se halló un ramo grande de árbol, en el cual estaba un nido de picazas, y en él picazas convertidas en piedras…». (Lib. I, t. II, cap. XCI, pág. 35). «… de estas dos cosas del lodo grueso y pegajoso y del dicho vapor, son engendradas las piedras…». Esto es de Alberto Magno en el cap. 5º del 3º tratado De las propiedades de los elementos». (Lib. I, t. II, cap. XCI, pág. 37). «Todas las cosas dichas (relativas a las virtudes medicinales de las perlas) son sacadas… de Alberto Magno, Lib. II, cap. 2º, De mineralibus…» (Lib. I, t. II, cap. CXXXVI, pág. 248). «Para entendimiento de esto débese saber, según Alberto Magno en el Lib. I, capítulos 7º, 8º y 9º, que las estrellas, por su cantidad y su lumbre, y por su sitio y por su movimiento, mueven y ordenan el mundo, según toda materia y todo lugar, de las cosas que se engendran y corrompen». (Lib. I, t. II, cap. CXXXVI, pág. 249). «Y la señal de esto Alberto Magno allí refiere, que hay algunas aguas, por la virtud mineral que aquel lugar donde corren contiene, tan fuertes, que corriendo por tales materias se embeben en las cosas minerales, o que tienen vecindad con ellas, por lo cual el agua misma y las cosas que están en ella se convierten en piedras más presto o más tarde, según que es más fuerte o más débil la virtud que forma las piedras o la pidificativa…». Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 311 (Lib. I, t. II, cap. CXXXVI, pág. 250). «II, De coelo, Tratado III, capítulos 9, 10, 11», (trata de la redondez de la Tierra). (Lib. I, t. II, cap. CXLI, pág. 277). «Primero que según el Aristóteles y Alberto Magno… comúnmente todo el orbe juntamente es dividido con la tierra en dos partes principales, iguales, según que la línea equinoccial lo divide en dos hemisferios, austral y aquilonar; y dicen que el austral es la cabeza y eminencia del mundo, y el aquilonar son los pies y lo bajo y cuasi sentina del mundo». (Lib. I, t. II, cap. CXLV, pág. 298). «De aquí es que Aristóteles y Alberto Magno en el II, cap. 2º. De coelo et mundo… afirman que las estrellas de aquella parte son mayores y más resplandecientes y más nobles y más perfectas, y …». (Lib. I, t. II, cap. CXLV, pág. 299). Alberto Magno. Filósofo y teólogo. Alberto von Boslltedt. Nació en Suavia en 1195 y murió en Colonia en 1280. Estudió en Padua, se hizo fraile de Santo Domingo en 1221. En París se graduó de maestro. Sus obras fueron publicadas en Lyon en 1651. Comentó a Aristóteles, Avicena y a los árabes. Albusanar (Lib. I, t. I, cap. VI, pág. 64). Albumasar fue un astrónomo árabe (776-885), compuso cerca de 50 obras. Alfagano (Lib. I, t. I, cap. V, pág. 56). Debe ser el árabe Alfragano. 312 Carlos Larrazábal Blanco Pedro de Aliaco «Esto dice Aliaco, libro De Imagine mundi, cap. 8 y cap. 11, 12 y 49, y en el tratado Mapae Mundi, cap. De figura terrae y cap. De mari, y ansí tiene por manifiesto ser verdad de haber antípodas». (Lib. I, t. I, cap. VI, pág. 65). «… en el libro De Imagine mundi, cap. 11, dice que aquellas partes extremas del mundo donde hay seis meses de día y otros tantos de noche es habitable…». «Lo mismo dice Aliaco en otro tratado de Mapa mundi, cap. de figura terrae». (Lib. I, t. I, cap. VII, pág. 70). «Pero lo que más admirable cosa es, que según dice Pedro de Aliaco, en el tratado De mapa mundi, ser opinión antigua que España y África… era todo tierra… por manera que no había estrecho de Gibraltar…». (Lib. I, t. I, cap. VIII, pág. 77). «Lo primero es lo que Pedro de Aliaco, cardenal que en los modernos tiempos fue en filosofía, astrología y cosmografía doctísimo, cancelario de París, maestro de Juan Gerson y hallose en el Concilio de Constanza por el año 1416…» (Lib. I, t. I, cap. XI, pág. 89). «Dice, pues Pedro de Aliaco en el tractado De imagine mundi, en el cap. 8º De quartitate habitabili, y en el cap. 19 de su Cosmographia, y en otras partes de sus tratados, alegando a Aristóteles, que no es mucha mar del fin de España, por la parte del occidente... y llama el fin de España al fin de África porque lo que agora se llama África se llamaba y era España. La razón de esto da el mismo Aliaco en el cap. 31 De imagine mundi...». (Lib. V, t. I, cap. XI, pág. 89). «… y de esta España dice Aliaco que hablan Plinio y Orosio e Isidoro, y ansí a este propósito dice Aliaco más en el cap. 19 de su Cosmographia, que según los filósofos y Plinio el mar océano, el cual se extiende entre fin de España la ulterior conviene a saber, de África por la parte del Occidente, y el principio de la India por la parte de Oriente, no es gran latitud…» (Lib. I, t. I, cap. XI, pág. 90). «… cuanto más que según Sant Isidro, las Hespérides se nombraron de una ciudad que se llamaba Hespéride en fin de Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 313 Mauritania, y concuerda con él Aliaco en el cap. 41, del libro De imagine mundi: De insulis famosis maris Oceani…». (Lib. I, t. I, cap. XV, pág. 115). «Quot nationes et populi usque ad nostra tempora Hispaniam obtinuerunt. Lo mismo afirma Pedro de Aliaco, cardenal, en el De imagine mundi; cap. 31». (Lib. I, t. I, cap. XVI, pág. 121). «Yo hallé en un libro viejo de Cristóbal Colón de las obras de Pedro de Aliaco, doctísimo en todas las ciencias y astronomía y cosmografía escritas estas palabras en la margen del tratado De imagine mundi, cap. 8º…». (Lib. I, t. I, cap. XXVI, pág. 213). «… y de ellos es Pedro de Aliaco, doctísimo varón en todas ciencias, el cual, en el libro De imagine mundi, cap. 8º, alega la dicha autoridad de Esdras diciendo que aquel libro los santos tuvieron en reverencia, y por él las verdades sagradas confirmaron». (Lib. I, t. II, cap. CXXXIX, pág. 266). Pedro de Ail y/o Petrus de Aliaco, nació en Compiegne, Francia, en 1350 y murió en 1420 o 1425. Obispo de Cambrai en 1398. En 1411 el papa Juan XXII lo hizo cardenal. Escribió algunas obras que han sido publicadas y así mismo sus sermones. Se ha creído que el escrito más notable es el titulado Libellus de Emendatione Ecleciae, pero su obra más nombrada es Imagine mundi, que es una mediocre recopilación de obras de autores diferentes: Aristóteles, Ptolomeo, Hegecipo, Juan Damasceno, Séneca, Plinio, Orosio, San Agustín, Isidoro de Sevilla, Beda, Alfragnano, y, según se infiere del propio Las Casas, de San Anselmo también. Imagine mundi se publicó en 1411. El descubridor Cristóbal Colón hizo mucho uso de esta obra. San Ambrosio «De lo cual Sant Ambrosio hace difusa disputa por dos libros a que intituló De vocatione omnium géntium». (Prólogo, pág. 21). «Paréceme que debo aquí mezclar otra profecía cristiana de Sant Ambrosio… y dice ansí en el Lib. II, cap. 6º, De la vocación de todas las gentes». (Lib. I, t. I, cap. X, pág. 88). 314 Carlos Larrazábal Blanco «San Ambrosio, no en el Examenón, como el Almirante dice, sino en el libro Bono mortis, cap. 10, contra los gentiles que creían morir las ánimas juntamente con los cuerpos, parece aprobar también el IV (libro de Esdras), aunque da a entender con alguna condición…» (Lib. I, t. II, cap. CXXXIX, pág. 266). «… porque según dicen que refiere Sant Basilio en su Examenón, y Sant Ambrosio en el suyo… que como el Paraíso esté constituido en monte altísimo puesto que arriba sea él todo llano, cae el agua de la fuente que sale dél en un lago grande, de donde proceden después los cuatro ríos caudales…». (Lib. I, t. II, cap. CXLVI, pág. 304). «… porque el codicioso… nunca otra cosa contempla, sino al oro y a la plata, y de mejor gana mira al dinero que al sol, y nunca de otra cosa trata, y son palabras de Sant Ambrosio». (Lib. III, t. IV, cap. XLV, pág. 97). San Ambrosio fue uno de los Padres de la Iglesia, célebre obispo de Milán. Su tratado más célebre es el de los Deberes, a imitación de una obra de Cicerón. Amiano Marcelino «Lib. XXIII, de su Historia». (Lib. I, t. I, cap. XL, pág. 295). «Lo mismo afirma el historiador Amiano en el Lib. XII de su Historia» (acerca de las crecidas del Nilo). (Lib. I, t. II, cap. CXXIX, pág. 216). «Esto dice Amiano (sobre las angustias, calor y fuego porque pasó Hanón con su flota al pasar a la siniestra de Libia o Etiopía), entre los historiadores griegos, seguidor de verdad, muy nombrado en la Historia de la India hacia el Cabo…». (Lib. I, t. II, cap. CXXXII, pág. 228). También se llama sencillamente Ammiano. Historiador latino, nacido hacia 320 en Antoquía. Escribió la historia Rerum Gestarum, Libri XXXI, que se comprendía desde Trajano hasta la muerte de Valente. Se consideran a los 18 hijos que quedan Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 315 de estas obras los de más méritos. Ha sido traducido a los idiomas modernos. Anaxágoras «Anaxágoras y otros dijeron que la causa es por las muchas nieves que están en los montes de Etiopía, que con el calor del sol en verano se derriten, y aquellas hacen crecer tanto el Nilo; y esta opinión fácilmente se derrueca, porque no podía haber tantas nieves, que tan gran cantidad de agua en el Nilo causasen…». (Lib. I, t, II, cap. CXXIX, pág. 215). Ángelo «El Bartholo y Ángelo en la lec. número 1ª, párrafo Si certum petatur». (Prólogo, pág. 13). Bartolomé Anglico «… solamente hallo que esto afirmaron los santos susodichos a Bartolomé Anglico, autor del libro De propietatibus rerum, en el libro XV, cap. 112, y a otros que los tomaron dél…». (Lib. I, t. II, cap. CXLVI, pág. 305). Anónimos «Y como dice cierto pagano: Vista aliena nobis magistra est,…». (Prólogo, pág. 12). «De lo mismo se hacen mención en el libro Inventio fortunata». (Lib. I, t. I, cap. XIII, pág. 99). «pero cierto, más debía tener el cronista que escribió la dicha Crónica del rey don Juan, pues se halló presente aquel 316 Carlos Larrazábal Blanco tiempo que no Juan de Barros que escribió, atinando, cien años o cerca de ellos después». (Lib. II, t. I, cap. XIX, pág. 154). Debe ser García de Resende (véase). «Todo esto hasta aquí cuenta la historia del rey don Juan II de Castilla». 10 (Lib. I, t. I, cap. XIX, pág. 156). Debe ser García de Resende (véase). «… y así como en los animales que son engendrados de putrefacción o pudrimiento y cosas podridas, como los ratones, según las materias que se tratan en el libro IV de los Metauros…». (Lib. I, t. II, cap. CXXXVI, pág. 249). Metauros debe ser error de imprenta o de paleógrafos, y debe leerse Meteoros, obra de Aristóteles. «Y el autor de la Esphera» (trata de la redondez de la Tierra). (Lib. I, t. II, cap. CXLI, pág. 277). Ptolomeo, como introducción al Almagesto, escribió De la disposición de la esfera. «Esto trata también en el libro De propietatibus rerum, libro XIV, cap. 29, hablando del monte Olimpo y alega al Maestro de las Historias…». (Lib. I, t, II, cap. CXLII, pág. 283). Bartolomé Anglico es autor de una obra de este nombre (véase). «La Historia escolástica, en el cap. 13, sobre el Génesis: Plantavit Deus Paradisum herbis et arboribus insitum, a principio creationis, scilicet cum aparuit arida…» (Lib. I, t. II, cap. CXLIII, pág. 286). Esta historia puede ser la de Pedro Comestor. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 317 San Anselmo «… si añadiéramos también lo que Sant Anselmo trae en el Lib. I, cap. 20, De imagine mundi, que en el mar océano había una isla de frescura…» (Lib. I, t. I, cap. VII, pág. 71). «… si leyendo entre otros opúsculos de Sant Anselmo, no viera el libro I, De imagine mundi, capítulo 20». (Lib. I, t. I, cap. VIII, pág. 75). «… por lo que dice Sant Anselmo en el Lib. I, cap. 20, De imagine mundi, que las Hespérides estaban cerca de las Gorgonas». (Lib. I, t. I, cap. XVI, pág. 127). «… y Sant Anselmo, libro I, cap. 10, De imagine mundi, que aquella tierra se llama de oro o dorada, porque tiene los montes de oro por abundar tanto dél, que como sea habitada de unas hormigas mayores que perros muy grandes,…; sacan con las uñas inmenso oro debajo la tierra, y puesto encima de la superficie, parécese desde la mar ser los montones todos de oro». (Lib. I, t. II, cap. CXXVIII, pág. 208). «También hace a la prueba de lo arriba dicho (respecto del Paraíso), lo que refiere Sant Anselmo en el libro I, cap. 22, De imagine mundi…». (Lib. I, t. II, cap. CXLIV, pág. 296). El Arzobispo de Canterbury nació en Aosta en 1033 y murió en 1109. Algunas de sus obras conocidas son: Monologium, Proslogium seus fides quaerens intellectum. En la primera trata, de acuerdo con principios racionales, de desenvolver la ciencia de Dios; en la segunda trata de demostrar la existencia de Dios por medio del principio del ser perfecto. Apión (Prólogo pág. 4). Apión fue un gramático de Alejandría, siglo I. 318 Carlos Larrazábal Blanco Aristóteles «6º de las Éticas,» «2º de los Físicos: Ideos error sirca finem es pessimus». (Prólogo, pág. 26 y 27). «y el filósofo en el IV de la Metafísica, dice: “que los hombres deben convenir con las propiedades y oficios de las cosas”…» (Lib. I, t. I, cap. II, pág. 43). «Aristóteles y Averroes, en 4º, De Coelo et mundo, daban esta razón…» (Lib. I, t. I, cap. VI, pág. 61). «… porque según el Filósofo, en el 2º de los Físicos, el sol concurre al engendramiento y vida de las cosas…». (Lib. I, t. I, cap. VII, pág. 68). «… y si añadiéramos lo que Aristóteles dice el libro De mundo, hablando del mar Océano ser cosa verisímil y creedera en el haber muchas islas grandes y chicas». (Lib. I, t. I, cap. VII, pág. 71). «… porque según Aristóteles en el libro De causis propietatum Elementorum Radix habitationis est ecqualitas et temperamentu». (Lib. I, t. I, cap. VII, pág. 71). «Ser la dicha isla Atlántica mayor que Asia y África parece no ser cosa difícil de creer, por lo que dice Aristóteles en el tratado De mundo que escribió a Alexandre, cap. 1º…» (Lib. I, t. I, cap. VIII, pág. 77). «Aristóteles no calló ansimesmo, en un tratado De admirandis in natura auditis… dice… que unos mercaderes de Cartago acaso descubrieron en el mar Atlántico u Océano una isla de increíble fertilidad…». (Lib. I, t. I, cap. IX, pág. 81). «Trae también el filósofo en el fin del segundo libro De coelo et mundo, que dice que de las Indias se puede pasar a Cáliz en pocos días…». (Lib. I, t. I, cap. XI, pág. 91). «lo mismo significa Aristóteles de los que hallaron la isla que, arriba… dijimos ser a lo que creemos la tierra firme hacia el Cabo de Sant Agustín». (Lib. I, t. I, cap. XIV, pág. 105). «… el primero es aquella historia que arriba… pusimos del Philosopho en el tratado, De admirandis in natura auditis». (Lib. I, t. I, cap. XIV, pág. 108). Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 319 «Por aquí parece que los navíos de Cáliz… de que hace mención en el libro De admirandis in natura auditis…» (Lib. I, t. I, cap. XXXVI, pág. 268). «… y Aristóteles en el libro De mineralibus dice, que algunas hierbas y plantas, y algunos animales también, se convierten en piedras por la virtud mineral, que tiene tal fuerza y virtud lapidificativa… y esto dice que acaece en los lugares pedregosos…» (Lib. I, t. II, cap. XCI, pág. 36). «… contradice lo que el Filósofo dice en el II, de los “Mechaoros”, cap. 1º, conviene a saber, que la tierra y la mar de Septentrión es más alta que la de Austro…». (Lib. I, t. II, cap. CXLI, pág. 276). «En el II, De coelo, cap. 14» (trata de la redondez de la Tierra). (Lib. I, t. II, cap. CXLI, pág. 277). «… y este es el Oriente, como sea la diestra parte del cielo, según el Filósofo, en el libro II, De coelo et mundo, y la diestra es mas noble que la siniestra, y así, fue cosa conveniente que Dios allí lo pusiese» (el Paraíso). (Lib. I, t. II, cap. CXLIII, pág. 287). «Que se le deba la más noble parte del cielo a la más noble parte de la tierra (el Paraíso) pruébase lo primero por el Filósofo en el IV de los “Físicos”, que el lugar y lo que se ha de poner en él han de ser ambas a dos cosas proporcionadas: Locus et locatum debent proportionari». (Lib. I, t. II, cap. CXLV, pág. 297). «Primero, que según el Aristóteles, en el II De coelo et mundo, y… comúnmente todo el orbe juntamente es dividido con la tierra en dos partes principales, iguales, según que la línea equinoccial lo divide en dos hemisferios, austral y aquilonar; y dicen que el austral es la cabeza y eminencia del mundo y el aquilonar son los pies y lo bajo y cuasi sentina del mundo». (Lib. I, t. II, cap. CXLV, pág. 298). «De aquí es, que Aristóteles… el II, cap. 2º De coelo et mundo… afirman que las estrellas de aquella parte son mayores y más resplandecientes y más nobles y más perfectas y…» (Lib. I, t. II, cap. CXLV, pág. 299). «… libro II de Metheoros… en el tratado especial que hizo del acrecentamiento del Nilo…». (Lib. I, t. II, cap. CXXIX, pág. 214). 320 Carlos Larrazábal Blanco «Aristóteles en el dicho Tratado de la inundación o creciente y menguante del Nilo, recitadas muchas opiniones, dice la suya, y es: que en la madre del río Nilo hay muchas secretas fuentes que en el invierno están cerradas sin manar, y en el verano se abren y manan, dando de sí tanta agua, que hacen al Nilo avenir con gran pujanza que toda la tierra de Egipto pueda bañar…» (Lib. I, t. II, cap. CXXIX, pág. 219). «… que los hombres vecinos de pueblo tengan libertad con efecto, y no de palabras, porque los siervos, como estén a mando y disposición de otro, no son parte de pueblo ni de ciudad a quien la ley común se deba dar, como prueba el Filósofo en el tercero de su Política…» (Lib. III, t. III, cap. XI, pág. 408). «Manifiesto es que las riquezas naturales, según el Filósofo en su libro de la Política, no son otra cosa sino las labranzas y frutos que da la tierra…» (Lib. III, t. III, cap. XI, pág. 405). (Lib. III, t. III, cap. XII). (Lib. III, t. III, cap. XXIII). «… todo tirano, como carezca de razón, de derecho y de justicia, según el Filósofo en el libro V de la Política, cap. 11, huélganse de las discordias…». (Lib. III, t. IV, cap. CXXII, pág. 490). «… y a lo que dijo el reverendísimo Obispo, que son siervos a natura por lo que el Filósofo dice en el principio de su Política, que vigentes ingenio naturaliter sunt rectores et domini aliorum y deficientes a ratione naturaliter sunt servi…». (Lib. III, t. V, cap. CXLIX, pág. 134). «Tornado al propósito de este señor obispo de tierra firme (el de Darién, fray Juan Cabedo), aunque supone… ser los indios siervos a natura, pero no lo aprueba ni lo aplica las condiciones y razones que el filósofo pone donde lo alega, que es en libro I de su Política…». (Lib. III, t. V, cap. CL, pág. 140). «… y así, monstruos en la naturaleza humana, como la naturaleza obre siempre perfectamente y no falte sino en muy mínima parte, como el filósofo prueba en el libro II, De coelo et mundo, y en otros muchos lugares». (Lib. III, t. V, cap. CLI, pág. 144). «… pruébase también por lo que dice y añade allí el filósofo, de los bárbaros que son propiamente siervos por natura, Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 321 entre los cuales no hay principado natural, porque no tienen orden de república… Pero todo el contrario vemos en los indios… porque ellos tienen Reyes y señores naturales…». (Lib. II, t. V, cap. CLI, pág. 142, 143). Arnoldo «Todas las cosas dichas (relativas a las virtudes medicinales de las perlas) son sacadas… de Arnoldo…» (Lib. I, t. II, cap. CXXXVI, pág. 248). Arnaldo de Vilanova fue un célebre médico y filósofo español (1240-1311). Obras que se le atribuyen, entre otras: Scholae Salernitane opusculum; De conservancia juventute et de retardanda senectute; Comentario herético sobre el Apocalipsis; Liber apellatus Thesaurus, etc; Novum lumen; Epistola super alchymia ad Regen Neapolitanum; De lapide philosoforum, etc; Medicinalium introductionum Speculium; De húmido radicali; Regimen sanitatis; Autidotarium. Archilocho (Prólogo, pág. 7). Arquíloco fue un poeta griego de Parus, que vivía 700 años antes de Cristo. Averroes «Trae también el filósofo en el fin del segundo libro De coelo et mundo que dice que de las Indias se puede pasar a Cáliz en pocos días y lo mismo afirma su comentador allí Averroes». (Lib. I, t. I, cap. XI, pág. 91). «Aristóteles y Averroes, en el 4º De coelo et mundo, daban esta razón…». (Lib. I, t. I, cap. VI, pág. 61). 322 Carlos Larrazábal Blanco Averroes fue un médico y filósofo árabe (1120-1108. Nacido en Córdoba. Tradujo a Aristóteles y añadió muchos comentarios a los tratados de este filósofo. Las Casas en algún lugar, por este motivo, le llama el Comentador. Se conocen muchas obras, entre ellas: Comentarios mayores y menores; De Substancia Orbis; Epístola sobre la conexión del intelecto agente o abstracto del hombre; Compendio del Almagesto; Del movimiento de la esfera terrestre; Sobre la apariencia circular del cielo de las estrellas fijas; Colliget, o libro de las generalidades de Medicina. Avicena (Lib. I, t. I, cap. VI, pág. 59). «Esta segunda razón… pone Avicena, Lib. I, sent. 1ª., De complexionibus, cap. 1º». (Lib. I, t. I, cap. VII, pág. 71). Médico árabe. Sus obras se elevan a ciento y todavía se conservan manuscritos en algunas principales bibliotecas de Europa. Algunas de sus obras son: Canon medicinae, El cántico, poema médico; La curación; La Lógica, que es un comentario de la de Aristóteles, etc. San Barnabás «Según dijeron Sant Pablo y Sant Barnabás en el libro de los Actos de los Apóstoles. Capítulo 14». (Prólogo, pág. 25). San Bernabé, uno de los primeros discípulos de los apóstoles. Se consideran apócrifas las obras que se le atribuyen, es decir, los Actos y el Evangelio. San Basilio «…porque según dicen que refieren Sant Basilio en su Exameron… que como el Paraíso esté constituido en monte Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 323 altísimo puesto que arriba sea él todo llano, cae el agua de la fuente del un lago grande de donde proceden después los cuatro ríos caudales…». (Lib. I, t. II, cap. CXLVI, pág. 304). Juan de Barros «Una historia portuguesa que escribió un Juan de Barros, portugués, que llamó “Asia” en el libro III, cap. 2º de la primera década haciendo mención de este descubrimiento no dice sino que, según todos, afirman este Cristóbal era genovés de nación». (Lib. I, t. I, cap. II, pág. 42). «Esta era hija de un hidalgo que se llamaba Bartolomé Moñiz Perestrello, caballero, criado del infante D. Juan de Portugal… (como parece en la primera Década, Lib. I, cap. 2º, de la Historia de Asia, que escribió Juan de Barros en lengua portuguesa)…» (Lib. I, t. I, cap. IV, pág. 53). «Esto hizo el dicho Mosior Juan Betancor con grandes trabajos y gastos, según dice un cronista portugués llamado Juan de Barros, en sus Décadas de Asia, década 1ª., cap. 12, el cual, entre otras cosas, dice de este Betancor, que vino a Castilla y que de allí se proveyó de gente y de otras cosas que le faltaban». (Lib. I, t. I, cap. XVII, pág. 133). «Cerca del señorío de estas islas la Historia portuguesa, del dicho Juan de Barros, habla muy en favor de aquel dicho infante D. Enrique». (Lib. I, t. I, cap. XVIII, pág. 137). «Aquí hermosea y colora Juan de Barros, historiador de Portugal en la Década 1ª. y Lib. I, cap. 12, que el infante se movía por servicio y loor de Dios y celo de baptizar los moradores de aquellas islas y salvarles las ánimas…» (Lib. I, t. I, cap. XVIII, pág. 138). «Aquí parece que pone esta Historia de Juan de Barros, portugués, dos cosas contrarias que parecen no poderse compadecer». (Lib. I, t. I, cap. XIX, pág. 153). «Cuanto a lo que toca decir de las costumbres, y condiciones y ritos de los canarios, según refiere la dicha Historia portuguesa, 324 Carlos Larrazábal Blanco en todas las susodichas islas habría hasta trece o catorce mil hombres de pelea…» (Lib. I, t. I, cap. XXI, pág. 169). «La Historia de Juan de Barros, portugués, dice, hablando de esto; que el cardenal D. Pedro González de Mendoza fue la mayor parte para que la Reina lo admitiese» (a Colón). (Lib. I, t. I, cap. XXXII, pág. 249). (Lib. I, t. I, cap. XXII, pág. 176), (cap. XXIII, pág. 180). (Lib. I, t. I, cap. XXV, pág. 200), (cap. XXV, pág. 203), (cap. XXVI, pág. 208). «… y en el mismo lugar, que es el cap. 11 del Lib. III, de la primera Década de Asia, dice contando cómo el Almirante Cristóbal Colón acertó, que el rey de Portugal se angustió y entristeció…» (Lib. I, t. I, cap. XXVII, pág. 220). «… dice más el dicho Juan de Barros, historiador, que a fuerza de las importunaciones de Cristóbal Colón, el rey de Portugal cometió el negocio a D. Diego Ortiz, obispo de Ceuta…» (Lib. I, t. I, cap. XXVII, pág. 220). «Esto dice aquella Historia de Juan de Barros, libro V, cap. 1º de su primera Década. Por manera que a porradas había de recibir la fe, aunque les pesase…» (Lib. I, t. II, cap. CLXXIV, pág. 455). «Y dice el historiador portugués Juan de Barros, que el principal capítulo de la instrucción que llevaba el capitán de la Armada, que se llamaba Pedro Álvarez Cabral, era que primero que acometiese a los moros, y a los idólatras, con el cuchillo material y seglar, haciéndoles guerra…» (Lib. I, t. II, cap. CLXXIV, pág. 455). «Todo lo que aquí de esto he dicho (de la expedición de Pedro Álvarez Cabral) lo saqué de dos historiadores portugueses que escribieron toda la historia, desde su principio, de la India; el uno es Juan de Barros, en el libro V, cap. 2º de su primera Década…» (Lib. I, t. II, cap. CLXXIV, pág. 458). Juan de Barros nació en 1496 en Viseo y murió en 1570. Desempeñó empleos importantes en las colonias portuguesas. Publicó sucesivamente las diversas partes de su Asia Portuguesa, Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 325 dividida en cuatro décadas de diez libros cada una. Esta historia trata de los descubrimientos y de las conquistas de los portugueses en las costas de África y en la India desde 1412 a 1526. Juan de Barros es figura principal de la historiografía portuguesa renacentista, tanto por su valor como prosista, y por las materias que trató, como por su vasta concepción (Figueiredo). Bartholo «El Bartolo y Ángelo en la lec. 1ª., párrafo si certum petatur». (Prólogo, pág. 13). Bartolo nació en Umbría, Italia, en 1313 y murió en 1356. Sus obras fueron impresas en el siglo xvi y la principal tiene por título Lecturae in tres libros codicis. Fue jurisconsulto de mucha erudición y gozó por largos años merecida fama. Beda «Esta sentencia siguió Beda en el libro de De Natura rerum, capítulo 43… mense enim majo, dum ostiacius quibus in maremfluit zephiro flante, undis ejectis arenarum cummulo proestruuntur, paulatium intumenscens ac retro propulsus plana irrigat Egipti: vento autem cesante ruptisque arenarum cumulis suo redditur alveo». (Lib. I, t. II, cap. CXXIX, pág. 216). «Las mismas palabras dice Beda en el libro De natura rerum, cap. 46. En aquello que dice, no de forma absoluta, da a entender, que absolutamente no es la tierra esférica, sino con condición…» (Lib. I, t. II, cap. CXLI, pág. 278). «Finalmente ninguna cosa de las dichas (acerca del Paraíso) tiene certidumbre, como quiera que la divina Escritura de esto no haga mención alguna, ni haya hombre que lo haya visto ni pueda ver ni saber, si no le fuere divinamente revelado, porque según Beda sobre el “Génesis” de creer es que aquel lugar es 326 Carlos Larrazábal Blanco remotísimo de la noticia de los hombres». (Lib. I, t. II, cap. CXLVI, pág. 303). El venerable Beda nació en Durham, Inglaterra. Su vida discurrió entre el año 675 y el año 735. Escribió muchas obras sobre retórica, teología, filosofía e historia. La más celebrada de sus obras es la Historia ecclesiástica gentis Angelorum. También escribió un Manual de dialéctica y Chronicon sive de sex huius saeculi aetatibus mundi, que sirvió de base cronológica a casi todas las crónicas universales de su época. Estaba precedida de un escrito, De temporibus, que trataba del cómputo de las festividades cristianas. Beroso (Prólogo, pág. 7). (Prólogo, pág. 32). «… y también por el tratado que se intitula de Beroso, Lib. V, de las “Antigüedades”, que Hespero no reinó en España más de diez años…». (Lib. I, t. I, cap. XV, pág. 112). «… y de España fuese a reinar (Hespero) y reinase por cierta parte de Italia, y en la Italia muriese, según dice Beroso en el Lib. V, de las Antigüedades…». (Lib. I, t. I, cap. XV, pág. 113). Beroso fue un historiador caldeo del siglo iv, A. de J. C. Escribió una historia de Babilonia o de la Caldea. Se hayan fragmentos de Beroso en el tomo XIV de la Biblioteca Griega de Fabricio. La obra de Beroso, según Mariana (Historia general de España): «fue ocasión de hacer tropezar y errar a muchos: libro compuesto de fábulas y mentiras… sin saber bastante disimular el engaño». Biblia «7º del Apocalipsis». (Prólogo, pág. 20). «Concluyendo, pues, las utilidades que traen consigo las verdaderas historias, confírmase todo lo dicho por sentencia de Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 327 Sant Jerónimo, y el cual en el prólogo de la Biblia, dice que: “El libro del Paralipomenom, tal es y de tanta estima digno, que si alguno quisiese sin él alcanzar la ciencia de las escrituras, él así mismo debería burlar y encarnecer…». (Prólogo, pág. 13). «… como dice por Sant Mateo: Solem sum osiri facit super bonos et malos, et pluit super justos et injustos…» (Lib. I, t. I, cap. XVII, pág. 135). «Esto dice el Eclesiástico en el capítulo 34: No aprueba Dios los dones de los que, con pecados y daños de sus prójimos, ofrecen a Dios sacrifico de los robado y mal ganado, antes es ante su acatamiento el tal sacrificio como si al padre, por hacerle honra y servicio, le hiciesen pedazo al hijo delante». (Lib. I, t. I, cap. XXIV, pág. 190). «… lo otro porque contra los negocios más aceptos a Dios y que más provechosos son a su santa Iglesia, mayor fuerza pone para los impedir el ejército de los infiernos conociendo que poco tiempo le quedaba ya, como se escribe en el Apocalipsis». (Lib. I, t. I, cap. XXIX, pág. 234). «Esto parece, por lo que el Hijo de Dios por su boca divina manifestó por Sant Lucas, capítulo postrero: “Necesario fue Cristo padecer, y ansí, por pasión, entrar en su propia gloria”». (Lib. I, t. I, cap. XXXVII, pág. 272). «Y los Apóstoles dijeron, Actuum 14: “Por muchas tribulaciones nos es necesario entrar en el reino de Dios”». (Lib. I, t. I, cap. XXXVII, pág. 272). «Génesis, 7» (sobre el Diluvio). (Lib. I, t. II, cap. CXLII, pág. 285). «… como Josefo, con razón pudo decir a sus hermanos, como a gente de otro reino, extraña y fingiendo que no la conocía, vosotros espías debéis de ser de este reino de Egipto para ver lo más flaco dél, etc., como parece en el Génesis, cap. 42». (Lib. I, t. II, cap. XCIV, pág. 52). «… Josué, II, dijo ella: Novi quod Dominus tradiderit vobis terram…». (Lib. I, t. II, cap. CII, pág. 84). «… y así, hemos de creer, que el Espíritu Santo, por boca de Isaías, habló que España vernían los primeros que a estas gentes 328 Carlos Larrazábal Blanco convertirían, pero que lo podamos señalar con cierto lugar de su profecía, no pienso que sin presunción, si no fuese con nueva lumbre y nueva inteligencia divina, hacerlo podríamos». (Lib. I, t. II, cap. CXXVII, pág. 205). «(Acerca de los viajes que hacían las embarcaciones de Salomón en busca de oro a la isla Taprobana». (Lib. I, t. II, cap. CXXVIII). «Así que, como aquel río Nilo sea uno de los cuatro que salen del terrenal Paraíso y se llama Geon (como parece, Génesis, II, capítulo 4º), que comúnmente se llama Nilo, de este vocablo nilon, griego, que quiere decir limoso, porque su agua es muy limosa…». (Lib. I, t. II, cap. CXXIX, pág. 214). «Plantaverat autem dominus Deus Paradisum voluptatis a principio. “Génesis II”…» (Lib. I, t. II, cap. CXLIII, pág. 286). «… de aquí es lo que dice Ecclesiastés I: ad locum unde exeunt flumina intrant revertuntur ut iterum fluant: omnia flumina intrant in mare et mare non redundat». (Lib. I, t. II, cap. CXLIV, pág. 296). «Génesis», cap. 2º (sobre el Paraíso). (Lib. I, t. II, cap. CXLIV, pág. 294). «Y a esto parece consonar aquellas palabras del “Génesis”, cap. 3º, conviene a saber: que como Adán oyese la voz del Señor, que andaba paseándose, ad auram post meridiem, hacia el aire suavísimo de esa parte de mediodía…». (Lib. I, t. II, cap. CXLV, pág. 299). (Acerca del Paraíso). (Lib. I, t. II, cap. CXLVI). «… parece también esto, porque según el texto hebreo, “Génesis”, II, plantó, Dios el Paraíso en Edén, que significa la tierra o lugar donde plantó, la cual estaba poblada y habitada de gentes, como parece “Génesis”, cap. 4º Egresus Cain habitavit profugus ad Orientaten plagam Edem;… y en “Ezequiel”, cap. 27, donde se cuentan muchos pueblos naciones que traían mercadurías a Jerusalén, entre ellos se nombra los pueblos de Edem y Charam, de donde se averigua ser provincia o región poblada por entonces. Dícese en Ezequiel: Charam et Edem negotiatores tui, etc., Edem cuasi provincia y región, donde está el Paraíso». (Lib. I, t. II, cap. CXLVI, pág. 304). Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 329 «Quiero aquí volver el rayo de la consideración, antes que pase adelante, a la infalible y menuda providencia de Dios y sabiduría sempiterna, la cual puesto que parece que no habla, clamores da, empero, en las plazas y en las puertas de las ciudades, en medio de las campañas, y en todas partes y lugar levanta su voz, como dice Salomón en el primero de sus “Proverbios”…». (Lib. I, t. II, cap. CLXII, pág. 377). «… que uno de los principales cuidados que Dios tiene… es cerca de la prueba y guarda y conservación de la verdad; de aquí es lo que dice el salmista David: qui custodit veritatem in saeculum, y por Esdras: veritat manet, et invalescit in aeternum et vivit et obtinet in saecula saeculorum». (Lib. I, t. II, cap. CLXXV, pág. 460). «Por esta causa, el profeta David clamaba: Notile confidere in principibus in filiis hominum in quibus non est salus». (Lib. I, t. II, cap. CLXXXI, pág. 497). «desto se halla escrito en la Escriptura sagrada, en el fin del libro de Ester». (Lib. II, t. III, cap. XII, pág. 64). «Para que, por ellas (las obras de los cristianos) cognosciendo la limpieza, rectitud, blandura, suavidad y santidad de la ley cristiana, se volviesen luego a glorificar al dador de ella, Jesucristo, y, por consiguiente no tardarían en convertirse. Así lo testifica el mismo Sant Mateo en el cap. 5º». (Lib. II, t. III, cap. XII, pág. 66). «Así dejo Dios ciertas naciones, por los pecados de los hijos de Israel, para que los inquietasen, turbasen, infestasen, robasen y castigasen, como parece por el libro de Josué y de los Jueces». (Lib. II, t. III, cap. LV, pág. 285). «No debiera de ignorar Anciso aquello que en el Eclesiástico está escripto… Immolantes ex inicuo oblatio est maculata. Dona iniquorum non probat Altissimus, nec respicit in oblationibus iniquorum, etc.» (Lib. II, t. III, cap. LXIII, pág. 322). «Este (Alejandro Magno),… llegado a los montes Caspios, donde habían sido puestos y desterrados, llevados cautivos, los diez tribus de Israel, por Teglaphalasar y Salmanazar, reyes de los asirios, del cual cautiverio se trata en los capítulos 15 y 17 del IV de los Reyes…». (Lib. II, t. III, cap. LXIII, pág. 322). 330 Carlos Larrazábal Blanco «Cunde toda la isla la fama y victorias de Enriquillo, húyense muchos indios del servicio y opresión de los españoles, y vanse a refugio y bandera de Enriquillo como a castillo roquero inexpugnable, a se salvar, de la manera que acudieron a David, que andaba huyendo de la tiranía de Saúl… como parece en el primer libro de los Reyes, cap. 22…». (Lib. III, t. V, cap. CXXV, pág. 9). «… y díjose que con alegría iba cantando aquello de David: Montes Gelboe nec ros nec pluvia cadat super vos, ubi ceciderunt fortes Israel». (Lib. III, t. IV, cap. XXXIII, pág. 42). «… y así, una de las mayores plagas y azotes que Dios suele dar a los pueblos, que determinan desmampararse de la palabra de Dios es de sermones privallos, y así lo amenaza Dios por los profetas: Mittant famem in terram, non famen panis sed audiendi verbum Dei, etc.» (Lib. III, t. III, cap. XXIII, pág. 476). «… aunque no sé si otros peores pueden ser, hacen hacer a los Reyes algunas veces los de sus Reales Consejos, de lo cual se quejaba aquel gran rey Artajerjes, como parece en el capítulo final del libro de Esther». (Lib. III, t. IV, cap. XXXVII, pág. 62). «… como si el Rey tuviese poder absoluto para ir contra los preceptos de la ley natural, o aprobar y suplir lo que fuese comentado contra ella, que no es otra cosa sino quitar y poner ley natural, lo que el mismo Dios no puede hacer, porque no puede negar a sí mismo, como dice Sant Pedro…». (Lib. III, t. IV, cap. XXXVII, pág. 61). «Y porque era tiempo del adviento acordaron que el sermón se predicase el cuarto domingo, cuando se canta el Evangelio donde refiere Sant Juan: “Enviaron los fariseos a preguntar a Sant Juan Baptista quién era, y respondioles: Ego vox clamantis in deserto». (Lib. III, t. III, cap. III, pág. 364). «Llegada la hora del sermón… el tema que para fundamento de su retractación y desdecimiento se halló, que una sentencia del Santo Job, en el cap. 36, que comienza: Repetam scientiam meam a principio…» (Lib. III, t. III, cap. V, pág. 370). «… y que la servidumbre que estas padecían era condenada por Dios, como parecía por Ezequiel, cap. 34, Vae pastoribus Israel qui pascebant semet ipsos…» (Lib. III, t. III, cap. VIII, pág. 388). Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 331 «… y por esto fueron reprendidos agriamente por el Señor, los que fueron hallados ociosos todo el día en el mercado; y Sant Pablo dice: “El que no quiere trabajar no coma”…». (Lib. III, t. III, cap. IX, pág. 393). «… cierto, de ellos se puede muy bien decir aquello del libro de la Sabiduría, cap. 5º Ambulavimus vías difficiles». (Lib. III, t. IV, cap. LXVI, pág. 197). «El cual, estudiando los sermones que les predicó la Pascua, o otros por aquel tiempo, comenzó a considerar consigo mismo sobre algunas autoridades de la Sagrada Escritura, y, si no me he olvidado, fue aquella la principal y primera del Eclesiástico, capítulo 34, Immolantes ex iniquio oblatio, est maculata, etc., comenzó, digo, a considerar la miseria y servidumbre que padecían aquellas gentes». (Lib. III, t. IV, cap. LXXIX, pág. 253). Bocaccio «Lo dicho se prueba por Juan Bocaccio, Lib. IV, capítulo 29, De genealogía deorum, donde afirma Hespero haberse llamado Hespero por haber ido a poblar o reinar en Etiopía, la postrera hacia el occidente…» (Lib. I, t. I, cap. XV, pág. 113). «Concuerda con esto Juan Bocaccio, Lib. IV, cap. 30, del libro susodicho donde dice: Fuere quippe ut placet Pomponio, insulte in Oceano occidentali habentes, ex opposito desertum littus in continenti inter Hesperos, etc.» (Lib. I, t. I, cap. XVI, pág. 123, 124). «Decláralo… el mismo Bocaccio en el libro de los Mares, diciendo así: “Hesperium mare ethiopic Oceani pars est ab Hesperdis Virginubus denominatum”…» (Lib. I, t. I, cap. XVI, pág. 124). Es el célebre escritor, poeta y erudito italiano del siglo xiv, conocido autor del Decamerón, monumento de la lengua italiana. De genealogía deorum fue obra copiosa que dedicó a un rey de Chipre y se supone concluyó en 1359. Está dividida en 15 libros, de los cuales, casi todos, excepto los dos últimos, tratan de las guerras que sostuvieron los dioses paganos, así como también de sus amores. Los dioses aparecen agrupados por 332 Carlos Larrazábal Blanco linajes de familias. Trató Bocaccio de explicar los mitos antiguos por medio de alegorías. La obra es pesada, confusa y trata con seriedad por medio de la física o de la astronomía asuntos disparatados y múltiples simplezas que provocan risa. Boecio «y Boecio De consolation; Lib. III, metro 5: Tellus tua jura cremiscat, et serviat ultima Thile». (Lib. I, t. I, cap. X, pág. 87). «… y Boecio, lib. IV, metro último De consolatione». (Lib. I, t. I, cap. XVI, pág. 127). «De Consolatione, metro 5º». (Lib. I, t. I, cap. XL, pág. 295). «Libro I, De consolatione, prosa 4ª». (Lib. I, t. II, cap. CIV, pág. 99). Boecio fue un filósofo y político romano. Nació en 475, murió ejecutado, en 525. Estando en prisión en Pavía escribió su libro de la Consolatione Philosophiae, diálogo en prosa y en verso del propio Boecio, y la Filosofía. Este libro tuvo muchos comentadores durante la Edad Media. Fue Boecio comentador de Aristóteles y por mucho tiempo fue conocido el gran filósofo por medio de estos comentarios que versaron acerca de las categorías, la interpretación, los analíticos, los silogismos. También comentó los tópicos de Cicerón y de Porfirio y escribió tratados sobre aritmética, geometría y música. Brices «Ansí aquel poeta, Brices, testificaba y que Homero en sus versos había hecho mención de dos géneros de etíopes o negros». (Lib. I, t. I, cap. VI, pág. 61). Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 333 El Burgense «El Burgense en las adiciones de Nicolao de Lira, expone a la larga el cap. 18 de Isaías de aquellas diez tribus». (Lib. II, t. III, cap. LXIII, pág. 323). El Burgense es Don Pablo de Santa María. Después de su conversión escribió su Scrutinum Scripturarum y sus Adiciones a las apostillas de Nicolao de Lira. Fray Juan de Cabedes «Parece convenir que se refiere aquí a la opinión que aquel Obispo tuvo de estas gentes de las Indias, y de las obras que en ellas hicieron nuestra gente de España, para declaración de aquello que el Obispo dijo ante el Rey, que los indios eran siervos a natura. Esto parecerá por un tratado que compuso en latín e dedicó a un licenciado Barrera, médico, muy amigo, el cual me lo dio a mí, porque lo era también mío, en el cual movió y determinó dos cuestiones: la una, si la guerra que se había movido y hacía estas gentes era justa: Utrum bellum hactenus contra indos Occeani maris insular incolentes sit justum. La segunda cuestión, si los captivos en aquellas guerras fuesen esclavos legales: Secundo, untrum capti in hoc bello sunt servi legales». (Lib. III, t. V, cap. CL, pág. 137). Juan de Cabedes fue el primer obispo del Darién. Los canonistas «… ansí lo tratan y disputan los canonistas en el capítulo Cum causan de probationibus, y en el capítulo Inter dilectos. De fide instrumentorum». (Prólogo, pág. 13). 334 Carlos Larrazábal Blanco Don Alonso de Cartagena «… Hispania est et hera Hesperia ab Hespero stella occidentali dicta. Lo mismo afirma el obispo de Burgos D. Alonso de Cartagena, en el libro único de los reyes de España, cap. 30…». (Lib. I, t. I, cap. XVI, pág. 121). Las Casas «… y así contra la ley natural y divina, como en nuestro libro De trahendi modo universas gentes ad veram religiones, habemos evidentemente demostrado…» (Lib. III, t. III, cap. XI, pág. 404). «… en nuestro primer libro, cuyo título es De unico vocationis modo omnium gentium, ad veram religionem». (Lib. III, t. IV, cap. LVII, pág. 157). «Y esto verán los que quisiesen leer nuestro libro, escrito en latín, cuyo título es: De unico vocationis modo omnium gentium ad veram reliogenem, más claro que el sol». (Lib. II, t. III, cap. LXIV, pág. 325). Apologética Historia. (Lib. III, t. IV, cap. LXXXII, pág. 269). «De cómo esta predicación se debe hacer sin armas, véase, por quien quisiere verlo, en nuestro libro en latín, en los capítulos postreros, 5, 6 y 7, con muchos párrafos, cuyo título es, De unico vocationis modo omnium ad veran religionem…» (Lib. III, t. IV, cap. CXVII, pág. 462). «De unico vocationis modo omniun gentium ad veran religionem». (Lib. III, t. V, cap. CXLIV, pág. 111). Apologética Historia. (Lib. III, t. V, caps. CXLIV y CXLV). «… de esto hemos escrito largo probado en nuestro libro De unico vocationis modo omnium gentium ad veran religionem, capítulo 4». (Lib. II, t. V, cap. CLI, pág. 142). «Esto parecerá placiendo a Dios, en nuestro tratado “De restitución” en latín escrito; en el libro I y II. De unico vocationis modo omnium gentium ad veram religionem, y en suma parece en nuestro Confesionario en romance, ya impreso, mayormente en el Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 335 Confesionario nuestro, grande, que no está impreso». (Lib. II, t. V, cap. CLIII, pág. 154). Casiodoro «Descendiendo también a los autores cristianos así se movieron por necesidad de la defensa de la honra y gloria divina y por la grande utilidad de su iglesia: Eusebio a escribir el libro De Temporibus y el mismo Rufino la Historia eclesiástica, el uno a escribirla y el otro a interpretarla, y la Tripartita Casiodoro, como allí parece por ella». (Prólogo, pág. 16). Magno Aurelio Casiodoro nació en Bnuttium, la Calabria, Italia, en el año 468. Estuvo al servicio del rey bárbaro Teodorico. Dejó la vida política más tarde y se apartó a sus dominios donde fundó un gran establecimiento monástico que dirigió hasta su muerte ocurrida en 562. Su obra Institutione divinarum et saecularium literarium, que adoptó San Benito de Nursia, fue por muchos siglos la base de la enseñanza y de la clasificación de la ciencia. Dejó escrita también una Historia eclesiástica, una Historia de los godos en 12 libros y su Tratado del alma. Se considera como la más importante de sus obras la Colección de sus cartas y la colección de los Decretos de Teodorico. Marco Catón (Prólogo, pág. 7). «Marco Catón fue persuadido a escribir del origen de las naciones por defensión de la antigüedad de su Italia, para confundir la jactancia de los griegos, que descender de ellos los latinos afirmaban…» (Prólogo, pág. 9). (Prólogo, pág. 32). Es Marco Porcio Catón, el Censor, y la obra a que se refiere Las Casas es en la que hace la historia de Roma, la de las ciudades 336 Carlos Larrazábal Blanco italianas y de la primera y segunda guerra púnica, llamada Los orígenes. Cristóbal Colón «y cerca de esto, dice Cristóbal Colón en una carta al rey D. Fernando, que yo vide escrita de su mano. “Dios nuestro Señor me envió acá porque yo sirviese a Vuestra Alteza, dije, que milagrosamente, por que yo fui al rey de Portugal, que entendía en el descubrir, mas que otro, y le tapó la vista y oído todos los sentidos, que en catorce años no me entendió”, etc.» (Lib. I, t. I, cap. XXVII, pág. 219). «Aquí también ocurre más que notar que según parece por algunas cartas de Cristóbal Colón, escrita de su misma mano, para los Reyes de esta misma isla Española, que yo he tenido en mis manos, un religioso que había por nombre fray Antonio de Marchena… fue el que mucho le ayudó a que la Reina se persuadiese y aceptase la petición…» (Lib. I, t. I, cap. XXXII, pág. 250). «El cual en el libro de esta su primera navegación que escribió para los Reyes Católicos dice de esta manera: Yo, … porque conocí que era gente que mejor se libraría y convertiría a nuestra santa fe con amor que por fuerza…». (Lib. I, t. I, cap. XL, p. 296). «Estas son finales y formales palabras de Cristóbal Colón, varón dignísimo, y egregio, de su primer viaje que hallé escritas en el libro que hizo para los Reyes de su primera navegación a Indias y descubrimiento de ellas». (Lib. I, t. I, cap. LXXV, pág. 468). Hernando Colón (Lib. I, t. I, cap. VII, pág. 67). (Lib. I, t. II, cap. XCVI). Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 337 «D. Hernando dice, que cuando salió el Almirante a hacer la guerra a la gente que estaba junta en La Vega…, lo prendió (a Caonabo) con otros muchos señores caciques…». (Lib. I, t. I, cap. CII, pág. 87). «Aquí es de advertir lo que en su historia dice D. Hernando Colón en este paso, aferando la ida de Mosén Pedro Margarite, que hacían en los indios los cristianos…». (Lib. I, t. II, cap. CIII, pág. 98). Lib. II, t. III, cap. XXIII, pág. 123; cap. XXVI, pág. 134; cap. XXVII, pág. 138; cap. XXIX, pág. 149, 151; cap. XXX, pág. 153; cap. XXXIII, pág. 168; cap. XXXVIII, pág. 192. Hijo del primer Almirante, que escribió sobre la vida de su padre, que es la obra a la cual se refiere Las Casas. El Comentador «… dícelo el Comentador en el libro III, “De anima”. Error, inquit, intellectus et falsa opinio ita se habet in cognitionibus, sicut mostrum in natura corporali». (Lib. III, t. V, cap. CLI, pág. 143). Se refiere el padre Las Casas al filósofo Averroes, que comenta a Aristóteles. Pedro Comestor «… en la Historia Escolástica, en el libro II, de los Macabeos, cap. 7». (Lib. III, t. IV, cap. CXXII, pág. 491). Nació en Troyes, Francia, dejó escrita una historia escolástica del Nuevo Testamento. 338 Carlos Larrazábal Blanco Cornelio Nepote «Cornelio Nepote cuenta, que en el tiempo que Quinto Metello era procónsul en Francia, que ciertos mercaderes que salieron de la India, con grandes tempestades, fueron a parar a Germania». (Lib. I, t. I, cap. XIV, pág. 105). Cornelio Nepote fue un historiador romano que vivió en el siglo I antes de Jesucristo. Se le atribuyen varias obras: Chrónica, Exemplorum libri, Vida de Cicerón, Cartas a Cicerón, De Historicis, Poesías, Vida de los generales ilustres. San Crisóstomo «Todo esto es de Sant Crisóstomo, sobre San Mateo». Qui in diaboli iniquitatibus ambulit diaboli adjutorium necessarium habet [...]» (Lib. II, t. III, cap. LXIII, pág. 321). San Juan Crisóstomo fue padre de la iglesia griega, nació en Antioquía en 347, murió en 407. Sus obras, que tratan de asuntos dogmáticos, discursos, panegíricos, homilías, etc., han sido publicadas varias veces. Diágoras (Prólogo, pág. 6). Diágoras fue un filósofo griego, discípulo de Demócrito. Diccionarios «Aprueban lo dicho (“el haberse nombrado España, Hesperia, de la estrella Hespero”) todos los diccionarios, o por la mayor parte, como el Cornucopia, columna 502, y columna Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 339 345, y el Chatholicon y Calepino, y otro que no queremos aquí referir». (Lib. I, t. I, cap. XVI, pág. 121). «Junto a la mar, infinitas ostias pegadas a las ramas de los árboles que entran en la mar las bocas abiertas para recibir el rocío que cae de las hojas, hasta que cae la gotera de que se engendran las piedras, según dice Plinio, y alega al Vocabulario que se llama Catholicon» (Lib. I, t. II, cap CXXXVIII, pág. 259). El Calepino fue un diccionario de voces latinas y griegas compuesto por el fraile agustino, natural de Bérgano, Ambrosio Calepino, nacido en 1435 y muerto en 1511. El diccionario se publicó en Reggio, en 1502, tuvo aceptación y se publicaron diversas ediciones hasta entrado el siglo xviii. Diodoro Sículo «Explícalo eso mismo no avaramente Diodoro Sículo». (Lib. III, cap. 8º. Prólogo, pág. 4). (Prólogo, pág. 7). «Eso mismo testifica Diodoro» (Libro III, cap. 8º ubi supra. Prólogo, págs. 8-9). « [...] con lo que afirma Diodoro Sículo, lib IV, cap. 5º que Atlante tuvo muchos hijos, y uno dellos insigne en justicia y humanidad para con los súbditos, a quien puso por nombre Hespero [...]» (Lib. I, t. I, cap. XV, pág. 114). « [...] lo mismo Diodoro, lib. IV, cap. 4º, de una isla de Etiopía [...] dice que se llama Hesperia porque está situada al Occidente [...]» (Lib. I, t. I, cap. XVI, págs. 119-120). (Lib. I, t. I, cap. XVI, pág. 127). « [...] también aquesta gente, por su simplicidad y mansedumbre, a la de una isla que cuenta Diodoro en el Lib. III, capítulo 13 de su Historia, de la cual dice maravillas». (Lib. I, cap. XL, t. I, págs. 297-298). «Y los reyes de Egipto no echaban en las minas a sacar oro sino a los condenados por sus delitos, etc. Todo esto dice Diodoro, Lib. IV, cap. 2º». (Lib. II, t. III, cap. XIII, pág. 74). 340 Carlos Larrazábal Blanco «Y en el lib. VI, cap. 9º, el mismo Diodoro, del trabajo que saca oro nos trae otros testigos [...]» (Lib. II, t. III, cap. XIII, pág. 75). «Verum cum die noctuque in labore perseverent multi exnimio labore moriuntur [...] Todo esto es de Diodoro [...]» (Lib. II, t. III, cap. XIII, pág. 75). «Porque habemos dado en el argumento y descrecimiento del río Nilo [...] (admirable a los que 1a ven, increíble a los que la oyen, como dice Diodoro) [...]» (Lib. I, t. II, cap. CXXIX, pág. 212). «Y Diodoro también lo mismo afirma: Itaque locorum inscitia errandi materiam priscis scriptoribus proebuit, Nili fontes locaque ex quibus fluit nullus ad hoc tempus neque vidisse se dicit, neque audisse ab allis qui se assererent aspexisse, ex quo res ad opiniones et conjeturas pervenit». (Lib. I, t. II, cap. CXXIX, págs. 218-219). «quiero traer aquí lo que dice Diodoro, antiguo historiador y de mucho crédito entre los antiguos, de los trabajos que trae consigo el oficio de sacar oro [...] Cuenta en el libro IV, cap. 2º, que los Reyes de Egipto a todos los que cometían crimen alguno digno de muerte, y a los enemigos que prendían en las guerras [...] por pena los echaban a las minas a sacar oro [...] Sobre los trabajos añadíanles injurias, afrentas, azotes y palos [...] andaban todos desnudos [...]» (Lib. III, t. III, cap. X, págs. 399-400). «Y porque más copiosamente se pruebe que vida y descanso suceda el oficio de sacar oro a los que 1o sacan, quiero también traer aquí lo que el mismo Diodoro, libro VI, cap. 9º, refiere que con esta obra y ejercicio padeció España. Después que los romanos sojuzgaron a España, los italianos con ansia de se enriquecer [...] compraron gran copia de esclavos españoles [...] y rnetiéronlos en las minas de oro y plata [...] muchos morían por el demasiado y excesivo trabajo [...]» (Lib. III, t. III, cap. X, pág. 401). Diodoro Sículo, retórico e historiador griego que nació en Agiro (Sicilia), y vivía hacia el año 50 antes de J. C. Escribió una Historia universal en cuarenta libros, de la cual no quedan sino los cinco primeros y la segunda década. Ha sido traducida a idiomas modernos. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 341 Dionisio de Halicarnaso (Prólogo, pág. 7). «Dionisio Halicarnaceo púsose a escribir sus comentarios e historias de los romanos, aunque hombre griego, por causa de librar su griega nación del error en que estaban, estimando a los romanos por bárbaros[...]» (Prólogo, pág. 14). (Prólogo, pág. 33). Dionisio de Halicarnaso, retórico e historiador griego, pasó en el año 29 a. J. C. a Roma donde vivió 22 años acumulando materiales para su obra Antigüedades romanas. De esta obra se conservan algunos libros. Se le atribuyen a Dionisio otras obras. San Dionisio «Capítulo 9, De Coelesti hierachia» (Prólogo, pág. 20). El Areopagita, juez del Areópago cuando San Pablo compareció ante este tribunal ateniense. Primer obispo de Atenas, alcanzó el martirio en el año 95. Se le atribuyen, sin razón (según algunos) estas cuatro abras: De los nombres divinos; De la jerarquía celeste, que es la que cita Las Casas; De la jerarquía eclesiástica y Teología mística. El Dominico «El Dominico in capítulo, quamvis 21 dist, y en el capítulo Placuit 16 dist., y en el capítulo In nomine Domini y en otras partes de los decretos». (Prólogo, pág. 13). Puede ser Juan Dominici o Dominico, prelado y teólogo italiano (1356-1119) que ocupó la sede episcopal de Ragusa y recibió el capelo en 1408. 342 Carlos Larrazábal Blanco Egissipo (Prólogo, pág. 7). (Prólogo, pág. 32). Hegecipo. Dos historiadores del mismo nombre existieron: uno, el más antiguo, historiador eclesiástico del cual se conservan fragmentos de su Historia de la Iglesia, desde la muerte de Jesucristo; y el otro, historiador de una época incierta, y presunto autor de una traducción abreviada de la obra de Josefo titulada De bello judaico et exidio urbis hiero-soly-mitanae. Enciso «Esto debía de entender el Cacique [...] el cual, según escribió el bachiller Enciso, en un tratadillo, que llamó Suma de Geografía», a el mismo que le hacía este requerimiento». (Lib. II, t. IV, cap. LVIII, pág. 159). «Suma de Geografía». (Lib. III, t. IV, cap. LXIII). El bachiller Fernández de Enciso, que se distinguió en la conquista de Darién, compuso una obra cuyo título es el siguiente: Suma de geografía que trata de todas las partidas et provincias del mondo: en especial de las Indias, et trata largamente del arte de marear, juntamente con la esphera en romance, con el regimiento del sol et del norte [...] assi mesmo va puesta la cosmographia por derrotas y alturas por donde los pilotos sabrán de hoy en adelante muy mejor que fasta aqui yrá descobrir las tieras que avieren de descobrir [...] Fue sacada esta suma de muchos et aucténticos autores [...], et de la experiencia de nuestros tiempos, que es madre de todas las cosas (1519)». Ephorus «Ephorus decía, que la causa era esta: que como la tierra de Egipto fuese toda de su natura seca y árida, y tenga muchas Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 343 hendiduras y resquebrajaduras, rescibe y atrae los inviernos la humedad y frío del cielo, la cual como en el verano, por manera de sudor, la produzca, este sudor y humedad hace crecer al Nilo en el verano; pero desta burla Diodoro diciendo que no solamente Ephoro ignoró la región y la naturaleza de Egipto, pero ni aún oyó a los que la sabían, donde también prueba contra él haber mal dicho». (Lib. I, t. II, cap. CXXIX, pág. 216). Eforo fue historiador griego nacido en Cime o Kime hacia el 380 antes de J. C. Fue autor de una Historia General que se cree fuera el primer ensayo de historia universal. Se ha perdido esta obra, y los pocos fragmentos que se han salvado fueron publicados en París en 1841, por Muller, en Fragmenta historicum greaccorum. Estesias (Lib. I, t. I, cap. V, pág. 56). Estrabón «A esta razón ayuda lo que dice Estrabón en el libro XV de su Cosmografía, diciendo, que nadie llegó con ejército al fin oriental de la India [...]» (Lib. I, t. I, cap. V, pág. 56). «Esto parece más clarificarse por lo que dice Strabo en el primer libro de su Cosmographia que el Océano cerca toda la tierra y que al Oriente baña la India y al Occidente la España y Mauritania». (Lib. I, t. I, cap. IX, pág. 81). (Lib. I, t. I, cap. X, pág. 87). «Item, Strabo, libro último De Situ Orbis: Supra hanc est Ethiopum regio qui Hesperi vocantur, etc.» (Lib. I, t. I, cap. XVI, pág. 119). « [...] y porque según se colige de Strabon en el fin del Lib. III De Cosmographia o De situ Orbis, los cartagineses descubrieron estas islas de los Azores antiguamente» (Lib. I, t. I, cap. XVI, pág. 127). 344 Carlos Larrazábal Blanco (Lib. I, t. I, cap. XL, pág. 295). «y sin duda son estas islas Cassitéridas o Cattitéridas, de que hace mención Estrabon en el fin del Lib. III, de su Geografía, donde dice que los fenices o cartaginenses, que vivían en nuestra isla de Cáliz, las descubrieron y las tuvieron encubiertas por el estaño y plomo que dellas rescataban» (Lib. I, t. I, cap. XXVI, pág. 202). « [...] y desta manera (la de los ciguayos) solían en Castilla la Vieja, hacia el reino de León, los leoneses, o castellanos, antiguamente criar los cabellos como las mujeres, hasta abajo; ansí lo cuenta en su libro III Strabo: longas ut faeminae inferius diffundunt comas». (Lib. I, t. II, cap. CXX, pág. 165). «Esta manera de juegos escaramuzales se usaban antiguamente en Castilla, la que decimos Vieja, puesto que intervenían en Castilla caballos, que Estrabo llama Gymnica certamina, y debía ser más que juegos de cañas: y dice así en el libro III, pág. 104, de su Geografía: Gimnica etiam conficiunt certamina, armis exercent ludos, et equis, et coestibus, et curibus, et tumultuaria pugna, et instructo per cohortes proelio». (Lib. I, t. II, cap. CXIV, pág. 140). «[...] dellas (de las hormigas gigantes de Taprobana) hace mención Strabon, libro II, y libro XV, y de grifos terribles y otras bestias venenosísima) [...]» (Lib. I, t. II, cap. CXXVIII, pág. 208). (Lib. I, t. II, cap. CXXIX, pág. 214). «Strabon también a lo mismo concuerda: Paradisus est lecus in oriente positus [...]» (Lib. I, t. II, cap. CXLIII, pág. 287). «Strabon, en el principio de su Geografía, hace la misma mencion destas islas Canarias, y también que en España, por su fertilidad ponía Homero y también Platón los dichos Campos Elíseos, que llamamos el Paraíso». (Lib. I, t. II, cap. CXLIII, pág. 288). «y Strabo en el libro VIII» (sobre la comunicación interior de la fuente del río Alfeo, en Grecia y la fuente de Aretusa, en Sicilia). (Lib. I, t. II, cap. CXLIV, pág. 295). «De todo lo dicho se sigue, que podrá estar el Paraíso en alguna isla cercada de mar, porque ninguna razón repugna, antes parece apuntarse por el dicho de Strabo, y que dicen, que, Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 345 interjecto Oceano et montibus appositis, etc. estar cercado de mar, y así ser isla»; (Lib. I, t. II, cap. CXLIV, pág. 296). Estrabón fue un geógrafo griego, nacido hacia el año 60 antes de Jesuscristo. Compuso dos obras de geografía con los materiales recogidos en viajes que hizo por los países conocidos. La primera contaba de 43 libros, eran las Memorias históricas, continuación de la Historia General de Polibio y que no ha llegado hasta nosotros. La otra obra nos es conocida y comprende 17 libros. Eusebio «Descendiendo también a los autores cristianos así se movieron por necesidad de la defensa de la honra y gloria divina y por la grande utilidad de su iglesia: Eusebio a escribir el libro De Temporibus y el mismo Rufino la Historia eclesiástica, el uno a escribirla y el otra a interpretarla, y la Tripartita Casiodoro, como allí parece por ellos» (Prólogo, pág. 16). (Prólogo, pág. 32). «Deste trata largamente Sant Agustín [...], e Eusebio en los libros De evangelica preparatione». (Lib. I, t. I, cap. X, pág. 86). «y segun Eusebio, Lib. VI, cap. 8º, De evangelica preparatione». (Lib. II, t. III, cap. XLIII, pág. 222). «Responde [...] y Eusebio, en el libro XII De evangelica preparatione, que los griegos [...] aquellos (los Campos Elíseos) y otras muchas cosas tomaron de los libros de Moisen». (Lib. I, t. II, cap. CXLIII, pág. 288). Pánfilo Eusebio, obispo de Cesarea en Palestina. Nació hacia 258 y murió en 338. Asistió al célebre Concilio de Nicea y en él actuó contra Arrio. Compuso La crónica, compendio de la historia de los tiempos antiguos desde Abraham hasta el 328 después de J. C.; Historia eclesiástica, en diez libros desde el nacimiento de Jesucristo hasta la muerte del emperador Licinio, en 324; Topografía de la Tierra Santa, vertida al latín por San Jerónimo. 346 Carlos Larrazábal Blanco Eutropio (Prólogo, pág. 7). (Prólogo, pág. 32). Flavio Eutropio, historiador latino que vivía en el siglo IV de la era cristiana. Escribió un Brevarium o compendio de la historia romana en 10 libros desde la fundación de Roma hasta el reinado de Joviano. Fabio Píctor (Prólogo, pág. 7). Quinto Fabio Píctor, el más antiguo de los analistas latinos. Compuso Anales de la historia de Roma. Fragmentos de Fabio Píctor han sido publicados. Felino «Felino en el capítulo Ex parte el 1º De rescriptis». (Prólogo, pág. 13). Fernández de Oviedo «la prueba que trae Gonzalo Fernández de Oviedo, el primero imaginador desta sotileza, en el Lib. II, cap. 3º de la primera parte de su General historia [...]» (Lib. I, t. I, cap. XV, pág. 108). (Lib. I, cap. XVI, pág. 122). (Lib. I, cap. XVI, pág. 128). «al cual (Hernán Pérez) en esto que dice de no haber saltado el Almirante en tierra, no cree el mismo Oviedo». (Lib. I, t. XL, pág. 295). Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 347 «En esta flota fue Rodrigo de Bastidas, pero escapóse en un navío de los ocho o seis que escaparon; y así erró Gonzalo Fernández de Oviedo, en el capítulo 8 del Lib. III de su Historia, donde dijo que lo había enviado preso el comendador Bobadilla con el Almirante: yo sé que esto no es verdad» (Lib. II, t. I, cap. V, pág. 2). «Después de los cuales muertos, los demas sojuzgados, repartiéronlo entre sí, que es el fin de sus guerras que llaman conquistas, (y esto llama Oviedo en su Historia pacificar, y todos los que se jactan de conquistadores [...])» (Lib. II, t. III, cap. LV, pág. 283). «Afirmar pues, como hace Oviedo que todos eran sodomitas los que aquella y desta isla, bien creo, que de haberlo escripto, donde quiera que hoy está le pesa, y plega a Dios que sea pesar con fruto de conciencia». (Lib. III, t. III, cap. XXIII, pág. 479). «Oviedo dice muchas cosas, como suele, que no vido, de costumbres malas de la gente de aquella isla, que ni yo supe que fui de los primeros y estuve allí algunos años». (Lib. III, t. III, cap. XXIV, pág. 485). «Dice Oviedo que cuando alguno se casaba [...] todos los convidados, primero que el novio, habian de tener con la novia mala parte; yo creo que el que lo dijo a Oviedo no le dijo verdad [...]» (Lib. III, t. III, cap. XXIV, pág. 485). «Y conforme a estos sus errores e insensibilidad, en el libro último de su primera parte, que llamo Historia general y natural, cap. 5º levanta al Clérigo que andaba procurando aquella empresa como deseoso de mandar [...]» (Lib. III, t. V, cap. CXLII, pág. 99). «Habrá hoy, (en Jamaica) de todos los vecinos que allí había, que estaba como una piña de piñones, de gente toda poblada, obra de cien personas, y no se si llegan a tantos. Este fructo sale de la pacificación que dice Oviedo a cada paso [...] es de ver cómo los encarece y sublima Oviedo, como quien ha hecho grandes hazañas, y todos son caballeros y gente noble, según él, los que a hacer estas obras acá pasan». (Lib. II, t. III, cap. LVI, págs. 287-288). 348 Carlos Larrazábal Blanco «Puesto que si la Historia de Oviedo llevara en la frente escripto como su autor había sido conquistador, robador y matador de los indios, y haber echado en las minas gentes dellos, en las cuales perecieron, y así ser enemigo cruel dellos, como se dirá, y el mismo cristianos cuerdos, poco crédito y autoridad lo confiesa, al menos entre los prudentes y su historia tuviera». (Lib. III, t. III, cap. XXIII, pág. 480). « [...] y en libro III, cap. 6º, dice así: “Para mí, yo no absuelvo a los cristianos que se han enriquecido ó gozado del trabajo destos indios, si los maltrataron y no hicieron su diligencia para que se salvasen”. Y un poco más arriba, dice: “que vele cada uno sobre su conciencia de tratar los indios como a prójimos, aunque ya en este caso poco hay que hacer en esta isla y en las de San Juan y Cuba y Jamaica, que lo mismo ha acaescido en ellas, en la muerte y acabamiento de los indios, que en esta isla”». (Lib. III, t. V, cap. CXLIV, pág. 110). (Lib. III, t. V, cap. CXLII, cap. CXLIII, cap. CXLIV, cap. CXLV, cap. CLX). Philon (Prólogo, pág. 7). «Della (de la isla Atlántica) eso mismo hizo mención Philon, judío doctísimo [...] en el fin del libro que hizo, que el mundo es incorruptible [...]» (Lib. I, t. I, cap. VII, pág. 74). Filón el judío, filósofo de Alejandría, nació hacia el año 20 antes de J. C. Era hebreo de nacionalidad. Francisco Patricio ‘Si las imágenes y figuras que hacen los artífices despiertan los ánimos de los hombres a hacer lo que aquellos, cuyas son, hicieron (como dice Francisco Patricio en el libro II, tratado 10 Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 349 De Regimine Principum), mucho más los despertará que las ánimas y cuerpos y obras de los pasados representa». (Prólogo, pág. 12). Francisco Pratrizzi o Patricius, filósofo italiano (1529-1597). Fue autor de varias obras, entre ellas De la retórica, Nova de universis Philosophia, Los diez diálogos en la historia de Venecia, La milicia romana de Polibio y otras. Fulgoso « [...] como lo cuenta Fulgoso en el libro I de sus Coletáneas, que en el año 1072, en montes o sierras de Suiza [...] cavando bien hondo [...] en unas minas de metales hallaron un navío enterrado con masteles y anclas de hierro, y, dentro del navío, los huesos de 40 hombres [...]» (Lib. I, t. II, cap. XCI, pág. 38). Fulco de Benevento, cronista del siglo XII. Su Crónica comprende desde 1102 a 1114. Gaetano «y porque por aquel tiempo escribía sobre la segunda secun dae de Santo Tomás, acordó de escribir contra esta tiranía en la cuestion 66 sobre el art. 8º». (Lib. III, t. IV, cap. XXXVIII, pág. 63). Es Tomás de Vio, prelado italiano, nacido en Gaeta (14701534). Fraile dominico, cardenal en 1517. Dejó escrito Comentarios sobre la suma de Santo Tomás, la Biblia y Aristóteles. Se le conocía con el nombre de Cayetano, a la española, o Gaetano, a la italiana. 350 Carlos Larrazábal Blanco Galeno «esto parece poder haber sido, por lo que refiere Galeno sobre Hypocras, en el tractado de Aere et aqua. Cuenta Galeno allí, que muchos de los scythas [...] son como eunucos [...]» (Lib. III, t. IV, cap. XLVII, pág. 107). Gómara «‘Cerca desta ida de Cortés por capitán deste viaje, dice el clérigo Gómara, en su Historia, muchas y grandes falsedades, como hombre que ni vido ni oyó cosa della [...]» (Lib. III, t. IV, cap. CXIV, pág. 448). «y echólos la corriente a cabo de quince días en la costa de Yucatán, y aportaron al señorío de cierto señor o cacique, que segun Gómara dice que habia dicho, que algunos sacrificó dellos a sus ídolos, y los comió [...]pero que se huyeron [...]» (Lib. III, t. IV, cap CXVII, pág.. 461). «Y por esto Gomara dice en su Historia, que la guerra y la gente con armas es el camino verdadero para quitar los ídolos y los sacrificios, y otros pecados a los indios [...]» (Lib. III, t. IV, cap. CXVII, pág. 462, siguientes). «y es placer lo que Gómara dice aquí para justificar las obras de Cortés en aquel pueblo hizo»; (Lib. III, t. IV, cap. CXIX, pág. 471 y sig.). (Lib. III, t. IV. cap. CXX). «Escribió después dél un clérigo llamado Gómara, capellán y criado del Marqués del Valle [...] y tomó de la historia de Oviedo todo lo falso cerca del clérigo Casas, y añidió muchas otras cosas que ni por pensamiento pasaron [...]» (Lib. III, t. V, cap. CXLII, pág. 100). (Lib. III, t. V, cap. CLX). Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 351 Gregorio Nazianceno «y según Gregorio Nazianceno en la 8ª oración fúnebre sobre la muerte de Sant Basilio [...]» (Lib. I, t. I, cap. XX, pág. 165). « [...] a esto hace lo que dice San Gregorio en el Lib. XIII. cap. 19 de los Morales sobre aquellas palabras de Job: Semel loquitur Deus, et secundo idipsum nom repetit [...]» (Lib. I, t. II, cap. CXXVII, pág. 205). «Responde Gregorio Nazianceno en la oración octava sobre la muerte de Sant Basilio [...] que los griegos, aquello (los Campos Elíseos) y otras muchas cosas tomaron de los libros de Moisen [...]» (Lib. I, t. II, pág. CXLIII, pág. 288). San Gregorio Nacianceno fue Padre de la iglesia griega, natural de Asia Menor. De su obra escrita han quedado discursos, cartas, poesías. Fray Guillermo «Fray Guillermo en su Antigua Historia dice: “Que ninguna cosa después de la gracia y de la ley de Dios viviente, más recta y válidamente instruye a los hombres, que si sepan y tengan noticias de los hechos de los pasados”». (Prólogo, pág. 12). Herodoto (Prólogo, pág. 7). «Todo esto cuenta Herodoto en su libro IV» (Lib. I, t. I, cap. VIII, pág. 78). «Por lo que cuenta Herodoto en su Lib. IV». (Lib. I, t. I, cap. XIV, pág. 105). « [...] puesto que Herodoto en su Lib. IV testifica que la primera vez que se tuvo noticia por experiencia de África, fue 352 Carlos Larrazábal Blanco por los descubridores fenices que invió Necho, rey Egipto» (Lib. I, t. I, cap. XV, pág. 119). «Lib. I, t. I, cap. XX, pág. 166). «[...] Herodoto, libro III, de su Historia, dice que son mayores que zorras (las hormigas gigantes de Taprobana [...])» (Lib. I, t. II, cap. CXXVIII, pág. 208). (Acerca del Nilo) (Lib. I, t. II, cap. CXXIX). «Herodoto en el segundo libro de su Historia [...] puso: que tiene que el sol en verano cuando está en medio del cielo [...] vientos fríos causa y trae así mucho humor, el cual humor derrama sobre la tierra hacia las fuentes del Nilo». (Lib. I, t. II, cap. CXXIX, pág. 217). (Lib. I, t. II, cap. CXXIX, págs. 215, 217, 218). «Delia (de la Mesa del sol) hace mención Herodoto en el libro III de su Historia [...]» (Lib. I, t. II, cap. CXLIV, pág. 291). Hesíodo «Hesiodus [...] hace mención que en las islas Canarias estaba el Paraíso [...]» (Lib. I, t. II, cap. CXLIII, pág. 288). Higinio «Astronomía poética», (Lib. I, t. I, cap. XV, pág. 113) (Lib. I, t. I, cap. XVI, pág. 122). «Confírmase por lo que cuenta Higinio en el libro de las Fábulas, fábula 30, de las doce hazañas que a Hércules mandó Euristeo [...]» (Lib. I, t. I, cap. XVI, pág. 124). «Esta fábula tracta Higinio en el libro que hizo de las Fábulas que arriba se recitó en dos ó tres lugares, y en el Lib. II De poética astronómica, cap. De serpente, y cuéntala muy diferente de los otros, pero no dice que de las Gorgonas a las Hespérides había cuarenta días de navegación antes contando la fábula de Perseo, en el dicho libro De poética astronómica no trata de islas, Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 353 sino de las mismas mujeres Gorgonas».) (Lib. I, t. I, cap. XVI, págs. 126-127). El Higinio de Las Casas es Cayo Higini, que no hay que confundir con el gramático latino, llevado como esclavo a Roma por Julio César, y que vivió en el siglo primero de la era cristiana. El autor de quien se trata vivió en el segundo siglo y escribió el Liber fabularum, que es la continuación de algunas leyendas mitológicas, y el Poeticon Astronomicum de que trata el historiador Las Casas. Menéndez Pelayo dice respecto de las obras de Higinio lo siguiente: «Se le atribuye el Poeticon Astronomicon, intitulado también De Astronomía y De Ratione Sphaerae, tomado principalmente de Eratóstenes y de Arato». Homero (Lib. I, cap. VI, pág. 58). «Ansí aquel poeta, Brices, testificaba y que Homero en sus versos había hecho mención de dos géneros de etíopes o negros». (Lib. I, t. I, cap. VI, pág. 61). «estos llamó aquel ilustre y celebradísimo poeta Homero, en el libro que intituló Odissea, donde tracta de Ulises, Lib. IV, de aquella obra, los Campos Elíseos, que quiere decir morada de los justos y píos [...]» (Lib. I, t. I, cap. XX, pág. 165). «diciendo que muchos días había que deseaba ver aquella presencia real, por las razones que a ello le obligaban, y que agora que Dios le había complido su deseo, cognoscia que facies Priami digna erat imperio; lo que el poeta Homero dijo de la hermosura de Príamo, aquel excelente rey troyano». (Lib. III, t. V, cap. CXLVIII, pág. 129). Histuebsus (Lib. III, t. III, cap. VII). 354 Carlos Larrazábal Blanco «Bien parece ser suyo este requerimiento y amasado de su harina, porque lo funda todo en errores de Hostiensis, cuyo secuaz fue, como largamente hobimos dicho en nuestro primer libro, cuyo título es De Unico vocationis modo omnium gentium ad veram religionen en latín escrito». (Lib. III, t. IV, cap. LVII, pág. 157) San Isidoro «porque segun S. Isidro en el libro IX, cap. 40 de las Etimologías, la historia en griego se dice [...] id es, videre, que quiere decir ver o conocer». (Prólogo, pág. 8). «Lib. XIV, cap. 6 de las Etimologías», (Lib. I, t. I, cap. X, pág. 87). « [...] cuanto más que según Sant Isidro, las Hesperides se nombraron de una ciudad que se llamaba Hespérida en fin de Mauritania [...]» (Lib. I, t. I, cap. XV, pág. 115). «y San Isidro, Lib. XIV, cap. 6, de las Etimologías: Gorgades insulae Oceani obvesae promontorio quod vocatur Hesperioncaeras». (Lib. I, t. I, cap. XVI, pág. 12). «destos es San Isidro, Lib. XIV, cap. 4º de las Etimologías, al fin: Hispania prius ab ibero amne nuncupata, postea ab Hispalo Hispania cognominata est». (Lib. I, t. I, cap. XVI, pág. 121). «Dellas (las Islas Canarias) cuenta Sant Isidro libro XIV, cap. 6º, de las Etimologías». (Lib. I, t. I, cap. XX, pág. 163). « [...] Y Sant Isidro en el Lib. XIX, cap. 27». (Lib. I, t. I, cap. XL, pág. 295). «De aquí entienden que el Paraíso sea situado en Oriente, y así lo dice Sant Isidro, cap. 8º del libro XIV, de las Etimologías». (Lib. I, t. II, cap. CXLIII, pág. 286). «Sant Isidro y otros dicen haber 10 notables ciudades en ellas (en la isla Taprobana)». (Lib. I, t. II, cap. CXXVIII, pág. 210). « [...] por lo que San Isidro dice en el libro XIV, cap. 3º de las Etimologías, que la isla Taprobana hierve de perlas y de elefantes [...]» (Lib. I, t. II, cap. CXXVIII, pág. 208). Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 355 « [...] las perlas de que hablamos, en latín se llaman propiamente margaritas, porque se hallan en las conchas de la mar, segun dice Sant Isidro, libro XVI, cap. 10 de las Etimologias [...]» (Lib. I, t. II, cap. CXXXVI, pág. 246). «Todas las cosas dichas (relativas a las virtudes medicinales de las perlas) son sacadas [...]» de Sant Isidro, Lib. XVI, cap. 10 [...]»; (Lib. I, t. II, cap. CXXXVI, pág. 248). «Lo mismo dice Sant Isidro, libro XIV, cap. 8º de las «Etimologías» (sobre que el monte Atos proyecta sombra sobre la isla Lemmos)». (Lib. I, t. II, cap. CXLII, pág. 284). «Deste dice Sant Isidro, libro XIV, cap. 8º, de las Etimologías, que Olimpo es un monte de Macedonia demasiadamente alto [...]» (Lib. I, t. II, cap. CXLII, pág. 283). «Así lo testifica Sant Isidro en el libro XIV, cap. 6º, de las Etimologías: Fortunatarum Insuale vocabulo suo significant omnia fere bona quasi felices et beatae fructum ubertate [...]» (Lib. I, t. II, cap. CXLIII, pág. 287). «Las Etimologías» (Lib. III, t. III, cap. XV). San Isidoro de Sevilla nació en Cartagena, España, hacia el 570 y murió en Sevilla en 636. Entre las obras que escribió se cuentan: Los orígenes en 20 libros, enciclopedia científica; De Differentiis, sive propietate verborum, que trata de los sinónimos; Comentarios sobre el Antiguo Testamento; Crónica general desde la creación del mundo hasta el año 626; Crónica especial de los godos, suevos y vándalos; De Rerum Natura, compilación de errores físicos y astronómicos de la época; De las sentencias o de Summo bono; Allegoriae quaedam sacrae scriptura; Contra judecos; Syninimorum de lamentatione animae peccatricis. «Desde su mayor notoriedad (Isidoro de Sevilla) a su famosa enciclopedia Orígenes y Etimologías, en veinte libros, que contienen todo lo que podía saber un erudito en el siglo vii. Es una verdadera suma; interesa más por la cantidad de conocimientos en ella acumulados que por la originalidad doctrinaria o el vuelo metafísico, por cuya razón le asignan rango secundario los historiadores de la Patrología» (José Ingenieros, La cultura filosófica de España). 356 Carlos Larrazábal Blanco Isócrates «Ninguna pestilencia mas perniciosa puede ofrecerse a los Príncipes, segun sentencia de Isócrates, que los aduladores o lisonjeros [...]» (Prólogo, pág. 5). Isócrates fue un orador y retórico ateniense (436-338 a. de J. C.) Compuso una obra titulada Panegírico de Atenas y se conservan 10 cartas y fragmentos de sus composiciones oratorias. Jenofonte De equivocis. (Lib. I, t. I, cap. XV, pág. 112). El célebre general griego que dirigió la retirada de los diez mil. Historiador, filósofo. Entre sus obras se distinguen: Economía, Anábasis, La Ciropedia, Diálogos memorables de Sócrates, la Apología de Sócrates. San Jerónimo «Concluyendo, pues, las utilidades que traen consigo las verdaderas historias confírmase todo lo dicho por sentencia de Sant Hierónimo, y el cual en el prólogo de la Biblia, dice que: “El libro del Paralipomenom, tal es y de tanta estima digno, que si alguno quisiese sin él alcanzar la sciencia de las escrituras, él así mismo debria burlar y escarnecer [...]”» (Prólogo, pág. 13). (Lib. I, t. I, cap. VII, pág. 74). (Lib. I, t. II, cap. CXXVII). «San Gerónimo, sobre el profeta Amós, cap [...], cuasi parece declinar en esta sentencia; dice allí que el río Nilo, una vez en el año, viene mucho avenido, tanto que riega toda Egipto, pero que esto se hace por divino milagro, sin algún aumento de agua, sino que se hacen grandes montones de arena en las bocas del Nilo por donde entra en la mar, y así el Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 357 agua de arriba vuelve atras, y por acequias grandes que están hechas en la tierra de Egipto, va el agua a la bañar». (Lib. I, t. II, cap. CXXIX, pág. 216). «[...] y a lo que dice Pedro de Aliaco, que los santos lo tuvieron en reverencia, (el libro IV de Esdras), no lo probara con San Jerónimo, el cual, en la “Epístola contra Vigilancio”, dice que nunca aquel libro leyó, porque no conviene tomar en las manos lo que la Iglesia no recibe»; (Lib. I, t. II, cap. CXXIX). Epistola ad Paullinum (Lib. I, t. II, cap. CXLIV, pág. 200). «Por esto la llama Sant Jerónimo, donde dije arriba. Famosssimiah solis mensam». (Lib. I, t. II, cap. CXLIV, pág. 291). Célebre Doctor de la Iglesia, natural de la Iliria, nació en 331 y murió en 420. Entre sus obras se cuenta la traducción de la Biblia llamada Vulgata. Sus obras la constituyen cartas críticas y exegéticas, tratados contra sus adversarios, vida de santos, diálogos, etc. Josefo «Josepho, aquel ilustre historiador y sabio entre los sacerdotes doctos de los judíos, en el prólogo de los veinte libros de las Hebraicas Antigüedades, cuatro causas refiere, por las cuales diferentemente los que se disponen a escribir historias son movidos». (Prólogo, pág. 3). «Testifícalo también más difusamente Josepho, contra Appion, gramático alejandrino, Lib. I». (Prólogo, pág. 4). (Prólogo, pág. 7). (Prólogo, pág. 8). «La necesidad que le compelió para escribir los libros de las antigüedades de los judios fué porque los griegos deprababan la antigüedad de la nación judáica [...] y para componer los De Bello Judaico le forzó, que algunos, que en las guerras que Tito y Vespeciano contra los judios tuvieron, no fueron presentes, escribían fingiendo cosas vanas [...]» (Prólogo, pág. 14). 358 Carlos Larrazábal Blanco «La causa también de escribir contra Appion, gramático alejandrino, dos libros, asigna Josepho (conviene a saber) porque Appion y otros dectractores, impugnaban los libros que había escrito de las antigüedades de aquel pueblo [...] Una dellas entre muchas, era que veneraban o adoraban una cabeza de un asno [...] todo lo susodicho toca Joepho en el proemio de los libros De antiquitatibus [...] Et improemio libri De Bello Judaico arit [...] y cuasi al principio del primer libro contra Appion: [...] y en el libro segundo de aquella obra [...]» (Prólogo, págs. 15 y 16). (Prólogo, pág. 32). «También refiere Josepho, en el fin del libro II, de las Antigüedades, que yendo Alexandre contra Darío, y no habiendo camino por donde pasase su ejército se le abrió la mar que llaman Pamphilica [...]» (Lib. II, t. III, cap. LXIII, pág. 323). « [...] y Josepho dice que no se compraba y vendía el oro y la plata, luego, tomábase como a escondidas y hurtado de dichos animales (las hormigas gigantes de la isla Taprobana)». (Lib. I, t. II, cap. CXXVIII, pág. 209). «Josepho en el libro III, De antiquitatibus, cap. 7º [...] Y porque dice Josepho que traían elefantes, y que trajese solo los dientes dellos, parece concordar con lo susodicho que aquella isla o provincia de donde se traía el oro fuese la isla Taprobana [...]» (Lib. I, t. II, cap. CXXVIII, pág. 281). «Lo mismo afirma Josepho, libro I, cap. 2º De antiquitatibus: Dicit autem etiam Deum plantasse ad Orientem Paradisum, etc.» (Lib. I, t. II, cap. CXLIII, pág. 287). «Así lo testifican Josepho, en el libro de las Antigüedades judaicas [...] (relación de la acción de Pompeyo sobre Jerusalén aprovechando las disesiones entre los hermanos Hircano y Aristóbulo)». (Lib. III, t. IV, cap. (XXII, pág. 490) San Juan «Cap. 7º del Apocalipsis» (Prólogo, pág. 20). (Lib III, cap. III). Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 359 Juan Damasceno «Cerca de lo primero, esta es sentencia común de todos los doctores, que es el más alto lugar de la tierra (el Paraiso), y así lo dice Damasceno, libro II, cap. 2º, De ortodoxa fide: in Oriente quidem omni terra celsior, etc.» (Lib. I, t. II, cap. CXLII, pág. 282). «San Juan Damasceno, De ortodoxa fide, libro II, cap. 2º, intercetera dice: Hic locus divinus est Paradisus, Dei manibus, in Edem, id est delitiis et voluptate, plantatus in Oriente quidem omni terra celsior, etc.» (Lib. I, t. II, cap. CXLIII, pág. 286). «Así dice Sant Juan Damasceno: Hic locus divinus est Paradisus Dei manibus in Edem id est, delitiis et voluptatibus, etc.» (Lib. I, t. II, cap. CXLVI, pág. 304). San Juan Damasco nació en Damasco hacia el año 676. En 1712 se publicaron en París sus obras completas, entre ellas: Sobre las herejías, Exposición a la fe ortodoxa, Contra los adversarios de las santas imágenes, Contra los maniqueos, Sobre la Santísima Trinidad. Juan de Viterbio (Prólogo, pág. 7). «y suma estos años Juan de Viterbio en el tractado que compuso de los Reyes de España, cap. 15, hablando del mismo Hespero [...]» (Lib. I, t. I, cap. XV, pág. 111). Este es Annio de Viterbo, llamado también Juan Nanni y a quien llama también Las Casas Annio Viterbense. Sabio dominico (1432-1502), maestro del Sacro colegio en el reinado de Alejandro VI; víctima quizás de Cesar Borgia; es célebre por el libro intitulado Antiquitatum variarum volumina XVIII, fol. 149º, es una colección de piezas falsas atribuidas a escritores antiguos, tales Beroso, Manetón, Fabio Píctor, Sempronio y otros. 360 Carlos Larrazábal Blanco Julio César «Cierto, no fue menor indicio de humanidad y virtud innata por natura, de no violar los derechos de la hospitalidad, esta obra que la cuenta Julio César en el libro VI de sus Comentarios [...]» (Lib. I, t. I, cap. LXI, pág. 405). « [...] dónde y con quién halló más gracia y defensa, con benigno acogimiento, (se refiere a Guarionex recibido por Mayobanex) que en Alejandría con Ptolomeo, rey de Egipto, halló Pompelio, como cuenta Julio César en sus Comentarios de las guerras civiles, un poco antes del fin del Lib. III». (Lib. I, t. II, cap. CXX, pág. 166). Agustín Justiniano « [...] De donde asaz bien se sigue no haber bien dicho Agustin Justiniano, el cual en una colección que hizo del Psalterio en cuatro lenguas sobre aquel verso: in omnem terram exivit sonus eorum, etc. y después en su Crónica, dice que Cristóbal Colón tuvo oficio mecánico [...]» (Lib. I, t. I, cap. III, pág. 50). Agustín Giustiniani fue un religioso dominico italiano, nacido en Génova en 1470. Su principal obra se considera ser un Salterio hebreo, griego, árabe y caldeo. Las Casas cita esta obra. Justino (Prólogo, pág. 7). (Prólogo, pág. 32). Justino fue un historiador latino anterior al siglo v. Redactó un Compendio de Historia Universal que es un extracto de la del historiador Trogo Pompeyo. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 361 Lactancio Firminiano «Esto certifica muy bien Lactancio Firmiano en el Lib. I, cap. 15 de Las Divinas Instituciones: Accesserumt, inquit, poetae et, compositis ad voluptatem car minibus in coelum eos sustulerunt sicut facinunt, qui apud Rege [...]» (Prólogo, pág. 6). «Lo mismo hicieron los atenienses de los libros de Diágoras, o según otros de Protágoras, porque ponía en duda el ser de los dioses, según refiere Lactancio en el libro De ira Dei, capítulo 9º». (Prólogo, pág. 6). «En el libro de Falsa sapitia, cap. 24 (trata de que la superficie de la tierra es llana)». (Lib. I, t. II, cap. CXLI, pág. 277). Lactancio Firmiano fue un orador y apologista cristiano. Murió en Treveris alrededor del año 325. Escribió muchas obras pero en gran parte se han perdido. Las que quedan son las siguientes: De la obra de Dios; De la muerte de los perseguidores, Los siete libros de las instituciones divinas, en la cual obra combate las superticiones paganas y las sectas filosóficas; Compendio de las instituciones, De la cólera de Dios, y otras. Rodrigo Lelio «y a esta (Properpina), con la diosa Diana, en la isla de Rodas, coronaban por grande excelencia, según refiere Rodrigino en el Lib. VII, cap. 8º de las Lecciones antiguas». (Lib. I, t. I, cap. XX, pág. 165). «decía que en los soterráneos de España moraba, no el infierno, sino el Plutón mismo [...] Ansi lo refiere Rodriginio Lelio, en el Lib. XVIII, cap. 22, de las Lecciones antiguas». (Lib. I, t. I, cap. XX, pág. 166). ¿Rodriginio Lelio y Ludovico Celio serán un mismo personaje: Lelio Celio Antipater, historiador romano del siglo I (a. de J. C.), autor de una historia de las guerras púnicas, encomiada por Cicerón y Tito Livio? 362 Carlos Larrazábal Blanco Ludovico Celio «[...] y refiérelo Ludovico Celio, en el Lib. I, cap. 22 de las Lecciones antiguas [...]» (Se refiere a las angustias, calor y fuego porque pasó Hanon con su flota al pasar a la siniestra de Libia ó Etiopía). (Lib. I, t. II, cap. CXXXII, pág. 228). Nicolao Leonico «Nicolao Leonico, libro II, cap. 71 de Varia haber sido despobladas por la muchedumbre Miunte y la otra Atarnense, solemnísimas, Historia, refiere dos ciudades, la una llamada de mosquitos [...]» (Lib. III, t. V, cap. CXXVIII, pág. 27). Nicolás Leoniceno, médico y filósofo italiano (1428-1524). Se dice de Leoniceno que tradujo las obras de Galeno y de Hipócrates y que escribió varias otras originales. Ley de Mercantores «Por esta razon se hicieron leyes por los emperadores, que los romanos no fuesen casados, aunque fuese con títulos de llevar mercaduría, de ir a tierra de persas con quien no tenían paz ni que hacer, y la razón de la ley asignase en ella: “porque no parezca o se diga que los romanos son espías o especuladores de los reinos extraños”. Así lo dice la ley Mercatores, capítulo De mercatoribus». (Lib. I, t. II, cap. XCIV, pág. 52). Ley Veluti « [...] (como parece por la Ley Veluti, párrafo De justitia et jure, donde dice que de derecho de las gentes, y así, por natural razón, la religión se debe a Dios, y la obediencia a los padres y Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 363 a la patria, y así es uno de los preceptos naturales, que somos obligados guardar, so pena de gravísimo pecado mortal) [...]» (Lib. I, t. II, cap. CII, pág. 83) Esta ley debe referirse a Donato Velluti, italiano de Florencia (1313-1375), jurisconsulto notable, que desempeñó cargos muy importantes en la judicatura. Es autor de memorias muy interesantes. Fernán López de Castañeda «cuando dieron la vuelta habían pasado del Cabo (de Buena Esperanza) adelante 140 leguas, según dice Hernando López de Castañeda, coronista de Portogal, Lib. I, cap. 1º de su Historia» (Lib. I, t. I, cap. XXVI, pág. 212), «Todo lo que aqui desto he dicho (sobre la expedición de Pedro Álvarez Cabral), lo saqué de dos historiadores portugueses que escribieron toda la historia desde su principio de la India, el uno es Juan de Barros [...] y el otro es Fernán López de Castañeda, en el libro I, cap. 29 de la Historia de la India». (Lib. I, t. II, cap. CLXXIV, págs. 458-459). Fernán Lopes de Castañeda fue un historiador portugués. Consagró 20 años de su vida a buscar todo lo que pudiera interesar a la actuación de su patria en la India. De 1551 a 1561 se publicaron 8 volúmenes de su Historia del descubrimiento y conquista de la India. Murió en 1559. Lucano «Lucano, en el libro X, estima que del crecimiento del Nilo ninguna otra razón suficiente se puede dar, sino que Dios quiso proveer al reino de Egipto del agua necesaria, por vía maravillosa, pues allí no quiso que lloviese, sin la cual no podía pasar; y 364 Carlos Larrazábal Blanco esta no es muy indigna razón, y no discrepa mucho de la de San Jerónimo». (Lib. I, t. II, cap. CXXIX, pág. 217). Marco Anneo Lucano, poeta latino, natural de Córdoba. Es autor de la Farsalia, poema que canta la guerra entre César y Pompeyo. Para escapar de la persecución de Nerón se abrió las venas en el año 63. San Lucas «Esto parece, por lo que el Hijo de Dios por boca divina manifestó por Sant Lucas, capítulo postrero: “Necesario fue Cristo padecer [...]” ansí, por pasión, entrar en su propia gloria». (Lib. I, t. I, cap. XXXVII, pág. 272). Macrobio «Lib. Iº, cap. 22 de Somno Scipionis». (Lib. I, cap. VI, pág. 66). «In Saturnalibus, Lib. I, t. I, cap. 24». (Lib. I, t. I, pág. 112). « [...] esto se prueba, lo primero, por Italia, que según Macrobio fue llamada Hesperia por estar hacia el Occidente [...] Illi nam scilicet Graeci a stella Hespero dicunt Venus et Hesperia Italia quae occasui subiecta sit; haec Macrobius, Lib. I, cap. 3º Saturnalium». (Lib. I, t. I, cap. XVI, pág. 119). Aurelio Teodocio Macrobio, gramático latino. Vivió según se cree hacia el año 422. Compuso varias obras: Las saturnales, Comentario sobre el sueño de Escipión, De diferentis et societatibus gracci latinique verbi. La primera de las obras son siete libros que tratan de materias diferentes pero principalmente de retórica y gramática; el segundo es un resumen de los conocimientos que entonces se tenían acerca del cielo y de la tierra. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 365 El Maestro de las Historias «y el Maestro de las Historias, en el cap. 13, sobre el Génesis afirma lo mismo (sobre la gran altura a que estaba el Paraíso)». (Lib. I, t. II, cap. CXLII, pág. 282). El Maestro de la Historia Escolástica «Todo esto dice el Maestro de las Historias Escolásticas sobre Esther, cap. 5º». (Lib. II, t. III, cap. LXIII, pág. 323). ¿Este y el anterior serán la misma persona? ¿Se referirá a Pedro Comestor? El Maestro de las Ciencias « [...] el Maestro de las Sciencias, en el II, distinción 17, lo refiere» (la gran altura del Paraíso. Lib. I, t. II, cap. CXLII, pág. 232). El Maestro de las Ciencias es Santo Tomás. Francisco Mirones «Esto es lo que dice Sant Agustín; que escribiendo sobre aquellas palabras, morietur filius meus Christus, tratase de Esdras y lo aprobase, no sé dónde Francisco Mairones lo halló» (Lib. I, t. II, cap. CXXXIX, pág. 266). Francisco de Mairón fue un escritor religioso francés, llamado el Iluminado, fraile franciscano y que murió en 1327. Escribió obras teológicas y filosóficas. 366 Carlos Larrazábal Blanco Manetón (Prólogo, pág. 7). Manetón fue un sacerdote egipcio en tiempos de los dos primeros Lágidas. Compuso para ellos una Historia de Egipto de la que no quedan sino fragmentos citados por Josefo y otros. Manuscritos El Diario de Colón y otros muchos papeles y cartas del Primer Almirante. «Probanzas hechas por el fiscal del Rey en el pleito que siguió contra el Almirante de Indias D. Diego Colón, hijo del primer almirante, sobre los descubrimientos que este hizo en el Nuevo Mundo; con las probanzas hechas también por parte del Almirante». (Lib. I, en varios lugares). Marciano «y que Marciano afirma, concordando con Plinio, que debajo de los polos vive gente beatísima o bienaventurada que no muere sino harta de vivir [...]» (Lib. I, t. I, cap. VII, pág. 70). Marciano de Heráclea, geógrafo griego que vivía a principios del siglo IV de la era cristiana. De su Periplo que compuso no queda sino una parte. MARCO PAULO « [...] perlas finísimas y perlas bermejas, de que dice Marco Paulo que valen más que las blancas [...]» (Lib. I, t. II, cap. CXLIX, P 315). Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 367 El célebre Marco Polo. Marino «porque hizo cuenta que si habiendo Marino escrito en su Cosmografía quince horas o partes de la esfera hacia el Oriente [...]» (Lib. I, t. I, cap. V., pág. 56). Debe ser Marino de Tiro, geógrafo romano del siglo I de nuestra era. Se le ha considerado como uno de los fundadores de la geografía matemática. Marsilio Ficino «No osará referir por historia sino por fábula las maravillas que Platón de aquella isla dice sino hallara confírmalo Marsilio Ficino en su compendio sobre el Timeo de Platón, cap. 6º, y en el argumento que hace sobre otro siguiente diálogo al Timeo que Platón hizo, a quien puso nombre Cricia e Atlántica, donde trata de la antigüedad del mundo». (Lib. I, t. 1, cap. VIII, pág. 74). Marsilio Ficino nació en Florencia en 1433. A los 23 años de edad escribió sus Institutas platónicas. Entre sus obras también se cuentan Theologica platónica, Jámbico, Proclo y otros. Pedro Mártir «De los cuales cerca destas primeras cosas a ninguno se debe dar más fe que a Pedro Mártir, que escribió en latín sus Décadas estando aquellos tiempos en Castilla, porque lo que en ellas dijo tocante a los principios fue con diligencia del mismo Almirante, descubridor primero, a quien habló muchas veces, y de los que fueron en su compañía, inquirido, y de los demás que aquellos viajes a los principios hicieron; en las otras que pertenecen al 368 Carlos Larrazábal Blanco discurso y progreso destas Indias algunas falsedades sus Décadas contienen» (Prólogo, pág. 88). «Todo esto en sentencia saqué (la duda de los indios de si los españoles nacían en el cielo o en la tierra) de lo que escribe D. Hernando Colón […] y de las Décadas de Pedro Mártir». (Lib. I, t. II, cap. XCVI, pág. 62). «De otra manera lo cuenta esto (la prisión de Caonabo) Pedro Mártir en la primera de sus Décadas, que el Almirante envió a Hojeda, solamente a rogarle que le fuese a ver […] y al cabo dice, Pedro Mártir, que yendo con su gente armada, en el camino Hojeda le prendio y llevó al Almirante […]». (Lib. I, t. II, pág. 88, cap. CII). «Pedro Mártir dice en su Década primera que Cabrón se nombraba la casa, o pueblo principal real de dicho Mayobanex […]» (Lib. I, t. II, pág. 165, cap. CXX). «[…] el testimonio de tanta multitud numerosa de testigos, que de vistas sabían que el almirante fue el primero que descubrió la tierra firme de Paria […] y esto afirma también Pedro Mártir, en los capítulos 3º y 9º de su primera Década». (Lib. I, t. II, cap. CLXIV, pág. 391). «Pedro Mártir afirma haber sido informado, que de aquellas islas de los lucayos, que eran 406, habían los españoles traído y puesto en captiverio para echar en las minas 40,000 ánimas; y dellas, y de las demás, un cuento y 200,000; […] Todo es de Pedro Mártir; cuanto a lo que añade que los lucayos algunas veces mataron españoles, acaecía cuando algunos pocos hallaban descuidados, porque desque cognoscieron que los destruían, y que aquella era su venida y demanda, los arcos y flechas, que usaban para matar pescado, acordaron emplearlos para matar a los que los mataban, pero todo en vano, porque nunca podían matar sino dos o tres, o cuatro cuando más se estiraban». (Lib. II, t. III, cap. XLIV, pág. 229). «En obra de cuatro o cinco años trujeron a estas islas de hombres, y mujeres y chicos, y grandes, sobre 40,000 ánimas; y desto hace mención Pedro Mártir, en el capítulo 1º, de su sétima Década […]» (Lib. II, t. III, cap. XLIV, págs. 225, 226). Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 369 «Y para señal dello dejaron los arcos y las flechas, y van de presto y traénles pan de su maíz y pescado salado, y vino de brebajes, y así quedaron pacíficos y en amistad de los cristianos. Este caso refiere también Pedro Mártir, en su segunda Década, cap. 1º, la cual escribió al Papa León X». (Lib. II, t. III, cap. LXII, pág. 315). «Esta gente era más blanca que los demás; las mujeres venían vestidas de cueros de leones bien adobados y los hombres, de otros animales. Deste salto hace mención Pedro Mártir, en la Década 1ª, capítulo 2º […]» (Lib. III, t. III, cap. XX, pág. 459). «Por las cosas ya dichas de la benignidad y buen tratamiento que los indios […] parece claro ser falso lo que refiere allí Pedro Mártir, que cuando llegaron a aquella isla (Cuba) Colmenares y Caicedo […] hallaron la carabela en que Valdivia había venido […] hecha pedazos […] y juzgaron que los indios los habían muerto. Dice allí Pedro Mártir, que como no hallaron cuerpo ninguno, que los matadores los debían de haber echado en la mar [...]» (Lib. III, t. III, cap. XXIV, pág. 484). «Hace mención de todo esto (la devoción del cacique Comendador por la Virgen María, Pedro Mártir, en su Década segunda, cap. 6º, escribiéndolo al papa León X, habiéndolo oído en Valladolid del mismo Enciso». (Lib. III, t. III, cap. XXIV, pág. 488). «deste caso abominable (la prisión del cacique Careta) y salida del Darién para robar e inquietar aquellas gentes, hace mención en su segunda Década, cap. 3º, Pedro Mártir [...]» (Lib. III, t. IV, cap. XL, pág. 74). «este infelice tirano (Juan de Ayora) era natural de Córdoba, hijodalgo y persona estimada por aquel tiempo, y, sus obras lo claman, de insaciable cudicia. Deste tirano cuenta Pedro Mártir, en el cap. 10, de su tercera Década, lo siguiente: Joanes Aiora civis cordubensis nobili genere ortus misus pro praetore, etc.» (Lib. II, t. IV, cap. LXII, pág. 178). «¿habían de venir tan descuidados (Gonzalo de Badajoz y los suyos, conquista de Darién) que en casas tan ajenas habían 370 Carlos Larrazábal Blanco de pensar estar sin aviso, como Pedro Mártir dice? Y aunque no dudamos que Pedro Mártir refiere con verdad lo que decían en Castilla, y no lo que él por sus ojos veía, por eso, en todo lo que dice en sus Décadas, cuando concurre favor de los españoles con perjuicio de los indios, ningún crédito se le debe dar, porque todo lo más es falsedad y mentira». (Lib. III, t. IV, cap. LXX, pág. 213). Masseo «Cuanto más que Atlante, como fuese Japhet, hijo de Noé, según afirma Masseo en el 2º de su Crónica [...]» (Lib. I, t. I, cap. XV, pág. 113). Megástenes «Desto dice Megástenes, filósofo: Conchas in quibus margaritae et uniones gignuntur retibus capi gregatimque multas veluti apes depasei, regemque suum habere. Ae si contingat regem comprehendi a piscatoribus, eas protinus eircumfundi nec vim effugere: fugiente rege et ipsas effugere». (Lib. I, t. II, cap. CXXXVI, pág. 247). «Todas las cosas dichas (relativas a las virtudes medicinales de las perlas) de Megástenes [...]» (Lib. I, t. II, cap. CXXXVI, pág. 248). Megástenes. Geógrafo griego enviado por el diadoco Seleuco Nicator a visitar al rey indio Sandracoto. Con este motivo compuso una obra que titulan Indica. Metástenes «Este que dije ingenuamente de los mismos griegos, muchos autores afirman, mayormente Methástenes, persiano, en el Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 371 principio del libro de los hechos anales de la gente de Persia» (Prólogo, pág. 4). (Prólogo, pág, 8). (Prólogo, pág. 7). (Prólogo, pág. 32). Sebastán Mustero «Allí toca que la mayor parte de Egipto era agua […] desto hace mención Sebastián Mustero en el Lib, VI de su Cosmografía». (Lib. I, t. I, cap. VIII, pág. 77). «Todo lo dicho se acaba de confirmar con lo que ahora Sebastián Mustero, moderno, en su Universal cosmographia, Lib. V, págs. 1103 y 1104, escribió nombrando las islas de Cabo Verde las Hespérides […] y son estas sus palabras: Hac ratione ut ab insulis Hesperidum guas nunc Capitis Viridis Appellant». (Lib. I, t. I, cap. XVI, pág. 124). El obispo de Gerona «[…] Hispania est et hera Hesperia ab Hespero stella occidentali dicta […] dello da testimonio el obispo de Girona, en su Paralipomenon, Lib. VI, capítulo […]» (Lib. I, t. I, cap. VI, pág. 121). Paulo Orosio (Prólogo, pág. 7). «Por estas lo mismo Pablo Orosio, siete libros de historia compuso, por exhortación de San Agustín, para tapar las bocas blasfemas de los gentiles romanos […]» (Prólogo, pág. 16). «pero yo, con celo de la casa de Dios, determiné contra los tales errores y blasfemias escribir los libros de la Ciudad de 372 Carlos Larrazábal Blanco Dios, etc., lo mismo afirmó Paulo Orosio en su prólogo, allí». (Prólogo, pág. 17). (Prólogo, pág. 32). «Libro VI, cap. 6º, “De Ormesta Mundi”» (Lib. III, t. IV, cap. CXXII, pág. 490). Historiador y teólogo del siglo V, nacido en España. Dejó escrito Historiarum adversus paganos, libri VII, colección de plagas y calamidades que han azotado al mundo desde Adán hasta 417. Dejó escritas algunas obras: Moesta Mundi o Historias contra los paganos, Tratado sobre el libre albedrío. En Las Casas, como se ve, no se dice Maesta Mundi sino Ormesta Mundi. Ovidio (Lib. I, t. I, cap. VI, pág. 58). (sobre la comunicación interior de la fuente del río Alfeo de Grecia y la fuente de Aretusa en Sicilia) «en el V de Metamorphoseos, al fin». (Lib. I, t. II, cap. CXLIV, pág. 295). San Pablo «Según dijeron Sant Pablo y Sant Barnabás en el libro de los Actos de los Apóstoles, capítulo 14». (Prólogo, pág. 25). «[…] y Sant Pablo dice: “El que no quiere trabajar no coma”, etc.» (Lib. III, t. III, pág. 393). «porque nunca hemos de hacer cosa mala, por chica y mínima que sea, para que por ella o della haya de salir o hayamos de sacar, inestimables bienes. Así lo afirma Sant Pablo, Ad Rom. 2 Non sunt facienda mala ut bona eveniant». (Lib. I, cap. XLVI, t. I, pág. 335). «Sólo Dios es el que hace las mercedes y no las impropera ni las deshace, como dice Sant Pablo, cuando verdaderamente dél no nos desviamos, y el que no engaña ni puede ser engañado, aunque tenga muchos privados». (Lib. I, t. II, cap. CLXXXI, pág. 497). Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 373 «y haciendo heder el nombre de Jesucristo entre aquellas naciones, con sus obras tan detestables, como dellos dijo Sant Pablo». (Lib. III, t. IV, cap. XLVII, pág. 107). El Papa Pío «Ayuda lo que dice el Papa Pío en la epístola 26: Hortos namque Hesperidum poetae ultra Atlantem in Africa situs fixere». (Lib. I, t. I, cap. XVI, pág. 124). «y según dice el Papa Pío en el prólogo del libro que llamó Del mundo universo: Nugas in rabulis, in historia verum quaerimus et serium». (Lib. I, t. I, cap. XVI, pág. 129). Es el papa Pío II o sea Eneas Silvio Piccolomini (1405-1464). Se han publicado muchas de sus obras: Commentarii te gesti Bapiliensis concilii; De orto, gegione ac gestis Bohemorum, Epistolae, que es la obra citada por Las Casas, y la cual a mediados del siglo xix fue aumentada por el alemán Voigt con 200 cartas inéditas. Palacios Rubios «Fue el otro el doctor Palacios Rubios, doctísimo en su facultad de jurista, estimado en ella más que todos, y por su bueno y buen cristiano también tenido, este, como muy letrado e inclinado a escribir en derecho, como muchas otras obras en derecho escribió, comenzó desde entonces a escribir cierto libro que intituló: De insulis occeanis, el cual después prosiguió y acabó siguiendo en el error de Hostiensis, fundando sobre él el título que los reyes de Castilla tienen a las Indias […]» (Lib. III, t. III, cap. VII, pág. 381). «Uno de los autores de las famosas Leyes de Toro, escribió muchos trabajos de filosofía natural y moral, de escaso interés» (J. Ing.). Figuró en el Consejo de Indias en la época de 374 Carlos Larrazábal Blanco la conquista y colonización de América. Algunas de sus obras más citadas son: De Beneficiis in curia vacantibus nive protuendo Regum Cantellae juere patronatus (1514); Glossemata ad “Leyes Tauri”» (1542); De justitia et jure obtentioni et retentiones regni Navarrae (1514); De insulis mares oceani, que es la citada por Las Casas. Palephato Parus o Prienensis «Muy por el contrario reduce la fábula a historia. Palephato Parius o Prienensis, antiquísimo, del tiempo de Artaxerxes, filósofo griego, en el libro que compuso de Fabulosis narrationibus non credendis, lib. I, cap. De Hesperidibus, donde dice: Hespero fue un hombre milesio que moraba en Caria […] tenía dos hijos llamados Hesperides, etc.» (Lib. I, cap. XVI, pág. 126). Palefato, nacido en Parus o en Priene, del tiempo de Artajerjes Muemón el que firmó el tratado de las Atlántidas. Se le atribuye la obra a que parece aludir Las Casas, pero que otros mencionan con el nombre de De incredibilibus. Pausanias «que ansi como fueron, no uno, sino muchos Hércules, según […] Pausanias autor de historias, griego, lib. XIV». (Lib. 1, t. I, cap. XV, pág. 112). «[…] Pausanias, lib. V, col. 199, habla de dos Hespérides y que ellas eran las guardas de las pomas de oro». (Lib. I, t. I, cap. XVI, pág. 129). «[…] que aquel huerto de las ninphas Hespérides era una isla de ellas, y, según Pausanias, historiador griego, eran dos, donde se criaban ciertas ovejas que producían la lana o velloncino de color de oro, muy rica». (Lib. I, t. I, cap. XVI, pág. 126). Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 375 Griego del siglo II de la era cristiana, que escribió Itinerario de Grecia, a manera de guía para viajeros completada con la referencia de asuntos históricos y mitológicos. Matías de Paz «y así carecieron totalmente de la lumbre y claridad, y verdad del hecho. Contra lo cual, mirando el maestro fray Matías de Paz más en esta materia, compuso un tratado en latín, en obra de quince días, desterrando é impugnando el modo de servirse de los indios despótico, y probando que habían de ser gobernados como personas y gentes libres […]» (Lib. III, t. III, cap. VIII, pág. 390). Petrarca «El Petrarca, en el libro II, cap. 3º De vita solitaria, dice que los ginoveses hicieron armada que llegó a las dichas islas de Canarias». (Lib. I, t. I, cap. XVII, pág. 132). «El Petrarca […] hace mención destas Canarias, en el lib. II, cap. 3º De vita solitaria, escribió que la gente dellas era poco menos que bestias». (Lib. I, t. I, cap. XXI, pág. 171). «Cuenta el Petrarca en sus Triunfos, que en la señoría de Pisa se despobló una cierta ciudad por esta plaga que vino sobre ella de hormigas». (Lib. III, t. V, cap. CXVIII, pág. 27). La vida solitaria fue la obra donde expuso Petrarca sus principios de vida práctica para lograr 1a felicidad del hombre, para la formación del espíritu y su perfecta educación. Veinte años estuvo trabajando en esta obra: de 1346 a 1366. Pitágoras (Lib. I, t, I, cap. VI, pág. 58). 376 Carlos Larrazábal Blanco Platón (Lib. I, t. I, cap. VI, pág. 58). Sobre la «Isla del Atlántico» (Lib. I, t. I, cap. VIII, págs. 73 y 74). «Lo que Platón comienza en el Timeo […] a decir della (la Atlántida) […] Multa quidem et mirabilia vestrae civitatis, etc.» (Lib. I, t. I, cap. VIII, pág. 75). «En el diálogo siguiente que llamó Cricias o Atlántico, pone muy copiosamente la grandeza, etc.» (Lib. I, t. I, cap. VIII, pág. 76). «[…] como el Cristóbal Colón pudiese haber leído por el Platón que de la dicha isla Atlántico parecía puerta y camino para otras islas comarcanas y para la tierra firme […]» (Lib. I, t. I, cap. VIII, pág. 78). Plinio «Concuerda con ellos (acerca de la opinión que se tenía de los cronistas griegos) Marco Catón, escribiendo a Marco su hijo, según refiere Plinio, lib. XXIX, cap. 1º». (Prólogo, pág. 4). «También hallo a Plinio haber hecho mención desta isla hundida (la Atlántida) […]» (Lib. II, capítulo 92). (Lib. I, t. I, cap. VII, pág. 74). «Haberse también hecho de mar o de agua tierra […] cuéntalo Plinio en el capítulo 87 del lib. II y los siguientes». (Lib. I, t. I, cap. VIIII, pág. 77). «Destas mudanzas que ha habido en el mar y en la tierra, trata bien Plinio en el lib. II, de su Natural historia por muchos capítulos, desde el capítulo 87 hasta el 97». (Lib. I; t. I, cap. VIII, pág. 76). «y la isla de Eubea, que agora se llama Negroponte, se cortó de la provincia Boecia, y otros que allí pone Plinio en el capítulo 90, y lib. IV, cap. 12». (Lib. I, t. I, cap. VIII, pág. 77). «En nuestra España hubo también […] que ciertas islas cerca de Cádiz, que se llamaban las islas Ophrodisias donde Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 377 había ciudades populosas y grandes edificios, según cuentan nuestras historias, y Plinio, lib. IV, cap. 32 […]» (Lib. I, t. I, cap. VIII, pág. 77). «Plinio también en su libro II, cap. III, dice que el Océano cerca toda la tierra». (Lib. I, t. I, cap. IX, pág. 81). «Lib. II, cap. 77» (sobre la isla de Thule). (Lib. I, cap. X, pág. 87). «Ansí lo dice Plinio, lib. X, cap. 10, hablando dello; Videntur artem gubernandi etc.» (Lib. I, t. I, cap. X, pág. 87). «según Plinio en el sexto libro de su Natural historia ella sola es (la India) la tercera parte de la tierra habitable y tiene ciento y diez y ocho naciones». (Lib. I, t. I, cap. XI, pág. 91). «Plinio en su lib. II, cap. 69, pone muchos descubrimientos, que hicieron muchas gentes […]» (Lib. I, t. I, cap. XV, pág. 109). «[…] y llegó (Hanón) al seno o golfo Arábico, que es la boca por donde entra la mar Océano el mar Bermejo, como refiere Plinio donde arriba digimos, lib. VI, cap. 31». (Lib. I, t. I, cap. XV, pág. 110). «Item Plinio, lib. VI, cap. 3º Ab ea … quinque dieruma navigatione solitudines ad Ethiopes Hesperios, etc.» (Lib. I, t. I, cap. XVI, pág. 119). «Así lo nombra Plinio en el lib. VI, cap. 31. Ad Ethiopras Hesperos et promontorium quod vocamus Hesperioncaeras». (Lib. I, t. I, cap. XVI, pág. 120). «Plinio, que tan diligente y curioso fue en escudriñar lo que había de escribir, por no errar en cosa alguna de mucha ni de poca importancia, pone todo lo que se cuenta de las Hespérides por tan dudoso […] El cual en el cap. 31 del lib. VI suso alegado, dice ansí […]» (Lib. I, t. I, cap. XVI, págs. 128 y 129). «Desta preciada hierba asphodelo, quien quisiere ver las propiedades, lea en el lib. XXII, cap. 22, de la Natural historia, a Plinio». (Lib. I, t. I, cap. XX, pág. 166). «viniendo a deshoras los hijos de dos dellas fue tanta el alegría que recibieron (las dos mujeres) que súbitamente espiraron; de algo desto habla Plinio, lib. VII, cap. 53». (Lib. I, t. I, cap. XXVI, pág. 216). 378 Carlos Larrazábal Blanco (Acerca de los Seres, pueblos de la India) (Lib. I, t. I, cap. XL, pág. 295). (Sobre la formación de las perlas) (Lib. I, t. II, cap. CXXXVI, pág. 245). Lib. VI, de su Natural Historia. (Lib. I, t. II, cap. CXXVII, pág. 204). Lib. X, cap. 42. (Lib. I, t. II, cap. CXXVII, pág. 205). «[…] y ansí 1o dice Plinio, libro V, capítulo 9º: Nilus incertis ortus fontibus; et infra; Lacu protinus stagnante quem vocant Nilidem; […]» (Lib. I, t. II, cap. CXXIX, pág. 219). «y la más chica (creciente del Nilo), de cinco, cuando andaba la guerra Pharsálica […] según dice Plinio». (Lib. I, t. II, cap. CXXIX, pág. 213). «Plinio, en el libro XXXI, cap. 2º, pone haber una fuente en Asia la Menor, que regando la tierra con su agua la torna piedra, y un río, que los árboles con sus hojas hacía lo mismo». (Lib. I, t. II, cap. CXXXVI, pág. 251). «Todas las cosas dichas (relativas a las virtudes medicinales de las perlas) son sacadas […] de Plinio, Lib. VI, cap. 35 […]». (Lib. I, t. II, cap. CXXXVI, pág. 248). «[…] junto a la mar (hallaron), infinitas ostias pegadas a las ramas de los árboles que entran en la mar, las bocas abiertas para recibir el rocío que cae de las hojas, hasta que cae la gotera de que se engendran las piedras, según dice Plinio […]» (Lib. I, t. II, cap. CXXXVIII, pág. 259). «[…] también lo dice Plinio, libro VI, cap. 22, y que los elefantes de allí son mayores que los de las Indias y el oro más fino, y las margaritas y perlas más preciosas […]» (Lib. I, t. II, cap. CXXXVIII). «Lib. II, capítulos 66 y 67 (trata de la redondez de la Tierra)». (Lib. I, t. II, cap. CXLI, pág. 277). «Esto parece que siente Plinio en el cap. 66 del libro II, Orbem certe dicimus terrae globum quem verticibus includi, fatemur. Neque absoluti orbis est forma in tanta montium excelsitate tanta camporum planicie». (Lib. t. II, cap. CXLI, pág. 278). Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 379 «Hesiodus, poeta que según Plinio, en principio del libro XIV de la Natural historia fue el primero que dio preceptos o reglas de agricultura […]». (Lib. I, t. II, cap. CXLIII, pág. 288). Cayo Plinio Segundo llamado el Viejo o naturalista. Nació en el año 23 en Como. De sus numerosas obras solo quedan los 37 libros de la Historia natural. Plutarco «Demetrio Phalereo, varón doctísimo (según Tulio) amonestaba (como Plutarco en las Apothegmas, pág. 305, dice) al rey Ptolomeo que tuviese y leyese aquellos libros que trataban de los preceptos y reglas que los reyes deben guardar […]». (Prólogo, pág. 6). «Plutarco en la vida de Sartorio […] refiere más a la larga las cualidades y felicidad destas islas (las Canarias) […]» (Lib. I, cap. XX, pág. 163). «y Plutarco, en la vida de Aníbal cuenta de ambas mujeres […] (muertas del placer de volver a ver a sus hijos)». (Lib. I, t. I, cap. XXVI, pág. 215). «El otro es aún más eficaz que según Plutarco en la vida y graciosa historia de Sertorio […] que viniendo a Cáliz por la mar […] topó ciertos navíos […] que iban, parece que de las islas de Canarias […]» (Lib. I, t. I, cap. XV, pág. 116). «Desta manera lo cuenta Plutarco en la vida del mismo Tito (Tito Quincio vence a Filipos y da libertades a los pueblos griegos». (Lib. III, t. V). Polibio «Según dice Polibio en su Historia de los romanos, libro I: “El que toma oficio de historiador, algunas veces a los enemigos 380 Carlos Larrazábal Blanco debe con sumas alabanzas sublimar, si la excelencia de las obras que hicieron lo merece”, etc.» (Prólogo, pág. 31). Historiador y político griego. Nació 210 años antes de J. C. De sus escritos no se conserva más que su Historia general, libro que se ha considerado notable por el estilo, la exactitud de sus noticias históricas, etc. De los 40 libros de esta historia los 5 primeros están completos, de los 12 siguientes no hay más que fragmentos y de los restantes no más que extractos. Ha sido traducida esta obra a idiomas modernos. Pomponio Mela Lib. III, cap. 6 (acerca de la isla de Thule). (Lib, I, t. I, cap. X, pág. 87). «Pomponio Mela, español, natural de Tarifa que entonces se llamaba Mellaría Baethicae, como el mismo dice en su libro II, cap. 6º». (Lib. I, t. I, cap. XV, pág. 109). «Lib. III, cap. 101, Item, terrae promontorio cui nomen est Hesperi cornu». (Lib. I, t. I, cap. XVI, pág. 120). «[…] justamente con lo que Pomponio afirma del mismo monte o promontorio (Hesperioncaeras) en el capítulo alegado 10 y 11 del libro III […]» (Lib. I, t. I, cap. XVI, pág. 120). «[…] porque según Pomponio, lib. III, cap. 11, las Hespéridas estaban situadas en derecho o frontero de la punta o tierra calidísima de Etiopía». (Lib. I, t. I, cap. XVI, pág. 123). «Libro III, cap. 7º (acerca de la isla Taprobana)». (Lib. I, t. II, cap. CXXVIII, pág. 208). «Libro III, cap. 7º de su Cosmografía». (Lib. I, t. II, cap. CXXVII, pág. 204). «Lib. I, cap. 9º» (acerca del Nilo). (Lib. I, t. II, cap. CXXIX, pág. 214). «Pomponio dice, que los vientos etesios, o ventando recio detienen las aguas del Nilo que no salgan a la mar y entonces suben en alto las aguas del Nilo, o que los mismos vientos sean causa que cieguen las bocas del Nilo, por donde sale a la mar, Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 381 con mucha arena, y así, lo hagan subir en alto; […]» (Lib I t. II, cap. CXXIX, pág. 215). «[…] y Pomponio Mela, libro II, cap. 2º, que es más alto (el monte Atós) que el lugar donde descienden las lluvias […]» (Lib I, t. II, cap. CXLII, pág. 284). «libro III, cap. 10 (sobre la Mesa del sol)». (Lib. I, t. II, cap. CXLIV, pág. 291). «[…] y según Pomponio Mela, libro III, cap. 6º, es linaje de hombres lleno de justicia (los Seres de la Media)». (Lib. II, t. III, cap. XLIII, pág. 282). Pomponio Mela nació en Bética, España. Compiló los conocimientos geográficos de su tiempo en su obra De situ orbis en tres libros. Ha sido traducida a idiomas modernos. Procopio «[…] lo demás (respecto de Justiniano y la guerra con los godos), Procopio en los libros de la Guerra de los godos, y en los de la Guerra de Persia, y en los de la Guerra contra los vándalos en África […]» (Lib. I, t. II, cap. CLXXXI, pág. 499). Historiador griego que vivió en el siglo VI de nuestra era. Existe de él, la Historia, en ocho libros donde hace una relación de las guerras que sostuvo el emperador Justiniano, de la cual formaron parte los libros que menciona el padre Las Casas. Protágoras «Lo mismo hicieron (quemarlos) los atenienses de los libros de Diágoras, según otros de Protágoras, porque ponía en duda el ser de los dioses […]» Protágoras fue un célebre sofista griego. Dijo en su libro Sobre los dioses: «Por lo que toca a los dioses, yo no soy capaz de saber 382 Carlos Larrazábal Blanco ni si existen ni si no existen; pues hay muchas cosas que impiden averiguarlo sobre todo, la oscuridad del problema y la brevedad de la vida humana». Ptolomeo (Lib. I, t. I, cap. V, pág. 56). (Lib. I, t. I, cap. VI, págs. 58, 59). «Da otra razón Ptolomeo en el libro De la disposición de la esfera que, introductorio al libro del Almagesto, y dice: que debajo de ambos a dos trópicos, estivo y hiemal, habitan dos géneros de etíopes o negros […]» (Lib. I, t. I, cap. VII, pág. 67). «[…] porque si désa parte de las islas Orcadas, que son treinta según Ptolomeo […]» (Lib. I, cap. VII, pág. 67). «el cual en el primer libro, cap. 5º de su Geographia, expresamente dice, que por la inmensa grandeza de nuestra tierra firme muchas partes dellas no habían venido a nuestra noticia» (Lib. I, t. I, cap. IX, pág. 80). «[…] fue tenida (la isla de Thule) por la última de todas las tierras […] Lib. II, cap. 3». (Lib. I, t. I, cap. X, pág. 87). «Ayudábale (a Colón) a esta creencia que Ptolomeo en el lib. I, cap. 27 de su Cosmografía, dice que en la India se hablaban de aquellas cañas». (Lib. I, t. I, cap. XIII, pág. 98). (Lib. I, t. I, cap. XVI, pág. 122). «Y ansi parece en la tabla 6ª, de Europa por el Ptolomeo, donde dice: Italia Hespéria ab Héspero, stella quod illius occasui subiecta sit». (Lib. I, t. I. cap. XVI, pág. 119). «Item, Ptolomeo en la tabla 4ª de África, describiendo los pueblos que confinan con los cabos de África […] los llama Hesperios por estar muy occidentales» (Lib. I, t. I, cap. XVI, pág. 119). «Y aunque por las tablas de Ptolomeo se había o tenía noticia del promontorio o cabo Hesperionceras, que agora nombramos de Buena Esperanza» (Lib. I, t. I, cap. XXI, pág. 173). Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 383 «[…] según refiere Ptolomeo en la tabla 12 de Asia, son mil y tres cientos y setenta y ocho (las islas de Taprobana) […]» (Lib. I, t. II, cap. CXXVIII, pág. 210). «[…] que tuvo que solamente la sexta parte del mundo es habitable, y las otras cinco partes estaban cubiertas de agua, como padece en el libro de Ptolomeo, De la disposición de la esfera, y en el Almagesto, libro II […]» (Lib. I, t. II, cap. CXXXIX, pág. 265). «en su Almagesto, dictione 5a., cap. 16» (trata de la redondez de la Tierra). (Lib. I, t. II, cap. CXLI, pág. 277). «[…] y según Ptolomeo […] comunmente todo el orbe juntamente es dividido con la tierra en dos partes principales, iguales, según que la línea equinoccial lo divide en dos hemisferios, austral y aquilonar; y dicen que el austral es la cabeza y eminencia del mundo, y el aquilonar, son los pies y lo bajo y cuasi sentina del mundo». (Lib. I, t. II, cap. CXLV, pág. 298). «De aquí es, que Aristóteles y Alberto Magno […] mayormente Ptolomeo, afirman que las estrellas de aquella parte (la austral) son mayores y más resplandecientes y más nobles y más perfectas, […] que las aquilonares» (Lib. I, t. II, cap. CXLV, pág. 299). Claudio Ptolomeo, astrónomo y geógrafo de la primera mitad del siglo II de nuestra Era Cristiana. Su obra principal, Composición matemática, fue denominada por los árabes con el nombre de Almagesto, que quiere decir «muy grande». Allí se expone el sistema en el cual la Tierra es el centro de sistema planetario. Quinto Cursio «Esto se prueba por la experiencia también según cuenta Quinto Cursio en la Historia de Alexandre, lib. VII, donde refiere Alexandre haber entrado con su ejército en la región debajo del polo […]» (Lib. I, t. I, cap. VII, pág. 69). 384 Carlos Larrazábal Blanco Quinto Cursio Rufo, historiador latino, compuso la Historia de Alejandro Magno en 10 libros, de los cuales los dos primeros se han perdido así como porciones de otros. Se considera esta historia más que una versión correcta y verdadera del conquistador de Asia, una novela, pues carece de crítica y está llena de errores históricos, geográficos y cronológicos, pero los críticos encuentran que el estilo es puro, elegante y poético. Rábano «Esto siente la dicha glosa última (cómo sacaban las naves de Salomón el oro de las islas de Taprobana u Ofir) que es de Rábano, en el libro III, cap. 9º de los Reyes» (Lib. I, t. II, cap. CXXVIII, pág. 209). Rábano Mauro, Hrabanus Maurus o Magnencio, sabio obispo alemán natural de Maguncia (786-856). Sus obras fueron publicadas y contienen, entre otras: Comentarios sobre la Santa Escritura; De clericorum Institutiones, que se considera su mejor obra; De universo, que es una especie de enciclopedia, inspirada en San Isidoro. García de resende «Lo que la Historia portoguesa que escribió García de Resende, de la vida y hechos deste rey D. Juan II de Portugal, el cual historiador estaba allí en aquel tiempo, dice, quel Almirante llegó o entró en el restello, que es junto, creo que, a la ciudad, a 6 de marzo […]» (Lib. I, t. I, cap. LXXIV, págs. 465 y 466). «Tratando deste asiento (entre castellanos y portugueses) la Historia portoguesa, que refiere la vida del dicho rey D. Juan, y que escribió el susonombrado autor García de Resende, en el cap. 166, dice que deste asiento y conclución se hicieron por los Reyes contratos jurados […]» (Lib. I, t. II, cap. LXXXVII, pág. 18). Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 385 «Este historiador dice en el cap. 167, una cosa que quiero referir aquí, para aviso de los Reyes, porque es muy notable, y es, que tenía el rey de Portugal tanta parte en el Consejo de los Reyes Católicos de Castilla […] que ninguna cosa se trataba en él, por secreta e importante que fuese, que no la supiese luego el rey de Portugal, […]» (Lib. I, t. II, cap. LXXXVII, pág. 19). García de Resende fue historiador y poeta portugués, nacido en Évora en 1470. Fue secretario del Rey Juan II y dejó escrita una Crónica acerca de la vida de este rey. El arzobispo D. Rodrigo «[…] Hispania est et hera Hesperia ab Hespero stella occidentali dicta. Lo mismo afirma el Arzobispo D. Rodrigo, lib. I, cap 3º […]» (Lib. I, t. I, cap. XVI, pág. 121). Rufino «Descendiendo también a los autores cristianos así se movieron por necesidad de la defensa de la honra y gloria divina y por la grande utilidad de su iglesia: Eusebio a escribir el libro De Temporibus y el mismo Rufino la Historia eclesiástica, el uno a escribirla y el otro a interpretarla, y la Tripartita Casiodoro, como allí parece por ellos» (Prólogo, pág. 16). Tiracenio Rufino fue un escritor latino nacido en el Véneto. Su viña discurrió entre 345 y 410. Escribió: Historia eremítica seu Vitae Patrum y la Historia eclesiasticae, liber II, que cita el padre Las Casas y que es la continuación de una obra de Eusebio. 386 Carlos Larrazábal Blanco Antonio Sabélico «y destos Colombos hace mención Antonio Sabélico en el lib. VIII de la Década 10ª, folio 168, […]» (Lib. I, t. I, cap. II, pág. 42). «Deste pelea navalica y del dicho Columbo Junior hace mención el Sabélico en su Crónica, 8º libro de la 10ª. Década, hoja 168 […]». (Lib. I, t. I, cap. IV, pág. 52). Marco Antonio Coccio, llamado Sabélico, fue un erudito italiano (1436-1505). Escribió una Historia de Venecia y también De Venetis magistratibus, De Venetas urbis y Rapsodiae historiarum eneades. Salustio (sobre la fuente común de los ríos Tigris y Éufrates) (Lib. I, t. II, cap. CXLIV, pág. 295). Serbio «[…] y lo que todos a uno, como dice Servio y los otros comentadores del Virgilio en el 7º y 8º de las Eneidas […]» (Lib. I, t. I, cap. XV, pág. 112). Mauro o Mario Honorato Servio fue un gramático latino del siglo IV que dejó escrito un célebre Comentario sobre Virgilio, también Ars decentum mebric, seu centimentrum. Séneca (Lib. I, t. I, cap. VI, pág. 65). «Della también se acordó Séneca (de la Atlántica) en el lib. VI de sus Morales […]» (Lib. I, t. I, cap. VIII, pág. 74). Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 387 «El cual en la tragedia 7a. que se dice Medea, coro 2º cerca del fin […] dice ansí: Venient annis saecula seris, etc.» (Lib. I, t. I, cap. X, pág. 86). «Alega eso mismo a Séneca en el primero de Los naturales donde dice que de los fines últimos de España se puede navegar en pocos días con viento hasta las Indias; y en el cap. 5º refiriendo la grandeza de la India dice que la India es grande en gran manera […]» (Lib. I, t. I, cap. XI, pág. 91). «Ayuda a esto lo que dice Séneca en el lib. III de Los naturales Que hay natura de piedras tan esponjosas y livianas, que hacen dellas en la India unas como islas que van nadando por el agua […]» (Lib. I, t. I, cap. XIII, pág. 99). «Traían estos una auctoridad de Séneca en el lib. I, De las suasorias, donde dice, que muchos sabios antiguamente dudaban si el mar Océano podía ser navegado». (Lib. I, t. I, cap. XXIX, pág. 229). «Aquesta Historia pone Séneca, en el libro VI, cap. 8º, de las Naturales cuestiones bien a la larga, donde dice así: (aquí la historia de los centuriones que envió Nerón para inquirir el nacimiento del Nilo)». (Lib. I, t. II, cap. CXXVIII, pág. 211). «En lo que toca al nascimiento deste río Nilo, concluyó Séneca, después de haber mucho disputado, en el lugar en el precedente capítulo dicho: Que como la tierra que está debajo de la superficie sea limosa y llena de humidades, cuando concurren juntamente en un lugar son causa que se hagan las grandes lagunas de mar, y donde los ríos, después, con impetuoso curso manan, y desta manera siente Séneca que todos los ríos tienen su principio; pero como sea esta proposición contra la Divina Escritura que sueña otra cosa, mayormente cerca deste río Nilo, falso en lo que dice Séneca; pero no es de maravillar, pues no se avalanzaba a más de lo que le parecía, según su natural juicio». (Lib. I, t. II, cap. CXXIX, pág. 214). «y Séneca también en el libro V de las Cuestiones naturales […]» (sobre la comunicación interior de la fuente del río Alfeo, en Grecia, y la fuente de Aretusa, en Sicilia) (Lib. I, t. II, cap. CXLIV, pág. 295). 388 Carlos Larrazábal Blanco Solino (Lib. I, t. I, cap. VI, pág. 65). «y Solino en su Polistor, cap. 56, donde dice que la isla de Taprobana otros tiempos fue creída por el otro orbe en que habitaban los antípodas» (Lib. I, t. I, cap. VI, pág. 66). «Refiere también Solino en su Polistor, cap. 56 que Alexandre Magno envió un capitán que se llamó Onesicritus con una flota para descubrir la isla Taprobana […]» (Lib. I, t. I, cap. VIII, pág. 78). «Polistor, cap. 68» (acerca de la longitud del océano) (Lib. I, t. I, cap. IX, pág. 81). «Cap. 25» (acerca de la isla de Thule) (Lib. I, t. I, cap, X, pág. 87). Lib. I, cap. XV, pág. 110. «Gorgones insulae ut accepimus observae sunt promontorío quod vocamus Hesperioncaeras, esto dice Solino, capítulo último, esto también se averigua por la tabla y figura que viene pintada en el Solino». (Lib. I, t. I, cap. XVI, pág. 128). «No contradice a esto lo que dice allí Solino: In intimos maris sinus, porque de las Canarias dice, que son cercanas a donde se pone el sol […]» (Lib. I, t. I, cap. XVI, pág. 123). «[…] pruébase, (que el cabo de Buena Esperanza sea el antiguo cabo Hesperiorceras), lo primero, por el discurso que Solino trae describiendo la tierra y los cabos, promontorios e islas del mar Azanio, que es donde entra en el océano, el mar Arábico o Bermejo, hasta las Fortunadas o Canarias en el capítulo último y cap. 37, de su Polistor […]» (Lib. I, t. I, cap. XVI, pág. 120). «[…] porque así lo declara y expone la glosa o escholio del mismo Solino, en el dicho capítulo último, sobre la palabra Hesperionceras, donde dice ansi: Sonat haec vox occidentale cornu et extremun africae continente promontorius […]» (Lib. I, t. I, cap. XVI, pág. 120). «y si esto fue verdad convernian bien con esto las palabras de Solino, que estaban las Hesperides ad intimos maris sinus». (Lib. I, t. I, cap. XVI, pág. 128). Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 389 «Polistor, cap. 63» (acerca de los seres de la India). (Lib. I, cap. XL, pág. 296). «[…] a quien sino a las que llaman Seres camparallas, que son pueblos de Asia de quien Solino, cap. 63, dice ser mansos […]» (Lib. II, t. III, pág. 222). «Todas las cosas dichas (relativas a las virtudes medicinales de las perlas) son sacadas) […] de Solino, cap. 16 de su Polistor […]» (Lib. I, t. II, cap. CXXXVI, pág. 248). «Polistor, cap. 65» (Lib. I, t. II, cap. CXXVII, pág. 204). Cap. 66 de su Polistor (acerca de la isla Taprobana). Lib. I, t. II, cap. CXXVIII, pág. 207). «Solino da otra razón, y es, que el calor derribado del sol y de los otros planetas, levantan el agua del Nilo, haciéndola más sotil, de la manera que se levanta en la olla que hierve y hace parecer más de la que es, pero no lo es […]» (Lib. I, t. II, cap. CXXIX, pág. 216). «Otro río hay en el mundo que solo a semejanza del Nilo cresce y mengua una vez en el año, conviene a saber, cuando el sol está en el vigésimo grado del signo de Cancrio, y dura esta cresciente por todo el Cancrio y el signo de León, hasta tanto que el sol quiere pasar al signo de Virgen; la causa desto, dice Solino en el cap. 50 de su Polistor, hablando del río Euphrates, es porque Euphrates y el Nilo están constituidos debajo de semejantes paralelos del mundo […]» Lib. I, t. II, cap. CXXIX, pág. 218). «Así que, según la opinión de las gentiles, certísima y famosísima, según declara Solino, cap. 45 De Egipto, cuanto a lo que ellos pudieron saber, ignorando la Divina Escritura, el río Nilo tiene su origen en el Monte de Mauritania la inferior […]» (Lib. I, t. II, cap. CXXIX, pág. 219). «Polistor, cap. 45» (Lib. I, t. II, cap. CXXIX. pág. 214). «Y no solamente Olimpo, monte, sobrepuja las nubes, pero también el monte Athos en Macedonia o en Tracia, del cual dice el mismo Solino en el cap. 21 […]» (Lib. I, t. II, cap. CXLII, pág. 284). «y más largo lo dice Solino en su Polistor, cap. 13, y así parece que el Monte Olimpo sobrepuja las impresiones del aire caliginoso y oscuro […]» (Lib. I, t. II, cap, CXLII, pág. 284). 390 Carlos Larrazábal Blanco «lo cual se averigua (la felicidad de las Fortunadas) lo uno por lo poco que las alaba de bienaventuradas Solino en el capítulo último de su Polistor, donde dice, que mucho más dice la fama que por sus nombres en la verdad tienen […]» (Lib. I, t. II, cap. CXLIII, pág. 288). «Cap. 43» (sobre la Mesa del sol) (Lib. I; t. II, cap. CXLIV, pág. 291). Cayo Julio Solino vivió quizás en el siglo III. Su obra de geografía se tituló Collectanea rerum memorabilium o Polyhistor. Se ha dicho que es un plagio de Plinio el Antiguo. La primera edición fue hecha en Venecia en 1473 y ha sido traducida a idiomas modernos. Stacio Seboso «Stacio Seboso afirma que de las islas Gorgones […] hay navegación de cuarenta días por el mar Atlántico hasta las islas Hesperides». (Lib. I, t. I, cap. IX, pág. 81). Lib. I, cap. XVI, pág, 122). Strabo «Ansí lo cuenta (respecto de los antiguos leoneses) en su libro III Strabo: longas ut faminae inferius diffundunt comas» (Lib. I, t. II, cap. CXX, pág. 165). «Strabo, que fue hermano de Beda […] dice, que tan alto (el Paraíso), que llega al cielo de la Luna […]» (Lib, I, t. II, cap. CXLII, pág. 282). No es el geógrafo antiguo del mismo nombre. Quizá se trate de Walafrido Strabo, que nació en el año 806, fue educado en la escuela externa del monasterio de Bichenau e ingresó en la orden benedictina. Fue abad del citado monasterio y murió en 849. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 391 Cornelio tácito «Cornelio Tácito también hace mención, que un Eudoxcio […] por huir de Lathiro, rey […] entrando en el puerto Arábico, vino por el mar océano hasta Cáliz […]» (Lib. I, t. I, cap. XV, pág. 110). «[…] o quizá le puso el Almirante aquel nombre Mona, por una isla que está cerca de Inglaterra, que tiene el mismo nombre, de la cual hace mención Cornelio Tácito, libro XIV, página 320, et in Vita Agricolae, página 693» (Lib. I, t. II, cap. XCVIII, pág. 69). Tales Milesius «Tales Milesius uno de los siete sabios de Atenas, dice que los vientos que cada año corren por aquel tiempo allegaban las aguas de una parte a otra, y así parecían las aguas en mayor cantidad, puesto que, en la verdad, no fuesen mayores, como en una olla que hierve; […] La sentencia de Thales, filósofo, fue que cuando vientan los vientos etesios, que son los que corren en los días caniculares, los cuales, por su frialdad, espesan las nubes que están sobre la fuente que imagina en Etiopía, en el monte que se dice de la Luna, aquellas, con el aire, se convierten en agua, y que de allí proviene en aquel tiempo crecer el Nilo, y en el invierno que los dichos vientos no corran, menguar; […]» (Lib. I, t. II, cap. CXXIX, pág. 215). Tito Livio «Petilio, Pretor urbano, por autoridad del Senado, en presencia de todo el pueblo, encendido un gran fuego, los mandó quemar, (algunos libros griegos que «les parecía que en alguna manera disminuían la religión» según cuenta, Tito Livio, 2º, lib. Ab urbe condita» (Prólogo, pág. 6). 392 Carlos Larrazábal Blanco Cristóbal de la Tobilla «y hacellos esclavos, con harta ceguedad y culpa de los que tenían en su Consejo, como allí probamos, debía Alonzo de Hojeda llevar esta misma licencia y allí (en Costa firme) determina de usalla. Cuenta esto, un Cristóbal de la Tobilla, en una historia que llamó La Barbárica, el cual anduvo por aquella tierra mucho tiempo, puesto que no entonces sino después, muchos años; pero súpolo de los mismos que con el Hojeda fueron». (Lib, III, t. IV, cap. «y la traición de Juan Alonso, de la manera que está certificada, escribió Tobilla en su Historia, que llamó Barbárica […]» (Lib. III, t. IV, cap. XL, pág. 74). «Deste Badajoz dice Tobilla, que escribió parte deste su viaje, siendo seglar, y que después anduvo en los robos y destrucción en parte de aquellas regiones, a los dichos semejantes, entre tanto Badajoz con 40 compañeros pasó a robar la insula de Otroque» (Lib. III, t. IV, cap. LXXI, pág. 218). «y para que esto ansi parezca, sin que de mí solo salga, quiero aquí referir las palabras que Tobilla dice, seglar […] en una historia que quiso hacer y llamó Barbárica, y que parece haber muerto en aquella simplicidad non sancta. Este dice hablando de Espinosa” […] «Traía largos 2,000 captivos, que, para llevarlos a los mercadantes a la Española» […]» (Lib. III, t. IV, cap. LXXIII, pág. 227). «y porque hablando en una historia, Tobilla, que presumió hacer […] desta población de Panamá, dice, que esta costumbre de repartir y encomendar aquellas gentes a los españoles que las conquistaron, nació de cierta relación que el Almirante D. Cristóbal Colón dio al rey D. Hernando, diciéndole que los indios que en la Española había hallado eran incapaces para toda doctrina […]. Estas son palabras de Tobilla. Es aquí razón de desengañar a los que aquel pobre hombre tan falsa y perniciosamente quizo dejar engañados […] levantando al Almirante D. Cristóbal Colón tan gran testimonio […]». (Lib. III, t. IV, cap. CVII, pág. 411). Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 393 Santo Tomás «Destas tres razones aquí dichas, que alegan los que afirman estar el Paraíso terrenal en la línea equinoccial, las dos, […] refiere con aquellos, Sancto Tomás en el según escripto sobre las “Sentencias”, distinción 17, cuestión 3ª, art. 2º In corpore». (Lib. I, t. II, cap. CXLIV, pág. 294). «Sancto Tomás dice en la primera parte, cuestión CII, art. 1º y en otros lugares, que convenientemente se afirma estar puesto el Paraíso terrenal en el oriente […]» (Lib. I, t. II, cap. CXLIII, pág. 282). «Desta opinión hace mención Sancto Tomás, primera parte, cuestión 102, art 2º, in fine, donde dice: Quidquid autem de hoc sit credendum est: Paradisum in loco temperatissimo constitutum esse vel sub equinocciali ut alibi». (Lib. I, t. II, cap. CXLIV, pág. 296). «[…] de generación en generación los había Dios de traspasar (a los hombres) en la vida eterna y estado celestial, por dos o de dos maneras, según dice Sant Agustín […] y tráelas el Maestro en el segundo de las “Sentencias”, distinción vigésima». (Lib. I, . II, cap. CXLVI, pág. 302). «y a este fin se ordenó el parecer que tan inconsideradamente dio aquel padre, por no aceptar en la teología y aun filosofía moral, clara y razonable, que hallara en Sancto Tomás, Prima secundae, quaest. 98, art. 6º y en tercera parte, quaest. 70, si la buscara». (Lib. III, t. III, cap. XI, pág. 409). «y primero a la auctoridad de Sancto Tomás, en el libro De Regimine Principum». (Lib. III, t. III, cap. XII, pág. 410). «y esto confirma bien claro a nuestro propósito Sancto Tomás en la primera parte, cuestión 23, art. 7º ad Tertiam, donde dice que el bien proporcionado al común estado de la naturaleza, siempre acaesce por la mayor parte y falta por la menor […]» (Lib. III, t. V, cap. CLI, pág. 144). 394 Carlos Larrazábal Blanco El Tostado «[…] y Hespero fuese a reinar a las islas de Canaria o de Cabo Verde y en la tierra firme de Etiopía, la más occidental, por cuya causa él se llamó Hespero […] porque antes no se llamaba desde su nacimiento sino Philotetes como dice el Tostado en el lib. III, cap. 83 […] y es de creer como fuese, tan leído y docto en todas facultades y sobremanera en historia que miraría bien lo que dijo y mejor que Gonzalo Fernández de Oviedo, el Tostado». (Lib. I, t. I, cap. XV, pág. 113). «dice más el Tostado, que deste Hespero no se halla más escrito de que tuvo tres hijas, las cuales los autores y poetas llaman Hesperides […]». (Lib. I, t. I, cap. XV, pág. 114). «Esto (la conversión de hombres en piedra o metal) postrero trae el Tostado sobre el Génesis, cap. 13, cuestión 94 […]» (Lib. I, t. I, cap. VI, pág. 63). Alfonso de Madrigal, prelado español muerto en 1455. Escribió muchas obras, entre ellas: Comentarío sobre Eusebio, Tratado de los dioses de la gentilidad, Confesional, Libro de los Paradoxas, Libellus de optima politia, Defensorium trium propositininum contra Juan de Torquemada, De Sanctissima Trinitae, De statu animarum post mortem, Libellus de statu animarum post mortem, Cuestiones sobre la filosofía natural y moral, Breviloquio de amor y amicicia. Juan Tritthenio «[…] según Juan Tritthenio en el libro De scriptoribus ecclesiasticis». (Lib. I, t. I, cap. X, pág. 89). Juan Trithein, cronista y teólogo alemán (1462-1516). Escribió muchas obras. Entre las históricas se citan: De scritorihus ecclesiasticis collectanea; De origine gentis francorum y otras. Entre las obras de diferentes materias se citan: De vanitate et miseria ac brevitate humanae vitae; Sermonum vel exhortationum ad monaches, lib. II. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 395 Tucídides «[…] y el primero que juntó flota y señorío en el mar de Grecia fue Minos, como cuenta Tucídides, antiquísimo historiador Griego, lib. I, columna 2ª» (Lib. I, t. I, cap. XV, pág. 111). Tulio «Tulio, en el libro II de Arte oratoria, llama la historia testigo de los tiempos, maestra de la vida, de la memoria, luz de la verdad y de la antigüedad mensajera, […]» (Prólogo, pág. 11). «[…] que ninguna gente pueda ser en el mundo, por bárbara e inhumana que sea ni hallarse nación que, enseñándola y doctrinándola por la manera que requiere la natural condición de los hombres, mayormente con la doctrina de la fe, no produzca frutos razonables de hombres ubérrimos […]. Esto demuestra bien Tulio en el proemio de la Retórica vieja […]» (Prólogo, págs. 22 y 23). «Todo esto dice Tulio en el libro I, De Legibus […] ¿Qué Nación hay que no ame y loe la mansedumbre, la benignidad, el agradecimiento y el bien hacer?» (Lib. II, t. III, cap. LVIII, pág. 296). Oración Pompeyana (Lib. I, t. II, cap. CXX). Marco Tulio Cicerón. Jacobo de Valencia «Otros dicen que es isla, (el Ofir) y Jacobo de Valencia, dice sobre aquel verso Reges Tarsis et insule, del salmo LXXI, y afirma ser la isla nominatisisima y riquísima de la Taprobana, […]» (Lib. I, t. II, cap. CXXVIII, pág. 207). «Lo mismo de Esdras alega Jacobo de Valencia no poco docto en cosmografía, en el Salmo CIII, sobre el verso hoc mare 396 Carlos Larrazábal Blanco magnum, etc., probando que la tierra es seis veces mayor que la mar». (Lib. I, t. II, cap. CXXXIX, pág. 266). Valerio Máximo «[…] Petilio, Pretor, urbano, por autoridad del Senado, en presencia de todo el pueblo, encendido un gran fuego, los mandó quemar, (los libros llenos de lisonjas a los príncipes) según cuentan, Tito Livio, 20, lib. Ab urbe con dita y Valerio Máximo, libro […] (en blanco en el original)». (Prólogo, pág. 6). «Valerio Máximo, lib. IX, cap. 12, dice, que como a una mujer le fuese denunciado que era muerto un hijo suyo […] y súpitamente el hijo entrase vivo […] juntamente cayó en el suelo muerta». (Lib. I, t. I, cap. XXVII, pág. 215). Lib. V, cap. 4º y cap. 481 (acerca de la actitud de Roma con el rey Ptolomeo, y de Tigranes con Mitridates). (Lib. I, t. II, cap. CXX). Historiador latino. Escribió una obra titulada De dictis et factis memorabilibus. Se la considera una colección de anécdotas llenas de supersticiones y de lisonjas a Tiberio. Américo Vespucio «Américo da testimonio de lo que vio en los dos viajes que a estas nuestras Indias hizo, aunque circunstancias parece haber callado, o a sabiendas o porque no miró en ellas, por las cuales algunos le aplican lo que a otros se debe y defraudarlos de ellos no se debería; […]» (Prólogo, pág. 38). (Su viaje con Ojeda a Costa Firme). (Lib. I, t. III, cap. I, págs. 12, 13, 14, 15). «Y es bien aquí de considerar la injusticia y agravio que aquel Américo Vespucio parece haber hecho al Almirante, o los que imprimieron sus cuatro navegaciones, atribuyendo a sí solo Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 397 el descubrimiento desta tierra firme; y por esto todos los extranjeros que destas Indias […] escriben, y pintan o hacen cartas o mapas, llámanla América […]» (Lib. I, t. II, cap. CXI, p. 268). «[…] trujo también Hojeda al dicho Américo, no sé si por piloto o como hombre entendido en las cosas de la mar y docto en cosmografía, porque parece que el mismo Hojeda lo pone entre los pilotos que trujo consigo. Y creo y colijo que del prólogo que hace al rey Renato de Nápoles en el libro de sus Cuatro navegaciones, el dicho Américo, él era mercader, y así lo confiesa; debía para ventura poner algunos dineros en la armada de los cuatro navíos, tener parte en los provechos […]» (Libro I, t. II, cap. CXI, p. 268). «Lo mismo se puede averiguar de todos los otros números de los años, meses y días que asigna de sus negociaciones, facilísimamente, y así parece que de industria quiso llevar solo la gloria y nombre del descubrimiento de la tierra firme, aun callando el nombre de su Capitán, Alonso de Hojeda, usurpando tácitamente, como queda dicho, el honor y gracias que el Almirante se le debe por este insigne hecho, engañando al mundo, como escribía en latín, y al rey Renato de Nápoles, y para fuera de España […]» (Lib. I, t. II, cap. CLXIV). (Lib. I, t. II, cap. CLXV, cap. CLXVI, cap. CLXVII, cap. CLXVIII, cap. CLXX). Volaterano «Esto postrero (respecto de la conducta del emperador Justiniano con Belisario), dice Volaterano en los comentarios de su Anthropología, libro XXIII […]» (Lib. I, t. II, cap. CLXXXI, p. 499). Rafael Maffei, llamado el Volaterano, erudito nacido en Volasterra (1451-1522), compuso en Roma, bajo el título de Commentarii urbani, un resumen de los conocimientos de su tiempo. 398 Carlos Larrazábal Blanco Virgilio «Virgilio también toca de estos Campos (Elíseos) en el 6o de las Eneidas». (Lib. I, t. I, cap. XX, pág. 167). «In secundo Georgicum». (Lib. I, t. I, cap. XL, pág. 295). «[…]del cual el (Olimpo) canta Virgilio: Et nubes excesit Olimpos […]» (Lib. I, t. II, cap. CXLII, p. 283). «Las Geórgicas». (Lib. I, t. II, cap. CXLIV, p. 290). «Esto se experimenta echando pajas o otra cosa liviana en el principio y fuente del río Alpheo, que es en Grecia, viene a salir por la dicha fuente Aretusa, en Sicilia. Así lo cuenta Virgilio en el III de las Eneidas […] y el VII de las Bucólicas en la égloga última» (Lib. I, t. II, cap. CXLIV, p. 295). El Vicentio «y el Vicentio en el Speculo historial, libro V, cap. 43 […]» (Lib. II, t. III, cap. LVIII, p. 323). «Todas las cosas dichas relativas a las virtudes medicinales de las perlas) son sacadas […] de El Vicencio, Speculo Natural, lib. IX, capítulos 81 y 82, y del libro De propietatibus rerum, Lib. XVI, cap. 62 […]» (Lib. I, t. II, cap. CXXXVI, pág. 248). Es Vicente Beauvais, sabio del siglo xiii que nació en Beauvais y murió hacia 1264. Se hizo fraile de la orden de Santo Domingo. Sus obras son compilaciones al estilo de la época conocidas con el nombre de el Speculum. «Vicente de Beauvais tomó las Etimologías, de Isidro como ejemplo para su famoso Espejo Mayor». (José Ingenieros, La cultura filosófica española). Xenócrates «[…] Más largo recita las calidades de los Campos Elíseos, Xenócrates, discípulo de Platón […]» (Lib. I, t. I, cap. XX, pág. 166). Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 399 Filósofo griego. Nació en Calcedonia hacia 326 antes de Jesucristo. Fue discípulo de Platón, como dice el padre Las Casas. Escribió algunas obras de las cuales no ha quedado nada, entre ellas: Tratado del arte de reinar, De la naturaleza, etc. Zacarías Lilio «De muchas destas navegaciones hace mención Zacharías Lilio en el susodicho tratado contra Antípodas en el capítulo De navegatione Oceáni». (Lib. I, t. I, cap. XV, pág. 110). Gómez de Zurara «y según cuenta Gómez Eanes de Zurara, en el lib. I, capítulo 5º de su Crónica portuguesa que fue y la escribió en tiempo del Rey Don Alonso V de Portugal». (Lib. I, t. I, cap. XXII, pág. 174). (Lib. I, t. I, cap. XXIV, pág. 187). (Lib. I, cap. XXIV, pág. 190). (Cap. XXVI, pág. 201). Gomes Eanes de Zurara y Azurara, historiador portugués del siglo xv. «La probidad en Azurara, sucesor y continuador de Lopes llegó hasta el punto de pasar a los lugares de África donde habían ocurrido los hechos que se proponía narrar» (Figuereido). Gómez de Azurara escribió estas obras: Crónica do Conde D. Pedro de Menezes e D. Duarte, seu filho, Crónica da Conquista da Guiné. A todas veras es error de imprenta o de copistas o paleógrafos las variantes Gómez Eanes de Jurara y Gómez Eanes de Juraza que aparecen en Las Casas. Clío, Años IX y X, Núms. 46, 47-48 y 51 (marzo-abril, mayo-agosto de 1941, enero-febrero de 1942). Felipe Fernández de Castro y la ocupación haitiana E l rey Fernando VII «resolvió en San Ildefonso, el 25 de abril de 1829, comisionar a don Felipe Fernández de Castro, intendente general de Cuba en la actualidad, para que provisto de plenos poderes pasara a Port-au-Prince a conferenciar y tratar sobre la manera que debía adaptarse para que sus antiguos vasallos entraran de nuevo en el número de ellos, autorizándole para tomar posesión en su nombre de la perdida colonia, y para establecer en ella todas las autoridades y todos los ramos de la administración pública conforme a las leyes de Indias». Eso dice el historiador García. Pero, ¡tarde piache! La colonia estaba bien perdida, y en su mayor parte por culpa de la incuria y estulticia de gobiernos de una España en franca bancarrota política. No eran, además, los haitianos tan ingenuos como para acceder a la entrega de su presa a impulsas de simples reclamos diplomáticos sin el debido respaldo de barcos y cañones. La vieja Europa enseñó siempre que asuntos territoriales se obtenían o se defendían con soldados, no con papeles. Mala suerte de dilucidar ciertas cosas de la vida internacional, a la verdad, pero muy real hasta en los propios días que discurren hoy. Desde luego, Castro hubo de fracasar y de volverse a Cuba. Pero, ¿quién era este personaje y cuáles fueron sus actuaciones o sus pensamientos hasta el punto de merecer del Rey tal confianza 401 402 Carlos Larrazábal Blanco y preeminencia? Felipe Benicio Fernández de Castro procede de viejas familias hidalgas de los primeros años de la colonia. Su más lejano antecesor en la Isla fue Melchor de Castro que con su hermano Baltasar llegó en 1511, más tarde en 1522 actuó en la insurrección de negros y fue escribano mayor de minas. Nació en la ciudad de Santo Domingo el 23 de agosto de 1779, hijo de don Pedro Fernández de Castro y Coca y doña María Guridi y Frómeta. Fue contador de la Real Hacienda y estuvo en esta función hasta cuando ocurrieron los acontecimientos que acaudilló Núñez de Cáceres en diciembre de 1821. Entonces abandonó el país, estuvo en Francia, en España, y al fin se estableció en la isla de Cuba. Habíase casado con Anastasia Real, la hermana del desdichado Pascual Real, último gobernador del Santo Domingo colonial. Fernández de Castro, como tantos otros dominicanos, debió sentirse apegado, no solo a la patria chica, sino también a España, y más que a España misma a la reyecía, a la monarquía, fuerte tradición a la que se han adherido los pueblos, afincadamente, desde lejanos tiempos míticos. La estirpe a que pertenecía llevaba unos doscientos años de vinculación a la vida colonial en muchos de sus aspectos: la judicatura, el sacerdocio, la milicia, el régimen municipal, la administración pública. De modo que no hay que vituperarle a don Felipe su actitud contra Núñez de Cáceres. Hermano suyo fue Francisco –llamado Pancho– capitán de caballería al servicio de los franceses, primero, pero que después se pasó a Sánchez Ramírez. Fernández, ausente, cayó bien pronto dentro de los términos de las disposiciones que el año 1823 el gobierno haitiano dictó con el objeto de confiscar los bienes de los dominicanos que habiendo abandonado el país no comparecieran dentro de determinado plazo. Esto motivó la caída moral de Fernández, que más tarde había de merecer la confianza del rey Fernando. En los fondos notariales del Tribunal de Tierras, en Santo Domingo, encontramos una carta de don Felipe, y que a renglón seguido transcribimos textualmente, buena prenda para juzgarlo al calor de los ideales puros. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 403 Puerto Príncipe, 22 de febrero de 1824. Mi estimado Bobadilla: Tengo el mayor interés como que depende de él toda mi suerte y la de mis hijos y hermanas, el que usted presente al Gobierno de esa ciudad todas las cartas que he escrito a usted desde que llegué a Francia, y después la que le escribí también desde España, para que se vea cómo en todas ellas le decía claramente mi voluntad e intenciones de volver a esta Isla en el actual Gobierno, diciendo a usted en las primeras que desde luego me pondría a cultivar mi ingenio siempre repitiéndole lo mismo habiendo tranquilidad interna; y las otras en que después de saber por cartas de usted con Solá y en otro barco del Havre únicas que he recibido, y en las que me noticiaba el embargo de mis bienes como ausente, repetí a usted por contestación me dijese usted si en caso de volver yo a la Isla o mi hijo mayor me entregarían mis propiedades, para venir o enviar a mi hijo, pues que yo nunca he manifestado oposición al Gobierno actual, sino muy al contrario como privadamente sabe usted que hablamos, cuando el Gobierno de Núñez, todas mis cartas preséntelas usted; y también deseo que parezca se presente al Gobierno la carta que por duplicado tenía bajo cubierta de usted para su excelencia el Presidente actual de la república que es de mi cuñado Pascual, y según mi hermano Pancho me escribió de Puerto Rico, esas cartas que remití a usted llegaron al Gobierno de esa; cuyas cartas son las mismas que por Puerto Rico escribí a usted y dio encargo usted mismo al teniente don José Echavarría, que pasó de esa a Puerto Rico para que las sacara del Correo y se las remitiese; y Echavarría me escribió que con efecto las remitió a usted las cartas de mi cuñado para el Presidente que, aun las incluí a usted abiertas, eran suplicándole su concideración por 404 Carlos Larrazábal Blanco mis bienes como pertenecientes a la suerte de sus hermanos y sus sobrinos mis hijos cuando yo salí en razón del anterior Gobierno, etc. Empéñese usted en que mis cartas todas y las de mi cuñado, si están en usted, se presenten al Gobierno para que vea mis disposiciones que tuve siempre con respecto al Gobierno actual y mi regreso a esta Isla si fuese, o la de mi hijo mayor. He sentido mucho la muerte de su esposa, deseo salud a toda su familia y expresiones a las niñas y a Tomás; aquí me tiene usted detenido por la presentación de esos documentos que le suplico sea lo más pronto posible; para lograr, si Dios me lo concede, después de tantos trabajos y gastos, ver el suelo donde nací, y mi familia, y dar a usted un abrazo este su amigo que le estima. Felipe F. de Castro P. D. Mi venida, como había dicho siempre a usted, es con objeto de trabajar sobre mis propiedades. Soy de usted (Registro del Título del Tribunal de Tierras, Archivo del notario J. M. Pérez. Protocolo del año 1843). Hay que señalar en esta carta, como su asunto fundamental, el que su autor deseaba regresar al país para atender a sus propiedades. Si no era posible pasar él en persona lo haría su hijo mayor, quizás si Juan, pues Felipe a la fecha tendría unos 20 años. Pero ya había caído sobre Fernández el peso de las disposiciones del año 23 y pedía, por tanto, la devolución de sus propiedades que Bobadilla ya le había participado habían sido embargadas. Para el logro de sus propósitos escribe reiteradas cartas a su amigo con la recomendación de que las presente al Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 405 gobierno local, a Borgellá, seguramente para que no se dude de la buena fe de sus intenciones que consisten en entregarse al cultivo de su ingenio, habiendo tranquilidad interna. No solo Fernández ofrece dedicarse al trabajo. Como buena prenda declara que nunca manifestó oposición al gobierno haitiano, es decir a la invasión haitiana, al dominio haitiano sobre la vieja colonia española, sino muy al contrario, como privadamente habló con Bobadilla cuando los acontecimientos provocados por Núñez de Cáceres. De donde se deduce con claridad, y en cierto sentido asombra, que si Fernández fue contrario al movimiento de Independencia no lo fue sin embargo al sometimiento haitiano. ¿Sería de los haitianizantes de que se ha hablado? Tal obstinación parecía tener don Felipe en su regreso y en sus haberes que hizo que su cuñado Pascual Real le escribiera en este mismo sentido al presidente Boyer, cosa que, quizás dentro de un severo concepto de probidad y rectitud, no debió haber hecho el gobernador caído. Del resultado de todas estas gestiones, estos ofrecimientos y estas declaraciones solo sospechamos por la comisión de Fernández a Puerto Príncipe de Haití unos cinco años después, pues de haber tenido éxito se habría trasladado a Santo Domingo, y allí, gozando de la «tranquilidad interna», hubiera atendido sus bienes, y quizás hubiera llegado a desempeñar algún cargo de hacienda o de aduana, alcanzado una curul en las Cámaras legislativas o pertenecido al Consejo de Notables de la ciudad. Caracas, Venezuela, agosto de 1951. Clío, Año XIX, Núm. 91 (septiembre-diciembre de 1951). Una familia fundadora de San Rafael R efieren los historiadores que en el gobierno de Manuel de Azlor y Urries se fundaron los pueblos de San Miguel, San Rafael y Las Caobas. Azlor entró en el mando en el año de 1760, o poco después, y lo mantuvo hasta 1771. San Rafael se fundaría, pues, en el lapso enmarcado por esos años citados. Y bien parece que familias provenientes de Islas Canarias intervinieron en su población, algunas de las cuales ya estaban en Santo Domingo, para ese propósito, en 1759. Una de estas familias fue la de Gaspar de León, casado con Ángela Antonia Hernández Montesinos, naturales del lugar de Villaflor, en la isla de Tenerife. Gaspar de León fue hijo de sujeto del mismo nombre y de Ana González; Ángela Hernández fue hija de José Hernández Montesinos y María Ana González, todos naturales del mismo lar isleño citado, pero que, según parece, no pasaron a Santo Domingo. Hijo del matrimonio fundador León-Hernández fue Antonio, que nació en la ciudad de Santo Domingo en octubre de 1759. Después la familia se trasladó a la nueva población y años más tarde Antonio de León contrajo allí nupcias con Ángela Romero, hija de Lázaro Romero, natural de la ciudad de Santo Domingo –probablemente otro de los fundadores de San Rafael– y de su mujer María Rendón Sarmiento, dominicana, 407 408 Carlos Larrazábal Blanco hija del cumanés José Rendón Sarmiento y de la isleña Lorenza Casaña. Del enlace de Antonio y Ángela nacieron algunos hijos: Mercedes, Paulina Lorenza y Miguel. El citado Lázaro Romero era hijo de Ambrosio Romero y de Luisa Esteves. Los documentos que principalmente sirven de fuente a esta “Página” llaman a la nueva población fronteriza de que tratamos, San Rafael de Villaflor. No sabemos qué valor tuvo esta designación, si administrativo, eclesiástico o simplemente popular. Bien pudo haber sido una nominación estrictamente proveniente del calor de una familia que tuvo preponderancia en la fundación y quiso recordar el lejano lugarejo de su origen. Los mapas actuales de las Canarias señalan en la parte central de la isla de Tenerife una villa con el nombre de Villaflor que, muy probablemente, sea la Villaflor de los de León y los Hernández Montesinos. San Rafael de Villaflor: ¡bello nombre para que se nos fuera de nuestras lindes! *** Tiempo adelante comenzaron los trastornos fronterizos y las depredaciones de los negros de la parte occidental de la Isla. Antonio de León murió y dejó a doña Ángela y sus hijos algunos bienes: dos estancias, cuatro casas, labranzas, cría de animales entre ellos caballos y mulas. Todo se perdió, la viuda abandonó la frontera y se radicó en la Capital; poco después abandonó también el propio país. En 1805 se encontraba con su hija Mercedes en Venezuela, en un rincón del actual estado Miranda, llamado El Guapo. Aquí compareció ella el 14 de mayo de ese año ante el teniente justicia mayor para otorgar poder a Manuel de Jesús Gómez, en Caracas, para que la representase en todo lo concerniente a sus haberes y además en lo que se refería a declaraciones e informaciones que misia Ángela tenía que producir para demostrar su calidad y la de su hija ante el gobernador y capitán general. Ella perseguía que se la hiciera efectiva la pensión que el gobierno español había resuelto dar Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 409 a todos los que abandonaron a Santo Domingo con motivo del desdichado Tratado de Basilea que cedió a Francia la patria chica de los dominicanos de entonces. El expediente del informativo que se produjo con motivo de esta petición se encuentra en el Archivo General de Caracas, fondo de Limpiezas de Sangre, y consta de cuarenta hojas. Doña Ángela hubo de demostrar, por presentación de testigos, su filiación, su origen racial blanco, que la familia de León era de las fundadoras de San Rafael, que por causa de los negros tuvo que huir y perder sus bienes. Toda una colonia dominicana en «exilio» –como se dice ahora con tanta frecuencia– interviene en las informaciones y declaraciones: Juan de Armas, 28 años, natural de Hincha o de San Rafael, residente en Caracas; doña María Ruiz Quevedo, de vieja familia conocida, residente en Maiquetía; Francisco Rendón Sarmiento; María de la Concepción Tirado, probable vástago de los Gómez-Tirado; Bernardo Camilo, natural de Santo Domingo, vecino de Maiquetía; Joaquín Domínguez, 32 años, natural de Santo Domingo y avecindado en Maiquetía; Antonio Lozano; Domingo Martín Lémur, natural de Santa Cruz de Tenerife, vecino de San Rafael, con su residencia en Caracas; Juan Antonio Rendón Sarmiento, natural de Santo Domingo, residente en Caracas. Doña Ángela salió ganadora: se le concedió la pensión y además se ordenó el pago de los subsidios que se le debían. Caracas, Venezuela, julio de 1951. Clío, Año XX, Núm. 92 (enero-abril de 1952). Páginas dominicanas olvidadas Colección y notas de Carlos Larrazábal Blanco Raimundo Rendón Sarmiento, por X X X* 8 E mprendemos escribir algunas líneas para consagrar la memoria de uno de aquellos hombres que, impulsados por el deseo de ver independiente y libre el continente americano del poder de España, se lanzaron en el grandioso movimiento que, iniciado en Caracas el 19 de abril de 1810, no debía terminar sino con la creación de cinco Repúblicas y la emancipación de la América del Sur. El hombre a quien nos referimos es Raimundo Rendón Sarmiento, oriundo de la Isla de Santo Domingo y que * Esta semblanza biográfica, tomada de una obra famosa pero ya rarísima, la ofrece hoy al deleite de los estudiosos dominicanos el licenciado don Carlos Larrazábal Blanco. Individuo de Número de la Academia Dominicana de la Historia, hoy en Caracas. Hace ya sesenta y siete años que fue reproducida en esta República por el recordado educador y filántropo Pbro. Francisco Javier Billini y Hernández en su Biblioteca Popular, Año I, Núm. 6, Santo Domingo, 6 de agosto de 1886, págs. 4-7, este «periódico literario e instructivo» de ocho páginas de pequeño formato, cuyas colecciones son extremadamente raras en nuestras hemerotecas, fue uno de los muchos medios de que se valió el fundador del Colegio San Luis Gonzaga para difundir la instrucción pública. Esta publicación era quincenal y en sus condiciones se lee: «El beneficio que reporten las suscripciones se destinará una cuarta parte la Casa de Huérfanos en esta ciudad y las tres cuartas partes a la Biblioteca Popular del Colegio San Luis Gonzaga». (Nota de Vetilio Alfau Durán). 411 412 Carlos Larrazábal Blanco desde sus primeros años abrazó con abnegación y profunda fe la causa santa de la independencia de Venezuela. Al hablar de él no podemos prescindir de recordar aquella isla que reconoció el intrépido Colón en su primer viaje el día 5 de diciembre de 1492, y a la que puso el nombre de Española. La Isla de Santo Domingo, segunda en extensión de las que constituyen el archipiélago de las Antillas, fue dotada por Dios con todas las riquezas y galas que solo su grandeza y sabiduría podía concebir; encontrándose en ella todas las producciones vegetales, minerales y animales que dan recreo y comodidad al hombre; pero a la par de tanta riqueza, ningún país ha sido tan desventurado como aquel desde los primeros días de su descubrimiento; y alternativamente víctima de sus descubridores, y de sus aliados, y de sus propios hijos, se le ha visto languidecer hasta el punto de considerarse dudosa su existencia como nación con gobierno propio. Colón regresa de su primer viaje a España, el 4 de enero de 1493, y queda encargado del mando Diego de Arana; pero su conducta y la de los que le acompañan, les hace odiosos a los indígenas, quienes en la desesperación destruyen a sus opresores, sin que quede apenas otro vestigio de su existencia que las ruinas del fuerte en que se guarecían. Vuelve Colón a la isla el 3 de noviembre de 1494 y encuentra destruido lo que había dejado: procura reponer lo perdido y su oposición a que se obligara a los naturales a servir, despierta murmuraciones en los suyos contra él. Forma una Junta para el Gobierno de la isla, y designa como presidente de ella a su hermano Diego, encargando de una expedición para explorar la isla a Mosén (Margarite). El mal proceder de Margarite levanta la discordia entre los colonos y en los indígenas contra ellos. En 1496 vuelve otra vez Colón a España dejando el mando de la isla a su hermano Bartolomé, contra quien se insurreccionan los naturales, insubordinándose al mismo tiempo Francisco Roldán, que desobedece a su superior Diego Colón, apoyado en el ascendiente que falazmente había alcanzado en el ánimo de los primeros. En su cuarto viaje, año de 1498, Colón vuelve a la isla con numerosa Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 413 expedición, y entra a la ciudad de Santo Domingo fundada hacía pocos meses por su hermano Bartolomé. La insubordinación de Roldán anima al cacique Guarionex, y este con los suyos es destruido y aquel amnistiado, sin que por esto desista de sus propósitos. En 1500 desembarca Alonso de Ojeda prevenido contra Colón, y más tarde el (pesquisidor) Bobadilla que, animado de la misma absurda emulación y envidia, cargó de cadenas al gran hombre y le remitió a España dando instrucciones perversas a sus esbirros. En 1502 sucedió a Bobadilla en el mando, Nicolás de Ovando, quien a su arribo a Santo Domingo declaró libres a los indios, prohibió someterles a trabajos rudos sin pagarles, procuró establecer el orden, e hizo embarcar a Roldán y a sus partidarios, los que perecieron en la travesía por el naufragio de la flota. La conducta benévola de Ovando no duró sino lo necesario para asegurar el poder, pues al verse libre de Colón y de Roldán y sus secuaces, restableció la esclavitud, maltrató y repartió los indios para alimentar su insaciable codicia, siguiendo el pernicioso ejemplo sus sucesores. Establecidos así desde el descubrimiento estos gérmenes de animadversión entre los naturales y los colonos, el extranjero también buscó pasto a su codicia; y luego la ciudad fue saqueada dos veces por el almirante inglés Drake, y más tarde los filibusteros y «bucaneros» franceses invadieron y ocuparon la parte norte de la isla, cuya posesión poco a poco extendida a todo el Occidente fue confirmada por el tratado público de Ryswick a favor de la Francia. Tal estado de cosas, empeorando con la introducción de los franceses y con la importación crecida de morenos de África, traídos para llenar el vacío que el exterminio de los indígenas había dejado, quedando reducidos a menos de la décima parte de los que habitaban el país al ocuparlo Colón, debió necesariamente producir todo género de males y mantener en lo adelante en aquel territorio, la inseguridad, la desconfianza, los odios y las guerras continuas de que ha sido teatro hasta el presente. 414 Carlos Larrazábal Blanco Dividida la isla en dos partes como se ha dicho, la ocupada por los franceses y la ocupada por los españoles, recíprocas rivalidades y prevenciones debieron nacer, originadas, fuera de otras causas propias del carácter nacional de unos y otros, del propósito de hacerse cada cual dueño exclusivo de toda ella, rivalidades y prevenciones que no aguardaron sino oportuna ocasión para revelarse. La gigante revolución de Francia conmovía el mundo antiguo; su influencia se dilataba hasta el nuevo. Los colonos franceses de Santo Domingo fueron los primeros que empezaron a sacudirse estimulados por sus desórdenes interiores y por el halago de los miembros de la Asamblea Nacional de París, que les llamó sin excepción a participar de los derechos de ciudadanos franceses. Los años de 1791, 1792, 1793 y 1794 fueron de horror para todos los habitantes de Santo Domingo. Toussaint se hizo notable como jefe de los haitianos y a nombre de la República Francesa, invadió y ocupó la parte española en 1801, dominación sufrida por los dominicanos hasta 1809, año en que el brigadier Sánchez, protegido por las autoridades de Puerto Rico, la rescató de los haitianos volviéndola a España, después de la batalla de Palo Hincado en que el general francés Ferrand fue derrotado, y se quitó la vida por el sentimiento de su derrota. Toussaint Louverture pereció en la prisión de Bezançon, víctima de la ingratitud de los mismos que le impulsaron a salir de su oscura condición anterior, y Cristóbal y Dessalines, y Petión y Boyer, le sucedieron, no ya como instrumentos de la Francia, sino como jefes de la independencia y de los gobiernos que sucesivamente fueron establecidos. Boyer no estaba contento con haber recogido los despojos de sus predecesores; de Dessalines, que se había hecho proclamar rey con el título de Jacobo I; de Cristóbal, proclamado también rey bajo el nombre de Henrique I; y de Petión, primer presidente de la República Haitiana, sino que aspiraba a hacer también suya la parte española. Los dominicanos, estimulados a su vez por el sentimiento de la independencia, presididos por el licenciado Núñez de Cáceres, entraron en tratos a este fin Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 415 con Boyer siendo el ánimo de los independientes anexionarse a Colombia; pero, traicionados por este, vieron con dolor en 1822, perdidas sus esperanzas y dominada la patria por el que habían tratado como aliado y como amigo. Los promotores de la independencia tuvieron que abandonar sus hogares a aquel extranjero, y buscar en otra parte vida y libertad. La invasión de Toussaint en 1801 obligó a los dominicanos españoles, connotados por sus antecedentes de familia y posición social, o por haber servido destinos, a salir de la isla y a buscar en Cuba, Puerto Rico y Venezuela asilo en su desgracia; y pocos años antes, o en esa misma época, vinieron a Venezuela, sujeta todavía a la monarquía española, entre otros que recordamos, Francisco Rendón Sarmiento y su familia en la que figuraba ya su nieto Raimundo, Manuel López Umeres, Narciso y José María Ramírez, los Zárragas, los Gascue, los descendientes para entonces de Barba, los Javier Yanes, José Domingo Duarte y Duarte, estos dos educados en la Universidad de Santo Domingo, Salvador Delgado, Patiño, etc.; y después de la pérdida de la proyectada independencia, el licenciado Núñez de Cáceres y sus varios hijos, licenciado Arroyo Pichardo, el mismo licenciado Manuel López Umeres, que había vuelto a la isla después del triunfo del brigadier Sánchez sobre Ferrand, José María Rojas, Antonio Mauri, los Diez, Patiño, Madrigal, José Antonio Troncoso y otros más, los que, como los primeros, se casaron en este país y formaron sus respectivas familias, abrazando todos la causa de la Independencia y dando descendientes que honran la memoria y el nombre de sus antepasados: distinguidos unos por su ilustración y el poder de la palabra, su rectitud en la magistratura, y todos por su amor a la práctica de las virtudes públicas y privadas, por el honor caballeresco que les caracterizaba y por lo intransigentes contra la vileza, la deslealtad y la mentira, y por su inflexibilidad en la desgracia y la miseria. Raimundo Rendón Sarmiento, de quien nos ocupamos, nació en la referida isla, el 31 de marzo de 1788, habiendo sido sus legítimos padres Manuel Rendón Sarmiento, escribano de cámara, y Francisca de Ariza; fue antiguo y firme patriota, pues, aun 416 Carlos Larrazábal Blanco muy joven, cooperó a la gloriosa revolución del 19 de abril, habiéndole tocado la honra de asistir a la sesión del Ayuntamiento y de escribir el acta de aquel memorable día, como amanuense del escribano de Cabildo don Casiano Bezares; acompañó luego al ejército republicano bajo las órdenes del general Simón Bolívar en todas las campañas y peligros, y se encontró en las acciones de guerra con motivo de la independencia, en Barquisimeto, Araure, Carabobo, Vijírima, sitio de Puerto Cabello en 1813, y de Aragua de Barcelona; y después del triunfo de la magna causa, siguió el rumbo de la República, desempeñando distintos destinos de honor y de confianza. Como miembro de la Municipalidad de Caracas en 1828, fue, junto con sus paisano y amigo Narciso Ramírez, el promotor de la acusación elevada al Congreso de Colombia contra el general José Antonio Páez, comandante general de Venezuela. Raimundo Rendón Sarmiento murió infeliz, como han muerto casi todos los dominicanos en Venezuela, el 1º de agosto de 1863, y nunca solicitó recompensas de los gobiernos a quienes sirvió siempre con desinterés y lealtad, y su desprendimiento y moderación, y sobre todo su carácter noble y recto. Al escribir las precedentes líneas cumplimos un deber de justicia, pues debe salvarse del olvido la memoria de los hombres justos que fueron útiles a la humanidad, según el papel que les tocó desempeñar durante su vida para ejemplo de los contemporáneos y de los que les sigan. Copiamos del discurso pronunciado por el senador Antonio L. Guzmán, en la sesión del Senado, de 12 de mayo de 1865, cuando se discutía un proyecto de decreto en favor de la viuda de Raimundo Rendón Sarmiento: «El señor Rendón Sarmiento, dijo el señor Guzmán, tuvo la gloria de asistir a la sesión del Cabildo de Caracas el 19 de abril de 1810, y de haber sido el calígrafo, por amor y entusiasmo por la revolución, para extender el Acta celebérrima de aquel día memorable. Fiel después a los principios proclamados por primera vez en el continente sudamericano, en esta ciudad patriota, acompañó en todas sus vicisitudes a la causa de la Independencia, y sufrió largos años Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 417 por ella; y con una constancia propia de aquellos tiempos y de aquellos héroes, conservó en su pecho la fidelidad a los verdaderos principios republicanos, hasta que expiró en 1863. Fue probo, fue desinteresado; siempre liberal y modelo de patriotismo». (Biografía de hombres notables de Hispanoamérica, por Ramón Azpurúa, t. II, Caracas, Imprenta Nacional, 1877, págs. 109-115). __________ Notas 1. Pocos datos poseemos acerca de la familia de Raimundo Rendón Sarmiento, hijo de don Manuel Rendón Sarmiento y de doña Francisca Ariza. En la segunda mitad del siglo xviii, un Francisco Rendón Sarmiento es notario del Juzgado eclesiástico (hacia 1751), escribano público hacia 1756, secretario de cámara y gobierno de la Real Audiencia hacia 1783. Otro Francisco Rendón Sarmiento vivía en Venezuela hacia 1805, no sabemos si el mismo anterior. Sujeto del mismo nombre, como de 90 años de edad, viudo de Tomasa Aguilar; murió el 18 de julio de 1815, y fue enterrado en la capilla de los Dolores de la iglesia de Santa Bárbara. El texto tiene a Francisco Rendón Sarmiento, emigrado con su familia, como abuelo de Raimundo. No conocemos la partida de bautismo de Raimundo pero sí la de su hermana María, que nació en 1777. En ella Manuel tiene tratamiento de don, lo cual puede hacer cierto el cargo de escribano de cámara que le atribuye el texto. Otros Rendón Sarmiento de la misma época fueron: Antonio que vivía en Santo Domingo en 1800, ausente en ultramar en 1823; había casado con María Altagracia Fernández y procreado en Prudencia Linares a María de Jesús, a quien reconoció y donó una casa, y quizá sea Juan Antonio, residente en Caracas en 1805. José, soltero, murió de más de 50 años, en Santa Bárbara, el 16 de diciembre de 1817. María Rendón Sarmiento, casada con Lázaro Romero (de San Rafael) fue hija de José, natural de Cumaná, y de Lorenza Casaña, natural de la isla 418 Carlos Larrazábal Blanco de Hierro (Canarias). Otro Rendón Sarmiento, pero que nada tiene que ver, lo más probablemente con Raimundo, es don Cristóbal, soldado, natural de Orizaba (México), hijo de don Juan y de doña Clara Laso Palomino, y que se casó en 1726 con Josefa Beatriz Leos y Echalas, hija de doña Constanza Núñez, de Santiago. Cristóbal Sarmiento murió en 1744. 2. Respecto de los emigrados que se citan en el texto solo mencionaremos algunos: a. Salvador Delgado. Debe ser el sujeto de mismo nombre, casado con Ana Flores. Hijos fueron José, n. en 1765; Manuel, n. en 1768 y otro Manuel, n. 1770, parroquia de la Catedral. A juzgar por el nombre de pila y por el apellido, se trata de una familia de origen isleño. b. Los Diez. Sobre la familia Diez han tratado en Santo Domingo, personas capacitadas. Nosotros poseemos los datos parroquiales directos siguientes: Antonio Diez, natural de la villa de Osorno, obispado de Palencia, Castilla la Vieja, casado con Rufina Jiménez, natural del Seibo. Hijos: Manuela, b. el 16 de julio de 1786 a los 20 días de nacida; sus padrinos el sargento mayor don Juan de León Benínez y Valeriana Ruiz, testigos don Francisco Regalado y Manuel Valenzuela, b. por el bachiller Miguel de Jesús de Robles, se casó con Juan Duarte, murió en Caracas en 1858. Antonio, n. el 31 de marzo de 1788, su padrino el cura Jerónimo de Paredes, Mariano, n. el 2 de julio de 1790, su padrino el cura Jerónimo de Paredes, murió el mismo años; José Cupertino, n. el 21 de septiembre de 1791, su padrino el teniente de voluntarios don José Tamariz; Mariano, n. el 24 de septiembre de 1794. Todos nacidos en la parroquia del Seibo. Antonio Diez Jiménez se casó con Timotea Henríquez y tuvieron a Prudencia que fue bautizada el 7 de mayo de 1813, de 9 días de nacida. Prudencio Diez se casó en Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 419 Caracas con Carmen Alfonso, hija de Rafael Alfonso y de María Antonia Alfonso, el 19 de abril de 1850, parroquia de la Candelaria. Hijos: Elisa Francisca Guadalupe, 1850; Pablo del Rosario, 1854; José Elías, 1855; María Francisca, 1857; Eusebio, 1858, todos nacidos en la misma parroquia y de donde proceden directamente estas notas. Ya se conoce que Mariano Diez Jiménez pasó también a Venezuela. Hijo de este, entre otros, fue Manuel Antonio Diez, que fue presidente de Venezuela en 1886 mientras Guzmán Blanco tomaba posesión del mando, en su administración llamada de la Aclamación, que venía a sustituir la de Joaquín Crespo. El 27 de abril tomó posesión Diez de la primera magistratura del Estado venezolano y el 28 de agosto Guzmán se ocupaba en regir los destinos de la República «en momentos que deseaba descansar, retirado a su hogar y cuando el doctor Diez había conducido la nave del Estado, en su interinaría, con acierto y prudencia, hasta el extremo de que él se sentía innecesario». «Era el señor doctor Manuel Antonio Diez un hombre de bien, amante de la ciencia, que no tenía nombre público. Fue amigo personal del general Crespo y figuró luego en la administración de este», dice González Guinán. c. Antonio Mauri. Es Antonio José, h. de José Ignacio Mauri y Juana Nepomucena Madrigal González, nació en 1814. d. Madrigal. Dos sujetos del mismo apellido vivían en Caracas en 1844, Antonio y Antonio Delfín. El primero era hijo de Francisco Madrigal y Beatriz González, por tanto tío del citado Mauri; se casó con Mariana Pérez, regresó a Santo Domingo y murió en 1864. Su hijo Felipe se casó con Dolores Volta Soler en 1863. Antonio Delfín Madrigal regresó al país, como su homónimo, después de la Independencia. Nació en diciembre de 1824 y casó en 1857 con Felicia Ramírez de Arellano, murió 420 Carlos Larrazábal Blanco en 1889. Su apellido le proviene de Juana Madrigal, en cuya casa se crió. e. Patiño. El autor erró este nombre. No es sino Patín, y se refiere a José Patín, que se casó en Venezuela con Teresa Alberti, padres de Amalia Patín que se casó con José María Pichardo Betancourt. f. José Antonio Troncoso. Sobre este sujeto nada encontramos en nuestro Catálogo parroquial de familias de Santo Domingo, inédito. Hasta ahora en Venezuela solo hemos dado, respecto de Troncoso, con el siguiente aviso, que apareció en el Núm. 26 de El Patriota que dirigía el doctor Felipe Larrazábal: «Aviso.– Ya hay algunos días que se ha fugado de mi casa mi criada Sebastiana de 26 a 28 años de edad, color parda oscura, pequeña de cuerpo, ojos verdes, bastante alegre, es algo coqueta; el que la coja se le gratificará por su dueño que es el Sr. José Ant. Troncoso.– Caracas, 4 de septiembre de 1845». g. A los Barba que se refiere al autor son los descendientes de don Antonio Álvarez-Barba, mariscal de Campo, que en Santo Domingo se casó con María de los Santos Leos-Echalas. De los hijos de este enlace Antonio José nació en 1757, contrajo nupcias con María Josefa Zárraga y Pérez-Caro, que fueron padres de las proles siguientes: Modesto, n. 1792; Rafael María Joaquín, n. 1793, José María Quintín, n. 1794; y según Utrera estas otras: María Isidora, n. 1786; Dolores Josefa, n. 1787; María de las Mercedes. Este matrimonio emigró a Venezuela. Uno de sus vástagos, Modesto, fue prócer de la Independencia y murió en los campos de batalla. Respecto de don Antonio sacamos del Boletín del Archivo, Caracas, lo siguiente: «D. Antonio Barba, vecino de Caracas, emigrado de Santo Domingo, Real Orden para que se le entreguen cada año por espacio de cinco y en calidad de préstamo, 25,000 fuertes; de los productos de la renta de tabaco, para restituirlos en las condiciones que se expresan. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 421 Igualmente se ordena que al expresado Barba se le señalen 50 fanegas de tierra, de las realengas incultas que se hallen sin poseedor alguno. San Lorenzo, 15 de octubre, 1798». Caracas, Venezuela, agosto de 1951. Clío, Año XX, Núm. 93 (mayo-agosto de 1952). Páginas dominicanas olvidadas Colección y notas de C. Larrazábal Blanco José María de Rojas, por Ramón de Azpurúa I L a parte española de la Isla de Santo Domingo, asiento en un tiempo del Primado de las Américas y Metrópoli de parte de las extensas regiones de Costa Firme, dio de entre sus hijos muchos hombres notables por su saber, por relevantes virtudes públicas y privadas; y entre ellos algunos también por valor personal. Las otras hermosas Antillas Puerto Rico y Cuba tuvieron como huéspedes suyos, y luego como hijos por adopción a varios dominicanos ilustres que arrojaron de su patria las ondas de guerra fratricida; y Venezuela participó de la fortuna de poder dar asilo a algunos de aquellos notables americanos que pronto fueron ornato de la sociedad de Caracas y de otros centros de población muy importantes de la República. Son de grata memoria en las que eran comarcas de Costa Firme, los nombres de López Umeres, los Ramírez, los Zárraga, Gascue, Núñez de Cáceres, Arroyo Pichardo, Sarmiento, Bobadilla y rojas. 423 424 Carlos Larrazábal Blanco II José María de Rojas nació el 24 de marzo de 1793 en la ciudad de Santiago de los Caballeros de la parte española de la hermosa antilla de Santo Domingo. Lo principal y la mayor parte de aquella ciudad importante por rica y floreciente en la época del coloniaje español, lo constituían las familias distinguidas de la colonia, Rojas y Velilla, (Espaillat), y Del Monte y Rojas; y de estas prosapias venían don Carlos de Rojas y doña María Antonia Ramos, nativos, padres de don José María. III Por aquellos felices tiempos, felices relativamente, tan propicios para los colonos españoles de Santo Domingo, fueron fáciles y ventajosas la educación e ilustración del nativo, o adoptivo dominicano; y de esto fue una buena muestra la suficiencia de José María de Rojas en varios ramos importantes, siendo sobresaliente en el de finanzas, lo que le recomendó para el desempeño de la Aduana de Puerto Plata cuando tenía gran importancia y él contaba solamente 20 años de edad; empleo que desempeñó a satisfacción del Gobierno legítimo y de su patria y aun del intruso que le sustituyó; pues al caudillo invasor no faltaron deseos de que Rojas volviese al desempeño de aquella Aduana después que dejó de existir el régimen a que servía en 1821. IV Posesionado Boyer, en el citado año de 1821, de aquella parte española de Santa Domingo, que tenía principal interés en reunir bajo su mando, y que comprendía el territorio ocupado por Cristóbal, lo que le facilitara la muerte violenta de este en 8 de octubre del año anterior, Rojas, por consecuencia, dejó Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 425 su patria aunque el haitiano invasor le ofreciera ventajas para que desistiese de este propósito; propósito que sí tenía origen en aquella abominable invasión, estaba acariciado por las simpatías que Rojas tenía hacia la parte más litoral de Costa Firme, Venezuela, a donde se trasladó, en 1822, con su familia, que era para entonces solamente de dos niños. Ya hemos dicho que el patriota de Santiago de los Caballeros era aventajado financista; pues subió más alto el nivel de sus conocimientos con el estudio del ramo, su predilecto de finanzas; y en llegando a Caracas fueron luego conocidas las aptitudes del inmigrante. Y un hombre de Estado, de juicio y patriotismo, Soublette, que como vicepresidente regía entonces la parte norte de Colombia, Venezuela, le eligió para el desempeño de la Aduana de La Guaira, la primera, en todos respectos, que tenía el extenso litoral venezolano. Este nombramiento si resultó feliz para los intereses del Estado, no fue lo mismo para Rojas, pues motivó los celos de algunos nativos del país, pensando que la colocación preferentemente de un recién llegado, argüía muy en contra de las aptitudes de ellos. He aquí el origen principal de la ausencia de simpatías que se hizo notar no tarde de parte de muchos caraqueños para con el nuevo caraqueño por adopción; no obstante su buen comportamiento social, y el haber desempeñado el interesante puesto a satisfacción del Gobierno y del público; puesto en que cesó para fines de 1826. V En Rojas encontró simpatías aquella tristemente célebre revolución de Valencia de abril del año citado de 1826, porque, como Lander, y otros hombres de su época, quería que se rompiera el pacto de unidad colombiana, no como algunos otros de espíritu inquieto y ambicioso, por desafección a Bolívar, sino porque comprendía la imposibilidad de la existencia de un régimen central en comarcas extensas y 426 Carlos Larrazábal Blanco apartadas, y veía el mal que causaba el diferimiento de la ruptura de un pacto que hubo de considerarse inadecuado desde que terminó la guerra magna que había hecho necesario su establecimiento. VI Separado Rojas de la Aduana de La Guaira, se dedicó al comercio en Caracas, en la que permanecía para cerca del promedio del año de 1827, cuando ya estaba descontento el genio del novel comerciante, que quería teatro más extenso, por lo que le ocurrió buscarlo en una de las repúblicas del Pacífico. Pensó en Lima. Y aunque el Libertador, que por entonces se hallaba aquí, le habría destinado a algún empleo de consideración en Venezuela o en otra provincia de Colombia, Rojas persistía en su pensamiento de ir al Perú; y para verificarlo, obtuvo de Bolívar una carta de recomendación para el Presidente de la República peruana que le habría servido, a no ser que desistió pronto del propósito, continuando en Caracas retirado de la política hasta 1830, en que volvió a ser activo, porque fraternizó, también en esta vez, con el movimiento separatista de Venezuela. Desde entonces se ocupó activamente en el servicio público gratuito, como miembro del Concejo municipal de Caracas, como vocal de juntas y comisiones de fomento y ornato públicos en la capital, y como redactor del periódico El Liberal establecido desde 1841, y que tuvo vida hasta 1848; así como luego lo fue de otro periódico El Economista; periódicos de grata recordación con que Rojas prestó importantes servicios al país por las ideas liberales, de sana política, de orden y cultura, que guiaron todas sus publicaciones. Su crédito como escritor público, patriota ilustrado y progresista, le puso en relación con entidades literarias de Europa y con personajes políticos de América, como Flores, Irisarri, Mosquera y otros. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 427 VII La provincia de Caracas eligió a Rojas en 1841 diputado provincial y también miembro de la Cámara de Representantes; puestos honoríficos que desempeñó con interés patriótico muy marcado, y con la probidad y rectitud propias de un patriota inmaculado. Aunque Rojas era separatista venezolano, como lo hemos demostrado, nunca fue desafecto a Bolívar: era su adepto; le admiraba como a un hombre famoso y extraordinario por sus talentos, por sus servicios a la causa pública, por lo atrevido en el proyecto y constancia para libertar a su patria; y finalmente, admiraba al Libertador de Suramérica. Ya en 1828 Rojas había elaborado su opúsculo, interesante obra, Proyecto para el establecimiento de la circulación de vales, conciliando el provecho del erario y del público con la justicia de los acreedores, con que él se proponía hacer un servicio fiscal y político, y la cual dedicó a Bolívar (2); y en 1842, siendo miembro de la Diputación provincial de Caracas, encontrándose sin cumplimiento, y en completo olvido, el Acuerdo de 1º de marzo de 1825 librado por el Concejo Municipal, mandando a levantar en la plaza de San Jacinto un monumento a la memoria del Libertador, promovió el acto solemne de justicia de elevarse este monumento en la plaza Bolívar, para que perpetuase la memoria del héroe y recordase siempre a las generaciones futuras los grandes beneficios que hizo a la patria dándole la independencia y libertad. Tenemos a la vista el expediente original de este episodio legislativo de la Diputación de Caracas, en que se encuentra el autógrafo de Rojas iniciando, como diputado y presidente de la Asamblea, la medida de que hablamos; y pareciéndonos que ese documento es digno de los anales colombianos, vamos a insertarlo. Es el siguiente: Proyecto propuesto por el honorable diputado de Caracas, José María de Rojas 428 Carlos Larrazábal Blanco La Diputación Provincial de Caracas Considerando: 1º Que la antigua Municipalidad de esta capital, queriendo perpetuar la memoria del Libertador Simón Bolívar, en sesión extraordinaria de primero de marzo de 1825 acordó la erección de una estatua ecuestre en la plaza de San Jacinto; 2º Que careciendo la Municipalidad de fondos con que llevar a efecto aquel acuerdo, determinó abrir suscripciones que los suministrasen; 3º Que esas medidas quedaron solamente escritas, no se ejecutaron ni han producido resultado alguno en el transcursoo de diez y ocho años que han pasado; 4º Que es gloria y galardón de la ciudad y provincia de Caracas, cuna del ilustre Bolívar, así como de toda la República, erigirle un monumento que perpetúe su memoria, y recuerde siempre a las generaciones futuras los grandes e inestimables beneficios que hizo a la patria dándola independencia y libertad; y 5º Que en ocasión tan solemne como la presente, en que se esperan los venerandos restos del Héroe, debe la provincia por su parte apresurarse a demostrar los sentimientos de admiración y gratitud que la animan y en que abunda; Resuelve: Art. 1º La plaza que se ha llamado hasta hoy de Catedral, se denominará, desde la publicación de esta ordenanza, Plaza Bolívar. Art. 2º En la Plaza Bolívar se colocará sobre un pedestal de hermoso mármol, una estatua ecuestre de bronce que represente al Libertador Simón Bolívar. Art. 3º En la base del monumento se grabarán en grandes y hermosas letras de oro las inscripciones: Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 429 En el frente oriental Nació en Caracas el día 24 de julio del año de 1783. En el frente occidental Murió en Santa Marta el día 17 de diciembre del año de 1830 a los cuarenta y siete de su edad. En el frente Sur Al inmortal Bolívar, Libertador y fundador de cinco Repúblicas. En el frente Norte Colocado el día… del mes de… del año… Art. 4º Todos los Concejos Municipales de la Provincia abrirán una suscripción voluntaria entre los habitantes de sus cantones; y recaudando su importe lo pasarán a la Administración respectiva para que se concentre íntegramente, y sin desfalco de comisión ni otra deducción cualquiera, en la Administración principal, donde quedará en sagrado depósito todo lo que se colecte en la provincia. ……………………………………………………………... Rojas. F. Barrutia. Zárraga. C. Arvelo. Casado. M. M. España. Escalona. J. J. Michelena. López Méndez. R. G. Rodríguez. M. González Méndez. Mujica. VIII Cuatro lustros habían corrido desde que el Concejo Municipal de Caracas manifestó el deseo de honrar la memoria del Padre de la Patria, cuando Rojas quiso resucitar el pensamiento para que fuese ejecutado en la plaza de Catedral; pero no le ocurría que habían de transcurrir siete lustros más sin que se llevase a efecto una demostración de gratitud pública en 430 Carlos Larrazábal Blanco que se habían anticipado a Venezuela otros pueblos libertados igualmente que su patria por el mismo Genio; demostración de gratitud que el propio Concejo Municipal de Caracas, en sesiones de 1854, quiso recordar en la Legislatura provincial de la capital. Y el día en que Rojas promovía la Legislatura provincial el acto de que era deudora Venezuela para con su hijo predilecto y su Libertador, se encontraba en los bancos de una clase de la Universidad de esta capital un adolescente predestinado a llevar a efecto el gran pensamiento. Pasaron treinta y dos años; y fue en el de 1874 que se realizó por el Gobierno nacional de los Estados Unidos de Venezuela, presidido por el general Antonio Guzmán Blanco, erigiéndose en la plaza de Catedral, hoy plaza Bolívar, de Caracas, el hermoso monumento de bronce que recordará a las generaciones futuras los merecimientos del Gran Caudillo de la magna causa de independencia hispanoamericana. IX Los votos de la provincia de Caracas mandaron otra vez en 1847 a Rojas a ocupar una curul en la Cámara de Representantes en circunstancias harto graves, delicadas para la República, y erizadas de peligros para sus servidores. Dos partidos políticos disputaban, más que el triunfo de principios, el predominio absoluto en la nación, acaso para por sí mismo hacer triunfar cada uno a la vez los principios y las ideas de su predilección, por lo cual venían batallando por la prensa desde 1840, y por la prensa y con las armas un lustro después. La ofuscación supeditó en el seno de la Cámara de Representantes en sus sesiones de 1848, y con esto se deslizó en algunos diputados el error (lamentable error) de promover la deposición del Presidente de la República por medio de una acusación por causas que no lo eran para el juzgamiento del general Monagas; y nuestro amigo Rojas, tan ilustrado y patriota, tan versado en procesos de las vicisitudes y peripecias de su Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 431 primera patria y de su patria adoptiva, participó y fue víctima de aquel error colectivo. Rojas se retiró de la escena pública después del suceso desgraciado y lamentable del 24 de enero, quedando tildado de desafecto a las administraciones nacionales que tuvo Venezuela desde el citado año de 1848 hasta su muerte que tuvo lugar en Caracas el día 8 de octubre de 1855; y con este triste motivo la prensa de esta capital publicó al día siguiente las líneas que copiamos: Entre las vidas que ha segado el cólera en la presente semana, tenemos que enumerar la del señor Jose María de Rojas, cuyo cadáver acaba de ser inhumado. Este respetable ciudadano tan conocido en el comercio, y más que todo como redactor de El Liberal y de El Economista, y como uno de nuestros hombres públicos de más independencia, deja honrosos recuerdos en nuestras Asambleas, en nuestras Diputaciones y en varias sociedades políticas y económicas a que perteneció. En todas nuestras grandes cuestiones administrativas y de progreso tomó siempre una parte activa, y sostuvo sus ideas con ilustración y con la franqueza que le era característica. Deja una larga y estimable familia que Venezuela se honra en conservar en su seno. 9 de octubre de 1855. Caracas, octubre de 1877. (Biografías de Hombres notables de Hispanoamérica por Ramón Azpurrúa, Imprenta Nacional, Caracas. 1877, pág. 336-344). Notas Párr. 1.- De las personas y familias citadas por el autor trataremos a renglón seguido. López Umeres. Don Manuel López de Urbaneja, natural de la villa de Neibora (?), valle de Bezana, obispado de Santander, 432 Carlos Larrazábal Blanco hijo de don Andrés López y doña Casilda López Ruiz, se casó con doña Micaela Umeres y Arrazola, natural de la villa de Oñate, Vizcaya, hija de don José Umeres y doña Magdalena de Arrazola, parroquianos de la Catedral, Santo Domingo, el 27 de octubre de 1773. Hijos: Manuel, nació el 10 de mayo de 1776. Micaela Umeres murió en 1793. Manuel López Umeres emigró dos veces a Venezuela. Se casó con Lucía Ramírez Guerra, hija de Francisco Ramírez de Máiz y Candelaria Guerra de la Vega, naturales de Cumaná. Hijos: José María, n. el 29 de enero de 1811; Manuel María Marcos, n. el 24 de abril de 1814, su madrina doña María Rarmíez de la Guerra; Miguel Calixto, n. el 13 de octubre de 1815; Francisco Domingo de Jesús, n. el 22 de mayo de 1817; Micaela Adelaida, n. el 7 de mayo de 1819; José María del Carmen, n. el 29 de enero de 1820. Todos estos hijos nacieron en la ciudad de Santo Domingo. Las funciones públicas que las partidas parroquiales le atribuyen a López Umeres son las de abogado del Ilustre Colegio de Abogados de Caracas y secretario de la Capitanía general, abogado de la Real Audiencia. Después de los tristes acontecimientos del año 1821 no volvió más al país. Como se sabe figuró en el movimiento de la Independencia Efímera. En Venezuela figuró en la judicatura, en la cual desempeñó el cargo de juez de primera instancia y llegó a la vicepresidencia de la Corte Suprema de Justicia. De los hijos citados, Manuel hizo estudios universitarios; Miguel se graduó de abogado y murió de apoplejía en 1901; Adelaida se casó con Mariano Diez y murió viuda en 1893. Otros hijos nacieron en Caracas, tales Francisco, abogado, murió de 76 años en 1900; Arístides, nació alrededor de 1828, se graduó de médico en 1855. Los Ramírez.– Se refiere el autor a Narciso y a José María Ramírez. Narciso Ramírez se casó en Santo Domingo con María de las Nieves Losada y fueron sus hijos María Salomé, n. en 1817 y Narciso en 1819. Narciso Ramírez, padre, figuró en la política venezolana y alguna vez fue concejal del Concejo Municipal de Caracas. Desde esta posición fue de los acusadores del general Pérez ante el Congreso de la Gran Colombia Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 433 en 1826. Narciso Ramírez Losada, el hijo, se graduó de abogado, hizo política en los tiempos de Guzmán Blanco y murió tuberculoso en 1894. En cuanto a José María Ramírez, uno de los que firmaron el acta de independencia el 5 de julio de 1810, sospechamos sea el mismo que fue catedrático de la Universidad de Santo Tomás, en Santo Domingo, más tarde abogado del Ilustre Colegio de Abogados de Caracas. Se casó con Antonia Marcano que n. en Coro en 1867, hija del margariteño Luis Nicolás Marcano y Rosa Ignacia de Quevedo, vecinos de Santo Domingo donde procrearon otros hijos. Del matrimonio Ramírez-Marcano nació José María en 1802, cuya madrina fue Isabel Ramírez. El padre Utrera sospecha que al prócer José María Ramírez puede proceder o del enlace del abogado José Jacinto Ramírez e Isabel Guridi, o del matrimonio de Antonio Ramírez y Rosa Carmona. Nos inclinamos a esta última opinión. Hijos de este tronco Ramírez-Carmona fueron: Juan, José María, n. el 17 de julio de 1764; Manuel, m. en 1766; Pablo n. en 1767; Nicolás Ruperto , n. en 1773, Isabel, m. en 1783. Los Zárraga. De esta familia ha tratado el padre Utrera. Entre nuestros datos personales tenemos los siguientes, respecto de los Zárraga dominicanos: don José Antonio de Zárraga, viudo de doña Ana de la Colina, oriundo del señorío de Vizcaya, vecino de Coro, hijo de don Juan Bautista de Zárraga, y doña Antonia Demosti, contrajo matrimonio, parroquia de la Catedral (Santo Domingo) con doña Felipa Pérez Caro y Oviedo, hija del sargento mayor de la plaza y teniente coronel don Ignacio Pérez Caro y de doña Ana de Oviedo, el 8 de septiembre de 1773. Hijos: María Josefa, 1774, que casó con Pedro Pascasio Álvarez Barba, viuda de Pedro Bobadilla, murió en 1846; Miguel (capitán de milicias patriotas, contador de la Caja de Caracas, se casó con María Aristeguieta), nació el 28 de noviembre de 1775; Micaela Calixta, 1776; María Mercedes, se casó con Francisco Javier Solá, murió viuda, de 86 años, en Santo Domingo, el 7 de enero de 1865; Fernando José Antonio, 1778; Ignacio, nació el 4 de junio de 1779; José Antonio, nació el 20 de noviembre de 1781; Ana 434 Carlos Larrazábal Blanco María Gervasia Protasia, 1787. Todos estos hijos nacieron en Santo Domingo, parroquia de la Catedral. Gascue.- Don Francisco de Paula Gascue y Oláiz, Contador de la Real Hacienda de Santo Domingo, natural de la villa de Vera, reino de Navarro, obispado de Pamplona, casado con doña Josefa Pueyo Urríes y Diez, natural de Baena, reino de Córdoba. Hijos: José Francisco de Paula Agapito, l772; María Micaela Josefa Joaquina, 1773, su madrina doña Joaquina Pueyo Urríes y Diez; María Merced Saturnina Francisca de Paula, 1774; Francisco de Paula Matías Raimundo, 1776; Andrea Matilde, 1777; Joaquín Saturnino Francisco de Paula, 1778; María Joaquina Luisa, 1779, su madrina, doña Francisca Pueyo Urríes y Díez. Doña Josefa Pueyo Urríes murió en 1782. Otros hijos cita Sangroniz (Familias coloniales de Venezuela): José Joaquín, nacido en La Habana, coronel de artillería, casado cote Joaquina Pueyo y Tapia, su prima; Pablo, nacido en Santo Domingo en 1781. Este Pablo emigró a Venezuela y se casó con doña María del Carmen Ponte en 1800, y fue regidor perpetuo de Caracas y alcalde ordinario de segunda elección. Arroyo Pichardo.- De esta familia se doctoró en medicina Pablo Arroyo-Pichardo en 1846. Este, de nombre Pedro Celestino, nació en la villa de San Antonio Abad, isla de Cuba, en 1822, hijo del licenciado Pablo Arroyo y Francisca de Lamota (o de la Mota), naturales de la isla de Santo Domingo. Pablo Arroyo fue hijo de Francisco Arroyo y Antonia Catalina Pichardo; y Francisca Lamota fue hija de Juan Lamota y María de la O Ramírez. Juan Pablo de la Mota era natural de Perijá, Maracaibo, parece se casó en Santo Domingo donde nacieron varios de sus hijos, entre ellos la madre de Pedro Celestino que nació en 1765. Juan Pablo vivía hacia 1796 y firmaba «de Lamota». Los Arroyo sospechamos sean de Santiago, así como Antonia Catalina Pichardo. Sarmiento.- No sabemos de quién se trata. Quizás si de las familias Sarmiento-Ocaña, Sarmiento-Carvajal, o de Alonso-Sarmiento. Bobadilla.- Se refiere al doctor y presbítero José María Bobadilla, hijo de Vicente Bobadilla Amaral y de Gregoria Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 435 Briones Pérez. Pasó a Venezuela y según parece aquí murió a mediados del siglo pasado. Párr. II.- La familia Rojas data de muy antiguo en Santiago de los Caballeros, pero muy pocos datos conocemos. Don Carlos de Rojas, parroquiano de Santiago, murió en la ciudad de Santo Domingo en 1696, y es el más lejano presunto antecesor conocido por nosotros, sacado a colación únicamente por el nombre de pila, Simón y Carlos de Rojas, hermanos, emigraron en 1805 a consecuencia de las tropelías del haitiano Dessalines. Francisco de Rojas, natural de Santiago de los Caballeros, de 40 años de edad, hijo de Carlos de Rojas y de Tomasina Valerio, murió en Santo Domingo en 1816. La esposa de José María Rojas, Dolores Espaillat, muy probablemente es hija de Francisco Antonio Espaillat, sub-delegado de hacienda en Santiago, y de Petronila Velilla, natural de Santiago. Hija de este matrimonio fue María Francisca de los Ramos, que nació en Santo Domingo, en 1811 y se casó con Ramón Delmonte y Aponte. A la familia Velilla perteneció probablemente don Juan Velilla, que se casó con Francisca Javiera de Aponte, la cual murió en Santo Domingo en 1816 y en su testamento cita a sus hijas Tomasina y María. José María de Rojas y Dolores Espaillat procrearon varios hijos: Felicia, Dolores, José María, Milcíades, Marco Aurelio, Teófilo, Arístides, Carlos. La figura más conspicua de esta prole fue Arístides, que nació en Caracas el 5 de noviembre de 1826 y murió en su misma ciudad natal el 4 de marzo de 1894. Párr. IV.- Las simpatías de Rojas hacia Venezuela debieron ser ciertas dado que es sentimiento muy común en todos los dominicanos y por el calor y la sinceridad que puso en su posterior venezolanidad. Rojas se naturalizó ciudadano de la Gran Colombia, a poco tiempo de su llegada, el 12 de noviembre de 1823, y aparece la noticia oficial en la Gaceta de Colombia del 21 de diciembre de ese año, Nº 114. Respecto de su empleo en la aduana de La Guaira, dice González Guinán: «Bien pronto fueron conocidas y estimadas las altas dotes y las raras virtudes del señor de Rojas por la sociedad de Caracas, y el Gobierno quiso aprovechar sus aptitudes y le confió en 1825 la dirección de la Aduana 436 Carlos Larrazábal Blanco de La Guaira, empleo que sirvió con inteligencia y probidad. Mezquindades lugareñas hicieron al señor Rojas abandonar el puesto, dedicándose a la industria mercantil». Párr. V.- En 1826 ya estaba constituida la Gran Colombia y ya sufría los efectos malos que la minaban y darían con ella en tierra. El 26 de enero de ese año la Municipalidad de Caracas elevó contra Páez, que mandaba en Venezuela, una acusación, más dirigida por las pasiones personalistas que con justo acopio de razones. Formaban parte de esta Municipalidad los dominicanos Narciso Ramírez y Raimundo Rendón Sarmiento. Esta acusación fue elevada al Congreso y al general Santander, que mandaba en Nueva Granada, y, era desafecto a Páez y a todo lo que fuera venezolano, acogió y alentó la acusación pues tenía influencias y sabía ejercerlas en provecho de sus pasiones. La acusación, pues, fue acogida y el general Páez fue suspendido de sus funciones. Esto trajo alborotos en la ciudad de Valencia que presionaron sobre la municipalidad hasta el punto de desconocer la autoridad del Congreso y reconocer en el mando supremo de Venezuela al general Páez. Esta fue la asonada que encontró simpatías en Rojas, y una de las manifestaciones del movimiento separatista, movimiento que encontró calor en muchos venezolanos de significación en el procerato de la independencia y en el campo de la intelectualidad. Párr. VI.- El mes de enero fue desafortunado para la integridad de la Gran Colombia. El 13 de enero de 1830 el general Páez, jefe supremo de Venezuela, dependiente de la República de Colombia, sin la anuencia de esta, dio los primeros pasos para el establecimiento de Venezuela como Estado soberano de acuerdo con los pronunciamientos de los pueblos. En esta fecha se convocó un Congreso Constituyente en el cual la idea separatista tuvo voz preponderante. La idea grande de Bolívar no se supo comprender. Pero al fin de cuentas el Congreso, en realidad, siguió la opinión pública. Como periodista, Rojas ocupó un lugar distinguido en Venezuela. El Liberal ya estaba fundado para 1841 y en él defendió el partido conservador en el cual militaba. «El Liberal abogaba Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 437 por el buen uso de la libertad en todos los ramos humanos; pero aquel era un razonamiento que, aunque verdadero, no estaba en armonía con los hábitos y costumbres de Venezuela», dice González Guinán. El Economista fue fundado en 1855, y en él torna Rojas al periodismo «con honradas convicciones, predica el olvido de lo pasado, pide clemencia para las faltas políticas, proclama la unión de los venezolanos, aboga por el recíproco perdón de los partidos, invoca la autoridad divina de la oración de Jesucristo para una general remisión de deudas y suplica la amnistía para todos los desterrados políticos». Fueron palabras testamentarias. Rojas se retira de nuevo a su hogar, y el cólera de aquel año de 1855 lo mata. En esa misma época aparece otro conservador a la palestra periodística: Juan Vicente González, que funda La Revista. González Guinán compara a estos dos periodistas: «Los dos periodistas, Rojas y González, aunque de una misma filiación política, se diferenciaban notablemente. Rojas era más pensador, González más literato; el uno era tranquilo, reposado y conciliador; el otro era impetuoso, osado e impresionable. Rojas era un dialéctico, González un polemista: la pluma del uno enseñaba, la del otro hería». Párr. IX.- Rojas era el vicepresidente de la Cámara y su actitud en estos sucesos estuvo subida de punto. Refiere González Guinán, en su Historia contemporánea de Venezuela, que al reventar el desorden en las mismas puertas de la Cámara con ocurrencia de muertes y heridos, que suponían los diputados provenientes del Gobierno, José María de Rojas, sacando del cinto su puñal, amenazó de muerte al ministro de lo Interior Tomás José Sanavria, que se encontraba presente en la malhadada sesión, y le dijo: «Si los asesinos entran por la puerta, usted será la primera víctima». Algunos diputados se interpusieron para evitar la comisión de un hecho vituperable, y según uno de ellos, seguramente, para que Rojas, «no ensuciara el salón con la sangre de un canalla». Después Rojas abrazó a Sanavria, y hasta evitó que el licenciado Cristóbal Mendoza matase al ministro cuando, pistola en mano, se le acercó diciéndole: «Malvado, este es el fruto de tus doctrinas». Como balance de este suceso se contaron algunos 438 Carlos Larrazábal Blanco muertos entre la gente del pueblo y tres diputados, herido el diputado Santos Michelena, y, lo peor de todo, el desprestigio total del orden republicano y democrático en Venezuela. Rojas se asiló en la Legación británica y allí fue personalmente el presidente Monagas a pedirle que fuera a integrar quórum en la Cámara el día 25, cosa que primero repudió pero con las súplicas de Santos Michelena, salió de la Legación del brazo del propio presidente, y se fue a la Cámara. Una vez terminada la sesión, Monagas mismo lo volvió a llevar a su asilo. Rojas cometería sus errores, pero siempre fue fiel a sus ideas. González Guinán lo juzga, un hombre de bien, «en la completa acepción de la palabra», «fue ornato de la sociedad de Caracas y fundó una familia distinguidísima por la honradez, por la inteligencia y por la sabiduría». Caracas, 1952. Nota 1. A S. E. al Gran Mariscal don Andrés de Santa Cruz, Presidente del Perú, etc. Caracas, 4 de abril de 1827. Mi querido general: Esta carta la pondrá en manos de usted el señor Rojas. Este caballero me ha asegurado que conoció a usted, ahora muchos años, en la isla de Santo Domingo, y al resolverse a partir al Perú, ha contado sobre todo, con la buena voluntad de usted, que es invariable. Yo le he asegurado que en usted encontrará estos mismos sentimientos, y que apenas necesito recomendarlo. El señor Rojas ha seguido desde muy temprano la carrera de Hacienda, y según me han informado tiene buenos conocimientos en este ramo; por lo cual espera que sus servicios serán aceptados y empleados útilmente en ese Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 439 país, donde quiere residir; y así, cuenta con el interés que espera merecer de la antigua amistad de usted. Soy de usted, mi querido general, amigo de corazón, S. Bolívar 2. Al Excelentísimo Señor Libertador Presidente Simón Bolívar. Excelentísimo señor: Ansioso de contribuir con mis escasas luces, y el fruto de la experiencia que he adquirido en el servicio de las rentas, a la felicidad de la patria de mis hijos, y la mía adoptiva, he redactado el Proyecto para el establecimiento de la circulación de vales, conciliando el provecho del erario y del público con la justicia de los acredores, que tengo la honra de dedicar a V. E. como magistrado supremo de la nación, encargado de sus destinos, y de hacer su dicha y prosperidad. Persuadido de que estos sentimientos, que son los únicos que me animan, se dejan conocer en este opúsculo, y que si no todas a lo menos algunas de las ideas que contiene, pueden conducir al fin indicado; espera que V. E. se dignará dispensarme el alto favor de aceptarlo con su acostumbrada benignidad, y como un pequeño tributo del profundo respeto y admiración de su muy humilde O. S. Q. B. L. M. de V. E. José M. de Rojas Caracas, 19 de abril de 1828. (Ver Clío, Núm. 93, p. 68). Clío, Año XX, Núm. 94 (septiembre-diciembre de 1952). La primera gestión de Núñez de Cáceres en Venezuela E l doctor José Núñez de Cáceres llegó a Venezuela el 22 de abril de 1823. El equipaje moral que traía a cuestas era grande: su fracaso al intentar la transformación de Santo Domingo en un estado libre de la soberanía española. Todo fracaso trae manifiesta congoja del ánimo y estado angustioso, y así vemos a este singular y discutido dominicano llegar a La Guaira, porque no era para menos: la ayuda que pidió a Bolívar descartada, la patria en manos de los haitianos. ¿Imprevisión? ¿Falta de tacto político? ¿Animosidad contra los gobernantes metropolitanos? ¿Ideal puro y desinteresado traído a destiempo?… Quizás si Núñez de Cáceres no sería sino el fatal, ciego e inconsciente conductor de un desdichado designio que indefectiblemente había de cumplirse alguna vez y otra vez. En ese año de 1823 existía la Gran Colombia, de precaria vida, el más grandioso sueño o fantasía de Bolívar después de la independencia misma. Era intendente de Venezuela el general Carlos Soublette y a él hubo de dirigir su primera gestión Núñez de Cáceres: Al excelentísmo señor Carlos Soublette, General de división e intendente del Departamento de Venezuela en Caracas. 441 442 Carlos Larrazábal Blanco Excelentísimo señor: Las circunstancias políticas de mi suelo patrio me han obligado por último a abandonarla, y buscar asilo en el de Colombia, que espero no me lo negará, por escasos que sean los méritos que presentar para ser asociado a la suerte del primer pueblo de América. Ayer a las doce del día surgí en este puerto con toda mi familia, libre de todo accidente de mar y de enemigos; el capitán que me condujo será el dador de esta, pues me avisa en el momento que sale para esa ciudad a las tres de la tarde, y V. E. disimulará que le anticipe un aviso que bajo ningún aspecto debe parecer importante. Yo no debo permanecer aquí por más tiempo que el muy preciso a proporcionar arrias para despachar mi equipaje por delante, y seguir sin demora a esa capital confiado en la generosidad con que V. E. acoge bajo su sombra a todos los amantes de la independencia de Colombia. Dios guarde a V. E. muchos años. GuaIra, 23 de abril de 1823. Tengo el honor de saludar a V. E. con todo respeto y consideración, como el más atento servidor de V. E. José Núñez de Cáceres El general Soublette, leída esta carta, dictó su respuesta la que anotó el secretario al margen de la misma misiva de Núñez: Contéstesele que celebro mucho su llegada y que le aseguro que en el territorio de la República encontrará acogida y seguridad y la protección que nuestras leyes dispensan a todos los que entran bajo su influjo. Que cuando le vea tendré el gusto de expresarle a la voz los sentimientos con que soy su affmo. A primera vista la supraescrita carta del doctor Núñez de Cáceres no deja ver nada acerca de sus íntimos sentimientos por Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 443 la suerte de la dolorida patria abandonada. La carta, en verdad, es formal petición de asilo a la persona que puede darlo. Pero si bien se mira en la primera cláusula introductoria se lee un «por último» que quizás no tenga desperdicio. ¿Por qué se vio obligado Núñez al abandono de su país «por último?» ¿Por qué no desde un principio? Un año para el arreglo de sus asuntos personales, que no serían muchos, es lapso muy largo. Pensamos que adrede quedaría en su tierra en espera de algo, y en ese caso no la querría abandonar. Quizás esperó en vano la reacción de la Metrópoli, para empeñar la lucha con ella o para volver a su regazo a cambio de Haití; quizás pensó en una reacción del pueblo, o también todavía vinculaba sus esperanzas en la Gran Colombia. Pero, al fin llegó la hora de la total desilusión y partió del «patrio suelo» para siempre. El fracaso, cuando se trata de la quiebra total de un gran ideal, de una actuación noble, no solo duele al que lo experimenta sino también a la persona que lo contempla en toda su magnitud. Entonces los fracasados, a lo Miranda, a lo San Martín, suelen aparecer con cierto nimbo de grandeza, y en cierto sentido los admiramos de todo corazón. Para nosotros Duarte, el dios mayor de nuestro Olimpo patrio, es más grande y más admirable por la fuerza de su fracaso personal: su actuación se quebró, pero el espíritu quedó incólume. En el movimiento libertador de 1821, sea disparatado o no lo sea, contemplamos a Núñez de Cáceres atormentado por su fracaso, el de la idea y el de la gestión personal, y su dolor lo hacemos nuestro, el insigne dominicano se levanta y comprendemos cuánto es digno de respeto en esos momentos de su vida pública. Quizás si este sentimiento nuestro no sea sino piedad. A todas luces el doctor Núñez tenía mala estrella, un mal sino lo perseguía en su vida política. Lo que más amaba o admiraba, él mismo se encargaba de destruirlo. Quiso la libertad de su patria y el resultado práctico e inmediato de tan noble empeño fue la invasión haitiana. Pidió asociarse «a la suerte del primer pueblo de América», el de la Gran Colombia, y más tarde, ya en la lucha política venezolana, se va del lado de los que quieren la desintegración de esa nacionalidad que de seguro admiraba desde los días de su 444 Carlos Larrazábal Blanco fundación y a la cual pensó asociar su propia patria; de las leyes de esa República que acogían, aseguraban y protegían, a todos los que entraban bajo su influjo, como dijo Soublette, violó Núñez precisamente la que le daba forma y fundamento, la constitucional. Pero el sino, el destino, lo camina el hombre por la vía que le traza su propio carácter, su coeficiente de espiritualidad, su especial psicología. Núñez de Cáceres no tenía madera de soñador, ni de héroe, ni de mártir y mejor fue hombre dotado para las cosas de la mente que para lo puramente sentimental. Así nunca tuvo fuerza de gran idealista, pues si tenía suficiente intelecto le faltaba la elevación espiritual necesaria a que se llega por los caminos del sentimiento. Fue a no dudarlo docto abogado, sabio conocedor de la teoría del Derecho, sutil manejador de la práctica de su profesión, pero, según parece, prefería la cosa pública, amó con predilección la política, y desdichadamente un espíritu político, las más de las veces, se da todo entero y consolida en un espíritu vulgar. Por algo las musas nunca aceptaron su comercio. Su temperamento fue un poco enrevesado: algo violento, a las veces bilioso, siempre apasionado y un tanto orgulloso y soberbio. Estos defectos lo llevarían a más de un error, a más de una incomprensión, y a que muchos le atribuyeran, quizás injustamente, este circuito de actuaciones pasionales: inquina contra el gobierno español, el hecho de la «Independencia Efímera»; inquina contra Bolívar, el hecho de ser partidario de la disgregación de la Gran Colombia; e inquina contra el Libertador, el hecho de no haberse logrado la incorporación de Santo Domingo a la Gran Colombia. Pero de todas estas cosas solo sale cierto que parece nunca sopesó debidamente las consecuencias de la independencia de su patria en los momentos que quiso efectuarla, dígase lo que se dijera, y que nunca supo comprender la grandeza de Bolívar. No tuvo, pues, la grandeza de que habla Carlyle: la de comprender cuándo un hombre es más grande que uno, Caracas, enero de 1954. Clío, Año XXII, Núm. 98 (enero-abril de 1954). Noticias de la independencia dominicana en Venezuela L a bandera dominicana flotó por primera vez en Venezuela el 7 de agosto de 1845. Ese día llegó a La Guaira la goleta Paquete Dominicano enhestando la gloriosa enseña: Su capitán era David Gaestz y venía con un cargamento, tomado en el puerto de Santo Domingo, consistente en maderas, tabaco, miel de abejas, cera y cueros de chivo, consignado a Brea Hermanos, de la misma Guaira. Pocos días después salió el Paquete rumbo a Curazao. En esa misma oportunidad llegaron a Venezuela noticias de la guerra que se sostenía con Haití, firmadas por Corresponsal particular, manera de encubrir su verdadero nombre el capitán Juan José Illas,9 Manuel María Martín o algún otro venezolano Illas, capitán del Ejército Dominicano, secretario de Mella y buen servidor de la causa nacional, fue comprendido en la monstruosa sentencia dictada por la Junta Central Gobernativa del 22 de agosto de 1844. Pocos días después se ausentó del país y no volvió más. En su patria de origen, Venezuela, ocupó importantes cargos y se distinguió como militar. Murió en Valencia en noviembre de 1880. Acerca de Illas véanse las siguientes fuentes: Juan Vicente Flores: Lilí…, Curazao, 1901, p. 21; J. G. García: Historia de Santo Domingo, t. II, p. 271; Carlos Nouel, Historia eclesiástica, t. II, p. 422; A. Tejera: Literatura dominicana, S. D., 1922. p. 40-41; Emilio Rodríguez Demorizi, «Juan José Illas y el terremoto de 1842», en Clío, Núm. 52, Año 1942; José Gil Fortoul: Historia constitucional de Venezuela, Caracas, 1930, t. III, p. 438; F. González Guinán: Historia contemporánea de Venezuela, Caracas, 1910, t. IV, p. 535; y la Nota que aparece en Clío, Núm. 89, p. 19, Año 1951. (Nota de Vetilio Alfau Durán). 9 445 446 Carlos Larrazábal Blanco de los que en ese entonces hacían causa común con los dominicanos. Esas noticias fueron publicadas, por El Vigía, periódico que se publicaba en La Guaira, y reproducidas por El Patriota, periódico que en Caracas dirigía el doctor Felipe Larrazábal. Helas a renglón seguido: República Dominicana.- Por primera vez hemos tenido el placer de ver flamear en nuestro puerto la heroica y hermosa bandera dominicana. Llegó antier a las seis de la tarde la goleta Paquete Dominicano, procedente de Santo Domingo, y ella nos trae noticias de aquella República, tan frescas como interesantes. El 26 de julio se recibió en la Capital un parte de las fronteras del Sur en que anuncian la toma del fuerte Cachimán por las tropas dominicanas al mando del valiente coronel Juan P. Contreras; dicho fuerte, que se halla situado en la cúspide de una peligrosa montaña, estaba ocupado por más de 2,000 haitianos provistos completamente de municiones, comestibles y cuanto pudieran necesitar para sostenerse firmes en tan ventajosa posición; ¡pero sucumbieron los infelices! al arrojo de un puñado de lanceros dominicanos, abandonaron el puesto con pérdida de más de 300 hombres, un grandísimo número de fusiles, una pieza de artillería y sobre seis u ocho mil pesos en papel moneda. En Hincha, frontera del Norte, ha habido también otra victoria por las armas dominicanas al mando del general Antonio Duvergé. En esta acción se encontraron los coroneles Gómez y Roca, terror de los haitianos; estos dos bravos jefes, cuando se vieron al frente del enemigo se manifestaron tan contentos y resueltos que cometieron imprudentes arrojos. Horroroso fue el estrago que sufrieron los haitianos, las márgenes del río Artibonito quedaron empapadas en sangre, y el mismo río cooperó Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 447 al triunfo de los dominicanos, pues en los momentos de la acción hubo una espantosa creciente que arrolló con todos los haitianos que se habían lanzado en él para escapar de la muerte. Muchos otros encuentros ha habido y en todos han experimentado los haitianos la suerte que merecen sus perversas miras. Las fuerzas que actualmente tienen los dominicanos en las fronteras alcanzan a 20,000 hombres. (Corresponsal particular). Otro suelto salió en El Vigía poco tiempo después, también reproducido por El Patriota a saber: República Dominicana.- Por el bergantín español Isabel II que llegó antier de Curazao hemos recibido cartas de la capital de aquella República, cuyas fechas alcanzan al 30 de agosto último. Parece que los haitianos insisten en la temeridad de querer invadir el territorio dominicano, sin embargo de lo caro que les ha costado tan infames pretensiones. Irritados de los terribles golpes que acaban de llevar en las fronteras preparan un monstruoso ejército con el fin de ver si logran su dificultosa empresa; pero les resultará como siempre, lo sacrificarán todo, y en esta ocasión se verán enteramente reducidos a la impotencia, teniendo que sucumbir al furor de 25,000 dominicanos que les aguardan decididos a exterminarlos confiados en su extraordinaria pericia, y en el valor que a más del natural, les inspira el amor patrio. Reina en todas las provincias dominicanas un general entusiasmo; y cada una se esfuerza en demostrar su patriotismo, presentando a las fronteras lo más brillante de su ejército; la del Seibo se distingue con su terrible lanza, que invencible en todos los combates hará en 448 Carlos Larrazábal Blanco esta vez iguales prodigios que hizo en Palo Hincado, destruyendo a todo un veterano ejército francés cuando la guerra a principios de este siglo. El cielo se complace en favorecer la justa causa que defienden los dominicanos haciendo derramar sobre su virtuoso suelo todos los recursos necesarios a su defensa. Aquí vendría muy bien decirle algo al Sr. Redactor de La Revista por la errada noticia publicada en el número 6 de su periódico, sin embargo de la oportuna advertencia que se le hizo; pero nos reservamos hacerlo para más después aunque de paso se hace necesario decirle que nos es dificultoso creer que los dominicanos sean capaces de querer igualar su suerte a la de sus vecinos los de Borinquen y Cuba. Las noticias llegadas por el Paquete Dominicano tienen algún interés. Ellas no se cotejan bien con las que da el historiador de la República, don José Gabriel García, pero reflejan mejor un estado de ánimo que realidades históricas. Por lo general los partes dominicanos militares de la guerra son tan poco militares, tan pobres en datos esenciales acerca del número de soldados que intervienen, de bajas acaecidas, así como en lo relativo al valor estratégico de una acción o de su necesidad técnica, que bien vale la pena desentrañar la parte de verdad que encierren las noticias del corresponsal de El Vigia. Lo de Cachimán fue cierto pero la historia nos enseña que el general Contreras defendió el sitio en fecha 13 de julio. La acción sobre Hincha fue ordenada por Duvergé y efectuada por Valentín Sánchez. ¿Sería cierta la crecida del Artibonito en la cual perecieron haitianos que huían? No habla la noticia de las acciones sobre Las Caobas. El general Roca figuró en ellas, pero ¿de qué Gómez se trata? Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 449 Gómez figuró en la frontera Norte, en la Línea, en las tropas del Cibao. ¿No existe exageración en el dato que habla de 20,000 hombres sobre las armas en las fronteras? Caracas, febrero de 1954. Clío, Año 22, Núm. 99 (mayo-julio de 1954). Apuntes acerca de algunos estudiantes y graduados en la Universidad de Caracas Pedro Celestino Arroyo-Pichardo Después de concluir su bachillerato en Filosofía, se dirige al Sr. Gobernador del Arzobispado para que se le entregara copia de la información de vida y costumbres que se encontraba en la Secretaría arzobispal, por haber sido colegial del Colegio Seminario Tridentino en el año 1834. Las partidas de bautismo y de confirmación estaban anexadas al expediente y de ellas se saca que era hijo del Dr. Pablo Arroyo Pichardo (dominicano, probablemente natural de Santiago) y de Francisca Lamota Ramírez, natural de Santo Domingo; nació en la villa de San Antonio Abad, isla de Cuba (pero en las inscripciones universitarias se asienta que era natural de La Habana), fueron sus padrinos el doctor Gregorio Quintanó Valera e Inés Francisca Quintanó Brenes. El 26 de junio de 1828 se confirmó en Caracas, actuó el Arzobispo Ramón Ignacio Méndez, fue su madrina María de la Merced Barfudo, y testigos presenciales Pedro Núñez de Cáceres, abogado, y Manuel López Umeres, Juez de Letras. Bachillerato en Filosofía.- Puso matrícula el 1º de septiembre de 1837, vivía en la calle de Ustáriz Nº 23. Concluyó los estudios en 1840. En el primer año las calificaciones del maestro Rafael Acevedo fueron: talento sobresaliente, aplicación grande, buena 451 452 Carlos Larrazábal Blanco conducta; calificaciones repetidas para los años siguientes. El maestro Alejandro Ibarra califica: talento, aprovechamiento y aplicación sobresalientes. En 2 de septiembre 1839 su padre escribe que su hijo no pudo asistir al examen porque se vio atacado de fiebre «que es peste en la ciudad». Quedó extenuado y se vio en la necesidad de pasar a aires más libres en unión de la familia. Debió haber concurrido al nuevo curso de Filosofía pero le fue imposible pues se temió el riesgo de una recaída, máxime que el mal progresaba en la ciudad. Por tales motivos se le concedieron dos meses de licencia. El 18 de diciembre de 1840 pidió se le fijara el examen de grado y remitió los documentos necesarios ya citados arriba. El 12 de enero de 1841, en presencia del vicerrector Juan Bautista Carreño y de los catedráticos maestros Alejandro Ibarra y Nicanor Borges, se le dieron los puntos (tesis): Omne judicium est perceptio simplex. Estudios de Medicina.- Puso matrícula para el primer año del bachillerato en Medicina el 19 de septiembre de 1840. El 31 de agosto el doctor José Vargas califica su escolaridad así: talento aventajado, aplicación bastante, aprovechamiento aventajado, conducta buena. Lo mismo certifica el doctor José Joaquín Hernández. Se repiten calificaciones semejantes en los años subsiguientes. Las tesis para el examen de grado del año 1846 fueron: Absque hygienes notionibus medici ministerium bene adimpleri non valetir. In haemorhagis activis molimen haemorhiagocum solim notatur (Manual de los Aspirantes al Doctorado). Carlos Arvelo Bachillerato en Filosofía. A los 12 años puso matrícula para ganar el año primero del trienio constitucional de Filosofía el 19 de septiembre de 1839, vivía en la calle de Zea. En 1840 el maestro Ibarra califica: talento mediano, aplicación sobresaliente, aprovechamiento mediano y conducta buena. Nicanor Borges, catedrático de Instituta, califica: talento mediano, aplicación y aprovechamiento regulares, conducta buena. En 1839 Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 453 su padre obtuvo se le concediera permiso para que saliera de Caracas para variar de clima sin perjuicio de su curso. Antes de presentar el examen de grado, como era de rigor, presenta los documentos de filiación y buena conducta. De ellos se saca que Carlos José Agustín Ramón nació el 28 de agosto de 1827, hijo legítimo del doctor Carlos Arvelo y Manuela Echeandia, su madrina Eugenia Guevara, parroquia de Santa Rosalía. Para la justificación de vida y costumbres sirvieron de testigos: el doctor José Joaquín Hernández, don Antonio José Rodríguez y don Calixto Madriz, nat. de Guanare, catedrático, que hubieron de testimoniar: si sabían y les constaba que era hijo legítimo y de legítimo matrimonio de Carlos Arvelo y Manuela Echeandia, cristianos, apostólicos, romanos; si podían asegurar que su conducta había sido arreglada a la buena moral, y que no había cometido ningún acto que le hubiera hecho desmerecer. El día 2 de mayo de 1842 se sacó la tesis: Ad hoc ut corpora retinetant electricitatem, requisitur inmersa sunt corporibus audictricis. El día 3 fue el examen y fue aprobada a unanimidad. Constituyeron el jurado: el señor rector doctor Alberto Espinosa, Dr. Alejandro Echezuria, Diego Córdova, Julián Martínez, Alejandro Ibarra y Nicanor Borges. Antes del examen de grado tuvo Arvelo que justificar que las ausencias a clase habían sido debidamente purgadas, y en efecto Borges certificó que había asistido a clases en calidad de purgante desde el 21 de abril hasta el 25 del mismo inclusive. Asimismo, antes del dicho examen hubo de depositar en manos del administrador de la Universidad, señor Bartolomé Liendo, la suma de 40 pesos. Estudios de Medicina.- Inscrito en el primer año del bachillerato en 1842. Los estudios fueron interrumpidos, y el Dr. Antonio José Rodríguez certifica que el estudiante Carlos Arvelo sufrió en el mes de 1846 una enteritis o inflamación intestinal que puso su vida en inminente peligro y le impidió asistir a clases por espacio de dos meses. Sus tesis para el bachillerato en medicina fueron: 1º Descriptio nervi cerebri octavi vel pneumogastrici (Buchat, Soemering, etc.), 2º In chronica hyperemmia nihil aliud est quam in canonis auriculo lentitud, cujus retroactio in relatione 454 Carlos Larrazábal Blanco dilatationes quam vasa experta fuese invenitur, completa vero stannatio, sisecus non tenetur (Andral, Anat. Pat., t. I, pág. 23), prueba presentada en1848. Las tesis para la licenciatura fueron sacadas a la suerte el 20 de diciembre de ese mismo año en presencia del Dr. Francisco Parejo y del Lic. Narciso López, y resultaron las siguientes: l. Ex omnibus secretionibus urina est quae propietates cibi et potus melim (melius) patefacit, 2. Urina albuminosa non semper laessionem organicam reumun significat, 3. Quamplurium morbi mentem invadentes intermittentem que typum ostendentes a vircumtantis atmosphaericis climas (?) apparere videntur. El día 21 se celebró el examen con el jurado siguiente: Dr. Carlos Arvelo (su padre), vicerrector, Dr. José Vargas, Dr. Antonio José Rodríguez y los Dres. Sierra, Tomás Aguerrevere, Julián Martínez, Luciano Arocha y Antonio Parra, examinadores de la Facultad. Fue aprobado. Durante sus estudios fueron algunos de sus profesores: doctores José Vargas, Antonio José Rodríguez, Elías Acosta (Cirugía), de francés Mr. Tourriet. Además el Dr. Julián Martínez hubo de certificar que hizo prácticas de clínica en el hospital de lazarinos y el Dr. Antonio Parra certificó lo mismo respecto del hospital de caridad para hombres. El grado de doctor tuvo lugar solemnemente el 1º de enero de 1849. Asistieron: todo el Cuerpo Universitario, fray Lorenzo Rivero, Fray Gregorio Betancur, Francisco Delgado, Antonio José Rodríguez, Calixto Madrid, Julián Osío, Diego Córdova, Julián Martínez, José Briceño, Pedro Medina, Francisco Parejo, José Manuel Mendoza, Alejo Betancur, Bartolomé Liendo, el ciudadano presidente de la República general José Tadeo Monagas, el señor arzobispo, los obispos de […] y de Guayana, algunos miembros del cuerpo diplomático, el Gobernador de la Provincia y otras personas notables. El doctor Carlos Arvelo vivió largos años en la República Dominicana. Fue profesor de la Universidad y allí enseñó Medicina Operatoria, Toxicología, Obstetricia, fue vicerrector y su rector interino entre los meses de junio y julio de 1885. Colaboró en los periódicos sobre diversos temas. Quedó viudo de su esposa Ramona Goiticoa en 1883 y contrajo segundas nupcias Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 455 con María Clotilde Blanco, nat. de Caracas, hija del general Juan Gualberto Blanco y Concepción Debuente. Murió el doctor Arvelo el 8 de junio de 1891. Su cadáver fue inhumado en la iglesia del ex-Convento de Dominicos (iglesia de Santo Domingo), en la capilla del Sacramento. Hizo de Santo Domingo su segunda patria y Santo Domingo lo acogió como a hijo predilecto. Su hijo Carlos Arvelo Goiticoa, hijo único, casó en Santo Domingo en febrero de 1890 con Micaela Martí Sánchez, hija del teniente Lorenzo Deogracia Martí Balbuena, heroico abanderado del Ejército Libertador Dominicano en la batalla de Estrelleta (17 septiembre 1845), y de Asunción Sánchez Valencia. Hija única: Ramona Carlota Arvelo Martí, quien casó en 1915 con José Marino Henríquez Moreno, natural de San José de Ocoa, de quien enviudó sin tener sucesión. Doña Ramona Carlota Arvelo Martí, viuda Henríquez, reside desde 1950 en Madrid. Manuel Antonio Diez Hijo de Mariano Diez Jiménez (natural de El Seibo, República Dominicana) y de Adelaida López-Umeres Guerra (natural de Santo Domingo, República Dominicana), nació en Caracas alr. de 1832 o 1838. Bachillerato en Filosofía.- Hizo estudios en los colegios Concordia y Roscio por los años de 1853, 1854, 1855. En el Concordia, su director E. Contreras, cursó Latinidad, Gramática Castellana. En el Roscio cursó Lógica, Metafísica, Moral, catedrático Elías Michelena; Matemáticas, catedrático Olegario José Meneses; Física General, Geometría, Trigonometría, Topografía Física particular y principios de Astronomía, Geografía y Cronología, catedrático Juan José Aguerrevere. Estudios de Medicina.- En 1856 ya era alumno de la Facultad de Medicina. Vivía en la calle de la Fertilidad Nº 70, más tarde en las casas Nos. 63 y 77. Sus tesis para el bachillerato fueron: 1. La experiencia sola puede indicar las propiedades de un medicamento (Trousheau). 2. En la endosmosis los líquidos que tienen mayor 456 Carlos Larrazábal Blanco calor específico caminan hacia los que lo tienen menor (Beclard). Bachillerado el 12 de marzo de 1864. Sus profesores: José de Briceño, Anatomía: Toribio González, Fisiología; Pedro E. Hernández, Patología; Ángel Martínez Sanz, Cirugía; Guillermo Michelena, Medicina operatoria y Obstetricia. Examen para el grado de licenciado el 9 de junio de 1864. Tesis: 1. La disuria de los niños es casi siempre el resultado de un estado nervioso (Civiale), 2. En ciertos casos de tétanos la asfixia se debe probablemente al espasmo de los siglosos (Valcaigne, Anatomía Quirúrgica), 3. El modus operandi del mercurio en la sífilis está envuelto todavía en la incertidumbre. Jurado examinador: Doctores Antonio José Rodríguez, José Arnal, Pedro Medina, Ramón A. Ramos, Nicanor Guardia, Manuel Felipe García. Aprobado a unanimidad. Profesores: Antonio José Rodríguez, Terapéutica y Medicina Legal; Manuel V. Díaz y Pedro Medina, Química. Certificado de haber cursado Francés en el Colegio Roscio, Certificado de haber hecho prácticas clínicas en el hospital militar firmado por el Dr. Rafael Villavicencio. Se doctoró el 4 de junio de 1865. (El dominicano jus sanguinis Manuel Antonio Diez fue Presidente de la República de Venezuela). Juan Pablo Diez Hijo de Mariano Diez y Adelaida López-Umeres, nació alrededor de 1841. Cursó estudios en el Colegio Roscio en el cual ya era alumno en 1852. Asignaturas cursadas: Etimología, Sintaxis, Ortología y Prosodia con Elías Michelena; Sintaxis, Prosodia, Latinidad con Pedro Naranjo; Filosofía, Física general y particular, Geometría, Trigonometría, Topografía con Juan José Aguerrevere. Examen final del bachillerato en Filosofía en la Universidad el 14 de julio de 1858. Aspiró al bachillerato en Derecho, expediente de 1868. Talento, aplicación y aprovechamiento medianos. Aprobado el bachillerato en su examen final por cuatro votos contra uno. Se licenció en Derecho en ese mismo año de 1868. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 457 (Juan Pablo Secundino Diez nació en Caracas, parroquia de la Catedral, el 22 de marzo de 1841, sus padrinos Pedro Núñez de Cáceres y Virginia López-Umeres, hijo de Mariano Diez Jiménez y Adelaida López-Umeres Guerra, natural de El Seibo el primero, de la ciudad de Santo Domingo, la segunda. Murió en 1896, tisis, enterrado el 29 de junio). Mariano Diez Bachiller en Filosofía, hizo estudios en el Colegio Roscio, su examen en la Universidad el 10 de julio de 1858. Aspira al bachillerato en Derecho, hijo de Mariano Diez y Adelaida LópezUmeres. Se licenció en Derecho en 1867. Prudencio Diez Nació alrededor de 1845, hijo de Prudencio Diez Henríquez y Carmen Alfonso y Alfonso. Cursó estudios en el Colegio Vargas hacia 1858, su director Jerónimo Eusebio Blanco, vicerrector y secretario José María Núñez de Cáceres. También cursó estudios en el Colegio Santa María. Asignaturas cursadas y profesores: Aritmética, Álgebra, Física general particular, Geometría, Trigonometría, Topografía, Geografía y Cronología, cursadas en el Santa María con Agustín Aveledo; Matemáticas, 1er. curso, en el Vargas, con Manuel María Urbaneja; Historia en el Santa María, con Jorge González Rodil. Su examen para el bachillerato el 27 de junio de 1862. Tesis: 1. Para determinar el centro de gravedad de los cuerpos homogéneos basta conocer su forma geométrica (Ibarra), 2. Para que haya un equilibrio en los vasos comunicantes es necesario que las superficies libres del líquido contenido en ellos estén en un mismo plano de nivel (Ganot-Deguesit). Jurado examinador: el vicerrector Calixto González, Julián Martínez, José Manuel Mendoza, Alejandro Ibarra, Martín Sanabria. 458 Carlos Larrazábal Blanco Manuel Dirán Manuel María Durán, hijo de Manuel Durán y Natalia Bracho, natural de Maracaibo, nació alrededor de 1834. Se inscribió en la Universidad en 1858. Presentó certificado de estudios firmado por el vicerrector del Colegio Nacional de Maracaibo. Graduado de Licenciado en Medicina en 1860. Sus tesis: 1. ¿El tétanos es una inflamación? (Grissote), 2. ¿Los narcóticos obran en la economía animal por absorción o por simpatía? 3. El clorato de potasio obra sobre los órganos digestivos como excitante (Isambert, pág. 219). Ese mismo año tomó el doctorado, 1860. (Manuel Durán se trasladó a Santo Domingo y allí radicó definitivamente hasta su muerte. Se casó con María Altagracia de la Concha, hija del prócer Tomás de la Concha, y con ella procreó familia). Manuel González Regalado Cursó el cuatrienio teórico y práctico en Santo Domingo. Documentos presentados: título de Bachiller en Medicina, Santo Domingo, 1815; cuatro papeletas de órdenes y diligencias de matrícula para cursar Medicina, la primera del 16 de septiembre de 1815, firman doctor Núñez y Juan Vicente Moscoso, rectores, López Medrano, Quintanó, Antonio María Pineda, Manuel María Fuentes, catedráticos; certificados de cursos de Medicina firmados unos por López Medrano, catedrático sustituto de Prima, otros por Quintanó Valera catedrático de vísperas. Piden examen ante la Universidad de Caracas. Tesis: l. Ex. Anatamía: Mulieres sceletus ab illo hominis distinguitur in eo quod transversale ossis innominati eminentus es ac majus, 2. Ex. Phisiolog.: Lex suprema aeconomiae animalis omnes ejus functiones perfect excere videtur, atque mor… causas propulsare solet: medicina igitur quae sanitatem agris promitit remedis adhibendis, hanc ipsam inquam legem perpicere dolet, 3. Ex. Pathol. Interna: Non datur febris essentialis sive idiopatica, 4, Ex. Pathol. Externa: Curatio palliativa hidrocelis vel per punctionem… Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 459 per excitionem esse debet, 5. Ex. Therapeutica: In principium inflamationum canalis intestinalis hidrargirium valde nocet, 6 Ex. Med. Legati: In infanticidio ad sciendum an faetus vivus vel mortus natus ut experimentum fundendi pulmones in aqua suficit ad diagnosticum, 7. Ex. Parturitione: In partu ligatio quae fit puris nascentibus in cuniculo umbilicaei parte superiori placenta inutili est atque nociva, 8. Ex. Chimica: Duo corpora in contactu apposita volumen diminnuunt caloricumque producunt, 9. Ex. Higiene: Medicis necesaria est eorum quae Thopografiam pertirrent observatio sine qua… precavere… curare morbos… La petición de examen fue aprobada el 22 de noviembre. Jurado: doctores José Antonio Anzola, Carlos Arvelo y José Joaquín Hernández y los bachilleres José Joaquín González y Juan Manuel Manzo; padrino el doctor Felipe Fermín Paúl. Sin embargo, el examen no se verificó por un incidente producido por el doctor José A. Álamo. Este dijo haber sido informado que la conducta que exige el mejor comportamiento y las más lisonjeras esperanzas en favor de la humanidad doliente, y aunque esto no era del resorte de los señores examinadores, no quería contribuir de ningún modo a la incorporación de un individuo de esa calaña a la profesión médica. De la misma opinión fueron González, Bárcena y Manzo. Regalado pidió entonces la devolución de sus documentos pretextando su partida para Maracaibo. La situación económica del desairado dominicano era de tal naturaleza que el claustro le había concedido gratis el grado. Regalado firmaba: M. Ascensión G. Regalado. Arístides López-Umeres Natural de Caracas, hijo de Manuel López-Umeres y Lucía Ramírez Guerra, se bachilleró en Filosofía en 1848. Tesis: 1. Los diversos estados de los cuerpos dependen de la relación entre las fuerzas atractivas y repulsivas, 2. El hombre ha nacido para estar en sociedad. Examinadores: Alejandro Echezuría, Nicanor Borges, Alejandro Ibarra, el licenciado Cecilio Acosta. Aprobado por tres sufragios. En 1855 tomó los grados de licenciado y de doctor en Medicina. 460 Carlos Larrazábal Blanco Manuel López-Umeres Envió documentos a la Universidad para obtener el grado de bachiller en Filosofía (acta de la Junta Gubernativa de la Universidad, 26 de julio de 1834). Su padre presentó solicitud para la validación del trienio de Filosofía para que le admitiera al examen de grado (acta de la Junta Gubernativa de la Universidad, 20 de septiembre, 1834). Manuel López-Umeres, vive en la calle Orinoco Nº 27. Natural de Santo Domingo, nac. alr. de 1814. hijo de Manuel López-Umeres y Lucía Ramírez Guerra. El padre protesta del certificado expedido por el maestro Rafael Acevedo donde se expresa que su hijo ha faltado muchas veces a clase y que su aplicación y talentos son escasos. Aduce que su hijo ha estado enfermo por dos ocasiones y se le había puesto sagas y vejigatorios por disposición del doctor Carlos Arvelo. Presenta testigos de la conducta arreglada de su hijo. Los testigos fueron los condiscípulos bachilleres Francisco Tellería, Antonio Ledesma y Mariano Montilla. El segundo declara que López-Umeres nunca ha tenido aplicación al estudio y que nunca llevó las lecciones que le tocaban a la clase de Filosofía; el tercero asevera poco más o menos lo mismo. Había sucedido que la Junta Académica no llegó a calificar a López-Umeres el examen final porque se retiraron de él los doctores José Alberto Espinosa, José María Vargas y el maestro Rafael Acevedo. Umeres padre dice «que el señor maestro Acevedo hubiera procedido de esta suerte no es extraño, y hasta por decencia y delicadeza debió hacerlo, después que ha canonizado gratuitamente a mi hijo en el certificado del último año con varias notas falsas dictadas por aquella antigua enemistad que me profesa, queriendo atacar, ya que ni a mi persona, directamente al menos, la de mis hijos; por ciego medio trata de desfogar su saña que conserva en su corazón; pero sí es reparable que lo hubieran imitado los señores Vicerrector y doctor Vargas con quienes no militan semejantes circunstancias porque los conozco individualmente, les conocen todos, y nadie llegará a persuadirse puedan obrar con los bastardos sentimientos que aquel: tal vez se abstuvieron porque vieron un certificado Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 461 escrito con el dedo de la odiosidad y aversión contra un padre de familia que ni a él ni a ninguno otro particular ha procurado ofender». Miguel López-Umeres Hijo de Manuel López-Umeres, natural de Santo Domingo, y Lucía Ramírez Guerra (nat. de Cumaná, Venezuela), nació en Santo Domingo, el 13 de octubre 1815, su nombre completo Miguel Calixto. Bachillerato en Filosofía. Tesis: Gelu ommesque congelaciones aquose calorici defectuir tribuentur. Fue reprobado. Su padre pidió nulidad del examen cuyo resultado lo atribuye principalmente a la enemistad que le tenía el maestro Acevedo por causa de una demanda que le interpuso y la consecuencia de la cesión de bienes a que se vio obligado el citado Acevedo. El doctor Ángel Quintero había aconsejado a Acevedo no fuese jurado. Se declaró nulo el examen el 17 de julio de 1832. Nuevo examen el 23 de noviembre de 1833. Jurado: doctores Andrés Narvarte, rector, José Antonio Anzola, Nicolás Anzola, José Francisco Diepa y maestros Diego de Córdova y Esteban Gómez. Tesis: Quimicae operationes non rero mechanicae… corporum mutare valent. Aprobó con todos los votos. Estudios de Derecho. Pidió tener matrícula de constitución por el bienio de Derecho Civil e Historia Eclesiástica cursados y se extienda la misma matrícula para pasar el Derecho Canónico y público debido a que las faltas de asistencia son inculpables por enfermedad. (Acta de la Junta Gubernativa de la Universidad, 26 de febrero 1835). Los doctores Carlos Arvelo y Joaquín Hernández certificaron trastorno mental o deficiencias por causas morales. Se le habilitó la matrícula para el primer bienio de Jurisprudencia. Inscrito en Instituciones Canónicas y Derecho Público en 1835, presenta documentos en 1838. Tesis para el bachillerato: Que no se cumplan las cartas que el Rey diere para que alguno sea desapoderado de sus bienes. 462 Carlos Larrazábal Blanco Hicieron preguntas sueltas el doctor Fernando Aurocoechea y el licenciado Rafael Peraza. Aprobado a totalidad. Tesis para la licenciatura: No haya casas de juego ni mesas, y se comprenden en la prohibición los militares. Francisco López-Umeres (Hermano de los anteriores). Se inscribió para cursar el bachillerato en Filosofía el 1º de septiembre de 1851, 16 años. Sus tesis: 1. Las ideas son los verdaderos elementos de los conocimientos humanos, 2. En las máquinas todo lo que se gana en fuerza se pierde en tiempo (Bendant). Pedro Emilio de Marchena Examen de reválida el 27 de diciembre de 1897. Natural de Azua, República Dominicana, nació el 5 de abril de 1863. Su título de médico de la Universidad de París fechado el 9 de septiembre de 1893, Raymond Poincarré lo firma como ministro de Instrucción Pública. Solicitud: «P. E. de Marchena, doctor en Medicina de la Facultad de París, ante Ud., con el mayor respeto, me presento con el título que me acredita ad efectum vivendi, con el fin de aspirar al examen de reválida en esta Universidad, y suplico que, si está conforme, se sirva fijar día para el examen correspondiente. Caracas, 2 de diciembre de 1897». Aprobada la solicitud. El señor Rector, A. Machado, se constituyó en la sala de exámenes el 24 para sortear las tres cuestiones que constituirían el examen. La primera tesis servirá para la oración que se pronunciará, las otras dos se dedicarán a las réplicas. Tesis: 1. Formas y localización de la afasia, 2. Eclampsia, 3. Tolla y litotricia. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 463 Antonio María Pineda Antonio María Santana Pineda, natural de Canarias, hijo legítimo de José de Santana y de Gregoria de […] recibió órdenes de clérigo de primera tonsura en 1802 de manos del arzobispo de Caracas, Francisco de Ibarra. Concluido el trienio de Filosofía, pide el grado de bachiller y presenta, al efecto, su título de tonsura. 1. Reperiuntur in atmosfera omnis generis vapores animales scilicet vegetales et sulfurei, 2. Galbanismus non solum in systemate musculari sed etiam in nervoso et musculari influxum habet, ad ejusque influentiam unum dimitaxal metallicum sufficit corpus; ut a clarissimo Humboldt observatum, 3 Anima nostra peculiare habet organum quod quidem est motivum cogitationes suas exitandi nempe nervosum, 4. Nulla es in beltius anima spiritualis cogitans et sentiens. El grado tuvo lugar el 19 de abril de 1804. Antonio María Pineda vivió largos años en Santo Domingo donde ejerció la medicina, fue protomédico, catedrático de prima. Además figuró como diputado provincial en 1821 y se afilió al movimiento de independencia patrocinado por José Núñez de Cáceres. Fue el comisionado que pasó a Suramérica para tratar con Bolívar acerca de la incorporación de Santo Domingo a la Gran Colombia. Se casó en Santo Domingo con Dolores Sanabria, hija 1egítima de Manuel Sanabria Albor, con la cual tuvo descendencia. Toda la familia emigró a Venezuela y se estableció definitivamente en Barquisimeto, donde queda sucesión. Manuel Ponce de León Natural de Mérida, Venezuela, hijo de Manuel Ponce de León y María del Carmen Pereira. Hizo estudios en el Colegio Nacional de Maracaibo. Cursó Filosofía en la Universidad de Mérida. Ganó la licenciatura en Medicina en Caracas en 1861. Tesis: 1. Medios hemostáticos en las hemorragias capilares, 2. Las materias azoadas no sufren ninguna modificación química en el estómago (Bernard, Memorias sobre el páncreas), 3. Lesión funcional 464 Carlos Larrazábal Blanco del páncreas se traduce sintomáticamente por la presencia de materias grasosas en los intestinos (Bernard, Memorias sobre el páncreas). (Entendemos que este Manuel Ponce de León es el mismo que figuró como ministro en el Gobierno Provisional en la Guerra de la Restauración, por tanto es considerado como un patriota dominicano, restaurador, lo que explica su aparición en estos apuntes). Santiago Ponce de León Natural de Mérida, Venezuela, hijo de Manuel Ponce de León y Carmen Pereira, nació alrededor de 1838. El primer año del bachillerato en Medicina lo presentó en Mérida. Sus profesores allí: Juan José Cosme Giménez, de Anatomía e Higiene; José Francisco Más y Rubí, de Higiene. Profesores en Caracas: Carlos Arvelo, de Cirugía; José Arnal; Pedro E. Hernández, de Patología; Guillermo Michelena, de Medicina Operatoria. Tesis para el bachillerato: 1. El hígado de las personas muertas de enfermedad prolongada no contiene azúcar (Bernard), 2. Las acciones reflejas (simpáticas o sinérgicas de varios autores) están bajo la dependencia de la médula espinal: destruida esta cesan aquellas. Tesis para la licenciatura: 1. ¿Se desarrollan vasos en las falsas membranas? (Malcaigne, Anatomía quirúrgica), 2. La presencia de la albúmina en la orina no indica siempre que el paciente sufra la enfermedad de Bright (Valleix, Guía del médico práctico), 3. ¿Cómo obra la retania en las fisuras del ano? El grado tuvo lugar el 30 de octubre de 1863. (El Dr. Ponce de León fundó familia en Santo Domingo. Casó con la dama santiaguera Tomasina Grullón. Hizo vida dominicana y fue el primer representante de la República en Venezuela. Sus restos mortales yacen en la iglesia del ex-Convento de Dominicos). Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 465 Manuel María Valverde Pide al ministro de Instrucción Pública se declaren suficientes los títulos de médico cirujano de la República Dominicana para revalidar, previo examen de ley. El ministro, Bartolomé Milá de la Roca, comunica al Rector, el 11 de noviembre de 1876: «que en atención a que si el peticionario no posee un diploma en forma de Doctor en Medicina, esto depende de la falta de universidad en Santo Domingo y a que los títulos exhibidos son una prueba bastante de sus aptitudes el Ilustre Americano, presidente de la República, ha tenido a bien conceder al ciudadano Dr. Valverde la gracia que solicita, y disponer en consecuencia que la Universidad de Caracas le admita a los exámenes para el grado de Licenciado en Medicina, con las formalidades prescritas por las leyes». El 17 de diciembre de ese año depositó Valverde 40 venezolanos para obtener el grado de Bachiller en Medicina, y sus tesis fueron: 1. ¿Cuándo está autorizado el partero para provocar el aborto?, 2. Las causas de la espermatorrea son oscuras. El examen tuvo lugar el día 20. Jurado: doctores Pedro Medina, Rector, Toribio González, Jerónimo E. Blanco, Manuel Vicente Díaz, Alejandro Frías. Aprobado a unanimidad. Para el examen de la licenciatura, previo el pago de 96 venezolanos, discutió las siguientes tesis: 1. El… es emenagogo (Rabuteau), 2. Los glóbulos rojos son los vectores del oxígeno (Rabuteau), 3. ¿Cuáles son las causas de la dismenorrea y los medios de combatirla? El examen tuvo lugar el 25 de noviembre con el mismo jurado ya señalado. Aprobado por unanimidad. Previo depósito de 106 venezolanos, el 3 de diciembre de 1876 tuvo lugar el grado de Doctor. Juan Dionisio de Vialis Pide a la Universidad licencia para ejercer la medicina, 1823. Se transmite la petición al protomédico doctor José Joaquín Hernández. Pasaron los documentos al Fiscal del Juzgado del protomedicato. Concedida la licencia el 18 de febrero de 1823. 466 Carlos Larrazábal Blanco (El doctor de Vialis, natural de París, Francia, casado en Santo Domingo con Bárbara Mota, natural de Santo Domingo, hija de Antonio Mora y María Álvarez Fuente, hubo sucesión. En 1846 De Vialis era vecino de Mayagüez, Puerto Rico. Parece que ejerció algunos años en Baní, donde casaría). Clío, Años XXIX-XXX, Núms. 118-119 (enero-diciembre de 1962). El reverso de los grandes hombres A costumbramos conocer a los hombres que forjan la historia de las naciones y a los que forjan la cultura de los pueblos por aquellas manifestaciones que los hacen aparecer buenos, útiles, patriotas, valientes, heroicos, idealistas, y está bien. Los historiadores se han encargado de presentarlos de acuerdo con determinada conducta en su vida pública, por el lado de sus ideas, actuaciones o consecuencias. Los textos escolares suelen recoger aquello que pueden levantar los bellos conceptos morales o lo que conviene al interés cívico, al nacionalista o patriótico. Es tal la fuerza de la enseñanza de estos libros para los que han pasado por la escuela que cuando pensamos en un rey o un emperador lo asociamos inmediatamente al concepto de la majestad, la grandeza, lo noble, lo esplendoroso. Cuando pensamos en un gran capitán, siempre lo concebimos ganando batallas, cabalgando briosos corceles a manera de verdaderos dioses de la guerra, de continuo produciendo actos de valentía y de heroísmo. Los escritores y los pintores, lo mismo que los historiadores y creadores de textos escolares, se han encargado, por su parte, de presentarnos los personajes de tal manera que así llegamos a comprenderlos. Para las generaciones modernas un poeta corresponde a un tipo sicológico y físico especial. Y es siempre el tipo de poeta romántico: hombre desatado de todo 467 468 Carlos Larrazábal Blanco convencionalismo social, hasta llegar a la más perfecta amoralidad, ojos de mirada triste, cabellos que caen sobre los hombros, chalina salpicada de gotas de café… Rafael, en sus «Estancias del Vaticano» representó a Platón y a Aristóteles idealizándolos a su manera. Estos nos parecen unos dioses, o por lo menos patriarcas hebreos, algo así como Moisés, figura que a no dudarlo no correspondía a la de filósofos griegos. Platón, al menos, ancho de espaldas, debió ser de talla menor, lo más probable, que el hombre de las Tablas de la Ley. La vida de un hombre nos la podemos representar como las medallas o las monedas, con un anverso y un reverso. Entendemos por anverso en la vida de los humanos aquella parte de ella que afecta a la historia, a la historia general, a la vida pública, que bien puede ser esta tan brillante como opaca. Todo lo otro es el reverso, que es una fuente inagotable: vida síquica, vida fisiológica, alma, espíritu, materia, máquina biológica. Manifestaciones de la vida íntima, manifestaciones dirigidas por la intuición y lo subconsciente. Amor, odio, vicios, alegrías, tristezas, dolores. La libido, el pan de cada día, las enfermedades. El miedo a la vida, el miedo a la muerte. Las influencias del ambiente… En fin un mundo de cosas distintas contradictorias, dispersas, caóticas; todo un mundo de motivos, de causas que pueden determinar tales o cuales actuaciones, tales o cuales estados de ánimo, tales o cuales valoraciones o convivencias. Vistos los hombres por su reverso aparecen ante sus semejantes con aspectos, a la verdad, muchas veces no idealizables y mucho menos divinizables, pero sí interesantes y que completan a cabalidad la personalidad total. Por este aspecto muchos se nos presentarán con características propias valederas, así, unos serán buenos integrales –pocos a la verdad– otros malos; unos se nos presentarán como espíritus serios, correctos, mientras otros como plácidos gozadores de la vida, charlatanes, oportunistas, deshonestos, sensuales; otros se manifestarán en toda su cursilería, su fatuidad o mentecatería. Muchas veces, juzgando a los hombres decimos: «él era bueno en el fondo», «en el fondo no era sino un patán soez», «en el Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 469 fondo no era sino un simulador»… Este «fondo», por lo general, se descubre bien en el reverso de los hombres. Y los ilustres, los grandes, también tienen su «fondo», que el resplandor de su anverso oculta pero no anula. Lo que vamos a hacer en estos trabajos es presentar, pues, a las grandes figuras de la humanidad, o a las grandes figuras nacionales, por el lado de su reverso. El anverso está en los libros comunes, en los tratados de historia y en los textos escolares, presentado más o menos verídicamente, más o menos con amor o con odio. De ahí la denominación de estas presentaciones. «El reverso de los grandes hombres». Los vicios y las enfermedades son fuente inagotable de datos interesantes. Muchos vicios parecen sencillos, otros son grandes, pero todas estas desviaciones invaden el ancho campo de la conducta del hombre. No parece sino que el vicio ha existido desde que la especie humana existe, y el del alcohol, por ejemplo, es antiquísimo, tanto que todas las civilizaciones y culturas conocidas lo han practicado. Filósofos, poetas, trágicos, artistas de la Grecia antigua se excedieron en sus libaciones, frecuentes y abundantes. Los literatos romanos bebían a más no poder y se preciaban de ello. En esa época se le atribuía al vino virtudes excitadoras de la inteligencia creadora, y todavía hay quien lo crea. Las enfermedades influyen mucho en nosotros. Un desnivel cualquiera en el funcionamiento de los órganos principales, cualquiera que fuera ese desnivel, provoca cambios en nuestra psiquis que pueden ser hasta profundos. Pero no es necesario, para producirse estos estados, que un órgano noble se altere. Un dolorcillo de muelas nos irrita hasta ponernos exasperados. Un ligero rasguño, una leve quemadura de la piel, el escozor de un salpullido, un golpe en la espinilla o la automordida de la lengua, también nos sacan de quicio a más no poder. Hay quebrantos que enardecen el ánimo, otros que lo contristan. Los quebrantos nos dan coraje, nos ponen propensos a la iracundia o nos acobardan y vivimos bajo la presión de un eterno miedo. A veces las enfermedades nos llevan a situaciones cursis, ridículas, cómicas y nos ponen dentro los trazos de una caricatura. No hay 470 Carlos Larrazábal Blanco que olvidar que el hombre no es solo idealizable sino también caricaturalizable, y es esto interesante. Por ejemplo, una enfermedad ha existido desde épocas que se pierden en la historia hasta nuestros días, la gota, y su principal manifestación la podagra. Este quebranto, que ahora dan en llamar artritis, atacaba a todos, pero se cebaba, por el género de vida que llevaban, en reyes, emperadores, grandes capitanes, potentados, artistas, poetas, por lo cual se dijo de ella que era una enfermedad aristocrática. La agudeza francesa creó esta frase, puesta al pie de una caricatura: «La gota es un don de inmortales… Baco y Venus». Desde luego que está incompleta la expresión, pues falta otro «inmortal», de mucha importancia, Ceres, o si se quiere las glotonas Harpías. ¡Ahora!, Año III, Núm. 68 (30 de julio de 1964). El emperador Augusto C ualquiera cree, en realidad, que Cayo Julio César Octaviano, el gran emperador Augusto, fue un hombre extraordinario. Y no fue así. La fortuna también ayuda a los mediocres, y los mediocres suelen dejarse querer por la fotruna, hasta refocilarse en ella. Sus padres fueron Cayo Octavio y Aecia, sobrina de César. A la edad de cuatro años quedó huérfano y tuvo la buena fortuna de que su ilustre tío lo adoptara. César tomó a su cargo su educación y dedicó al muchacho singular aprecio, aprecio, que según los maledicentes de la época, tuvo un origen infante. El asesinato de César lo sorprendió en Grecia. Como era su heredero se decició, a los veinte años de edad, hacerse cargo de la herencia. Llegó a Brindisi y desde entonces hasta catorce años después estuvo en una continua lucha por el poder. Su amor a la cosa pública, su ambición y su prestigio fueron herencia de César. La sombra de su extraordinario tío lo protegió y lo hizo triunfar. Desde luego, otras circunstancias coadyuvaron mucho: la desintegración política a la muerte de César, y como se ha hecho notar, su carácter, que a primera vista parecía no ser dañino. Es corriente imaginarse al emperador Augusto tal como lo representan las estatuas que de él han existido: un bello tipo, varonil, elegante, bien parecido, majestuoso y armónicamente robusto. Sin embargo, no era así, pues tuvo una contextura 471 472 Carlos Larrazábal Blanco esmirriada y además cojeaba de una pierna, defecto que siempre tartó de disimular lo mejor que pudo. Su voz era débil y se valía siempre de otra persona cuando quería dirigirse de viva voz a sus soldados. De manera que resulta mentiroso cuando se le figura arengando personalmente a sus legiones. Por otra parte, fue un eterno enfermizo. No parece sino que era de esos individuos aprensivos que viven como metidos dentro de sus vísceras fiscalizando su funcionamiento hasta dar con alguna falla. Una vez escribió a Mecenas que tenía enfermo el corazón, el hígado, los nervios, las articulaciones, la vejiga, los intestinos. Así sería el viaje «inter-visceral» que haría el emperador para dar con tantas dolamas. En efeto, el emperador era achaquiento. En primavera se le inflamaba el diafragma. Otras veces su cuerpo se le cubría de callosidades –o lo que fuera– que le producían gran escozor; entonces, desesperado el bueno de Augusto buscaba alivio rascándose con el «estrigil», especie de escobilla o cepillo, y esto, como era de lugar, acababa por producirle escoriaciones que solían infectarse. El índice de la mano derecha con frecuncia se le paralizaba, de donde se infiere que sufría de gota, de quiragra. Debió ser asmático puesto que sufría sofocaciones frecuentes, lo que lo hacía tener que dormir con las ventanas de su aposento abiertas o pasar la noche afuera, en el peristilo; la sofocación se le complicaba con lo pertinz o impertinente. Era muy susceptible a los cambios de temperatura, por esto no salía de una gripe, de un catarro, de una angina o de una bronquitis. Tanto el mucho calor como el mucho frío lo desconcertaban grandemente. Los destinos de la providencia son a la verdad inescrutables. ¡Quién había de decir que este hombre enteco de cuerpo, cojo, asmático, gotoso, debía ser el fundador del Imperio Romano, el más grande de las antiguas edades! *** En lo moral Augusto solía ser tan entecho como de cuerpo. Pero en su espíritu existían sus alzas y sus bajas. Al llegar a Brindisi se apoderó de los tributos de las provincias de ultramar Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 473 para llegar a su propósito. Por su indicación fueron varios los asesinatos que se cometieron, tanto dentro del período de la guerra civil como en la época de la estabilidad política. En lo sensual cometió sus pecados, y hasta sus vilezas. ¿Por qué hubo de enamorarse, ya casado, de Terentila, la mujer de Mecenas? En cuanto al vino era mejor abstemio, sus bebidas predilectas eran el agua de lechugas y el agus de manzanas. Fue un hombre tímido y hay que imaginar todas las energías espirituales que tendría que dispendiar para vencerse a sí mismo. Se dijo que era tal su timidez que de antemano solía escribir lo que tenía que decir a su mujer, sospechamos que a Escribonia. Tenía un miedo terrible a los truenos, tanto que durante las tempestades eléctricas se escondía en un subterráneo y se cubría de una piel de becerro marino, que parece protegía contra el fluido eléctrico. Supersticioso, creía de buen augurio si al salir a la calle caía alguna llovizna o chaparrón, así como se afligía profundamente si por casualidad se calzaba el pie izquierdo en vez del derecho; era pues esto un «fucú» para el emperador, traía mal presagio. Vivió Augusto en líos de familia y enredos de amor. Su primer matrimonio lo celebró con Escribonia, par reconciliarse con la familia de Pompeyo. De este enlace nació una hija, Julia, su único descendiente por línea de la sangre. El segundo matrimonio fue con la joven, bella e inteligente Livia Drusila, mujer de Cayo Tiberio, e hija de Livio Druso. Augusto se enamoró tan perdidamente que la tomó sin escrúpulo alguno. No se puede decir que Livia corrompiera el lecho de su esposo, no, las cosas pasaron amistosamente: el viejo Cayo cedió su esposa al enamorado joven y hasta presenció la ceremonia de las bodas. Bien pronto alumbró un niño, Druso, que fue enviado a su padre Cayo Tiberio, que se había quedado con el hijo mayor, Tiberio el futuro emperador. Al correr del tiempo murió y los dos muchachos vinieron a vivir a casa de Augusto que los trató como a sus verdaderos hijos, máxime que su unión con Livia fue estéril. En lances de amor el emperador echó más de una vez sus cuarto a espadas, como la mayor parte de los «mandamás» de los tiempos antiguos, modernos y de los días que corren. Se cuenta 474 Carlos Larrazábal Blanco de que una vez que el emperador aguardaba a cierta dama de quien estaba perdidamente enamorado, pero, cuánta fue su sorpresa al ver que de la litera que debía conducirla a su presencia salió un hombre, el filósofo Atenodoro, y a poco le dijo: «Ved a lo que os exponéis. ¿No teméis que un republicano o marido ultrajado aproveche una ocasión para arrancaros la vida?» Augusto oyó las sabias palabras del filósofo, pero a buen seguro no aprovechó la lección. En este sentido de las faldas se dice que su propia esposa Livia le ayudaba a conseguírselas. Seguramene así esta mujer afincaba más su ascendiente sobre él para conseguir lo que a ella le convenía. ¡Dando y dando! Julia, su hija, fue para el emperador un eterno dolor de cabeza. La casó con Marcelo, su sobrino, pero no duró mucho este matrimonio, pues Marcelo murió mozalbete de 19 años. Más tarde, por conveniencias políticas, Julia contrajo segundas nupcias con Agripa, el gran amigo de Augusto, enlace que dio dos hijos. Viuda de Agripa, Julia hubo de ser casada con Tiberio el hijo de Livia, de modo que el emperador casó a su hija con su hijastro. Pero este matrimonio resultó un desastre puesto que Julia nunca amó a Tiberio, así cayó en infidelidad y dado este paso llevó siempre una vida licenciosa. Entonces vino sobre ella el odio de Tiberio y el odio de Augusto que quiso hasta matarla. La condenó al destierro, con prohibición de comer manjares delicados y beber vino. A los amantes de la hija desterrada también los desterró y a algunos los mandó a matar, sin compasión. Augusto era un hombre frío, pero la vida licenciosa de Julia lo mortificó grandemente, así exclamaba con frecuencia: «¿Por qué no he vivido sin mujer o por qué no he de morir sin hijos?» Pero la unión de Augusto y Livia fue firme y aquel hogar muchas veces parecía feliz, ideal… Livia era algo austera, o quería serlo, porque no en balde era biznieta doble de aquel célebre patricio llamado Apio Claudio. En el hogar educaba a sus hijos y tejía la lana con las mujeres de la casa. Había momentos que el hogar de Augusto y Livia parecía encantador. Muchos de sus amigos y clientes sorprendieron a la pareja, ella en un ángulo Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 475 de la estancia tejiendo y él en otro ángulo, ocupándose en la educación de sus hijastros y nietos. Augusto también se ocupó personalmente en la educación de su hija Julia. No era con esto sino un perfecto romano, que cimentaba la educación en el hogar. No fue sino un verdadero pater familias con todas sus responsabilidades, celoso de la estructuración moral y ciudadana de los suyos. Cicerón instruyó a sus hijos, y así hubo una época en que todo caballero o senador hacía lo mismo, y en general todo padre, desde muy antiguo, instruía y educaba a sus hijos. A la verdad los tiempos cambiaron a estos respectos y lo estaban en la época de Augusto, pues ya se acostumbraron los chicos a asistir a establecimientos privados llamados scola, ludi, dirigidas por maestros llamados ludi, magistri. De donde se infiere que el mérito de Augusto todavía es más grande, pues demostraba que quería seguir las costumbres antiguas, y en esto es seguro el consejo de Livia no falló. ¿Y qué enseñaba el emperador a su hija, hijastros y nietos? Como ludi magister enseñaría lectura, escritura y sentencias morales del tipo de las del viejo patricio Apio Claudio el ciego, cálculo, nociones de Geometría. Allí de ver al emperador dirigiendo los ejercicios de escritura que los niños hacían en sus tabilllas de cera blanca y su punterito especial, el estilo. Los niños ya litteratores, es decir, que sabían leer y escribir, el emperador pasaría a ser gramaticus y explicaría autores latinos y griegos, y enseñaría la lengua griega, indispensable a toda persona culta. Libro de lectura obligado sería la Odisea, traducida al latín por Livio Andrónico, que perduró muchos y muchos años en la escuela romana, para dolor de cabeza de los muchachos, sobre todo cuando caían en la escuela de Orbilio, maestro severísimo, como le aconteció al poeta Horacio. *** Augusto sabía hacerse de buenos amigos y cultivar su trato, oír sus consejos y hasta soportarle críticas. Dos grandes de sus amigos, como se sabe, lo fueron Agripa y Mecenas, caracteres 476 Carlos Larrazábal Blanco antitéticos, le fueorn muy útiles cada uno dentro de su manera de ser. También cultivó la amistad de hombres de letras como Virgilio, Horacio, Propercio, Tito Livio… Con todos llegaba hasta la cordialidad, el trato ameno y hasta festivo. Se burlaba de Horacio con frecuencia y una vez le escribió una carta avisándole recibo de una obra que el poeta le había enviado, y así le decía: «Dionisio me ha traído tu pequeño volumen, y tal cual es lo he aceptado, sin quejarme de su pequeñez. Pareces temer que tus libros sean mayores que tú mismo. Aunque, en cambio, si te falta talla te sobra gordura. Nada impide que puedas caber y escribir en un reducido espacio, y las dimensiones de tu libro guardan relación con las tuyas propias, puesto que todo se va en el én en anchura, como tu abdomen». El emperador zahería de buen humor el aspecto físico del gran poeta. Mecenas tampoco se escaparía de burlas debido a su gusto por las comodidades y por su afán de siempre querer mejorar su aspecto físico, pues era muy dado a componerse, como los «Fisiquibis» modernos. Pero el emperador tenía la buena virtud como se ha dicho, de escuchar consejos y hasta críticas, y muchas soportó a Mecenas y con toda seguridad a Agripa. Y a veces soportaba con ecuanimidad que sus subalternos respondieran a sus reconvenciones, aunque en verdad esta conducta sobrevino cuando consolidó su poder. Se cuenta que en cierta revista militar dirigió severas censuras, de todo punto injustas, a un caballero. Este entonces, contestó: «César, cuando querais tener informes acerca de las personas honradas dirigíos a las personas honradas». Es fama que Augusto calló y aprovechó la gran lección que al correr de los siglos fue inútil a los Césares-fantoches de nuestros días, «augustos» que harían siempre reír si no fueran tan trágicos. Después de cuarenta y cuatro años de gobierno y a los setenta y seis años de edad Augusto murió en la ciudad de Nola. Pocos momentos antes de morir se dirigió a sus amigos y les dijo: «¿He representado bien la comedia?», y sin esperar respuesta agregó: «Aplaudid». Andando el tiempo otro gran imperator, pero en dominio imperecedero del arte, Beethoven, expresó al Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 477 morir el mismo pensamiento en el propio idioma de Augusto: plaudite amicis finita comedia est. Sus quebrantos al fin lo vencieron, pero no faltaron maledicentes que atribuyeran a Livia, su esposa, papel criminal en esta muerte por haber Augusto, a escondidas, visitado a su deudo Agripa Póstumo, que por recomendaciones de Livia él mismo había hecho desterrar a la isla Pianosa. Con esto Livia creyó que volvía el joven Agripa a Roma, con lo que peligraban sus ideas sucesorales del imperio a favor de Tibero, su hijo. El tal Agripa no era sino un loco de atar, y llegó a tomar apego al deporte de la pesca que se creyó el dios Neptuno y así hacía llamarse; además vivía hablando mal de Augusto y de Livia. Fabio Máximo, que acompañó al César a Pianosa, murió violentamente víctima de la cólera imperial porque había dicho a Marcia lo del viaje, y Marcia se lo sopló a Livia, que castigaría a su marido abreviándole sus días. ¡Ahora!, Año III, Núm. 75 (26 de septiembre de 1964). Emilio Tejera Bonetti E s sensible la muerte de este ciudadano ejemplar que pasó por la vida en posesión de una singular personalidad, llena de mesura, serenidad, siempre adusta. Lo moral no se hereda, pero muchas veces es congénito, o es asimilable. Se nace bueno, como se nace bribón, es decir, se nace con propensión al bien o con propensión al mal. El hogar y la sociedad son fuentes de asimilación. Cuando se tienen fuerzas para dirigir la voluntad hacia el bien, suelen tomarse del hogar los mandamientos esenciales de una vida honesta filtrando vivencias, emociones, sentimientos, por el tamiz del ejemplo vivo de los padres, por el diario discurrir del hogar. Cuando no es así, la otra fuerza señera de todo ser humano en sociedad, es decir la calle, el medio ambiente, es muchas veces atosigante, discordante, y atosiga al individuo y llega hasta ponerlo en desacuerdo con su propia conciencia y con los tradicionales sentimientos hogareños. Emilio Tejera unió su fuerte característica congénita que lo plasmó en la vida como un hombre bueno, con las virtudes del hogar de su crianza, con la adustez de su progenitor, don Emiliano Tejera, de venerable recuerdo; y aún lo superó en serenidad, en ecuanimidad, dicho esto con el más acrisolado respeto a los manes venerandos del sabio hace tiempo desaparecido. 479 480 Carlos Larrazábal Blanco Emilio Tejera fue un hombre limpio, por tanto no salpicó de suciedad ni con la palabra ni con los hechos nada ni a nadie. Los sagrados vínculos que unen a todos los ciudadanos con la patria, nunca por Tejera fueron mancillados, ni nunca lastimó la honorabilidad de los hogares en los cuales transcurrió su vida. No puede decirse que fue político en el sentido común y corriente de la palabra. Y no lo fue por esa su misma limpidez moral. Supo ver que la actividad política puede conducir, a fin de cuentas, al sacrificio y hasta el martirio, por una parte, si existe un fuerte ánimo hacia ideales de bien. Por otra parte, puede llegarse a la claudicación total con lo cual se hiere de muerte la propia dignidad personal y se atenta contra la sociedad y contra la patria. Desde la política se puede hacer el bien de manera que trascienda a lo nacional, pero ella, las más de las veces, es el resultado de muchas fuerzas que presionan en todos sentidos con implacable fuerza. Tejera prefirió el sacrificio del silencio, del apartamiento. Su personalidad era fácil de poner en claro. Serio, de pocas palabras. No tenía ni altos ni bajos, ni enigmas que descifrar, ni sótanos que excavar, ni corazón con entretelas que desechar. Fue un espíritu sencillo, hasta tímido. Sin altanerías ni arrogancias. Su caminar por las calles lo proyectaba bien a los ojos de todos. Enhiesta la figura, su pisar tranquilo sin erguir el pecho. Nunca anduvo con la mirada desafiante, con el taconear fuerte, ni con el pecho adelante rompiendo los vientos del ambiente. La muerte es natural, y todos lo sabemos. Hemos de morir todos los que lo conocimos y tratamos. Pero se nos fue delantero, y eso nos duele y conturba hasta cuando llegue la piedad del consuelo. Clío, Año XXXVII, Núm. 124 (enero-agosto de 1969) Papeles relativos a Juan Pablo Duarte y su familia* 10 I Documentos relativos al exhorto que dirigió el fiscal de la Comisión Militar de Santo Domingo a la autoridad correspondiente de Venezuela para que fueran examinados los señores general Juan Pablo Duarte y Manuel Rodríguez en 1864. (Proceden del Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores de la República de Venezuela, volumen 103, España, exhortos 1847-1869, tomo I, folios 201-212, y del Archivo General de la Nación, Caracas, fondos del Ministerio de lo Interior y Justicia). A. Oficio del Encargado de Negocios de España al Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela Legación de España en Venezuela Señor Ministro: * Estos documentos los obtuvo Carlos Larrazábal Blanco en Venezuela. (Nota del editor). 481 482 Carlos Larrazábal Blanco Tengo el honor de incluir a V. S. adjunto un exhorto dirigido por el Fiscal de la Comisión de la Plaza de Sto. Domingo a la autoridad competente de esta capital, a fin de que sean examinados los SS general Duarte y Manuel Rodríguez al tenor del interrogatorio que comprende dicho exhorto. Ruego a V. S., por lo tanto, se sirva disponer sea cumplimentado por la autoridad correspondiente el exhorto de que dejo hecha referencia y de hacer que sea devuelto a esta Legación con las diligencias que acrediten haber sido cumplida en todos sus extremos la providencia del tribunal español en el concepto de que llegado el caso las autoridades españolas se harán un deber, cuando a ello sean requeridas, de obrar de la misma manera con los suplicatorios de los tribunales de la República. Reitera a V. S. las seguridades de mi distinguida consideración. Caracas, 20 de agosto 1864. (Fmdo.) J. Ant. López de Ceballos. Señor Ministro de Relaciones Exteriores de los E. U. de Venezuela. B. Borrador del oficio que dirigió el Ministro de Relaciones Exteriores al Encargado de Negocios de España Estados Unidos de Venezuela Ministerio de Relaciones Exteriores Sección Central No. 886 Caracas, 13 de octubre 1864. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 483 Año 1º de la Ley y 6º de la Federación Señor Encargado de Negocios: Impuesto el Ejecutivo nacional de la nota de V. S. de 20 de agosto último a la que vino adjunto un exhorto del fiscal de la comisión militar de la Plaza de Santo Domingo, para el examen judicial de los Sres. Gral. Duarte y Manuel Rodríguez, ha deliberado manifestar a V. S. que, siendo la República Dominicana una nacionalidad reconocida por Venezuela, la circunstancia de hallarse en guerra con la España no la estima este Gobierno suficiente para admitir ante los tribunales del país actos que implican jurisdicción extraña al Soberano de aquel territorio. Por tanto, el Gobierno de Venezuela se abstiene de ordenar la ejecución del exhorto expresado, el cual está a la disposición del Sr. Encargado de Negocios en la Secretaría de este Despacho. Renueva el infrascrito al señor Ceballos las protestas de su consideración distinguida. Dios y Federación. (Fmdo.) J. G. Ochoa Señor D. J. A. López de Ceballos, Encargado de Negocios de España. C. Carta de Juan Antonio López de Ceballos, Encargado de Negocios de España en Venezuela, al general Antonio Guzmán Blanco Sr. General Antonio Guzmán Blanco Caracas, 7 de noviembre de 1864. 484 Carlos Larrazábal Blanco Querido Antonio: Me propongo ir esta noche a tu casa para hablar contigo de un asunto que, en mi opinión, es de gravedad, y puede dar lugar a serios desagrados entre tu país y el mío. Por si no tengo la suerte de encontrarte en casa, te remito adjunta una Nota que me fue dirigida por el señor Ochoa en 13 de octubre, a fin de que enterado de su contenido, resuelvas si es conveniente, si necesario que yo tenga por definitiva la resolución que encierra. He dado repetidos pasos cerca de la Administración saliente para evitar las dificultades que, a mi juicio, producirá la tal Nota, y el señor Ochoa me ha tenido entretenido durante cerca de un mes con la esperanza de que se revocaría lo resuelto; pero han sido vanos mis esfuerzos. El despacho del exhorto a que se refiere la nota adjunta no implica reconocimiento de la jurisdicción española en Sto. Domingo; esta jurisdicción es un hecho y su reconocimiento no ha sido solicitado por España, que ejerce allí su dominio en virtud del deseo reiterado e insistentemente expresado por el pueblo dominicano durante muchos años. El cumplimiento de despachos suplicatorios de las autoridades de un gobierno a las de otro gobierno amigo, no es absolutamente obligatorio, pero hay un deber de cortesía basado en la reciprocidad, que no permite que las naciones nieguen unas a otras tales servicios. Voy a poner un ejemplo en que no se trata ya de una nación amiga, de un gobierno reconocido con quien mantienen buenas relaciones. Si el gobierno actual de México, no reconocido por Venezuela, que no tiene en este país representante, por conducto de otro Gobierno reconocido, enviase a las autoridades de este país un oficio suplicatorio encaminado a facilitar la recta Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 485 administración de justicia en el territorio mexicano, ¿habría razón para negar su despacho porque viniese firmado por funcionarios del emperador Maximiliano? ¿El despacho de tal exhorto implicaría reconocimiento del gobierno del emperador? Yo contesto que no a ambas preguntas. Si en la localidad de donde procede el exhorto no hay otras autoridades que las dependientes del emperador Maximiliano, ¿por quién ha de venir firmado el documento si no es por ellas? En cuanto al reconocimiento de un gobierno de derecho, hay que llenar ciertas formalidades oficiales sin las cuales no puede decirse que existe tal reconocimiento. En la nota adjunta se exageran los miramientos a la pretérita nacionalidad dominicana hasta el punto de dejar en duda si se reconoce o no la nacionalidad española, pues el exhorto que ha motivado este incidente ha llegado a poder del gobierno de Venezuela por conducto del Ministerio de Gracia y Justicia del Estado y de la Legación de España. Piensa en este asunto con imparcialidad y haz que quede la cuestión resuelta de un modo o de otro antes de la salida del Paquete. Te lo agradecerá en extremo tu buen amigo, que espera de ti mejor trato que el que ha hallado en los gobiernos pasados. (Fmdo.) J. Anto. López de Ceballos D. Oficio del Ministerio de Relaciones Exteriores dirigido al Ministro de lo Interior y Justicia. Estados Unidos de Venezuela Ministerio de Relaciones Exteriores 486 Carlos Larrazábal Blanco Sección Central No. 899 Caracas, 12 de noviembre de 1864. Año 1º de la Ley y 6º de la Federación El ciudadano encargado del Ejecutivo Nacional, a solicitud de la Legación de S. M. C. ha dispuesto que se dé cumplimiento al incluso exhorto venido de Santo Domingo, para el examen del general Duarte y don Manuel Rodríguez. Ruego, pues, a U. se sirva pasarlo al juez de primera instancia de esta ciudad, encareciéndole su pronta observancia y devolución con las resultas. Dios y Federación. R. Agostini Ciudadano Ministro de lo Interior y Justicia. E. Oficina del Ministro de lo Interior y Justicia al Ministro de Relaciones Exteriores Estados Unidos de Venezuela Ministerio de lo Interior y Justicia Sección 2 Núm. 492 Caracas, 15 de noviembre de 1864 Ciudadano Ministro de Relaciones Exteriores: Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 487 Se ha recibido en este Ministerio la comunicación de usted de fecha 12 del presente y el exhorto que acompaña venido de Santo Domingo para el examen del Gral. Duarte y don Manuel Rodríguez; el cual he pasado, con calidad de devolución, al juez de primera instancia de esta ciudad encareciéndole su pronta observancia y el envío a este Ministerio de la resulta. Dios y Federación (Fmdo.) Jacinto Gutiérrez Coll F. Oficio del Ministro de lo Interior y Justicia al Ministro de Relaciones Exteriores Estados Unidos de Venezuela Ministerio de lo Interior y Justicia Sección 2da. Núm. 501 Caracas, 26 de noviembre de 1884. 1º de la Ley y 6º de la Federación. Ciudadano Ministro de Relaciones Exteriores: Tengo la honra de acompañar a U. el exhorto que, con oficio de 12 del presente, envió U. a este Ministerio para el examen del Gral. Duarte y don Manuel Rodríguez, y al cual ha dado exacto cumplimiento el juez de la 1ª. Instancia de esa ciudad a quien se remitió. Dios y Federación. (Fmdo.) Jacinto Gutiérrez Coll 488 Carlos Larrazábal Blanco G. Borrador de un oficio que dirigió el Ministro de Relaciones Exteriores al Encargado de Negocios de España Estados Unidos de Venezuela Ministerio de Relaciones Exteriores Sección Central No. 924 Caracas, 26 de noviembre de 1864. Año 1º de la Ley y 6º de la Federación Señor Encargado de Negocios: Trasmito a V. S. en parte cumplido, y en parte no por estar ausente de Caracas el señor Manuel Rodríguez, el exhorto venido de Santo Domingo para el examen de este testigo y del general Juan Pablo Duarte, que V. S. remitió a este Ministerio en 20 de agosto último. Reitero a V. las seguridades de mi consideración distinguida. Dios y Federación. R. A. Señor D. Juan Antonio López de Ceballos, Encargado de Negocios de España. H. Borrador de un oficio que el Ministro de Relaciones Exteriores dirigió al Ministro de lo Interior y Justicia Estados Unidos de Venezuela Ministerio de Relaciones Exteriores Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 489 Sección Central No. 925 Caracas, 26 de noviembre de 1864. Año 1º de la Ley y 6º de la Federación. Ciudadano Ministro de… (palabras erradas y testadas). Se ha recibido en este Ministerio, cumplimiento en parte, el exhorto venido de Santo Domingo para el examen del general Duarte y D. Manuel Rodríguez, y que U. me ha enviado con oficio de esta fecha. Dios y Federación R. A. Ciudadano Ministro de lo Interior y Justicia. I. Oficio de la Legación de España en Caracas al Ministro de Relaciones Exteriores Legación de España Señor Ministro: En nota de V. S. fecha 25 del actual he recibido con las diligencias que acreditan su cumplimiento, el exhorto de la Comisión Militar de Santo Domingo a las autoridades competentes de esta capital para la evacuación de un interrogatorio dirigido a don Juan Pablo Duarte y don Manuel Rodríguez y que fue remitido por esta Legación a ese Departamento en Nota de 20 de agosto último. 490 Carlos Larrazábal Blanco Reitero a V. S. las seguridades de mi consideración distinguida. Caracas, 29 de noviembre de 1864. (Fmdo.) J. Antonio López de Ceballos Sr. Ministro de Relaciones Exteriores de los Estados Unidos de Venezuela. II Documentos relativos a los bienes de la familia Duarte A. Aniceto Sayas vende una casa a Juan Pablo Duarte. (Registro Principal, Caracas. Protocolos 8º, 1867, t. I, fl. 76, doc. núm. 71). Aniceto Sayas, vecino y mayor de edad, declaro: que por escritura registrada en la oficina de este Departamento el cuatro de diciembre de mil ochocientos cincuenta y seis el señor José del Rosario Meneses vendió al señor José Socorro Rocha un rancho situado en esta ciudad, parroquia de Candelaria, calle del Sol, lugar que llaman Camposanto del Este, con seis varas de frente y cuarenta de fondo, lindando por el Naciente con rancho de José Navarro; por el Poniente con Petrona Olivares; por el Sur con solares abiertos; y por el Norte con la calle indicada; el comprador José Socorro Rocha vendió el rancho deslindado de la Sra. Irene Polanco por ante el Juzgado de parroquia de Candelaria el veinte y cuatro de marzo de mil ochocientos sesenta y dos y la Sra. Irene Polanco en el mismo acto traspasó en mi favor la propiedad, dominio y señorío del expresado rancho, como aparece del acto estampado por el mismo tribunal de Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 491 Candelaria el diez y ocho de agosto de mil ochocientos sesenta y dos; y cuyas actuaciones todas fueron puestas al pie del documento registrado y primeramente citado. Dueño como soy pues del rancho deslindado, que se halla libre de todo gravamen, he determinado venderlo como por el presente lo doy en venta pública para siempre al ciudadano Gral. Juan Pablo Duarte por la suma de ciento cincuenta pesos que me ha entregado en dinero a mi satisfacción de que otorgo recibo, con renuncia de las leyes y excepciones de la entrega, separándolo del derecho de reclamar por lesión, y haciéndole a dicho comprador donación pura e irrevocable inter vivos de lo más que pueda valer el rancho vendido del cual le doy posesión con la entrega de esta escritura. Trasmito al mismo comprador la propiedad y dominio que tengo en dicha finca; y obligo a mis bienes presentes y futuros al saneamiento de la venta llegado que sea el caso de evicción con renuncia de cuantas leyes pueden favorecerme. Los documentos que contienen los títulos de propiedad de mis predecesores en dicho rancho, los entrego al Registrador para que los agregue al respectivo cuaderno. Caracas, mayo veinte y ocho de mil ochocientos sesenta y siete. Aniceto Sayas. El documento anterior fue leído y firmado por una persona que dijo llamarse como queda expresado ante mí y los Sres. que suscriben testigos vecinos quienes aseguran la identidad de persona del otorgante y certifico: que el documento que se menciona queda agregado al cuaderno de comprobantes en dos fojas bajo el número cincuenta. Caracas, mayo veinte y ocho de mil ochocientos sesenta y siete. Aniceto Sayas Testigos: José de Jesús Rabelo, Joaquín Gascón. El registrador: Emilio Conde. 492 Carlos Larrazábal Blanco B. Rosa Duarte compra una casa en la ciudad de Caracas. (Fuente: Registro Principal, Caracas, Protocolos, Duplicados, 8º 1855. fl. 32). Remigia Requena de Guardia, mayor de veinte y cinco años y vecina de esta ciudad, con el expreso consentimiento y autorización de mi legítimo marido el señor Romualdo Guardia, que en comprobación de ello firma conmigo este documento, declaro: que he vendido a la señora Rosa Duarte, la casa sita en esta ciudad esquina que denominan del Chorro de San Jacinto, que linda por el Naciente con casa de los sucesores del doctor Ramón Monzón; por el Sur calle del Sol en medio con casa de los señores Andrés Palacios, Encarnación Muñoz y Nicasia G. Linares; por el Poniente calle de Rocío de por medio con casa de la señora María Jesús Rivero de Rivas y por el Norte con casa de los señores Manuel Fernández. Me corresponde esta casa por compra que de ella hice a los herederos de la señora María del Carmen Aguirre de Delgado que son José de los Santos, Elías, Francisco de Paula, Carlos y Julián Delgado, todo según consta de los documentos que entregó la compradora. La armadura que se encuentra en dicha casa también se comprende en esta venta, todo por la cantidad (2 300 ps) dos mil trescientos pesos, que es el precio justo de la casa vendida, haciéndole gracia y donación del exceso si lo hubiere, y renunciando a mayor abundamiento la excepción de lesión. El precio de esta venta lo he recibido en dinero corriente a mi satisfacción de la compradora a quien por tanto le otorgo recibo en forma y carta de pago. La casa vendida está libre de hipoteca, censo o servidumbre, y toda otra especie de gravamen pues aunque la vendí con pacto de retroventa, la rescaté según escritura, fecha diez y ocho de julio del presente año y me obligo a la evicción y saneamiento. Yo, Rómulo Guardia, legítimo marido de la señora Remigia Requena, bien impuesto de los términos y condiciones de esta escritura la suscribo en prueba de mi Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 493 absoluta conformidad. Caracas, agosto ocho de mil ochocientos cincuenta y cinco. Remigia Requena de Guardia, Rómulo Guardia. Leída y firmada por los otorgantes de cuyo conocimiento doy fe, ante mí y los señores que suscriben testigos y vecinos. Caracas, agosto ocho de mil ochocientos cincuenta y cinco. (Fmdo.) Remigio R. de Guardia. Rómulo Guardia. Testigos: Díaz, R. J. Díaz. El Registrador: Fernando Romero. C. Rosa Duarte vende la casa a que se refiere el documento anterior. (Registro Principal. Caracas. Protocolos 8º 1865, fl. 80 v., doc. nº 79). Yo, Rosa Duarte, de estado soltera, vecina de esta ciudad y mayor de veinte y cinco años, por el presente documento declaro: que doy en venta pública al señor Julián Tirado, vecino de esta ciudad, para él, sus herederos y sucesores y quien más su causa hubiere y derechos representare, una casa de mi propiedad situada en esta ciudad, parroquia de la Catedral, esquina denominada del Chorro de San Jacinto, la cual linda por el Naciente con casa de los sucesores del doctor Ramón Monzón; por el Sur Calle del Sol por medio con casa de los Sres. Andrés Palacios, Encarnación Muñoz y Nicanor Linares; por el Poniente calle de Rocío de por medio con casa de la Sra. María de Jesús Rivero de Rivas; y por el Norte con casa del Sr. Manuel Fernández. La finca me pertenece por compra que de ella hice a la Sra. Remigia Requena de Guardia, vecina de esta ciudad, con el expreso consentimiento de su legítimo marido el Sr. Rómulo Guardia como consta de escritura pública otorgada por ante el señor Registrador 494 Carlos Larrazábal Blanco del Cantón en agosto ocho de mil ochocientos cincuenta y cinco. Esta venta la hago por la suma de mil pesos los que he recibido del expresado comprador señor Julián Tirado en dinero efectivo y a mi entera y completa satisfacción por lo cual renuncio la excepción de dinero no entregado, prueba de recibo y demás del caso. Renuncio las acciones de lesión enorme y enormísima lo mismo que el número de años que la Ley señala para intentarlas. La casa citada está libre de toda especie de censo, gravamen y servidumbre y tomará posesión de ella de la manera que tenga por conveniente al comprador, pues desde ahora me desapodero, desisto y aparto del derecho que tengo en dicha finca en virtud de la venta que hago al señor Tirado. Me obligo a la evicción y saneamiento de esta venta con mis bienes habidos y por haber. Es pacto convenido de esta venta que la verdadera Rosa Duarte está en el derecho de rescatar la casa deslindada dentro el perentorio término de dos años o antes, si me es posible, entregando al señor Tirado la misma suma de mil pesos recibida en oro o plata sonante; que mientras tanto quedo como inquilina de dicha casa por el precio de quince pesos mensuales. Si vencido el plazo para el rescate de la finca no hubiere devuelto al comprador la cantidad indicada perderé el derecho a la retroventa y quedará dueño exclusivo de la casa. Y yo, Julián Tirado, acepto esta escritura obligándome a lo que queda pactado en ella. Caracas, junio veinte y ocho de mil ochocientos sesenta y cinco. Rosa Duarte. Julián Tirado. Leído y firmado por los otorgantes cuyo conocimiento doy fe ante mí y los ciudadanos abajo suscritos testigos vecinos. Caracas, junio veinte y ocho de mil ochocientos sesenta y cinco. (Fmdos.) Rosa Duarte. Julián Tirado. Testigos: M. Hernández, R. J. Duin, (ilegible), Emilio Conde. Boletín del Instituto Duartiano, Año I, No. 3 (enero-marzo de 1970) Federico Henríquez y Carvajal Q ueremos decir algo acerca del que fue hasta hace muy poco el patriarca del magisterio, del periodismo y de las letras dominicanas. Nos referimos a don Federico Henríquez y Carvajal, que acaba de morir en Santo Domingo a la edad de 103 años. Su personalidad es digna de admiración, de respeto y de recuerdo. Fue poeta emotivo y prosista atildado. En sus versos y en su prosa forcejean dos titanes: el artista inspirado por excelencia y el técnico de la palabra, el cincelador de frases en quien retozaba a veces cierto geniecillo filológico, lingüístico, retórico. Muchas veces el retórico frenó al poeta y soñador. Fue orador de mucha fuerza: llegó muchas veces a la grandilocuencia; voz robusta y penetrante, verdadero metal que modulaba del más apasionado fortísimo al pianísimo más suave. El gesto siempre apropiado, los ademanes justos; su fuerza de improvisación eran admirables. Fue periodista sano, creador. Su periodismo fue aula escolar donde dictaba clases un buen maestro de escuela; un altar donde siempre ofició un sacerdote de gran fe en los ideales de bien, en los valores morales y de la cultura. Las viejas colecciones de El Mensajero y de Letras y Ciencias y otros periódicos y revistas atestiguan nuestro aserto. Nunca mostró el camino de la mentira, el engaño, la injusticia, la prevaricación; nunca prostituyó su pluma para servir los bastardos intereses de los poderosos; nunca hizo de la calumnia fuerza activa de combate. El gesto 495 496 Carlos Larrazábal Blanco elegante y noble, la noble palabra, la razón, los ideales, fueron sus armas en el proceloso ambiente del periodismo donde suelen andar juntos la verdad y la mentira, lo justo y lo injusto, lo malo y lo bueno. Fue maestro de escuela, y el de «maestro» fue el calificativo que más le agradó para él y que más aplicó a sus grandes amigos que lo merecieron. Tenía su pedagogía especial, pedagogía a base de amor, de comprensión, por los valores n que trasmitía a los espíritus que los iban a recibir. La pedagogía tiene varios caminos y Henríquez y Carvajal escogió el suyo fundamentado en sus ideas respecto del hombre: respeto de cada niño, de cada mujer, de cada varón. Exámenes, calificaciones, rotaciones temporales eran para él en muchos casos fórmulas carentes de sentido. Y fue un gran conductor. Para el medio dominicano Osvaldo García de la Concha fue un sabio y razones existen para que se le juzgue así, pero para hacer entrar a este espíritu raro, tímido, susceptible, huraño en el redil de exámenes y promociones que le eran indispensables, para canalizar su tropel de conocimientos, sus ansias de saber, y también para ganar armas con las cuales buscar el sustento, se necesitó la comprensión de una persona llena de eros pedagógicos como era Henríquez y Carvajal. En verdad ambos, aunque a primera vista no lo pareciera, tenían puntos de contacto que provenían quizás del fuerte poder autodidacta que tuvieron. En ellos la demasiada disciplina escolar y académica les hubiera restado fuerza a la originalidad que indiscutiblemente poseían, Henríquez y Carvajal y García de la Concha fueron excelentes maestros, y lo fueron por la fuerza de su eros; no tenían afincado interés por lo de afuera, lo formalista, en la educación, porque comprendían muy bien que en ese punto el pedagogo deja de serlo y sobreviene un gran conflicto entre el maestro y el alumno, entre la escuela y el hogar, y por tanto la comunidad educativa se desmedra. Vean eso bien los maestros de todas partes. A todas estas fases de actividad se dedicó don Federico con esfuerzo continuado y con amor, casi una centuria, desde su edad adolescente hasta poco tiempo antes de acaecer su muerte. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 497 Vivió trabajando su trabajo, es decir, escribiendo, enseñando, perorando; el verso, la prensa, la escuela, la tribuna pública, el ateneo, la academia, el corrillo de amigos, el hogar, fueron sus medios de acción, sus ambientes habituales. Y hasta cumplir los cien años de su vida fue siempre el mismo, siempre permaneció igual a sí mismo. Murió como aquellos cristianos viejos siempre aferrados a su fe y a sus prácticas de bien; o como aquellos viejos lobos de mar que morían asidos a las tablas de su barco o tragados por las olas, después de haber andado todos los caminos de mar y violado todos los horizontes; o como mueren los campesinos viejos apegados a su tierra que han sembrado una y mil veces. Y esas fases delinean bien la personalidad de Henríquez y Carvajal en cuanto presentan su labor intelectual, su labor mental, preciosos aspectos de su espíritu, pero si ahondamos más descubrimos en él un gran ente moral, que a la vez que engrandece aquellas virtudes lo perfilan también un gran patriota, un gran ciudadano, un gran liberal, un gran demócrata, un grande y verdaderamente ilustre americano, esto es ibero-americano. Si tratamos de encajar la personalidad del querido anciano muerto, dentro de los tipos de Spranger, no titubearíamos en calificarlo como un hombre social por excelencia. En efecto, don Federico se daba al prójimo, a la sociedad, a la patria, a la América, y les servía bien y con amor. Para él solo el amor es camino de salvación para el hombre. Y nunca le oímos hacer un análisis de su persona en este sentido, a pesar de que hablaba de sí, pero en ello más había de lo pintoresco, cosa que no solía ser bien comprendida. Todos pensamos en nosotros mismos, hablamos con nuestra persona interior, hacemos introspecciones, y hasta existen sujetos que se solazan en ello, y sacan su persona interna y la acarician, la apretujan contra su pecho y la colocan en sitio de preferencia. Estos son hombres egoístas a secas, sin espíritu social, repulsadores de lo que a ellos no les conviene, y estos hacen daño a los demás. Don Federico, como todos, sacaba de dentro a su persona, pero en él había mucho de pintoresco y de ingenuo en este manejo espiritual, y por tanto don Federico no dañaba a nadie. Como hombre social su valor 498 Carlos Larrazábal Blanco en el orden cívico fue elevadísimo, enaltecedor, para él la ciudadanía fue sempiterno combate; la patria vivo desvelo, entrañable amor, dedicación activa y desinteresada. Como hombre social amó todas las causas justas, los principios nobles, los gestos heroicos, todo lo que en política fuera libertad, independencia, soberanía, democracia. Y como en un hombre social también se da un hombre estético, don Federico amó la belleza, sintió el arte hasta la médula de sus huesos; la música prácticamente lo erizaba, tal la sentía y hasta compuso sencillas canciones hogareñas y escolares. Tuvo en sus novedades buena voz, y por los años del 61 al 65 sorprendió a todos cantando admirablemente un «Salutari Ostia», en la Catedral. Cuando en los últimos años trataba de recordar las canciones de su época, «La golondrina», «La bayamesa» y otras, bien se comprendía la emoción que ponía, llegaba hasta transfigurarse. Al frisar los cien años el alma del anciano vibraba al soplo leve de una ligera emoción, de un suave recuerdo. El afán de darse salió de los estrechos límites de su país y de sus hombres. Quería con vigor toda la América y admiró sus grandes hombres y sus grandes gestas. Practicó siempre iberoamericanismo vivo. En todas las patrias iberoamericanas vio una segunda patria, con fuerza, con sinceridad, con pasión. Todo lo bueno que quería para su República Dominicana lo quería para todas las patrias de América. Odiaba el colonialismo y la última página que pensó y leyó fue su propia voz en su fecha centenaria, habló de Puerto Rico que para él en el consorcio de pueblos de América debía ser libre, una nación soberana e independiente, sin componendas. Fue prócer cívico de la independencia de Cuba, y como tal se le tiene en esa República y cultivó la íntima amistad de sus dos próceres egregios, Martí y Máximo Gómez. Soñó, con el puertorriqueño de Diego, una hermandad antillana. Por Venezuela sintió siempre gran cariño y apego; conocía su historia, su literatura, sus hombres, sentía gran admiración por Bolívar y si una avenida en la vieja ciudad de Santo Domingo lleva el nombre del Libertador se debe a una iniciativa del Maestro; consideró a Bolívar como un gran mentor, como un genio de Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 499 la libertad de América, algo como que rebasaba los linderos de la historia misma y entraba de lleno dentro de lo místico y legendario. La colonia venezolana de Santo Domingo y a fines del siglo pasado recibió su trato y sincera simpatía y acogida –en esto como buen dominicano– y así estuvo dentro del círculo de los ideales que a aquella tierra hospitalaria de verdad llevaron a los doctores Carlos Arvelo, que fue rector de la Universidad, Anzola, Pietri, Ponce de León, a Pedro Obregón Silva, violento trajinero de la política vernácula venezolana y que murió a manos de un hijo del doctor Ponce cuya tumba todavía se conserva con un gran epitafio en latín; a Eduardo Scalan, otro violento, algo bohemio, que murió a manos del diputado Santiago Pérez por lides de amor, a los Larrazábal que se dedicaron al profesorado, León Lameda, Potentini y tantos otros que pecaríamos de prolijos si los enumerásemos todos. Se ha dicho que el hombre es capaz de escoger sus reacciones, de conducir su actitud hacia determinados fines. Y tal hizo Henríquez y Carvajal. Jamás se salió de la órbita que se trazó y por esto no fue político ni lo económico fue norte de su vida. Para él no es el mundo un conjunto de relaciones utilitarias y prácticas. Su mundo está hecho de valores espirituales superiores. Nacido en un hogar acomodado, hijo de un hombre entendido en lides y disciplinas mercantiles, su desasimiento, por estas cosas fue total. Vivió y murió pobre. Una vez, de mozo, se ganó la vida llevando los libros de la casa de Leyba. Pero bien pronto abrazó la carrera de maestro de escuela, y quizás si por buen tiempo esto le ayudó a vivir, y por aquellas calendas no eran muchos los pesos que se podían conseguir para el diario sustento, amén de que muchas veces enseñaba de balde. No solo de pan vive el hombre, repetía con frecuencia el Maestro, y bien lo vivió. Así como siempre fue frugal en las comidas, lo fue también en las ansias de dinero que tanto dislocan al hombre común. Unos viven de realidades y otros viven de verdades. El hombre político vive de realidades y por esto Henríquez y Carvajal no fue político, pues era ciudadano del mundo abstracto de los idealismos puros y de las verdades de orden moral. En este 500 Carlos Larrazábal Blanco mundo respiraba hasta hinchársele los pulmones. No tenía las características de los políticos de profesión, es decir, sentido práctico y utilitarista de la vida; afán de poder, de dominio, de inclinación al mando. De todos esos licios –como se dice en el argot dominicano– estaba curado el Maestro. Él no es hombre de acción sino de emoción. Si el político gusta de conocer el lado flaco de los hombres para podérselos ganar corrompiéndolos, Henríquez se interesa por el hombre toral para comprender sus debilidades y darse una explicación, perdonar y tratar de enmendar, y por otra parte poner por encima las virtudes que lo adornan, lo bueno que lo enaltezca, sus ansias de saber. Desde luego, bien se sabe que han existido políticos idealistas, pero, ¿cuántos han permanecido puros? ¿cuántos no han fracasado por mantenerse ecuánimes? Y lo que es más doloroso, trágicamente doloroso, ¿cuántos no han hecho fracasar el ideal mismo que sustentaron? Con todo creemos que en todas partes harían falta políticos tocados de idealismos, incapaces de quebrarse al contacto con las realidades. Lástima que ese tipo de hombre es difícil de darse, y bien peligroso es para el que no está preparado para esa clase de lides. El camino de uno es, pues, la prédica, el ejemplo vivo de servicios honestos, la dignidad personal, el respeto de sí mismo y de los demás, sin permanecer alejado de la cosa pública. Henríquez y Carvajal, sin madera de político, ha estado siempre ojo avizor y el ideal de una patria libre, independiente, soberana y democrática en él nunca desfalleció. Se pasó cien años defendiendo esas cuatro categorías cívicas de toda nacionalidad. Como se ha ido viendo, el estilo de vida de Henríquez y Carvajal es el de un romántico. Puso emoción en todo aquello que creyó justo, bueno, bello, verdadero, y lo hizo a la manera romántica. En nuestros días que corremos, que lo es de materialismo y escepticismos, no se cree mucho en la sinceridad de la posición romántica. Pero ha existido un amor romántico, si es que todo amor no lo es de suyo; ha existido el heroísmo romántico, si es que toda actitud heroica no está tocada de romanticismo, ha existido un patriotismo romántico Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 501 puesto que la patria ha sido sujeto de amor romántico; ha existido un querer universal voluntarioso romántico de todo ideal de libertad, paz, cooperación de hombres y pueblos. Y todo esto es actitud espiritual sincera. El ambiente de ahora nos ahoga y nos incapacita para comprender estas actitudes, y el romanticismo nos causa sorpresa y no creemos en él. Así ciertas posiciones o situaciones de don Federico han sido mal juzgadas por sus coetáneos y por las generaciones jóvenes del siglo xx, por lo general frívola, cínica y escéptica. Lo que pasa, a la verdad, es que la vida de un romántico es como una anécdota o novela hecha realidad; algo como si fuese una ficción pero viviente, realizada cada día, a cada momento, siempre que la mujer, la patria, los pueblos, la libertad, la miseria, la injusticia, la verdad, la belleza, todas las cosas del espíritu, toquen su fibra emotiva. Pero el romanticismo ha sido actividad continua, pasión, voluntad al servicio de lo ideal. Es lo subjetivo emocional que plasma lo objetivo en la amplia esfera de los bienes culturales y de los valores morales superiores. Y esa fue la labor de don Federico Henríquez y Carvajal en su tierra patria y lejos de ella. Forjador de bienes culturales y de valores morales superiores. Nos sentimos tímidos al tratar de su personalidad, pero nos sentíamos obligados. Tratamos muy de cerca a este venerable anciano y su trato nos fue de provecho. Nada educa más que contemplar a un hombre en su grandeza. Conversamos con él una y mil veces, y en más de una ocasión, en medio de su conversación, siempre inteligente, animada, emotiva, veíamos salir la chispa de su genio por aquellos ojillos pequeños que tenía pero que sabían encenderse y animarse como grandes hogueras. Y también sorprendimos las manos del anciano hablando con diez emociones a la vez. Ojalá sea Federico Henríquez y Carvajal, para Santo Domingo y para América, paradigma de civismo patrio, de liberal comprensión de ideas, de pueblos y de hombres; paradigma de perfectibilidad espiritual, de progreso continuo del intelecto y la bondad del corazón. Que influya siempre su personalidad 502 Carlos Larrazábal Blanco con fuerza de verdadero modelo, de auténtico maestro que en todas aviva la clara percepción de los valores. Max Scheler ha dicho que no existe nada sobre la tierra que haga buena a una persona, de manera más primaria, más inmediata y con más necesidad, que la simple visión comprensiva y adecuada de un hombre en su bondad. Contemplemos a don Federico Henríquez y Carvajal y a todos los grandes hombres de Venezuela, Santo Domingo y nuestra América toda en todo lo bueno que son, que muy probablemente seremos mejores. Que la fuerza formadora que en él lleva el ejemplo de este anciano, tenga la fuerza formadora del ejemplo de los grandes hombres. Con pensamiento de un escritor y filósofo terminamos con este voto: que los héroes muertos se truequen en señores de imperios vivos. Listín Diario, 4 de febrero de 1970. Documentos duartianos D ocumentos relativos a la exhumación y traslado de los restos de Juan Pablo Duarte. Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores de la República de Venezuela, volumen 6. Santo Domingo, Correspondencia Diplomática. (Cortesía internacional, Cartas de Gabinete, folios 46-51). A. Oficio del Secretario de Relaciones Exteriores de la República Dominicana al Ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela República Dominicana –(un escudo)– Secretaría de Relaciones Exteriores Núm. 803. Santo Domingo, 14 de enero de 1884. Excmo. Sr. Ministro: El Ayuntamiento de esta Ciudad ha nombrado a los regidores don Álvaro Logroño y don José Francisco Pellerano, para que se trasladen a esa ciudad y procedan, previo permiso, a la exhumación de los restos del 503 504 Carlos Larrazábal Blanco ilustre general Juan Pablo Duarte, iniciador y Prócer de nuestra Independencia, para conducirlos a la tierra de sus mayores. Con tal motivo, el infrascrito tiene la honra de recomendar a los aludidos regidores, y ruega a V. E. se digne prestarles todo su favor y cooperación, si algo necesitan, quedando por ello reconocido y obligado este Ministerio. Acepte V. E. los sentimientos de mi mas distinguida consideración. (Fmdo.) S. Imbert. Excmo. Sr. Ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela, Caracas. B. Oficio del Cónsul General de Venezuela en la República Dominicana al Ministro de Relaciones Exteriores de su país Consulado General de Venezuela Núm. 3. Santo Domingo, 14 de enero 1884. Señor: Los señores José Francisco Pellerano y Álvaro Logroño se dirigen a esa ciudad en Comisión del muy Ilustre Ayuntamiento de esta Capital a traer los restos y los deudos del señor don Juan Pablo Duarte y tengo la honra de poner en conocimiento de U. por si creyere oportuno hacerles dispensar alguna demostración de cortesanía internacional en gracia del carácter de que van investidos. Me suscribo del Sr. Ministro muy atento servidor. (Fmdo.) Frco. Alberto Alfonso Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 505 Señor doctor Rafael Seijas, Ministro de Relaciones Exteriores de los E. U. de Venezuela. C. Borrador de un oficio que dirigió el Ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela al de la República Dominicana Ministerio de Relaciones Exteriores D. de D. P. E. Núm. 107. Caracas, 31 de enero de 1884. Señor Ministro: Los señores regidores Álvaro Logroño y don José Francisco Pellerano, elegidos por el Ayuntamiento de esa ciudad para venir a buscar los restos del ilustre general Juan Pablo Duarte, iniciador y prócer de la independencia dominicana, y conducirlos a la tierra de sus mayores, me presentaron el oficio de 14 de enero en que V. E. los recomienda. Placentero me es informar a V. E. que, instruido de aquel paso el Ejecutivo Nacional, dio órdenes al ciudadano Gobernador del Distrito Federal para facilitar a dichos caballeros el cumplimiento de su comisión que hace honor a la República Dominicana, pues se trata de una demostración de gratitud a un general de su independencia. Presento a V. E. las congratulaciones de Venezuela por tal motivo, y la seguridad de mi mas alta consideración. (Fmdo) Rafael Seijas Excelentísimo Señor Ministro de Relaciones Exteriores de la República, Santo Domingo. 506 Carlos Larrazábal Blanco D. Borrador de un oficio del Ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela al Cónsul General de ese país en Santo Domingo Ministerio de Relaciones Exteriores D. de D. P. E. Núm. 108. Carcas, 31 de enero de 1884. Señor: Recibí el oficio de U. de 14 de este mes, que me sugieren los señores José Francisco Pellerano y Álvaro Logroño, comisionados para llevar los restos y los deudos del señor general Juan Pablo Duarte, iniciador y prócer de la independencia de ese país. Enterado el oficio de su venida y de la recomendación de su gobierno y la de U., el Ejecutivo Nacional dio órdenes de facilitarles el cumplimiento de su comisión tan honrosa. Además les he condecorado con el busto de El Libertador. A ese Gobierno lo he felicitado por un acto tan significativo de gratitud a los autores de la independencia de su patria. Soy de U. atento servidor, (Fmdo.) Rafael Seijas Señor Francisco Alberto Alfonso, Cónsul de Venezuela en Santo Domingo. E. Oficio del Secretario de Estado de Relaciones Exteriores de la República Dominicana al Ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 507 República Dominicana –(un escudo)– Secretaría de Relaciones Exteriores Núm. 951 Santo Domingo, 28 de febrero de 1884 Excelentísimo señor: El infrascrito, Secretario de Estado de Relaciones Exteriores, ha recibido la atenta nota de V. E. de 31 de enero último, en la que se digna manifestar la buena acogida que les ha dispensado el Gobierno Federal a los Comisionados del Ayuntamiento de esta ciudad, facilitándoles los medios para el cumplimiento de su comisión. El infrascrito agradece la cortés deferencia que ha demostrado V. E. en esta ocasión, y en un acto de reparadora justicia y de gratitud nacional, y por ello da las gracias a V. E. y al ilustrado Gobierno Federal, por cuya prosperidad, como por la paz de esa República hermana, hace fervientes votos. Saluda a V. E. con sentimientos de distinguida consideración, (Fmdo.) S. Imbert Excmo. Sr. Ministro de Relaciones Exteriores de la República de Venezuela, Caracas. F. Oficio del Cónsul General de Venezuela en la República Dominicana al Ministro de Relaciones Exteriores de su país 508 Carlos Larrazábal Blanco Consulado General de Venezuela Núm. 8 Santo Domingo, 29 de febrero de 1884. Señor: Me he enterado con placer por el oficio de U. de 31 del pasado, número 108, D. P. E., de la atenta recepción de que fue objeto, por parte del Gobierno, la Comisión de este Ayuntamiento que fue a esa ciudad por los restos del Sr. J. P. Duarte. No podía menos que ser así, consecuente con su proverbial civilidad, y tanto por esto, como por el adelanto del país, y el ornato, belleza, naturales encantos de nuestra Capital, dicha Comisión ha venido prendadísima, y se confiesa muy obligada por la buena acogida que se le dispensó. Tengo la honra de suscribirme de U. muy atento servidor, (Fmdo) Fco. Alberto Alfonso Señor doctor Rafael Seijas, Ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela, Caracas. Boletín del Instituto Duartiano, Año II, Núm. 4 (abril-junio de 1970) Viejas universidades y viejos estudiantes E l apasionante tema de las universidades me ha llevado al inocente y agradable propósito de hacer un poco de historia. Con tal objeto he rebuscado las notas y he apeado de los anaqueles de mi biblioteca los libros que en pasados años utilicé en el ejercicio de mi profesorado en la Universidad de Santo Domingo, Facultad de Filosofía, cátedra de Historia de la Educación. Y he aquí este pequeño y sucinto trabajo de enfoque hacia la vida universitaria antigua en un aspecto, que si no constituye lo fundamental, no deja de tener, sin embargo, sustancia evocadora y una visión de un reverdecer de cosas. *** La formación de las universidades tuvo, como es de lugar, su proceso. Su estructuración fue lenta y laboriosa, como es lenta y laboriosa la nueva estructuración propia para las épocas que corren. Existieron varias formas de agruparse maestros y discípulos: un maestro y varios discípulos; luego varios maestros y varios discípulos. Nacerían entonces los Colegios, Estudios, Estudios Generales, que vinieron a formar, o ser los núcleos de las instituciones que acabaron en llamarse Universidades. En 1530, en Santo Domingo, el obispo y gobernador Fuenleal funda un Colegio para adoctrinar a indios y negros, y para que se leyera 509 510 Carlos Larrazábal Blanco Gramática y hubiera lecciones de Artes y Teología. Este Colegio no prosperó. En 1532, en la misma ciudad de Santo Domingo el clérigo Álvaro de Castro, a sus expensas, funda una cátedra de Teología en el convento de los Predicadores, que fue la primera de América, prácticamente, y su maestro fray Tomás de San Martín, el primer profesor de esa materia en el Nuevo Mundo. Aquí tenemos el caso de una entidad de una célula simple: un maestro y varios discípulos. El colegio de Estudios fundado por Hernando Gorjón acabó por ser la Universidad de Santiago de la Paz, en manos de los jesuitas. Se ha creído que Estudio se refería a un conjunto de maestros, universidad un conjunto de estudiantes. Existieron universidades formadas ex consuetudinarias, es decir, sin la intervención del artificio de una disposición, oficial o religiosa. Una especie de generación espontánea, empujada por necesidades espirituales y culturales de maestros y estudiantes. De esta manera nacieron las Universidades de Bolonia, Padua, París, Oxford y otras. Así, estas universidades nacieron en el ecúmene europeo libres, autónomas, democráticas, sin la fiscalización, ni la remuneración de comunas, príncipes, reyes, obispos ni Papas. La Universidad se fue forjando un gremio apretado, para enseñar y aprender, donde todo autoritarismo de fuera estaba normalmente vedado. Profesores y estudiantes eran todos responsables del funcionar y del desenvolvimiento de la Entidad. Maestros y alumnos elegían sus autoridades. Un estudiante podía ser elegido rector. Una división normal de los estudiantes debió haber sido por escuelas, colegios, facultades; alumnos de Teología, alumnos de Derecho, de Artes, de Gramática, pero no fue así. Lo que tomó cuerpo fue la calificación de los estudiantes por el país o la región de origen, y se llamaron naciones: la nación catalana, la nación alemana, etc. Eran comunidades cada una con propia institución. Este sistema dio vigor al premio estudiantil. La vida íntima universitaria fue siempre una lucha con la armonía, armonía de logro dificultoso. Relaciones de maestros y estudiantes; normas de conducta entre los estudiantes entre Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 511 sí: influencias y presiones del medio ambiente externo, de orden administrativas, sociales, políticas, todos factores de fuertes impactos de amortiguar para que no afectaran profundamente el enseñar y el aprender que es la misión tutelar de toda universidad. Muchas veces todo ha derivado en actos de verdadero pandemónium, sin salida visible, de momento. No ha sido tan sencillo en las universidades una perfecta y total convivencia. Surgen reclamos espirituales de maestros y estudiantes, emociones, sentimientos, metodologías diversas, sobre todo cuando acicates de afuera intervienen, como siempre ha sucedido. Sin embargo, consuela que parece ser que la entraña misma universitaria sale airosa de todos esos avatares. La fuerza de aquellas viejas universidades la constituían, sin duda alguna, los estudiantes, fuertes siempre en defensa de los fueros universitarios, de sus maestros, de sus compañeros. Dado el caso no respetaban ni a la autoridad civil, ni a la religiosa. Se enfrentaban al Rey, al Papa, si era menester. Pero entre ellos mismos hubo pendencias muchas veces. En cierta ocasión, en Vicenza y en Verona, 1616, los estudiantes sostuvieron entre ellos mismos una enconada lucha armados de arcabuces y pistolas. La actitud de los estudiantes paduanos llegó a ser poco simpática a los habitantes de la ciudad habiendo sido perseguidos varias veces. Alguna vez tres estudiantes fueron asesinados, lo que produjo una protesta unificada de toda la universidad, la cual exigió el castigo de los culpados, y así se hizo. Estudiante preso era estudiante libertado a viva fuerza por sus compañeros. En 1723 se pelearon estudiantes y «sbirri» (los DISIP y otros, cuerpos policiales de la época), encuentro que tuvo malas consecuencias pues fueron muertos y heridos algunos universitarios. Estos, sin embargo, triunfaron y con una lápida conmemoraron el hecho. En Bolonia la actitud estudiantil era análoga a 1a que discurría en Padua. Se registró una vez el hecho de que fue protagonista un estudiante español, Jacobo de Valencia. Este tuvo la desdicha de enamorarse perdidamente de la hija de un notario, 512 Carlos Larrazábal Blanco y fue correspondido por la bella, pero como el notario fue pertinaz en su oposición a tales amores, los enamorados resolvieron fugarse. La buena fortuna, sin embargo, no los protegió, y fueron sorprendidos en el mismo momento de la fuga con lo que Valencia fue a dar a la cárcel. Como el tal notario parece tenía mucha influencia en la ciudad, se le hizo a Valencia un juicio apresurado, fue sentenciado a muerte y bien pronto ahorcado. La protesta de la Universidad no faltó. Rector, maestros, estudiantes y empleados abandonaron, no solo la Universidad, sino la propia ciudad. En este caso indignó mucho lo insólito del juicio. Hasta ahora se ha hablado acerca de las universidades ex consuetudine, ahora toca hablar de las ex privilegius, o sea las fundadas por ayuntamientos, el Estado, algún obispo, o por el Papa. De este tipo es, por ejemplo, la Universidad de Alcalá, que fue fundada por el cardenal Jiménez de Cisneros y cimentada por bula papal en 1499, pocos años después del descubrimiento de América. Ex privilegius fue también la primera universidad del Nuevo Mundo, la Universidad de Santo Domingo, erigida por bula del papa Paulo III, de fecha 28 de octubre de 1538, fecha, y dicho sea de paso, debería celebrarse cada año como día de la universidad, en todas las universidades de América. Esta Universidad tuvo por feliz cimiento la cátedra de Teología que arriba se ha mencionado, creada por Álvaro de Castro y regentada por fray Tomás de San Martín, y diligenciada por los frailes dominicos. Entre la Universidad de Alcalá y las de Bolonia, Padua o París media un lapso de más de cuatro siglos, y justamente a contar de las actividades del entonces famoso Innerio, que modernizó por aquellas calendas los estudios de Derecho en Bolonia, unos 383 años. En este transcurso es de suponer hubo modificaciones en las universidades que afectarían a todos sus aspectos. En efecto, las naciones desaparecieron. Los estudiantes se agruparían en otra forma. Los había ricos y pobres, que en el fundo hubiera sido una clasificación, de suyo anticristiana y antisocial, si prácticamente existía. Los pudientes llegaban a Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 513 Alcalá en coche o a caballo; los pobres a pie, como San Ignacio de Loyola. Por lo general en burrito llevaban su hato, esto es, sus efectos de cama, ropa de vestir y otros menesteres. Unos y otros estudiantes prestaban juramento de obediencia al señor rector, después se matriculaban. El cardenal Cisneros dotó de constituciones a la nueva Universidad. En ellas se respetaban cláusulas tradicionales estatuidas en los fueros antiguos, así, la Universidad se excluía de cualquier jurisdicción que no fuera la propia. Si entre los estudiantes surgían pendencias que originaran causas civiles o criminales, los promotores solo estaban obligados a comparecer ante el rector. Por otra parte las constituciones castigaban con pena de excomunión a rectores y colegiales que ocultaran o defendieran a malhechores que se introdujeran en la Universidad para protegerse de la justicia ordinaria, una vez que los fueros universitarios debían ser respetados por los representantes de la justicia. Esta intromisión de delincuentes que quieren ponerse a salvo data desde los antiguos tiempos universitarios. Una cláusula legal, o una costumbre, en Alcalá, fue la pérdida de inmunidad ante las autoridades locales, si el desorden no podía ser dominado por la propia Universidad. Sin embargo, aun este caso, los fueros autonómicos siempre fueron defendidos a como diera lugar. Como se ha dicho, el Cardenal, al fundar la Complutense, respetó la tradición, respetó lo mejor posible los fueros antiguos. Estos fueros se leen en las Partidas de Alfonso el Sabio, que en cuanto a Colegios y Universidades recomendaba «que no hubiera bandos ni peleas con los vecinos de los pueblos donde morasen». «Que no hagan a estos ningún agravio ni desorden, y que no andaran por la noche armados y alborotando, y que fincaran sosegadamente en sus posadas, y que procurasen estudiar, aprender los saberes, y hacer vida honesta y buena». Además prescribían las Partidas: «podrán (los estudiantes) elegir un mayor o rector, al cual deben obedecer, pero en caso que cometieren los excesos que prohíben, entonces el maestro juez debe castigar y enderezar». 514 Carlos Larrazábal Blanco Un hecho es digno de recordar en estos momentos y es el ocurrido en el año 1521, en la Complutense, en tiempo de los comuneros de Castilla. El rector de la Universidad, Ontañón, que era partidario de los comuneros, dictó alguna medida que los contrarios, los anti-comuneros, tomaron a mal por as a ellos. Tomó tal cariz el problema que los castellanos, comuneros, y sus opositores, los andaluces y extremeños, anti-comuneros, vinieron a las manos. Se entabló tamaña lucha con espadas y cuchillos, pero con tal acopio de voces y gritos que las autoridades de la ciudad se percataron que algo andaba mal en el recinto universitario. Se allegó el Corregidor, llamó al orden a los contendientes con buenas formas y buenas palabras, pero como no logró nada por esta vía en su esfuerzo apaciguador, ordenó darle fuego a una de las puertas del edificio para que los representantes del rey penetraran al sitio de la pelea. Allí encontraron rector herido seriamente en un brazo por la cuchillada que le infligió el regente de Filosofía, además gran número de otros heridos y golpeados. Pese a estas tristes ocurrencias, sin embargo, la Universidad toda protestó de la intromisión de representantes de la ley en el antro universitario. La Universidad elevó al rey su queja y protesta por lesión que había sufrido su fuero. En ese mismo año 1521 el Consejo Real dictaminó que los estudiantes estuviesen sujetos al Rector de la Universidad y prescribía que la justicia eclesiástica como la seglar no se entrometieran en prender a los estudiantes, oficiales familiares de la Universidad. «Que ninguna justicia entrometa a proceder contra la de la Universidad a prenderlos, salvo dicho rector». Como se ve, con esto el rey defendió los fueros universitarios. Tal es la facultad universitaria de hacer justicia en su propio recinto que hasta cárcel tenía para cumplir penas de prisión. Pero en lo de encarcelar la Completense fue parca, según parece, pues en cierta ocasión el rector se negó a recluir a Ignacio de Loyola cuya prisión era exigida por personas de influencia. Posiblemente la falta del futuro santo no fue cometida en la Universidad, o no la complicaba, pues la prisión se cumplió, pero en la cárcel del vicariato de la ciudad. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 515 El concepto que se tuvo de los estudiantes de Bolonia y de Padua fue el de que eran «díscolos de espíritu combativo, celosos de sus derechos y prerrogativas, cosa que se ha creído corresponde al medio social que los rodeaba». A través de los siglos parece que este espíritu no ha variado. Hablando de los sucesos de la Universidad de Alcalá de Henares, el historiador da como explicación de los «alborotos estudiantiles», y hasta como disculpa, diciendo que «donde hubo juventud había de haber bullicios y querellas, revueltas y alborotos, que no son exclusivos de ningún tiempo, sino que brotan con el hervor de la sangre y con la lozanía de la edad». Pero de seguro hay algo más que «hervores» y «lozanía», algo que podemos captar con facilidad, algo que es inmanente al espíritu estudiantil. Además en esas viejas universidades los estudiantes no eran todos jovenzuelos sino muchos eran hombres maduros de 35 y 40 años arriba. En una sociedad la Universidad es como una célula que con el ambiente que la rodea tiene intercambios. La Universidad vierte al torrente ambiental sus ideas, sus «saberes», como decía Alfonso el Sabio, su espíritu, así como la sociedad, en sus manifestaciones espirituales vierte en la Universidad los productos que elabora. Si estos productos vienen alterados por las banderías y sus impuras manifestaciones, como en tiempos de güelfos y gibelinos, los comuneros de Castilla y en tiempos actuales, el ambiente universitario se resiente, y se producen trastornos llamados «alborotos» y otras conocidas consecuencias. Las universidades nunca han dejado de estar presentes en los grandes acontecimientos de la historia, en los grandes movimientos sociales y políticos. Sus intranquilidades han sido siempre acusadoras de algo que sucede en el ambiente que las rodea. Esas intranquilidades corresponden a desajustes de las sociedades que las rodean, hoy en escala universal. ¡Ahora!, Año IX, Núm. 355 (31 de agosto de 1970). Documentos duartianos 1. El acta civil de la defunción de Juan Pablo Duarte M urió el «fundador de la independencia dominicana», como en alguna ocasión lo llamaron así sus hermanas Rosa y Francisca, el 15 de julio de 1876, a las tres de la madrugada, en Caracas, parroquia de Santa Rosalía, casa situada entre las esquinas de Zamuro y Pájaro, calle llamada de antiguo El Juncal, oficialmente hoy Este 8. Alguna vez creíamos que la casa mortuoria estaba situada muy cerca de la iglesia de Santa Rosalía, pero, como se ve, erramos, pues la que murió en este lugar fue Rosa, como se verá más abajo. Quizás si la casa mencionada de la calle del Juncal ya ha sido demolida para dar paso a la moderna Avenida Bolívar. No ha sido posible localizarla por faltar el número en los documentos. Declararon la defunción Vegas Fernández y compañía, industriales, nombre que a buen seguro no corresponde a una o varias personas sino a la firma comercial de la «industria» donde el Fundador desempeñaba algún trabajo. El general Juan Pablo Duarte tenía entonces 60 años, según se asienta, pero tenía más edad, justamente 63 años, 5 meses y 19 días, pues se tiene sabido nació el 26 de enero de 1813. Su estado 517 518 Carlos Larrazábal Blanco civil era soltero y su profesión u oficio el de industrial. Siempre se ha entendido que Duarte nunca contrajo matrimonio. La familia venezolana del prócer desconoce que el Fundador tuviese algún hijo natural, y aún lo niega categóricamente, siendo una de sus razones la de que él jamás hizo declaración alguna afirmativa a este respecto, ni aun en el momento solemne de la muerte, siempre propicio a confesiones íntimas. Duarte fue siempre hombre de conducta recta, agregaron. Copia del acta civil de defunción en Apuntes de Rosa Duarte, p. 44. 2. Acta de enterramiento de Juan Pablo Duarte En fecha 16 de julio fue presentada ante el administrador del Cementerio General del Sur, señor Quintero y su adjunto Manuel Irazábal, una papeleta de la Jefatura Civil de Santa Rosalía, en la cual se autorizaba la inhumación del adulto Juan Pablo Duarte que había fallecido de tisis pulmonar según certificado por el doctor Federico Tejera. El Cementerio General del Sur fue inaugurado poco antes de ocurrir la muerte de Duarte y fue este el vigésimo tercer individuo allí inhumado. El cortejo fúnebre hubo de andar un buen trecho después de dejar la iglesia: de esta, tres o cuatro cuadras más al Sur atravesó el Guaire, por el puente, el Puente de Hierro por antonomasia, y de aquí, por Portachuelo, se encaminó hacia el fondo del Rincón del Valle donde hizo abrir Guzmán Blanco el nuevo cementerio, en las llamadas Tierras de Jugo. El médico de Duarte, Federico Tejera, excelente clínico, era miembro de la familia. Fue hijo de Miguel de Tejera de la Mota y de Francisca Rodríguez. Viuda doña Francisca contrajo matrimonio con Romualdo Duarte Villeta, hijo de Vicente Celestino. De este enlace nació Matilde Duarte, progenitora del tronco actual Ayala-Duarte, por su matrimonio con José Ayala. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 519 El doctor Federico Tejera nació alrededor de 1843 y se graduó en médico en 1866. 3. Acta civil de la defunción de Rosa Duarte Juan B. Rodríguez hijo, industrial, declaró el 26 de octubre de 1888, ante la Jefatura Civil de Santa Rosalía, que la adulta Rosa Duarte había fallecido el día 25 a las 10 de la mañana en la casa número 129 de la calle Sur 1, o sea entre las popularmente llamadas esquinas de Santa Rosalía y Candilito. La muerte ocurrió a causa de la disentería, según certificado del citado doctor Tejera, y la sorprendió a los sesenta y un años de edad. Aún no sabemos quién fuera Juan B. Rodríguez, como tampoco quién fuera el señor Vegas que intervino en la declaratoria de defunción del general Duarte. La casa mortuoria de Rosa se conserva tal como ella debió ser puesto que a todas veras no ha sido modificada en gran manera. Pero es bueno advertir que actualmente son cuatro casas señaladas con el mismo número: 129, 129-1, 129-2, 129-3. Como ya la nomenclatura oficial de las calles y la numeración de las casas estaban dadas para la fecha de la muerte de Rosa, cabe sospechar que la casa mortuoria era la 129, sin número adicional. La edad que se apunta en el documento no resulta cierta, puesto que si la Rosa difunta es la misma Rosa Protomártir que nació el 27 de junio de 1820, murió en realidad de 68 años, 3 meses y 27 días. Copia del acta de defunción en Apuntes de Rosa Duarte…, vol. I, del I. D., p. 18). 4. Acta de la inhumación del cadáver de Rosa Duarte El enterramiento de Rosa Duarte tuvo lugar en el Cementerio General del Sur el día 26 de octubre a las seis de la 520 Carlos Larrazábal Blanco tarde; estuvo, pues, de cuerpo presente alrededor de 32 horas. Parece que era costumbre de la época verificar las inhumaciones tardíamente. El lugar del enterramiento fue el segundo cuartel del 77, fosa número 1,428, dato de interés para poder dar con el sitio, aunque la tumba ya está perdida y perdidos los restos mortales. ¡Lástima grande! Copia del acta de inhumación en Apuntes de Rosa Duarte…, vol. I, del I. D., p. 8. 5. Acta civil de la defunción de Manuel Duarte Ante el general Jesús Irady Rivas, jefe civil de la parroquia de Santa Rosalía, compareció Antonio Vera el 8 de agosto de 1890 y declaró que a las nueve de la mañana de ese día había fallecido en el Rincón del Valle, Manuel Duarte, natural de Santo Domingo, de 65 años de edad, soltero, a consecuencia de mal de Bright, según certificado del doctor Ramón Alejandro Ramos. Había dejado bienes de fortuna. En este caso la edad verdadera. Nació en 1826 y fue bautizado el 8 de agosto, y si el día de su nacimiento es este mismo, como asienta Coiscou Henríquez, murió el mismo día que cumplió los 64 años. El Rincón del Valle era un sitio foráneo de Caracas, pero hoy forma cuerpo con la extensa ciudad en continuo crecimiento. Esta designación está ya un poco desvaída por las nominaciones El Peaje, Cementerio, Prado de María, vecindarios ubicados en lo que antes se llamaba Rincón del Valle. La casa mortuoria existe todavía, a la entrada de la calle que conduce al cementerio. Quizás si fue esta casa de su propiedad. El doctor Ramos fue otro excelente médico de Caracas. Se graduó en 1847 y fue catedrático de la Universidad. Fue hijo de Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 521 José Luis Ramos y Carmen Muñoz, y había nacido alrededor de 1824. Manuel Duarte fue enterrado en el Cementerio del Sur en el mismo sitio en que lo fue su hermana Rosa, «2º cuartel del 77». No se transcribe la copia del acta de inhumación por contener ningún dato nuevo. Copia del acta de defunción en Apuntes de Rosa Duarte…, vol. I del Instituto Duartiano, p. 37. Boletín del Instituto Duartiano, Año IV, No. 8 (enero-diciembre de 1972). Archivo de Duarte Edición y notas de Carlos Larrazábal Blanco Introducción E l llamado Archivo de Duarte está constituido por una colección de manuscritos e impresos conservados por el Padre de la Patria, y después de su muerte, por sus hermanas Rosa y Francisca. Son pocos los documentos que han llegado hasta nosotros. Faltan papeles que forzosamente debieron haber estado en poder de Duarte por haber sido a él dirigidos o referirse a él, así como faltan copias o borradores de documentos públicos u oficiales que escribió o cartas particulares que dirigió. Pero es conocida la suerte de los papeles dentro de gavetas o de cajas, a merced de los azares hogareños. Los papeles están bastante bien conservados en su mayoría y salvo las improntas normales del tiempo alguno que otro trasluce que sufrió las consecuencias de algún traspapelamiento inoportuno, o que anduvo muy a mano. Luego, si nos vemos de improviso en la necesidad de tomar algún apunte o hacer algún cálculo, con facilidad echamos manos al primer papel que se nos presente, sea el que fuera, escrito o en blanco, impreso o manuscrito. Así pasó, como veremos más adelante, a Duarte y a sus hermanas. Algunos papeles fueron usados para estos fines. 525 526 Carlos Larrazábal Blanco El único apunte que tiene valor de acotación intencionada está hecho con letra de Rosa en su impreso que no publicamos por muy conocido, la declaratoria de guerra a Haití. Entre las firmas de los miembros de la Junta Gubernativa que calzan al pie del célebre decreto la última es: J. P. Duarte. Rosa, andando una vez en los papeles del hermano, se tropezó con este, quizá lo contempló, lo leyó una vez más, y al terminar vio el nombre de su hermano, ¡el último! No pudo soportar, en un rapto de indignación y de amor, amargada por el acíbar del exilio y de los ideales muertos, tomó la pluma y escribió «en vano los protervos lo ponen el último; la justicia y el orden dicen fue, es y será el primero». *** Rosa es la personificación de dos amores, el de hermano y el de Patria. Y llegan casi a fundirse. Para ella la Patria es Juan Pablo y Juan Pablo es la Patria, pero no la Patria real, sino aquella que soñó el hermano, a veces con visión de novia impoluta. En poder estos documentos de Rosa y Francisca Duarte fueron solicitados por el doctor Santiago Ponce de León, ilustrado venezolano que aquí en Santo Domingo vivió muchos años, fundó familia y murió, el cual parece tenía pensado escribir una historia de la República. Las hermanas accedieron a la súplica, y por medio del doctor Manuel Antonio Diez, primo hermano de los Duarte, entregaron el archivo, no sin antes haber hecho un inventario, del cual hicieron copia en fecha 15 de enero de 1883.1 Los documentos no fueron devueltos con la prontitud que las hermanas hubieran deseado, así fue que en fecha 21 de abril de 1888 escribieron a don Federico Henríquez y Carvajal para que reclamara del citado doctor Ponce los venerados papeles He aquí la lista de los documentos entregados por el doctor Ponce, sacada de la que hicieran las hermanas Duarte y publicó don Emilio Tejera en Clío, 1936. Se conserva en el mismo orden que allí aparece. 1 Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 527 que reposaban en su poder. El doctor Henríquez llenó su cometido y el tesoro de estos papeles, desde entonces, está en poder del maestro bajo la llave avara de su puro duartismo.2 Carta de las hermanas de Duarte a don Federico Henríquez y Carvajal: 2 Caracas, 21 de abril de 1888. Señor Don Federico Henríquez y Carvajal Santo Domingo. Estimado amigo de toda nuestra consideración: Interesándonos sobremanera recuperar una serie de documentos originales, relativos a la vida militar y política de nuestro finado hermano general Juan Pablo Duarte, fundador de la Independencia Dominicana, que entregamos en esta capital, en calidad de préstamo al señor doctor Santiago Ponce de León en su último viaje que hizo a Venezuela y los cuales reposan en su poder no obstante haberle escrito dos cartas a esa ciudad, con el fin de que nos los devuelva, no habiendo recibido ninguna contesta de ellas. Esto nos pone en el caso de molestar a usted autorizándole suficientemente la presente para que pueda reclamar, en nuestro nombre, del señor doctor Santiago Ponce de León los originales de que hemos hecho referencia y al efecto le adjuntamos una nómina o relación de ellas. Dándole previamente las gracias por este servicio que agradeceremos altamente nos suscribimos de usted atentas, seguras servidoras y amigas, Rosa y Francisca Duarte Nómina de los documentos entregados al doctor Ponce de León 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. Poderes dados en Puerto Príncipe al general Riviére por el Gobierno Provisional, 7 de abril de 1843. Circular del Comité Popular de Puerto Príncipe a los habitantes del Seibo, 20 de marzo de 1843. Carta Credencial y orden de ruta expedida por la Junta Popular de Santo Domingo al ciudadano Juan Pablo Duarte, para instalar Juntas populares en el Este, 5 y 7 de abril de 1843. Acta de instalación de la Junta Popular de Bayaguana por el comisionado al efecto don Juan Pablo Duarte, 25 de abril de 1843. Carta de Vicente Celestino Duarte y Francisco del Rosario Sánchez para Juan Pablo Duarte, en Caracas, Santo Domingo, 15 de noviembre de 1843. Carta de Tomás y Jacinto de la Concha al señor Juan Pablo Duarte, en Caracas, Santo Domingo, 15 de noviembre de 1843. Dos cartas de Juan Isidro Pérez y Pedro Alejandro Pina al señor Juan Pablo Duarte en Caracas. Una de ellas es para Prudencio Diez. Curazao, 27 de noviembre de 1843. 528 Carlos Larrazábal Blanco A la verdad lo que existe no es sino una parte de lo que fue un más copioso archivo. Un vacío grande y de importancia lo constituye el período de La Trinitaria: nada existe respecto de 8. Llamamiento de la Junta Central Gubernativa de Santo Domingo a Juan Pablo Duarte, Pedro Alejandro Pina y Juan Isidro Pérez, en Curazao, 2 de marzo de 1844. 9. Carta de Silvano Pujol a Juan Pablo Duarte, Pedro Alejandro Pina y Juan Isidro Pérez en Curazao, Santo Domingo, marzo de 1844. 10. Comunicación de la Junta Central Gubernativa donde se dispone que el general Juan Pablo Duarte preste sus servicios al Ejército del Sur (Baní). Santo Domingo, 21 de marzo de 1844. 11. Comunicación de la Junta Central Gubernativa al general Juan Pablo Duarte donde se dispone se retire de Baní con su estado mayor. Santo Domingo, 4 de abril de 1844. 12. Oficio de la Junta Central Gubernativa al general Juan Pablo Duarte donde le responde de su ofrecimiento de ir a Santiago a prestar servicios a la Patria. Santo Domingo, 13 de mayo de 1844. 13. Carta del general José María Imbert a la Junta Gubernativa donde participa lo ocurrido el 30 de marzo de 1844. Santiago, 5 de abril de 1844. 14. Cuenta que presenta el general Juan Pablo Duarte a la Junta Central Gubernativa de los gastos en el ejército de su mando, en la expedición de Baní. 15. Decreto de la Junta Central Gubernativa que declara la guerra a los haitianos. Santo Domingo, 19 de abril de 1844. 16. Solicitud de recompensas por la Oficialidad del Ejército para los generales Duarte, Mella, Sánchez y Villanueva. Santo Domingo, 11 de mayo de 1844. 17. Petición de retiro del sargento primero Federico María Leyba. Santo Domingo, 7 de junio de 1844. 18. Petición de exoneración del mando al general José María Imbert. Por una representación del Cibao a la Junta Gubernativa. Santo Domingo, 19 de junio de 1844. 19. Credencial expedido por la Junta Central Gubernativa al general Juan Pablo Duarte como su comisionado al Cibao. Santo Domingo, 15 de junio de 1844. 20. Comunicación de los delegados en el Cibao Pedro Ramón Mena y Domingo de la Rocha al general Juan Pablo Duarte. Santiago, julio 1 de 1844. 21. Inventario del archivo de la delegación Mena y Rocha. Santiago, julio 5 de 1844. 22. Comunicación del general Francisco Antonio Salcedo al teniente coronel Manuel Mejía, comandante de La Vega. 23. Representación de los pueblos del Cibao a la Junta Central Gubernativa con el objeto de que se reconociera en la parte Sur al general Juan Pablo Duarte como presidente de la República. Santo Domingo, 24 de julio de 1844. 24. Pasaportes expedidos por el dictador Santana y Bobadilla al general Juan Pablo Duarte y a su madre con toda su familia. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 529 esta época trascendente. Pero a pesar de escasos, estos papeles son suficientes para seguir la vida del prócer, su personalidad y su martirologio, así como la historia inicial de la República en momentos culminantes. A través de ellos se ve al Padre de la 25. Convocatoria de la Comisión Militar por el general Juan Pablo Duarte. 1 de mayo de 1844. 26. Oficio del Gobierno Provisorio de Santiago al Ministro Plenipotenciario en Venezuela, Perú y Nueva Granada. General Juan Pablo Duarte, 1 de abril de 1864. 27. Oficio de la Administración de Hacienda General en Santiago al general Juan Pablo Duarte, 7 de abril de 1864. 28. Oficio del ministro de Relaciones Exteriores. Santiago, 14 de abril de 1864. 29. Oficio del Gobierno Provisorio al general Duarte en Caracas. Santiago, 22 de abril de 1864. 30. Comunicación de la Administración del general Salcedo al general Juan Pablo Duarte en Caracas. Santiago, 23 de mayo de 1864. 31. Carta de Francisco Saviñón al general Juan Pablo Duarte en Caracas. Curazao, 11 de septiembre de 1864. 32. Comunicación del gobierno del general Polanco al general Juan Pablo Duarte con misión diplomática en Caracas. Santiago, 10 de octubre de 1864. 33. Comunicación del gobierno del general Polanco al general Juan Pablo Duarte en Caracas. Santiago, 17 de octubre de 1864. 34. Comunicación de la Administración del general Polanco al general Duarte. Santiago, 4 de noviembre de 1864. 35. Comunicación del gobierno del general Polanco al general Duarte. Santiago, 23 de noviembre de 1864. 36. Comunicación del gobierno del general Polanco al general Duarte. Santiago, 10 de diciembre de 1864. 37. Carta de Francisco Saviñón al general Juan Pablo Duarte en Caracas. 11 de diciembre de 1864. 38. Carta del general Pedro Alejandrino Pina al general Juan Pablo Duarte en Caracas. La Vela de Coro, 17 de diciembre de 1864. 39. Oficio de la administración del general Polanco al general Juan Pablo Duarte en Caracas. Santiago, 27 de diciembre de 1864. 40. Comunicación de la Junta Superior al general Juan Pablo Duarte. Santiago, 2 de febrero de 1865. 41. Comunicación del Gobierno al general Juan Pablo Duarte. Santiago, 16 de febrero de 1865. 42. Última carta del Gobierno dominicano al general Juan Pablo Duarte en Caracas. 30 de marzo de 1865. 43. Nombramiento de ministro plenipotenciario de la República Dominicana en Venezuela. 44. Nombramiento del general Juan Pablo Duarte como ministro de la República Dominicana en el Perú. 530 Carlos Larrazábal Blanco Patria revestido de una fuerza espiritual diáfana, uniforme, dirigida siempre hacia un mundo de valores superiores: Dios, Patria, Libertad, lo moral, lo religioso, el civismo más acendrado. Se ve con claridad cómo no estaba hecho para la violencia, que siempre conduce a la injusticia, al crimen, al deshonor. Se ve a través de estos pocos papeles al hombre de ideales, al hombre que cree en la «espiritualidad de las ideas», de sus ideas, siempre buenas, verdaderas y bellas. No hay en América héroe más puro que Juan Pablo Duarte. *** Documentos pertenecientes al Archivo de Duarte fueron publicados por primera vez en la revista Letras y Ciencias que dirigía a fines del siglo pasado el doctor Federico Henríquez y Carvajal, reproducidos en su obra Duarte publicada este año. En 1932 el licenciado Máximo Coiscou Henríquez publicó en la revista Bahoruco, de septiembre a diciembre de 1932, una copia paleográfica de la mayor parte de los documentos de esta colección. En 1935-36 el señor Emilio Tejera publicó en Clío documentos del Archivo correspondientes a los años 1843, 1844, 45. Nombramiento de ministro plenipotenciario de la República Dominicana en Nueva Granada al general Juan Pablo Duarte. 46. Poderes dados por el Gobierno dominicano al general Juan Pablo Duarte, ministro plenipotenciario en Venezuela, Perú y Nueva Granada. Para tratar con dichas repúblicas. 47. Instrucciones para el general Juan Pablo Duarte y Melitón Valverde de la misión confiada por el Gobierno Provisorio para los de Venezuela, Perú y Nueva Granada. 48. Fojas del copiador de las copias oficiales pertenecientes a la Restauración Dominicana. 49. Borrador de una carta que el general Duarte escribió al compatriota don Félix María del Monte. 50. Fragmento de una Constitución que estaba escribiendo Duarte. 51. Cinco números del periódico venezolano El Porvenir donde se publica un folleto titulado Santo Domingo y España. 52. Trece periódicos dominicanos. 53. Decreto de don Carlos de Vargas, gobernador y capitán general de la Isla de Santo Domingo. 19 de marzo de 1864. 54. Gaceta del adjunto en Caracas Francisco Saviñón al general Juan Pablo Duarte. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 531 1845, algunos los tomó de la revista Letras y Ciencias y aparecen con errores. Los historiógrafos García Lluberes y Rodríguez Demorizi también han publicado algunos documentos. Los licenciados Manuel A. Peña Batlle y Coiscou Henríquez reprodujeron algunos documentos en las revistas Minerva y Cosmopolita. *** Con motivo del Primer Centenario de la República y por disposición de la Academia Dominicana de la Historia hacemos la presente publicación que comprende todos los documentos manuscritos del Archivo, dejando algunos impresos, unos por muy conocidos, la declaratoria de guerra de Haití, y dos o tres hojas volantes con leyes del Congreso. Los hemos transcrito con buena ortografía así como hemos resuelto las abreviaturas y las letras iniciales en provecho de una mejor claridad y comprensión de la lectura. Hemos dividido los documentos en cinco porciones, a saber: La Reforma, La conspiración trinitaria, La Independencia, La Restauración y, por último, la Carta del exilio. Como es fácil comprender en el primer aparte se agrupan los documentos que corresponden al movimiento revolucionario haitiano conocido con aquel nombre y algunas de las actividades del Fundador. Ya que por desdicha la Colección no permite formar el obligado primer grupo de documentos que se hubiera denominado La Trinitaria, agrupamos con el rubro de Conspiración trinitaria aquellos papeles que denotan la actividad revolucionaria que es lógico suponer fue hija de la sociedad fundada el 16 de julio de 1838. Huelgan explicaciones respecto de los dos siguientes, La Independencia y La Restauración, pero al caer en el quinto y último debemos decir que este documento único no debe formar parte del inmediatamente anterior aunque todavía los españoles no habían abandonado el territorio nacional. Es un documento de carácter especial, que rezuma por todos sus poros el más puro, fervoroso y hasta místico y arrobador patriotismo. En medio de una a veces descuidada redacción y de ideas un tanto tocadas 532 Carlos Larrazábal Blanco de ingenuo candor, también destila esta carta algunas gotas de amargura, de pesar, de resentimiento y de desilusión, que fijan la total espiritualidad del Padre de la Patria. Acompañarán a estos documentos algunas notas, las que creemos puedan ser útiles, más bien con tendencia didáctica que por puro alarde erudito. I LA REFORMA 1. Circular del Comité Popular de Puerto Príncipe. Liberté ou la mort République Haitianne Au nom du Peuple Souverain Port-au-Prince, le 20 Mars 1843, an 40e de l’ Indépendance et 1er. de la Régénération. Le Comité Populaire du Port-au-Prince Aux habitants de la commune du Seibo Chers concitoyens, frères et amie La révolution inaugurée le 27 janvier est triomphante. L’odieux gouvernement qui opprimait le pays a éte renversé. Dans toutes les villes ou le mouvement révolutionnaire s’est produit, des Comités populaires se sont constitués pour la conservation de la chose publique. Nous sommes tous frères, tous enfants d’une méme nation, réunissez-vous á nous, braves habitants du Seibo; inaugurez aussi dans votre sein 1a révolution qui nous régénère; instituez votre Comité, comme nous, et prouvez en maintenant 1’ordre avec énergie, justice et patriotisme, et tout Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 533 en vous affranchissant, prouvez, a la face du ciel et du monde civilisé, que le peuple souverain d’Haïti a eu la gloire d’accomplir une oeuvre unique dans les fastes humains: una révolution pacifique et morale. Vive 1’Armée populaire! Vivent les Patriotes! Vive a jamais la Liberté! Le Président, Le Secrétaire Jn. Jh. Dieudonné E. Nau 2. Decreto del Gobierno Provisional que dispone la salida de un ejército a las regiones Norte y Este.3 Libertad o muerte República Haitiana Gobierno Provisional Este documento consiste en un impreso a dos fojas, una en español, que es la que publicamos, otra en francés. En la foja primera y en la segunda vuelta aparecen nombres de personas; parecen contribuciones. En la primera, en columna, a la izquierda, se lee: Francisco Javier Abreu $25; Félix Ruiz $16; Matías Ramón Mella 10; Pellerano 20; Francisco Ginebra 6; José María Silverio 6; José García 10; Maggiolo 20; Lorenzo Olives 10; Antonio Volta 10; Ramón Alonzo 4. En la foja segunda vuelta aparecen estos nombres, en muchos de los cuales no se consigna suma de dinero; columna de la izquierda: José Mateo Perdomo, $50, lo menos; Juan Nepomuceno Ravelo $100; Gabriel Lara; Juan Isidro Pérez; M. Delmonte; Adolfo Nouel… García; Manuel María Valverde; Pedro Antonio Bobea; Francisco Sánchez; José María Serra; Miguel Mendoza $10, lo menos; Manuel Valencia; Valentín Báez; José Ginebra; Francisco Ginebra; Hipólito Pierret $50; Félix Mercenario; Carlos Moreno; Juan Pina; Manuel Guerrero; Javier Angulo (?); Juan Bautista Morín, Matías Ramón Mella; Lamy Pommayrac $2; Cruz García $8; José María Mella $1; columna de la derecha: J. E. Dupont; Th. Levy; Juan Bautista Lovelace; Abraham Coen; Francisco Pou; Sardá; Ricart; Machado; Francisco Morín; Juan Esteban Aybar; Alfau; Francisco Javier Abreu $25; Félix Ruiz $16. En esta foja la mayor parte de los nombres aparecen testados excepto los de Bobea, Sánchez, Serra, Lamy Pommayrac, Cruz García, José María Mella, Francisco Morín y Félix Ruiz. ¿Se trata de contribuyentes para los trabajos conspiratorios, o de proyectos de peticiones que algunos se hacían efectivos y otros no? Los nombres de Nouel, Juan Bautista Morín, sin embargo, hacen pensar en contribuciones para el movimiento de La Reforma. 3 534 Carlos Larrazábal Blanco Poderes dados al general Carlos Hérard4 En nombre del pueblo soberano El Gobierno Provisional, considerando que es urgente enviar un cuerpo de ejército a la parte del Norte y a la del Este de la República para asegurar el pronunciamiento popular, darle una dirección y hacer triunfar los principios de la revolución. Considerando que el jefe a quien se confíe este ejército debe ser investido de todos los poderes necesarios para obrar en nombre del Gobierno Provisional, según las circunstancias y en casos imprevistos. Visto el manifiesto del 1º. de septiembre de 1842 y el decreto de 3 de abril corriente, y en uso de los poderes que le han sido conferidos: Decreta, lo que sigue: Art. 1º. El general de división Carlos Hérard, uno de los miembros del Gobierno Provisional, se dirigirá a la cabeza del ejército a la parte del Norte y a la del Este de 1a República, para establecer en ellas la autoridad del Gobierno Provisional. Todas las guardias nacionales de dichos puntos estarán igualmente bajo sus órdenes. Art. 2º En caso de que en alguno de los puntos a que se le destina encontrare resistencia, opondrá la fuerza a la fuerza. Sobre este particular el Gobierno Provisional descansa en la prudencia, moderación y talento de que ha hecho prueba como jefe de ejecución. Art. 3º En todas partes reorganizará las administraciones civiles y militares, las tropas de línea y los cuerpos de policía. En consecuencia, nombrará, revocará o destituirá a todos los funcionarios públicos; hará las promociones, destituciones 4 Es Charles Riviére Hérard ainé. Vino a la Presidencia de Haití y estuvo en ella del 31 de diciembre de 1843 al 3 de mayo de 1844. Fue desplazado por un movimiento revolucionario que trajo al poder a Guerrier. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 535 y dará los retiros que juzgue convenientes; a este efecto tomará todas las medidas y expedirá los decretos necesarios para asegurar el triunfo de la revolución, y en el interés del orden y de la tranquilidad pública. En una palabra, representará al Gobierno Provisional; obrará en su nombre en el círculo de sus atribuciones y a reserva de obtener su aprobación. Art. 4º A su regreso al seno del Gobierno Provisional, el general Carlos Hérard dimitirá los presentes poderes y le dará cuenta de su misión. Dado en la Casa Nacional de Puerto Príncipe el 7 de abril de 1843, año 40 de la Independencia de Haití y 1º de la Regeneración.5 J. Cme. Imbert, Voltaire, Guerrier, N. Segretier, C. Hérard ainé Reimpreso en Santo Domingo por orden de la Junta Popular. 3. Orden de ruta dada a Juan Pablo Duarte por la Junta Popular de Santo Domingo. En nombre del pueblo soberano Santo Domingo, abril 5 de 1843. Año 40 de la Independencia y lº. de la Regeneración Las autoridades civiles y militares de las diversas comunes del Distrito están prevenidas por la presente orden de ruta, que el ciudadano J. P. Duarte, miembro de la Junta Popular de esta ciudad, está encargado por ella de formar e instalar juntas El envío de un ejército de que habla este documento se verificó y ya se sabe lo funesto que fue para los partidarios de la independencia. Persecuciones, prisiones, deportaciones, traiciones. El Padre de la Paria abandonó el país. Los patriotas, como era natural, no hacían política haitiana, sino laboraban por una patria dominicana. 5 536 Carlos Larrazábal Blanco populares en las comunes que la necesidad lo exija, por consiguiente las mismas autoridades le facilitarán caballo para continuar su ruta y cuanto más necesite para el efecto. El presidente de la Junta, Alcius Ponthieux El secretario, M. R. Mella 4. Credencial de Juan Pablo Duarte, expedida por la Junta Popular de Santo Domingo. Libertad o la muerte República Haitiana Santo Domingo, 7 de abril de 1843 Año 40 de la Independencia y lº de la Regeneración En nombre del pueblo soberano La Junta Popular de la Común de Santo Domingo Al ciudadano Juan Pablo Duarte, miembro de la misma Junta. Ciudadano, hermano y amigo: La Junta os autoriza por las presentes para que como cometido por ella y en nombre del Pueblo Soberano, en virtud de cuyos poderes obra ella, instaléis y regularicéis las Juntas Populares que deben regir los negocios públicos en las diferentes comunes de vuestro tránsito, según las instrucciones de ruta que se os han comunicado y las que verbalmente habéis recibido conducentes al mismo efecto. El presidente de la Junta Alcius Ponthieux El secretario interino P. Pina Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 537 5. Acta de instalación de la Junta Popular de Bayaguana. Libertad o la muerte República Haitiana Extracto de los registros de la Junta Popular En la común de Bayaguana, hoy día veinte y cinco de abril de mil ochocientos cuarenta y tres años, cuarenta de la Independencia y primero de la Regeneración, la Junta Popular de esta común, reunida en ejercicio de sus atribuciones, al requerimiento del ciudadano Juan Pablo Duarte, miembro de la Junta Popular de Santo Domingo, autorizado y delegado para la instalación del Comité Popular de esta común, avisó al público, por una publicación hecha por la plaza, que todos los ciudadanos que posean la capacidad para ser electores, se presentaran al Consejo de Notables a inscribirse, para continuar a la elección de los miembros que deben componer el Comité Popular; en consecuencia, al día siguiente a las ocho horas de la mañana, reunido el público en la iglesia parroquial, presentó el Director del Consejo de Notables la lista de los ciudadanos que se habían suscrito, conteniendo un número de setenta y seis electores. Se dio principio a la votación por el comisionado, asistido de la Junta Provisional, nombrando dos escrutadores y dos secretarios. Se procedió, llamando por la lista. Cada elector presentó su boletín al público, depositándolo por los escrutadores en una cajita preparada al efecto, y después de reunidos todos los boletines, el segundo escrutador los fue publicando uno por uno, y los secretarios y comisionado escribiendo los votos; resultando de la votación haber recaído al ciudadano Manuel Hurquerque 69 votos, a Lucas Contreras 61 y a Juan Santana 46, y los candidatos Eugenio Miranda, Juan Mejía, Santana, Claudio Contreras y José Mártir en competencia de votos. Se procedió a una segunda votación, en la que resultó recaer al ciudadano Eugenio Miranda 70 votos y al ciudadano José Mártir 42, dando por concluida la votación; quedando compuesta la Junta 538 Carlos Larrazábal Blanco Popular de los miembros ciudadanos Manuel Hurquerque, Lucas Contreras, Juan Santana, José Mártir y Eugenio Miranda. Se continuó a la elección de un presidente de la Junta y secretario, entre ellos, a pluralidad de votos eligieron para presidente al ciudadano Manuel Hurquerque y secretario al ciudadano Eugenio Miranda; a quienes el comisionado recibió juramento de fidelidad en forma debida. Dando por concluida la operación y concluido este acto que firmaron los miembros de la Junta, exceptuando al ciudadano José Mártir, por no saber el arte de escribir, de que certifico. Firmados en la minuta: Manuel Hurquerque. Juan Santana. Lucas Contreras. Eugenio Miranda, secretario.6 Confrontado: Manuel Hurquerque Eugenio Miranda Secretario II CONSPIRACIÓN TRINITARIA 6. Carta de Francisco del Rosario Sánchez y de Vicente Celestino Duarte7 Duarte instaló también la Junta de El Seibo. Entonces trató y sondeó a los Santana. 7 Esta carta la publica don Emilio Tejera en Clío. Aparece, como llevamos dicho, con errores. En efecto, línea 10 (del documento, no de la columna) página 100 después de escribirnos se omitió la expresión con fecha 8 de noviembre; línea 12, han por hubieren; línea 3, de la columna derecha, después de faltado se omitió la entera; línea 9, 250 libras de pólvora; se omitió línea 18, no es hagas señas como dice sino haga seña, porque no se trata sino de las señas que se le van a hacer a Duarte, para que pueda desembarcar; la señal de Duarte corresponde a su llegada, la que se indica de la bandera y el farol para distinguir la embarcación de otra cualquiera que pueda arribar, como es natural. 6 Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 539 Santo Domingo, 15 de noviembre del 1843. Juan Pablo: …Con el señor José Ramón Chaves Hernández te escribimos con fecha del 8 de noviembre imponiéndote del estado político de esta ciudad y de las necesidades que tenemos de que nos (consigas) auxilios para el triunfo de nuestra causa. Ahora aprovechamos la ocasión del señor Buenaventura Freites para repetirte lo que en las otras te decimos por si no hubieran llegado a tus manos. Después de tu salida todas las circunstancias han sido favorables de modo que solo nos ha faltado la entera combinación para haber dado el golpe. A esta fecha los negocios están en el mismo estado por lo que te pedimos, así sea a costa de una estrella del cielo, los efectos siguientes: 2,000, 1,000 o 500 fusiles a lo menos 4,000 cartuchos 250 libras de pólvora 3 quintales de plomo8 500 lanzas o las que pudieres conseguir los utensilios de guerra que pudieres Sobre el dinero tú sabes más que ninguno lo que puede necesitarse; en conclusión lo esencial es un auxilio por pequeño que sea, pues este es el dictamen de la mayor parte de los encabezados. Esto conseguido deberás dirigirte al puerto de Guayacanes siempre con la precaución de estar un poco retirado de tierra, como una o dos millas, hasta que se te avise o haga seña, para cuyo efecto pondrás un gallardete blanco si fuere de día y un farol arriba del palo mayor si fuere de noche. Lo relativo a la pólvora y el plomo fue agregado después con tinta diferente y diferente letra. Ha sido este pasaje mal transcrito en algunas copias publicadas. 8 540 Carlos Larrazábal Blanco Determinado todo esto procurarás, si te fuere posible, comunicarlo a Santo Domingo para irte a esperar a la costa el 9 de diciembre o antes, porque es necesario temer a la audacia de un tercer partido o de un enemigo nuestro, estando el pueblo tan inflamado. Ramón de Mella se prepara a ir para allá aunque nos dice que va para Saint Thomas y no conviene que te fíes de él, pues él es el único que en algo nos ha perjudicado nuevamente por su ciega ambición e imprudencia.9 Aquí se ha ordenado el ejercicio de la Guardia Nacional, y una tarde por haber salido de la línea un soldado el señor coronel Alfau le dio de fuetazos, pero se escapó de un bayonetazo milagrosamente y ha tenido el triste desengaño de verse acometido de casi todo el primer batallón y no ver más que a su hermano Abad en su defensa. A Juan Isidro Pérez y Pedro Pina que reciban todas las expresiones de cariño que podríamos hacerles si los viéramos y que no les escribimos por separado por falta de tiempo. Juan Pablo, volvemos a repetirte la mayor actividad, a ver si hacemos que el mes de diciembre sea memorable para siempre. Dios, Patria y Libertad Francisco Sánchez Vicente Celestino Duarte Nada más injusto que esta advertencia que se hace respecto de Ramón Mella, y por personas como Vicente Celestino Duarte y Francisco del Rosario Sánchez. Solo la justifica el estado de ánimo en que estos próceres se encontraban con las tribulaciones que trae todo estado de conspiración. Por otra parte, es de reconocerse que el temperamento de Mella y el de los Duarte y Sánchez eran diferentes, aquel era impetuoso, decidido, y si se quiere, a la verdad, imprudente, y como es natural muchas veces debió ser molesto a Vicente Celestino y Francisco, más reposados y prudentes. Sin embargo, las imprudencias de Mella, al menos dos, fueron, una de decidido amor a la causa de La Trinitaria, el trabucazo de la noche del 27 de febrero, la otra de afecto decidido hacia el Padre de la Patria, la proclamación de Duarte en el Cibao como presidente de la República. ¡Mella ambicioso! Solo una apasionada ceguedad del momento pudo dictar esta injusta aseveración. 9 Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 541 7. Cartas de Jacinto y Tomás de la Concha10 Santo Domingo, 15 de noviembre, año 1843. Mi querido socio y amigo: Si a ocuparme fuera en hacerle una circunstanciada relación de lo que ha padecido mi alma desde el momento fatal en que la bajeza de algunos conciudadanos nuestros fue causa de que Ud. abandonara el suelo que le vio nacer, dejando a sus buenos amigos entregados al dolor que necesariamente debía seguirse a tan inesperado acontecimiento, ciertamente que no me sería posible, supuesto el conjunto de encontrados afectos que asaltan sucesivamente a mi alma. Básteme solo decirle, que unidos por tan sagrados lazos como son los de la amistad, igualdad de sentimientos y deseos, nuestros padecimientos deben ser unos, solo con la diferencia que Ud. padece fuera de su país, lejos de su familia y amigos, y yo aún puedo disfrutar estos placeres; pero en cambio de ellos sufro el tormento de ver a cada instante a los indignos, dominicanos, que degradan a sus conciudadanos haciéndoles llevar, en los países extranjeros, la nota de indolentes y cobardes, nota que verdaderamente no pertenece sino a ellos exclusivamente. En fin, echemos un velo a todo lo pasado y ocúpenos solamente el porvenir. Este, así lo creo, debe hacer feliz a nuestra cara Patria. Dentro de poco… Yo creo debe hallarse en su poder una carta que le escribió F. S., este me ha encargado mucho le hable de él, porque tal vez no le escribirá en esta ocasión a causa de hallarse muy irritado, y el escribir le causa una notable alteración en su salud. Reciba muchas expresiones de mi hermano Tomás, y hágame el favor de dármeselas a Juan Isidro y Pina, tanto de parte de Tomás cuanto de la mía, y a más, dígameles que yo quisiera Esta carta también aparece con errores en las publicaciones citadas: línea 13, columna izquierda, página 101, dice ocupémonos solamente en el porvenir; debe decir ocúpenos solamente el porvenir; línea 28, dice, no me es posible, debe decir no me es imposible. 10 542 Carlos Larrazábal Blanco poder escribirles separadamente a cada uno, pero que en esta ocasión me es imposible porque el buque que debe llevar esta ha de salir esta noche, y ya son las seis de la tarde. Y Ud., querido amigo, no dude un punto de la sincera amistad que le profesa su invariable, Jacinto de la Concha Amigo querido: Acaba de darme Jacinto esta para entregar al señor Freites portador de ella, y deseando darte prueba de mi verdadera amistad (a pesar que tú no debes dudar un punto de ella), te hago estos cortos renglones, que a causa del lugar en que los hago van hechos con lápiz; estoy midiendo una madera, metido en un rancho, y aprovecho de la soledad del sitio. Juan Pablo amigo, cada día están las circunstancias más favorables a nuestros deseos, el sábado pasado en el ejercicio, pues ahora lo hace la Guardia Nacional, el coronel de esta, que ya sabrás es Felipe Alfau, le dio de fuetazos a un nacional, por haber este faltado; se armó a consecuencia de esto un desorden, de donde resultaron algunos heridos; pero el caso es que el infeliz nacional, que lo es Eugenio Contreras, está en la cárcel, y debe ser juzgado por un consejo, bien sea militar o especial, y nuestro coronel está muy tranquilo, pero ha causado tanto desagrado en el ánimo de todos los habitantes de este lugar esa acción, que aún los mismos negros dicen, que en tierra de negros no debe haber fuete. Baste decirte que estamos como jamás lo esperé (es decir, bien). Jacinto te dice lo bastante, a lo que me refiero. A mi compadre Juan Isidro que hoy a las doce del día vi a su mamá sin novedad, a Pina mil millones de expresiones, que espero en el Todopoderoso nos veamos pronto reunidos. (Lo que no dudo). Adiós, Juan Pablo, es y será siempre tu amigo, Tomás Concha Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 543 8. Carta de Pedro Alejandrino Pina. Dios, Patria y Libertad Curazao, 27 de noviembre de 1843. Señor Juan Pablo Duarte. Muy estimado amigo: Por las cartas que el amigo Freites le lleva, y que yo y nuestro muy estimado Pérez tuvimos la satisfacción de abrir, validos de la confianza que mutuamente nos hemos dispensado, como también de la seguridad que teníamos de que entre ellas venían cartas para nosotros: por esas cartas, repito, verá Ud. lo que ha progresado el partido duartista, que recibe vida y movimiento de aquel patriota excelente, del moderado, fiel y valeroso Sánchez a quien creíamos en la tumba. Ramón Contreras es un nuevo cabeza de partido, también duartista. El de los afrancesados se ha debilitado de tal modo, que solo los Alfau y Delgado permanecen en él: los otros partidarios, unos se han agregado al nuestro y los demás están en la indiferencia. El partido reinante le espera a Ud. como general en jefe, para dar principio a ese grande y glorioso movimiento revolucionario, que ha de dar la felicidad al pueblo dominicano; hágase acreedor a la confianza que deposita en Ud. Le esperamos por momentos. Pérez y yo conservamos intacto el dinero de nuestros pasajes, favor del señor Castillo, de suerte es que puede contar con dos onzas. La familia de Ud. está desesperada con las amenazas que sufre y con la enfermedad de don Juan. Si este pobre anciano no puede recobrar la salud, démosle al menos el gusto de que vea, antes de cerrar sus ojos, que hemos coadyuvado de todos modos a darle la salud a la patria. 544 Carlos Larrazábal Blanco El portador le instruirá de todo verbalmente. Un duartista. P. Alejdro. Pina P. D. Expresiones a Prudencio, a J. José, a Enrique y al maestro Nicolás.11 9. Carta de Juan Isidro Pérez a José Patín y Prudencio Diez. Curazao, noviembre 27 de 1843. Señores José Patín12 y Prudencio Diez, Caracas. Mis amantísimos: Supongo habrán ustedes recibido ya mis cartas de La Guaira anunciándoles mi partida de aquel puerto. Tuvimos una navegación pronta y feliz. Aún no nos habíamos desembarcado cuando supimos habían llegado de Santo Domingo las Lavastidas que van para La Habana. En efecto, tuvimos el gusto de ver estas compatriotas y saber de nuestras familias que nos escribieron con ellas. En conformidad con lo que les diga Freites,13 que es el conductor de esta, espero que ustedes venderán sus relojes, Juan Estos sujetos son Prudencio Diez, Juan José Blonda, Enrique Duarte Villeta y probablemente Nicolás Henríquez, firmantes del manifiesto de la Separación. 12 Prestó su contribución a los trabajos de la independencia. Viajaba a menudo a Venezuela. Nació alrededor de 1789. Se unió a Ramona Aguiar, cuya hija Francisca casó en 1853 con Miguel Telésforo Camarena Guerrero. Casó con Teresa Alberti, sus hijas: Amalia, casó en 1867 con José María Pichardo Betancourt; Josefa, casó con Miguel Sardá Román. De estos troncos proceden las familias actuales Castro-Sardá, Pichardo-Marchena, Patín-Pichardo, Camarena-Didiez, etc. 13 Buenaventura Freites asistió a la Puerta del Conde la noche del 27 de febrero. Era venezolano. Sufrió expatriación por parte de Santana. 11 Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 545 Pablo el suyo y su cadena, mi paisano Mariano las hebillas de los breteles, pudiendo contribuir con más, a fin de que no deje Juan Pablo por falta de dinero de marcharse inmediatamente a verse con su familia. ¡Así lo exige el honor! No puedo menos que insertar aquí la noticia de la gravedad del padre de Duarte,14 y de la hermana Rosa, me lo ha escrito mi familia. Así, señores, ¿para cuándo se reservan los sacrificios? No me detengo en encarecer esto porque ofendería demasiado, pero no puedo resistir y decirles que el expreso debió haberse puesto cuando lo propuse. Don José Diez15 también está muy malo. Dicen que la pena de ver atropelladas las hermanas de Duarte está acabando con él. Por ahora ustedes tengan la bondad de decir a todas las mujeres que nos dispensen, pues tenemos mucho que tramar y que reflexionar… Yo no pienso ir al Norte, y he resuelto quedarme aquí aguardando a Juan Pablo, en la inteligencia que si no vuela no me encuentra aquí. Compatriotas, espero en ustedes. Juan Pablo puede conseguirse dinero prestado, pues tiene finca en Santo Domingo. Tengo mucho que escribir y tengo la cabeza caliente. Adiós, Jn. I. Pérez P. D. Paisano Patín, nuestro paisano Núñez es bueno, tengo el mejor concepto de él, y estoy seguro que facilitará a Juan Pablo El padre de Duarte había muerto dos días antes de la fecha de esta carta, el 25 de noviembre. Publicó copia de la partida civil de defunción, por primer vez, el licenciado Máximo Coiscou Henríquez en la revista La Opinión, No. 88. 15 Es José Cupertino, hijo de Antonio Diez y Rufina Jiménez, nació en El Seibo el 21 de septiembre de 1791. Se dedicó al comercio en Santo Domingo, durante la dominación haitiana fue miembro del Consejo de Notables (Ayuntamiento) (1838). En la República fue administrador particular de Hacienda de la Capital, 1856. 14 546 Carlos Larrazábal Blanco todo lo que necesite para su traslación. Prudencio, E. Acosta, Justo Reyes, Luis Correa y otros también son filántropos. Vale. III LA INDEPENDENCIA 10. Llamamiento hecho por la Junta Central Gubernativa a Juan Pablo Duarte, Pedro Alejandrino Pina y Juan Isidro Pérez16 Dios, Patria y Libertad República Dominicana Santo Domingo y marzo 2 de 1844 y lº de la Patria La Junta Central Gubernativa de la República A nuestros compatriotas Juan Pablo Duarte, Pedro Pina y Juan Isidro Pérez. Compañeros: El día 27 de febrero último llevamos al cabo nuestros proyectos. Triunfó la causa de nuestra separación por la capitulación de Desgrotte con todo su distrito. Azua y Santiago deben a esta hora haberse pronunciado. El amigo Ravelo,17 portador de la presente, les dará amplios detalles de lo sucedido, y se (¿entenderá?)… para… del armamento… fletado el buque Eleonore. Esperamos que tan pronto como llegue ese buque a Curazao procurarán que su despacho se haga tan pronto como Este documento está roto en varias partes. Se han intercalado letras o palabras para completar el sentido, cuando no, hemos puesto puntos. 17 El trinitario Juan Nepomuceno Ravelo. 16 Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 547 sea posible para tener el imponderable gusto de abrazarnos. Y… porque se necesitan por temor de una invasión. Felicidad. Bobadilla. M. R. Mella. Echavarría. Félix Mercenario. C. Moreno. El secretario de la Junta, S. Pujol. El jefe de operaciones militares interino, Fco. Sánchez. Aunque está la oblea rompida fuimos nosotros mismos. Mella y Sánchez 11. Carta de Silvano Pujol a Juan Pablo Duarte, Juan Isidro Pérez y Pedro alejandrino Pina. Dios, Patria y Libertad República Dominicana Carísimos amigos y compatriotas: Recibid con Ravelo el beso más dulce de la más entrañable amistad y jurad odio eterno a la haitiana gente desde la cuna que os meció hasta los confines de Siberia: Somos libres y marchamos a la Frontera a imponerles el pavor. Que tiemblen ahora y experimenten con rubor nuestra generosidad. Suyo ad eternitatem. S. Pujol, y como lo deseaba siempre nuestro Juan Isidro, secretario del Gobierno Provisional.18 Silvano Pujol fue activo separatista, firmó el Acta de Independencia del 16 de enero de 1844 y estuvo la noche del 27 de febrero en la Puerta del Conde. Fue hijo de Vicente Pujol y Manuela Quintanó; nació alrededor de 1823; en 1842 casó con Isabel Hernández, enlace que tuvo varios hijos: Manuela, nació en 1843, murió en 1863; Miguel Silvano, nacido en 1851, casó con María Chico; Isabel María, nació en 1854; Elvira, nació en 1856, murió en 1870; Vicente, nació en 1857. Viudo, contrajo segundas nupcias con Pilar Ortega Molina, enlace que tuvo estos hijos: Lucía, nació en 1863 y murió en 1864; Silvano, nació en 1855, casó en 1888 con Altagracia Íñiguez; 18 548 Carlos Larrazábal Blanco A Juan Pablo, Juan Isidro y Pedro Pina Curazao. 12. Comunicación de la Junta Central Gubernativa donde se dispone que el general Juan Pablo Duarte preste sus servicios en el Ejército del Sur Dios, Patria y Libertad República Dominicana Santo Domingo, marzo 21 de 1844 y lº de la Patria. LA JUNTA CENTRAL GUBERNATIVA Al general de brigada Juan Pablo Duarte, comandante del Departamento de Santo Domingo y miembro de la misma corporación. Compañero y amigo: Siendo de necesidad en la armada expedicionaria del Sud, que además del jefe expedicionario general Santana, haya otro oficial superior que pueda reemplazarlo en caso de falta y que le ayude y coopere con él a la defensa de la Patria en la agresión que nos han hecho los haitianos, usted se dispondrá a marchar inmediatamente para el cuartel general con la división que sale hoy bajo sus órdenes, y se pondrá de acuerdo con dicho general Santana para todas las medidas de seguridad y defensa, procurando que sean en armonía con nuestra resolución de ser libres o morir y según los principios que hemos proclamado. Saludamos a Ud. afectuosamente, El presidente de la Junta, Bobadilla. C. Moreno. Félix Mercenario. Valverde. Medrano. Caminero. Abreu. S. Pujol. Miguel, casó con Altagracia Almarant; Emilio casó con Ana Fernández. Silvano Pujol vivió muchos años dedicado al magisterio primario. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 549 13. La Junta Central Gubernativa ordena al general Duarte su regreso a Santo Domingo. Dios, Patria y Libertad República Dominicana Santo Domingo, 4 de abril de 1844 y lº de la Patria LA JUNTA CENTRAL GUBERNATIVA Al general de brigada Juan Pablo Duarte. Compañero y amigo: Al recibo de esta se pondrá usted en marcha con solo los oficiales de su Estado Mayor para esta ciudad donde su presencia es necesaria, avisándoselo al general Santana. Saludamos a usted afectuosamente, El presidente de la Junta, Bobadilla. Echavarría. Fco. Sánchez. Delorve. Jimenes. Pujol. Sobrescrito: Servicio. Al general de brigada Juan Pablo Duarte en el Cuartel General de Baní. De la Junta Central Gubernativa. 550 Carlos Larrazábal Blanco 14. Cuenta que presenta el general Juan Pablo Duarte a la Junta Central Gubernativa19 Debe el general Duarte C/C con el Erario Público. (DEBE): Pesos mil que le fueron entregados para gastos de la División de Baní...........$1.000.00 HABER: Marzo 23 Gastado en Haina (a)............................... 1.00 Pitanza o sean raciones para el Estado Mayor y agregados a él, desde su salida de Santo Domingo hasta su vuelta (14 hombres sin contarse a él mismo)...............................................39.12 Un peso de papel blanco......................... 1.00 A ocho militares para pan o bastimento. 1.00 Al sargento Caprí (b) una ración atrasada...................................................... 0.50 Maíz........................................................... 2.00 Al Bn. Castillo, gratificación por su buen comportamiento para con los habitantes, sin estar racionado..........10.00 1 lata aceite almendras (c)....................... 1.50 Este documento ha sido publicado con variantes, véanse «Duarte en campaña», artículo periodístico de ahora años por Leonidas García, y «Duarte» por don Federico Henríquez y Carvajal, 1944, que traen versiones idénticas: a. en las variantes citadas dice: «por gastos hechos en el camino». b. variante: «al sargento Capriles». Ambos apellidos existían. c. en vez de esta partida, esta otra: «al comandante Rafael que estaba enfermo, para alimentos». d. «1 quintal de azúcar». e. «al coronel Pedro Alejandro Pina». Hay otros variantes de poco valor. 19 Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos Plátanos para racionar las tropas............. 2.00 Id… Id… Id…........................................... 6.00 Un novillo Id… Id…................................20.00 ½ quintal azúcar (d)................................. 4.00 4 platos de hoja de lata ............................ 4.00 Al comandante Pina (e) a cuenta...........50.00 2 cueros para las cajas .............................. 1.00 En velas...................................................... 3.38 Al capitán Martín Girón enfermo...........16.00 A Ramírez, miembro de la Central.........10.00 Entregados al Tesoro.............................. 827.00 551 $173.00 $1.000.00 Visto bueno por la Sección de Hacienda habiéndose entregado en el Tesoro los ochocientos veinte y siete pesos que fueron devueltos. Casimiro. J. Tomás Medrano. Jimenes. Bobadilla. Echavarría. Félix Mercenario. (ANEXO): Recibí del general Duarte, la suma de ochocientos veinte y siete pesos, para ser entregados en la Tesorería de esta Ciudad. (12 abril 1844) M. Lavastida 552 Carlos Larrazábal Blanco 15. Convocatoria de la Comisión Militar. Dios, Patria y Libertad República Dominicana No. 65 Circular Santo Domingo y mayo 11 de 1844 y lº de la Patria JUAN PABLO DUARTE General de brigada, comandante del Departamento de Santo Domingo A los miembros que componen la Comisión Militar. Compañeros y amigos: Para las tres de esta misma tarde es menester que ustedes se encuentren en la oficina de este Departamento así para firmar lo acordado en esta misma mañana como para deliberar sobre otras cuestiones importantes. Dios guarde a ustedes muchos años. Duarte J. P. Duarte, general Ml. Jimenes, general Fco. Sánchez, general J. Puello, coronel T. Mañón, comandante. Jimenes. Toribio Mañón. Fco. Sánchez. Joaquín Puello. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 553 16. La Junta Central Gubernativa responde a Duarte respecto de su ofrecimiento de ir a Santiago a prestar servicios a la Patria. Dios, Patria y Libertad República Dominicana Santo Domingo, 15 de mayo de 1844. Al general Juan Pablo Duarte Comandante del Departamento de Santo Domingo. Compañero y amigo: Hemos recibido su carta de usted, fecha del 10 del presente, en que manifiesta el deseo de ir a Santiago para prestar sus servicios a la Patria, en la expedición que debe salir de ese lugar, para San Juan y los demás pueblos de esa parte, por el camino de Constanza. El Gobierno da a usted las gracias, por este ofrecimiento patriótico, y creyendo sus servicios en este Departamento más útiles, espera que usted continúe en su puesto en el ejercicio de las funciones que se le han confiado. Saludamos a usted afectuosamente, El Presidente de la Junta, Bobadilla. Echavarría. C. Moreno. J. Tomás Medrano. Jimenes. Valverde. El Secretario de la Junta, S. Pujol. 17. Petición de la oficialidad de Santo Domingo a la Junta Central Gubernativa y nombramiento de general a favor del coronel Joaquín Puello. Dios, Patria y Libertad República Dominicana 554 Carlos Larrazábal Blanco LA OFICIALIDAD DEL EJÉRCITO DE SANTO DOMINGO A la Junta Central Gubernativa. Compañeros y amigos: Atendiendo al mérito conocido de los generales Duarte, Sánchez y Mella y al celo que manifiesta en el desempeño de su encargo el coronel Joaquín Puello, hemos convenido en pedir a la Junta Central: que el primero sea elevado al grado de General de División, Comandante en jefe del Ejército, y creemos no ser injusta esta promoción, pues ha sido el hombre que desde muchos años está constantemente consagrado al bien de la Patria, y por medio de sociedades, adquiriendo prosélitos y públicamente regando las semillas de separación ha sido quien más ha contribuido a formar ese espíritu de libertad e independencia en nuestro suelo, en fin él ha sufrido mucho por la Patria, y su nombre fue invocado inmediatamente después de los nombres Dios, Patria y Libertad; siempre considerado como el caudillo de la revolución. Verdad es que en el momento del pronunciamiento no estuvo con nosotros, pero eso prueba que más encarnizada fue la persecución que hubo contra él; el tiempo de su expatriación lo empleó en solicitar auxilio para la Patria, pero necesario era que antes hubiese un pronunciamiento, y no pudo conseguir lo que anhelaba. El segundo, el constante y valeroso general Sánchez, que desde un estrecho aposento vencía todas las dificultades que se presentaban para la consecución de la noble empresa y que se puso a la cabeza de los bravos del 28 de febrero, junto con los beneméritos Jimenes, Mella y Puello, queremos sea elevado al grado de General de División. El general Mella, cuyas disposiciones para la guerra son conocidas y cuya consagración a la causa le ha sido tan favorable, que también sea elevado al grado de General de División. El mismo grado merece el muy distinguido general Villanueva. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 555 Por último, el coronel Joaquín Puello, públicamente adherido a la revolución y cuyo celo en el desempeño del mando de la plaza merece un ascenso por premio, queremos sea elevado al grado de General de Brigada. También pedimos a la Junta: que tome providencia sobre la emisión de una corta cantidad de billetes para pagar las tropas, durante el tiempo que media para la reunión de la Constituyente, que dispondrá lo que convenga. Tal es el voto que la oficialidad somete a la Junta, y cuya aprobación espera. Nos suscribimos obedientes servidores de la Junta. Santo Domingo y mayo 31 de 1844 y lº. de la Patria.20 J. A. Acosta. R. Rodríguez. Feliciano Martínez. Eugenio Aguiar. W. Guerrero. Andrés Piñeiro. P. Valverde. P. Martínez. Eusebio Puello. Por Pedro Aguiar. Marcos Rojas. Cesáreo Prado. Salazar. Carlos García. José Parahoy. Antonio Díaz. Miguel Dezapes. Leandro Espinosa. Ventura Gneco. R. Echavarría. Pablo Miniel. Silvestre García. Vito Díaz. Barbarín Martínez. Jesús Arias. Pedro Díaz y Castro. Juan de Dios Díaz. J. A. Sanabia. Hipólito de los Reyes. Dionisio Rojas. Juan Erazo. Jacinto de la Concha. Pedro Celestino Fajardo. Santiago Barriento. Alexandre D. Batigni. Feliciano Berroa. C. Rodríguez. J. B. Alfonseca. Pedro Agapito. L. Deborde. M. Moscoso. Por José Girón, Ventura Gneco. Hipólito Darravite. Florencio Chacón. Manuel Ascención. A. Guillot. Fabián Ríos. Mauricio Brea. José Álvarez. Joseph Pupon. Pablo García. Troncoso. Salustiano (?) González. Francisco Garijo. Santo Domingo, 7 de mayo (sic) 1844 y lº de la Patria. Después de la presentación de este documento que denota un estado de ánimo favorable a los trinitarios, que no se supo o no se pudo aprovechar, se produjeron los acontecimientos del 9 de junio por los cuales se desconoció la Junta Gubernativa compuesta de afrancesados, anexionistas o proteccionistas, de conservadores de pura cepa, y se constituyó otra presidida por Sánchez. 20 556 Carlos Larrazábal Blanco Despáchesele al coronel Joaquín Puello el nombramiento de general de brigada en atención a los servicios y méritos que ha contraído después del pronunciamiento y respecto a que los generales Sánchez, Mella, Duarte y Villanueva han sido altamente recompensados de los servicios que han hecho a la causa de la Independencia, en circunstancias que era preciso combatir a nuestros enemigos; habiendo cesado por ahora las hostilidades, no ha lugar el aumento de grado que varios oficiales solicitan en su favor, reservándoseles mayor recompensa cuando el Gobierno definitivo esté legítimamente instalado; pues aquel atenderá a los constantes servicios que hagan a la causa pública, y la Junta declara que no nombrará en adelante más oficiales generales, para estar en armonía con los principios del Manifiesto del 16 de enero del presente año. En cuanto a la emisión que se solicita de papel moneda, atendiendo a lo que está dicho en el mismo manifiesto, y a que este asunto es de grande importancia y trascendencia pública, el Gobierno, que se ocupa en las medidas de sustituir otra moneda a la haitiana que está en circulación, acelerará la decisión que crea conveniente. El presidente de la Junta, Bobadilla. Caminero. C. Marcano. J. Tomás Medrano. Echavarría. Félix Mercenario. 18. Petición de retiro del sargento primero Federico María Leyba21 Este fue uno de los papeles que anduvieron, antes de ser debidamente guardado, muy a las manos por mesas o escritorios. El mismo Padre de la Patria, en funciones de tenedor de libros o de maestro de aritmética, tomó la carta de Leyba para hacer números en ella: hay sumas, restas, multiplicaciones, divisiones y reglas de tres, números, muchos números. Pero cayó también en manos de Rosa o Francisca la dicha carta en un día que era necesario hacer apuntes y balance de lo necesario para el diario sustento. Así se lee: 21 Carne..................................................... 2 maíz.................................................... 1½ papelón................................................. ½ Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 557 Dios, Patria y Libertad República Dominicana Al ciudadano Juan Pablo Duarte, General de Brigada de los Ejércitos de la República. General: Al oír resonar en mi Patria el sacrosanto grito de libertad; al ver a mis compatriotas volar presurosos de todas partes a incorporarse en las filas del ejército libertador destinado a disputar al enemigo la entrada en nuestro territorio, un impulso irresistible, hijo del entusiasmo patriótico, me hizo tomar las armas y contraer la obligación de perecer en la defensa de nuestros derechos, sin esperar más noble recompensa que la gloria y prosperidad de mi país. Hoy que ha pasado el peligro que amenazaba, creo de mi deber continuar mis ocupaciones anteriores a fin de estar en aptitud de ayudar a mi padre en el desempeño de las multiplicadas obligaciones que le impone el mantenimiento de una numerosa familia, y llenar así mis deberes como ciudadano y como hijo confiado, en que usted tiene el convencimiento de que yo no he tenido más interés que servir a mi país, ni más recompensa que la satisfacción de haber hecho cuanto ha estado a mi alcance por leña....................................................... ½ papas..................................................... ¼ sal¼ manteca y ajos.................................... 2¼ pan ..................................................... 1½ velas........................................................ 1 ........................................................ 7¼ Otro documento, que tampoco aparece en esta edición por no afectar directamente a Duarte, el Manifiesto de José Desiderio Valverde del 6 de agosto de 1858, sirvió de papel de apunte casero: 2 martes septte. pan....................................................... 20 café....................................................... 60 azúcar................................................... 20 maíz..................................................... 60 ....................................................... 160 558 Carlos Larrazábal Blanco conseguir este fin, espero que usted se servirá concederme mi retiro del servicio activo a reserva de volverle a tomar tan luego como el peligro de la Patria lo exija. Tengo el honor de saludar a usted respetuosamente en la Patria. Federico Ma. Leyba22 Santo Domingo, 27 de junio, 1844 y lº. de la Patria. 19. Representación de los oficiales del ejército de Santiago. Dios, Patria y Libertad República Dominicana Los jefes y oficiales del ejército del Norte a la Junta Central Gubernativa. Compañeros y amigos: Los escandalosos hechos, las medidas arbitrarias e ilegales adoptadas por el que se titula General Comandante del Distrito de Santiago, los insultos, amenazas y atropellamientos cometidos por este en la tarde de ayer mandando poner en la cárcel pública y entre bayonetas a los tenientes coroneles del Ejército Juan Jiménez y Gregorio del Valle, vilipendiando su honor y delicadeza de una manera vergonzosa, tratándolos peor que a Federico María Leyba, hijo de José María Leyba y Mónica Rodríguez, nació el 5 de febrero de 1828. El matrimonio Leyba-Rodríguez, efectuado en 1825, tuvo varios hijos además de Federico; Manuel Joaquín, el mayor, nació en 1826, murió en 1836; Ana Teresa, nació en 1829; Rafael María, el restaurador, nació en 1831; Narciso, nació en 1833; María de las Mercedes, nació en 1837. Federico Leyba figuró en la política y alguna vez se le llama «general». Fue diputado a la Convención Nacional de 1866, en representación de Puerto Plata, y en 1876 fue gobernador interino de esa misma provincia. Había figurado como restaurador. 22 Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 559 uno de los enemigos o traidores a nuestra Patria, han puesto en consternación a todos los habitantes y al ejército todo de Santiago y llenado de indignación (y de vergüenza) y de horror a todos nosotros, que somos igualmente ultrajados con semejante despotismo. La autoridad arbitraria del proscripto Riviére está sustituida en el general Imbert; en un hombre impotente para el mando; en un extranjero indigno de pisar nuestro territorio, y que es indudablemente la escoria de la sociedad. Él ignora el tratamiento que se merecen los oficiales de honor de nuestra República, entre los que contamos, con orgullo, a los ciudadanos Del Valle y Jiménez. Los atropelló impunemente y los insultó con ajos y otras expresiones que no debe proferir ninguna persona de alguna educación. Los jefes y oficiales que suscriben no pueden ver con indiferencia este escandaloso proceder, puesto que el señor Imbert trata de sumergirnos en otro yugo mil veces más atroz que el que hemos sacudido. Hoy los ha atropellado a ellos, mañana lo hará con nosotros, y todo jefe, todo hombre, todo ciudadano tiene derecho a que se le respete. ¿Qué delito han cometido nuestros compañeros Del Valle y Jimenes? ¿Por qué si eran criminales no se les manifestó la causa de su bárbaro arresto en un castillo, cual si fuesen ladrones y asesinos? ¿Por qué cuando se les pone en libertad, no se dice al pueblo, que los ha visto prender con bayonetas, que están inocentes? Público fue el ultraje que ellos y nosotros hemos recibido, y público debía haber sido el desagravio. Los oficiales que os dirigen la presente están resueltos a morir por sostener la bandera que se enarboló el 27 de febrero, pero no pueden soportar un solo día más que el mando del Distrito esté en manos del señor Imbert. Somos españoles, dominicanos y obedientes a las órdenes del Gobierno supremo, y pedimos en nombre del pueblo y del Ejército la pronta separación de este sujeto y su expulsión de Santiago, de otro modo, señores, no responderemos de la tranquilidad del país, que no ve en él sino un monstruo, que tiene presos a todas horas honrados ciudadanos por solo su capricho. Bastante prueba es la voz que ha esparcido por el pueblo que trataba de introducirse la esclavitud, para bajo este velo de infamia arrestar a dos jefes con 560 Carlos Larrazábal Blanco quienes tenía resentimientos particulares. Este bajo y mezquino proceder, la recomendación que hizo en su asqueroso papelucho de los servicios prestados por tres franceses a la Patria, sin hacer mención de los españoles, que tanto se distinguieron y que son más acreedores que él a la gratitud del Gobierno, y no pudiendo ver sin horror que las autoridades de Santiago se componen todas de franceses, sin haber un solo dominicano empleado, ni aun de escribiente, nos obligan a suplicar a esa Junta se digne poner un pronto remedio a tantos excesos, que estamos resueltos a evitar con la fuerza, si llegase el último extremo, a que esperamos no dará lugar esa Junta. Los comandantes Del Valle y Jiménez han merecido bien de la Patria, y con su injusta, arbitraria e infame prisión se han hecho más dignos de nuestra amistad y han contraído un nuevo mérito con el Gobierno, que tantos y tan señalados servicios les debe. Santiago, 13 de junio y lº. de la Patria.23 Teniente coronel Nicomedes Thabares. El comandante del Distrito de La Vega, M. Megía. El ayudante mayor de la Guardia Nacional, Pedro Fernández. El coronel de la División de La Vega, T. Ramírez. Por el capitán Vicente de los Santos, José Florentino Rodríguez. El capitán S. de Noa. Comandante comisario de Guerra, Félix Soza. Teniente de Policía F. Ramírez. El capitán ayudante mayor José Reynoso. El teniente coronel Juan Álvarez. El alférez de artillería Carlos Monción. El capitán Pedro Concepción. El comandante J. Durán. El comandante del Cotuí, Salvador Monclús. Ayudante del Cotuí, Basilio Gavilán. El capitán de artillería Esteban Adame. Por el alférez Fernando Paredes. Pedro Bonifacio. El capitán habilitado de La Vega, J. B. Garrido. El comandante de la Este documento no es sino hijo de la propaganda duartista de Mella en el Cibao, hecho del cual tampoco se sacó buen partido. Los agredidos por la autoridad de Imbert son dos distinguidos febreristas: Gregorio del Valle y Juan Evangelista Jiménez, sin embargo, no parece, sino que los juicios que se hacen alrededor del ilustre vencedor del 30 de Marzo son injustos y excesivos. El tono del documento muchas veces pierde en fuerza moral y se hace indigno de la causa que defiende. 23 Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 561 División del Cotuí, J. Eufemio Hernández. Por el teniente Seferino González, Anselmo Mártir (?). El comandante de la Plaza y común de la Sierra, B. Aybar. El capitán de Lanceros del Cotuí, Manl. Cruz. Comandante Fernando Sepeda. El alférez de caballería Luis … Lope (?). Por el capitán Jacinto Ortega. Por el capitán Domingo Rodríguez. Por el capitán Toribio Hernández. El capitán Julián Pérez. El alférez Nicolás Adames. El capitán de Caballería de Mao, Bernardo Rodríguez. 20. Nombramiento de Delegado en el Cibao, expedido al general Juan Pablo Duarte Dios, Patria y Libertad República Dominicana Santo Domingo, 18 de junio de 1844, año lº de la Patria. LA JUNTA CENTRAL GUBERNATIVA Al general Juan Pablo Duarte, miembro de la Junta Central Gubernativa. Compañero y amigo: Por una deliberación de la Junta Central Gubernativa ha resultado: que usted debe rendirse a los departamentos del NordEste para que a nombre del Gobierno de la República y representándola, pueda intervenir en las discordias intestinas y restablecer la paz y el orden necesarios para la prosperidad pública. Usted procurará siempre que no se haga imposible, por razones que no están al alcance del Gobierno, proceder a la elección o restablecer los cuerpos municipales atendiendo a que se le anunció a los pueblos, por el manifiesto y por un decreto subsecuente, el sostenimiento de las autoridades que existían antes de la revolución. 562 Carlos Larrazábal Blanco Sabiendo la Junta Central la oposición que hubo al principio contra la delegación de los señores Delorve, Rocha y Pedro de Mena, y vistas las circunstancias, primero: que la Junta tiene necesidad de que esté en su seno el señor Delorve, miembro central del Departamento de Santiago, para que en compañía de los demás venga a dirigir los negocios del Estado. Segundo: que atendiendo a la carta del general Matías Ramón Mella que escribió a la Junta, con fecha 18 de mayo, tememos, que por consecuencia de los agravios pasados y existiendo tal vez los motivos que ocasionaron los primeros, vuelvan a reiterarse las controversias pasadas, y habiendo sido insuficiente la presencia de los mencionados delegados para contener los disturbios, habiendo sucedido al contrario, que su presencia produjera una contienda muy desagradable al Gobierno por haber sido entre hombres de tanta responsabilidad. Hemos determinado, que la delegación de los señores Delorve, Rocha y Pedro de Mena, habiendo cumplido, como debe haberlo hecho a esta fecha, con su primer encargo, se restituya a Santo Domingo, donde hace notable falta, y que usted a nombre del Gobierno, como queda dicho, corrija los abusos y enmiende los trastornos que existan y puedan existir, dándole cuenta exacta y continuada de todas sus operaciones. Saludamos a usted con consideración, El Presidente de la Junta, Fco. Sánchez. J. M. Ramírez. Félix Mercenario. Jimenes. P. A. Pina. Medrano. S. Pujol. 21. Comunicación de los delegados en el Cibao Pedro Ramón de Mena y Domingo de la Rocha Dios, Patria y Libertad REPÚBLICA DOMINICANA Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 563 Santiago y julio 1 de 1844, año lº de la Patria. Al señor general Juan Pablo Duarte, miembro de la Junta Central y su delegado en esta parte. Señor general: Quedamos impuestos de la carta orden de la Junta Central, que Ud. se sirve acompañar a su nota de ayer, en la que se nos previene cesar en las funciones de delegados que ejercíamos; y en su cumplimiento, damos por terminada desde hoy nuestra misión. Lo que participamos a usted, en respuesta a su mencionada nota de hoy, suscribiéndonos sus atentos servidores.24 Mena Rocha 22. Inventario del archivo de la delegación Mena, Del Orbe, Rocha Inventario de los documentos y otros papeles que componen el archivo de la delegación cesante de que eran miembros los señores coronel Pedro Ramón de Mena, José Ramón Del Orbe y Domingo de la Rocha, el cual se forma hoy para hacer entrega de él al señor comandante general de este Distrito de Santiago, por orden expresa del señor general Juan Pablo Duarte, actual delegado de la Junta Central. A SABER: Números: 1 1 Un legajo de treinta y siete comunicaciones, cuyas fechas comprenden los meses de mayo y junio último. No parece sino que esta comisión, entre otras cosas, no hacía sino labor santanista, al menos, que se sepa, la hacía Pedro Ramón de Mena. 24 564 Carlos Larrazábal Blanco 2 1 Un cuaderno copiador de oficios con cuarenta y seis comunicaciones en diez y ocho fojas útiles. 3 1 Un ídem copiador de las alocuciones hechas por la delegación con cuatro fojas útiles. 4 1 Un ídem en que están anotados los acuerdos hechos por la comisión en Puerto Plata con una foja útil. 5 1 Un ídem en que constan las resoluciones o providencias que han recaído a varias representaciones, dirigidas a la delegación con dos fojas útiles. 6 1 Un legajo de procesos verbales con dos documentos que tienen referencia a uno de dichos procesos sobre los negocios de La Vega. 7 1 Un oficio del señor general comandante general del Departamento de Puerto Plata con un estado que acompaña de las promociones de grados militares hechas en su Departamento. 8 1 Un ejemplar del decreto expedido por la Comisión en Puerto Plata con fecha 15 de junio último. 9 1 Una representación del señor Ramón Torres vecino de Moca, sobre la que no recayó providencia alguna por no estar la concesión de su pedimento en las facultades de la delegación. 10 1 Una cuenta general del ingreso y egreso de la Administración de Hacienda de Puerto Plata en el ejercicio del señor Pichardo hasta 31 de mayo último. 11 1 Una nota de observaciones que dio la Administración General de Hacienda en Santo Domingo sobre las cuentas anteriores que rindió la de Puerto Plata. 12 1 Un legajito de decretos impresos de la Junta Central Gubernativa. 1 Una media resma de papel común de escribir. 2 Dos manillas de papel fino de cartas. 13 1 Un estado de la situación de caja del Tesoro de Puerto Plata hasta el 15 de junio. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 565 NOTA: Que los comprobantes que justifican la cuenta ren- dida por el señor administrador Pichardo no se tienen actualmente aquí y se esperan por momentos de Puerto Plata, donde quedaron por olvido en el armario de la Secretaría. Santiago, julio 5 de 1844 y lº. de la Patria Dominicana. Mena 23. Comunicación del general Francisco Antonio Salcedo al teniente coronel Manuel Mejía, comandante de La Vega Dios, Patria y Libertad REPÚBLICA DOMINICANA Cuartel General de Santiago, 20 de julio de 1844 y lº de la Patria FRANCISCO ANTONIO SALCEDO General de Brigada, comandante de la 2ª. División del Ejército Expedicionario en las fronteras del Nordeste. Al teniente coronel Manuel Mejía, Comandante de la plaza y común de La Vega. Hermano y amigo: Ya va el general José María Imbert a tomar el mando de La Vega, yo me quedé aquí hasta ahora a las órdenes del presidente Duarte;25 no hay novedad ninguna, solo le diré que los malva Como resultado de las actividades del decidido Ramón Mella, se hizo la proclamación de Duarte como presidente de la República. La manera de pensar del Fundador se puede colegir de su carta de fecha 20 de julio escrita a los habitantes de Puerto Plata, una de las mejores piezas salida de su pluma. Aparece en los Apuntes de Rosa Duarte. ¡Imprudencias de Ramoncito! diría en el seno de la confianza Francisco del Rosario Sánchez. 25 566 Carlos Larrazábal Blanco dos que pretendían conspirar contra nuestra bella República Dominicana están presos y muy seguros. Daré a usted la buena nueva que el lunes sale la tropa de La Vega para su ciudad, y escríbame siempre a fin de saber de usted. Reciba mis expresiones finas y de todo mi Estado Mayor. Dios guarde a usted muchos años. Franco. Ant. Salcedo Aposdata. Memorias al Padre Peña y démele comunicación de esta. 24. Exposición que del Cibao trajeron a la Junta Gubernativa Domingo Mayol y Juan Luis Franco Bidó, enviados de Ramón Mella26 ………………………………………………………......................... ……………………………………………......................................... «He determinado nombrar una comisión compuesta del coronel Mayol y del comandante Juan Luis Franco Bidó, para que en nombre y representación de los pueblos del Cibao exponga a No es del momento discutir la conveniencia de este movimiento y si fue o no imprudente, pero es bueno advertir que en la historia las imprudencias y los imprudentes tienen su lugar, son necesarios, y que si el fracaso llega, al menos se salvan los conceptos. Bajo el manto de prudencia suelen esconderse juntos cobardía e indiferencia, conformismo y acomodo personal, y mientras tanto… sigue en marcha la procesión. El 4 de julio debía ser fecha de gran júbilo cívico en el Cibao, que demostró ese día, y con el hecho de la proclamación, estar dispuesto a seguir al Padre de la Patria en sus ideales, contrario a lo que aconteció en la Capital, que como tal, luego es fácil que en ella, aves de rapiña venidas de otras partes hagan sus nidos junto a los ya formados por las que allí normalmente se dan. 26 El documento que corresponde en este lugar formaba parte del presente Archivo, pues aparece catalogado en la lista que prepararon las hermanas Duarte, pero, parece se extravió en manos del doctor Ponce. Pero como este documento, en su parte esencial, aparece, en el manifiesto de la Junta Central Gubernativa, que con ligeras variantes está publicado en Clío, 1936, por don Emilio Tejera y en Documentos para la historia dominicana de 1944, publicación de E. Rodríguez Demorizi, de aquí lo sacamos para llenar el vacío producido. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 567 la Junta sus necesidades, sus exigencias y la justicia con que me he dirigido al Gobierno por el bien y felicidad de mi Patria. También manifestarán a ustedes que los pueblos y el ejército del Norte, ansiando por un gobierno definitivo han proclamado presidente de la República Dominicana al general Duarte, con la condición de que salve al país de la dominación extranjera, y que convoque la constituyente y remedie la crisis de la hacienda pública. «Estos pueblos desearían que esa pequeña parte de la República conociese como ellos el justo motivo que les impelía a tomar esta medida para que ni siquiera haya una divergencia de opinión. «Mañana mandaremos los procesos verbales de los pueblos y del ejército sobre la presidencia del general Duarte». ………………………………………………………......................... ………………………………………………………..............……... 25. Pasaporte extendido a Juan Pablo Duarte27 Dios, Patria y Libertad REPÚBLICA DOMINICANA Santo Domingo y septiembre 10 de 1844 y lº. de la Patria LA JUNTA CENTRAL GUBERNATIVA No. 48 Permite libre y seguro pasaporte al señor Juan Pablo Duarte para que pase a Hamburgo en el primer buque que se presente. La reacción de la Junta Gubernativa santanista a los acontecimientos del Cibao no podía esperarse mucho tiempo. A estos hechos siguieron prisiones, manifiestos insultantes; Duarte y los suyos declarados traidores a la Patria, la expulsión de todos. Después el silencio de los buenos, la indiferencia de los neutrales, la «firmomanía» en plena colaboración, hicieron lo demás. Una vez dijo Duarte: «y mientras tanto se agita y bulle el malo ¿qué hace el bueno?…» 27 568 Carlos Larrazábal Blanco El Presidente de la Junta y jefe supremo militar, Pedro Santana. Rudecindo Ramírez. Félix Mercenario. Toribio L. Villanueva. J. Tomás Medrano. Bobadilla. N. Linares. Jimenes. Folio vuelto: 320008 …(ilegible) St. Thomas ………………………………………(ilegible) Hambug den 9 Novbr. 44 Dis Polizei-Behorde für I. A. ……..…(ileg.) Polizei……….… (ileg.) ……………………………………(una firma ilegible) Hay un sello circular con escudo en el medio cuya leyenda es: Hamburger Polizei Behorde. 26. Orden de expulsión extendida a la familia de Duarte Dios, Patria y Libertad REPÚBLICA DOMINICANA Sección de Policía No. 20 Santo Domingo y marzo 3 de 1845 y 2º de la Patria MANUEL CABRAL BERNAL Secretario de Estado del Despacho del Interior y Policía A la señora Manuela Diez Presente. Señora: Siéndole al Gobierno notorio por documentos fehacientes que es a su familia de usted una de aquellas a quienes se le dirigen del Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 569 extranjero planes de contrarrevolución e instrucciones para mantener el país intranquilo, ha determinado enviar a usted un pasaporte para el extranjero, el que le acompaño bajo cubierta a fin de que a la mayor brevedad realice usted su salida con todos los miembros de su familia, evitándose el Gobierno de este modo de emplear medios coercitivos para mantener la tranquilidad pública en el país. Dios guarde a usted muchos años. Cabral Bernal 27. Proyecto de Ley Fundamental.28 (Fojas 1ra., 2da., 3ra.) PROYECTO DE LEY FUNDAMENTAL DIOS, PATRIA Y LIBERTAD Nos, los infrascritos, nombrados por los pueblos, representantes legítimos de la Nación Dominicana, reunidos en augusta Asamblea Legislativa, en el nombre de Dios, Supremo Autor, árbitro y regulador de las naciones, y en uso de las facultades que para ello se nos han conferido, visto el proyecto de Ley Fundamental sometido a nuestra consideración por … hemos adoptado y decretamos la siguiente Constitución del Estado. Capítulo 1º. De la Ley Art. 1º. Ley es la regla a la cual deben acomodar sus actos, así los gobernados como los gobernantes. Este Proyecto de Ley Fundamental apareció publicado en el No. 164 de Letras y Ciencias en 1899. En Clío en 1935, con motivo del trabajo de ingreso en la Academia de la Historia del licenciado Emilio Rodríguez Demorizi, que toca en dicho trabajo el Proyecto aludido. Materialmente consiste este documento en un cuadernillo formado con hojas de papel azul marca «Bath» doblados por la mitad, en la dirección de su ancho, cosidas con hilo negro, que hacen un total de diez fojas pequeñas. Casi todas las fojas están cruzadas por rayas diagonales, unas que comprenden la foja entera, otras solo parte de ella. No aparecen estos testados en las fojas 4ta. y 5ta., pero vuelven a aparecer en la 10 y última. 28 570 Carlos Larrazábal Blanco Art. 2º. Para que esta regla merezca el nombre de Ley Dominicana y deba, por tanto, ser acatada y obedecida como tal, es necesario que en la forma que esta Constitución prescribe sea: 1º. propuesta por autoridad a quien ella acuerde ese derecho; 2º discutida, adoptada y decretada por el Congreso Nacional (de que se hablará más adelante) como se explicará en su lugar; y 3º sancionada y promulgada por el Poder Ejecutivo, según y como se establece en esta misma Ley Fundamental. Art. 3º. Los tratados internacionales, para que deban ser tenidos por ley internacional deben, además, y antes de su sanción y promulgación por el Poder Ejecutivo, ser ratificados por el Gran Consejo Nacional de que se hablará después. Art. 4º. Las ordenanzas municipales, para que tengan fuerza de ley en sus respectivos grandes municipios, deben ser aprobadas por el Congreso Nacional, cual se dirá en la 2ª. parte de esta Constitución, cuando se trate del Fuero Municipal. Art. 5º. Los acuerdos, reglamentos, etc., de las autoridades, tanto nacionales como municipales o locales tendrán fuerza de ley siempre que el dictarlas esté en el círculo de sus atribuciones y no extralimiten sus facultades. Art. 6º. Siendo la Independencia Nacional la fuente y garantía de las libertades patrias, la Ley suprema del Pueblo dominicano es, y será siempre su existencia política como Nación libre e independiente de toda dominación, protectorado, intervención e influencia extranjera, cual la concibieron los fundadores de nuestra asociación política al decir (el 16 de julio de 1838) DIOS, PATRIA Y LIBERTAD, REPÚBLICA DOMINICANA, y fue proclamada el 27 de febrero de 1844, siendo, desde luego, así entendida por todos los Pueblos, cuyos pronunciamientos confirmamos y ratificamos hoy; declarando además que todo gobernante o gobernado que la contraríe, de cualquier modo que sea, se coloca ipso facto y por sí mismo fuera de ley. Art. 7º. Toda ley no declarada irrevocable es derogable y también reformable en el todo o en parte de ella. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 571 Art. 8º. Para la derogación de una ley se guardarán los mismos trámites y formalidades que para su formación se hubieran observado. Art. 9º. Toda ley no derogada clara y terminantemente se considerará vigente; sin que valga el decir que «ha caducado o caído en desuso», ley que no haya sido derogada. Art. 10. La ley no puede tener, ni podrá jamás tener, efecto retroactivo. Art. 11. Ninguno podrá ser juzgado sino con arreglo a ley vigente y anterior a su delito; ni podrá aplicársele en ningún caso otra pena que la establecida por las leyes y en la forma que ellas prescriban (12 bis). Art. 12. Lo que la ley no prohíbe, ninguna persona, sea o no sea autoridad, tiene derecho a prohibirle (véase Art. 12 bis). Art. 13. A la voz de «favor a la ley» todo dominicano, sea o no sea autoridad pública, está obligado a acudir al socorro del que invocó el favor de la ley, so pena de ser castigado por su omisión según y como lo dispongan las mismas leyes. Art. 14. Y con mayor razón si el que invocare el favor fuere agente público, todo transeúnte está obligado a prestarle mano fuerte so pena de ser castigado como ya se ha dicho. Art. 15. La ley es la que da al gobernante el derecho de mandar e impone al gobernado la obligación de obedecer; por consiguiente, toda autoridad no constituida con arreglo a ley es ilegítima y por tanto no tiene derecho alguno a gobernar ni se está en la obligación de obedecerla. De la Nación dominicana y de los dominicanos Art. 16. La Nación dominicana es la reunión de todos los dominicanos. Art. 17. Debiendo ser la Nación dominicana, como se ha dicho en el Art. 6º, siempre libre e independiente, no es ni podrá ser jamás parte integrante de ninguna otra nación, ni patrimonio de familia ni de persona alguna propia y mucho menos extraña. 572 Carlos Larrazábal Blanco Art. 16. (sic) La ley así como le niega a la autoridad ilegítima la soberanía inmanente, que es la que regula los negocios domésticos, le niega también al transeúnte, que es la que representa a la Nación en su correspondencia con los otros Estados; y por consiguiente todo tratado o pacto celebrado por esta autoridad ilegítima es nulo y en ninguna manera obligatorio para la Nación aun cuando lo en él estipulado no hubiera salido de la esfera de las facultades cometidas por las leyes a la autoridad legítima. De la Nación dominicana Art. 17. (sic) La nación dominicana es la reunión de todos los dominicanos. Art. 18. La Nación dominicana es libre (Art. 6º) e independiente y no es ni puede ser jamás parte integrante de ninguna otra potencia, ni el patrimonio de familia ni persona alguna propia ni mucho menos extraña. Art. 19. La soberanía dicha inmanente (Art. 16º.) y la transeúnte, reside esencialmente en la Nación; es inadmisible y también inajenable aun para la misma Nación, que usando de ella no acuerde a sus delegados (que son el Gobierno legítimo), sino el derecho de su ejercicio para gobernar en bien con arreglo a las leyes y en bien general de los asociados y de la Nación misma. Foja 4ta. Art. 20. La Nación está obligada a conservar y proteger por medio de sus delegados y a favor de leyes sabias y justas la libertad personal, civil e individual, así como la propiedad y demás derechos legítimos de todos los individuos que la componen; sin olvidarse para con los extraños (a quienes también se les debe justicia) de los deberes que impone la filantropía. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 573 De los dominicanos Art. 21. Son dominicanos los que obtienen esta cualidad o por nacimiento o por haber obtenido del Gobierno cédula de nacionalidad con arreglo a la ley. Los dominicanos por nacimiento son: lº. Aquellos que descendiendo por ambas líneas de padres dominicanos hayan nacido en territorio nacional; o a bordo de buques nacionales en alta mar o surtos en puerto nacional o extranjero, amigo, enemigo o neutral o en territorio extranjero siempre que su ascendiente sea agente del Gobierno o se halle fuera del país con licencia de él; y los hijos de estos. 2º. Los nacidos de padre o madre dominicanos en el territorio, buques, etc. 3º. Los hijos de los extranjeros, etc. Art. 22. Todos los extranjeros naturalizados. Del territorio nacional Art. 23. El territorio dominicano, cualesquiera que sean sus límites, se dividirá para su administración en cuanto a lo civil en grandes municipios y estos en cantones, y estos en partidos. En cuanto a lo judicial, en juzgados municipales (dichos de circuito) y estos en juzgados cantonales y estos en juzgados de partido. En cuanto a lo eclesiástico, la arquidiócesis se dividirá en tantas vicarías cuanto sean los grandes municipios y estas en tantas feligresías o parroquias cuantas se tenga por conveniente. En cuanto a lo militar, en distritos o comandancias generales y estos en comandancias de plaza y estas en secciones. 574 Carlos Larrazábal Blanco En cuanto a la marina, se dividirá en departamentos o comandancias generales de marina, estas en comandancias particulares y estas en capitanías de puerto. En cuanto a lo económico o hacienda, en administraciones principales, estas en delegaciones de hacienda y estas en subdelegaciones. En cuanto a sus poblados, en ciudades, villas y aldeas o pueblos o lugares. (Foja 5ta.) Art. 24. Leyes especiales fijarán los límites de estas divisiones y subdivisiones, y determinarán lo concerniente a su organización o Gobierno. De la religión La religión predominante en el Estado deberá ser siempre la Católica, Apostólica, sin prejuicio de la libertad de conciencia, y tolerancia de cultos y de sociedades no contrarias a la moral pública y caridad evangélicas. Del Gobierno Art. (sic) Puesto que el Gobierno se establece para el bien general de la asociación y de los asociados, el de la Nación dominicana es y deberá ser siempre y antes de todo, propio y jamás ni nunca de imposición extraña bien sea esta directa, indirecta, próxima o remotamente; es y deberá ser siempre popular en cuanto a su origen, electivo en cuanto al modo de organizarle, representativo en cuanto al sistema, republicano en su esencia y responsable en cuanto a sus actos. Una ley especial determinará su forma, véase la segunda parte. Art. (sic) Para la mejor y la más pronta expedición de los negocios públicos se distribuye en Poder Municipal, Poder Legislativo, Poder Judicial y Poder Ejecutivo. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 575 Art. 2º. (sic) Estos poderes llámanse constitucionales porque son y habrán siempre de ser constituidos, so pena de ilegitimidad, con arreglo a la constitución y no de otra manera. (Foja 6ta.) Disposiciones generales (En blanco) (Fojas 7ma. y 8va.) (En blanco) (Foja 9na. vuelta) Art. Una vez de promulgada la ley en los lugares respectivos se supone sabida de todos y es, por tanto, obligatoria para todos. Art. Se prohíbe recompensar al delator y al traidor por más que agrade la traición y aun cuando haya justos motivos para agradecer la delación. Nota: Acerca de la inamovilidad de los jueces y de otros funcionarios públicos se hablará en la segunda parte. (Foja 10ma.) Art. 12. bis. La ley, salvo las restricciones del derecho, debe ser conservadora y protectora de la vida, libertad, honor y propiedades del individuo. Art. 13. Cuando por efecto de una ley de reconocida utilidad pública le redundare a un tercero daño o perjuicio, la equidad natural ordena que se le acuerde y se le acordará una indemnización que compense el daño redundado. 576 Carlos Larrazábal Blanco Art. 13. bis. Ninguno podrá ser juzgado en causas civiles ni criminales por ninguna comisión sino por el tribunal competente determinado con anterioridad por ley. lº. Ningún poder de la Tierra es ilimitado, etc., ni el de la ley tampoco. 2º. Todo poder dominicano está y deberá estar siempre limitado por la ley y esta por la justicia, la cual consiste en dar a cada uno lo que en derecho le pertenezca. 3º Toda ley supone una autoridad de donde emana, y la causa eficiente y radical de esta es, por derecho inherente esencial al pueblo e imprescriptible de su soberanía, en virtud de cuyos poderes sus delegados reunidos en Congreso o Asamblea Legislativa establecen la regla que viene a llamarse ley. IV LA RESTAURACIÓN 28. Oficio por el cual el Padre de la Patria designa al coronel Francisco Saviñón agente de negocios en Curazao29 Dios, Patria y Libertad REPÚBLICA DOMINICANA No. 1 JUAN PABLO DUARTE, Decano de los Fundadores de la República y primer general en jefe de sus ejércitos, etc., etc., etc. Al ciudadano coronel Francisco Saviñón. Por la presente vengo en nombrarle y le nombro: Agente de negocios en El presente documento, y los marcados con los números 30, 31, 32, 33, 34, 35, 36, 37, 38, 42, 43, 45, 50, 51, 62, 65, 66, 67 y 68, han sido transcritos de la pieza que en la lista de Rosa y Francisca Duarte aparece marcada con el No. 48, «unas fojas del copiador de las copias oficiales etc.». Estas fojas fueron cortadas del libro de que formaban parte y unidas después con hilo, a manera de cuadernillo. 29 Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 577 Curazao y demás Antillas en donde no haya agencia para que desplegando su actividad y patriotismo haga cuanto esté en la esfera de sus facultades a favor de la salvación de nuestra Patria y restauración de la Independencia Nacional o sea autonomía, que Dios y la Patria sabrán en atención a sus méritos recompensar sus servicios. Usted nombrará su secretario canciller y me lo participará para estar en cuenta de su nombre y circunstancias. Por ahora se ceñirá usted a poner en práctica las instrucciones recibidas teniéndome siempre al corriente de sus operaciones y en cuanto le sea posible de las de nuestros amigos y también de las de nuestros enemigos, y esto que sea por vía muy segura y con el mayor sigilo a fin de que no se extravíen las comunicaciones.30 Dios guarde a su señoría muchos años. P.D. Cuando a usted le sea posible (y ojalá que fuera lo más pronto) el verse con nuestro compatriota y amigo el ciudadano Manuel María Gautier, me le saludará muy afectuosamente y procurará entenderse con él sobre la base de nuestro sistema que es la fusión entre todos los buenos dominicanos. Con respecto a los amigos Manuel María y Melitón Valverde ya le he dicho a usted que me parece que deben estar en el mismo sentido, y por si yo no hubiera podido escribirle antes que usted los vea, salúdemelos muy afectuosamente en nombre de la Restauración de la Patria. Al pie de la Montaña, etc., 14 de diciembre de 1863 y 20 de la Independencia y lº. de la Restauración. Según refiere el historiador García, cuando ocurrió la Anexión Juan Pablo Duarte se hallaba en el interior de Venezuela a donde le llegó la noticia de este grave acontecimiento. Inmediatamente se puso en marcha para Caracas a tiempo de que comenzaba la Guerra de la Restauración. Muchos daban por muerto al Padre de la Patria. Véase Apuntes de Rosa Duarte. 30 578 Carlos Larrazábal Blanco 29. Oficio en el cual el Padre de la Patria designa al coronel Manuel Rodríguez Objío, jefe de su Estado Mayor. Dios, Patria y Libertad REPÚBLICA DOMINICANA No. 2 JUAN PABLO DUARTE, Decano de los Fundadores de la República, primer general en jefe, etc. Al señor coronel Manuel Rodríguez Objío. Compañero y amigo: Por la presente queda hecho usted cargo de la jefatura de mi Estado Mayor como también de la Secretaría. En uno y en otro encargo contamos, como siempre, con su acreditada fidelidad y adhesión. Saludándole fraternalmente. Al pie de la Montaña en el Valle de la Perseverancia a 14 de diciembre de 1863 y 20 de la Independencia y lº. de la Restauración. 30. Carta del Padre de la Patria a Pedro Alejandrino Pina anunciándole la visita de su secretario y jefe de Estado Mayor, Manuel Rodríguez Objío. Dios, Patria y Libertad REPÚBLICA DOMINICANA No. 3. Señor coronel Pedro Alejandrino Pina Cumarebo. Compañero y amigo: Hasta la fecha le llevo escritas tres cartas en contestación a la que usted se sirvió dirigirme de esa; y en la última de ellas le anunciaba mi ida a ese punto con solo el objeto de verle y hablar Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 579 con usted; pero he aquí que se ha presentado la ocasión del Mapararí para transportarme allá y no puedo aprovecharla por estar enfermo, por esta razón le envío la presente que entregará en sus manos su portador el señor coronel Manuel Rodríguez Objío, mi secretario y jefe de Estado Mayor, a quien expresamente le envío cerca de usted. Este señor mi enviado le podrá a usted decir a la vez cuanto se ha hecho, se está haciendo y puede hacerse en obsequio de la augusta y santa causa de nuestra amada Patria, y al mismo tiempo la necesidad imperiosa en que estamos de aproximarnos, sobre todo usted y yo, para que podamos entendernos y tomemos de consuno aquellas medidas que nos parezcan las más conducentes al logro de nuestra santa empresa. Recomiendo a usted muy eficazmente, aunque me parece que esto está de más, la persona de nuestro comisionado el señor coronel Rodríguez que es el joven de quien le tengo a usted hablado anteriormente y creo que sabrá atraer sus simpatías como se ha atraído las mías. Por lo demás no dudo que a la vuelta del Mapararí tenga yo el placer de ver a entrambos en esta para bien de la Patria que es el bien de nosotros mismos. Dios guarde a usted... Caracas, 25 de diciembre de 1863. 31. Carta credencial a favor de Manuel Rodríguez Objío Dios, Patria y Libertad REPÚBLICA DOMINICANA Caracas, diciembre 25 de 1863. No. 4. Señor coronel Manuel Rodríguez Objío, Presente. 580 Carlos Larrazábal Blanco Compañero y amigo: La presente le servirá a usted de credencial que le acredite como comisionado nuestro, y en calidad de tal pase a Coro a verse, según hemos convenido, con nuestro compañero y muy querido amigo el ciudadano Pedro Alejandrino Pina, a quien comunicará usted el objeto de su comisión, ciñéndose a las instrucciones recibidas. 32. Oficio que ordena a Manuel Rodríguez Objío presentar los respetos del Padre de la Patria al mariscal Falcón31 La Anexión de Santo Domingo a España y la Restauración fueron sincrónicas con lo que en Venezuela se conoce con el nombre de Guerra de la Federación, de la cual fue corifeo principal Juan Crisóstomo Falcón, el Gran Mariscal. En el 1863, tuvo efecto el Convenio de Coche por el cual oligarcas y federalistas hicieron las paces y vino al poder Falcón. Cinco años duró la Guerra de la Federación. Fue dura, sangrienta, y dejó al país en mal estado. Ya lo apunta Pedro Alejandrino Pina en su carta de La Vela de Coro. De este estado de cosas se aprovechó la República, pues muchos españoles canarios abandonaron a Venezuela alarmados y atemorizados. El Gobierno entonces patrocinó la inmigración de algunas familias que en efecto vinieron y se establecieron en la capital y en San Carlos. Pero no hubo sosiego para estas gentes, pues al hecho de la Anexión subsiguió la Guerra de la Restauración y algunas de estas familias abandonaron el país. Sin embargo, ciertos miembros quedaron, tal Isabel Hernández que había casado con Francisco Moscoso, y fueron los fundadores de una estirpe honorable cuyos troncos actuales son: Schack-Moscoso, Fernández-Moscoso., Calero-Moscoso, Moscoso-Concha (en Cuba), Rodríguez Oca-Schack, Fernández-Pichardo y Fernández-García. Los padres de doña Isabel lo fueron Sebastián Hernández y Francisca Torres. –Dice Archambault en su obra Historia de la Restauración, que Falcón era de familia dominicana. No sabemos de dónde obtuvo el dato. A fines del siglo xviii vivían dos familias de este apellido, que quizá, no lo aseguramos, puedan tener nexos con el Gran Mariscal, si es cierta su dominicanidad, y son las de Antonio, natural de Coro, y de José Benito, natural de Galicia. Antonio estaba casado con María Santos Caballero, y fueron padres de Antonio, nacido en 1794. José Benito Falcón y Mariño casó con Isabel María López, natural de Santo Domingo, y tuvieron varios hijos desde 1790 hasta 1800, año en que probablemente emigrara, pues desaparece la familia. Entre estos hijos uno se llamó José Ildefonso y nació en 1793. Juan Crisóstomo Falcón era natural de Coro, nació en 1820, hijo de José Falcón y de Josefa Zavarce. 31 Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 581 Dios, Patria y Libertad REPÚBLICA DOMINICANA Caracas, diciembre 25 de 1863. No. 5. Señor coronel Rodríguez Objío, Presente. La presente le servirá a usted para que en mi nombre y representación ofrezca mis respetos al Gran Ciudadano Mariscal de los Ejércitos y Presidente de Venezuela, felicitándole por el tan elevado cual merecido honor con que su ilustre Patria ha sabido premiar sus eminentes servicios, concluyendo por saludarlo fraternal y cordialmente, deseándole mil felicidades para el año entrante. 33. Carta al general Antonio Guzmán Blanco en relación con la entrega de mil pesos debidos a la munificencia del Mariscal Falcón No. 6 Al ciudadano general Antonio Guzmán Blanco, Vicepresidente de la Federación Venezolana. Presente. Particular. Ciudadano general: El coronel Manuel Rodríguez Objío está autorizado para recibir la cantidad de mil pesos que la munificencia del general ciudadano mariscal presidente Juan Crisóstomo Falcón se sirvió acordar a mi solicitud. 582 Carlos Larrazábal Blanco Con sentimientos de la más profunda gratitud logro la dicha de suscribirme, etc... firmado Gl. Drt. Caracas, 19 de enero de 1864. 34. Carta a Blas Bruzual en relación con el donativo de mil pesos del mariscal Falcón. No. 7. Señor don Blas Bruzual32 Presente. Mi estimado amigo: Logro la dicha de contestar a su muy apreciable fecha 16 de los corrientes diciéndole que su anuncio verificose ayer en todas sus partes, pues recibí los consabidos mil pesos de que en ella me habla. No hay palabras en lengua alguna bastantes significativas para expresar nuestra gratitud. Esperando, con toda la fe del carbonero, el poder demostrárosla algún día. Sea la presente, mientras tanto, un testimonio de ella. Saluda a usted con amistad su muy afectísimo Gl. Drt. Adición: La fecha de su carta coincide con el 16 de enero de 1843 en que se levantó Riviére en Los Cayos contra la administración Boyer, en cuya caída también tuvo usted su parte. ¿Qué querrá decir esta coincidencia? Blas Bruzual contribuyó a la guerra restauradora, en su cargo de ministro de Venezuela en Washington. El gobierno de Santiago en fecha 21 de septiembre de 1864 libró un decreto que daba un voto de gracias (véase Colección de Leyes y Decretos, tomo IV) a Blas Bruzual y al doctor Felipe Larrazábal por servicios que voluntariamente habían prestado a la causa dominicana. El Decreto fue entregado al doctor Larrazábal por el doctor Melitón Valverde, representante con Duarte, del gobierno de Santiago en Venezuela. Larrazábal puso a disposición de la Restauración su periódico El Federalista y su pluma en editoriales y crónicas que mantenían el interés por la guerra contra España. (Véase nuestro trabajo «La República Dominicana y el doctor Felipe Larrazábal» en Clío, Núm. 35, junio de 1939). 32 Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 583 Caracas, 21 de enero de 1864, 21 de la Independencia y lº. de la Restauración. 35. Oficio donde se designa al capitán David León agente secreto No. 8. Dios, Patria y Libertad REPÚBLICA DOMINICANA Restauración Dominicana Al capitán David León. Compañero y amigo: Visto el entusiasmo y espontaneidad con que usted, como buen dominicano, ofrece sus servicios a la santa causa de la Restauración dominicana y haciendo honor a los patrióticos sentimientos que le animan, he venido en nombrarle y le nombro Agente secreto en el lugar de su residencia, para que desplegando su actividad con toda la circunspección que requieren las circunstancias haga cuanto esté a sus alcances a favor del triunfo de nuestra santa causa que Dios y la República Dominicana sabrán premiar sus servicios. Ya usted está en cuenta de los otros agentes a quienes podrá dirigirse cuando lo tenga a bien, y en lo demás se ceñirá a las instrucciones que verbalmente le hemos dado. El Gl. Drt. Al pie de la Montaña en el Valle de la Perseverancia. Enero 29 de 1864, 21 de la Independencia y 2º. de la Restauración. 584 Carlos Larrazábal Blanco 36. Nombramiento del comandante Alejandro Gazán33 como canciller de la Agencia de Curazao No. 9 Copia del nombramiento de canciller de la Agencia de Curazao, a saber: Dios, Patria y Libertad. República Dominicana. Restauración dominicana. Agencia Confidencial de Curazao y demás… Al comandante Alejandro Gazán. En virtud de la facultad que al nombrarme Agente confidencial de la Restauración Dominicana me confiriera el decano de los Fundadores de la República señor general Duarte, he venido en nombrarle y le nombro canciller de esta Agencia, contando siempre con la fidelidad y adhesión que todo buen dominicano debe a la justa y santa causa de nuestra querida Patria. Dios guarde, etc. Curazao, febrero 8 de 1864, 21 de la Independencia y 2º de la Restauración. Firmado Francisco Saviñón. Visto y aprobado. El Gl. Drt. Al pie de la Montaña en el Valle de la Perseverancia. Febrero 23 de 1864, 21 de la Independencia y 2º. de la Restauración. 37. Carta del Padre de la Patria al Gobierno de Santiago participando su llegada al suelo natal y poniéndose a sus órdenes34 Guayubín, marzo 28 de 1864 y 21 de la Independencia. Señores individuos del Gobierno Provisorio. Es Alejandro Eugenio Gazán, hijo de Juan María Eugenio Gazán y Marie Elizabeth Nouel, nació alrededor de 1830 y murió en 1874. Casó en 1851 con María Francisca Sardá, hija de Francisco Sardá y Florentina Román. Su descendencia es poca, y por la línea femenina: Valverde-Gazán, Valverde-Castillo. 34 Esta carta aparece casi íntegra en José Gabriel García, Compendio de la Historia de Santo Domingo, tomo III, página 506. 33 Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 585 En Santiago. Arrojado de mi suelo natal por ese bando parricida que empezando por proscribir a perpetuidad a los fundadores de la República ha concluido por vender al extranjero la Patria, cuya independencia jurara defender a todo trance; he arrastrado durante veinte años la vida nómada del proscrito, sin que la Providencia tuviese a bien realizar la esperanza, que siempre se albergó en mi alma, de volver un día al seno de mis conciudadanos y consagrar a la defensa de sus derechos políticos cuanto aún me restase de fuerza y vida. Pero sonó la hora de la gran traición en que el Iscariote creyó consumada su obra, y sonó también para mí la hora de la vuelta a la Patria: el Señor allanó mis caminos y a pesar de cuantas dificultades y riesgos se presentaron en mi marcha, heme al fin, con cuatro compañeros más,35 en este heroico pueblo de Guayubín dispuesto a correr con vosotros, y del modo que lo tengáis a bien, todos los azares y vicisitudes que Dios tenga aún reservados a la grande obra de la Restauración Dominicana que con tanto denuedo como honra y gloria habéis emprendido. Creo, no sin fundamento, que el Gobierno Provisorio no dejará de apreciar luego que me comunique con él personalmente lo que he podido hacer en obsequio del triunfo de nuestra justa causa, y espero de su alta sabiduría que sacará de ello importantes y positivos resultados. Dignaos aceptar los sentimientos de alta consideración y aprecio con que se pone a vuestras órdenes el Gl. Drt. Estos cuatro compañeros fueron Mariano Diez, tío del Padre de la Patria, Vicente Celestino Duarte, que murió en la guerra restauradora, Manuel Rodríguez Objío y el venezolano Candelario Oquendo. Don Mariano Diez había nacido en El Seibo el 24 de septiembre de 1794, era pues un anciano de 70 años cuando hizo esta ofrenda a la Patria. No regresó con Duarte a Venezuela cuando este salió en misión especial. Este hecho parece, no ha sido bien ponderado por la posteridad, como otros muchos alrededor de estas ilustres familias, Duarte y Diez. 35 586 Carlos Larrazábal Blanco 38. Carta que dirige el Gobierno Provisorio al Padre de la Patria a la llegada al país con motivo de la guerra restauradora Dios, Patria y Libertad REPÚBLICA DOMINICANA GOBIERNO PROVISORIO No. 137 Señor general don Juan Pablo Duarte. Señor general: El Gobierno Provisorio de la República ve hoy con indecible júbilo la vuelta de usted y demás dominicanos al seno de su Patria. Nada más satisfactorio para el pueblo dominicano, que la prontitud con que los verdaderos dominicanos responden al llamamiento de la Patria: de esa Patria sostenida con el heroísmo y la sangre de sus hijos. Por un momento llegó a desaparecer nuestra Independencia, y el pabellón de nuestra gloria se vio sumido en el olvido; mas quedaba fijado en el corazón de todos los dominicanos, o al menos, en el de la mayor parte; y estos, cuando creyeron llegada la hora oportuna lanzaron el grito de independencia, que la tiranía y la traición habían ahogado, reanudando los lazos que los nobles soldados del 44 habían establecido entre la familia dominicana. La historia de los padecimientos de esta Patria es la historia de su gloria; y cada dominicano en sus propios infortunios ha recibido glorias que le han hecho llevadera su situación. Hoy víctima de la más espantosa miseria, todo lo olvida y solo trabaja por la consolidación de nuestra interrumpida Independencia; en esta obra todos los hijos de la Patria están comprometidos, todos deben cooperar; así no duda el Gobierno que usted también y sus compañeros de viaje cooperarán con su contingente; venga, pues, general, la Patria le espera, persuadida que a la vez que luchamos para rechazar al Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 587 enemigo, nos esforzamos por la unión que es lo que constituye la fuerza. Dios guarde a usted muchos años. Santiago, abril lº. de 1864. El ministro de Relaciones Exteriores, encargado de la Vicepresidencia, Ulises F. Espaillat Refrendado: El ministro de lo Interior, etc., interino A. Deetjen. Sobrescrito: Servicio. Señor general don Juan Pablo Duarte. Guayubín. 39. Oficio de la Administración de Hacienda en el cual se pone a disposición del Padre de la Patria la suma de $500.00 GOBIERNO PROVISORIO DE LA REPÚBLICA Administración General de Hacienda No. 696 Señor general: Con esta fecha me dice el superior Gobierno lo que sigue: «Sírvase usted poner a la disposición del general don Juan Pablo Duarte la suma de quinientos pesos fuertes, avisando a dicho señor para que los use cuando a bien lo tenga». Lo que transcribo a usted para su conocimiento. Dios guarde a usted muchos años. Santiago, 7 de abril de 1864. 588 Carlos Larrazábal Blanco El administrador general… D. O. El oficial primero F. Antonio de Luna. Señor General don Juan Pablo Duarte. Presente. Estos pesos fuertes son papel moneda equivalente al veinte por uno. Gl. Drt. 40. Oficio de Relaciones Exteriores donde se participa al Padre de la Patria que sus servicios serán utilizados en una misión a Venezuela Sección de Relaciones Exteriores No. 49 Señor general don Juan Pablo Duarte, Santiago. Habiendo aceptado mi Gobierno los servicios que de una manera tan espontánea se ha servido usted ofrecer, ha resuelto utilizarlos encomendándole a la República de Venezuela una misión, cuyo objeto se le informará oportunamente. En esta virtud mi Gobierno espera que usted se servirá alistarse para emprender viaje, mientras tanto se preparan las credenciales y pliegos de instrucciones del caso. Dios guarde a usted muchos años. Santiago, 14 de abril de 1864. El ministro de Hacienda encargado de las Relaciones Exteriores A. Deetjen Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 589 41. Carta del Padre de la Patria por medio de la cual declina la misión para que fue designado en Venezuela Señor Alfredo Deetjen Ministro de Hacienda, Encargado de las Relaciones Exteriores. Tengo a la vista su importante nota fecha de ayer en que me dice: que habiendo aceptado su Gobierno mis servicios, ha resuelto utilizarlos, encomendándome a la República de Venezuela una misión de cuyo objeto se me informará oportunamente, y que en esta virtud su Gobierno espera que yo me aliste para emprender viaje, mientras tanto se preparan las credenciales y pliegos, de instrucciones del caso, a lo cual contesto: que el mal estado en que se encuentra mi salud no me permite aceptar por ahora el honor que se pretende hacerme, pues a más de exponerme a gastar en medicinas y facultativos los fondos que a mi disposición se pusiesen para el viático, no podría desempeñar el encargo con aquella regularidad, acierto y presteza que requieren las circunstancias, la dignidad del Gobierno y mi propio honor. Crea usted que a no ser por la escasez de salud no habría permanecido en la inacción los días que hace que estoy aquí, pues con la venia de su Gobierno hubiera pasado (cual pensaba) inmediatamente cerca del ilustre general presidente José Antonio Salcedo a tener el gusto de saludarle y conocer personalmente al que tan dignamente preside a la Restauración dominicana, y hoy tuviera el placer de contestar a la nota a que me refiero de un modo más satisfactorio para todos. Al individuo que el Gobierno se sirva nombrar en mi lugar yo podré dar notas para todas aquellas personas con las cuales me he entendido y deberá entenderse en Venezuela para el buen desempeño de su comisión. No contesté desde ayer mismo a su nota porque el deseo de corresponder a las miras del Gobierno me hacía esperar que hoy me encontraría en mejor disposición de salud, lo que por 590 Carlos Larrazábal Blanco desgracia no ha sucedido con harto sentimiento de mi parte. Dios guarde a usted... Santiago, 15 de abril de 1864. 42. Carta del Padre de la Patria por cuyos términos acepta la misión a Venezuela Santiago, 21 de abril, 1864. Señor general don Ulises Espaillat Ministro de Relaciones Exteriores Encargado de la Vicepresidencia. Presente. El deseo de participar de los riesgos y peligros que arrostran en los campos de batalla los que con las armas en la mano sostienen con tanta gloria los derechos sacrosantos de nuestra querida Patria, y la falta de salud que experimentaba al recibir la nota de fecha 14 del que cursa, por la cual se me ordenaba alistarme para emprender viaje a ultramar, me compelieron con harto sentimiento de mi corazón a renunciar al alto honor que se me dispensaba en la importante misión que se trató de encomendarme; pero al ver el modo de expresarse, con respecto a mi vuelta al país, el Diario de la Marina,36 se han modificado completamente mis ideas y estoy dispuesto a recibir vuestras órdenes si aún me juzgáreis aparente para la consabida comisión, pues si El escrito del Diario de la Marina aparece publicado por primera vez por el licenciado Emilio Rodríguez Demorizi en La Nación del 16 de julio de 1941, en artículo titulado «Duarte y la Restauración». El corresponsal G (que según la tradición lo era Manuel de Jesús Galván) trata irrespetuosamente al Padre de la Patria, y lanza el supuesto de que Benigno Rojas y los dos o tres jefes menos ignorantes, tratarían de «dar a Duarte la significación de un grande hombre capaz de hacer milagros», pero que Salcedo, Polanco, Luperón y Monción no querían ceder la preeminencia que tenían y verían al aparecido «como a un zángano perezoso que venía a libar la miel elaborada por ellos». 36 Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 591 he vuelto a mi Patria después de tantos años de ausencia ha sido para servirla con alma, vida y corazón, siendo cual siempre fui motivo de amor entre todos los verdaderos dominicanos y jamás piedra del escándalo, ni manzana de la discordia. No tomo esta resolución porque tema que el falaz articulista logre el objeto de desunirnos, pues hartas pruebas de estimación y aprecio me han dado y me están dando el Gobierno y cuantos generales, jefes y oficiales he tenido la dicha de conocer, sino porque nos es necesario parar con tiempo los golpes que pueda dirigirnos el enemigo y neutralizar sus afectos. Dios guarde a usted muchos años. 43. Oficio del Gobierno Provisorio al Padre de la Patria en respuesta a una carta de este relativa a la misión en Venezuela Dios, Patria y Libertad REPÚBLICA DOMINICANA No. 53 Santiago, 22 de abril de 1864. Señor general Juan Pablo Duarte: El Gobierno ha recibido su nota fecha 21 de los corrientes por la que se ve que se decide usted a admitir la misión que se le confiara. Este Superior Gobierno no cree de ningún valor las razones que motivan su última resolución, puesto que tanto él como los demás generales y corifeos de la Revolución, lejos de prestar ninguna atención al calumnioso artículo del Diario de la Marina, ven con mucho gusto el regreso a su país de todos los buenos dominicanos, los que ocuparán en él el puesto a que les hagan acreedor los servicios que presten a su país. Así, general, no crea usted ni por un momento que su presencia pueda excitar envidia 592 Carlos Larrazábal Blanco ni rivalidades, puesto que todos lo verían con mucho gusto prestando aquí sus buenos servicios a la Patria. Sin embargo, siendo muy urgente, como usted sabe, la misión a las repúblicas sudamericanas, y habiendo este Gobierno contado con usted para ella como lugar donde usted mayores servicios podría prestar a su Patria, aprovecha su decisión (si bien desaprobando las razones que la motivaron) y se ocupa en mandar redactar los poderes necesarios para que mañana quede usted enteramente despachado y pueda, si gusta, salir el mismo día. El vicepresidente interino, Ulises F. Espaillat Refrendado El ministro de Relaciones Exteriores, A. Deetjen 44. Carta del Padre de la Patria al presidente Salcedo donde relata los hechos que han ocurrido alrededor de su persona y le manifiesta el deseo de estar a su lado corriendo los riesgos de la campaña restauradora. Al señor general don José Antonio Salcedo Presidente del Gobierno Provisorio. En campaña, en el Sur. Señor general Presidente: Habiendo regresado a mi Patria después de largos años de ausencia, sin otras miras que las de serle útil, mi primer deber era el de ponerme a las órdenes del Gobierno, y así lo hice desde Guayubín en donde permanecí algunos días por falta de bagajes. Llegado aquí, nada me hubiera sido más placentero que haberle encontrado en el lugar. Pues razones de alta importancia Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 593 pedían que le hablase de viva voz, y por esto omití escribirle, desde luego, creyendo poder partir inmediatamente para donde usted se hallaba y tener la dicha de conocerle personalmente, presentarle mis respetos y darle mis informes. No obstante, el Gobierno Provisorio juzgó oportuno el encomendarme la misión de que se le ha dado a usted cuenta y que por entonces no acepté por encontrarme quebrantado en mi salud, ya porque me era más grato el hallarme a su lado en la campaña y participar de los riesgos y peligros que le rodean. Finalmente, pocos días después y cuando ya había pedido caballos al Provisorio para ponerme en marcha hacia ese cuartel general, vino a mis manos un artículo tendente a desunirnos para hacer inútiles los esfuerzos de los dominicanos en la Restauración de la República: inmediatamente me dirigí (en nota fecha 21 de los corrientes) al secretario de Relaciones Exteriores encargado de la Vicepresidencia, la cual concluía de este modo: «estoy dispuesto a recibir vuestras órdenes si aún me juzgáreis aparente para la consabida comisión, pues si he vuelto a mi Patria después de tantos años de ausencia, es a servirla con alma, vida y corazón, siendo cual siempre fui motivo de unión entre todos los verdaderos dominicanos, y jamás piedra de escándalo, manzana de discordia; no tomo esta resolución porque tema que el falaz articulista logre el objeto de desunirnos, pues hartas pruebas de estimación y aprecio me han dado y me están dando el Gobierno y cuantos generales, jefes y oficiales he tenido la dicha de conocer, sino porque nos es necesario parar con tiempo los golpes que pueda dirigirnos el enemigo y neutralizar sus efectos». Por toda contestación el Gobierno estimó conveniente aprobar mi resolución, y en consecuencia me ordenó en nota fecha 22 del mismo prepararme para la partida y la que hasta el presente no he emprendido por no haberme completamente despachado. Ahora bien, como en las circunstancias que atravesamos se presenta un inconveniente cuando menos se piensa, si a suceder llegare que mi partida se tarde o deje de efectuarse, me será lo más grato el hallarme a su lado, y me pondré en marcha tan pronto como se me proporcionen los medios para ello. Mientras, pues, se me presenta la ocasión de presentar a usted mis respetos 594 Carlos Larrazábal Blanco personalmente y ponerme a sus órdenes, aprovecho la que hoy se me presenta para hacerlo por medio de estas líneas que tengo el honor de dirigirle.37 Con sentimientos, etc. Santiago, 26 de abril de 1864. Aumento (en Santiago) a la escrita al general presidente José Antonio Salcedo, fecha en Santiago, 26 de abril próximo pasado y cuyo duplicado llevó el coronel Mariano Diez (que es a quien se refiere el aumento). La que precede es copia de la escrita a usted con aquella fecha que ratifico, y ahora añado que el portador de la presente es uno de los oficiales que han venido conmigo de ultramar, el cual no ha querido sino presentarse personalmente a Vuestra Excelencia. Me tomo la libertad de recomendárselo y espero le tratará Vuestra Excelencia con la benevolencia que le es característica. Logro la dicha, etc. Santiago, abril de 1864. 45. Orden de ruta extendida a favor del Padre de la Patria ORDEN DE RUTA No. 3 En la última parte de esta carta se trasluce una insinuación: la de que el presidente Salcedo interviniera para que suspendiera su viaje; y un deseo, el de morir por la República. Duarte es de los héroes que lo son, no por el ímpetu de una loca embestida, de un ciego impulso, de una intuición, sino por movimiento espiritual, de amor y de verdad. Su deseo de pelear no provenía, en el fondo, de sus virtudes bélicas, ni de sus estudios militares, sino de un deseo de ofrenda, de sacrificio de su vida. Sus enemigos, los iscariotes, parricidas, orcopolitas, de que él hablaba, lo fueron más, a nuestros ojos, porque hicieron imposible el sacrificio de sangre que le era necesario, que pedía su naturaleza espiritual. Duarte debió haber muerto en los campos de la Restauración, roto el pecho o rota la cabeza por una bala española. Él lo quería. Martí tuvo mejor suerte. 37 Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 595 El general don Juan Pablo Duarte se pondrá en marcha inmediatamente para la vecina República de Haití. Las autoridades del tránsito no le pondrán impedimento, antes bien le prestarán todos los auxilios necesarios, principalmente, de caballo para que llegue con prontitud al lugar de su destino. El ministro de Relaciones Exteriores encargado de la Vicepresidencia. Ulises F. Espaillat Refrendado: El ministro de Guerra J. B. Curiel Presentado y sigue su ruta para Sabaneta, San José de las Matas, 31 de mayo de 1864. El coronel comandante de Armas A. L’Official 46. Poder extendido por el Gobierno de Santiago a Juan Pablo Duarte y Melitón Valverde, para que en el extranjero puedan celebrar ciertas transacciones para subvenir a las apremiantes necesidades de la Guerra Dios, Patria y Libertad REPÚBLICA DOMINICANA Gobierno Provisorio En la ciudad de Santiago de los Caballeros, a 7 de junio del año 1864. El Gobierno Provisional de la República Dominicana competentemente reunido y presidido por el señor Vicepresidente, en ausencia legítima del señor Presidente, después de haber tomado en consideración y discutido la imperiosa necesidad que tiene de proporcionarse los fondos suficientes 596 Carlos Larrazábal Blanco con que subvenir a las apremiantes necesidades la gloriosa guerra de independencia que ha emprendido el pueblo dominicano para sacudir la opresora dominación del Gobierno de España en esta isla; y en atención que no es en la actualidad posible conseguir recursos de los habitantes del país, en razón al estado de la completa desolación a que la barbarie del enemigo lo ha reducido, se hace preciso recurrir a los países extranjeros y amigos, por medio de agentes, que con poder bastante del Gobierno, celebren las negociaciones convenientes, ya sea con otros Gobiernos, ora sea con casas, compañías o individuos particulares, con el fin de adquirir aquellos recursos de que actualmente se carece, ha decidido unánimemente autorizar, por medio de estas letras auténticas, a los señores general don Juan Pablo Duarte y don Melitón Valverde, dándoles el más amplio poder, para que en su virtud y obrando como verdaderos y legales agentes del Gobierno, procedan ya sea por separado u obrando ambos de mancomún a celebrar transacciones, ya sea sobre artículos de guerra y de boca, ya sea sobre dinero en cualesquiera países extranjeros donde consideren que fácilmente pueden abrirlas con éxito. Faculta con tal fin a los señores Juan Pablo Duarte y Melitón Valverde, para que comprometan y ofrezcan en garantía, las rentas de las aduanas, que serán afectadas al pago de los objetos contratados, tan luego como las circunstancias lo permitan. En consecuencia, los señores general don Juan Pablo Duarte y don Melitón Valverde se sujetarán, en el ejercicio del presente poder y autorización, a las instrucciones separadas del Gobierno que se acompañan, y a las posteriores que se tengan a bien comunicarles. Los señores general don Juan Pablo Duarte y don Melitón Valverde quedan facultados para sustituir en una o más personas de su entera confianza, de probidad y republicanismo notorios, el presente poder, para ciertos y determinados casos o especiales transacciones; dando siempre cuenta a este Gobierno; pero no podrán sustituirlo generalmente sin orden expresa que se les comunique. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 597 Dado en la sala del despacho de este Gobierno Provisorio, suscrito por todos los miembros presentes, sellado y refrendado por el presente secretario en la fecha arriba expresada. El vicepresidente del Gobierno, Ulises F. Espaillat. El ministro de Relaciones Exteriores interino, Máximo Grullón. El ministro de Guerra, J. B. Curiel. El ministro de Hacienda interino, Máximo Grullón. El ministro de lo Interior y Policía, S. Valverde. Refrendado: El Secretario del Gobierno, D. A. Rodríguez. 47. Instrucciones dadas a Juan Pablo Duarte y Melitón Valverde Instrucciones para el general don Juan Pablo Duarte y Melitón Valverde, en la misión que el Gobierno Provisorio de la República Dominicana les confiere para los Gobiernos de Venezuela, Nueva Granada y Perú. Artículo lº. Pasarán el general Juan Pablo Duarte y don Melitón Valverde inmediatamente por la vía más corta y segura, a las Repúblicas de Venezuela, Nueva Granada y Perú, donde procurarán conseguir, bien sea con aquellos Gobiernos o bien sea con casas o compañías particulares, de siete a ocho mil fusiles de piedra o de pistón; de cien a ochocientos quintales de plomo; los repuestos necesarios de piedras de chispa para los fusiles; los repuestos correspondientes de pistones; cincuenta a cuatrocientos quintales de pólvora de fusil; quinientas resmas de papel para cartuchos; doce baleros del calibre de los fusiles que puedan obtener. Artículo 2º. Ejecutar un empréstito público en aquellas repúblicas, bajo las mejores condiciones, tomando por límite hasta quinientos mil pesos fuertes. Artículo 3º. En caso de no poder contraer el empréstito ni aun de cincuenta mil pesos fuertes, el general don Juan Pablo Duarte y don Melitón Valverde harán lo posible en efectuarlo por suscripciones entre particulares y con los mismos Gobiernos; teniendo presente que en las apremiantes circunstancias en que 598 Carlos Larrazábal Blanco se halla el país por los incendios y completa desolación en que los españoles lo han puesto, cualquier recurso, por pequeño que sea, es bien aceptado, recomendándoles muy particularmente la premura. Artículo 4º. Conseguidos los objetos de guerra de que se ha hecho mención en el primer artículo, lo más oportuno es dirigirlos al Cabo Haitiano consignados al señor A. Grimard. Artículo 5º. Si se logra hacer un empréstito grande o pequeño se deberá consignar, en forma de monedas de oro, al señor A. Grimard del Cabo Haitiano. Artículo 6º. En caso que no puedan conseguir todo lo contenido en estas instrucciones se debe tener presente que el armamento y pertrechos son indispensables y que estos han de tener siempre preferencia. Artículo 7º. Al consignar los efectos al Cabo Haitiano se debe tener presente que en ese país está prohibida la introducción de municiones, etc.; entonces la gran prudencia es indispensable, y el buque debe ser despachado con algunas provisiones, con harina, etc., como orden expresa al capitán del buque que entrando en el puerto se declarará de arribada. Santiago de los Caballeros, 7 de junio de 1864. El vicepresidente del Gobierno, Ulises F. Espaillat. Refrendado: El ministro de Relaciones Exteriores, Máximo Grullón. 48. Oficio a los ministros de Relaciones Exteriores de Venezuela, Nueva Granada y Perú respecto de la misión Duarte-Valverde Dios, Patria y Libertad REPÚBLICA DOMINICANA Gobierno Provisorio No. 58 Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 599 COMISIÓN ENCARGADA DEL DESPACHO DE RELACIONES EXTERIORES Santiago de los Caballeros, junio 7 de 1864. El señor general don Juan Pablo Duarte y don Melitón Valverde han sido nombrados por mi Gobierno ministros confidenciales cerca del Gobierno de Vuestra Excelencia, y siendo unos sujetos que han merecido toda la confianza de mi Gobierno, me tomo la libertad de recomendarlos a la elevada atención de Vuestra Excelencia, para que prestando oído a lo que nuestros referidos ministros expongan, se digne Vuestra Excelencia prestarle su poderosa ayuda para que lleven a buen fin la negociación que se les ha encomendado. Ofreciendo a Vuestra Excelencia de mi parte hacer todo lo que a mi alcance esté cuando en idénticas circunstancias Vuestra Excelencia se digne ocupar mis débiles servicios. Con sentimientos de la más alta consideración, me suscribo de Vuestra Excelencia, obsecuente servidor. Máximo Grullón Señor ministro de Relaciones Exteriores de la República de Venezuela. (Dos originales más, uno dirigido al señor ministro de Relaciones Exteriores de la República de Nueva Granada, el otro al señor ministro de Relaciones Exteriores de la República del Perú). 49. Carta al Gobierno Provisorio en la cual el Padre de la Patria avisa su llegada a Saint Thomas y el haberse puesto de acuerdo con su compañero de misión don Melitón Valverde Al Gobierno Provisional de la República Dominicana. 600 Carlos Larrazábal Blanco Señor: Llegado a este punto el 28 del próximo pasado mes de junio mi primera diligencia fue acercarme al señor don Melitón Valverde, cual debía esperarse, y hube de tener la satisfacción de hallarle dispuesto a coadyuvar en cuanto le fuese posible al triunfo de la Restauración dominicana siguiendo, cual yo, en todo y por todo vuestras órdenes. El día 29 habríamos partido para el primero de los puntos en donde hemos de dar comienzo al desempeño de nuestra comisión, si razones que no son para escritas no nos lo hubieran impedido. Además, esperábamos el vapor inglés que llegó ayer de Europa y en él un personaje con el cual debemos tener la primera entrevista. Si logramos concluir satisfactoriamente un negocio a que hemos dado principio hace dos días, de seguro partiremos juntos mañana para el primero de los sobreentendidos puntos; y de no, tal vez parta yo solo a procurar, lo primero, los medios que hacen falta para que mi colega me siga, pues no querría en asunto de tan alta importancia hacer nada sin consultarlo antes con él, que ha merecido, con sobra de justicia, toda vuestra confianza. No entraré en otros detalles sobre los cuales me refiero al contenido de la que el señor don Melitón Valverde le tiene escrita al ministro de Relaciones Exteriores fecha 1º. del que cursa. Con sentimientos de la más pura amistad se suscribe vuestro obsecuente servidor. El Gl. Drt. Saint Thomas, julio de 1864. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 601 50. Carta de Francisco Saviñón al Padre de la Patria38 Curazao y julio 7 de 1864. Señor general Juan Pablo Duarte Saint Thomas. Mi querido compadre: He sabido por la carta de Gautier que usted se encontraba ahí, y en verdad me ha sido sumamente chocante que no me escribiera, pues no veo ningún motivo para un silencio; yo iba a esa por este paquete con el objeto de hablar con usted, si no lo he verificado ha sido por no saber seguro que le encontraría, también tengo una hija de dos años atacada de alferecía y no hubiera en estos momentos dado ese viaje solo seguro de hallarle. Jacinto Peynado se irá mandado por mí en primera ocasión, ya estaría allá (es decir en el Cibao) si no hubiera enfermado de los ojos, pero en el momento que esté mejor irá a su destino. No sé cuál haya sido la causa por la que no vino el comisionado que usted me ofreció mandar y ratificados por el Gobierno los despachos que usted confirió, le aseguro que lo siento que El autor de esta carta y de otras que se encontrarán más adelante es hijo de Nicolás Saviñón y Pueyo y María del Carmen Piñeyro y Díaz, nació en 1826. Casó en 1852 con Águeda Bona, hija de Ignacio Bona y Juana Hernández. Hijos habidos: Francisco Nicolás, nació en 1855, casó con Altagracia Concepción Lluberes Saviñón; Águeda Rosa, nació en 1857, el 30 de agosto, casó con Pedro Antonio Lluberes Saviñón; Águeda Antonia Rita, casó en 1878 con Félix Mariano Lluberes Saviñón, nació en 1862 (esta es la que cita el coronel Saviñón como atacada de alferecía en esta carta); otro Francisco, que nació en 1860, murió en San Carlos en 1862; Encarnación, casó en 1882 con Francisco Antonio Lluberes Saviñón; Águeda Filomena, casó con José Francisco Saviñón Caballero, padres de la poetisa Altagracia Saviñón y del capitán Raúl Saviñón; Águeda Mercedes, nació en 1868; Francisco Miguel, nació en 1870, casó en 1889 con Ermelinda Origlia Bona; Águeda Carmen, nació en 1871, casó en 1893 con Alberto Gautreau Delgado; don Pancho Saviñón regresó al país después de la Anexión, vivió dedicado a los negocios, murió en el 1890. Los Lluberes Saviñón, aquí citados, son hijos de Félix Mariano Lluberes Álvarez y Encarnación Saviñón Piñeyro, hermana de Francisco. 38 602 Carlos Larrazábal Blanco no viniera porque hubiera hecho mucho más de lo que he hecho por nuestra Patria pues eso me hubiera dado más carácter. El triunfo de nuestra causa es infalible y el crédito de que gozan los dominicanos se aumenta cada día admirablemente; con respecto a simpatías nada debo decirle pues usted sabe que defendemos los intereses generales de la América.39 Aquí casi todos anhelan por volar a prestar su contingente pero la falta de recursos no lo ha permitido aún, pero creo que pronto se podrá ir todo el que quiera, estos son mis deseos. No tengo duda que por este paquete me contestará, pues mucho lo deseo, puede darle la carta al amigo Gautier que este me la dirigirá segura. Si está ahí mi pariente y amigo Angulo le saludará en mi nombre y de mi familia. Debe usted haber sabido que su comadre estuvo a la muerte pero ya está perfectamente bien, me encarga saludarlo; su ahijada está gordísima. De su familia supe por un joven que vino de Caracas, que están bien. En días pasados escribí a Rosa por conducto de los Rojas, pues me pedía informes de usted. La carta que me escribió de las Islas Turcas la recibí, pero desde entonces ninguna otra razón he tenido. Su afectísimo compadre y amigo, Franco Saviñón P. D. Le mando esos impresos para que vea que todo lo que sea necesario imprimirse lo hago con gusto. Llama la atención que un hombre de negocios como don Francisco Saviñón, y por tanto dado a realidades, pensara que la Guerra de la Restauración dominicana fuera en verdad una defensa de América. Era valor común este principio entre los idealistas restauradores. Véase más adelante la carta de Pedro Alejandrino Pina. A los patriotas dominicanos, desde luego les convenía hacer propaganda en este sentido para mover el interés perezoso o nulo de los demás países de América en la suerte de Santo Domingo. Más adelante se verá que el Gobierno de Santiago muestra esta tesis. 39 Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 603 51. Carta de Juan Pablo Duarte al general Ezequiel Bruzual para presentarle al comisionado Valverde que ha de entrevistarse con el presidente Trías Curazao, agosto 7 de 1864. Al ciudadano general en jefe Manuel Ezequiel Bruzual40 Caracas. Ciudadano general y amigo: Mi distinguido amigo doctor don Melitón Valverde, portador de la presente, ha sido nombrado juntamente conmigo, por el Gobierno Provisional de la República Dominicana, ministro plenipotenciario y agente confidencial cerca de esta República, de la de Nueva Granada y Perú, y no siéndome posible acompañarle por ahora, porque otras atenciones me llaman a otra parte, me tomo la libertad de recomendárselo por la presente a fin de que le sirva de introducción para con usted, a quien suplico sirva de introducir a mi recomendado para con el ciudadano general Trías, al cual escribo sobre el mismo particular. ¿Y a quién mejor podré recomendar al representante de nuestra República que al que tanto interés ha tomado en la Restauración dominicana, que al que ha empezado ya por prestarle muy señalados servicios, que están grabados en mi alma y que sabremos corresponder a su debido tiempo? Siga usted, pues, caro amigo, y acabe de empeñar del todo la gratitud de un pueblo entero. Mientras logro la dicha de saludarle personalmente me complazco en suscribirme su agradecido amigo y hermano. Manuel Ezequiel Bruzual fue uno de los jefes más distinguidos de los federalistas. Fue ministro de la Guerra de Falcón. Se le llamaba el Soldado sin miedo. 40 604 Carlos Larrazábal Blanco 52. Carta del comisionado Duarte al presidente Trías en la cual hace la presentación de su compañero de labores de doctor Valverde41 Curazao, agosto 7 de 1864. Ciudadano general en jefe Desiderio Trías, Presidente Interino de los Estados Unidos de Venezuela Caracas. Querido general y amigo: La franca y pura amistad de que usted me tiene bien dadas tantas pruebas a la vez que la santidad de la causa que defendemos, hacen que me tome hoy la libertad de recomendar a usted el portador de la presente que debe serlo mi distinguido amigo don Melitón Valverde. Este señor ha sido nombrado juntamente conmigo por el Gobierno de la República Dominicana (como usted verá por sus credenciales) ministro plenipotenciario y agente confidencial cerca de las Repúblicas de Venezuela, Nueva Granada y Perú, y como no me es posible por ahora el acompañarle, vista la necesidad en que estamos de no perder tiempo, dirijo a usted la presente para que en cuanto le sea posible favorezca en sus miras a mi recomendado, que será favorecer la causa de la libertad, de que es usted uno de los más ilustres campeones, y empeñar la gratitud de una nación entera, y una vez más la del que se suscribe su muy agradecido amigo y hermano. El mariscal Falcón varias veces hubo de dejar las riendas del poder para atender a graves asuntos políticos en el interior del país. En ese caso un designado ocupaba la Presidencia. José Desiderio Trías ocupó el Ejecutivo en junio de 1864, que, por cierto, rompió con el antes citado Manuel Ezequiel Bruzual, lo hizo preso acusándolo de conspirar contra el Gobierno. Trías, en noviembre, a su vez entregó la Presidencia a Antonio Guzmán Blanco, que también se cita en estas cartas. 41 Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 605 53. Otra carta de Francisco Saviñón al Padre de la Patria, donde da noticias del curso de la guerra Curazao y octubre 11 de 1864. Al general Juan Pablo Duarte Caracas. Mi querido compadre: No estoy en esa por no haber venido el Vapor el 6 a consecuencia de haber sufrido una avería al llegar a Santomas, pero es muy probable que vaya el 22, esto será si mi hermano Miguel no viene a verse conmigo, pues esto me interesa. Por carta que he recibido de Santo Domingo y Santomas y por una que le escribe el general Cabral a Juan Esteban Aybar he sabido que en El Seibo se pasaron 200 hombres, aunque una carta de Álvaro Fernández a David León le dice que 600,42 y que algunas personas de significación de allí le habían escrito al Gobierno Provisorio para que mandase acercar fuerzas que los apoyasen y se pronunciaran, que un general estaba a la cabeza, esta es la verdad; también dice la carta de Cabral que tiene recursos de Haití pues se está haciendo la guerra a puñetazos, y que hay mucha miseria, pero asegura el triunfo y tomar a Azua tan luego se provea de pertrechos; por mi parte lo creo fácil pues los españoles están desmoralizados, además, hay un nuevo hospital en Monte Cristi y las enfermedades siguen en gran aumento. Por un boletín del Cibao fecha 7 del mes pasado he visto un decreto del Gobierno Provisorio condenando a muerte a todo individuo que lleve comunicaciones y no las entregare a la primera autoridad, esto es bueno pues se evitará la propaganda; Quizá a esto se refiera la comunicación de la Capitanía General dando cuenta de sucesos en el Este, evacuación de El Seibo, Hato Mayor. «Muchos de los voluntarios que se hallaban en la citada boca del Soco como de destacamento, se unieron a los rebeldes que se aproximaron por aquel punto la mañana del 18 de noviembre». (Diario de las sesiones de Cortes, Documentos relativos a la cuestión de Santo Domingo, etc.). 42 606 Carlos Larrazábal Blanco dice además el boletín que el almirante inglés ofrece convoyar a seis millas distante de la costa a todo buque inglés que quiera forzar el bloqueo, esta es una noticia importante. Hay también una proclama de Cabral a los banilejos y azuanos muy buena. En Pajarito mataron en días pasados al coronel Suárez y dos más: un jefe menos.43 Supongo que le habrá entorpecido su viaje a esta la revolución que amenaza ese país, pues el general Falcón se ha declarado en campaña y ha fijado su cuartel general en San Felipe, por ahora creo no vendrá a Coro, mucho siento esto pues veo la necesidad que tenemos de pertrechos. Tengo en mi poder su levita, chaleco y los botones compuestos, se los entregaré en oportunidad. Tenga la complacencia de saludar a sus hermanas, su comadre lo recuerda siempre con placer, y yo como siempre a sus órdenes. Su compadre y amigo. Franco Saviñón P. D. El viaje de Mariano a Maracaibo fue infructuoso, nada consiguió, ofrecimientos solamente y con estos pertrechos no se triunfa. Juan Esteban, Juan Estebitan, Mariano, David, Gazán44 y Federico les saludan. Este jefe menos era el coronel Joaquín Suárez de Avengoza que murió el 18 de agosto de 1864 a consecuencia de heridas que recibió en una celada de los patriotas en La Pomarrosa, al dirigirse a la Capital después de un reconocimiento que hizo sobre Los Llanos y Macorís. La Pomarrosa está en el camino de Guerra a la Capital, pero mucho antes de llegar a Pajarito (Villa Duarte). 44 Estas personas son el general Juan Esteban Aybar Bello, Juan Esteban Aybar Valencia, hijo del anterior, nombrado comandante por Duarte; Mariano Antonio Cestero, David León, Alejandro Eugenio Gazán. El hermano Miguel que cita en la carta es el que casó en 1868 con Isabel Sardá. Nació el 28 de septiembre de 1840. Fue restaurador y figuró en la desventurada expedición de Sánchez de 1861. Murió en 1871. 43 Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 607 54. Oficio del Gobierno de Santiago por el cual se informa al ministro confidencial Juan Pablo Duarte acerca de acontecimientos políticos de la República45 GOBIERNO PROVISIONAL DE LA REPÚBLICA DOMINICANA Ministerio de Relaciones Exteriores No. 2 Santiago de los Caballeros, 17 de octubre de 1864. 21 de la Independencia y 2º de la Restauración. Señor: Por los impresos adjuntos verá usted la reforma que se ha operado en el personal del Gobierno Provisorio, la que tuvo lugar sin el menor conflicto, gracias a lo preparada que en este sentido estaba la opinión pública. Hoy, que el nuevo Gobierno es verdaderamente revolucionario, según lo demanda el estado actual de cosas, el triunfo de la causa nacional se hace más infalible, porque la marcha de los acontecimientos deberá hacerse más rápida y enérgica. Sin duda usted, correspondiendo a tan patriótico programa, se esforzará en afianzar el crédito de la revolución, concurriendo a asegurar la independencia dominicana por todos los medios que le sugiere su elevada inteligencia.46 Contestado este oficio en el oficio de 7 de marzo de 1865, véase el documento No. 66 de esta colección. No hace Duarte comentarios sobre la «reforma operada». 46 Se refiere este oficio a la deposición del presidente Salcedo por una asonada cuya cabeza principal, al parecer, fue Gaspar Polanco, documento hipócrita que habla de reformas operadas en el personal, de preparación de la opinión pública, y de Gobierno verdaderamente revolucionario, cuando detrás de la acusación que se hizo a Salcedo de transacciones con el enemigo, que nunca hemos creído, se ocultaban, quizás, algunas bajas pasiones políticas y personales. Este acontecimiento acabó con el asesinato de José Antonio Salcedo. No hubo en todo esto un juego limpio. La sangre de Salcedo salpicó a muchos. Esto dice Bernardo Pichardo: «Respetemos el silencio de ella (la inscripción de la tumba de Salcedo) que compendia (sic) la magnitud 45 608 Carlos Larrazábal Blanco No muy dilatado remitiré a usted una memoria dirigida por este Ministerio a los Gobiernos republicanos de América, para que basado usted en los documentos que ella deberá contener, secunde los esfuerzos que este Gobierno haga por recabar de aquellos que nuestra Patria sea reconocida como nación beligerante. A dicha memoria acompañaré una nota bien explícita, de cuyo contenido se incluirá a usted copia legalizada. Dios guarde a usted muchos años. El ministro de Relaciones Exteriores M. Rodríguez Objío Señor general Juan Pablo Duarte. Caracas. 55. Oficio del Gobierno de Santiago a la misión Duarte-Valverde, urgiéndole el envío de armamentos GOBIERNO PROVISORIO DE LA REPÚBLICA DOMINICANA Ministerio de Relaciones Exteriores No. 4º. Santiago de los Caballeros, 18 de octubre, 1864. Señores General don Juan Pablo Duarte y don Melitón Valverde. Señores: de un crimen político que proyecta sombras, muchas sombras sobre frentes ungidas por la gloria». Archambault hace acusaciones tremendas. El tribunal de la historia no ha dado su fallo definitivo, y lo piden la tumba abierta en Maimón y las «frentes ungidas por la gloria». Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 609 Ha tiempo que el Gobierno y el pueblo dominicanos están pendientes de ustedes, esperando cada día ver llegar el armamento tantas veces prometido por personas de crédito en la República de Venezuela. Actualmente el bloqueo está de hecho suspendido y los especuladores, que aprovechan siempre toda oportunidad, no cesan de aparecer por varios puertos de la costa norte; en cuanto a la del Sur, donde nunca fue efectivo el enunciado bloqueo, más fácil debe ser cualquier desembarco. No dejen ustedes, en esta virtud, de aprovechar la ocasión tan favorable, y activen cuanto les sea posible la remesa del suspirado armamento.46 bis Espera el Gobierno Provisorio que la contestación de esta nota sea la confirmación efectiva de que no han sido vanas las promesas que se le tienen hechas.47 Dios guarde a ustedes muchos años. El ministro de Relaciones Exteriores M. Rodríguez Objío Los apuros del Gobierno eran grandes. Si es verdad que se tenía entendido que los españoles estaban cansados y no querían seguir la lucha, por otra parte siempre corrían rumores de nuevos contingentes y expediciones preparados en la Península. Pero la misión dominicana no podía hacer mucho en Venezuela que acababa, como se sabe, de salir de una guerra larga. La misión hizo lo que pudo y la propaganda que se hizo logró un movimiento simpático en favor de la República Dominicana. En 1864 contaban con un vocero importante, El Federalista, dirigido por el doctor Felipe Larrazábal, y se formó una junta con el objeto de recolectar fondos, de la cual formaban parte los generales José Rafael Pacheco y Aureliano Alfonso, los señores Ildefonso Riera Aguinagalde, Mariano Espinal, doctor Guillermo Tell Villegas, secretario de E. de lo Interior, Justicia y Relaciones Exteriores de Falcón en 1863. En San Francisco se celebran mítines, de los cuales el primero eligió a Guillermo Iribarren, secretario de E. de Hacienda y Fomento, en 1863, como presidente; a Eduardo Calcagno, como vicepresidente; a Lino J. Revenga, como secretario. 47 Contestado por oficio de fecha 7 de marzo de 1865, documento No. 66 de esta colección. 46bis 610 Carlos Larrazábal Blanco 56. Oficio del Gobierno de Santiago que ordena al Padre de la Patria permanecer en Caracas GOBIERNO PROVISORIO DE LA REPÚBLICA DOMINICANA Ministerio de Relaciones Exteriores No. 6 Santiago de los Caballeros, 19 de octubre de 1864. Señor general Don Juan Pablo Duarte, Ministro de la República Dominicana en las de Venezuela, etc. Señor: De orden del Gobierno Superior usted permanecerá en Caracas como representante suyo, a fin de que, cuando el señor Valverde se ausente para pasar a Nueva Granada, quede siempre representada la República Dominicana de una manera digna en la de Venezuela. Confía el Gobierno a su patriotismo la prosecución de los pasos iniciados cerca de aquel Estado, y espera que ellos darán un resultado feliz.48 Dios guarde a usted muchos años. El ministro de Relaciones Exteriores M. Rodríguez Objío 57. Oficio que ordena una investigación acerca del destino de los prisioneros dominicanos de color que los españoles internan en Cuba y Puerto Rico Contestada por Duarte en su oficio de fecha 7 de marzo de 1865. Véase documento No. 66 de esta colección. 48 Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 611 GOBIERNO PROVISORIO DE LA REPÚBLICA DOMINICANA Ministerio de Relaciones Exteriores No. 13 Santiago de los Caballeros, 4 de noviembre, 1864. 21 de la Independencia y 2º. de la Restauración. Señor general Juan Pablo Duarte, Caracas. Señor: Habiendo recibido noticias el Gobierno de la República de que muchos de los prisioneros de color hechos por los españoles, bien en el campo de batalla o en sus casas particulares, como han sido los más, han sido internados en las islas de Cuba y Puerto Rico con el inmoral objeto de darles una condición triste y que está condenada por los principios filantrópicos del siglo, se me ha encomendado dirigir a usted la presente nota para inducirle a que examine lo que haya de verdad en esos informes, utilizando al efecto sus buenas relaciones en ese punto u otros del extranjero. No dudo que usted dará exacto cumplimiento a este importante cometido, así en obsequio de sus compatriotas y del pueblo heroico que usted representa, como de la humanidad. No descuide tampoco comunicarme sus observaciones sobre todo aquello que concierne a nuestra Patria.49 La Comisión de Relaciones Exteriores M. Rodríguez Objío Contestado por Duarte en su oficio de fecha 7 de marzo de 1865. Véase el documento No. 66 de esta colección. Nada se pudo averiguar. 49 612 Carlos Larrazábal Blanco 58. Oficio acerca de los dominicanos que permanecen en el extranjero Dios, Patria y Libertad GOBIERNO PROVISORIO DE LA REPÚBLICA DOMINICANA No. 31 Comisión de Relaciones Exteriores Santiago de los Caballeros, a 23 de noviembre de 1864. 21 de la Independencia y 2º. de la Restauración. Señor general Juan Pablo Duarte, Caracas (Venezuela). Hay en el boletín No. 16 un decreto relativo a los dominicanos que aún permanecen fuera de nuestro territorio y cuyo objeto ha sido obligar a que se deslinden los remisos.50 Usted lo hará así comprender a cuantos se hallen comprendidos en él, manifestándoles que basta una exposición al Gobierno para salvar su reputación de patriotas.51 Dios, Patria y Libertad. La Comisión de Relaciones Exteriores M. Rodríguez Objío 59. Oficio donde se informa al ministro Duarte acerca del curso de la guerra Es el Decreto No. 803 del Gobierno Provisorio que corre inserto en la primera Colección de Leyes y Decretos, tomo IV, página 312, ed. de 1927. 51 Contestada por Duarte en su oficio de fecha 7 de marzo de 1865, véase documento No. 66 de esta colección. 50 Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 613 Dios, Patria y Libertad GOBIERNO PROVISORIO DE LA REPÚBLICA DOMINICANA No. 37 Comisión de Relaciones Exteriores Santiago de los Caballeros, a 10 de diciembre de 1864 21 de la Independencia y 2º. de la Restauración. Señor general Juan Pablo Duarte, Caracas. Señor: Por haber continuado hasta hoy las negociaciones relativas a la paz con España, bien que por el intermedio del señor general Geffrard, no ha dado este Ministerio curso a la memoria que se le tiene anunciada. Pláceme participarle que el estado de la guerra es en extremo satisfactorio: los pueblos de Guerra, Los Llanos, Hato Mayor y varios otros puntos de la costa este, han efectuado su acto de adhesión a la causa nacional. El general Maldonado, además, salió de El Seibo con el resto de criollos que allí había en número respetable, y se ha adherido igualmente a la revolución. La toma de ese punto es una cosa segura. Esfuércese en tomar medidas para que el Boletín Oficial circule en el extranjero, pues este Ministerio lo remite con puntualidad y está informado de que muchas veces se extravía. Es preciso vigilar a los agentes españoles. No descuide tener este Ministerio al corriente de cuanto tenga relación con la causa de nuestro país.52 Contestada por Duarte en su oficio de fecha 7 de marzo de 1865, véase documento No. 66 de esta colección. 52 614 Carlos Larrazábal Blanco Dios y Libertad. La Comisión de Relaciones Exteriores M. Rodríguez Objío 60. Otra carta de Francisco Saviñón Curazao, diciembre 11, 1864. Señor general Juan Pablo Duarte, Coro. Querido compadre: En este momento que sale el Galgo he sabido por una casualidad que estaba usted en esa, y aprovecho la oportunidad para encargarle se vea con Pina y le estimule a resolver su viaje a la revolución, yo creo que está dispuesto, pero no está de más decirle algo. Si acaso usted no viene por aquí, no deje de decirme algo de bueno de la entrevista con el general Falcón, pues espero sea muy plausible. Aquí hay cinco o seis dominicanos dispuestos a irse a la revolución, si no lo han hecho ya ha sido por falta de recursos. Su comadre le retorna su saludo, su ahijada le pide la bendición y yo siempre a sus órdenes. Su afectísimo compadre. Franco. Saviñón P. D. La carta que me mandó para el coronel Diez está ya encaminada según sus deseos. Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 615 61. Carta de Pedro Alejandrino Pina La Vela, diciembre 14, 1864. Ciudadano general Juan Pablo Duarte, Coro. Estimado general y amigo: Me he hecho reconocer por el ilustrado doctor Cabrales y me ha recetado píldoras y fricciones. Según me dice, pone en práctica para mi curación un método resolutivo que dará un resultado favorable, pero tardío. Siento infinito que esta circunstancia me imposibilite para emprender mi viaje a Santo Domingo, pues necesita del concurso de todos los dominicanos para triunfar de la España. ¡Ojalá pueda irme dentro de un mes! Supongo que usted se haya visto con el Gran Mariscal y que esté usted contento del resultado de la entrevista, porque aunque es muy cierto que Venezuela ha quedado atrasada y empobrecida por la revolución de cinco años que acaba de sufrir, sin embargo, algún sacrificio hará por nosotros que no somos sino la avanzada de la América que se bate heroicamente contra los Estados de la Europa conquistadora. Sobra de argumentos tendrá usted para tratar el asunto. Hay además de todo una circunstancia que nos favorece, y es que el general Falcón es de sentimiento muy americano. Me ha dicho Manuel Torres que espera la Antonia el miércoles próximo y pienso irme en ella para Curazao. Le comunico esto por lo que pueda interesarle. Consérvese bueno y mande a su compadre. Pedro A. Pina 616 Carlos Larrazábal Blanco 62. Oficio que trata de la política de España en América Dios, Patria y Libertad GOBIERNO PROVISORIO DE LA REPÚBLICA DOMINICANA Santiago de los Caballeros, a 27 de diciembre de 1864 21 de la República y 2º. de la Restauración No. 53 Comisión de Relaciones Exteriores Señor general Juan Pablo Duarte, Caracas. Señor: Con fecha 13 de noviembre próximo pasado el Gran Congreso de Lima53 ha notificado al almirante Pinzón la desocupación de las islas Chinchas; haciéndole saber que la cuestión peruana es ya suramericana. Sin duda la Anexión traidora de la República Dominicana; la intervención de México; la ocupación de las expresadas islas, con violación del territorio peruano; las intrigas sorprendidas en Chile, han sido poderosos combustibles que, amontonados por la mano europea, han hecho estallar el justo enojo de la América antes española. La política invasora se ha desenmascarado; justo es que los pueblos invadidos y amenazados se preparen a luchar y a vencer, para consolidar así su absoluta independencia. Este es el Segundo Congreso de Lima de 1864. Concurrieron además del Perú, Argentina, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Guatemala y Venezuela. Se ocupó, en realidad, el Congreso de la ocupación de las islas Chinchas por España y se suscribieron tratados que no fueron ratificados por los Gobiernos respectivos (Carlos Sánchez y Sánchez, Curso de Derecho Internacional, 1943). Los hechos, que cita el oficio de Santiago como alarmantes para el americanismo, no se encuentran citados en Sánchez. Tampoco se encuentran ni en el oficio ni en el autor citados las reclamaciones de España a Venezuela en 1860 por hechos ocurridos en la Guerra de la Federación. 53 Manual de historia de Santo Domingo y otros temas históricos 617 Esta situación es ventajosa y en extremo favorable para que usted gestione a nombre de la República Dominicana, cerca del Congreso suramericano a fin de obtener el reconocimiento de aquella, no ya como parte beligerante, sino como poder independiente. Su inteligencia y los numerosos datos publicados hasta hoy, le sugerirán amplias razones en que apoyar la gestión ante dicha; la marcha de los acontecimientos y la actitud bélica del Gran Congreso coronarán sus esfuerzos.54 Dios y Libertad. La Com
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