HILVA TERREROS HINOSTROZA BRUNO TERREROS BALDEÓN FRAYLE Y CORONEL EN LA EMANCIPACIÓN PERUANA VIDA Y OBRAS DEDICATORIA A los investigadores y a mis familiares que colaboraron en esta investigación. 2 A MODO DE PROLOGO Hilva Terreros Hinostroza, profesora egresada de la Universidad Nacional del Centro del Perú y especializada en el área de la Historia es la autora del presente trabajo de investigación referido a don Bruno Terreros Baldeón, prócer de nuestra independencia y figura paradigmática, asimismo, en la galería de las personalidades ilustres de nuestra Sierra Central en la disímil expresión física del territorio peruano. Figura paradigmática acabamos de decir en referencia a la imagen plena de realizaciones y logros del religioso franciscano que, llegada la hora de las decisiones trascendentes y definitivas, optó por guardar con respeto su hábito sacerdotal y asumir las responsabilidades de un patriota que entonces no trepidó en hacerse mentor, guía y combatiente por la sagrada causa de la libertad del Perú, que en esos años pugnaba por hacerse también República soberana e independiente en el consenso de las naciones autónomas de América. Leal siempre su adhesión y respeto a los principios cristianos y la autoridad de su Majestad Católica, esta fidelidad y anuencias se quebraron, en determinado 3 momento, por parte de Terreros, irremediablemente. Fue cuando el atropello y latrocinio de los objetos sagrados de su iglesia por la codicia de un oficial de las fuerzas colonialistas y sus subordinados. Clamó entonces sanción y castigo para los culpables la voz tonante de Terreros. Lo demás nos lo dice la historia. El sacerdote párroco de Chupaca (Huancayo), condenó la irreverencia y menosprecio de los culpables (soldados del Rey) y abjuró de su fidelidad a la Corona. Se hizo un combatiente por la libertad de su Patria, el Perú naciente. Esta es, en síntesis, la imagen humana y moral del prócer Fr. Bruno Terreros Baldeón que nos entrega el trabajo de investigación que comentamos. Pero las páginas del estudio trascienden al prócer. Van más allá. Y así nos es posible hallarnos en el marco temporal y geográfico de aquel Perú de la tercera década del siglo XIX. Las egregias figuras de los Libertadores, José de San Martín y Simón Bolívar, ocupan, sucesivamente, las primeras planas en el convulso discurrir de aquellos años cruciales. Con el primero, San Martín, resplandece la grandiosa gesta de lo que en la historia de la libertad de América se denomina la Corriente libertaria del Sur. Ello nos lleva a recordar las expediciones comandadas por los patriotas argentinos Juan José Castelli, Antonio Balcarce y Manuel Belgrano, que, sucesivamente, en tres diversos espacios –Vilcapuquio, Ayohuma, Sipe Sipe-, y en años diferentes, trataron infructuosamente de atacar y destruir el poder español, bajo el mando del virrey residente en Lima, atacándolo a través de territorios del Alto Perú. Los intentos liberacionistas provenientes, pues, de Río de la Plata, con Castelli, Balcarce y Belgrano, fueron, las tres veces, frustradas por la fuerzas realistas. Surge y fulge entonces la figura genial de San Martín. Éste, vencedor de los franceses en Baylen (España) y de los realistas en San Lorenzo (ámbitos de Río de la Plata, Argentina), con su famoso escuadrón Granaderos a caballo, emitirá su asombrosa estrategia: Para libertar al Perú, deberá atacarse al poder hispano por el mar. Y así, siguiendo su portentosa idea, las fuerzas argentinas atraviesan los Andes, caen en Chile, vencen a las fuerzas del Rey en 4 Chacabuco y Maipú, y con la Escuadra Libertadora las fuerzas liberacionistas desembarcan en Paracas, a pocas leguas al sur de Lima... La Corriente libertaria del Norte, con Bolívar, vencedor de los españoles en Carabobo y Boyacá, logrará hacer del todo deleznable la persistencia y el interés colonialista españoles tras sus triunfos en Junín y Ayacucho. Aparte la semblanza de los dos insignes Caudillos americanos y la presencia en el entorno humano de cada uno de ellos de destacados prohombres y oficiales, el trabajo de investigación histórica pone en escena el esforzado y laudable actuar de la casi anónima legión de los luchadores aborígenes, nativos, los “montoneros” regionales agrupados y organizados en “partidas” bajo la conducción de fidedignos caudillos comarcanos: Así, Terreros Baldeón, Cayetano Quirós, José María Guzmán, Gaspar Huavique, el legendario morochuco Basilio Auqui, Félix Aldao, y tantos otros, sin cuyo aporte y labor directriz sin duda la consecución de nuestra libertad se hubiese visto más dificultada y diferida. Por ello es de gran mérito la difusión de sus remarcables hechos a la que también se orienta el trabajo de investigación que nos motiva. Una virtualidad más se añade al plausible empeño de la autora. Esta es la visión panorámica de la convulsa región en la que el actuar de los montoneros se desarrolla: Los espacios de dura y variada orografía de nuestros Andes Centrales, cuyas áreas fueron el escenario y campo del esforzado y señero cometido de los combatientes oriundos de la peruanidad naciente y auroral. Podéis constatarlo. Hugo G. Cárdenas Mandujano Periodista Profesional Reg. Nº 2208 COLEGIO DE PERIODISTAS DEL PERÚ COLEGIO DEPARTAMENTAL DE PERIODISTAS DE LIMA 5 ÍNDICE GENERAL DEDICATORIA A MODO DE PROLOGO 3 ÍNDICE GENERAL 6 INTRODUCCIÓN 8 CAPITULO I BIOGRAFIA DEL PROCER BRUNO TERREROS BALDEÓN 11 • Nacimiento 11 • Genealogía 13 • Infancia y Estudios 13 • Profesión 14 • Aportes de su personalidad 14 • Retorno al claustro 15 • Su muerte 16 CAPITULO II EL PATRIOTISMO DE GUERRILEROS Y MONTONEROS • Guerrillas y Montoneros 20 6 • Grupos de montoneros en 1724, 1823, 1824 23 • Logística de las fuerzas de guerrilla 26 • Bruno Terreros: su labor de cura de Doctrina. Su proclama 34 • Otros clérigos 36 CAPITULO III LOS APORTES DEL PRÓCER A LA INDEPENDENCIA POLÍTICA DEL PERÚ • Su Pensamiento Político 40 • Propagación de sus ideas libertarias 41 • Su labor de Jefe de Guerrillas 42 • Al lado de San Martín y de Bolívar 46 CAPITULO IV TESTIMONIOS DE SU PARTICIPACIÓN DE MONTONERO ORGANIZADO • Listado de montoneros (1819 - 1824) 62 • Certificados otorgados por el Coronel Terreros 65 BIBLIOGRAFÍA 66 7 INTRODUCCIÓN Los pobladores de Jauja provienen de un numeroso grupo étnico denominado los Huancas y los Xauxas, quienes en la antigüedad se ubicaron a lo largo del río Jatun Mayo o Huancamayo, que en su primera acepción quiere decir Río Grande, y al que desde 1782 se le denomina Río Mantaro, que alude al valle del mismo nombre. Según refieren los historiadores la región fue una zona de gran población, tan igual que los valles de Huánuco y Huaraz, y con edificaciones de un alto nivel cultural; además, fue centro de operaciones políticas, económicas, administrativas y religiosas, cuyos restos, según relatos de cronistas, testimonian el esplendor en la época pre-hispánica. Desde los primeros años de la Conquista estos pobladores dieron su apoyo al invasor español. Tras la derrota de Atahualpa iniciaron rebeliones y buscaron su emancipación a partir del año 1565. Al producirse las manifestaciones anunciando la rebelión de los indios del valle, éstos comenzaron a hacer acopio de armas de todo género, tanto de las propias como de las utilizadas por los españoles, según una carta del dueño del obraje La Mejorada, don Felipe de Segovia Briceño de Valderrama, citada en la obra “Historia General del Perú” de Rubén Vargas Ugarte. Los Xauxas son considerados como ejemplares patriotas en el Perú y son reconocidos como los más decididos y valientes líderes que iniciaron las luchas en pos de nuestra independencia. En 1724-1737 surge la resistencia de Manco Inca 8 Yupanqui y Túpac Amaru I en la Región Central; luego vendría la sublevación de los caciques Torote y los líderes campas. En 1742-1775, el movimiento de Juan Santos Atahualpa, y en el medio siglo anterior el de Túpac Amaru II (1780-1782), aproximándose a 112 las rebeliones campesinas, que lograron formar así una auténtica conciencia nacional regionalista y libertaria en el Perú y América; por lo que afirman muchos autores que el siglo XVIII es la época de grandes protestas y levantamientos, contándose con la conspiración de criollos con carácter separatista. Aparece igualmente la gran fuerza voluntaria de los montoneros que venían gestándose en el espíritu de las poblaciones; constituían ejércitos irregulares, es decir, sin armas ni uniformes, y sólo vocación de servicio y amor a la patria. A la llegada del generalísimo don José de San Martín con la corriente literaria del sur, los valerosos montoneros en la Sierra Central ofrecían resistencia, obstaculizando el paso de los ejércitos realistas, logrando expulsar incluso a muchos de estos grupos. La presencia de Simón Bolívar fortaleció aún más el apoyo de armas y se perfeccionó el actuar de estos batallones. Muchos jefes de montoneros, como en el caso del religioso Bruno Terreros, de la Orden Franciscana, inicialmente se habían mostrado más realistas que el Rey, pero los hechos de pillaje y abusos incalificables los obligaron a cambiar de actitud. Bruno Terreros, víctima de la ambición y abusos de un capitán realista y de un grupo de soldados, fue obligado a entregar el cáliz de oro en su parroquia de Chupaca, bajo amenazas de ser golpeado si opusiera resistencia. Indignado por estos abusos y crímenes execrables, con llamado de campanas reunió a los vecinos y a la población en general, persiguiendo a pedradas a los autores del latrocinio, logrando arrojarlos al otro lado del río Mantaro. Desde entonces cambió sus hábitos por el uniforme militar, sable y pistola, en defensa de la religión y libertad, y decidido a destruir así las exageradas ambiciones de estos tiranos, según Ricardo Palma. Era 1816 cuando se incorporó a las guerrillas patriotas. De inmediato se dedicó a proveerse de armamentos, reunió reclutas, caballos; diligente y previsor, cambiaba de vestimentas para enterarse personalmente de las actividades y 9 tácticas del ejército enemigo. Enterado de todo ello, el Libertador Bolívar le otorgó el grado de Coronel, y haciendo conocer además, en muchas comunicaciones, que Terreros era un hombre de confianza por haber cumplido misiones difíciles y por su desempeño y versación en el campo militar. Terreros prestó sus servicios a la causa patriota aproximadamente desde 1816, destacando siempre su coraje y gran actividad. Tal es el Coronel Bruno Terreros Baldeón. La valoración de sus hechos y acciones destacadas han sido reconocidos por historiadores, literatos e instituciones de prestigio nacional, todo ello respalda y dan mérito suficiente a nuestra investigación. 10 CAPITULO I BIOGRAFIA DEL PRÓCER BRUNO TERREROS BALDEON NACIMIENTO Nació un 19 de Setiembre de 1782, en Muquiyauyo, actualmente distrito de la provincia de Jauja, en el departamento de Junín. MUQUIYAUYO. Casa de Bruno Terreros Baldeón ubicada en la plaza principal del mismo distrito, donde se nota una placa recordatoria. 11 JAUJA. Parte del valle del Mantaro 12 GENEALOGÍA Su padre fue don Antonio Terreros Sotomayor, y su madre, doña Rosa Baldeón, natural de Mito, provincia de Concepción, Junín. Por la línea paterna descendía del español Tomás Terreros de Aedo, emigrado al Perú durante la época del Virreinato. Terreros, apellido aragonés. Su escudo contiene: armas en campo de gules, dos torres unidas por una muralla, todo de plata, y en lo bajo, un galgo de plata, acollarado de sinople.1 Terreros español tuvo marcada distinción, similar a la de un latifundista. Sus dominios abarcaban desde Parco hasta Sincos, habiendo levantado su residencia en el paraje Guayunco, jurisdicción de la comunidad de Muquiyauyo, al amparo del general don Pedro Ortiz de Foronda, que era, en esos tiempos, corregidor y justicia mayor de Xauxa por encargo de su Majestad Católica. Este español contrajo matrimonio con la mestiza Basilia Sotomayor, natural del lugar y de cuyas nupcias nacieron Antonio, Rafael y Simona Terreros Sotomayor. INFANCIA Y ESTUDIOS Bruno Terreros Baldeón tuvo tres hermanas Camila, Justa y Felipa. Bruno fue bautizado el 25 de diciembre de 1782 en la doctrina de Huaripampa.2 Desde niño demostró precocidad en sus estudios, lo que alentó a sus padres a prestar esmerada atención en su educación e incorporarlo a las escuelas para la emigración a España. Avanzados sus estudios, desde los primeros años tuvo predilección por la carrera eclesiástica, y aprovechando de la simpatía que había despertado en uno de sus profesores religiosos, pudo obtener recomendación especial para su ingreso al convento de Nuestra Señora de los Ángeles, recolección de San Francisco, con 1 2 González Doria, Fernando. “Diccionario Heráldico y Nobiliario de los Reynos de España”. Bustamante, Pedro N. “El Comercio” 1946 p.6 13 recomendación especial. Sobresalió en el estudio de Teología Dogmática, Latín de Nebrija y Filosofía de Heinecio3, mérito que lo llevó a Lima a cursar estudios superiores. CONVENTO DE OCOPA. Centro de estudios donde recibió su formación religiosa. PROFESIÓN A los 26 años, es decir en 1808, se recibió de subdiácono. En 1810 de presbítero. Durante cuatro años prestó servicios dentro del mismo convento. En 1817, por consideraciones guardadas por el Arzobispo Monseñor Bartolomé de los Heros, llegó a obtener su secularización y consiguió ser nombrado cura en propiedad de Chupaca. APORTES DE SU PERSONALIDAD Su franqueza, liberalidad, generosidad y sinceridad, tan propios de él; admirable por su dignidad, además, y hombre de sanos y justos principios, “de pulcro lenguaje, de una disciplina inquebrantable” dice Jorge Basadre, que analiza una carta del 23 de Marzo de 1824 del general Cánterac, a Bruno Terreros para que declinara su actitud y adhesión a la causa patriota. A la que el prócer contestó y 3 Ibid. Pág.6 14 dijo: “Que conocía sus legítimos derechos y que una rendición suya ante la fuerza sería manifestarse como hombre desnaturalizado y sin principios; que una claudicación ante las amenazas “sería acreditarme como un peruano pusilánime y sin ningún conocimiento racional, y la debilidad ante un fácil oportunismo sería darme a conocer como un sujeto bastante ridículo e indecente, codicioso y de muy bajos pensamientos”. Posición indiscutible de su digna personalidad. BRUNO TERREROS BALDEÓN SU RETORNO A LOS CLAUSTROS Concluida la batalla de Ayacucho en 1824, dado su decidido aporte a la causa de la independencia se le concedió a Bruno Terreros la facultad de regresar a su convento, reincorporándose así a lo que constituía su vocación. A fines de Febrero de 1825 inició su gestión dirigiéndose en este sentido al secretario general del Libertador Bolívar. De este modo, la autoridad militar se dirige al Ministerio respectivo con el siguiente despacho: “Marzo 4 de 1825. Al Gobernador del Arzobispado. Cuando, por el feliz estado de las cosas, ha creído el Coronel Bruno Terreros que sus servicios no eran ya de necesidad, ha solicitado del Gobierno el permiso para retirarse a los claustros del convento de San Francisco, de cuya religión es hijo, y S.E., el Libertador, teniendo por ésta toda la consideración que ella se merece, por la conocida piedad que ella demuestra, se ha servido acceder a ella, y, en consecuencia, ha quedado el coronel Terreros separado del servicio y en estado de restituirse a su convento; pero como no sería justo que se lo echase al olvido, ni se viese con indiferencia la buena conducta que él ha observado mientras ha estado al servicio del Gobierno, y considerando los muchos e importantes cargos que ha desempeñado en la causa nacional en las críticas circunstancias de que se vio rodeado en el año próximo pasado, su Excelencia, el 15 Jefe Supremo de la República, me manda recomendar a ustedes al expresado Coronel Terreros, el doble objeto de que usted lo atienda, dándole una colocación correspondiente a su distinguido comportamiento y de que volviéndose de los respetos de ustedes mismos tome las medidas que sean conducentes, a fin de que los prelados de San Francisco vean a Terreros con el aprecio y consideración que tan justamente se ha granjeado. Me suscribo de ustedes. Atento servidor, Tomás Heres”.4 José P. Paz Soldán inserta en su obra la siguiente carta Nº 479 “Parece que sus hermanos, los religiosos, manifestaron alguna repugnancia para acceder a esta recomendación, pero el Libertador insistió con el Gobernador Eclesiástico del Arzobispado para que considerando los grandes servicios prestados a la Patria por el Padre Terreros, por su buena conducta y méritos sacerdotales se le habilitara un beneficio como Cura, dedicándole un curato vacante. Terreros se presentó y le aprobaron dándole posesión la parroquia de Mito el 20 de Agosto de 1825”.5 El Padre Terreros desechó los ofrecimientos y beneficios por parte del Libertador, pidiéndole, como única recompensa, que interceda ante el Arzobispado para su reincorporación a su convento, demostración, una vez más, de su probada vocación de servicios a Dios y a sus prójimos. SU MUERTE En su desempeño sacerdotal fue muy querido. Solicitado –por ser persona que tenía la facultad de servicio inmediato- no escatimó el atardecer del día 28 de diciembre de 1832 acceder a la petición de los familiares de un moribundo para ser asistido religiosamente en el vecino pueblo de Matahuasi. Salió presuroso. Tomó y ensilló su brioso caballo “El Chimbador”, cruzó el río Mantaro para dar el auxilio cristiano de los Santos Oleos. Cumplido el sacramento, retornó hacia su casa pastoral; pero fue sorprendido por la crecida y turbulencia de las aguas y la 4 5 Palma Ricardo “Tradiciones Peruanas”, Pág.306 Op.Cit. 16 oscuridad de la noche. No menguó su coraje. Se lanzó con el caballo a cruzar el río, pero en la furia de las aguas halló trágica muerte por ahogamiento. su partida de defunción fue encontrada por un estudioso párroco de Huaripampa, el Doctor José Paz López, en 1956, y que a la letra dice: “En esta Santa Iglesia de San Miguel de Huaripampa, a treinta días del mes de diciembre del Año del Señor de mil ochocientos treinta y dos. Yo, infrascrito cura propio vicario de dicha doctrina, Juez Eclesiástico de la Paz de la Provincia de Jauja di sepultura eclesiástica con entierro mayor y misa de cuerpo presente el cadáver del señor cura de la doctrina de Mito DD Bruno Terreros, al parecer de cincuenta y tres años. No recibió los santos sacramentos, ni testó, porque su muerte fue súbita, muriendo desgraciadamente en el vado de esta doctrina, ahogado, y para que conste lo firmo –Francisco María de la Banda”– una rúbrica.6 Obtuvimos una copia legalizada de la misma fuente por intermedio del Párroco Ascencio Toledo, quedando así demostrado gran parte de su biografía. MITO. Templo donde Bruno Terreros se desempeñaba como cura al ser solicitado para brindar los santos óleos a un moribundo y que al cruzar el río Mantaro al atardecer del 28 de diciembre de 1832, es arrastrado por sus corrientes, sucediendo su muerte. 6 Espinoza Bravo Clodoaldo A. “Jauja Antigua” p.265 - 1964 17 PARTIDA DE DEFUNCIÓN de Bruno Terreros Baldeón encontrada en la parroquia de Huaripampa por el Dr. José Paz López en 1956. 18 HUARIPAMPA. Templo donde se encuentra la partida de defunción de Bruno Terreros, presumiblemente albergan sus restos en sus catacumbas subterráneas. 19 CAPITULO II EL PATRIOTISMO DE GUERRILLEROS Y MONTONEROS GUERRILLAS Y MONTONEROS Guerrilleros y montoneros eran el nombre de grupos poco numerosos que hostilizaban al enemigo. No menos de 200 individuos jóvenes, sanos y de buen comportamiento. “Partida de tropas ligeras, que hacen resistencia”, denominación que los españoles habían puesto utilizando como sinónimos ambos vocablos. A estos cuerpos de fuerza irregular, por su presencia dispersa, los llaman “guerrillas”, por andar en partidas sueltas (“partidarios”), por su falta de regla, disciplina y ejecución. Fueron los españoles que guerreaban en el Perú, bautizados con el apelativo de “montoneros” por su modo y manera especiales de embestir, lidiar, sin plan previo, dañando al enemigo, privándolo de recursos, dificultando su marcha, hostigándolos para favorecer su decisión; el plan era fatigarlos, abrumarlos, destruirlos de asalto en asalto, apareciendo y desapareciendo alternativamente, para reaparecer enseguida, siempre en orden colectivo, en montón, de allí la 20 denominación de “montoneros” que le pusieron a las guerrillas en la guerra de la Emancipación y después consagrado con sello definitivo por el uso y por el tiempo. En las memorias del general Miller, Tomo II, Pág. 120 al 121, se detalla su apariencia: era grotesca. Unos montaban sobre mulas, otros a caballo, algunos llevaban gorros de piel, otros cascos, sombreros de lana, de ovino o de vicuña; algunos los adornaban con plumas. Sus uniformes eran variados, chaquetas de húsares, casacas de infantería y pellejos encarnadas de soldados realistas muertos o a los que se les arrebató; todo ello constituía una mezcla de uniformes en los soldados de la patria. Sus pantalones eran de lana; algunos vestían mamelucos, otros bombachos. Algunos usaban botas, otros sandalias, y no faltaban quienes iban con los pies desnudos. Sólo en una cosa había uniformidad: todos llevaban ponchos y lazos. Sus armas eran diversas: carabinas, fusiles, pistolas, espadas, sables, largos cuchillos, lanzas, rejones, hondas. La graduación de un guerrillero consistía en la captura para sí de algún arma del adversario. Esporádicamente se les enviaron partes de armas para prepararlos o repararlos.7 Después del 28 de Julio de 1821, paso histórico, es decir, la proclamación de la independencia del Perú por el generalísimo Don José de San Martín, no era notorio los cambios en esas particularidades. En la sierra central la situación se mantuvo activa y firme la rebelión a pesar de que los jefes y las fuerzas españolas estaban entre Jauja y Huancayo, teniendo su cuartel general en la Incontrastable. Con todo, los patriotas seguían tras los pasos del ejército realista, pese a la crisis que afrontaban, sin dinero, sin camisas y mal alimentados, porque escaseaban los recursos. La campaña guerrillera de 1823 se caracterizó por algunos reveses. En enero del mismo año, el montonero Huavique sufre un contraataque en las inmediaciones de Chincha; al guerrillero “Cholo Fuerte” lo baten los coloniales en el suroeste de Huancayo, en Chongos Alto; por este motivo los huamanguinos se replegaron. 7 Roel Pineda, Virgilio: “Los Libertadores”, p.115 21 En la sierra central, asimismo, en febrero de 1823 se registra la primera acción importante de los montoneros guiados por Custodio Álvarez en Cerro de Pasco. Dejando a Pueyrrendón a cargo de supervisar la zona y mantener alertas a las partidas de guerrillas, llegó al pueblo de Reyes y reunió una junta de oficiales de “partidas” integradas por el ayudante mayor del ejército, José María Fresco, el comandante Francisco Álvarez, Pablo Panez, Benito Díaz y el ayudante de campo Santiago Malvarte, decidiéndose atacar a las tropas enemigas establecidas en Chonta, Yuracmarca y Tacayhuanca. Tal planeamiento tuvo éxito porque lograron derrotar con muchas bajas enemigas al ejército realista, capturando al comandante Agustín Peña y al Subteniente Pablo Benavides, más varios prisioneros. Salió después a Tarma, a Paucartambo, Ninacaca, Huachón, Carhuamayo, pese a no tener el apoyo del ayudante mayor de la zona.8 Don Remigio Silva expresa que los pueblos parecían “leones en la defensa”. Esos habitantes de los pueblos se unen, se arman con galgas, hondas y palos y liquidan a sus enemigos en los desfiladeros. Los indios de comunidades, a su vez, inician sus campañas propias, reúnen leñas y las esconden en los breñales y abandonan sus aldeas para esperar a los contrarios y acometerlos en los pasos estratégicos. Su ayuda fue calificada de “considerable” por los jefes patriotas “porque sin ellos todos nuestros esfuerzos son en vano”. En las fuentes documentales, largas son las nóminas de estos indígenas que han acreditado su valor y entusiasmo participando en los más variados lances. Terminada la lucha, muchos de los rebeldes negros que ya habían obtenido su libertad litigaban contra sus antiguos amos que trataban de reintegrarlos a su antiguo status de esclavos y otros solicitaban carta de libertad. Tal fue el caso de Antonio Salazar, por el cual certifican, en 1825, los guerrilleros Inocente Zárate Ninavilca y Mateo Campos, quienes desde 1820 habían servido en las “partidas” de esos jefes y en las de Isidoro Villar y Francisco Vidal, distinguiéndose por su “denuedo e intrepidez”. Se 8 Rivera Serna, Raúl: “Los Guerrilleros del Centro en la Emancipación Peruana”, Pág.58,59 22 los inscribió en la “partida de guías” y fueron agraciados con el grado de sargento y pelearon hasta 1824, retirándose de la lucha por invalidez. Se les otorgó su carta de libertad, a mérito de los Decretos del 21 de setiembre de 1821 y 19 de noviembre de 1825. Desde los primeros días de la emancipación, figuran morenos en las guerrillas y montoneras. En diciembre de 1820 ya existía la “división patriótica de libertos” de Ica, al mando del comandante Francisco Bermúdez, que actuó en Huancavelica. En 1821 Juan Pardo de Zela tenía muchos negros en su división de Ica. En las guerrillas de Carreño actuaron hasta 720 combatientes. En 1822, el sargento Bolívar reunió una “partida” con vecinos morenos de Chincha y Cañete, y el negro Antonio Pola actuaba con Huavique en Chincha Alta. El 17 de enero de 1821, Francisco de Paula Otero le comunica a San Martín que espera las guerrillas y los negros reunidos por Bruno Terreros para organizar en Huancayo un batallón y ocupar en quince días Huarochirí y acabar con Carratalá.9 GRUPOS DE MONTONEROS EN 1724, 1823, 1824 En el Perú las guerrillas y montoneros aparecen y actúan desde las primeras rebeliones precursoras, desde 1724. En Huarochirí, en 1750. La de José Gabriel Condorcanqui, o Túpac Amaru, de 1780. En Huánuco en 1812 y las del Cusco en 1814. A la ausencia de don Juan Antonio Álvarez de Arenales en la zona, Jauja y Huancayo proclamaron su libertad el 20 de Noviembre de 1820; siendo gobernador don Pedro Gonzáles, el cura Istanislao Márquez redactó las dos actas y el mismo día, y el Jefe de la delegación el Capitán don Alejo Martínez Lira; acompañaban los ciudadanos Hilario Lino Gregorio Suárez, Rafael Cevallos y la población en pleno según el periódico el “Correo” del 7 de noviembre de 1992. Los ataques de guerrillas indias que emboscaban en los pasos más peligrosos o en las ásperas alturas de las quebradas, utilizando galgas como el arma más eficaz. 9 Dumbar Temple, Ella: “Historia General del Ejército Peruano” Pág. 472 23 La participación se extendió no sólo a los aportes materiales de toda índole, como abastecimientos y donativos en efectivo, sino a la contribución personal de todos los individuos de los diversos estratos sociales y raciales sin discriminación. Actuaron en casi todas las provincias del Perú, a pesar de la variada geografía del país, y figurando en su gesta los más olvidados pueblos y comunidades. Agregábase a ello las cargas que pesaban sobre los agobiados campesinos en el servicio de peonaje, arrieraje, reclutamiento en masa y aun mitas que el gobierno patriota imponía. En el campo artesanal prácticamente existía el trabajo obligatorio, como lo certifican las listas de sastres, zapateros, herreros, etc., quienes debían producir lo necesario para el ejército, especialmente en el caso de las herraduras, problema básico porque en los pasos difíciles era necesario llevar bien herrados los caballos y contar con clavos de repuesto. Eran los pueblos los que proporcionaban las provisiones para el ejército y lo tenían que conseguir preparando especialmente el charqui para el ejército libertador. 10 Las comunidades y los pueblos recibían órdenes de quemar sus sementeras para impedir que las aprovecharan los enemigos; pagaban cupos de granos y lanas, se ordenaba la “saca” del ganado y el aporte de semilla; se nombraba cobradores de tributos y en la documentación figuran las órdenes de censos generales para la cuota de contribución. Se crearon nuevas y hasta originales gabelas, como en Jauja, donde los realistas construyeron una cañería para llevar el agua a la fuente de la plaza, cobrando una cuota a los habitantes. En las copias de oficios, como los de Paula Otero, dirigidas a las autoridades locales para el abastecimiento de víveres al ejército, figuran las jornadas de pueblo a pueblo y las instrucciones a los gobernadores para que reúnan las provisiones y hagan los preparativos para las campañas intensivas. Todo ello obligó a un minucioso examen de las tenencias en todo el país para juntar abastecimientos 10 Dumbar Temple, Ella: “Historia General del Ejército Peruano” Pág. 468 24 para 12,000 hombres y 6,000 bestias, regulándose los itinerarios de las marchas, con sus pascanas o posadas. Los pueblos fueron el eje central de ese recojo. Las listas de los pueblos destruidos y las patrióticas denominaciones que merecieron por su bizarro comportamiento se pueden recopilar tanto en la documentación que nos sirve de fuente como en la “Gaceta del gobierno de Lima Independiente”. Esos mismos pueblos fueron víctimas de todos los excesos y explotaciones por los ejércitos realistas. Al lado de la entrega patriótica de los peruanos de todos los tipos y niveles, abundan los documentos detallados, relatos de cruentas escenas de saqueos, incendios, sangre, desolación. Son innumerables las ejecuciones de mujeres y niños y las sacrílegas escenas de latrocinio en los templos. El general Santa Cruz dice: “Los pueblos del Perú han sufrido daños que no lo sufrieron tal ningún pueblo del globo”. En esa larga odisea de las poblaciones patrióticas, fueron los guerrilleros y montoneros sus defensores naturales, cada uno de los jefes planeaba dentro de su centro de acción su propia estrategia defensiva, animando a los habitantes, exaltando su espíritu de libertad y alentándolos a reunir sus fuerzas. Los campesinos y los hombres de las ciudades los llamaban a su defensa, y aun armaban sus propios montoneros y aclaman a sus caudillos, ayudándolos con abastecimientos y ropas. “Hasta en las pequeñas aldeas donde no quedaba sino trozos de jerga”, dice Dumbar Temple.11 El 21 de octubre de 1821, desde Huayllay los jefes de guerrillas y los alcaldes a nombre de sus comunidades pedían capitanes para los pueblos de Huaychao y Cochamarca. En el mismo mes se enrolaban 400 indios de los pueblos de Huánuco, a pesar de ser época de sembríos. En 1822 los indígenas de Jauja instalaron su consejo de guerra y se ofrecieron a pelear en nombre de su padre el Inca. En mayo de ese año el realista Carratalá comunica que el guerrillero Quiroz tenía más de 5000 indios sólo de las doctrinas de Huacaralla y Paras. El 21 de Setiembre desde Chavín, el alcalde Melchor Vilcamisa participa al gobernador 11 Op. cit. 468 25 Domingo Manrique que el día 17 había entrado al pueblo de Huacho Mateo Ramírez con 600 hombres para asaltar Chavín, pasar a Lunahuaná y de allí a Cañete, que el “Colorado” Arana venía. La correspondencia de Otero de los años 1823 y 1824 está colmada de referencias a los auxiliares indios de las guerrillas y montoneras patriotas y de insistentes pedidos a los alcaldes indios de víveres y municiones. El propio Sucre, en octubre de 1824, presenta iguales solicitudes a las autoridades indígenas de los pueblos en la ruta del ejército libertador. Estos auxiliares indios actuaron no sólo como aguerridos combatientes, sino que, como espías, como exploradores, como correos (chasquis), ayudaban y entregaban a la patria los ganados que pastaban bajo el imperio de los enemigos. Las fuerzas colonialistas bajo el mando del comandante Rubín de Celis atacan los pueblos donde operaban los montoneros peruanos Vivas, Aliaga, Lozano y Lobera, con el fin de disminuir la presión que ejercían sobre Jauja. Éste actuó ferozmente, arrasando pueblos apoderóse de todo el ganado que encontró a su paso y fusiló a los patriotas que caían en sus manos y saqueó pueblos enteros. El general realista Lóriga pretendió entrar a Cerro de Pasco pero Custodio Álvarez derrotó a sus 500 soldados en las pampas de Reyes. Dos meses más tarde Francisco Álvarez ataca, destruyendo en Huasahuasi a las partidas colonialistas y se apoderó de gran cantidad de pertrechos. En julio, el jefe montonero Quispe Ninavilca se vio amenazado en Huantán por las tropas enemigas; en su ayuda las partidas de Huarochirí y La Oroya acudieron para atacar y derrotarlas, y luego fueron tras el general Barandalla que se dirigía a Huancayo con1000 efectivos y 2000 emigrados criollos colonialistas. LOGÍSTICA DE LAS FUERZAS GUERRILLERAS Logística es el aspecto de las fuerzas en campaña que atiende al proveimiento de todo lo necesario a las tropas, a su alojamiento, transporte, avituallamiento. Es ciencia del cálculo. Este era el verdadero trabajo que desarrolló el Fraile Coronel. Bruno Terreros conocía las estadísticas, tomaba conocimiento de 26 planos y los interpretaba para saber las distancias, la cantidad de recursos, etc., para determinado número de personas destinadas a actuar; la extensión de alfalfares y pastizales para el ganado y la caballería, los almacenes y lugares de acampamiento, la ropa para el ejército irregular, proveer alumbrado en los sitios para descargar durante las noches; la provisión de medicinas para los heridos y enfermos, el dinero para los múltiples requerimientos, y, lo más importante, proporcionar las armas necesarias. Existen cartas en las que se solicitan o entregan material de guerra, se pide investigar el plan de guerra del enemigo, comprobar la ubicación de las fuerzas realistas, realizar observación y espionaje del ejército contrario, concienciar en las poblaciones la causa patriótica, dictar y hacer cumplir las ordenanzas para reclutar mayor número de combatientes para conformar las fuerzas guerrilleras, especialmente jóvenes y adultos de buena salud y buen comportamiento. Todo ello era tarea muy delicada, difícil y compleja de desempeñar, pero el religioso la cumplía a cabalidad, incluso hasta evaluar a las autoridades y proponer a aquellos los mismos que apoyarían a la causa emancipadora prestando su colaboración. Don José María Guzmán comunica por escrito de 19 de marzo de 1822 que envió a la capital armamentos: “cien tercerolas, ocho cajones de municiones, 25 sables, 600 piedras de chispas, que me condujo el Padre Terreros, y 30 carabinas, 2 cajones de municiones y 1 sable y 100 cajones de cartuchos”. La comunicación emana del cuartel de Huamanmarca (una rúbrica, José María Guzmán).12 En otro despacho, Fray Bruno Terreros –desde que llegó don Antonio de Arenales a Jauja- dedicó todo su empeño a entusiasmar a la gente de la doctrina de Sincos. Asimismo, en oficio del 4 de diciembre de 1821, reporta sobre el número de tropas que tiene el enemigo y los puntos donde se hallan esos infelices peruanos, abandonadas sus casas y familias. Agrega: “sobre los armamentos que 12 Oficio “Acción Patriótica del Pueblo en la Emancipación“. Guerrillas y Montoneras. Dumbar Temple Ella – Lima 1971. Pgs. 97,98 V volumen 2. 27 usted me pide, ya han sido remitidos con el Padre Terreros: 100 tercerolas, 25 sables, cartuchos y piedras” (una rúbrica, José María Guzmán).13 El siguiente oficio dirigido por Francisco de Paula Otero a Antonio de Arenales: “S.E. ordena trasladar 90 mil cartuchos que son suficientes para destruir al enemigo, porque de su demora puede resultar algunos males, aunque Aldao a la fecha está posesionado del puente de Izcuchaca y no espera mas que el armamento y a los negros reunidos por el R.P. Fray Bruno Terreros para continuar a Huancayo, dando 15 días de tregua”. Tarma 17 de enero de 1821. (Rúbrica).14 Encontramos otro despacho del capitán Miguel Aponte, tan importante cada uno de sus líneas para conocer el papel de las guerrillas y montoneras. Informa que “el comandante José María Guzmán salió el 3 próximo pasado a la 1.00 p.m. del día con toda su tropa de caballería y fusiles del pueblo de Ucumarca, se compone de 50 montados y otros tantos a pie. A las 10 de la noche de este mismo día se apareció el comandante Prado con 80 hombres, reunidos todos, la fuerza creció efectivamente y entraron a atacar al enemigo en el pueblo de Huaypacha en número de 200 hombres y 100 más a caballería”. Que Canterac se hallaba en su cuartel general de Huancayo con 1,000 hombres. Que en el pueblo de Xauxa tiene 200 hombres. Que en Tarma se halla el coronel Lóriga, con los Húsares y otros batallones de infantería y con 100 fusileros y cazadores y que en Acobamba se halla el coronel Rodil con el batallón de Arequipa reforzando los puntos de Palca y Tapo, cada uno con 25 hombres. Igualmente informa que “en el punto de Izcuchaca tiene como 50 fusiles y otros tantos hombres de caballería, este bien ha de estar a 14 leguas distante a Huancayo, como Huancavelica y Huamanga. Los lanceros que ocupaban el pueblo de Concepción, de Jauja, se hallan hoy en Tarma, y 150 reclutas. Los enemigos han tomado la idea de mandar los reclutas de estas provincias, Jauja y Tarma, por 13 14 Op. Cit. P.97,98 Oficio de Francisco de Paula Otero a U.E. Colección Documental de la Independencia del Perú . Tomo V Dumbar Temple Ella p.472 28 Izcuchaca, y los reclutas de Huamanga y Huancavelica y Pampas para Tarma y siendo la recolección de todos fusileros y caballería según los puntos de 2000 a 2500. Los pueblos de Chacapalpa, de Llocllapampa, de Huayhuay quedaron arruinados por la gente que salió en busca del Padre Terreros”. “El comandante Prado hizo lo mismo que el Padre Terreros; se pasó a las alturas de Tarma huyendo de los enemigos andando de quebrada en quebrada. Todo pongo en su consideración para que en forma oportuna remedie en lo necesario, porque estos comandantes son muy obscenos, todos quieren hacer caudal y quedar con su excelencia por las nubes. Dios guarde a su excelencia por muchos años. Su más afecto y obsecuente capitán. O.D.V. (Una rúbrica) Miguel Aponte.15 El contenido del oficio de Toribio Dávalos: “A toda costa en combinación con Zárate, Terreros y demás partidas de Yauli, a quienes pasará usted esta misma orden, tomarán toda la costa, Tarma y Jauja de los que con esta fecha doy parte a su excelencia al señor Protector he pasado también a Zárate igual oficio. Dios guarde a usted muchos años. (Carta 15 de marzo de 1822). Una firma.16 La comunicación escrita de Pedro Gonzáles donde se hace saber “que el Coronel Terreros trabajó en la zona de Chacapalpa, Llocllapampa, Huayhuay, Curicaca, Huari, y que su misión fue bloquear toda comunicación a Lima, y viceversa”. El comandante de la partida de Chacapalpa don Rafael Vivas, que ocupa el lugar del Padre Terreros, nos expone “hallarse sin municiones ni chispa, sin nada. Dios guarde a usted muchos años”. Firma Pedro Gonzáles.17 Por el siguiente oficio se ordena al padre Terreros reunir a sus montoneros de Yauli y Jauja y que, tomando el mando, se dirija a Huancavelica. Dice el oficio: “Al padre Terreros: “S.E. el Libertador dispone a usted reunir todas las guerrillas de las 15 16 17 Dumbar Temple, Ella: “La Acción Patriótica del Pueblo en la emancipación Guerrillas y Montoneros” P.302 Op. Cit. Op. Cit. Dumbar Temple, Ella 29 provincias de Yauli y Jauja, que los aumente cuanto sea dable, que las arme y monte bien y que tomando el mando de todas éstas, se dirija a Huancavelica. S.E. quiere que sean bien tratados todos los habitantes y, en una palabra, que las guerrillas muestren ciudadanos armados para proteger a sus hermanos. Usted mantendrá con todo rigor la disciplina militar, castigando como corresponde y hasta con la muerte a los que la quebranten. Dios guarde a Ud., Huancayo, 18 de Agosto de 1824 T. de Heres”.18 El objetivo del Ejército Libertador era desalojar y poner en fuga a los realistas, especialmente de la región central, como lo expresa el oficio del 12 de agosto de 1824 fechado en Jauja por Tomás de Heres, donde dice: “La ocupación de este hermoso valle es de la más alta importancia para las operaciones ulteriores, mil y mil ventajas que él ofrece por su temperamento; su fertilidad y el patriotismo de sus habitantes obliga a considerar su ocupación como la gran obra de la campaña”.19 Los caminos debían de estar en continua conservación por los pueblos porque eran vía de movilización. Los puentes permitían el paso de los ríos, pero muchos de ellos fueron cortados por los realistas; entonces se los suplió por balsas; y en otros casos se instalaron oroyas para proveer los recursos necesarios. Ordena por oficio el Libertador que en cada pueblo los vecinos juren el gobierno del Perú y las leyes patrias. Que se formen cabildos integrados por hombres escogidos por el pueblo y que se tengan para el ejército, compuesto de 1000 hombres, raciones de toda especie; además pide a todos los ciudadanos y habitantes del Perú a que permanezcan tranquilos en sus hogares. S.E. prometió a todos la seguridad individual y la de sus propiedades; ninguno sería molestado por su conducta anterior, cualquiera que haya sido, bajo el amparo de leyes benéficas. 18 19 Op. Cit. Dumbar Temple, Ella y Espinoza Soriano, Waldemar pp.176, 177 “Bolívar en Huancayo”. 1967 Oficio al Padre Terreros. Op. Cit pp. 153, 154 30 El ejército libertador continuó rápidamente sus marchas, y no las detendrían mientras existiera un solo enemigo en la tierra de los buenos ciudadanos. Afirma que los libertadores del Perú son hermanos de los hijos del Sol, y que sólo deseaban arrojar a los que trajeron las cadenas y los tormentos del otro lado de los mares. Era su propaganda revolucionaria. Dispone que se establezcan hospitales en las provincias, los que deberán estar provistos de todo, y los enfermos asistidos con el más grande esmero. Las remisiones de toda especie acopiados para el ejército, no deberían detenerse un momento en su tránsito. Al efecto se tomaban todas las medidas para que esta orden se cumpla exactamente. Manda se nombre en los pueblos jueces de buena moral y acreditado patriotismo; que no maltraten a los habitantes ni los extorsionen, que administren justicia y que no hagan odiosa causa. Los guerrilleros, se conformaban con reclutas, valientes, decididos, identificados con la causa emancipadora; ellos desafiaban los accidentes geográficos a lo largo del territorio, atravesado por desfiladeros, quebradas, ríos profundos. Los desplazamientos eran generalmente a pie a lomo de caballos, mulas, etc. La estrategia era observar los movimientos del ejército enemigo; para ello caminaban leguas enteras sin más alimento que su patriotismo, sin más abrigo que la lobreguez de la noche, sufriendo todas las inclemencias, en la sierra especialmente. Las propiedades de los enemigos que no tenían herederos se embargaban y se los pasaba a servicio del Ejército. Las propiedades de los emigrados que tuvieran mujeres e hijos no estaba comprendidas; pero toda propiedad debía estar inventariada. Y si no lo estaba pasaba a conocimiento de la Secretaria General. Los guerrilleros tenían formas especiales de embestir sin plan previo, hostigando, favoreciendo la deserción, fatigando, destruyendo todo en caso de ser 31 posible. Para la subsistencia de los hombres y las bestias del ejército se hizo recolecciones, sin exceptuarse una sola en la provincia de Huancayo, y también de dinero y luego se fue remitiendo por partidas al ejército con una persona de confianza. En el camino iban preparando víveres para el ejército, pastos y granos para las bestias de carga. En Colcabamba se reunió 150 vacas grandes, 2000 carneros, 150 cargas de papas, 25 arrobas de sal, 1000 cargas de leña, 100 cargas de maíz, pan, velas, 1,500 tercios de alcacer; esto, porque el consumo era diario. El intendente de Comas remite a Huancayo, reces, caballos, mulas para el Ejército Libertador.20 Mandaban a oficiales proporcionar noticias exactas de alfalfares, almacenes de granos, pastos, leñas, víveres para la tropa; también depósitos de papas, de paja, cebada, rastrojales de trigo y cebada para la comida del ganado. Otra gran tarea del ejército era sumar a sus fuerzas todas las guerrillas que encontraban en el tránsito. Las armas eran escasas; por lo tanto trataban, por todos los medios, de conseguir lanzas, rejones, hondas, municiones, cartuchos, piedras de chispa, fusiles, tercerolas, sables, carabinas, cuchillos, etc. Monet desde el Callao informa a Canterac que al entrar a la playa del puerto fue aclamado por la multitud que rodeaba a las tropas españolas, agrega que la plaza del Callao está pertrechada de abundantes armas y municiones, y que hay víveres para más de dos meses. Entre las armas se tienen 1,600 cajones de fusil empacados, 2000 llaves, 6000 sables, pólvora de la fina (CDIP-1973-VI-9.136). Desde Jauja y a nombre del Estado Mayor el general Santa Cruz emite instrucciones a los prefectos de Huancavelica, Huánuco, Huamanga; ordena 20 Op. Cit “Bolívar en Huancayo” p.151 32 preparar raciones para 1000 hombres, establecer postas, remitir 500 piezas de herrajes mensuales, 1000 pares de zapatos, camisas, etc. y cuidar y conservar forrajes. Existen documentos rubricados por Remigio Silva referidos a que los habitantes de Huaraz el 26 de mayo de 1823 donaron 555 ponchos que envían para el abrigo de la tropa. Por comunicación del 19 de agosto en un oficio de Tomás de Heres se dispone fusilar a todo aquel que no tenga su fusil, pues es señal de que lo han vendido o botado.21 En remarcadas ocasiones se insiste en propagar el patriotismo en Tarma por las personas influyentes, inspirando en todos los habitantes el amor y el entusiasmo por la sana causa del país y que amen los principios que el ejército defiende con las armas; que sean unos verdaderos apóstoles de la libertad, especialmente en los pueblos recién libertados. Bolívar estableció tres Ministerios cuando estuvo en Jauja el 28 de octubre de 1824. De acuerdo al Art. 85 de la Constitución, nombró Ministro de Estado en el Departamento de Gobierno y Relaciones Exteriores, a Doctor don José Sánchez Carrión; encargado interinamente del de Guerra y Marina el coronel don Tomás de Heres y nombrado en el Departamento de Hacienda don Hipólito Unanue. El Ministerio de Hacienda el 15 de abril de 1823 hizo una suscripción de donativos por seis meses pedido por el supremo gobierno mediante Decreto del mes de marzo, el mismo que obtuvo un total de 724 pesos 1 real.22 Los medios de comunicación como La Gaceta el 3 de abril de 1824 informaban el fusilamiento de muchos morenos de Río de la Plata, con el pretexto 21 22 Op. Cit. Dumbar Temple, Ella: “Guerrillas y Montoneros Patriotas”p.512 33 de ser ladrones y desertores. La verdadera causa era su sublevación en las fortalezas del Callao.23 El 13 de abril se comenta sobre desacuerdos que existen en las filas del ejército enemigo diferenciado en dos grupos, los constitucionalistas y los monarquistas o conservadores. El primero integrado por Valdez, Canterac y La Serna, y el segundo por Olañeta y otros. También se informa que el general Freyre ha salido de Concepción para Chile con cerca de 3000 hombres, no se precisa el día de dicha salida, ni el nuevo rumbo que ha de seguir una vez llegados al lugar citado. Los chasquis seguirán siendo los mensajeros y hay quejas de los malos conductores y se ordenaba que deben presentar recibo de lo que han conducido y entregan. Por informe del secretario Tomás de Heres se avisa haber llegado siete prisioneros, entre ellos un oficial y deberán tenerlo en un lugar seguro. En el mismo oficio dispone que se envíe la imprenta y se la establezca en Jauja el 14 de agosto de 1824.24 En Logística se previó las reglas que debía observar el Excelentísimo General en Jefe de la Expedición. La importancia del documento reside en que trata de la conducta política que el ejército expedicionario comandada por San Martín debía seguir en estas tierras, por mandato de los gobiernos que lo auspiciaron, y no fue, en modo alguno, un conjunto de instrucciones que quedaron en el papel, sino que, efectivamente, fueron la guía que dio forma y contenido al comportamiento de aquellas fuerzas que se aprestaba a poner en práctica en las playas peruanas. 25 SU LABOR DE CURA DE DOCTRINA Y SU PROCLAMA 23 Sereylan Leiva, Alejandro: “Historia General del Ejército Peruano” p.1114 Espinoza Soriano, Waldemar: “Bolívar en Huancayo” p.156 25 Roel Pineda, Virgilio: “los Libertadores” pp.84 al 91 24 34 Como religioso de amplia cultura y valores elevados, Bruno Terreros se distinguió por la austeridad de sus costumbres conventuales, respetuosas y cumplidoras de los Santos Evangelios y los deberes de su sagrado Ministerio. El contenido de su proclama nos permite medir el espíritu de templanza del franciscano y su sobriedad. Lo presentó en copia fiel. “Compatriotas y hermanos muy amados: penetrado de los sentimientos naturales y revestido con las sagradas vestiduras de mi carácter, os anuncié muchas veces desde la cátedra del Espíritu Santo la felicidad de los peruanos que ha de resultar después de las guerras. Y ahora, poseído de dolor, me veo precisado a tomar el sable desnudo, como defensor de la religión, sólo con el objeto de derribar esas felicidades lisonjeras con que los tiranos nos tienen engañados por saciar sus codiciosas ambiciones. Testigos, los templos sagrados destruidos, violados los Santos Evangelios de Jesucristo y sus miembros perseguidos. Sacerdotes de altísimo, llorad con lágrimas de sangre al ver convertidas en cenizas las casas de oración y los tabernáculos en astillas por llevarse los vasos sagrados y las custodias con la majestad colocada. Esos sacrílegos españoles, plegue a Dios, y hago testigo a los ángeles y a toda la corte celestial, que a todo trote caminen al extremo de su total ruina. Jamás levantó el brazo Jesucristo, sino cuando vio su templo infamado con ventas y comercio. Yo jamás hubiera tomado el sable si no hubiera visto los santuarios servir de pesebres de caballo. Separaos, verdaderos fieles y patriotas, y dejad solos a los contumaces en su desgraciada obstinación”.26 El Padre Terreros procedió como manifestara en su sermón y dejó los hábitos por un profundo sentimiento religioso y la defensa de los templos y los objetos sagrados de los Santos Evangelios, y, en segundo lugar, por amor hacia sus prójimos al verlos sufrir por el maltrato y la explotación que no estaban de acuerdo a los Santos Evangelios. 26 Palma, Ricardo: “Tradiciones Peruanas” p.304 35 No fue el único en despojarse de los hábitos; también lo habían hecho en México el cura Miguel Hidalgo, fray Félix Aldao en Argentina, a La Vendú en Francia. Los hombres que lo seguían asistían a las misas los días de precepto y los domingos cuando actuaba como soldado de la Patria y administraba el sacramento de la Eucaristía. Jamás dejaba de llevar su almofrez para las prácticas y ejercicios de sus obligaciones sacerdotales que constaba de un altar portátil y ornamentos. Se despojaba de su uniforme para celebrar la Santa Misa en el pueblo donde llegaba, con asistencia de los vecinos y las guerrillas. Estaba dotado de aptitudes excepcionales; consideraba de poca importancia asumir cualquier responsabilidad de carácter castrense, terminando por despojarse de su hábito religioso y reemplazarlo por la indumentaria militar. OTROS CLÉRIGOS Hubieron muchos otros religiosos de la patria que siguieron el camino del fraile y coronel Bruno Terreros. Ellos son: Sebastián Guillén, que llegó a ostentar el grado de capitán y pertenecía a las guerrillas de Tadeo Téllez; José Estanislao Cárdenas, de Comas, con cargo de capellán de esas montañas y gran animador de los pueblos de la región, donde era muy querido; Manuel Arancibia, capellán mayor del batallón Huánuco que participó en muchas campañas; Francisco Paula Muñoz, que se titulaba “capitán al servicio de la Patria”; fray Julián Urquieta, cura interino de Pomacocha y capellán guerrillero a órdenes de Isidoro Villar; además, Mariano Márquez, el cura indio Mariano Masnaris, Jorge Durand, Melchor Cáceres; también, Manuel Bayona, activo capellán de montoneros. Con relieves propios destaca la figura de Fr. Bruno Terreros que predicó el sermón en el Tedeum cuando las guerrillas juraron ante el congreso y cuya bien conocida biografía no requiere mayores aclaraciones. Fue el primer promotor de las guerrillas en la sierra central. 36 Otro de los más activos religiosos en la causa libertadora fue Pedro José Bernuy, cura castrense, capellán de las guerrillas de Jauja y colaborador de Bruno Terreros, que mantuvo correspondencia con San Martín y llegó a ser cirujano de las guerrillas de su sede. Destaca también el cura de Chavín de Pariaca, Pablo Marticorena, patriota decidido desde antes de la llegada del Libertador. En Cangallo y Huamanga, el cura Felipe Velasco y el presbítero José María Munorris ayudaron a las partidas de morochucos. Meritorias son también las actuaciones del presbítero José María Delgado, cura de la doctrina de San Mateo de Sayán, el cual, a la llegada de San Martín, levantó tres compañías de 100 hombres cada uno y sirvió con ellos a órdenes de Otero. Igualmente destaca el dominico Fr. Joaquín Requejo, que figura con José Urbiola, en noviembre de 1822, en el encuentro, en las inmediaciones de Parco, con la partida 6 de Los Constantes de Jauja y la 7 de La Venganza; también es digno de mención el cura de San Buenaventura, Licenciado Juan José Morales Ugalde, capellán de las partidas del hazañoso Cayetano Quiróz y de quien hacen grandes elogios los jefes de guerrillas Toribio Dávalos, Isidoro Villar y Casto José Navajas. Destacan asimismo, el cura Manuel Burgos, abogado graduado en la Universidad de San Marcos, Gavino Uribe, quien levantó tres escuadrones a caballo, preparó estados militares, planos topográficos y actuó como espía del lado de San Martín. También, Francisco Vidal; su ingreso a la acción guerrillera se marca en abril de 1821, cuando en Aija concurrió con una primera partida de 100 hombres, engrosada con indios, y derrotó en Cotaparaco a los realistas evadidos de Huarmey. Igualmente, el presbítero Antonio de la Cerna y Lorenzo Sánchez de Rivera; el primero, apresado en el Cerro y fusilado por Barandilla, el 6 de noviembre de 1822, según Francisco de Paula Otero, por no entregar la custodia del pueblo. Sánchez de Rivera sufrió un atroz trato por repartir proclamas el 7 de enero de 1823 y fue fusilado por orden de Lóriga. Relatan: “Le rasparon antes las plantas (sic) de las manos y quitaron la corona con carnes desde los huesos y casco de la cabeza en forma capaz de enternecer a los corazones más insensibles”. 37 BRUNO TERREROS Y SUS MONTONEROS 38 VALLE DEL MANTARO. Lugares de escenario de las batallas por la Independencia 39 CAPITULO III SUS APORTES A LA INDEPENDENCIA POLÍTICA SU PENSAMIENTO POLÍTICO Fray Bruno Terreros, quien antes se mostraba más realista que el propio Rey, decía: Que la revolución americana era cosa de herejes, que sus seguidores parecen masones y gente pervertida por la lectura de libros excomulgados. Añadía que eso de derechos del hombre, de patria y de libertad, eran pampironadas sin pies ni cabeza, y que, pues, el Rey nació para mandar y la grey para obedecer. Lo mejor, pues, era no meterse a descomponer el tinglado, ni en barullos que comprometen la pelleja en este mundo y la vida eterna en el otro. Con esto, amados oyentes míos, ¡que viva el rey y viva la religión!27 En su proclama se dice claramente que dejaba sus hábitos al ver a su Dios ultrajado. Que morir en el combate era conquistarse la salvación eterna. Cambia, pues, de actitud por el extremado abuso de los realistas, así como los excesos de todo orden en los aspectos religioso, político, económico, administrativo, educativo, etc., como lo analizan los historiadores, economistas, sociólogos, estadista y 27 Palma, Ricardo. Op.Cit.p.303 40 profesores. Por su amplio conocimiento de lecturas y análisis de la realidad, y ante la cruel explotación al pueblo, y su amor y respeto a los Santos Evangelios, decide convertirse en un luchador por la causa emancipadora y, así, se convierte en cabeza de guerrillas y en el más temido y el más buscado enemigo de los realistas. PROPAGANDIZACIÓN DE SUS IDEAS LIBERTARIAS Después del paso del Ejército Libertador enviado por San Martín, las fuerzas españolas que ocupaban el Valle del Mantaro y la región del centro cometían a sangre y fuego toda clase de abusos; incendiaban pueblos, fusilaban a presuntos patriotas, exigían cupos, etc. El 26 de marzo de 1821, Bruno Terreros fue víctima de la prepotencia de un capitán y de un grupo de soldados comandados por el feroz general Carratalá. 200 soldados invadieron la población heroica de Chupaca, masacrando a los pobladores. Una parte de los realistas se dirigió precipitadamente al templo donde creyeron adueñarse de muchísimas y considerables alhajas. El acceso fue fácil, mas pronto se dieron cuenta que habían caído en una emboscada cuando se cerraron las puertas y comenzó la granizada de piedras que produjo efectos mortíferos de los que no se salvó ni uno; todos pagaron con su vida su sed de latrocinio. Terreros fue en ayuda de los pobladores y puso en fuga a los enemigos con el repique de las campanas de la iglesia y los persiguieron con todo tipo de armas, lanzas, hachas, cuchillos, piedras; por lo que los realistas huyeron despavoridos, cruzando el río Mantaro y pasando a Huancayo. Después de este trascendental hecho empieza su labor de propaganda desde el púlpito en sus sermones de las misas durante el recorrido de su labor de pueblo en pueblo. La muerte de muchos religiosos son expuestos en el Capítulo de los clérigos. En su oficio del 18 de agosto de 1824, recomienda el Libertador al Fraile y Coronel que sean bien tratados todos los habitantes y que las guerrillas de su mando se muestren protegidos como hermanos de patria, en los pueblos por donde pasen y especialmente en los recién libertados. 41 El 28 de marzo de 1824, rechazó una propuesta realista de pretender atraerlo a su causa, expresándose rotundamente al decir que “Como hombre de honra no admitía la propuesta”. En calidad de tal, dijo que “conocía los legítimos derechos de su país “injustamente posesionado por una nación extrajera”28 y que “los esforzados guerrilleros son ejemplo de esa línea de lealtad a la causa patriótica”. Así, en su respuesta a las ladinas incitaciones, Terreros reiteró que se convencería “si primero se le demostrara la legitimidad del derecho posesorio legado por España sobre América”, en expresión de Ella Dumbar Temple.29 Desde los momentos iniciales de las campañas por la independencia, los eficientes servicios de las partidas de guerrillas fueron reconocidos por su propagandización. San Martín el 01 de octubre de 1821 concedió la “Medalla al valor” a los oficiales y soldados de esos cuerpos; complementariamente se ordenó a José Boqui acuñar 150 medallas de plata para las guerrillas de la sierra, y el mismo San Martín dispuso que se expidieran títulos de tenientes, entre otros, a los infantes de las partidas de Orrantia, como también afirma la historiadora Dumbar Temple. SU LABOR COMO JEFE DE GUERRILLAS En 1820 lo encontramos luchando en las filas patrióticas con la denominación de sus activistas como “Guerrillas de Fray Bruno Terreros”. Son sus primeras inquietudes hostigando a los enemigos, privándolos de recursos, dificultando su marcha y las más de las veces haciéndoles resistencia. La coordinación en la resistencia montonera fue dirigida por el Presidente de la Intendencia de Tarma Francisco de Paula Otero y por el Presidente de la Intendencia de Huaylas, Toribio Luzurriaga. 28 29 Basadre, Jorge: “El azar en la Historia y sus Límites”, p.168 y 169 Dumbar Temple Ella “Historia General del Ejército Peruano” p.467 42 El 06 de abril de 1821, las acciones guerrilleras tenían a los enemigos prácticamente cercados e inmovilizados en Jauja, desde donde los realistas debieron emprender su retorno a Lima, divididos en dos grupos, en la idea de que así evitarían la concentración de los montoneros. Álvarez de Arenales pasó a Tarma y de allí a Jauja, siempre en persecución de Carratalá. De este lugar destacó a Gamarra con 600 efectivos para aniquilar al jefe colonial que estaba en Concepción. En Chupaca los realistas atacaron a sablazos a los pobladores y se produjo una feroz carnicería. Huyeron luego los realistas a Huancayo, cruzando el río Mantaro. Entonces el sacerdote franciscano Bruno Terreros hizo tocar las campanas a rebato y cuando se llenó el pequeño templo, subió al púlpito y dramáticamente, con lágrimas en los ojos, declaró la guerra a los que llevaban el uniforme de los soldados del Rey y demandó el apresamiento del sanguinario Carratalá para ser juzgado públicamente. Con su dinero y las donaciones de los vecinos, organizó un cuerpo de guerrilleros bien apertrechados y armados. Con un centenar de hombres, la mitad a caballos, después de encargar su parroquia a sus fieles, partió, montando a caballo, al frente de sus guerrilleros. Su primera preocupación fue la de ubicar a Carratalá y su gente, y así, tras de sus huellas, marcharon cuatro meses en persecución de los verdugos de Chupaca hasta encontrarlos y en la oscura madrugada, los vengadores irrumpieron en el campamento de Carratalá por cuatro puntos distintos. La sorpresa favoreció a los guerrilleros, que eliminaron a muchos soldados, mientras que el Cura Terreros y un grupo se dirigió temerariamente al centro del Vivac, para atrapar al jefe español en su propia tienda. Fue en vano, porque éste se hallaba en esos momentos camino a su campamento, ya que había pasado el día en la hacienda vecina de un terrateniente español. 43 Como la táctica de los guerrilleros era la de sostener la iniciativa con incursiones relámpagos, Fray Bruno dio la orden de retirarse para luego reagruparse en un punto del río Mantaro. Enterado de esto, Carratalá tomó, en adelante, más precauciones con su tropa y marchó al sur con fuerte escolta personal. Pero los guerrilleros de Terreros eran sombras que los seguían a la distancia, de día y de noche, y pese a las expediciones punitivas ordenadas contra ellos eran siempre una amenaza latente. Carratalá salvó dos veces de perecer en desfiladeros andinos a causa de las galgas que eran arrojadas por los vengadores de Chupaca. Así pasó el tiempo. Carratalá y sus tropas movilizándose por todo el Perú, especialmente la región central, y tras de sus talones el empecinado Cura Terreros con sus guerrilleros incansables. En 1923 cuando el general Sucre, por orden del Libertador Bolívar, le invita a que guerree como fuerza militar del ejército patriota, Terreros cumple exitosas misiones en Yauli y Jauja. Después del desastre y quedar en cenizas varios pueblos como Chacapalpa, Huayhuay y otros como Junín, Tarma, Carhuamayo, fueron objeto de la represalia realista. Pasco fue saqueado y quemado después de la batalla de Junín como desquite por el triunfo patriota. Ondores, Carhuacayán, Ucumarca, fueron saqueados y destruidos terriblemente. Combatientes de La Oroya y Yauli tuvieron que desalojar al enemigo de Chacapalca, Guanguay, Llocllapampa, Pachacayo, Llanama y Mullunya de Chingua de donde habían robado las alhajas y vasos sagrados de los templos. Dos heroicas mujeres, proveedoras de los montoneros de ese otro héroe que fue Miguel Artica, fueron atrozmente mutiladas por los realistas. Luego los montoneros tuvieron que reagruparse, instruir a las guerrillas; recolectar armas, caballos y despacharlos para Lima, de acuerdo al pedido del cuartel general de Bolívar; además debían de atacar al enemigo donde se les 44 encontrara estableciendo su cuartel en las colinas de Pachacayo, sitio estratégico y dominante, desde donde no se perdió el movimiento más leve de los enemigos.30 Desde entonces se anuló el radio de acción de los realistas en el Valle de Mantaro (Jauja); eran frecuentes y considerables los daños causados al enemigo, a cada paso se veían envueltos en emboscadas donde perdían considerable cantidad de pertrechos bélicos, acémilas, víveres y ganado. Para anular las actividades de los montoneros, Carratalá se vio obligado a establecer guarniciones en Llocllapampa y otros lugares. Medidas vanas, porque el valeroso fraile, Terreros, burlaba con temerario valor toda acción enemiga. Para las tropas realistas, la personalidad de Bruno Terreros era casi fantástica. Lo buscaban y no lo encontraban ¿Cuál era el enigma de ese ser desconocido?, pasaba tantas veces próximo a ellos y no lo reconocían a causa del sinnúmero de los trajes que usaba. Queda demostrado que Bruno Terreros se presentó al escenario político del país como caudillo anónimo. Cuando Canterac tuvo oportunidad de entrevistarse con Carratalá le interrogó: ¿Quién era ese Bruno Terreros que tanto daño ocasionaba a la causa de los realistas? Carratalá le respondió: “Por los informes obtenidos, es un fraile apóstata, expulsado de su convento, y a quien Bolívar le confirió el grado de coronel. Canterac exclamó: “¿Fraile y coronel? Dios nos libre de él”, frase poética que, según Palma, en Ayacucho alcanzó autoridad de refrán entre las fuerzas realistas. Por más de dos años en constante brega, Terreros no encontró apoyo para sus actividades revolucionarias de parte del Gobierno aun cuando los partes oficiales de los jefes de comando daban cuenta y ponían de relieve su aporte eficiente a la causa patriótica, llevado a cabo por su habilidad y la adquisición 30 Texto de Cisneros Nico: 29 Junio 1969. El Comercio 45 propia de toda clase de pertrechos bélicos, vestuario y alimentos y extraídos de depósitos, haciendas y latifundios españoles. Álvarez de Arenales, que estaba decidido a atrapar a Carratalá, desplegó su vanguardia de manera que la caballería de Aldao avanzara a Izcuchaca, mientras que la de Alvarado tomaba las alturas. Ambos convergían sobre Huando. La maniobra tendía a cortar la posible retirada de los colonialistas hacia Huancavelica. Entre tanto las tropas independientes se replegaron en Jauja. La política de San Martín en relación a la Sierra Central fue claramente definida cuando ordenó a Álvarez de Arenales se replegara hacia Lima. El general Álvarez obedeció la orden, pero advirtió que ello implicaría dejar libre esta región, tan comprometida con la causa libertaria, a merced de la furia vengativa de los colonialistas; señaló también que esto podría cambiar el concepto que se tenía de las tropas independientes. Los hechos posteriormente vendrían a darle razón. LABOR DE JEFE DE GUERRILLAS CON SAN MARTÍN Y BOLÍVAR El momento era crítico, con la tragedia de San Jerónimo causada a las guerrillas de Caetano Quiróz, el 12 de marzo. Se esperaba en Chupaca una inevitable invasión. Para este efecto, y evitar los estragos causados en otros lugares, el Padre Terreros optó por tomar de antemano todas las medidas y precauciones necesarias, colocando servicios de espionaje y todo género de comunicaciones, a la vez de colocar trampas en determinados sitios, desde donde debían lanzarse sobre los enemigos morteros pesados y de exterminio. Las medidas precautorias del Padre Terreros no fueron vanas. El 26 de marzo de 1821, cuando menos se esperaba, una guarnición de las tropas de Carratalá, compuesta de 200 soldados en fuga desde Concepción, perseguidos por las huestes del general Gamarra, invadieron Chupaca procediendo a cometer crímenes con sus indefensos moradores. Una parte se dirigió precipitadamente al templo o casa cural donde esperaban adueñarse de muchísimas y considerables alhajas. El acceso fue fácil. Pero se dieron cuenta que habían caído en una 46 emboscada cuando se cerraron las puertas y comenzó la granizada de piedras que produjo efectos mortíferos. De estos, no se salvó ni uno; todos pagaron con la vida de su sed de latrocinio. La torre, desmantelada de sus escalinatas, sirvió de baluarte a la defensa de la plaza. Las ballestas emplazadas en sitios estratégicos surtieron el efecto deseado, la alarma de las campanas amotinó al vecindario, quienes armados de lazos, hachas, hondas, obligaron a los sobrevivientes invasores a retirarse en precipitada fuga hacia Huancayo. A partir de la fecha anotada, el padre Terreros se entregó en alma y cuerpo a la organización de las guerrillas en una zona considerable, desde Chongos hasta La Oroya, coronando la cumbre de los cerros para el éxito de sus asaltos. Álvarez de Arenales inició favorablemente su expedición venciendo a Quimper en San Juan de Nazca y se apoderó del parque realista de Acarí, se internó después en la sierra el 20 de octubre de 1820 y llegó en 10 días a Huamanga y prosiguió exitosamente al norte con el entusiasta apoyo de los guerrilleros Basilio Auqui, Quiroz, Castillo y Bruno Terreros, entre otros. Entre las acciones militares de San Martín, la más importante fue la primera expedición de Arenales a la Sierra Central. La intención de San Martín era obligar al virrey Pezuela a una capitulación, en lo posible sin dar batalla, para lo cual envió 1200 hombres al mando de Arenales, que partiría de Pisco con el objeto de insurreccionar a los pueblos de la sierra: Huancavelica, Ayacucho, Huancayo, Tarma, Cerro de Pasco. En este último punto se reuniría con el contingente de San Martín que partiría de Huaura hacia el centro. Encontrándose los realistas muy dispersos, el virrey ordenó concentrarlos en la Sierra Central para reunirse con el grueso del ejército. 47 Comenzando el año 1821, casi toda América se hallaba libre del yugo español; solamente faltaba el Perú, que por su ubicación especial influía determinantemente. San Martín concibe una nueva estrategia: desde Argentina, cruzar los Andes, independizar Chile y llegar al Perú utilizando la vía marítima. Bolívar al llegar al Perú comenzó a equipar sus tropas con el cuerpo militar de Antonio de Sucre, de Mariano Necochea, Alejo Bruin, Isidoro Suárez, Lucas Carvajal, José María Córdova, Jacinto Lara. La vanguardia de estas tropas fue asumida por las formidables montoneros de la sierra dirigidos por sus conocidos jefes: Otero, Carreño, Vidal, Terreros, Quispe, Ninavilca, Aldao, Delgado, Guzmán, Villar, y otros más. Esto, porque ellos contaban con su enorme experiencia en los combates con los colonialistas, eran extraordinariamente duros en la batalla y conocían el terreno y tenían el apoyo de toda las poblaciones locales dado que eran naturales del lugar. El 03 de agosto de 1824, en vísperas de la batalla de Junín, es señalado como momento importante porque se produce la incorporación de 700 montoneros a caballo, engrosando así la caballería peruana y llevaban consigo una enorme experiencia guerrillera contra los colonialistas. Entre estos 700 estaban los pertenecientes al regimiento Húsares del Perú, en cuyo mando fue puesto el comandante Isidoro Suárez. Bolívar conoció de las diversas actividades de Bruno Terreros por carta y recomendación especial de Sucre; por ello ordenó se le confirmara su grado de coronel, recibiendo de buen grado el parte de que las guerrillas de su comando, confederados con las guerrillas de Ignacio Quispe y de Ninavilca, esparcidas por toda la quebrada de Matucana, habían contribuido a la toma de la provincia de Yauli ocupada por los realistas. Después de la batalla de Junín, Bolívar creyó conveniente establecer guerrillas entre Huancavelica y sus inmediaciones para anular las actividades de los realistas en los próximos encuentros. El llamado a efectuar con mayor eficiencia esa comisión era el Padre Terreros, ya que se había 48 llegado a conocer su foja de servicios y éxitos obtenidos por él en diversas ocasiones. Para el efecto Tomás de Heres, secretario general interino de las fuerzas patriotas le libró el despacho que sigue: “Al Padre Terreros: Su Excelencia el Libertador dispone que U.S. reúna todas las guerrillas de las provincias de Yauli (La Oroya) y Jauja, que las aumente cuando sea dable, que las arme y monte bien y que, tomando el mando de todas, se dirija a Huancavelica. S.E. quiere que U.S. prohíba todo desorden, que sean bien tratados todos los habitantes; en una palabra, que las guerrillas muestren ciudadanos armados para proteger a sus hermanos. U.S. mantendrá con todo rigor la disciplina militar castigando como corresponde y hasta de muerte a los que la quebrantan. Dios guarde a U.S. Huancayo,18 de agosto de 1824-Tomás de Heres”. Como se desprende del documento que antecede, la misión encomendada no sólo era con el fin de prestar ayuda a los patriotas en los momentos decisivos, sino también para prestar garantías a los ciudadanos y evitar todo género de desórdenes provocados por los realistas. El Dr. Luis Alayza Paz Soldán dice: “Bolívar comisionaba a Terreros para inspeccionar las guerrillas del sur y norte de Lima, tomar referencias y buscar caballos para el ejército”.31 Bruno Terreros llevaba constantemente su almofrez, que era el altar portátil, y los ornamentos para la práctica y ejercicios sacerdotales. Los días domingo se despojaba del uniforme militar para celebrar misa en el pueblo donde llegaba, con asistencia de los vecinos y los guerrilleros. El 25 de noviembre de 1824, desde Chancay, Soler, por orden de Bolívar, comunica a Santa Cruz y al comandante militar de Tarma que los montoneros de 31 Roel, Virgilio: “Los Libertadores” Pp.115 al 117 49 Junín, al mando del comandante Peñaloza, reforzados con partidas de Reyes, Pasco, Huánuco, etc., hagan guarnición en Tarma, por si el enemigo avanzase hacia ese valle. Terreros con una fuerte guerrilla se situó en San Mateo para defender Lima. Soler, por orden de Bolívar, ordena a Terreros acercarse a Lima y hacer un reconocimiento total de fuerzas, jefes, provisiones, etc., de las guerrillas que operan en el norte y sur de Lima, observar los potreros de alfalfa que existan y remitir todos los animales no necesarios para la guerrilla.32 • El 28 de mayo de 1824, una proclama de Monet, general del Ejército enemigo, emite amenazas contra los pobladores de Llocllapampa dándoles 8 días de plazo para que regresen al poblado; de lo contrario, quemarán y exterminaran el pueblo. El 4 de junio era la fecha en que vencía el plazo que en este pueblo se dio a las guerrillas de Fray Bruno Terreros (GGP-1967-11-21.93) Seraylan Leiva Alejandro, “Historia General del Ejército Peruano”. P.1138. • Una carta de Heres desde Huamanga a Urdaneta, de fecha 10 de setiembre, informa que los enemigos abandonan Andahuaylas. Terreros y el mayor Astete deben haber ocupado las provincias de Lucanas y Parinacochas. CJP. Paz Soldán (1971-11-209-201). Seraylan Leiva, Alejandro, “Historia General del Ejército Peruano”, P. 1159. • De Chancay, Soler, por orden de Bolívar, escribe al coronel Padre Bruno Terreros para que: 1° Pase a los puntos que ocupan las guerrillas al norte y sur de Lima para tomar conocimiento de las fuerzas, jefes, cantidad de mulas, caballos, etc., de los guerrilleros. 2° Detallar potreros de alfalfa. 3° Recoger las bestias que sobran en las guerrillas. (J.P. Paz Soldán 1921-11-210). Sareylan Leiva, Alejandro, “Historia General del E.P. o 1168”. • Los montoneros de Junín, Carhuamayo, Pasco, Huánuco, etc., hostilizarán a los realistas por si avanzan hacia ese valle (el valle del Mantaro). En San 32 Paz Soldán J.P. 1921-11-210-211 50 Mateo se estacionará fuerte guerrilla del coronel Bruno Terreros, por si el enemigo se dirige sobre Lima (Sereylan Leiva Alejandro) “Historia General del Ejército Peruano” P. 1171”. • Las operaciones se efectúan principalmente de norte a sur en territorios de la costa y la sierra. Los de la costa, con limitados recursos por la existencias de desiertos. Empleo intensivo de guerrillas y milicias en apoyo a los patriotas, principalmente en los Andes, dirigidos por Badillo Auqui, Cayetano Quiroz, Juan de Dios Castillo, Bruno Terreros, Otero. En términos generales, la mayor cantidad de operaciones importantes fueron llevados a cabo en los espacios andinos: Cerro de Pasco, Riobamba, Pichincha, Torata, Zepita, Junín y Ayacucho, lo que una vez más pone en relieve las condiciones naturales favorables para las operaciones militares en los Andes (con Bolívar), Macha Barba, Adolfo: “La Defensa de las Diferentes Etapas Históricas del Perú”. P.34 A la llegada de Bolívar a Lima, el 11 de noviembre de 1823, informado por Sucre de las necesidades y de las peculiaridades del terreno en los Andes, una de las primeras medidas del Libertador consistió en el “urgente acopio de medios y el entrenamiento intensivo de las tropas”. Además, ordenó realizar marchas a los soldados, 10 leguas por día, aclimatándolos a soportar el soroche, haciéndoles pasar las cimas, entre las peñas, en cuya región vamos hacer la guerra”. Estos desplazamientos de las tropas realistas y el constante ataque de las guerrillas dieron lugar a que numerosos soldados armados desertaran, incorporándose a las partidas o dirigiéndose al pueblo de Yauyos. Los jefes patriotas Terreros y Guzmán obtuvieron resultados favorables con estas acciones; sobre todo se beneficiaron con el ganado que lograron arrebatar a los realistas. También se formaron nuevas partidas, siendo una de ellas la de Juan de Dios Castillo, quien en el mes de abril de 1822 se encontraba actuando en las 51 inmediaciones de la ciudad de Jauja. En una de sus incursiones logró apoderarse de 16 barras de plomo, las cuales fueron puestas a disposición del estado.33 Las partidas de guerrillas prepararon los centros de abastecimientos y llevaron a cabo incursiones con la finalidad de observar a los destacamentos realistas. Bolívar dispuso que se les proporcionara armas y otros implementos militares para sostener la guerra de posesión. Inclusive se precisan sus operaciones, como en el caso de las partidas de Quispe y de Ninavilca, que se encargan muy particularmente de la organización de las partidas y de molestar mucho al enemigo; a las de Canta, de reclutar gente para el ejército y de trasladar el ganado y todo cuanto se encuentre hacia el Norte. Las partidas actuaron principalmente en la región de Pasco y Junín, donde se concentró el mayor número de guerrilleros, llegando a contar con 1500 hombres montados, los cuales estaban del lado del coronel Francisco De Paula Otero. Otro importante grupo se movilizaba por las zonas de Huaura, Sayán, Cajatambo, Canta; bajo las órdenes del coronel Ramón Antonio Deza, realizaron incursiones hasta los valles de Chillón, Huarochirí y Lurín. A mediados de junio de 1924, el general Guillermo Miller, por disposición del Libertador atravesó la cordillera de los Andes para tomar el mando de 1500 montoneros que ocupaban zonas alrededor de Pasco, localidad desde la cual se desplazaban a Tarma o Jauja, mientras el ejército avanzaba en dirección al pueblo de Reyes. En este aspecto fue importante la ocupación de Yauli con las partidas comandadas por José María Guzmán y Bruno Terreros, pues mejoraba el espionaje a favor de los patriotas. Las partidas cubrían al ejército realista de Canterac, acantonado en el valle de Jauja. Algunos días antes de iniciarse la campaña de Junín se incorporaron a las partidas 700 nuevos guerrilleros provenientes del lado occidental de la cordillera de los Andes. Actuando con estas fuerzas irregulares, Miller, el 04 de agosto avanzó hasta el caserío de Arroyo, en el camino a Jauja, e informado de 33 Vergara Arias Gustavo “Historia General del Ejército Peruano”. P. 526 52 que Canterac marchaba precipitadamente hacia, Reyes va a disponer, con seguridad, la marcha de sus fuerzas para llevar acabo el encuentro decisivo en Junín. En las acciones de Junín participaron 1500 guerrilleros integrando la división de retaguardia, bajo el mando del general Cirilo Correa.34 San Martín había ordenado al jefe de guerrillas Bruno Terreros la elaboración de un plan de actividades para las partidas que se encontraban en Yauyos, Tarma y Jauja. Por esos días, Terreros se encontraba en Chacapalpa, donde había fijado su cuartel general. Su partida era de las más numerosas y disciplinadas, figurando entre sus integrantes el capitán Manuel Márquez, el teniente Francisco Espinoza y el comandante de caballería Francisco Delejos. Terreros, para armar a sus guerrillas, solicitó a San Martín el envío de 100 fusiles, 50 sables, municiones y piedras.35 A lo largo del año de 1822 las partidas dirigidas por Prada, Terreros, Guzmán y Juan de Dios Castillo van a cumplirse en la provincia de Jauja misiones encomendadas por los jefes del Ejército Patriota. Estos grupos de gente armada causaron a las tropas de Jerónimo Valdez y de Canterac series de dificultades. San Martín les manifestó la necesidad de que las partidas se mantengan en constante movimiento sobre el enemigo. Dando cumplimiento a esta indicación se destacó 20 cazadores a caballo a las inmediaciones de Chupaca con la finalidad de apoderarse del ganado que tenían los realistas a dos leguas del pueblo. Los guerrilleros no lograron sorprender a los soldados; tan sólo pudieron apropiarse de 100 vacas. Estando por finalizar el mes de enero, los realistas van a desplegar un intenso movimiento de tropas. De Jauja partieron 200 hombres de infantería con dirección a Concepción; por otro lado el coronel Valdez había atravesado el puente de Concepción, dirigiéndose al pueblo de Mito con un batallón de infantería y cuatro cañones. A esta misma localidad marchaba el brigadier Canterac al frente 34 35 Op. Cit. P.642 Vergara Arias Gustavo “Historia General del Ejército Peruano” p.525-526 53 de 400 hombres de caballería. Se trataba con estos desplazamientos de desorientar a las partidas patriotas y dar la impresión que se dirigían a Cerro de Pasco, cuando en realidad perseguían movilizar sus tropas por la banda de los pueblos de Huayhuay, Chacapalpa y Pachacayo, con la intención de atacar a las partidas de Terreros. Las fuerzas realistas, el 28 de enero iniciaron su marcha hacia Pachacayo. Su caballería avanzaba por Carhuamayo, tratando de cortar su retirada a las fuerzas patriotas. Al tener conocimiento el comandante Terreros de estas maniobras de los jefes españoles, y siendo su situación difícil en el pueblo de Pachacayo, decidió retirarse al norte para hacer más ardua la persecución. Se presentaron oportunidades en que las partidas no se decidieron a atacar por el cansancio de los caballos al subir la cuesta. Los realistas en su afán de batir a los patriotas llegaron hasta la ciudad de Tarma. El 31 de enero las tropas enemigas retornaron a la provincia de Jauja y en su marcha incendiaron los pueblos de Huayhuay, Chacapalpa y Pachacayo, inclusive arrasaron las iglesias y se llevaron las campanas para fundirlas y fabricar cañones. Después del triunfo del 6 de agosto, las partidas de guerrillas fueron las únicas fuerzas patriotas que se encargaron de perseguir a los realistas con la finalidad de hostilizarlos, propiciar las deserciones e informarse de sus movimientos. Cumplieron esta labor las partidas dirigidas por Marcelino Carreño, Francisco de Paula Otero, Bruno Terreros, Ramón Estomba, Cipriano Peñaloza, Justo Astete, etc., en los sitios por donde se desplazaban los realistas. (Bolívar resuelve adelantarse con la caballería al trote mandaba por el coronel Necochea para situarla en la misma llanura que ocupaban los enemigos). Terreros y su guerrilla recorrían leguas y leguas, de día y de noche, cruzando la accidentada topografía de la sierra de Jauja, Huancayo, Lima, Ica, 54 Cerro de Pasco, Huancavelica, Ayacucho. Las correspondencias encabezaban: “El coronel Fray Bruno Terreros ha sido excomulgado por la iglesia al servicio del rey español. El 2 de junio, Bruno Terreros exalta la acción librada en la quebrada de Acolla, en la cual 18 valientes de la 6ª. Partida, mandados por él, contuvieron a 120 realistas del batallón Gerona y los persiguieron hasta Chuchucalla, a una legua de Jauja. En su parte destaca el valor de sus soldados Fernando Maita y Romualdo Cuyubamba. En enero de 1821 entregó la partida que reunió en La Oroya y Tarma y los mantuvo con su propio peculio. 70 hombres formaron parte del “Batallón de Leales” por lo que el comandante general de la División de la Sierra, coronel Agustín Gamarra, nombró a Terreros comandante general de las partidas volantes de todos los pueblos de la sierra, esto con el objeto de contener la segunda invasión de Ricarfort en el pueblo de Moya, confiándole después la partida de guerrillas de Chacapalpa.36 En la obra “Guerrillas y Montoneros Patriotas”, en los volúmenes 2 y 4 encontramos los respectivos documentos. El informe de Pedro José Gonzales dice lo siguiente: El coronel y gobernador de la ciudad de Santa Fe de Jauja en virtud del apreciable Decreto expongo: Que el presbítero Don Pedro José Bernuy ha manifestado su adhesión a la Independencia de América de un modo singular y nada común inspirando a los provincianos de Jauja los justos sentimientos de la causa; por esta conducta se atrajo el odio de los jefes del ejército enemigo, y para evitarse de su tiranía ha tenido que emigrar de aquel valle en todas las ocasiones que han entrado a él las armas del Rey, así es que en la primera invasión de Ricafort (dice) le saquearon su casa en una cantidad bastante considerable, cuyo 36 Vergara Arias Gustavo “Historia General del Ejército Peruano” p.643 55 monto en plata, ropa y demás menajes, asciende a once mil pesos, dejándolo en la última indigencia. En atención a este quebranto, y de su irreprensible comportamiento se le nombró Cura provisional de la doctrina de Huancayo, y últimamente, en julio del año pasado, al ingresar a dicha provincia el general Canterac con las tropas enemigas, emigró a las partidas de guerrillas bajo mis órdenes. El primer comandante, Terreros, ha permanecido como su capellán hasta el presente día, desvelándose en la defensa de nuestra causa y en el mejor orden político de aquello, pasándome frecuentes avisos de las ocurrencias del enemigo, para la inteligencia del supremo gobierno, sin que le haya desalentado saber que su casa la demolieron en Huancayo. Finalmente, es un patriota cuyas distinguidas cualidades lo hacen acreedor a la superior consideración de su Señoría Ilustrísima el señor Gobernador Eclesiástico. Es cuanto puedo informar sobre materia de justicia, añadiendo que sirve en la partida sin gravar al Estado, y a su propia costa. Lima, julio diez, ochocientos veinte y dos. Pedro José Gonzáles. Decreto Julio 17, 1822.37 Por lo que con este documento se confirma que Bruno Terreros era el comandante de la partida de guerrilleros en Chacapalpa y La Oroya, y el presbítero Pedro José Bernuy, capellán, y que con su propio dinero –como lo hacía Terreros, el guerrillero- reportaba permanentemente las noticias del despliegue del ejército realista, custodiaba toda la zona de Huayhuay, Huari, Curicaca, Llocllapampa, Pachacayo, Huaypacha, Chacapalpa, La Oroya, Yauli, Suytucancha, Mar Túnel, etc. El documento que presentamos es histórico porque da testimonio del trabajo prestado a la Nación como jefe de Montoneros; Bruno Terreros Baldeón al otorgar al Capitán Eugenio Mejía; por sus servicios prestados como comandante de guerrillas que estuvo bajo sus órdenes en Lima en Marzo de 1825 expidió con su firma, lo que adjuntamos al presente trabajo de investigación. 37 Dumbar Temple, Ella “Guerrilleras y Montoneros Patriotas” T.V. Volumen 2 y 4 La Acción” pp. 102 y 103 y 302 y 303. 56 JOSÉ DE SAN MARTÍN. Conoció la hoja de servicios de Bruno Terreros Baldeón y lo consideró como su persona de confianza. 57 SIMÓN BOLÍVAR. Comisionaba a Terreros para inspecciones a las guerrillas del norte, centro y del sur. Lo condecoró con el grado de Coronel. 58 SAN MARTÍN. Su estrategia fue: Libertar su patria Argentina, cruzar los Andes para independizar Chile y utilizando la vía marítima con la Expedición Libertadora llegó al Perú, proclamando la Independencia. 59 CHUPACA. Invadido por los Realistas el 25 de Marzo de 1821, donde se desempeñaba como párroco. En reconocimiento a su patriotismo, valor y personalidad una de sus calles lleva el nombre del Frayle y Coronel Bruno Terreros Baldeón. 60 CAPITULO VI TESTIMONIO DE SU LABOR EN LA ORGANIZACIÓN DE MONTONEROS Al coronel Bruno Terreros lo encontramos trabajando en la organización militar para la gesta emancipadora desde 1819, según los datos de diferentes historiadores; también sabemos que Bolívar estuvo en el valle del Mantaro en dos oportunidades. La primera, desde el 11 al 20 de agosto de 1824, y la segunda, del 24 al 29 de octubre del mismo año. Aquí, en esta oportunidad, otorgó el grado de coronel al referido sacerdote Terreros, porque su labor estaba demostrada, y Bolívar confió en su honradez, lealtad y fue miembro de su confianza; es así que le dirige comunicaciones y oficios que están transcritos en el presente trabajo. • Las Montoneras de Francisco Vidal, organizadas en 1820. • Las Montoneras de José Antonio Manrique, combatiente que había actuado ya con Pumacahua en 1814 y que reinició sus acciones en 1820. • Las Montoneras de Ignacio Quispe Ninavilca que actuaron inicialmente con José Antonio Manrique, organizadas en la Sierra Central. • Pags. 116 y 117. 61 • Estas habían sufrido las consecuencias de la despiadada acción de los realistas, quienes habían convertido en lugares desiertos los que antes eran pueblos florecientes. Cada montonero tenía que vengar la muerte de sus padres, hijos, parientes o paisanos muertos por los españoles. • Encontramos otro listado de unidades de Montoneros organizados, de 1820 a 1824; de las partidas de guerrillas por año, localidad, efectivos y jefes o comandantes, lo cual acompañamos a esta investigación. Sigue Págs. 1303, 1304, 1305, 1306, 1307, 1308, 1309, 1310, 1311, tomado de la obra “Montoneros y Guerrillas, en la etapa de la Emancipación del Perú (18201825)” de Gustavo Vergara Arias.38 El historiador agrega en forma detallada que Terreros estuvo en la localidad de Chacapalpa a disposición de 100 efectivos; con apoyo de Manuel Márquez y Francisco de Espinoza. En Yauli estuvo en compañía de José María Guzmán en Huarochirí con el apoyo del anterior. En Yauli-Jauja en 300 montoneros. En Chancay con otro grupo de montoneros. En pueblo de Magdalena con 100 efectivos a cargo de Bruno Terreros y Velapatiño; siendo admirable y sorprendente los grupos de guerrilleros llenos de civismo a su Patria. RELACIÓN DE MONTONEROS CELEBRES Organizadas por José Antonio Manrique en la Sierra Central. • Las montoneras de Cayetano Quirós, organizadas en 1821. • Las montoneras de Juan Evangelista Vivas y Guillermo Caro, organizadas en Yauyos. • Las montoneras de Juan Jiménez y José Antonio Riquero, organizadas en Huarochirí en 1821. • Las montoneras del célebre José María Palomo, organizadas en Huarochirí en 1821. • Las montoneras de los morochucos (Ayacucho) del legendario Basilio Auqui, que operaban desde 1814. 38 Citado en “la Gesta Emancipadora del Perú” 1820-1821 J.M. Valega 1940 p.27 62 • Las montoneras del teniente coronel José María Crespo, organizadas en Junín en 1821. • Las montoneras del sargento José Jerónimo Segura, organizadas en 1821. • Las montoneras de Mariano Fano, (Regimiento denominado ChaupiHuaranga), con sus lugartenientes Tapuc y Michivilca, organizadas en 1822. • Las montoneras de Toribio Dávalos, organizadas en 1822. • Las montoneras de Gaspar Alejandro Huavique, organizadas en 1822. • Las montoneras de José Guzmán, organizadas en 1822. • Las montoneras de Fray Bruno Terreros, organizadas en 1822. • Las montoneras de Justo Astete, organizadas en 1823 • Las montoneras de Santiago Cerro, organizadas en 1823. • Las montoneras de Ramón Díaz (comandante de los “Dragones de la República”), organizadas en 1823. • Las montoneras “Cazadores Cívicos del Perú”, organizadas en 1823. • Las montoneras de Agustín Balaguer, organizadas en 1823. • Las montoneras de Custodio Álvarez, organizadas en 1823. • Las montoneras de Ricardo Barahona, organizadas en 1823. • Las montoneras de Cipriano Peñaloza, organizadas en 1823. • Las montoneras de Manuel Vallejos, organizadas en 1823. • Las montoneras de Pablo Álvarez, organizadas en 1823. • Las montoneras de Joaquín Dabousa, organizadas en 1823. • Las montoneras de Ramón García Puga, organizadas en 1823. • Las montoneras de Francisco Álvarez, organizadas en 1824. • Las montoneras de Mariano Vela Patiño, organizadas en 1824. • Las montoneras de Antonio Velásquez, organizadas en 1824. • Las montoneras de Camilo Mier, organizadas en 1824. • Las montoneras de Tutumo. • Las montoneras de Supe Viejo. • Las montoneras de Piedras Gordas. • Las montoneras de Montes de Paramonga. • Las montoneras de Aija. 63 • Las montoneras de Huarmey, (organizadas por el cura Jerónimo Uribe). • Las montoneras de Ica, organizadas por el mariscal Miller en 1821. • Las montoneras de Ancash, (organizadas por Braund, que dirigió a los “Granaderos a Caballo de la Guardia”). • Las montoneras de Cajatambo (de Bernardino Antonio Salgado) 1823. • Las montoneras de Juan Manuel Suárez. • Las montoneras del célebre teniente coronel sacerdote José Félix Aldao, jefe del Escuadrón “Húsares del Perú”. Organizadas en 1821. • Las montoneras de Huancavelica (llamadas “Compañías de Caballería”). • Las montoneras de Arequipa, (organizadas por Manuel Morán). • Las diversas otras montoneras de Ayacucho, (organizadas por Castilla, Maldonado, etc.) • Las montoneras de Anco. • Las montoneras de Apurímac (de Bustamante e Iratusta). • Las montoneras de puneñas de Esteban Catacora. • Las montoneras de Casimiro Navajas. • Las montoneras de Marcelino Carreño. Y otros más. Una abrumadora mayoría de los componentes de estas montoneras eran indios, seguidos en número por los mestizos y en un número menor por los mulatos y negros. Según Miller, casi todos los montoneros eran indios y mestizos. 64 CERTIFICADO DE BUENA CONDUCTA Y SERVICIO A LA CAUSA LIBERTADORA. Fuente fiel que expide el Coronel Bruno Terreros a Eugenio Mejía, fechado en Lima. 65 BIBLIOGRAFÍA ARBULÚ 1905 “De Jauja a Huancayo”. 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