Algunas ideas sobre la Historia Regional a partir de un análisis

Diversidad social, política y económica en distintos tiempos y espacios regionales
Algunas ideas sobre la Historia Regional a partir de un análisis comparativo
entre dos regiones mineras1
Dr. Jaime García Mendoza2
El presente ensayo se divide en dos partes. En la primera se presenta un estudio
comparativo entre dos regiones mineras que se desarrollaron a partir del siglo XVI: La
Provincia de la Plata, a partir de 1525; y la alcaldía mayor del real de minas de Huautlay
las Amilpas, a partir de 1580. En la segunda parte, se trata sobre las reflexiones del autor
que ha tenido a largo de su experiencia como estudioso de la Historia Regional.
PRIMERA PARTE
Análisis comparativo entre dos regiones mineras del siglo XVI: La Provincia de la
Plata y la alcaldía mayor del real de minas de Huautla y las Amilpas
El objetivo de esta parte es mostrar las similitudes y diferencias en el proceso de
integración de estas dos regiones mineras como: su origen y desarrollo como reales de
minas, sus jurisdicciones territoriales y políticas y su importancia minera en la Nueva
España, entre otros aspectos.
Ubicación geográfica y clima
La Provincia de la Plata se localizaba en lo que es la parte occidental y sur del actual
Estado de México y el norte del Estado de Guerrero, estaba integrada por los reales de
minas de Taxco, Zacualpan, Zultepec y Temazcaltepec. Mientras que la alcaldía mayor
del real de minas de Huautla se ubicaba al centro oriente del actual Estado de Morelos.
1
Los datos de esta ponencia fueron sacados de diversos ensayos del autor. Jaime García
Mendoza, La Provincia de la Plata en el siglo XVI. Historia de los reales de minas de
Temazcaltepec, Zultepec, Zacualpan y Taxco, Nostromo Ediciones, México, 2011. Jaime García
Mendoza, “Hernán Cortés y el señorío de Cuauhnáhuac: importancia estratégico-militar” y “Hernán
Cortés Empresario: el papel económico de Cuauhnáhuac en las empresas cortesianas” en Jaime
García Mendoza y Guillerno Nájera Nájera (coord.), De los señoríos indios al orden novohispano
en Horacio Crespo (dir.), Historia de Morelos. Tierra, gente, tiempos del Sur, LI Legislatura del
Congreso del Estado de Morelos, Cuernavaca, 2010, t. III, respectivamente pp. 179-219 y 647-713.
Además de otros artículo inéditos del autor: “La región de Cuautla de Amilpas y su descripción
geográfica”, “Los señoríos mesoamericanos”, “Conquista española y encomiendas”, “La alcaldía
mayor de Cuautla de Amilpas, siglos XVI al XVIII”, y “Las minas de Huautla”.
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Jaime García Mendoza es Profesor Investigador de Tiempo Completo de la Universidad
Autónoma del Estado de Morelos. Es miembro del Cuerpo Académico“Procesos Regionales y
Transformaciones Socioculturales”.
ISBN: 978-607-8432-40-0
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Estas cinco alcaldías mayores, junto con los reales de minas de Tlalpujaguay
Tlaucingo se localizaban dentro de la parte sur de la cordillera del Eje Neovolcánico en
dirección noroeste a sureste, desde las tierras del actual estado de Michoacán hasta la
confluencia de los límites entre de los actuales estados de Morelos, Guerrero y Puebla.
Es decir, son parte de una misma formación geológica dentro del mismo sistema
montañoso. Las minas de Zumpango, también uno de los primeros reales de minas, se
localizaban en la Sierra Madre Occidental, en la vertiente sur del río Balsas.
De acuerdo a las relaciones y descripciones geográficas de la época, el clima en
las comarcas de Temazcaltepec, Zultepec y Zacualpan variaba de acuerdo a la altitud
entre los 2,500 y 1,000 m.s.n.m. En la zona montañosa el clima era frío y húmedo,
mientras que en los valles era templado; en lugares cercanos a los 1,000 m.s.n.m., como
Tlatlaya –al suroeste del actual Estado de México—, el clima era más cálido.En toda esta
región la temporada de lluvias iba de mayo a octubre.
Generalmente la flora en las alcaldía mayores de Temazcaltepec, Zultepec,
Zacualpan y Taxco correspondía a las coníferas, como encino, pinos, cedros, sauces,
sabinos y nogales; aunque en los valles, sobre todo donde había clima cálido, la
vegetación cambiaba a plantas caducifolias como guajes, huizaches y amates, también se
daban árboles frutales de muchos tipos, incluso los traídos de Europa. Se podían sembrar
en estas tierras diversos tipos de hortalizas, y granos como el maíz, el frijol y el trigo; y en
las tierras más bajas de Temazcaltepec, caña de azúcar. Eran también tierras fértiles en
pastos propios para la ganadería. En los territorios correspondientes a estas comarcas,
además de las vetas de plata, había ojos de agua salina, cuya sal obtenida de ellos se
utilizaba en la minería.
En lo que respecta a Huautla, este real de minas se localizaba en una región de
clima cálido semitropical, con una elevación del terreno entre los 1,350 y los 950 m.s.n.m.
La época de lluvias correspondía a los meses de junio a septiembre y tiene un tipo de
flora caducifolia como huizaches, guajes y amates. En esta región se sembraba en la
zona maíz, frijol y chile. En la zona vecina de las Amilpas, más al norte, regada por el río
Cuautla, de aguas perenes, se cultivaba también caña de azúcar. Este real de minas
obtenía la sal para la minería de la alcaldía mayor de Chiautla, situada al este en los
límites del actual estado de Puebla.
Aunque son parte del misma sistema montañoso, se observa que la diferencia de
climas entre la Provincia de la Plata y el real de minas de Huautla se debe tanto a la
altitud sobre el nivel del mar como por el cambio de latitud. La primera se localiza entre
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los 19° 17’ y los 18° 22’ de latitud norte, y los 100° 19’ y 99° 25’ de longitud oeste. El
segundo se ubica entre los 18° 50’ y los 18° 19’ de latitud norte, y los 99° 08’ y los 98° 49’
de longitud oeste.
Jurisdicciones territoriales y políticas
Señoríos mesoamericanos
Las denominaciones Temazcaltepec, Zultepec, Zacualpan y Taxco tuvieron su origen en
los antiguos señoríos mesoamericanos de esa región, pero con excepción de Taxco, el
nombre original de los señoríos fueron otros. Temazcaltepec se denominaba Texcaltitlan,
que era el lugar donde residía el señorío; situación que se repite con respecto a Zultepec,
cuya cabecera del señorío se localizaba en Amatepec. Estos dos señoríos eran aliados
entre sí por razones de parentesco pues pertenecían a la etnia matlatzinca.
Por su parte Zacualpan era una cabecera secundaria del señorío de Ocuilan, de
lengua ocuilteca, que al descubrirse las vetas de plata fue separada de su antigua
jurisdicción.
Taxco estaba habitado por pueblos de lengua chontal y, diseminados entre ellos,
pueblos de lengua mazateca y cohuizca. La verdadera denominación de este señorío era
Tlachco, pero por cuestiones de una mala pronunciación española derivó en Tasco, que
es como viene escrito en los documentos del periodo novohispano. En esa zona había
dos señoríos chontales: Tlachco y Chontalcoatlán.
Hacia 1470, toda esta región fue dominada por la Triple Alianza, a partir de un
conflicto por la preeminencia política entre Tenochtitlan y Tlaltelolco. Los señoríos
matlatzincas de Toluca y Teotenango se aliaron con Tlaltelolco, mientras que Texcaltitlán
y Amatepec se aliaron con México Tenochtitlan, que fueron los que ganaron la guerra.
Derivado de esta situación, estos los señoríos de Texcaltitlán y Amatepec se convirtieron
en aliados del Imperio Mexica y quedaron a cargo del resguardo de la frontera con el
señorío de Michoacán.
Por estas mismas fechas, fueron dominados los señoríos vecinos de Ocuilan,
Chontalcoatlán y Tlachco. Ya bajo el control mexica, estos dos últimos fueron unificados
en un solo señorío, resguardado desde una guarnición mexica situada en Tlachco.
El caso de Huautla es diferente, cuando menos en dos aspectos. En primer lugar,
la región situada en el actual estado de Morelos tuvo antecedentes de poblamiento más
antiguos, provenientes desde la época de los olmecas. Un grupo derivado de estos, los
tenocelome ocuparon varias zonas desde el sureste del actual estado de Morelos hasta la
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cuenca de México, dividiéndose en diferentes grupos y tomando cada uno diversas
denominaciones. En la parte sur, del actual estado de Morelos, los quiyahuiztecas fueron
los primeros pobladores de la región correspondiente a lo que se llamaría las Amilpas,
desde cerca del 1500 a. de C.
En segundo lugar, en años posteriores, en toda esa región penetraron diversos
grupos, los cuales se mezclaron culturalmente, no sólo por los intercambios sociales sino
también por las dominaciones políticas. Hacia el año 650, penetraron grupos
teotihuacanos que fundaron Xochicalco. Las influencias culturales de los olmecas y
xochicalcas se extendieron por todo el actual estado de Morelos entre los años 650 al
900. Hacia esta última fecha, surgió el imperio Tolteca cuya influencia se extendió hasta
Cholula, la que se confrontó con Xochicalco por el control de los territorios al sur del
volcán Popocatépetl. Esta situación impulsó a los xochicalcas a fundar una ciudad en
Jumiltepec, al sureste del valle de las Amilpas. A la vez, también penetraron pueblos de
lengua mixteco popoloca que habían salido de los señoríos de Acatlán, Tepeaca y
Tehuacán y que tenían influencia tolteca En este proceso, Xochicalco fue absorbida por la
hegemonía política y la influencia cultural de Tula. En esta ciudad entre 983 y 1051, hubo
una crisis política que provocó su caída con la salida de Quetzalcóatl y la muerte de
Hueímac.
Por esos años habían empezado a penetrar en el Altiplano Central un grupo de
origen nahoa. En el 902, los xochimilcas llegaron al sur de la laguna de México, desde
donde se extendieron hasta el sur del Volcán Popocatépetl en el actual estado de Puebla,
penetrando en la región de las Amilpas y el sureste del actual estado de Morelos, dando
origen a los poblamientos de Xochimilco, Cuitláhuac, Mizquic, Ocopetlayuca, Ocuituco,
Tetelaneyapan, Tlamimilulpan, Xumiltepec, Tlacotepec, Zacualpan, Temoac, Tlayacapan,
Totolapa, Tepoztlán, Chimalhuacán, Ecatzingo y Tepetlixpan.
En años posteriores, llegaron los tlahuicas a la cuenca de México, pero viendo que
estaba ocupada, se dirigieron hacia el sur y cruzaron la sierra del Chichinautzin, fundando
su señorío con cabecera en Cuauhnáhuac, a la cual estaba sujetas otras cabeceras:
Yautepec, Oaxtepec, Yecapixtlan y Tlalquiltenango. Este último señorío abarcaba hasta
Huautla en el extremo sur del estado de Morelos.
Los mexica, el último grupo de los nahoas que habían fundado Tenochtitlán en la
laguna de México, comenzaron a extender su poderío a partir de 1439. Pero fue
hasta1476, que los señoríos tlahuicas y xochimilcas reconocieron vasallaje a la Triple
Alianza. Entonces se creó una guarnición en Oaxtepec, desde donde se gobernaron los
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señoríos de Cuahtenco, Tetela, Hueyapan, Cuauhnáhuac, Oaxtepec, Yautepec,
Yecapixtla y las Tlalnaguas.
La conquista española
Al iniciar Hernán Cortés la conquista de México Tenochtitlan –después de su desastrosa
salida de la misma ciudad— uno de sus principales objetivos fue crear un cerco militar
alrededor de la laguna de México. Después de conquistar desde Iztapalapa todos los
poblados de la costa oriente y norte de la laguna, se le aliaron loschalcas, quienes
propusieron la conquista de las Amilpas y Cuauhnáhuac, donde había fortificaciones
militares mexicas. Entre marzo y abril de 1521, Hernán Cortés conquistó toda esta región
que incluía los señoríos de Cuahtenco, Tetela, Hueyapan, Cuauhnáhuac, Oaxtepec,
Yautepec, Yecapixtla y las Tlalnaguas, lo que le facilitó tomar la ciudad de Xochimilco, y
cerrar el cerco militar de la laguna al ocupar la ciudad de Tacuba. En este proceso la
región de Huautla quedó incorporada a los territorios conquistados.
Poco tiempo después, el hueytlatoani Cuauhtémoc solicitó el apoyo de varios
señoríos que tenía como aliados. Estos se movilizaron por rutas diferentes para atacar por
las espaldas a los españoles que tenían rodeada la laguna de México, los señoríos de
Texcaltitlán, Amatepec, Teloloapan, Teotenango y Toluca por un lado, y los de Ocuilan,
Taxco, Iguala, Izcateopan, Cohuisco, Muchitlán y Tixtla, por el otro. Los primeros fueron
vencidos en Teotenango y los segundos en Ocuilán, aceptando todos estos pueblos el
vasallaje a la Corona española. En este otro proceso, los señoríos que conformarían la
Provincia de la Plata quedaron también incorporados a los territorios conquistados.
Descubrimiento de vetas argentíferas y las jurisdicciones políticas
Los reales de minas de la Zultepec, Zacualpan, Taxco, Tlapujagua y Zumpango ya se
explotaban desde el periodo mesoamericano. Por noticias de Moctezuma se dieron a
conocer a Hernán Cortés la existencia de placeres de oro y yacimientos de plata. Éste,
además, envío a varios españoles a averiguar la veracidad de la información.
En la primera década de 1520, casi inmediatamente después de la conquista de
México Tenochtitlan, se explotaron principalmente los placeres de oro que iban por toda la
cordillera de la Sierra Madre del Sur desde Colima hasta Oaxaca. Al agotarse los placeres
de oro en el último tercio de esa década, se comenzaron a explotar los yacimientos de
plata localizados en los lugares mencionados. Con el paso de los años se fueron
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descubriendo nuevas vetas, en particular en la alcaldía mayor de Temazcaltepec al norte
de la vecina Zultepec.
Todos estos lugares se habían conquistado durante el sitio de México
Tenochtitlan, con excepción de Tlalpujagua, que fue sometido pacíficamente, cuando el
señorío de Michoacán reconoció a vasallaje a la Corona española por intermediación de
Hernán Cortés.
En cambio, las minas de Huautla se descubrieron posteriormente hacia 1580, a
partir del hallazgo de las minas de Tlaucingo, situadas en la región occidental del actual
estado de Puebla, y encontradas unos años antes, cerca de 1570.
Como ya se dijo, Cortés había obtenido información de que en Amatepec y
Tlachco existían vetas de plata. Casi inmediatamente después de la conquista de México
Tenochtitlan, entre fines de 1521 y principios de 1522, Cortés repartió encomiendas entre
los conquistadores. Las jurisdicciones con antecedentes mineros o cercanos a ellos como
Texcaltitlan, Amatepec, Zacualpan y Tlachco, las otorgó a un grupo de sus amigos, todos
ellos con experiencia en la minería. Con ellos explotaría inicialmente los placeres de oro
durante la década de 1520. Al finalizar, dicha década, todos estos encomenderos y otros
mineros comenzaron a explotar minas argentíferas en estos lugares y también en
Tlalpujagua y Zumpango, que se encontraban muy cerca.
Las denominaciones de las antiguas cabeceras de los señoríos indígenas fueron
sobrepuestas en los lugares donde se fundaron los reales de minas, dando pie a dos
lugares con el mismo nombre, pero distinguiéndolos uno de otro: Temazcaltepec el viejo y
el real de Temazcaltepec, Zultepec el viejo y el real de Zultepec, Zacualpan el viejo y el
real de Zacualpan; y Taxco el viejo y el real de Taxco. También los nombres originales de
los señoríos cambiaron al trasladarse la sede del poder a los reales de minas, por
ejemplo, la cabecera Amatepec se suplantó por Zultepec, de donde tomó el nombre la
nueva jurisdicción; lo mismo sucedió con Texcaltitlan, cuando a mediados de siglo se
encontraron las vetas en Temazcaltepec. Asimismo, el territorio del señorío de Ocuilán fue
cercenado creándose el real de minas de Zacualpan. Por ser un territorio extenso, estas
cuatro comarcas recibieron el grado de alcaldías mayores, como jurisdicciones políticas
dentro del virreinato de la Nueva España, aunque en términos costumbristas, durante los
primeros cinco años, serían conocidas como la Provincia de la Plata o la Sierra de Plata.
Cada alcaldía mayor correspondía a una jurisdicción parroquial dentro del
arzobispado de México. En la sede de cada alcaldía mayor se encontraba un cura vicario
beneficiado que actuaba como juez eclesiástico en su jurisdicción, apoyado por otros
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curas que podían ser beneficiados o no. Uno o dos de estos curas auxiliares se
encargaban junto con el cura vicario de dar los sacramento y oficiar misa a los españoles,
mestizos y negros de los reales de minas; mientras que uno o dos de los mismos curas
auxiliares se encargaban de la población indígena que poblaba e territorio de su propia
jurisdicción.
Por su parte, Hernán Cortés apartó para sí varios señoríos, entre los que se
encontraban Cuahtenco, Cuauhnáhuac, Tepoztlán, Oaxtepec, Yautepec, Yecapixtla y las
Tlalnaguas que a partir de 1529 pasarían a formar parte del Marquesado del Valle de
Oaxaca. Con la finalidad de restarle territorios, desde 1532, la Segunda Audiencia
determinó sacar de su jurisdicción el antiguo señorío de Cuauhtenco, el cual fue
convertido en un corregimiento que dependía de la alcaldía mayor de Chalco. Con la
conjura de Martín Cortés y Arellano, el marquesado del Valle fue confiscado y
administrado por la Corona española. Hacia 1570, fueron separadas las villas de
Tepoztlán, Oaxtepec, Yautepec y Yecapixtla y puestas bajo la jurisdicción del
corregimiento de Tetela. Desde 1580, los virreyes comenzaron a otorgar mercedes de
tierras en las Amilpas, dentro de la jurisdicción de la villa de Oaxtepec, que fueron
dedicadas a la explotación del azúcar. Esta fecha coincidió con las primeras
informaciones sobre la existencia de minas en Huautla, al sur de esta territorialidad. En
1595, se reintegró el marquesado del Valle a Fernando Cortés y Arellano, nieto del
conquistador, pero sin incluir la parte territorial correspondiente a las Amilpas y las minas
de Huautla, creándose a partir de ese momento la alcaldía mayor del real de minas de
Huautla, las Amilpas y corregimiento de Tetela.
A mediados del siglo XVI, debido a que la villa de Cuautla se localizaba en una
convergencia de caminos importantes entre la ciudad de México y el sureste de los
obispados de Puebla y Oaxaca, además de que tenía un clima menos que extremo que
Huautla, la sede de la alcaldía cambio a esta villa y comenzó a denominarse esta
jurisdicción como la alcaldía mayor de Cuautla de las Amilpas.
En cuanto a las jurisdicciones eclesiásticas, desde 1550, los dominicos se
metieron en el convento de Tlaquiltenango desde donde los franciscanos habían
comenzado a administrar los sacramentos a los indios de Huautla. Esto creó un conflicto
entra ambas órdenes que duró hasta 1585. Paralelamente, los dominicos habían edificado
un convento en la villa de Cuautla, desde donde comenzaron a administrar los
sacramentos a la región de las Amilpas. Sin embargo, a partir de la creación del real de
minas de Huautla, se creó una parroquia con un cura vicario beneficiado que se encargó
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de la administración de los sacramentos y oficio de misas para toda la población,
incluyendo a los indígenas.
Como se observa, los procesos de conformación de las jurisdicciones mineras en
ambos casos son diferentes. Las correspondientes a la Provincia de la Plata se debieron
al descubrimiento inmediato de las minas y reformando las antiguas jurisdicciones
mesoamericanas para implantar el modelo administrativo español. En el caso de Huautla,
si bien fue el descubrimiento de vetas de plata lo que originó una nueva jurisdicción,
existieron razones políticas para restarle territorios al marquesado del Valle, y además, se
crearon intereses económicos de particulares alrededor de la explotación del azúcar, para
justificar la separación del territorio de las Amilpas del marquesado.
En lo referente a las jurisdicciones eclesiásticas, también hay diferencias, pues en
la Provincia de la Plata se crearon parroquias seculares desde un principio para la
administración de los oficios religiosos. Mientras que en la región de Huautla y las
Amilpas, los oficios religiosos eran administrados por las órdenes mendicantes. Al crearse
el real de minas en Huautla, esta población quedó a cargo de un cura secular, mientras
que el resto de la alcaldía mayor continuó bajo el control de los curas regulares.
Desarrollo de la minería
En ambas regiones el desarrollo de la minería contó con varios aspectos que incentivaron
la producción. En primer lugar, por encontrarse en un área poblada por grupos étnicos
con un sistema tributario organizado, basado en la obtención de productos en especie y
servicios personales, posibilitó, principalmente, la utilización de mano de obra constante
en las diferentes fases de las labores mineras.
En el caso de la Provincia de la Plata, durante las primeras tres décadas de la
dominación española, el servicio personal fue gratuito para los encomenderos,
únicamente se tenía la obligación de alimentar a los trabajadores, lo que se hacía con los
productos en especie que también tributaban las comunidades indígenas. A partir de
1550, la mano de obra indígena se obtuvo a partir del repartimiento obligatorio y
remunerado. La baja en el número de pobladores indígenas debidas a las epidemias,
principalmente, de 1545, 1575 y 1630, provocaron una caída en el número de
trabajadores que asistían al servicio personal, lo que afectó a la producción minera. La
mayor parte del servicio personal que acudía a estos reales de minas provenía de las
comunidades de su propia jurisdicción y de alcaldías vecinas, como Tenango, Izcapuzalco
o Cuernavaca.
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En lo que respecta al real de minas de Huautla, solamente se utilizó el trabajo
proveniente del servicio personal remunerado pues, como se dijo, fueron descubiertas
hacia 1580. Aquí impactaron las dos últimas grandes epidemias de 1575 y 1630. La
población indígena del servicio personal provenía de los pueblos de la alcaldía mayor de
Cuernavaca, que comprendía las jurisdicciones de Tepoztlán, Oaxtepec, Yautepec,
Yecapixtla y las Tlalnaguas, que en años anteriores acudían a los reales de minas de la
Provincia de la Plata. Esto provocó que, durante el resto del periodo de la dominación
española, los mineros de esta provincia se confrontaran con los mineros de las minas de
Huautla por los indios del servicio personal de las comunidades de la alcaldía mayor de
Cuernavaca.
En ambas regiones, también hubo trabajadores indígenas que se contrataron
libremente en las minas, denominados naborías. Muchos de ellos se convirtieron en
mineros expertos pues eran los que se introducían en los socavones para la búsqueda y
extracción del mineral. Asimismo, se importaron esclavos negros y mulatos, que
generalmente se emplearon como capataces.
En las dos regiones, a través del comercio, las comunidades indígenas
continuaron introduciendo en los reales de minas productos como el maíz, el frijol y el
chile entre otros, esencialmente, a través del sistema de tianguis. En el caso de la
Provincia de la Plata resalta el que algunos pueblos de su jurisdicción tuvieran fuentes de
agua salina de donde obtenían sal que era vendida en los reales de minas. En el caso de
las minas de Huautla, la sal se obtenía de comunidades indígenas situadas en la región
vecina de Chiautla, en el obispado de Puebla.
Asimismo, en las dos regiones se desarrolló el comercio español que introducía
productos provenientes de Europa y de Asia a través de los puertos de Veracruz y
Acapulco. Pero también, sobre todo en la Provincia de la Plata, que contaba con un
territorio muy amplio, se desarrollaron actividades agrícolas y ganaderas, cuyos productos
eran introducidos a los reales de minas, tanto por los mismos mineros que practicaron
estas actividades como por los que se dedicaban al comercio. En las minas de Huautla, la
práctica de estas actividades alternas a la minería se vieron más limitadas, tanto por el
espacio reducido como por la fuerte competencia que ofrecía la producción de azúcar en
las Amilpas. La mayor parte de los insumos llegaron a esta región por el comercio que
provenía de las regiones circunvecinas como Izúcar, Chiautla, Atlixco, Huejotzingo,
Tehuacán, Tetela, Hueyapan, Amecameca, Tlalmanalco y Chalco, donde había
propietarios españoles dedicados al comercio, la agricultura y la ganadería.
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El análisis de los índices de producción argentífera en la Provincia de la Plata
permite observar varios ciclos. El primero que va de 1522 a 1532, correspondiente al
periodo del descubrimiento de la vetas de argento en la Provincia de la Plata y explotación
de minas de oro en otras regiones de la Nueva España. El segundo de 1533 a 1542, que
atañe al auge de la explotación argentífera por medio del sistema de fundición de
minerales de alta ley. El tercero de 1543 a 1555, que concierne a los altibajos de la
producción debido a la baja ley del mineral, a la introducción de la Leyes Nuevas que
afectaron el servicio personal, y al descubrimiento de nuevas vetas en Pachuca,
Zacatecas y Guanajuato. El cuarto de 1556 a 1575, respectivo a la recuperación relativa
de la producción de plata debido a la introducción del método por mercurio, que se vio
afectado por los precios del azogue. Y el quinto de 1576 a 1630, que incumbe a un
crecimiento de la producción gracias al monopolio del azogue implementado por la
Corona española, pero que, a fin de cuentas, se vio limitado por la caída de la población
indígena hasta el punto de determinar que el servicio personal fuera exclusivo para la
minería. También en este periodo hay un ascenso de las haciendas agrícolas y ganaderas
que sustituyeron el abasto de productos provenientes de las comunidades indígenas.
Durante estos cinco ciclos, los reales de minas de la Provincia de la Plata –
Temazcaltepec, Zultepec, Zacualpan y Taxco— fueron los más importantes de la Nueva
España. En primer lugar, porque los primeros reales de minas descubiertos en la América
continental fueron estos junto con los de Zumpango y Tlalpujagua y los únicos que
produjeron plata hasta 1550. Los reales de minas de Pachuca, Zacatecas y Guanajuato
se descubrieron entre 1545 y 1548 y comenzarían a producir unos cinco años después. A
finales del siglo XVI, los índices de azogue utilizado en los reales de minas de la Nueva
España, permiten observar que los reales que más lo consumían eran los de la Provincia
de la Plata en un 34.84% por encima de Zacatecas que consumía un 28.21%; Pachuca y
Ozumatlán el 11.05%; Guanajuato el 10.48%; Huautla el 7.52 %; y Tlalpujagua el 3.74%;
Zumpango había desaparecido.
Obsérvese que, a pesar de ser un real minero pequeño, Huautla ocupa el sexto
lugar en importancia, por encima de Tlalpujagua y de otros lugares que no aparecen
registrados como Tlaucingo. En comparación, Huautla produjo aproximadamente, la
cuarta parte de lo que produjeron los reales de minas de la Provincia de la Plata.
Conviene observar que la inserción de la minería, la agricultura, la ganadería, el
comercio y otras industrias ligadas a estas actividades económicas cambiaron el aspecto
del medio ambiente incluso en la ocupación del suelo que anteriormente disponían los
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señoríos y sus comunidades indígenas. La ocupación del suelo era extensiva con el único
propósito de obtener una serie de recursos para la subsistencia de las comunidades y la
confección urbana de las grandes ciudades, que mantenían el orden político, social y
económico a partir del orden religioso y cosmogónico. Aunque se puede argüir que la
política de congregación de comunidades indígenas fracasó, las actividades económicas
trastocaron esta composición de la ocupación del suelo, hasta tal punto que las mayor
parte de las comunidades indígenas del Altiplano Central fueron cercadas por la
expansión de las propiedades que los españoles fueron obteniendo a partir de las
mercedes de tierras y aguas concedidas por la Corona. De hecho, la mayor parte de las
tierras que anteriormente ocupaban las comunidades indias, pasaron a ser consideradas
como tierras realengas. El agua, uno de los recursos más valiosos, tuvo que compartirse
con los nuevos vecinos que ocupaban los espacios que se iban vaciando al desaparecer
las comunidades indígenas debido a la caída poblacional.
Asimismo se crearon ciudades de tipo europeo que requerían de abasto de
materias primas y alimentos para su supervivencia. Algunas poblaciones antiguas fueron
modificadas, y otras desaparecieron al ser sustituidas por nuevas, principalmente debido
a la política de congregación de pueblos indígenas. Muy singular es el caso de los reales
mineros que se edificaron en las laderas de las montañas donde se extraía el mineral.
Tanto en las villas españolas como en los reales mineros se convirtieron en centros de
intercambio racial.
Compartiendo el espacio con las comunidades indígenas se encontraban las villas
y poblaciones españolas, los ranchos y haciendas agrícolas y ganaderos. Junto a los
campos de cultivo indígenas se encontraban los sembradíos de trigo y caña de azúcar y
las huertas de árboles frutales europeos. Los recursos de la flora y la fauna también se
vieron modificados tanto por la explotación de especies como por la inserción de especies
traídas de otros lugares del planeta. En particular, en las regiones en estudio se puede
mencionar la introducción del trigo, de la caña de azúcar, de los árboles frutales
importados, de ganado equino, bovino, caprino, ovejuno y porcino, además de las aves.
Por último, las fuentes de agua y los ríos cambiaron de curso a través de los
acueductos introducidos por los españoles para el desarrollo de la minería en estas dos
regiones. Pero también, llegó la contaminación del agua y del suelo con la introducción
del mercurio para el método de beneficio de la plata, que también afectó a los
trabajadores y sus familias. Otro aspecto fue la deforestación de los bosques para el
mantenimiento de los hornos utilizados tanto en la minería como en la obtención del
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azúcar, que como daño colateral provocó la extinción de algunas especies de la flora y la
fauna.
Aspectos sociales
Las fuentes utilizadas en el análisis geográfico y económico ofrecen también una gran
cantidad de información que permite deslizarse hacia el estudio de los actores de la
historia, ya sea de manera individual o colectiva. La mayor parte de la información
corresponde a grupos de élite a través de la cual se puede estudiar el origen de la riqueza
familiar, el proceso de expansión y consolidación del patrimonio familiar, las políticas
matrimoniales y los nexos políticos de las familias, como factores que repercutieron en su
integración y pertenencia a los grupos más importantes de la sociedad novohispana. Este
tipo de análisis se realizó para la Provincia de la Plata que no se pudo comparar con el de
las minas de Huautla debido a que la organización de la información sobre los actores
sociales está en los inicios del proceso. Sin embargo, se puede deducir que siguieron una
trayectoria
similar, ya que algunos personajes de la Provincia de la Plata tuvieron
intereses en el real de las minas de Huautla y las Amilpas.
Reflexiones
Las dos regiones analizadas se encuentran dentro del mismo sistema orográfico del Eje
Neovolcánico. Sin embargo, se observan diferencias climáticas entre la Provincia de la
Plata y la región de Huautla y las Amilpas que se deben principalmente a la altitud sobre
el nivel del mar y la latitud en que se localizan.
Las fechas de descubrimiento de los reales de minas difieren, pues mientras los
reales de minas de la Provincia de la Plata se descubrieron casi inmediatamente después
de la conquista de México Tenochtitlan, las minas de Huautla se descubrieron hacia el
último cuarto del siglo XVI, gracias al descubrimiento de las minas de Tlaucingo.
Los antecedentes mesoamericanos de las dos regiones son distintos. La región de
Huautla y las Amilpas fue poblada desde aproximadamente el 1500 a. de C., y como
consecuencia tuvo la influencia cultural de olmecas, teotihuacanos, toltecas, xochimilcas,
tlahuicas y mexicas. La Provincia de la Plata, en cambio, tuvo la influencias de grupos de
bajo nivel cultural que llegaron a la región hacia el año 600 d. de C., entre ellos los
chontales, mazatecos y cohuixcas; posteriormente, recibieron la influencia de los
matlatzincas, ocuiltecas y mexicas, que llegaron a esos territorios hacia el 1100 d. de C.
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Diversidad social, política y económica en distintos tiempos y espacios regionales
Bajo el dominio mexica, los señoríos ocuiltecas y chontales de la Provincia de la
Plata se convirtieron en tributarios de la Triple Alianza, como sucedió también con los
señoríos tlahuicas y xochimilcas de la región de Huautla y las Amilpas. Solamente los
señoríos matlatzincas de la Provincia de la Plata actuaron como aliados de México
Tenochtitlan para vigilar la frontera de Michoacán.
Durante la conquista española, ambas regiones fueron sometidas como parte de la
conquista de México Tenochtitlán. El dominio español provocó cambios sobre la
organización territorial de los antiguos señoríos indígenas, en los que se advierten
cambios en las denominaciones de estas provincias. Sobre las antiguas jurisdicciones
indígenas se implantó el tipo de organización territorial española. Sin embargo, mientras
que las alcaldías mayores de la Provincia de la Plata quedaron bajo la jurisdicción de la
Corona, la región de Huautla y las Amilpas formó parte del estado del Marquesado del
Valle. Una serie de situaciones políticas y económicas llevaron a la separación de la
región de Huautla y las Amilpas del Marquesado del Valle dando lugar ala Alcaldía mayor
delReal de Minas de Huautla y las Amilpas dentro la jurisdicción de la Corona española.
La inserción de la minería, la agricultura, la ganadería, el comercio y otras
industrias ligadas a estas actividades económicas cambiaron el aspecto del medio
ambiente incluso en la ocupación del suelo que anteriormente disponían los señoríos y
sus comunidades indígenas.
Se crearon ciudades de tipo europeo que requerían del abasto de materias primas
y alimentos para su supervivencia. Algunas poblaciones antiguas fueron modificadas, y
otras desaparecieron al ser sustituidas por nuevas.
Los recursos de la flora y la fauna también se vieron modificados tanto por la
explotación de especies como por la introducción de otras traídas de distintos lugares del
planeta.
Los recursos acuíferos también fueron explotados por los españoles, que junto con
los suelos, sufrieron la contaminación acarreada por el mercurio utilizado en la minería.
Asimismo, hubo una gran deforestación de los bosques, cuya madera fue utilizada como
combustible para los hornos.
Como se puede observar, si bien las regiones analizadas comparten similitudes,
cada una también tuvo características disímbolas que las hacen únicas en sus procesos
históricos.
En general se puede decir que cada región histórica es un caso único ya que su
desarrollo es distinto a cualquier otro. En este sentido, los distintos casos analizados
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Diversidad social, política y económica en distintos tiempos y espacios regionales
pueden servir como modelos, pero no deben ser calcados tal cual, porque la riqueza del
análisis regional se encuentra en marcar las diferencias significativas propias de cada
espacio geográfico.
La historia regional se encuentra íntimamente ligada al análisis de la geografía
histórica, pues no se puede prescindir del estudio de la transformación de los
asentamientos y sus jurisdicciones administrativas. Incluso está ligada profundamente con
la historia ambiental, aunque en esta presentación no se toca el tema de manera explícita
por ser bastante amplio. Es imprescindible el análisis de carácter económico, que debe
considerar el estudio de las características geográficas y los recursos con que contaban
las regiones para poder desarrollar las diversas actividades introducidas por los europeos.
Aunque hay que advertir que dicho estudio debe realizarse de acuerdo con las fuentes
más cercanas al momento histórico en cuestión, con el fin de evitar los anacronismos.
Finalmente, también se observó que las fuentes utilizadas para la investigación
geográfica y económica, puede ofrecer información que permite estudiar los actores
sociales en grupo o individualmente.
SEGUNDA PARTE
Algunas ideas sobre la Historia Regional y sus conceptos
Esta parte tiene como objetivo presentar algunas reflexiones sobre los estudios regionales
que, a su vez, permitan presentar un esquema metodológico que facilite el análisis de los
estudios regionales en historia.
Los parámetros en los que se mueven los estudios regionales son los siguientes:
-
Espacio y tiempo
-
Campo profesional del investigador y su objeto de estudio
-
Interdisciplinariedad
-
Analogías entre las historias globales y las historias locales
Espacio y tiempo
Con respecto al espacio generalmente se manejan los conceptos de región y más
específicamente de región geográfica y de región histórica.
La región geográfica puede definirse como un espacio con ciertas cualidades
geofísicas y biológicas propias.
Y se encuentra
ocupado por una sociedad
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humana.Asimismo, el concepto de región tiene varios sinónimos como espacio
geográfico, comarca, provincia y distrito, entre otros.
La región histórica, tradicionalmente, se entiende como una porción de un territorio
delimitado por la naturaleza o por las sociedades –como los continentes, las naciones o
entidades políticas más específicas—. En la región histórica se han desarrollado ciertos
hechos humanos que han trascendido en la memoria de las sociedades que las han
ocupado. Por ejemplo: América, Europa, Asia, África u Oceanía; o México, Francia, China,
Tanzania o Australia, entre otros.
Sin embargo, la región histórica puede tener una definición más amplia y puede
considerarse como el espacio geográfico e histórico delimitado por el conjunto de
relaciones que establecen los diversos grupos sociales que actúan en su interior y que
tiene una dinámica temporal propia. Un caso se ejemplifica en el estudio de Fernand
Braudel: El Mediterráneo y el Mundo del Mediterráneo en la Época de Felipe II.3
En lo referente al tiempo, se puede decir que todo hecho histórico tiene un corte
temporal determinado, el cual hay que definir para diagnosticar sus características
propias.
Y como los hechos históricos se desarrollan en un cierto espacio geográfico,
entonces se puede inferir que ese espacio adquiere historicidad, es decir, se convierte en
histórico por las acciones humanas desarrolladas en él durante un tiempo determinado.
Asimismo, estos actos humanos y los fenómenos naturales alteran los espacios
geográficos, dotándolos a su vez de historicidad a partir de esos cambios.
Conviene advertir que, si los espacios geográficos se transforman por la acción de
las sociedades humanas a través del tiempo, por lo tanto, su reconstrucción debe basarse
en fuentes primarias lo más cercanas al momento histórico del análisis.
Campo profesional del investigador y objeto de análisis
Cada región tiene una diversidad de objetos de investigación de acuerdo al campo de
cada investigador. Una región puede ser analizada como espacio geográfíco, como nicho
ecológico, como área cultural, como espacio económico, o como espacio social, por
ejemplo.
3
Fernand Braudel, El Mediterráneo y el Mundo del Mediterráneo en la Época de Felipe II, trad. De
Mario Monteforte Toledo, Wenceslao Roces y Vicente Simón, 1ª reimpr., Fondo de Cultura
Económica, México, 1981, 2 ts.
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En el caso de la región histórica, su estudio puede ser sincrónico para un momento
determinado o coyuntural; o diacrónico en un periodo de tiempo determinado de mediano,
largo o muy largo plazo.
Interdisciplinariedad
Lo anterior invita a pensar que puede haber una visión de conjunto, donde todos estos
espacios o varios de ellos se pueden conjugar para dar paso una visión interdisciplinaria
donde participen varias disciplinas como la biología, la ingeniería, la arqueología, la
arquitectura, la economía, la geografía y la antropología, por mencionar sólo algunas.
En lo que respecta a la región histórica, de entrada se conjuga la geografía y la
historia. Pero por ejemplo, cuando se habla del mundo mesoamericano, entran también
en juego la arqueología y la arquitectura. O como está sucediendo en el caso del campo
de la historia ambiental, se sumarían la etnobotánica, la antropología y la sociología.
En caso de que así fuera, no se trata de que el historiador tenga que convertirse
en geógrafo, arqueólogo, arquitecto, botánico, antropólogo o sociólogo. Más bien se
apoyaría en este tipo de especialistas o estudios realizados por ellos en la región que
estudia, para ofrecer una visión amplia de conjunto.
Analogías entre las historias globales y las historias locales
Otro aspecto problemático en los estudios regionales corresponde a las interpretaciones
univocistas a las que llegan diferentes investigadores, cuando cada quien defiende su
parcela de acción científica sin dar cabida a una interpretación diferente. Lo mismo
sucede cuando únicamente se hacen generalización a partir de las historias globales o a
partir de las historias locales. Como resultado, se crean controversias irreductibles de
ambas posiciones, que realmente son enfrentamientos estériles de opinión.
En cambio, una interpretación equivocista –amplia, abierta y diversa—, se puede
lograr a partir de una comparación crítica entre los diferentes campos de estudio y entre
las historias globales y las historias locales.
La comparación crítica y armónica de estas visiones logran interpretaciones más
completas y amplias, que para el caso de la historia sería muy provechoso. Y en sentido
inverso, los análisis históricos ayudarían en la contextualización de los estudios
particulares de otras disciplinas. Es decir, se requiere de una complementariedad entre
las diversas ciencias.
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Asimismo, la comparación entre historias locales abundaría en una historia global
más rica y sintética. Y las historias globales permitirían la contextualización de las
historias sintéticas. En otras palabras, son complementarias.
Propuesta de un esquema metodológico para la historia regional
Todos los parámetros explicados en esta segunda parte presentan varios problemas en la
aplicación del análisis de la historia regional. Los más importantes pueden ser:
-
Imprecisión de los conceptos teóricos empleados.
-
Falta de un planteamiento claro de los objetivos.
-
Ausencia de lineamientos metodológicos específicos.
Para solucionarlos se propone, en primer lugar, definir los conceptos teóricos en la
investigación a partir de un análisis hermenéutico de los conceptos localizados tanto en
las fuentes y como en los estudios teóricos. La creación de un pequeño glosario –a modo
de instrumento traductor—, que defina los conceptos adoptados es muy útil para el propio
investigador, quien al ofrecerlos en las notas de la investigación, aclararía las dudas del
lector.
En segundo lugar, se propone plantear los objetivos sobre la cobertura de la
investigación de una historia regional circunscrita a un objetivo de análisis único, en un
periodo determinado de corta o mediana duración.
Posteriormente, se podrá ampliar la investigación a un periodo de mayor duración,
analizado progresivamente por cortes temporales, destacando los cambios y las
permanencias del fenómeno histórico en cuestión.
Sin embargo, se puede optar por otra vía al proponer los objetivos para realizar
una investigación más extensa desde la perspectiva de la diversidad temática, abordada
de manera progresiva, hasta lograr una visión más amplia del desarrollo histórico de la
región.
Lo ideal sería combinar las tres posibilidades en una serie de investigaciones a
largo plazo, que permitiría una visión muy amplia de la historia regional.
En cuanto a los objetivos de la especificidad de cada uno de los temas que aborda
una investigación existen varias posibilidades de análisis histórico: económico, político,
social, cultural e institucional:
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Actividades productivas: minería, ganadería, agricultura, industrias urbanas,
tecnología, artesanías, oficios, etc.
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-
Entidades productivas. minas, haciendas, ingenios, estancias, ranchos, huertas,
molinos, ciudades, pueblos, aldeas, etc.
-
Circuitos económicos: monetarios, de insumos, metalíferos, mineralógicos,
internos, nacionales, continentales, intercontinentales, marítimos, terrestres,
puertos, ciudades, pueblos, aldeas, vías de comunicación, medios de transporte,
mercaderes, arrieros, precios, crédito, etc.
-
Élites: conquistadores, militares, gobernadores, caciques, principales, funcionarios
públicos, banqueros, industriales, comerciantes, mineros, etc.
-
Familias: riqueza familiar, relaciones y composición de familias, urbanas,
proletarias, provincianas, capitalinas, arrabaleras, étnicas, etc.
-
Demografía: nacimientos, muertes, migraciones, asentamientos, epidemias,
guerras, etc.
-
Cultura: artes, artesanías, instrumentos y equipamiento, tradiciones, simbología,
etc.
-
Mentalidades: matrimonios, homosexualidad, costumbres, género, brujería,
prostitución, etc.
-
Instituciones públicas: real hacienda, cabildo, preparatoria, universidad, escuelas
rurales, obras públicas, oficios públicos, leyes, etc.
-
Instituciones militares: ejércitos, composición social, financiamientos, élites
militares, ingeniería militar, logísticas, etc.
-
Instituciones religiosas: diezmos, cofradías, capellanías misiones, hospitales,
conventos, clero secular y regular, parroquias, etc.
-
Organizaciones políticas: sociedades secretas, partidos, sinarquistas, comunistas,
socialistas, liberales, monarquistas, etc.
-
Movimientos sociales: ilustrados, insurgentes, obreros, militares, políticos,
revoluciones, golpes de estado, etc.
Propuesta metodológica concreta
-
Definir el espacio geográfico en estudio de manera simultánea con el tema de
análisis y el lapso de tiempo del acontecimiento histórico.
-
Conocer las características del medio geográfico y los recursos que ofreció a las
sociedades, de acuerdo al tiempo histórico a que pertenece, recurriendo a la
información geográfica de las fuentes primarias.
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-
Consultar las fuentes sobre el medio geográfico que sean
lo más cercano al
momento histórico en cuestión.
-
Plasmar la información del punto anterior en mapas actuales. Para el caso de
México, se sugiere recurrir a la información del Instituto Nacional de Estadística,
Geografía e Informática. Las cartas y fotografías aéreas tienen diferentes escalas,
con datos geológicos que permiten un acercamiento muy minucioso en el terreno.
Asimismo, se puede acceder a la aplicación de Google Earth, que es más versátil
y de fácil consulta.
-
Reflexionar constantemente sobre el proyecto de investigación para modificarlo de
acuerdo a las circunstancias que presenta el análisis.
-
Reconsiderar constantemente hipótesis original sobre la delimitación regional de
acuerdo a los avances de la investigación.
-
Recurrir al apoyo y consulta de investigadores de otras disciplinas para resolver
problemas específicos que exceden los límites del área de conocimiento del
historiador.
-
Comparar el caso en estudio con otras investigaciones de historia regional y con
las historias globales.
-
Finalmente,
considerar la apertura de criterio a partir de una interpretación
equivocista, amplia, abierta y diversa, que pueda ofrecer mejores resultados.
Para finalizar, agradezco la oportunidad que me han dado para mostrar mis
experiencias. Espero que estas reflexiones y este esquema metodológico presentados
aquí puedan ser provechosos para los presentes.
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