pamica 2

Escuela de Padres
VIOLENCIA, DELINCUENCIA Y OTRAS
CONDUCTAS TRANSGRESORAS
“La marihuana no es una droga”.
“Nunca respetaba el horario”.
“Traten de pararme. Ahora las reglas me las pongo yo”.
Ausencias de clase, robos, peleas, drogas…
Se presenta un conflicto entre un progenitor y su hijo respecto de lo que constituye una
conducta “apropiada”. La conducta problemática del adolescente pone sobre alerta a sus padres, y en las
interacciones familiares comienzan a predominar las discusiones acerca de su comportamiento. Los padres
sienten temor, impotencia, ira y culpa. La situación ha hecho tambalear su sentido de control de su propio
entorno, y se aferran con desesperación al poco poder que aún poseen.
Causas
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Los cambios hormonales: En contraste con lo que creen muchos adultos, los cambios hormonales no
constituyen una de las causas principales de la conducta errática adolescente.
La “fábula de la invulnerabilidad”: Subestiman los riesgos implícitos en las actividades potencialmente
peligrosas, porque creen que no les va a pasar nada.
La aprobación de los otros: Constituye la base para tomar decisiones morales. Si los adolescentes se
relacionan primordialmente con pares desviados, es probable que sus decisiones se funden en lo que a su
juicio les permitirá obtener la aprobación de estos.
La etapa “interpersonal” del desarrollo: Muchos adolescentes tienen dificultades para distinguir sus propios
valores de los de su grupo. A esta complicación se suma el hecho de que los principales referentes de los
adolescentes con conductas problemáticas suelen ser sus pares desviados.
El papel del grupo de pares
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La creencia difundida de que la razón por la cual los jóvenes adoptan conductas de este tipo es que tienen
“malas compañías”. Las investigaciones no avalan esta idea.
Es verdad que los pares influyen mucho en la adolescencia, pero la relación entre las normas del grupo de
pares y el comportamiento individual de cada uno de sus miembros es bidireccional: si bien es cierto que
esas normas influyen en las conducta individual, también lo es que “Dios los cría y ellos se juntan”.
Seguramente algunos jóvenes tienen tan baja autoestima y están tan hambrientos de aprobación que son
capaces de hacer cualquier cosa para ser aceptados, pero se trata de casos excepcionales, no de la regla. La
mayoría de las veces, los adolescentes problemáticos se atraen mutuamente y luego se incitan unos a otros.
¿Qué impulsa a un joven a asociarse con pares desviados?
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Los adolescentes que mantienen lazos fuertes con sus padres son menos propensos a relacionarse con un
grupo de pares desviados. Los adolescentes que no reciben la supervisión adecuada tienden a juntarse con
pares en la misma situación y a reforzar mutuamente sus conductas desviadas.
Los adolescentes comprometidos con instituciones sociales como la escuela, el hogar, la iglesia o el lugar
de trabajo, son menos proclives a relacionarse con pares desviados. Lo contrario, es disponer de muchísimo
tiempo libre para encontrar a otros jóvenes desencantados de su comunidad.
La importancia de la relación familiar
•La agresividad, la delincuencia y otras conductas problemáticas representan una ruptura en la relación del
adolescente con su familia.
Débil apego a los padres
Asociación con pares desviados
El ciclo sintomático
en la conducta
problemática
adolescente
El adolescente desarrolla
una conducta problemática
Los padres lo excluyen y/o
intentan controlarlo
El joven se siente maltratado
por sus padres y se resiste
ante los esfuerzos de estos
por controlarlo
•La clave de una intervención eficaz consiste en quebrar este ciclo trabajando en procura de restablecer las
relaciones dentro de la familia. El enfoque debe equilibrar el rol de los padres como figuras autoritativas y capaces
de brindar una buena educación a su hijo.
•Intervenciones terapéuticas arriesgadas:
a) Alentar a los padres a imponer restricciones y penitencias severas a su hijo como una manera de afirmar su
autoridad, pero sin restablecer las relaciones, corren el riesgo de enajenar su confianza, al avergonzarlo cada
vez más y llevarlo, quizás, a adoptar conductas aún más problemáticas.
b) Excluir a los padres del proceso y trabajar únicamente con el joven, promueve escasos cambios.
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El terapeuta debe moverse con frecuencia entre el apoyo a los padres y el apoyo al adolescente, el
fortalecimiento de la jerarquía y la reparación de las relaciones dañadas. Sin embargo, el modo de combinar
estos elementos dependerá de la gravedad de la conducta problemática en cuestión.
Fortalecimiento de la jerarquía
Apoyo a los
padres
Escucha al
adolescente
Reparación de las relaciones
Intervenir en la conducta problemática
Evaluación de la gravedad
Conducta problemática leve
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El adolescente pone a prueba los límites
transgrediendo reglas o mostrándose
verbalmente irrespetuoso con sus padres.
Muchos ejemplos de comportamiento
obediente y prosocial.
No se registran incidentes de violencia contra
la propiedad o las personas.
Intervención terapéutica
Clave: resolver mejor los conflictos que conlleva la
conducta problemática.
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Conducta problemática moderada
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Patrón de rebeldía más persistente.
Probabilidad de consumo regular de alcohol o
drogas.
Probable promiscuidad sexual.
Bajo rendimiento escolar.
Discusiones frecuentes con los miembros de la
familia, con insultos, amenazas y estallidos
temperamentales.
No hay violencia contra ninguno de los integrantes
de la familia.
Si la hay, los problemas con la ley son mínimos.
Conducta problemática grave
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Posibilidad de peligros graves ya sea para el
adolescente o su familia.
Patrón de huida de la casa o permanencia
toda la noche fuera de ella.
Consumo diario y/o múltiple de drogas.
Problemas legales.
Robo a los integrantes de la familia.
Violencia física.
Rabonas, aplazos y/o graves problemas de
conducta en la escuela.
El objetivo no es fortalecer la jerarquía parental.
Concentrarse en el fortalecimiento de las relaciones, la
mejora del diálogo y la capacidad de resolución de
problemas y el apoyo a los padres a fin de que brinden al
joven líneas rectoras adecuadas para su edad.
Basarse en lo que la familia hace bien.
Poner la conducta problemática en el contexto de las
transiciones evolutivas a las que se enfrenta la familia.
Expandir el diálogo más allá de la cuestión problemática
inmediata.
Clave: lograr que los esfuerzos parentales dejen de estar
dirigidos a controlar al adolescente y se orienten a
reconstruir su relación con él.
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Desalentar los métodos de ejercer influencia basados en el
control.
Poner énfasis en el compromiso emocional de los padres
con el adolescente.
Ayudar a los padres a distinguir entre lo que pueden y no
pueden controlar.
Mantener una alianza con el adolescente.
Reconocer los estereotipos y prejuicios sociales contra los
adolescentes.
Clave: encontrar un equilibrio entre el apoyo que se brinda
a los padres y el que se da al adolescente.
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Reinstaurar el poder parental sin provocar el
distanciamiento del adolescente.
Lograr que el adolescente se comprometa con el
tratamiento.
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Demostrar un interés genuino por la versión que
da el joven de la situación.
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Encontrar una forma concreta de beneficiar al
joven.
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Invitarlo a colaborar.
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No retenerlo.
Ayudar a los padres a restaurar el orden en el hogar.
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Hacer borrón y cuenta nueva.
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Recuperar el control sobre su propia vida.
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Reducir el aislamiento respecto de la familia
extensa y la comunidad.
Hacer hincapié en su papel de educadores.
•
Comprometer a un padre periférico.
•
Reconectar a la madre con el hijo.
Fortalecer los lazos entre el adolescente y las instituciones
sociales.