“Teresa de Jesús, maestra de oración”

“Teresa de Jesús, maestra de oración”
Queridos amigos:
En este año del V Centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús, tenemos la suerte de
poder acercarnos a la figura y el ejemplo de vida de esta gran mujer a través del arte. La
exposición extraordinaria de Las Edades del Hombre permite que nos adentremos en el universo
espiritual de Teresa, considerada ya en el título de la muestra como “maestra de oración”.
En esta muestra extraordinaria vamos a poder realizar un recorrido por lugares importantes de
la vida de la Santa. Pero también la enorme devoción existente en todo el mundo a su figura,
reflejada en la numerosa presencia de obras artísticas provenientes de otras diócesis. Por otra
parte, esta exposición supone una oportunidad única para que los creyentes puedan redescubrir
y fortalecer su fe, siguiendo el ejemplo de la Santa; pero también es un buen medio para acercar
esa fe a aquellos que se encuentran más alejados de Dios, que admiran en el arte algo más que
la mera belleza estética: su trascendencia espiritual. Las imágenes que encontramos a lo largo
de las cuatro sedes expresan figurativamente la experiencia de la estrecha relación de Teresa
con Dios, y, a su vez, resuena en cada cuadro, escultura, libro o documento, la presencia
misteriosa, silenciosa y velada de Dios en el mundo. Por ello, estoy seguro que los visitantes,
además de dejarse seducir por la perfección y la singularidad de las valiosas piezas que se
muestra, descubrirán en ellas no sólo lo que perciben con la vista o incluso con el tacto, sino
también el trasfondo revelador que ha inspirado al artista: la propia esencia de Teresa de Jesús.
¿Qué nos espera en esta exposición teresiana? En “Teresa de Jesús, maestra de oración”
redescubriremos el lugar donde la joven Teresa empieza a tomar conciencia de su vocación
religiosa: el Convento de Santa María de Gracia. En aquel lugar, este convento de Agustinas
ayudaba a las jóvenes a orientar su vida. Hasta allí llega Teresa tras morir su madre y pasar por
un tiempo de vanidades, como ella misma describe en sus obras. Providencial fue en Gracia el
encuentro con María de Briceño, una hermana que había ingresado muy joven y que era maestra
de novicias y rectora de las jóvenes seglares “señoras doncellas de piso” que se educaban en la
casa. Entre ellas brotó una fuerte amistad, y fue María de Briceño quien inició a Teresa en la
vida de oración, despertando en ella su relación con Dios y los primeros síntomas de vocación
religiosa: «Comencé a rezar muchas oraciones vocales y a procurar con todas me encomendasen
a Dios, que me diese el estado en que le había de servir» (V 3,2). Una vocación que la llevó a
querer reformar la orden del Carmelo, como nos muestran las piezas que vemos en esta primera
sede.
En el monasterio de Mosén Rubí conoceremos el contexto histórico en el que vivió la Santa,
para comprender mejor sus acciones y tener una perspectiva de conjunto de cómo se pudo vivir
en aquel momento su reforma.“Tiempos recios”, decía Teresa que la tocó vivir. Ante esta
situación, ella responde con una mayor fidelidad a Dios y a la Iglesia: «conviene mucho no
apocar los deseos, sino creer de Dios que, si nos esforzamos, poco a poco, podremos llegar a lo
que muchos santos con su favor» (V 13,2). Y así emprende la reforma del Carmelo. Una
reforma bien distinta a la que había puesto también en marcha Lutero. Teresa se sumó a la gran
reforma de la Iglesia, promovida por el Concilio de Trento, en la que se implicaron grandes
santos de la época. Con su acción, la mística abulense nos muestra que la renovación de la
Iglesia es posible con personas orantes, contemplativas, cristianos fieles, con sentido eclesial.
Pero toda esta enorme empresa que llevó a cabo Teresa estaría vacía sin la centralidad del amor
de Cristo, como veremos en la sede de la iglesia de San Juan. Para ella, el centro, el motor de
su vida de Teresa y de su Reforma fue siempre la presencia salvífica y misericordiosa de
Jesucristo: «parecíame andar siempre a mi lado Jesucristo… sentíalo muy claro y que era testigo
de todo lo que yo hacía, y no podía ignorar que estaba cabe mí» (V 27,2). De hecho, la Eucaristía
era la primera acción en sus fundaciones: nada más abrir las puertas del nuevo convento,
instalaba allí el Santísimo Sacramento: «Fue para mí como estar en una gloria ver poner el
Santísimo Sacramento» (V 36,5-6). Porque, para Teresa, la vida cristiana no es una doctrina,
sino una llamada a conocer, amar y servir a una persona, a enamorarse de Cristo. Por eso ella
entiende la oración como amistad personal con Él: «No es otra cosa oración mental, a mi
parecer, sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos
ama» (V 8,5).
Por último, no podemos olvidar la perspectiva de Teresa en la historia del cristianismo. Fue la
primera mujer Doctora de la Iglesia, y su influjo es tal que es reconocida en todos los rincones
donde se profesa la fe cristiana. En la sede de Alba de Tormes, donde ella dijo morir “como
hija de la Iglesia”, descubriremos la figura de Santa Teresa como una Santa para el cristianismo
y para toda la humanidad.
Queridos amigos y futuros visitantes de “Teresa de Jesús, maestra de oración”, deseo que
disfrutes con este espléndido trabajo que la Fundación Edades del Hombre ha realizado para
contribuir a celebrar magnamente el V Centenario del nacimiento de Santa Teresa, y para el
cual ha contado con la colaboración de numerosos conventos carmelitas de todo el país. Ojalá
las obras que allí encontremos no nos despierten sólo la admiración artística, sino que nos
permitan adentrarnos en la vida interior y mística de santa Teresa de Jesús.
Con mi bendición para todos,
+ Jesús, Obispo de Ávila
Presidente de la Fundación Edades del Hombre