AUSTRIAS Y BORBONES - CEEH . Centro de Estudios Europa

ESPAÑA Y FRANCIA EN EL SIGLO XVII
AUSTRIAS Y BORBONES
DOBLE BODA REAL
EN 1615, HACE CUATROCIENTOS AÑOS, LAS DINASTÍAS
REINANTES EN ESPAÑA Y FRANCIA PACTARON UN DOBLE ENLACE MATRIMONIAL QUE
ACABARÍA POR ENTREGAR A UN BORBÓN LA MONARQUÍA HISPÁNICA CUANDO EL ÚLTIMO
ALEJANDRA FRANGANILLO EXPLICA
LOS VAIVENES DIPLOMÁTICOS Y PRESENTA A LOS JÓVENES PRÍNCIPES PROTAGONISTAS
AUSTRIA MURIERA SIN DESCENDENCIA.
RAN APROXIMADAMENTE
las cuatro de la tarde
del lluvioso 9 de noE
viembre de 1615
cuando dio comienzo el intercambio de
las princesas Ana de Austria e Isabel
de Borbón. El lugar elegido fue el río
Bidasoa, frontera natural que entonces
dividía los reinos de España y Francia.
Cada una de las princesas iba montada en una barca profusamente decorada que se deslizaba a lo
largo del curso del río a
través de cuerdas. Una
vez que las barcas llegaron sincronizadas a
la mitad del cauce, las
protagonistas y sus
acompañantes, el duque de Uceda –hijo del
duque de Lerma, a quien
sustituía por hallarse enfermo– y el duque de Guisa
FELIPE IV y su
–uno de los principales re- ESPOSA Isabel de
Borbón, en un
presentantes de la nobleza grabado
de 1623.
francesa– entraron en una
enorme galera, ricamente engalanada
con las armas de España y Francia. Tras
intercambiar un breve saludo, el duque
de Uceda hizo entrega de la infanta española a Guisa, mientras el francés hacía lo propio con Isabel, llegando a las
orillas al mismo tiempo, una equidad
que ponía de manifiesto el presunto
plano de igualdad política en el que
se hallaban ambas Coronas.

ISABEL DE BORBÓN,
hermana de Luis XIII, en
un retrato de Frans
Pourbus el Joven,
h. 1615, fecha de su boda
con el futuro Felipe IV.
ANA DE AUSTRIA,
hermana de Felipe IV,
en un retrato anónimo,
h. 1622. Casó con
Luis XIII de Francia
en 1615. Madrid,
Museo del Prado.
LAS CLAVES
INTERCAMBIO. En el río Bida-
soa, el 9 de noviembre de 1615,
tuvo lugar el canje de las princesas española y francesa.
R E G E N C I A . Ana de Austria
acabo siendo regente de Francia en 1643, durante la minoría
de edad de Luis XIV.
EL REY SOL. Hijo de una es-
pañola, casó con otra, la infanta
María Teresa, hija a su vez de su
tío Felipe IV y de Isabel de Borbón, hermana de su padre.
ALEJANDRA FRANGANILLO.
UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID.
LA AVENTURA DE LA
LA AVENTURA DE LA
HISTORIA
HISTORIA
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ESPAÑA Y FRANCIA EN EL SIGLO XVII
ALEGORÍA del enlace entre Luis XIII y Ana de Austria, y Felipe IV e Isabel de Borbón, siglo XVIII.
 Con esta espectacular y compleja sa del joven rey Luis XIII y, por tanto,
ceremonia finalizaban los dobles matri- en reina consorte, cuando ambos hubiemonios hispano-franceses, que unieron ron cumplido catorce años. Tiempo
después, Ana ejercería como reia los dos hijos mayores del rey cana regente de Francia tras la
tólico Felipe III con los de la
muerte de su marido
reina regente de Francia,
en 1643 y durante la minoMaría de Médicis, viuda de
ría de edad de su famoso
Enrique IV. A partir de ese
hijo, Luis XIV, el Rey Sol.
momento, la princesa franSu figura quedó para siemcesa Isabel de Borbón inició
pre inmortalizada gracias a la
su recorrido hasta la Corte de
pluma de Alejandro Dumas, auMadrid, donde ejerció su función
tor de Los tres mosqueteros, nocomo consorte del futuro Felivela que retoma los rumores
pe IV, si bien dada su temque en la época la relacioprana edad –los jóvenes esnaron con el apuesto duposos apenas contaban con
que de Buckingham.
trece y diez años, respectivaEl siglo XVII comenzaba
mente– no vivirían como maasí con una esperada tregua enrido y mujer hasta 1620. Por su
tre los dos reinos más podeparte, Ana Mauricia de Austria,
Consuegros:
FELIPE III, por
rosos de Europa (España y
hija mayor de Felipe III y de la
Velázquez, y
Francia), enfrentados entre sí
fallecida reina Margarita de MARÍA
DE MÉDICIS,
por Rubens.
durante toda la centuria anAustria, se convertía en la espo-
terior. Desde 1559 Francia se había visto inmersa en un intenso conflicto religioso que desembocó en una devastadora guerra civil. La crisis financiera derivada de largos años de contienda dio
lugar a intensas disputas entre las familias aristocráticas más importantes por
aumentar su influencia sobre la Corona.
El hecho de que muchos de estos nobles
se convirtieran al calvinismo, favoreció
la expansión de la Iglesia protestante a
lo largo y ancho del reino. La inestabilidad política aumentó después de la
muerte del rey Enrique II en julio de 1559, seguida al año siguiente
por la de su hijo Francisco II, dando paso
a la regencia de Catalina de Médicis, viuda de Enrique II. El momento de mayor
tensión se produjo en agosto de 1572
con la matanza de San Bartolomé, en
la que fueron asesinados varios líderes
hugonotes –el nombre que los calvinistas adoptaron en Francia–. La respuesta, que no se hizo esperar, se materializó en la creación de un Estado independiente hugonote en el sur del territorio galo. En 1574 accedió al trono
Enrique III, último representante de
la dinastía Valois. Dado que tampoco
tuvo herederos, los años finales de su
vida estuvieron marcados por el problema de la sucesión. Dos candidatos
postulaban al trono: el protestante Enrique de Borbón y Navarra; y el católico Enrique de Guisa, este último apoyado por Felipe II. Finalmente, sería Enrique de Borbón el que en 1589 heredó el
trono después de convertirse al catolicismo. Casi una década más tarde firmaba con Felipe II –en los meses previos
a su muerte– la Paz de Vervins (1598),
a través de la que el anciano rey español reconocía a Enrique como legítimo
monarca abandonando así sus pretensiones por situar a su hija mayor, Isabel Clara Eugenia, en el trono francés.
Fue precisamente el hermano pequeño de Isabel Clara Eugenia y flamante rey de España, Felipe III, el que ratificó dicha paz
en 1600 con su otrora principal enemiga. Esta decisión se insertaba en la
nueva política exterior diseñada por el
valido de monarca, el duque de Lerma, que quiso sustituir la agresiva estrategia internacional que había caracterizado al reinado anterior por una serie
de paces y alianzas que dieran un respi-
LA DIPLOMACIA DE LERMA.
Interpretación
decimonónica del
asesinato de
ENRIQUE IV en 1610.
Su hijo Luis solo
contaba 13 años y
el gobierno quedó
en manos de María
de Médicis.
ro a la Corona para recuperarse de la delicada situación económica en la que
se hallaba inmersa. La monarquía firmó,
en 1604, la Paz de Londres con Inglaterra, que fue seguida, en 1609, por la Tregua de los Doce Años con las Provincias Unidas de Holanda, lo que abrió un
paréntesis a la guerra que se había mantenido sin descanso desde 1580.
La forma más habitual de consolidar una alianza entre dos territorios
en la época moderna era sellar un matrimonio entre vástagos reales, siempre
que ambos tuviesen una edad similar.
Así, no es de extrañar que las negociaciones entre ambas Coronas comenzasen tras el nacimiento de sus respectivos primogénitos. El 17 de septiembre de 1601 venía al mundo el deseado delfín y futuro Luis XIII, hijo del
monarca cristianísimo Enrique IV y de
su segunda esposa, la florentina María
de Médicis. Apenas cinco días después
lo hacía la que se convertiría en su esposa, la infanta Ana Mauricia de Austria, la mayor de los ocho hijos que tuvieron Felipe III y Margarita de Austria.
LA FORMA HABITUAL
DE CONSOLIDAR UNA
ALIANZA ENTRE DOS
TERRITORIOS ERA
SELLAR UN
MATRIMONIO ENTRE
VÁSTAGOS REALES DE
UNA EDAD SIMILAR
Pese a la intervención como mediadores del gran duque de Toscana y de los
pontífices Paulo V y Clemente VIII,
las largas conversaciones no llegaron a
buen puerto. Las tensiones entre los
monarcas católico y cristianísimo fueron in crescendo con el tiempo, hasta
romperse definitivamente cuando el
francés se negó a suspender la ayuda a
los rebeldes holandeses.
RUPTURA CON PARÍS. La ruptura de las
buenas relaciones quedó certificada
el 25 de abril de 1610, cuando Enrique IV y Carlos Manuel I, duque de Saboya, firmaron el Tratado de Brussol,
LA AVENTURA DE LA
LA AVENTURA DE LA
HISTORIA
HISTORIA
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que aseguraba una alianza defensiva
contra la monarquía hispánica ratificada mediante la unión matrimonial
entre Isabel de Borbón y el príncipe de
Piamonte Víctor Amadeo.
No obstante, la situación dio un giro
inesperado con motivo del asesinato de
Enrique IV el 14 de mayo de 1610. Tras
el magnicidio, su hijo de trece años,
Luis XIII, heredó la Corona, y el gobierno recayó en manos de su madre, María de Médicis. La inestabilidad política inherente a los gobiernos femeninos durante este periodo histórico favoreció la recuperación de las negociaciones matrimoniales en 1611. Existían además otras complicaciones,
como por ejemplo el hecho de que la infanta española Ana debía renunciar a
sus derechos sucesorios, pues, a diferencia de lo que sucedía en Francia,
donde las mujeres no podían heredar el
trono debido a la ley sálica, en la monarquía española era posible siempre y
cuando no hubiese heredero varón.
El 22 de agosto de 1612 se firmaron las
capitulaciones del matrimonio en- 
ESPAÑA Y FRANCIA EN EL SIGLO XVII
IMÁGENES Y PALABRAS AL SERVICIO DEL MENSAJE DINÁSTICO
CARMEN SANZ AYÁN. REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
Desde el anuncio de los “dobles
matrimonios” en 1612, las festividades oficiales en muchos territorios de ambas monarquías
fueron un continuo. En el caso
francés tuvo especial trascendencia el montaje de un magnífico carrusel que, bajo el nombre de El Palacio de la Felicidad,
se instaló en la Plaza Real de París –la actual plaza de los Vosgos–, en el mismo momento del
anuncio de las bodas. Algo parecido ocurrió en Madrid cuando cuatro carros triunfales marcharon por la capital española,
partiendo de la plaza del Alcázar, cerca de la de Oriente, el 21
de diciembre de 1615, encabezados por el de la Paz, que iba
adornado en su parte superior
por una iglesia y rodeado por alegorías de la Fe y la Esperanza.
También los regresos de los contrayentes tras la celebración de
las nupcias contaron con toda la
parafernalia y la solemnidad de
las reales entradas. Como todos los otros matrimonios reales
o principescos de la época, en
los arcos triunfales de cartón
piedra aparecían las referencias
convencionales relativas al
amor, la unidad, la armonía y
la abundancia, e incluso los diseñadores de los escenarios efí-
Fiesta en la PLAZA REAL DE PARÍS, hoy de los Vosgos, por el
compromiso entre Luis XIII y Ana de Austria, grabado del siglo XVII.
meros reutilizaban detalles iconográficos de anteriores ceremonias, todos ellos extraídos de colecciones de emblemas, divisas y libros de jeroglíficos, a su
vez inspirados en fuentes latinas antiguas. Los motivos decorativos de las arquitecturas
temporales levantadas para la
ocasión eran lo suficientemente
ambivalentes y universales como
para poder expresar las aspiraciones, a veces contradictorias,
de las dos dinastías.
Pero una vez superados los actos concretos de las celebraciones, las descripciones de los
 tre Ana de Austria y el rey de Francia en el Salón Grande del Alcázar de
Madrid, decorado con ricos tapices bordados de sedas de colores, oro y plata
que narraban las grandes gestas del fundador de la dinastía de los Austrias española, el emperador Carlos V. Tres días
después se hizo efectiva la firma de las
capitulaciones entre el príncipe Felipe
e Isabel de Borbón, fecha que coincidía con el día de San Luis, efeméride de
gran relevancia en la Corona francesa.
Acto seguido dieron inicio diversas celebraciones en el palacio del Louvre,
en las que la futura princesa de Asturias tuvo ocasión de mostrar sus buenas dotes como bailarina. Tan solo quedaba establecer el momento en el que
tendría lugar el intercambio de princesas. Mientras que María de Médicis era
partidaria de que las infantas viajaran
cuanto antes a sus nuevos hogares con el
acontecimientos festivos relacionados con los enlaces tuvieron
un amplio eco en relaciones y
crónicas oficiales que, en muchas ocasiones pese a su apariencia, se habían redactado semanas e incluso meses antes de
los hechos narrados, con todo lo
que ello implicaba de recreación
ideal e incluso de reconstrucción imaginada de los acontecimientos. En ellas aparentemente solo se describían los actos simbólicos ejecutados a través de representaciones convencionales y de alegorías generalistas sobre la abundancia, la fi-
fin adaptarse a sus nuevas costumbres,
Felipe III opinaba que su hija era demasiado joven y quería disfrutar el mayor tiempo posible de su compañía.
Como consecuencia de la oposición promovida en Francia por los príncipes de la
sangre –quienes culpaban al rey español
de haber ordenado el asesinato de Enrique IV–, las entregas y los desposorios fijados inicialmente para el verano
de 1614 tuvieron que ser nuevamente
retrasados.
VIAJE A LA FRONTERA. Tres largos años
habían transcurrido desde que se firmaran las capitulaciones matrimoniales cuando Felipe III encargó al hombre de su máxima confianza, el duque de
Lerma, que preparase el viaje en el que
acompañaría a su hija mayor hasta la frontera del reino. El 17 de agosto de 1615,
María de Médicis y su hijo Luis XIII
delidad, la esperanza o la paz.
Pero, en realidad, los textos ofrecían una interpretación unívoca en letra impresa, de modo
que los mensajes de contenido
político resultaban más claros
para los fines ideológicos, a veces divergentes, de ambas monarquías. Por ejemplo, la exaltación de la Fe podía significar,
para una relación española, el
triunfo del catolicismo frente a
la “herejía hugonote”, pero para
un texto francés significaba el
carácter sagrado e incontestable
de la monarquía de Luis XIII. La
reinterpretación de alegorías
ambivalentes a través de las crónicas era el modo de lograr que
los lectores pudieran entender
aquellos acontecimientos dinásticos en el sentido político deseado. Todas esas relaciones
elaboradas en francés y español
por particulares al servicio de los
reyes y por autoridades municipales o religiosas deseosas
de mostrar su comunión con las
respectivas monarquías, formaron parte de la propaganda de
justificación de una unión dinástica que, sin embargo, había
resultado controvertida al haber
contado con importantes núcleos de oposición en el seno de
ambos Estados. 
abandonaron París de madrugada, mientras que la princesa Isabel lo haría a las
cuatro de la tarde, subida en una rica litera descubierta, y acompañada de los
principales señores de la Corte.
Por su parte, la jornada española comenzó el 24 de octubre, debido a que
el duque de Lerma había enfermado de
fiebres tercianas. Aunque se suponía
que el rey solo acompañaría a su hija
hasta Burgos, en realidad continuó viajando de incógnito hasta Fuenterrabía, lugar donde tuvo lugar la emotiva
despedida entre el rey y su hija, a la que
no volvería a ver en vida, un gesto que
pone de relieve el cariño que los monarcas Habsburgo mostraron por sus vástagos. El 18 de octubre de 1615 se celebró en Burgos el matrimonio por poderes entre Ana de Austria y Luis XIII.
Simultáneamente, la princesa francesa Isabel de Borbón hacía lo mismo
en la catedral de Burdeos, vestida con
un traje de terciopelo morado, una saya
y el manto bordados con la flor de lis,
símbolo de la Corona francesa. Ambas
ceremonias finalizaron con fiestas que
incluían artillería, monedas arrojadas por
las ventanas y fuegos artificiales en toda
la ciudad. En el caso de la monarquía española, las fiestas se extendieron también a las Cortes más alejadas de Madrid: en los virreinatos italianos (Nápoles y Sicilia) y en América, pues servían para publicitar la imagen de magnificencia de la Corona, reafirmando la
autoridad del rey católico en aquellos
territorios. Días después de la celebración de los desposorios, las respectivas
comitivas iniciaron su camino para efectuar el esperado intercambio.
Una vez que Ana e Isabel llegaron a sus
respectivos reinos de acogida, comenzaron un viaje que culminó con una entrada triunfal en sus respectivas capitales. De camino se sucedían constantes
fiestas por las ciudades que transitaron,
repletas de gentes curiosas por ver a las
nuevas soberanas. La princesa de Asturias completó el recorrido por Castilla
acompañada por varias damas españolas además de las francesas que habían
venido con ella desde París. Parece que
a la joven le gustaron especialmente los
juegos de cañas y las corridas de toros, ya
Felipe IV entrega la mano de la infanta María Teresa a Luis XIV en la
ISLA DE LOS FAISANES.
el nacimiento de su primer hijo varón,
el futuro Luis XIV, su posición mejoró, aunque no sería hasta la muerte
de Luis XIII cuando reivindicó su papel como reina regente de Francia.
Pese a la promesa de paz eterna que
supusieron los “dobles matrimonios”,
las buenas relaciones entre las dos potencias más poderosas de Europa no
duraron demasiado. Con la muerte de
Felipe III en 1621 y el ascenso al trono de su hijo Felipe IV, la tensión entre ambos reinos fue en aumento, hasta que, en 1635, el
rey de Francia deLA PAZ DE LOS PIRINEOS, EN 1659, SANCIONÓ EL TRASPASO
claró la guerra a
DEL PODER EUROPEO A LUIS XIV Y SE SELLÓ CON OTRA BODA: la monarquía es LA DEL REY FRANCÉS CON MARÍA TERESA, HIJA DE FELIPE IV
pañola, una guerra que no finalizó
que no eran habituales en Francia. Fue paña, especialmente a la servidum- hasta la Paz de los Pirineos en 1659.
en la entrada en Vitoria cuando Isabel de bre española que había venido acom- En ella quedó sancionado el traspaso
Borbón salió vestida a la española, tras- pañando a su mujer. A ello se añadía del poder hegemónico a Luis XIV,
cendental acontecimiento que plasma- la omnipresencia de la reina madre convertido en el rey más poderoso de
ba la rápida adaptación de la princesa a María de Médicis, que no estaba dis- Europa. Paradójicamente, esta paz fue
las costumbres de su nuevo reino al tiem- puesta a abandonar su anterior rol de de nuevo sancionada con un enlace
po que abandonaba las francesas. Por fin, reina de Francia por el de reina madre, hispano-francés, protagonizado esta
el 22 de noviembre, a las puertas de Bur- usurpando el lugar que por derecho vez por Luis XIV y por la infanta Magos, Isabel se encontró con su marido, pertenecía a Ana. Esta inestable situa- ría Teresa, la hija de Felipe IV y de la
el príncipe heredero, y su suegro, el rey ción, unida a las constantes quejas de francesa Isabel de Borbón. 
Felipe III, quien no dudó en abrazarla, María de Médicis porque el séquito
gesto que parecía preludiar la cercana y de Ana era más numeroso que el que
B. J. GARCÍA GARCÍA, La Pax
buena relación que ambos mantuvieron. su hija había llevado a Madrid, desemHispánica: política exterior del duque de
Lerma, Leuven University Press, 1996.
bocó en la definitiva expulsión de toCh. GRELL (dir.), Ana de Austria. Infanta de
dos los servidores españoles en 1621.
ENTRADA TRIUNFAL. El 19 de diciemEspaña y Reina de Francia, Centro de Estudios
bre de 1615, Isabel hacía su entrada Con el paso del tiempo, la situación de
Europa Hispánica, Centre de recherche du
château de Versailles, 2009.
triunfal en la Corte de la monarquía Ana se haría cada vez más complicada,
M. MCGOWAN (ed.), Dynastic Marriages 1612hispánica, engalanada para la ocasión llegando incluso a ser acusada de trai1615. A celebration of the Habsburg and
con arcos, galerías de triunfo y todo ción debido a la correspondencia que
Bourbon unions, Farham/Burlington,
Ashgate, 2013.
tipo de arquitecturas efímeras que mantenía con sus hermanos. Solo tras
contenían los símbolos del matrimonio, la Paz y la grandeza de la dinastía Habsburgo. La felicidad que la
princesa francesa vivió en sus primeros meses en la Corte madrileña, de
la que ella misma dio cuenta en las cartas que envió a sus hermanos, contrasta de manera radical con la tensa situación a la que tuvo que enfrentarse su
cuñada Ana de Austria en París. La
infanta española debió soportar a un
joven rey que, al igual que su padre,
detestaba todo lo relacionado con Es-
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