10 PUBLICIDAD SOL DE MARGARITA, Porlamar, viernes 24 de abril de 2015 PUBLICIDAD SOL DE MARGARITA, Porlamar, viernes 24 de abril de 2015 Centenario del Genocidio Armenio 1915 -2015 EL ALFABETO ARMENIO Y SU CREADOR El crimen sigue impune, el criminal lo sigue negando, pero no hay olvido, los sobrevivientes nos legaron la memoria. / Filólogo Hovhannés Bodukian N o es sólo Armenia, es particularmente la Diáspora armenia diseminada por el mundo, la que recuerda y reclama. Es que es ella la consecuencia directa de aquellos hechos que sólo años después serían reconocidos y condenados como genocidio en el derecho internacional. Para los sobrevivientes, era el “Medz Ieghern” (el Gran Crimen) del que casi no podían hablar. Entonces, ¿cómo narrar lo inenarrable? Mis cuatro abuelos fueron víctimas, víctimas sobrevivientes del genocidio, es decir que además tuvieron que llevar sobre sus hombros la carga de los muertos. Ellos no hablaban, no podían, mi padre cuenta que sólo una vez su madre, la abuela Zartik, contó de cómo había ido perdiendo uno a uno a los suyos en el camino de la deportación. Primero la madre, después su hermana menor que había sido robada por los kurdos, enseguida el padre, y los dos hermanos asesinados por soldados turcos. El tercero, murió en Iraq donde él y Zartik habían entrado al servicio de una familia iraquí. Éste murió de puro miedo. Una tarde un muchacho kurdo que estaba de servicio en la misma casa quiso jugarle una broma y le dijo que se escondiera, que los turcos habían vuelto a buscarlo. No resistió, en el granero donde se escondió comenzó a vomitar un líquido verde y ya no se recuperó. Sobre lo inenarrable cuentan también las memorias de los sobrevivientes, los testimonios de los diplomáticos que en aquellos años estaban en funciones en el Imperio Otomano, las investigaciones de historiadores que descartando fuentes armenias e incluso aliadas, sólo en base a archivos alemanes, en aquel entonces socios del Imperio Otomano, prueban el crimen cometido. Sobre el hecho cuenta también un general de origen venezolano, Rafael Nogales, que durante la Primera Guerra Mundial se le dio por pelear del lado del Imperio Otomano. Con respecto a la indiferencia turca en la cuestión de las matanzas de armenios, según Nogales, da testimonio elocuente lo que el Ministro Talat le dijera al embajador estadounidense Morguenthau: “las matanzas no me preocupan, me divierten”. Tal vez para narrar lo inenarrable podría recurrir a la sensibilidad de los poetas. Hovhannés Shiraz, nacido precisamente en el año 1915, en su poema “Leyenda Dantesca”, tomando de la mano al poeta italiano lo lleva a recorrer un infierno terrenal, el del intento de exterminio del pueblo armenio. En ese infierno se ve por ejemplo a un ciego que con el puñal en la mano pide que le guíen la mano para que él también pueda bañarse con la sangre de las vírgenes armenias, o un anciano que juega con un collar de cuentas armado con pezones de madres armenias. Podría elegir a Siamantó, testigo de las matanzas iniciadas por el sultán Hamid en 1895 y 1896 y víctima del genocidio perpetrado por el gobierno de los así llamados Jóvenes Turcos, cuyos líderes planificaron y ejecutaron el genocidio de 1915. Así narra lo inenarrable Siamantó en su “Visión de Muerte” Matanza, matanza, matanza... dentro y fuera de las ciudades, y los bárbaros tornan ensangrentados pisoteando cadáveres y moribundos. Bandadas de cuervos con las bocas llenas de sangre y risas de borracho atraviesan el cielo. Un viento continental ahoga de rabia a los desahuciados, y silenciosas caravanas de viejas escapan de prisa por los anchos caminos. Desde la profundidad de la noche se eleva una ola de sangre bosquejando fuentes bajo los árboles. Desde las siembras incendiadas los rebaños escapan aterrorizados Veo generaciones degolladas en las calles y multitudes que regresan de inenarrables decapitaciones. Un calor tropical se eleva sobre las bellas ciudades abrasadas... y bajo la nieve que cae con la pesadez del mármol, la soledad de las ruinas y los muertos tiembla. ¡Oh! Oíd el terrible chirrido de los carros bajo el peso de los cadáveres apilados y el orar lacrimoso de los enlutados hombres, que se extiende desde una calleja hasta las fosas comunes. Oíd las últimas voces del delirio en los golpes del viento que los árboles destruye. ¡Oh! No os acerquéis, no os acerquéis, no os acerquéis, no vayáis a acercaros a los cementerios ni al mar. Sobre las rojas aguas diviso barcos a lo lejos, los cadáveres se amontonan sobre ellos, y sobre las olas que de dolor se ondulan, diviso cráneos y muslos... Oíd, oíd, oíd el canto de la tormenta sobre las olas del mar. Matanza, matanza, matanza. Oíd, oíd, oíd el aullido desgarrador de los malditos perros que me llega desde los valles y los cementerios, ¡Oh! Cerrad las ventanas, y también los ojos, matanza, matanza, matanza… Lo terrible no son las imágenes, sino los hechos. El 24 de abril de 1915, el día que simbólicamente se señala como el de la conmemoración del genocidio, fue marcado por el arresto masivo de la dirigencia armenia: diputados, sacerdotes, artistas, entre ellos Siamantó. Poco se sabe de su fin, lo que sí se sabe es que en los meses siguientes esos prisioneros fueron sacados de sus celdas y ejecutados en el camino de su supuesto traslado por la turba a golpes de piedra sobre las cabezas. A fines del siglo XIX el imperio Otomano se desintegraba. Las potencias aprovechaban ese debilitamiento para fortalecer sus posiciones, algunos tomando territorios para sí, otros, marcando su influencia en los asuntos internos, Para el año 1914 el imperio había perdido ya toda la península Balcánica y temía que sucediera lo mismo con los árabes y los armenios, particularmente los armenios, ya que estos ocupaban el corazón mismo del imperio. Ese mismo año las potencias habían obligado a Turquía a aceptar una serie de reformas que le brindaban a los armenios una cierta autonomía. Pero los inspectores asignados por las potencias para velar por el cumplimiento de las mismas ni siquiera pudieron intentarlo. Ellos, los armenios, la minoría cristiana, eran la razón del fracaso turco, las potencias europeas seguían interviniendo en los asuntos internos de Turquía excusándose en esas minorías. La Primera Guerra Mundial fue el marco perfecto. Los Jóvenes Turcos se alían con el Eje Central, con Alemania primero y con Austria después y participan así de la guerra. En ese marco, los líderes del partido de los Jóvenes Turcos gestan el plan siniestro. Dadrian, uno de los más destacados historiadores en el tema que investiga precisamente en los archivos alemanes y turcos para demostrar el crimen, cita a un oficial alemán que estando de servicio como vicecónsul en Erzrum (donde fue destruida una gran población armenia) informó a Berlín “la cuestión armenia que ha ocupado por décadas a la diplomacia europea, será resuelta ahora, en esta guerra… Las medidas tomadas por el gobierno turco… son equivalentes a la total destrucción de los armenios”. Las ideas de una Turquía para los turcos, y los delirios de panturquismo, de unir a todos los pueblos de origen turco, la raza superior, en un gran imperio, gestaron la idea de exterminar definitivamente a los armenios. El embajador norteamericano en Estambul, Morguenthau, cuyo contacto con oficiales jóvenes turcos era frecuente, escribió: “Las condiciones de la guerra dieron al gobierno turco su tan ansiada oportunidad para arreglar cuentas con los armenios… Criticaban a sus antecesores por haber descuidado la destrucción o conversión de las razas cristianas al mahometanismo en el momento en el que los habían subyugado. Ahora… juzgaban el momento oportuno para reparar esa negligencia de sus ancestros del siglo XV. Concluyeron que una vez cumplidos sus planes las Grandes Potencias se encontrarían frente al hecho cumplido y que su crimen sería condenado, como había sido el caso con las masacres de 1895 – 1896, cuando esas mismas potencias ni siquiera reprendieron al sultán”. Se impartieron las órdenes secretas y en muy poco tiempo, las provincias armenias habitadas mayoritariamente por armenios quedaron vacías. Antes ya del arresto de los intelectuales, la así llamada decapitación, se había procedido al llamado al servicio a los armenios, a quienes hasta entonces como ciudadanos de categoría inferior, se les negaba el acceso al ejército. Pero no se los reclutó para darles armas. Se los usó para construir las vías del tren, como animales de carga para trasladar los pertrechos militares y se los fue exterminando en la medida que cumplían con su trabajo. El pueblo armenio había sido decapitado y se le había cortado además los miembros, todos los hombres en edad de pelear habían sido llamados al ejercito, desarmados y exterminados. Sólo quedaba deportar a los ancianos, los niños y las mujeres. También a ellos los sometieron a las más terribles vejaciones e humillaciones, incluso la de salvarse… nes conocidas. La primera organización estatal en aquella tierra, data del siglo XXIII a. c. No hace mucho se encontraron en antiguas cavernas los odres y el zapato más antiguo del mundo. Una civilización que fue construyéndose en medio de Oriente y Occidente. Un reino sosteniéndose en medio de griegos y persas, romanos y persas, bizantinos y árabes, turcos y persas, turcos y rusos. En medio de dos civilizaciones fue un lugar de identidades multiplicadas, mientras que en medio de dos imperios fue un lugar de identidades divididas. Ese reino, aunque una vez fue imperio (durante casi cien años) fue siempre inestable, hasta que desapareció en el siglo XIV. Durante seis siglos, los armenios dejaron de ser un estado, pero muchos de ellos, aunque súbditos de imperios antagónicos, seguían en su tierra. Y aunque sin estado, los armenios seguían preservando una identidad nacional que se seguía sosteniendo en los pilares marcados en el siglo V, la adopción del cristianismo como modus vivendi, la utilización de un idioma (una forma de sentir, pensar y comunicar el mundo) y una historia en común. Es decir que el armenio seguía manteniendo su sistema de valores, su cosmovisión del mundo y seguía creando, dejando su huella en la tierra. En el pequeño fragmento de tierra que había pertenecido al imperio ruso, más allá de las dificultades que le planteaban la inviabilidad, en el año 1918 se logró detener el avance turco, se frenó el exterminio y se fundó la República de Armenia. Desde el año 1920, la República entregada a los comunistas se integró a la URSS en calidad de República y como tal recobró su independencia el 21 de septiembre de 1991 como consecuencia de la desintegración soviética. En el resto del territorio, casi no quedaron armenios, unos pocos como pieza de museo en la cosmopolita Constantinopla, Estambul, y algunos islamizados por el miedo, que vivieron ocultando hasta casi negar su identidad en el interior de Turquía. Con el genocidio se quiso borrar la identidad del armenio, su lengua, su forma de vivir la vida, las pruebas de su vida en el territorio, su historia. “ Ha transcurrido un siglo y el crimen sigue impune. Cien años y las heridas siguen abiertas, los muertos siguen sin enterrar. No pudieron “Somos, seremos y aún nos multiplicaremos”, escribió Paruir Sevak. Hace muchos milenios se construía sobre la Meseta Armenia una de las más antiguas civilizacio- 35 Pero aunque el recuerdo sea doloroso y dura la lucha, la memoria sigue viva. No pudieron Turquía hasta el día de hoy propaga lo que llama “su versión” de la historia e invierte millones de dólares en catedráticos propios, pero particularmente extranjeros para sostener lo que se conoce como negacionismo. El gobierno turco sigue negando los hechos. Turquía le niega la verdad a sus propios ciudadanos y condena por atentado contra la condición de turco, admitir la existencia del genocidio. Por eso a cien años de los hechos, una tercera y cuarta generación de sobrevivientes quiere legar a la quinta generación un simple lema representado en la flor del “No me olvides”. “Recuerdo y reclamo”, al que yo le agregaría: creo, mantengo viva la identidad que no pudo borrar el genocidio. Yo María Saghatian Cazandjian, en mi condición de descendiente directa de las víctimas del genocidio armenio, me hago responsable de la presente publicación, como homenaje a la memoria de mis antepasados. Filólogo Hovhannés Bodukian Sí, nosotros existíamos antes de él, antes de él nosotros habíamos luchado por nuestra libertad, y por el nombre de ese libertador, Haik, que también era dios de la luz, nos llamamos a nosotros mismos hay, y Hayastán a nuestro país. Sí, nosotros existíamos antes de él, habíamos tenido nuestros dioses, construido nuestros vishapakar, (serpientes dragones como monumentos megalíticos) habíamos observado y dibujado el cielo con sus constelaciones de estrellas. Como dice Paruir Sevak, “Sí, nosotros existíamos antes de él, poderosos o débiles, éramos cuerpo. Pero él vino, para volverse espíritu, espíritu palpable, y espíritu inmortal. Sí, nosotros existíamos antes de él, poco o mucho, había pan, y teníamos agua. Pero él nació, para volverse alimento. Nació para que hiciésemos nacer, se hizo, para que seamos, y se inmortalizó, para que nos inmortalicemos…” Antes de él existíamos, sí, pero en su tiempo, estaba en peligro nuestra existencia misma. A los antiguos dioses los había sustituido el nuevo, que tenía su verdad, pero venía de afuera y se había vuelto instrumento en manos de la pérfida Bizancio, hacía tiempo que el libertador había dejado de existir, el país estaba dividido entre persas y griegos y estaba perdiendo su integridad territorial. Esa era su época, pero quién era ese hombre sabio del que habla Paruir Sevak. Sobre él nos cuentan sus alumnos: Koriún, Movsés Khorenatsí y Ghazar Parpetsí. Mesrop Mashtots nació en la aldea Hatsekiats de la región de Darón entre los años 361-362 y falleció en Vagharshapat (actual Echmiadzín en el año 440). Su tumba en Oshakán, se transformó y hasta ahora sigue siendo, un lugar de peregrinación para los armenios. Según cuentan sus discípulos, Mesrop recibió primero formación militar y helénica y fue considerado junto a Sahak Partev uno de los hombres más sabios de su tiempo; dominaba además del armenio, el siríaco, el griego, el persa y el georgiano. Gracias a sus aptitudes, comenzó a trabajar como secretario y traductor en la corte del rey Khosrov. Entre los años 395 – 396 fue ordenado sacerdote y se fue a predicar a la región de Goghtán, donde contando con el apoyo del príncipe local fundó numerosas comunidades cristianas, pero fue allí mismo donde vio con sus propios ojos el peligro de la asimilación. En una Armenia políticamente repartida entre griegos y persas, el pueblo que hacía casi un siglo había aceptado el cristianismo como religión de estado todavía estaba muy lejos del cristianismo, todavía conservaba sus antiguas costumbres precristianas. Mesrop sentía la fuerza de la nueva religión y comprendió que para confirmarse, esta necesitaba demostrar su superioridad, pero también comprendió que la nueva religión era extranjera y que para llegar al armenio necesitaba nacionalizarse. Para nacionalizar el cristianismo Mesrop logró que Dios hablara en armenio. Para alcanzar ese propósito, Mesrop recurrió al ejemplo bíblico. Así como Moisés había recibido de Jehová la escritura y las leyes que reafirmaban el pacto de Dios con los hebreos, él recibió de Dios la escritura para establecer un nuevo pacto con el pueblo armenio. Mesrop regresó con esa idea a Vagharshapat, en aquel entonces capital del reino, y encontró allí el apoyo del rey y del katolicós. Mesrop estudió primero un sistema de letras creado por un monje llamado Daniel, pero después de probarlas y viendo que estas no se correspondían con la riqueza del sistema fonético del armenio emprendió junto a un grupo de alumnos la creación de un alfabeto. El maestro y sus discípulos se encaminaron hacia los centros culturales más importantes de la época: Amid, Edesia, Samosata. Después de arduos estudios y búsquedas entre los años 404-405 a través de una visión divina Mesrop alcanzó su objetivo, encontró los signos del alfabeto armenio. Para probar esas letras en la misma Samosata Mesrop inició la traducción del libro de Proverbios. Así, según la tradición la primera frase escrita con los caracteres creados por Mesrop es “Para conocer sabiduría y consejo, para conocer la palabra de los sabios”. Esta primera frase del libro de Proverbios parece simbolizar el significado y el objetivo de la creación del alfabeto. El alfabeto de Mesrop es en primera medida inspirado, Dios se lo concede a los armenios para que escriban con ellas su ley y establezcan su alianza con Él. Pero independientemente de eso ese alfabeto tiene características objetivas que lo llevan a ser considerado como un alfabeto perfecto para su época, es decir un alfabeto que está al servicio de los objetivos por los que fue creado. Los signos creados se corresponden con el sistema fonético de la lengua armenia. Por sus formas, los signos se diferencian de todos los alfabetos de la zona. Es muy probable que Mesrop le haya prestado especial atención a esta característica viendo allí un factor importante para preservar la identidad nacional. Después de la creación del alfabeto había mucha cosa para hacer. Como lo señalaba Koriún todavía se precisaba enseñar, traducir, crear. Y Mesrop Mashtots, Sahak Partev y sus discípulos comenzaron la tarea en las tres direcciones y el trabajo se desarrolló con tanto éxito que ese movimiento del siglo V no sólo puso las bases de la literatura y marcó el camino al futuro desarrollo de la literatura armenia sino que configuró la identidad armenia. Por lo tanto no fue casual que el siglo V se consideró el siglo de oro de la cultura armenia.
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