ES NEGRO, AMARGO Y VIENE CON SORPRESA

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LAS DIVAS QUE ALFREDO
ARIAS RESUCITA GOZAN DE
BUENA SALUD
SOY
AÑO 8
N°368
2.4.15
MEMORIAS DE LA GUERRA
EL SILENCIO DE
LOS INOCENTES
DIOS
ES NEGRO, AMARGO
Y VIENE CON SORPRESA
La teóloga argentina Marcella Althaus-Reid (1952-2009), reconocida en el mundo y
desconocida aquí, es la autora de La teología indecente, libro clave que inaugura en el mundo
la rama queer de la teología y donde cuestiona entre otras cosas: ¿quién fue primero: dios o la
gallina?, ¿por qué no un dios gay?, ¿por qué la religón vive obsesionada con la sexualidad?
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FOTO: BETO BROTA
NI UNA MENOS
El 26 de marzo tuvo lugar un maratón
de lectura contra el femicidio.
texto
Gabriela
Cabezón
Cámara
“Mañana/ me vestirán con cenizas al alba,/ me llenarán la boca de flores./ Aprenderé a dormir/en la
memoria de un muro,/ en la respiración de un animal que sueña” se escuchó a Alejandra Pizarnik en
la voz de Vivi Tellas en Ni una menos, el maratón de
lectura contra el femicidio que se realizó el 26 de marzo en la
plaza Spivacow. Había algo de familia, de encarnación de conciencia de madre e hija, de dolor de madre y padre por la hija
perdida. Tellas leyó junto a su hija Rita como Hinde Pomeraniec
con su hija Bianca y Ana Ojeda con su hijito sentado al lado.
Adriana Belmonte, la mamá de Lola Chomnalez, leyó un texto de
la nena: quería ser trapecista y psicoanalista. Jugaba a armarse
un plan de vida. El papá de Wanda Taddei relató su duelo procesado en clave feminista y combativa. Y daban vueltas por ahí las
familias queer: madre lesbiana con su hijito, otra con su bebé,
otras dos con hija y nieto. Algo de familia que, creo, se extendió a
las abuelas y a las tías; se armó linaje de tortas y putos combativos: estuvo Susana Thénon —”¿por qué grita esa mujer?/ ¿por
FLOR MONFORT Y MARINA MARIASCH
qué grita?/ ¿por qué grita esa mujer?/ andá a saber/ esa mujer
¿por qué grita?/ andá a saber/ mirá qué flores bonitas/ ¿por qué
grita?/ jacintos margaritas/ ¿por qué?/ ¿por qué qué?/ ¿por qué
grita esa mujer?”—. Estuvo también Néstor Perlongher, María
Moreno leyó ese poema enorme, “Cadáveres”, y lo resignificó en
el contexto de los femicidios. Y se siguió leyendo. Mucho. Propio
y ajeno. Y en la elección cuidadosa, en el amor de ponerse a elegir la palabra justa para leer en una sucesión que tuvo algo de
coral, se vio fuerza. Mucha. Las que hablaron de eso más directamente fueron Marta Dillon y Virginia Cano, que leyeron un poemamanifiesto de su autoría. Les dejo un fragmento: “Que la herida
alimente nuestra rabia feminista, tortillera, trans, contestataria. Y
que la rabia se haga palabra, arma y refugio frente a la hostilidad
hetero-cis-normativa. Porque nosotras no queremos ni una
menos. Nuestros cuerpos se tensan y cuentan, su historia y su
memoria se tejen con otras. Que por acá no se pase más. No
queremos ser ni temer ser una más en la lista de las que van a
parar a la bolsa de desechos corporales del patriarcado”. G
AGENDA
FIESTAS
RECITALES
Fiesta Dorothy. Anfitrionxs: Lefrak, Diego
Jazán y Chris Schweizer. Viernes a la
medianoche, Alsina 940.
Susy Shock. Sexta temporada del
Poemario TransPirado junto a invitadxs.
Viernes a las 21.30, Casa Brandon, Luis
María Drago 236.
Whip. Barra libre y dos pistas. Viernes a la
medianoche, Amerika Disco, Gascón 1040.
2.SOY.2.4.15
[email protected]
PintaBrandon. Música, clown, papel y color
junto a Vanina Grossi, Amarella Amarella y
Carlos Camacho. En vivo: Juanchi Franzo y
los QUIAS. Jueves 9 a las 21.30, Casa
Brandon, Luis María Drago 236.
Post Overdose. Arte, feria vintage, comida y
diseño independiente. En vivo Sathya
Sasha, DJ So May. Domingo a las 14,
Hipólito Yrigoyen 1388 4b.
DANZA
Despiertas en Noche Santa. En vivo:
Fernanda Martínez, Valeria Cini y More.
Viernes a las 21, Despierta Espacio, Av.
Federico Lacroze 3578.
Los Cuerpos. En la puesta coreográfica
dirigida e interpretada por Ramiro Cortez y
Federico Fontán dos cuerpos mutan, cambian, se revelan. Domingos de abril a las
19, Casa Nacional del Bicentenario,
Riobamba 985.
Ciclotilde 7. En vivo: Bife, Nico Canedo,
Daiana Leonelli & Nico Núñez, Sol Fantín,
Alejandro Berón Díaz. Miércoles a partir
de las 21, Casa Brandon, Luis María
Drago 236.
CURSOS
CINE
Taller de Teoría Queer. Coordina: Moira
Pérez. Empieza el 7 de abril y dura 8
encuentros semanales. Más info en
www.tallerdeteoriaqueer.wordpress.com.
Los días martes de 20 a 22, TAI, Bulnes y
Corrientes.
Mes de comedia almodovariana. CM
Cinéfilo invita a la proyección de Entre
tinieblas, film de 1983 con Marisa Paredes
y Carmen Maura. Miércoles a las 21.30,
Armenia 1744.
Libercine. El Festival Internacional de Cine
sobre Diversidad Sexual y Género de
Argentina invita a enviar obras audiovisuales para su 7a edición. Hay tiempo hasta el
30 de mayo. Más info: [email protected]
TERTULIAS
ROSARIO
La violencia de género en el derecho penal
de CABA. Estará a cargo de la Dra. Claudia
Hasanbegovic y se dicta en el marco del
Programa Permanente en Género y
Derecho, dirigido por las Dras. Diana Maffia
y Sandra Fodor. Los días jueves 9, 16, 23 y
30 de abril a las 15.30, en Tacuarí 124 1º
“A”. Más datos: www.cfj.gov.ar
Ciclo TRAA! (tortas reposteras, arte y
amor). Sexta edición del ciclo de arte
con temática lésbica. Música y literatura
en vivo, pinturas de Gabi Peperina y
fotos de Eme Sofia. Sábado a las 23,
Espacio Cultural DINAMO, Sarmiento
3096.
Género, sexualidades disidentes y nuevos
Derechos. Expositorxs: Dra. Dora
Barrancos y equipo del Conicet. Lunes a las
14.30, Instituto de Estudios Judiciales, Calle
45 nº 894, e/ 12 y 13, La Plata.
CONVOCATORIA
Semana non sancta en Chavela. Ni ayunos,
ni abstinencia. Jueves: hablemos de aborto.
Viernes: Procesión de nuestra señora de la
perpetua satisfacción. Sábado: lecturas,
performances, muestras, peña y micrófono
abierto. Desde las 18, Chavela Bar,
Ayacucho 1498.
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LIBROS
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TURBIOS RECUERDOS
DE PROVINCIA
texto
Daniel
Gigena
Con más de 200.000 ejemplares vendidos en menos de un
año y traducido ya a varios
idiomas, Para acabar con
Eddy Bellegueule (Salamandra), la autobiografía novelada de Edouard Louis
(Hallencourt, 1992) se convirtió en un
acontecimiento que traspasó las fronteras del ambiente literario francés. Por
varios motivos: fue publicada poco después de la para algunos sorpresiva ola
homofóbica que levantó el debate de la
ley de matrimonio igualitario en Francia;
contó con el apoyo del filósofo y ensayista Didier Eribon (autor de Reflexiones
sobre la cuestión gay y de un libro de
memorias que se vincula con el de Louis,
Retour à Reims, donde Eribon relata su
infancia como hijo homosexual de una
familia obrera), que acompañó a su autor
en varias presentaciones públicas, y además porque Louis, un joven de apenas
veintidós años, cuenta en ese libro el calvario que padeció por el simple hecho de
ser un chico al que le gustaban los chicos
en un pueblo del norte de Francia con
“poco espacio para la diferencia” y dominado, como en una parábola kafkiana,
por una fábrica.
El registro de Louis, similar al de un
etnógrafo o de un cronista que sufre en
carne propia aquello que retrata (la violencia, el racismo, la injuria), mantiene
con la literatura una distancia prudente,
ya que en su autobiografía —cuyo pacto
con la realidad es desde el comienzo
alterado por la elección de un nombre
ficticio, con resonancias semánticas de
fábula popular— la escritura literaria
representa casi el punto de llegada de
una huida inevitable. “Empecé a leer,
aprendí muchas cosas y entendí que un
nombre no es sólo un puñado de letras.
Un nombre es una historia y, para mí,
Eddy Bellegueule significaba maricona,
pobre. El cambio de nombre era como
reinventarme”, comentó en una entrevista cuando su novela fue traducida al
español (sobre este punto, una advertencia: como la escritura de Louis combina el clasicismo austero de un documentalista con la jerga de los habitantes
del pueblo, la traducción quizás no
puede evitar los “tíos duros”, “la
pasma” y los “ándele a éste pártele la
jeta”). Dividido en dos partes, Para acabar con Eddy Bellegueule retorna a episodios del pasado, “recuerdos que
podrían haber sido insignificantes o triviales”, como se lee, y que con el paso
del tiempo y el recurso de la narración
adquieren sentido.
Sin embargo, ¿son tan triviales el rechazo
familiar de los modales femeninos de
Eddy, la violencia alcoholizada del padre
y del hermano, la justificación por parte
de las mujeres del comportamiento masculino, el acoso en la escuela y el filoso
efecto de los insultos? En esa toma de
distancia del autor respecto de su propio
dolor reside una de las claves del éxito
de la novela, ya que parece actuar como
un tranquilizante para víctimas y victimarios, a su vez víctimas de un difuso sistema social encarnado en la falta de dinero,
en una educación deficiente, en el árbol
genealógico del maltrato (como se sabe,
el que busca justificaciones siempre las
encuentra). “Las palabras amanerado y
afeminado eran como hojas de navaja
que, cuando las oía, me seguían lacerando durante horas y días; las rumiaba y me
las repetía a mí mismo. Me repetía que
esas personas tenían razón. Tenía la
esperanza de cambiar”, cuenta Eddy
poco antes de que el deseo (¿o el cuerpo? En la novela pugnan silenciosamente
ambas fuerzas cuando él intenta probar
suerte con las chicas.) transforme ese
afecto triste llamado esperanza en un
plan de acción cuyo primer paso será
fugarse de la familia, de la escuela, del
pueblo y de la lengua del estigma. G
3.SOY.2.4.15
El joven francés Edouard Louis triunfa en el mundo con una autobiografía donde la violencia de
género y la homofobia, distribuida en escenas elementales, son las verdaderas protagonistas.
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LA CRUZ INVERTIDA
Desconocida en su tierra natal y amada en Escocia, donde
incluso tras su muerte en 2009 se declaró luto nacional, la
teóloga argentina Marcella Althaus-Reid releyó el
cristianismo de forma delirante y transversal e inauguró la
rama queer de la teología. Esta mirada desviada ha quedado
plasmada en su libro más importante y controversial, La
teología indecente (2000), que hoy sigue escandalizando en
más de un continente.
4.SOY.2.4.15
Texto
Dolores
Curia
Imaginaba un Dios en pollerapantalón y unas teólogas
que se levantaran la falda
para escribir y se tocaran
pensando en EL.
Reivindicaba un Cristo bi y una María
carnal –no esa sustancia gaseosa, fantasmal–. Una Virgen de Guadalupe como
la retratada por la pintora chicana
Yolanda López, con piernas fibrosas,
zapatillas de correr, que emerge de las
viscosidades de una vulva gigante.
Marcella Althaus-Reid bromeó, escribió y
leyó a contrapelo de manera tal de “quitarle la bombacha a la teología heterosexual”. “Nuestros dioses son queer porque son lo que queremos que sean. No
hay definiciones ni modelos finales sino
sólo identidades maleables”, escribía. Y
si bien fue prácticamente desconocida
en éste, su país natal, fue una voz fundamental entre las teólogas feministas a las
que les redobló la apuesta fundando la
corriente queer. Están quienes se refieren a ella como una pornógrafa y quienes la consideran la Butler de la teología,
en la senda de otros pensadores contranatura como Robert Goss –autor de
Jesus acted up: A gay and lesbian manifiesto (1993)–, Mary Daly –lesbofeminista
y teóloga estadounidense, famosa por
proponer un Dios en femenino y por no
dejar entrar varones a sus clases en la
universidad– o Malcolm Edwards, unos
de los pocos filósofos que han indagado
en la homosexualización de Dios.
La mujer que cayó del cielo
Para muchos religiosos y filósofos de aquí,
de allá, y sobre todo de la Iglesia Metodista
a la que de joven perteneció, y del Instituto
Superior Evangélico de Estudios Teológicos
al que luego ingresó, Marcella era un
escándalo. Sus acotaciones en clase, sus
conversaciones de pasillo, lo dicho y lo no
dicho de su vida privada. De sus libros (El
teólogo sexual, Un Dios queer,
Controversias en la teología del cuerpo,
entre otros) se ha dicho: “¡pornografía
encubierta!” De forma autodidacta Marcella
aprendió griego, hebreo, inglés, francés y
alemán. Incursionó en el orientalismo y
llevó la lógica del desapego a su propio
hogar, que, si ya era modesto –un departamento de un monoblock lindante con la
Panamericana–, se volvió espartano: nada
más que mate, algún paquete de cigarrillos
y libros de pared a pared. Su casa fue un
mitin permanente de amigos a los que
Marcella alentaba a continuar con sus historias de amor, para entonces pecaminosas. En ese momento ella estaba en pareja
o sólo convivía –nunca fue de dar explicaciones– con un joven gay. En sus palabras:
“En la época de la dictadura yo era indecente, había decidido no casarme, vivir a
mi aire y amar a un gay”. A mediados de
los ’80, se fue a Europa del brazo de este
chico, del que se despidió en España.
Después, Marcella vivió en Londres y, más
tarde, en Escocia. Ahí pasó un tiempo en
una comunidad de monjes, trabajó cama
adentro limpiando casas y empezó un pos-
grado con un cheque que fue un préstamo
de una de sus empleadoras. Entró a la
Universidad de Edimburgo y se convirtió en
la única mujer profesora de teología de una
universidad escocesa y la primera mujer
profesora de teología en los 160 años de
historia de su universidad. Viajó por el
mundo dando seminarios y vivió historias
poliamorosas. Si le preguntaban, declaraba
ser bisexual y queer, y terminó casándose
con un varón hétero. Cuando Marcella
murió, en 2009, a los cincuenta y siete
años, en Escocia se declaró un luto nacional. En Argentina, casi nadie se enteró porque casi nadie sabía de su existencia.
Parte de mi religión
A finales de los ’90 Marcella empezó un
ejercicio de escritura delirante. Y a esos
manuscritos los puso a circular entre sus
amigos, que fueron pidiendo más. Tan
buena repercusión tuvo su modo irreverente de hablar de religión –humorística y
culta, con citas que van de Audre Lorde y
Adrienne Rich a manuales umbanda–, que
lo que empezó como juego terminó en un
libro, Indecent Theology, lanzado en Reino
Unido en el año 2000. En 2005, la editorial
española Bellaterra lo tradujo, pero nunca
se editó en este país, ni en ningún otro de
Latinoamérica. En ese libro fundacional
hablaba de la necesidad de traer a primer
plano aquello que la religión siempre ha
mantenido en las sombras. Fue rastreando
las metáforas sexuales que las santas
escrituras disimulan detrás de una virgen,
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“Sospecho que una de las
razones por las que María no
pueda ser representada
vestida como una mujer
común es que semejante
imagen nos confrontaría con
su historia sexual, y la de los
que la rodean.”
una paloma o un ángel y reviviéndolas con toques de
inventiva y humor. Puso
a dialogar y a coquetear
la teología de la liberación con la teoría queer.
Para alcanzar una teología
sin exclusiones, que no metiera
lo raro y lo sexuado debajo de la alfombra:
“Es interesante que un Dios eterno solo nos
ofrezca un caso registrado de sexo procreador en la historia. ¿Debemos suponer que
el resto de sus placenteras actividades solitarias no eran de ese carácter? ¿De dónde
sacan las iglesias la idea de que el sexo es
divinamente aprobado sólo cuando es con
fines de procreación?”.
El impacto de su teología llevó a que la
American Academy of Religion, la mayor
organización que reúne a estudiosos religiosos, formara en 2001 un panel para responder a su libro Indecent Theology. Hay
seguidores suyos en casi todos los continentes. En el mundo asiático, Miak Siew,
Yuen-Mei Wong, June-Hee Yoon. Han sido
influidos por ella teólogos afrodescendientes como Kevin Ward, Kenneth Hamilton.
En el mundo anglosajón, Lisa Isherwood,
Robert Goss, Ken Stone. “Después de
Marcella es casi imposible hacer teología
sin tomar en cuenta la sexualidad. Su legado no fue intentar ‘legitimar’ la disidencia
sexual, arrimar una silla más a una mesa
manejada por estructuras de poder que
antojadizamente le puedan dar o no un
lugar a la diversidad, sino denunciar que
toda experiencia religiosa
está íntimamente relacionada con
la sexualidad. Su influencia se ha
extendido más allá del cristianismo,
el Islam, el judaísmo, el budismo y el
neopaganismo. En América latina
estamos formando una red de
teólogxs queer que nuclee a
quienes están recogiendo su guante”, explica Hugo
Córdova Quero, que fue su amigo, colega y
ahora es profesor de la Universidad
Graduate Theological Union, en Berkeley.
Marcella vivió en Argentina durante la dictadura y la dialéctica –patriarcal, clerical, militarista– y entre lo decente y lo indecente
marcó a su generación. En la casa, en la
escuela y en el diario la decencia era un
paquete de autorizaciones y censuras que
lo regulaban todo: “Si todo eso es lo
decente, yo no quiero incluirme ahí. Quiero
quedarme en el margen reclamando un
dios marginal. Soy indecente, gracias a
Dios”.
¿Por qué necesitó Dios a una mujer para
procrear? ¿Y qué si se hubiera dirigido a
José para proponerle la cópula divina? ¿Y
si Dios tuviera vagina? Ese tipo de cosas se
preguntaba Marcella. “Son demasiadas las
posiciones sexuales que hasta ahora la
teología vainilla no ha considerado”, se
quejaba. Concebía un Dios comodín, a
imagen y semejanza de nadie en particular.
“El Dios queer es un dios inacabado. En
proceso, ambiguo, que nunca terminamos
de conocer porque, cuando pretendemos
abarcarlo, escapa, hay más. No quiero un
Dios del centro hegemónico, un rey que te
viene a ver a la villa, te da la mano y te dice:
‘Yo soy Dios, tengo un reino y soy tan
bueno que te vengo a visitar’. Hablo de un
Dios bi, que está en el medio, que ama la
diferencia, que abre su armario y divierte a
sus amigos con ocurrencias como: ‘Ahora
soy Marlene Dietrich’.” ¿Cómo tan poca
gente –se preguntaba Marcella– ha imaginado un dios gay, lesbiana, travesti? “Jesús
prefería los discípulos, amados discípulos,
y a un Lázaro tan próximo a él, al punto de
que niega infantilmente su muerte. ¿Por
qué no un Dios marica? El hecho de que no
sepamos nada de la identidad sexual de
los personajes de la Biblia los libera. Decir
‘Dios es marica’, es proclamar no sólo una
identidad que ha sido marginada y ridiculizada, sino una epistemología diferente y
apropiarse positivamente de una voz que
ha sido usada para despreciar a los otros.”
Lo curioso es que el dogma cristiano está
saturado de funciones y tensiones corporales (“inseminación artificial y el nacimiento de Jesús-Dios, control de la
sexualidad, tortura, hambre, retorno del
muerto en la resurrección”). Pero el cuerpo es para el dogma una presencia
ausente. Marcella proponía un cristianismo que incorporara las corporalidades
concretas. “La teología es el arte incoherente de meterse en la cama con Dios
aunque evitando el sexo pleno. Después
de todo, es lo primero que la fe cristiana
nos enseña: que el comienzo de la rela-
5.SOY.2.4.15
“Guadalupe caminando”
(Yolanda López, 1978)
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Perpetua y Felicidad, una de las imágenes creadas por el franciscano
Robert Letz, veneradas por algunxs desde adentro y afuera de la Iglesia
como las santas patronas de las parejas del mismo sexo.
ción entre Dios encarnado y la humanidad
se encuentra en la metáfora de encamarse con él (por primera y única vez) y sin
preservativo. Así fue la experiencia de
María. Si la primera Eva era fetichista de
las serpientes, la segunda optó por el
sexo desprotegido con un dios-nube. Las
metáforas sexuales religiosas son caóticas, imprevisibles, inmorales. Por eso nos
gustan tanto.”
6.SOY.2.4.15
Indecentes antecedentes
Como ancestros populares desde donde
indecentizar el credo, Marcella señala en
el árbol genealógico criollo a la Santa
Librada, o Liberada, y La Difunta Correa.
Librada es una Cristo mujer con larga
melena rubia y un estilo símil Virgen
María pero crucificada. Es “la divina figura travesti de los pobres”. A veces tiene
tetas y tocado. Otras, parece más bien
un duende andrógino o un Jesús con
collares y cintura ceñida. Buscada por
partida doble: es de las más demandadas en las santerías y es también la protectora de los fuera de la ley, de los pungas y de aquellos que escapan de la
pobreza o de la policía. La biografía de
La Difunta Correa tampoco es estática
sino una convivencia de versiones contradictorias. La leyenda dice que fue
amante de un hombre reclutado a la fuerza hacia 1840, durante las guerras entre
unitarios y federales. El murió y ella se
escondió en el monte con un bebé, al
que milagrosamente siguió amamantando después de muerta. Sólo en el punto
de la divina leche hay consenso. Luego,
La Difunta Correa, patrona de los camioneros, los viajeros y los fluidos corpora-
les, es lo que cada uno quiera que sea.
Pero siempre es representada como una
figura que lleva al aire sus tremendos
pechos. En síntesis, dice Marcella: “Como
no parece que hayamos presentado suficientes ideas de liberación en María, la
gente indecente se las inventa”.
dos. El cuerpo flagelante, además, queda
tironeado según la pauta religiosa de la
época: como práctica sublimadora para
acercarse a EL o como vicio. “Tomemos la
historia de la concepción virginal –escribía
Marcella–. No aparecen órganos sexuales
en la narración, sino más bien la cosificación de órganos sexuales en el Espíritu
Santo que descendió sobre María. Pero no
Curas en cueros
En su niñez Marcella mamó en casa la épica sabemos sobre qué se produjo el descenreligiosa que borra el goce y reescribe dolor: so: ¿su vagina?, ¿su vientre?, ¿su cora“El dormitorio de mi abuela era oscuro, ilumi- zón? Entre esto y que alguien se haga un
nado con velas a la Virgen María, cuyo cora- traje de cuero o botas altas con cordones
zón estaba atravesado por siete espadas y, a para hacer de ellos guardianes de sus
deseos no hay conceptualmente mucha
su lado, la imagen crucificada de un Cristo
diferencia. La epistemología fetichista es la
que se desangraba. Leyendo historias de
vidas de santos ensayaba de pequeña algu- misma.” Pero vale la aclaración: “Aun con
estos puntos en común, que tal vez explinas formas de castigo corporal. En secreto
quen por qué tanta gente de ferviente base
evitaba ponerle azúcar al té, me privaba de
mis juguetes y rechazaba ponerme un suéter cristiana se tiente alguna vez con la escena
del cuero y el BDSM para conocer la
por más frío que hiciera en la calle”.
pasión y el sufrimiento de Cristo, el deseo
“Una vez católico, siempre perv, se dice por
ahí. Nada hay más parecido al hábito de una de azotes no es lo mismo que experimentar el látigo de Dios Padre. Hay demasiado
monja que un atuendo felino de goma”,
para desarrollar sobre sexo y castigo en la
escribía Julia Collings en la revista BDSM
teología dogmática que opera estrechaSkin Two llamando la atención, al igual que
Marcella Althaus-Reid lo hizo en sus escritos, mente vinculado a ideologías políticas de
sobre los puntos de contacto entre sadoma- sumisión económica”.
soquismo e imaginería cristiana. Más que
exclusión, entre religión y el BDSM Marcella
Malaventuradas las mansas
vio connivencia. Y para eso cita como defini- Para el dogma, escribe Marcella en La teoción de fetichismo la acción de “ver en un
logía indecente, las mujeres que quieran
objeto inanimado o una parte específica del
adorar a la Virgen tendrán que pasar por
cuerpo, fuera de los órganos sexuales, una
“una clitoridectomía espiritual, mutilar su
fuente de satisfacción sexual. El fetiche, algo sensualidad para identificarse con María y
animado e inanimado al mismo tiempo”. Si el jamás cuestionar el orden político y social”.
fetichismo es el reino de lo inanimado anima- La paradoja: “Las mujeres pobres son rarado, el cristianismo también se ajusta a esa
mente vírgenes. En Latinoamérica las jóvedefinición: es un contario de relatos de muer- nes de mi generación alcanzamos la
tos vivientes, resurrecciones y objetos sagra- pubertad tras hacernos expertas en evitar a
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“Es interesante que un
Dios eterno solo nos
ofrezca un caso de sexo
procreador en la historia.
¿Debemos suponer que
el resto de sus
placenteras actividades
solitarias no eran de ese
carácter? ¿De dónde
sacan las iglesias que el
sexo es divinamente
aprobado sólo cuando
es para procrear?”
Santa Librada o
Santa Wilgefortis
los hombres que se masturbaban y eyaculaban encima nuestro en el transporte
público. Esquivando o padeciendo los ataques sexuales de los propios hombres cristianos de nuestras familias, ahí, muy cerca
de la estampita de la Virgen, la tele y las
flores de plástico. Indecentamiento de
María: su virginidad es lo primero que debe
descartarse. Sospecho que una de las
razones por las que María no pueda ser
representada vestida como una mujer
común es que semejante imagen nos confrontaría con su historia sexual, y la de los
que la rodean”.
Las travas, las ruteras, las vendedoras
ambulantes, las empleadas domésticas
parecen ser para Marcella sus descamisadas, interlocutoras ideales, porque fue “una
de ellas, una mujer pobre, cruzando por
calle del barro de noche al volver del trabajo. Y soy lo suficientemente indecente para
reflexionar con honradez teológica sobre la
pugna económica, las imágenes de Dios y
el fluir de los deseos sexuales”. Se formó
en el liberacionismo pero para ponerlo en
cuestión: “Los curas del Tercer Mundo fueron perseguidos y asesinados en tiempos
dictatoriales. Estaban a la vanguardia de la
resistencia. Pero seguía siendo un movimiento de un Dios Machista. De los
pobres, sí. Antiimperialista, también. Pero
machista y homofóbico”. La inversión de
roles, jerarquías sexuales e identidades era
demasiado también para curas de la liberación: “Si los barriobajeros marchan en procesión llevando una estatua de la Virgen
María, es una opción para los pobres.
Cuando esos mismos se montan para un
carnaval centrado en un Cristo reinona y
una María Magdalena que le lame las heri-
das mientras le canta coplas de crítica política, ésa deja de ser una opción divina”. La
realidad de las mujeres y la de la diversidad
no estuvo en agenda de los teólogos.
Tampoco en la de los de la liberación, que
retrataban a los pobres “como en cualquier
narración moralizante victoriana: asexuados y merecidamente pobres”. Y a las
mujeres en particular a través del “discurso
de ‘la pobre madre’, ‘pobre pero fuerte
mujer cristiana’. Sin embargo, las mujeres
pobres e ignorantes, como yo misma lo he
sido, también abrigamos deseos”.
Marcella Althaus-Reid era una teóloga a
favor del derecho al aborto: “La Iglesia
Católica tiene un problema con la definición de la vida: tiene que ver con el feto,
pero no con las mujeres que mueren en
camillas de aborto. Tiene un concepto de
vida extraña y selectiva. Es misógino. La
mujer es el enemigo, es la tentación de
caer. La Iglesia dice que el aborto no se
discute porque Dios lo dijo. ¿Dios dijo
qué cosa? Dios no dijo nada. El debate
del aborto no le incumbe a la Iglesia,
tiene que darse en la esfera de los derechos humanos. Siempre estoy en contra
de aquellos discursos que hablan de
cómo la mujer tiene más sensibilidad, se
preocupa más por otras personas. Yo no
lo hago. ¡Seré un desastre, no me preocupo por nadie!” Sí se preocupó por
estudiar. Tres años de insistencia le llevó
ser admitida en el principal seminario
teológico liberacionista de Buenos Aires
y una vez adentro “amenazaban con
expulsarme a menos que conviniera en
leer sólo sobre algunos temas, no para
una licenciatura, sino para ser ‘una mejor
maestra dominical’”.G
¿ESTAMOS
TENIENDO
SEXO O NO?
¿Cómo distinguir entre lo que es
sexo de lo que no lo es? La definición patriarcal se vincula con el
sexo penetrativo, pero éste no
está necesariamente unido con la
idea de “tener una relación”. Sus
combinaciones son múltiples y a
veces alcanzan proporciones fantásticas. ¿Cuándo es lujurioso
deseo y cuándo relación? ¿Fue
amor devoto el encuentro sexual
de María con Dios o lance de una
noche con un desconocido?
¿Había alguien más en sus respectivas vidas en ese momento?
¿Le hizo ella a Dios una felación?
¿Es ésta una relación sexual o
no? ¿Cuenta como amor una
dedicada masturbación recíproca? El pensamiento heterosexual
divide y subdivide lo que es sexo
y sensualidad, y lo que es amor y
dedicación, cuando en la realidad
las cosas no cuadran fácilmente
en estas categorías. En su ensayo Are we having sex now?, la
autora atea norteamericana Greta
Christina nos enfrenta con el problema de tener que determinar
qué cuenta como sexo y qué no.
Describe cuán fascinada se ha
sentido desde su juventud el
contar el número de personas
con las que ha tenido sexo. Al
principio encontró divertida la
experiencia. Del uno al diez, ningún problema. Llegando al número diecisiete empezó a marearse.
Luego, el recuento se hizo cada
vez más difícil. Ya no era capaz
de discernir con tanta claridad si
el sexo debía constar como tal
cuando, por ejemplo, no había
penetración, o ella y su amante
conservaban la ropa, o en juegos
de prendas con restricción sexual
(sin implicar a los genitales) y
según fuera la persona con la
que practicaba. ¿Una abuela
heterosexual? ¿Una lesbiana y
una travesti? Las combinaciones
son múltiples y complejas.
Podemos preguntarnos cómo
contamos quién tiene sexo con
quién en el Nuevo Testamento,
aunque probablemente lleguemos a la conclusión de que el
recuento es justamente parte de
otra estrategia heterosexual.
Fragmento de La teología
indecente (Bellaterra, 2005)
FOTO: SEBASTIAN FREIRE
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TAPA: ALEJANDRO ROS
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SOY abierto a la ficción
Aurora Venturini, autora, entre otras obras, de Las primas
(ganadora del Premio Nueva Novela Páginal12 2007), envía un
relato inédito escrito especialmente con su cabeza puesta en SOY
EL FRUSTRO AMOR
DE GENARO GENNARESI
CON MARÍA AURELIA
8.SOY.2.4.15
E
ra Genaro un napolitano millonario
que vivía en un barrio privilegiado
de La Plata, en una casona divina
con varios camareros diligentes uniformados de maestranza pero muy elegantes. Hete aquí que el millonario casado
con una milanesa estaba solo. La milanesa había viajado a Milán; él permanecía
en cama, herido de amor...
—No estoy enfermo, Aurora, estoy muerto de amor...
—¿Quién fue la hereje?
—La María Aurelia... Amo a esa mujer...
La quiero para mí solo... A mi edad... 75,
Aurora, casi 76. Mi esposa 65 y es bella,
mas la pasión terminó y no hay fuego,
hay costumbre. Los dos igual. A Silvana
le alivia viajar sin mí y a mí me gusta
estar solo.
—Genaro, ¿por qué se frustró el aparente romance con María Aurelia?
—¿Aparente?, ¡no en cuanto a mi sentir!,
de ella no sé.
Empezó a desgranar su historial dulce y
amargo. Algo tremendo que había empezado en primavera napolitana.
Genaro Gennaresi por naturaleza dadivosa fue mecenas de plásticos e instituyó
un premio nada despreciable en dólares
a la pintura y a la escultura sobresalientes cuyo autor optara.
La cruel María Aurelia, pintora platense,
optó.
María Aurelia se presentaba en Buenos
Aires en salones excéntricos de Barrio
Norte y diarios importantes elogiaban
sus cuadros, columnas, columnas los
elogiaban; a ella la motejaron María
Aurelia al Cotorrazo Limpio. Sin arredrarse ni protestar, guardaba en su enorme
pecho odio sin par.
Era monumental de casi dos metros fuerte y fornida, musculosa estilo boxeador
(algunos másculos la prefieren así) care-
cía de encanto femenil dulzón y quebradizo. Hija única. La mamá contó que
nació con cinco kilos. Cómo le habrá
quedado la acobardada cotorra a la
doña. La doña muy delgada y petisita;
don Aurelio, pater familias, el tipo de
dueño infeliz y tenue a que la hija única
dominó desde la cuna, mostraba decaimiento y fatiga. Significaban los dueños
dos guiñapos y la hija una gigantona.
Habitaban un caserón céntrico que con
las lluvias, los vientos, los escandalosos
solazos, se había arruinado hasta la
desolación. La mamá, ama de casa, ayudada por dos mucamas a que les daba
pieza de servicio y comida a cambio de
trabajos y cocina, ofrecía jueves de reunión a la hora del té con otras damas de
la sociedad.
Durante los convites hablaban del servicio doméstico, de la muchacha (la sirvienta), frunciendo los labios en señal de
distinción. El marido trabajaba en la
administración como empleado del
Jockey Club.
María Aurelia cuando quería molestar a
una amiga o conocida que llevara una
pulsera, por ejemplo:
—Qué bonita pulsera...
La amiga o conocida:
—Me la regaló mi madrina.
María Aurelia:
—¿Sabés dónde la compró?, porque
desearía regalarle una igual a mi sirvienta.
Advertida de esa continua manera de
menospreciar a la amiga o a la conocida,
siendo psicóloga, descubrí en la gigantona fijación por humillar a la gente.
Averigüé la prosapia de los progenitores
y supe, compensándome al cabo, que el
papá era hijo de la sirvienta de una familia copetuda de Buenos Aires con el niño
de cuarenta años, que lo reconoció aunque jamás se casaría con la muchacha
de nivel embarrado. Los complejos así se
comprueban. La mamá procedía de
pseudorricachones y pseudoaristócratas.
Volvamos al dormitorio divino del palacete de Genaro Gennaresi, él, cuyos ojos
azules brillaban la lágrima de una mirada.
Estaba seguro de amar a esa esquiva
dama grandota. Le rogué que desembuchara para aliviarse. Lo hizo. Invitó a
María Aurelia Gran Cotorra a Nápoles, en
primera clase, a la Italia; ella, coqueteando su inmensidad, aceptó. Con apenada
expresión el enamorado me confesó:
durmió en el viaje... y roncaba.
Ya en Surriento, decía el cuitado, fueron
al hotel lujoso que lleva el nombre de la
ciudad, sólo para acicalarse. Después
irían a cenar. Arribaron a las 20 horas, 16
en nuestro país. El restaurante del centro
capitolino pintoresco con personal refinado y cangrejos vivos en una lagunilla
para que los clientes elijan el que despierte sus angurrias. El cocinero lo echará en agua hirviendo; en un plato lo adereza con ostras y otros frutos de mar y lo
traerá a la mesa, y así como cangrejos
hay caracoles, anguilas, pulpos y pulpitos, uvas arracimadas y vino Chianti
Lacrima Christi. La vajilla imperiosamente regia.
—Noté la sorpresa admirativa de ella y
me sentí al principio ilusionado, ferviente
imaginando otro banquete e intimidad.
Ella comparó el servicio de mesa del
hotel con las reuniones en casa de su
familia. No contesté porque invitado por
Don Aurelio cené en su casa pollo hervido con papas y Coca-Cola y el oferente
aprovechó la situación solicitándome
dinero, pues tenía un apriete bancario.
Proseguía la confesión del enamorado:
—Habíame sacado auto nuevo; es
extraordinario como un transatlántico de
lujo, es un palacio con ruedas.
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Aclaró que lo dejaba en Nápoles, ya que
acá usaba cualquiera de los tres que
adquiriera por una ganga.
Los amables y pacientes lectores imaginarán, y no se equivocan, que el interés
de María Aurelia crecía desmedidamente
como el fervor de Genaro.
Finalizada la cena partieron en dirección
al palacete propiedad de la familia
Gennaresi. Un criado de librea abrió el
portalón, entró el transatlántico, bajó el
dueño y dio la mano a la dama inmensa.
Cada cual cambió el atuendo de noche
por el de reposo. Luego de somera
inmersión refrescante el enamorado, su
corpachón aún vigoroso, su pene inquieto, sus pies tratados en la mejor podología, calzó el piyama de seda china motivados con dibujos eróticos de un pintor
chino. Ocupó el lado varonil del lecho de
pura broncería antigua, sábana de seda
italiana, música de Pergolesi.
—La esperaba con fervor a ella que aún
tardaba... Ah... le donne. Apareció en el
marco artesanado del dormitorio, desnuda con la luna llena iluminándolo, quedé
petrificado a la expectativa de poder
estrecharla entre mis brazos hartos de
soledad y angustia. Ella se recostó
majestuosamente; advertí que portaba
algo así como un sobre dorado.
Genaro Gennaresi descansa. Lo veo agobiado. Corren cinco minutos de silencio.
Llueve afuera en el paisaje urbano de
esta zona céntrica platense. El reloj de
péndulo suena las 21 horas. Genaro
Gennaresi revive una escena terrible.
—Terrible, Aurora, lo que sigue me causará
la muerte; moriré por eso, fue demasiado...
Yo amo a la María Aurelia a pesar de todo.
—Le ruego se tranquilice y me cuente
atendiendo, además de mi calidad de
amiga, que soy psicóloga de la escuela
de Lacan.
Responde que antes necesita beber
champagne y con la campanilla llama al
camarero que acude y cumple. Yo acompaño con mi copa de champagne y el
clima se acidula.
—Ella ¡mamma mia! me acarició los párpados. “Cierre los ojitos”, dijo. Los cerré.
Noté que corrió el cierre del sobre dorado y que accionaba... Aurora, ¡mamma
mia! Se puso un cinturete con un pene
rojo que se movía igual a los penes
humanos; con voz de mando ordenó:
“Date vuelta”. Puse los pies en el piso y
huí... Tuve miedo. María Aurelia ya no era
la dama hermosa que me enardeció sino
un capitán de Carabinieri frente a la
tropa.
Le aconsejé que se tranquilizara, ya no
tenía veinte años. Serví dos copas de
champagne. Bebimos. Afuera la lluvia
arreciaba. El napolitano aparentaba ser
un navegante perdido en la bahía de
Santa Lucia. El camarero entró portando
una picada. Ofrecí brindar por olvido,
olvido que fructificaría en recuerdo jocoso, anecdótico para relatar entre amigos.
—Ya pasó, Genaro. Punto final al mal
trago y a otra cosa.
—Lo peor es que no puedo alejar a la
María Aurelia de mi pensamiento...
Vuelve... Vuelve... Insiste.
—Usted insiste, ella es el ayer, lo ya vivido. Usted no debe estacionar en ese
sitio napolitano. Surriento es una ciudad
que merece ser recordada amablemente
deseando regresar.
—Yo amo cada minuto más a la María
Aurelia. Me duele la testa, Aurora. Voy a
morir de amor frustrado.
En realidad la frustrada fue María Aurelia,
que había regresado a La Plata temerosa
de que Genaro cuente la aventura. La
enorme dama-mole, dueña de la gran
cotorra, por cierto no era prejuiciosa. Mas
no aceptaba la decadencia y relataba sus
conquistas. Con Gennaresi, fracasó.
La inmensa mole visitaba a menudo la
isla de Lesbos; preciosa ínsula greca
frente a Turquía de donde le llegan sones
de Eros y de Venus a cuyas finezas trata
de corresponder la Gran Cotorra. Había
entre las lesbias una vieja erótica musicóloga, que emparejaba con ella.
Planeaban casarse igualitariamente pero
la platense llevaba con lentitud la consumación del hecho por aquello del pene
rojo que asustó a Genaro Gennaresi.
Prefería los firuletes másculos a los féminos sáficos.
Safo de Lesbos, en realidad, desempeñaba papel de institutriz de jóvenes
casadas a las que iniciaba en poses y
demás requerimientos para que el matrimonio resultara duradero y él cada noche
sintiera curiosidad por lo novedoso que
ella le ofreciera en el lecho de rosas.
La fama en contra de Safo, difundida por
los puritanos en el mundo entero, se
debe a las prácticas del Instituto de
Amor de la dama lésbica. En esas ocasiones ella tomaba dos personalidades:
tanto la de él como la de ella.
Dejé a mi doliente amigo asistido por su
camarero, creo, menos desolado. Volví a
verlo en la calle 7 y 50 una mañana invernal y me invitó a desayunar en La Paris.
Estaba melancólico. Bebimos café con
leche y medialunas. Evitó referirse al
tema abrupto. Atribuí su angustia al olvido o al hecho de acceder a la proposición de María Aurelia y sufrir al sentarse
con el traste hecho tiras. De pronto fijó
en mí sus ojos diciendo:
—Debí haber dado el primer premio de
pintura a la María Aurelia y no hubiera
pasado nada.
Empezó a llover en la ciudad. La calle 7 y
49 brillaba bajo el agua. G
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PAUL KOOIKER
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TEATRO X 2
Alfredo Arias vuelve a explorar, y esta vez por partida doble, el misterio que es el peronismo
para argentinos y extranjeros. Y como siempre, lo aborda desde los tópicos de las
diversidades sexuales y desde la perspectiva de género. Con su actriz fetiche, Alejandra
Radano, estrena Deshonrada, sobre la diva del cine Fanny Navarro, proscripta tras la caída
del peronismo, y Comedia Repostera, sobre la figura de Doña Petrona C. de Gandulfo,
quien tanto nos dio de comer en tiempos de abundancia e ingredientes a gusto.
COCINERA Y COCINADA
10.SOY.2.4.15
Texto
Adrián
Melo
foto
Sebastián
Freire
Como fenómeno histórico
prevalente de los últimos
setenta años y debido a su
permanencia y reconocida
complejidad, el peronismo
tuvo el privilegio de ser
objeto de múltiples y a
menudo polémicas interpretaciones. A su vez, como una obsesión
relacionada no sólo con la historia y la
política argentina sino también con los
sentires de la infancia y la adolescencia y
las formas en que condicionó sus maneras de vivir su sexualidad, Alfredo Arias
siempre ha vuelto a él desde que el 2 de
marzo de 1970 estrenara en el teatro
L’Epée de Bois Eva Perón, de Copi, y
tuviera que sufrir las consecuencias de
una obra escandalosa y mal comprendida,
pero que sin duda expresaba ciertos imaginarios sociales que la época construía
sobre Eva Perón. En ella Copi narraba los
últimos días de Eva en su lecho de muerte
y le hacía denunciar que su cáncer era
fabricado, un ardid de Perón para quitarla
del medio porque ella había llegado
demasiado lejos. “Cuando iba a las villas
miserias y distribuía fajos de billetes y
dejaba todo, mis joyas y mi auto, y hasta
mi vestido, y me volvía como una loca,
desnuda, en taxi mostrando el culo por la
ventanilla, me lo permitieron”, reprocha
una Eva furiosa a la cual ahora pretenden
alejar del poder político. Como se ha
narrado innumerables veces, creyendo
que la ficción teatral de Copi profanaba la
figura de Evita, a mediados de marzo un
grupo de enmascarados golpeó al actor
Facundo Bó, que interpretaba a Eva
Perón, y al resto de los actores, destrozó
los decorados e hizo estallar una bomba
en el teatro.
Como si no hubiera escarmentado y redoblando la apuesta en un triple papel de dramaturgo, director y actor, en Tatuaje (2010)
Arias narraba un encuentro imaginario entre
Eva y el cantante español Miguel de Molina.
Acá la Eva hada de los libros de lectura del
peronismo –pero también la altanera que
describieron los gorilas– le ofrece al exiliado
Miguelito un País de Maravillas donde el
artista pueda lucir sus trajes y vestidos,
tener sus levantes callejeros y enamorarse
sin que lo apaleen por ser homosexual. La
obra mezclaba en un mismo escenario a
Conchita Piquer interpretando “Tatuaje”
(una canción que narra un encuentro amoroso fugaz entre una mujer y un marinero
tatuado que fue apropiado por el mundo
gay y por las travestis españolas), a Eva, a
Miguel de Molina, a una burguesa encaprichada sexualmente con Molina, al mundo
revisteril, a elementos autobiográficos del
propio Alfredo y un universo kitsch en
donde se confunden lo real y lo ficticio.
Marcada en la frente
Estos tópicos retornan resignificados en
Deshonrada, en la única y febril escena de
la obra: el interrogatorio policial llevado a
cabo por el violento y paradójicamente llamado Capitán Gandhi (excelente interpre-
tación de Marcos Montes), un militar de la
autodenominada Revolución Libertadora
encargado de investigar los delitos de la
“tiranía” a Fanny Navarro, la actriz diva
paradigmática del cine propagandístico
peronista, amiga íntima de Eva Perón y
amante de Juan Duarte.
Según el brillante texto de Gonzalo
Demaría, la mujer es arrancada de su cama
a las tres de la mañana para declarar por
un delito que no conoce. De ese encuentro
entre el loco fanático de la “fusiladora” y la
otrora estrella devenida ahora en ex actriz
del Régimen, Fanny saldrá loca, deshonrada, marcada en la frente para ser escupida
en la calle por el público y colegas muchos
de los cuales antes solían adorarla. La prolongación de la pesadilla de Fanny puede
ser leída sin duda como la gran pesadilla
de un gay de la época: caer en la indagatoria policial debido a los amores prohibidos
(el amor desmesurado que la Fanny de la
obra tiene para con Juan Duarte) para ser
convertido en un maldito de la sociedad.
Pasión por el cine
Arias amalgama en la figura de Fanny
Navarro el amor que algunos gays y lesbianas sentimos por las divas y por el cine
argentino, y homenajea el universo kitsch a
la manera de Manuel Puig. Las respuestas
de Fanny al capitán se confunden con los
diálogos de los personajes que la actriz
interpretaba en sus días de gloria.
Nuevamente se confunde realidad con ficción desnudando el papel de la ficción en
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la construcción de las vidas privadas y el
papel de la ficción en la política (los mecanismos de la política como teatro, como
puesta en escena que desnudara Karl
Marx en El 18 Brumario de Luis Bonaparte).
La intertextualidad, el diálogo permanente
que la obra establece con el cine argentino
de los años cuarenta y cincuenta aparecen
ya desde el título, que alude a Deshonra
(Daniel Tinayre, 1952), no quizá casualmente una de las primeras películas que pone
en escena amores lésbicos, aunque éstos,
mal no sea, se sucedan en la cárcel.
A su vez, el lenguaje melodramático del
cine, los boleros y los tangos (interpretados
magnífica y emotivamente por Alejandra
Radano en una actuación que no se puede
calificar de menos que extraordinaria) que
impregnan la obra teatral se confunden
con el lenguaje de los discursos peronistas
más emotivos que sin duda abrevan en el
mundo de la radiofonía, la cinematografía y
la música y la cultura popular.
Radano logra captar la dicción y la estética
de las divas del teléfono blanco y transmitir
una emoción cinematográfica en sus canciones. “Vi por supuesto todas las películas
de Fanny –declara Radano–, pero no me
gustaron particularmente, salvo Deshonra,
porque me encanta Daniel Tinayre. Y no
por el tinte propagandístico presente en
sus películas, como Marihuana (Klimovsky,
1950), sino porque prefiero a otras divas y
otras películas que me resultan más bellas.
Entonces lo compuse a través de Fanny,
pero también a través de Eva Perón, de
Zully Moreno, de otras divas y de un cine y
también de un lenguaje político lleno de
preciosismo. Lo que rescato principalmente de los discursos políticos de la época es
la belleza de las palabras. Yo no creo en el
hombre político, pero sí me interesa el
aspecto estético del peronismo y del cine
de la época. Igual la obra me obligó a leer
sobre el peronismo, una materia pendiente
y por supuesto fue esencial pasar por la
detallada y documentada biografía de
César Maranghello y Andrés Insaurralde,
Fanny Navarro o un melodrama argentino”.
Una vida de película
La vida de Fanny fue sin duda melodramática, con el brillante apogeo y la brutal
caída de su carrera y sus amores hasta su
muerte miserable a los 51 años, entre
humillaciones, pastillas y frecuentes intentos de suicidio. La vida de Eva tiene ribetes
melodramáticos desde sus orígenes humildes hasta el cenit del poder político, su
amor alocado por el General y el cáncer
que la consume en la plenitud de su vida.
Es quizá por eso que es rescatado en la
obra el violento y melodramático discurso
que Eva Perón pronunció en su agonía: “Yo
saldré con el pueblo trabajador, yo saldré
con las mujeres del pueblo, yo saldré con
los descamisados de la patria, viva o muerta, para no dejar en pie ningún ladrillo que
no sea peronista”. Si el melodrama se
caracteriza por postular un conjunto de
sentimientos puros enhebrados con las
figuras de la pobreza, la caída, la redención
y la venganza, difícilmente podremos
encontrar un ejemplo más paradigmático
para ilustrarlo.
“Sí, claro que es melodrama. Todo en la
vida de los humildes es melodrama...
Melodrama cursi, barato y ridículo... Para
los hombres mediocres y egoístas. ¡Porque
los pobres no inventan el dolor, ellos lo
aguantan!”, escribió Eva Perón en La razón
de mi vida. Porque en definitiva el peronismo mismo puede leerse en la obra como
hecho melodramático, el gran melodrama
argentino. Y el melodrama a su vez ha sido
el género que frecuentemente mejor ha
caracterizado los amores desesperados y
prohibidos de gays, lesbianas, trans y travestis. Porque, en definitiva, la Fanny de la
obra de Arias es una diva en decadencia
que será perseguida hasta su muerte. Pero
también es Eva. Pero también Fanny es
una loca, una mujer macho, un puto. G
Comedia Repostera, con Alejandra
Radano y Alfredo Arias
Desde el 10 de abril.
Martes, viernes y domingos a las 20.30.
Sala AB, El Cultural San Martín,
Sarmiento 1551.
Deshonrada, con Alejandra Radano y
Marcos Montes, dirección de A. Arias y
autoría de Gonzalo Demaria
Desde el 8 de abril.
Miércoles, jueves y sábados a las 20.30.
Sala AB, El Cultural San Martín,
Sarmiento 1551.
GRACIAS BOMBONERIA GODIVA: JUNCAL 1738
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ENTREVISTA
LAS
MUSAS
DE
ALFREDO
ARIAS
12.SOY.2.4.15
L
eyenda viva del teatro, siempre con un
pie en París, a donde se fue en 1969, y
un ojo puesto en las tablas argentinas,
cada vez que Alfredo Arias hace algo todos
quieren saber de qué se trata. Arias rima
con cascarrabias, pero también contiene
un sentido musical sin perder nunca el
séptimo sentido, el del humor. Ha dado
vida propia a actrices tremendas como
Marilú Marini, Adriana Aizenberg, Mirta
Busnelli, entre otras y recreó la vida de Eva
Perón, entre otros sueños de Copi.
¿Por qué Fanny Navarro?
–Porque con Deshonrada, en cierta forma,
volví al mito de Eva Perón. Porque Fanny
aparece como el otro yo, el doble de Eva,
como su muñeca también. Fanny imitó en
su dicción, en su oratoria, como presidenta
del Ateneo Cultural, a Eva Perón hasta su
muerte. Hay una especie de mímesis resultante de la adoración de Fanny por Eva. Y
creo que el brutal encarnizamiento y la
obsesiva persecución de los funcionarios
del golpe de Estado para con Fanny fueron
en cierta forma porque quisieron hacer con
ella lo que no podían hacer con Eva, porque ya estaba muerta. Por ello Gandhi en
un momento asume la figura de un cirujano
de autopsias. Quiere diseccionar el cuerpo
de Fanny como si estuviera muerta, quiere
diseccionar el cuerpo de Eva, como si
pudiera desentrañar en su cuerpo el misterio del cuerpo enfermo de la Nación.
Deshonrada se presenta como un texto
radicalmente político y que puede ser
leído en clave actual.
–Y sí, la historia cobra especial actualidad
casi sin quererlo. Muchas veces el teatro
absorbe el aire de los tiempos que corren.
Tenemos a una especie de fiscal frente a
una mujer. Y sobre todo tenemos fanatismos enfrentados, casi como arquetipos
del ser nacional en permanente dicotomía.
Mi idea de la obra era que no se puede
enfrentar a un fanatismo con otro fanatismo. Es una obra muy intensa, un diálogo
muy intenso, ¿pero de qué otra manera se
podía contar algo de las intensidades de la
historia y la política argentina?
La obra incluye el rescate de la voz y de
los discursos más emotivos del peronismo. ¿A qué obedece el anacronismo de
que en la década del cincuenta se oye
un discurso de Perón de 1974 (“Llevo en
mis oídos la más maravillosa música,
que es la palabra del pueblo argentino”)?
–A pensar en cierta forma el peronismo
como mito, como atemporal, como algo
que sobrevuela siempre los sentimientos de
la sociedad argentina. También por ello
incluimos una versión electrónica de la marcha peronista. Como se señala en la gacetilla de la obra, no importa saber quién fue
Fanny Navarro o quién el Capitán Gandhi,
ni siquiera quiénes fueron Perón y Evita o la
Libertadora. Aquí se trata de personajes
casi arquetípicos de nuestra mitología
nacional. Como en toda mi obra, creo que
en estos intersticios entre el mito, la ficción
y la autobiografía es posible que se filtre
algo de la realidad y poder vislumbrar algunos aspectos del peronismo.
Realidad y ficción siempre se entrecruzan. Para Eva fue muy importante haber
sido actriz para luego ser oradora. María
Félix siempre decía que ella hubiera querido triunfar en política como Evita y a
Evita, triunfar en el cine como ella.
–Meses antes de que muriera Juan Duarte,
Fanny estaba interpretando Antígona Vélez,
de Leopoldo Marechal. Y según las crónicas históricas, el capitán Gandhi le mostró
la cabeza de su amante Juan Duarte dentro
de una bolsa. Digno de tragedia griega, otro
género para narrar la historia argentina.
Es interesante el constante juego entre
realidad y ficción. Fanny canta el Himno
Nacional Argentino recreando al personaje de Mariquita Sánchez en la película
El grito sagrado. A su vez, el 22 de mayo
de 1810 es representado en la película
como si fuera el 17 de octubre de 1945.
–Sin olvidar que el momento cumbre del
antagonismo entre los personajes es ese
momento en que los dos, Fanny y el
Capitán Gandhi, interpretan juntos el Himno
Nacional Argentino. Es un momento de
gran violencia en donde se manifiesta parti-
cularmente la agresividad de ambos. Se
gritan, se persiguen, se hacen frente
mutuamente. Para cada uno de ellos el
Himno significa y remite a dos cosas diferentes. La libertad, la justicia y todos esos
símbolos y valores grandilocuentes ligados
a la Nación y a la Patria significan cosas
diferentes.
¿Y por qué Doña Petrona?
–Fue otra manera de contar el peronismo.
Hay algo en Doña Petrona que refleja los
sentires, las formas de ser o de aspirar a
ser de las mujeres de su época, las amas
de casa de clase media. Y hay algo en la
grandilocuencia de sus recetas que también nos dicen algo del aire de sus tiempos. Aparecían torta barco, calesita,
misal, capilla, choclo, bandera argentina,
costurero o almohadón colombiano.
También los platos salados sufrían transformaciones o mutaciones hacia objetos
tales como abanicos o relojes, entre otros.
Los platos eran creados con recetas exigentes y ambiguas que requerían a veces
sólo para un bizcochuelo alrededor de
treinta huevos. Hoy esas tortas, esos platos son imposibles de hacer, casi una utopía, como sueños imposibles de la época.
¿Cómo se te ocurrió meterte con
Petrona?
–La dramaturgia en este caso está basada
en mis recuerdos personales. Me veo a mí
escuchando las recetas, la calidez del
hogar, la emotividad y la nostalgia que eso
me produce a la distancia. Por ello también
actúo.
¿Sabías que Juanita vivió junto a Doña
Petrona hasta el final? Juanita rechazó
dos novios, declaró a una revista que al
primero “lo dejó porque probablemente
tenía mal aliento”. Murió una, murió la
otra: dicen que nunca superó la amargura de que las ollas, las sartenes que
usaba la popular cocinera fueran
subastadas.
–No lo sabía. ¿Serían lesbianas? No lo creo.
Pero son interesantes esas intensidades de
amor entre mujeres. Como también la
intensidad del amor de Fanny por Eva. G
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FOTO: NATAL
CINE
CONSULTORIO BDSM
Cuero y sadomasoquismo
texto
Adrián
Melo
—¿Qué harías si muero hoy? —le
cuestiona el adolescente Hupert a
su madre.
—Me muero mañana—le contesta ella.
El problema del diálogo es que no es diálogo. Cuando Hupert increpa a su madre está
desbordado, a punto de ser internado en un
colegio y alejado de su novio porque su
madre no puede con él. Y cuando su madre
susurra la respuesta él ya se ha ido. El guión
pertenece a la primera película de Xavier
Dolan Yo maté a mi madre (2009), escrita,
dirigida y actuada por la beldad canadiense
a los tiernos diecinueve años.
Y Mommy, su última película, puede ser
considerada su reverso. Situada en una
Canadá ficticia donde eventualmente existen instituciones de encierro destinadas a
adolescentes insalvables, el film nos presenta a Steve (Antoine Olivier Pilon), con un
diagnóstico de hiperactivo y tendencia agresiva en pésima relación con una madre
épica llamada Diane (Anne Dorval), pero a
quién le dicen Die —drástica metáfora de la
madre como vientre de vida y fosa mortuoria— dispuesta a contenerlo afectivamente y
a “salvarlo” mediante la fuerza del cariño y
por encima de las instituciones. Pero para
Dolan las madres salvadoras pueden resultar tan mortíferas como las indolentes.
Como en Yo maté a mi madre, en Mommy la
comunicación nunca llega.
Las mal queridas
El bello Xavier se sitúa en una tradición gay
que arremete contra las madres. Desde
Arthur Rimbaud —con quien frecuentemente se lo compara por ser adolescente prodigio, de rizos y ojos profundos— que huyó
de su despótica madre a los diecisiete hasta
que sólo sin piernas pudieron hacer que
regresara a su hogar, pasando por la frase
de André Gide (“Familia, yo te odio”) hasta el
sensual y escandaloso Hervé Guibert, que
en su novela Mes parents (1987) traza un
despiadado retrato de sus padres y en una
escena se deja dar por el culo por su amante mientras habla por teléfono con su
madre. Porque la consigna es que “hay que
matarlos por el amor, no por el odio”.
Hermosos y malditos
Dolan ha dedicado toda su cinematografía a
los tópicos de las diversidades sexuales.
Ahora, si bien Steve no se presenta como
abiertamente gay, el film permite leer en
clave de diversidad sexual: por un lado, el
actor Antoine Olivier Pilon es el mismo que
interpretó al estudiante gay acosado, golpeado y crucificado por sus compañeros de
colegio en el corto que Dolan realizó para
Indochina contra la homofobia. Por el otro,
se alude al gusto musical camp del protagonista que incluye a Celine Dion, Oasis, Dido
y Andrea Bocelli. Y por último y principalmente sucede que, en algunas escenas
fugaces el propio Dolan reemplaza a
Antoine. Porque si el Hupert de Yo maté...
era doscientos cincuenta por ciento autobiográfico, Steve es el lado oscuro de la historia de Hubert, lo que habría ocurrido si un
Dolan marginal no se hubiera podido escapar a un reino de su propia creación.
Filmada en 35 mm en formato televisivo
para tornar la atmósfera más asfixiante, la
pantalla se expande sólo en dos momentos claves: cuando la comunidad triangular amorosa formada por madre, hijo y
vecina tartamuda parece funcionar y
cuando la madre sueña un destino venturoso y hollywoodense para su hijo. Como
todos los jóvenes de sueños inabarcables,
aquellos que aman y odian demasiado,
temidos y rechazados por la sociedad
pero nunca integrados o domados (excepto, como diría Foucault, haciendo que los
maten en la guerra), Steve quiere ir más
allá de los límites y por ello busca permanentemente expandir la pantalla y las
posibilidades de vida y en el oscuro, triste
y a la vez esperanzador final tan sólo
parece cumplir el sino de los jóvenes
rebeldes y malditos. G
compre ropa de cuero?” No es la
primera vez que me consultan sobre el
tema. Es frecuente la asociación de cuero
y SM. Incluso a mí, cuando empecé a participar de los clubes leather en Buenos
Aires, la respuesta me parecía obvia: el
cuero es fundamental, pensaba. En los
clubes Fierro Leather y el BALC (Buenos
Aires Leather Club) el código de vestimenta era bastante estricto: no se permitía la
entrada a quienes no usaran como mínimo
botas o borceguíes, y a quien no cumplía
con ese mínimo requisito, se le permitía
entrar desnudo o en ropa interior (si no era
rosa flúo, claro). Pero hay que tener en
cuenta que se trataba de clubes específicos leather, sólo para hombres, además de
que dejaron de existir, aunque todavía siga
rodando por ahí alguna bandera que quién
sabe si en algún momento volverá a ver la
luz. Es muy probable que precisamente los
clubes leather en Buenos Aires se hayan
extinguido por el estricto código de vestimenta. “El cuero es caro”, comentaba un
amigo cuando hablábamos en una reunión
sobre la desaparición de los clubes. En la
charla también coincidimos en que a la
sigla BDSM le faltaría una F de fetichismo,
“y ya que estamos de fist fucking”, agregó
mi amigo, fanático de esta práctica, que
según algunos autores como el francés
Erik Rémès no entra en ninguna de las
categorías del BDSM (ver BDSM ilustrado
del 19/9/14). Repasemos: B de bondage,
D de disciplina y dominación, S de sadismo y de sumisión, M de masoquismo.
Volviendo a la cuestión fetichista, en el
sadomasoquismo en general, la restricción
de la vestimenta no existe. Si pensás que
el cuero es fundamental para calentarte es
porque sos leather, si no, no lo sos. Podés
ser sadomasoquista y no sentir ninguna
atracción por el cuero o viceversa, podés
tener el fetiche del cuero y no ser sadomasoquista. Y aunque muchos en el ambiente
BDSM consideramos el fetichismo importantísimo, la sigla BDSM no lo contempla.
Lo importante es que para un encuentro o
sesión SM podés vestirte como se te dé la
gana o jugar completamente desvestido.
La ropa y los accesorios pueden formar
parte del juego o no. Lo importante es
descubrir si tenés algún fetiche en particular: puede ser por los trajes, la lencería, la
ropa de trabajo, los uniformes, el látex, la
lycra, las zapatillas sucias o nuevas, la
ropa deportiva o lo que se te ocurra y lo
más importante es que encuentres con
quien compartir ese fetiche. Para conocer
a alguien afín podés probar la app de
Recon (perfiles fetichistas para hombres
gay), y la comunidad BDSM Mazmorra
(Mazmorra.net). Si lo que te gusta es el
cuero, lo principal es el calzado, pueden
ser borceguíes o botas de cualquier tipo:
motoqueras, militares, tejanas, etc. Si bien
es cierto que el cuero es caro, cuando el
fetiche se impone el instinto nos ayuda a
encontrar lo necesario. Para empezar, la
feria americana o la compraventa de usados por Internet son una buena opción. G
13.SOY.2.4.15
TIRAR A MAMÁ DEL TREN
“
Me gustaría probar con el
texto
sadomasoquismo —me escriPablo
Pérez be Luciano—. ¿Hace falta que me
vv
vv
En Mommy, Xavier
Dolan cumple por
segunda vez el sueño
de todo enfant terrible
y gay: matar a mamá
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PÆgina 1
2 DE ABRIL. DÍA DEL VETERANO Y DE LOS CAÍDOS EN LA GUERRA DE MALVINAS
TRAS SU MANTO
DE NEBLINAS
Ezeiza, abril de 1982. “Cuando
nos juntaban a la mañana, nos
contaban y nos hacían numerar. Decías en voz alta el
número que te había tocado. En la cuadrilla
se notaba que uno tenía un tono afeminado y era todos los días escuchar que lo
maltrataban, lo hacían que repitiera y se
reían. No sé si lo trasladaron o qué le pasó,
pero de un día para el otro no estaba más”,
dijo a SOY Pablo Castro, a quien le tocó
hacer el Servicio Militar Obligatorio en el
momento que por radio y TV salía el primer
comunicado de guerra en rotativo, cada 30
minutos, un 2 de abril: “La Junta Militar
como órgano supremo del Estado comunica al pueblo de la Nación Argentina que
hoy, la República, por intermedio de sus
Fuerzas Armadas, mediante la concreción
exitosa de una operación conjunta, ha
recuperado la islas Malvinas para el patrimonio nacional”.
ras las palmas de la mano antes del apto.
Nosotros no teníamos idea para qué lo de
las manos, hay muchos mitos. Me contaron que a los homosexuales y a los judíos
los marcaban en la palma con un fibrón”.
En el DNI, según Pablo, “te ponían siglas.
‘Apto A’ era cuando no tenías ninguna
enfermedad ni impedimento. ‘Apto B’
cuando tenías algún problema menor que
no te eximía, ‘DAF’ era deficiencia de aptitud física y justificación para que no hagas
el servicio. También me dijeron, cosa que
nunca vi, que te marcaban con ‘OAD’: orificio anal dilatado. Eso circulaba todo el
tiempo y era una forma más de insulto, ‘eh
vos OAD’. En el ámbito militar se usaba
cualquier cosa para hostigar y maltratar.
Las palabras homosexual o judío las usaban como un insulto en sí. ‘Zaina de mierda’ o ‘carabina recortada’ eran insultos
reservados para los judíos”.
La revisión médica
Uno de los primeros capítulos de
Iluminados por el fuego. Confesiones de un
soldado que combatió en las Malvinas, está
dedicado al cabo Dumas, y menciona que
era abiertamente homosexual. El ex combatiente y periodista Edgardo Esteban
escribió el libro con la colaboración de
Gustavo Romero Borri, y la historia llegó al
cine con la dirección de Tristán Bauer. “La
sociedad era muy prejuiciosa en el
momento de la guerra, aunque en este último tiempo se trabajó mucho en igualdad
de género para que cada cual haga su vida
como quiera. Son deudas que de a poco
se logran resarcir, no sólo con el género.
Los propios ex combatientes, que hoy
somos parte de la sociedad, por mucho
tiempo fuimos discriminados: te discriminaban por ser negro, judío, homosexual o
por lo que sea; era una época muy violenta
y cruel”, dijo a SOY Edgardo.
14.SOY.2.4.15
texto
Matías
Máximo
Pablo tenía 19 años (clase 63) y por un año
de diferencia no tuvo que ir a Malvinas,
sino quedarse “bajo bandera” en un cuartel
de las Fuerzas Aéreas. Eso implicaba que
si llamaban tenía que ir. Algunas noches le
tocaba quedarse despierto en el monte en
“escuadrones fantasmas”, porque los oficiales decían que se esperaba un bombardeo al aeropuerto.
A los 18, Pablo tuvo que hacerse la revisión médica: “Me tocó en el Regimiento de
Patricios. Te ponían en bolas y tenías que ir
pasando de puerta en puerta a que los
médicos te revisaran e hicieran preguntas,
como enfermedades preexistentes y esas
cosas. En uno de los puntos te hacían inclinar y te revisaban la cola a ver en qué estado estaba. Después tenías que bajar
corriendo unas escalinatas y debajo había
dos oficiales que te pedían que les mostra-
Iluminados por el fuego
En el libro aparecen algunos nombres cambiados para preservar las identidades. “Era
el cabo del rancho, así que en sus manos
estaba la comida. Tenía ese poder sobre
nosotros, pobres soldados hambrientos y
congelados, capaces de dar cualquier
cosa por un jarro de mate cocido humeante. Lo conocí en Malvinas y a poco de llegar me di cuenta de sus maneras afeminadas. Tiempo después el cabo Dumas había
empezado a tener adeptos entre la tropa y
no pasaba noche en que no se llevara un
soldado a su pozo de zorro. Tenía una
forma muy cariñosa de tratarnos y sus
conversaciones siempre terminaban en la
misma cuestión: el sexo”, dice el capítulo
dedicado al cabo Dumas y también asegura que cuando tocó ponerse en armas, el
cabo fue uno de los más valientes.
Esteban cuenta que, como les pasa a
muchos autores, después de 20 años no
volvió a leer su libro y no sabe si volvería a
escribir lo mismo de igual forma. Pero
recuerda que en su momento las visiones
diferentes que contó generaron violencia.
Correrse de cierto relato épico y hablar de
vejámenes y bajezas propias de la guerra
todavía molesta a algunxs. “En la colimba
eran violentos y el maltrato era permanente. Es como que me transporto en el tiempo y siento que por suerte al ver a mis
hijos las cosas cambiaron, porque había
una forma muy perversa y cruel, no había
piedad. Está el caso del soldado Silvio
Katz, al que por ser judío le tiraban la
comida en el excremento para que comiera de ahí. Y tantas historias de abusos de
poder”, dice Edgardo.
Los nepaleses
El 2 de abril de 1983 Gabriel García
Márquez escribió para el diario El
Espectador varios datos espeluznantes:
“Con motivo de la visita del Papa a la
Solicitada en Clarín, 4 de mayo de 1982
Con más de 120 denuncias de torturas, violaciones y tratos inhumanos, la causa por
violaciones a los derechos humanos contra los soldados que combatieron en la guerra
de 1982 se inició en 2007. Todavía falta mucho por esclarecer. Tanto la humillación por
homosexual como el abuso sexual siguen protegidos por la vergüenza y el tabú.
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ENTRE EL MITO, LAS
HABLADURÍAS, LA
LITERATURA Y EL
TABÚ, EL FACTOR
HOMOSEXUAL SE
CUENTA ENTRE UNA
HERENCIA DOLOROSA
Y TAMBIÉN HEROICA
DE LOS DÍAS DE LA
GUERRA
Solicitada en Clarín, 4 de mayo de 1982
‘tíos’ o ‘soplanucas’, como les llaman a
esos tipos que te dan casa y todos los
placeres a cambio de una relación sexual.
Yo digo que hay que tener mucho estómago, pero ante ciertas situaciones te
olvidás del estómago (Marcos García,
clase 62)”, escribió Perlongher.
Argentina, los ingleses devolvieron mil prisioneros. Cincuenta de ellos tuvieron que
ser operados de las desgarraduras anales
que les causaron las violaciones de los
ingleses que los capturaron en la localidad
de Darwin. La totalidad debió ser internada
en hospitales especiales de rehabilitación,
para que sus padres no se enteraran del
estado en que llegaron: su peso promedio
era de 40 o 50 kilos, muchos padecían de
anemia, otros tenían brazos y piernas cuyo
único remedio era la amputación, y un
grupo se quedó internado con trastornos
psíquicos graves”.
La versión de los anos desagarrados no
figura en ningún otro documento histórico
ni la afirman historiadores ni combatientes. El cultor del realismo mágico también
habla de una cuadrilla de nepaleses: “El
recuerdo más terrible que conservan los
sobrevivientes argentinos es el salvajismo
del batallón de ‘gurkhas’, los legendarios
y feroces decapitadores nepaleses que
precedieron las tropas inglesas en la batalla de Puerto Argentino. ‘Avanzaban gritando y degollando’, ha escrito un testigo
de aquella carnicería despiadada. ‘La
velocidad con que decapitaban a nuestros pobres chicos con sus cimitarras de
asesinos era de uno cada siete segundos.
Por una rara costumbre, la cabeza cortada la sostenían por los pelos y le cortaban
las orejas’”.
El capítulo de Historia de la homosexualidad en la Argentina donde Osvaldo Bazán
habla de Malvinas, cita a Perlongher, donde
aparece otra vez el tema de los nepaleses,
con detalles maricas. El ensayo se publicó
en mayo de 1984 en la revista El Porteño,
se llama “El sexo de las locas”, y
Perlongher cita un reportaje hecho en 1983.
“Un compañero mío me habló de los
gurkhas, llevaban una perla en la oreja
izquierda o en la derecha, y la ubicación
representaba al homosexual pasivo o
activo” (Pablo Macharowsky, clase 63).
En el mismo reportaje otro conscripto da
a entender que los soldados tenían, de
antemano, cierto training: “Cuando yo
estuve en Córdoba, antes de ir a las
Malvinas, y nos daban franco porque no
había qué darnos de comer, aparecían los
“En la guerra hay otros códigos, podés
matar, y de ahí para abajo podés todo.
Pero una cosa es el código militar y la disciplina, que está en cualquier ejército del
mundo, y otra el ensañamiento. Ya sea por
la sexualidad o la religión, no hay derecho
al abuso. ¿Qué es lo que le pasa a la gente
cuando va a una guerra? Una persona que
tiene un nombre, una familia y sus recuerdos cuando vuelve está modificada por un
montón de situaciones. Un chico de 18
quiere vivir, no quiere morir. Y por eso está
el reclamo, como colectivo de denunciantes de muchas provincias, de que se
entienda que hubo violaciones a ciertos
derechos fundamentales”, dijo Edgardo.
La causa por violaciones a los derechos
humanos contra los soldados que combatieron en la guerra de 1982 se inició en
2007. La presidenta Cristina Kirchner, en
su discurso a la Asamblea Legislativa en la
apertura de 2015, arengó a concurrir a la
Corte Interamericana de Derechos
Humanos, después de que la Corte
Suprema argentina desestimara sus pedidos. El Centro de Ex Combatientes
(Cecim) de La Plata, que forma parte del
colectivo que reclama que los vejámenes
sean investigados como de “lesa humanidad”, dijo que se presentará en el “menor
tiempo posible” ante la CIDH: “No descansaremos hasta que se investigue a todas y
cada una de las personas sospechadas de
haber cometido graves violaciones a los
derechos humanos”. G
15.SOY.2.4.15
A la Corte Interamericana
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