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EL DÍA, domingo, 28 de junio de 2015
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BATALLAS ESPECTRALES
en Canarias, un fenómeno
paranormal acreditado en otras
latitudes, contado por testigos. 6/7
del domingo
revista semanal de EL DÍA
RECUERDOS DEL PASADO
DUELO EN EL TRASATLÁNTICO “BEGOÑA”
POR LA MUERTE DE SU CAPITÁN (1969)
Texto: Manuel Marrero Álvarez
(exdelegado de la Compañía
Trasatlántica Española en Canarias)
E
l 20 de julio de 1969, muy
temprano, llega a Santa
Cruz de Tenerife la turbonave "Begoña", cumpliendo su tradicional itinerario de línea regular, procedente
de los puertos americanos de Kingston, Puerto España y La Guaira, con
un total de 1.122 personas a bordo, de
las cuales 780 eran pasajeros en
tránsito, 138 destinados a este puerto
y una dotación compuesta de 204 tripulantes. Su silueta comenzó a vislumbrarse en la lejanía del sur de la
isla pasadas las cinco de la mañana
y, según se aproximaba a puerto, su
alumbrado resplandecía y se distinguían sus tradicionales colores, chimenea y casco negro, con el resto pintado en blanco, sobresaliendo el intenso azul de las fundas de sus botes
salvavidas. El buque toma práctico en
el antepuerto y se adentra en la dársena, avanzando lentamente hasta la
sección quinta del muelle Sur, donde,
a la voz de “fondo”, ordenada desde
el puente de mando al oficial de proa,
echa al mar el ancla con seis grilletes
de cadena para iniciar el reviro y posterior atraque unos minutos más
tarde en la mencionada sección. El barco
tiende a escorarse ligeramente a
estribor debido a su poco lastre y porque en las cubiertas de esa banda la
casi totalidad de los pasajeros se arremolinan a pesar de la hora temprana,
intentando los destinados a Tenerife
reconocer a sus familiares y amigos
que acuden al muelle a recibirlos, tras
muchos años de ausencia en Venezuela;
y los de tránsito, por ser los primeros
en querer desembarcar y aprovechar al máximo para recorrer la ciu-
dad durante la corta estancia del buque en puerto. Al propio tiempo, los
empleados de Cepsa y Junta de Obras
del Puerto preparan en tierra sus mangueras para el inmediato suministro
de combustible y aguada.
El "Begoña" y su hermano gemelo,
el "Monserrat" –este con una cubierta
menos–, adquiridos en Italia a mediados del año 1957 con motivo del incremento de la emigración española
a Venezuela, fueron unos barcos extraordinariamente populares y dejaron un recuerdo imborrable en los miles
de isleños que viajaron en ellos, formando un vínculo entrañable en la vida
marinera de este puerto, efectuando
escalas regularmente y de forma
continuada hasta el final de sus días
de mar, unos tres lustros más tarde.
Pertenecían a la flota de la centenaria Compañía Trasatlántica Española
y estaban adscritos al servicio de pasajeros, Southampton, norte de España,
Canarias, Centroamérica y Antillas Británicas.
Desde el muelle, donde esperábamos al buque como representantes de
la naviera, pudimos divisar circunstancias extrañas en el puente de
mando que nos hicieron pensar que
algo anormal tenía que estar pasando,
ya que su capitán titular no se encontraba en su puesto y era el primer oficial quien daba las órdenes de maniobra junto al práctico. Además, no salía
al alerón a saludarnos gorra en mano,
como era su costumbre siempre que
su buque llegaba o partía de Tenerife.
Una vez amarrado al muelle, nuestra inquietud se vio lamentablemente justificada al decirnos los
médicos de a bordo que el capitán Luis
Foyé debía ser desembarcado con
urgencia en Santa Cruz para su reconocimiento y tratamiento en tierra,
debido a su mal estado de salud, agravado en las últimas horas. Por tal
motivo, se solicitan los servicios de
El trasatlántico
“Begoña”, que
mandaba el capitán
Luis Foyé. Archivo
Manuel Marrero.
una ambulancia de Cruz Roja, que se
coloca junto a la escala para recoger
al enfermo y trasladarlo hasta una clínica de la capital donde quedará hospitalizado. Como detalle de su gran
personalidad, debemos reseñar que
era tal su orgullo y sentido del honor,
que a pesar de su delicada situación,
se negó a bajar a tierra en camilla,
haciéndolo a pie.
Asume el mando de la nave el primer oficial José González Conde y una
vez efectuadas las operaciones de desembarque y embarque de pasajeros
y aprovisionamiento, el buque reanuda
su navegación a las 13.00 horas del
mismo día, zarpando con destino al
puerto gallego de Vigo y al de Southampton, en el sur de Inglaterra.
Tras varias intervenciones quirúrgicas, los facultativos nada pudieron
hacer por salvar la vida de este prestigioso y joven capitán, falleciendo once
días más tarde de su desembarco, el
31 del mismo mes, a la temprana edad
de 45 años, causando gran sorpresa
y profundo dolor en la familia Trasatlántica por lo inesperado, dada la excelente salud de la que aparentemente
gozaba el Sr. Foyé.
También en Santa Cruz tuvo enorme
repercusión su muerte, debido a la cantidad de canarios que viajaron en los
buques mandados por él, especialmente
en su última etapa del "Begoña", y cuando desempeñaba el cargo de primer
oficial en otros barcos, dejando siempre el mejor de los recuerdos debido
a su amabilidad y exquisita atención
a bordo. Las muestras de dolor quedaron patentes en las manifestaciones de condolencia recibidas en las
oficinas de los agentes-consignatarios
de la compañía Trasatlántica, Sres. La
Roche, al tiempo que el puerto tinerfeño y sus gentes, que tantas veces visitó
y del cual decía que era un placer llegar a él por las buenas condiciones técnicas y las facilidades que siempre en-
contraba su barco en todas las operaciones relacionadas con la escala, rememoran con nostalgia al ilustre marino
y amigo Luis Foyé, que en ocasiones
comentaba: “No concibo atracar en Tenerife y no bajar a tierra, a sentarme
un rato en el Bar Atlántico y contemplar
mi barco y el mar frente a mí, mientras saboreo una taza de café o una
jarra de cerveza”. Asimismo, al referirse a los pasajeros del archipiélago
que embarcaban en el buque de su
mando los representantes de la
naviera en este puerto escuchaban de
él frases tan halagadoras como:
“Buena gente son estos canarios;
personas muy tranquilas que jamás
causan problemas a bordo”.
Pero a pesar de las bondades del capitán Foyé, éste era un hombre de carácter, introvertido y muy difícil verlo sonreír, aunque los que compartieron con
él momentos de trabajo y amistad, justificaban su extraña personalidad
como producto de su difícil y escalofriante juventud. Y es que, con apenas 17 años, se alistó en la 3ª Compañía
de la 1ª Bandera de la Legión Española de Voluntarios, y en los años 1941
a 1943 con el grado de cabo 1º, combatió junto al ejército alemán en la
Segunda Guerra Mundial con la División Azul. Vivió y luchó por sus
ideales, asumiendo en todo momento
que cada uno es dueño de sus actos
y que el camino elegido había sido el
correcto, acorde a sus principios.
Estas causas influyeron, sin duda, a
forjar un hombre enérgico y de grandes convicciones, llevando siempre
consigo las ideas de la disciplina que
adquirió en esa primera etapa de su
vida. Tuvo enemigos, ¡quién no!,
algunos contrarios a sus ideas, que él
jamás exteriorizó; otros, por sentimientos de envidia, pero quienes le conocimos personalmente sabemos que fue
un hombre respetuoso con todos; con
sus superiores y con sus subalternos,
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domingo, 28 de junio de 2015, EL DÍA
EN PORTADA
aceptando con educación y máxima
deferencia aquellas personas con
opiniones e ideas diferentes a las suyas.
Dicen que fue un hombre autoritario
y no es verdad; más bien era tímido
y reservado, exigiendo, eso sí, el máximo respeto a su intimidad. Por sus
acciones en el frente de batalla lucían
en su pecho varias condecoraciones
y era, sin duda, en esa época el capitán de Trasatlántica que ostentaba más
distinciones y honores, aunque prácticamente todos conseguidos por
méritos de guerra, durante su servicio en la División Azul; entre otros,
la Cruz de Hierro de 2ª clase, que le
fue concedida el 26 de enero de
1944. Gustaba salir a tierra de uniforme,
donde prendían los pasadores reflejando tales símbolos, causando admiración en la gente de la calle que observaba a un marino mercante tan condecorado. Como consecuencia de
ello, también entre muchos de sus compañeros oficiales y subalternos, donde
creo que se encontraba el grupo de los
envidiosos, era conocido como el “Capitán Medallas”.
Rendía pleitesía a sus pocos amigos
y nadie podía negarle su alta profesionalidad, rectitud y el orgullo que sentía por ser capitán de la Compañía Trasatlántica Española, aunque su gran
personalidad le hiciera llevar a rajatabla aquello que le confiere la ley, de
que durante la navegación le da tal
poder de mando que nadie a bordo está
por encima del capitán, convirtiéndose
en el “primero después de Dios”, según
expresión sajona.
Su primera responsabilidad como
capitán la ejerció en el carguero
“Ruiseñada”, pero él se oponía a que
lo calificaran de tal manera porque decía
que no era lo mismo mandar un carguero que “estar al mando de un buque
de carga de la Trasatlántica Española”,
con un nombre ilustre que honraba
al que fuera presidente de la Naviera,
conde de Ruiseñada, biznieto del marqués de Comillas y fundador de la compañía. Por ello, mientras fue capitán
de dicho barco, al que mantenía con
una imagen impoluta, impuso la
obligación a todos los oficiales de usar
durante su estancia a bordo el uniforme
reglamentario, y en especial en las horas
del comedor, tal como se hacía en los
buques de pasaje, a pesar de que en
el resto de la flota de carga de la compañía no fuera obligatorio. Asimismo,
igual que siempre se hizo en la centenaria Naviera, no permitía al personal del puente de mando sentarse en
momento alguno durante la guardia,
debiendo permanecer en pie durante
las cuatro horas de servicio. Como curiosidad, cabe contar que estando de primer oficial en el “Satrústegui” bajo el
mando del capitán Jaume, éste hizo
subir al puente un taburete para que
en su guardia descansara de vez en
cuando, toda vez que padecía grandes dolores en una pierna como consecuencia de las heridas sufridas en
la guerra por la explosión de una bomba.
No solo rechazó el mismo, sino que
lo hizo retirar del puente inmediatamente.
El “Ruiseñada” era un
buque de 5.135 toneladas
de peso muerto, 106
metros de eslora y servía
la línea MediterráneoCentroamérica, con escalas en Tenerife en su viaje
de retorno. Disponía de
camarotes para alojar
hasta 12 pasajeros, que con
frecuencia se ocupaban en
su totalidad. Todavía
recordamos las comidas
que teníamos en el desaparecido restaurante La
Riviera, después de la
obligada visita a mediodía
al comandante de Marina,
donde el maitre Santiago
Domínguez mostraba su
admiración por la personalidad del capitán, aunque nosotros siempre pensamos que tal vez fuera por
las condecoraciones que lucía.
En el viaje extraordinario que el
"Monserrat" realizó a Australia a
mediados del mes de mayo de 1959,
con su capacidad al completo de pasajeros vascos y griegos, el buque tuvo
una travesía muy aciaga en el viaje de
ida por culpa de algunas averías en su
sistema de propulsión y por un motín
a bordo originado por los pasajeros griegos, afortunadamente sofocado por
la tripulación con la inestimable
ayuda de los 170 pasajeros vascos. El
barco lo mandaba el capitán Jaume
y llevaba de primer oficial a nuestro
protagonista Luis Foyé. Asimismo, en
su vuelta a España, cuando navegaba
por el Índico, a una 600 millas al sur
de la isla de Socotora, el viaje se convirtió en odisea al recibir una llamada
de auxilio del buque italiano “Avior”,
que, con 21 tripulantes, sufría una vía
de agua y se encontraba en peligro de
hundimiento. En medio de un fuerte
temporal del sudoeste, el "Monserrat"
luchó durante cuatro días contra las
inclemencias del tiempo, salvando finalmente a la totalidad de la tripulación,
en tanto que el buque italiano desaparecía bajo las aguas poco más
tarde. El capitán Jaume y los tripulantes
que intervinieron en el salvamento fueron condecorados con la Cruz del Mérito
Naval de primera clase con distintivo
rojo, mientras que el Sr. Foyé, que no
participó en la operación por recomendación expresa del capitán debido
a sus problemas físicos y a pesar de
sus deseos de contribuir en el rescate,
fue el único oficial de puente que no
entró en el grupo de tales condecoraciones.
Su ingreso en la Compañía Trasatlántica Española se había producido
el año 1953 con ocasión de la entrada
en servicio de los buques mixtos “Guadalupe” y “Covadonga”, de 14.800 toneladas y construidos en Bilbao para cubrir
el servicio Norte de España-Costa Este
de Estados Unidos. Acababa de cumplir 29 años y lo hizo como tercer oficial del primero de ellos, permaneciendo en la naviera hasta su fallecimiento, 16 años más tarde.
Sus restos mortales, embalsamados,
El capitán Luis
Foyé con sus
condecoraciones en
1965. Archivo capitán
Rafael Jaume.
estuvieron depositados
durante cuatro días en
Santa Cruz de Tenerife,
hasta la llegada, el 4 de
agosto, de la motonave
“Satrústegui”, en su regreso
de América, que sería la
encargada de transportar
el cuerpo hasta el puerto
de Barcelona, su lugar de
residencia en vida. El
barco, una vez más, venía
al mando de Rafael Jaume,
que fuera su entrañable
amigo y al que tuvo de primer oficial durante muchos
años, tanto en la citada
motonave como en el
buque "Monserrat". Nos
consta que Luis Foyé profesaba al capitán Jaume
auténtica admiración y
amistad, considerándole
su mejor amigo en la
compañía. Pero antes de que este definitivo traslado se produjera, la turbonave "Begoña" vuelve a Tenerife en
su nuevo viaje a América cumpliendo
su itinerario de línea regular y lo hace
el 2 de agosto a las cinco de la tarde,
fecha en que se esperaba que el
capitán enfermo estuviera totalmente restablecido y volviera a tomar
el mando del barco. Sin embargo, la
vida no lo quiso así y ahora llevaba
dos días muerto.
La noticia de la muerte fue dada a
conocer a bordo a través de un radiotelegrama enviado por la gerencia de
la naviera en la travesía Vigo-Tenerife.
Tampoco para nosotros el buque parecía el mismo, tal vez porque lo contemplábamos con sentimientos nostálgicos, pero daba la impresión de que
la parte espiritual de las 1.100 personas que viajaban, 900 pasajeros y 200
tripulantes, la habían trasladado a la
nave para dar la razón a aquellos que
dicen que los barcos tienen alma, porque aquella tarde observamos que todo
era diferente. En el buque se respiraba
mucha tristeza, extendiéndose esta
sensación incluso hasta los dos remolcadores que colaboraban en las operaciones de atraque. Las banderas del
barco ondeaban a media asta y
muchos miembros de la tripulación
mostraban su consternación y su
llanto, sentimientos a los que parecían
unirse los pasajeros en tránsito pues
la algarabía de otros viajes fue sustituida por un silencio sepulcral. Casi
todos los tripulantes libres de servicio se trasladaron al tanatorio donde
se encontraba el féretro, para rendirle
su último homenaje.
El "Begoña" continuó viaje a América, al mando de su nuevo capitán,
González Conde, quien tomó el relevo
el día 20 de julio, cuando desempeñaba plaza de primer oficial y después
de embarcar en Tenerife 96 pasajeros
con destino a Venezuela. En el momento de su partida, a las 2100
horas, una gran cantidad de humo
negro salió por su chimenea, como queriendo transmitir que el barco estaba
de luto y sufría el dolor por su capitán muerto. No hubo música de
pasodobles ni lanzamiento de confetis
y serpentinas a la salida, ni tampoco
lanzó las tres pitadas largas de saludo
al puerto como era tradicional. En silencio y lentamente soltó amarras, levó
ancla y zarpó “avante poca” hasta el
abandono de la dársena, en que, ahora
sí, metió “avante toda” en pleno océano
Atlántico y se perdió allá en el horizonte, por el sur de la isla, con destino al puerto venezolano de La Guaira.
Atrás quedó el cuerpo sin vida del
que había sido su capitán, cuyo
ataúd fue conducido a bordo de la
motonave “Satrústegui” bien entrada
la noche, produciéndose la salida a la
una de la mañana, hora triste como
el ambiente que se respiraba en el desatraque, donde ondeaba la bandera del
buque a media asta, tanto a la salida
de este puerto como a la llegada a Cádiz
y a su destino final, en Barcelona. Y
en aquella hora intempestiva de la
medianoche, desde la explanada del
muelle Sur, contemplábamos la partida del buque y despedíamos los restos mortales de un hombre de honor
como fue el capitán Foyé, quien tantas veces nos correspondió en vida con
su afectuoso saludo desde el puente
de mando.
Murió el capitán y amigo, aunque
solo esto último afectaba a nuestros
sentimientos, porque su mando fue
reemplazado al instante; “a rey muerto, rey puesto”. Pero el amigo que ahora
nos dejaba para siempre era algo diferente; era irremplazable y solo podíamos lamentar y llorar su muerte. Por
ello, en la soledad de la noche y la tristeza del momento, venían a nuestra
mente algunas estrofas y la voz melódica del gran Alberto Cortez: “Cuando
un amigo se va, queda un espacio vacío,
que no lo puede llenar la llegada de otro
amigo. Cuando un amigo se va, se queda
un árbol caído, que ya no vuelve a brotar porque el viento lo ha vencido”.
En la Real Basílica Nuestra Señora
de la Merced, de la Ciudad de Barcelona, se celebró una misa solemne oficiada por el párroco del templo, reverendo Lorenzo Castells, a la que asistieron, además de sus padres, hijos y
hermana, directivos de Trasatlántica
y numerosos capitanes y oficiales de
buques surtos en el puerto. En la ceremonia, el oficiante se refirió al fallecido diciendo que, “además de su impecable caballerosidad, su notable cultura y su bien probado patriotismo,
era un profundo creyente que ante la
inmensidad de todos los mares, bajo
la cúpula azul de todos los firmamentos,
supo elevar su mirada a la altura con
la fe de los convencidos y con la devoción de los limpios de corazón”.
Poco tiempo más tarde, recibimos
una carta manuscrita de su hermana
Maribel, desde Barcelona, en la que,
entre otras cosas, nos decía: “Querido
amigo Manuel, el motivo de estas líneas
es enviarte unos recordatorios de los
funerales de mi muy querido hermano
Luis (q.e.p.d.), que sé erais buenos amigos y que fuiste a visitarle durante su
estancia en la clínica, cuyo detalle te
agradezco mucho... Recibe afectuosos saludos de... Maribel Foyé”.
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EL DÍA, domingo, 28 de junio de 2015
HISTORIA SOCIAL
Las rutas de un panadero en la Villa
de San Juan de la Rambla
(1949-1965)
Texto: Ángel Tomás Beltrán
Hernández
A mis abuelos Tomás y Lolita
E
ste artículo tiene dos
metas principales: a primera es ofrecer una aproximación a la “historia
desde abajo” (1), una rama
de la Historia Social; la segunda
meta era escribir un artículo que llegase al gran público, enfatizando en
el recuerdo de un personaje entrañable
de San Juan de la Rambla, en el norte
de la isla de Tenerife.
A nivel más próximo, la “historia
desde abajo” es un modelo de narración histórica que tiene por objeto ofrecer un estudio desde la perspectiva
de la gente común. Esta forma de hacer
historia debería darse con más frecuencia puesto que, indagando en los
testimonios que nos proporcionan personas así, tendremos acceso a una amplia fuente de información desde otros
enfoques, quizás desconocidos para
muchos, en contraposición, a lo
habitual en muchos artículos y libros
de historia. Es decir, textos que narran lo acontecido en personalidades
políticas o de otra condición.
El protagonista de esta encomiable
historia es Tomás Hernández García
(2), natural del municipio de Los Realejos. En 1949, comenzó a trabajar en
la panadería de la Villa de San Juan
de la Rambla. Por aquel entonces, residía en Tigaiga (barrio del Realejo Bajo
(3), por lo que se desplazaba caminando
hasta San Juan casco. Su tarea inicial
consistía en ir a Santa Catalina (La Guancha) para buscar el trigo y la leña. Volvía a trasladarse a Tigaiga, porque llevaba los sacos de trigo al molino. De
ahí, regresaba a San Juan para hacer
el pan. La ardua tarea requería esfuerzo,
no sólo por la carga o el trayecto en
sí. En ocasiones hacía varios desplazamientos en un día. Por ello, su ingenio le llevó a construir un carro de
madera para trasladarse y transportar mercancías.
La fabricación la llevó a cabo en solitario. Por lo tanto tardó algún tiempo
en reunir los materiales necesarios.
La estructura –obsérvese la fotografía– podríamos decir que guarda
cierta similitud con las “pivas”(4) que
siguen utilizándose en el trabajo
agrícola. Las ruedas gozaban de un
diseño peculiar: los rodillos, reciclados de la maquinaria de la panadería, estaban encajados entre sí, unidos a un soporte de madera y recubiertos con goma; el sistema de freno estaba compuesto de dos partes,
por un lado una cuerda hacía girar la
dirección hasta inmovilizar las rue-
das delanteras, por otra, en la
viga central un pedal metálico
hacía frenar las ruedas traseras.
En la zona de carga, una baranda
servía de protección no sólo para
evitar que cayera al suelo el género que transportaba, también
velaba por la seguridad de los
“pasajeros”. La puerta de la parte
trasera era de utilidad como bandeja y expositor de la mercancía.
Sus puntos de reparto eran:
Tigaiga, La Rambla, Las Aguas,
San Juan, Santa Catalina, Santo
Domingo, Buen Paso, en Icod de
los Vinos, y en repetidas ocasiones subió a San José y a La Guancha. “En más de una ocasión hice
muchos panes brujos a aquellas
personas que yo sabía que lo estaban pasando mal” cuenta Tomás
Hernández. Y a la pregunta de
si los dueños se daban cuenta,
añade: “Había que andarse con
mucho ojo, pero si tenía que repartir 60 panes, decía que me
habían dado a repartir 54 ó 55.
Más no se podía, porque entonces sí se daban cuenta. Era una
época de muchas necesidades
donde pasamos muchas penas”.
Tomás se granjeó el cariño de
las personas con estos gestos de
amabilidad y con el tiempo su carro
se hizo muy popular a consecuencia
también de la escasez del momento.
Su fama alcanzó tal punto que, además, ayudaba a sus vecinos. Como a
Rosendo Hernández Hernández,
“Panchón” (5), propietario de una pequeña venta en la calle Estrecha, a la
que Tomás prestaba sus “servicios de
transporte”.
Pero, sin duda alguna, para lo que
más le entusiasmaba valerse de su carro
era para ir con su familia de paseo y
a las fiestas. Llegó a subir a bordo hasta
once personas. “Íbamos como sardinas
en lata, pero se pasaba bien; eran otros
tiempos”.
En la carretera del barrio de Santa
Catalina, cuando pasaba el “Vulca”(6),
Tomás lo adelantaba. Su chofer,
Francisco, tenía que frenar bruscamente
llegando a pelearle, porque lo retrasaba. En otra ocasión, en la calle El
Calvario, que queda en pendiente, un
grupo de niños subieron al carro, haciendo que perdiera los frenos, se deslizase calle abajo a gran velocidad (con
los niños dentro) recorriendo unos 30
metros y chocara contra un muro. Por
suerte, los pequeños no sufrieron ningún daño, ni siquiera se asustaron lo
más mínimo, y, según Tomás, “de no
haber salido y llamarles la atención,
lo hubiesen vuelto a hacer”.
En las fiestas de Buen Paso, un familiar que residía allí le regaló una rueda
de churros para repartirlos al llegar
a San Juan. Cuando llegó la hora de
recogerse, subieron al carro. Iban cantando y tocando las palmas por el camino y no se percataron de que los
churros caían al suelo. A su llegada,
sólo les quedaba uno. “Por aquel entonces una rueda de churros costaba unas
10 pesetas y no estábamos para lujos;
todos nos quedamos con esa espinita
de que se cayeran los churros por el
camino”.
En el casco de San Juan, dos her-
NOTAS
(1) Burke, Peter. Formas de hacer historia.
(1993).
(2) Nació en 1933, vivió en Tigaiga su niñez y parte
de su adolescencia. Se casó en San Juan de la Rambla y tuvo siete hijos. Falleció el 30 de diciembre
de 2013, en San Juan de la Rambla.
(3) El Consejo de Ministros de 23 de diciembre
de 1954 acordó la fusión entre el Realejo Alto y el
Realejo Bajo en un solo municipio. Los Realejos.
El acuerdo se hizo público a través del Boletín Oficial del Estado el 6 de enero de 1955. AA.VV. Cincuentenario Fusión Los Realejos. Los Realejos,
cinco décadas. (2005).
El carro en 1960.
De izquierda a
derecha: Tomás el
panadero, José de la
luz, Pepito de la
farmacia, Panchón y,
a las riendas, Felipe el
bobo. Foto cedida
por Rosario
Hernández
Velázquez.
(4) Piva o Pyva. (De la marca comercial). f. Motocultor que se emplea para arar y como transporte.
Corbella, D. y Corrales, C. Diccionario ejemplificado
de canarismos, Vol. I y II. (2009).
(5) En la fotografía del carro, el señor de la corbata.
(6) Nombre por el que se conocía a la guagua.
Hay quien lo denomina “Vulcan”. La pérdida de
la “n” posiblemente se deba a la tradición oral.
(7) Ventorrillo. m. Tienda ambulante hecha hasta
hace unos años con cañas y sábanas, hoy con otros
materiales, que se arma en ferias y fiestas para la
venta, especialmente de bebidas, cierto tipo de comidas y golosinas. Corbella, D. y Corrales, C. Diccio-
manos que padecían discapacidad psíquica, Felipe y Antonio, solían ir a las
fiestas solos. Coincidían con Tomás
la mayor parte de las veces, ya que el
panadero también trabajaba en un ventorrillo (7). Concluidos los actos, le pedían regresar a casa en el carro. Tomás sabía que a ellos “les hacía mucha ilusión”, así que los llevaba.
Ahora bien, a pesar de su discapacidad, estos dos hermanos eran personas
trabajadoras y educadas. Tenían por
costumbre sentarse en la parada de
la guagua (8) y la gente, al verlos abanando, identificaba al pueblo de San
Juan de la Rambla como el de los bobos.
Por este motivo, el municipio con título
de Villa otorgado por el rey Alfonso
XIII en 1925 (9), comenzó a conocerse
con ese calificativo(10).
A mediados de la década de los sesenta, los dueños de la panadería compraron un Jeep (11) y el carro de Tomás
cayó en desuso, quedando aparcado
en un oscuro y húmedo salón, en los
bajos de su lugar de trabajo. Viendo
el deterioro que le ocasionaba el tiempo,
prefirió que sirviera como combustible para el horno de la panadería antes
de contemplar su mal estado.
En definitiva, este relato muestra
la capacidad de ejercitar el ingenio ante
la falta de medios para subsistir. La
posguerra española fue una época de
miedos y oscurantismo, que abarcó
desde 1939 hasta 1959. Esta historia
es el ejemplo de que todo, con empeño y determinación, se pude conseguir. Su protagonista no sólo supo
ideárselas para que su oficio fuera más
sencillo, sino que consiguió lo mismo
con muchas personas de la villa
ramblera y pueblos limítrofes.
Hay una frase de David Hume
que resume lo que he tratado de explicar: “La oscuridad es efectivamente
penosa para la mente, como lo es para
el ojo, pero sacar la luz de la oscuridad, por el esfuerzo que sea, ha de ser
deleitable y producir regocijo”.
En la actualidad, incluso años después de su fallecimiento, si mencionamos a “Tomás el panadero”, las gentes que vivieron la oscura etapa antes mencionada de la historia de España recuerdan con rostro sonriente
el artesanal vehículo que tantas
anécdotas protagonizó. Muchas han
quedado en el tintero; es un riesgo de
la tradición oral. No obstante, siempre intenté prestar la máxima atención a las numerosas charlas que mantuve con Tomás, siendo fiel en la información que iba adquiriendo, fiel
ejemplo de la “historia desde abajo”
y, sobre todo, fiel al feliz recuerdo del
“carro de mi abuelo”.
nario ejemplificado de canarismos, Vol. I y II. (2009).
(8) Guagua. (Posibl. traída de Cuba, donde
pudo formarse a partir del ingl. waggon y de la loc.
adv. de guagua, de balde). f. Autobús [= vehículo
automóvil de transporte colectivo y trayecto fijo,
que se emplea habitualmente tanto en el servicio
urbano como interurbano]. Corbella, D. y Corrales,
C. Diccionario ejemplificado de canarismos, Vol.
I y II. (2009).
(9) Hernández González, Manuel. Tenerife.
Patrimonio histórico y cultural. (2002).
(10) Felipe Díaz Hernández, “El Bobo”, sentado
a las riendas del carro.
(11) Un Land Rover, matrícula TF-10108.
p4
E
n el revolucionado mundo
del desarrollo del fenómeno socio-económico del
turismo venimos desde
hace años soportando las
opiniones de muchos personajes que
no han conocido ni tan siquiera la Cartilla Turística Escolar, con la que el recordado ministro de turismo español Manuel Fraga Iribarne instruía a los españoles desde su más tierna infancia
en los valores de este acontecimiento
que ha transformado el mundo.
El sector de viajes y turismo a nivel
mundial emplea a más persona que
la fabricación de automóviles, la
minería y los servicios financieros combinados, según una investigación
del World Travel&Tourism Council
(WTTC). El Informe Benchmarking 2015
compara viajes y turismo con otros ocho
sectores que se consideran que tienen
amplitud similar y presencia global a
través de 26 países. La investigación
muestra que viajes y turismo ocupa
la tercera posición entre los ocho sectores investigados.
La industria de viajes y turismo emplea a nivel mundial: 7 veces más que
la fabricación de automóviles (14 millones), 5 veces más que la fabricación
de productos químicos (20 millones),
4 más que la banca (27 millones); 4
más que la minería (27 millones), y 2
veces más que los servicios financieros
(29 millones).
Según el informe, viajes y turismo
es el segundo sector de mayor crecimiento a nivel mundial y su pronóstico de crecimiento anual es del 3,9%
en los próximos diez años, por lo que
el crecimiento de este sector superará
al de la economía global que esta estimado en un 2.9% anual.
De acuerdo con este reporte, viajes y turismo generaron 7,6 billones
de dólares en contribución al PIB en
2014, por lo que es el cuarto sector más
grande del mundo, después de la minería, servicios financieros y minoristas.
Para David Scowsill, presidente
del WTTC, los resultados de esta investigación demuestran la enorme importancia de los viajes y turismo en la creación de puestos de trabajo en todo el
mundo, así como que esta industria
ofrece más empleos que la fabricación
de automóviles, la minería y los servicios financieros combinados.
Hasta aquí, lo que podemos llamar
una introducción al examen sobre
turismo que viene.
La capacidad de carga del territorio
Asusta pensar lo que pasaría en muchos lugares del mundo si se siguiera
–como se pretende seguir– con un
desenfrenado auge en la construcción
cuando ya estamos viendo cómo, sencillamente, se han destrozado idílicos
paraísos para el desarrollo turístico,
porque la ignorancia y al afán económico han permitido superar su capacidad de carga, aunándose a ello la desaparición de sus más ancestrales señas
de identidad, que eran, precisamente, el valor fundamental en el que
se apoyaba su irrupción en el privi-
domingo, 28 de junio de 2015, EL DÍA
El fenómeno del turismo no es, ni ha sido nunca, un juego para un
conjunto de opiniones. Se trata de un movimiento socio-económico
mundial que tiene mucho que ver con la cultura de la paz y el porvenir
de La Humanidad
EL TURISMO QUE VIENE, A EXAMEN
Un esclarecedor informe
del Consejo
Mundial del Turismo
Texto: Antonio Pedro Tejera Reyes
(del Grupo de Expertos de la Organización Mundial del Turismo, de las Naciones Unidas)
legiado mundo de lo destinos turísticos. La isla de Mallorca, en España,
es un buen ejemplo de lo que aquí
apuntamos y que conocemos muy bien,
por no nombrar otros tristes destinos
acosados por el afán del crecimiento
de las cifras de recepción turística y
del lucro económico, sin pensar en el
daño irreparable que hacen, del cual
los ejemplos están a la orden del día
por todas partes, con edificios de hoteles y apartamentos turísticos abandonados, comercios cerrados y miles
de personas en las listas del paro.
Todo un panorama que está ahí, a
la vista de todos, y sobre cuyo escenario seguimos viendo publicadas las más
increíbles y disparatadas opiniones de
quienes no entienden de este tema,
Arriba, costa del
municipio de Arico,
un paisaje marino
donde aún
predomina el color
blanco que
inmortalizara el
genial César
Manrique. Abajo,
cartilla turística
escolar del año 1960.
ni entenderán nunca, porque les
falta la preparación necesaria para ello,
algo un poco complicado de conseguir para quienes solo han pensado
en su lucro personal y nunca en el bien
que pueden hacerle a la comunidad.
Ponerse a opinar sobre la calidad del
turismo, su promoción, lo que se debe
hacer o no hacer para consolidar el mismo en determinado lugar, etc. es cosa fácil en un mundo donde “el
papel lo aguanta todo”, como se
dice vulgarmente.
Se queda uno perplejo cuando ve
cómo se desorienta totalmente a la opinión pública, hablándole de estacionalidad, turismo de lujo, cultural, de
aventuras, etc., etc., cuando los conocimientos y la óptica de quienes
opinan se ve claramente que adolece
de un mínimo de conocimientos
sobre el tema. O sea, que no conocen
siquiera la célebre cartilla que mencionamos al principio de este comentario. Que conste que no tratamos el
tema solo a escala local o nacional, tenemos últimás referencia inclusive a escalas internacionales.
La osadía, el capital y la ignorancia
llegan a todas partes, aunque se
puede comprar un libro, pero no el
conocimiento. Menos aún la experiencia.
Conocemos de cerca el denodado
esfuerzo que algunos ilustres empresarios han hecho y hacen por desarrollar
sus empresas turísticas, que es lo mismo
que propiciar el ideal de un mundo
mejor para todos. Hemos visto morir
a ilustres personajes que se pasaron
la vida haciendo el bien desde la dirección y gerencia de pequeños y grandes hoteles; participando con sus funcionarios y con sus clientes en ese místico escenario del movimiento turístico, donde todos tenemos un papel
que desempeñar.
El turismo de hoy –las personas que
hacen turismo– ha adquirido una preparación muy superior al que viajaba
hace treinta o cuarenta años. Hoy hay
unos sectores sociales incorporados
a este movimiento cuyas necesidades
hay que analizar e intentar cumplimentar. Esto no quiere decir que haya desaparecido el turista acostumbrado a
determinados servicios de calidad y
asistencia.
Esta simple reflexión, nacida de la
experiencia de muchos años trabajando
en el sector sin ninguna otra ambición
que satisfacer el deber cumplido, nos
deja profundamente desconcertados cuando vemos cómo siguen
pululando, cada vez más, personajes
entrometidos en los entresijos de esta
monumental y enjundiosa conquista
mundial que es el turismo sin que, al
parecer, haya nada que los contenga.
La ambición humana no tiene límites, y hay quienes en su ignorancia la
apoyan.
Nada mejor para terminar este
pequeño trabajo que las palabras
del mensaje del secretario general de
la Organización Mundial del Turismo,
Taleb Rifai, ofrecido con motivo del
Día de Medio Ambiente, algo íntimamente relacionado con cuanto
comentamos aquí: “Cada año, los turistas son más de mil millones de
emprendedores de viajes internacionales. Muchos aspiran a descubrir
los tesoros de la naturaleza que sostiene nuestro planeta, que son majestuosos paisajes de costa virgen, a través de la rica biodiversidad de los continentes y el medio marino.
Nuestro patrimonio natural es uno
de los mayores activos para el turismo:
es una fuente de vitalidad para el sector turístico mundial y proporciona
medios de subsistencia y desarrollo
inclusivo para millones de personas
en todo el mundo.
Sin embargo, nuestros recursos
naturales y la biodiversidad se enfrentan a retos ambientales sin precedentes.
El consumo y la producción desenfrenada en las últimás décadas tiene un
impacto directo en nuestro entorno
natural: ponen en peligro los ecosistemás frágiles, especies en peligro de
extinción y los hábitats naturales, a
menudo con consecuencias irreversibles. Viajar por el mundo nos hace
conscientes de la belleza inagotable
de nuestro planeta y nos invita a jugar
su papel en la preservación de nuestro patrimonio común”.
Sabias palabras de quien entiende
perfectamente la situación.
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EL DÍA, domingo, 28 de junio de 2015
INVESTIGACIÓN
EN PORTADA
TURISMO
Diego Crosa y
Costa
Nació en Santa Cruz de Tenerife
el 11 de abril de 1869. Fueron sus padres Ángel Crosa y Jorge, destacado
miembro del cuerpo consular y hombre de negocios, y Evencia Costa y de
Grijalva. Murió el 25 de noviembre de
1942. Es más conocido por el seudónimo “Crosita”, que él mismo eligió
para firmar sus trabajos. Singular personaje, de alegre y festiva personalidad, fue anfitrión de todas las gentes
de la cultura que visitaban la isla y muy
querido por todos los que le conocieron.
Hombre polifacético, además de poseer grandes dotes como dibujante,
fue también un afamado caricaturista, pintor, poeta, articulista, autor de
teatro, actor...
Muy amigo de la familia Estévanez,
visitaba con frecuencia la casa de Gracia, en La Laguna, participando en las
tertulias que se celebraban allí, y colaboró activamente en el periódico de
Patricio Estévanez, el “Diario de Tenerife”. En su poesía transmite su sentido del humor, que era original, ingenioso y cargado de crítica social y política.
Poseía una especial sensibilidad y
un profundo cariño hacia todo lo relacionado con su tierra, escribiendo algunos de los mejores romances y coplas
de la literatura canaria y muchas de
sus folías son ya piezas imprescindibles de nuestro acervo folklórico tradicional. Su obra gráfica, en la cual
la arquitectura tradicional es casi siempre la principal protagonista, la encontramos junto a muchos de sus escritos en las revistas Gente Nueva (fue
también su director), Hespérides, y
sobre todo en el periódico de su amigo
Leoncio Rodríguez, La Prensa.
Fue un notable acuarelista, de dibujo claro y suave, de luminoso colorido. Por desgracia, la mayoría de su
obra pictórica se encuentra en Inglaterra,
pues fueron los turistas ingleses que
venían de vacaciones al Puerto de la
Cruz sus mejores clientes.
Así lo definía Carlos Gaviño de Franchi: “El buen humor –cielo azul de las
almas–; la risa sin veneno; el desgobierno; la improvisación simpática, y
también aquella corrección dilecta, fruto
de un acabado dominio de sí mismo,
constituyen la solera de su carácter.
Sus bisabuelos fueron italianos; pero
en este caso la vivacidad latina, los nervios impacientes –siervos del sol– del
meridional, quedaron perfectamente
sujetos entre las mallas exquisitas de
la educación británica. Solterón travieso y artista, más hermano, por motivos raciales, de Boccaccio que de Rabelais, Crosa es –¡valga la frase!– un guanche magistralmente encuadernado a
la inglesa”.
Serie “Pintores canarios”, cuadro nº 21
(técnica mixta sobre papel de acuarela)
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domingo, 28 de junio de 2015, EL DÍA
CLAVES DEL CAMINO
Batallas espectrales en Canarias
Fenómenos inexplicables en campos de combate entre
guanches y conquistadores
Texto: José Gregorio González
L
a literatura paranormal
acumula una variopinta e
ingente cantidad de apariciones espectrales, casos que
tradicionalmente no sólo
nos han puesto en la senda de una
supuesta supervivencia tras la muerte,
sino también ante la posibilidad de que,
en ciertas circunstancias –determinadas
aparentemente por la intensidad de
las emociones que acompañan a un
proceso de muerte especialmente
violenta o dolorosa–, ese instante quede
grabado de alguna manera en el escenario en el que se desarrolla. En estos
casos el entorno actuaría como una
esponja o soporte de grabación en el
que se almacenaría el dramático
desenlace, un registro al que ocasionalmente podrían acceder personas
a las que se presupone especialmente receptivas.
En principio, ese parece ser el marco explicativo más plausible para
ciertas apariciones espectrales recurrentes así como para la fenomenología paranormal asociada a escenarios en los que se han cometido crímenes especialmente sanguinarios. Y
puede que también nos permita
entender una serie de casos en los que
las apariciones son de corte colectivo,
es decir, episodios en los cuales los testigos informan de apariciones grupales
que en unos casos pueden estar relacionadas con las víctimas de grandes
siniestros, como podrían ser terremotos
o incendios, y en otros, los que aquí
nos interesan, con el escenario de batallas en el pasado que se reproducen
de forma espectral.
Hasta cierto punto sería lógico
pensar, dentro de la poca lógica que
podemos asignarle a lo paranormal,
que el dolor, el terror, la agresividad
y los instintos más primarios que emergen en una cruenta batalla carguen de
manera intensa y perdurable el entorno
en el que se desarrolla. Sin embargo,
como en tantas ocasiones, la evidencia
resulta devastadora frente a esa
lógica aparente de tal manera que hay
infinidad de campos de batalla en los
que no se ha reportado ningún
fenómeno extraño, ya sea por ausencia de actividad paranormal o bien por
tratarse de lugares en los que el tránsito de personas no es habitual y por
lo tanto no hay nadie expuesto a tales
manifestaciones. No obstante, hay interesantes y documentadas excepciones en este llamativo campo de la fantasmogénesis colectiva.
Posiblemente el más conocido, y además el que pasa por ser él único episodio de aparición fantasmal reconocido
oficialmente por una nación, concre-
Los archivos de lo paranormal reservan un espacio muy especial para un tipo de
casuística muy singular, la relativa a los ecos espectrales de antiguas batallas, un
tipo de fenómeno que compensa su incuestionable escasez con la
espectacularidad que presentan los pocos y desconcertantes casos
documentados hasta la fecha. En el último año la investigación ha puesto al
descubierto varios episodios ocurridos en Canarias, casos que podrían estar
vinculados con las batallas que enfrentaron a guanches y conquistadores.
tamente por el Public Record Office,
es el ocurrido en relación con la
batalla de Edgehill, en Inglaterra,
acontecida el 23 de octubre de 1642.
La contienda fue la primera batalla de
la guerra civil inglesa, que enfrentó
al ejército parlamentario comandado
por el conde Essex Robert Devereux
con las tropas del rey Carlos I, conducidas por el príncipe Rupert del Rin.
Unos 30.000 hombres combatieron por
espacio de varias horas, sembrando
el campo de batalla de muertos y también de decenas de moribundos que
fueron dejados a su suerte en el
mismo lugar de la contienda.
Tal vez en la crudeza de aquel enfrentamiento, que terminó sin un vencedor definido, se encuentre la clave de
lo que acontecería unos meses después.
Fue al caer la noche en la víspera de
la Navidad cuando unos pastores
que cruzaban el desolado campo de
batalla se dieron de bruces con lo inexplicable. Tras escuchar voces y gritos
surgidos de la nada, así como el choque de armaduras y el relinchar de caballos, apareció con pasmosa nitidez ante
sus ojos una reproducción de la batalla en el cielo, con tanta definición que
era posible distinguir a los bandos y
contemplar los más mínimos detalles
de la contienda. Presa del pánico, los
testigos contaron en la cercana aldea
de Keinton, en Northamptonshire, lo
observado y tanto esa noche como en
los días sucesivos numerosos lugareños
Hoya La Matanza,
en San Juan de la
Rambla.
incrementaron la lista de testigos, hasta
el punto de que, debido a la notoriedad del asunto, durante el mes de enero
de 1643 se llegó a publicar un panfleto
describiendo los hechos bajo el título
A Great Wonder in Heaven. La credibilidad atribuida a tan inusuales apariciones condujo a Carlos II a enviar
al lugar a una comisión real para clarificar el asunto, dándose la circunstancia de que los propios investigadores se convirtieron en testigos de
la aparición, llegando a identificar
incluso a varios de los combatientes
espectrales, entre ellos al abanderado
del rey, sir Edmund Verney. Mientras
tanto, los aldeanos se organizaron en
cuadrillas para dar sepultura a los restos de los soldados caídos que habían
quedado abandonados en el lugar, buscando con ello que aquella interminable batalla finalizara. Al parecer, al
cabo de tres meses comenzaron a remitir las apariciones, lo que no ha impedido que incluso en nuestros días
la zona sea considerada encantada y
se continúe afirmando que una parte
de los fenómenos se reproduce en torno
a las fecha de su aniversario, algo similar a lo que ocurre en la cercana Naseby.
También allí, escenario el 14 de junio
de 1645 de otro cruento y decisivo enfrentamiento de la guerra civil, parecen haber perdurado a nivel espectral
los ecos de la batalla, de manera que
tal y como sucede con los ejércitos de
Edgehill, los lugareños siguen comu-
nicando ocasionalmente que la batalla se sigue librando en un plano invisible.
Aunque no es excesivamente abultada, la casuística existente en diferentes partes del mundo deja poco margen a la duda acerca de la rotundidad
con la que se manifiesta, debiéndose
incluir en territorio nacional el emblemático caso de Belchite el Viejo, en Zaragoza. Miles de personas perdieron la
vida en los combates y bombardeos
que sufrió la localidad en el verano de
1937, convirtiéndola desde entonces
en una auténtica ciudad fantasma. Una
pesada atmósfera de desasosiego impregna inmediatamente al visitante
del lugar, generando un abanico de sensaciones que con toda razón podríamos atribuir a la sugestión.
Sin embargo, el material psicofónico
recogido en la zona por diversidad de
investigadores despeja cualquier
duda acerca de la impregnación real
que sufre el lugar. La abultada fonoteca paranormal de Belchite incluye
el eco de explosiones, aviones, motores y maquinaria pesada que parece
rememorar los momentos más virulentos de aquellos combates, grabados por curiosos e investigadores con
los más variados soportes durante décadas. Con todo, la potencial actividad
paranormal que allí concurre no
parece percibirse de forma abierta y
consciente, algo que sí parece ocurren
en los casos recogidos en Canarias.
Jinetes espectrales
La Conquista de las Islas Canarias
terminó oficialmente hacia finales del
siglo XV, perdurando durante algunas
décadas más las escaramuzas y contiendas menores entre las tropas castellanas y los grupos de guerreros guanches que se alzaron en armas, principalmente en Tenerife, tropas indígenas refugiadas en zonas inaccesibles que representaron una incómoda resistencia contra el ejército
invasor. La historia y la tradición oral
han preservado la memoria de alguna
de estas contiendas, como sucede con
la célebre batalla de Acentejo, aunque
también, y a un nivel que nos resulta
incomprensible, la impronta de algunos sangrientos combates parece
haber impregnado determinados
lugares, dando pie a fenómenos de difícil explicación.
Estamos ante una casuística muy
poco estudiada, en cierta medida silenciada durante siglos por motivos
que sería interesante analizar pero que
ahora comienza a aflorar. El primero
de los episodios que nos interesa tiene
como escenario el norte de Tenerife.
La historia emergió indirectamente hace
unos años, en el transcurso de una meritoria investigación sobre la música tradicional y las costumbres de Icod de
los Trigos, un trabajo coordinado
por la profesora Carmen Nieves Luis.
Esa investigación permitió, asimismo,
la recopilación de información sobre
un linaje familiar conocido como
Los Alzados, un apelativo que apuntaba a su vinculación en siglos pasados con guanches rebeldes que se ha-
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EL DÍA, domingo, 28 de junio de 2015
CLAVES DEL CAMINO
bían alzado en armas contra la invasión de sus tierras. La historia concreta
que nos interesa ocurre en la llamada
Hoya la Matanza u Hoya el Reventón,
ubicada donde hoy en día se localiza
el parque recreativo de La Tahona, en
el municipio de San Juan de la Rambla. La toponimia es interesante y en
referencia al origen de dicha denominación los autores del estudio señalan que “todas las personas entrevistadas manifestaron no conocer el origen del nombre, pero sí que se trataba
de un lugar muy especial, donde solían
ocurrir cosas “raras”, que nada tenían
que ver con las brujas, y por eso lo calificaban entre los lugares llamados, por
tradición, “sitios pesados”. Esta singularidad del lugar se sustenta en testimonios como el de Casiano González Pérez, un informante que describía la zona como “un sitio pesao”, “un
sitio malo pa’ caminar porque hasta
el cuerpo te pone miedo, si vas caminando. Notas como si te fuera a pasar algo”.
Como es sabido, dentro de la toponimia del misterio y de lo mágico un
“lugar pesado” es un espacio denso,
que genera malestar, inquietud, que
la gente tiende a evitar por temer que
pueda ocurrirle algo inexplicable,
desde una aparición a desorientarse
y correr el riego de perderse.
Pues bien, fue en el seno de la familia Los Alzados, analizada en profundidad en el referido estudio, donde los
folcloristas encontraron una historia
sorprendente asociada a ese lugar y
a la tradición de las sensaciones y fenómenos inquietantes que allí concurrían.
La vivió a mediados del siglo XX Eugenio González Rodríguez, quien frecuentaba la zona como cazador en las
noches de luna llena. Dos sobrinos suyos, Adolfo y Casiano González Pérez,
fueron los que compartieron el episodio con los investigadores al haber
fallecido el testigo principal, de cuyos
labios la escucharon en las pocas ocasiones en las que se atrevió a recordar lo sucedido.
Al parecer, Eugenio regresaba de cacería pasadas las doce de la noche y al
llegar por un barranco al camino
que conduce al Llano las Arvejas se
tropezó con lo que definió sin dudarlo
como soldados, soldados que le cortaban el paso y que no lo dejaban pasar.
“¡Dice que había una de soldados a caballos! ¡Soldados con caballos en aquel
barranco, unos a un lado y otros a otro,
lleno de caballos!”, recordaba Adolfo,
rememorando las confidencias de su
tío. A pesar de la sorpresa y del comprensible temor que se adueñó de su
ánimo, el testigo logró reaccionar, buscando una vía de escape que le permitiera sortear a los misteriosos jinetes. En su huida tomó varios caminos
y descendió por zonas de barranco, sintiendo las cabalgaduras a sus espaldas hasta alcanzar una zona por la que
en condiciones normales un jinete a
caballo no se arriesgaría a pasar.
Sólo ahí, en ese punto, se detuvieron
los jinetes y cesó el alboroto que le acosaba a sus espaldas mientras huía.
Un detalle interesante de este ca-
Casiano González
Pérez.
so es que el testigo
vive la experiencia
con absoluto realismo, de manera
que se siente vigilado y acosado por
jinetes a caballo, a
los que intenta
esquivar. Parece
en todo momento
que aquello está
sucediendo realmente, y como tal
Eugenio afronta
la
situación,
optando por un
camino alternativo por el que los
caballos no pueden cruzar. “Primero
lo quiso cruzar por arriba y no pudo,
porque los caballos estaban por
delante y por detrás, y entonces lo cruzó
por debajo porque allí dejaron de perseguirlo”, explicaba su sobrino Casiano.
Junto a él recorrimos el lugar de los
hechos así como el trayecto que
debió de seguir su tío sorteando a aquellos hombres a caballo, y aunque la zona
ha cambiado levemente y hoy cuenta
con pista que facilita su tránsito, no
cuesta nada imaginar la compleja huida
que debió de acometer el protagonista
de aquel encuentro.
Estamos ante una experiencia que,
cuando menos, genera perplejidad y
acerca de cuya realidad su protagonista no mostró la menor duda durante
el resto de su vida. Descartando, lógicamente, que pudiera tratarse de jinetes reales, y considerando que el lugar era una zona “pesada”, la mejor
pista a seguir para intentar entender
lo ocurrido nos la aporta la toponimia
y la tradición histórica vinculable al
lugar. “Hoya la Matanza” evoca un escenario luctuoso, marcado por algún episodio trágico, belicoso incluso sí tenemos en cuenta que tradicionalmente
ese territorio formaba parte de las zonas
de refugio de los mencionados alzados, y por tanto, escenario de refriegas entre éstos y los mercenarios que
arribaron a Tenerife para hacer frente
a las rebeliones y acabar con los focos de resistencia guanche. Es más que
probable que la Hoya la Matanza fuese
el escenario de una de esas contiendas, y que como consecuencia de ello
este rincón quedase marcado o impregnando, generando esos fenómenos que le han granjeado la fama de
“lugar pesado”. ¿Fue perseguido Eugenio por los soldados que participaron
en esa batalla? Quien sabe.
Acosados por lo invisible
Un segundo episodio, sí cabe más
interesante por haberse dado en una
época más reciente y por contar con
varios testigos, tuvo lugar en el monte de Las Lagunetas, en el municipio
de La Esperanza, aproximadamente
hacia el año 1986. Cuatro amigos se
dispusieron a pasar varios días de acampada ajenos a que el destino, en forma
de misterio, les tenía reservada una
inquietante sorpresa. Ernesto Daniel
Zamorano fue el informante que nos
brindó detalles sobre el acoso invisible que experimentaron la primera y
única noche que pasaron en el lugar.
La llegada, la elección del lugar idóneo para instalar la tienda y el montaje de la misma habían transcurrido
con normalidad, pero durante la noche, en medio de una conversación trivial, comenzaron a escuchar en la lejanía un ruido y bullicio que aumentaba
en intensidad, como si se aproximara
a la zona en la que habían instalado
su campamento. “Se oían ese jaleo de
caballería, de gente vociferando, como si estuvieran haciendo cargas. Escuchamos ruidos de espada, de metales chocando. Aquello era muy curioso
y extraño… nos interrogábamos sobre
lo que estábamos oyendo, hasta el punto
de que llegamos a un momento en el
que sentimos algo de angustia”.
Uno de los presentes, primo de nuestro informante, se mostró especialmente
afectado por lo que estaba sucediendo, hasta el punto de insistir en marcharse en plena noche, algo que finalmente no ocurrió al hacerle entender que era una temeridad. La experiencia se prolongó durante bastante
rato, un tiempo difícil de precisar ya
que la angustia y la incertidumbre convertía cada segundo en una eternidad.
“No pudimos pegar ojo, esperando a
ver qué sucedía. Cada vez se escuchaba
más cerca. No veíamos nada… alumbrábamos con las linternas esperando ver polvareda o algo, pero allí sólo
se percibían aquellos sonidos que estaban a pocos metros de nosotros”. Entre
aquel alboroto los jóvenes distinguieron expresiones propias de un castellano antiguo, vetusto y en desuso, nada
habitual en nuestro habla. Ernesto recordaba palabras como “cargad” o “avan-
Nura, descubriendo la luz
Emilio Bourgon es, sin lugar a dudas, un personaje histórico para lo que hemos dado en
llamar “mundo del misterio”, tanto en Canarias como a nivel nacional. Formó parte, junto
a Paco Padrón y Manuel Jesús Santos, del grupo
de pioneros que desde Canarias impulsaron
la investigación y divulgación de estos temas
fronterizos en los años setenta del siglo pasado,
a veces incluso desde la clandestinidad. El
tiempo no ha pasado en balde y sin duda son
muchas las experiencias insólitas, e incluso
increíbles, que Bourgon ha podido acumular en estas décadas, aunque confiesa que escribir unas memorias está lejos de sus objeti-
vos. Ha encontrado en la novela un vehículo
para compartir algunas de las cosas que ha
conocido y experimentado en relación con
la espiritualidad y trascendencia humana, dando
forma a Nura, descubriendo la luz, editado por
Escritura entre las Nubes, un cuidado y exquisito relato que hará las delicias del lector.
Ambientado en una tierra que es como su segunda casa, Egipto, pone en el eje central de
la trama a una niña llamada Nura, presentada
como un ser muy especial. Una novela para
ser leída con serenidad, descubriendo las múltiples lecturas de cada párrafo. Nada se ha
dejado al azar.
zad”, lo que añadía desconcierto. En
cierta manera daba la impresión de que
una batalla invisible pero audible se
estaba librando a unos metros de donde
ellos estaban. Sobra decir que en cuanto
amaneció salieron de allí a toda prisa
y no volvieron. “No tenía sentido pasar
más tiempo en ese lugar”, concluye
nuestro testigo.
No se tiene constancia de batallas
en la zona y la única vinculación plausible que se podría establecer, a partir del tipo de percepciones sonoras
que tuvieron, es que se tratase del eco
de algún episodio relacionado con la
Conquista de Tenerife. Aquellos parajes se convirtieron en la vía de escape
de los conquistadores que lograron
sobrevivir a la Batalla de Acentejo en
tierras matanceras. Desesperados ante la estrategia y la rotundidad que mostraron en el combate los guanches, los
castellanos huyeron por donde pudieron, muchos de ellos monte arriba alcanzando La Esperanza. Desde allí, si hacemos caso a la tradición, vieron los fuegos de su campamento en la costa de
Añaza y vislumbraron la posibilidad
de superar aquel infierno, la esperanza
de salvar su vida, dejando la huella de
aquel sentimiento en la toponimia.
El tercero de los casos ocurridos en
Tenerife del que tenemos constancia
tiene como testigo al investigador y
folclorista canario Javier Miranda. Junto
a un amigo, durante la víspera de una
noche de San Juan, se vio envuelto en
una experiencia sumamente desconcertante. Miranda no esconde sus dudas
y escepticismo ante la naturaleza de
lo ocurrido, pero desde luego no titubea al afirmar que aquello fue real
y no producto de la sugestión o
algún tipo de alucinación.
Ocurrió en el mirador de El Contador, en los altos de Arico, lugar en el
que se habían detenido para tomar algunas fotografías de las hogueras del Sur
de Tenerife. Eran las 3 de la madrugada cuando algo invisible se les vino encima. “No sabría cómo explicarte
lo inexplicable. Oímos un ruido de una
manada de caballos. Además creímos
advertir ciertos sonidos metálicos
en medio, como de cosas metálicas….
tal vez los estribos o algo de eso, de
caballería”. Aquella singular onda
sonora fue rotunda, cercana y realista,
no algo difuso y lejano. Fue como si
ese tropel se les viniera encima. ¿Batallas en la zona? ¿tránsito de caballería?... quien sabe. La tradición oral
sitúa estos parajes también como refugio de los guanches alzados, pero
no es posible ir más allá de esa leve
y en cierta medida endeble sugerencia.
Este tipo de episodios forman parte, como hemos indicado, de una casuística emergente que se ha mantenido
olvidada o silenciada y que, tal vez,
sólo tal vez, esté en el camino de ser
más visible y conocida. Si realmente
se trata de ecos de antiguas batallas
o de otro tipo de manifestación no lo
sabemos, pero de pleno descartamos
que sean invenciones de los testigos,
alucinaciones o confusiones con fenómenos naturales. Quién sabe.
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domingo, 28 de junio de 2015, EL DÍA
www.eldia.es/laprensa
Revista semanal de EL DÍA. Segunda época, número 986
LA INTIMIDAD DE NUESTRO TIEMPO
Texto: Alejandra González Ruiz
(licenciada en Psicología, ColegiadaT-2350
[email protected])
N
o hace mucho tiempo, la
intimidad era un valor
preciado, entendiendo
por ésta esa pequeña parcela que cada sujeto
habita fuera de toda mirada. Hoy por
hoy, el pudor, la vergüenza, la reserva
han perdido “prensa”. Las nuevas tecnologías, en particular de la información, junto al auge de las redes sociales, han contribuido a que la intimidad logre despertar la atención de gran
cantidad de gente, cambiando la
forma de entender lo privado.
Esta nueva manera de entender lo
privado me suscitó un recuerdo: el de
mi diario íntimo, aquel cuaderno de
tapa dura provisto de un candado
donde narraba y registraba reflexiones y hechos importantes de mi adolescencia. Escribía sueños, malestares, temores… así como las experiencias
más significativas de cada día. El diario íntimo era mi espacio privado. Hojas
redactadas sin ninguna ambición de
repercusión pública, no destinadas a
salir de los confines de mi secreto personal.
Actualmente, los diarios íntimos han
caído en desuso. En su lugar proliferan medios de expresión que nada tienen que ver con la reserva de antaño:
redes sociales, foros, blogs, correos electrónicos, chats… En todos ellos se juega
la intimidad, intimidad determinada
por la subjetividad de la época en que
vivimos, donde los límites de lo íntimo y lo privado se ven desdibujados.
La intimidad pública
La tecnología ha revolucionado, entre
otras cosas, los hábitos tradicionales
de los sujetos en relación a los lazos
sociales, a las formas de vincularse y
de expresarse.
La técnica de la ciencia, junto al desarrollo de sus dispositivos, ha influido
en los modos de gozar de los sujetos.
Fue Lacan, en 1973, quien introdujo
el concepto de “gadget” (dispositivo,
artefacto, artificio) para referirse a los
objetos de consumo producidos y ofertados por la lógica capitalista como
promesa de plena satisfacción. Pronosticaba así la introducción de los
“gadgets” en la vida e intimidad de
las personas, tendiendo a aislar al sujeto,
prescindiendo cada vez más de los
otros, sumiéndolo en un goce autoerótico y solitario.
El crecimiento exponencial de dispositivos, en particular los de uso personal (teléfonos móviles, tabletas, ordenadores…), ha transformado a las pantallas en “espacios siempre abiertos”
que ambicionan el “todo puede ser vis-
to”. A través de ellas se puede “mirar”
la vida de los demás y se pueden dar
a conocer aspectos de la propia. La virtualidad ofrece así una vía a través de
la cual se introduce la intimidad en
lo más público, prestándose los sujetos como objetos de miradas. La
posibilidad de conexión con decenas
de personas al mismo tiempo que
brinda la tecnología parecería llevar
a la exhibición de aquello que antes
quedaba reservado al plano más
íntimo y secreto.
La mirada, que siempre proviene del
otro, tiene una incidencia fundamental en los seres humanos. Somos mirados desde antes de nacer (ecografías) y al nacer continuamos siendo
objetos de miradas; crecemos en
una sociedad con múltiples ojos
sobre nosotros: mirada exterior que
no proviene solamente del ojo humano,
sino de múltiples “objetos-mirada”:
cámaras de vigilancia, escáneres oculares, corporales, redes sociales…
Gerard Wajcman, psicoanalista y
escritor, en su libro “El ojo absoluto”
dice: “Una mutación sin precedentes
está teniendo lugar en la historia de los
hombres. Hoy el ser humano nace al
Ojo universal. Antes de ver, incluso antes
de nacer, el hombre es, primero, un ser
mirado… está teniendo lugar otra
mutación. No la de que los hombres vendrían al mundo con un tercer ojo en
medio de la frente, sino la de que nacen
con un ojo encima de ellos que los mira
fijo. El hombrecito, ya antes de ser presa
de la videovigilancia, al llegar al
mundo e, incluso, antes de llegar, se
encuentra bajo la mirada. Esto cam-
bia al mundo tanto como al niño. ¿Cómo
concebir que pasearnos con un ojo encima
no habría de cambiar hasta nuestro ser?”.
El acto de ver se ha convertido en
un arma poderosísima, señala Wajcman.
El ideal que anima a nuestra sociedad
contemporánea es la transparencia,
en la que convergen la sociedad del
espectáculo y la de la vigilancia. Todos quieren ver todo; todos quieren
ser vistos por todos.
Vale recordar aquí las palabras
pronunciadas en 1968 por Andy
Warhol, artista plástico y cineasta: “En
el futuro, todos serán famosos mundialmente por 15 minutos”, palabras
que parecían vaticinar el actual poder
de los medios de comunicación y el
apogeo de los “reality shows”.
Las nuevas modalidades de expresión son expuestas a los millones de
ojos que tienen acceso a la Red. Las
redes sociales y canales (YouTube), que
parecen estar al servicio de las personas, son un síntoma de importantes transformaciones en la subjetividad contemporánea, nuevas formas
de exponer la intimidad. La intrusión
en la vida privada toma la forma de
incitar a mostrarlo todo; la intimidad
se transforma en un espectáculo a la
espera de que se abra el telón. Lo que
surgió como un ideal hoy se ha transformado en un imperativo que toma
la forma de “todo debe ser visible”,
añadiendo un goce y disfrute en el mirar
y en ser visto.
El secreto y el pudor de tiempos pasados abrieron camino a una exhibición
sin velo. Al modo de un “reality show”
se va relatando el día a día: “con cara
de cansado después de un duro día
de trabajo…”, “a punto de coger un
avión hacia…”. Cuantos más detalles
mejor ¡y si se acompaña de una foto,
más toavía! No sólo hay que contar,
sino también mostrar, evidenciar… El
imperio de las imágenes se ha hecho
presente. La intimidad de nuestro tiempo entra así en una contradicción en
tanto que vivimos en una cultura de
las apariencias, del espectáculo y de
la visibilidad, donde la intimidad resulta ser cada día menos íntima.
En palabras de Miquel Bassols,
psicoanalista lacaniano, “la paradoja
en la que vivimos, de un ideal de transparencia, se pone rápidamente en contradicción con la preservación de la
intimidad que, por otra parte, está cada
día más en peligro”. “Nos pasamos el
día en un laberinto de códigos, passwords, todo tipo de contraseñas para
preservar lo más íntimo y privado, y
resulta que en cualquier momento todo
eso se deshilvana y lo que parecía más
resguardado de la intimidad aparece al descubierto, a cielo abierto. A
la vez, nos encontramos con el fenómeno inverso: hay también una
extraña satisfacción en hacer aparecer la intimidad en lo más público”.
Nos encontramos inmersos en un
mundo que intenta la homogeneización de los sujetos. Un mundo que se
afirma en el “todo hay que exhibirlo”,
donde parece impensable gozar sin
excesos y sin el dominio de las imágenes. Frente a esta tendencia a la uniformidad, ¿es posible salvaguardar el
misterio de la subjetividad?
Subjetividad que nos hace diferentes
a unos de otros. Todo dependerá de
lo que decidamos hacer: oponer
nuestro margen de libertad (en relación a la norma) para encontrarnos
como seres individuales y con deseo
propio, o entrar al ruedo del capitalismo, que nos incita a consumir vorazmente, no sólo objetos, sino también vidas ajenas.
Es tarea de cada uno reinventar ese
espacio privado, fuera de toda mirada,
que posibilita el mirarse a sí mismo.
Mirada no siempre clara, sino enigmática y en ocasiones oscura.