XANTOLO, NUESTRA FIESTA PARA LOS MUERTOS EN LA

XANTOLO, NUESTRA FIESTA PARA LOS
MUERTOS EN LA HUASTECA HIDALGUENSE
y café. Esto aduce que los mortales están alerta y en condiciones para la llegada de las
ánimas a sus antiguas moradas.
El repique de campanas del 1 de noviembre anuncia la llegada próxima de los “difuntos
mayores”, quienes se instalan en los domicilios por la mañana del día siguiente.
Estos “difuntos mayores” son “ofrendados” con mole, pollo, carne de guajolote,
aguardiente, tamales y cigarros, invitándoles a su consumo mediante la espera familiar
en los caminos y el trazo de la ruta a casa mediante flores. En este periodo del 31
de octubre al 2 de noviembre se realizan visitas entre familiares y vecinos, lo que, en
opinión de los nahuas de la Huasteca, responde a la propia visita de los familiares
muertos.
En el mundo nahua, la experiencia cultural del mijkailuitl o “Fiesta de Muertos sigue
un largo camino cuyo fin se alcanza hasta el 30 de noviembre con las actividades del
tlaxolecualistli, acto que se corresponde con la reunión de las flores de cempasúchit
empleadas en los atares y “arcos”, y cuyas semillas se utilizarán en el sembrado de la
próxima cosecha.
Trío de son tradicional Huasteco
D
e acuerdo con la interpretación
de los nahuas de la Huasteca
hidalguense, “Todos Santos”
o Xantolo, es, en realidad,
una expresión cultural ligada a una
antigua costumbre local encaminada a
festejar a los muertos y no a los santos.
En el pensamiento de las comunidades
huastecas, la noción apropiada a tal
evento se describe con la palabra
mijkailuitl o “Fiesta de Muertos”, práctica
recuperada de manera simbólica
mediante la flor de cempasúchitl, pues
en ella, se dice, se reúnen vida y muerte.
Como en otros casos citados, los
preparativos del mijkailuitl o “Fiesta de
Muertos” se verifican meses antes, y
su punto de partida será el 24 de junio,
fecha en que se siembra la semilla de
cempasúchitl. Ocurrirá, en seguida,
una serie de actos a tal suerte que esta
primera ofrenda y la siguiente, actúan
como “refrigerios’’. Así, se realiza una
segunda ofrenda el 18 de octubre,
momento aprovechado además para
acopiar la fruta convenida o bien los
plátanos y naranjas, con los cuales se
Encuentro de ritulales de vida y muerte en el municipio de San Felipe Orizatlán
adornan los altares. En igual forma, la
fecha marca el inicio de la molienda del
cacao para la elaboración del chocolate.
A finales de octubre (día 29) se cosecha
la flor sembrada en junio, y se comienza
la construcción de altares y la preparación
de tamales. Los altares son adornados
con vistosos “arcos”, estructuras
colocadas al frente de aquellos. De esta
manera, los “arcos” se revisten con flores
de cempasúchitl, sea mediante ramilletes
y cordones, a la vez que con plátanos,
naranjas, cañas, limas y piezas de pan.
En idea de los nahuas, los “arcos”
responden al vínculo entre lo terrenal
y lo espiritual, correspondiéndose con
la imagen de los trece cielos descritos
por mexicas y mayas. A partir del 31 de
octubre se ofrenda a los “espíritus” de los
niños, colocando por tanto en los altares,
pan y chocolate; través de los cuales se
da ritmo a la fiesta por realizar.
En el pensamiento nahua, los muertos
comienzan su regreso a las casas el
29 de septiembre, requiriéndose por
esto la entrega de la primera ofrenda,
compuesta por alimentos locales: tamales
Danzas de Xantolo
El Congreso del Estado de Hidalgo decretó
a el Xantolo “La fiesta de los Muertos” como
Patrimonio Cultural Inmaterial de la entidad.
Ésta es una publicación semanal del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Hidalgo
Texto: Artemio Arroyo Mosqueda
Fotografía: Roberto Hernández Juárez
Diseño: Xochiltquetzalli Morales Ramírez
En ciertos sitios de la región, esta fecha se
utiliza para que los bailadores o “coles”
–también identificados como “viejos”–
participantes en la celebración, se quiten
las máscaras con las cuales habían
mantenido oculta su identidad y nuevos
miembros asuman este compromiso.
Pero antes de llegar a este momento
final, el 9 de noviembre se verifica otra
ofrenda, en esta ocasión, con motivo del
“novenario” a la fiesta de “Muertos”.
Desde luego el 2 de noviembre se cierra
formalmente el ciclo de la celebración,
acto conocido como tlamacaualistli o
“despedida”, cosa que ocurre mediante
el traslado de las ofrendas familiares al
panteón, colocando en cada tumba un
“arco” con flores y la propia ofrenda, que
será consumida después de un tiempo
por los integrantes de la familia y vecinos
ahí presentes.
Los muertos, dicen los nahuas, tienden
a buscar comunicación con los vivos,
quienes reciben sus señales o necesidad
de informar sus asuntos mediante
silbidos agudos en las orejas, cosa de
que debe contestarse llevando la mano
al oído con la respuesta correspondiente.
La situación del “contagio de la muerte”
es un fenómeno habitual en la vida de
los nahuas, de suerte que señalan se
evite participar en sepelios cuando se
encuentra el individuo enfermo o visitar
enfermos cuando se ha participado en
algún acto de esta naturaleza. Aquellos
mordidos por una víbora correrán el
mismo peligro de morir ante la presencia
de cierto portador de la “muerte”, que la
lleva en su caso “impregnada” y pueden
“infiltrarla” en los cuerpos débiles de los
enfermos.