Caracas, 20 de septiembre de 2015 Apreciada Comunidad Ignaciana, Bienvenidos al nuevo año escolar 2015-2016. Regresamos a nuestra rutina y ocupaciones habituales después de largas vacaciones. Recuperar la cotidianidad no es tarea fácil, y puede que se viva con algo de tensión e insatisfacción al experimentar la distancia entre el deseo de felicidad que hay en nuestro interior y cierta aridez que actualmente hay en la rutina diaria. Volvamos nuestra mirada hacia las experiencias sencillas del saber mirar, escuchar, reír, caminar, comer, compartir, sonreír, dormir, trabajar, estudiar. Recuperemos con energía y entusiasmo la hondura del quehacer diario. El teólogo Karl Rahner escribía así: «La realidad sencilla de cada día, vivida con sinceridad, esconde dentro de sí el milagro eterno y el misterio callado que llamamos Dios.» Con dolor hemos despedido a los que han optado dejar el Colegio para buscar nuevos rumbos más allá de nuestras fronteras. Les deseamos que mantengan en sus vidas la impronta ignaciana, y esperaremos con los brazos abiertos su regreso. Como cada año, el Colegio se ha preparado para recibir en sus espacios a todos los ignacianos e ignacianas que regresan, y a aquéllos que, por primera vez, se hacen presentes en nuestras aulas. Para los que se quedan, aquí está el Colegio San Ignacio nuevamente, listo y alegre para trabajar con sus alumnos, para ayudar a padres y representantes a entender que ahora, más que antes, tenemos tareas y obligaciones para con nuestros hijos, el colegio, nuestra comunidad y nuestro país. Hoy, estamos más convencidos que la razón de nuestra existencia y tareas en este bello país tiene sentido y campo de aplicación. Quiero compartir con ustedes las reflexiones que presenté al personal docente del Colegio el pasado 16 de septiembre de 2015, les decía así: “Venimos llenos de incertidumbres del entorno, con un país profundamente roto que nos pesa de múltiples modos y nos da temor pensar en un mayor deterioro en el próximo futuro. ¿Cuáles son nuestras fortalezas, nuestros pilares, la roca segura en la que nos afianzamos? Propongo que hagamos conscientes tres fortalezas: 1. 2. 3. La presencia de Dios en nuestras vidas. Presencia cercana y activa. Él es lo más íntimo de mí mismo. Roca firme y segura. Con la confianza de que Él va a jugar siempre a nuestro favor. Él nos llama por nuestro nombre, de modo personal, a colaborar en su Misión, a construir un mundo más humano, a construir su esperanza. Para nosotros, se concreta la Misión en este Colegio, con los muchachos y muchachas, con las familias, entre nosotros mismos. La Misión en este Colegio es de Dios, no nuestra. Nosotros somos colaboradores de Él. Somos sus manos, su sonrisa, su palabra, su gesto, sus pies. Somos la extensión de Dios. Por eso, nuestro trabajo debe de realizarse en diálogo con Él, y esa debe ser nuestra oración fundamental: preguntarle qué es lo que quiere, pedirle luz para el camino, fuerza para la acción. Estas son nuestras fortalezas. En consecuencia, en el día a día, ¿cómo no ser apasionados en el trabajo que realizamos? ¿Cómo no ser generosos? ¿Cómo no ser agradecidos por estar y ser la “selección” de Dios? Se nos presentan retos del tamaño de la Misión que hemos recibido: ü ü ü ü Renovar nuestra mirada para hacernos conscientes y ver nuestro entorno, nuestro país, con la mirada de Dios, desde los otros, desde los pobres y excluidos. Empeñarnos en dar la mejor formación académica, buscar la excelencia, en contra de mediocridades. Sentirnos afectados, mantener una sensibilidad que nos permita indignarnos y ponernos en acción para humanizar. Comprometernos con un corazón apasionado. Así, podremos construir la esperanza de Dios, que nunca tira la toalla, que siempre mantiene su confianza en nosotros. Del mismo modo, nos vamos a preparar a recibir a las familias y a los alumnos/as. Que sientan que nosotros somos semillas de esperanza. Y pidamos, siempre, la bendición de María, con su presencia serena, de paz, la de los brazos cruzados, la de la tierna mirada. Que así sea”. Aprovecho la oportunidad para agradecer los múltiples y generosos aportes de ustedes, como Comunidad Ignaciana, que han hecho posible los proyectos de infraestructura y dotación que se han planteado para este año 2015, como son: mobiliario de las Aulas de Villa Loyola, recuperación y pintura de Módulos del Rectorado, Parque de Villa Piscina, estacionamiento del Rectorado y de la tierrita, construcción del nuevo cuarto para colocación de basura y la Casa Guerena de Ocumare de la Costa. Estamos en los últimos detalles y en tratar de cuadrar todas las cuentas. Esperamos que con estos pequeños proyectos la Comunidad Ignaciana encuentre una fuente de entusiasmo para continuar creyendo en nuestro país. Con la bendición del Dios de Jesús, bueno y fiel. Los esperamos. Jesús Orbegozo, S.I. Rector Colegio San Ignacio
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