Emprendiendo un Proyecto de Empresa Unidad 2: El emprendedor y sus ideas ÍNDICE 2 El emprendedor y sus ideas 2.1. Introducción 2.2. Rasgos del emprendedor empresarial 2.3. ¿Cómo nacen las ideas empresariales? 2.4. La evaluación de la idea CONCLUSIONES BIBLIOGRAFÍA 2 2 El emprendedor y sus ideas 2.1. Introducción Además de la motivación, primer aspecto clave que se debe tener en cuenta a la hora de emprender un proyecto de empresa, es necesario que consideres un segundo aspecto: que el emprendedor sea apto para crear y gestionar un negocio. Así pues, debes tratar de examinar tus puntos fuertes y débiles, y tenerlos en cuenta en las decisiones sobre el proyecto, siempre con espíritu de aprendizaje y afán de superación. Por ello dedicamos un espacio al protagonista de esta historia, el emprendedor. Esto te permitirá que evalúes en cuáles de tus cualidades personales debes trabajar más para aprender a emprender. El tercer aspecto clave es la idea del negocio. Por tanto, estudiamos cómo nacen las ideas empresariales –el quid de la cuestión será: ¿cómo sé si mi idea es buena?– y ofrecemos unos criterios para realizar una primera evaluación de las ideas de negocio. 2.2. Rasgos del emprendedor empresarial El emprendedor es alguien con capacidad de innovar, voluntad de experimentar y deseos de crear. Hay una serie de cualidades que conforman el espíritu emprendedor, lo no quiere decir que sólo puedan tener un proyecto emprendedor aquellas personas privilegiadas que destaquen en todas estas cualidades. No es así, “el emprendedor un poco nace y otro poco se hace”. Es importante que cualquier proyecto personal se enmarque en el conjunto de cualidades de su promotor, sus puntos débiles y fuertes, los aspectos en los que el promotor tiene un desempeño actual suficiente y aquéllos en los que necesita un refuerzo. Éste puede venir a través de colaboradores, de programas de formación, o bien, del afán por la superación personal. Es muy importante detectar las áreas que exigen más interés y trabajo. Si esto es así, se puede aprender a emprender. Las cualidades que deben formar parte del espíritu emprendedor, según la Dirección General de Política de la Pequeña y Mediana Empresa (DGPYME), son de dos tipos: cualidades personales y cualidades sociales. Entre las cualidades personales se encuentran las que a continuación se detallan: Cualidades personales Creatividad - Facilidad para imaginar proyectos nuevos e ideas. - Proponer soluciones originales. Saber analizar e investigar. Autonomía - Funcionar sin necesidad de una supervisión inmediata. - Saber elegir. Tomar iniciativas y decisiones. Confianza en uno mismo - Percibirse de forma positiva. - Apostar por las propias aptitudes y capacidades. Confiar en los propios recursos y posibilidades. 3 Tenacidad - Dar prueba de constancia y tesón en aquello que se emprende. Inscribir las propias acciones en la idea de perseverancia y de llegada a término. Sentido de la responsabilidad Tendencia a cumplir las obligaciones contraídas consigo mismo y con el grupo. - Capacidad para asumir riesgo. Predisposición a actuar con decisión ante situaciones que requieren cierto arrojo por la dificultad que entrañan. En cuanto a las cualidades sociales serían las que a continuación se detallan: Cualidades sociales Liderazgo - Implicar a los demás en la realización de proyectos. Influir en los otros y contar con sus cualidades personales, conocimientos y habilidades. Espíritu equipo de Capacidad para trabajar en estrecha colaboración con otros, compartiendo objetivos y métodos de actuación. Solidaridad Aceptar y sentirse responsable de las elecciones del grupo u organización. A este listado se pueden añadir otras características psicológicas. El emprendedor tiene un espíritu competitivo, está orientado a objetivos, al logro, pero ha de ser flexible, adaptar sus proyectos al cambio, ser versátil para abarcar muchas dimensiones. Asimismo ha de tener habilidades de comunicación y negociación, saber hacerse entender y saber también entender a los demás. Por último, y lo más importante: ha de tener ilusión, ser optimista y saber ver oportunidades donde otros sólo ven amenazas. El entusiasmo fundamentado es la clave del éxito. Lo fundamental es cuidar el equilibrio entre estar convencido de la apuesta propia y estar abierto a cualquier información sobre la viabilidad de la misma que podamos obtener. Para fundamentar el entusiasmo se ha de tener una formación adecuada. El emprendedor debe tener una visión global de todos y cada uno de los ámbitos de la empresa y debe conocer directamente el sector en el que quiere llevar a cabo su proyecto. Esto no implica que alguien sin experiencia previa en el mundo empresarial no pueda ser un emprendedor de éxito. El futuro empresario no debe dejarse llevar por el temor a no saber realizar un proyecto, lo que sí debe hacer es un esfuerzo por formarse. No es difícil: con un poco de orientación se puede hacer sin ningún desembolso económico, como trata de mostrar este curso. 4 ¿Cómo una persona puede saber si está preparada en todas las dimensiones relevantes? Es importante evaluar las aptitudes con los instrumentos gratuitos que se tengan a disposición. En Internet hay disponibles varios exámenes de autoevaluación, por ejemplo, la DGPYME tiene una herramienta on line para el autodiagnóstico de actitudes emprendedoras: el potencial emprendedor debe responder a 25 preguntas, el sistema le facilita una serie de recetas o recomendaciones de actuación, un sistema de información y unas herramientas de formación. Las agencias autonómicas de promoción económica o los Centros Europeos de Empresa e Innovación de cada comunidad autónoma suelen tener herramientas de este tipo en su página web, al igual que muchas de las direcciones de Internet que recogemos en la guía de recursos de este curso. Pueden encontrarse más recursos buscando en la red expresiones como “test”, “autodiagnóstico” o “emprendedor”. A continuación incluimos uno de estos autoexámenes. Resulta útil para abordar un proyecto partiendo de una mayor conciencia personal sobre el perfil del promotor y para descubrir los aspectos en los que cada persona debe realizar un esfuerzo. Además de todas estas herramientas de evaluación y análisis, como hemos dicho, también se puede aprender a emprender y existen cursos especializados sólo en este aspecto. Por ejemplo, en los «Seminarios de difusión de la cultura emprendedora» que BIC Galicia celebra gratuitamente en distintas ciudades gallegas, se analiza la forma en que se generan las ideas empresariales y se trata de mostrar que cualquier persona, con ganas y esfuerzo, puede desarrollar un proyecto empresarial. Si aún no nos sentimos preparados, debemos esperar. Millard MacAdam sugiere que antes de lanzarnos debemos encontrar respuestas sólidas a las siguientes cinco preguntas (<http://www.myownbusiness.org>): 1. ¿Tengo la pasión necesaria para desempeñar las tareas que garantizarán el éxito de mi empresa? Las personas que inician una actividad comercial, sólo por la motivación económica, probablemente fracasen a largo plazo. 2. ¿He definido claramente un conjunto de valores operativos de elevada integridad que sustenten la prestación de servicios y productos de calidad a mis clientes? ¿Podré prometer mucho y cumplirlo? 5 3. ¿Tengo suficientes fondos efectivos, no simplemente prometidos, para asegurar que la empresa pueda sobrevivir el primer año sin lidiar con obstáculos financieros? 4. ¿Poseo las habilidades de liderazgo y gestión necesarias para implementar un plan de negocios escrito completo que sirva como mi guía de trabajo? Como dice el refrán, “si uno no planifica, el plan es fracasar”. 5. ¿Sé cómo captar, seleccionar y contratar sólo al mejor personal? Actualmente, no hay excusas para no usar tecnología moderna de selección de personal, junto con estrategias de entrevista eficaces, a fin de contratar solamente a los mejores empleados para todos los puestos de su empresa. Seguidamente, pasaremos del emprendedor a su idea: quizás aún no tenga una idea clara de negocio; veremos formas de desarrollarla. Quizás sí la tenga, por ejemplo: es albañil y quiere establecerse por su cuenta; en este caso veremos formas de pulir esa idea. 2.3. ¿Cómo nacen las ideas empresariales? Todo proyecto de empresa se desarrolla en torno a una idea que surge como consecuencia de la detección de una oportunidad de negocio. El surgimiento de la idea para crear una empresa varía en función de las circunstancias de cada uno. Son muchos los factores que pueden llevar a una persona a inclinarse por un negocio concreto. Basándonos en la DGPYME, los factores que determinan la elección de la idea, de forma general, son: • Repetición de experiencias ajenas: es el efecto reflejo de los negocios nuevos que se produce frecuentemente en las épocas de expansión de la economía. • Nuevas oportunidades de negocio en mercados poco abastecidos, de nueva creación o con una alta tasa de crecimiento. • Conocimientos técnicos sobre mercados, sectores o negocios concretos. • La experiencia del futuro empresario, que ha trabajado en otro negocio y pretende independizarse. • La detección de un producto o servicio innovador, que se estima que puede encontrar mercado, o la detección de un segmento insatisfecho de ese mercado. • La formación profesional propia, que puede llevar al deseo de establecerse por cuenta propia en una actividad. En cualquiera de estos casos, la principal fuente de ideas empresariales es el cambio continuo de nuestro entorno, ya sea cercano o más genérico, como son las grandes tendencias que observamos en los mercados. Las fuentes de información para pulir esta idea pueden ser muy variadas, desde estudios académicos, a lecturas en revistas especializadas; pueden ser conversaciones privadas… Lo que está claro es que la perspectiva más adecuada para encontrar ideas de empresa o conceptos empresariales es buscar carencias o potencialidades en las tendencias del mercado. En general, el principal medio para obtener una idea empresarial suele ser la curiosidad: hacerse muchas preguntas y tratar de averiguar la respuesta; hacer muchas preguntas y comparar las respuestas que recibimos… Pongamos algunos ejemplos: ¿por qué un negocio u otro funciona tan bien?, ¿cuáles son sus clientes?, ¿qué necesidades del mercado cubre?; o bien, ¿cómo está evolucionando la demanda de este producto?, ¿hay mercado potencial para un competidor más?, etc. Si el sector es la alimentación, por ejemplo, tal vez ayuden unos paseos por los estantes de un supermercado, haciendo preguntas sobre la variedad de productos y sobre sus precios, de forma que se puedan percibir algunas intuiciones sobre 6 posibles alternativas. A partir de ahí habrá que empezar a investigar si alguna de éstas se puede traducir en un negocio potencial. No es necesario que la idea de negocio sea novedosa completamente. Nuestra innovación puede ser: hacer lo mismo que otros negocios, pero mejor, o importar una idea que en otros lugares funciona. En este caso habrá que estudiar nuestro mercado para comprobar si la idea podría funcionar también en él. Igualmente puede ser cuestión de satisfacer una necesidad del entorno cambiante, algo que algunas personas demandan pero que aún les cuesta encontrar; por ejemplo, la aparición de Internet llevó a una explosión de la apertura de muchos cibercafés en todas las localidades, explosión que terminó cuando se fue extendiendo la conexión doméstica. Es un ejemplo de que el cambio es la principal fuente de oportunidades de negocio. Nuestra capacidad de generar ideas de negocio dependerá de nuestra sensibilidad al cambio, de nuestra valoración de las tendencias del mercado. Si en el ejemplo que acabamos de citar, la posible oportunidad de negocio venía dada por el cambio tecnológico, existen otros terrenos en los que el cambio también crea oportunidades para la creación de empresas: • Cambios demográficos: el envejecimiento de la población, por ejemplo, implica la aparición de centros para la tercera edad o de viajes turísticos destinados a este sector de la población. • Cambios sociales y económicos: la mejora del nivel de vida lleva a una mayor demanda de servicios de ocio, la incorporación de la mujer al trabajo ha alterado los patrones alimenticios, el aumento del número de inmigrantes generó la apertura de locutorios, la reducción de la pesca y los cambios tecnológicos generaron la piscicultura… • Cambios legales: las normativas sanitarias, de higiene o medioambientales, por ejemplo, generan negocios tales como la gestión y reciclaje de residuos, los cursos de formación en prevención de riesgos laborales, etc. • Cambios empresariales: la suma de todos los efectos anteriores va provocando cambios en la forma de operar de las empresas, tanto en su estructura (aumento de la especialización de las empresas y de la contratación externa de servicios), como en sus estrategias (el marketing solidario, por ejemplo) y formas de operar (aumento de los servicios de mensajería, etc.). Es importante matizar que, en la generación de ideas empresariales, la búsqueda de lo que la gente demanda no es una búsqueda abstracta. Eso que llamamos “gente”, clientes potenciales, puede estar constituido por amas de casa, niños, dueños de talleres mecánicos, administrativos responsables de obtener suministros de oficina, etc. Además, dentro de cada grupo, hay distintas características personales y capacidades adquisitivas. Realizar estas clasificaciones es lo que se conoce como segmentación de mercado. Un segmento de mercado es un grupo de consumidores que por sus características homogéneas (edad, hábitos, sexo, nivel cultural, nivel adquisitivo…) responden de forma similar ante los productos, servicios y estrategias de marketing que se le ofrecen. La clave de muchas ideas empresariales es descubrir un “nicho de mercado”, una porción de un segmento de mercado que no está saturada por la oferta, una porción que necesita un enfoque particularizado si se quiere captar como cliente, una porción suficientemente grande como para poder nutrir nuestra empresa. Debemos identificar las características de este nicho y evaluar su tamaño, de forma que podamos decidir si debemos orientar nuestro producto o servicio hacia este nicho. Quizás este segmento se sienta insatisfecho porque, por ejemplo, desearía comprar un producto, pero a un precio menor, aunque tuviese menor calidad. En este caso, la idea empresarial, la diferenciación de nuestro producto, sería ofrecer una versión de gama baja para aquellos clientes potenciales que no están dispuestos a pagar el precio del producto de gama alta. Si éste es el caso, debemos tener claro que la idea de nuestro negocio es ofrecer precios bajos para este segmento de mercado: cualquier idea debe estar enfocada a sus clientes potenciales. 7 No llega con tener una idea: la idea será buena sólo si tiene un mercado y éste no está saturado. Así que habrá que estudiar el mercado potencial y averiguar lo que demanda. Asimismo analizaremos la competencia e indagaremos en qué falla, en qué le va bien o qué servicios no atiende. Probablemente, como ejemplificamos, sea un albañil que desea establecerse por su cuenta, pero eso es una motivación, no una idea de negocio. Es necesario indagar cuántas empresas de albañilería hay en la zona, su nivel de eficacia y de precios, en qué aspectos los clientes quedan a veces descontentos, qué valoran más… Puede ser que, de esta manera, descubramos, por ejemplo, que la idea de negocio es prestar servicios de albañilería a un precio asequible, efectuados con rapidez y dejándolo todo perfectamente limpio al final. Si después de recabar información se valora que con esos atributos se puede abrir un mercado, se está empezando a detectar una oportunidad de negocio. El cuadro adjunto resume la concepción de ideas empresariales según la interpretación de BIC Galicia. Una idea empresarial tiene tres pilares: nuestra capacidad de observación (a partir de), la detección de una oportunidad (para) y el medio que pretendemos utilizar (mediante). Se puede aprender a emprender y se puede aprender a educar nuestro cerebro para que sea creativo en lo que a ideas empresariales se refiere. Existen cursos gratuitos especializados en esto, como el «Seminario de generación y maduración de ideas», de BIC Galicia. Una vez que tengamos una primera intuición, o varias, debemos madurarlas para ver si, en realidad, constituyen una oportunidad de negocio. Si vamos a dedicar esfuerzo y dinero a un proyecto empresarial, conviene que estemos seguros de que la idea subyacente es una oportunidad real de negocio. Aún no estaremos en la fase de analizar si nuestra idea es viable. Cuando analicemos la viabilidad, posiblemente descubramos que la oportunidad real existe, por ejemplo, pero que el proyecto resulta en exceso arriesgado para nuestras posibilidades. Sin embargo, de lo que hay que estar seguro desde el principio es que existe una clientela potencial y el mercado en ese sector o localización no está saturado o es creciente. Es imprescindible no olvidar nunca que, a la hora de crear ideas empresariales, de detectar oportunidades de negocio, siempre se debe medir con respecto a los competidores más duros en el ámbito. Esto ha de ser así en cada uno de los aspectos relevantes: el tecnológico, el comercial, el de servicio y atención, el de gestión interna, etc. Técnicamente esta perspectiva se denomina benchmarking. Consiste en compararse con quienes mejor lo hacen en cada uno de los procesos concretos de cualquier empresa que pueda tener procesos similares a la nuestra. Esta perspectiva, por proceso, supone una buena fuente de ideas empresariales y un 8 medio de averiguar los aspectos que se deben mejorar para pulir la definición del producto o servicio. No se trata sólo de observar a los competidores, sino de examinar cómo realizar de forma óptima los procesos que nuestro proyecto requiere. En la actualidad no es difícil obtener información de la competencia. Pueden ser visitados personalmente y también consultarse sus páginas web y encontrar muchos datos en los apartados de noticias, catálogo, etc. Se puede asistir a actos organizados por ellos y escuchar atentamente. Igualmente es posible preguntar a sus clientes potenciales, ya que de donde más ideas se pueden extraer es de su segmento de mercado. En fin, se puede abrir una carpeta para cada uno de los competidores y archivar en ella notas sobre la información que se vaya recopilando, para ir madurando la visión: ¿por qué tienen éxito o no? ¿cómo lo hacen en cada aspecto? ¿en qué fallan? En todo caso, no hay duda de que para tener buenas ideas de negocio resulta muy útil conocer otras buenas ideas, casos de éxito, y conocer el sector en el que queremos actuar. Se pueden estudiar ideas que están funcionando bien en el mercado y de las que quizás podamos aprender a inspirarnos: copiar algo, especializarnos en un aspecto de esa idea o aportarle un atributo nuevo. Añadir un nuevo atributo es una gran fuente de ideas: añadir un palo a un caramelo dio pie al imperio internacional de Chupa Chups; meter un juguete dentro del chocolate, en un mercado tan saturado como éste, permitió crear la marca Kinder, etc. Así pues, es necesario estudiar las tendencias del mercado y aprender a salir de ellas: cambiar el contexto, el segmento de mercado, las circunstancias de consumo, el precio… Viajar, si puede, siempre ampliará la visión, pero si no es posible, visitar páginas web internacionales relacionadas con el sector puede ayudar: ¿hay alguna adopción de ideas que pueda resultar rentable en el entorno?, ¿se detecta una potencial demanda?, etc. Tal vez ya hayamos decidido qué tipo de negocio queremos (por ejemplo: abrir un restaurante) y necesitemos aprender más sobre ello, esto es, madurar la idea. Para ello serán útiles herramientas como las guías de actividad empresarial o los estudios sectoriales. Sea cual sea el caso, hay que tener en cuenta que la calidad suele exigir gran cantidad de ideas, así como llegar a una buena idea sobre una oportunidad de negocio debería obligar a desechar al menos un 80 % de las propuestas iniciales sobre los fundamentos o los detalles del negocio. Otra herramienta útil en la generación de ideas empresariales es la aplicación informática gratuita Intraemprender (véase la sección “Software gratuito y aplicaciones on line” de la guía de recursos). En realidad, esta aplicación está diseñada para empresas existentes y ofrece una metodología para que éstas entiendan lo que saben hacer e intenten utilizarlo con otro enfoque, de forma que puedan crear nuevos negocios a partir de sus recursos y competencias clave. Si el emprendedor no tiene en la actualidad una empresa, la herramienta puede ser útil para entender sus propias competencias y examinar como éstas se pueden aplicar a la idea que se tiene de negocio. En todo caso, se apoye en éstas u otras herramientas, el emprendedor deberá hacer uso de su creatividad. Una idea de negocio suele ser un concepto simple, un detalle con una aplicación concreta para resolver una necesidad específica del cliente o consumidor, en un instante también específico. Para ello, el emprendedor puede pensar en la multitud de deseos que tiene a lo largo del día y en cómo satisfacerlos de una forma práctica, observando las relaciones coste-beneficio. Quizás sólo se trate de cambiar de lugar algo que ya se conoce, de alterar alguna de sus características, de aplicar algo que se aprendió en un ámbito distinto, de ofrecer la versión consistente de un concepto conocido (estético, productivo, etc.). Todas las herramientas que hemos citado pueden ayudar a estimular la imaginación y la capacidad de observación, pero luego habrá que hacerse preguntas hasta llegar a algo innovador y prometedor para el mercado al que se dirige. Por último, una cuestión muy importante: el proceso de previsión de nuestro negocio. Desde el momento en que tengamos la idea hasta que abramos el negocio pasará tiempo, meses o años, y su supervivencia dependerá de lo que ocurra en los siguientes períodos anuales. Por tanto, todo el proceso de generación y maduración de nuestra idea empresarial ha de ser un 9 proceso de previsión. No se trata de saber si existe una oportunidad de negocio ahora, sino de estimar si esa oportunidad seguirá existiendo en los próximos años. Por volver al ejemplo mencionado anteriormente, quizás en un momento observemos que los cibercafés están teniendo una buena acogida y hay clientes para todos, sin darnos cuenta de que en nuestra localidad el mercado se pueda estar saturando y que la clientela disminuirá por la difusión de la conexión doméstica. Así pues, el emprendedor, ante todo, ha de utilizar la planificación y la estrategia, ha de pensar siempre en el futuro y valorar las tendencias del mercado. 2.4. La evaluación de la idea Antes de realizar un plan de negocio detallado conviene hacer una primera valoración de nuestra idea, de forma que podamos organizar nuestras intuiciones y realizar consultas de forma sistemática. Desde un principio conviene tratar de obtener opiniones de distintas personas sobre nuestra idea, realizando estas consultas con cierto distanciamiento, ya que algunas personas tienden a hacer más hincapié en los aspectos negativos y otras en los positivos. Algunas empresas de éxito han partido de ideas que nadie apoyaba inicialmente. Por el contrario, muchos fracasos se habrían podido evitar si el emprendedor hubiese escuchado a tiempo unas críticas fundamentadas. Por ello conviene hablar desde el principio con técnicos en asesoramiento a emprendedores, como los que hay en ayuntamientos, organizaciones empresariales, centros europeos de empresa e innovación o agencias autonómicas de promoción económica (ver en la guía de recursos la sección “¿Por dónde empezar? Organizaciones de apoyo y formación”). Estos técnicos nunca tratarán de desanimarnos ni lo contrario, sino que se esforzarán por analizar si el emprendedor tiene las ideas claras, considerando todos los aspectos relevantes que hay que tener en cuenta. Las consultas serán tanto más fructíferas cuanto más organizada tengamos nuestra idea y, por tanto, cuanto más específicas sean nuestras dudas. Si conseguimos estructurar con claridad nuestra idea, seremos capaces de comunicarla, perfeccionarla e incluso de captar clientes aun antes de abrir el negocio. Por tanto, lo primero que debemos hacer es escribir, en uno o dos folios, unas primeras consideraciones sobre nuestra idea. En esta fase lo importante es la brevedad, ya que la idea de negocio será más precisa si somos capaces de describirla en pocas palabras. Realizar una primera reflexión por escrito, buscando la mayor concreción posible, puede ayudar a detectar algún punto oscuro sobre el que buscar más información o algún aspecto suficiente para desechar el proyecto o para animarse a continuar. Redactar este preproyecto no tiene por qué ocupar más de un par de horas. Asimismo resultaría conveniente que antes se escribiera en una hoja aparte cuáles se cree que podrían ser las claves del éxito de las tres empresas con más potencial en el sector. Puede ser útil hacer algo similar con empresas cuyo funcionamiento es deficiente, porque con esto obtendremos una visión más metódica sobre el sector en el que pretendemos implantarnos. A continuación, debemos empezar a analizar el proyecto contestando a preguntas tales como: • ¿Se trata de algo que me gusta hacer?: escribir las ventajas y desventajas de ese negocio desde el punto de vista personal. • ¿Cuál es el producto o servicio central?: si de lo que se trata es de montar un restaurante, la descripción del producto no es un genérico “comida”, sino la orientación de nuestros platos y de nuestra especialidad concreta, el principal atractivo de nuestra oferta en estilo, precio y calidad. • ¿A quién va dirigido?: descripción inicial de nuestra percepción del mercado potencial, su tamaño, las características de nuestros clientes, sus hábitos y deseos… ¿Tenemos potencial para captar una cuota suficiente de un segmento de mercado que permita la supervivencia de la empresa? 10 • ¿Qué otros productos o servicios queremos ofrecer?: ¿es nuestra oferta de productos o servicios consistente con nuestro producto o servicio central, tanto desde el punto de vista interno a la empresa como desde el punto de vista de la captación de clientes? • ¿Qué ideas asociamos a nuestra oferta central?: ¿qué necesidades o deseos existentes pretendemos satisfacer? Éste es un apartado más conceptual, pero imprescindible para concretar no sólo lo qué vamos a hacer sino también el cómo. Se trata de describir la visión de nuestra empresa y su ubicación en el mercado. Puede que queramos ofrecer precisión, rapidez o atención personalizada. Las ideas asociadas a nuestra empresa pueden ser calidad, bienestar o innovación. El carácter de lo que queremos hacer puede ser rústico, vanguardista, tradicional, etc. • ¿Qué nos va a diferenciar?: se trata de precio, servicio posventa, localización, diseño, conocimientos… ¿Por qué un potencial cliente podría confiar en nuestra empresa en vez de en otra más experimentada? • ¿Qué tendencias apreciamos en nuestro contexto respecto a la demanda de nuestro producto o servicio central y respecto a las características de nuestra oferta?: ¿qué información tenemos ya acumulada sobre nuestras intuiciones de negocio y qué debemos contrastar con más detalle? • ¿Qué necesitamos para llevar a cabo el proyecto?: ¿tiene el proyecto una dimensión financiera que podamos abarcar aunque no dispongamos aún de los recursos suficientes?, ¿cuál es la dimensión del proyecto? • ¿Tenemos los conocimientos y capacidades adecuadas para este negocio?: ¿podemos aprender la manera de hacerlo? Hemos realizado nueve bloques de temas que se deberían tratar, pero se podrían hacer más. Cuantas más preguntas respondamos, siempre brevemente, mayor estructura tendrá nuestra idea de negocio y más posibilidades tendremos de valorar los puntos fuertes y los puntos débiles de la idea. Quizás descubramos que no estamos seguros de si el tamaño del mercado potencial en nuestra localidad es suficientemente grande, que nos cuesta definir la filosofía de cómo queremos plantear la empresa, que nuestra idea previa era demasiado genérica, o tal vez surja una contradicción entre cómo nos gustaría hacerlo y las características que observamos en la clientela potencial que nos rodea. Éstas serán las cuestiones a las que debemos prestar atención o sobre las que deberemos buscar asesoramiento. 11 Si se quiere otra óptica sobre lo que estamos planteando, en la página: <http://herramientaempresarial.org> se puede descargar una útil lista de verificación de ideas de negocio (véase la sección de “Software gratuito y aplicaciones on line” de la guía de recursos). En todo caso, debemos realizar dos matices relevantes al respecto de las preguntas que acabamos de formular. En primer lugar, el objetivo fundamental es ordenar nuestras ideas y evaluar lo que sabemos, por tanto, no se trata de redactar las respuestas tratando de defender la intuición o deseo inicial. No tenemos que convencer a nadie en esta fase, eso sólo debe ocurrir cuando busquemos financiación o abramos el negocio. Lo fundamental es intentar no engañarse respondiendo a todas las preguntas de forma positiva, manteniendo una actitud defensiva de la idea. Debe hacerse una primera valoración de la coherencia global de la idea y de los aspectos concretos que ignoramos. La clave de este preproyecto es que sirva como autoevaluación de la idea; por ello, no debemos dejarnos llevar por el exceso de confianza, más bien debemos ir resolviendo nuestras dudas y completando este primer borrador bajo el prisma del aprendizaje continuo. En segundo lugar, no hay que preocuparse en exceso por el aspecto financiero. No estamos diciendo que el tema no sea importante, ya que es el que más preocupaciones suele acaparar. Si la idea no genera ingresos suficientes no será viable, y si no tenemos la capacidad económica suficiente para su puesta en marcha y para su funcionamiento con cierta cobertura, entonces no será posible. Lo que tratamos de enfatizar es que, en esta fase, lo importante es valorar si la oportunidad de negocio es real, si existe ahí un segmento de mercado que potencialmente podría tener una demanda creciente sobre una cierta gama de productos o servicios. Si la principal dificultad es la financiera, habrá que dedicar especiales esfuerzos a la cuestión de la financiación, de la que hablaremos posteriormente. Puede ser que tras examinar más a fondo el aspecto financiero se concluya que en la actualidad no es posible emprender la idea, pero quizás, gracias a haber realizado este ejercicio se puedan evitar errores ahora y mantener la idea viva, de forma que se pueda emprender más adelante. A este respecto no hay una característica que defina más a un emprendedor exitoso que el entusiasmo fundamentado: creer con argumentos sólidos que la idea es buena, forzarse a aprender lo necesario para llevarla a cabo y trabajar duro para hacerla posible. 12 ¿Hemos realizado ya la evaluación previa? ¿Resolvimos ya, de una forma inicial, los aspectos que ignorábamos? ¿Tenemos ilusión porque pensamos haber detectado una idea de negocio? ¡Excelente! Pero: ¡cautela! A pesar de lo que acabamos de decir, tampoco hay que dejarse llevar por el entusiasmo. Estamos solamente en el momento de entrar en otra fase, sin decidir todavía la realización del proyecto. Por ejemplo: puede que se tenga formación en peluquería, que se tenga claro que se quiere montar un negocio propio y que el análisis que hemos realizado hasta ahora anime a hacerlo, pero lo cierto es que el análisis realizado hasta ese momento aún no permite averiguar si éste es el momento idóneo para abrir la peluquería en la zona en la que se pensaba, ni tampoco valorar adecuadamente los entresijos económicos y financieros del proyecto. Lo mismo ocurre si se piensa suministrar un producto a un mercado menos localizado o si se tiene una idea innovadora con potencial de expansión geográfica. Lo único de lo que se debe ser consciente hasta ahora es que se ha decidido seguir investigando, seguir adelante. Llegado este punto, se entra de lleno ya en el terreno de la planificación y la gestión de proyectos. Es importante mantenerse alerta. Entrar en este campo no significa dar por buena la idea, sino que se decide estudiarla de una forma sistemática, intentando explorar sus posibilidades y controlar sus riesgos. Si en esta valoración rigurosa y asesorada, se llega a una conclusión negativa, no pasa nada. Es normal y recomendable para evitar fracasos. Será entonces el momento de volver a la cuestión del origen de las ideas empresariales. Si no se está seguro de la idea, mejor no intentarlo, para que el deseo no nuble la vista. Sólo se debe hacer si se han valorado todos los aspectos relevantes y si aún así se equivoca, tampoco ocurre nada grave: en eso consiste el riesgo empresarial, en ofrecer pruebas a la capacidad de aprendizaje. Si se ha decidido seguir adelante, quizás se tome la determinación de asistir a un «Seminario de planificación empresarial», como los que BIC Galicia organiza gratuitamente en distintas localidades a lo largo del año (hay también una versión on line). Una de las ventajas de estos cursos es que permiten entrar en contacto con otros emprendedores con los que compartir inquietudes mutuas. Puede ocurrir que en determinadas localidades no sea posible encontrar un curso similar en los meses en los que se está trabajando la idea de negocio. No hay por qué preocuparse. Tanto este curso como los recursos de Internet citados en él pretenden ofrecer una visión práctica y fácil sobre el planteamiento y la concreción de la estrategia empresarial, así como sobre la evaluación de sus resultados en el mercado potencial. 13 CONCLUSIONES No importa cuál sea tu motivación para montar una empresa, pero sí que seas consciente de ella y la tengas presente en el diseño del proyecto, para ser inmune al desánimo. Tampoco importa si no das el retrato robot del emprendedor ideal, porque casi nadie lo hace. Lo primordial es que seas consciente de tus fortalezas y debilidades y que tengas afán de mejora y de aprendizaje; en esto consiste el espíritu emprendedor. Existen muchas formas de obtener ideas sobre posibles negocios que satisfagan tus objetivos, por lo que has de evaluarlas de una forma sistemática. Para llevar a cabo todo esto, cuentas con múltiples apoyos en Internet y en organizaciones que se dedican exclusivamente a ello y que están cerca de tu residencia. 14 BIBLIOGRAFÍA BHIDE, A. (1996): Las preguntas que todo emprendedor debe responder. Disponible en: <http://www.emprendedor.com/portal/content/view/96/26/> BIC GALICia (2004): ¿Necesitas impulso? Disponible en: <http://www.bicgalicia.es/bicc/centro/difusion/img/ManualSeminarioDifusión.pdf> BIC GALICIA (2005): Guía para la elaboración de un plan de negocio. Disponible en: <http://www.bicgalicia.es/bicc/centro/archivos/00B_GuiaPLandeNegocio_Castellano.pdf> Dirección General de Política de la Pyme: El espíritu emprendedor. Guía del profesor. Disponible en: <http://www.ipyme.org/dgpyme/manuales/Libro%20esp%20emprendedor.pdf> FARO DE VIGO, CAIXANOVA y CONSORCIO ZONA FRANCA DE VIGO: “Negocios con Futuro” en Guía de Creación de Empresas. 15
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