Chelaski, Bukowski y yo Chelaski jugaba al beisbol y la vida le resultaba muy extraña: el sol parecía un tanto enfermizo, el verde de las verjas demasiado verde, el cielo demasiado alto… Bukowski, en su cuartucho de motel sucio y gris, bebía, fumaba y escribía un relato sobre Chelaski, su alter ego literario, mientras su vida le parecía un espejismo, un sueño, a veces, demasiado a menudo, una terrible pesadilla. Esta noche escribo sobre Chelaski, sobre Bukowski, y mi cuarto, de madrugada, contempla una atmósfera irreal, borrosa, rara, como si todo a mi alrededor fuera puro sueño, pura invención. Al igual que le sucedía a Chelaski, sospecho, intuyo la ficción a mi alrededor. Los detalles no acaban de encajar. Quién sabe, quizás sólo sea el protagonista de un relato que está, en estos momentos, escribiéndose.
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