[CON DETALLE] Las joyas de los caballeros de la Orden dde Santiago Japón Express. Nuevo taller para familias del MNAD CON DETALLE Las joyas de los caballeros de la Orden de Santiago CON DETALLE por Javier Alonso Benito 46 A la hora de enfrentarnos al estudio de piezas de joyería española anteriores a 1900, resulta muy útil hacer una primera división en lo referido al carácter que estas tienen: religioso y civil. Sin embargo, este límite, que en principio podría parecer claro, en algunas ocasiones aparece bastante difuso; el profundo sentimiento religioso que imbuía en el pasado una parte considerable de los ámbitos de nuestra sociedad, hizo que muchos objetos de uso y significación plenamente civil se combinasen con elementos decorativos o iconográficos de referencia claramente devota. Este es el caso de, entre otras, las denominadas veneras o encomiendas de órdenes militares. Eran joyas, más o menos lujosas, que identificaban a su propietario como miembro de una determinada hermandad de carácter civil y raigambre militar, carácter este último atenuado ya durante el siglo XVII aunque muchos de los receptores de este honor lo alcanzasen gracias a méritos castrenses. Aportaban, además, un grado de distinción social, dado que relacionaba a su portador con un grupo exclusivo de personas en parte integrado por miembros de la nobleza, importantes cargos militares y personajes notables de la cultura de cada momento. De ahí que una parte considerable de los caballeros que fueron retratados entre los siglos XVI y XIX, dejaran constancia manifiesta de la pertenencia a una u otra orden. En las representaciones vestían el atuendo de la orden y, en muchos casos, portaban las joyas, llamadas veneras, órdenes, hábitos o encomiendas. Las principales órdenes militares españolas creadas en la Edad Media que tuvieron desarrollo durante la Edad Moderna (siglos XVI-XIX), fueron las de Montesa, Alcántara, Calatrava, san Juan y Santiago. Estas dos últimas gozaron de gran popularidad durante los siglos XVI y XVII, siendo la de Santiago la que contó entre sus filas con un mayor número de personalidades asociadas al mundo de las letras y la cultura de aquellas centurias. ¿Cuáles eran los requisitos necesarios para formar parte de aquellos grupos exclusivos integrados casi únicamente por hombres? La manera más normal de conseguir un hábito de estas órdenes militares era por designación, directa o indirecta, del gran maestre o máximo jerarca de la hermandad. Los casos más conocidos remiten CON DETALLE Det. de retrato de José Uturrigaray. c.1803 Det. de retrato de caballero desconocido. c.1625 Det. de retrato de Miguel José Azanza. c.1798 a personajes históricos que habían cumplido algún importante servicio a los intereses de la propia orden u otros organismos de importancia, como la corona; también encontramos casos en los que la concesión del grado se hace como reconocimiento a una vida de conducta intachable, altos valores morales y religiosos y un apoyo incondicional a los objetivos de la propia orden. Aunque también son abundantes los casos en que la designación de un postulante necesitaba alguna “mano amiga” que tuviese la influencia social necesaria para poder interceder o alzarse como valedor de un aspirante de origen noble y, seguramente, con manchas en su expediente o méritos demasiado escasos como para ser recompensado con un nombramiento de forma natural. Es popular, en este sentido, el controvertido proceso de candidatura (a la postre fallida) que el pintor Michelangelo Merisi da Caravaggio llevó a cabo para acceder a las filas de la orden de san Juan de Malta. hecho, no se consideraba un mérito en sí. Estos no eran títulos que se trasmitieran por herencia, por lo que eran muchos los descendientes de un caballero que, casi por tradición, buscaban procurarse el mismo nombramiento que su antecesor. Pero como ya había ocurrido antes con otras órdenes militares, la influencia política de los caballeros de Santiago se convirtió en un elemento incómodo para algunos monarcas. En este caso fueron los Reyes Católicos quienes, valorando la situación, determinaron hacerse cargo de la dirección de la orden, pasaron todos sus bienes bajo la administración directa de la corona y convirtieron al caballero de Santiago en un título exclusivamente honorífico. Así pasó al siglo XVI con un nuevo carácter desmilitarizado, quedando como un símbolo de prestigio y preeminencia social. Hacemos notar arriba que las designaciones no eran siempre directas, dado que, ya en referencia a la orden de Santiago, se conocen varios casos sobre todo a partir del siglo XVII, en los que a un personaje nombrado caballero en consideración a los servicios realizados para el rey, se le podía conceder el derecho de designar a uno de sus sucesores para la obtención de este título. Cierto es que, con toda probabilidad, el heredero designado no reuniese más requisitos que el de ser hijo de un caballero, una circunstancia que, de La orden del Santiago en la Edad Moderna. Expediente de ingreso La orden militar de Santiago fue fundada en España, en la segunda mitad del siglo XII, por una serie de caballeros que, arrepentidos por una existencia desordenada y libertina, se impusieron la obligación de defender la España cristiana de los continuos ataques de las tropas musulmanas. Aunque parece ser que el objetivo inicial era el de proteger a los peregrinos y hacer algo más fáciles las de por sí penosas condiciones del camino que finalizaba en la tumba del apóstol Santiago, su campo de acción fue mucho más amplio. Inicialmente denominados caballeros de Cáceres, en 1174 recibieron de manos de Alfonso VIII derechos sobre la localidad alcarreña de Uclés (Cuenca), en la que, por aquellas fechas, empezaron a construir un monasterio; muy reformado, ha llegado hasta nuestros días. El grupo de caballeros que iniciaron la andadura de la orden en 1161, se fue convirtiendo en un pequeño ejército cada vez más nutrido en el proceso de reconquista, dando batalla para ganar capitales como Cuenca, Sevilla o Córdoba. Durante los siglos XIV y XV acumularon importantes riquezas y no poco poder. Para que un ciudadano fuera honrado con el título de caballero de Santiago durante la Edad Moderna debía ser propuesto para ello por un miembro importante de la orden o, en muchas ocasiones, por el propio rey. El soberano se ocupaba de dar el visto bueno para que se iniciasen los procedimientos de pesquisa que determinarían si el aspirante cumplía los requisitos necesarios para formar parte de la hermandad. El denominado expediente de ingreso era un procedimiento burocrático constituido por varios documentos y los resultados de una serie de cuestionarios formados por entre cinco y diez preguntas que se realizaban a personas del entorno del candidato. Buena parte de los estudiosos que han trabajado con estos expedientes los consideran documentos insustituibles para conocer el pensamiento de aquel tiempo, aunque nunca pierden de vista su alto grado de subjetividad. Eran pruebas sospechosas o incluso premeditadamente amañadas; así pa- 47 CON DETALLE Det. de retrato de Francisco de los Cobos.1518. Viste una joya propia, no de la orden. Det. de retrato de Paio Peres Correia. Gran Maestre de la orden entre los años 12421275. Det. de retrato de marqués de Branciforte. c.1794. rece que funcionaban estos trámites cuando se consideraba necesario demostrar “fielmente” y bajo juramento, los datos sobre una persona. los antecesores. En segundo lugar se les preguntaba por el tipo de relación que tenían con él, si eran familiares, amigos, conocidos, sirvientes suyos o de su familia, etc. La tercera consulta, más compleja, trataba sobre la legitimidad familiar del investigado y dos generaciones de sus antecesores. Las conclusiones más favorables tras este tercer grado –al menos las que se esperaban para que tal honor pudiera ser concedido- eran las que permitían definir al pretendiente como un hidalgo, limpio y cristiano viejo. ¿Existieron falsos testimonios en estos expedientes? Aunque no es fácil de demostrar, probablemente existieron argumentos falseados en aquellos interrogatorios, si bien no tuvieron que ser por razón de encubrimiento, seguramente se dieron, al menos, cuando uno de los interpelados no conocía la trayectoria del pretendiente y respondía positivamente a las cuestiones sobre hidalguía o limpieza de sangre con intención de favorecerle o de ganar su favor. Los aspirantes, para neutralizar posibles riesgos de testimonios negativos, pudieron comprar las voluntades de los testigos con regalos o aportarles falsas informaciones sobre su genealogía. El primer documento sería el de solicitud de ingreso, denominado “Cédula de merced del hábito de la orden de Santiago”; este instrumento era el que, normalmente llevaba la firma del rey y la refrenda de un secretario de cámara. La cédula de merced era enviada al denominado Real Consejo de las Órdenes Militares (RCOM), organismo encargado que poner en funcionamiento la investigación de la genealogía y las circunstancias del futuro caballero. Al pretendiente lo único que se le solicitaba era un árbol desarrollado de su genealogía y la ubicación geográfica de sus orígenes y los de sus predecesores. Entonces, una serie de secretarios y de personal delegado por el RCOM se desplazaban a los lugares indicados en la genealogía para verificar una serie de datos y realizar entre treinta y cincuenta informes; un número suficiente de testimonios que permitieran esclarecer las principales cuestiones sobre la vida del candidato. Al menos durante el siglo XVII, las preguntas que se les hacían a los testigos seleccionados no siempre eran sencillas, sólo las podrían contestar algunos parientes o personas muy cercanas a la persona examinada, y hay que tener en cuenta que la consulta a parientes quedó descartada por orden real en 1600. En primer lugar se les interrogaba sobre cuestiones generales sobre el candidato y su familia; su edad, su localidad de origen y otros datos sobre Dos de las cuestiones clave solían ponerse en tela de juicio a partir de la cuarta pregunta, las relativas al linaje y a la limpieza de sangre. Se preguntaba al interpelado si conocía rastros de hidalguía en la familia del aspirante y si tenía conocimiento de que en su familia existiera algún tipo de mezcla con los elementos judío, moro o converso en cualquier grado. La importancia de esta consulta, esencial para la decisión final, se deja ver en el párrafo que solía completarla. Siendo positiva la respuesta, el interrogado tendría que dar todo tipo de detalles que justificasen su respuesta y aún si solamente tenía sospechas de que no existiera en él o su familia una limpieza total de sangre, también debería fundamentar su respuesta, aunque los datos fueran totalmente subjetivos. Otras preguntas en la misma dirección se seguían a esta, para determinar si las abuelas del pretendiente eran cristianas viejas; si sus familiares habían tenido oficios “viles” como los de mercader, cambista; si tenían o podían montar a caballo; si habían participado en algún duelo retando o habiendo sido retados; y, por último, si el candidato o alguno de sus familiares habían sido condenados por el Tribunal de la Santa Inquisición, acusados de herejía. La joya de la Orden de Santiago y sus variantes más habituales Una vez revisados todos los términos y aprobado el expediente, el aspirante –o solicitante– obtenía el nombramiento de caballero de la orden y los atributos (o el derecho a portarlos) que lo diferenciaban como miembro de pleno derecho. Hay una cuestión a este respecto que sigue planteando dudas aún después de haber sido estudiados muchos expedientes de ingreso y las circunstancias de los principales caballeros de esta orden; si bien la indumentaria 48 CON DETALLE Det. de retrato de Álvaro Manrique de Zúñiga, c.1586. Encomienda tipo venera. Det. de retrato de Rodrigo Pacheco, marqués de Cerralbo. c. 1624. Encomienda tipo venera. característica podría ser provista por los órganos centrales de la orden, no queda claro que la joya, encomienda, hábito, venera o como quiera llamársele, les fuera entregada a los nombrados como un obsequio. encargo –o incluso las compraban a otros artífices–, en los inventarios de bienes de alguno de los más importantes orfebres de la corte, encontramos relacionados varios ejemplos de joyas indentificativas de diversas órdenes que el platero que podía permitírselo, tenía en su muestrario listas para ser vendidas. Este hecho parece confirmar la hipótesis de que muchos caballeros compraban sus joyas por su cuenta, de ahí que, como antes indicábamos, muchos tenían más de una encomienda de la misma orden en su poder. A propósito de los plateros que realizaban estas piezas, poco se puede decir respecto a la autoría de los ejemplos que se han conservado hasta la actualidad. Al contrario que para las piezas de plata, estas joyas no estaban sujetas a una normativa de marcaje específica y, aunque durante el siglo XVIII algo se intentó al respecto, no encontraremos piezas marcadas fuera de centros muy concretos como Córdoba, ciudad donde sí se marcaron algunos objetos con el punzón de localidad. Nada o casi nada se sabe de piezas marcadas en la corte anteriores a los últimos años del siglo XIX. La única manera de atribuir alguna de estas joyas a un platero concreto es mediante identificación documental y, para este caso concreto –dada la semejanza de muchas de ellas–, aún son muy escasos los ejemplos que se podrían atribuir. Algunos casos así parecen demostrarlo, o al menos así ha sido entendido por los investigadores en ejemplos concretos como el de Francisco de Quevedo, del cual se ha dicho que la venera –que está en la cabeza de su mayorazgo y, como tal, relacionada en su inventario de bienes- fue un obsequio directo del rey Felipe III como prueba de su aprecio y en agradecimiento por las gestiones diplomáticas que le fueron encomendadas en Sicilia, Nápoles y Roma en torno a 1615. Sin embargo, la diferencia en la riqueza de materiales empleados entre unos y otros ejemplos y la presencia de varias piezas del mismo tipo en manos de un sólo propietario, hace pensar que, si bien algunos ejemplares pudieron ser entregados como reconocimiento por un hecho en concreto, otros muchos eran encargados por los caballeros a título particular. En el inventario realizado en 1655 sobre los bienes del marqués de Leganés se relacionan cinco joyas diferentes de la orden de Santiago y en el del duque de Medina de las Torres otras tantas, en este caso de la orden de Calatrava. La ostentación de riqueza era algo muy propio de los caballeros; no hemos de olvidar que su reglamento excluía a los aspirantes que careciesen de medios “decorosos” para asegurar una existencia acomodada. Aunque se sabe que muchos plateros de oro realizaban estas piezas contra De entre todas estas joyas, seguramente el modelo más antiguo es aquel cuya pieza central o colgante tenía forma de venera, la típica concha de vieira con la que se ha relacionado de manera secular el culto a la tumba del que fuera uno de los doce apóstoles. Un buen ejemplo del modelo más básico lo aporta el retrato del I marqués de Villamanrique en el que, colgando de una larga y lujosa cadena, Álvaro Manríquez de Zúñiga levanta con su mano derecha una joya con forma de venera realizada en oro, con una espada de Santiago sobrepuesta, destacada en rojo con esmalte o piedras engastadas. Este modelo se ha tenido como variante original de la joya de Santiago, aquel que portaban los caballeros aún antes de que la dirección de la orden fuese asumida por la corona española. Reinterpretaciones en grabados realizados en el siglo XIX representan a algunos grandes maestres de esta orden –como Pelayo Pérez de Correa (1205-1275)– vistiendo este mismo modelo, de un tamaño bastante mayor al que presentan el citado Villamanrique en 1586, Rodrigo Calderón de Aranda –marqués de Sieteiglesias– en 1612 o el marqués de Cerralbo en 1624. En su retrato, Rodrigo Pacheco presenta una joya con campo esmaltado de blanco en el frente, sobre el que la espada roja destaca con mayor contraste. En 1655, el inventario de bienes del marqués de Leganés deja una interesante descripción de uno de sus cinco hábitos de la orden de Santiago: Entre los siglos XVI y XVIII estas encomiendas se realizaron siguiendo diversas variantes, muchas de las cuales conocemos gracias a la obra pictórica de cada época. Encomienda tipo venera. Armería del Kremlin. 2ª mitad del siglo XVII. 49 CON DETALLE Det. del retrato de Calderón de la Barca. Det. de retrato de Álvaro Bazán, I marqués de Santa Cruz, c.1580. Det. de retrato de Ércole Barciforti. Primera mitad s. XVII. Una venera de oro y diamantes con el abito de Santiago de rubies, a modo de concha con su reaça y diamantes, y una rosa que sirbe con la dicha benera, que tiene en el medio quatro diamantes, pegado el uno al otro, y en la otra veinte diamantes pequeños, la qual deja mandada el dicho señor marqués de Leganes al señor marques de Morata, su hijo. La peculiar forma de esta primera variante sirvió para designar a la joya de Santiago desde al menos el siglo XVI en adelante. Si bien es cierto que en algunas ocasiones se empleó el término “hábito”, la denominación “venera” predomina en el vocabulario documental. En estos papeles también se puede apreciar que ya durante el siglo XVII, “venera” se empleaba de forma habitual para identificar también joyas de otras órdenes como la de Alcántara, Calatrava o San Juan. Una segunda variante, empleada desde el último tercio del siglo XVI hasta al menos las primeras décadas del XIX, fue la de la joya ovalada. Como la anterior, hasta 1700, esta solía ir pendiente de una cadena o, en los casos más humildes, una cinta textil. La característica común de todos estos ejemplares es la forma del cuerpo central del colgante, que en unos casos presenta mayor volumen que en otros. La construcción básica de esta variante presenta un cerco o moldura exterior –que en algunos casos pueden montar marcos de tipo heráldico-, decorado con esmaltes, cristales o piedras preciosas de distinto tipo, y una pieza interior de forma ovalada. Para formar el cuerpo interior se emplearon en muchos casos cristales de roca, vidrios de algunos colores, gemas, tablillas de oro o piezas de porcelana. En todos Diseño joya de Santiago. Tipo cuadrado, los casos estos centros albergaban Miguel Porta,. “Llibres de Passanties” 1616. Encomienda tipo ovalado, c.1600 Fundación Lázaro Galdiano. (Inv 4257). Encomienda tipo ovalado, c.1625 Fundación Lázaro Galdiano. (Inv 856). Encomienda, tipo ovalado enriquecido, de la orden de Santiago. Museo Regionali Pepoli de Trapani. 2º cuarto s.XVII. 50 Encomienda de varios cuerpos de la orden de Calatrava. 1630-1660. Archicofrafía de la virgen del Rosario. Antequera. Det. del retrato del Duque de Alburquerque.1653. Encomienda de varios cuerpos de la orden de Santiago. Det. del retrato del conde de Moctezuma y Tula.1692. Encomienda de varios cuerpos de la orden de Santiago. una cruz de Santiago que, dependiendo del material sobre el que se incorporasen, podrían ir sobrepuestas –esmaltadas o con engastes de cristales rojos, granates o rubíes-, cinceladas y esmaltadas –cuando el soporte era oro u otros metaleso simplemente pintadas –cuando iban sobre porcelana. Esta variante fue muy popular, dado que permitía una identificación muy clara del atributo y daba la posibilidad de realizar muchas variaciones materiales que las individualizaban. Desde ejemplos muy ricos, como debía de ser la joya de Francisco Quevedo, hasta los más sencillos como parecen mostrar los retratos de Calderón de la Barca, importantes personajes de la nobleza española e italiana tuvieron en su poder joyas de este tipo, como el I marqués de Santa Cruz, don Álvaro de Bazán, el V duque de Pastrana Gregorio de Silva Mendoza, el General de Flota don Adrián Pulido Pareja o el panormitano Ercole Branciforti. Otra benera pequeña de azero guarnecida de oro, con el abito de Santiago [...] Durante el siglo XVII proliferaron otras modalidades de joya; así están documentadas piezas cuadradas –como la diseñada por Miguel Porta en 1616- rectangulares y octogonales con cruces sobre placas de oro o vidrios de colores, similares a la que se conserva en el Museo Regionali Pepoli de Trapani. Incluso se registran las primeras piezas de acero con guarnición y esmaltes: Además de los cambios morfológicos, resulta interesante cómo, desde los años finales del mandato de Felipe IV y durante el reinado de Carlos II, la moda de portar estos atributos experimentó un cambio, pasando de ser un elemento colgante para prenderse de la abotonadura o coserse a la línea central del traje. Estas variantes podrían así estar formadas por varios cuerpos pequeños (entre dos y cuatro) que se alineaban en vertical y dejaban la joya principal prendida por debajo del esternón. Esta práctica se empleó para vestir distintos hábitos, no sólo el de Santiago. Una pieza representativa de estos usos es la joya de la orden de Alcántara que conserva Encomienda, tipo cogante, de la orden de Santiago. 1652-1682. Fundación Lázaro Galdiano (Inv. 675) Encomienda, tipo joya de pecho, de la orden de Santiago. 1680-1710 Encomienda, tipo joya de pecho, de la orden de Santiago. 2º cuarto s. XVIII Una benera de oro quadrada, prolongada, con dos cruces de Santiago sobrepuestas sobre una piedra de vidrio azul y guarnecida alrededor de oro esmaltado de blanco y negro de porcelana [...] 51 Det. del retrato del m,arqués de las Amarillas. Encomienda tipo joya de pecho. c.1755. Det. del retrato del marqués de Casafuertes. Encomienda tipo joya de pecho. c.1722. Det. del retrato del duque de la Conquista. Encomienda tipo joya de pecho. c.1740. Encomienda de tipo corazón de la orden de Santiago. 1er cuarto s. XVIII. Museo Nacional Artes Decorativas (Inv. 2152). Det. de retrato de Antonio Pascual de Borbón.1768. Encomienda de tipo corazón. Det. de retrato del conde de Gausa. 1784. Encomienda de tipo corazón. la archicofradía de la Virgen del Rosario de Antequera. Los ejemplos más tempranos los encontramos montados en el retrato del VIII duque de Alburquerque, con dos cubrebotones y una joya octogonal independizada, aunque quizá el ejemplar más rico es el que portaba el I conde de Moctezuma y Tulta en un retrato realizado en 1692. Muy a la moda de la época de Carlos II, su joya compuesta presenta dos lazos independizados y un hábito con centro de cristal de roca y cerco amplio cuajado de diamantes y piedras preciosas. Precisamente estos amplios cercos con multitud de engastes rodeando a piezas centrales algo más pequeñas, se pondrían de moda tras el cambio de siglo. Con Felipe V, la nobleza adoptó novedades significativas en la indumentaria, usos que también tuvieron reflejo en las características de las joyas que portaban y en la manera de vestirlas. Durante el siglo XVIII se perderá la costumbre de la joya “colgante” que, desechando la cadena o la cinta, ahora irá “prendida” en el lado izquierdo del pecho, a modo de condecoración militar. Esta moda se mantendrá durante buena parte del siglo XIX. la que portaba el I conde de Moctezuma, fueron principales. Así encontramos que lo más llamativo en la composición de encomiendas de órdenes militares, sobre todo durante la primera mitad del setecientos, es la guarnición que enmarca el distintivo de la orden. Solía estar compuesto por una estructura de oro calada y labrada con motivos vegetales, que incorporaba abundantes piedras preciosas, principalmente diamantes o esmeraldas de cortes jaquelados (con tabla cuadrada) y de tipo rosa. Entre 1710 y 1750 algunos ejemplares presentan guarniciones tan suntuosas que dejan en segundo plano al cuerpo central, con una espada de Santiago montada sobre un cristal de roca o pintada sobre un peque- Hubo en estos siglos varias modalidades que predominaron entre las preferencias de esta joya. La ovalada, heredada de los tipos más habituales del siglo XVII, y el hábito cuajado de pedrería con una pieza central, con cierto parecido a 52 Det. de retrato de Antonio Pascual de Borbón.1768. Encomienda de tipo ovalado. Det. de retrato del duque de San Carlos. 1782. Encomienda de tipo ovalado. Det. del retrato del IX marqués de Santa Cruz. c.1760. Encomienda tipo ovalado ño botón de porcelana. Ejemplares de estas características aparecen testimoniados en los retratos del marqués de Casafuertes (1722), el duque de la Conquista (1740) o el marqués de las Amarillas (1755), en el que el lustroso marco se aproxima a la forma de una cruz. na joyas de esta orden, tres de las cuales tenían hechura de corazón. Aunque su forma fue estilizándose con el paso de las décadas, en la segunda mitad del siglo XVIII aun se conservan ejemplares que mantienen esta forma. Sirven de ejemplo las joyas que portan el infante Antonio Pascual de Borbón en un retrato realizado por Mengs en 1768, o la del conde de Gausa en 1784, esta ya algo más almendrada. Tomando como ejemplo las joyas de la orden de Santiago, podemos observar con claridad la evolución de las modas en este tipo de piezas no convencionales. Estos objetos representativos tenían un carácter distinto al de una sortija o una joya de pecho, llevaban implícitos unos valores que trascendían a lo material pero que los plateros de oro españoles, franceses e italianos supieron guarnecer empleando para ello las mejores artes y materiales que estuvieran a su disposición, sobre todo en los casos más ricos. No son muchos los ejemplares que se han conservado hasta nuestros días, de ahí la especial importancia que tiene para nuestro patrimonio la venera de Santiago de nuestra colección, inventariada con el número 2.152. La tercera modalidad que se empleó en la decimoctava centuria, también heredera de las formas del siglo XVII, fue la venera con forma de corazón. Su elemento más característico era precisamente la peculiar morfología que adoptaba el cuerpo central, una pieza recubierta de porcelana blanca en cuyo centro, siempre de color rojo, se pintaba la espada del apóstol. Esta variante, casi desde sus inicios, también se concibió para incorporar un cerco ricamente engastado con diamantes esmeraldas y otras gemas. De este tipo, además del interesante ejemplar de la orden de Santiago que conserva la colección de joyería de nuestro museo, encontramos documentadas importantes joyas de otras órdenes desde el último tercio del siglo XVII. [...] un abito de Calatraba de oro, que es un corazon con dos chapitas de oro esmaltadas de blanco, con dos asientos de porcelana pintados en ellas y en el cerco hay treinta diamantes delgados puestos a dos hazes [...] No podemos olvidar tampoco que Juan José de Austria, caballero de San Juan, llegó a atesorar veintiu- El tipo ovalado que, como comentábamos, se mantuvo durante el siglo XVIII y pasó al siglo XIX, a partir de 1750 experimentó un enriquecimiento de su cerco que, en algunos casos, se hacía acompañar de un cuerpo superior o broquel que presentaba forma de lazo o podía incorporar una corona. A juego con el marco, este cuerpo articulado incorporaba también abundancia de engastes de diamantes, a partir de entonces predominantes en estas joyas. Frente a los tipos más decorativos de la primera mitad de siglo, esta variante, más tradicional, recuperaba el tamaño de la enseña de la orden, que podía ir destacada sobre placas de oro, plata o porcelana. Son bastante representativos de esta última variante, los ejemplares del I duque de san Carlos (1782) y, sobre todo, otro de los ejemplares que el infante Antonio Pascual de Borbón mostraba en un retrato realizado por Mengs, diferente del anterior aunque en una cronología muy semejante. Det. de retrato de Jose Antonio Caballero por Fco. de Goya. 1807. Encomienda tipo ovalado. 53 JAPÓN EXPRESS: Nuevo taller para familias en el MNAD por Pilar Sainz Benitez de Lugo Con motivo de la exposición que se inauguró en el Museo el día 12 de Junio, titulada “Lacas Namban: Huellas de Japón en España. IV centenario de la Embajada Keichô”, ofertamos una actividad dirigida a familias para disfrutar de la exposición. la distancia temporal que nos separa del siglo XVII, así como el significado o función de muchos objetos expuestos, tales como los objetos de navegación o las mismas lacas. Diseñado y ejecutado por Pilar Sainz Benítez de Lugo, “Japón Express” es una actividad no muy frecuentada dentro de la oferta educativa del museo, que habitualmente está más centrada a grupos exclusivamente infantiles entre 8 y 12 años. . Para “Japón Express”, el rango de edades se ha modificado, trabajando con niños entre de 6 a 9 años. Según la distribución de la exposición, las primeras salas introducen al visitante explicándole la Embajada Keichô, tanto el viaje y su duración como las personas que la formaron. Además, una de las salas está dedicada a la creación y a la técnica de las lacas Namban. Son las últimas salas, situadas en la primera planta, las que contienen la mayoría de las piezas que están en exposición. Esta distribución permite enfocar la visita de la misma forma, haciendo una explicación en detalle del viaje de 1613 pero partiendo de un ficticio viaje al Japón de hoy en día. Este se plantea mediante las siguientes preguntas; “¿Dónde está Japón?” La visita-taller “Japón Express” se presenta como un viaje actual a Japón, gracias al cual se hace un paralelismo con la Embajada Keichô de hace 400 años. El establecer estas comparaciones entre presente y pasado facilita a los niños entender _ESTRUCTURA DE LA ACTIVIDAD “¿En qué medios de transporte podemos movernos hoy en día?” “¿Quién puede viajar?” “¿Qué instrumentos tenemos a nuestro alcance para preparar un viaje?”. De esta forma entendemos que se trata de un viaje realmente largo, ya que hay que atravesar dos océanos y el continente Americano. Los niños saben que hoy cualquiera puede viajar y tiene a su disposición guías (más o menos especializadas), Internet, literatura y experiencias de otras personas para guiarnos antes de nuestro viaje. Pero hace cuatro siglos no lo tenían tan fácil, ya que viajaban en barco y estaban sometidos a las inclemencias del mar en estructuras bastante frágiles. No tenían mapas digitales para orientarse sino que se servían de astrolabios, brújulas y cartas de navegación (objetos que están expuestos al inicio de la visita). Y si hoy puede viajar prácticamente todo el mundo a cualquier parte del planeta, antes no era así, sino 54 CON DETALLE que viajaban los comerciantes, los nobles, los eclesiásticos y las órdenes religiosas, y los esclavos. De ahí surge la explicación de los participantes en la Embajada. Al ser una visita en la que participan niños, el recorrido no está pensado para ser exhaustivo en los detalles y los datos más técnicos, sino que se hace énfasis en los objetos expuestos (en este caso principalmente las armaduras, que resultan muy atractivas para los niños) y en las imágenes, así como en los detalles más anecdóticos que les pueden resultar interesantes. Lógicamente, y tratándose de una visita con niños, no pueden verse todas las piezas ya que el tiempo de duración de la visita no debería exceder los 50-60 minutos, por lo que se hace una selección previa de las obras más interesantes o que puedan resultar más atractivas a este tipo de público. Una vez que se ha explicado cómo se realizan las lacas, qué son, la mezcla de estilos y la importancia que tienen, se pasa a ver las piezas. En este caso el énfasis se pone en descubrir los diferentes motivos decorativos que hay en los objetos, especialmente los animales, que son muy frecuentes y en muchos casos esconden historias muy interesantes. Ejemplo de ello es el león, rodeado de flores de peonía, ya que era la única especie vegetal que, gracias a sus gotas de rocío, lograba curar al animal de un parásito cutáneo. importante y esa una de las cosas que el turista siempre prueba, por lo que el taller está dedicado a ella. Tras aventurarse con esta prueba, el taller consiste en hacer un imán con plastilina que emule un plato de sushi. Durante la primera parte de la actividad, la visita a la exposición se trata, en la medida de lo posible, de que las familias participen, ya sea los niños o los acompañantes. Así mismo, se trata de que la visita también sea práctica, en tanto que puedan ver y tocar ejemplos de ese Japón moderno del que se habla, mediante objetos (cómics, imágenes, posibles pistas de audio…) que facilita el monitor, además de los objetos que ya están expuestos y que únicamente pueden verse. Tras el taller, y para finalizar la actividad, se ha diseñado una evaluación de tipo figuroanalógica, para que los asistentes puedan valorar la sesión, así como aspectos concretos, como por ejemplo el tiempo de duración, la adecuación del discurso al tipo de público, el taller… También pueden hablar de lo que les ha parecido mejor y los aspectos que mejorarían. La evaluación de tipo figuro-analógica es muy útil para trabajar con niños, ya que les es sencillo establecer los paralelismos entre lo que quieren expresar y las imágenes, y les ayuda a expresar aquello que quieren decir. Pueden utilizarse imágenes genéricas (como por ejemplo emoticones de caras tristes o alegres), o que estén relacionadas con la temática de la actividad. En este caso, se han seleccionado imágenes de personajes de películas del japonés Hayao Miyazaki, que además llaman la atención de los más pequeños. La segunda parte de la visita se centra taller. Este consta de un pequeño objeto manual que hacen los niños ayudados por sus padres, ya que se requiere de precisión en algunos detalles y por eso es una actividad muy adecuada para adultos y niños. Sin embargo, antes de hacer el taller, y como la visita es un viaje “Express” a Japón, se plantea una pequeña prueba: comer un poco de arroz con palillos. La gastronomía de un país es 55 _OBJETIVOS GENERALES DE LA ACTIVIDAD + Crear una actividad para desarrollar en familia, donde adultos y pequeños tengan un papel y una voz dentro de la visita, y puedan trabajar conjuntamente en el taller. + Acercar al público, ya sea adulto o infantil, la temática de la exposición “Lacas Namban”. + Adquirir una idea general del Japón del siglo XVII y del Japón del siglo XXI. En el caso de los niños, aprender cuáles son algunas de las características del Japón actual y conocer las características generales de las lacas de estilo Namban. _RESULTADOS DE LA ACTIVIDAD La evaluación final de la actividad, llevada a cabo durante los meses de junio y julio, ha devuelto resultados muy positivos. Para los niños, lo más interesante y divertido fue el taller, y dentro de la visita, lo que más les gustó fueron las arquetas, que despertaron su interés desde el primer momento. Los adultos valoraron positivamente la duración de la visita, que no fue excesivamente larga y muy adecuada para los niños, así como el discurso de la visita, adaptado al público infantil, y con contenido sobre el tema, sin tampoco excederse en datos técnicos. Tanto adultos como niños valoraron positivamente también el trabajar conjuntamente en el taller, así como la utilidad del objeto creado, que sirve como objeto decorativo y como recuerdo de la visita y del “viaje Express” a Japón. 56
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