las primeras páginas - Cuentos como churros

Kike Cherta
Victor García Antón
peZsapo editorial
colección Tritón
[email protected]
www.pezsapo.com
En Facebook: www.facebook.com/pezsapoeditores
En Twitter: @pezsapoeditores
Editora: Inmaculada Puche Romero.
Coordinación: Julia Viejo Sánchez.
Diseño de la cubierta: editorial peZsapo.
Diseño de logotipos: Hugo Gallo.
Fotografía de cubierta: noroestefoto.
Composición y maquetación: peZsapo.
© 2015, Kike Cherta y Víctor García Antón.
© 2015, de la presente edición: peZsapo.
La editorial quiere agradecer la colaboración de todos los fotógrafos y artistas que
han hecho posible este libro con la cesión de sus imágenes.
Todos los derechos están reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de este libro por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía
y el tratamiento informático, la fotocopia o la grabación sin el permiso expreso de
los titulares del copyright.
Primera edición: Noviembre, 2015
ISBN: 978-84-941139-8-7
D.L.: J 424-2015
Impreso en Podiprint.
Gracias a Aurora, por decorar y poner a punto la churrería.
Gracias a Mar, Rose y Bea por hacernos de pinche en secreto.
Gracias a Rocío, por brillar.
Y gracias, sobre todo, a esa comunidad churrera porque sin
ellos este proyecto no habría sido.
Unas palabras de bienvenida
Pasad, por favor, pasad.
No os dé reparo, poneos cómodos. Disculpad el desastre, es
que la harina se acumula y no hay tiempo para limpiar. De tan
blanca, nuestra cocina parece Siberia. Bienvenidos a la única
churrería literaria del planeta.
Todo comenzó como un reto: escribir un cuento al día durante un año. Los Sres. Churreros, Kike Cherta y Víctor García
Antón, veníamos de publicar un libro de relatos clásico y nos
apetecía dejarnos de protocolos y jugar un poco.
De este modo nació Cuentos como churros. Una plataforma
web en la que dos escritores cocinaban textos y una comunidad
de lectores les pasaba los ingredientes para inspirarles. Valía
cualquier cosa: fotografías, ilustraciones, palabras, canciones,
colores. Los dos escritores decidimos dejar de llamarnos así.
Ahora seríamos churreros. Buscábamos un nuevo modo de
acercarnos a la literatura, más libre y sin complejos. En los li9
bros, el texto suele llegar completo, cerrado, solo se presenta el
resultado final. Nosotros quisimos desnudar el proceso creativo. Disfrutar de la belleza del camino. Experimentar es humano. Escribir es errar. Errar es la hostia.
Con la harina de esta churrería se cocinaron 215 cuentos.
En estos fogones se sofrieron sentimientos y anécdotas, ilustraciones y fotos. Durante un año entero esta churrería solo
detuvo su producción en días festivos. Poco a poco el proyecto
fue creciendo: miles de seguidores en redes sociales y cientos
de comentarios y mails animándonos.
Mientras tanto, nosotros solo podíamos pensar en una cosa:
parece mentira la cantidad de gente que hay por ahí haciendo genialidades. Pensábamos que íbamos a ser especiales por
escribir un cuento al día, pero de pronto descubrimos a blogueros que posteaban con puntualidad suiza, fotógrafos que
colgaban en Instagram varias imágenes en una tarde. Genios
anónimos. Ha sido una cura de humildad.
El proyecto continúa, pero con este libro damos por terminado nuestro reto. De los 215 cuentos hemos escogido unos
pocos. Cada cuento viene acompañado de la imagen o palabra
que lo inspiró. Disfrutad y curiosead en las biografías de los
co-churreros porque hay verdaderos artistas. Lamentablemente, se quedan por el camino fotos y dibujos preciosos. Pero es
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que había que escoger, y después de tantos cuentos ya los confundíamos, como cuando los padres llaman a un hijo con el
nombre de otro.
En definitiva, ha sido lo más bonito que hemos hecho en
nuestra vida. Lo dejamos en vuestras manos. Que lo disfrutéis.
Los Sres. Churreros
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Mujer que flota
Se dirá que la mujer de la piscina está feliz porque flota. Se dirá
que disfruta haciéndose la muerta en medio de la piscina sin
que el agua le entre por la nariz y, por tanto, se hunda. Se dirá
también que la mujer está contenta porque no sabe nadar, el
médico le ha aconsejado unas inmersiones y acaba de descubrir con alegría que, a sus años, todavía flota. Se dirá por último que está feliz en su papel de convaleciente porque el agua
tibia calma el dolor de sus cervicales y, aunque le arrugue la
piel de los dedos, ya le va bien este momento de sosiego previo
a la comida familiar que le tienen preparada en casa.
Se dirá todo esto pero no es verdad. De ninguna manera
está feliz porque flote.
Muy al contrario, la mujer de la piscina flota porque ayer
propuso a un amigo un plan inmejorable: cena ligera en casa
y, de postre, cariños. La mujer flota porque la cena le salió ri13
quísima y se rieron a conciencia con las fresas sin sirope. Flota
porque si tuviera que poner puntuación al amigo, le daría un
sobresaliente. Porque esta mañana el cuerpo le pedía un buen
baño y ha susurrado al amigo, empuja solo la puerta que yo me
voy a la piscina. Flota porque tiene el cuerpo exultante pero
molido, ya pasa de los cincuenta, y le fascina repasar cada detalle de anoche mientras el agua le cubre las orejas. Flota porque
lo pasaron en grande y ya tiene ganas de que su amigo vuelva.
Flota porque está feliz.
Por eso flota.
Ingrediente de Maite Núñez
Maite es compañera de fogones: una escritora que pugna cada día con
su marido y su hijo por el uso del ordenador. Su primer libro se llama
Cosas que decidir mientras se hace la cena y la foto de nuestro cuento es
la imagen de portada.
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Nido
Lo malo de tener la cabeza llena de pájaros es que por las noches, a veces, no siempre, se aparean. Plumíferos insaciables
coreografiando su danza de cortejo entre tus mechones. Se
rondan y se cantan serenatas. Se acoplan piando afónicos. Ponen huevos. Nacen polluelos. Orquesta sinfónica de peladas
cabecitas que nunca cesa. Porque tienen hambre los polluelos.
Siempre tienen hambre y siempre piden más. Y venga los padres a ir y venir. Aplauso de alas continuo. Ahora le toca a la
madre, ahora le toca al padre, y así.
Lo malo de tener la cabeza llena de pájaros es cómo te llenan la melena de ramitas y tierra seca, arañas, escarabajos y
tijeretas, bichos en general. Todos los días, los polluelos se
cagan y se mean. También, con más frecuencia de lo que uno
imagina, vomitan. Como si la propia vida les diera náuseas.
O a lo mejor es que les marean los trayectos en metro. Por si
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acaso, dejas de ir en metro. Por si acaso, aprendes a moverte
con una lentitud de viejecita con tacatá. Y tu pelo, esa misma
cabellera vanidosa que antes olía a Vidal Sassoon, y a eucalipto, y a acondicionador para rizos perfectos, ahora atufa a
musgo agusanado. Para ventilar tanta peste, haces escapadas
a la sierra siempre que puedes. Les gusta el campo, a los polluelos, parece que allí vomitan un poco menos, o eso crees
tú, eso prefieres creer.
Lo malo de tener la cabeza llena de pájaros es el dineral que
te dejas en fisioterapeutas. Porque crecen, los polluelos. Y pesan, los polluelos. Y te provocan tortícolis y dolor crónico en
las vértebras superiores, los polluelos. Clases de yoga. Pilates.
Sesiones de shiatsu. Sobresfuerzo muscular. Buscar el nirvana
entre pío-píos. Conocer al amor de tu vida mientras ensayas la
postura de la flor de loto. Hacer el amor con mucho cuidado,
con miedo a que la pasión destroce el nido de tu cabeza y todo
sean ramitas sobre las sábanas, y tierra espolvoreada, y polluelos sin hogar.
Lo malo de tener la cabeza llena de pájaros es que a tu
jefe de sección tanto aleteo le parece poco profesional. Así
no se puede atender la ventanilla veintitrés, te dice. Finiquito. Cola del INEM. Mañanas llenas de tiempo, que los
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polluelos dedican a ensayar trinos y a engordar. Mudarse
a un piso más pequeño con el amor de tu vida. Compartir
gastos y cama estrecha. Cuanto más crecen, más chillones
se muestran los polluelos. Llenar el pisito de plantas, con la
esperanza de que el verde los narcotice un poco. Descubrir
la botánica. Magia: coges una semillita, la entierras en tierra
negra, la riegas y, al cabo de un tiempo, se metamorfosea en
un tomate.
Lo malo de tener la cabeza llena de pájaros son los sustos
que te dan. Una mañana cualquiera, mientras estás preparando el desayuno, café con leche de soja para el amor de tu vida,
café con leche de verdad para ti, ves caer a un polluelo frente
a tu nariz. Tú gritas y mueves las manos, pero nunca alcanzas
a salvarlo. Antes de estrellarse contra las baldosas, sin embargo, el polluelo remonta el vuelo. Ahora ya no es un polluelo,
ahora es un pájaro. No mucho después, otro polluelo salta
también. Y vuela también. Al día siguiente, salta otro. Y en
seguida, otro más. Por fin, todos los polluelos dejan de ser
polluelos. Se convierten en pájaros hechos y derechos. Los
padres se pasan cada vez menos de visita. Un día, todos levantan el vuelo y se van.
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Lo malo de tener la cabeza llena de pájaros es el silencio
limpísimo que te dejan después, y la sensación de que ya no
hay marcha atrás.
Ingrediente de Lázaro Ventura
Los cuadros de Lázaro Ventura tienen la extraña cualidad de transportarte a otro universo. Así que cuidado con visitar su web, porque
sus obsesiones tienen la costumbre de pegarse a la piel. Apto solo para
estómagos valientes.
www.lazaroventura.blogspot.com.es
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