Educando a nuestros chicos entretodos, con una sonrisa. Dossier

La tarea conjunta de los papás y la escuela por Maritchu Seitún
Los padres somos los principales formadores
y educadores de nuestros hijos, pero no los
únicos. Necesitamos el respaldo y la ayuda de la
comunidad para hacerlo. Las escuelas también
necesitan nuestro apoyo ya que los más pequeños
deberían ingresar al jardín ya educados en muchas
cuestiones que se aprenden en casa: reconociendo
al adulto como referente y figura de autoridad,
estando en proceso de salir de la posición de
“ombligo del mundo” o “ su majestad el bebé”,
temas que se relaciona con ir aprendiendo a
esperar su turno, tolerar la frustración, esforzarse,
compartir, etc.
Hasta hace relativamente pocos años en la historia
de la humanidad muchos otros adultos colaboraban
en la crianza y en la educación de los niños. Los
seres humanos vivieron muchísimos años en tribus
pequeñas en las que había una proporción de
cuatro adultos por cada niño, todos ellos ayudaban
a educar, disciplinar y nutrir. Nuestro cerebro
está preparado y espera, ese entorno social
rico. Hoy, cuando buscamos un jardín maternal,
consideramos que la ecuación de un adulto cada
cinco niños pequeños es adecuada, una diferencia
enorme con la riqueza relacional de la época en
que vivíamos como cazadores-recolectores (dicen
los autores Maia Szalavitz y Bruce Perry en Born
for love (why empathy is essential-and endangered).
Sin ir tan atrás en el tiempo hace un par de
generaciones los temas en la crianza se daban
por sentados; padres, escuela y sociedad tenían el
mismo criterio: crecíamos con reglas claras, una
moral y una ética indiscutible, sostenida por todos
los adultos que rodeaban a los chicos, nosotros
llegamos a grandes bastante reprimidos pero, en
líneas generales, educados y protegidos por esos
adultos (a quienes respetábamos y admirábamos)
y por esas normas claras.
No todo era perfecto y muchas cosas fueron
cambiando para bien, hoy vemos a los niños como
personas merecedoras de respeto, ya no decimos
“que se los vea pero que no se los oiga”. Pero en
algunas importantes cuestiones nos fuimos al otro
extremo y nos excedimos en nuestro permisivismo
hasta el punto casi de dejarlos solos.
Los padres, acostumbrados durante mucho tiempo
a que la sociedad como tal eduque a los chicos, no
registramos el papel fundamental que tenemos
hoy como modelos, buenos delimitadores,
introduciendo normas y reglas morales y éticas,
cariñosos estimuladores y sostén del trabajo que
hacen los maestros en al escuela. Y cada vez más
chicos crecen sin reglas ni normas claras, sin
referentes adultos a quienes copiar, muy solos a
la hora de tomar decisiones, de adquirir criterios
propios y de convertirse en personas morales.
Nos quedó a los padres y la escuela toda la tarea
de la educación (del latín ducere: guiar o conducir)
porque la sociedad no sólo no colabora sino que
trabaja muchas veces en contra “vendiéndoles” a
los chicos una forma de vivir que no compartimos
a través de la televisión, tanto los programas
como la publicidad, también la gráfica en la calle,
Internet, etc . Cuando no permitimos hoy que la
escuela nos acompañe en la educación (al quitarle
el apoyo a los maestros por ejemplo) queda un
vacío en el que aparecen las dificultades.
Por otro lado la sociedad hoy tiende a sobrevalorar
la juventud y desvalorizar la edad y la experiencia,
y los adultos terminamos creyéndolo, sin
reconocer nuestra importancia como brújula (así
lo denominan Gabor y Maté en Regreso al vínculo
familiar) en la vida de nuestros hijos hasta su plena
adultez, es decir hasta que lleguen a la madurez
de su sistema nervioso central y por lo tanto de su
capacidad para tomar buenas decisiones, lo que
hoy sabemos que no ocurre antes de los veintiún
años; y hasta que se autoabastezcan, y eso hoy
lleva unos años más todavía.
Los adultos tenemos que acostumbrarnos a
educar y … a seguir educando: a explicitar a los
niños esos temas que hoy no son obvios y que
ayudan en el fortalecimiento de sus personas
y de los recursos para enfrentar la vida con sus
inevitables dificultades: disciplina y límites,
valores morales, la amistad, el amor, el cuidado
del cuerpo, evaluación de riesgos, el uso de la
tecnología, no quemar etapas, etc.. Así ellos
podrán internalizar un rumbo y un modelo claro
que les permita discernir y resolver los temas a
medida que crecen, aprendiendo a cuidarse a
sí mismos, a cuidar a otros y a su entorno. ¡No
podemos dejarlos a merced de sus pares (tan
perdidos como ellos) o de la sociedad de consumo!
Y empezar en la adolescencia ya es tarde....
EDUCANDO A NUESTROS CHICOS ENTRE TODOS CON UNA SONRISA
01
“Hace falta un pueblo para educar
a un niño”(proverbio africano)
En un pueblo:
a) tenemos el sostén de los vecinos, de la familia
grande; tenemos raíces y pertenencia; en esa
matriz los chicos maduran y desde allí se aventuran
a conocer el mundo;
b) la cultura pasa verticalmente de generación
en generación (cuando hoy la tendencia es:
horizontalmente, entre pares);
c) los adultos son brújula, todos tienen el mismo
rumbo;
d) los vínculos entre las personas son estrechos,
nos conocemos, nos queremos.
Cuantos más sean los adultos
referentes, mejor podemos acompañar
el crecimiento de nuestros hijos.
Es nuestra tarea armar un sistema de protección
y cuidado a los chicos con la modalidad de las
muñecas rusas, el niño en el centro cuidado
por múltiples niveles, en el primero los padres,
luego la familia grande, los amigos, el barrio,
las instituciones de la comunidad: escuela, club,
iglesia, más afuera un sistema legal y un gobierno
que defiendan el bienestar de esos niños.
Qué necesitan hoy nuestros chicos
Necesitan fortaleza interna, recursos variados,
flexibilidad para adaptarse a las cambiantes
situaciones de la vida, valores morales claros y
definidos; padres y escuela tenemos que trabajar
en equipo para lograrlo con la ayuda de factores
protectores:
1) Vínculo de apego seguro
2) Autoestima alta y sensación de poder
3) Despliegue de la agresividad sana
4) Nuestro modelo: imitación/identificación
5) Empatía y capacitación emocional
6) Permanecer cerca de los chicos
Cuando el niño en cambio corta ese contacto, es
responsabilidad de los adultos la reconexión.
Tenemos mayor fortaleza interna y autoestima que
nos permite no ofendernos ni derrumbarnos ante
la toma de distancia de ellos.
Ese buen vínculo confiado se traslada a otras
personas y así llegan a la escuela creyendo que
la maestra, como mamá y papá, está disponible,
quiere enseñarle, que él es valioso y va a poder
aprender, que puede pedir ayuda, o tiempo, incluso
cometer errores sin que eso tenga consecuencias
graves. Escucha a los maestros y los respeta, sabe
que tienen buenas razones para pedirle lo que le
piden. Cuando los chicos
llegan a la escuela sin esta confianza básica
adquirida la maestra tendrá que ocupar su tiempo
en educarlo en lugar de dedicar sus energías a
enseñar. Y después los padres nos quejamos de
que los chicos no aprenden en la escuela…
Un chico que confía no necesita defenderse y
puede crecer, aprender, preguntar, jugar. Es un
dato esencial no sólo para los padres sin también
para los maestros, porque todos ellos pueden
ofrecer un ambiente seguro donde eso sea posible.
2) Autoestima alta
1) Vínculo de apego seguro
En un vínculo seguro y confiado con sus padres los
chicos aprenden que la mayoría de las relaciones
son placenteras, a no aceptar las que no lo son, a
sentirse seguros con otros, a confiar que pueden
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gustar a otros, que su palabra vale, que pueden
decir que no, a negociar. Los chicos que están
cálidamente comprometidos con sus padres
quieren salir al mundo a buscar otras relaciones.
Los padres nos convertimos en la base segura
desde donde nuestros hijos se aventuran al mundo
y a donde pueden retroceder cuando lo necesitan.
Cuando nuestro hijo busca contacto y cercanía
con nosotros podemos nutrir, consolar, guiar, ser
modelo, maestro y consejero, y así acompañarlos
a madurar, a salir de un estilo tiránico y coercitivo
(quiero ya!) a otro confiado, que les permite
esperar su turno, respetar reglas, hacer caso, etc.
La autoestima alta les permite tolerar rechazos,
desilusiones y pérdidas, ayuda a no tomarse las
cosas personalmente, a no ofenderse, a insistir
sin rendirse, a sobrevivir sin daño a los inevitables
rechazos.
EDUCANDO A NUESTROS CHICOS ENTRE TODOS CON UNA SONRISA
Por eso padres y maestros tratemos de:
• valorar cada niño como ser único, incluidas las
diferencias,
• valorarlos por aquello que ellos se valoran,
• favorecer la iniciativa y la asertividad (estemos
atentos a los más pasivos o excesivamente
dóciles),
• que se sientan queridos, queribles y valiosos;
• hablar de sus conductas (con verbos, acciones)
y no de sus personas (con adjetivos);
• cuidar que nuestras exigencias sean
adecuadas, ni excesivas ni demasiado pocas.
Nuestro objetivo como padres y
maestros es que la evaluación de sus
personas llegue a ser independiente
del juicio de otros, que al crecer la
autoestima venga de adentro, en caso
contrario va ser siempre condicionada
e inestable al depender de lo que otros
dicen (¡incluidos nosotros!).
3) Agresividad sana
Nuestra aceptación de las emociones “oscuras” de
nuestros hijos permite una adecuada integración
dentro de sus personas, entre ellas me parece
fundamental la agresividad sana, que les permite
defender su punto de vista, enojarse cuando
corresponde sin esconder ni deformar lo que
sienten. Cuando las aceptemos mejora también su
autoestima (mamá me quiere a pesar de que… mi
hermanito me tiene harto, lo que no me permite es
pegarle).
Ellos necesitan conocer y aprender a manejar estos
sentimientos, son humanos y parte del desarrollo
emocional sano, siempre que estén balanceados
con otras emociones como calidez y empatía.
Nos dan energía, nos motivan a mejorar, ayudan
a definir nuestra identidad, y nuestras fronteras,
quiénes somos y quiénes no somos.
Dos herramientas fundamentales para lograrlo
son: 1) darles “derecho a la protesta”, vale lo que
uno siente, piensa, desea, no siempre se puede
hacer lo que uno quiere, y 2) aceptar algunos de
sus “no” como respuesta. Si nunca les permitimos
quejarse ni aceptamos algunas de su negativas no
pueden aprender a hacer lo mismo con sus pares,
y ¡queremos que lo aprendan!
4) Nuestro modelo
Padres y maestros somos modelo y ejemplo para
los chicos. Primero por imitación y más adelante
por identificación les ofrecemos el material para
que vayan sabiendo cómo son y cómo se hacen las
cosas, lo que está bien o mal, para que adquieran
una moral clara y sepan lo que es el respeto, la
responsabilidad, el buen amor y la buena amistad.
Tengamos sumo cuidado de no usar con ellos (o
delante de ellos) la burla, la ironía, el sarcasmo,
la descalificación, el abuso, el autoritarismo, la
culpabilización de otros (“yo no fui”). Ellos nos
miran y aprenden a hacer lo que hacemos y no
lo que decimos (80 a 90% modelo y 10 a 20%
nuestras palabras)
5) Empatía y capacitación emocional
La empatía (comprendo tu deseo) va de la mano de
límites (no siempre es posible lo que querés) y el
duelo (te acompaño en el dolor de que no lo sea).
Se aprende de los padres y otros adultos.
La empatía se enseña con empatía: para que
ellos puedan comprender a otros, tienen que
habernos visto hacerlo muchas veces con
ellos y con otros.
6) Permanecer cerca de los chicos
Somos la brújula que los protege, cuando
desaparece ese vínculo seguro con el que es
brújula (o faro para Miguel Espeche) para los
chicos surgen los problemas.
Dos temas fundamentales
Los adultos tenemos dos recursos en nuestras
manos que colaboran con
fortalecimiento y
confianza en sí mismos de los chicos: el tiempo
de calidad de los adultos con ellos, y el tiempo de
jugar.
Lo que llamo tiempo de calidad es un mínimo
de quince minutos por hijo por día, de total
disponibilidad tanto de papá como de mamá
para seguir al niño en sus intereses (floortime
para Stanley Greenspan, playtime para Lawrence
Cohen). Les confirma nuestro interés por ellos, nos
permite conocerlos mejor. Ellos así nos sienten
cerca e interesados por sus personas (y nosotros
descubrimos lo fascinantes que son sus intereses
e inquietudes) y podemos favorecer el juego libre
y el riquísimo e indispensable intercambio con
nosotros.
EDUCANDO A NUESTROS CHICOS ENTRE TODOS CON UNA SONRISA
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En la escuela lo llamaría momentos de calidad
y son mucho más cortos: los alumnos florecen
con pequeños gestos, miradas individualizadas
de reconocimiento y valoración de sus maestros,
todos los chicos los necesitan. Esta práctica podría
suavizar, incluso evitar muchos problemas de
conducta, de aprendizaje o de atención en el aula.
Si los padres tienen tiempo para ellos, si
la maestra los destaca, les es más fácil
confirmar su propio valor.
El juego a favorecer es libre, no estructurado; de
cooperación y no de competencia; a solas y con otros
chicos; los ayuda a divertirse, aprender, procesar
temas difíciles, esperar el turno, negociar, acordar,
practicar habilidades sociales, incluso aprender.
Los juegos y deportes competitivos y electrónicos
de cualquier tipo no sólo no lo reemplazan sino
que dificultan muchos de los temas anteriores.
CONTRARRESTAR LA INFLUENCIA
DE LA SOCIEDAD Y DE LOS MEDIOS
El niño de jardín o de primaria escucha a los
adultos, los tiene como modelos, los imita, los
mira y les pregunta para armar su cosmovisión,
que va a revisar cuando llegue a la adolescencia;
en cambio si no tiene la propia simplemente va
a copiar lo que vea en la tele, o lo que hagan o
digan sus amigos sin tener un criterio anterior
y personal que le permita decidir. Como dice el
dicho “es mejor prevenir que curar”.
Es la etapa de armar una caja de herramientas lo
más completa posible, que puedan usar cuando
Que nuestros hogares y Jardines de infantes y
maternales sean lugares donde los chicos jueguen,
inventen el mundo (que ya está inventado, pero ellos
no lo saben, como decía Donald Winnicott), y llegan
al aprendizaje formal interesados y motivados: la
matemática se aprende jugando al supermercado,
la física construyendo con maderitas, la química
haciendo perfume con pétalos de flores, la lengua
inventando historias o escuchando cuentos, la
historia haciendo preguntas sobre la familia, etc.
Pero hace falta un adulto por momentos disponible
para escuchar, responder las preguntas, amplificar
esos intereses, acompañar las investigaciones…
Jugar favorece también el aprendizaje no formal:
a ser padres y cuidar hijos, llevarlos al médico,
alimentarlos, mimarlos y ponerlos a dormir, las
pautas de higiene, todo eso se aprende observando
a los padres y se refuerza en el juego en casa y en
el jardín de infantes.
Es fundamental:
Alinearnos con la escuela y trabajar en
equipo para la educación de los chicos, sin
delegarles la tarea (nos pueden ayudar pero
su tarea es enseñar), atendiendo sus planteos
(seguramente quieran ayudar a nuestro hijo) , y
apoyándola (es importante que los chicos sepan
que padres y escuela son un equipo).
La escuela necesita a los padres como socios en
su tarea, también su respaldo, y que los chicos
lleguen a la escuela (a primer grado) con una
conciencia moral ya en proceso de formación.
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estén lejos nuestro o cuando no nos quieran
escuchar (porque no es tan simple renegar, hacer
de cuenta que no existe, lo que uno lleva adentro
instalado). Lo que los chicos hagan con esas
herramientas que les fuimos entregando será su
decisión, pero al menos estaremos tranquilos d e
haber hecho lo que estaba en nuestras manos.
Las herramientas
• Autoestima: saber quiénes son e integrar
distintos aspectos de su personalidad
• Una moral y una ética que los orienten cuando
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•
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•
•
•
están solos: a adquirir madurez moral (no sólo
distinguir el bien del mal sino actuar bien)
Fortaleza de carácter
La curiosidad, la motivación, las inquietudes
La responsabilidad (y no la obediencia a ciegas)
Convertirse en personas empáticas
Tener amigos y a ser buenos amigos
Sentirse capaces y entusiastas para el
aprendizaje escolar
¡Sin olvidar divertirse y jugar!
Pequeños pasos hacia la independencia
(enseñarles a resolver problemas, pensar
juntos, que busquen opciones posibles, y a
hacerse cargo de las consecuencias de su
conducta, dándoles confianza)
hasta que no tienda su cama, o alguna
otra). Llegado a este punto no hagamos
más lo que ya les delegamos si queremos
que aprendan a hacerse cargo.
Ventanas de oportunidad
Cada aspecto del crecimiento y la maduración tiene
momentos ideales a los que llamamos ventanas
de oportunidad. No sólo es importante desplegar
y habilitar ciertos temas sino también postergar
otros para los que no creemos que estén listos. La
sociedad nos invita (y los invita) a quemar etapas,
adelantar las piyamadas, los bailes, moverse
en grupos por un centro comercial, el ingreso a
Internet, etc. a edades en que los chicos no están
preparados, a veces ni siquiera interesados. Somos
más grandes y vemos más lejos, aprendamos a
decir que no, para que además crezca el deseo y se
acostumbren a pelear por lo que quieren.
Los adultos nos ocupamos de:
Sostener la cercanía física, la comunicación y
la intimidad, persistir con los rituales familiares
(comidas placenteras!), hablar cuando nos sientan
cerca (porque antes los escuchamos), y hacerlo
cuando todavía dicen: “yo nunca te voy a hablar así!
“ o “yo nunca voy a hacer eso!”
Así lograremos transmitir nuestra cosmovisión de
modo que tengan la opción de decir que no porque
tienen un mensaje claro de padres y maestros
(aunque no es garantía). Además sabremos lo que
piensan y, eventualmente, podremos confiar en
ellos.
• En un primer momento hacemos nosotros (les
tendemos la cama por ejemplo)
• Más adelante les pedimos que nos ayuden
• Luego los ayudamos nosotros a hacerlo
• Después les recordamos (si fuera necesario)
Enseñar y practicar el pensamiento crítico,
toma de decisiones, evaluación de riesgos,
consecuencias. Padres y maestros trabajamos
para que nuestros chicos puedan pensar antes de
resolver, aprendan a tomar buenas decisiones y a
sopesar sus opciones y también para que se hagan
cargo de las consecuencias de sus decisiones.
Permitamos que cometan errores pequeños cerca
nuestro y aprenderán para cuando estén solos.
y observamos, pero no hacemos (en vigilia
atenta)
Hasta finalmente dejarlos hacer, incluso
equivocarse, y atenerse a las consecuencias
(preacordadas: podría ser dormir en una
cama arrugada, no ir a la casa del amigo
EDUCANDO A NUESTROS CHICOS ENTRE TODOS CON UNA SONRISA
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Enseñar hasta la plena internalización:
a) una ética del intercambio social
• De nuestra mano aprenden:
• qué es ser un buen amigo (hijo, padre,
hermano, etc.)
• a tratar a otros como les gustaría ser tratados,
• que nadie tiene derecho a decirles cosas que
los lastimen; y, si lo hacen, tanto pueden
defenderse como alejarse ¡¡¡o no hacer caso!!!,
• a no someter a otros, ni permitir que los
sometan,
• a preguntarse si lo harían si estuvieran solos,
o si un adulto los estuviera mirando, o si les
gustaría que se lo hagan a ellos, y a no hacerlo
si no lo harían en esas situaciones.
• que un buen amigo (padre, hermano) no le
hace mal a otro,
• que todos sentimos presión de los grupos, a
veces buena y otras mala,
• que la conciencia moral se diluye en el grupo.
A veces es preferible hacerlo a través de “otros”:
cuentos, películas, noticias, etc., a distancia
piensan mejor y pueden escuchar.
actividades de nuestros niños. Poner horarios,
fiscalizar lo que miran y lo que escriben, haciéndolo
con ellos. En resumen: ayudarlos a pensar. Es
nuestra oportunidad de que adquieran cierta
capacidad de reflexión y de decisión. No podemos
dejarlos solos hasta que estemos seguros de que
saben manejarse ( y eso rara vez ocurre antes de
los 14 años).
Revisemos también nuestro uso de las pantallas y
de la tecnología. Ellos van a hacer lo que nos ven
hacer.
d) acerca del alcohol, cigarrillo, estimulantes,
drogas
A pesar de que no es tema para la infancia, estemos
atentos a nuestras “adicciones”, a nuestras formas
de escapar de lo que nos pasa o sentimos, porque
sin darnos cuenta las estamos enseñando.
Las claves para proteger a nuestros hijos de futuras
conductas adictivas se relacionan con la autoestima
alta y el vínculo de apego seguro, y, en lo concreto,
con el hecho de que puedan hablar de lo que
les pasa y procesarlo, animarse a estar tristes,
enojados, asustados, a pedir ayuda. Adicción
etimológicamente significa “no palabra”: como no
puedo poner palabras a lo que me pasa entonces
no tolero la angustia y tengo que anestesiarme
como pueda.
La infancia se prolonga en nuestra sociedad. No
podemos permitir que la duración de la función
parental se acorte, porque en ese espacio
quedan solos a merced de ellos mismos o de
sus amigos, tan perdidos como ellos.
b) acerca del amor y de enamorarse
Hablemos antes de que la sociedad haya podido
influenciarlos, de modo que tengan otra opción
distinta a la que les ofrece la sociedad. Hablemos
del amor desde el amor , no desde el miedo o la
prohibición. Sólo nosotros podemos mostrárselo.
Reforcemos las prácticas de: golpear las puertas,
respetar la privacidad, pedir permiso, son formas
de respetar y hacer respetar nuestra intimidad y
la de ellos.
c) acerca de la conducta en las redes sociales /
juegos /televisión /teléfonos inteligentes
Los adultos podemos y debemos regular esas
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¿Quién queremos que críe a nuestros hijos?
“Los padres y otros adultos interesados
en su cuidado, debemos ser sus guías,
proveedores, y modelos. Debemos seguir
cerca de ellos y sostenerlos hasta que
la tarea esté terminada. No por motivos
egoístas sino para que puedan animarse
a ir más lejos, completar sus destinos de
desarrollo. Tenemos que sostenerlos hasta
que puedan sostenerse a ellos mismos.”
Dice Zygmunt Bauman que “en la sociedades
opulentas el trabajo del maestro se
desvaloriza con frecuencia porque, en los
países más ricos esta inversión, que es a
largo plazo, en los propios hijos requeriría
una participación activa que los padres,
demasiado ocupados y demasiado atrapados
en la trampa del consumo, no están
dispuestos a hacer”.
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Ideas centrales
Temas
1) pueblo que cuida como muñecas rusas
2) padres brújula hasta la adultez plena
3) factores protectores para el fortalecimiento:
a. un vínculo de apego seguro,
b. favorecer la autoestima alta y la sensación
de poder,
c. permitir el despliegue de la agresividad sana,
d. con nuestro modelo (imitación/identificación),
e. con empatía (a partir de allí viene el límite,
el mensaje o la enseñanza),
f. al mantenerlos cerca nuestro.
4) tiempo de calidad de adultos con niños
5) tiempo de juego
•
•
•
•
•
•
•
Contrarrestar la influencia de los medios
Favorecer el despliegue de su identidad
Aprovechar las ventanas de oportunidad
Sostener la cercanía y la intimidad con los hijos
Enseñar pensamiento crítico, evaluación de
riesgos
Enseñar sobre la amistad, el amor, el uso
saludable de la tecnología
Prevenir las conductas adictivas
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EDUCANDO A NUESTROS CHICOS ENTRE TODOS CON UNA SONRISA
ACERCA DE MARITCHU SEITUN:
Maritchu Seitún de Chas es
licenciada en Psicología. Trabaja
con niños y adolescentes en terapia
individual y en orientación a padres.
Integra y coordina los equipos de
Psicología de Niñez y Adolescencia
del Centro Médico Domingo Savio
en San Isidro. Dicta talleres de
lectura y reflexión para madres.
Es reconocida por sus charlas en
colegios y empresas sobre niñez y
adolescencia. Colabora en diarios
y revistas de actualidad en temas
de psicología de infancia. Tiene su
propia columna quincenal en el
suplemento #Sábado# del diario
La Nación. Criar hijos confiados,
motivados y seguros (Grijalbo, 2011)
se transformó en un éxito de ventas
que confirmó a la autora como un
referente en el área.
ACERCA DE ALA
Ala es la marca líder del mercado
de jabones para lavar la ropa que
ofrece la mejor ecuación precio/
calidad. Con profundas raíces en
la cultura argentina y bajo el lema
“porque ensuciarse hace bien”, Ala
promueve y realiza permanentemente
distintas actividades relacionadas con
el desarrollo infantil.
Más información en www.ala.com.ar
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