La tarea conjunta de los papás y la escuela por Maritchu Seitún Los padres somos los principales formadores y educadores de nuestros hijos, pero no los únicos. Necesitamos el respaldo y la ayuda de la comunidad para hacerlo. Las escuelas también necesitan nuestro apoyo ya que los más pequeños deberían ingresar al jardín ya educados en muchas cuestiones que se aprenden en casa: reconociendo al adulto como referente y figura de autoridad, estando en proceso de salir de la posición de “ombligo del mundo” o “ su majestad el bebé”, temas que se relaciona con ir aprendiendo a esperar su turno, tolerar la frustración, esforzarse, compartir, etc. Hasta hace relativamente pocos años en la historia de la humanidad muchos otros adultos colaboraban en la crianza y en la educación de los niños. Los seres humanos vivieron muchísimos años en tribus pequeñas en las que había una proporción de cuatro adultos por cada niño, todos ellos ayudaban a educar, disciplinar y nutrir. Nuestro cerebro está preparado y espera, ese entorno social rico. Hoy, cuando buscamos un jardín maternal, consideramos que la ecuación de un adulto cada cinco niños pequeños es adecuada, una diferencia enorme con la riqueza relacional de la época en que vivíamos como cazadores-recolectores (dicen los autores Maia Szalavitz y Bruce Perry en Born for love (why empathy is essential-and endangered). Sin ir tan atrás en el tiempo hace un par de generaciones los temas en la crianza se daban por sentados; padres, escuela y sociedad tenían el mismo criterio: crecíamos con reglas claras, una moral y una ética indiscutible, sostenida por todos los adultos que rodeaban a los chicos, nosotros llegamos a grandes bastante reprimidos pero, en líneas generales, educados y protegidos por esos adultos (a quienes respetábamos y admirábamos) y por esas normas claras. No todo era perfecto y muchas cosas fueron cambiando para bien, hoy vemos a los niños como personas merecedoras de respeto, ya no decimos “que se los vea pero que no se los oiga”. Pero en algunas importantes cuestiones nos fuimos al otro extremo y nos excedimos en nuestro permisivismo hasta el punto casi de dejarlos solos. Los padres, acostumbrados durante mucho tiempo a que la sociedad como tal eduque a los chicos, no registramos el papel fundamental que tenemos hoy como modelos, buenos delimitadores, introduciendo normas y reglas morales y éticas, cariñosos estimuladores y sostén del trabajo que hacen los maestros en al escuela. Y cada vez más chicos crecen sin reglas ni normas claras, sin referentes adultos a quienes copiar, muy solos a la hora de tomar decisiones, de adquirir criterios propios y de convertirse en personas morales. Nos quedó a los padres y la escuela toda la tarea de la educación (del latín ducere: guiar o conducir) porque la sociedad no sólo no colabora sino que trabaja muchas veces en contra “vendiéndoles” a los chicos una forma de vivir que no compartimos a través de la televisión, tanto los programas como la publicidad, también la gráfica en la calle, Internet, etc . Cuando no permitimos hoy que la escuela nos acompañe en la educación (al quitarle el apoyo a los maestros por ejemplo) queda un vacío en el que aparecen las dificultades. Por otro lado la sociedad hoy tiende a sobrevalorar la juventud y desvalorizar la edad y la experiencia, y los adultos terminamos creyéndolo, sin reconocer nuestra importancia como brújula (así lo denominan Gabor y Maté en Regreso al vínculo familiar) en la vida de nuestros hijos hasta su plena adultez, es decir hasta que lleguen a la madurez de su sistema nervioso central y por lo tanto de su capacidad para tomar buenas decisiones, lo que hoy sabemos que no ocurre antes de los veintiún años; y hasta que se autoabastezcan, y eso hoy lleva unos años más todavía. Los adultos tenemos que acostumbrarnos a educar y … a seguir educando: a explicitar a los niños esos temas que hoy no son obvios y que ayudan en el fortalecimiento de sus personas y de los recursos para enfrentar la vida con sus inevitables dificultades: disciplina y límites, valores morales, la amistad, el amor, el cuidado del cuerpo, evaluación de riesgos, el uso de la tecnología, no quemar etapas, etc.. Así ellos podrán internalizar un rumbo y un modelo claro que les permita discernir y resolver los temas a medida que crecen, aprendiendo a cuidarse a sí mismos, a cuidar a otros y a su entorno. ¡No podemos dejarlos a merced de sus pares (tan perdidos como ellos) o de la sociedad de consumo! Y empezar en la adolescencia ya es tarde.... EDUCANDO A NUESTROS CHICOS ENTRE TODOS CON UNA SONRISA 01 “Hace falta un pueblo para educar a un niño”(proverbio africano) En un pueblo: a) tenemos el sostén de los vecinos, de la familia grande; tenemos raíces y pertenencia; en esa matriz los chicos maduran y desde allí se aventuran a conocer el mundo; b) la cultura pasa verticalmente de generación en generación (cuando hoy la tendencia es: horizontalmente, entre pares); c) los adultos son brújula, todos tienen el mismo rumbo; d) los vínculos entre las personas son estrechos, nos conocemos, nos queremos. Cuantos más sean los adultos referentes, mejor podemos acompañar el crecimiento de nuestros hijos. Es nuestra tarea armar un sistema de protección y cuidado a los chicos con la modalidad de las muñecas rusas, el niño en el centro cuidado por múltiples niveles, en el primero los padres, luego la familia grande, los amigos, el barrio, las instituciones de la comunidad: escuela, club, iglesia, más afuera un sistema legal y un gobierno que defiendan el bienestar de esos niños. Qué necesitan hoy nuestros chicos Necesitan fortaleza interna, recursos variados, flexibilidad para adaptarse a las cambiantes situaciones de la vida, valores morales claros y definidos; padres y escuela tenemos que trabajar en equipo para lograrlo con la ayuda de factores protectores: 1) Vínculo de apego seguro 2) Autoestima alta y sensación de poder 3) Despliegue de la agresividad sana 4) Nuestro modelo: imitación/identificación 5) Empatía y capacitación emocional 6) Permanecer cerca de los chicos Cuando el niño en cambio corta ese contacto, es responsabilidad de los adultos la reconexión. Tenemos mayor fortaleza interna y autoestima que nos permite no ofendernos ni derrumbarnos ante la toma de distancia de ellos. Ese buen vínculo confiado se traslada a otras personas y así llegan a la escuela creyendo que la maestra, como mamá y papá, está disponible, quiere enseñarle, que él es valioso y va a poder aprender, que puede pedir ayuda, o tiempo, incluso cometer errores sin que eso tenga consecuencias graves. Escucha a los maestros y los respeta, sabe que tienen buenas razones para pedirle lo que le piden. Cuando los chicos llegan a la escuela sin esta confianza básica adquirida la maestra tendrá que ocupar su tiempo en educarlo en lugar de dedicar sus energías a enseñar. Y después los padres nos quejamos de que los chicos no aprenden en la escuela… Un chico que confía no necesita defenderse y puede crecer, aprender, preguntar, jugar. Es un dato esencial no sólo para los padres sin también para los maestros, porque todos ellos pueden ofrecer un ambiente seguro donde eso sea posible. 2) Autoestima alta 1) Vínculo de apego seguro En un vínculo seguro y confiado con sus padres los chicos aprenden que la mayoría de las relaciones son placenteras, a no aceptar las que no lo son, a sentirse seguros con otros, a confiar que pueden 02 gustar a otros, que su palabra vale, que pueden decir que no, a negociar. Los chicos que están cálidamente comprometidos con sus padres quieren salir al mundo a buscar otras relaciones. Los padres nos convertimos en la base segura desde donde nuestros hijos se aventuran al mundo y a donde pueden retroceder cuando lo necesitan. Cuando nuestro hijo busca contacto y cercanía con nosotros podemos nutrir, consolar, guiar, ser modelo, maestro y consejero, y así acompañarlos a madurar, a salir de un estilo tiránico y coercitivo (quiero ya!) a otro confiado, que les permite esperar su turno, respetar reglas, hacer caso, etc. La autoestima alta les permite tolerar rechazos, desilusiones y pérdidas, ayuda a no tomarse las cosas personalmente, a no ofenderse, a insistir sin rendirse, a sobrevivir sin daño a los inevitables rechazos. EDUCANDO A NUESTROS CHICOS ENTRE TODOS CON UNA SONRISA Por eso padres y maestros tratemos de: • valorar cada niño como ser único, incluidas las diferencias, • valorarlos por aquello que ellos se valoran, • favorecer la iniciativa y la asertividad (estemos atentos a los más pasivos o excesivamente dóciles), • que se sientan queridos, queribles y valiosos; • hablar de sus conductas (con verbos, acciones) y no de sus personas (con adjetivos); • cuidar que nuestras exigencias sean adecuadas, ni excesivas ni demasiado pocas. Nuestro objetivo como padres y maestros es que la evaluación de sus personas llegue a ser independiente del juicio de otros, que al crecer la autoestima venga de adentro, en caso contrario va ser siempre condicionada e inestable al depender de lo que otros dicen (¡incluidos nosotros!). 3) Agresividad sana Nuestra aceptación de las emociones “oscuras” de nuestros hijos permite una adecuada integración dentro de sus personas, entre ellas me parece fundamental la agresividad sana, que les permite defender su punto de vista, enojarse cuando corresponde sin esconder ni deformar lo que sienten. Cuando las aceptemos mejora también su autoestima (mamá me quiere a pesar de que… mi hermanito me tiene harto, lo que no me permite es pegarle). Ellos necesitan conocer y aprender a manejar estos sentimientos, son humanos y parte del desarrollo emocional sano, siempre que estén balanceados con otras emociones como calidez y empatía. Nos dan energía, nos motivan a mejorar, ayudan a definir nuestra identidad, y nuestras fronteras, quiénes somos y quiénes no somos. Dos herramientas fundamentales para lograrlo son: 1) darles “derecho a la protesta”, vale lo que uno siente, piensa, desea, no siempre se puede hacer lo que uno quiere, y 2) aceptar algunos de sus “no” como respuesta. Si nunca les permitimos quejarse ni aceptamos algunas de su negativas no pueden aprender a hacer lo mismo con sus pares, y ¡queremos que lo aprendan! 4) Nuestro modelo Padres y maestros somos modelo y ejemplo para los chicos. Primero por imitación y más adelante por identificación les ofrecemos el material para que vayan sabiendo cómo son y cómo se hacen las cosas, lo que está bien o mal, para que adquieran una moral clara y sepan lo que es el respeto, la responsabilidad, el buen amor y la buena amistad. Tengamos sumo cuidado de no usar con ellos (o delante de ellos) la burla, la ironía, el sarcasmo, la descalificación, el abuso, el autoritarismo, la culpabilización de otros (“yo no fui”). Ellos nos miran y aprenden a hacer lo que hacemos y no lo que decimos (80 a 90% modelo y 10 a 20% nuestras palabras) 5) Empatía y capacitación emocional La empatía (comprendo tu deseo) va de la mano de límites (no siempre es posible lo que querés) y el duelo (te acompaño en el dolor de que no lo sea). Se aprende de los padres y otros adultos. La empatía se enseña con empatía: para que ellos puedan comprender a otros, tienen que habernos visto hacerlo muchas veces con ellos y con otros. 6) Permanecer cerca de los chicos Somos la brújula que los protege, cuando desaparece ese vínculo seguro con el que es brújula (o faro para Miguel Espeche) para los chicos surgen los problemas. Dos temas fundamentales Los adultos tenemos dos recursos en nuestras manos que colaboran con fortalecimiento y confianza en sí mismos de los chicos: el tiempo de calidad de los adultos con ellos, y el tiempo de jugar. Lo que llamo tiempo de calidad es un mínimo de quince minutos por hijo por día, de total disponibilidad tanto de papá como de mamá para seguir al niño en sus intereses (floortime para Stanley Greenspan, playtime para Lawrence Cohen). Les confirma nuestro interés por ellos, nos permite conocerlos mejor. Ellos así nos sienten cerca e interesados por sus personas (y nosotros descubrimos lo fascinantes que son sus intereses e inquietudes) y podemos favorecer el juego libre y el riquísimo e indispensable intercambio con nosotros. EDUCANDO A NUESTROS CHICOS ENTRE TODOS CON UNA SONRISA 03 En la escuela lo llamaría momentos de calidad y son mucho más cortos: los alumnos florecen con pequeños gestos, miradas individualizadas de reconocimiento y valoración de sus maestros, todos los chicos los necesitan. Esta práctica podría suavizar, incluso evitar muchos problemas de conducta, de aprendizaje o de atención en el aula. Si los padres tienen tiempo para ellos, si la maestra los destaca, les es más fácil confirmar su propio valor. El juego a favorecer es libre, no estructurado; de cooperación y no de competencia; a solas y con otros chicos; los ayuda a divertirse, aprender, procesar temas difíciles, esperar el turno, negociar, acordar, practicar habilidades sociales, incluso aprender. Los juegos y deportes competitivos y electrónicos de cualquier tipo no sólo no lo reemplazan sino que dificultan muchos de los temas anteriores. CONTRARRESTAR LA INFLUENCIA DE LA SOCIEDAD Y DE LOS MEDIOS El niño de jardín o de primaria escucha a los adultos, los tiene como modelos, los imita, los mira y les pregunta para armar su cosmovisión, que va a revisar cuando llegue a la adolescencia; en cambio si no tiene la propia simplemente va a copiar lo que vea en la tele, o lo que hagan o digan sus amigos sin tener un criterio anterior y personal que le permita decidir. Como dice el dicho “es mejor prevenir que curar”. Es la etapa de armar una caja de herramientas lo más completa posible, que puedan usar cuando Que nuestros hogares y Jardines de infantes y maternales sean lugares donde los chicos jueguen, inventen el mundo (que ya está inventado, pero ellos no lo saben, como decía Donald Winnicott), y llegan al aprendizaje formal interesados y motivados: la matemática se aprende jugando al supermercado, la física construyendo con maderitas, la química haciendo perfume con pétalos de flores, la lengua inventando historias o escuchando cuentos, la historia haciendo preguntas sobre la familia, etc. Pero hace falta un adulto por momentos disponible para escuchar, responder las preguntas, amplificar esos intereses, acompañar las investigaciones… Jugar favorece también el aprendizaje no formal: a ser padres y cuidar hijos, llevarlos al médico, alimentarlos, mimarlos y ponerlos a dormir, las pautas de higiene, todo eso se aprende observando a los padres y se refuerza en el juego en casa y en el jardín de infantes. Es fundamental: Alinearnos con la escuela y trabajar en equipo para la educación de los chicos, sin delegarles la tarea (nos pueden ayudar pero su tarea es enseñar), atendiendo sus planteos (seguramente quieran ayudar a nuestro hijo) , y apoyándola (es importante que los chicos sepan que padres y escuela son un equipo). La escuela necesita a los padres como socios en su tarea, también su respaldo, y que los chicos lleguen a la escuela (a primer grado) con una conciencia moral ya en proceso de formación. 04 estén lejos nuestro o cuando no nos quieran escuchar (porque no es tan simple renegar, hacer de cuenta que no existe, lo que uno lleva adentro instalado). Lo que los chicos hagan con esas herramientas que les fuimos entregando será su decisión, pero al menos estaremos tranquilos d e haber hecho lo que estaba en nuestras manos. Las herramientas • Autoestima: saber quiénes son e integrar distintos aspectos de su personalidad • Una moral y una ética que los orienten cuando EDUCANDO A NUESTROS CHICOS ENTRE TODOS CON UNA SONRISA • • • • • • • están solos: a adquirir madurez moral (no sólo distinguir el bien del mal sino actuar bien) Fortaleza de carácter La curiosidad, la motivación, las inquietudes La responsabilidad (y no la obediencia a ciegas) Convertirse en personas empáticas Tener amigos y a ser buenos amigos Sentirse capaces y entusiastas para el aprendizaje escolar ¡Sin olvidar divertirse y jugar! Pequeños pasos hacia la independencia (enseñarles a resolver problemas, pensar juntos, que busquen opciones posibles, y a hacerse cargo de las consecuencias de su conducta, dándoles confianza) hasta que no tienda su cama, o alguna otra). Llegado a este punto no hagamos más lo que ya les delegamos si queremos que aprendan a hacerse cargo. Ventanas de oportunidad Cada aspecto del crecimiento y la maduración tiene momentos ideales a los que llamamos ventanas de oportunidad. No sólo es importante desplegar y habilitar ciertos temas sino también postergar otros para los que no creemos que estén listos. La sociedad nos invita (y los invita) a quemar etapas, adelantar las piyamadas, los bailes, moverse en grupos por un centro comercial, el ingreso a Internet, etc. a edades en que los chicos no están preparados, a veces ni siquiera interesados. Somos más grandes y vemos más lejos, aprendamos a decir que no, para que además crezca el deseo y se acostumbren a pelear por lo que quieren. Los adultos nos ocupamos de: Sostener la cercanía física, la comunicación y la intimidad, persistir con los rituales familiares (comidas placenteras!), hablar cuando nos sientan cerca (porque antes los escuchamos), y hacerlo cuando todavía dicen: “yo nunca te voy a hablar así! “ o “yo nunca voy a hacer eso!” Así lograremos transmitir nuestra cosmovisión de modo que tengan la opción de decir que no porque tienen un mensaje claro de padres y maestros (aunque no es garantía). Además sabremos lo que piensan y, eventualmente, podremos confiar en ellos. • En un primer momento hacemos nosotros (les tendemos la cama por ejemplo) • Más adelante les pedimos que nos ayuden • Luego los ayudamos nosotros a hacerlo • Después les recordamos (si fuera necesario) Enseñar y practicar el pensamiento crítico, toma de decisiones, evaluación de riesgos, consecuencias. Padres y maestros trabajamos para que nuestros chicos puedan pensar antes de resolver, aprendan a tomar buenas decisiones y a sopesar sus opciones y también para que se hagan cargo de las consecuencias de sus decisiones. Permitamos que cometan errores pequeños cerca nuestro y aprenderán para cuando estén solos. y observamos, pero no hacemos (en vigilia atenta) Hasta finalmente dejarlos hacer, incluso equivocarse, y atenerse a las consecuencias (preacordadas: podría ser dormir en una cama arrugada, no ir a la casa del amigo EDUCANDO A NUESTROS CHICOS ENTRE TODOS CON UNA SONRISA 05 Enseñar hasta la plena internalización: a) una ética del intercambio social • De nuestra mano aprenden: • qué es ser un buen amigo (hijo, padre, hermano, etc.) • a tratar a otros como les gustaría ser tratados, • que nadie tiene derecho a decirles cosas que los lastimen; y, si lo hacen, tanto pueden defenderse como alejarse ¡¡¡o no hacer caso!!!, • a no someter a otros, ni permitir que los sometan, • a preguntarse si lo harían si estuvieran solos, o si un adulto los estuviera mirando, o si les gustaría que se lo hagan a ellos, y a no hacerlo si no lo harían en esas situaciones. • que un buen amigo (padre, hermano) no le hace mal a otro, • que todos sentimos presión de los grupos, a veces buena y otras mala, • que la conciencia moral se diluye en el grupo. A veces es preferible hacerlo a través de “otros”: cuentos, películas, noticias, etc., a distancia piensan mejor y pueden escuchar. actividades de nuestros niños. Poner horarios, fiscalizar lo que miran y lo que escriben, haciéndolo con ellos. En resumen: ayudarlos a pensar. Es nuestra oportunidad de que adquieran cierta capacidad de reflexión y de decisión. No podemos dejarlos solos hasta que estemos seguros de que saben manejarse ( y eso rara vez ocurre antes de los 14 años). Revisemos también nuestro uso de las pantallas y de la tecnología. Ellos van a hacer lo que nos ven hacer. d) acerca del alcohol, cigarrillo, estimulantes, drogas A pesar de que no es tema para la infancia, estemos atentos a nuestras “adicciones”, a nuestras formas de escapar de lo que nos pasa o sentimos, porque sin darnos cuenta las estamos enseñando. Las claves para proteger a nuestros hijos de futuras conductas adictivas se relacionan con la autoestima alta y el vínculo de apego seguro, y, en lo concreto, con el hecho de que puedan hablar de lo que les pasa y procesarlo, animarse a estar tristes, enojados, asustados, a pedir ayuda. Adicción etimológicamente significa “no palabra”: como no puedo poner palabras a lo que me pasa entonces no tolero la angustia y tengo que anestesiarme como pueda. La infancia se prolonga en nuestra sociedad. No podemos permitir que la duración de la función parental se acorte, porque en ese espacio quedan solos a merced de ellos mismos o de sus amigos, tan perdidos como ellos. b) acerca del amor y de enamorarse Hablemos antes de que la sociedad haya podido influenciarlos, de modo que tengan otra opción distinta a la que les ofrece la sociedad. Hablemos del amor desde el amor , no desde el miedo o la prohibición. Sólo nosotros podemos mostrárselo. Reforcemos las prácticas de: golpear las puertas, respetar la privacidad, pedir permiso, son formas de respetar y hacer respetar nuestra intimidad y la de ellos. c) acerca de la conducta en las redes sociales / juegos /televisión /teléfonos inteligentes Los adultos podemos y debemos regular esas 06 ¿Quién queremos que críe a nuestros hijos? “Los padres y otros adultos interesados en su cuidado, debemos ser sus guías, proveedores, y modelos. Debemos seguir cerca de ellos y sostenerlos hasta que la tarea esté terminada. No por motivos egoístas sino para que puedan animarse a ir más lejos, completar sus destinos de desarrollo. Tenemos que sostenerlos hasta que puedan sostenerse a ellos mismos.” Dice Zygmunt Bauman que “en la sociedades opulentas el trabajo del maestro se desvaloriza con frecuencia porque, en los países más ricos esta inversión, que es a largo plazo, en los propios hijos requeriría una participación activa que los padres, demasiado ocupados y demasiado atrapados en la trampa del consumo, no están dispuestos a hacer”. EDUCANDO A NUESTROS CHICOS ENTRE TODOS CON UNA SONRISA Ideas centrales Temas 1) pueblo que cuida como muñecas rusas 2) padres brújula hasta la adultez plena 3) factores protectores para el fortalecimiento: a. un vínculo de apego seguro, b. favorecer la autoestima alta y la sensación de poder, c. permitir el despliegue de la agresividad sana, d. con nuestro modelo (imitación/identificación), e. con empatía (a partir de allí viene el límite, el mensaje o la enseñanza), f. al mantenerlos cerca nuestro. 4) tiempo de calidad de adultos con niños 5) tiempo de juego • • • • • • • Contrarrestar la influencia de los medios Favorecer el despliegue de su identidad Aprovechar las ventanas de oportunidad Sostener la cercanía y la intimidad con los hijos Enseñar pensamiento crítico, evaluación de riesgos Enseñar sobre la amistad, el amor, el uso saludable de la tecnología Prevenir las conductas adictivas EDUCANDO A NUESTROS CHICOS ENTRE TODOS CON UNA SONRISA 07 08 EDUCANDO A NUESTROS CHICOS ENTRE TODOS CON UNA SONRISA ACERCA DE MARITCHU SEITUN: Maritchu Seitún de Chas es licenciada en Psicología. Trabaja con niños y adolescentes en terapia individual y en orientación a padres. Integra y coordina los equipos de Psicología de Niñez y Adolescencia del Centro Médico Domingo Savio en San Isidro. Dicta talleres de lectura y reflexión para madres. Es reconocida por sus charlas en colegios y empresas sobre niñez y adolescencia. Colabora en diarios y revistas de actualidad en temas de psicología de infancia. Tiene su propia columna quincenal en el suplemento #Sábado# del diario La Nación. Criar hijos confiados, motivados y seguros (Grijalbo, 2011) se transformó en un éxito de ventas que confirmó a la autora como un referente en el área. ACERCA DE ALA Ala es la marca líder del mercado de jabones para lavar la ropa que ofrece la mejor ecuación precio/ calidad. Con profundas raíces en la cultura argentina y bajo el lema “porque ensuciarse hace bien”, Ala promueve y realiza permanentemente distintas actividades relacionadas con el desarrollo infantil. Más información en www.ala.com.ar EDUCANDO A NUESTROS CHICOS ENTRE TODOS CON UNA SONRISA 09 EDUCANDO A NUESTROS CHICOS ENTRE TODOS CON UNA SONRISA
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