Palabras del Dr. Carlos Cuevas Covarrubias, Medallista Generación

Palabras del Dr. Carlos Cuevas Covarrubias (Actuaría, gen. ´91),
Medallista Generación Anáhuac 2015
17 de noviembre de 2015
Auditorio de Rectoría
Hace tres semanas, recibí de manos de Germán Campos una carta del Padre
Jesús Quirce: me informaba que el Consejo de Rectoría había decidido
entregarme la Medalla Generación Anáhuac 2015. La noticia me tomó por
sorpresa. Al recibirla me llenó un sentimiento que no puedo describir con
precisión.
Recuerdo que le di las gracias a Germán, que platiqué con él unos instantes, y
que al salir de su oficina me sentía muy contento. Tenía la sensación de haber
logrado algo, pero no sabía exactamente qué. Quería expresar mi
agradecimiento, pero no sabía exactamente a quién. Me preguntaba si en
verdad merecía yo este reconocimiento.
Con el tiempo, el vértigo de la noticia ha evolucionado positivamente y poco a
poco se transforma en una experiencia de éxtasis. Ahora, veo que esta medalla
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es la oportunidad para detenerme y evaluar lo que he hecho con mi vida. Es
una invitación para reflexionar. Para identificar fortalezas y debilidades,
oportunidades y riesgos. Marca el momento para proponer nuevas metas y
establecer las estrategias para conseguirlas.
La medalla Generación Anáhuac es un premio que todos los egresados
valoramos. Recibirla es un gran honor. Estoy conciente de que algunos
egresados la merecen más que yo, y por lo tanto en mi caso, recibirla es un
privilegio y un compromiso.
Al repasar mi vida con cuidado, concluyo que soy una persona muy afortunada,
y que en este momento debo dar gracias Dios por todos los dones que de él
he recibido: mi familia, mis amigos, mi trabajo, mis estudiantes y mis
compañeros en esta gran universidad. Sin duda, Dios me ha dado mucho más
de lo que merezco.
He dedicado veinte años de mi carrera profesional a la educación. En este
tiempo, no he hecho más que seguir mi vocación docente con gusto y alegría.
Trabajo con entrega, convencido de que la educación es el medio que Dios me
dio para trascender en la vida. Estoy convencido de que es el único camino
hacia el desarrollo de las personas y de la sociedad.
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Quiero creer que soy un buen profesor y que esto me hace merecedor de la
Medalla Generación Anáhuac. Sin embargo, el cariño de mi familia, el trabajo
de mis maestros, la dirección de los Legionarios de Cristo y el apoyo de mis
compañeros en esta universidad, son el fundamento de cualquier posible logro
en mi vida académica. Convencido de esto les digo que “Si pude ver más lejos,
es porque iba a hombros de gigantes”. Recibo esta medalla en nombre de
todos ellos.
Agradezco a los miembros del consejo de la Rectoría de la Universidad por
considerarme digno de este reconocimiento. Les aseguro que mi proyecto de
vida contempla muchos más años de trabajo y esfuerzo en beneficio de
nuestra querida universidad.
Estimado Padre Cipriano: Le prometo continuar mi carrera académica con
dedicación y apego a nuestra misión institucional, y esforzarme por cumplir
con éxito las metas que ya tenemos planteadas. Agradezco de todo corazón su
confianza y su apoyo.
En especial quiero dar las gracias a mis padres, pues siempre me educaron con
amor y paciencia, mostrándome el camino que debo seguir en la vida. Sin su
gran ejemplo y apoyo no sería nada de lo que soy ahora.
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Doy las gracias a todos mis maestros, porque son ellos quienes formaron mi
vocación académica. En especial agradezco a Oliva Sánchez, a Wojciech
Szatzschneider y a Miguel Ángel Flores. Tres excelentes maestros que siempre
me motivaron. Que lograron contagiar su amor a la ciencia. En sus clases
aprendí el significado de la excelencia y del profesionalismo. Con su gran
ejemplo dentro y fuera del aula, me ayudaron a valorar de forma sensible y
objetiva la verdadera riqueza de esta profesión.
Debo expresar también mi agradecimiento al los Legionarios de Cristo por la
gran formación que de ellos he recibido. De forma muy especial agradezco al
Padre Raymund Cosgrave, al Padre Jesús Quirce, al Mtro. Javier Vargas y al
Padre Gregorio López. De ellos aprendí a trabajar con entrega, buscando
siempre el bien común. La confianza que siempre depositaron en mí, me
enseñó a enfrentar los retos con responsabilidad, valor, confianza
y
entusiasmo.
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También quiero dar las gracias a mis amigos y compañeros en la Universidad
Anáhuac. Pues todos los días compruebo que formo parte de un equipo
profesional y exitoso. Tengo la fortuna de trabajar dentro de en una
comunidad dedicada a la búsqueda de la verdad, cuyos objetivos son la
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formación de personas y la generación de conocimiento en beneficio de la
sociedad. Amigos míos, ser su colega es un honor.
Yo me formé (y me sigo formando) en las aulas de esta universidad. Aquí
conocí a muchos de mis mejores amigos. Entre ellos a mis compañeros de la
generación 91 de la Escuela de Actuaría. A todos ellos les expreso mi cariño y
les comparto mi alegría al recibir esta medalla.
Como siempre, agradezco también a mis estudiantes porque depositan en
nosotros su confianza. Ellos son una gran fuente de inspiración y alegría.
Finalmente, quiero dar las gracias a mi esposa Cecilia, y a mi pequeña hija
María de los Ángeles. Son ellas a quienes dedico siempre mi trabajo. Todo
esfuerzo importante es motivado por el enorme cariño que les tengo.
Cualquier logro profesional en mi carrera, va siempre dedicado a ellas. En
especial esta medalla. Le pido a Dios que por favor las proteja y las cuide; que
me ayude a tenerlas siempre a mi lado. Una de mis mayores ilusiones es el ver
a mi hija concluir sus estudios universitarios en esta misma universidad.
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