Viviendo con los Dalfa

Viviendo con los Dalfa
“Para todas las personas que me apoyaron, animaron y siguieron para
conseguir tener esta novela en nuestras manos”
Gracias
Milagros Romero
Viviendo con los
Dalfa
HESIODO
Buenos Aires
Título original: Viviendo con los Dalfa
Año de esta publicación: 2015
© HESÍODO, 2013
Primera Edición
ISBN:
Impreso en la Argentina
Todos los derechos reservados. No está permitida la reproducción total, ni parcial, de este libro; ni la
recopilación en un sistema informático ajeno a HESDIODO; ni en otro sistema mecánico, fotocopias
(u otros medios) sin la autorización previa del propietario del los derechos de autor.
Índice
Prologo………………………………………………………Pág. 9
Capítulo 1……………………………………………………Pág. 10
Capítulo 2……………………………………………………Pág. 19
Capítulo 3……………………………………………………Pág. 27
Capítulo 4……………………………………………………Pág. 36
Capítulo 5……………………………………………………Pág. 46
Capítulo 6……………………………………………………Pág. 54
Capítulo 7……………………………………………………Pág. 64
Capítulo 8……………………………………………………Pág. 73
Capítulo 9……………………………………………………Pág. 81
Capítulo 10………………………………………………….Pág. 94
Capítulo 11………………………………………………….Pág. 102
Capítulo 12………………………………………………….Pág. 109
Capítulo 13………………………………………………….Pág. 119
Capítulo 13.5………………………………………………..Pág. 127
Capítulo 14………………………………………………….Pág. 132
Capítulo 15………………………………………………….Pág. 140
Capítulo 16………………………………………………….Pág. 150
Capítulo 17………………………………………………….Pág. 161
Capítulo 18………………………………………………….Pág. 169
Capítulo 19………………………………………………….Pág. 177
Capítulo 20………………………………………………….Pág. 190
Capítulo 21………………………………………………….Pág. 196
Capítulo 22………………………………………………….Pág. 210
Capítulo 23………………………………………………….Pág. 219
Capítulo 23.5………………………………………………..Pág. 230
Capítulo 24………………………………………………….Pág. 235
Capítulo 25………………………………………………….Pág. 248
Capítulo 26………………………………………………….Pág. 255
Capítulo 27………………………………………………….Pág. 268
Capítulo 28………………………………………………….Pág. 280
Capítulo 29………………………………………………….Pág. 287
Capítulo 29.5………………………………………………..Pág. 299
Capítulo 30………………………………………………….Pág. 305
Capítulo 31………………………………………………….Pág. 313
Capítulo 32………………………………………………….Pág. 320
Capítulo 33………………………………………………….Pág. 333
Capítulo 34………………………………………………….Pág. 347
Capítulo 35………………………………………………….Pág. 356
Capítulo 36………………………………………………….Pág. 363
Capítulo 37………………………………………………….Pág. 373
Capítulo 38………………………………………………….Pág. 383
Capítulo 39………………………………………………….Pág. 392
Capítulo 40………………………………………………….Pág. 405
Capítulo 41………………………………………………….Pág. 420
Capítulo 42………………………………………………….Pág. 432
Capítulo 43………………………………………………….Pág. 441
Capítulo 44………………………………………………….Pág. 452
Capítulo 45………………………………………………….Pág. 463
Capítulo 46………………………………………………….Pág. 475
Capítulo 47………………………………………………….Pág. 487
Epilogo………………………………………………………Pág. 497
PROLOGO
Bien, si creen que el vivir en Paradise Dalfa, con los cuatro
chicos más populares, guapos y llenos de hormonas es el paraíso de
toda chica en Rowden.
Probablemente tengan razón.
Pero no para mí, porque para mí, esto es el mismo infierno.
Mientras las chicas piensan que son perfectos, con sus cuerpos
bien trabajados, sonrisas encantadoras, carismáticas y otros rasgos
bien definidos seguramente.
En realidad son, arrogantes, molestos, traviesos, mujeriegos,
desordenados, ¡y malcriados!
Y lo peor de todo, es cuando no me intereso en ellos, ¿el por
qué? Simple, ya que no tengo ningún interés en ellos, no trataran de
conquistarme.
¡Aleluya por ello!
¿Entonces el por qué de lo malo?
Porqué me tomaran como uno más de ellos, ellos piensan que
una chica no puede soportar esas cosas.
Pero les demostrare que una chica puede ser peor... mucho
peor.
Porque lo peor que les puede pasar a estos chicos, no es el
vivir con una chica, si no, el vivir con una chica que no tiene el
mínimo interés en ellos y el carácter suficiente para no dejarlos hacer
lo que quieren.
Y esa es mi clara definición.
Aunque lo peor que me puede pasar a mí, no es el vivir con
ellos. Si no, el empezar a agradarme estar allí... Demasiado.
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CAPITULO 1
— ¡Esto es simplemente inaceptable! —gritó exasperada la
profesora Jenkins, mientras mi madre y el rector miraban atentos su,
ahora, calva cabeza— ¡Rector, diga algo! —me señaló. El rector y yo
nos mordíamos el labio conteniendo la risa, a lo que él carraspeo.
—Sí, disculpe. —Se acomodó en su lugar y tomó aire— Sam,
¿podrías explicarnos cómo la profesora Jenkins terminó así? —lo
miró por varios segundos y luego a mi madre.
—Bueno... no era mi intención que la profesora Jenkins
termine calva...
— ¿Y qué era? —preguntó, tragué saliva.
Mierda, si digo que en realidad era para Emily, me castigarán
igual.
Sentía el peso de las tres miradas sobre mí y no decía palabra
alguna. Ésta vez me había pasado, según la profesora. Pero no es mi
culpa, ¡Yo no sabía que era la profesora Jenkins!
—Sin respuesta. —Afirma cruzándose de brazos— Esto merece
expulsión —la miré asustada.
— ¿Qué? —mis nervios subieron a mil, al igual que mi
respiración.
¿Expulsarme? ¡No!
—Espere profesora Jenkins, no hay que llegar a tal punto. —
Me defendió el rector, y le agradezco por ser comprensible, a pesar de
no saber el porqué de lo sucedido.
— ¿No hay otra forma de resolverlo? —preguntó dudosa mi
mamá, volteé a verla, luego a la profesora Jenkins y notó mi
preocupación.
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—De verdad que esa broma no era para usted... —confieso, con
toda la sinceridad que puedo en mi voz.
Ambos me miraban atentos pero no decían nada, mis nervios
no cesaban. ¡No quiero que me expulsen!
—Supongo que no habrá expulsión del instituto —habló la
profesora, un suspiro de alivio salió de mis labios, al igual que de los
de mi mamá— pero sí queda expulsada de la residencia Chars.
— ¿Cómo?
—Tendrá que vivir en otra residencia.
—Pe...
—No hay problema, gracias por su comprensión. —
Interrumpió mi mamá y con ese simple gesto, entendí que debía
callarme.
Mi madre comenzó a agradecerle a la profesora por su
comprensión, mientras charlaban sobre donde viviría con el rector,
pero estaba demasiado ocupada debatiendo en mis pensamientos
como para prestarles atención.
¿Qué haré? Si ya no puedo vivir en Chars, ¿Dónde estaré? Es
simplemente creíble que las demás residencias estén llenas y que las
otras no me agradan. Sé que debe ser horrible quedarse calva pero no
para hacer esto. De acuerdo, es comprensible, yo mataría a la persona
que me deje calva, ¡Pero la broma no era para ella!
— ¿Está segura? —oigo al rector.
—Por supuesto. Su hermano esta allí, estará contenta y no
habrá problema.
Esperen, ¿hermano? ¿Qué tiene que ver Nick en todo esto?
—Bien, si ya está todo solucionado, ya pueden retirarse. — La
profesora Jenkins salió primero y solo me despedí del rector para
luego salir junto a mi mamá hacia a la salida.
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Agradezco que mi mamá haya podido venir, ya que Nick y yo
queríamos estudiar aquí en Rowden, tuvimos que mudarnos, solo en
las vacaciones volvemos a Osquel.
—Bueno, por lo menos pudimos arreglarlo. —Me anima y
sonrió— Así que prepara tus cosas y ve a tu nueva residencia antes del
lunes.
— ¿Eh?
¿Nueva residencia?
— ¿Qué no escuchaste nada? —Alza una ceja y respondo con
una inocente sonrisa— Tendrás que vivir en la misma residencia que
tu hermano.
Y al escuchar esas palabras mis ojos se abrieron,
completamente fuera de mí, atónita. ¿En la misma residencia que
Nick? Eso quiere decir...
— ¡Mamá tienes que estar bromeando!
—Esto no es ninguna broma Sam, lo que tú hiciste fue una
broma —negó con la cabeza y me recriminó— ¡Cómo pudiste dejar
calva a tu profesora! —exclamó frenética.
— ¡Yo no sabía que la señora Jenkins estaba allí! —Me defendí
cruzándome de brazos— Además la broma no era para ella. —
Murmuré.
—De acuerdo, volviendo al tema, no hay discusión, a menos
que quieras volver con nosotros a Osquel, irás a vivir a la residencia
de tu hermano.
— ¿Y por qué tiene que ser la suya? —pregunté, en un tono de
sufrimiento.
—Porque al ser hermanos, te permiten entrar sin ningún
problema. En cambio, en otra residencia tendrás que hablar con
todas las personas de allí y ellos estar de acuerdo en que te dejen
entrar.
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—Pero...
—Sin peros, tú hiciste esa broma, atente a las consecuencias.
Vaya madre que tengo.
—Sam, no quiero más bromas, tienes dieciséis años y el
próximo año será tu último año, tienes que crecer —suspiró.
—Lo sé. Pero en mi defensa, fue por venganza, sólo que la
profesora Jenkins terminó siendo el blanco.
—Sabes que tu papá y yo tenemos que trabajar y el tener
cuatro horas de viaje hasta aquí no lo hace fácil.
—Lo sé... —admito con notable desánimo.
—Mejor comienza a empacar tus cosas. Ya que es fin de
semana será más fácil y para el lunes ya estarás allí. —Solté un claro
bufido de fastidio y mi madre suspiró. —Sam... —Volteé a verla— No
estés enojada linda. Quiero hacer las cosas más fáciles, ¿sí? Nick y tú
quisieron venir a estudiar aquí, y se los permití porque los amo, y por
eso ahora te ayudo con la residencia. —La miro por varios segundos,
hasta que un suspiro de rendición sale de mis labios, me acerco a ella
y la abrazo.
—Lo sé... —vuelvo a admitir— lo siento, me olvidé de todo lo
que haces por nosotros.
—No te preocupes Sam, ahora ve a hacer tus cosas, tengo que
volver a Osquel. Cuídate mucho y dale un abrazo de mi parte a tu
hermano.
—Pero yo no soy madre, no sé cómo darlo. —Me excusé y ella
sólo rodó los ojos.
— ¡Te quiero! —gritó desde el coche.
— ¡Yo también! —grité mientras veía como se marchaba—
Aunque me estés mandando a vivir al infierno... —solté un último
suspiro de resignación y di media vuelta para irme a mi ya no
residencia.
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¡Esto es tan frustrante!
¿Por qué tengo que irme a vivir a Paradise Dalfa? ¡No! ¡No
quiero! Dios, dime por favor que te he hecho para hacer que la
profesora Jenkins se haya duchado en lugar de Emily, ¡Dime!
¡Maldita Emily, tú tenías que quedarte calva!
— ¡Sam! —grita Scar al llegar a mi lado— ¿Y cómo te ha ido? —
Pregunta preocupada y hago una mueca de tristeza.
— ¡Horrible! —confieso y su preocupación aumenta.
— ¿¡Pero qué ha pasado!? —te contaré en mi habitación. —
Murmuro sin ánimos, cuando una odiosa voz entra a escena.
— ¡Sam! ¿Cómo te ha ido con el rector? —ironiza Emily— ¿No
te habrá ido mal verdad? —pregunta con fingida preocupación.
—Oh cállate, Mamut —espetó y tomó a Scar del brazo para
dirigirnos a mi habitación, dejando a una enojada Emily atrás.
—Amo, cada vez que la llamas así —me halaga Scar y una
sonrisa de autosatisfacción se forma en mis labios.
—Lo sé, aunque la maldita tenga un cuerpo envidiable. —
murmuró ganándome un claro asentimiento de decepción de Scar. —
Bien, ahora cuéntame todo —dice al mismo tiempo que cierra la
puerta y se arroja a mí cama.
Ya no tan mía...
Y en lugar de abalanzarme también, me agacho, tomo mi
valija de abajo de la cama y empiezo a darle golpes, haciendo salir una
gran cantidad de polvo.
—Espera, ¿Qué haces? —pregunta, preocupada y temerosa.
—Estoy matando una ardilla. —Ironizó, ganándome una
mirada de desaprobación de ella.
No puedo evitarlo, soy muy sarcástica.
— ¡Sam, dime que está sucediendo!
—Me vuelvo a Osquel... —susurró con una triste mirada.
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— ¿¡Que!? ¡No, eso no! —se levanta rápidamente de la cama y
se lleva las manos a la cabeza— ¡No puede ser, hay que quejarnos!
Emily te jugó primero una broma y no fue tú culpa que la... —no pude
contener más mi risa y estallé en carcajadas al ver como planeaba
tantas cosas mientras daba vueltas por la habitación.
— ¡No me voy a Osquel! —consigo decir entre risas y casi sin
aire.
— ¡Eres una idiota! —Sé cruza de brazos enojada y no puedo
parar de reír— ¡Puedes dejar de reírte y decirme de una vez por todas
porque sacaste tu valija! —grita enfurecida al momento que una
almohada golpea mi rostro interrumpiendo mi risa.
—De acuerdo, de acuerdo... —tomó aire y lo dejo salir— No me
voy a Osquel, me voy a un lugar peor... —y antes de que ella pueda
preguntar, respondo— a Paradise Dalfa. —murmuró, aunque sin que
pueda oírme.
— ¿A dónde? —pregunta y desvío la vista, comenzando a
guardar mi ropa en la valija.
—A Paradise Dalfa... —vuelvo a murmurar sin que pueda
entender.
— ¿A paralfa?
— ¡A Paradise Dalfa! —gritó de una vez por todas, dejando a
Scar sin habla. Doy media vuelta tomando mis perfumes y libros,
dejándolos en la valija y evitando la mirada de Scar, la cual estaba
procesando la información. Cuando explotó.
— ¡Oh por dios! —grita completamente anonadada— ¡Vivirás
en...! —pero antes de que pueda terminar le tapo la boca con mi
mano.
— ¡No lo repitas! —aprieto los dientes y ella asiente muy
rápido con su cabeza y, lentamente, le saco mi mano de la boca. No
sin antes ganarme una lamida de parte de su lengua.
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— ¡Scar! —gritó con asco.
—Todavía no puedo creerlo —se muerde el labio inferior y
junta sus manos— ¡Eres la envidia de cualquier chica de este
instituto!
—Pues les regalaría mi boleto a esa estúpida residencia. —
comentó, guardando mis últimas pertenencias en la valija.
— ¿Qué? —dice bruscamente y se cruza de brazos— ¡Por dios,
Sam! ¿No estás si quiera un poco feliz de vivir en una casa, con cuatro
hermosos y sexis chicos? ¡Vivirás con los Dalfa! —alza una ceja y solo
ruedo los ojos, mientras hago presión con mi brazo sobre la valija, la
cual no cerraba.
—Primero: uno de esos cuatro, es mi hermano —especificó—
Segundo: bien, sí, admito que son guapos.
—Son como dioses griegos —añade, y dejo de lado su
comentario.
—Sí, como digas, pero sabes el porqué nunca me interesé en
ellos.
—El que tú hermano sea celoso y te haya dicho todas esas
cosas de ellos, no puedes creerle —me señala con su dedo índice.
— ¿Celoso? Nick no es celoso. —Niego con la cabeza, y Scar ríe
sarcástica.
—Oh, sí claro, y el haberte ocultado de sus amigos, decirte
todas esas cosas y no hablar de lo que pasó con Will... —alza una ceja,
y yo sólo doy saltos con mi trasero sobre mi valija.
— ¿Quieres ayudarme? —pido y ella ríe al verme, pero me
ayuda y ambas comenzamos a saltar encima de la valija.
— ¡Esto no cerrará!
— ¡No seas pesimista!
—Bueno, volviendo al tema, te iré a visitar más seguido... —
habla coqueta y solo rió.
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Scar no cambiará, recuerdo la vez que conoció a mi hermano,
casi me asesina por no decirle que éramos hermanos. Pero aunque
claramente babee por los Dalfa, ella sabe perfectamente que no tiene
que enamorarse, ya que a excepción de mi hermano, jamás habló con
ninguno. Igual que yo.
Luego de varios saltos de trasero, la valija por fin cerró, y esta
vez, me abalancé en mi cama.
—En serio Sam, aunque no lo aceptes, tienes la oportunidad
que ninguna chica en este instituto tiene.
—Oye no es algo tan genial, ¿sí? Es solo otra residencia.
—Oh vamos, no es cualquier residencia, es Paradise Dalfa, la
mejor residencia de Rowden. Ninguna se compara con ella, y allí
viven los Dalfa.
— ¡Es por eso que no quiero vivir allí! —estalló— ¿Por qué los
Dalfa? ¡No son tan grandiosos! Sólo son chicos egocéntricos, que
hacen grandes e innecesarias fiestas para ser populares y usan el
cuerpo de las chicas que quieren para satisfacerse.
¿Qué hay de genial en eso? A excepción de mi hermano en
algunas partes.
—Bueno, es un buen punto —asiente ladeando la cabeza.
—Lo ves...
— ¡Pero son demasiado guapos! —suspira al momento que se
deja caer de la cama. Dios, es imposible hacerle ver a las chicas de
aquí lo que son ellos.
¿Realmente el que sean guapos los hace tan genial?
Bien, admito que son guapos.
Admito que hacen increíbles fiestas, aunque no haya ido a
ninguna.
Y también admito que les agradan a todos.
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Pero a mí no, eso jamás lo admitiré. Porque ellos, no me
agradan.
Y vivir allí será una completa guerra, de eso estoy segura.
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CAPITULO 2
—Llámame si necesitas algo —dijo desde el coche Scar, me
agaché para verla mejor.
—Necesito una casa en donde vivir —ella ríe y sólo niega con
la cabeza.
—A ver si esas hormonas se despiertan con esos dioses
griegos. —Mueve ambas cejas, pícara y enciende el coche para irse.
Doy un largo suspiro y doy media vuelta sobre mis talones junto a mi
maleta.
Debo admitir que la residencia era increíble; espaciosa,
hermosa y simplemente genial. O eso creí hasta que mejoré mi vista y
vi varios vasos rojos descartables en el suelo, dirigí mi vista a lo que
se podía ver del jardín trasero y pude deducir lo que sucedió. Una
fiesta. Caminé esquivando los objetos en el suelo. Vasos, cervezas,
bolsas de comida chatarra... condones.
Me acerqué de una vez por todas a la puerta y toqué el timbre.
Sonó, sonó y volvió a sonar. Nadie salió. Volví a apretar el timbre,
ésta vez más persistente y ya exasperada.
¿Qué nadie piensa atender? O por lo menos, ¿no escuchan el
irritante timbre? Saqué mi móvil del bolsillo para ver la hora, las
13:00hs, ¿en serio? ¡Tendrían que estar despiertos!
Tomó la valija y voy al jardín trasero. Y no me sorprende, más
basura. Si hacen fiestas cada semana, ¿Cómo limpian este desastre?
¡Dios un hermoso jardín destruido! Voy a la puerta trasera y
milagrosamente —o descuidadamente— está abierta. Entro y me
encuentro con un peor desastre que con el de a fuera, ¿Y yo tengo que
vivir aquí?
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— ¿Quién eres? —una voz me hace dar un salto, seguido de un
grito ahogado. Volteó rápidamente, pero algo en el suelo me hace
resbalar, tropezando y cayendo arriba del dueño de esa voz.
Oigo un quejido de su parte y alzo la vista para distinguir una
cabellera rubia y encontrarme con un adormilado y lastimado, Devon
Murphy.
Devon Murphy, uno de los Dalfa, según todas las chicas en el
instituto, él es perfecto. Buenas calificaciones, cuerpo bien entrenado
por los deportes, maduro, cabello rubio claro con unos ojos y sonrisa
que hechizan a todas y no busca relaciones serias, por lo que de todas
maneras, se acuesta con diferentes chicas, pero nada formal.
Entrecierra los ojos, confundido, me levanto rápidamente de
él y notó que solo traía unos simples bóxers.
— ¿Qué haces en el suelo Devon? —dice otra voz detrás de
nosotros, volteó y veo a Francisco Allen detrás de nosotros, quien
también se encuentra en bóxers— ¿Y tú quién eres? —pregunta
acercándose y Devon se levanta del suelo, pasándose la mano por el
rostro.
Francisco Allen, el chico favorito de las chicas según Scar, y no
solamente por sus grandes ojos cafés y su castaño cabello, algo largo y
peinado hacia el costado, sino por su personalidad. A pesar de tener
notas apenas pasables, es terriblemente travieso e infantil, al punto
tal de parecer un niño.
—Eso le pregunté —habla adormilado Devon, y sólo dejo de
lado el hecho de que están en simples bóxeres, como ellos están
haciendo, para responder su pregunta.
—Yo... —pero antes de que pueda, otra persona más entra a
escena.
— ¿Quién dejó una chica aquí? —espeta bajando las escaleras,
y desconozco la voz.
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No sé de quién se trata hasta que termina de bajar y puedo
verlo. La cereza del pastel, Logan Clark, ¡Quien también estaba en
bóxer!
¿Qué nadie aquí conoce los pantalones? Pero de qué me
sorprendo de Logan Clark, él chico mas mujeriego de Rowden, con
sus ojos azules encandila a todas las chicas en una noche, pero elige
una con quien pasarla. Jamás se lo ha visto en una relación seria, ni
siquiera tiene una amiga mujer, por lo que escuché. Gracias a su buen
cuerpo, y su sonrisa "matadora" consigue siempre las chicas que
quiere.
— ¿No piensas responder? —ironiza Logan, alzando una ceja y
me cruzo de brazos.
— ¿Acaso estoy obligada a responder? —alzó una ceja,
imitándolo— ¿Y qué acaso no conocen lo que es un pantalón? —
ironizó— Es una prenda de vestir, parecida a ésta pero más grande y
masculina. —indico mi jean holgado.
— ¿Acaso te ponemos nerviosa? —susurra, lentamente
acercándose a mí, pero estiro mi brazo tocando su pecho y
manteniendo distancia.
—Claro que no.
— ¿Segura? —toma mi mano y me jala hacia él, pero doy un
paso atrás, impidiendo su acercamiento.
— ¿Qué diablos haces aquí? —y por primera vez, una voz al fin
conocida hace presencia.
Los tres volteamos a ver a un desarreglado y medio dormido,
pero consiente Nick. Estaba por contestar, cuando noto como mira un
punto fijo, corre hacia a mí y me jala del brazo, subiendo las escaleras.
Puedo ver lo espaciosa que es la casa al largo recorrido hasta la
habitación de Nick.
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La cual también es un desastre y huele a sudor. Sí, la
habitación de mi hermano. Él se arroja a su cama y antes de que
pueda abrir la ventana para tomar aire, él me toma de la cadera y me
lanza con él.
—Oye —me quejo por su incómodo agarre, y él solo me abraza
con sus grandes brazos, dejándome aprisionada.
— ¿Qué no puedo abrazar a mi hermanita? —alza una ceja y
trató de alejarme de él.
—No si me estoy asfixiando —confieso, ríe para luego
soltarme, rápidamente abro su ventana de par en par— Dios, limpia
de vez en cuando.
—Algún día. —me siento en su cama— Ahora dime, ¿Qué
haces aquí? —volteó a verlo confundida, a lo que él tenía la misma
expresión.
— ¿Mamá no te dijo nada? —su confusión solo aumento— O...
¿el rector? —niega con la cabeza.
— ¿Decirme qué? —tomó aire y lo suelto.
—Que viviré aquí.
Nick me veía por varios segundos y una sonrisa se formó en
sus labios, luego de una pequeña carcajada.
—Ya Sam, dime qué haces aquí. —abro mis ojos, sorprendida
ante su negación.
—Nick, no es una broma. Me expulsaron de Chars. —Ahora él
me mira preocupado, para luego gritar.
— ¿¡Qué!?
Pero mi impresión aumento, al oír más voces en ese "¿¡Qué!?".
Rápidamente corro a la puerta y al abrirla los tres chicos caen al
suelo. Los cuales siguen en bóxeres, al verme se levantan y se
acomodan.
— ¿Cómo has dicho? —pregunta Francisco.
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— ¿Es una broma verdad? —lo sigue Devon, Logan niega con
la cabeza y se acerca a mí, pasando sus brazos por encima de mis
hombros.
—Chicos, ¿Qué tiene de malo? Ella es bastante sexi. —alza una
ceja mirándome pícaro y, antes de que pueda hablar, la mano de Nick
me jala hacia él, alejándome de ellos.
—Y es mi hermana. —les informa y los tres se sorprenden.
Incrédulos, cambiaban su vista de mí y a mi hermano, una y otra vez.
— ¿Y por qué no sabíamos eso? —se cruza de brazos Logan.
—Porque nunca preguntaron. —Respondió, encogiéndose de
hombros y claro, ocultando que sólo no quería que alguno se me
acerque.
—Como sea, tú no vivirás aquí. No con nosotros. Ninguna
chica vive en Paradise Dalfa. —Habla Devon y frunzo el ceño.
— ¿Qué, acaso se necesita ser hombre? —ironizó.
—No queremos vivir con una chica.
— ¿Acaso creen que yo estoy feliz de vivir con ustedes?
—Por supuesto que sí —afirma Francisco con arrogancia y,
antes de que pueda responder, el timbre suena y alguien entra por la
puerta. Los cinco bajamos las escaleras y vemos al rector parado en la
planta baja.
—Oh, están todos aquí —habla y niega con su cabeza—.
Chicos, hay un chica, quieren vestirse —alza una ceja, y una clara
sonrisa se forma en mi rostro al escuchar sus bufidos y ver cómo cada
uno salía a vestirse.
—Gracias —le digo al rector y éste ríe.
—Parece que ya les has dicho. —Asentí ladeando la cabeza.
—Algo así...
Y antes de poder explicarle, cuatro pares de piernas bajan las
escaleras. Con, alabados sean los pantalones.
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—Podrías explicarnos esto Charlie —pide Devon, y me
sorprende la familiaridad con la que le habla.
— ¿Podrían explicarme éste desastre primero? —el rector alza
una ceja señalando el lugar y ellos sólo sonríen, encogiéndose de
hombros.
—Lo limpiaremos luego, sólo explícanos esto. —Pidió Nick. El
rector suspiró y se sentó en una pequeña silla de madera, dándola
vuelta para apoyarse en el respaldo de la silla.
—Bien, chicos ella es Samanta —ellos asienten— la hermana
de Nick —nos señala, y de nuevo asienten con la cabeza—. Y vivirá
aquí desde ahora. Eso es todo.
Alza ambas manos, juntándolas y lo miro anonadada ante su
tan "detallada" información.
— ¡Charlie! —gritan ellos al unísono y él ríe.
—Bien, bien. Samanta por "X" razón fue expulsada de la
residencia Chars, y como Nick vive aquí, es más fácil para ella
también el vivir aquí.
—Lo hace sonar como si quisiera vivir aquí... —murmuró—.
Bien, yo vine a informarles eso, los veo mañana en el instituto. —Se
levanta, dirigiéndose a la puerta. Antes de irse voltea y dice: — y
chicos, recuerden que ahora viven con una chica. —Advierte antes de
irse y al cerrar, un claro quejido sale de los labios de Francisco.
— ¿Qué? —espetó claramente molesta y los tres voltean a
verme.
—Ahora esto será un infierno —responde con desánimo, y una
risa seca sale de mis labios.
—Claro, porque vivir con ustedes es mí paraíso. —Ironizó.
—Oigan, no podemos hacer nada —habla Nick— sólo hay que
aceptarlo.
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—Por mí no hay problema, vivir bajo el mismo techo que una
sexi chica, ¿Cuál es el problema en eso? —dice Logan, sonriendo de
oreja a oreja.
—En que no te le acerques o te mató. —Amenaza mi tierno
hermano.
— ¿No piensan limpiar esto? —preguntó indicando el lugar, y
todos voltean a verme como si estuvieran viendo a un raro
espécimen.
—A esto me refería, ahora tendremos que escuchar quejas
sobre la basura, que no limpiamos, que quiere ver sus novelas en la
televisión... —habla con un claro tono molesto Devon.
—No podremos hacer las competencias de eructos... —lo sigue
mi hermano. ¿Ahora está de su lado?
—Ni competencias de gases... —lo sigue Francisco. ¡Ew!
—Oigan, el que yo viva aquí no quiere decir que tengan que
cambiar como son —explicó y me ven completamente sorprendidos.
—Por favor, tú no querrás vernos haciendo esto —habla
Francisco al momento de lanzar un gas, y una clara mueca se forma
en mi rostro, tapando mis fosas nasales— Además, no lo haríamos
frente a una chica.
—Ya lo hiciste —le recuerdo.
—Lo que él quiere decir, es que es obvio que tú no nos quieres
conocer así —dice Devon y frunzo el ceño, confundida.
— ¿A qué te refieres?
—A que todos en el instituto saben que somos geniales —habla
Nick, y dejo de lado su arrogancia para seguir escuchando— y guapos,
no queremos bajar nuestros estándares si te lo mostramos. —Me
explica, y al terminar de oírlo, una carcajada sale de mis labios.
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— ¿Estándares? —ellos me ven confundidos— Por favor, yo sé
que son sólo unos chicos egocéntricos, y que quede claro que no tengo
el más mínimo interés en ustedes. —Me cruzo de brazos y Nick ríe.
—Se los dije, no habrá problema —juntó sus manos y pasó un
brazo por mis hombros.
— ¿No estás interesada en nosotros? —habló con un claro tono
de ironía Logan.
—Ni en lo más mínimo.
— ¿Qué acaso no tienes vista?
—No, tengo cerebro, algo que tu seguramente no. —Contesto
seca y Nick ríe.
—Ay hermanita, hace mucho que no oía tus bromas.
Me abraza Nick mientras unos enojados —e idiotas—
Francisco, Devon y Logan, veían.
26
CAPITULO 3
— ¿Qué, no piensan limpiar? —preguntó insistiendo e
indicando el desastroso lugar.
Una casa tan grande, además de genial y hermosa, arruinada
con basura de fiesta. Un notorio quejido salió de los labios de
Francisco. Nick tomó mi valija.
—Sam, no empieces a quejarte tan pronto. Subiré tus cosas a
una de las habitaciones restantes. —Me informa, y le agradezco con
una sonrisa.
— ¿Por qué no lo haces tú? —habla Devon, cruzándose de
brazos y acercándose a mí.
—Porque yo no estuve en la fiesta.
— ¿Cómo sabes que fue una fiesta? —alza una ceja desafiante.
Ruedo los ojos.
—Es obvio que fue una fiesta, además de que solo ustedes
hacen innecesarias fiestas todos los fines de semana.
— ¿Innecesarias? —pregunta desorientado Logan y asiento
varias veces— ¡Es muy necesario! —se cruza de brazos al lado de
Devon, ambos frente a mí.
— ¿Cómo en qué? —desafío.
—En ligar con chicas —contesta sonriendo— aunque es una
lástima que no hayas estado en ninguna de ellas. —Me guiña el ojo.
—Eso no sirve conmigo, Logan.
—Qué sexi se escucha mi nombre en tus labios. —Pongo los
ojos en blanco.
— ¿Piensan limpiar o no? —inquiero de una vez.
¿Por qué el tema se había desviado tanto?
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—Hazlo tú, eres mujer. —Dice Devon, y una risa sale de parte
de Logan y Francisco.
Oh no, no lo dijo. Muy bien, sabía que eran egocéntricos,
arrogantes e idiotas, pero ¿machistas? ¡Cartón lleno! Me he ganado el
premio de cinco criaturas indeseables. Desafortunadamente, no hay
devolución.
— ¿Quieres decir que porque soy mujer tengo que limpiar?
¿Qué sigue; cocinar, lavar su ropa? —ironizo, y una sonrisa se planta
en sus labios.
—Bueno, ahora que lo mencionas, eso no estaría nada mal.
—Eres un idiota. Un machista e idiota.
—Y tú una quisquillosa. —Lo miré furiosa.
¿Qué soy qué? ¡No soy quisquillosa!
Y en vez de responder con un insulto ingenioso, mi puño fue a
parar a su estómago. Luego de un notorio y satisfactorio gemido de
dolor de su parte, me dirigí a las escaleras.
—Y espero que hayas aprendido, idiota. —finalicé para subir
las escaleras.
Veo a Nick en una de las tantas habitaciones y me dirijo allí.
Entré por la puerta de la habitación, y era algo más espaciosa de lo
necesario, pero muy linda. Las paredes estaban pintadas de un
amarillo claro, algo seco. Una cama de una plaza se encontraba a la
izquierda, debajo de un estante lo bastante grande como para poner
todos mis libros, al lado había un escritorio y del otro lado de la
habitación, a la derecha, se encontraba un armario.
—Bien, te dejaré ordenar tus cosas —señala mi valija—. Luego
me cuentas el porqué te expulsaron —alza una ceja y asentí.
Nick siempre fue así, a pesar de ser mayor que yo, siempre
fuimos muy unidos. No como que hablemos todo el tiempo o nos
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abrasemos, es solo que nos agradamos, además de las típicas burlas y
peleas entre hermanos.
Tomé mi valija y la coloqué sobre la cama. La abrí y comencé a
sacar todas mis prendas y a guardarlas en el armario. No es que sea
ordenada o perfeccionista, normalmente solo me quito la ropa y la
dejo donde quién sabe dónde, al igual que con mi calzado, pero ahora
simplemente las guardaba bien.
—Vaya, pensé que eran más grandes. —La voz de Francisco
inunda la habitación. Volteo a verlo y estaba apoyado sobre el marco
de la puerta con... ¡Mi sostén en su mano!
Mientras el color invadía mi rostro, él le daba vueltas y lo
observaba como si fuese un ejercicio de matemáticas. Corrí hasta él a
quitárselo, pero lo alejó antes de que llegue, y una divertida sonrisa
aparece en su rostro, para luego salir corriendo.
— ¡Hey! —grité, para luego comenzar a correrlo—
¡Devuélvemelo! —exijo. Sólo escuchaba sus carcajadas mientras
dábamos vueltas por toda la planta alta.
— ¡Vaya, sí que usas relleno! —grita él y el rojo no cesaba en
mi rostro.
— ¿Qué tienes ahí, Fran? —grita Logan y, cuando logro verlos,
Francisco le había dado mi sostén a él.
¡No es cierto!
— ¡Francisco! —grité furiosa y corrí hacia ellos. Logan,
asombrosamente, no había corrido. Me acerco a él y trato de
sacárselo, pero ya que es más alto que yo, alza su brazo hacia arriba y
no logro alcanzarlo— Devuélvemelo.
—Uy, ¿La palabra por favor no está en ese vocabulario? —alza
una ceja y, en vez de responder, hago puntitas con mis pies para
alcanzarlo y cuando logro tomarlo, siento los labios de Logan en mi
cuello erizando todo el vello de mi cuerpo. Y antes de pensarlo dos
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veces, mi puño impacta con su estómago, y un quejido de dolor se
hace notorio luego de una risa.
—Eres un idiota.
—Sé que eso te gustó. —Sonríe de lado, y doy un paso para
darle otro golpe y borrarle su sonrisa de autosatisfacción, pero un
grito me interrumpe.
— ¡Devon! ¿Dónde dejo esto? —el grito provenía de abajo, y
era una voz aguda y fina.
¿Una chica?
Dejo mis ganas de golpear a Logan para dirigirme hacia las
escaleras y bajar, pero al llegar abajo mis ojos se abren confundida.
La sala estaba completamente limpia. Miré hacia los lados, y pude
notar como la cocina y otros lugares que todavía no conozco, también
lo estaban.
—Córrete. —Espeta una chica castaña, más alta que yo, que
traía un balde lleno de agua consigo. Sigo con la mirada a la castaña y
una cabellera rubia aparece frente a la castaña, y diviso a otra rubia
en el jardín.
¿Qué está pasando?
— ¡Ja, toma eso! —oigo a Francisco gritar, doy media vuelta y
me dirijo hacia donde provenía el ruido. Al llegar, veo a Francisco y a
Devon jugando a la Play Station.
— ¿Qué diablos hacen?
— Asando malvaviscos —ironiza Devon.
De acuerdo, yo soy sarcástica y ahora notó la molestia de eso.
— ¿Quiénes son esas chicas?
—No te sientas celosa, si fueras un poco más alta, serías mejor
que ellas. —Aparece Logan y se lanza sobre el sillón.
—No lo creo, recuerda que no tiene mucho de pecho. —Hace
una mueca Francisco y lo fulminó con la mirada.
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