FICHA 1: UNA REALIDAD QUE NOS INTERPELA

FICHA 1: UNA REALIDAD
QUE NOS INTERPELA
CARITAS DIOCESANA DE BURGOS
2015-2016
IGLESIA, SERVIDORA DE LOS POBRES (1-14)
| FICHA 1: UNA REALIDAD QUE NOS INTERPELA2015-2016
FICHA 1: UNA REALIDAD QUE NOS
INTERPELA
IGLESIA, SERVIDORA DE LOS POBRES
MARCO GENERAL
FICHA 1: UNA REALIDAD QUE NOS INTERPELA | 2015-2016
El primer capítulo del Documento “Iglesia, servidora de los pobres” sirve para que los
Obispos hagan una descripción de la situación social que vivimos. Y lo hacen desde
una perspectiva muy evangélica: consideran que es una historia y una realidad que
nos “interpela”, es decir, que no nos puede dejar indiferentes a los creyentes.
Tenemos que recuperar la capacidad suficiente para “ver” esta realidad y para
sentirnos afectados por la misma. Por eso, lo que se busca no es la mirada del
sociólogo, sino “la mirada de Dios” que sabe ver en profundidad y al que se le
conmueven las entrañas.
Esta situación social está marcada por la crisis económica que ha golpeado
duramente a tantas personas y sectores de la población. A consecuencia de la crisis
nos encontramos cuatro fenómenos convergentes: en primer lugar, y lo más
evidente e inmediato, un grave sufrimiento en muchas personas concretas; en
segundo lugar, y quizás el más preocupante, la crisis ha acrecentado las
desigualdades sociales, provocando una alarmante fractura social que “debilita las
bases de una sociedad justa”; en tercer lugar, con la crisis aparecen nuevas pobrezas
que creíamos superadas a la vez que ha sumido a muchas personas en el oscuro
agujero de la pobreza y la exclusión; por último, y no menos importante de cara al
objetivo fundamental de generar esperanza, con la crisis también se “ha generado
un movimiento de generosidad en personas, familias e instituciones sociales”,
además de la propia Iglesia.
Nuestros Obispos focalizan su atención en algunos colectivos especialmente
afectados por esta situación, no eludiendo en su análisis una denuncia profética de
aspectos que les afectan perjudicialmente. Así, en los primeros números se va
repasando la situación de la familia, los jóvenes, los parados (especialmente los
mayores de 50 años), la infancia, los ancianos, las mujeres (especialmente las
afectadas por la violencia doméstica), el olvidado mundo rural y los hombres y
mujeres del mar, la emigración…
En este análisis breve de la realidad no podían faltar unas breves notas acerca de la
corrupción, uno de los problemas sociales que más preocupación causan en la
ciudadanía. Se trata de “una conducta reprobable y un grave pecado” que expresa
una “grave deformación del sistema político” y que urge erradicar desde la
regeneración moral.
El acercamiento a esta realidad finaliza deteniéndose en lo que llaman
“empobrecimiento espiritual” de nuestro pueblo y que consiste básicamente en “la
indiferencia religiosa, el olvido de Dios, la ligereza con que se cuestiona su
existencia, la despreocupación por las cuestiones fundamentales sobre el origen
trascendente del ser humano”. Esta pobreza de no conocer a Dios, no descubrirle y
no vivir de acuerdo a ese acontecimiento de gracia, también tiene sus repercusiones
en la vida personal y social.
LECTURA INDIVIDUAL DEL DOCUMENTO (números 1-2)
En los últimos años, especialmente desde que estalló la crisis, somos testigos del
grave sufrimiento que aflige a muchos en nuestro pueblo motivado por la pobreza y la
exclusión social; sufrimiento que ha afectado a las personas, a las familias y a la misma
Iglesia. Un sufrimiento que no se debe únicamente a factores económicos, sino que tiene
su raíz, también, en factores morales y sociales.
La Iglesia nos invita a todos los cristianos, fieles y comunidades, a mostrarnos
solidarios con los necesitados y a perseverar sin desmayo en la tarea ya emprendida de
ayudarles y acompañarles. El papa Francisco nos dice: “Es mi vivo deseo que el pueblo
cristiano reflexione durante el jubileo sobre las obras de misericordia corporales y
espirituales. Será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada
ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio,
donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina”.
Las comunidades cristianas, Institutos de Vida Consagrada y otras instituciones,
están escribiendo entre nosotros una hermosa página de solidaridad y caridad. Basta
recordar cómo Cáritas el año 2013 atendió en sus programas a casi dos millones de
personas, y cuenta en la actualidad con más de 71.000 voluntarios.
Como pastores de la Iglesia, queremos compartir con los fieles y con cuantos
quieran escucharnos nuestras preocupaciones ante la difícil situación que estamos
viviendo y que a tantos afecta. Algunos datos esperanzadores nos llevan a pensar que la
crisis, poco a poco, se está superando; pero, hasta que no se haga efectiva en la vida de
los más necesitados la mejoría que los indicadores macroeconómicos señalan, no
podremos conformarnos. Percibimos, por otra parte, que en este período de crisis se han
ido acrecentando las desigualdades sociales, debilitando las bases de una sociedad
justa. Esta realidad nos está señalando la tarea: nuestro objetivo ha de ser “vencer las
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Es de justicia, sin embargo, reconocer que este mismo sufrimiento ha generado un
movimiento de generosidad en personas, familias e instituciones sociales que es
obligado poner de manifiesto y agradecer en nombre de todos, en especial de los más
débiles. Dicha generosidad nos ha recordado la promesa de Dios a través del profeta
Elías cuando afirma que no le faltará ni el aceite ni la harina a la pobre viuda que supo
compartir con el profeta lo poco que le quedaba para subsistir.
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causas estructurales de las desigualdades y de la pobreza”, como pide el papa
Francisco.
Para contribuir a alcanzar esta meta tan deseable, ofrecemos modestamente estas
reflexiones basadas en la Doctrina Social de la Iglesia; en ellas tratamos de aportar
motivos para el compromiso y la esperanza, y colaborar con nuestro grano de arena a la
inclusión de los necesitados en la sociedad. Intentamos “mirar a los pobres con la
mirada de Dios, que se nos ha manifestado en Jesús”. Secundamos así la especial
atención que muestra el papa Francisco a la dimensión social de la vida cristiana6.
Quiera el Señor que nuestra palabra sirva de luz orientadora en el compromiso caritativo,
social y político de los cristianos y que nuestro aliento acreciente en todos una
solidaridad esperanzada.
PREGUNTAS PARA EL TRABAJO INDIVIDUAL
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1.-Tomo nota de aquellos sentimientos que se producen en mí tras la lectura de este
texto.
2.-Subrayo los aspectos que no entiendo, que quisiera comentar o discutir.
3.-Intento poner rostro al sufrimiento del que habla el texto: recordamos aquellas
personas concretas que conocemos y que se han visto afectadas por el sufrimiento
de la crisis.
4.-Intento hacer una lista de nuestros pobres y de nuestras pobrezas.
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PREGUNTAS PARA EL TRABAJO COMUNITARIO
1.-Ponemos en común los sentimientos que se han producido en nosotros tras la
lectura del texto.
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2.-Dialogamos sobre los aspectos que nos gustaría comentar en grupo.
3.-Intentamos hacer una lista de las pobrezas más presentes en nuestro territorio.
4.-¿Qué nos están gritando estos pobres y estas pobrezas?
5.-Dialogamos sobre el dibujo de portada y las palabras clave (debajo).
6.-¿Cómo podríamos hacer llegar al resto de la comunidad nuestra reflexión de hoy?
(un cartel, una octavilla, una acción…).
ORACIÓN
Damos gracias a Dios por abrir los ojos a los rostros de nuestros pobres y pobrezas y
escuchar su clamor.
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Abre nuestros ojos, Señor Jesús,
nos conmueve ver la realidad:
familias golpeadas por la crisis,
niños que viven en la pobreza,
jóvenes sin trabajo,
personas sin empleo,
mujeres víctimas de la explotación,
ancianos olvidados, inmigrantes
excluidos…
queremos pedirte con fuerza, Señor:
ablanda nuestro corazón para sentir
con los que sufren.
Fortalece nuestras manos para actuar
sin cesar.
Abre nuestros ojos para ver la realidad
y actuar.