EL DÍA, domingo, 15 de marzo de 2015 p1 LAS PRIMERAS CIUDADES JARDÍN del mundo, las británicas. Una visita de la mano de Antonio Salgado. 6/7 del domingo revista semanal de EL DÍA El supuesto espionaje alemán en Tenerife previo a la Primera Guerra Mundial Texto: Carmen María Estévez García (licenciada en Geografía e Historia) “La crisis de fin de siglo, el trauma y los fundados temores que siguen a la derrota (con Estados Unidos) de 1898 y la paz de París, que liquida los últimos vestigios del viejo imperio ultramarino de España, otorgan un papel geoestratégico a las Islas Canarias que continúa hasta los días de la I Guerra Mundial y se hace especialmente intensa en sus vísperas, inserta en el juego de zonas de hegemonía que protagonizan Alemania, Gran Bretaña y Francia” (Espadas Burgos, 1987). L a política internacional del Gobierno español, en base a losescasosmediosdematerial de defensa y la imposibilidad de resistir el Archipiélago Canario a un bloqueo, es dar fácil entrada a las peticiones de concesión de los distintos países. El ministro de Instrucción Pública, Rodríguez San Pedro, en carta de 9 de agosto de 1908, al ministro de Estado, García Prieto, dice: “Hemos considerado siempre como un mal en sí mismo el que haya en aquellas islas depósitos extranjeros, pero será un mal menor que pertenezcan a individuos de distintas nacionalidades. “La presión de empresas alemanas para penetrar en Canarias va en aumento desde el comienzo del primer decenio del siglo XX. El interés alemán se intensifica a través de empresas científicas y técnicas, como la de lograr medios propios de comunicación entre el Imperio alemán y sus colonias de África. Otro centro de interés proviene del desarrollo de la climatología y de las extraordinarias condiciones que las Islas Canarias –en especial Tenerife– ofrecen para dichos estudios” (Espadas Burgos, 1987). El hotel Taoro –conocido indistintamente como Balcón o Inglés– se ubica en un paraje elevado del Puerto Orotava (Puerto de la Cruz) que se denomina Monte Miseria, y abre sus puertas el 22 de diciembre de 1890. En 1905, la compañía berlinesa Kurhaus Betriebs Gesellschaft, de Charlottenburg, arrienda el Gran Hotel a The Taoro Company Ltd. por la cantidad de 2.000 libras anuales, y pasa a llamarse, a partir de la aper- tura del 1 de noviembre de ese año, Gran Hotel Humboldt–Kurhaus (llamado también sanatorio Humboldt u hotel Humboldt). El consejo directivo de la sociedad está formado, entre otros, por Adolfo Woermann (director de la naviera del mismo nombre), Dr. Pannwitz (secretario de la Asociación Internacional contra la Tuberculosis), Dr. Hoffa y Mr. Ravané. El representante de la misma es Rudolf Schapper, y el gerente, Rudolf Hegger. “Se inicia para el hotel una nueva etapa en la que asumirá el papel de importante bastión alemán en el sector turístico, hasta entonces, un feudo británico” (Martín Hernández, 1988). Ante la crisis estructural que padece la compañía Taoro, ésta vende el 30 de julio de 1907, mediante documento privado, a la sociedad Kurhaus Betriebs Gesellschaft el edificio del Gran Hotel, con sus jardines y terrenos anejos, así como todos sus enseres y mobiliarios. La empresa alemana se compromete a saldar el precio de venta (37.000 libras esterlinas), junto con los intereses de compra (6% anual), hasta el año 1913 como máximo. bservatorio Meteorológico del profesor Hergessell (foto profesor Müller, 1910). El plan inicial de la nueva compañía pretendía hacer del hotel la estancia central de un sistema de establecimientos curativos que se hallarían dispersos por el Valle de La Orotava. “Para ello se preparó un moderna instalación hidroterápica y se proyectó la construcción de pequeños chalets situados a diversas alturas” (M. H., 1988). Además “de la creación de un sanatorio antiberculoso en la zona del Teide” (E. B., 1987). Para ello se contrata a tres médicos: uno permanente, el alemán Peipers, y dos adjuntos, el inglés F. Lisherman y el español Jorge Pérez Ventoso (1860–1920). El 5 de febrero de 1909, el doctor Jorge Pérez Ventonso presenta una instancia oficial en el Ayuntamiento de La Orotava, a nombre del germano Gotthold Pannwitz (1861–1926), para realizar algunos estudios en las inmediaciones de la Fuente de La Grieta, en las Cañadas del Teide, para conocer las condiciones climatológicas de la zona. El permiso se concede el 15 de febrero de 1909. El 23 de febrero de este mismo año se embarca desde Hamburgo el material científico, un potente generador para producir electricidad y dos barracones o casetas –uno propiedad personal del káiser Guillermo II, donado por éste al doctor Hugo Hergesell–. El 13 de marzo de 1909 llega la comisión científica alemana, presidida por el Dr. Hergesell y acompañado por el Dr. Pannwitz,pararealizarlosestudiosmeteorológicos en las Cañadas del Teide. A su llegada, realizan una segunda instancia solicitando al Ayuntamiento de La Orotava, para la creación de un observatorio meteorológico, 25 hectáreas formandoun cuadradoque tiene 500metros de lado y medidos desde la fuente denominada La Grieta, 340 metros al Norte, 350 metros al Este, 160 metros al Sur y 150 metros al Oeste; el arrendamiento de esta parcela se realiza por un total de 5 años y por 16 pesetas como máximo al año por hectárea; y el contrato comenzaría en abril de ese mismo año. El 28 de marzo de 1909, el doctor Hergesell se entrevista con el ministro del Estado español, Manuel Allendesalazar, y con el coronel de Ingenieros Vives y llegan a un acuerdo para que España utilice los dos barracones que se hallan en Tenerife como un observatorio aerostático provisional, enteramente español, y que se permita a los científicos internacionales utilizar sus instalaciones para sus estudios. Las casetas se instalan finalmente por los militares españoles en La Grieta, Cañadas del Teide, a principios de abril de 1909, bajo las órdenes del capitán de armas de Ingenieros A. Gordejuela. En el verano de 1909, Gotthold Pannwitz solicita permiso –como secretario de la asociación internacional contra la tuberculosis–, mediante el embajador español en Berlín, Polo de Bernabé, para instalar un sanatorio en el mismo p2 domingo, 15 de marzo de 2015, EL DÍA EN PORTADA lugar escogido para el observatorio meteorológico. En un informe reservado, de 28 de septiembre de 1909, del ministro de Estado al de Gobernación se habla del Dr. Pannwitz como una personalidad con más visos de agente, e incluso de aventurero, que de científico, y se atribuye una nefasta influencia sobre aquellas personas que asocian sus intereses a las empresas del activo doctor. El impago de los intereses de la anualidad de 1909, por parte de la sociedad Kurhaus, lleva al presidente de la empresa Taoro a la posibilidad del inicio de un expediente de desahucio. El 12 de septiembre del mismo año, la Junta General de la Taoro acepta la transacción entre las sociedades. Pero algunos accionistas, principalmente los hermanos Jorge y Víctor E. Pérez y Ventoso, en una junta extraordinaria de la sociedad Taoro, del 17 de octubre del mismo año, anulan lo acordado en la junta general. Dentro de la Taoro hay actitudes encontradas, pues mientras los hermanos Pérez y Ventoso están empeñados en recuperar la propiedad del hotel desahuciado a los alemanes, les es favorable a éstos el secretario de la Taoro, Felipe A. Machado del Hoyo–Solórzano, cuñado de los Pérez y Ventoso. Por su parte, “la Kurhaus, que había mantenido durante estos años a Jorge V. Pérez y Ventoso como médico del hotel, le sustituye por el médico británico el doctor Santiago Ingram” (E. B., 1987). El doctor Santiago Ingram o James Ingram (1860–1933) llega “a Tenerife alrededor del año 1906” (Baillon, 1995). Anteriormente había ejercido “su profesión en África occidental, Camerún Británica, llamada en aquellos tiempos la tumba del hombre blanco” (Baillon, 1995). El pleito del Gran Hotel Humboldt–Kurhaus se encona durante los dos años siguientes, viéndose envueltos la autoridad judicial de Tenerife, el Gobierno Civil, el Gobierno de Madrid y la embajada de España en Berlín. El doctor francés Leon Bourgeois de Paris, como presidente de la Unión Internacional contra las enfermedades tuberculosas, y la embajada alemana en España piden al Gobierno español la construcción de una estación internacional para la investigación meteorológica en el Monte Guajara (las Cañadas del Teide).Eldoctorfrancéspresideunacomisión internacional que llega a la isla el 15 de marzo de 1910; se hospeda en el hotelHumboldt–Kurhausyel20demarzo se instala en las casetas del Teide El capitán general de Canaria manifiesta al Gobierno español, el 20 de mayo de 1910, que el Dr. Pannwitz había construido sin autorización una caseta muy cercana a las provisionales existentes. El 11 de julio de 1911, el cónsul alemán en Tenerife ruega se dé vía libre para reparar las casetas de las Cañadas del Teide y para la construcción de una torre de piedra. Una comisión científica internacional llega a La Orotava el 17 de octubre de 1911 para la búsqueda de un lugar para del acondicionamiento “con capital británico” (Martín Hernández, 1988), bajo la dirección del germano Christian H. Trenkel, “antiguo propietario del hotel Martiánez” (LA PRENSA, 22–11–1912). BIBLIOGRAFÍA Baillon, Austin. (1995). Misters británicos en Tenerife. Ediciones IDEA. Santa Cruz de Tenerife. Batista Martín, José Julián. El Teide y la cura sanatorial. Fundación Respira–Fundación Española del Oulmón–SEPAR.– Espadas Burgos, Manuel (1981). El interés alemán por Canarias en vísperas de la Primera Guerra Mundial. En homenaje al profesor Antonio Domíguez Ortiz.– Ministerio de Educación y Ciencia, p. 745–756. Madrid. Espadas Burgos, Manuel (1987). Empresas cien- Observ atorio de Izaña, inaugurado el 1 de enero de 1916. (foto Joaquín Gonzalez, años 20) y Gran Hotel Humboldt 1905-12 (imagen Unión Postal Universal) tíficas y penetración Alemana en Canarias. la estación meteorológica. Y dicha comisión propone dos lugares como apropiados para la observación: uno en las Cañadas (una franja de 200 metros de anchura a un lado y a otro de las montañas Cabezón e Izaña; y una extensión de 1.000 metros cuadrados en la montaña de Guajara), y otro en la montaña de Ofra (en la capital de la isla). Por otra parte, “las cartas cursadas durante 1912 al ministro y subsecretario de Gracia y Justicia (Trinitario Ruiz Valarino) desde el ministerio de Estado interesándose por la marcha del pleito –ganado por el Dr. Pannwitz en la Audiencia y que se encuentra ahora pendiente de la decisión del Tribunal Supremo– indican hasta qué punto se tiene interés en que triunfe la apelación efectuada por la sociedad Taoro y que el hotel volviese a manos españolas” (E. B., 1987). En una carta, del 25 de abril de 1912, del embajador alemán, conde de Ratibor, al ministro de Gracia y Justicia, se queja el embajador de que el cambio del juez municipal perjudica a la empresa alemana y pone la balanza a favor de los adversarios. Al mismo tiempo, “varios telegramas de sociedades científicas germanas se preocupan por el asunto y se interesan ante el gobierno español por la definitiva sentencia que pudiera perjudicar a la sociedad Kurhaus, impidiendo las expediciones científicas proyectadas” (E. B., 1987). El doctor alemán Wolf, con los correspondientes permisos del Gobierno español, coopera con García Lomas en las observaciones que se realizan en las instalaciones provisionales en las Cañadas, sobre marzo–abril de 1912. El 24 de mayo de 1912, el rey español Alfonso XIII firma un decreto para el establecimiento de un observatorio Aerológico en Tenerife, en Izaña; aunque no se inauguraría hasta el 1 de enero de 1916. “A pesar de los fallidos planes de Pannwitz y Hergessel en Las Cañadas del Teide, la presencia de científicos alemanes aumenta con el transcurso del tiempo en forma de expediciones temporales que vienen alojarse en las casetas que formaban el observatorio provisional alemán” (Ory Ajamil y González Lemus, 2003). Asimismo, “la sociedad Taoro hace sesión de todos sus bienes a sus acreedores –constituidos en un Comunidad presidida por Carlos J.R. Hamilton Monteverde (1870–1967)– por escritura del 16 de febrero de 1912, ante el notario Hipólito González Rebollar de la ciudad de La Laguna” (LA PRENSA, 26–8–1912). “La Comisión administrativa de la Comunidad incauta los bienes de la misma a la sociedad Kurhaus Betriebs Gsellschaft, con el consentimiento del representante, por no haber satisfecho las 1.625 libras esterlinas de las anualidades de intereses vencida a finales de junio” (LA PRENSA, 26–8–1912). El 15 de diciembre de 1912, se abre al público el Gran Hotel Taoro, después El pleito del hotel Taoro (1907–1912). Anuario de Estudios Atlánticos (AEA), 33, p. 221–235. Madrid – Las Palmas de Gran Canaria. González Lemus, Nicolás (2003). Viajeros, naturalistas y escritores de habla alemana en Canarias (1815–1915). Ediciones Baile del Sol. Tegueste. Guimerá Ravina, Agustín (1991). El hotel Taoro (1890–1990). Litografía Romero, S. A.– Santa Cruz de Tenerife. LA PRENSA (26–8–1912). Santa Cruz de Tenerife. LA PRENSA (22–11–1912). Santa Cruz de Tenerife. Martín Hernández, Ulises (1987). La presencia extranjera en el Valle de La Orotava. Editorial Labris. La Laguna. Martín Hernández, Ulises (1990). La presencia extranjera en Tenerife. Litografía Romero, S. A. Santa Cruz de Tenerife. Martín Hernández, Ulises (1988). Tenerife y el expansionismo ultramarino (1880–1919). Litografía Romero, S. A. Santa Cruz de Tenerife. Ory Ajamil, Fernando de (1998). Ciencia y diplomacia hispano–alemana en Canarias 1907–1916. Edi torial Edirca. Canarias. Ory Ajamil, Fernando de; González Lemus, Nicolás (2003). Canarias y el Imperio Alemán. Editado por el Excmo. Ayuntamiento de Puerto de la Cruz. Ponce Marrero, Javier (2002). La rivalidad anglo–alemana en Canarias en vísperas de la Gran Guerra. Anuario de Estudios Atlánticos (AEA), 48, p. 133–152. Madrid – Las Palmas de Gran Canaria. p3 EL DÍA, domingo, 15 de marzo de 2015 Guillermo Camacho, veinte años de la muerte de un ilustrado Texto: Antonio Luque Hernández A veces, después del mediodía, don Guillermo, ya muy anciano, bastón en mano, bajaba trabajosamente las escaleras de su morada, la Casona de la Hacienda de Los Príncipes, y por la calle que lleva su nombre, bordeando la “casa de la Parra”, y daba un corto paseo hasta la nueva parroquia de Nuestra Señora de la Concepción, resurgida en 1993, cual ave Fénix, de las cenizas del templo, desaparecido víctima del feroz incendio acaecido el desde entonces aciago día 5 de noviembre de 1978. A solas, daba gracias a Dios de poder verla nuevamente en pie. La iglesia incendiada había sido centro de su devoción, y a ella dedicó su magistral trabajo “La iglesia parroquial de la Concepción de Realejo de Abajo”. Don Guillermo fue el mayor de los cinco hijos que tuvieron el general Guillermo Camacho González y María del Carmen Pérez Galdós y de Ciria. Detras de él, Caridad, María de los Dolores, María del Carmen –ambas fallecidas en la infancia– e Ignacio. Como todos sus hermanos, retuvo el interés y la callada labor de sus padres: aquella virtuosa doña María del Carmen, siempre amable y solícita, y aquel caballeroso don Guillermo, cuya rectitud le exigía extremada firmeza y corrección. Ahora regresa lentamente, rostro ceñudo, andares marciales pese a la pierna ortopédica y las más de nueve décadas que soportan sus espaldas; se detiene a veces, no sólo para retomar aire, sino para algo también íntimo como es admirar el campo, la ladera de Tigaiga y el mar. Ya en casa, solo en su pequeño salón, observa sosegado el panorama que se contempla a través de su ventana, un cuadro muy familiar para él, por lo que los recuerdos acuden en tropel y así rememora retazos de lo que su vida, ejemplar para los demás, ha sido. Durante muchos años, Los Realejos constituyó el centro de su existencia. Había llegado allí en su primera infancia, faltando sólo unos meses para el desatroso final de la guerra de Cuba, concluida a fines de ese mismo año de 1898 por los Acuerdos de París. Don Guillermo acostumbraba a decir con cierto ingenio que Los Realejos y París tenían dos semejanzas: ambas eran villas y sus estadios de fútbol se llamaban por igual Los Príncipes. Entonces su familia pasaba el estío en “Los Príncipes” (1) ; ahora venía a su mente el recuerdo de su abuela Dolores, pulcra y cariñosa, siempre pendiente de su numerosa familia y del buen funcionamiento de la Hacienda, pero con tiempo para dedicarlo a sus nietos, a los que embelesa contándoles ocurrentes anécdotas del abuelo Celedonio y de su Cuba natal. Inolvidables veranos, sin duda, de su infancia realejera. De vuelta en Santa Cruz, asistirá al colegio de los Padres del Corazón de María, los populares “padritos”, donde inició sus estudios. Todavía tuvo en sus rodillas a aquel niño lozano y travieso, para nosotros don Guillermo, su célebre abuelo materno, el bizarro Ignacio Pérez Galdós, capitán general que fue de Canarias en 1900 y que volvió a serlo poco después, entre 1903 y 1905. Más tarde, inicia en Las Palmas de Gran Canaria su segunda enseñanza, en El ilustre realejero posa con uniforme militar. Foto de la revista Personajes en la Vida de Canarias. el Colegio de San Agustín, en el barrio de Vegueta. Se veía a sí mismo, con quince años, en los estudios atento y responsable, travieso y alegre en el recreo, jugando a la pelota con otros jóvenes. Y los veranos reiteradamente en la Hacienda de los Príncipes, en Tenerife. Se vivía de día, era tiempo de hacer excursiones. Incansable explorador de los altos de Tigaiga, de los resolados y peligrosos riscos de El Guindaste, batidos por el mar. Felices días en la playa del Socorro, de hacer y recibir visitas de veraneantes amigos. En Los Realejos aprendió a ensoñar. Concluyó la segunda enseñanza con la calificación de sobresaliente. Después, en 1916 y con dieciocho años, ingresó en la Academia Militar de Toledo; fines de semanas en Madrid, en la casa de la calle Hilarión Eslava, donde cohabitaban sus tíos abuelos José Hermenegildo Hurtado de Mendoza, su esposa Carmen Pérez Galdós y su celebérrimo hermano don Benito, por entonces enfermo y casi ciego, pero todavía genial. El trato familiar con su joven y jovial sobrino fue para su famoso tío una bocanada de aire fresco y para Guillermo vivencia inolvidable. En 1919 regresó, con el despacho de alférez, a Canarias. Su primer servicio de armas lo realiza en Las Palmas de Gran Canaria, luego fue destinado a Melilla; participa en peli- grosas acciones de guerra, entre las que descuella el desembarco de Alhucemas, que propició el final de la Guerra del Rif. En 1923 era un bisoño capitán que deseaba imitar la brillante carrera del abuelo Ignacio, por ello ingresó en el Cuerpo de Estado Mayor, de la Escuela Superior de Guerra. Realizó las prácticas en el Regimiento de Artillería de Las Palmas. Una lesión, en acto de servicio, le motivó la amputación de la pierna derecha. El parte errado lo excluyó del Cuerpo de Mutilados de Guerra, así que, tras un breve tiempo en el Servicio Topográfico del Ejército, es declarado inútil. Convaleciente, se trasladó con su familia a Barcelona; su padre fue ascendido al empleo de general de Brigada y destinado a la Comandancia General de Artillería de la 4ª Región (Cataluña), un mando que las circunstancias políticas del país hacían particularmente difícil. Allí sirvió a las inmediatas órdenes de Su Alteza Real el Infante Don Carlos, capitán general de Cataluña, abuelo materno del rey Juan Carlos I, quien varias veces le recordó luego, en cartas que guarda celosamente en su archivo familiar, la estima que llegó a merecerle su leal cooperación. Recuerda que a fines de marzo de 1931 el Infante Don Carlos le confirmó al general Camacho que el expediente para el ingreso de su hijo Guillermo en el Cuerpo de Mutilados de Gue- p4 rra por la Patria estaba aprobado y pendiente de la firma de Su Majestad, para su inmediata publicación en el Boletín, pero otra vez la aciaga suerte le acompañaba, pues con la proclamación de la Segunda República el documento quedó sobre la mesa. Si bien, ulteriormente, logró el ingreso en el cuerpo de mutilados de guerra por la patria, al tiempo que se le concedía el Diploma de Estado Mayor. Pero no todo fueron pesadumbres. El destino le deparó un encuentro venturoso, pues conoció a la joven Pilar de Alós y Fontcuberta, hija de los marqueses de Dou; la simpatía fue mutua y el amor prendió enseguida. Coincidían en casi todo, pequeñas y grandes cosas, los momentos de felicidad son raros y gratos y es delicioso fijarlos en la memoria. Se casaron en Barcelona, el 27 de abril de 1935, y llegaron a convivir seis décadas. Sus tres hijas, tan distintas y tan fraternalmente unidas: Concepción, fallecida el 21 de junio de 1989 –¡pobre Conchita!, en ella se reunían las condiciones de la mujer simpática y risueña, cuya definitiva ausencia oprimió los últi- domingo, 15 de marzo de 2015, EL DÍA mos años de sus padres–; María del Carmen, casada con Juan Domingo Jiménez Fregel, de quienes proceden sus amadas nietas Carmen Rosa, Pilar y Begoña, y, por último, María de las Mercedes, licenciada en Historia y viuda de Manuel Sarmiento Peñate. La piedad y las letras presidían de manera ejemplar el hogar de los Camacho y Alós. Al iniciarse la Guerra Civil hizo, en unión de su padre, acto de presencia inmediata en el Gobierno Militar de Las Palmas, donde prestó servicios en el Estado Mayor. Terminada la contienda, e impulsado por una clara vocación hacia el estudio, se matriculó en la Universidad de La Laguna, alcanzando en 1944 el grado de licenciado en Derecho, para seguidamente dedicarse con brillantez y eficacia a la docencia. Estudioso de la Historia y relevante publicista (2), sus obras nos dicen de su esclarecido talante espiritual, por las que mereció públicos reconocimientos (3). La ventana del pequeño salón da a la calle y una de sus puertas a la alegre terraza, iluminada con el sol de la tarde. Y a la puesta de sol, hay Guillermo Camacho con el autor de este trabajo. Camino de Icod el Alto y el patio de la Hacienda Los Príncipes (foto revista Personajes en la Vida de Canarias). un tiempo en que sus rayos inciden en el interior de la estancia de tal modo que por unos minutos su reflejo hace que toda la blanca estancia se llene, con inusitada luz, de un rojo rutilante que ilumina levemente la figura de don Guillermo. Abre los ojos y, satisfecho, cruza las manos, mien- tras hace un guiño de complicidad a su querida Pilar, sentada plácidamente a su vera. Lentamente, el ámbito se va llenando de sombras. Entre tanto, don Guillermo da gracias a Dios por haberle concedido todo el tiempo de su ya extensa y productiva vida. NOTAS: “Historia y genealogía de la casa de Camacho de San Miguel de La Palma” y “Ascendientes por varonía de Don Julián Jiménez Falcón en la Isla de Gran Canaria- Ascendientes por varonía, en las parroquias de Nuestra Señora de la Concepción y De Santiago Apóstol de Los Realejos, de Doña Rosa Fregel y Hernández”, “Ascendencia de los Pérez Galdós”, publicada en el Anuario de Estudios Atlánticos; Iglesias de la Concepción y Santiago Apóstol, publicado en 1983. (1) La Hacienda de Los Príncipes la adquirió Celedonio Camacho y Pino, en Madrid, el 14 de mayo de 1867, ante el notario Mariano García Sancho, a Juan Bautista Cabrera y Bernui Pérez de Saavedra y Arguayo, marqués de Villaseca, conde de Villanueva de Cárdenas, XIV Adelantado de las Islas Canarias. Al terminarse los trámites, en 30 de junio de 1876, había muerto el marqués, después de instituir heredera universal a su mujer, María del Carmen Pérez de Barradas y Bernui, y ya esta señora estaba casada en segundas nupcias con Teobaldo de Saavedra y Cueto, senador del Reino, maestrante de Sevilla, primer Marqués de Viana desde el 2 de julio de 1875, creado Grande de España el 20 de marzo de 1893. (2) De entre los trabajos de Guillermo Camacho y Pérez Galdós, además de los mencionados en el texto, recordamos “El cultivo de la caña y la industria del azúcar en el siglo XVI”, “Cultivos de huerta en Gran Canaria”, La Hacienda de Los Príncipes (1943), (3) Don Guillermo estaba en posesión de numerosas condecoraciones y distinciones. Entre ellas, la de Caballero Placa de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo; dos Cruces Rojas al Mérito Militar y al Mérito en Campaña. Y fue Hijosdalgo a Fuero de España, cofrade de la Ilustre y Noble Esclavitud de San Juan Evangelista de La Laguna e Hijo Adoptivo de la Villa de Los Realejos, municipio que dio su nombre a una de sus más importantes vías públicas. p5 EL DÍA, domingo, 15 de marzo de 2015 INVESTIGACIÓN EN PORTADA TURISMO Teodoro Ríos Teodoro Ríos nació en Cabaiguán, Cuba, en 1917. Fue el tercer hijo de padres emigrantes de la isla de La Palma. Su padre, Ignacio, no consiguió que se interesara por el comercio familiar ya que su único interés, desde muy niño, fueron los colores y las formas. De vuelta en Canarias, en 1929, el joven Teodoro trabaja diseñando para una empresa de bordados, al tiempo que estudia pintura en la Escuela de Artes y Oficios de Santa Cruz de La Palma. En 1933 se traslada a Santa Cruz de Tenerife, donde trabaja, esta vez, dibujando para una empresa de fundición metalúrgica. Una tarde, el conocido dueño de una finca de La Cuesta le compra el paisaje que estaba dibujando en sus terrenos por una suma que superaba su sueldo semanal. Ese día supo que dejaría su trabajo en la fundición para dedicarse única y exclusivamente a la pintura. En 1934 celebra su primera exposición individual en la Casa de la República de Santa Cruz de La Palma. Luego, viaja a Madrid para estudiar en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, pero la Guerra Civil aborta sus ilusiones. Ante la imposibilidad de proseguir su formación académica, se convierte en un autodidacta. Expone su obra en el Círculo de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife, y en distintas salas de Madrid, figurando también como escenógrafo de teatro en Madrid y en Canarias. En 1945 funda en Madrid, con otros pintores, la Agrupación Española de Acuarelistas. En 1947 forma parte del grupo de Pintores Independientes Canarios y presenta seis obras. En estos años recibe distintos premios. En 1949 se reúne en Nueva York con su hermano Santiago, actor profesional en Cuba, país donde residirá junto con su mujer y sus tres hijos. Dedicado exclusivamente al retrato y al paisaje hasta abril de 1959, en esta década, destacan los distintos murales realizados con la técnica del fresco y los retratos dedicados a la escritora cubana Dulce María Loynaz, cuya imagen se muestra en la ilustración, y a la esposa del presidente de la República, Prío Socarrás, entre otros. De regreso a Tenerife, cuelga en el Café El Águila, de Santa Cruz, una exposición de pinturas y collages que titula “Emancipaciones Plásticas”, como un irónico desafío técnico a cierta mediocridad vanguardista y petulante. Durante los siguientes treinta años, Teodoro pinta incansablemente retratos y paisajes, y muestra su obra en numerosas exposiciones. Sus últimos trabajos se caracterizaron por figuras grotescas y paisajes en obras de trazo suelto y libérrima inspiración, como las series de “Caras y caretas” del Carnaval, y “Barrancos imaginarios”. Falleció en 1992, a los 74 años. Serie “Pintores canarios”, cuadro Nº 8 (técnica mixta sobre papel de acuarela) p6 domingo, 15 de marzo de 2015, EL DÍA VIAJES LAS PRIMERAS CIUDADES JARDÍN DEL MUNDO. La pionera, Letchworth; la segunda, Welwyn Garden City Texto y fotos: Antonio Salgado Pérez D esde 1976, la organización Cursos Intensivos Británicos, que dirige Pat Pickett de Trujillo, sigue enviando al condado de Hertfordshire –situado entre Cambridge y Oxford– a numerosos alumnos tinerfeños, y de otras islas, en busca del aprendizaje del idioma inglés, ubicándose en varias localidades de la citada circunscripción anglosajona, entre ellas, Welwyn Garden City. A Welwyn Garden City (en adelante W.G.C.) le cabe el honor de ser la segunda “ciudad jardín” del mundo tras recoger, y perfeccionar en gran medida, el modelo de la vecina Lechtworth, que fue la pionera en este aspecto. Por otra parte, el diseño de ésta –y no deja de ser curioso– incluye la incorporación de la primera rotonda del mundo, construida en 1909. W.G.C. es una ciudad de 44.000 habitantes, inserta en el condado de Hertfordshire, a 32 kilómetros de Londres. Como su propio nombre indica, es una ciudad jardín con urbanismo planeado a principios del siglo pasado. Fue fundada por Ebenezer Howard en 1920 y diseñada por Louis de Soissons. Y surgió poco después del éxito obtenido en la aludida pionera. Howard incentivó la creación de las llamadas “garden cities”, ciudades de extensión limitada, planeadas urbanísticamente y rodeadas de un cinturón permanente de tierra agrícola. El modelo de ciudad jardín se creó para fomentar el desarrollo de zonas suburbanas, de entre ciudad y naturaleza, que representaba una descentralización planificada de las urbes. Ebenezer Howard (1850-1928), que era estenógrafo del Parlamento británico, siempre mostró un enorme interés por los problemas sociales, y su propuesta para la creación de ciudades pequeñas, completas, con todas las funciones urbanas, se desarrolló principalmente como un medio para acabar con el caos de la gran ciudad y mejorar las condiciones de las viviendas. Howard pregonó, y luego lo llevó a cabo en W.G.C., que “en las grandes ciudades las calles están bien iluminadas, pero durante el día hay muy poco sol y el aire está viciado; tiene imponentes edificios palaciegos, pero también barrios marginados. Por el contrario, en el campo, y en localidades como W.G.C., se puede disfrutar de la belleza de la naturaleza, aunque la vida social es menos intensa. Las vistas son más Vista panorámica de Wewyn Garden City. Ebenezer Howard, en Lechtworth, en 1911. Welwyn Garden City en los años veinte. amplias; hay parques, bosques y aire puro. Las casas están situadas en ventilados y soleados emplazamientos”. En la actualidad la denominación de “ciudad jardín” tiene un significado muy preciso dentro de la terminología urbanística. No se refiere exclusivamente a una parte de la ciudad con jardines, sino a un tipo especial de ciudad. En un congreso celebrado en 1920, en la primera ciudad–jardín que se construyó en el mundo, la señalada Letchworth, la Asociación Inglesa de Urbanismo y Ciudades-Jardín acordó la siguiente definición de ciudad-jardín: “Una ciudad proyectada para favorecer sanas condiciones de vida y de trabajo, con un tamaño tal que haga posible una plena dimensión de la vida social, rodeada de un cinturón rural y con todo el suelo de titularidad pública o cedido para su uso por parte de la comunidad”. Es curioso dejar constancia de que cuando en aquellas lejanas ocasiones se les preguntaba a sus habitantes si estaban satisfechos con Letchworth como centro industrial, generalmente la respuesta era afirmativa, sin reservas; y cuando se les solicitaba que indicaran las ventajas que encontraban en dicha ciudad hacían especial hincapié “en las buenas casas, en la ausencia de hacinamiento, de alcoholismo y en la limpieza de la ciudad”. p7 EL DÍA, domingo, 15 de marzo de 2015 VIAJES El Howard Center, con fachada de museo (izquierda), y la fuente conmemorativa de la coronación de la reina Isabel II, de 1953. Homenaje a sir Ebenezer Howard, fundador de la ciudad. A la derecha, un rincón de esta ciudad integral. Quienes hemos tenido la oportunidad de residir con cierta asiduidad en Welwyn Garden City, sin alturas en edificios, de recoletos bulevares y casas con vestigios georgianos, nos percatamos de que con sus curvas, recodos y numerosas calles sin salida ( “cul de sac”) , la configuración de sus contornos parecen ser simplemente el resultado de una disposición al azar. Pero, a decir verdad, y tras haberla visto in situ, se observa que, como ha analizado el reputado arquitecto danés Steen Eiler Rasmussen, “guarda una relación con la geografía del terreno y con la vegetación existente y que ha sido integrada en el conjunto de un modo encantador”. Reconocidos técnicos en materia urbanística coinciden en que W.G.C. “con sus magníficos robles añejos y sus casas confortables, presenta un aspecto mucho más idílico que cualquier otra del mundo situada sobre una línea férrea”. Aquí se ha cuidado mucho la atractiva apariencia de las zonas residenciales. La mayoría de las calles son amplias, con márgenes de hierba a ambos lados de la calzada y senderos en lugar de aceras, de modo que en su conjunto sus parcelas parecen pertenecer más al campo que a la ciudad. Se ha conseguido introducir con éxito jardines delanteros sin vallas, como los que se pueden ver en Estados Unidos, a pesar de que, por lo general, en Inglaterra los dueños tienden a cercar sus propiedades. La mayoría de los residentes en esta ciudad trabaja en los centros industriales de ésta y el resto en lugares que no dis- Calles limpias, con márgenes de césped a ambos lados de la calzada. tan los quince kilómetros. Por lo tanto, no se trata de la clásica ciudad dormitorio sino de una auténtica ciudad integral. Es un sitio, por ejemplo, muy apropiadoporlascomodidadesqueofrece en escasas distancias. Y posee notables vías de comunicación en trenes y autobuses.Atesoramásjardinespormetro cuadrado que casas. Resalta su impoluta limpieza. El grafiti sería como un insulto ambiental: no existe. No se ven policías, posiblemente porque no son, a primera vista, necesarios. En su centro comercial, donde surgen firmas del prestigio de John Lewis, Waitrose, Sainbury·s, etc, se pueden solucionar todos los problemas domésticos; se pueden cubrir todas las necesidades, de forma especial en el Howard Centre, con fachada de museo, donde se sitúa el compendio de la zona comercial más importante de la ciudad, edificio erigido en memo- ria del ya citado Ebenezer Howard. Dicho centro, y como ya habíamos adelantado, cuenta con una estación de ferrocarril que pasa desapercibida por su estratégica situación. La zona industrial, que es muy importante –Shredded Wheat, Roche, Sigma Corporation, Vega Group, Xerox, etc–, está localizada en la periferia de esta ciudad-jardín. En sus “subway” hay galerías de fotos antiguas donde el civismo de la población no las ha adulterado con rayas ni tachaduras. Lo que observamos en el suelo son, simplemente, las románticas hojas del otoño. La columna vertebral de la ciudad es Parkway, un parque que, a pesar de sus escasas dimensiones, ha sido calificado como “una de las vistas más espléndidas del mundo desde una perspectiva urbanística”. Como anécdota podríamos decir que ninguna de las vías de la ciudad tenía la designación de “street” (calle), ya que a los nombres de éstas se les aplicaban palabras como “lane”, “way”, “park” o “close”, dando una sensación de sitios tranquilos y sin tráfico. Pero dicha costumbre, por error, se incumplió por primera vez en el año 2005, en que una de las calles fue calificada de “street”. También resulta curioso uno de los deseos que formuló Ebenezer Howard: que cada una de las casas de la ciudad original contase con un manzano en el jardín para que se produjesen suficientes frutos para sus habitantes. La serie británica de televisión “Superstars”, emitida con gran éxito a través de la BBC durante los años setenta y ochenta, se rodó en W.G.C. También en esta ciudad, y concretamente en la calle Longcroft Lane, se inauguró la primera boutique-hotel para gatos, que hoy sigue prestando sus servicios en la ciudad que, como ya hemos apuntado, fundó Howard en 1920 con el sanísimo propósito de que las condiciones de vida y de trabajo fuesen más saludables que en las grandes ciudades, sin necesidad de que esta existencia fuese más cara. Para finalizar nuestra experiencia en W.G.C. vamos a transcribir parte de las palabras que, en su día, y enamorado de la campiña británica, Howard le dedicó al campo: “El campo es el símbolo del amor de Dios y cuida de los hombres. Todo lo que tenemos y todo lo que somos proviene de la tierra. Ella ha formado nuestros cuerpos y a ella retornan. Ella nos alimenta, nos viste, nos abriga y nos protege. En su seno descansamos. Su belleza inspira el arte, la música, la poesía. Su fuerza mueve todas las ruedas de la industria. Es la fuente de toda salud, de toda riqueza, de todo conocimiento. Pero la plenitud de su dicha y sabiduría no ha sido todavía revelada al hombre. No lo será nunca mientras perdure esta aberrante y antinatural separación entre sociedad y naturaleza. El campo y la ciudad deben estar casados; de esta unión dichosa nacerá una nueva esperanza, una nueva vida, una nueva civilización. Mi propósito es demostrar cómo se puede dar un primer paso en esta dirección mediante la creación de un imán campo-ciudad, precisamente basándome en principios de sentido común y lógica”. p8 domingo, 15 de marzo de 2015, EL DÍA www.eldia.es/laprensa Revista semanal de EL DÍA. Segunda época, número 971 PSICOLOGÍA CONTEXTUAL: todos queremos sentirnos bien L a vida, desde los ojos de quien la vive, es una experiencia única y radical. Mientras avanzamos por ella aprendemos a abrazar con gusto y amor muchas de sus partes, momento a momento. Incluso pudiera parecer una injusticia el no sentirnos capaces de llenarla de mayor y mayor cantidad de esos buenos momentos. Todos queremos lo mejor para nosotros mismos y para quienes tenemos a nuestro lado; todos queremos ser felices y sentirnos bien, y nadie desea sufrir; todos aspiramos a alcanzar nuestras metas, todos queremos tener nuestra vida y entorno bajo control. También el dinero, las relacionesy hasta nuestras emociones, sentimientos, pensamientos. En definitiva, ¿quién no se encuentra ya en el camino de la búsqueda imperturbable de la felicidad, o la búsqueda de la felicidad imperturbable? Tenemos fe, creemos en un futuro remanso de paz, en una sonrisa sin final, en una solución para cada problema, en un alivio para cada mal. Y, sobre todo, en un alivio con prontitud. Lo queremos todo ya. ¿Podríamos hacer de nuestra vida todo aquello que deseamos? Parece complejo, pero también es llamativo, motivador, alentador. Sí, podría parecer un buen proyecto de vida aprender a diferenciar entre qué escogemos y qué rechazamos para, finalmente, lograr lo deseado. Y así, comúnmente, vamos por nuestro camino, no mirando donde no creemos que haya luz, evitando aspectos que no queremos para nuestra vida, y, por otro lado, sin quitar la mirada, ni un segundo, de todo destello deslumbrante: de alegría, felicidad y euforia. Pero no solemos mirar lo que depende y lo que no depende de nosotros. Las señales del camino ¿Podríamos, acaso, seguir un camino adecuado sin estar atentos a todas las señales de nuestro camino, provengan de dónde provengan? Tendemos a rechazar y, por ende, dejar de conocer lo que no nos gusta. Lo propio y lo ajeno. A no dar lo mejor ante lo que no creemos merecedor de nuestro esfuerzo; a no mirar hacia nuestro dolor con compasión, sino hacia quien creemos que nos lo genera con odio, miedo, rabia. Y así nos va a veces. Pero, ¿nos paramos a dar lo mejor de nosotros en las distintas circunstancias, sean cuales sean?, ¿podríamos sacar lo mejor de nosotros y nuestra situación si no la abrazamos ni comprendemos de lleno, incluyendo el dolor que pueda albergar? Puede que la felicidad no sea una Texto: Juan Jesús Aznárez Acosta (psicólogo y terapeuta contextual. Co-coordinador de la Comisión de Terapias Contextuales (COP-Tenerife). [email protected] www.contextualtenerife.com) utopía, pero ¿es posible, o deseable, una vida sin un momento de dolor, incomodidad o miedo? Otra forma posible de entender la felicidad y el sufrimiento es que ambas son las dos caras de la misma moneda: sentimos el dolor que surge por la pérdida de lo amado, o el propio miedo a perderlo, precisamente porque deseamos con demasiada fuerza mantenerlo. Es una garrafal incomprensión de nuestro amor y felicidad, y de nuestro miedo y sufrimiento. Y como nos relacionemos con ellos posteriormente es lo que puede hacernos sentir que nos estamos volviendo locos, que algo no anda bien. O nos inunda la infelicidad. Sin entrar aquí a discutir razones de base, los modelos clásicos imperantes de comprensión de la humanidad y sus particularidades nos enfocan en ocasiones, si no se hace un análisis riguroso, hacia un camino de lucha con nosotros mismos y nuestras circunstancias. Donde la energía que bien podría ayudarnos a salir adelante queda orientada a hacer frente a los efectos secundarios o derivados de la forma de comprensión del problema, generando un círculo vicioso de sufrimiento e infelicidad difícilmente sorteable. Sin embargo, a la hora de acercarnos a un especialista de esta nueva corriente nuestra experiencia será la de una aproximación terapéutica centrada en la aceptación y el manejo adecuado del sufrimiento propio, del malestar, las dificultades y el dolor del que no podemos deshacernos. Entendemos que es normal sentirse mal en determinadas circunstancias y que el arte de la recuperación estriba en el empoderamiento personal ante la vida, y no en dejarse llevar por un proceso protocolizado de intervención donde nuestro papel es casi de mero observador. Las terapias de Tercera Generación En los últimos veinte años, la Psicología Contextual, amparándose en rigurosas investigaciones científicas, ha dado pasos de gigante, mejorando radicalmente las concepciones imperantes sobre el ser humano, la sociedad, el amor, la felicidad, el sufrimiento o la enfermedad mental, desarrollando modelos y técnicas de intervención basados en la evidencia, que dejan atrás enormes dificultades técnicas en el territorio del análisis de la conducta humana. Esta rama de la ciencia, actualmente en auge, se ha extendido por todo el planeta y es desarrollada por investigadores y profesionales de gran prestigio a nivel mundial. Las conocidas como Terapias de Tercera Generación o Terapias Contextuales están demostrando su aplicabilidad en multitud de campos de intervención, implementando y mejorando cualquier actividad relacionada con la interacción entre personas, tanto en entornos clínicos y sanitarios, como en entornos educativos, sociales y comunitarios. A su vez, enriquecen de forma asombrosa la labor profesional, y la experiencia personal de todo aquel que se aproxima a su conocimiento y aplicación práctica, independientemente del enfoque previo que se elija. Este modelo, que experimenta un crecimiento exponencial tanto en su desarrollo como en su divulgación, se acerca a todos nosotros en una oportunidad única para los profesionales de las Islas. Estamos hablando de una posibilidad de actualizar de forma sustancial los conocimientos y habilidades a través del Primer Simposium de Terapias Contextuales, que va a tener lugar los próximos 21 y 22 de abril, organizado por la Asociación Contextual Canarias, con la colaboración del Colegio Oficial de Psicología de Santa Cruz de Tenerife, la Universidad de La Laguna, Simpromi y otras organizaciones e instituciones. En este evento del más alto nivel científico participarán los principales investigadores y autores representantes del modelo a nivel nacional e internacional, haciendo accesible a los participantes la comprensión de los principales enfoques que se encuentran adscritos a las Terapias de Tercera Generación, y los medios adecuados y validados para su puesta en práctica. Contaremos con la presencia del Dr. Kelly G. Wilson, profesor de la Universidad de Mississippi, coautor de los modelos teóricos de base, terapeuta y divulgador de reconocido prestigio internacional, y otros ponentes de la talla de la doctora Mª Carmen Luciano y del doctor Marino Pérez Álvarez, autores de innumerables libros y artículos científicos sobre la evolución del modelo, principales referencias nacionales de esta “nueva psicología”. Además, participaránotros autores y grandes especialistas, que harán de este evento, en su conjunto, una exquisitez única y altamente recomendable. Entre todos podemos hacer de Canarias un contexto de desarrollo sostenible y saludable.
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