Alimentación y manejo del ternero, objeto de investigación en el

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Revista Cubana de Ciencia Agrícola, Tomo 49, Número 2, 2015.
Alimentación y manejo del ternero, objeto de investigación en el
Instituto de Ciencia Animal
R. Ybalmea
Instituto de Ciencia Animal, Apartado Postal 24, San José de las Lajas, Mayabeque, Cuba
Correo electrónico: [email protected]
Para lograr una ganadería productiva y estable, se precisa de buenos resultados en la cría de terneros y su reemplazo, pues las pérdidas que
ocurren durante este proceso, debido a las bajas tasas de ganancia de peso vivo no se recuperan. La garantía del crecimiento y desarrollo
adecuado del ternero depende de numerosos factores, que tienen que ver con la alimentación y el manejo. En esta reseña se discuten algunos
de los resultados de estudios realizados en esta temática por parte de investigadores del Instituto de Ciencia Animal de la República de
Cuba, publicados en la Revista Cubana de Ciencia Agrícola durante el período 1970-2014. Estos estudios constituyen una fuente importante
de conocimiento para el desarrollo de la ganadería en Cuba y en el trópico. Los resultados de las investigaciones aquí referidas se pueden
aplicar en sistemas de bajos insumos, comunes en el trópico húmedo. El uso de alimentos lácteos como el calostro, yogurt, leche fresca
y reemplazantes lecheros en sistemas de cría artificial y amamantamiento restringido constituyen las principales temáticas. También se
comentan algunos resultados obtenidos en la elaboración y utilización de piensos de inicio y raciones integrales, el uso de pastos y forrajes
y la suplementación mineral a animales jóvenes. Se tratan además, asuntos relacionados con la conducta y el bienestar animal en terneros
jóvenes, como herramienta para reducir la susceptibilidad a las enfermedades y mejorar el comportamiento productivo.
Palabras clave: ternero, alimentación, cría artificial, amamantamiento, conducta y bienestar
INTRODUCCIÓN
El éxito de cualquier sistema de producción ganadero
depende de la capacidad de criar satisfactoriamente los
animales que servirán de reemplazo. La etapa de cría se
caracteriza por ser improductiva, ya que se inicia con la
vaca seca gestante y termina con el primer parto de la
novilla. En muchas ocasiones, no se le presta la adecuada
atención a este período, especialmente a los recursos
financieros y de trabajo. A largo plazo, se harán notar los
efectos negativos en la baja eficiencia y productividad
del sistema, el escaso desarrollo de la ubre y los bajos
índices de producción de leche.
Para alcanzar buenos resultados en esta etapa, es
imprescindible garantizar el crecimiento del ternero,
para lo que se precisa garantizar el consumo del calostro
en el momento y cantidades adecuadas, disponer de
alimentos concentrados y voluminosos, apropiados para
su estómago en desarrollo, así como asegurar el manejo
y protección adecuados para lograr un desempeño
productivo correcto y mejorar la utilización de los
alimentos que se ofrecen.
El objetivo de esta revisión es informar acerca de
los principales resultados obtenidos en el Instituto
de Ciencia Animal, publicados en la Revista Cubana
de Ciencia Agrícola, con el propósito de estimular el
desarrollo de sistemas de alimentación del ternero, como
sustento de un rebaño altamente productivo y eficiente.
ATENCIÓN A LA VACA GESTANTE, EL CALOSTRO, SU USO Y CONSERVACIÓN
Durante el último mes de gestación, la vaca presenta
un balance energético negativo, debido al incremento
de la demanda de nutrientes del ternero, al aumento
de la movilización de nutrientes para la síntesis del
calostro y a la reducción de la capacidad de ingestión
de MS, que limita la ingestión de nutrientes necesarios
para esta etapa. Esta situación se puede extender hasta
la segunda semana postparto y, aunque las vacas
tienen la capacidad de movilizar reservas, su exceso
podría causar problemas patológicos y reproductivos
(Ybalmea 2011a).
Trabajos realizados por García y González (2003)
demostraron la importancia del nivel de alimentación
de la vaca gestante en el período preparto. Los terneros,
hijos de vacas con plano de alimentación bajo en el
período preparto, fueron más débiles al nacer, y más
susceptibles a enfermedades respiratorias y diarreicas.
Esto se relaciona con la cantidad de inmunoglobulinas
(Ig) del calostro y la magnitud de su absorción
intestinal.
Para reducir los efectos deletéreos de la nutrición
de la madre en la salud y vitalidad del ternero y
en los indicadores reproductivos de las madres,
se recomendó la oferta de 1 o 3 kg.vaca-1d-1 en el
último tercio de la gestación (Reyes et al. 1998), lo
que garantiza mayor acumulación y disponibilidad
de reservas corporales. A partir de estos resultados,
se sugirió en este período GPV de 500 g.vaca -1d-1,
aproximadamente, para mantener niveles productivos
de 20 L.vaca -1d-1 y criar un ternero con peso vivo y
vitalidad adecuados. Los resultados de Pérez (2012)
sustentan este planteamiento, pues a medida que los
terneros fueron más pesados, obtuvieron mayor GPV
durante su etapa de lactante.
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USO DEL CALOSTRO FRESCO Y CONSERVADO
El calostro es el alimento ideal para el ternero
recién nacido, contiene las cantidades apropiadas de
nutrientes para los primeros días de vida. Su aporte
de inmunoglobulinas (Ig), que pasan intactas a través
de las aberturas de la membrana intestinal del ternero,
es esencial. El calostro de buena calidad contiene
50 g de Ig.L-1, que proporcionan al recién nacido la
inmunidad pasiva suficiente (10 mg.mL-1 de suero) y alta
viabilidad.
Aunque es común la oferta de 4 L.d-1, divididos
en dos tomas, durante las primeras 12 h de nacido, se
evaluó la oferta de diferentes cantidades de calostro y
su respuesta en la salud y crecimiento de los terneros.
Plaza et al. (2009a) recomendaron el uso de cinco
litros con esa misma frecuencia y la utilización de todo
el calostro que se produjo en la finca, lo que permitió
reducir la mortalidad a solo 1.38 %. Sin embargo, con la
utilización de 6 o 7 Ld-1 se logran GPV superiores a los
500 g/ternero/d-1 (Santos et al. 1984). Estos resultados
demostraron que es conveniente la utilización del
calostro que se produce en la vaquería para alimentación
del ternero, por ser este una fuente importante de
nutrientes (proteínas, grasas, vitaminas y minerales)
que garantiza, incluso, mejores resultados que la leche
comercializable.
Cada vaca de mediano potencial (8 L.d-1) puede
producir 30 L de calostro como promedio. Para utilizar
todo el que se produce, es necesaria su conservación.
Aunque existen varios métodos, el que mejor resultado
ofreció fue el ácido propiónico al 1 % (V/V), que produjo
alimento con mejores características organolépticas y
estabilidad, fue mejor consumido por los terneros y
promovió menos pérdidas en el proceso de conservación
(Vera 1988).
CRIANZA DE TERNEROS EN SISTEMAS DE AMAMANTAMIENTO
En estudios de Ugarte y Preston (1973), los sistemas
de amamantamiento restringido bien manejados
mostraron incremento de 30 % en la producción total
de leche, así como mayor GPV, debido a la utilización
de la leche residual, de mayor contenido en grasa y
sólidos totales (Ugarte 1977). Este aspecto, unido a
la reducción de la incidencia de mastitis, han sido dos
elementos fundamentales del desarrollo de los sistemas
de amamantamiento restringido. En otros trabajos de
Ugarte y Preston (1975a), el amamantamiento restringido
redujo en 12 % la incidencia de mastitis clínica, sobre
todo en las diez primeras semanas después de parto.
La presencia del ternero y la extracción eficiente de la
leche residual parece tener efecto beneficioso en este
sentido. Amamantar puede ser tan efectivo, que seis días
después de provocar de forma experimental la infección
de la ubre con Stafilococos aureus (1x109 bacterias.
mL-1), desapareció de la infección inicial (Rigby et al.
1976). Sin embargo, es necesario controlar el tiempo que
permanece el ternero alimentándose, ya que al ternero
estar más tiempo con la vaca se incrementa el parasitismo
(Ugarte et al. 1974a), debido a que está expuesto a mayor
exposición a fuentes de infección (heces y pastoreo).
Influye también la deficiente rotación de los potreros
para romper el ciclo de vida de los parásitos internos.
El control del PV de los terneros es indicador del
consumo de leche y permite establecer un equilibrio
entre la leche para la venta y la que consume el ternero.
Con este objetivo, se realizaron varios experimentos
y se demostró que las vacas de mayor proporción de
genes Bos indicus producen más leche, lo que permite
destinar mayor volumen para la venta y para el consumo
del ternero, con GPV más elevadas (Ugarte y Preston
1972a). Asimismo, se comprobó que amamantar durante
15 min., después de cada ordeño, fue suficiente para
garantizar consumos de 5.2 L.ternero-1 y ventas de
6.5 L.vaca-1d-1 en vacas de mediano potencial (Veitía
y Simón 1972). Todo lo contrario sucedió cuando el
amamantamiento se inició dos horas después del ordeño,
ya que se redujo la producción de leche comercializable
e incrementó el consumo de leche por parte del ternero
(Ugarte y Preston 1972b).
Se evaluó la posibilidad de eliminar el
amamantamiento a partir del primer mes de edad, cuando
la vaca alcanzó el pico productivo (Ugarte y Preston
1973). Sin embargo, no se alcanzaron los resultados
esperados, ya que se redujo el consumo de leche, de 6.83
a 2.56 L.ternero-1 y los terneros no lograron reponerse
en períodos posteriores, a pesar del incremento del
consumo de pienso de inicio, lo que encareció el sistema
(Ugarte 1976b). El incremento del destete, más allá de
los 56 d de edad, redujo la producción de leche en
el ordeño sin que ello condujera al incremento de
las GPV, posiblemente debido al menor consumo de
concentrados por la prolongación del período lactante,
que promueve menor desarrollo ruminal (Ugarte 1976a
y Ugarte et al. 1974).
En un trabajo de Ugarte (1978) se evidenció que
las GPV de los terneros criados en amamantamiento
restringido con destete a los 70 d, fue similar a los
terneros en cría artificial, con destete a los 35 d de edad y
ambos fueron superiores al sistema de amamantamiento
con vacas nodrizas. Se precisó que el sistema con
estas últimas requiere un manejo y conocimiento de la
producción de las nodrizas para garantizar la cantidad
de leche a los terneros que alimenta.
A pesar de los beneficios del amamantamiento
restringido, este puede afectar los indicadores
reproductivos del rebaño, al incrementar el tiempo
de contacto de la madre con los terneros. Debido al
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incremento de la estimulación hipotalámica, se reduce
la producción de β-endorfinas y de hormonas de
liberación de gonadotropinas (GnRH), lo que resulta en
una actividad ovárica con ciclos reproductivos menos
estables. Se evidenció incremento en el intervalo partoprimera inseminación y el período de servicio en el
sistema de amamantamiento tradicional, aunque no hubo
variaciones en el sistema de amamantamiento restringido
(Lima et al. 2009). Sin embargo, Pérez (2012), al
comparar sistemas de amamantamiento restringido y
de cría artificial, constató deterioro de los indicadores
reproductivos en las vacas en amamantamiento
restringido, con repercusión en el total de leche
comercializada, en las ventas y la economía del rebaño.
ALIMENTOS LÍQUIDOS PARA EL TERNERO EN SISTEMAS DE CRÍA ARTIFICIAL
Uso de leche fresca. Debido a la disponibilidad
de recursos para la ganadería, durante varios años se
utilizó leche fresca en la alimentación de terneros. Se
estudiaron varios sistemas y formas de suministro, y los
mejores resultados se obtuvieron con el sistema de oferta
diferido, 6 L.d-1, hasta los 30 d de edad y 3 L.d-1, de 31
d al destete (Plaza et al. 1986) o cuatro litros en similar
período (Zarragoitía et al. 1989).
Los resultados de este sistema de alimentación se
sustentan en el incremento del consumo de leche en el
primer mes de edad, momento crítico para el ternero
por su susceptibilidad a las enfermedades, dependencia
del alimento y bajo consumo de piensos de inicio. Al
reducir el consumo de leche a partir de los 30 d de
edad, se produce un estímulo al consumo de alimentos
concentrados, necesarios para acelerar el desarrollo
del rumen y permitir el destete en mejor condición
fisiológica y menos estresante.
Uso del yogurt. Aunque no se hallaron diferencias en
los indicadores sanguíneos de terneros alimentados con
diferentes niveles de yogurt (Chongo et al. 1988), el uso
de 240 L, ofrecidos de forma diferida (6 L de 11 a 30 d
y 4 de 31 a 60 d) permitió obtener mejores resultados,
con ganancias superiores a los 600 g.ternero-1 (Castillero
1988 y Plaza et al. 1988).
De manera general, el uso del yogurt ofrece
resultados similares a los de la leche fresca, y reduce
los desórdenes digestivos. Incluso, la oferta de 200, 240,
280 y 320 L de yogurt a edades de destete de 50, 60,
70 y 80 d, respectivamente, no produjo diferencias entre
tratamientos, debido a la oferta diferida del alimento
lácteo y el consumo de piensos de inicio en las edades
más tempranas de destete (Plaza y Fernández 1991 y
Plaza y Fernández 1999a).
Si bien los terneros ingieren poco alimento
concentrado durante el primer mes de edad, presentan
avidez por el consumo de alimentos lácteos. Esta
circunstancia se utilizó por Plaza y Fernández (1999b)
para ahorrar, aproximadamente 80 L de yogurt.ternero-1,
con uso de 14 kg de alimento concentrado, distribuido
entre los 21 y 60 d de edad. Este método permitió utilizar
el yogurt como vehículo de alimentos concentrados que
pasan directamente al abomaso, vía canal reticular, y
escapan de la fermentación ruminal. Estos alimentos
son eficientemente digeridos por las enzimas digestivas
intestinales, sin incrementar la incidencia de diarreas
digestivas.
Desarrollo y uso de reemplazantes lecheros para
terneros. A pesar de los buenos resultados obtenidos
con el uso de leche fresca o yogurt, el precio de la leche
en polvo en el mercado internacional se incrementó
con el tiempo y se hizo costoso el uso de los alimentos
lácteos para alimentar los terneros. Además, aumentó
la demanda de leche para cubrir las necesidades del
consumo humano, por lo que el desarrollo de los
reemplazantes lecheros fue una labor estratégica para
la institución y el país.
Inicialmente se evaluó el uso de la miel de caña como
candidato para su incorporación en los reemplazantes
lecheros. Sin embargo, no se recomendó su utilización,
debido a la escasa utilización digestiva y al incremento
de las diarreas, a medida que aumentó la oferta a los
terneros (Chongo y Thivend 1982). Otros carbohidratos,
como la glucosa y la fructosa, presentaron mayores
niveles de absorción intestinal, sin afectar la salud de
los terneros.
Se realizaron también un grupo de trabajos para
evaluar otros alimentos disponibles en Cuba para
elaborar reemplazantes lecheros. Se logró sustituir hasta
38 % de la proteína láctea por levadura torula (Candida
utilis) (Chongo y Suau 1983), pero al igual que los
alimentos no lácteos, fue mayor el tránsito intestinal del
nitrógeno no proteico con niveles superiores a 25 %, sin
que se afectara el consumo de reemplazante lechero ni
otros indicadores fisiológicos en estudio.
La utilización de 20 % de levadura torula produjo
similar digestibilidad de nutrientes y se elaboró el primer
reemplazante lechero, denominado “Setolac-20”, que
contenía además, 50 % de leche descremada en polvo y
20 % de sebo bovino, y permitió obtener ganancias entre
500 y 550 g.ternero-1 (González et al. 1993). Además, se
estudiaron las características físico-químicas del alimento
reconstituido en agua y el reengrase del producto. Este
alimento no se pudo utilizar extensamente, debido a
su elevada composición de leche en polvo, 50 % de la
MS. Sin embargo, los trabajos realizados permitieron
identificar a la levadura torula como un alimento factible
para ser utilizado en la alimentación de terneros lactantes
y sentaron las bases para estudios futuros, relacionados
con la dosis de inclusión.
Debido a las limitaciones tecnológicas para la
elaboración de reemplazantes lecheros, en aquel momento
se evaluó el uso de la levadura torula, suplementada a la
leche fresca del ternero (González 1990), y se demostró
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que es posible sustituir dos litros de leche fresca por 200 g
de levadura torula, después de los 21 d de edad, sin afectar
el comportamiento de los terneros, pero hubo exceso de
proteína en la dieta. Esto se aplicó en miles de terneros,
en condiciones de producción, durante varios años, con
excelentes resultados.
Sobre la base de estos estudios, se evaluó un
reemplazante lechero, que contenía suero de leche,
levadura torula, azúcar crudo y maíz molido (Plaza y
Fernández 1994), ofrecido en cantidades de 720 g o 1440
g.ternero-1, a partir de los 31 d de edad. Este alimento
tuvo un resultado similar con respecto a la leche fresca
y GPV superiores a 600 g.d-1, sin afectaciones por
diarreas. Esto demostró las posibilidades de formular
reemplazantes lecheros sin alimentos lácteos, y abrió
una perspectiva para el uso de estos alimentos en el país.
Plaza y Hernández (1996a) trabajaron en la inclusión
de levadura torula hasta niveles de 57 %, 10 % de azúcar
de crudo (Plaza y Hernández 1996b), 5 % de sebo bovino
(Plaza y Hernández 1996c) y harina de boniato (Hipomea
batatas), en sustitución de la harina de maíz (Plaza y
Fernández 1997). Se demostró la posibilidad de obtener
GPV superiores a 560 g.d-1 y se identificó el sabor dulce
del azúcar, como un estimulante al consumo de estos
alimentos, con bajos niveles de alimentos lácteos. Es
así que surge el reemplazante lechero “RELAC”, como
marca registrada por el Instituto de Ciencia Animal.
En este período se elaboró un concentrado proteico
de chícharo (Pisum sativum) para su inclusión en los
reemplazadores lecheros destinados a terneros, debido
a su buena composición en aminoácidos. También se
recomendó para la alimentación humana (Madrigal et
al.1992). La obtención y uso de este tipo de alimentos,
como los concentrados proteicos, proteínas y almidones
hidrolizados, entre otros, será uno de los temas a tratar
en estudios posteriores, puesto que permitirá fabricar
reemplazadores lecheros apropiados, desde la primera
semana de edad.
Los buenos resultados obtenidos con el “RELAC”
obedecen a la oferta de cantidades de leche adecuadas en
el primer mes de edad, que garantizan GPV apropiadas
para esta etapa y el uso de alimentos no lácteos, cuando
el ternero presenta elevada disponibilidad de enzimas
digestivas para su utilización. Igualmente, se incluye la
presencia de lactosa, ya sea en forma de leche o de suero de
leche, que estimula el consumo de alimento por el ternero
y la utilización de una ración integral de inicio, apropiada
para el consumo y desarrollo temprano del rumen.
A partir de estos resultados, se diseñó un sistema de
alimentación con reemplazadores lecheros no lácteos,
en el que se ofrecieron de 4 a 5 L de leche.ternero-1,
durante los primeros 20 d de edad, 4 L más 100 g de
reemplazador lechero, de 21 a 30 d, y 1 L de leche más
500 g de reemplazador, a terneros de 31 d al destete
(90 d). Además de ofrecer las raciones integrales de
inicio y agua a voluntad durante todo el período. Esta
tecnología se aplicó en 106 000 terneros, en condiciones
de producción, y permitió obtener GPV por encima de
los 450 g.d-1, sin detrimento de los indicadores de salud
de los terneros (Ybalmea 2011b) .
Con la inclusión de 20 % de suero de leche
reengrasado en la composición del RELAC (Ybalmea
et al. 2004), fue posible incrementar el potencial de
sustitución de leche y eliminar el litro de leche fresca
que aún se utilizaba después de los 30 d de edad, corregir
la dispersión de la grasa en el producto, reducir el
tamaño de partícula y mejorar su solubilidad en agua.
Además, permitió la industrialización del producto, en
condiciones de bajos recursos y equipamiento. Con este
alimento se sustituyó 70 % de la leche que consume el
ternero y se liberan 250 L de leche para el consumo
humano, por cada ternero que se cría.
A partir de resultados que demostraron la elevada
utilización digestiva del concentrado proteico de soya
por el ternero, y debido al incremento de los costos de
la levadura torula, esta se sustituyó satisfactoriamente
por el concentrado proteico de soya, y se obtuvo un
reemplazador lácteo de buena digestibilidad, con GPV
superiores a 550 g.d-1, sin diferencias con respecto a la
utilización de leche en polvo (Ybalmea 2011b).
Otro trabajo demostró que no es posible utilizar
reemplazadores lecheros importados, con bajos
niveles de alimentos lácteos, antes del primer mes
de edad (Barbosa 2010). Esto, unido a resultados
similares, obtenidos por Ybalmea (2011b), referidos a
los reemplazadores lecheros de producción nacional,
hicieron necesario acarrear la leche a las recrías para
el consumo de los terneros en los primeros 30 d de edad.
Sin embargo, cuando se evaluó un reemplazador lácteo
de mayor calidad (Plaza e Ybalmea 2008), se sustituyó
toda la leche que consume el ternero, y se liberó para el
consumo humano, aproximadamente, 360 L de leche por
ternero criado, con costos inferiores a 50 % con respecto
al uso de leche.
Todas estas investigaciones propiciaron un grupo de
reemplazadores lácteos que constituyen una opción para
la alimentación del ternero en el trópico, y que pueden
ser formulados en condiciones de producción, a menor
costo que los comerciales y con menor dependencia del
mercado internacional. Estas contribuciones mostraron
el camino para la continuación de estudios, a partir
de nuevos alimentos disponibles en las industrias
productoras y procesadoras de alimento.
DESTETE TEMPRANO DE TERNEROS CON LECHE Y ALIMENTOS CONCENTRADOS
Con la aplicación del destete temprano, se reduce
el consumo de leche y se utilizan las posibilidades
que ofrece el desarrollo precoz del rumen para la
transformación eficiente de los alimentos, una vez
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que se realiza el destete. Quiñones y Preston (1968)
comprobaron que es posible obtener GPV superiores a
los 530 g.d-1, al aplicar el destete temprano, entre 35 y
42 d de edad, en terneros Holstein, con peso vivo inicial
entre 36 y 37 kg y consumo de leche entre 96 y 120 L.
Sin embargo, en la actualidad, el promedio de peso de
los terneros al nacer, es aproximadamente 32 kg (Pérez
2012), por lo que se reduce la capacidad de ingestión
de pienso de inicio, y se obtienen GPV moderadas. Esto
limita la aplicación del destete temprano, pues pudiera
retardar el desarrollo de los terneros.
No obstante, se diseñan investigaciones para estudiar
nuevas formulaciones de alimentos de inicio de alta
calidad, en las que se establezca el adecuado equilibrio
de los nutrientes digeribles en rumen e intestino,
que incrementen la digestibilidad y el consumo de
nutrientes, principal limitación del destete temprano
en las condiciones actuales de la ganadería comercial.
PIENSOS DE INICIO PARA TERNEROS. USO DE RACIONES INTEGRALES
El uso de los piensos de inicio para terneros jóvenes
lactantes es importante para la obtención de resultados
satisfactorios. Este alimento, unido a otros líquidos
(leche, yogurt y reemplazantes lácteos) y voluminosos
(heno, forrajes, pastos), proporcionan los nutrientes
necesarios para el crecimiento de los terneros. Se
demostró que la oferta de alimentos lácteos apropiados
durante el primer mes de edad y la utilización de piensos
de inicio hasta consumo de 2.4 kg.ternero-1 es suficiente
para alimentar terneros en las condiciones del trópico y
de Cuba (Plaza et al. 1988).
Uso de cereales. Los cereales son el principal
componente energético de los piensos de inicio de los
terneros. Debido a la disponibilidad de trigo, se evaluó
como sustituto del maíz. Se comprobó que es posible
emplear hasta el 40 % de trigo, en combinación con 20 %
de maíz (Marrero et al. 1986), sin afectar el pH ruminal
y el consumo de alimento. Aunque con el empleo de
9 % de bentonita, producto regulador del pH (Marrero
et al. 1987) o 20 % de heno molido en forma de ración
integral (Plaza et al. 1993), se logró incorporar hasta
60 % de trigo molido. El heno, groseramente molido,
redujo la velocidad de digestión de los carbohidratos del
grano de trigo, el pasaje y estabilidad del pH ruminal,
y dio como resultado mayor GPV y reducción de la
incidencia de diarreas.
Un alimento disponible en el trópico, y de excelente
utilización por los rumiantes, es la pulpa deshidratada de
cítrico (Citrus sinensis). Esta se produce al deshidratar
los residuos de la producción de jugos de cítricos. Se
demostró que es posible incluir en los piensos de inicio,
46 % de pulpa de cítrico deshidratada, en sustitución
de 100 % de maíz (Santos y Aguilera 1981) y 70.5
% en sustitución de sorgo (Michelena et al. 1983).
Los indicadores de fermentación ruminal, consumo,
conversión alimenticia, retención de nitrógeno e
incidencia de diarreas fueron similares al empleo de
cereales.
El patrón de fermentación de la pulpa de cítrico
deshidratada es similar al de los granos y presenta
baja acción abrasiva ruminal. La inclusión de elevados
niveles de este alimento sin alimentos fibrosos produce
paraqueratosis ruminal severa. Se demostró que, en
estos casos, el empleo de forrajes puede solucionar el
problema, aunque las GPV pueden ser menores cuando
estos constituyen la dieta base (Rodríguez et al. 1974).
Uso de henos y harinas de forrajes. Aunque los
forrajes pueden constituir una alternativa para la
alimentación del ternero, existe la contradicción entre
su elevado volumen y la escasa capacidad de ingestión,
con respecto a la exigencia de nutrientes de elevada
digestibilidad del ternero joven. Para solucionar
estos problemas, se diseñan las raciones integrales,
formuladas con la inclusión de alimentos voluminosos,
picados o groseramente molidos, unidas al resto de los
componentes del pienso de inicio. Así, coexisten los
concentrados proteicos y energéticos con los alimentos
voluminosos, que ofrecen los nutrientes necesarios para
el ternero, y que contribuyen al desarrollo de las papilas
ruminales, necesarias para garantizar la motilidad, el
desarrollo muscular y la reducción de la incidencia
de enfermedades metabólicas ruminales, como la
paraqueratosis e hiperqueratosis.
En las raciones integrales se pueden emplear múltiples
alimentos, Bacvanski et al. (1975) utilizaron la cáscara
de semilla de girasol, y consiguieron las mejores GPV
(802 g.ternero-1), con valores de FB de 5.6 %, superiores
a los alcanzados en las dietas con 0 y 10 % de inclusión.
Estos autores demostraron el equilibrio necesario que
debe existir entre los alimentos concentrados y fibrosos
en las raciones integrales.
La utilización de 15 % de heno molido de bermuda
cruzada (Cynodon dactylon) mezclado con el pienso
de inicio, en forma de harina o pellet, permitió mejorar
los indicadores de consumo y conversión alimentaria
y desarrollo ruminal (papilas.cm 2) y reducir las
enfermedades metabólicas ruminales (Plaza et al. 1983
y Plaza et al. 1984). Sin embargo, cuando se ofrecen
las raciones integrales, los niveles de heno molido
pueden ascender hasta 20 %, (Plaza et al. 1990), y hasta
30 % si son peletizadas. Aunque Plaza et al. (1985)
recomendaron la utilización de raciones integrales con
niveles de heno molido hasta 40 %, sin deterioro de la
GPV y reducción del costo de alimentación del ternero
(Plaza et al. 2011).
La oferta de niveles crecientes de alimento fibroso,
según la edad del ternero, es una forma de atenuar los
efectos que hacen disminuir el consumo y la GPV. Se
demostró que la utilización de raciones integrales con
20 % de heno molido hasta 90 d y 30 %, de 91 a 180 d,
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fue mejor con respecto al heno largo y a los alimentos
concentrados, administrados a voluntad y separados
(Plaza et al. 2009 b).
Sobre la base del mismo sistema de alimentación, con el
uso de raciones integrales se evaluaron dietas para terneros
futuros sementales (Plaza et al. 1989). Se recomendó usar
660 L leche diferida, hasta los 120 d de edad y raciones
integrales con relación concentrado:forraje de 80:20,
hasta consumo de 4.08 kg.ternero-1, y ocho meses de
edad. Con respecto al momento en que se realizó el
experimento, los costos de incremento de PV fueron
aceptables. No obstante, en la actualidad, el consumo
de volúmenes similares de leche solo se justifica para
este propósito.
A partir de las posibilidad que ofrece la incorporación
de alimentos no convencionales en la elaboración de
piensos de inicio, Ybalmea et al. (1995) formularon
un pienso basado en harina de hojas, tubérculo de yuca
(Manihot sculenta) y residuos de cosecha de col (Brassica
oleracea capitata). A pesar del bajo consumo de leche,
estos autores obtuvieron GPV de 472 g.d-1. Asimismo,
se prepararon raciones integrales con la inclusión de
28 % de harina de hojas de Califa (Acalipha hispida) y
15 % de harina de hojas de yuca (Manihot sculenta), y se
obtuvieron también resultados satisfactorios (Ybalmea
y García López 1998). Martínez (2009) incorporó hasta
30 % de una mezcla de 50:50 de heno molido y harina de
follaje de tithonia (Tithonia diversifolia), en sustitución
de parte del maíz y de la torta de soya, con ganancias
superiores a los 750 g.ternero-1.
Estos trabajos permitieron conocer las potencialidades
de los alimentos fibrosos molidos en las raciones
integrales sobre todo en el área tropical, donde se cuenta
con amplia disponibilidad de especies arbustivas de alto
valor nutritivo, que se pueden emplear en sustitución
de los alimentos concentrados de importación y de
mayor costo, lo que hace factible esta tecnología para
los sistemas de bajos insumos. El estudio de nuevas
formulaciones de raciones integrales, correctamente
formuladas para diferentes propósitos y categorías,
constituye un tema de gran importancia para desarrollar
en períodos ulteriores. Sobre todo es de interés
para aquellas formulaciones que acompañen los
reemplazadores lecheros con baja cantidad de alimentos
lácteos, formulados en Cuba, que permitan la aplicación
del destete temprano en los terneros de talla y peso vivo
disponibles en el país.
Utilización de productos de la caña de azúcar en las
raciones de terneros jóvenes. La Sacharina, alimento
obtenido por vías biotecnológicas a partir de la caña de
azúcar (Elías et al. 1990), se utilizó satisfactoriamente en
raciones integrales destinadas a terneros. Este producto
permitió sustituir hasta 33 % de los cereales (Marrero
et al. 1992a) y se incluyó en 35 % de la ración integral
(Marrero et al. 1992b). El uso de proporciones mayores
(Marrero et al. 1993) produjo menor peso de sacrificio
del cuerpo vacío y del retículo-rumen vacío al final
del período experimental, lo que se asoció al mayor
contenido fibroso de la ración, menor nivel energético e
incremento del lastre fibroso de las dietas altas en fibra.
El uso del 30 % de bagazo de caña molido en las
raciones integrales favoreció el incremento de FND
y FAD, hasta 25.53 y 2158 %, respectivamente. Esto
promovió más tiempo de rumia, menos de descanso e
inferior GPV, lo que se relaciona con el exceso de fibra en
la dieta (Ybalmea et al. 2008). Estos resultados indican
que, si bien la utilización de alimentos fibrosos es una
necesidad en las dietas de terneros, no es conveniente que
presenten alto contenido de fibra. Similares resultados se
obtuvieron con el uso de raciones integrales y semejantes
niveles de sacharina (Marrero et al. 1993).
No obstante a los buenos resultados obtenidos con
la Sacharina, se evaluó el uso de caña seca y molida
(Solicaña) en las raciones integrales de terneros entre 90
y 210 d de edad (González et al. 1992). Se comprobó que
usar hasta 30 % ofreció buenos resultados y redujo el
costo de las dietas, al sustituir una parte de los cereales.
Incluso, en la ceba temprana de terneros, al utilizar
25 % de este alimento en animales de 91 a 180 d, y
50 % de 181 a 360 d (Plaza et al. 2000a) permitió GPV
superiores a 1 kg.animal-1 como promedio hasta el año
de edad. En estos trabajos se obtuvieron rendimientos de
canal y carne comestible de 56 y 40 %, respectivamente.
Además, se comprobó que el sacrificio de los terneros
debe ocurrir entre los 270 y 360 d de edad, para mejorar
los indicadores de la canal (Plaza et al. 2000b).
El uso de la miel proteica casera, alimento obtenido
por la fermentación anaeróbica de las mieles de caña,
en proporción 50:50 (V/V) con la miel final, demostró
ser una alternativa viable con respecto al empleo del
sistema miel-urea al 3 %, en terneros destetados con
120 d de edad. Esta tecnología incluye además, forraje,
460 g de harina de girasol y sales minerales a voluntad
(Plaza et al. 1999a).
USO DE LOS PASTOS Y FORRAJES EN LA ALIMENTACIÓN DE TERNEROS.
Los pastos son para el ganadero el alimento de
menor costo. Sin embargo, aproximadamente 90 % de
la infestación parasitaria de los terneros, se produce
en pastoreo. El trópico garantiza altas temperaturas,
humedad relativa y rápido crecimiento del pasto,
lo que proporciona las condiciones ideales para su
proliferación. Al conjugarse estas condicionantes con
la aplicación incorrecta de la rotación del pastoreo, la
baja calidad nutricional y tolerancia de los terneros al
parasitismo, así como el estrés por exceso de movimiento
y temperaturas extremas, conllevan a bajas tasas de GPV
y a la muerte de los terneros.
Al evaluar la edad de entrada al pasto (5 o
42 d), Ugarte et al. (1975) constataron que no hubo
Revista Cubana de Ciencia Agrícola, Tomo 49, Número 2, 2015.
diferencias en el comportamiento de los terneros, debido,
posiblemente, a que ambos grupos aún eran muy jóvenes
para pastorear. Esto se confirmó en estudios de Saavedra
et al. (1980), quienes lograron mejor GPV cuando los
terneros pastorean pangola (Digitaria decumbens Stent)
a los 60 o 90 d de edad, con respecto al acceso a los 30 d.
Asimismo, el pastoreo de pangola, en terneros
destetados de 90 d de edad, produjo bajas GPV
(277 g.d-1), aún con la oferta de 400 g.ternero-1 de un
suplemento de 56.2 % de PB y 2.13 MJ de EM.kg de
MS-1. Si bien no hubo mortalidad en el período de
pastoreo, los resultados se relacionaron con la baja calidad
del pasto, con máximo de 4.2 % de PB, y mínimo de
53 % de FB. Indudablemente, los pastos de esta calidad,
no pueden mantener el consumo de nutrientes necesarios
para los terneros en crecimiento (Veitía et al. 1975).
A partir de estos estudios, se concluyó que era
necesario suplementar los terneros jóvenes en pastoreo
durante los primeros meses de vida, debido al limitado
consumo de pasto y su baja calidad, sobre todo cuando
no se maneja adecuadamente y envejece (Benítez 1980).
Una opción para incrementar la calidad del pasto fue
evaluar el efecto de la fertilización. Se comprobó que
aplicar 100 o 200 kg de N.ha-1.año-1 al pasto bermuda
cruzada (Cynodon dactylon vc. Coast Cross 1) aumentó
la PB de 8 a 11 %, mejoró la digestibilidad en 6 %, la
EM en 0.22 Mcal.kg MS-1 y por consiguiente, las GPV
estimadas (Valdés et al. 1982).
En otro experimento se aplicó 300 kg N.N.ha-1.año-1
y se obtuvieron valores similares de PB y digestibilidad
de MS. Con pastos de esta calidad, no hubo diferencias
en la utilización de piensos con niveles de PB de 8.81 a
21.25 % en terneras entre 70 y 196 d de edad (González
et al. 1990), además se garantiza el nivel de proteína
digestible en intestino (PDI) para las ganancias obtenidas.
Sin embargo, se debe tener presente el aporte energético
de la ración, pues el empleo de proteína sobrepasante del
pescado y la elevada solubilidad ruminal de la proteína
del pasto, pueden provocar, en este caso, desbalances
en la relación proteína:energía y ganancias inferiores
al potencial. El empleo del concentrado con 8.81 % de
PB, formulado con cereales, mieles y un complemento
vitamínico-mineral, y solo 2 % de harina de pescado,
fue suficiente para alcanzar GPV superiores a los
550 g.ternera.d-1.
Sin embargo, Geerken et al. (1980a) comprobaron
que ofrecer 400 g.d-1 de un suplemento de 60:40 % de
NP:NNP a terneros que consumen forraje de bermuda
cruzada con 8.31 % de PB, mejoró el consumo de
MS total, MS del forraje y digestibilidad de MS. De
manera similar ocurrió con el N y la energía (Geerken
et al. 1980b), ya que se incrementó la retención de N
de 32.9 % a 49.2 %, debido a la suplementación. Todo
ello obedece a la acción primaria de la suplementación
energético-proteica en la síntesis microbiana ruminal.
En otro experimento se confirmó la importancia de
suplementar con alimentos concentrados a terneros que
147
consumen forrajes y leche solamente (Plaza y Hernández
1994). Ambos grupos de alimento no se complementan:
los forrajes pasan al rumen y la leche va directamente
al abomaso, vía canal reticular. Este estudio tiene
importancia práctica, pues muchos productores utilizan
solo leche y pastos como alimento para terneros jóvenes.
Al caer en el rumen alimentos fibrosos de baja calidad,
se produce una fermentación poco eficiente. Se reduce
la celulolisis y el pasaje ruminal, y se producen bajos
niveles de AGV propiónico y butírico, además se retarda
el desarrollo de las papilas ruminales. En cambio, la
presencia de concentrado en rumen, unido a los pastos,
mejora los indicadores de la fermentación ruminal y
con ello, la celulolisis, el pasaje ruminal, el consumo de
forraje, la producción de AGV y el desarrollo papilar.
Se realizó un estudio para evaluar el efecto de la
edad de corte en el consumo y digestibilidad de pastos,
fertilizados y regados en época seca (400 kg de N.N.ha-1.
año-1 y 500 m3 cada 15 d), con respecto a la utilización de
pangola, con cualquier edad de corte, aplicada entre 30
y 60 d de rebrote, en terneros estabulados, de 120 kg de
PV (Ruiz y Cairo 1991). Se determinó que el incremento
de la edad de corte afectó el consumo de los forrajes,
lo que confirma la importancia de la calidad del pasto
en rumiantes jóvenes. Asimismo, Geerken et al. (1977)
comprobaron que, en lluvia como en seca, fue mayor el
consumo de bermuda, debido a la mayor digestibilidad
de MS, EM y N, y mayor contenido de N. También fue
superior la retención de N con la bermuda. Las GPV
estimadas fueron de 800 y 400 g.d-1 para ambas especies
de pasto, respectivamente.
Se demostró que en terneros entre tres y cinco meses
de edad, en pasto pangola, es posible sustituir hasta
100 % del heno por el ensilaje de gramínea, aunque
la GPV no superó los 300 g.d-1 y el consumo de MS
(330 g.d-1) con ensilado, con respecto a 1.1 kg de MS
de heno. Sin embargo, en terneros con más de cinco
meses, las GPV fueron cercanas a los 500 g.d-1, con
100 % de sustitución. Esto demuestra la posibilidad de
su utilización en terneros de esta edad. No obstante, es
necesario incrementar el contenido de nutrientes y la
digestibilidad del ensilado para mejorar los resultados
y mantener la suplementación con 1.2 kg de alimento
concentrado por ternero (Santos et al. 1980). Sin
embargo, fue mejor el pastoreo restringido de pangola
(2 h.d-1), en lugar de 1 kg de heno como dieta base, para
suplementar con miel-urea al 2 % a terneros de edad
similar (Ugarte y Preston 1974).
Los bancos de proteína constituyen una variante
económica para la alimentación de terneros jóvenes.
Se alcanzaron resultados similares con la utilización
de 270 kg de alimento concentrado o solo 150 kg, más
12 h de pastoreo en bermuda cruzada, y 4 h en bancos
de proteína de glycine (Neonotonia wightii). El uso del
banco de proteína permitió ahorrar 120 kg de alimentos
concentrados por ternera, sin diferencias en la energía
retenida y mayor eficiencia de utilización de la EM para
148
Revista Cubana de Ciencia Agrícola, Tomo 49, Número 2, 2015.
el engorde, a los cinco como a los 12 meses (Marrero
et al. 1989).
No se encontraron beneficios al suplementar con
miel-urea al 2 % a terneras de seis meses de edad (Ugarte
y Preston 1975b). Las GPV y conversiones obtenidas
con la miel como suplemento al pasto, sugieren que no
existe ventaja para su uso si hay disponibilidad de
pasto, ya que actúa como alimento sustitutivo del pasto
y puede reducir la celulolisis ruminal por la presencia
de carbohidratos de fácil fermentación.
No obstante, los buenos resultados obtenidos en los
últimos años en la alimentación de terneros en pastoreo
con suplementación, se ha recomendado su estabulación
hasta las seis semanas de edad, con el empleo de raciones
integrales, a fin de reducir el efecto estresante que
implica el pastoreo de terneros jóvenes en la zona tropical
húmeda. De no contar con henos de buena calidad o
raciones integrales, se recomienda el uso de forrajes de
buena calidad (gramíneas, leguminosas o una mezcla
de ellos), frescos y molidos, más la suplementación con
alimentos concentrados, hasta alcanzar consumos de
2.5 kg.ternero-1 (Plaza e Ybalmea 2004).
Más allá del destete, el empleo de dietas con
niveles de 50:50 de concentrado y forraje, no afectó
el comportamiento de los terneros, con respecto a
niveles superiores de alimentos concentrados (Plaza et
al. 1999b). Estos resultados sirvieron como base para
crear sistemas de alimentación con raciones integrales
para la producción de carne de ternera (Plaza et al.
2000b).
SUPLEMENTACIÓN MINERAL Y USO DE LA UREA EN TERNEROS JÓVENES.
Se estudió la suplementación de calcio y fósforo
como fosfato dicálcico. Se comprobó la conveniencia
de suplementar entre 5 y 3.5 g.d-1 y 8 y 5 g.d-1 para
ambos minerales, respectivamente, a terneros de 75 kg
de PV, alimentados con forraje de bermuda cruzada como
alimento base. La suplementación permitió incrementar
la digestibilidad y retención de Ca y P, aunque estos
indicadores variaron de acuerdo con la concentración
de estos minerales en las fuentes forrajeras utilizadas
(Gutiérrez et al. 1984). Se evaluó el superfosfato natural
como alternativa nacional al fosfato dicálcico importado.
A pesar del contenido de flúor, se lograron retenciones
de ambos minerales superiores al 80 % y se recomendó
el uso de esta fuente natural de minerales, siempre que
no se exceda el consumo de 40 ppm de flúor (Gutiérrez
et al. 1983).
Otro trabajo se realizó con el objetivo de evaluar
la zeolita modificada (se transformó su conductividad
eléctrica de superficie y sus propiedades hidrofóbicas)
en la reducción de los efectos dañinos de la zearalenona.
Sin embargo, solo se produjo incremento del pH ruminal,
pero no se comprobó su efecto destoxificante (Nešic et
al. 2010).
Asimismo, se logró reducir la incidencia de diarreas
e incrementar las GPV acumuladas a los 90 d de edad
en terneros alimentados con yogurt, suplementado
con 20 g.d-1 de turba seca y finamente molida (Plaza
et al. 1999c). Al parecer, los efectos combinados en
la reducción de las diarreas del yogurt, unido a las
cualidades antisépticas y antiinflamatorias de la turba
hicieron posibles estos resultados.
A partir de estudios realizados por González y Elías
(1984), no se recomendó el uso de urea en los piensos
destinados a terneros jóvenes, aunque después del tercer
mes de edad los resultados resultaron satisfactorios. Se
reconoce que el uso de la urea no solo depende de la edad
del ternero sino, de la disponibilidad de carbohidratos de
fácil fermentación, que permitan la asimilación de los
niveles de amoníaco que se producen en el rumen por
la hidrólisis de la urea.
ESTUDIO DE LA CONDUCTA Y BIENESTAR ANIMAL EN LA CRIANZA DE TERNEROS
Para el desarrollo de estos estudios, se tuvieron en
cuenta algunos indicadores que permiten conocer la
influencia de los sistemas de manejo y alojamiento
en la conducta, bienestar y productividad animal. La
conducta es la manifestación externa de la satisfacción
de una necesidad básica de la vida animal. La conducta
alimentaria es la expresión de dos requerimientos
indispensables: el hambre y la sed. La ingestión
voluntaria de alimentos es el factor más importante
en la manifestación del potencial productivo de toda
especie animal, y constituye la limitación principal de
la producción en el trópico, al depender de numerosos
factores relacionados entre sí, todos en función de
satisfacer las necesidades nutritivas del animal.
Se demostró que las terneras de cruces 5/8 Holstein
- 3/8 Cebú, entre uno y cuatro meses, desarrollan su
actividad ingestora principalmente durante el día,
relacionado con las horas de oferta de alimentos
(Quincosa et al. 2005). Estos estudios permitieron
establecer una relación entre el incremento del tiempo
de consumo a medida que se incrementa la capacidad
de ingestión y empeora la calidad del pasto. Estos
resultados confirman la necesidad de ofrecer forrajes de
buena calidad y alimentos concentrados para el rumiante
joven.
Se recomendó el empleo de cunas individuales
metálicas, solo en el primer mes de edad, cuando los
terneros son más susceptibles a las enfermedades, y
se insistió en que es fundamental el control individual
del veterinario. Asimismo se facilitaría la asimilación
del consumo de alimentos concentrados. Sin embargo,
a medida que crecen, experimentan estrés, que se
149
Revista Cubana de Ciencia Agrícola, Tomo 49, Número 2, 2015.
manifiesta con la aparición de estereotipias orales no
relacionadas con la ingestión (Ybalmea et al. 2007),
debido a las limitaciones de contacto con otros animales,
reducción del espacio vital, ausencia de contactos con la
madre y otros congéneres, así como la falta de vida libre.
En los terneros alojados en grupos sobre el piso no
se constató la ocurrencia de estereotipias. Sin embargo,
en este caso los problemas se relacionaron con el
incremento de la succión mutua de diferentes partes
del cuerpo, lo que facilita el contagio de enfermedades,
el estrés por reducción del tiempo de descanso y el
incremento del tiempo que permanecen de pie, a causa
de la humedad del piso, luego de la limpieza con agua.
La humedad del piso también trajo consigo el incremento
de enfermedades respiratorias.
Para reducir el efecto de la humedad del suelo, en
combinación con bajas temperaturas y alta humedad
relativa, y su efecto en el incremento de las afecciones
respiratorias, se recomendó la utilización de camas de
heno para el alojamiento de terneros en grupos, sobre
todo en el período invernal. Los terneros que utilizaron
camas experimentaron menos estrés, al dedicar más
tiempo al descanso y al consumo de alimentos, con
GPV de 509 g.d-1, con respecto a los 440 g.d-1 obtenidos
en terneros sin cama (Ybalmea y Benítez 2011).
CONSIDERACIONES FINALES
La información compilada en este material muestra
la labor de años de estudio, que permitió solucionar
aspectos prácticos relacionados con la crianza del ternero
en las condiciones de trópico cubano.
Se obtuvieron resultados importantes que indicaron
el nivel de suplementación y las ganancias de la
vaca gestante, como preámbulo del nacimiento de un
ternero sano y vigoroso, la producción de calostro de
calidad y la seguridad de una lactancia más productiva.
Otros trabajos permitieron confirmar la necesidad y
oportunidad de utilizar todo el calostro producido en
unidades lecheras, por su aporte de Ig y nutrientes
altamente asimilables por el ternero.
El desarrollo de investigaciones en sistemas de
amamantamiento permitió conocer la potencialidad de
estos, si se manejan adecuadamente el par vaca-ternero,
de forma tal que se reduzca al mínimo su contacto, ya
que esto puede afectar los indicadores reproductivos que
reducen la productividad del rebaño.
Los trabajos para hacer más eficiente la utilización
de alimentos lácteos (leche, yogurt y reemplazadores
lecheros) demostraron el beneficio de sistemas diferidos,
seis litros hasta 30 d y tres o cuatro hasta el destete.
Esto garantiza GPV elevadas en esta etapa y destetes
menos estresantes. Los trabajos para la evaluación de
nuevos reemplazadores permitieron disponer de un
grupo de estos alimentos más baratos que sus similares
importados y que la leche fresca, lo que permite sustituir
más del 70 % de la leche que consume el ternero, para
destinarla al consumo humano. Continuar trabajos en
este tema es fundamental, porque aún no se cuenta con
los reemplazadores lecheros elaborados en Cuba, que
permitan sustituir toda la leche que consume el ternero.
Es importante también continuar estudios en busca de las
posibilidades de nuevos alimentos, factibles para incluir
en la fabricación de dichos reemplazadores.
Un trabajo intenso se desarrolló en el estudio de los
pastos y forrajes en la alimentación del ternero. Aunque
los resultados muestran la posibilidad pastorear terneros
durante el primer mes de edad, se demostró que a medida
que se incrementa la edad de entrada al pasto, se favorece
al animal. Se recomienda la estabulación hasta los seis
meses de edad. También se conoció la importancia de
la suplementación de los pastos y forrajes, sobre todo
aquellos sin riego y fertilización, debido a su bajo
contenido de PB y elevados valores de fibra.
La utilización de raciones integrales aparece como
una opción útil, por sus ventajas en la alimentación
del ternero, apropiada para las condiciones de
bajos insumos, ya que permite incluir productos y
subproductos agroindustriales, así como harinas de
forrajes proteicos, entre otros alimentos disponibles en el
trópico. La creación de nuevas formulaciones, adaptadas
a cada etapa del crecimiento del ternero y propósito
productivo, se deben atender en el futuro.
Otros temas como la utilización de probióticos,
prebióticos y otros, tendrán que ser incluidos en los
estudios que se desarrollen en los próximos años, pues
se conoce que pueden representar importantes aportes
a la nutrición y salud de los terneros en las condiciones
de trópico.
Aunque el tema del bienestar animal ha sido poco
tratado en nuestras investigaciones, se deben realizar
estudios acerca del efecto del estrés y el bienestar
en la productividad animal. Cuba no escapa de la
globalización mundial, por lo que es necesario cumplir
con ciertas normas y estándares para la producción
animal. Por ello, será totalmente necesaria la aplicación
de los resultados de estudios acerca del bienestar animal
y abordar este tema desde las condiciones que impone
el trópico y el cambio climático que toma fuerza y se
interpone cada vez más en la producción de alimentos.
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Recibido: 3 de octubre de 2014