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Abril
externa, por caso) en la medida en que no
se lleven a cabo transformaciones en la estructura productiva que promuevan otro tipo de desarrollo. Si se trata únicamente de
una redistribución parcial del excedente sin
afectar la propiedad de los principales medios de producción, en un momento dado,
tras haber obtenido beneficios extraordinarios y afianzado su predominio estructural, los grandes capitales invierten menos o
directamente dejan de invertir, agravando la
situación a partir de la retención y/o de fuga de las divisas necesarias para sostener el
proceso de acumulación.
1. En varios rubros no solo no se definieron ni se
implementaron políticas activas que sentaran las
bases para un proceso sostenido de sustitución de
importaciones (cuando sucedió, la sustitución es-
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tuvo mucho más asociada al “efecto cambiario”
y/o a medidas de coyuntura como los controles a
las importaciones), sino que incluso se promovió
una suerte de “sustitución inversa” en la medida en
que se habilitó el ingreso al país de bienes importados que terminaron desplazando a producciones nacionales existentes y, en no pocos casos, con
importantes y probados grados de competitividad
externa. Este “efecto desplazamiento” de la masa
crítica existente en el país fue particularmente intenso en industrias como la de bienes de capital, la
automotriz y la electrónica de consumo.
Big Bang theory: ajuste
y “relato” en tiempos de
ceocracia
Esteban Mercatante
Comité de redacción.
Comentando las decisiones económicas de
Macri en sus primeros 4 meses, el economista norteamericano Barry Eichengreen lo definió entusiasta como un ajuste “Big Bang”,
haciendo referencia a los debates de los años
‘80 sobre los impulsores de reformas a paso
rápido o a un ritmo paulatino1. Así, lo calificó como un shock en toda la línea, dejando
en falsa escuadra al nutrido grupo de economistas locales que vienen condenando el supuesto “gradualismo” con el que se estaría
manejando la nueva administración para recortar gastos, “corregir” regulaciones y “sincerar” precios y tarifas.
Según el relato macrista esta “normalización” (uno de los eufemismos a los que es
afecto el gobierno) será el “Big Bang” que
traerá un vendaval de inversiones. El acuerdo con los buitres, para el cual el oficialismo
consiguió en el Congreso el aval de gran parte del peronismo, sería el último obstáculo a
remover para lograrlo. ¿Será?
Terapia de shock
En este mes se suman los aumentos de tarifas en el transporte, el combustible, el agua y
el gas. Según los datos de la canasta de una familia promedio de la Ciudad de Buenos Aires, que releva el centro de estadísticas de la
ciudad, esta pasará de gastar en estos rubros
$ 493 a desembolsar $ 1.312 al mes. Crecimiento escalofriante de $ 818, que se realiza
sin embargo sobre cálculos que subestiman
el alcance real del impacto. Y según el ministro Prat-Gay sería “solo” el 40 % del aumento “que correspondería”. A los 100 mil empleos
ya perdidos según distintos relevamientos desde la llegada de Macri, los industriales agregan
entre 100 mil y 200 mil más en juego.
El costo de vida subió desde diciembre entre
14 y 19 %, según las estimaciones de Miguel
Bein. Bajar el costo salarial pasa por mantener los techos de las paritarias. Con algunas
negociaciones cerradas por seis meses con
aumentos del 20 %, el gobierno no renunció
a imponer la “responsabilidad” en las negociaciones colectivas, con la vidriosa promesa
de que la inflación bajará.
Bajar los salarios –que durante el kirchnerismo encontraron un techo en los niveles de poder adquisitivo promedio que tenían a finales
de 2001 antes de que la devaluación los hiciera caer aún más2– es clave para el empresariado
que banca el proyecto. En la Argentina atrasada y dependiente, ajustar el salario es una pieza
fundamental para compensar la baja productividad de la economía argentina en la comparación internacional, y para asegurar una
rentabilidad acorde a la rapacidad de los capitalistas. No está dicho aún en qué medida este impacto será absorbido por los trabajadores
cuando concluya el cronograma de paritarias,
más allá de la vocación sindical por mantener
la tregua ante la carestía y los despidos.
Todos unidos…
Los puntos al tope de la agenda de Macri
pasan por asegurar las condiciones de endeudamiento (caro) e impulsar el ingreso de capitales de empresas extranjeras, y eso guía el
apuro del ajuste. Pero resulta forzado concluir que estamos ante la conformación de
un “bloque de poder” claramente diferenciado de aquel en el que se sustentó el kirchnerismo como sostiene un documento reciente
de Cifra3.
Este planteo parte de la pretensión de
que en este terreno los 12 años kirchneristas marcaron una ruptura considerable que
cuesta fundamentar. Ni en el plano estructural, donde podemos observar que la cúpula de las más grandes empresas y grupos
económicos se mantuvo estable durante el
período4; ni en el plano de los esfuerzos por
parte del Estado de sostener condiciones
económicas favorables para estas empresas.
Como sostienen Schorr y Wainer, la economía política kirchnerista tuvo su momento
más favorable cuando se daban condiciones
donde “(casi) todos ganan”, dentro de la cual
varios de los grupos hoy identificados dentro del nuevo “bloque” de poder estuvieron
entre los mayores beneficiarios, y eso con
anuencia del kirchnerismo.
Durante los años kirchneristas se perpetuaron
numerosos legados neoliberales, continuidad
exigida por el gran capital. Esto fue así sobre todo en las condiciones laborales5. Pero también
podemos ver que hasta fecha tan avanzada como 2012 no se había encarado ningún replanteo del esquema energético6. O que la banca,
que a pesar de que desde 2010 tuvo mayores
regulaciones, no se vio amenazada por ningún
intento de modificación de la Ley de Entidades
Financieras heredada de la dictadura, ni por la
implementación de impuestos a la renta financiera, medidas con las que varias veces se ilusionaron ingenuamente los sectores progresistas
que acompañaron a los K7.
Más que una ruptura del gobierno “nacional y popular” con estos sectores de la gran
burguesía, se gestó durante el último mandato de Cristina Fernández una disconformidad. Esta fue causada por el estrechamiento
de las condiciones de rentabilidad extraordinaria que llevó al empresariado a reclamar un
fuerte ajuste, ante lo cual la ex presidenta respondió prorrateando el mismo, ajustando, sí, »
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ECONOMÍA
pero dejando en la medida de lo posible las
medidas draconianas para quien la sucediera,
para impaciencia del capital.
Las políticas implementadas desde diciembre cuentan con el apoyo transversal de toda
la cúpula económica. Incluso entre los mayores beneficiarios de los últimos 12 años
hay aval para un “ordenamiento” de la economía (con excepción, obviamente, de los
grupos cuyo crecimiento al calor del poder
hoy está sometido a un fuerte desgaste, como
es el caso de Cristóbal López). Caso aparte es por ahora Paolo Rocca, inquieto por
la importación de tubos de China. Permanecen las amenazas de cierre de la planta siderúrgica de Campana por importaciones para
obras en Córdoba.
Las mayores preocupaciones y reclamos
vienen por ahora por el lado de los sectores
industriales afectados por la apertura de importaciones y el incremento de costos que
trae el tarifazo energético. Acá puede haber
sectores decisivamente afectados por algunas
medidas más aperturistas y de recorte de subsidios. Pero, como observa Alejandro Bercovich en la entrevista que puede leerse en esta
revista, el entrecruzamiento de intereses entre empresarios de diversos rubros (lo que
rige especialmente para el capital más concentrado), no permite afirmar que siquiera
acá haya un bloque compacto antagónico a la
política gubernamental.
No será magia
El gobierno aspira a que la economía que está hundiendo el ajuste reviva con la inversiones extranjeras, que espera llegarán después
de pagarle a los buitres y gracias a la “normalización” en marcha. Que habrá dólares en
el país, al menos que hagan entradas de corto plazo para aprovechar las bicicletas financieras que dan oportunidades excelentes, está
fuera de duda. Algunos se entusiasman con
que si se relanza un blanqueo solo por eso
entrarían 20 mil millones hasta diciembre de
2017. Ayuda además la decisión de la Reserva
Federal de no subir las tasas en marzo (como
sí había hecho en diciembre). Pero, ¿traerá el
Big Bang la inversión productiva que mueva
la economía como promete Macri?
La visita a Davos y las giras de los presidentes Obama y Hollande por el país dejaron como saldo las promesas de alrededor de 5 mil
millones de dólares a concretarse entre este
año y el próximo, y en el caso de los EE. UU.
la nebulosa cifra de 12 mil millones de dólares para los próximos años. Los anuncios incluyeron inversiones que ya estaban previstas
en 2015, como la de Nissan por 600 millones
y la de Coca-Cola por 1.000 millones para los
próximos 4 años. Nada parecido al vendaval
que el Jefe de Gabinete Marcos Peña había
anticipado en diciembre.
Jorge Vasconcelos, de Ieral (Fundación Mediterránea), consideró que no cabe esperar
“cuantiosas inversiones en lo inmediato” y
que “la renovada atracción que está logrando
la Argentina tiene un contenido más político
que económico”8. Esto responde en primer
lugar a que “el mundo está muy lejos de vivir
un auge”9. En toda América Latina se registra una disminución de la inversión extranjera directa: la CEPAL registró una caída de
16 % en 2014, que se agravó durante el primer semestre de 2015 (-21 %). En Brasil se
desplomó 36 % entre enero y junio de 2015.
Aunque el panorama no luzca despejado para el mundo “emergente”, no faltan quienes
hablan de “demanda insatisfecha” de inversiones durante los últimos años10, por haber
estado mucho tiempo sin acceso a los mercados. Pero es necesario interrogarse sobre a
dónde podrían dirigirse estas inversiones.
La Argentina no puede competir en costos
laborales11, por ende no se transformará de un
día para el otro en una succionadora de inversiones para la exportación manufacturera, por
más amigable para los mercados que se esfuerce por ser Macri. Las inversiones están orientadas a las commodities para la exportación
(agro, agroindustria, minería), o para producir
para el Mercosur. El primer terreno es donde
la administración de Macri puso todas sus fichas desde el primer día, recortando los derechos de exportación a la soja en cinco puntos
y eliminándolas para el resto de los cultivos,
la carne, y la minería. Empresas agropecuarias
como San Miguel, Cresud y Molinos, que ya el
año pasado tuvieron retornos de hasta tres dígitos, están al tope entre las recomendaciones
de diversas consultoras.
Pero el agrobusiness no alcanza para mover el amperímetro. Según estimaciones de la
consultora First, entre 2010 y 2015 los agronegocios generaron en el país inversiones por
8 mil millones de dólares. Resulta difícil ilusionarse con que este año y el próximo ingrese una suma muy superior a 4 mil millones de
dólares, más aún porque aunque el gobierno
mejoró los números para los chacrers, la tendencia mundial sigue siendo incierta.
La ilusión del “oro negro” de Vaca Muerta, que tanto entusiasmo creó en los últimos
años, no pasa hoy por un buen momento.
Con el barril de petróleo ubicado hoy en 40
dólares y los costos de extracción de las reservas no convencionales cerca de 60 dólares, no cierran los números. Esto no significa
necesariamente una clausura irreversible de
la explotación del yacimiento (la perspectiva
en lo que hace al shale gas parece ayudar),
pero sí que no tendrá el ritmo frenético que
le permita atraer decenas de miles de millones de dólares.
Las inversiones realizadas mirando al Mercosur, afrontan un panorama más complejo. Brasil va camino a caer 7 % entre 2015
y 2016, y poco indica hoy que 2017 vaya a
ser distinto. El gobierno está recortando el
gasto drásticamente y la firma calificadora
Fitch opina que Brasil es el país con el perfil
de deuda privada más riesgoso de los “emergentes”. El país vecino explica el desplome de
40 % de las exportaciones industriales de la
Argentina. En el mercado interno, el otro gravitante en el Mercosur, la cosa no va mejor
por el shock que golpea los ingresos y deprime el consumo.
Una encuesta realizada por Vistage a CEO
y dueños de empresas registra que cuando se
los consulta sobre qué falta para invertir luego de las señales que el Poder Ejecutivo enfatiza que ya envió, lo primero que surge es la
necesidad de bajar la inflación, seguido por
“recuperar el crédito” y en tercer lugar, “que
mejore la economía internacional”12.
Todo indica que será la inversión en obra
pública, y alguna inversión inmobiliaria
que pueda realizarse aprovechando la liquidez generada por la entrada de capitales, lo que podría resultar más significativo.
Pero la primera se encuentra todavía paralizada por la revisión de contratos de los últimos años, mientras que las tasas de interés
por las nubes no hacen esperar que prospere en lo inmediato lo que no sea destinado
a los sectores de mayor capacidad de compra, que no dependan de un imposible crédito hipotecario.
Dólares probablemente haya, al precio de
alimentar bicicletas con alto costo y tracción
limitada sobre la economía. Crecimiento motorizado por inversiones como quiere Macri, es
más incierto. La “Big Bang theory” del gobierno
de Macri podría verse duramente refutada.
1. Alejandro Rebossio, “Barry Eichengreen: ‘Macri
intenta una reforma Big Bang que traería recesión,
pero una recuperación más rápida’”, La Nación,
29/3/2016.
2. Esteban Mercatante, La economía argentina en
su laberinto. Lo que dejan doce años de kirchnerismo, Bs. As., Ediciones IPS-CEIP, 2015, p. 119.
3. AA.VV., “La naturaleza política y económica de
la alianza Cambiemos”, Documento de Trabajo 15,
febrero 2016.
4. Los cambios dentro de la cúpula de grandes empresas fueron limitadas, reduciéndose al relevo de
algunos grupos nacionales por otros dentro de la
cúpula, y a una “argentinización” de empresas que
se explica sobre todo por la estatización de grandes empresas en manos extranjeras, casi siempre al
borde de la quiebra, salvo YPF S.A. Ver La economía argentina en su laberinto..., ob. cit., pp. 66 a 77.
5. El kirchnerismo preservó condiciones estructuralmente favorables al capital en lo que hace a fragmentación y flexibilización de la fuerza de trabajo.
Ver dossier “Mundo grúa”, IdZ 5, y el especial de
IdZ 20.
6. Ver dossier “Petróleo y política”, IdZ 2.
7. Ver dossier “No va más... Gana la banca”, IdZ 15.
8. Jorge Vasconcelos, “Inversión extranjera: hora
de barajar y dar de nuevo”, Fortuna, 26/3/2016.
9. Ídem.
10. Ídem.
11. La relación de salarios en dólares con México
es de 2,5 a 1 (ídem).
12. Jairo Straccia, “Para invertir, el 60 % de los
empresarios pide que baje la inflación”, Fortuna,
3/4/2016.