La reingeniería del ministerio, parte II

La reingeniería del ministerio, parte II
Apóstol Sergio Enríquez O.
Estudio de Pastores
Guatemala, 11 de junio del Año de la Misericordia
En la primera parte de este estudio vimos los requisitos que el Señor demanda de nosotros como ministros, pero también es necesario
que analicemos la organización del ministerio y la posición que cada quién debe ocupar dentro del cuerpo de Cristo, porque según el
llamamiento que Dios le hace a cada quien así debe ser su ubicación, por lo que nos debemos equipar unos a otros para que
podamos fluir como pastores, bajo la unción de los otros cuatro ministerios primarios, a fin de que la ministración al cuerpo de Cristo
sea integral.
Como ministros del tiempo final nos ha tocado la tarea de derribar moldes antiguos que se han levantado durante más de 2,000 años,
para luego edificar lo verdadero, por ejemplo muchos creen que en este tiempo ya no hay apóstoles pero las Escrituras son claras al
respecto y mientras más se escudriña en los textos originales nos damos cuenta que si hubo más apóstoles además de los doce del
Cordero; y ellos pasan a ser los apóstoles del Espíritu Santo; por esta razón debemos ser muy cuidadosos con lo que creemos porque
en Is 8:20 la Biblia nos dice ¡a la ley y el testimonio!, es decir que toda nuestras creencias deben cumplir con estos dos parámetros: lo
contextual con la Biblia y el testimonio del Espíritu Santo. Por esta causa es necesario que analicemos las raíces de nuestro
ministerio y pensar bien las cosas que hacemos y decimos, para que solo quede la planta que fue plantada por el Padre y todo lo
demás sea desechado, por todo esto necesitamos hacer una reingeniería en nuestras iglesias.
En Sal 101:6 FTA el salmista dice que entre los fieles escogerá a los ministros y estos deben andar en integridad. En Ef 4:11 nos
damos cuenta que el Señor mismo es quien llama a los cinco ministerios primarios, pero el resto de la organización (ancianos y
diáconos) de la Iglesia no es puesta por Dios sino por los hombres. En el principio de la iglesia hubo un descontento por una injusticia
hacia las mujeres viudas por lo que tuvieron que llamar diáconos de entre los discípulos, para que se hicieran cargo de estos asuntos,
como lo vemos en Hc 6:2-3. Es importante notar que estos varones fueron escogidos de entre los discípulos, y es de allí de donde
deberíamos escoger a los que van a servir en nuestras iglesias y tener cuidado con quien ponemos en los puestos medios, ya que
ellos son los que tienen contacto directo con los servidores y no deben cometer abusos.
Tito 1:5-6 LBA nos damos cuenta que la designación de ancianos en la iglesia es una tarea que el Señor nos ha delegado a los
ministros, y en el v. 6 nos deja ver las características que deben tener: ser irreprensibles y marido de una sola mujer, es decir que
deben ser casados, este argumento usan algunos para decir que alguien que se divorció y se volvió a casar no puede ser anciano,
pero en este caso se refiere a que tenga más de una mujer al mismo tiempo porque el que está en Cristo nueva criatura es y todas las
cosas son hechas nuevas, aclarando que cada caso en el ancianato debe ser tratado en lo individual. Si seguimos leyendo Tito 1:7
LBA nos da los requisitos de los obispos, el primero es que debe ser administrador de los secretos de Dios, esto se refiere a los
temas específicos que es necesario ministrar en nuestras iglesias, por ejemplo el tema matrimonial, los temas devocionales, de la
alabanza etc.; pero también este verso se refiere a la administración de los recursos económicos teniendo en cuenta que el obrero es
digno de su salario pero también cuidando el no meternos en deudas que luego no podamos pagar, sino que si necesitamos comprar
algo en la congregación es mejor ahorrar y cuando se tenga reunido lo suficiente, entonces adquirir lo que se necesita, así como
también llevar los registros contables de la iglesia correctamente. En la administración también tenemos que ser buenos
administradores del tiempo, porque aquellos que se extienden demasiado en un mensaje no necesariamente quieren decir que sean
buenos predicadores. Debemos pedir al Señor que nos ayude en este proceso de reingeniería en nuestras congregaciones para que
lo hagamos conducidos por el Espíritu Santo, sin precipitarnos sino que todo sea hecho en el tiempo de Dios.
Redactado por: Hna. Nancy de Ávila
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