Introducción

Introducción
Envejecimiento activo II
El envejecimiento es un proceso natural de cambio constante que tiene lugar a lo
largo de toda la vida de los seres vivos, entre ellos las personas.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el envejecimiento activo es
“el proceso que permite a las personas realizar su potencial de bienestar físico,
psíquico y mental a lo largo de todo su ciclo vital y participar en la sociedad de
acuerdo con sus necesidades, deseos y capacidades, mientras que les proporciona
protección, seguridad y cuidados adecuados cuando necesitan asistencia”.
De esta definición se desprenden tres niveles que se interrelacionan entre sí:
Psicológico: evaluación realista de la realidad, equilibrio emocional, claridad en
el pensamiento...
Biológico: ausencia de enfermedades, conservar las capacidades sensoriales y
motoras y mantener hábitos adecuados de alimentación, higiene, sueño y ejercicio.
Social: apoyos familiares y sociales, solvencia económica, integrada en
asociaciones comunitarias, infraestructuras del entorno adecuadas, recursos sociales
necesarios que facilitan el desarrollo personal de la ciudadanía.
En ocasiones resulta muy difícil mantener el equilibrio en los tres niveles, por lo
que se debe potenciar, según la OMS, los siguientes pilares del envejecimiento
activo:
El bienestar físico, mental y social; en definitiva, la salud.
La participación en la sociedad de acuerdo con las necesidades, capacidades y
deseos de las personas mayores, tanto individual como colectivamente.
La seguridad y la protección, los
cuidados a las personas que
necesitan asistencia.
El principal agente promotor de
la salud es el propio individuo, en
tanto que dirige su vida y asume la
responsabilidad sobre sus hábitos. La
persona que participa de forma
activa en el control de su madurez
física, psíquica y social, se garantiza
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un mayor bienestar en todas las facetas de su desarrollo.
Ahora bien, la situación de la sociedad en estos momentos hace necesarias
intervenciones específicas que ayuden a la población a asumir las tareas de
protección de la seguridad, de la salud, de la dignidad y de la autonomía en las
personas mayores. Por ello, la implicación de las instituciones, tanto públicas como
privadas, y la intervención de equipos multidisciplinares son esenciales para la
difusión del concepto de envejecimiento activo.
Asimismo, es necesaria la creación de la figura del promotor de la salud como
un agente dinamizador de la comunidad que canalice la formación en estas áreas
en su entorno más cercano. Dado que son agentes interlocutores en su comunidad,
los promotores deberían pertenecer a asociaciones, entidades, empresas o
colectivos que tengan contacto con un grupo numeroso de personas en edad
madura, a través de su trabajo, su tiempo de ocio, relaciones sociales…
Su tarea será la de difundir los aspectos básicos del envejecimiento activo,
teniendo en cuenta la diversidad, cohesión, participación y concepto de igualdad.
El documento Envejecimiento activo: un marco político, OMS, 2002, indica las
cinco pautas necesarias para potenciar el envejecimiento activo:
1.
Tener una buena salud: prevención y promoción de la salud.
2. Tener un buen funcionamiento físico: mantener la actividad y realizar ejercicio
físico. Los efectos beneficiosos del ejercicio regular promueven el envejecimiento
activo.
3. Tener un buen funcionamiento mental: mantenimiento y ejercitación de las
capacidades intelectuales.
4. Ser independiente y autónomo: prevención específica de la discapacidad y la
dependencia.
5. Vinculación y participación social: promover y mantener la actividad y la
participación social.
Basándonos en estos puntos, el material que se desarrolla en esta acción
formativa gira en torno a hábitos alimenticios, la actividad física, hábitos de
autocuidado, la estimulación cognitiva y la participación social.
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