Estelas febrero 2015

ESTELAS
febrero 2015
Innovación educativa vs. Simulacro: los 5 errores más comunes de las
organizaciones educativas que intentan innovar
Nota: Este post está dedicado a todos aquellos profesionales de la educación que admiran de forma entusiasta el sistema
educativo de Finlandia, pero luego hacen exactamente todo lo contrario que se hace en él.
A continuación presentamos los 5 errores más habituales en las organizaciones educativas que intentar cambiar e innovar,
innovar
extraídos todos de casos reales contados por compañeros profesores
profesores o directores escolares, de instituto o universitarios:
1. No se comprende que la innovación parece muchas veces una herejía
¿A qué profesor que intente introducir cambios reales no le han
cuestionado, aislado e incluso amonestado? Son muy pocos
p
los
profesionales del aprendizaje que han contado con la oportunidad y el
apoyo de una comunidad entera, especialmente de la dirección,
comprometida con el cambio. Algunos colegios, institutos y universidades
deberían comprender que hacen publicidad engañosa
e
cuando dicen que
tienen la innovación como valor,, pero después amonestan a los profesores
que se alejan de las prácticas educativas tradicionales. La innovación
muchas veces parece una herejía y los innovadores son vistos como
herejes por los conservadores que aún siguen pensando que las únicas
soluciones posibles están en el paradigma anterior.
A la profesora X le insistieron durante su entrevista de trabajo en un
colegio privado que buscaban profesores muy comprometidos con la
innovación. Sin embargo, desde un principio le reprendieron que sus
alumnos se rieran estrepitosamente en el salón, que los sacara al pasillo a
hacer dinámicas durante la clase y que les dejara decidir a ellos el método
de evaluación de la asignatura. Hasta que un día se lo prohibieron
definitivamente. X entró a trabajar al colegio muy entusiasmada, pero se ha
ido desindentificando
ificando con él progresivamente y ahora se siente desmotivada y quemada.
2. La innovación no consiste en utilizar nuevas tecnologías y ya
Esta es una confusión muy habitual, pensar que introduciendo ipads o herramientas
digitales a la clase ya estamos innovando. La innovación no consiste en la tecnología
sino en cómo se usa.. Profesores que utilizan nuevas tecnologías para dar la clase de
siempre no están innovando. Por eso muchas escuelas y universidades están utilizando
herramientas muy poderosas, pero no ha cambiado absolutamente nada,
nada porque están
desaprovechando todo su potencial al no permitir que transformen las prácticas
tradicionales y las sustituyan por la nueva forma de aprender que implican estas
herramientas digitales.
En el colegio Y repartieron
rtieron ipads para todos los alumnos y profesores… pero está
prohibido que utilicen internet. Cuando los alumnos hacen alguna tarea en un app de su
ipad, tienen que pasar de uno en uno con la profesora para que ésta lo corrija porque no
pueden compartirlo con ella sin internet. Les desconectan en la era de la desconexión, y
así aseguran que les están preparando para su futuro.
3. La innovación depende más de una cultura
organizacional que de una decisión puntual
Las empresas innovadores han generado culturas abiertas y
flexibles, en las que trabajadores empoderados colaboran
horizontalmente con líderes que saben generar espacios de
participación, involucrar a toda la comunidad y entusiasmar con
una visión compartida del cambio. Las organizaciones
educativas, sin embargo, pretenden ser innovadoras
manteniendo estructuras jerárquicas piramidales y estilos de
liderazgo autoritarios. La innovación no está reñida con la
disciplina (generada asertivamente, empoderando a las
personas), pero sí con el autoritarismo. Los valores no se
cumplen porque lo repitamos mil veces, sino porque los
vivamos en el día a día.
En el instituto W los alumnos llevan uniforme color azul marino. Está prohibido el uso de complementos como gorras o de
calzado que sea zapato. Hay reglas que regulan el tipo de peinado que pueden llevar los alumnos. Los profesores van con traje y
corbata como requisito obligatorio. Las paredes son de color blanco y los carteles se limitan a las áreas habilitadas para ello. Las
sillas están ordenadas en hileras impecables. En la publicidad del instituto se asegura que su misión es “generar profesionales
innovadores, que aporten nuevas soluciones para transformar la sociedad positivamente”.
4. La innovación lo es por aportar valor de una forma diferente a alguien
Innovar no es hacer cosas nuevas, divertidas, creativas, diferentes o espectaculares sin más. La innovación es un cambio, una
forma nueva de hacer las cosas, una mezcla de cosas que no se había dado antes… que aporta valor al alumno, al proceso de
aprendizaje, a la comunidad educativa, a la comunicación, a la organización, etc. La innovación cubre una necesidad educativa
de forma más eficiente que antes, y el usuario (alumno, profesor, directivos, administrativos, etc) lo encuentra útil y por eso lo
usa. Si tienes que meter con calzador una “innovación” para que tus alumnos la usen y al final la acaban odiando, no es una
innovación, es una imposición, por muy nueva que sea.
El profesor B se considera muy innovador porque utiliza Twitter en sus clases. Obliga a los alumnos a abrir una cuenta y
twittear enlaces sobre una serie de temas, utilizando determinados hashtags. El profesor no entiende por qué los alumnos
hacen su tarea de Twitter a última hora, rápido, sin ganas, sin entusiasmo y con el mínimo esfuerzo. La mitad de las veces tiene
que amenazarles con una sanción para que lo hagan.
5. La innovación tiene que ver más con las personas que con los procesos
Las empresas innovadoras invierten mucho tiempo u otros recursos en gestionar el cambio de manera eficaz (comunicación
bidireccional, empoderamiento, sentimiento de pertenencia, participación, etc). Las organizaciones educativas toman
decisiones desde arriba y se limitan a informar hacia abajo del cambio, esperando que éste se produzca milagrosamente.
Cuando no lo consiguen, diseñan cientos de procesos rígidos y se limitan a revisar que se cumplan, olvidando que lo importante
son las personas que tienen que realizar esos procesos, y la convicción, el compromiso, el entusiasmo y el sentido con que los
realizan.
En la universidad Z se invirtió mucho dinero en
implementar una plataforma digital que fue
anunciada como la octava maravilla educativa, que
transformaría por completo el aprendizaje y la
comunicación dentro de la universidad. No se
consultó a ningún docente antes de decidir su uso. El
día que se comunicó, la información fue
unidireccional y duró menos de 5 minutos. La
“capacitación” sobre el uso de la plataforma fue
exclusivamente técnica y duró menos de 5 minutos.
Un año después, más del 90% de alumnos y
profesores la odia. Muchos no le han encontrado
sentido al cambio. La utilizan lo menos posible y no
ha producido ningún cambio relevante dentro de la
organización, más allá de la resistencia que ha
generado en todos. La dirección sigue sin
comprender el motivo, lo achaca exclusivamente a la
irresponsabilidad de los profesores.
La gente no innova por obligación, sino por
entusiasmo. La gente no innova en contextos rígidos
y cerrados, sino en organizaciones abiertas y
participativas. Cuanto antes comprendan esto las
organizaciones educativas, antes dejará la
innovación de ser un simulacro y se convertirá en
una realidad.
El coach
En la Wikipedia encontramos que 'coaching', un anglicismo que procede del verbo inglés to coach, (entrenar) es «un
método que consiste en acompañar, instruir y formar a una persona o a un grupo de ellas, con el objetivo de
conseguir alguna meta o de desarrollar habilidades específicas. [...] En el proceso de coaching interactúan dos
personas; uno es el 'coach', que es la persona que instruye, forma o guía a la persona que está siendo orientada para
mejorar en el desempeño de sus funciones (mentor o quien transmite el conocimiento). El otro es el 'coachee', que
es quien recibe los conocimientos y las competencias que necesita para mejorar en su vida profesional».
Pues vamos a empezar mi proceso de coaching. Lo primero, elegir a mi coach; y quién mejor que Dios. Empiezo este
proceso porque necesito que me acompañe, me instruya, me entrene con el objetivo de desarrollar todo mi ser.
En este proceso el maestro tiene que comprometerse a colaborar conmigo, a establecer unos objetivos y diseñar un
plan de acción... y en esto Dios encaja perfectamente, porque Dios siempre está ahí dispuesto («Yo estoy con
vosotros todos los días, hasta el fin del mundo…») esperando que acepte desarrollar ese plan que tiene para mí y
animándome a dar pasos.
Por ahora todo va encajando… seguimos. Este proceso necesita una serie de encuentros entre el coach y el coachee
para conseguir la finalidad y acompañar a la persona en su
aprendizaje. Pues resulta que esos encuentros que necesitamos
pueden ser los ratos de oración y en especial en la lectura de la
palabra donde Dios me va acompañando («El Señor transforma
el desierto en estanques y el erial en manantiales» (Sal 107)…
esto se pone interesante.
En la efectividad del proceso influye el tipo de relación que se
establezca y se requiere que esté basada en la confianza entre
ambos participantes, de este modo el coach puede ser, no solo
maestro, sino también un consultor que le ayude a innovar en los
procedimientos. En esto, Dios se entrega totalmente, Él siempre está dispuesto, cuidando nuestra relación,
esperando que me decida, sin apurarme, respetando mis tiempos… y siempre invitándome a que cree mi realidad, a
que desarrolle mi don, a hacerme cuestionar si edifico mi vida sobre roca o sobre arena,... («Cada uno según el don
que ha recibido…»). Pues esto ya parece que va teniendo miga…
Por último coach debe tener un conocimiento profundo del puesto de trabajo desarrollado y de la forma en que este
puesto se relaciona con los objetivos de la organización. Asimismo, ha de disponer de habilidad para comunicar,
debe desear y ser capaz de compartir su información con el aprendiz y estar dispuesto a tomarse el tiempo que
requiere este esfuerzo. Aquí no hay duda «Señor: tú me sondeas y me conoces…» y estás siempre dispuesto. Si
tuviera whatssap, Dios estaría siempre en línea para mí. Él cada día a través de su Palabra, de sus encuentros en la
oración, me habla, me insinúa, me cuestiona, me descoloca, me serena…
Por todo ello, hoy se me invita a hacer de Dios el mejor coach. Dejar que me acompañe, me ayude a crecer y me
lleve a alcanzar un objetivo final: desarrollar mi don. ¿Dónde hay que firmar?
Agus Couto Picos