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Cómo pedir efectivamente
Las relaciones tienen que ver con algo que Dios quiere darnos. A los hijos les dice que si honran a sus
padres, él los bendecirá. A los esposos les dice, que si el hombre trata mal a su mujer, sus oraciones
tendrán estorbo.
Mateo 7:7
Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.
Son tres cosas importantes: pidan, busquen y llamen.
Versículos 9-11
¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un
pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros
hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?
Dentro de nosotros hay un sentimiento muy fuerte. Cuando identificamos una necesidad en nuestros
hijos, no les damos algo malo, porque ese sentimiento interno que tenemos es el mismo que Dios
tiene por nosotros. Por eso, a nosotros no nos hará falta nada, porque así como nosotros como
padres hacemos lo posible por suplir las necesidades de nuestros hijos, así es Dios y aún mejor.
Algunos dejamos de comprarnos algo para nosotros mismos, con tal de ver a nuestro hijo con algo
que necesita. Preferimos darles a ellos.
Los padres son buenos con nosotros. Tienen ese sentimiento de darle a uno lo mejor. Tú tienes un
papá que siempre está buscando lo mejor para ti.
12
Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros
con ellos; porque esto es la ley y los profetas.
Lo que tú quieres que hagan contigo, hazlo tú con los demás. Aquí Jesús de repente, empieza a
hablar de cómo debemos ser con el prójimo. ¿Será que la relación que yo tenga con el prójimo tiene
que ver con recibir? Dios responderá a nuestras peticiones de acuerdo a nuestro fruto, y éste
depende de nuestro corazón. Tienes que asegurarte que lo que le haces a tu prójimo eso es lo que
quieres recibir. A cual relación tuya con el prójimo, así será la efectividad de respuesta que recibas
del cielo.
Versículos 13-23
Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva la
perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino
que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan. Guardaos de los falsos profetas, que vienen a
vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis.
¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos
frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo
dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus
frutos los conoceréis. No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el
que hace la voluntad de mi
Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu
nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y
entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí hacedores de maldad.
El árbol se conoce por su fruto. El árbol bueno da buenos frutos y el malo, malo. Para Dios es muy
importante el fruto que estamos dando. Estas personas eran personas que hacían milagros, echaban
fuera demonios, pero El les dice: “Apartaos de mí hacedores de maldad”. Ellos creían que contaban
con el respaldo de Dios, porque El los usaba, pero en su corazón había maldad. Su fruto era el que
Dios aborrecía. Puedo pensar que Dios está conmigo porque me utiliza, si mi vida dice lo contrario;
mis frutos están podridos.
Lucas 6:43-45
No es buen árbol el que da malos frutos, ni árbol malo el que da buen fruto. Porque cada árbol se
conoce por su fruto; pues no se cosechan higos de los espinos, ni de las zarzas se vendimian uvas. El
hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su
corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca.
Está hablando de frutos, pero ahora va al corazón. Quiere decir que tu fruto tiene que ver con lo que
de tu corazón sale. Entonces, lo que El está diciendo es: “Ahí en tu corazón llevas el fruto, lo que
llevas dentro y eso es lo que estoy observando en tu vida. Que bueno que eches demonios, que
hagas milagros, pero para mí es importante que se evidencie lo que en tu corazón llevas”.
Gálatas 5
En esta porción de la Biblia se describe el fruto que nosotros debemos llevar en el corazón, el que
Dios espera.
Mateo 7:24-27
Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que
edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra
aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas
palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y
descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y
fue grande su ruina.
Habla de un hombre que edificó su casa sobre la roca. Ese hombre que dedicó su vida a
fundamentarla sobre Jesús, es la persona que cuando viene el tiempo de adversidad, puede hablar
con Dios y puede buscar, pedir y hallar, porque esa tormenta es la adversidad que toca la puerta de
nuestra casa. Y vamos a pedir, buscar y hallar en base al fruto que en el corazón llevamos, porque
Jesús lo puso al mismo tiempo que estaba hablando de pedid, buscar y hallar. Tú eres un padre que
sabe dar cosas buenas a sus hijos cuando hacen cosas buenas. Cuando encuentras un hijo obediente,
lo premias; no al desobediente, hasta que cambie. Debemos comprender que cada vez que venga la
adversidad a nuestra casa, nuestro fruto se va a evidenciar.
Porque de la abundancia del corazón habla nuestra boca. ¿Quieres saber qué llevas en el corazón?
Solamente habla. Ten una conversación con alguien más y date cuenta de qué lleva en el corazón.
Hay personas que llevan tristeza. Tú necesitas que Dios te haga una operación a corazón abierto para
liberarte de esto y dar fruto; el fruto que va a edificar tu casa. Para edificarla, debes permitir que
Dios trate con tu corazón. Una persona que siempre está enojada, malhumorada, por todo alega, es
una persona inestable, que trae temor a sus hijos. Y cuando llega la adversidad, lo único que los hijos
quieren es salir corriendo. Asegúrate de dar frutos.
Debes salir hoy con la decisión de que tu vida y tu corazón cambien.