Un buen día no sé cómo ni por qué me desperté - Literatura Nova

Un buen día no sé cómo ni por qué me desperté queriendo ser
hombre sabiendo que eso significaba necesariamente tener una
experiencia con una mujer, pues bastante que se recalca en mi sociedad
que si deseas ser un hombre debes tener muchas mujeres para cumplir
tus deseos carnales y mientras más tengas mejor hombre eres. Mi nombre
es Alejandro y tenía solo 15 años de edad cuando esto ocurría; ya la etapa
de hacerme sentir hombre con mi mejor amiga de cinco personalidades
distintas y cinco cabezas cada vez que me despierto, me baño, me
acuesto, voy al baño, estoy solo en mi cuarto, veo una película, entro a un
probador, en fin cada vez que podía; estaba un poco monótona, pero
nunca aburrida, siempre era distinto (con lo redundante que eso pueda
sonar) era con mujeres diferentes, distintas posiciones, todas parecidas a
películas porno, siempre terminaba con el corazón que me quería
explotar y me encantaba como sentía que latía al momento de llegar a la
gloria era como tambores en mi pecho que sonaban al ritmo del mejor
rock pesado de la historia y terminaba siendo como un blues suave pero
igualmente reconfortante. En adelante a mi amiga la multipolar le
llamaremos Laura, para que no se sienta tan insultada. Pero ya mi cuerpo
o mi cerebro pedían algo más, ya no me sentía satisfecho con que mi
amiga antes mencionada cumpliera mis deseos más primitivos.
Una noche no muy diferente a las demás fui a una fiesta, de esas en
las que el alcohol es el rey, se baila, se disfruta con los amigos. Conocí a
una chica llamada Carolina la chica no era muy alta, no era muy linda, no
tenía grandes senos, no tenía grandes caderas, una chica regular, pero
noté que era un poco ingenua y decidí intentar conocerla no tenía nada
que perder, después de todo siempre terminaba la noche con Laura.
Resulto que la chica era mayor que yo, tenía 18 años, estaba en la
universidad y yo de inmediato pensé que estaba totalmente fuera de mi
alcance, seguramente ya conocía muchas sensaciones que yo ni siquiera
había imaginado que existían, pero ya había entablado una conversación
y decidí continuar, al fin y al cabo no tenía nada que perder, la chica se
reía de mis chistes, no era difícil conversar, me dio su número y nada más
sucedió pero me sentía el rey del mundo ¡había conseguido su número!.
Al llegar a mi casa alrededor de las 3 am y meterme a bañar como
acostumbraba, mientras me duchaba pensaba en la chica que acaba de
conocer recordé su cabello negro y largo que le llegaba a la cadera,
también su tez morena casi tan oscura como la mía, su senos que
emulaban los de una modelo frustrada, unas caderas que a pesar de no
ser muy anchas hacían la perfecta forma de la Venus de Nilo y su
abdomen bastante plano sin pena ni gloria. Al darme cuenta ni muy bien
había terminado de pensar en esto sentía que algo en mi cambiaba, bajé la
mirada y de inmediato divisé el cambio que ocurría en mi, era extraño
había sentido aquel cambio miles de veces pero nunca con aquella fuerza.
Mi amiga aquella cuyo nombre es de cinco letras no dudó en atacar
pero esta vez era distinto imaginaba a aquella chica que había conocido
solo minutos antes era la afortunada, imaginaba que se metía a ducharse
conmigo, tomaba la pieza cambiante en mi y la frotaba con la gloria
escondida en su cuerpo, fue más lo que me tarde en pensar esto que lo
que Laura tardo en hacer sentir sensaciones iguales a las que siempre me
hacía sentir pero esta vez mucho más intensas; mi corazón sentía que iba
explotar, tuve que recostarme a la pared, sentía que no podía
mantenerme en pie, emití sonidos con mi boca que ni sabía que podía
emitir, mientras mi amiga se extrañaba de no sentir el producto de
aquello que había hecho, no alcanzo a tocarlo debido a que este había
salido despedido hasta la pared.
Como pude me mantuve en pie por alrededor de quince segundos
que me parecieron una eternidad, pero con aquella sensación de paz que
solo un evento así te puede ocasionar. Me logre erguir de nuevo, lavé el
desastre que Laura había dejado y me fui a dormir con la sonrisa más
grande que yo imaginaba que se podía tener, no necesité nada más.
Semanas después decido armarme de valor para llamar a aquella
chica, a decirle no se qué, pero sentía un poco de vergüenza pues me
había bañado con ella y ella ni siquiera se había enterado. Pero si ya me
había bañado con ella, por muy fuera que estuviese de mi rango, qué más
daba. Lo siguiente difícil fue encontrar su número, lo había guardado en
unos de esos sitios que sabes que no recordaras, totalmente a propósito,
no planeaba llamarla nunca, pero después de unos 45 min y un cuarto
totalmente desordenado lo tenía en mis manos.
Tome mi teléfono y le marqué:
-
-
Aló, ¿Carolina? Pregunta estúpida, si estaba llamando a Carolina
era obvio quien me iba a contestar, pero necesitaba estar seguro
aparte de que no sabía cómo debía actuar.
Sí, ¿quién habla?
Alejandro, ¿cómo estás?
¿Alejandro?, disculpa de ¿Dónde te conozco?
Me provoco decirle, te bañaste conmigo y no recuerdas mi nombre.
-
De la fiesta, hace algunas semanas en la Urbanización Sirena.
Ahhh, sí, el nene que me quería seducir…
Sentía que el cuarto se hacía muy pequeño y apenas tenía espacio para
respirar y no sabía si trancar o seguir, si su comentario había sido positivo
o negativo, tenía tantas sensaciones que solo estaba acostado con el
teléfono pegado a mi oreja no sabía qué decir, afortunadamente ella
prosiguió con la conversación.
-
¿Qué más? ¿Cómo estás? Pensé que nunca ibas a llamar.
Ahí sentí que volvía el aire a mí.
-
-
Jajaja, bastante bien, tú sabes que lo bueno se hace esperar
Chamo no te halagues tanto, cuéntame ¿cómo has estado?
Chévere. ¿Tú qué tal?
Bien, aunque he estado mejor, intenta nunca llegar a la universidad, aquí
te matan con exámenes y ni te preguntan cómo te llamas.
Jajaja, tranquila, aún me falta bastante, apenas voy por la mitad.
Chamo de verdad aprovecha, porque esto es horrible. ¿Y eso que me llamas
precisamente hoy?
Te llamaba para saber si querías salir conmigo. Quería saber si te podía
invitar a salir.
De poder, puedes, solo que no creo que a ti te dejen entrar a los mismos
lugares que yo frecuento. Pero bueno, en todo caso el que va a invitar eres
tú.
¿A qué lugares vas tú?
Hago esta pregunta sintiendo un poco su negativa ante el hecho de
salir conmigo
-
-
Oxo, Fabric, Space, Amnesia, discos como esas.
Bueno, tal vez en algunos años me dejen entrar, pero tal vez en algunos
años ya tú tengas novio y no pueda ir contigo, me gustaría salir contigo
antes de que me dejen entrar a la disco. No tenía idea de lo que acaba
de decir, ni de donde había salido, pero aparentemente tuvo algún
efecto porque le saque un risa picara a la dama.
Bueno, dime entonces qué tienes en mente.
Mmm, podríamos ir al cine.
La verdad tengo varias semanas queriendo ir al cine, y esta semana
termino los exámenes de la universidad, suena tentador.
Listo, ¿a qué hora nos vemos? No cabía en mí de la emoción.
Jajajaja, calma tigre aún no he dicho que sí. Déjame terminar los exámenes
y te aviso, ok?
Bueno dale, me escribes. No muy seguro de si su respuesta había sido
fructuosa o no.
Ok, si va. Estamos en contacto. Chao, cuídate.
Dale, que estés bien.
Me quedo una sensación bastante amarga, no era lo que esperaba, pero al
fin y al cabo ni siquiera yo sabía lo que esperaba así que me quede
tranquilo.
Pero mi tranquilidad duró poco, solo dos días, al segundo día de
espera me impaciente y decidí escribirle un mensaje de texto. Después de
haber leído muchos consejos en internet qué decían que no debía hacerlo,
iba a parecer desesperado, pero la realidad era QUE YO ESTABA
DESESPERADO.
Lo bueno fue que ella contestó, y esta vez pareció mucho más
amable y menos a la defensiva que cuando la tuve al teléfono. Chateamos
acerca de muchas cosas, nuestros gustos, lo que odiábamos, la política,
nuestras familias, qué queríamos hacer en la vida, como nos veíamos en
unos años, infinidad de cosas triviales; y sentía que había una afinidad.
Ya era costumbre que al despertarme lo primero que hiciese era escribirle,
me había dado a la tarea de no parecer tan novato en la vida, de dar la
apariencia de ser experimentado y que a mi corta edad había vivido cosas
que solo veía en películas. Lo cierto fue que me pude quitar la imagen de
ser el bebé de solo 15 años.
Unas dos semanas después de haber intercambiado incontables mensajes
de texto, llegó el gran día que ya habíamos planeado con bastante
antelación, nuestra salida.
Llegué al cine un poco más tarde de lo que habíamos acordado por
culpa del impuntual de mi padre, que siempre llega tarde. Cuando llegué
no conseguía verla y pensé que se había ido, al mismo tiempo que recibía
un mensaje de texto de ella preguntándome que donde estaba que ya era
un poco pasada la hora. Al fin logré verla, me acerqué la saludé, estaba
con unas compañeras de la universidad y yo pensaba que mi plan de
besarla se iba por el caño pues estando acompañada por amigas sería
imposible. Me las presentó, y conversamos por un rato, sentados
esperando que se hiciese la hora de entrar a la película; fue bastante
agradable, pero no dejaba de pensar que el momento que tantas veces me
había imaginado besándola no sucedería por sus estúpidas amigas.
Cuando llegó la hora de entrar al cine, la noche empezaba a mejorar sus
amigas que de cinco solo quedaban dos se despidieron y dijeron hasta
luego. Esto me emocionó profundamente, mis planes volvían a la mesa, el
plan era sencillo: Era una película de miedo, la abrazaría, voltearía y la
besaría. Lo había imaginado tantas veces que no podía fallar.
Al entrar al cine busqué sentarme al final pegado a la esquina, por
recomendación de un primo mayor al que le había hablado un poco de
mis planes, de todos modos la sala estaba casi vacía.
La película resultó ser un fiasco, no daba nada de miedo y aparte no
habíamos cruzado una palabra en 25 min, rato después me decido a
hablarle, me había fastidiado de aparentar que la película me interesaba
al menos un poco.
-
Que linda estas. Le dije.
Gracias, tú también te ves bien.
Ese corto parlamento bastó para que yo me sintiera con la confianza
suficiente para poner mi brazo derecho sobre el espaldar de su asiento,
ella pareció no darle importancia lo que aumentó aún más mi confianza.
Con mi mano derecha empecé a acariciar su brazo derecho, ella me miró
y sonrío. Después de un rato repitiendo la caricia, me atreví y la besé en
la mejilla. Ella se ruborizó, efecto que solo pude apreciar por un momento
en el que la pantalla se iluminó y logré ver su rostro.
Esto me dio pie a seguir y continúe besando su mejilla una y otra
vez, cada vez me acercaba más a su boca. Cuando ya pude sentir su labio
mi corazón se disparó, sudaba a pesar de que la sala estaba helada, veía
todo claramente a pesar de estar sumamente oscuro. Finalmente llegué a
su boca, intercambiamos algunos besos cortos, pero yo quería más y sabía
que era mi oportunidad. Con mi poca experiencia pero con mis ganas
quinceañeras la seguí besando hasta que ella abrió su boca, conseguí
besarla como se ve en las películas pero de repente ella hizo un
movimiento que yo no me esperaba, metió su lengua en mi boca, yo la
intente seguir y hacer lo mismo que ella pero me sentía torpe, de repente
hice un movimiento con mi lengua que note que la hizo estremecerse, lo
repetí, esta vez me abrazo y me beso más calurosamente, también la
abracé. La besaba un poco por el cuello, y la seguía besando, el
movimiento de mi lengua seguía dando resultados, si alguien me hubiese
dicho que pasar la lengua suavemente por el paladar mientras se besaba
era tan efectivo no lo hubiese creído, pero así era. Mordía su labio
inferior, su labio superior, me la quería comer, pero por un momento creo
que nos sentimos apenados y paramos.
Seguimos observando la película como por 5 minutos, pero volví a
ella, esta vez directo a la yugular, bese su cuello como solo en las mejores
películas lo había visto, ella gimió como solo lo había imaginado, esta vez
me dio por pasar mi lengua suavemente por todo su cuello de abajo hacia
arriba pasando por encima de la tráquea y su barbilla hasta llegar a su
boca, allí seguí besándola. Volví a bajar esta vez me concentré en besar,
lamer, morder suavemente todo su cuello y sin querer bese uno de sus
pechos al notar que no se negaba bese todos sus senos por encima, solo la
parte que permitía ver la blusa, a ella parecía gustarle pero no estaba
seguro de lo que debía hacer así que me dejé llevar y con mi mano
acaricie uno de sus pechos, mi confianza iba en aumento. Como pude
saque un seno de donde estaban guardados esperándome, y de inmediato
me fui a la torre que se levantaba en el medio del mismo, antes de que
pudiese decir algo para interrumpir mi acción ataqué la torre con mi boca
y la chupé, sí, justo como a un pitillo, ella se retorció y gimió; de
inmediato me di cuenta que lo estaba haciendo bien, acto seguido con mi
lengua bordee toda la torre, mientras hacia un rio a su alrededor para
luego también mojar su la torre y morderla suavemente, de nuevo me
abrazó pero esta vez contra su pecho como si no quisiese que dejase de
hacerlo; como pude con mi mano acaricie su seno mientras con mi boca
hacia que ella gimiese a mi oído. Después saqué el otro seno de la blusa y
repetí la fórmula ganadora que me había llevado hasta ahí, esta vez solo
con mi lengua sin mi boca cubrir la torre, jugué un poco con ella, casi
golpeándola con mi lengua pero a la vez chupándola un poco, besándola,
mordiéndola, jugaba con ellas a mi antojo y todo lo que hacía lo
disfrutábamos. En un momento paré, mi boca ya estaba seca y este
instante fue suficiente para que ella volviera en sí, se le pasara el sofocón
del momento y volviese a guardar sus torres en su lugar de origen.
Con mi corazón a millón, me senté bien en la silla, le di un sorbo al
refresco, ella hizo lo mismo y la volví a abrazar esta vez de la cintura y su
cabeza inmediatamente encontró acomodo en mi regazo, pasados los
minutos me encontré acariciando su abdomen jugando con mi dedo
índice en su ombligo, bordeando su ropa interior que sobresalía de su
pantalón, de la misma manera empecé a cada vez llevar mi mano más
abajo, hasta encontrarme en una zona que estaba bastante calurosa entre
su pantalón y su ropa interior al hacer contacto con su castillo por fuera
de la ropa interior de inmediato noté lo húmedo que estaba y metí mi
mano por un lado, sentí como si hubiese metido mis dedos en agua,
estaba muy mojada, y apenas acaricié la torre de defensa mayor abrió sus
piernas, recostó su cara contra mi pecho y sentía que gemía, froté mi dedo
índice y medio entre sus defensas exteriores, encontrando esta vez su
reino, sentía como ella mordía mi franela, mi pantalón estaba que se
reventaba en este momento, pero sentía que debía continuar con ella, fui
bajando buscando meter mis dedos, mientras seguía frotando y cada vez
ella gemía con más intensidad. Cuando logré meter mis dedos en ella, ya
se había acostado en mis piernas como para que hiciera lo que yo
quisiera, y mordió mi franela para no gritar, veía como cada vez que
movía mis dedos, mordía más fuerte mi franela y me agarraba mi mano
libre con más fuerza, decidí meter y sacar mis dedos rápido y
repetitivamente lo que hizo que se mojara aún más y gimiese con más
intensidad. Al momento ella introdujo su mano en su pantalón y sacó mi
mano de su ser, con delicadeza entrelazo sus dedos con los míos y
seguimos acariciando la torre de defensa, esta vez con delicadeza; con la
cabeza me hizo señas de que me acercara y en un tono de voz muy tenue
me dijo “Suavecito” y justo como ella me lo pidió suavemente seguimos
acariciando todo su reino hasta subir al monte de Venus. Mi mano
termino entrelazada con la de ella en su abdomen y ella recostada en mis
piernas terminando de “ver la película”, yo no dejaba de pensar en lo que
acababa de suceder.
Tan pronto se encendieron las luces de la sala logré observarla en todo su
esplendor, ella estaba radiante y me sonreía pero al mismo tiempo sentía
mucha pena, no me miraba a los ojos. Yo intenté calmarla dándole un
beso en la mejilla y diciéndole “¿nos vamos?”, ella volvió a sonreír, se
levantó, se arregló el pelo y me abrazó. Me susurró al oído: “Eso estuvo
maravilloso” y me besó la boca. Mi ego se fue al cielo.
Salimos de manos agarradas, nos sentamos al frente del cine, hablamos,
nos reímos, nos besamos un poco y nos despedimos.
Al llegar a mi casa y acostarme en mi cama estaba extasiado, no daba
crédito a lo que había sucedido. Mi amiga, Laura, pasó desapercibida, no
me hizo falta, mi ropa interior era azul pero tenía manchas que parecían
de cola de pegar. Esa noche dormí como nunca, caí en un sueño tan
profundo que al siguiente día ni escuche el despertador para ir a clases.