1259 Cómo ganar el corazón de sus hijos (2) Invitado: Reb Bradley

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Cómo ganar el corazón de sus hijos (2)
Invitado: Reb Bradley
Serie: Criar hijos de corazón a corazón
SONIDO TEMA DE PRESENTACIÓN QUE DA PASO A:
Reb:
(A SEÑAL) Como padres, todos queremos lo mejor para nuestros hijos. Pero,
¿qué ocurre cuando ese deseo se convierte en control?
SONIDO SUBE MÚSICA Y BAJA A RESOLVER:
Roberto: (A SEÑAL) Acabamos de escuchar la voz del pastor y escritor Reb Bradley,
quien nos acompaña en nuestro espacio de hoy para profundizar sobre el
tema de SABER CRIAR A LOS HIJOS DE CORAZÓN A CORAZÓN.
SONIDO MÚSICA SUBE Y DISUELVE:
Roberto: (A SEÑAL) Esto es “Vida en familia hoy”. Nuestro anfitrión es Dennis Rainey…
y yo soy, Roberto Lepine. (T) Gracias por la preferencia.
SONIDO SUBE Y BAJA A RESOLVER:
Dennis
(A SEÑAL) En nuestro encuentro anterior, Reb nos contaba que había tenido
problemas con uno de sus hijos, pero que había solicitado un año sabático
para poder dedicarle tiempo a su familia, para poder restaurar el respeto y la
comunicación con sus hijos. (T) Bienvenido nuevamente a “Vida en familia
hoy, Reb”.
Reb:
Gracias, amigos.
Roberto: Reb, en medio de esa situación de restauración, cuando decidiste tomarte un
tiempo para dedicarte sólo a tu familia, hiciste una afirmación cuando tu hijo te
hablaba de forma irrespetuosa y, más adelante, reflexionaste al desenterrar
las cosas que había en tu corazón. Te diste cuenta de que algo andaba mal
en tu interior, ¿cierto?
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Reb:
Efectivamente, Roberto. Pero en una de esas conversaciones con mi hijo, lo
miré y le dije: “Hijo, arruinaste mis sueños”. (T) Y al mirar atrás, me di cuenta
que en realidad le estaba diciendo: “Yo tenía sueños para que tú, que eres
alguien que está fuera de mí mismo, los cumplieras”. Ahora veo que el
problema era que mis sueños para él eran realmente para mí, eran míos… (T)
Me di cuenta de que tenía esta imagen de hijos que crecerían en casa, que
atravesarían por un proceso de cortejo cuidadosamente orquestado, que un
día se casaría, pero él echó todo a perder. (T) Me sentí tan decepcionado con
él por arruinar mi sueño. Ni siquiera me daba cuenta de que teníamos una
relación rota. (T) Desde entonces me he dado cuenta de que, incluso cuando
los hijos se van por su propio camino, eso no es natural. En ese momento hay
una relación rota, simplemente pensé que tenía un hijo rebelde. Nunca se me
ocurrió que esa rebelión era en parte debido a una relación rota.
Dennis: Pero, ¿y si no podías reparar la relación? Hay padres que han procurado a
sus hijos continuamente durante los años de la adolescencia, y el hijo se
rehúsa a corresponder el amor.
Reb:
¿Si ese fuera el caso? Bueno, se debe mantener un estándar para el hogar.
Debe decir: “Estas son las reglas para esta casa, y si no puedes guardarlas,
no puedes vivir aquí”.
Dennis:
Si pudieras retroceder el tiempo hasta a ese día en que le pediste que se
fuera de tu casa, ¿lo volverías a hacer?
Reb:
Ahora que entiendo las relaciones, me hubiera sentado con él para tener una
conversación de corazón a corazón con él, como las conversaciones que
hemos tenido desde que se fue. He pasado tiempo con cada uno de mis hijos
adultos, ahora que mis ojos están abiertos, he salido a almorzar con ellos, a
tomar café con ellos, y cada vez descubro algo nuevo. Me reúno con alguno
de mis hijos adultos y les digo: “Esto es lo que Dios me ha mostrado, esto es
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lo que me gustaría haber hecho al criarlos como hijos, y me doy cuenta de que
no lo hice contigo”.
Roberto: Y al mirar atrás, ¿podrías decir que ese detalle fundamental que dejaste
escapar fue el cultivar una relación con tus hijos?
Reb:
Correcto. (SONREÍDO) Teníamos tanto afecto en nuestra casa, incluso mi
hijo adulto, hasta el día de hoy, que mide un metro con 95 centímetros, que
pesa unos 160 kilos, es un varón enorme; se ha convertido en un policía muy
peligroso, pero pude sentarme frente a él en la mesa…
TODOS (RÍEN)
Reb:
En serio, todos lo dicen. Él nunca ha tenido que esposar a nadie, sino que
cuando hace arrestos, les dice a los sujetos: “Por favor, póngase las esposas”.
Dennis: (SONREÍDO) Voy a cuidar mi velocidad cuando atraviese por tu ciudad, te lo
prometo.
TODOS (RÍEN)
Reb:
Es un hombre muy dulce. Pero puedo estirarme, poner mi mano en la suya
mientras hablamos, y ni siquiera piensa en eso. Hay mucho contacto físico,
mucha calidez, mucho afecto, hasta el día de hoy. Entonces tuvimos todo
este afecto y yo creía que eso significaba que tenía sus corazones. No sabía
que había una diferencia entre simplemente tener afecto y tener en realidad el
corazón de los hijos. (T) Entonces, al ver hacia atrás, si pudiera retroceder el
tiempo, para responder a tu pregunta, creo que pasaría un tiempo con él para
reparar la relación rota, porque él se había dado por vencido en sus intentos
de agradarnos años atrás, y ahora puedo verlo.
Roberto: Por favor, necesito que me expliques una cosa, porque estás diciendo que
había mucho afecto e su hogar, pero no había buenas relaciones. Uno
normalmente pensaría que si hay mucho afecto, tiene que haber buenas
relaciones, ¿no es así?
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Reb:
Uno podría pensarlo. Sin embargo, en nuestro hogar, había calidez, había
contacto físico, había abrazos, pero la conclusión es que esa no era la fuerza
dominante en el hogar. Lo que dominaba era la autoridad y la intimidación
mía y de mi esposa. Mis hijos habían aprendido a obedecer principalmente
motivados por el miedo a las consecuencias.
Dennis: Dame una ilustración de su autoridad e intimidación, porque estoy viendo al
otro lado de la mesa y puedo imaginármelo. Lo siento, Reb, se que eres un
promotor reformado de la educación en casa.
Roberto: (EN BROMA) Y creemos que también podrías ser policía.
TODOS: (RÍEN)
Dennis: (AL OYENTE. SONREÍDO) A usted, amigo oyente, no quisiera que lo
detuviera un policía con el aspecto del Sr. Reb Bradley. (T) Pero, en serio,
Reb, ¿nos puedes dar una ilustración de cómo podrías ser intimidante y
controlador como papá?
Reb:
Bueno. Este aquí les va un ejemplo de algo que pasó en la vida real. (T) Hace
algunos años, mi esposa y yo miramos a nuestros hijos mayores, cuando eran
pequeños, y dijimos lo siguiente, yo les dije: “Hijos, su mamá y yo tenemos
que trabajar en un proyecto durante toda la noche y vamos a estar despiertos
hasta tarde. Entonces, en la mañana, no se atrevan a despertarnos”. En
otras palabras, nos apoyábamos en la amenaza con una consecuencia: “No
se atrevan a despertarnos. Vean alguna película aprobada por nosotros hasta
que vean que nos despertemos, pero no hagan ningún ruido. ¿Está claro?”
Entonces esa era mi estrategia, darles la amenaza de una consecuencia.
Dennis: ¿Paternidad de vaquero?
Reb:
¡Con todo y pistolas!
Dennis: En serio, ¿así eran las cosas?
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Reb:
Bueno, simplemente siempre les decía: “estas son las consecuencias”. Y
esas consecuencias eran la motivación principal, mientras que ahora mis tres
hijos menores, con quienes he cultivado una relación y que actualmente tienen
16, 13 y 12, pero incluso cuando eran más jóvenes, entendimos lo que era la
relación, por lo que les decíamos algo como esto: “Hijos, su mamá y yo
tenemos que trabajar toda la noche. Necesitamos descansar. Por favor,
hagan el mayor silencio posible en la mañana”, y les decíamos qué hacer. (T)
Pero no les amenazábamos con la consecuencia. Los mirábamos a los ojos
sobre la base de esa relación. Por lo tanto, nuestras amenazas no
funcionaron con los hijos mayores. (T) A la mañana siguiente, se habían
olvidado de la amenaza y nos despertaban con sus pataletas y haciendo ruido.
(T) Ahora, con nuestros hijos menores hicimos un pedido con amor y también
nos despertaban. Nos despertaban haciendo lo siguiente: “¡Hagan silencio!
¡No despierten a mamá y papá!” Ellos tenían otra motivación: “¡Les dije que
no despierten a mamá y papá!” Su motivación era tratar de que siguiéramos
durmiendo. Esa es la diferencia. Un estilo de crianza de los hijos basado en
las amenazas, solo dice: “esta es la consecuencia”. Pero cuando uno tiene
una relación, puede mirarlos con amor y decirles: “Porque tú me amas y yo te
amo, esto es lo que espero de ti”, y ellos, en sus corazones, dicen: “Sí, eso es
verdad”.
Roberto: Mientras te escuchaba contar esa historia, me pongo a pensar en los padres
que dirían: “Tenemos que ayudarles a nuestros hijos a entender el respeto
hacia la autoridad y la obediencia, y esta es la clave para la formación de
nuestros hijos”. Y si lo hacen sin el contexto del amor y la relación, estarán
fomentando la rebelión en el corazón de un hijo, ¿no es así?
Reb:
Con frecuencia es así. En nuestro hogar, solo conocíamos las consecuencias,
y suelo decirlo de esta manera. Mi esposa y yo intimidamos a nuestros hijos
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para que lleguen a la sujeción, pero fracasamos para que sus corazones
lleguen a la sumisión. Los intimidamos para que lleguen a la sujeción. No nos
hacían enojar. Era: “Sí, mamá”. “Sí, papá”. Ellos hacían todo lo les
decíamos. Para el tiempo en que llegaron a la adolescencia, no teníamos la
menor idea de que sus corazones estaban lejos de nosotros, porque por fuera
siempre había docilidad y obediencia.
Dennis: Eso me recuerda a la historia del jovencito cuyos padres le dijeron que se
siente tres veces. ¿Has escuchado esa historia? Finalmente, el padre lo
empujó en la silla. El niño lo miró y le dijo: “Puede ser que por fuera esté
sentado, pero en mi interior estoy de pie”. Y eso es lo que dices que pasaba
con tus hijos.
Reb:
Excepto que mis hijos se sentaban, pero no nos decían nada. Se sentaban
porque estaban intimidados y no se atrevían a contradecirnos, pero en sus
corazones estaban de pie, aunque sencillamente no nos daban ni una sola
pista con sus palabras exteriormente.
Roberto: Y luego planificaban el día, y no fue algo consciente, pero en su subconsciente
estaban pensando: “Algún día podré ponerme de pie si así lo quiero y, en ese
día, haré lo que deseo”.
Reb:
Exactamente.
Dennis: “Voy a comprar un reproductor de vídeo, un televisor, y veré todas las
películas que mamá y papá no me dejaban mirar”.
Roberto: El hecho es que eso fue lo primero que ocurrió, una vez que echas a tu hijo de
la casa, ese es un indicador de que él está diciendo: “Algún día yo seré quien
decide qué voy a hacer y qué no voy a hacer”.
Reb:
Bueno, eso pasó con mi hijo. La que le sigue, mi hija, no tenía sentimientos
tan fuertes. Pudimos conquistar su corazón para el tiempo el que ella tenía
quizá unos 17 años.
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Roberto: A pesar de que, con respecto al área de cortejo, que era algo que habían
enseñado, que incluso escribieron libros al respecto, porque tenían la visión de
cómo debería ser la experiencia del cortejo de su hija, aunque esa no fue
exactamente su experiencia.
Reb:
Pero fue bastante parecida. Solo mis dos hijos tenían sus propias versiones.
Pero para hablar de eso necesitaríamos otro programa completo.
Dennis: Me estaba preguntando sobre eso.
Roberto: A lo mejor deberíamos abrir esa caja de pandora…
Dennis: Quizá deberíamos sacar el abridor de cajas en Vida en Familia Hoy otro día.
Pero, Reb, ahora nos estás hablando de algo más profundo que el movimiento
de la educación en casa. Esto puede darse en los padres que can a la iglesia,
que creen que la docilidad externa es la meta de la crianza de los hijos en el
ambiente cristiano, y me gusta cómo lo has expresado. De hecho, me gustan
tus palabras. Nos has dicho: “Tengo que ganar el corazón de mi hijo”, y me
recuerda a la imagen de cómo Dios procura a sus hijos.
Roberto: Eso es lo que nos dice la Biblia, desde el Génesis hasta el Apocalipsis.
Dennis: Efectivamente, Roberto. La Biblia nos muestra la historia del sabueso del cielo
que persigue a sus cachorros. Y yo soy uno de ellos. Así fue cómo Él me
encontró. Su amor puso mi vida patas arriba pero, por varios años, rechacé el
cristianismo, o, mejor dicho, rechacé una forma de cristianismo que tenía la
apariencia de reglas, regulaciones y consecuencias, exactamente las mismas
cosas de las que está hablando, Reb.
Roberto: Así es.
Dennis: Pero fue la relación que finalmente entendí en el libro de Romanos, la que me
hizo cambiar. Esa que dice que el Dios del cielo me amó, que murió por mí,
que me conquista en su amor a través de la Resurrección de Jesús, que
procura una relación conmigo desesperadamente, y fue ese amor el que puso
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mi vida de cabeza. (T) Eso es lo que nos estás diciendo que debemos hacer
como padres con nuestros hijos, Reb. (T) Nuestros corazones deben estar
conectados con nuestros hijos.
Reb:
Es que debemos reconocer que llegar a sus corazones es nuestra meta como
padres. No queremos simplemente tratar de conseguir una docilidad externa,
una obediencia por fuera, sin tocar el corazón.
Roberto: Sabias palabras, estimado Reb. (T) Gracias por acompañarnos en esta
entrega de “Vida en familia hoy”.
SONIDO TEMA DE CIERRE QUE DA PASO A:
Roberto: (A SEÑAL) Y así finalizamos nuestro programa de hoy en “Vida en familia
hoy”. Agradecemos a Reb Bradley por su compañía… y a usted, le damos
las gracias por su gentil sintonía. (T) Trabajamos en esta entrega… (DA
CRÉDITOS).